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FUNDAMENTOS DE UNA LINGUfSTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL Oscar Loureda Lamas Universidad de La Corufia Lalingiiistica es y debe ser traslado del saber intuitivo del hablante al plano de la reflexividad. Eugenio Coseriu (2002: 822) 1. Una de las més difundidas distinciones de Eugenio Coseriu, basada en planteamientos cldsicos, separa tres niveles en el hablar: el universal, el hist6rico y el individual’. En su Competencia lingiitstica (Coseriu 1992: 80 y siguientes) explica que el lenguaje nace de una capacidad general del hombre para expresarse; reco- noce, ademés, que se acompafia a veces de una actividad gestual que incide en el contenido de lo que se expresa’; e indica, asimismo, que presenta una dimensién puramente biolégica®. Pero, subraya, ninguno de los tres planos anteriores aporta la verdadera y esencial dimensién del hablar: también en los animales se aprecia cierta capacidad de expresién, hdbitos gestuales, y una disposici6n psiquico-fi- sica para producir y captar mensajes. El lenguaje (casi huelga decirlo, humano) es cualitativamente diferente por su dimensién cultural‘. Coseriu (1992: 86) lo 1. Las expone, por ejemplo, en Coseriu (1973: 286, y 1978: 45 siguientes); mas extensamente, en Coseriu (1981a: 269-286 y 1992: 72-106); Coseriu (1992: 21 y siguientes) cita como fuentes a Wilhelm von Humboldt y a Georg von der Gabelentz. Donde més claramente expone que la distincion es fun- damental para toda su obra es en Coseriu (1985 y 2000). 2. “Las actividades extralingifsticas acompafian y completan el hablar; en ocasiones pueden incluso sustituirlo. Naturalmente, hay también una competencia que corresponde al empleo de los recursos expresivos no lingiifsticos, ya que se sabe cmo se hacen gestos en general y cémo en una ‘comunidad determinada” (Coseriu 1992: 83). 3. “El hablar es primeramente una actividad psicofisica, ic. una actividad neurofisiolégicamente condicionada. A este nivel, reconocible en el hablar, es decir en la creacién y utilizacién de signos lingiifsticos, lo vamos a denominar nivel biolégico” (Coseriu 1992: 85). ‘4. “El lenguaje pertenece a dos planos de la vida del hombre: el biolégico y el cultural. La facultad de hablar, en cuanto fisiol6gica y psiquicamente condicionada, pertenece al plano biol6gico; el saber hablar, en cuanto conocimiento técnico del lenguaje en sus modalidades materiales y seménticas, per- tenece al plano cultural” (Coseris 1991: 258). No obstante, Eugenio Coseriu (1992: 86) insiste en que 128 LENGUAJE Y DISCURSO define en este sentido como “una actividad humana universal que es realizada individualmente en situaciones determinadas por hablantes individuales como representantes de comunidades lingitisticas con tradiciones comunitarias del sa- ber hablar”. Por lo tanto, el hablar es una actividad universal, comtin a todos los hombres; también es hist6rica, pues quien habla emplea, por lo menos, una len- gua; y es individual porque habla un individuo (también en el didlogo, alternati- vamente) y porque tiene lugar en un entorno determinado’. 2. Los niveles universal, histérico e individual estan dados por propiedades ob- jetivas y constantes del hablar. Siempre que alguien habla se produce una accién compleja en la que estén presentes esas tres dimensiones: cuando habla Fulano, nos encontramos ante el hecho de que habla, de que habla al menos una lengua y de que habla él (no Mengano o Zutano). Se trata de tres planos simulténeos, pero auténomos, pues ninguno se explica completamente a partir de los demas: responden a normas de funcionamiento distintas y dan lugar a contenidos diver- ‘Sos. 2.1. En el nivel més general del lenguaje, el universal, dice Coseriu, se dan los fenémenos comunes a todo hablar, independientemente del idioma que se emplee. En este 4mbito tienen cabida los principios generales del pensar y el co- nocimiento acerca de las “cosas” y de su normal funcionamiento, tods ello ideal- mente previo a lo que Johannes Kabatek (en Ifnea a: 1) denomina “diferenciacion babélica de las lenguas”: {El nivel universal] implica toda una serie de normas de conformidad de la expresi6n con ciertas normas légicas de “coherencia” ~en particular, normas de enlace apropiado, de no contradicci6n y de no tautologia- que, en principio (es decir salvo suspensién “histérica” [por la imposicién de una tradicién en la lengua] 0 “intencional” [por la finalidad expresiva de un discurso)), son vélidas para todo discurso en cualquier lengua (Coseriu 1987: 20). El contenido correspondiente a este nivel universal del hablar es la designa- ci6n o referencia a la realidad, o sea, la relacién en cada caso determinada entre una expresién lingiifstica y un “estado de cosas real”, entre signo y “cosa” deno- tada: lo biolégico y lo cultural no estén en pie de igualdad: “El hablar no es s6lo una actividad psico-fisica, sino también, y sobre todo, una actividad cultural, es decir, una actividad que crea cultura”. 5. Lo que comtinmente se denomina contexto engloba, segiin Eugenio Coseriu, distintos tipos de circunstancias que determinan el hablar. Sobre la tipologfa de los entornos, véase Coseriu (1973: 308 y tes, y 1997: 121-131). FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL 129 La “designaci6n’” [..] es la referencia a una “cosa” oa un estado de cosas, en un acto de hablar y en una situacién determinada. El significado organiza la experiencia humana, pero la organiza en “modos de ser”: contiene solo el “ser de las cosas”, y no también la aplicacién a los entes (que es, precisamente, “designacion”). En este sentido, el significado es la “posibilidad de la designacién”. Pero, por su parte, la designacién es lo posibilitado mediante el significado, puesto que los entes se designan a través de su ser (Coseriu 1991: 54). Por tanto, por medio de la designaci6n se agrega al decir buena parte del conocimiento que el hombre tiene de las cosas: el saber extralingiitstico. As{, en el uso de hombre se incorpora, ademés del significado de la lengua espajiola ‘ser hu- mano adulto (en usos no neutros: varén)’ opuesto en esta lengua a mujer ‘ser hu- mano adulto hembra’, contenidos que sin ser significativos en la lengua, porque no generan oposiciones, s{ acttian en el hablar: por ejemplo, que tenga piernas, brazos, que piense, etcétera, por eso resulta extrafio, por obvio, Un hombre con piernas, sin ulterior especificacién, como en Un hombre con las piernas muy arquea- das 0 Un hombre con las piernas bastante largas*. 