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doedos ° Breve Historia Contemporanea,,,. de Argentinasis El presente material se utiliza con fines exclusivamente didacticos | LUIS ALBERTO ROMERO CONTEMPORANEA DELA ARGENTINA | BREVE HISTORIA i \ | FoNDO bE CULTURA ECONOMICA El presente material ' se utiliza con fines MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA « CHILE exclusivamente didacticos ESPANA - ESTADOS UNIDOS - PERU - VENEZUELA II], LA RESTAURACION CONSERVADORA, 1930-1943 EL 6 de septiembre de 1930 el general José Félix Uriburu asumié como presidente provisional y el 20 de febrero de 1932 transfirié el mando al general Agustia P. Justo, aque habs sido electo, junto con el doctor Julio A. Roca, en noviembre del afio anterior. En el interin, el gobierno provisional habia ccalizado una cleccién de gobernador en la provincia de Buenos Aires, el 5 de abril de 1931, en a que triunfo el candidato radical Honorio Pueyeredén, y ‘que fue anulada, El episodio muestra la incertidumbre fen que se debati el gobierno provisional, vacilante entre la “tegeneracidn nacional” o Ja restauracién constitucional. Regeneracién nacional restauraci6n constitucional La incertidumbre era cornin a todos los sectores que ha- bian concurrido a derribar al gobierno de Yrigoyen ¢ tercumpir la continuidad institucional, Cicrtamente coin- cidian en este primer objetivo, y se solidarizaban con el gobiemo cvando perseguia a los disigentes cadicales, de- jaba cesantes a los erspleados piblicos nombragos por el gobierno derribado o investigaba fantasiosas corrupcio- nes. La mayoria también apoyaba la politica de mano du- ra adoptada con el movimiento social: la intervencién en fos puertos paca desermae alli el control sindical, las de- portaciones de dirigentes anarquistas o comunistas —per~ sepuidos por la nueva Seccién Especial de la Policia—, y hhasta el fusilamiento del “anarquista expropiador” Scveri- no Di Giovanni, Perc en rigor —y a diferencia de 1919—, en 1930 la movilizacién social cra escasa, la Depresién paralizaba la contestxi6n, y las dicccciones sindicales, es- 39 ‘asamente identificadas con la institucionalidad democea- tica, habian hecho poco para defenderla. fste no habia si- «lo ef objetivo desencadenante de la revolucién, como tampoco fo fue la crisis econémica mundial, ausente del debate y euyas vastas consecuencias parecfan no advertir- se todavia, Para sus protagonistas, la revalucién se habia hecho eontea las vicios atribuides a la democracia, pero luna vez depuesto Yrigoyen, no habia acuerdo sobre qué hacer, y las clases propictarias, asi como el Ejércto, que paulatinamente se iba constituyendo en un nuevo actor politico, vacilaban entre diversas propuestas, La nds vocinglera era la de los nacionalistas, que rpi- damente tomaron la iniciativa, Su vox habia sido muy ef- €2% como ariete contra el radicalismo, por el talento polé- ico de sus voceros, por su capacidad para articular discursos diversos, que apelaban a distintas sensibilida- des, asf como para expresar y legitimar lo que para otros 1a inconfesable: un elitismo autoritario del quo se enor- tulleefan. También los fortalecia el suceso que en todo el mundo estaban teniendo este tipo de propuestas, que ins Piraban tanto a regimenes autoritarior muy tradicionales cuanto 4 novisimas y por entonces exitosas experiencias, como la de Mussolini en Italia. Finalmente, podian con. ‘ar con algsin respaldo, limitado pero importante, del po- det, En el pabinete de Uriburu, compuesta de conserva ores de viciw estilo, los apoyaba el ministro del Interior, Matias Sinchez Sorando, un conservador tradicional co. ‘no Uribury, que sinypatizaba con estas nuevas formas de auteritarismo; también lo hacian algunos oficiales dl en- tonne presidencial y otras altos funcionarios, como el i terventor en Cordoba el escritor y ensayista Carlos Tbar- faren un ae lo inicindores de la rehabilitacién de Juan tantes nacionalistas, en cam ¢ menor ianpoctancia Uribusw hizo tode lo posible por apoyartos, Hablé en Aistintas foros, principalmente militares, abominando de v0 la democracia, reclamando una reforma institucional de fondo y predicando las ventajas del corporativismo y la representacién funcional. Pero su poder y su habilidad politica eran escasos. Parad6jicamente, jugé todas sus ‘artas a una ekccién, confiando en un triunfo plebiscita- rio en Buenos Aires, y la derrota del 5 de abril préctica- mente lo convirtié en un eadaver politico, Fracasada su apelacién a la sociedad, intenté sin embargo una segunda bara con el Ejfrcito, al que quizo movilizar mediante la Legién Civica, una escuadra civil organizada por oficia- les, que debia ser la vanguardia de la revolucién anuncia dda pero que no pudo superar la intrascendenc Los nacionalistas eran mucho mis eficaces para gol- ear que para consteuir, y esta participacién marginal en el poder mis los estorbaba que los benef vamente se fueron distanciando del gobierno, a medida que crecia la influencia de quienes rodeaban a Justo y a la alternativa institucional, a la cual sin embargo termina ron apoyando. Por entonces habjan acabado de confor- ‘mar su discurso, que pronto emplearon tanto para com- batir la solucin triunfante como para apelar, con energia creciente, al Ejército. Los temas tradicionales contra la democracia se habfan integrado con un vigoroso antico munismo y un ataque a liberalismo, fuente primigenia de los males denunciados. En una operacién muy tipica de la época, redujeron todos sus enemigos a uno: las altas fi- fnanzas y la explotacién internacional se fundiaii 1-y la ilusién de veneer a los radicales en eleecio- mpias— cred las condiciones paca un reagrupamien- to de las fuera, et tore de yt perfinda ean