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PENSAR EL PAISAJE04 [COAN 2008] ABADAEDITORES LecTuras F Serie H.2 del Artey de ta Arquitectura nv Dec JM HERAANDEE LEON sn CALATRA ont art t cretin SERS cee cieaee es tere = Kone, Pan (Hse) © fotogratin cde ANDRES FERRER Maneno eed dg ie (© ve tos ecros, sus ross, 2009 (© Fownaci6n Beutas. CDAN, 2009 (© AnADa EorroRts, 8.1, 200% infest ode | Calle del Gabernados, 18 Hort Maid ‘eho 14290 882 fox 9297507 uete Earunio Joaquin GAaLLe00 produccién Guanauuoe Gissar 4-967 65-7 eps lege 48169-2009 prsimpresion Datonear Anse impresin Laver, AUR Paisaje e historia YAVIER MADERUELO (air) MALCOLM ANDREWS ¢ JAVIEF ARNALDO JUAN CALATRAVA, |ORA CARAPINHA ® LORETTE ODEN * FEDERICO LOPEZ SILVESTRE ‘ANA LUENGO © JAVIER MADERUELO JOHANNES RENES CARLO TOSCO » LUIS URTEAGA PENSAR EL PRISAIEA CDA 2009) anno 2009) ‘AB AD AEDITORES, LEGTURAS OE PAISAJE INTRODUCCION: PAISAJE E HISTORIA Javier MapeRUELO Los textos que se recogen en este libro corresponden a las ponencias realizadas en un curso, titulado Paiajee Historia, que es el cuarto de una serie de encuentros monogréficos que el CDAN realiza bajo el epigrafe «Pensar el paisaje>. Este curso ha sido precedido de otros tres que estu- vieron dedieados a analizar las relactones del pasaje con el pensa~ miento, el arte y el territorio, y que han sido publieados también en. Abada Editores. Ante la atonia de las administraciones para encauzar la investigacion, fuera de las miserables ayudas que se coneeden a través de los planes de IsDy del smbito en el que se conceden dichas ayudas, el CDAN realiza una labor en el doble sentido de encargar el estudio y redacci6n de ponencias especificas a destacados especialistas en temas relacionados con el paisaje, y de transferir esos conocimientos por medio de cursos, de exposiciones y de publicaciones que de ellos se derivan, por eso es necesario hacer hineapié en el eardeter de «trabajo de investigacién® que anima estos cursos y en la idea totalizadora que pretenden al abarcar ciclos completos sobre un tema. Estos dos proce~ 0s: generacién de ideas y difusién de conocimientos constituyen los pilares esenciales de la investigacién. Se ha insistido en cursos anteriores en la idea de que el paisaje no es ni naturaleza ni tervitorio sino construccién humana, y también se ha 6 pusaicemisronn insistido en que lo es en una doble vertiente: en cuanto constructo mental que interpreta lo que se ve y en cuanto construccién fisien que altera, modela y transforma el territorio. Como toda obra humana, el paisaje es susceptible de poser una his- toria que, logicamente, no es independiente del decurso del resto de las obras y actividades humanas con las cuales se relaciona. Sin embargo, cuando ahora, a principios del siglo xxr, estamos cobrando conciencia de que el paisaje posee multiples facctas que atafien y comprometen a diferentes diseiplinas y conocimientos, el intento de establecer las pau- tas historiogréficas para poder comprender su evolucién se nos presenta, como una obra titiniea. En 1949, hace ahora 60 afios, el historiador inglés Kenneth Clark publicé un libro titulado Landscape into ar’ donde intents trazar una his- toria de la pintura de paisaje y, més coneretamente, de la pintura de paisaje en Occidente. A su esfuerzo y conocimientos se debe el mérito de haber dado coherencia historica a ese particular del arte, diferenciandolo del resto de la pintura, pero al hacerlo no recurri6 a la periodizacién habitual establecida para estudiar las artes plésticas, aque- la que clasifica las obras de arte encasillindolas en épocas nombradas, con términos como renacimiento, manierismo, barroco, rococé, eteé- tera, sino que se vio obligado a establecer otro tipo de categorias clasifi- catorias cuyos titulos son: paisaje simbélico, realista, fantastico, idea~ lista, naturalista, y, en los tiltimos eapitulos, tiene que recurrir a construcciones léxicas como las luces del Norte> y el regreso al orden», palabras y frases con las que intenta expresar el sentido de la evolucién de la pintura de paisaje lo largo de los siglos. En cierto sentido, con estos titulos, con los que caracteriza cada capitulo de su libro, Clark esté poniendo en evidencia que el diseurso del paisaje pintado, aun siguiendo los rasgos estilisticos y las técnicas de cada uno de los periodos estableeidos al uso, ha seguido un camino auténomo con respecto al decurso de la pintura de historia, el retrato 0 el bodegon. ‘Ahora y aqui entendemos el término paisaje como algo més que un .género de pintura, sabemos que el concepto paisaje atafic a otras artes, como la poesia, Ia literatura, la musica, la jardineria, la fotografia y la arquitectura; a otras précticas culturales, como la agricultura, las obras 1 Kenneth CLARK, Landeae ina, John Murray, Landes, 1949. Hay ediein en espaol: HT tech paige, Sete Bare, Barelons, 197 rmoovccn ASAI TOA 7 pblieas, los asentamientos humanos; a otras eiencias y saberes, como la geografia, In boténica, la ecologia y la sociologia; y, en fin, a otras reali- dades y actividades como los territorios, los paises y el turismo, lo que es tanto como decir al conjunto de las relaciones humanas que se mani~ fiestan a través de la politica yle economia, Establecer unos modelos historiograficos para comprender Ia manera en que se ha gestado, desarrollado y extraviado el concepto pai- saje y sus manifestaciones a lo largo del tiempo, hasta ofrecer hoy la ‘enorme complejidad que pose, no seré ficil. Desde luego, no hemos pretendido conseguirlo ni en las lecciones impartidas durante el curso nin las ponencias presentadas en este libro, pero entre los presupues- tos del CDAN existe la pretension de reunir a algunos de los més importantes especialistas en Ia historia del paisaje, de la jardineria, de la cartografia, del arte, de la literatura y de la arquitectura para exponer y discutir las ideas que sobre sus nespectivas disciplinas han desarrollado. La historia no es sélo una manera de conocer e intexpretar el pasado, sino que puede ser también entendida como una herramienta {que nos ayude a situarnos en el presente y a proyectar el futuro; en este sentido los cursos «Paisaje y Pensamiento® se engarzan con el «Pro- yecto Arte y Naturaleza® deserrollado por el CDAN, que consiste en Ia creacion de una serie de obras de arte actual que se convierten en hitos en el tervitoria y en candensadares de paisgje. Fl «Proyecto Arte y Naturaleza> trata de erear una coleccién de obras que tienen una voluntad de futuro y, por tanto, de ser objetos para la historia, ya que su finalidad es la de ser testigos de la actualidad® Coineidiendo con la elausura del eurso Paisje Hitoria, se ha inaugu- rado una obra permanente disefiada expresamente para la localidad de Plan, en el valle de Gistain, por el artista danés Per Kirkeby. Por su forma y condiciones fisicas se trata de una obra con eualidades para ser testigo de la historia de la actualidad que pretende ser entendida como 1 dltimo eslabén de esta historia del arte del paisaje, como un eslabon que cose el pasado con el futuro. Gon este motivo se ha montado en In sede del CDAN en Huesca una exposieién de obras pietéricas y esculto~ ricas de este polifacético artist’. 2 Hiatt momento han seliado abras de Richard Lang, Ulech Richriem, Sih Arma- jn, Fernando Cass, Divi Neh, Allerto Garneivay Per Kirke, que estn dinebuides por la prowinela de ues 3 Vise atlogo de la exposicin: Pr Fry: CDAN, Hees, 2009. Con textos de Marga Pra, Per Kirkby y Javier Maderuelo 8 puss misrona Para tomar conciencia de los diferentes caminos que la historiografia esti siguiendo en sus intentos por narrar el devenir del paisaje, para aprender sobre los temas que entrelazan el paisaje con la historia, hemos reunido en el GDAN de Huesea a algunos de los profesores mas destaca~ dos de Europa, quienes, por medio de su capacidad de investigacién, de su generosa docencia y de sus libros, estan generando las actuales ‘histo- rias del paisaje’. Estimulados por la respuesta positiva que las actividades del CDAN estin teniendo en todo el mundo, hemos invitado a los que nos han. parecido las figuras de la historia del paisaje més interesantes de este momento. Los textos se han ordenado de manera que se puedan leer desde los aspectos mas generales y metodolégicos alos temas mas coneretos y pun tuales. Con enorme pesar quiero dejar constancia de que uno de los profe- sores que inmediatamente aceptaron venir y que, adems, iba a impartir la leceién inaugural, Michel Baridon, fallecié un mes antes de inieiarse cl curso. Quiero, desde esta Iniroducién, rendirle el mis sincero home- naje de los profesores y ahumnos que participaron en el curso, También quiero expresar mi agradecimiento al profesor Juan Calatrava, director de la Escuela de Arquitectura de Granada y traduetor al espasiol de Ia obra de Baridon, ls geatileza de haber sustituido al macstro en ol ateil de la leccién inaugural. ‘Como es légico, quiero también dar las gracias al resto de los profe- sores que nos acompafiaron en el curso y que han redactado estas, ponencias. Quiero agradecer también la generosidad, el esfterzo y la dedicacién de la directora del CDAN, Teresa Luesma, asf como de Maria Pallis, Victoria Fale y Obarra Nagore, quienes han trabajado en. la coordinacién del curso y el montaje de la exposicién. Siendo importante el elenco de profesores que han participado, lo ‘més importante del curso han sido los alumnos ya que, dado el alto nivel de su formacién y la diversidad de sus intereses profesionales, han par- ticipando muy activamente en las diseusiones y coloquios, lo que ha per- mitido mejorar y matiear el contenido de las ponencias que aqui se publican. 4 Michel BARDON, Lafekns Pits Jade, Pt (vol), Abad, Madd, 2004-2005 2008. (ds en fenets, 1998) 1. PENSAR LA HISTORIA DEL PAISAJE Feperico Lopez SILVESTRE 1, gUNA HISTORIA DEL PAISAJE POR DISCIPLINAS? Actualmente muchas diseiplinas se ocupan de dar forma 8 la historia del paisaje. Puesto que todo es histérico, esto es como decir que existen muchas formas de escribir sobre el paisaje. Al menos eso comienzan recordando algunos autores franceses que, con incansable voluntad abarcadora, han intentado vislumbrar la totalidad del problema. El pri- mero de ellos, Jean-Robert Pitte, en Histoire du paysage franai! se refiere a siete tipos: 1. El paisaje de los geografos isicos, geomorfologos y demés partidarios de la (Jean Tricart; Georges Bertrand), autores para los que cl paisje es Ia combinacidn de elementos fsico-quimicos, biolégicos y ante6picos coneretos en evolucién, y que proponen la sustitucién del ér— imino 0 &georistera>. {.EI paitaje de los historindares del mundo rural (Mare Bloch; Roger Dion) de tradiciom materialistay,a veces, hasta pe (Emilio Sereni), aparece cen obras que comienzan a ser eteritas en la déeada de los weinta en Franeia 1 Jean-Robert Prive, tore du pug nu Tallndier, Pris, 1983; 8. ed, yard, 2003. 10 ssasee misronn {yque por su temitica insisten, més que en el paisaje, en lo “rurale, en el campos, enlo sagratio®... {El paisaje de los historiadores del arte formalist (mencionado de patada, cen relacién con un libro de Frangois Benoit publicado con el titulo Hitoire dupaymge on rons” en 1908 y que se demora en el anilisis de Jos euadros) 4B] paisaje monumental de los arquedlogos o la arqueologia del paisaje (fandada con ese nombre en Franeia por Raymond Chevallier gracias aun coloquio homenimo celebrado en mayo de 1977 y continuada en esos m mos afios por Roger Agsche 0 Paul Dufournet), de los historiadores de las ciudades y Ine villas Gnieiado por Pierre Lavedan, y renovado por mediewa~ Listas como Robert Fossiero Jean Chapelot) y de los arquitectos preocupa- dos por la historia (Pierre Pinon, Jean Castex, Jean-Philippe y Dominique Lenelos) {5cEl paisaje de los jardineros de la Escuela de Versales, que se ha especiali~ sudo en formar a téenicos de jardin y a ex0 que ahora llamamos , en Jevier MADERUELO (dir-),Pigy fr ‘amen, Abada- CDAN, Madrid, 2008, p. 1457s. Eplanteamiento por dnipina se pe enta de manersexplictaenla"Imoduecis, donde Beste dice: Me itereo, de forma porn descripeion y el anise de lo que yo lamar lactase en a epee y contcmporinen, con referencia especial ala geogralay al pia (p- 143)-Y. Inisadclante, #Cada una de ets posture la spoyt una 'profeson’oxrupo de‘profesiones Chdecir une formacion a una corporacion academia (p, 46)-En las Conelusiones shade La puerta de los humanistes, los historiadores de la cultura, Ios historia ores de l literatura y el arte (como, por ejemplo, de E. Gombrich), que ‘parten de la idea del paisaje como representacién. La puerta de los gedgrafos culturales, epecialmente los norteamericanos (como, por ejemplo, de]. B. Jackson), que parten de que el paisaje es un espacio social y humanizado, aunque material y conereto, colocado més allé de cualquier lgica pictsriea. La puerta de los ecélogor, los gedlogos, lox edafélogos, los elimatélogos, los botanicot y os geomorfélogos (como, por ejemplo, Georges Bertrand © Denis Mercier), que parten de una perspectiva‘realista’o ‘naturalist del poisaje como entidad objetiva que actualmente esta siendo cuestionada, La puerta de lor fildsofos fenomendlogos (como, por ejemplo, Merleau~ Ponty), que parten de la idea de pairaje como experiencia La puerta de los ereadores, como los arquiteetos, los jardineros, los paisajis- tasy los artistas (como, por ejemplo, Richard Long), que parten de uns ‘perspectiva active, ereativa y proyectual, pero pudorosay atenta con el medio. Aprecio y valoro sinceramente la obra de Pitte y Besse. De hecho, la editorial Biblioteca Nueva esté preparando la publicaci6n de un libro de Besse que veré la luz en castellano en breve. En su ensayo, como en el capitulo de Pitte, pereibo sensibilidad y franco interés por delimitar no los estudios de todo lo que afecta al territorio, sino, especificamente, los cestudios que tienen algo que ver con eso que llamamos paisaje—algo més complejo que afecta, por igual, a sujeto y objeto-. Ademés, no cabe ‘duda de que la separacién por disciplinas facilita la tarea de localizar los distintos modos de estudiar la historia del ps esquema, incluso podemos afiadir otros trabajos que analizan el «State of Art® de la historia del paisaje con mas detalle*. Sea como fuere, esa “miro menos se pueden hacer correrponder las diferente oentacionss que acabo de pre- ‘Solar con determina dieplings er dei, profi), de las que sean, design mode, ‘consigna osu paradigms fundamental» (p-169). 