2.2. El nivel histérico del lenguaje responde al hecho de hablar en un idioma determinado. Cada uno posee sus estructuras gramaticales y léxicas para expre- sar contenidos: unas y otras son formas de significado (Coseriu 1987: 128-147). Algunas de las estructuras gramaticales pueden exigir que se reconozca el texto como una unidad funcional. En las lenguas suelen encontrarse procedimientos, como las enumeraciones, ciertas referencias anaf6ricas 0 las citas, que no pueden explicarse enteramente desde el punto de vista de la oracién. También el conte- nido de los textos puede estar previsto en las lenguas. Si se quiere reformular lo dicho, en el espafiol existen unidades como mejor dicho, es decir 0 quiero decir; en el alemén, ndmlich, das ist, das heift; en inglés, in other words, it is to say, that is; en ita- liano, cioé, vuol dire; en francés, c’est-2-dire. Y si se desea hacer un resumen, puede indicarse en espafiol mediante unidades como en resumen, en una palabra, total 0 en resumidas cuentas; en alemdn, mediante, por ejemplo, kurz und gut, kurz gesagt 0 kurz gefapt; en inglés, por medio de in summary, in short 0 in a nutshell; en francés, con en somme, somme toute, en résumé; en italiano, mediante per dirla breve, in breve © insomma, Son todas ellas particulas que mediante su significado permiten hacer explicito el alcance del acto de habla; y son unidades propias de cada una de las lenguas citadas. En resumen, cuando una lengua contempla alguna de estas posi- bilidades reconoce en el texto un nivel situado “més alld de” la oraci6n’. 6. Segtin Coseriu, los campos asociatioos de Charles Bally dependen en buena medida de este tipo de contenido. También buena parte de lo que la pragmatica denomina implicaturs. 7. Véase Coseriu (1997: 187 y siguientes) o Casado (1993). 130 LENGUAJE Y DISCURSO. 2.3. Por tltimo, el nivel individual del lenguaje incorpora la libertad del texto como producto final del hablar. El texto es, dice Coseriu, un acto lingiifstico, una serie de actos lingiifsticos conexos (unitarios), de una persona determinada en una situacién concreta, independientemente de su extensién o de su forma material. También es el producto de tal actividad®. Se erige sobre los dos niveles anteriores, el universal y el hist6rico, sin depender enteramente de ellos?. El tipo de contenido correspondiente al texto es el sentido o. funcién textual: aquello que, més allé del significado y de la designacién, se significa, precisamente, mediante el significado y la designacién, y también con ayuda del contexto, de la situacion, del actuar en esa situacién tales y cuales personas, etc. (por ejemplo, el hecho de ser un acto lingitstico “réplica”, “mandato”, “comprobacién’, “stiplica”, etc.) (Coseriu 1991: 54, nota 4). 3. Los tres niveles del hablar no presentan una secuencia deslavazada. Al contrario, ofrecen una ordenacién con arreglo a su grado de determinacién: Si ha qui una sequenza ordinata di tre livelli, ciascuno dei quali risulta di volta in volta ulteriormente determinato. E il parlare en generale ad essere anzitutto determinato all’interno di una particolare tradizione; questo parlare in base a una Particolare tradizione storica viene quindi nuovamente determinato come ‘testo’ (Coseriu 1997: 32). Acada uno le pertenece una actividad specifica: al nivel universal le corres- ponde el hablar en general; al hist6rico, la lengua; y al individual, el discurso 0 texto. Y, 8. Eugenio Coseriu, en correlacién con la distincién entre actividad y producto, establece una distincién, entre discurso y texto (por ejemplo, en Coseriu 1981a: 272): “En el nivel individual, el lnguaje como actividad esel‘discurso’, es deci el acto lingiistico (0 la serie de actos lingiiisticos conexos) de un individuo determi- nado en una situaci6n determinada[...:y como producto, es un ‘texto’ (hablado o escrito)”. En contextos en Jos que la distincién mencionada no resulta relevante, emplea texto como téxmino no marcado. 9. Concretamente, sin depender del nivel idiomatico. Que los textos puedan regirse parcialmente Por la gramatica de un idioma no implica que dependan enteramente de las lenguas (cf. Coseriut 1997: 64-68). En primer lugar, los textos estén compuestos normalmente en un idioma, pero no son infre- Guentes discursos en los que se mezclan lenguas distintas, En segundo lugar, los actos de habla pueden dejar en suspenso normas de un idioma sin que por ello resulten inaceptables (esa suspensién tiene su sentido). En tercer lugar, los discursos tienen contexto; las lenguas, no. En cuarto lugar, s6lo los textos tienen universo de discurso 0 Ambitos de conocimiento que lo dotan de sentido: “Por universo de discurso entendemos el sistema universal de significaciones al que pertenece un discurso (o un enunciado) y que determina su validez y su sentido, La literatura, la mitologia, las ciencias, la matematica, el universo em. Pirico, en cuanto ‘temas’ o ‘mundos de referencia’ del hablas, constituyen ‘universos de discurso’. Una expresion como: la reduccién del objeto al sujeto tiene sentido en filosofia, pero no tiene ningtin sentido en la gramética; la frases como: el viaje de Ulises y el vije de Colbn,segin decta Parménides y sein decia 18; también en este volumen, IV $$ 3.11-4.1, para la revisiOn de algunos aspectos del primer trabajo). En quinto lugar, los textos, al margen de las lenguas, Poseen sus propias tradiciones: por ejemplo, los romances estén compuestos por Vversos octosflabos,rimadbos los pares y sueltos los impares;y los sonetos, por dos cuartetosy dos tercetos de endecasflabos (ello independientemente de la lengua en la que se construyan). FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL 131 a su vez, cada actividad descansa sobre saberes (= competencias) distintos: el sa- ber hablar en general es el saber elocucional; el saber exprimir las posibilidades de una lengua, el saber idiomdtico; el saber construir textos adecuados a situaciones, temas 0 interlocutores, el saber expresivo™: Enel saber hablar pueden distinguirse tres escalones: el universal (conocimiento de las modalidades universales del lenguaje, es decir, de la técnica universal del hablar), el hist6rico (conocimiento de formas y contenidos lingiifsticos histéricamente determinados) y el circunstancial (conocimiento de posibilidades que el lenguaje ofrece para diversas circunstancias y para diversos momentos expresivos). Estos tres escalones pueden llamarse: saber elocucional, saber idiomatic y saber “expresivo” (Coseriu 1991: 258). 