det peeral Jus fs consistente de fa eoalicién cran los grupos conservadores, que constituyeron el Parti- do Demécrata Nacional, una coalieién heterogénca de partidos provineiales que ineluéa desde los mis tradicioe niales de Memos Aires hasta fos mds liberales de Cérdoba © Mendoza. El cavicalismo antipersonalista, su competi- 2 dor en el frente en formacién, se habia despranado luego de que muchos retornaran al viejo tronco, dirigido ahora por Alvear. El Partido Socialista Independiente s6lo podia ofrecer una base sélida en la Capital, y también un grupo calificado de dicigentes. Este conglomerado se unié tras la figura del general Justo, pero sin superar sus diferencias, al punto de que lo apoyaron con dos candidatos a vice- presidente distineos. Justo —pieza central en esta alianza— podta presen- tarse como un milita: con vocacién civil, pero sobre to do coma quien conta>a con el respaldo del Ejército. Des- de el 6 de septiembre librd una guerra sorda con Uribura por el control de los mandos principales, y salié tri fante, Su més fiel sostén, el coronel Manuel A. Rod guer, no sélo mandaba Campo de Mayo sino que fue Clecto presidente del Circulo Militar, lo que atestiguaba estado de animo predominante en la institucién, Los oficiales exan seclamados por difecentes grupos de acti- vistas: los radicales, embarcados en conspiraciones, los nacionalistas, igualmente activos, y los adeptos a Justo, que untan las banderas del constitucionalismo con las del profesionalismo; pero en el grucso de ellos predomi- nnaba todavia la desconfianza hacia la politica y una pos- tura’bisicamente profesional, que incliné la halanza cn favor de Justo. La mayor dificultad estaba en los radicales, que ha- ban resurgido como cl ave Fénix luego de la vtetoria de abril de 1931 y del retorno de Marcelo T. de Alvear quien, con la bendiciin de Yrigoyen, reunificé el partido. Tampoco entre los tadicales estaban claras las 0 putes muchos aposteban a la carta electoral y otros a de- rribar al gobierno provisional, con un movimiento efvico- militar. Los numerosos oficiales radicales conspiraron, y cl gobierno utilizé las conspiraciones para desarmar a su is temible opositor politico, En julio de 1931 estallé en Cortientes una revolucién, encabezada por el coronel Po- mar, que fue répidamente sofocada permitiendo al go- 93 biceno detener o deportar a la plana mayor delspartido. Pese a ello, la Convencién proclamé la candidatura pre- sidencial de Alvear, que el gobiemo veré aduciendo de modo especioso a la vex razones constitucionales y de se- guridad, Los radicales volvieron entonces a su antigua ‘ictica de la abstencién, sin abandonar los intentos de conspiracién, y dejaron el campo libre a la candidatuca de Justo, que incluso pudo presentarse como un término medio entre la dictadura de Uriburu y el extremismo subversivo de Alvear. Fn la eleccidn de noviembre de 1931 lo enfrent6 tini- camente una coalicién del Partido Socialista y el Demé erata Progresista, que proponian 2 dos prestigiosos diri- nentes: Lisandro de la Torre y Nicolds Repetto. Aunque ‘eventualmente podia capitalizar la oposicién al gobierno, tenia la debilidad de la escasa organizacién partidaria fuera de la Capital y de Santa Fe, asi como el conocida antireadicalismo de sus candidatos. En noviembre de 1931, y en una cleceién no totalmente escandalosa, la férmula encabezada por Justo obtuvo un triunfo que ‘ampoco fue aplastante y permitié que la oposicién gana~ ra el gobierno de una provincia y une respetable repre- sentacin parlamentat Las formas institucionales estaban salvades y la revo- lucién parecia haber encontrado un puerta seguro, En el ‘Congreso hubo un oficialismo y una oposicién, que scinpeid prolijamente y fue reconocida como tal, Porguc unos y_otros sabian que no competian realmente porsl poder, La I pesarta lucgo, pero de ‘momenta constituia una ventaja, pese al Hlamado de ater ibn que pudo significar el multitudinario acompafia~ miento popular al funeral de Hip6lito Yrigoyen, muerco 1 julio de 1933, Onganizar el oficialismo no fue una tarea sencilla, Justo procuss equilibrar la participacin de las distin« tas fuerzas en su gobierno, aunque fue notoria su reti- encia hacia los partidos conservadores, que sin embar- ry go constitufan su més sélide base, Sélo uno de sus mi- nistros —el de Obras Piblicas, Alvarado— provenia de esas filas, aunque otros dos —el canciller Carlos Saave- dra Lamas y el ministro de Hacienda, Horacio Hueyo— de alguna manera pertenecian a ese tronco, Los anti- personalistas tuvieron dos ministerios —Leopoldo Me- lo en Interior y el santafesino Simén de Iriondo en Bdu- cacion y Justicia— y los socialistas independientes u Antonio de Tomaso, uno de los politicos mas respera- dos por Justo, y el tinico de origen plebeyo, fue min tro de Agricultuea, : Pese a: que el Partido Socialista Independiente pronto decliné electoralmente y se disolvi6, sus dirigentes, y par- ricularmente De Tomaso y Federico Pinedo, cumplieron tun pape! fundamental en la estructuracién de la alianza y en Ia formacién de lo que se llamé la Concordancia ps lamentaria, asi como en el disefio de las principales poiti- cas del gobierno. Los partidos oficialistas ganaron las clecciones utlizando técnicas muy conocidas, sobre las que habfa una vasta experiencia acumulada, que combi- naban el apoyo de la autoridad —particularmente los co- misasios—.con el sistema del caudillismo, y explotaban las miltiples colusiones entre ambos. Mientras los radica- les mantuvieron su abstencién, la aplicacién de estos me- canismos sirvid principalmente para dirimir los conflictos en el seno del oficialismo, pero desde 1935 se usd para bloquear el camino al partido conducido por Alveat. La ciudad de Buencs Aires —més expuesta a la opitin pii- blica— se vio libre de ellos, y siempre gané alli la opo- sicién; en la provincia de Buenos Aires, en cambio, se practicaron las formas més groscras del fraude, que un gobemador, Manuel A. Fresco, califieé de patriético, di- ciendo lo que segucamente muchos pensaban, Quizd sea ficativa la catigmatizacion por le sociedad de estas pricticas, en el fondo muy tradicionales, que revela ha fa qué punto a cultura democritica habia emperado a arraigaren la sociedad. 