15 Dende a perapectiva de la arqueclogs, la storie y la geografis histories, el estado del arte fe descr em parte en Catoling FORD. « Landscape and Environment in French istorial and Geographical Thought: New Diseeions>, en Pench tonal Suey vol 4, Ni? 4, Winter 200%, pp. 125-194; yen Paul GLAVAL, Hie dela Geagpifneaue de 1330 2 ‘omjou, Nathan, Par, 1998. Devde la perspec de a historia de as imagenes y dl arte Te dinacign ya fue delimtnds por Denis COSGROVE y Stephen DANIELS en ln introduc cian dew lonarapiyofontene, Cambridge Universty Pres, Cambridge, 1989, pp. 1-11 (Gungue tambien se menciona s hisoriedores del teritorio y Te Iitertura)- Desde ly ‘perapectva del historia del leraturalasituaign aparece deserts, de manera algo sex” 2 xtsse enisrona separacién por disciplinas establecidas resulta innecesaria y, en el caso del paisaje, hasta contradictoria. En el estudio breve e intenso de Besse, este problema se pone especialmente de manifiesto porque dentro de apartados coneretos, como el dedicado a los ecdlogos, se acaban compa- rando posturas bastante diferentes (Bertrand con Berque?) y porque en capitulos como el de los eeélogos y el de los fenomendlogos se sepa- ran autores en funcién de su formacidn y no porque realmente exista tal disparidad entre sus planteamientos (¢Quién tras leer al ultimo Berque hha dudado un segundo de su cereania con Merleau-Ponty?). En resu- men, dividir la historia del paisaje en historias disciplinares del paisaje recuerda mucho aquellas palabras que Mare Bloch us6 para describir la tendencia a la especializacion de nuestro tiempo: Delo que veo desde mi ventana, cada fo toma lo suyo, sin ocuparse mucho del conjunto; el fisico explica el azul del cielo; el quimico, el agua del vegato; el botsnico, la hierba. Dejan cuidado de recomponer el pai~ saje, tal como se me a wrece y emociona, al arte, si ex que el pintor o el ‘poeta tienen a bien encargarse de ello. ¥ ex que el paiseje, como unidad, fxiste dnseamente en mi coneienefa, yo propio del método cientifico, ta como estas formas del saber lo practican y por su éxito lo justifican, es shandonar deliber jamente al contemplador, para no querer conocer sino los objetor contemplados. Los lazox que nucstro espiritu tee entre las cosas les parecen arbitrarios: los rompen adrede para establecer una diversidad que les parece mds auténtica>’. Al partir de este «control fronterizo®, que es como Aby Warburg lamé al culto a la especialidad, no se informa demasiado bien sobre la marcha de los estudios sobre el paisaje porque no se recoge el espiritu con el que nacieron y se limitan sus posibilidades. Por poner algunos cjemplos, si seguimos ese planteamiento disciplinary nos enfrentamosa imagenes como Hlasedia de Febery (1648) de Pieter Snayers (fig. 1), geomo pda, v gra en Robert Maviiew, «Historiography and Landicape Studien en Landes Detar and Eh Relgous Cute, 1660-1800. Samuel Jose and Langs Ntrl Dero Londres; Macmillan, 2009, pp. 1-39. Por fin, para los jardines podemor manejar de ichel Goma (ed), pias on Coden Huston, Dumbaiton Oaks, Washington, D.C. 1999, Mia bibliografi en Federico LO? SILVESTRE, «Por una historia comprensia de Lbides de poiaje: Apuntesdetearia de la historia del puiaje®, en Quintana, 2003, 2.° 2 pp. 287-208. 7 Mice Buncn, Iodine lira, México, PCE, 1952, p. 16 |. Penn ASTOR 4 PAISE 3 1. Pieter Seavens, Hla de bog en Meo 27 de Febrero de 1643, 1648, Deutsches Historisches Museum, Berlin. se debe proceder? gA quién corresponde el analisis de esta obra? ¢Al geografo, al especialista en historia politica o al historfador del arte®® Em. el mismo sentido, gdénde encajan segiin este planteamiento los datos que muestran la importaneia para el desarrollo del jardin del avance de las ciencias naturales?” gE intervenciones como las de Desvigne y Dal- noky en Issoudun (fig. 2)? ¢Quién se debe ocupar de estudiar unos j dines urbanos que han sido disefados respetando el antiguo entramado de huertas privadas? ¢EI historiador de los jardines, el de la ciudad o el {8 Butodioscapaces de romper estos linites entre historia de Ia eartografi histori del arte som, por ejemplo, os del propio Jean Mare BESSE, Volare Actes Sud, Arles, 2000; ¢l de Srelena ALRERS, Hore edi oe alinden ello XVI, Blume, Madsid, 1987; Javier Maneateto, eManeras de ver el raundo. Dela ertogrfis al puny en Rae ttn, [buda-CDAN, Madsid, 2008, pp 57-82 yl paginns que yo mismo dedico ala impor fancia de lov estudiostopograficor de on ingeniros en el vance del puiejeme en Calica Federico Lovet SiwEsTat, Aemenenca dpe nt Gc Tatra (1700-1839) Biblioteca Neva, Madrid, 2009, pp. 287-929, 9 Clcsv: gre Michel Battoon, B HISTORIA DEL PAISATE Para empezar, mostrar cierta unidad donde se presenta diferencia. ¢Cudl es la corriente inicial de la historia del paisaje en Europa? @Cuando y donde se funda? Volviendo al esquema de Besse, cabe aceptar que sin dua los estudios del paisaje se desarrollan en el siglo XX gracias alas tra~ diciones que comenta. Pero, igual de cierto es que el origen de casi todas, 1. Pana LISTON OL PSE 6 3: GARDNER & DARTON, Princ! Mounts & Pini Rerin the Wl 823, clas es el mismo. Esto se pone de manifiesto en algunos datos referidos al cardcter fundacional de la obra de Goethe, Herder, Schelling, Carus y Humboldt y a su influencia sobre los acercamientos a, b, parte de ¢, dy parte de e, es decir, a la labor importantisima de los autores alemanes que dieron forma, gracias a la fusién de Idealismo y (fig. 4)". Y, finalmente, ésta sera 10 Reunion reicntemente en una interesante exposiciony catdogo Javier ARNALDO (ed), [ons Uegson Carte, Pir, Creo de Bellas Arte, Madd, 2008. ir Venue Friedrich won Schelling, «Deduceion de wn érgano gonral det flsofn © propo Neue petscipeten del Blosofia dl ante sgn prnelpion de desliamo traxendental> doo), fe Shtna Alene cede eden de Rivera de Rosales y Lépee-Domingwet ‘Ketepos, Madeid, 1988. eapeclalmens, pars a belle dl arte coo medadors entre senualesry eleapittu:pp- 411s, Del mlemo autor: owp lene (802-1803), edicion Te Laper-Dominguce Teenos Madd, 1999, especialmente, paral pase, yP- 249-252, ‘Reece dal paradaiceplemteamientaeabre lx pinturs de psisaje de Scheling abla Naver w Fe etn Ue pomplen den, Vin, Pass, 1970, tomo I, pp. 453s Su teria “dc pine de yale come representacion subjeiaejreio una enorme influncia en ". Serfa un etror dougie ny ee denis comentario er cheers Dee gua aqui se trata no es ni de reducir el mundo a deseripeién cientifica obje~ ny aunt de aia qu ce mand erp eam 1 Veen caillan, le dein deve Armada de Cry et en nm cin de mirc aii l= 1 Heo Padte At «Dianche, 91 Ostabre 158% en Jeli Paris, 1976, p. 295. i! : ‘Apel Haine 8B ssaseemisron nosotros los encargados de darle contenido conceptual y emotiva. De lo aque se trata es de exaltar esa idea de para superar tanto el idea- lismo absoluto como el materialismo dogmético. Si, segin Schelling, ‘éla Naturaleza no es una masa inerte®, sino que en ella esta presente de forma inconseiente el espiritu y la fuerza creadora universal que s6lo se ‘manifiesta de forma consciente en el ser humano, segiin Humboldt, es jor ello que en la experiencia sentida del paisaje el ser humano #reco- rice ya kdemien com lo que le roden como subjetividd primi, EL paisaje es un estado del alma, no porque sea un lienzo en blanco sobre el que pintamer lox colores que nos ntercien, sno enn como fragmento sea un producto del ojo humano, en su materia prima “efor de low mineraesy las montahes, la herbs, los drboles.— se esconde ya cierta subjetividad inconseiente reconocible por Ia cons~ ciente. Para evitar interpretaciones irracionalistas, conviene afiadir que aftos después la biologia confirmaria con otro lenguaje el mismo plan- teamiento. Tras mostrar los vineulos del ser humano eon otras especies, Darwin y Hacckel no dudavian en referirse a Ja creatividad y al sentido de la belleza en plantas y animales, es decir, en estadios anteriores al puestro. Eso que lamamos arte no seria més que la culminacién cons- ciente de ese querer libre y organizador que ya se pondria de manifiesto en las mutaciones aaptaas al medio ovinculadas con Ia competenca sexual, en, por ejemplo, las plumas del pave real". Gercanee a Gowthe ya Schelling, Humboldt y Carus serin lo pi- eros en esbozar las pautas de la historia del paisaje al insistir, tanto en. la intima relacién entre persona y naturaleza, como en el reciente des~ cubrimiento de esa relacién en la pintura y la poesia paisajisticas. El autor de los Quadros en su prematuro «Reflejo del mundo exterior en Ia imaginacién del hombre» del tomo II de su Kosmos (1847) legara a dedicar eapitulos enteros a la historia de las descripeiones poéticas, ala pintura de paisaje y a las colecciones vegetales de los jardines Siguiendo a Schiller para la literatura ya Karl Otfried Maller para la plistia, plantearé que dificilmente en los antiguos podiamos encontrar Elsentimiento de la naturaleza que hallamos en los modernos*. Carus eras lin, fbn Agere 15 Cf. gra Charles agi, erento lin ea ae Sa en renetne Cordon, Elf Maid, 2051 pp 79-31 G2" John Murray, Loniie, 1871 2a} 16 Cee Ais Icbenfndamentl de Humor Gaerne dam dei fe Sia gue foewadoede al carla por Fncco Diss Quintero, en Madrid terest ics icc en sy 18502 tomon En toma, ran det "PENSAR LA MSTORULBEL PASE 19 repetira algo parecido, esto es, que, en tiempos de Montaigne, todavia tenia que nacer “el afortunado a quien la idea de belleza se le hiciera Visible y reconocible en Ia vida inconseiente del bosque y el eampo, del valle y la montai seria pintor”, , del aire y la luz>, aBadiendo que exe afortunado Muchos se han ocupado con detalle de estas cuestiones. Lo que de verdad me interesa aqui es comenzar mostrando que estos autores influiran radicalmente en tres de las cinco tradiciones contemporéneas, de estudios sobre el paisaje comentadas por Besse y parcialmente en las otras dos. En la tradicién (a), liderada por el historiador del arte Ernst Gom- brich, eabe recordar la reconocida relacién de la obra de éste con la his- toria de la cultura de Jacob Burckhardt. Como es sabido, el padre de la historia cultural, Burckhardt, no sélo leeré a Schelling y a Carus en su juventud, sino que escribiri su «Deseubrimiento de la belleza en el pai- saje> de La cultura del renainient en Italia bajo Ia influencia directa de Ale xander von Humboldt. El punto de vista que adoptaré Gombrich ‘muchos afios despues para hablar del paisaje no sera otro". “ 0 descripein del mundo fsio, del tomo ‘lela hisiorin del eRellejo del mun enters en la isnaginacion del hombre™, dl ome 1, Humboldt fomentari ls «gran divsion® contra ln que Tuchaban él lor dems lem bens de eri movimiento antctresinne. Bicn eatendida, In ¢Naturphlorophie> no slo Mleberiaexigr ceuparse tanto dl mundo como dela vision del mundo, sino tambien el so ‘de un eméfodo capre de superar a esiionyfundir las dos ener 17, Lainfluencin de Humboldt bre Carus walt Iveta en sus tn se, 1992, pps 126, 149,162, El texto ado aparece en lap. 227, Su admiacion por Goethe, especialmente sralacion can Schelling en Alain DaLscne, «Un motif chllingien,'L’Amne du Monde > tt Later uw, Pine sin che Cet Cate Cor,Premex Univestnices du Septentrion, Villenewe d'Aseq, 200%, pp. 125-144 18 Laleeture dels obra de Schelling por parte de Burchard aparece comentada en] artiulo «que el historia del arte Martin WARNRE, Jacob Burcthardt und Karl Marx em Hane Rudolf GUCCISUEHO (ed), Uneng Jk Burcad Zl Std, Shae, Basel und Berk, Manich, 1994, pp. 195-168 La invencla gencral del romanticime yl obrs de Goethe, Humboldt y Schelling sobre au pensamiento, ai como sv rechaso del hegelininmo, se omenta en Richard Franklin SIGURDSON, Jc Berar nc ond fail hugh, University of Toronto Pres, Toronto, 2004, pp. 47-52. Fl propio Burciherdt cits Humboldt como pede de ls iden de In novedad del paianje em Laclede eacnins ria, Escelicer Madeid, 194, p. 371, nota §86 (1. ed. Bales, 1860), Gombrich, em ou amoso atealo sobre «La teoria del arte renacentista y el nacimiento del paatismos Ooo fama, Debate, Madrid, 2000, pp. 107-121), slo lta a Burckhardt en la nots 18, De hecho, su 20 pataseewisrons La tradicion (b), abanderada por el gedgrafo cultural J. B. Jackson, fue fundada por Carl Sauer, que se encomendé a si mismo la tarea de mantener viva la geografia de Humboldt en Estados Unidos. Jackson tuvo tan en cuenta lo concreto como lo tenia Sauer, que fue su maestro, pero, en ambos casos, quizis a causa de la influencia del movimiento conserva- cionista liderado en el siglo x1x por G. P, Marsh, la distancia con Hum olde no resulta excesiva. Los americanos no sélo aceptan Ia relacién centre rigor cientifico y visidn sentida, sino que para