4, Eugenio Coseriu, segtin lo dicho, utiliza el término texto con dos significa- dos diferentes: como nivel aut6nomo de lo lingiifstico (texto,) y como nivel de la estructuracién idiomatica (texto,), superior a la oraci6n, ala cléusula, al sintagma, ala palabra y a los elementos minimos portadores de significado. Ambos concep- tos quedan conectados esqueméticamente como sigue (Coseriu 1997: 61: adapto Ia versi6n en lengua italiana): Gréfico 1 El texto segtin Eugenio Coseriu hablar en general § | elementos miinos & | palabra ee @ | déusula idioma = ne 3 ; g | saber hablar en general oo | (Gaberelocucional) £ | saber construir un.texto sobre la base del texto, ©) conocimniento idiomatico, (segdin Jas reglas § | deunidioma) f producir un texto,, sobre la base de una tra- E | icion textual y sobre la base de una tnica & } intuicién (como acto de habla completo) El esquema implica que el texto como nivel tiltimo del lenguaje es un mo- mento necesario del hablar; en cambio, el texto entendido como nivel de orga- nizacién gramatical de un idioma, no. Segtin Eugenio Coseriu, solo son racio- rnalmente necesarios (y aparecen, por tanto, en todas las lenguas) el nivel de los 10. Hay més detalles en Coseriu (1992: 91 y siguientes). 132 LENGUAJE ¥ DISCURSO elementos minimos y el nivel de la oracién, indicados en el esquema en cursiva (cf. Coseriu 1997: 49 y siguientes); sin embargo, desde el punto de vista de la comprobacién empirica, la totalidad de las lenguas conocidas contienen procedi- mientos especificos para la construccién del nivel textual (como mfnimo, para la articulacién de oraciones). Si una lengua reconoce el texto como una unidad gra- matical, también en él se manifiestan los saberes elocutivo, idiomdtico y expre- sivo; si no, se registrarfan en la construccién de las frases u oraciones (unidades gramaticales presentes en todo idioma). 5. El texto, en tanto que nivel més concreto del lenguaje, presenta cierta com- plejidad. Por un lado, porque en los discursos se muestran los saberes correspon- dientes a los demés niveles del lenguaje; de hecho, las normas del saber elocucio- nal y del saber idiomatico aparecen en ellos como instrumentos (= significantes, cf. § II 3.2.2.) para la configuracién de su contenido especifico: el sentido". Por otro lado, el texto y los elementos que intervienen en su construccién tienen, aparen- temente, mayor variedad interna que las normas generales del pensar y que las reglas de la gramatica y del Iéxico. 5.1. Una primera distincién debe diferenciar los discursos que estan fijados de los que no lo estén. Los textos fijados presentan una configuraci6n tradicional, enel sentido de que han sido creados o transmitidos de ese modo en una comuni- dad de habla. Refranes como Agua que no has de beber, déjala correr, o citas famosas, como “That’s one small step for a man, one giant leap for mankind” o “Ich bin ein Berliner”, no pertenecen a las lenguas espafiola, inglesa y alemana (= a sus técnicas actuales), respectivamente, sino a la tradicién textual de los hablantes del espafiol, a la tradicién textual de los hablantes del inglés y a la tradicién textual de los hablantes del alemén'*: 11. No obstante, los actos de habla pueden dejar en suspenso, que no anular o eliminar, esas mismas normas, en virtud de alguna intenci6n tltima (véase Coseriu 1992: 141-147 y 199-204). Asf, un contenido incongruente como Se ahoga por sumirse en un mar de dudas y no decidirse a nadar no es solo un contenido incongruente: se afirma en este discurso para lograr un efecto eémico. También en las tradiciones hist6ricas de ciertos textos las normas de un idioma pueden dejar de aplicarse, como sucede, por diferentes motivos, en los telegramas 0 en los mensajes enviados por teléfono mévil. 12. Son las palabras del astronauta Neil Amstrong cuando pis6 la Luna y se comunicé con la Tierra. 13. Discurso pronunciado por John F. Kennedy el 26 de junio de 1963 en su visita a Berlin para confirmar el respaldo de los Estados Unidos a la Alemania Occidental. Se trata, por lo demés, de un buen ejemplo de cémo la tradicionalidad (= fijacién) de los discursos puede pasar por encima de la tradiciona- lidad de los idiomas (= de las normas hist6ricas de las lenguas), pues lo que Kennedy queria decir (“Yo soy también un berlinés”) en aleman se expresa normalmente sin el articulo (Ich bin berliner):en realidad, podria entenderse que Kennedy se presentaba como un bollo relleno de mermelada (ein Berliner). 14, Ello con independencia de que puedan ser conocidos més allé de las fronteras de la comuni- dad en la que se originan. FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL 133 ciertas formas no pertenecen de ningiin modo a la técnica idiomética, puesto que no equivalen a unidades combinables de ésta: son las formas que corresponden a textos completos (0 a fragmentos de textos de sentido completo), como las citas y los proverbios. En tal caso no puede haber oposiciones dentro de la técnica idiomatica, sino tan sélo entre un textoy otro texto; se trata, en realidad, de formas dela ‘literatura’ (en sentido amplio, es decir, también moral, ideologia, etc.), de tradiciones literarias insertas en la tradici6n lingiifstica y que deberfan ser estudiadas por a lingitistica del texto y por la filologfa (Coseriu 1981a: 300-301). Eugenio Coseriu (1992: 103) reconoce, pues, que los textos pueden tener sus propias tradiciones, independientes de los idiomas, como en el caso de los prover- bios, los refranes y las fSrmulas fijas (por ejemplo, las existentes para saludar): Tampoco textos como Guten Tag! pertenecen en cuanto textos al nivel de la lengua particular, aunque existan tinicamente en una determinada comunidad lingiifstica. El hecho de que precisamente Guten Tag! y no otra cosa se utilice como formula de saludo [en la comunidad que tiene por lengua el alemén] es una tradicién textual y no una tradicién lingiifstica particular, aunque lo normal es que todos los miembros de la comunidad lingtifstica conozcan esa expresi6n. Por este motivo, yo tampoco dirfa que, por ejemplo, Bon matin! no existe en francés, sino que dirfa que ese texto nunca fue formado o que nunca se convirtié en tradicién en la comunidad lingiiistica francesa (Coseriu 1992: 194-195). Estos textos fijados exteriorizan la tradicionalidad, entonces, en su inmovili- zacién y ensu repetici6n, y sus limites suelen coincidir con los de una comunidad lingiifstica dada: puede haber equivalencia (por ejemplo, refranes de distintas co- munidades que expresan el mismo contenido, formulas de saludo para las mis- mas situaciones; o frases famosas traducidas que también son célebres en otras comunidades: asf las conocidas palabras del galo Obélix Ils sont fous, ces Romains tienen su correlato funcional e histérico en espafiol, Estdn locos estos romanos o en alemén, Die spinnen, die Rémer); pero se trata en todos los casos de equivalencia entre textos distintos. Por todo ello Coseriu habla en ocasiones de “textos incor- porados en la tradicién lingiifstica misma” (por ejemplo, Coseriu 1997: 67). Se diferencian de los textos supraidiomidticos (Coseriu 1997: 68) en que éstos no suelen coincidir con los Ifmites de una comunidad lingiifstica: las estructuras supraidio- miticas como el soneto, el silogismo o la noticia son similares en distintas comu- nidades y los esquemas que los singularizan, como patrones, no siguen normas de un idioma: Si las f6rmulas de saludo no pertenecen al nivel de la lengua particular, mucho menos las clases de texto como ‘noticia’, ‘silogismo’ o ‘soneto’. Las normas que constituyen esos textos no estén simplemente por encima de la lengua particular, sino que ni siquiera pertenecen a la estructura lingiifstica particular (Coseriu 1992: 195). 