95 Intervencién y cierre econémico La cficacia del gobierno debia quedar demostrada, ante la sociedad en general y particularmente ante las pietarias, por au capacidad para enfrentar Ie di cidn econdmica, La Deprésién, que se venta mi desde 1928, persistid hasta 1932, golpeando duramente a lo que —pese a los cambios de la década anterior— era hhasta entonces una economfa abierta, Ces6 el flujo de ea~ pitales, que tradicionalmente la habfa alimentado, y mu- chos incluso retornaron a sus lugares de origen, Los pre~ cios internacionales de los productos agr(colas cayeron fucrtemenite —mucho més atin que en la crisis de 1919- 1922—y aunque el volumen de las exportaciones no des- cendi6, los ingresos del sector agrario y de la economia tode se contrajeron fuertemente. Como el gobicro opté por mantener el servicio de la deuda externa, mucho més feos parle dani de los recursos corrientes, de- bleton reducise drdsticamente tanto las importaciones como los gastos del Estado, cuyo déficit pas6 a convertir- seen un problema grave. Por ofra parte, el dislocamiento de la economf inter nacional, ya anunciado en la década anterior, era cada vex mayor, En la crisis, los paises centrales utilizaron su poder de compra para defender sus mercados, asegurar el jago de las deudas y proteger las inversiones, Gran Bre talla ae refugi6 en el proteccionismo comercial y consti~ tuyd un “dren” do lu libra, defendida por el control de cambioa primero y por le inconvertibilidad de la moneda dlesjniés, Uéntica camino tomaron Alemania y Francie y finalmente Estados Unidos, que en 1933 declaré la convertibilidad del délar. Era tun mundo distinto, que ce- {queria de une police eeonémica nuova ¢ imaginative, La adoptads inicialmente —por Uriburw y por Justo al principio de su gobierno—, s¢ habfa limitedo a las medi- 96 : &, das reactivas cldsicas, y sélo incursion6 timidamente por: nuevos caminos; a mediados de 1933, con la designacién. ‘como ministro de Hacienda de Pinedo —con quien éola- boré Alberto Prebisch—, se avanz6 por un rumbo més novedoso, delinéandose dos tendencias que habrian de perdurar largamente: Ia execienteintervencién del Estado Y el cietre progresivo de la cconom(s, También otra, nor duradera pero de mayor trascendencia en lo inmgdia~ torel reforzamiento de la celacién con Gren Bretaia. | A fines de 1931 —poco antes de que Justo sucediera « Uriburu— se establecié el impuesto a los réditos, ségin ‘un antiguo proyecto de Yrigoyen, sistemiticamente veta- do hasta entonces, pero que en el nuevo clima de le criss —y en manos de un gobiemo confiable— fue aceptado; Sin discusién por los sectores propietarios. Las finatizas jejacon de depender exclusivamente de lov-im- de préstemos exterrios./Su~ icial de gastos, hacia-1933 cl gobierno habie logrado equilibrar su presupuesto. "También de 1931 fue el establecimiento del control de-cambios, mediante el eual el gobiemo centralizabs a! compra y venta de divisas. Originariamente fue una me- dida para enfrentar la crisis y asegurar a disponibilidad para el pago de le deuda externe, pero pronto se vio que onstitufa un poderoso insteumento de politics econémi~ ca: desde el gobierno podian establecerse prioridades.pa~ ra el uso de divisas, y esto era una cuestién qua,preocu-> paba no s6lo'a los distintos sector internos sino,» particularmente, « los dos grandes aspirantes exteanon'& disponer de ellas: Gran Bretafa y Estados Unidos, En‘ noviembre de 1933, une austencial reforms establecié dos mercedos de cambio; uno, regulado por el Estado,: administraba las divisas provenientes de lee exportacio~ nes agropecuariastradicionales, mientras que en el otto se compraben y vendfan libremente las originadas en. Ypréstamos recibidos o en exportaciones no tradicionales,: ‘como las industciales. Para cl primero la devaluacién fue 7 gs. 98 y 99 del Libro “Breve Historia ‘Contemporénea de la Argentin ‘Autor: Luis Alberto Romero, q'gndo mercado se negociaban las escacas divisas atondee; 10 para la importacién de bicene consume como para ‘Aunder al equipamiento de las empresas, Avanzando sobre el control de las Finanzas, en 1935 se ered el Banco Central, cuya funién principal era reper a Aluctuaciones ciclicas de las cassis monetaria, evitando tanto una exeesiva olgura como la escase2, asi su Dicentalar Ia setividad de los bancos privadee™ ue participaban de Mommie ~ sobre todo en cl mansion sus eréditos. El Instituto jUrilizador de fnversiones Bancarias mai |e liquidacién ordenada de {os bancos golpeados por la crisis, Tarabaee ara atenuar los efectos de las comerciztsY defender a las productos locos ‘comenzé a regular la provenattizacion de Ia produccién agropessan Utilizando los fondos nitidez crecient, ineipiente, impul ides agropecuarias para la hacia Ia industria EI mag ¥ bom, que ya tenia otras industrias, Precisamente cn la rama por o financieras — que combinaban eee es Con industrales o inane y también nuevos inversores extranjeros: Significatvamente, a mediados de a década de 1930 se instalaron tres: greta empresas textiles norteamericana, en8 Clayton, Jantzen y sadam ¥en seguida Ducilo, dedicada at ilado sintética, 1a ‘susttucién de_importaciones eels el atmctive de un mercado ‘xistente y