estudiar el espacio consideran fundamental la perspectiva hist6rica y parten de un andlisis total capaz de abarcat el impacto del ser humano en el entorno. Quizé la diferencia mas grande entre ambos y la alemana es hho Ia total ausencia de mirada estética ~algo que sostiene Besse-, sino la sustitucion de la fe en el gran arte por el culto a lo cotidiano, al arte Jnumilde, que permite valorar la relacién del campesino con el entorno”. “Tambien algunos autores que comenta Besse en el apartado dedicado ala tradicién (o) estan relacionados con el planteamiento de Humboldt 1 Schelling. No me refiero a eeélogos y geomorfélogos como Bertrand Mercier, sino a autores que han cuestionado el excesivo objetivismo de éstos. Aunque toda la reflexién sobre el paisaje del ge6grafo Augustin Berque se inspira en la filosofia oriental, concretamente en la antropo- logia del paisaje de Tetsuro Watsuji, recientemente Berque ha aceptado Puropa ha habido algunor autores que le han precedido en su wdoa dele Sowa materiale y mecanieta deo natura. Aju cio, su teoria de la médiance no sélo seria una traduccion a clave espacial de la radical historicidad del ser planteada por Mastin Heidegger, sino ‘una especie de rehabilitacin de la «Naturphilosophie® alemana defen- dida por Goethe, Schelling y Humboldt™. Trlaion de amorfodi con el de Basle sls a vista, mis bien els biograia que dedicé TA Wrdr (Alinnse, Madi 1992) yon Trae tora d eee Ariel, Barelona, 1977, pp. 5-74. expecisment. pp. 25-98) 15. Sein, Bt Gctrvola dt eecvimiente ambiental y conscrvacionisa en Extados Unido yt telson de Gul Snuer com Humboldt, vse David LowENTia, Gage ri Mor Pt ‘Fomenson, University of Washington res, Seattle, 2000, pp. XV-XXIy 400 # 431 acm hens, The Menten. A Eun ie ond is Anercn dala, Oxford University Pica Onion, a607, p- 34h; David Ne LivinsTOn, The Genel din, pci te Hoy of Geel Etro, Blake, Oxford, 1992, pp. 294-303. Tambien ht rabajedo tobe ls influcnca de Humboldt en Estados Unidos Kent MATHEWSON, «Alerander Von ‘Hiettheld's image and Influence in North American Geogrephy, 1804-2004, en The Caapphia Rese, 96,8, 2006, pp 416-458. 20. Aabetie Dingus, «Gonmolaninypuinje moderna, en Javier MADERDELO (Ai., Fahy pon, ps 204-08. |. PENSAR LASTORA DBL PALE & Algo parecido ocurre en relacién con la tradicién (d), la de los feno- mendlogos. Resultaria ocioso demorarse subrayando la enorme deuda de Heidegger con Schelling, pues a su juicio el roméntieo fue de los pri~ meros que adivinaron el sustrato fundamental del ser del ente. De hecho, también la fenomenologia francesa liderada por Merleau-Ponty ha sabido recuperar la critica fundamental del idealismo objetivo a la filosofia europea moderna, esto es, ala escisién sujeto/objeto, planteando una nocién de la naturaleza de enorme influencia en ambitos como el del paisaje™ Por tiltimo, la tradicién (c), Ia de los paisajistas, arquitectos y artistas, es demasiado amplia, Se aglutina en la misma todo lo que tenga que ver con el proyecto cuando, de hecho, ese Ambito mereceria un estudio aparte. Sea como fuere, los nombres que cita Besse Richard Long 0 Hamish Fulton—remiten a una corriente muy conereta, Cuando hablan de sus obras o su concepeién del paisaje, los grandes promotores del land ar sugieren asociaciones tanto con las filosofias orientales como eon el pintoresquismo o el romanticismo™. Incluso en ocasiones han sido cali- ficados de salta a la vista hasta en los detalles. Par ejemplo, el rella cam al que Lang firma rus cartas esti compuesto de dos pies con dos ojos en las plantas (Fig. 5) {No lejos, como la ventana alberta, la veprecentacign de ese régimen eartesiano que la «Naturphilosophie® quiso euestionar? Y, ala inversa, {no es ese ojo integrado en unos pies que sienten y en un. enerpo que se eansa lo que, a su modo, Humboldt reclamaba para com~ pletar la visién del mundo y superar con sentimiento el «eientifismo> ‘materialista 0 abstracto? Més alla de las tradiciones estudiadas por Besse, también estin en deuda con los alemanes, la escuela italiana que de Rosario Assunto —muy influido por Schelling llega a Massimo Venturi Ferriolo, asi como la 21 Mereau-Pony cite» Schelling comma made ens esi Late. Not dcr du Cal Fronce, Seuil, Paris, 1995, cursos impartidos entre 1956 y 1960. Véase Luca Vanzaco, rnspi aibare: Medau-Ponty leone Schelling on Gree Mafia, e260 jee ee 22 Vene over Maeno, Nuss del pine jin cme ot, Fundacion Car Morgue Lnetote, 1996-9 8 22 pusascemisronn 6 Richard LONG, Sello estampado en una de sus entas, 2007 cespafiola que, tras florecer en el siglo X1X eon Giner de los Rios y los ins~ titucionistas lectores de Krause y Humboldt, evoluciona en el XX gracias a los trabajos de Hernandex-Pacheco, Manuel de Terén y Martinez de Pisén. No creo que haga falta detenerse en ellas. Lo que me interesa es insistir en que, aunque obviamente se han escrity otras historias del ps saje fera de esta fortisima eorsiente germana, y aunque, sin duda, tam~ bbién los que pertenccen a la misma han hecho aportaciones originales y novedosas, por su cardcter fundacional es a la luz de la misma y de sus compromisos no disciplinares sino filoséficos, desde donde se pueden revisar las historias del paisaje més recientes. Seria un error, teniendo en. cuenta su calado, pretender reducir los problemas de la historia del pai- saje a una lucha entre objetivistas y subjetivistas. De intentar hacerlo, ‘enseguida se descubriria que practicamente todos nos movemos en un ccrstorin anbiguo® For eso, me concentaréahora en establecer des le stoi de itor de p= ar pagina de Pte y Bese. Con 2 lnm. Wi net nner oaenemone jcertando ledisincon env dciplines que orate uteri lentiny alg de torpem part nproximacoas sbjclin delat eae: ee mimclssn migdofrmaconeey carrer Aa ely en os extadiono objets emeLSipecieliner en geogeatiahitvica como W. G. Hoakins, H. C. Darby o Michael ‘Witunne omotores dela trquolote el prj como BK. Roberts, 0 gegraonelta~ Sree Git Ser (el mactr de ackon). Entre on ubjetvtasencontrarinmos geé- cer eitnerudon cn logs come Appleton, historadre indepenlesien como S, Schama, Ponsan Ue som SEL PIE as son los problemas fundamentales de a corriente filoséfiea sefialada y qué ventaja tiene en relacién eon otros posibles planteamientos. IIL. Grfrica De LA HISTORIA GONTEMPLATIVA DEL PAISAJE Comenzaré con los problemas esenciales de la corriente idealista ger- ‘mana: la tendencia al trascendentalismo y la deriva hacia el esteticismo nihilista que ya subrayé Nietzsche y que todavia parece presente en ‘muchas historias del paisaje que se eseriben actualmente. IL, Historia trscendental odevota del paisaje Creo, sinceramente, que tanto Schopenhauer como Nietzsche estén en deuda con Schelling. La idea de la voluntad de ambos aparece ya prefi- gurada en el Panorama general del ileralur floséfca mds reciente (1797-1798) del mas viejo, panorama en el que se afirma que en tiltima instancia triticas histories del arte como W. J.T. Mitchell oJ. Barrell, o gedgrafoe coma D. Cosgrove. Aunque mesclar a Stuer con los objetvsasy« Appleton con fon subjtiii patee alg injusto,yplantene un equema semejante (objetva/ubjetivo) pase algo des fado, el geta de Whyte no catece de honestidad. Ya puesios, més que de bjeivmo ysub- {Jeivimo, de lo que ecabria hablar ex de las verienes materialist ideas del estat del ‘aj, Vne lan D.Witrre, «Objecineaproacher> & Subjective sppooches?, en Landen nd thoy me 1500, Reaktion Books, Landes, 2002, pp-15-25, ‘a4, Friedich von SCHELLING, Fotranageera dela err ili merece (1797-1798) tion de Vieente Serrano, Abada, Madrid, 2006, p. 107. La misma ides, que surgi una y te yer en sus obras posteriorer, proced del concepta de stutodeterminacion® de Kant 1 Fite. La diferencisinmenen, cl tlt ggtnterco que da Schelling com reapecto ton pre lecetores, conssteen que éstevislirbautodeterminaciony querer en a naturleen Ess lees la ecogeriny ls mejorarin Schopenhauer y Nietarhe 25 Arthur Scutorentiaben, «Schelling y los achelingianon®, en Bove dear, eicin de Franco Valp, Alianas, Madrid, 2008, p. 152 24 passe wisroR evo a la centralidad y sentido que {que si debe ser comentado. Me refi i aa para la misma tienen conceptos como el de «Espiritu», «Almay o ‘? Obviamente, la presencia de la idea de contemplacin en el vorabulario estético s¢ Femontaba a la Antigaedad y, como puede suponerse, procedia directs mente del ambito del mito y la religion. Ernst Cassirer, en su estudio del mito como forma de intuicién, sefiala un dato singular: la idea de ‘ que procede del latin cum-templum hace referencia al templum, es decir, al espacio acotado que ocupa el augur para observar 0 contemplar el cielo, con sus nubes y sus pijaros en movimiento, y extrscr de el un mensaje divino™. No es una casalided que em content: Jacién como estado de maravilla haya sido puesta en relacién con la Experiencia del paisoje por diferentes autores. Segim plantes Milani, {quizés en Grecia y Roma todavia no existia el pasaje como algo explicito A fin y al cabo, la palabra no habia aparecido~, pero sf de modo {.posan AnsTORA DEFAME 25 ‘ a través del eual contemplamos la belleza divina. Entroncando con esto y sabiendo de su interés por Platon y el plato- nismo, uno no puede dejar de proguntarse si In diferencia entre la natu- ralera mortal como simple «producto o natura naturata y la maravillosa 129, Vésse Rlfacle MILAN, Fond paige Biblioteca Nueve, Mads 2007, pp. 116. 30, Venue Wad Taunnsnr, rl Lat ena Madd, Aa, 1989, pp. 206-207 st Wh cpeinimente,Fidrich von SCHELUNO, #niroducein sl proyete de un stem de [lcs de la natacaleen> (799), en Eevee lari dee atresia ytenduceion de Arturo Leyte, Allan, Made, 1996, p. 13 132 Entre lor ftores que en Expat relaicnan ieaismo objetivo y pantetoma peta figura Simon Mancuan cls expesenca secs de ls nturalen on ves Maberonto i) ‘ig eto op. 2006, p. 25,0 wler ANNALDO, slniroduecténe, en Carl Guat ‘Cast, Cry ntans op. 1998. pp. 30-38. Sabre cl éxito de ln Teologia Natura en sleteientony season con la hitoria de a en, ae Federico Lovee Sivesran, ‘, en Jas «Naturalezas vivas> 0 en. las «leyes secretas>. Pero gvuelve a aparecer después? Como es sabido, Jacob Burkhardt fue uno de los pocos amigos de Nietasche. Fs de supo- ‘ner que, como él, el historiador suizo se mantendria en guardia ante ‘cualquier clase de animismo encubierto, No obstante, en «EI descubri- miento de la Belleza en el paisaje> de Lo cultura del renacmiento en Ilia (1867) encontramos pruebas que parecen refutar esta hipotesis. Sin duda, la relacién con los promotores de la es evi- dente. Para empezar, se admite que Humboldt es «el primero en busear fen todas las Literaturas los origenes y los progress del sentido pinto- rublime contemplative (Ronmpltiarhnn) Lo que Kant abi lsmado sublime mates teo®. 1. PONSA LA METORA EL PSE oF resco en Ia Naturaleza® y, aunque se insiste en que no fue “entera~ mente justo con Petrarca®, se comenta, como ya habia hecho aquél, la ‘muy contemplativa ascensi6n al Mont Ventoux del poeta de Arezzo, En segundo lugar, se adopta un planteamiento general que sucle ser obviado por los historiadores del arte y del paisaje, pero que encaja per- fectamente con el ideario de Humboldt: el capitulo sobre la belleza del Paisaje solo aparece después de otros dos apartados dedicados a la histo- ria de los grandes viajes y al avance de las eiencias naturales en el Rena~ cimiento, apartados que deberiamos recuperar en nuestras historias del paisaje pues rompen los limites entre los conocimientos objetivos> y subjetivos> a los que luego nos hemos acostumbrado. En tercer lugar, y éste es el problema, se recogen el vocabulario y los giros extiticos de sus predecesores, Por ejemplo, Burckhardt no dudara en afirmar que en los siglos oscuros ¢las razas germanas [...] estaban dotadas de cualidades innatas para comprender y amar la Naturaleza y el espiritu que en ella Si alguien tan poco sospechoso de beateria como Burckhardt insis- tia en estas ideas, gqué no pasaria con el resto? Como es sabido, la concepeién trascendental de la (e867), en La ‘ald escinino en li, oy p- 186. El propio Humboldt ya habia mencionado antes ‘ss necenaign em la nota del tomo Ide au Chaos, ck, 1858, Aunque,» decir endad fo ae expla ene ema ‘a4 Jecob Boonstannn, El descubrimiento.