134 LENGUAJE Y DISCURSO 5.2. Los textos no fijados permiten comprobar més facilmente las diversas dimensiones del nivel individual del hablar. Todo discurso es un hecho pragméti- co. O como escribe Antonio Vilarnovo (Vilarnovo-Sénchez 1994, 41 y siguientes), “doblemente pragmatico”: primero, porque se trata de una accién y de su pro- ducto; y segundo, porque en é] intervienen decisivamente elementos no verbales. De esta forma, el texto, como resultado del nivel individual del lenguaje, debe definirse con arreglo a los elementos que concurren en él en tanto que hecho comunicativo: en el nivel mas general, el hablante, el oyente, el medio de comu- nicacién, el discurso mismo y el contexto (mejor, el entorno). Desde un primer punto de vista, todos estos factores son determinantes en los discursos: siempre aparecen en ellos contribuyendo a configurar de forma esencial su contenido y funcién. Forman lo que Vilarnovo denomina primera dimensién pragmatica de los discursos. Por otra parte, en los textos puede observarse una segunda dimension pragmdtica en la medida en que en toda accién del hombre hay una finalidad. En dltima instancia, la finalidad incorpora en el acto de habla su sentido: por ejemplo, los anuncios se dicen para hacer saber una informaci6n; los chistes, para hacer refr; la explicacién, para que se comprenda algo; la advertencia, para hacer notar algo; la falacia, para causar dafio; y la proposicién, para que se considere (y, en su caso, para que se acepte). 5.3. Estas dos dimensiones pragmaticas de los textos no constituyen realida- des inconexas. Al contrario: Ja primera dimensién pragmética sefialada tiene su fundamento en la segunda; pero al mismo tiempo, la segunda dimensién pragmatica es posibilitada por la primera. En efecto, la segunda dimensién pragmatica es el fundamento de la primera ya que el fin es el fundamento y raz6n de ser de los medios: los textos tienen unas caracteristicas pragmaticas (en el primer sentido) para cumplir con una determinada funcién, para realizar un tipo de interaccién social, y, con relaci6n a esta finalidad [...], se construyen de una manera determinada los diversos textos. Al mismo tiempo, si los textos consiguen alcanzar su finalidad [...] es precisamente porque han sido dotados de ciertas caracterfsticas, porque estan constituidos de tal modo que guardan un tipo concreto de relaciones con respecto al emisor, receptor y demés elementos de la comunicacién (Vilarnovo-Sanchez 1994: 42-43). |” 6. En sus Itneas generales, estas son las distinciones de Eugenio Coseriu presididas por su perenne designio de objetividad. No se trata de distinciones hechas convencionalmente, de acuerdo con una hipétesis de partida que debe demostrar, sino de distinciones que organizan, aclaran y justifican en el plano cientifico el saber originario del hablante. A partir de ellas pueden efectuarse otras que sirven para establecer, en coherencia con su pensamiento, las demés di- mensiones reales, funcionales y autnomas de los discursos: reales, porque existeny FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL 135 los hablantes las reconocen intuitivamente; funcionales, porque crean contenidos especificos en todo hablar; y auténomas, porque implican saberes o competencias independientes. 7. Los textos son hechos individuales, pero no absolutamente singulares. Presentan una dimensién universal: unas propiedades racionalmente comunes a todos. A la vez, poseen una dimensién tradicional que hace que compartan modos de decir 0 moldes expresivos*. Y, finalmente, manifiestan propiedades individua- les: aquellas que hacen que un texto sea ése y no otro. Los sermones de Luther King, por ejemplo, son textos, son sermones (se identifican con este género y asu- men ciertas tradiciones textuales), y son esos sermones y no otros (véase Loureda 2003a: 30 y siguientes). 7.1. Las exigencias universales de los textos representan todas ellas carac- teristicas por las que un texto es precisamente un texto y no otra cosa. Esos ele- mentos, presentes siempre en el hablar, son: el hablante, el oyente, el medio de comunicacién, el discurso (con una forma y un contenido), el contexto o entorno (con sus diferentes manifestaciones, véase la nota 5) y la finalidad, que gobierna a los anteriores (véanse § 5.2. y § 5.3.). No podrian aducirse factores del mismo rango que determinen la existencia de un texto: los dems, de alguna manera, pueden subordinarse a estos y a sus relaciones. 7.2. En un segundo nivel, los textos presentan rasgos tradicionales. En la bibliograffa se les llama, con diferentes objetivos, regularidades textuales, esquemas tradicionales, propiedades social e historicamente consolidadas, rasgos socialmente reco- nocibles, estructuras relativamente estables, formas discursioas arquetipicas, esquemas Jfijados socioculturalmente, estructuras globales o propiedades convencionalizadas. En la actualidad hay cierta coincidencia, sobre todo en la lingiiistica roménica alemana, en denominarlos tradiciones discursivas (Diskurstraditionen)’ Las tradiciones dis- 15. Segtin Kabatek (en linea b), hay que diferenciar entre la historicidad primaria, que es histori- cidad de la lengua como tal interiorizada en el hombre, y la hisforicidad como repeticién de cualquier ‘manifestaci6n cultural. En el caso de los hechos del discurso, la historicidad secundaria se presenta ‘como repeticién de cualquier elemento significable del hablar (formas estilisticas, elementos lingiifs- ticos 0 sus combinaciones, estructuras, etcétera). La primera historicidad conecta al hablante con una comunidad delimitada por un idioma; la segunda, lo vincula a una comunidad textual. Comunidad idiomética y comunidad textual pueden coincidir, si una tradicién discursiva solo se conoce en toda una comunidad idiomética, pero lo normal es que las tradiciones discursivas vayan més allé de las comunidades idiomaticas (es el caso, por ejemplo, la estructura de la noticia). 