cautvo y una ganancia rp, Una vez satisfecho, era mis conveniente pasar a otra ra- ma, igualmente insatisfecha, antes que profundizar Ia in- versién en la anterior. A esto concurtieron factores de dis into tipo. Como mostraron Jorge Sabato y Jorge Schvarzer, la vieja dindmica de los sectores propietarios, de diversificacién en distintas actividades sin ararse de sivamente a una, enconteé en fa industrializacién sustituti- va un nuevo campo, que se complement6 posteriormente con la inversién itmobilinia. Por otra part, Ia combina- cid de un mercado cerrado y algunas pocas grandes cim- presas por cada rama o actividad torné poco relevante Ie presién por la mayor eficienciavo el menor precio. Lo ran, en cambio, Ins reglas de juego que ponia el Estado, yi fuera por la via de los aranceles 0 del tipo de cambio. Asi, el crecimiento industrial abri6 un nuevo campo de'ne- igociacién entre los sectores propictarios y el Estado. Los cambios en el sector agropecuario fueron menos notables, sobre todo en la regién pampeana. La ganade- ria siguié retrocediendo respecto de la agricultura, al igual que en la década anterior, La produecién agricola hho decay’, pese al derrumbe de Los precios, aunque la si- tuacidn de los productores se deterioré sensiblemente, en expecial la de los més pequeiios, y se fueron delincando las condiciones del éxodo rural, visible luego del edmien; zo de In Segunda Guerra Mundial, Hasta entonces, las exportaciones de maiz erecicron mucho en los aiios cen- trales de la década —aprovechando un perfodo de sequta en Estados Unidos— lo que influyé tanto en el equilibrio fiscal enmo ent ta relativa prosperidad de In econonsfa en- tre 19M y 19.7, al panto de que sus efectos ve manifesta ron en el estinulo a la industria y la consteuccién. El cambio mids importante se produjo fuera del area pam- peana, donde erecieron algunos cultivos industriales crientados al mercado interno, y muy especialmente el del algoudn, que desde 1930 se consumia casi inente en el pais, En todo el nordeste se extendié la ocu~ paciéin de nuieyas tietras, inicids en la década anterior, y 100 se constituy6 un amplio sector de pequeiios productores dependientes de un sector comercial ¢ industrializador muy coneentrado, También aqut el Estado intervino para regular la comercializacién. En suma, la crisis y las respuestas de indole coyuntu- ral habjan creado una serie de condiciones nuevas que hhacian muy dificil el retorno a la situacién previa. Podia discutise si el equilibrio la relativa prosperidad que se dvertia hacia 1936 —y que se manifestabs en una reac- fivacién de la protesta sindieal— debfa atribuirse a cs0s cambios o simplemente —como ha planteado Arturo O'Connell—a una transitoria prosperidad de las expor- taciones. Pero el cierre de la economia, le intervencién del Estado y un ciecto crecimiento industrial parc datos sobre los que no se podia retomar. IV. EL GOBIERNO DE PERON, 1943-1955 EL gobierno militar que asumié el 4 de junio de 1943 fue ‘encabezado succiivamente por los generales Pedro Pablo Ramicez y Edelmico J. Farrel. El coronel Juan Domingo Perén, uno de sus miembros més destacados, logré cone tar un vasto movimiento politico en torno de su person: que le permitié ganar las elecciones de febrero de 1946, poco después de que su apoyo popular se manifestara en luna jornada por demés significativa, el 17 de octubre de 1945, Perén completé su periodo de seit aos y fue ree Hecto en 1951, para ser derrocado por un golpe militar en septiembre de 1955. En estos doce aos en que fue la fi ura central de la politica, al punto de dar su nombre al ‘movimiento que lo apoyabs, Perén y el peronismo impri- ‘micron a la vida éel pais un giro sustancal y perdurable, La emergencia La revolucién del 4 de junio fue inicialmente encabezada por el general Rawson, quien renuncié antes de prestar juramento, y fue remplazado por el general Pedro Pablo Ramirez, ministro del dltimo gobierno constitugianal. El episodio es expresivo de la pluralidad de tendencise exie- tentes en el grupo revolucionario y de su indefinicién acerca del rumbo a seguir, més alié de coincidie en la conviccién de que el orden constitucional estaba agotado ¥ que la proclamada candidatura de Patrén Cortes no lle- natfa el vacio de poder existente. El auevo gobierno sut- itd variadas expecativas fuera de lax Fuerzas Armadas, pues muchos concordaban con el diagnéstico, y ademds ‘speraban algo del golp, incluso los radicals; sin embar- 89, se constituyé casi exclusivamente con militares, y el 129 centro de las discusiones y las decisiones estuvo en el Mi- nisterio de Guerra, cobtrolado por un grupo de oficiales organizado en una logia, el Gou (Grupo de Oficisles Uni- dos), en torno del ministro de Guerra Farrell, Los militares en el gobierno coincidian en la nccesidad de acallar la agitacién politica y la protesta social: proscri bieron a los comunistas, persiguieron a los sindicatos ¢ in- tervinicron la CGT —por entonces dividida—, disolvieron Accién Argentina, que nucleaba a los partidarios de rom- per relaciones con el Eje, y mas tarde hicieron lo mismo on los partidos politicos, intervinieron las universidades dejando cesantes a un vasto grupo de profesores de mili tancia opositora, y finalmente establecieron la obligatorie: dad de la enseianza religiosa en las escuclas pablicas, Contaron con la colaboracién de un elenco de nacionalis- tas y catdlicos integristas, algunos de antigua militancia junto 2 Uribura, quienes dieron el tono al regimen militar autoritario, sntiliberal y mesiénico, obscsionado por lz fundacién de un orden social nuevo y por evitar el caos del comunismo quey segin pensaban, teria la secuela ine- vitable de la posguerra. No le fue dificil a