®, ofc 194,p. 185 85 Sobre al esto del idealism alemén en la fiosoftay la teologia dela Nueva Inglterea det siglo XIX hablo Philip Guna, «Reinvigorating a Faith, en Aner umeendetalom, A Foy, HiIl Wong, Nueve York, 2007, pp. 46-68, '36-Las iranian de Emilia PARDO BAPAN em i Mar Nature, Obo copa, xtc peli tar, notary préloga de Federica Stine de Robles, Aguilar, Madids 1947. p 442. Sobre el, Iruscendestaliems del Marquet de Vilaicionn, promotor de Ia primera ley de Pargues Nacionales en Espa: Pela 20st Fedevien Lover Stivesrat, -eLat norms see a paiaje como mirsda de epocs. Del proteccionimmo esteticsta al derecho wsiversl es spate y Argentinas, en Quinene, Uniersidad de Santiaga de Compostela, 2003, 2° 7, 137-155 28 Pause EHITOMA para el que el pasaje en suvariado manifestarse ”. Y, en Fran~ cia seguira presente gracias a un movimiento ecologista que, en autores como Michel Serres, raya lo mistico™, II. 2. Historia niilistao decadent del pisgje Como el trascendentalismo y el irracionalismo que emana de la 4 Vane Immanuel Kaw, «Del sco-teologio®, en Oi i diem pc 2003, § 8 +. posan a sTona om. PSE 29 hauer como Schelling intentaré encontrar pruebas de la existencia de ‘una fuerza primitiva en todas las cosas —€l la llama -, dedi- card bastantes piginas a denunciar el error fisico-teolégico"™. Sin embargo, frente a la modernidad manifiesta que encerraban las obras, de ambos, sus estéticas desvelan una clara dependencia de los valores del pasado. Siguiendo un esquema por escalones que recuerda los tipos de goces, de la'minica medienl y moderns, tanto Kant como Schopenbrart plantearén que es necesario discernir In contemplacién genuinamente estética, absolutamente desinteresada y falta de voluntad ~algo exclusiva~ mente humano-, de los placeres corporales o mundanos, volitivos € interesados —propios tanto de animales como de personas. Siuna sim- ple comida nos da placer corpors gracias al lavisién del mundo, el paissje, pl: . je, place bre juego de sentimiento, imaginacién y entendimiento. Hay quien sostiene que Kant se limits a afirmar que la experiencia estética genuina es aquella en la que no aparece implicada ninguna finalidad prictica, y que Nietasche no hieo sino repetir esa idea con otras pala~ bras'®, Pero, de ser esto cierto, épor qué este iltimo en Lagenealagia dela ‘moral nos obliga a clegir entre Kant y Stendhal? La verdad es que el de Kanigsberg hablo muy claramente de algo opuesto al agrado corporal. Hablo de *, y se preo- cupé de poner ejemplos «frios> y exclusivamente visuales para referirse a la belleza genuina eapaz de provocarlo: arabescos, dibujos sobre papel... Frente a eso, la pregunta de Nietzsche era sencilla, {realmente se puede pensar un desnudo o un paisaje sin tener en cuenta el placer interesado, olfativo, téctil 0 corporal?" Schopenhauer cometeré un error mayor que Kant, No tendra reparo en recuperar el lenguaje ascético, mistico y platénico pues, asu juicio, la experiencia estética nos coloca en otra dimensién, mas alla del espacio y el tiempo, permitiéndonos contemplar el mundo platénico de 48. Vease Artur SonoPsnnavrn, €A propésia dee teleslogia®, on El mindo come lie pron ad. Roberto R Aramayo, FEC fr z003, ome, sin. Roberto Arn, FOE eres Ma #00, ome 43 Venw Martin Hn1pk0088, La doctrinakatians de lo bello. Sa mal compres pase de Schopenbinuery de Nieaache>, en Natok ta Juan Lala Ver, Destino, Bor= {elona, 2000; tin, pp 108-15. {up Imimanel Kar, Ce dl drm, 2008, 85 {EF Vea Friedrich Nrerasous,«Tratdo teres ut sian loins sics?s Loews limon Alsnes, Madi 997, epecnente, pp 36-140 . 90 racase emSTORA las «Ideas. Lo que causa goce es precisamente ess «beatitud de la con- templacién abiilca>, ese colocarse fuera del interés y de la voluntad. El paisaje segtin Schopenhauer ya no sera simple ¢representacion>, sino territorio ensimismado, pura . Pero qué es esa pura “€Idea> colocada mis allé del espacio y el tiempo? Resumiendo la critica de Niewsche, nada. Nada porque no se da, La voluntad no es como un tren del que uno se pueda bajar cuando le apeterea. La voluntad es lo indeterminado. Hablar tanto objetiva como subjetivamente de Ideas 0 experiencias totalmente desinteresadas es, logica y ontol6gicamente, un sin sentido. Incluso la beatitud que se alcanza ante el paisaje es intere~ sada y voluntariosa: es, en primer lugar, estado de descanso, recreo del alma, «interés del torturado que eseapa a su tortura". Por qué Scho- penhauer se empefiaba entonees en valorar ese supuesto acceso a Ta Idea? Porque, como afirma Nietzsche, era un moralista, un asceta dis franado de fildsofo. Lo que queria era mostrar el dolor del mundo y los modos de zafarse del mismo. De ser cierta su teoria y valida su aetitud, Ia experiencia del paisaje seria una manera de lograrlo, de colocarse més allé de Ia voluntad durante unos instantes. Afortunadamente, el paisaje es algo mucho mis cereano. ‘Un pasaje de Valle-Inclan refleja a la perfeccton la asuncion en el arte y en la literatura de la concepeién schopenhaueriana del paisaje- Dice asi ‘¢Entonces senti lo que jamas habfa sentido. Bajo las tintas del ocaso estaba Ia tarde quieta, dormida, eterna. El color y la forma de las nubes ‘eran la evocacién de los momentos anteriores, ninguno habia pasado, todos se sumaban en el ikimo, Me senti anegado en la onds de un deleite fragante como las rosas, y gustoso come hidromiel. Mi vida y todas las vidas se deseomponian por volver a su primer instante, depuradas del ‘Tiempo. Tenia el eampo uns gracia matutina y bautismal™™ 46 Sehopenhaer seude ue idea de «Kontemplation® en Arthur SoHOFENHAUER,H mundo ee hata practi, opel 2003, tomo F840 y S41, y habla de #beatind de a fontemlacin abulien> en e840. yy Friedrich Nuereson, Loge de lmorlo.1997. B37 $2 Ramon det Vater IncLaw Le linjore maatlow, Exparn-Calpe, Madrid, 1948, pp. 79-80 CGapise sigue eieton de 1922) 1. PSNSAR LA STOR BSL PIE 3 Pero gy en la historia del paisaje? ¢Ha sufrido también ella la influencia del intelectualismo kantiano y del nihilismo schopenhaue- riano? Para contestar, me gustaria retomar de nuevo las paginas que Burckharde dedieé a «El descubrimiento de la belleza en el paisaje>. Ya vimos cémo la influencia de Humboldt y su trascendentalismo se mos- traba sin tapujos en algiin que otro pasaje de aquel capitulo. Sea como fuere, gencontramos también frases 0 comentarios que lo vineulen con cra oe hopes que it ly se acaba convirtiendo en literatura? Copiaré algunas lineas que parecen mostrarlo: . . 22 La Naturnlera puede interesar por motivos que nada tienen que ver eon. su estudio y conociméento [...]>. «Dante [...] efectiiaascensiones a clew- das montafas, sin que la finalidad perseguida pueda ser otra que la de sharear un dilatado horizonte>. «Petrarea stbe apreciar yx ln bellera de los ‘paises rocosos,distinguiendo siempre en cada paissje lo pintoresco de lo Stil [..]. Hacer alpinismo sin un fin conereto era algo inaudito>. «A, Petravea [.] gustale gozar de ésta [de la Naturaleze...], y esto es lo que cexplica su vida de anacoreta y de erudito en Vaucluse y en otros sitios, ast como sas escapadas fuera del mundo y del tiempo, «Motivos® distintos al *. Otros datos parecen ineidir en lo afortunado de esta interpretacién sehopen- haueriana de la historia del paisaje de Burckhardt. Por ejemplo, gpor qué Burckhardt acudié a un texto como el de Petrarea en el que se plan- tea explicitamente y al modo mistieo la contemplacién desde lo alto del ‘Mont Ventour como algo anterior y menos importante que la contempla~ 4a Jes Boncxnato, 46 debe dee Belles el pine dele Bla enel pine (6) en a i 0, Venue Werner ts Pith tc ll ones, Pale, Bacon, 1954 pei ‘mente, pp. 333-342. El dato se extrae de una Carta de Nietzsche « Gersdorft i ‘noviembre de 1870. oe ee 7 Yskse ewisronA cién agustiniana del interior de uno mismo, de nuestra propia Alma? (©, en el mismo sentido, gdénde esta en su libro la referencia al freseo de Ambrogio Lorenzetti del Palazzo Pubblico de Siena pintado entre 1338 y 1340 y que Baridon, Luginbithl o Milani, precedidos por Sereni, colocan ahora en los origenes del paisaje por haber sido pintado dos afios después del ascenso de Petrarea? Sabemos que Burckhardt habia estado en Siena. Sin embargo, el fresco no aparece ni mencionado. Esta omision probablemente se deba a que lo consideré poco paisajistico, es decir, poco auténomo, poco bello, poco ensimismado. Ahora bien, si, como digo, no debemos insistir en una idea del paisaje ensimismada y abstracta, sino en otra mds cercana, grealmente esté fuera de lugar comentar este tipo de obras? Es probable que Burckhardt las evitase en. un eapitulo como el del paisaje porque ya habia dedicado otros aparta~ dos al «Estado como Obra de Arte? y trataba de separar kantianamente la belleza . Pero su decisién también debia estar condicionada por las polémicas de le época con la escuela de historia politiea abanderada por Ranke. Frente al his- toricismo utilitarista y pragmatico, el historicismo culto, bello y aristo- cexitico® Hay, no obstante, datos en los propios comentarios de Burckhardt que sugieren la debilidad del proyecto kantiano y schopenhaueriano. Curioramente, tanto Petrarea como Fazio degli Uberti o Aeneas Sylvius, los descubridores de la belleza en el paisaje que menciona, son siempre geégrafos, cartégrafos 0 cosmégrafos, 4Dénde esté entonces la autono~ iia del paisaje bello y ensimismado? Mas ain, gpodria haber sido de ‘otro modo? {Cémo podrian haber deseubierto el valor y la belleza del paisaje estos hombres sin haberse fijado previamente en el territorio? En el mismo sentido, aunque Burckhardt insiste en el carécter contem- plativo de la gesta de Petrarca en el Mont Ventoux en 1336, sin embargo, porta datos que muestran que el italiano barajé la posibilidad de ascen~ der porque lo veia como un reto, como un juego. Lejos de suponerse el primero en realizar este tipo de haza‘ias, habia sido la lectura de wn pasaje de Tito Livio en el que el Rey Fikippo ascendia el Hemus lo que habia decidido a Petrarca a iniciar su escalada. {Es este dato algo margi- nal o, por el contrario, es ese instinto vital, esas ganas de sentir el espa- 51 Véave Fel Grusexr, Hig, Plitior Cult? Rfeton on Rk and Burcthon, Princeton Uni- seraty Press, Princeton, 1996. 1. PENSAR LATOR DEL PAE 33 cio, el aire puro, la victoria, lo que le empuja a iniciar la ascension. acompatiado de su hermano? Y, a la inversa, {no es la vejez y a envidia lo que expliea el deselén del pastor que se encuentra en el camino? No es que el pastor no quisiese subir, jes que ya lo habia intentado y no hi podido! Resulta significative que, cuando Burekhardt intent6 resumir la ten~ dencia fundamental de su vida, hablase de una enormen Durst nach Ans~ chauung, que se puede traducir como . La palabra ya no era Kontemplation, sino Anchauung. Digo que esto resulta significative porque luego manejaré las mismas palabras en relacién con su ™. mares II.g. Historia vitalist del poisaje De existir en estado puro, la historia trascendental o emersoniana del paisaje intentaria distinguir la cultura impia y “antipaisajera®, tosca e intrascendente, de la civilizacién piadosa y «paisajera®, capaz de hallar en el paisaje la comunién con Dios: historia deta del pisje. Si, por el eon- trario, nos propusiésemos dar forma a una historia schopenhaueriana del paisaje, ésta tenderia a discernir entre una cultura burguesa y “anti- paisgjera® incapaz de valorar el paisaje por exceso de interés y voluntad, yuna ascética y , para ser menos y hasta para morir un poco en sus brazos: histo- ria decadent del poioje. Sin duda, viendo cuadros y leyendo poesia, a veces da la impresién de que en Europa durante un siglo y medio el paisaje fue literalmente &secuestrado® por alguna de estas corrientes. Ahora bien, que conozcamos las ideas que promovieron su difusion no signi- fica que estemos obligados a compartirlas, no signifiea que la historia actual del paisaje esté obligada a adoptarlas y a ser escrita desde esos pre- supuestos. Del de Petrarea o de la idea del jardin brota otra posibilided. El lugar en el que se reunian los epietireos no era una academia en la ciudad, era un jardin a las afueras. El juego preferido por los jovenes no 52, Véaw Richard F. SIOURDSON, fsb Buchan. pc pp: 98-9 34 Pushin emSrORIA tenia lugar en un taller sino en el espacio abierto, consistia en correr y escalar, Como ellos, el Rey Filippo y Petrarea ascienden la montaiia para disfrutar del reto. Poco importa que se trate de ascensos reales Ge recuerdos literaturizados. El éxtasis contemplative que les embarga cen Ja cima no es una anulacién de su ser, ni un demorarse en Ja «Idea>, sino més bien un extraiio hermanamiento: un admirarse de la grandez= y la fuerza del mundo tesido de la felicidad de saberse a la altura, En el jardin 0 en el Kidico ascenso a una loma, la ‘experiencia del paisaje se convierte en sensual, interesada, corporal. Junto a la materia prima del mundo se necesita la mirada del sujeto, ‘pero eso no la convierte en una fe, en un objeto de vitrina, sino en algo ids préximo: segunda piel. ‘Ehistoriador que se ocupa de la misma puede y debe imponerse un arco de accién, unos criterios de seleccion y de distinein que le per mitan vislumbrar las diferentes miradas que se arrojan sobre él. Puede y debe plantear que cierto tipo de euadros o de vocabulario demuestran mayor © menor cercania a tal o cual sensibilidad, a determinada cosmo~ fania (Berque). Lo que no necesita es luchar contra el cuerpo, contra la finalidad o el interés. De la exclusién de la finalidad evidente o préctien de un paisaje no se extrac todavia que eso que queda carezea de finalidad flguna (Schiller; Nietssche; Mareuse). Como ha mostrado Mathie Kessler en un libro bello y ncecsario, el paitaje er nna experiencia, pero tuna experiencia corporal, fisica, interesada’®. El paisaje bello nos agrada, remite al bienestar, al cobijo, a la nutricion, ala sed ealmada promesa de felicidad. El paisae sublime nos reta, implica una lucha, un estar a la altura: estimulo para la vida. En ambos casos, hay familiaridad yroce, nada de miradas fins y distantes. Que a veces abarque lejanias no implica que guste de abstracciones. Esta sencilla idea deberia servir de ‘yacuna contra los trascendentalismos o los nihilismos, y de acicate para la redaccién de historias del paisaje més lidicas y sensuales. Obvia- mente, no debemos dejar de estudiar el gran arte del paisaje y su histo~ ria literaria, pietorica o cinematogrifica. Mas adelante se vera claro por qué digo esto y por qué todavia veo en ese arte la mas clara expresién de tsa relacién sensual y Kidica con el mundo. Sea como fuere, a su lado, se puede avanzar en otras kineas que me parecen ejemplares. 53, Veowe Mathicu KESSLER, Euiyjeyavomie Meaboots, Baeslons, 2009. 