16. Véase, por ejemplo, Schlieben-Lange (1983), Koch (1997), Oesterreicher (1997 y 2001) 0 Kaba- tek (en linea a, en linea b y 2004). 136 LENGUAJE Y DISCURSO cursivas estén basadas en el concepto de historicidad secundaria (véase la nota 15), y, en sintesis, suponen repeticiones de cualquier hecho del discurso (modalidades del hablar, elementos lingtifsticos o situacionales, estructuras, etcétera) que han creado, y recrean mediante su repeticién, modos particulares de expresi6n: Una Tradicién Discursiva (TD) se puede formar a base de cualquier elemento significable, tanto formal como de contenido, cuya reevocaci6n establece un lazo de union entre actualizacién y tradicién textuales; cualquier relacin que se pueda establecer semi6ticamente entre dos enunciados, sea en cuanto al acto de enunciacién mismo, sea en cuanto a los elementos referenciales, a ciertas caracteristicas de la forma textual 0 a los elementos lingiifsticos empleados. [...] Una TD se establece, en esta amplia vision, a base de dos (0 més de dos, claro est) textos relacionables Pporsu contenido, lengua o forma, oa base de dos situaciones (0 constelaciones de entornos) que evocan dos textos relacionables (Kabatek en linea c: 1). Entre las tradiciones discursivas se encuentran los tipos de texto (géneros 0 cla- ses de discurso)”. Se definen por tres propiedades: a) son funcionales, pues apor- tan ciertos elementos que contribuyen a dotar de sentido a lo que se dice; b) son Proyeccién (= concrecién) de los rasgos universales del hablar; y ) forman parte siempre de los actos de habla, 0 sea que no hay palabras dichas que no pertenez- cana un género. 7.2.1. Un rasgo constitutivo de los textos es su pertenencia a un tipo, género 0 clase. Los hablantes, cada vez que tomamos la palabra, elegimos entre distintas posibilidades funcionales: asf, para hacer una exposicin en piblico se puede ele- gir entre una posibilidad formal, una conferencia, o informal, una charla; y para comunicar lo que se quiere tenemos que optar entre moldes como la peticién, la 17. No empleo género con el significado terminolégico con que se cuele utilizar en los manuales Titerarios 0 en los de retérica. En este breve trabajo, género textual, clase de texto y tipo de texto se usan Para designar un mismo nivel de hechos. Habitualmente, estos tres nombres denominan dimensiones distintas de los discursos. Por una parte, hay quien opone, los tipos de texto a las clases de texto: clase de texto designa un conjunto de textos con al menos una propiedad en comin, independientemente de que esas propiedades tengan la suficiente importancia como para integrar esos grupos en una cla- sificaci6n tipol6gica cientifica; en cambio, los tipos de texto son formas especificas de textos descritas y definidas dentro de una tipologia cientifica. En una palabra, todo tipo es tuna clase, pero no toda clase es un tipo. Una segunda distincién usual separa los géneros de los tipos. Los géneros son formas lingiisticas social y culturalmente establecidas; son formas reconocidas por los hablantes por “rasgos externos” o por pardmetros situacionales en los que se producen: los “rasgos internos” (formas y con- tenidos verbales, estructuras lingifsticas, etc.) se asocian a estas formas, pero no las definen, de modo que una receta de cocina, pongo por caso, es un género que puede incorporar rasgos lingisticos de diferentes tipos (Formas instructivas, narrativas, descriptivas, etc). Los tipos, por su parte, son formas discursivas definidas por rasgos verbales (“internos”), son estables desde el punto de vista seméntico- Pragmatico y comunicativo, y son, frente a la de los géneros, una lista limitada. FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL 137 stiplica, la reclamacién o la solicitud. Y cuando leemos una noticia en un diario, la leemos como tal, no como una columna de.opinién o como un reportaje. En consecuencia, el tipo de texto es un soporte real y auténomo del hablar: responde a.una tradicion que se establece a partir de textos del nivel individual del lenguaje". Funciona, como hecho pragmitico, en la esfera del hablante y en la del oyente: al primero le marca restricciones en la codificaci6n; al segundo le sirve de guia para la interpretacién o como horizonte de expectativas (cf. Reiss-Vermeer 1996: 164). Si se defraudan las expectativas que tiene el oyente respecto del género pueden ocurrir dos cosas: o este busca en el texto un sentido ulterior (cuando en su boda el novio recibe de sus amigos un pésame, no lo toma como tal, porque los pésa- mes no se dan en contextos felices: encontraré en esas palabras, mAs que un pé- same, una broma) o fracasa la comunicacién, bien porque el receptor no entiende el sentido del acto de habla, bien porque no le concede validez (si quien recibe un certificado de defuncién descubre que no lo emite un médico colegiado, no le da valor). 7.2.2. La existencia del tipo de texto como nivel real, funcional y auténomo del hablar se hace patente en algunas posibilidades del hablar: por ejemplo, en Ia imitacién parédica. La parodia se apropia de (= evoca) los rasgos estilfsticos, formales, de contenido o contextuales de un texto, al tiempo que crea un distan- ciamiento jocoso y a veces critico: piénsese, por ejemplo, en las versiones de can- ciones o de discursos que hacen los humoristas. Pero no s6lo puede parodiarse un texto concreto. La referencia tiltima también puede ser un género como tal. En este caso, la apropiacién concierne a los rasgos de un tipo de texto: por ejemplo, enel poema de Lope de Vega que comienza con el verso Un soneto me manda hacer Violante se hace una parodia de un tipo de texto, el soneto, y no (o no tnicamente) una imitacién burlesca de un texto concreto. 7.2.3.1. Los tipos de texto poseen unos rasgos esenciales. Son aquellos que indican qué es un género (por ejemplo, qué es un cuento, qué es una amenaza, qué es un brindis, qué es una invitacién, qué es una descripcién, qué es un mani- fiesto, etcétera) y aquellos que permiten identificar por medio de diferencias fun- 18. En Kabatek (en linea a) lo tradicional de los discursos pertenece al saber expresivo y al nivel individual del lenguaje: el nivel individual del lenguaje no es solo el émbito de lo singular, pues en cada acto de habla se actualizan, o se pueden actualizar, diferentes tradiciones. En cambio, Koch (1997), Koch-Oesterreicher (1994) y Oesterreicher (2004: 200) situan lo histérico o las tradiciones dis- cursivas en el nivel hist6rico del lenguaje. 19. Esto independientemente de que los hablantes, como productores y como receptores, cono- cen intuitivamente la existencia de los géneros discursivos (véase Heinemann-Viehweger 1991). 