la oposicién de- mocritica identificar al gobiemo militar con el nazismo. ‘Sin embargo en el gobieeno habfa, junto con algunos que simpatizaban con Alemania, otros proaliados y mu- chos partidarios de mantener la neutgalidad que habla practicado el gobierno de Castillo, benevolente con Gran Dretaiia, Por otra parte, en 1943 la guerra estaba evolu- cionado de un modo tal que un alineamiento con el je cera impensable, De hecho, e! acuerdo comercial con Gran Wretaiia se mantuvo, Estados Unidos, en cambio, arses ccon (ucrn ereciente a uno de os dos tinicas gobiernos americauos reuuentes a acompaiarlo en fa guerra con el je, y ademés sospechoso de apafer a los nazis, El De- partamento de Estado emprendié una cruzada contra los inilitares, desinteresindose de las repercusiones internas dle su accién ¢ ignorando los gettos de acercamiento del gobiemo argentino. Esto permitié a los mas acérrimos 130 partidarios de la neutralidad ganar posiciones, de modo que'el conflicto se desenvolvi6 en una escalada creciente: para Estados Unidos —como ha subrayado C, Escudé— fra una cuestién de prestigio y un imperativo moral aca~ bar con los militares, y para éstos una cuestién de princi- pio no aceptar el diktat del Departamento de Estado. A principios de 1944, luego de que Ramirez decidiera rom- per relaciones con el Eje, fue desplazedo por los oficiales mis decididamente antinorteamericanos. Aislado en lo interno y también extemamente, el gobierno se encontré metido en un callején sin salida. Bsta fue finalmente pro- porcionada por uno de los oficiales que por entonces ha- bia ascendido en form: notable dentro del gobierno: el coronel Juan Domingo Perén, uno de los miembros influyentes del GOu, secretario del ministro de Guerra Fa- rrell y luego ministro, cuando Farrell ceemplaz6 a Rami rez en,la Presidencia en febrero de 1944, Poco después, cen julio, y luego de desplazar a varios posibles competi dores, Perén llegé a ser vicepresidente y el alme verdade- 1 del gobierno, Perén sobresalia de entre sus colegas por su capacidad profesional y por la arcplitud de sus miras polticas. Una stadia en Europa en los afios anteriores a la guerra le ha- bia hecho admirar los logeos del régimen fascsta italiano, asi como comprobar los terrbles resultados de la Guerra Civil en Espatia, Claridjdencia y preocupacién lo llevaron 4 ocuparse de un actor sucial poco tenido en cueata-hasta entonces: el movimiento Obrero. A cargo de la Direccién Nacional del Trabajo —due poco después convirtié en Scerctarla— se dedie6Vinculacte con los dicigentes sin dicales. Todos fueron convocados, con excepcién de los dirigentes comunistas que, luego de un frusteado acerca miento inicial resultaran sistemséticamente perteguidos y cttadicados de sus.posiciones, Al resto se los impuls6 a organizarse y a presentar sus demandas, que empezaron a set satisfechas: ademds de dirimir conflictos espectficos, por la via de contratos colectivos, que supervisaba la Se- 131 cretaria, s¢ extendié el régimen de jubilaciones, de vaca- clones pagas, de accidentes de teabajo, se ajustaron lay categorias ocupacionales y en general se equilibraron las relaciones entre obreros y patrones, incluso en la activic dad misma de las plantas. En muchos casos sc tratabs simplemente de aplicar disposiciones legeles ignoradas 41a sancién del Estatuto del Pen innov6 sustaneialmente, Dues extendié estos crterios al mundo rural, introdueien, clo un elemento pablico en relaciones manejadas haste sntonees en facia paternal y privada, Deaile la Secretaria de Trabajo, Pern expandia los fiecanismos del Bstado drbitro, esbozados durante el go- biceno de Yrigoyen y apenas utilizados durante la décede del tenes, can la excepcién de Fresco en la provincia de uenos Aires, y ala ver estimulaba la organizacién de los ‘rabajadorcs,incentvaba sus reclamos,y presionabs para {tue éstos fueran satisfechos. La ceaccién dedos diigentes singicales fue inicialmente de duda y desconcierto, Desde prineipios de siglo habian ido reconociendo el papel cen: tral del Estado en las eelaciones con los patrones y se has bituaron a negociar con él. Pero nds recientemente, y an. ‘¢ obiernos escasamente interesados en desempeiar ese Bapel medindor, habian hecho un acuerdo con fos partic tos politicos opositores, en el que los reclamos sindlcales se fundian con la demanda democritica, segtin las lincas de los frentes populares; La tendencia original sindicaliste si embargo no habfa desaparecida: en 1942 la cor se dic Vidi6 entee un scetor nds afin a los partidos opositores, enieabezado pur lox comunistas y muchos de los dirigen. tea sovialistas,y arco mis identifiendo con fa vie ninusalista, donde ae alineaban loa gremiox fertoviarios, {4 propucsta de Perén aguizé uaa discusiGn ye existente cure lox disigentes sindicales el Frente Popular perdie siractivo, pero a la ver la polacizacién de la puerta lo re Vitalizaba; las mejaras oftecidas eran demasiado impor. {untes como para rechazuelas 0 enfrentar al gobierno, so Pema de perder el apoyo de fos trabajadores. Los sindien 132 listas adoptarcn Jo que Juan Carlos Torre llamé una es- ategia opo ipoco lat cerraba el propio Perén, dispuesto a ha- blar con todas los sectores de la sociedad y la politics, desde los radicales hasta | de fomento, y capaz de sintonizar con cada uno el di los dirigentes de las socieda curso adecuade, sunque dentro de una constante apela. cin a “todos fos argentin 08". A sus colegas militarés les scilalaba los peligeos que entrafaba la posguerra, a amenaza de desbrdenes socials y la necesidad de un Ex. tado fuerte que intervinie ra cn la sociedad y en la eco- nomi, y que a la vez aseguraca la autarquia eeonéing, En el Consejo Nacional de Posguerra que