1. PENSAR son DEL PE 35 Contra la reduecién del paisaje a la ; es decir, estudio de los usos y valoraciones que del mismo hicieron personas concretas con objetivos coneretos. En este punto no se trata, creo, de convertir la historia del paisaje en simple apéndice de la historia social y politica, eayendo en la critica al elitismo elasista 0 al arte etnocéntrico tal y como plantearon R. Williams, J. Berger, J. Barrell o W. J. T. Mitchell —aunque leven razén, hay algo de recelo, tristeza y desengaiio en todos esos trabajos que estudian In mirada del ‘centro desde la periferia o la de los ricos desde Ia pobreza—. Se trata mas bien de superar la rabieta y de valorar la variedad, es decir, los modos de acercarse al entorno que, sin necesidad de proceder de la élite y sin demorarse en la abstraccién, muestran sin embargo mucho arte, mucho juego, mucha capacidad de adaptacién. Al proceder de este modo, quiz ‘no se insista tanto en el paisaje contemplativo. En todo caso, también se trata de paisajes: relaciones emotivas con el mundo, ‘Al menos eso piensan en Francia algunos profesores de la Escuela Nacional de Paisaje de Versalles que proponen ahora la historia del pai- saje ordinario, incluso del jardin oweriero potager, de los jardines margina— les, de los eaminos*, o, en Italia, el grupo Stalker, que recoge la actitud del flineury nos anima a redescubrir lo cotidiano, a explorar los marge- nes urbanos*; 0, en Inglaterra, Iain Sinclair que retoma el legado de Ia psicogeografia y la geografia radical y sustituye los parques y las grandes plazas del centro por los paisajes de la M-25, las callejas del Bast End y los poligonos industriales en su Londres orbta!®, En estos trabajos, la historia de la gran jardineria es sustituida por la historia de los espacios ordina- rios, hasta proletarios, en los que la gente no s6lo contempla, sino que también interviene, juega, planta, labora; y la historia de los grandes, paisajes pictdricos es convertida en historia de los paisajes viajados, recortidos, sudados... Contra los limites elaros entre el paisaje del via~ jero, el del naturalista y el del artista que propone Burckhardt: historia ‘pura o vital del pis. S54 Ch. Jandiner® en Lecomte, Pais) ENPV, n.© 9 & 10,7 «Cheminements> en Le ‘amet page, Pars, ENPV, n° 1. Lidean este movimiento Pierse Donadies y Jee. Mare Bear, enter otros. 155, Ven Francesca CARER, Willeafr, fl andar come pits ettca, Gunavo Ci, Barcelo, ‘2008; Federico L67e2 SILVEETRE (ed), Paani rete ates OGAC, Santiago de Com postela, 2007, 56 Sincinirprodujo una pelicula en DVD (Channel 4, Londres, 2002) yun libro: Iain S18 {CLAI, London ol Aether te M 25, Grant, Londres, 2008 36 Parawe eMsroRIA En el mismo sentido, mas allé de la reduccién del paisaje ala ¢abs- traceidn ocular®, la historia del paisaje con cinco sentidos que recla~ maba Lyotard”, Esa es la virtud fundamental de la labor desarrollada por Alain Corbin durante veinte aftos con obras fascinantes como: Le ‘Miasme et ia Jonquil. L'odora et Vimagiaire soil, XVIle-XIXe séles (Flammarion, Paris, 1982); Les lochesde la tere. Paysage sonore et culture sensible dans es compagnes au XIXe stde (Flammarion, Paris, 1994); Historien du sensible [entrevista con Gilles Heuré] (La Découverte, Paris, 2000); o €l menos interesantes homme danse paysage (Textuel, Paris, 2001). Y esto es también lo que, tnimenor median: propone jean_ Robert Pite en Goreme Hs toire et gographie d'une pasion (Fayard, Paris, 1991): historia sensual del paige TV. CRiTIGA DE LA HISTORIA DETERMINISTA DEL PAISAJE De la revision de los problemas o derivas de la corriente romantica no debe extraerse que la posicién del geomorfélogo o del eeélogo sea mejor. Para empezar, podria cuestionarse desde el punto de vista etimol6gico el uso del término paisaje que se hace en esos casos, ‘pues, como es sabido, al menos en las lenguas romanees la palabra que considero necesario rebabilitar y que, de hecho, muchos de los ¢herederos» de sus presupuestos han tratado de mantener con vida. Me zefiero a su concepeién, no estable, sino dinmica, de la naturaleza y el paisaje. Para que se entienda el valor de esa concepeién viva del mundo para los estu~ dios de historia del paisaje, debemos ponernos en contexto. 57 Jean-Frangois LYOTARD, #Seapeland®, en Reed Senos Hains, 203, 1988, pp. 39-48. 58 En castellano, de Corbin ye pred congaltarse sobre el texas eri dl. Ouse a nomen dele ple (1750-18)0), Mondor, Barcelona, 1988, Hferme ol manna Elofey ier glee RVUL-XIN, FCE, México, 1987 |. PENSAR LATOR DEL PARE 9 IV. 1, Laistora determinsta como «anthistoria> del paisa Ya he dicho que, en cierto modo, la y 159, Vene Wiliam M. TAYLOR, «Darwin at home, en Th wll na Nea he bl non neat in nonth-cnty Brain, Ashgate, Farnham (Surrey), 2004. pp. 204 y ax. Joachirn Wotscue-Butaant, «The Nationalization of Nature and the Noteraation of the German Nation; “Teutonic’ Trends in Early Twentieth-Century Landscape Design® y Gert, jena, «ldealogical Arpecs of Nature Garden Concepts in Late Prentieth-Centary Germany, ambos ex Note od lag. Notre! Gorn Dns nie Tach Cnty, Dumbarton Oaks, Washington, D.C., 1997. pp. 187-248. 38 Pusise EMIsTORA ‘.PENsue LA esTOMA DEL PASE 39 Z “El horizonte se ensanchaba. A un lado, la linea oscura y ondulada de los pinos de la Dehesa, que separa a Albufera del mar; Is selva casi virgen, f que se extiende leguaryleguas, donde pastan los torae ferocesyviven en la sombra los grandes reptiles, que muy pocos ven, pero de los que ae habla con terror durante las veladas. Al lado opuesto, Ia inmensa llanura de Ios arrozales perdiéndose en el horizonte por la parte de Sollana y Sueca confundiéndose com lat lejanas montatas. Al frente, los earrizaleseisletas que ocultaban el lago libre, y por entre los cuales deslizabase Ia barca, Inundiendo con Ia pros las plantas acuétieas, rozando su vela com las caias que avanzaban de lst orillas. Marafias de hierbas ocuras y gelatinosas ‘como viscosos tenticulos subjen hasta la superficie, ensedindose en la percha del barquero, y la vista sondesbs initilmente la vegetacidn sombria o>" ‘infects, en cuyo seno pululaban las bestias del barr Del mismo modo que las aguas infectas de la Albufera provocan ‘automiticamente> fascinacién y miedo, {no habra espacios genética~ mente encantadores para nuestra especie? A lo largo del siglo xX, los defensores de esta hipdtesis afloraron, tanto en ambitos especificos como el de los estudios sobre el paisaje o la belleza del cuerpo humano (J. Appleton; J. H. Langlois & L. A. Roggman), como en otros mis generales vineulados con la antropologia o la estética: la psicologia evo- +. William Dvr, Labohide Pullen Ket, 1859-60, Tate Gellery, Londres i Jutiva. la psicologia ambiental. la etologia, la sociobiologia y el condue- «Butterfly Aesthetics», y en 1886 otro sobre el «Falling in Love>"™, Las tismo (S. Pinker; R. Thornhill; D. Dutton). Para muchos de los nuevos preferencias por cierta belleza en las personas, el aprecio instintivo de ene eu ere eee ierlos paisajes [late for scenery], todos esos temas que actualmente recoge r y desarrolla la estética y Ia psicologia evolucionista, aparecen ya en los tensayos de Grant Allen, Su objetivo era «mostrar el origen puramente fisico del sentido de la bellezs, y su relacion con nuestra organizacion nervioss> en relacién con las esis de Darwin™ El arte y la literatura plasmarn en imagenes las mismas ideas, Lo <, on Eten deters Eis el ent ayo 61 Vee Grant ALLEN, itl etn of 187. p 2 Inet ais (849191), Ser, Barcelone, 19, pp 108-12 {G2 Evo eno que x platen en cataloged Diana DONALD y Jane Muno (els), Eos Fos 54. Vease Rendy THORNIULL, «Darwinian Aetthelicr®, en C. Cnawroxn y D, L. KREBS (hae Dursin, Metre Soecdth WA, Yale University Press, New ven, 2009. (cis) Handokof aera egy Lawrence Enbaaan, Mahesh (ND). 1998p Bas pee 40 Pare EMIsTORA ‘Sin duda, llevamos en nosotros una carga instintiva que no puede ser dejada de lado. Freud escribié mucho al respecto. En todo caso, lo que autores como Gordon G. Orians 0 Jay Appleton sostienen es que mis alld de unas pautas generales de conducta, hay un paisaje hecho a la medida de nuestra especie de manera que nuestras preferencias pueden ser medidas con precision de relojero'®. Orians llega a desarrollar un estudio cuantitativo en el que, entre otras cosas, se mide la variacién ‘media del mtimero de ramas en relacién con Ja altura en varias especies de arboles de la sabana africana para acotar las condiciones medias de vida de la especie humana en su origen y, a continuacion, determinar el perfil exacto del entorno humano ideal, ‘Aunque estas polémicas parecian superadas, recientemente otro autor ha recogido las tesis de Orians y del muy citado Jay Appleton, des- tacando en la defensa polémica y enconada de ideas cereanas. Con la publicacién de The Art Instinct: Beauty Pleasure ond Human Evolution (2008), Denis Dutton ha reabierto el debate al ambito general del arte y la cul- tura, mis allé de los foros especializados en paisaje. Su objetivo es dar ‘una respuesta supuestamente a las tesis sociologicas que defienden que el arte, la cultura y nuestra relacién con el entorno son construcciones sociales. Frente a este planteamiento, Dutton sos~ tiene que nuestro desco de belleza y nuestras formas artisticas estan fir- ‘memente anclados ex la evolticién, efectos seoundarios de nuestra ten dencias innatas a sobrevivir y reproducirnos, Una pintura cubista de Picasso no es mas misteriosa que la portada de Playboy, pues ambos son. productos culturales que hunden sus raices en conductas bioldgicas cexaltadas. Para defender su hipétesis de trabajo, Dutton parte del proyecto rea~ Tizado en los afios noventa por los artistas rusos Vitaly Komar y Alexan- der Melamid con ayuda de The Nation Institute and The Dia Foundation. Basin~ dose en encuestas masivas sobre preferencias estilisticas y cromiticas, Komary Melamid crearon una serie de obras ficticias que representaban Jos euadros €Mis Queridos> y de diez estados, 65, Vene Jey AreLeTON, TheLion of Lede, John Wiley & Sons, Hoboken (ND), 1975 (2.* TA rev. 1996). Te Posie Hobie, Departznent of Geography. University of Hull, Hu, “he Sydlum faa Annem Lande ne Ay University of Washington, ji, 2001, 665. Vene Condon G. ORIANS, «An ecological and evolutionary approach o landscape wes- theticao, cn Edmund C. Benning Rowell David Lowenthal (ee), Landcope Moning ond Tin, Allen & Uncn, Londres, 1986, pp. 9-25 1. PENSAR HISTORIA DEL PIE " 8. Konan & Maan, Algunos ejemplos de as Pop hoe Pesedes dcancteel eae ca qonéay dala nme i encode lonrecey lore entre otros, de Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, Kenia y China. Por ejemplo, en el preferido en los Estados Unidos aparecia un ago, hierba y algunos arboles, unos nitios y George Washington. Mien- tras, el mas odiado era un cuadro abstracto en tonos anaranjados (Fig. 8). Dejando al margen la ironia del proyecto ~esto es, sin entender absolu- tamente nada-, Dutton lo rescata porque, a su juicio, en casi todos los paises se daban unas coincidencias inereibles. Casi siempre, los cuadros ‘menos queridos eran abstractos y los més queridos paisajes. En resumen, en nse nse Be eel ie yeeducacién, la mayoria de la gente prefiere los paisajes eon agua, hierba, gia thalyelerenl” a ‘Segan Dutton, la teoria de la evolucién desempeiia un papel funda mental para explicar esa “increfble® coineidencia, Los paisajes que consideramos mas bellos serian aquellos vineulados con esa evolueién. 167, Vease Denis DUTTON, The rt Ton. Bey, eure ond Human Esti, Blooms iy, Peanwe and Human Esain, Bloomasbury Press, Londser, 2008, pp. 137 2 Pune nis Si preferimos esas praderas con rios o lagos, es porque ellas son las que contienen en potencia mas proteinas por kilémetro cuadrado, Recor- dando este dato «fundamental, las nuevas historias del paisaje y del arte deben concentrarse en estas cuestiones centrales y olvidarse de los sofisticados problemas textuales planteados, por ejemplo, por el poses- tructuralismo francés. La pintura abstracta, la musica atonal, la poesia aleatoria, Finnegans Wake y los readymades duchampianos son el fruto de creadores que han olvidado nuestras tendencias naturales, IV. 2. La historia del paisaje como historia dela libertad Consolidacién de un sistema necesario de representaciones a partir del cual resulta imposible encontrar salida o levantar el vuelo, todo lo que plantea este nuevo dogmatismo es de apariencia subjetiva—se habla de las preferencias de los sujetos-, pero de esencia objetiva. Si sus tesis fuesen ciertas, no habria historia del paisaje, sino repeticién efelica de preferencias semejantes. Por ejemplo, nuestra insistencia en el ideal bucélico seria no fruto de la influencia de elisicos como Horacio © ‘Virgilio, sino de ciertos gustos innatos que podrian rastrearse a lo largo de la historia del arte y Ia literatura, tanto en Oriente como en Ocei- dente, Sin embargo, hasta la experiencia cotidiana nos informa de lo contrario. Recuerdo los viajes que de nifio hacia con mi madre caste~ lana a Madrid. Recuerdo la emocién que la embargaba cuando al eru~ zar los Montes de Leén empezaba a ver los campos despejados, los cie~ los abiertos, los desiertos llanos... Recuerdo Ia incomprensién de mi padre gallego. Recuerdo cOmo «aprendi> a disfrutar de los campos ver~ des y los bosques de carballas... Cémo seré la relacién emotiva con el medio de un nifto nacido en la desértiea lanura de Mongolia? gCoin- cidivan cuantitativamente sus preferencias con aquellas que la psicologia evolutiva ha definido como canénicas partiendo de la sabana africana? La no sélo era consciente de la variedad de paisajes y paisanajes, sino del potencial de produccién de nuevos paisa Jesqie dbcrgamos tanto novotros como la propia natralra, De hecho, bien entendida, la identificacién con el mundo que proponian no era nds que eso. Como dijo Schelling, también el idealismo objetivo es 168. Véose Denis Durro, To Ait Int op. 2008, p- 205; 669, Fato ex, en resumen, la que encontramos en los libros de Jay Appleton ‘PENSAR MSTORLOEL PSE 43 genético, Pero es genético, no buscando arquetipos cerrados, universales y fijos, sino orientandose “hacia lo que devine y hacia lo vioo>, hacia esa fuerza original, juguetona, organizadora ¢ incondicionada gracias @ In cual el ser humano se reeonoce en el mundo”. Conviene repetir que, a pesar de su verborrea , esta filosofia se adelanté incluso a aquello que luego demostré la teoria de la evolucién: la ereati~ Vidad de lo vivo puesta de manifiesto en su capacidad de adaptacién”. El ser humano representa esa creatividad desplegada en su forma cons~ ciente. Desde esa perspectiva, cualquier propuesta dogmiatica que, como ahora el neodarwinismo, afirmase la obetivdad de alguna idea se recha~ zaba porque deshumanizaba, esto es, congelaba las mentes. En el fondo, se sabia que ”". Como sefala afortunadamente Schelling, no se trata de sustituir el dogmatismo ‘materialista por el dogmatismo espiritual de Fichte, Una filosofia de la libertad que no abarque lo que de determinacién hay en el mundo solo sirve para decorar estanterias. Se trata, mas bien, de evitar la de la especie, de sus gustos, sus pensamientos y sus acciones. Los padres de la historia del paisaje, Carus y Humboldt, no dijeron nada distinto. En las obras de Humboldt se pereibe, por ejemplo, el ‘mismo énfasis en la idea de libertad. Hasta tal punto es asi que Franco Farinelli considera el proyecto del alemén desde una éptiea politica. Los paisajes tropicales serian ejemplares para Humboldt porque mostrarian ‘una naturaleza libre y salvaje que en la vieja Europa ya no se podria 170. Vene Friedrich von SONELLING, Panorama, oct, 2008; p15. 