138 LENGUAJE Y DISCURSO- cionales las oposiciones paradigmaticas entre los géneros: por ejemplo, cudl es la diferencia entre una orden y itn consejo, entre una explicaci6n y una justificacién, entre una conversacién y una discusi6n, entre una petici6n y una stiplica. Son, en definitiva, los rasgos mediante los cuales los hablantes de cada comunidad reconocen inmediata e intuitivamente los géneros en sus propios actos de habla y en los de los demas. 7.2.3.2. Explicar qué es un tipo de texto implica ofrecer su definici6n univer- sal y su modo de ser ideal: las condiciones mfnimas que los hablantes exigen para reconocerlo, La respuesta a qué es una tragedia, una conferencia, un desmentido, una pardfrasis, un mondlogo, etc. informa de aquello por lo que una tragedia es una tragedia, y no una comedia (por su finalidad y contenido dramaticos); aque- Mo por lo que una conferencia es una conferencia, y no una charla (por un mayor grado de formalidad en la exposici6n); aquello por lo que un desmentido es tal, y no una critica (porque no implica la exposicién de una censura: su contenido se limita a la afirmacién de que algo dicho no es cierto); aquello por lo que una parafrasis es una paréfrasis, y no una traducci6n (porque la interpretacién del discurso original es libre y no est4 necesariamente en un idioma distinto); aquello por lo que un monélogo es un mondlogo, y no un didlogo (porque en el soliloquio hay por fuerza una sola voz, no una pluralidad), eteétera. 7.2.4. Desde el punto de vista de los rasgos esenciales, los hablantes utilizan los géneros como modelos ideales intuitivos aglutinadores paradigmaticos de los caracteres necesarios de todos los textos de una misma naturaleza. 7.2.4.1. Son construcciones ideales (clases); modelos, si se prefiere. No son tex- tos concretos (individuos). 7.2.4.2. Son intuitivos. En cuanto instrumentos de los hablantes, son fruto de la inmediatez de su conocimiento de la realidad. No dependen, por lo tanto, de la reflexién u organizacién objetivamente justificada, sino de la percepcién accidental de clases de cosas distintas; de ahf que cada comunidad de habla intuya, o pueda intuir, diferentes tipos de texto. En otras palabras, la distincién de géneros no se basa en rasgos objetivos impuestos imperativamente por los discursos, pues de lo contrario las distinciones de todas las comunidades de habla coincidirfan. 7.2.4.3. Son aglutinadores paradigmdticos. Cada tipo incorpora una serie de propiedades que lo distinguen de otros. Son modelos entre los que los hablan- tes podemos (y debemos) elegir. Por ello, aprender sus rasgos esenciales supone FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL, 139 aprender a identificar los tipos de texto, aprender a asignarles unidad y aprender a usarlos para generar expectativas. 7.2.4.4. Lo primero que incorporan los tipos de texto son rasgos esenciales comuines a todos los elementos de una misma naturaleza; y al revés, un discurso concreto se reconoce como miembro de tal 0 cual clase precisamente porque en él se manifiestan esas condiciones mfnimas necesarias (Loureda 2003a: 36 y siguien- tes). Asi, os textos siguientes pueden reducirse al modelo espatiol de trabalenguas porque cumplen con la condicién esencial de la existencia de una serie de dificul- tades para la pronunciacién: a) Una gallina pinta pipiripinta tenfa tres pollitos pintos pipiripintos. Si la gallina no hubiera sido pinta pipiripinta, los pollitos tampoco hubieran sido pintos pipiripintos. b) El suelo esté enladrillado, quién lo desenladrillaré. El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador sera. A partir de ellos se generan rasgos concomitantes o regulares, es decir, rasgos que suelen aparecer en los textos y que, sin ser definitorios, ayudan a caracteri- zarlos: por ejemplo, la existencia de cierta rima o de ritmo, o la brevedad (cf. § 7.2.9.). 7.2.5. xCémo se forman estos modelos ideales? M4s exactamente, yde qué manera los hablantes forman y reconocen los tipos de texto? Generalmente se dan dos tipos de explicacién: segtin unos, los més, se identifican por deduccién, a partir de muchos ejemplares de cada género; segtin otros, intuitivamente. 7.2.5.1. Para los que defienden la deduccién, los hablantes reconocerfan los géneros después de cotejar las semejanzas y diferencias de muchos ejemplares de un mismo tipo. Asf, para llegar al tipo de texto adivinanza se requerirfa tinicamen- te examinar diversos ejemplares de adivinanza y comprobar realmente cudles son sus propiedades constantes, o muy frecuentes, y cudles no lo son. El punto de partida se situarfa, pues, en el examen de una serie de hechos (= textos) concretos; en el caso de las adivinanzas, ejemplos como los que siguen: ©) Todos pasar por my yo no paso por nadie, todos preguntan por mf y yo no pregunto por nadie (solucién: la calle). A d) Tela digo y no me entiendes. Te la repito y no me comprendes (soluci6n: la tela). €) cQué cosa no ha sido y tiene que ser, y que cuando sea dejard de ser? (soluci6n: el dia de mafiana). 140 LENGUAJE ¥ DISCURSO £) {Qué serd, qué es?: mientras mds grande, menos se ve (soluci6n: la oscuridad). 8) cQuées lo que es algo y a la vez nada? (solucién: un pez). EL paso siguiente consistiria en generalizar o atribuir los rasgos efectivamen- te comprobados a los textos no analizados: no se examinan todas las adivinanzas existentes, sino un ntimero més o menos “representativo”, y a partir de ahi se asignarfan a los ejemplares no considerados esas mismas propiedades. Se cons- truiria, asi, el esquema genérico y las caracterfsticas propias de la adivinanza: un texto breve, con rima o ritmo, en el que se esconde deliberadamente un concepto Para que, como juego, intente descubrirse. A partir de aqui, el hablante ya seria capaz de reconocer las adivinanzas y sus caracteristicas, de modo que en virtud de este modelo le resultarfa posible producir sus textos y entender los de los de- més. En esquema, los tipos de texto se formarfa como se indica a continuaci6n: Gréfico 2 La construccién de los tipos de texto plano de la representacién abstracta TIPO, proceso de generalizacién TITTTTT plano de la realidad texto,,..texto,.. texto,.. texto,.. texto, 7.2.5.2. Los que sostenemos que los hablantes conocen intuitivamente los tipos de texto pensamos que sus rasgos esenciales no se deducen del cotejo de muchos discursos individuales, por abstraccién y generalizaci6n. Estas operacio- nes implican la previa intuicién de la naturaleza de algo. No puede determinarse qué es una adivinanza abstrayendo y generalizando a partir de un conjunto de textos, porque para construir ese campo de aplicacion (Isenberg) hay que saber de antemano que