constituyé, in, sistié en la importancia de profundizar las politicay de sepurided social, asi como de asegurar Ia plena ocupa. ci6n y Ia proecién del trabajo, ante la eventwal que pudieran suit ls industrias crecidas eon la guerra, A los empresaris les sefialé la amenaza que entrafaban las masas obreras desorganizadas y ef peligro del comu- nismo, que se vela avanzar en Europa, Ante unos y otr0$ se presentabs como quien podia canslizat esa een vescencia, si lograba para ello el poder necesario. Pero fos empresariosfueron desconfiando cada ver mas del —‘bombero piromaniacc Rouquié— que agregab: —segiin la feliz imagen de A. combustible a Ia caldera, hasta el limite de su estallido, y al mismo tiempo epygrolaba la valvula de escape. Progresivamente, las agripacioncs Patronales fuer tomando distancia de Pern y de le politica de la Secretar ‘acentuaby au identifien mientras éste paralelamente i6n con Jos obreros, subrayaba su prédica anticapialista y desarrllaba ampliamente ea na Aiscurto los motivos de In justcin social. A la veo, ee fueron reduciendo lat reticenciaa de los dirigentes sind. cales, quienes encontraban en los partidos democritcay un eco y un interés mucho el coronel Perén, ‘menor que el demostrado por 133, La oposicién demoerética, que para definie su propia ientidad habia encontrado en el gobierno militar un nemigo mucho més adecuado que el viejo régimen oli- arquico, emperd a reconstituirse a medida que el avi- orado fin de la guerra hacia més diftil a intransigen- cia del gobierno, La liberacién de Paris, en agosto de 1944, dio pie a na notable manifestacién claramente ntiguhernamental y desde entonces un vigoraso movi- invita social gan a calle y revtalizé los partidos poli- tivos. EL gobierno mismo estaba cn rctiradas en marzo de 1945, y ante [a inminencia del fin del conflieto, acep- 16 el reclamo de Estados Unidos —donde una nueva conduccién en cl Departamento de Estado prometi relacidn mas ficil— y declaré la guerra al Eje, condici6n para scr admitidos en las Naciones Unidas, que empeza- than a constituirse. Al mismo tiempo, y por iguales r2z0- nes, liberalizd su politica interna. Los partidos aposito- res reclamaron la retirada lisa y lana de los gobernantes v [a entrega del poder a fa Corte Suprema, ultimo vesti pio de la legalidad republicana, y sellaron su acuerdo para las elecciones que vefan préximas: la Unidn Demo- critica expresaria el repudio de la civilidad a los milita- res y la total adhesién a los principios de los vencedores cen la guerra. El frente politica, que inclufa a comunis- sas, socialistas y demoprogresistas, y contaba con el pogo implicito de los grupos conservadores, estaba ani- ado por los radicales, aunque un importante sector del partido, eneahezada por el eordobés Amadeo Sabatini rechaas la estrategia “unionista”y reclaims una postuca inteansigente ¥ "nacional", que apostaba a algunos i terlocutores en el Ejeteito, adversis a Perdn, Esa posi- cin no prosperd, v lt Uniin Democritica fue definiendo su frente y sus alianzas: en junio de 1945 un Manifesto de la Industria y el Comercio repudiaba la legislacién social del gobierno. En septicmbre de 1945, una mnulti- tudinaria Marcha por la Libertad y la Constitusién ter- mind de sellar fa alianza politica, pero también social, 134 que excluia a [a mayoria de los secrores obreros, otrora animadores del Frente Popular. El Ejército, presionado por la opinién piblica y gena- do por la desconfianza al coronel sindicalista, forz6 su re- rnuncia el 8 de octubre, pero no encontré una alternativa cl general Avalos, nuevo ministco de Guerra, y la oposi- cin democritiea especularon con varias opciones pero no pudieron dsfinirningdin acuerdo. Bn medio de esas va~ ‘ciones un hecho novedoso volvié a cambiar el equili- brio: una multitad se coneentrd el 17 de octubre en la Plaza de Mayo reclamando por la libertad de Peron y su restitucion a los cargot que tenia, Los partidarios de Pe- ran en el Ejércto volvieron imponerse, el coronel Hablé 4 la multicud en la Plaza y volvi6 al centeo del poder, ahora como candidato oficial a la presidencia. ‘Lo decisivo de la jornada de octubre no residié tanto ‘en el nimero de los congecgados —quizas inferio de la Marcha de la Libertad de septiembre— cuanto por su composicion, definidamente obrera. Su emergencia co- ronaba un proceso hasta entonees callado de crecimiento, “rganizacién y poltizacion de la clase obrera. La indus trializacin habia avanzado sustantivamente durante la fuerra, tanto para exportar a los paises vecinas cuanto pata sustituir las importaciones, escasas por las dificulta- tles del comercio y también por cl boicot norteamericano. Lo cierto es que la ocupacién industrial habia erecido, y aque la masa de trabajadores industrilcs habia empezado 2 engrosar con migrantes rurales, expulsados por la criss agricola, No fue un crceimiento visible, pues 4 menudo se desatcolié en la periferia de las geanelee ciudades como Rosario, La Pata o Buenos Aires, pero sobre todo porque tno se trataba de un actor social cuya presencia fucra es- perada, ni siguiera para un observador tan sagaz como Erequiel Martines Estrada, que lo ignaré en su versign de 1940 de La cabeza de Goliat. Pero alli estaban, cada ver més compactos en torno de unos sindicatos de fuerza serecida, cada vez més entusiasmados con la politica de 135 Perén, y finalmente cada vez més inquietos por su renun- cia, En cl marco de sus organizaciones, y encabezados Por sus dirigentes, quienes todavia no habian despejado todas sus dhudas cespecto del coronel, marcharon el 17 2 'a Plaza de Mayo, el centro simbélico del poder, materia- Tizando un ceclamo que en primer lugar era politica pero que tenia profundas consecuencias sociales. Decidieran