71 Sihoy levintae le eabea, el propio Darwin se sentra traicionado por el neodarvinismo ‘Me limitare citar um comentario suyor #Eltetido del ellen depend evidemtcmente dela naturalean del esprita, con independencia de toda cuabidad rel en e objeto adi tad yt iden de lo que es ermose nies ian i inlierable®, Vere Charkes Ds, rgd feces (1859), Aliana, Maid, 2009, p. 281. El contesto determina, pero le Inver, plantas, animales, en gener todo loo tiene un margen de libertad Fre mae~ gee et elegans je ottdcd cael gue poe de io ena deformtcion del ‘iquelete del ehapi que nab siendo jira pars Hegar alae hoje i alte de lo ler St htt lor huetos te deforman, gedmo no vas eamblar algo tan efliero, tan poco dare ‘oreo uaa Sono en neti elena? Jessa Prati enesis a solani dele nadia de pitje manejada por Darvin yo Wdealnmne que le precedié en «Darwin and Landecape>, ‘en dal efte New Vr Ace of ics, 198, vo. 260, lsu Vitro Son cd Virion Ves, ray rope, pp. 85-100. ‘7a, Veawe Friedrich von SOHHLLING, Ponorams ec, 2006, P 132 4 Paase emisroRA encontrar. Frente a la sigida codificacién y estatismo del paisaje agrario y feudal europeo, la ejemplar libertad del paisaje americano, produc tiva, cambiante y, al tiempo, inspiradora para el también libre cienti- fico-artista. Precisamente porque ese poder feudal, que es méximo en. anura, se atenda en las alturas, se convertia la montafia alemana en la ‘€casa de la libertad, una especie de version doméstiea de los trépi- cos>”, La idea de la historia del paisaje que aparecia en Kosmos sélo podia proceder de la asuncién feliz -y no pesimista como ocurre con Schopenhauer de esa idea de libertad y de ese eterno devenir de las, cosas, Sila teoria es el reino del concepto y la determinacién, €La naturaleas es el reina de la libertad, y para pintar vivamente las con ceepciones y los goces que de su profunda contemplacién emanan, seria por lo tanto preciso que el pensamiento humane pudiese revestir, am~ bien libremente, las formas y In elevacion de lenguaje dignas de In gran ‘deza y la majestad de In ereacion>”*. Con su teoria de la compensacién Joachim Ritter seré el encargado de iniciar la recuperacién contemporénea del paisaje y para ello reco gerd la tradicién romantica de Schelling, Carus y Humboldt. Aunque, como ha sefalado Habermas, se percibe algo nostélgico y hasta retr6- grado en las palabras de aquel que se conforma con superar la alienacion contemporinea en momentos tan breves como los que dedicamos a la contemplacién, al arte o al paisaje, hay un aspecto de la eoria de Ritter que le sigue dando actualidad. Sencillamente, que de la que decide salir a la naturaleza ”? 173. Vea Franco Fanti, don de Humboldt el concepto de priajer, en Grara ei- neti, Biblioteca Nera, Madsid, 2009, pp. 43 8 ‘14 Vewe Alesander von HowsO107, Como 185. tomo I, pp. 17-18, 475 Le inlucncia del cortente de Schelling, Humboldt y Carus en Rrter se pone de mani fest en los pases que ese limo les deca en Lande (1962). De eta obra manejo Ta buena edisin frances ticlada Page Fncton de ethtiie dana sx mode, Trp smeur, Besangon, 1997, con introducciones de Philippe Nye y Venturi Ferriolo Ritter « ‘lor rominticos en tantar pings que resus aiono enumeraras. Los verte de Seiler Tor ‘nenciona en a agin 75. ‘Pensa LA WsTORUAOEL AEE 45 Salvando las distancias, algo relativamente cereano es lo que se pro- pone recientemente en In introduceién de La mowne, libro de concep- tos sobre el paisaje editado por Augustin Berque y firmado por algunos de los mis interesantes te6ricos franceses especislizados en el tema. En el primer tomo se puede leer: EL paisaje es una relaci siempre movil. Méril, no tanto porque en ele produscan continuamentedivensoe cambios fico, sino porque nose trata de-un objeto estétic, exstente en sf. El patafe mace de una dingmiea en la «que, mediante un continuo «desplzamiento®, ac lian el que perebe yo percbido [1], pudiendo hablar de una dable end paral nouns” Greo que pocas obras de arte contemporaneas resumen este plantea- miento con la claridad conceptual que se halla en los jardines de Gilles Clement autor de una teoria del jardin en movimiento”. Aunque no medien palabra, sus espacios son la mejor explieacién de esta idea de libertad, pues su objetivo consiste precisamente en mostrar Ja natura nturans la creatividad y el movimiento propios de la naturaleza (fig. 9) Por otra parte, desde Ia perspectiva de los estudios histéricos, Jean= Robert Pitte mantendré la misma hipétesis al definir el paisaje como un. acto de libertad y al aSadir que si hay algim término que le venga ‘mal a la historia del paisaje, sin duda ése es el de 'eterno’>”, En efecto, esto vale tanto para el territorio en su “corporalidad> cambiante, como para nuestra representacién del mismo en su mutante. ‘Cuando el neodarwinismo trata de congelar la historia, intenta cuestio- nar el arte y se une al marketing para explicar como crear ambientes universalmente atractivos que hagan erecer las ventas”, la historia del paisaje debe convertirse no en aliciente, sino en correctivo contra la banalizacién y la eosificaci6n del mundo, haciendo énfasis en la muta~ Dilidad de las cosas y en la capacidad de adaptacién de lo vivo. 76 Vénve Augustin Bengt (ed. lanoudnc soled Architecture de La Vllete, Peis, 1999, pp 40-4, la traduccion ex mia. Ee fren el doble dinamiamo explien que aon antes Ber {fue ya hubiese embettido contra el determninisio neodarwinisia del que he hablade, ‘Vea las ritens 4 Ovlans en Augustin BERGUE, Mains, oc, 1990, PP: 70-73 17 Veave Gilles Cols, Le Jrdnen mown del lice Jo pare, Sens Tonka, Pass 12007 ("ed 1993, varus veces evan). 78 Vea Jean Robert Prive, Htoredu pg Fara. a. pp- 22 14, reapectivament, 19, Vease Gad Saab, The slong Baw of Common, Lawrence Erlbautn, Londres, 2007, 6 use wisroma 9. Gilles Clément en su jardin de la Valleé, en la Creuse Al respecto, considero en primer lugar acertada la linea de predefinido y congelado. Frente a ello, procede como la naturaleza —nature naturans—, es decit, con libertad, retoreiéndolos, cambiindolos... Es asi, desde la subjetividad personal que recoge lo que de creativo hay en la subjetividad natural, como debe entenderse el gran arte del paisaje. Hay dos modos de eseribir esta gran historia del paigje. Uno, el de Ernst Gombrich o Alain Roger, insiste en la fuerza del patrén 0 el exquema como forjador de miradas y, sin duda, resulta sociolégicamente ilustrativo. El otro, el de Raffacle Milani 0 Javier Maderuelo, se recrea en la presentacién de las ideas y las formas de aquellos que lo descubren y lo redescubren. A pesar de su caracter descriptivo, la segunda es mas acertada. Roger dedies bellas pero equi- vvocadas paginas a reducir el esquematismo kantiano ~es decir, la fuerza creativa e imaginativa del sujeto~, a un arsenal de esquemas estables crea~ dos por el arte y cosificados por la cultura: una especie de "*, Al hacerlo, probablemente olvidé aquello que en su dia lo atrajo hacia exte Ambito: olvidé que el poisoje so es interpretable al hilo desuley de movi riento, no mediante invariants. En cuarto lugar, historia ttl del poise. Si, como sugieren Schelling y Clé- ment, el paisaje del arte sélo descubre algo que ya esta en la naturaleza, la historia total del paisaje debe incluir a la naturaleza como primer artifice del paisaje. La unidad de andlisis siempre vend determinada por el ser humano, por su mirada: ¢s ella la que acota esos conjuntos que llamamos paisajes y sin ella no es posible la historia del paisaje. En todo caso, en su materia prima, en las montafias, los campos y los arboles, ya se podré encontrar, no un motivo de inspiracién, sino auténtico arte, la vida que sale adelante. No encuentro demasiados autores que hayan comenzado explorar sus posibilidades. Quiza, sélo Goethe, Humboldt y Carus. ge Jvier MADERUELO y Maria Luan ManTin 8 ARGILA, Laci cl a conempo- ti CDAN, Huesea, 2008, £84, Vent Alin ROGER, Nat! poy Baal fntion dart Auber, Pars, 1978, |. PENSARLA MSTORUABELPASAE 49 Binuiocraria AA.WV.., Le Paysage normand danslalitratue et dans Var, PUP, Paris, 1978. 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Eleoneplo hobitualmenteemplcade de paises trdiioneles sure, de hecho, unaeferencia findomen tolente un deal ena ontinu dl pase antes dl silo int profs transforma clones «paride, Eta ponencia ertca lid de pine tradicional yeaa sobre lo iportancia de una instigacn de ago plas htc sabre el pose InTRopUGCION La figura 1 es un ejemplo de la idea de que las transformaciones recientes, y actuales del paisaje europeo son mas 0 menos inieas. Las dindmicas actuales se presentan como opuestas a un paisaje “tradicional>, el cual parece no s6lo mas estable, sino también menos conflietive que el de nuestros dias. Este grafico muestra un desarrollo mas o menos lineal, en el que la influencia humana erece y la diversidad paisajistica y la biodi- versidad erecen con ella, alcanzando un maximo alrededor de 1900. Entre los ecologistas holandeses, por ejemplo. hay una larga tradicion 54 Paice srons Pie ins | Rei 2000 a.¢-} 1 . 7} Paige agricola nancial | ies 1000 ac. [Prine wot ta iad Mela + | aj moe Ttinrme 8 | smignn ree G69. s00040.l wooxe | : utes Delran | so004.0.} ——— 1. Eyolucion del paisnjey la agriculture y los efectos sobre la diversidad de I flora a To largo del tiempo (segun Stannersand Bordeaus, 1995, Vosand Meckes, 1999) Tueater ML Praechin st: (2007), Hehe elfen ond mdi opicllnde, a B Perel ata edn), Eos ong lune, KNNV. Ze, P22, detras de grificos como éste. Ya en los anos 1930, el ecologista Victor ‘Westhoff, una figura clave en Is historia holandesa de la conservacién de la naturaleza, establecié una diferencia entre las primitivas actividades humanas, que enriquecfan Ia naturaleza, y las influencias humanas recientes, que reducen la diversidad. La idea de paisajes tradicionales era también el principio que yacia tras los mapas de paisajes rurales en Europa, como el mapa de asenta~ mientos rurales del gedgrafo francés René Lebeau’ (fig. 2) y el mapa de paisajes culturales del arquitecto holandés Johan Meus" (que utilizé el mapa de Lebeau: como una de sus fuentes principales). Ambos mapas se basan en anteriores clasificaciones en tres grupos, que pueden encon- trarse, por ejemplo, en el gran manual de G.T. Smith*: los campos 1 Rene Lane agmdoptrs ais sendy Maan, P99 2 FRA‘ banun tp Wauans,Me].Vaoon, capital lndnapes a Barope and So A Tr elope tide sarge 5 Sa ee deh tay Weegee boo Engen, Lends / Se CGcopphia or mead S90), 2. pusAs EURoPEDsCONTMUIOA RANSFORMACIONES 55 CB eat nace germane Sieger 2 geen © Stisicttgstaia. i serene a fe] Ste pomi [Ey Mont ie abiertos (openfields), los amplios terrenos productores de cereales, [2] , paisaje de pequefos terrenos eereados, que fueron caracteristicos de las ronas limitrofes del oeste europeo (de ahi, el nombre alternativo de sistema Atléntico>) y [3] los paisajes medite- rréneos, un complejo grupo de paisajes, algunos de los cuales estin, de hecho, muy cercanos 2 los otros tipos. A menudo, se considera que estos mapas estructuran de manera muy estable, casi intemporal, las diferencias en el paisaje europeo. Este sentimiento de estabilidad es también bastante comprensible. Quien viaja en un tren répido desde Paris al oeste de Francia no podré por menos que reconocer el casi repentino cambio al pasar por el mar~ cado borde entre dos paisajes de aspecto antiguo: de los enormes cam- pos de cereales de la cuenca de Paris, los campos abiertos con sus gran- des pueblos nucleados escondidos en los valles fluviales a los pequetios paisajes encerrados de los asi Ilamados bocages (de hecho, un nombre no muy afortunado, pues su sentido original es el de un paisaje de bos- ques). Aunque muchos pueblos y aldeas tienen aqui pequefos campos abiertos, la imagen preponderante es la de un paisaje mucho mas indi~ vidualizado, en el que los agricultores que viven en las granjas dispersas tienen todos sus campos cerrados con setos o con muros de piedra seca, Esta es, quizé, todavia la divisién paisajistiea més fascinante de Europa, 56 Purse emsroRA incluso aunque esta divisién sea quizé mucho més fuerte que en perio- dos medievales. En la temprana Edad Media, estos paisajes tendrian un aspecto menos diferente el uno del otro. El ecologista belga Mare Antrop (1997) definis el paisaje tradicional de la siguiente manera: Los paige tradiionales se pueden definircomo aquellos que tienen una estructura definiday reonocible qu ela as clare reaciones gue hay entre los elements que lo componen,y qu nen un significado para fos valores naturales, eulturales o etlicas.