lo que se selecciona son adivinanzas, y no tragedias, traba- lenguas, descripciones, didlogos, entrevistas, alabanzas, resefias o acusaciones”. Si no, gpor qué recopilamos s6lo adivinanzas y no ejemplos de otros géneros?; 20. “El reconocer algo como algo, el decir, aun técitamente, x es a (por ejemplo, ‘esto es una tragedia’) implica un ‘conocimiento antepredicativo’, una intuicién del ser del objeto que ‘clasifica- mos” (Coseriu 1981a: 53-54). Dicho con otras palabras, el entender una identidad (en este caso, una categorta textual) implica necesariamente una diversidad pensada (esto es, una categoria distinguida de otras). Esta idea se basa en el principio de universalidad del individuo, “uno de los principios funda- mentales de la fenomenologfa de Husserl, para quien ningiin ‘individuo’ es solo y exclusivamente individuo, sino que contiene en st, y manifesta, su propia universalidad. La mesa en que escribo no ¢¢5 s6lo un ‘esto abt no identificable, y no es siquiera solo ‘esta mesa’: si la reconozco como ‘mesa’ es también ‘mesa en general. Un individuo (= hecho individual) no es solo este individuo absolutamente particular e irrepetible, sino que es también un modo general de ser” (Coserit 1981a: 53). Véase tam- bién 1§ 5.1. y siguientes, FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL 141 yc6mo sabemos que esos textos son adivinanzas antes de comprobar que tie- en rasgos en comtin? Asimismo, lo normal es que en esa selecci6n encontremos propiedades de importancia desigual para la definicién del género. El concepto de “adivinanza” parte de reconocer intuitivamente la posibilidad de un modo de ser en uno 0 en muchos objetos exis- tentes (el ser adivinanza, para seguir con el ejemplo): una manera de compor- tarse la realidad verbal que puede servir para clasificar e identificar otros discur- sos atin no proferidos o que todavia no hemos percibido. Se trata, por tanto, de un modo de ser reconocido intuitivamente, de forma que ni implica reflexi6n ni una distinci6n cientfficamente definitiva, de ahi que cada comunidad de habla pueda seleccionar modelos textuales diferentes (también pueden coincidir, por supuesto). En relacién con los géneros, lo esencial de un discurso se cifra, en conse- cuencia, en el conjunto de propiedades mfnimas exigibles para que pueda clasi- ficarse de una manera u otra. Y no necesitamos muchas adivinanzas, por seguir con el ejemplo, para formarnos el concepto de “adivinanza”; sabemos cémo son idealmente (aquello que les es exigible) y universalmente (todos los casos habi- dos y por haber) por el mero hecho de saber qué es una adivinanza, por el cono- cimiento de ese concepto”. Cierto es que detenernos en muchas adivinanzas enriquece nuestra idea inicial; pero lo que formamos por cotejo de actos de habla concretos no es lo esencial del tipo de texto (qué es), sino lo general o concomitan- te (cémo es)®, Los conceptos de “narracién”, “descripcién”, “argumentacién”, “noticia”, “chiste”, “orden”, etc. residen en esos términos; también los conceptos de “chistes de gallegos”, “cartas de Andrés Bello” o “comunicaciones de profe- sores universitarios de m4s de cincuenta afios en congresos internacionales sobre medicina” residen en esas secuencias; pero en los términos narracién, descripcién, argumentaci6n, noticia, chiste, orden, etc., y en las secuencias chistes de gallegos, cartas de Andrés Bello, comunicaciones de profesores universitarios de mds de cincuenta afios en congresos internacionales sobre medicina, no figura cémo son (0 cémo suelen ser) dichos textos: esto s6lo se alcanza con el andlisis de los textos a los que es posible aplicarles tales conceptos. Lo esencial de los géneros, por tanto, se presenta como condicién para la comprobacién de rasgos comunes en los discursos:es lo que per- tenece al concepto o puede deducirse de él, 0 el conjunto de propiedades sin las 21. Encontrar los rasgos comunes de un conjunto dado de adivinanzas no implica hallar lo universal (el modo de ser) de las adivinanzas; al contrario, el modo de ser ideal (universal) de las adivinanzas es lo previo, lo que posibilita la constitucién del conjunto en el que se observan rasgos coincidentes (en todos o séio en la mayor parte de sus integrantes). 22. Para la distincién entre lo esencial y lo general, véase Coseriu (1981a: 53 y siguientes). 142 LENGUAJE Y DISCURSO. cuales una clase no seria ésa. Asf, lo universal de una adivinanza se reduce a que su contenido diga algo encubiertamente para que intente descubrirse como jue- go: si el contenido y la finalidad de un texto dado no son esos, no se trata de una adivinanza, sino de otro tipo de texto. Véanse los ejemplos c) a g) (§ 7.2.5.1.). No es un rasgo universal de la adivinanza, por ejemplo, que tenga rima o ritmo: falta, en cierta medida, en el ejemplo g); ni que contenga un juego de palabras meta- lingiifstico: existe s6lo en los testimonios d) y 8); ni que tenga forma de pregunta, como ene), f)y g). La ausencia de cualquiera de estas propiedades no implica que esos textos dejen de ser adivinanzas. Dicho de otra manera, la posibilidad (infi- nita) de ser adivinanza es previa idealmente a las adivinanzas; del mismo modo que la dialogicidad es idealmente previa al didlogo. 7.2.6. No necesitamos, por tanto, abstraer los rasgos esenciales a partir de textos concretos. Para descubrirlos s6lo tenemos que preguntar al concepto de un tipo de texto si para que tal discurso pertenezca a la clase A y no a la clase B es necesaria esa propiedad. Hay, pues, que situarse ante el concepto y averiguar si esa caracteristica es determinante: hay que situarse, en nuestro ejemplo, ante el concepto de “adivinanza” y preguntarse si tal o cual rasgo resulta necesario Para que un determinado texto sea tal; y lo mismo debe hacerse para el diélogo, la advertencia, el anuncio, la promesa, la declaraci6n, la carta comercial, el manual de uso de televisores, la noticia de sucesos, la esquela, la receta médica, etcétera. 7.2.7. Una vez explicado cémo se forman los géneros, interesa saber (a los hablantes, primero, y a los lingiiistas, después) cudntos tipos de texto hay. Tantos como se quiera. Ello no supone decir que todos los tipos posean la misma impor- tancia: en tanto que géneros, todos son iguales, pero su importancia en cuanto a su frecuencia de uso y en cuanto a sus posibilidades funcionales puede ser nota- blemente distinta. 