la i on favor de Verda, inauguraron ina nueva forma de participacion, a través de la movilascién, definieron una idlentidad y ganacon su politica, sellando al tmismo tiempo con Pern un acuerdo que ya no se rompe> 1 Probablemente algunos de esos signiicados no fueron evidentes desde un principio muchos creyeron ver en cllos a los sectores marginales de los trabajadores, la “chusina ignarante” 0 el “lumpenproletariat”— pero Paulatinamente se fueron revelando, al tiempo que una Imagen mitica y fundacional iba recubriendo y oculeando In jornada de octubre real, ‘Con las clecciones ala vista, Petén y quienes lo apoya- ban se dedicaron a organizar su fuerza electoral. Los dit. Rentes sindicales, fortalecidos por la movilizaci6n de oc. tubre, decidieron erear un partido politico propio, el Laborista, inspirado en el que aeababa de triunfar en In- slaterra, Su organizacién ascgueaba el predominia de los ditigentes sindicales, y sw programa recogia divetsos mo. Fivos, desde los mis estrictamentes socialistas hasta los Vineulados con el dirigismo econéimico y cl estado de bic~ nnestar, En el nuevo partide, Pern era, nade mds o nada ineuns, el primer afiliado y el candidate presidencial, una posicidn todavia distante dle la jefatura plena que asumi- Ha Ineya, Quint para buscar bases de sustentaciGn alter. wtivas, 9 para recoper apoyos més amplios fuera del ‘muna del trabajo, Pern promovié una escisign en el ra- sicatismo, le UcR-finta Renavadora, a la que we integea ‘ron unas pocos dirigentes de prestigi, de entre quienes cligié a Jazmin Hortensio Quijano —un ancinno y pinto: resco diriente carrentino— para acompaiiarlo en In for, 16 mula, Las relaciones entre laboristas y radicales renovado- res fueron malas: aquéllos pretendian que el coronel Do- rmingo Mercante, que habia secundado a Perén en la Se- cretaria de Trabajo, lo acompafiara en la formula, pero debieron conformarse con colocarlo como candidato a go- bernador de la provincia de Buenos Aires. Apoyaron tam- bign a PerGn muchos ditigentes consecvadores de segunda linea, y sobre todo lo respaldaron el Ejército y la Iglesia, ue en una pastoral recomend, con pocos eufemismos, votar por el eandidato del gobierno que habia perseguido al comutismo y establecido la ensefianza relgiosa, La Unién Democrética incluyé a fos partidos de quierda pero —por la impugnacién de los radicales j transigentes— exeluy6 a los conservadores, que debieron resignarse a apoyarla desde fuera o pasarse calladamente al bando de Perén, como hicieron muchos, movidos por {a vieja rivalidad con el radicalismo, Sus candidatos —Jo- sé P. Tamborini y Enrique Mosca— provenian del riién de la conduccin alvearista del radicalismo. Su programa cra socialmente progresista —tanto quizé como el de Pe- rén—, pero su impacto quedé diluido por el entusiasta apoyo recibido de lax organizaciones patronales. Sit em bargo, para sus dirigentes y para las masas que esta coal cién movilizaba, lo esencial pasaba por la dcfensa de la democracia y la derrota del roralitarismo, que habia suce- dido y en cierto modo prolongado al gobierno fraudulen- to, Asi se habia pensado la politica en los Gleharos dics aiios, con la segura conviccién de que, en elecciones li bres, los adalides de la democeacia ganarian, : Pero el pais habia eambiado, en forma lenta y grbdual 4quizds, aunque el descubrimiento de-esas transformacio- nes fue brusco y espectacular. Pern asuinié plenamente el discursc deta justicia social, de la reforma justa y posi- bi, ala que tdlo se oponia el egoismo de unos pocos pri- vilegiados, Estas actitudes sociales, arraigadas en pric cas igualmente consistentes, se venian elaborando en lox dics 0 veitte afios anteriores, lo que explica el eco susci- 137 tado por las palabras de Pern, que contrapuso la demo cracia formal de sus adversarios a la democracia real de la justicia social, y dividi6 la sociedad entre el *pueblo” y Ja “oligarquia”. Un segundo componente de estos cam- bios, 1s actitudes nacionalistas, emergié bruscamente co mo respuesta a la intempestiva intervencién en la eleci del embajador norteamericano Spruille Braden, quien reanudando el virulento ataque del Departamento de Es- tado contra Pern, acusado de ser un agente del nazismo, respald6 puiblicamente a la Unién Democritica. La res- puesta fue contundente: “Braden o Pern” ageeg6 una se- punda y decisiva antinomia y terminé de configurat el bloque del nacionalismo popular, capaz de enfrentar a lo que quedaba del Frente Popular. EI 24 de febrero triunfé Perén por alrededor de 300 000 votos de ventaja, equivalentes a menos del 10% del elec- torado, Fue un triunfo claro pera no abrumador. En las grandes ciudades, fue evidente ef enfrentamiento entre los grandes agrupamientos de trabajadores y los de cla- ses medias y altas, pero en el resto del pats las divisiones tuvieron un significado més tradicional, vinculado al pe- s0 de ciertos caudillos, al apoyo de la Iglesia o a la deci- sidn de sectores conservadores de respaldar a Perdn. Pe- jin habia ganado pero el peronismo estaba todavia por tonstruirse. + Mercado interno y pleno empleo EL nieve gobierno mantuvo la retGriea antinorteameri cana, que clabors hepa en la doctrina de la *tercera po- siciin”, distaneiada tanto del communism como del ca~ pitlismo, pero estableci6 relaciones diplométicas con la UURss, ¢ hizo lo posible pata mejorar sus relaciones con Washington, Por presién de Perén, y venciendo las reti- cencias de muchos untiguos nacionalistas que lo habian acomipaiado, cl Congreso aprobé en 1946 las Actas de 138 Chapultepec, que permitan el reingreso a la comunidad internacional, y al ao siguiente el Tratado Intera no de Asistencia Reciproca, firmado en Rio. En el mismo ‘jugar