[..] Se trata dees pages con una largo historia qué evlucionaron lento mente donde se necetaron silo para formar una estructura caracertica que reljara una integracin armoniosa de elements abides, bisticosy culturales. Ora defini- ci6n, algo mas corta, es la empleada en un proyecto de investigacién en Galicia: Los paisajesagrorios radicionales son los anteriores l perio industrial que siguenconservondo rxgoscaracteriticos de sus tempos ma antiguas. Definiciones como estas dos suponen que los paisajes tradicionales cambiaban despacio y gradualmente. Estas definiciones sugieren tam~ bién que esos paisajes eran desarrollos locales, principalmente confor- ‘mados por comunidades locales que se adaptaban al entorno fisico. Simplifican, igualmente, la discusién sobre e] futuro del paisaje @ una tleccién entre, por una parte, un mayor desarrollo de un paisaje dina mico, 0, por otra, la conservacién de los restos de los «paisajes tradi- cionales> Fn mi opinién, estas ideas ofrecen una visién sumamente incom- pleta de las complejidades de las historias de los paisajes. No se trata sélo de una escritura historica incompleta; es la eseritura de una histo~ ria deseada, Ademas, esta visién de un desarrollo gradual, lineal hasta Alegar a una especie de climax del paisaje en el periodo de alrededor de 1900 es, de hecho, ahistérico y priva a los paisajes de su historia. ‘A continuacién, haré primero unas observaciones sobre el término . Después presentaré unas pocas Iineas sobre la historia del pai- saje de Europa para mostrar sus grandes dinamicas. El resto de la ponen~ cia est estructurado en tres tesis, que elaboran més este punto, mostraré las desventajas de la expresion . Por una parte, “paisaje> es un término que muchos de nosotros empleamos en su sentido cotidiano. Por otra parte, existe una confu- sion y una diseusién continua respecto al significado del término, Para resumir esta discusién lo mas brevemente posible, destacaré dos signi- ficados como esenciales. El primero es el significado medieval de un paisaje en cuanto territorio, con las instituciones que lo gobiernan y lo igen. Ente significado puede encontrarse todavia, po eemplo, en la regidn holandesa de Drenthe, llamada el «viejo paisaje>. También varios territorios de las antiguas Indias Orientales Holandesas, que estaban sujetas aun gobierno indirecto, se conocian como . En. v1 dcbido momenta, no aslo la pintore, sino tanbien ra propia ‘objeto empexs a conocerse como paisaje. Los pintores holandeses reintrodujeron la palabra paisaje en la lengua inglesa, donde la palabra, sin embargo, tuvo un significado més visual que en el continente. Las definiciones visuales hicieron del paisaje una composicién que se lleva a cabo en Ia propia mente. Con estas definiciones, sin observadores no hay paisaje En Francia, los dos diferentes signifieados corsesponden mas 0 ‘menos a las palabras pays y pgsoge. En la mayoria del noroeste europeo, sin embargo, la palabra paisaje cubre ambos significados, lo mismo que sucede con la palabra eslava frgjina, Asi pues, por una parte, el paisaje es una experiencia estética, algo que miramos, una composicién que estd en nuestra mente, una imagen 58 PusweensroRA formada por sighos de eulinra europea. Una pintura del pintor holan- ds del siglo xv11 Hobbema (fig. 3) muestra hasta qué punto nuestra ‘manera de mirar el paisaje estéinfluenciada por la invencién de la pers- pectiva lineal, Este paisa visual es Ia base para las investigaciones de los hhistoriadores del arte, de los socidlogos y los psicélogos del paisaje. Pero el paisaje es también el territorio en el que vivimos, el paisaje con sus edificios histéricos, sus estructuras agrarias, sus pueblos, sus caminos y sus elementos arqueolégicos. Este es un paisaje que no sélo podemos mirar sino que también podemos investigar y utilizar como una plataforma para nuestras actividades. Este ha sido también objeto de investigaciones histérieas. En la presente ponencia, me centraré en este tipo de historia, que tiene también una larga tradicion. En esta clase de investigaciones destacan dos tradiciones. La pri- mera la forjaron, durante los primeros tres cuartos del siglo XX, ge6~ grafos alemanes interesados en el desarrollo hist6rico de los modelos de asentamiento y de las distribuciones de los campos. Gran parte de esta obra, que tuvo su apogeo en los primeros afios de 1960, esta ahora 2. sas unareoscOMTUIOAD RANSFORNACINES 59 casi olvidada, sin embargo, como considero que sigue siendo relevante para la planificaeién paisajistica actual, yo nunea dejo de estudiar a estos autores El segundo grupo de estudios se centraba realmente en el paisaje. Un ejemplo temprano es el del italiano, historiador del arte, Sereni, que tenia influencias del historiador francés Mare Bloch. Pero mien~ tras Bloch estaba prineipalmente interesado en las estructuras agrarias, Sereni consideré también el paisaje historico visible. Otra figura clave es la del historiador inglés William G. Hoskins. En su famoso libro The making ofthe Enlsh landscape se centra realmente en el paisaje. Empezando por un interés estético y, a menudo, considerado romantico por el pai~ saje, se propuso explicar los rasgos del paisaje fisico hecho por el hom- bre: el paisaje de los caminos serpenteantes, cereas y campos, granjas y pueblos. Para mi, éste es un libro muy especial, pues me result6 tan sugerente durante la carrera que me Ilev6 a especializarme en este tipo de investigaciones Fate libro inspiré también a otros. La obra de Jean-Robert Pitte sobre la historia del paisaje francés es un ejemplo®. En las Islas Britini~ cas, un amplio grupo de arquedlogos, historiadores, ete., —tanto pro- fesionales como aficionados— siguen los pasos de Hoskins, En un reciente libro, Ideas of landscape’, el arquedlogo Matthew Johnson se dis- tancia en muchos puntos de él, pero, al mismo tiempo, nunca niega que le haya sevvido de inspiracién. UNA BREVE HISTORIA DEL PAISAJE DE EUROPA Los paisajes son fendmenos complejos, pero intentaré sistematizar un poco empezando por los factores que hay detrés del cambio. La figura 4 muestra cinco grupos de factores, que pueden clasificarse en una serie que vaya desde las fuerzas del cambio hasta las fuerzas de la estabilidad. ‘Aun lado estin los factores de estabilidad, como la geografia fisica y las estructuras paisajisticas existentes. Por ejemplo, es muy dificil cambiar 5 William Geonge HOSKINS, The malngfth Ena lndeape, Moulder & Stoughton, Lendves 1955. 6 Jean-Robere Prove, Hire dy pg fan (2 vole), 1. Le med Pia fei 2, Le ‘fn d 16s dng. Tallandier, Pris, 1983, Cae ed). 7 Matthew JOHNSON, lta eflndpe, Blachvell, Malden, 2007, 60 PASE E MSTORA FUERZAS ee _— DE CAMBIO Seca copa) fae FUERZAS DE ESTABILIDAD, 4. Cinco grupos de factores. la distribucién de las calles de una ciudad. Un modelo podria ser mi ciudad natal de Utreeh, donde todavia ve puede dar un paseo por la ciudad con el mapa que el eartégrafo Jacob van Deventer realiz6 hacia 1960 (fig. g; el mapa pertenece a una gran serie de mapas de ciudades de los Paises Bajos mandados elaborar por el rey espaol Felipe II, que yaera consciente entonces de que los Paises Bajos podrian erearle algu- hos problemas en un futuro prdximo). [Los cambios graduales tienen lugar por medio de un enorme miimero de pequetias acciones individuales. Por cualquier razén per- ‘manecen visibles unas poeas estructuras. Nosotros tenemos que inten~ tar entender el cambio, pero tan importante como eso es entender por {qué sobreviven algunas estructuras. Esa resistencia, esa eapacidad de los ppaisajes de resistir al cambio es la raz6n principal por la que los paisajes que nos rodean contienen tanta historia. Por otro lado, Ia presién de la poblacién ha sido un factor suma~ ‘mente importante como causa del eambio del paisaje. El geografo inglés David Grigg! hizo una revisién sistemitiea de los efectos de la presién de 18 David B. Gntoo, Pifultin goat oad prions: andr ercti, Carrie University Prem (Cambridge Geographical Stier 13), Cambridge, 1980. 2. RIAA EUROPEDS,CONTMUIDAD TRAMSFORAACIONES or 5. Utrech, Mapa de Jacob van Deventer, ca, 1560. Fotografia néres en Ia actualidad. la poblacién. Desde su punto de vista, el crecimiento de la poblacion en una sociedad preindustrial llevaria a un ereeimiento de la produccién, agraria por medio de la incorporacién de nuevos terrenos, la especiali- zacién, las nuevas variedades, cosechas més productivas y la reduccién del barbecho. Otro efeeto es el erecimiento de ocupaciones no agrarias. La migracién y el control de Ia natalidad son mecanismos que disminu- yen la presion de la poblacion. Es interesante sefialar que algunos de estos desarrollos, en particular la especializacién, el crecimiento de las ‘ocupaciones no agrarias y la migracién a Ins ciudades apuntan hacia una mayor integracién econémica. También es interesante que algunos de estos efectos tengan una influencia directa en el paisaje. Esto es particu~ larmente cierto para las incorporaciones de nuevos terrenos, pero tam- bbign para la especializacién agraria y el crecimiento de las ciudades. La figura 6 muestra periodos de erceimiento y periodos de estancamiento ©, incluso, de declive La figura 7 muestra cambios que sélo pueden describirse como radicales: cambios en el uso del terreno que representan transforma- ciones del paisaje europeo y que estin fuertemente relacionados con periodos de crecimiento © descenso de la poblacién. El final del periodo romano muestra un fuerte descenso de la misma, que estuvo 62 Patsase€wsroRA 1 FLUCTUACIONES EGONOMICAS ¥ DEMOGRAFIGAS Pomacié rusomea(Liv1-Bace®) 360 zs Fade 250 crecimiento e integracién a 20 (eperiodos é formativos>) = 150 100 0 ° Lev ° G90) 1000” Ye 1900 17100 1900 Ato T,Feriodos de recimiento, ealancamlentoy deeive wo Ter abe Lp Rasbetho, te = _ al a. |. a Le ae oo 7 7 Explotacién de la superficie (%) 7. Usilizacién del terreno en Alemania (sigos Vital 2) 2. sass UnOPEDs.CONTIIDADY TRANSFORMACINES 63 acompafiado del abandono de las tierras y la reaparicion de bosques Después de esto, comenzé un largo periodo de crecimiento, que se aceles6 en Jos siglos x y x1. En el siglo x1v, una combinacion de epide- 1ias y otras causas llevaron a un eatastréfieo descenso de la poblacién y, por tanto, a una crisis agraria. A una lenta recuperacién le sigui6, en el asi denominado «largo siglo xvi>, un periodo de prosperidad para los agricultores. Después, otra crisis en los aos centrales del siglo XVII, para venir luego otro periodo de crecimiento un siglo mas tarde. De este modo, los paisajes han ido cambiando mucho y, de hecho, este continuo cambio es lo que a mi me interesa. Podemos imaginar que algunos periodos, en particular el del siglo x al xtv, el largo siglo XVLy el periodo de mediados del siglo xvrtt en adelante se han caraete- rieado por muchos de los procesos que acabo de mencionar. En gran parte de la Europa Central, la colonizacién, la incorporacién de nue- vas tierrasy la urbanizacién tuvieron lugar a gran eseala. Por otra parte, el periodo del siglo x1v y principios del Xv fue una época de pérdida de poblacién y de extensificacién y abandono. Por supuesto, la situacion mostraba grandes diferencias regionales, pero esta cronologia -tal ‘como propusieron en obras pioneras Abel” y Sicher van Bath" puede seguir sirviendo de marco para la historia del paisaje rural europeo. ‘Veamos mas de cerea tres de estos periodos Lala Edad Media En varias zonas de Europa, el periodo desde el siglo x hasta comienzos del xtv fue, quiza, el periodo principal de formacion del paisaje. El pai- saje en Europa central sufrié ina transformacién radical en pocos siglos, cuando el noroeste europeo expande sus limites y los pobladores de estas regiones colonizan regiones que estaban, al menos en la mayo- ria de los casos, poco pobladas. Una primera oleada de colonos se tras- Jado desde Inglaterra a Irlanda; desde Francia hubo movimientos en direccién al sur para cubrir los espacios abiertos en los territorios eon- quistados a los musulmanes, y desde las tierras germanas, los movimien- tos fueron en direccién hacia el este, siguiendo rutas a través de las ‘marismas costeras y de las cordilleras, evitando las tiervas bajas, mucho 9 Wilhelm Asst, Agorsian and Agarkojlturin Mila am 19. bisun 19. Jaihunder, Pate. Berlin, 1935, 10 Sticitn van Bart, Te rine of Moen Euap, AD. 500-1850, Arnold, Londres 1963, 64 Passe misroma 8. Dos ejemplos de cindades de colonizacion, iis pobladas. Los colonos que se trasladaron hacia el este y hacia el sur se mezclaron répidamente con la poblacién autéctona, pero los germa~ nos mantuvieron su propio lenguaje y su identidad y ampliavon el mosaico étnico que caracteriz6 