7.2.7.1. En primer lugar, dado que las lenguas representan el depésito esen- cial de significados que organizan la realidad, sus léxicos respectivos contienen nombres para identificar los géneros, en tanto que parte de esa realidad. Las len- guas son, efectivamente, la primera toma de conciencia de la universalidad dis- tinguida. Cada idioma recoge los conceptos que sus usuarios creen significativos: en espaiiol, por ejemplo, hay alrededor de cuatrocientas voces de uso corriente”, No todos los tipos de texto relevantes en cada comunidad estan fijados expresa- 23, En Loureda (2003b) se ofrece su estructura seméntica. Para los nombres de los textos en ale- mén puede verse Dimter (1981). FUNDAMENTOS DE UNA LINGUISTICA DEL TEXTO REAL Y FUNCIONAL 143 mente en los conceptos de su vocabulario comin (por ejemplo, cartas personales del presidente del gobierno, bandos del Ayuntamiento de Madrid, noticias de politica de la prensa catalana, poemas de Hélderlin, cartas al director del periédi- co El Pats...); pero no podemos decir que los nombres de los géneros que se fijan en el Iéxico de cada comunidad no son importantes. Constituyen el conjunto de distinciones basicas (intuitivamente funcionales) de ese colectivo*. 7.2.7.2. En segundo lugar, ciertos sectores de la realidad generan sus propios tipos de texto. Asf, el periodismo produce clases (y en consecuencia, nombres) como noticia, crénica, perfil, reportaje, cartas al director, editorial, breve, etc.; en el mundo de la religién catélica se encuentran textos como partida de bautismo, homilfa, oracién, sermén, enciclica, pastoral, etc.; en la esfera de la administra- cién politica o judicial se hallan tipos como sentencia, fallo, edicto, decreto, ley, real decreto, fuero, orden, partida de nacimiento y muchos otros. Estos tipos de texto se reconocen en conceptos que en principio no pertenecen a la lengua gene- ral, sino a cfrculos més reducidos: estan en el lenguaje del periodismo, en el lenguaje de la religion, enel lenguaje de la administracién ptiblica, etc. 7.2.73. En tercer lugar, los significantes de los conceptos pueden superar el nivel de la simple palabra. Se forman en este caso por la progresiva determinacién con complementos. Asi, “cartas de amor” implica como concepto la suma de “car- tas” y “de amor”: por tanto, son, como clase esencial, un subgénero de las cartas de- terminado por el tema. Los conceptos formados por adicién de otros més simples implican dos cosas: por un lado, evidentemente, pueden reducirse a otros (son, si se quiere, conceptos de segunda linea, derivables de otros jerarquicamente prin- cipales), y por otro, su prolongacién se hace siempre a partir de las dimensiones esenciales del nivel individual del hablar (véase § 7.1.). Asi, los consejos de las ma- dres constituyen una subclase de los consejos determinada desde el punto de vista del emisor; los correos electrénicos sobre temas profesionales son esencialmente una clase de los correos electrénicos con una determinacién por el contenido; y las circulares enviadas por gerentes a jefes de seccién son en el fondo circulares deter- minadas, simulténeamente, por el emisor y por el destinatario. 7.28. En definitiva, para caracterizar un tipo de texto en el nivel mas general hay que examinar su finalidad, por un lado, y, por otro, sus exigencias en relacién 24. Habré que distinguir netamente, ademds, entre aquellos tipos que son de una comunidad determinada (los que tienen nombre que los individualiza) de aquellos que se originan més bien en identificaciones de objetos (como los poemas de Hélderlin); y atin entre los nombres de los tipos, se puede distinguir entre los nombres tradicionales (puramente intuitivos) y los terminolégicos, basados en distinciones objetinas. EE ——— 144 LENGUAJE Y DISCURSO con el hablante, el oyente, el entorno, el medio de comunicacién y el discurso mismo, en tanto que conjunto de palabras con un contenido y con una forma. Por lo tanto, la dimensién tradicional de los textos se construye como concrecién de su nivel universal. Para formar nuevos géneros basta con crear una especificacién esencial en las dimensiones universales de los textos. A este nuevo género y asus tasgos esenciales se adscribirdn rasgos concomitantes que indican cémo es (véase § 7.2.9.). Desde hace algtin tiempo se han creado tipos nuevos como el chat (cu- yas propiedades esenciales son “conversacién”, “en Internet” y “por escrito”) 0 os mensajes S[hort]M[essage]Slystem] “mensajes”, “cortos” y “transmitidos por teléfono mévil”). Surgen, respectivamente, por determinaciones de los géneros conversacién y mensaje. Desde el punto de vista de la regularidades tradiciona- les, se observan ciertas coincidencias: en ambos casos se prefiere la elipsis y la construccién morfolégica que combina ideogramas, signos lingiifsticos y signos no lingiiisticos. Por lo demas, los tipos de texto pueden tener exigencias para todas las di- mensiones universales. Lo més habitual, sin embargo, es que cada clase de dis- curso presente determinaciones sélo en alguna de ellas. As‘, el regateo, cuya fi- nalidad genérica es la negociacién, requiere necesariamente, ademés, una clase de interlocutores (al menos un comprador y un vendedor), un tema concreto (el precio de algo) y un contexto (una transaccién). No presenta exigencias, en cam- bio, sobre el medio de comunicacién (puede hacerse por teléfono, por fax, de palabra, por escrito o de cualquier otro modo). El tipo de texto receta de cocina, Por su parte, uinicamente est4 determinado por el contenido (se cuenta cémo y con qué ingredientes se prepara un plato o una bebida) y por su finalidad (la exposicién de ese procedimiento); no lo esté, en cambio, respecto del hablante (puede ser cualquiera, no s6lo un cocinero profesional), del receptor (es, asimis- mo, universal), del medio de comunicacién (puede darse por escrito, de palabra, Por televisién, por el teletexto, por el teléfono movil, etc.) y del entorno. 7.2.9. No todo lo tradicional de los discursos constituye una propiedad esencial © requisito para la construccién de un género. La mayor parte de las caracteristi- cas de los tipos de texto no indican qué es ese género, sino simplemente c6mo es. Estos rasgos son concomitantes 0 accesorios, que no por ello poco importantes oirrelevantes: ayudan a configurar el tipo de texto, pero no lo crean; contribuyen a limar su complejidad y a identificarlo répidamente, pero no suponen exigen- cias. Por ello se trata de caracteristicas que suelen aparecer en los discursos: todos o casi todos los hablantes que emplean cada género las siguen; y todos 0 casi todos las esperan en el hablar de los demés. Funcionan, por debajo de'los Tasgos esenciales, como convenciones de grupos de hablantes. Son, en sintesis tradiciones discursivas regulares. Ast, el género cuento se identifica ante todo por su finalidad: estética; que un texto empiece o no por Erase una vez (Habia una vez 0

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