donde, cinco afios antes, el pais manifestara plena- mente su independencia diplomética, el canciller Juan ‘tlio Bramugia se limité en la ocasién a plantear dife- rencias menores. Peto la hostilidad norteamericana, ai ‘mentada por ricjas razones econémicas —la competencia de los granjeros— y motivos politicos mas recientes, no disminuy6, y Estados Unidos siguié dispuesto a hacer pagar a la Argentina por su independericia durante la guerra. El boizot fue sistemtico, El bloqueo a armamen- tos ¢ insumos vitales no pudo mantenerse en la posgue~ ‘ra, salvo en algunos casos, pero el comercio exterior era vulnerable. Las exportaciones industriales a los paises li- initeofes, que habjan crecido mucho durante la guerra, cmpezaron a retraceder ante la competencia norteameri- cana, Las exportaciones agricolas a Europa —que entra ba a la paz literalmente hambrienta— fueron obstaculiza- das por Estados Unidos, restringiendo los transportes © vyendiendo 2 precios subsidiados. La apetencia de los pat- ses maltreches por la guerra era demasiado grande para que esto impidicra las ventas, pero en rigor ninguno de ellos poscfa ni productos para intercambiar ni divisas convertibles que el pais pudiera usar para saldar sus com- pras en Estados Unidos, de modo que en estos aiios €x- Eepeionales a Argentina coseché bencficios modestos, En 1948 se lanzé el Plan Marshall, pero Estados Unidos pro- hibi6 que los délares aportados a Europa se usaran para importaciones de la Argentina. Ya desde 1949 las econo rmias europess se recuperaron, Estados Unidos inundé el mercado con cercales subsidiados y la participaciGn ar- gentina disrrinuy6 dedsticamente. Para el gobierno! que- daba la esperanza de que una nueva guerra mundial res- tableciera la situacién excepcional de prineipios de los afios cuarenta, y en verdad no faltaban indicios en ese sentido, como la crisis de Belin o fa guerra de Corea, que 139 estalld en 1950. El acotamiento del conflicto, y la répida ‘expuesta norteamericana para impedir una alteracin del mercado mundial, acabaron con la tltima esperanza Gran Rretaiia no acepté las presiones norteamericanas ppara restringir sus compras en la Argentina, Ademds de la ame, estaban en juego Ins libras argentinas bloqueadas en Londres durante la guerra y las inversiones briténicas ra- iicadas en el pats, La magnitud de las deudas briténicas sala Argentina era séilo un acreedor menor— hacla im prensable el pago de las libras, La pésima situacién de las ‘cmpresas terroviarias, la descapitalizacién y obsolescen- cia, y ln pérdida general de rentabilidad hacian conve- niente para las briténicas desprenderse de cllas. Luego de tuna larga y compleja negociacién, se arceglé la compra de los ferrocarriles por un valor similar a las libras blo- ‘queadas, v un acuerdo sobre venta de came, que serla en lo sucesivo pagada en libras convertibles. Tras In retérica acionalisca que envolvié esta operacién —presentada como parte del programa de independencia econémica y celebrada con una gran manifestacién en la Plaza de Ma- yo se trataba sin duda de un éxito briténico, frente a is que no tenia mejor opeién. La crisis financicea ica de 1947 y el abandono de la convertbilidad de ica ventaja importante obtenid: Vender cercales fue cada ver més dificil, y vender car- tie, cada vex. menos interesante. La consecuencia fue una reduccién de la produccién sgeopecuaria —motivada tombién por otros aspectas de la politica econémica— ‘qe se compas de un crecimiento sustantiva de Ia par- te destinada al consumo interno, El [ugar en el mundo «que tradicionalusente tenfa In Argentina, como producto brivilegiado de bienes ageopecuarios, fue haciéndose me- hos sijuificativo y esto eontribuyé a definit lox opciones —econcinivas y politicas— que ls guerra habla planteado, 1h errs uinclial, I evsis de Tox meteados y el aisla- acentuada por el boicot nortenmericano, habi contribuide a profundizar el proceso de sustitucidn de 40 importaciones iniciado en la década anterior, que exten- diéndose mai ic los limites consideradas “naturales” —la elaboracién de materias primas locales—, avanzé en el sector metalirgico y otros. Una empresa tipica, Siam Di Tella, que habia comenzado elaborando méquinas de amasar y surtidores para YPF, crecié notablemente con las heladeras, alas que después sumé ventiladores, plan- chas y lavarropas, En algunos casos se export6 a paises vecinos, que también padecfan Ia falta de los siministros habituales; en otros, se fabricaron localmente los pro- ductos importados ausentes: se adaptaron los modelos y los procedimientos, con ingenio y quizé de manera im- provisada y poco cficiente, y se usé intensivamente la mano de obra, lo que sumado a las dificultades para in- corporar maquinatias hizo que los aumentos de produc- nales, Intent6 también, con cautela, redfinir las rela- clones con las grandes corporaciones tradicionales. Con la Iglesia existi6 un acuerdo bisico, que se teadujo en el poco velado apoyo electoral de 1946. El gobierno pero- sista mancuvo la enseianza celigisa en las escuelas, y concedi6 la conduccién de ls universidades a personajes Vinculados con el clericalismo hispanéfilo, Resctv6 un hi- far importante en el ceremonial piblico« los altos prela: dos, canta monsefior Copell,e incarporé a su elenco po. Uitico « algunos sacerdotes, como el padre Benitez, confesor de Eva Perén, o el padre Virgilio Filippo, fogoso cura pérraeo del barrio de Belgrano, que cambié el pp. to por ura banca en el Congreso, Fue sin embargo una relacin algo distante: un grupo importante de eclesidst- cos —ent:e ellos monsefior Miguel D'Andcea—, preocu- pados por el autortarismo execiente, se alin firemen. 149

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