a la Europa del este hasta la Segunda Guerra Mundial y, en algunas regiones, incluso durante més tiempo. Uno de los resultados tipicos de In colonizacién a gran escala y par- cialmente planifieada de este periodo son las ciudades de colonizacion (fig. 8). Es interesante ver cémo algunos tipos de asentamientos tuvie- ron lugar por toda Europa. Igualmente, se fandaron un gran mimero de ciudades. Por primera vez desde Ia época romana, la Europa Central y Occidental se caracteriz6 por las ciudades. La especializacion estaba menos marcada que en periodos posterio- res, pero algunas regiones ya tuvieron que estar especializadas en la eria de animales de granja o el vino y su cultivo durante este periodo. El paisaje més tipico del siglo x111 en Europa tuvo que ser el de los campos abiertos (oper fields], las regiones de produccién intensiva de cereal caracterizadas por paisajes muy abiertos, sin setos ni cercas visibles. Los campos abiertos empezaron siendo pequeias éreas de cultivo perma~ nente, probablemente hacia el siglo 1X 0 X, pero se agrandaron enor~ ‘memente cuando el répido crecimiento dela poblacion se hizo cada vex mis dependiente del grano. La baja Edad Medio A esta colonizacion le siguié casi inmediatamente el colapso del periodo de crisis. El siglo XIV y los prineipios del XV, tras el deseenso de poblacién debido a la malas cosechas y a las epidemias (la «Muerte Negra®), fue un periodo en el que las tierras de cultivo se convirtieron en praderas y las praderas en bosques cuando se abandonaron cientos 2. RASS UnOPEDS CONTUIOAD TRANSFORMACIONES 65 de asentamientos. Los agricultores que quedaban tenian, habitual mente, més tierras que antes. En particular, en regiones montaiiosas, decrecié drésticamente el niimero de pobladores y algunas de ellas no se han recuperado hasta la aetualidad. Fue una transformacién radical. En algunas regiones, la importancia dada a las tierras de cultivo abrié cl camino a la especializacién en la eria de animales, y éste fue uno de esos cambios funcionales que inmediatamente conllevaron cambios en la morfologia del paisaje. Es practicamente imposible aunar In eria de ganado con fines comerciales a gran escala con los campos abiertos subdivididos. Los cerramientos en Inglaterra se originaron cuando los terratenientes consiguieron comprar Ia mayoria de los cam~ pos abiertos de un pueblo, y después desalojaron a los arrendatarios convirtiendo la totalidad del territorio de un pueblo en una gran granja de ovejas. La mayoria de los asentamientos abandonados en Inglaterra difieren de los del continente, ya que en Inglaterra estos abandonos fueron menos un retroceso de los territorios marginales que el resultado de un proceso activo de eonsolidacién. Lo caracteris~ ico de los asentamientos abandonados en Inglaterra es la supervivencia de una tiniea granja EL largo siglo xvi> el periodo de mediados del siglo XV. ‘Tras Ia crisis de la Baja Edad Media, el periodo que va desde mediados del siglo xv a mediados del siglo XVI muestra un erecimiento conti~ nuado. Tras otra recesiOn, el siguiente periodo de crecimiento empex6 a mediados del siglo xvttt. Estos periodos se caracterizaron de nuevo por un grado creciente de integtacién econdmica, lo que Ilevo a nuevas especializaciones. En varias regiones se ganaron nuevos terrenos. En los Paises Bajos, por ejemplo, entre 1530 y 1650 se deseco un gran numero de lagos para ganar tierras para la agricultura; alrededor de 1600, este proceso se detuvo bruseamente al no resultar ya atractivas estas nuevas tierras por el deseenso de los precios de los produetos agrarios. Otros cambios son, por ejemplo, la introduccién de nuevas téenicas y nuevas cosechas, la disminucién del barbecho, ete. El erecimiento de la poblacién y las actividades econémicas y, especialmente, el aumento de la incorpora~ cidn de nuevos terrenos, llevaron @ una acentuada presién sobre los bosques subsistentes, En cualquier lugar de Europa, durante el siglo XVI faltaba madera. 66 PuSMEE HISTOR En amplias regiones utilizadas todavia como tierras de cultivo, el ‘empleo de estas tierras se hizo més individual. En algunas partes del noroeste europeo, asi como en el Mediterréneo, los campos abiertos se yolvieron obsoletos cuando rotaciones mas complejas y con cosechas mas diversas exigieron un control mis personalizado. En Inglaterra, se fueron convirtiendo cada vez més en tierras de pasto. También en otras partes de Europa, lor campos abiertos pasaron a convertirse en tierras de pastos y se cubrieron de setos. No obstante, mientras desaparecian los campos abiertos de algunas partes del noroeste europeo, el sistema de campos abiertos seguia expandiéndose gradualmente hacia el este, por ejemplo, en algunas zonas de Rusia (incluso en zonas de los estados Balticos), los campos abiertos con sistema de eultivo al tercio se intro- dujeron durante el siglo XV1 Las nuevas cosechas trajeron consigo cambios tanto ditectos como indirectos. La patata, al desarrollarse, en parte, en lugares donde no sobrevivia ninguna otra eosecha, tuvo algunos efectos directos en el paisaje. Son vestigios de sus plantaciones los pequefios campos en las dunas costeras holandesas y los lazy-beds de Irlanda. Pero, ademés, la patata (en la mayor parte de Europa) y el maiz (en la zona Mediterra— nea) tuyieron efectos indirectos particularmente importantes al posibi— litar una densidad de poblacién mucho mayor. ‘Algunos de los paisajes europeos més earacteristicos tuvieron su ori- gen en este periodo. La geogralia vinicola cambio de una produccion local en tantos lugares como era posible a empresas comerciales en regiones especializadas que trabajaban en busea de una mayor calidad y desarrollaban sus relaciones comerciales internacionales. En los Paises Bajos, los campos holandeses de bulbos surgieron durante el siglo XVII. En su reciente obra sobre el Mediterrineo en la primera parte de la Edad Moderna, el historiador turcoamericano Faruk Tabak” presenta un convincente cuadro de movimientos alternatives hacia la lanura y hacia las colinas. Durante el siglo xvit, muchas llanuras costeras se abandonaron y se intensifieé el trabajo en las colinas, donde se desa- rrollé el intrineado paisaje de La coltura promiscua. En la peninsula Tbé- riea, los paisajes de sabana, tales como los montados portugueses o las dehesas espaiiolas, es probable que tengan raices muy antiguas. Pero el desarrollo del comercio del vino durante el siglo Xvi Ilevo a un fuerte 11 Faruk Tana, Thewaning ofthe Madironca, 1550-18701 ageohisrcal opoch John Hopkins University Press, Batimore, 2008, 2. ayes EOPEDS CONTHUBED¥THANSFORNACHONES 67 ereeimiento de las plantaciones de alcornoques y, de hecho, actual- mente se considera que muchas de las dehess tienen su origen desde el siglo xv1I1 hasta prineipios del siglo xx" ‘Un aspeeto fascinante de estos desarrollos es que muchos de ellos se produjeron a lo ancho de toda Europa, lo que muestra el notable grado. de integracién econémica en ella, Esto me Hleva a mi primera tess, Tesis t: Los paisajes no han sido nunea un fenémeno local la globalizacién ya comenz6 durante la Edad Media No se trata sélo de una historia del cambio, sino también de una geo- grafia. Los paisajes urbanos de la Europa de la Baja Edad Media mues- tran concentraciones de grandes ciudades en Flandes y en el norte de Italia, lo que proporciona al subcontinente una estructura bipolar. En. los alrededores de las ciudades mas grandes y en las regiones mas url nizadas, existen amplias regiones agricolas especializadas en el suminis- tro de productos a las ciudades. Se podian distinguir patrones como los descritos en el siglo x1X por el economista y terrateniente alemén Von, Thiinen: granjas de vaeas lecheras y hor vultura en las cereanias de las cindades, después, produecién intensiva de cereales y, mas lejos, cultivo ‘menos intensivo de cereales asi como eria de animales. En Europa, las, sida Existe una linea directa entre el doble micleo europeo de la Baja Edad Media y la actualmente llamada banana azul (fig. 9) regivnes ceniriles muestra un soxprendente gradu de eo Durante el siglo xv11, pueden reconacerse patrones semejantes a los, de Von Thiinen a eseala continental y varios de los eambios econémicos en los paisajes estaban relacionados con acontecimientos que se produ- cian en un marco eeonémico més amplio. En particular, el emergente sistema internacional europeo, tal como describieron Wallerstein, Braudel y otros, fue una poderosa fuerza que Ilevé a una reconstruc cién del campo en Europa. Fue un gedgrafo alemén, el difunto Hans- Jirgen Nitz, quien consigui6 relacionar las teorias econémicas de Wallerstein y de Braudel con los desarrollos en los paisajes europeos. 12 Tobias Purxtnces, «Bult o It? The continity of holm oak (queresilex) regeneration ins traditional agroforestry pte in Spain, en Werner KoNOLD; Andress REINBOI, Akiyo YASU! Cede), Weenie Weeden, Wiese odiinle Fleaneh i Erba Sehuifenrehe des Istitats fr Landespflege, Friburgo, 2004. pp. 5-62 68 Pusase e msroRA 9. Regiones centrales. Nits expone que ya en los siglos XV1 y XVII, amplias zonas de la agri- cultura europea estaban orientadas hacia la entonces principal regis nuclear, en el noroeste europeo. Tiene que ser posible hacer mapas similares para la Europa mediterranea, centrindose en niicleos secun- darios de esa época, el norte de Italia y Ia ciudad de Estambul. En la mitad norte de Europa, el mapa muestra regiones con la agri- cultura més intensiva en la regién central. Aqui, una sustancial parte de la poblacién vivia en ciudades. En algiin momento de finales del siglo xv1, el condado de Holanda tuvo que haber superado el punto en el que mas de la mitad de la poblacién vivia en eiudades (basindonos en ciuda- des de al menos 2.500 habitantes). En este primer periodo, en algunas, partes de las regiones centrales de Europa podemos ya hablar de un pai- saje urbanizado, caracterizado por agricultores que trabajan para un mercado urbano. 1g, Hane-Jargen Nivz, «The European world-sstem: a Yon Thien interpretation of ts ‘aern continental vector, en Iane-Jirgen Nite (ed), Thad modem nri-gtem ng pope orto, Steiner, Sttigant (Eedkndliches Wissen 110) 1998, pp. 62-83. 2. SME EURaPERSCONTMUIDADY TRANSFORMACIONES 69 Pero incluso para muchas regiones periféricas de Europa, Ia inte- gracién en un sistema econémico més amplio supuso una orientacién ‘mas drastica del mercado y la adopeién de un papel en el nuevo sis~ tema, Para la parte oriental del Baltico, esto supuso una especializacién en la produccién de eereales, con los que estas regiones s6lo podian competir en el mercado europeo recortando costes. El mismo sistema {que trajo prosperidad a las granjas familiares en las lanuras costeras del Mar del Norte estimulé Ia emergencia de grandes propiedades con tra bajo obligatorio en zonas del Biltico. Incluso regiones sin salida al mar, como Hun) desempefiaron tun papel en este sistema econdmico con la exportacién por tierra de caballos y ganado a Renania, Por lo tanto, es importante darse cuenta de que estos cambios no s6lo tuvieron lugar en Ins regiones centrales. En parte, incluso lo opuesto es cierto: las economias de las regiones ceuropeas centrales se caracterizaban por una economia basada en la variedad que, como una selva tropical, en términos ecolégicos, tenia ‘una cierta flexibilidad y, por consiguiente, estabilidad o, para emplear un término més apropiado, resilieneia, Las regiones periférieas, por el contrario, dependian a menudo de un Gnieo producto, lo que las hacia vulnerables al cambio. Pequefios cambios en las regiones centrales podian provoear eambios fundamentales, también en el paisaje, en la periferia. Estas transformaciones de los principios de la Edad Moderna, me evan a la segunda tesis: Tesis 2: Las transformaciones de los paisajes no son un fendmeno reciente, vienen ocurriendo a lo largo del diltimo milenio. Como vimos en la introduecién, la idea de paisajes tradicionales sugiere que los cambios en el pasado fueron lentos y graduales. Sin embargo, ya hemos destacado un nimero de cambios muy acusados, como los de los cercados ingleses. Hay més ejemplos de estas transfor En Inglaterra, algunos de los campos abiertos se compartimentaron (individualizaron y cerearon con setos 0 con muros de piedra seca) a partir de la Baja Edad Media, principalmente como parte de un pro- ‘e050 que convirti6 tierras cultivables en pasto para las ovejas. Durante los siglos xvitt y x1X, los cereados ingleses fueron un procedimiento 70 Pusasee misrORA vie Poa Ni Ce a ae We Anraley (Dinamares) 8, Sitnacion < 1786 bs, Sieuscion 1786-1795 ce, Situaeién > 1795, Fuente: Frandeen, 998, pp 195-196 10. Cambios en el paisaje de un pucblo en Dinamarea sneral que también se utiliz6 para las tiervas de cultivo's. Entonces fue parte dela ereacién de pasajes de ters de calvo més eficientesy de explotaciones agropecuarias. El ejemplo inglés fue seguido por otros paises, particularmente Dinamarea, Suecia y algunas partes de Alema~ nia (en especial Hannover, donde la familia en el poder ocupaba el trono britinico y donde los contactos con el Reino Unido tuvieron que desempefar un papel en su introduccién. Un ejemplo de un pueblo en Dinamarea (fig. 10) muestra algunos de los eambios en el paisaje en el sur de Eseandinavia durante los primeros tiempos de la Edad Moderna Estos ejemplos manifiestan que la frontera entre los paisajes de ‘campo abierto y los de cercados era mévil, Pero también, que los paisa- {jes cercados eran menos estables de lo que incluso muchos historiado- ‘res del paisaje han dado siempre por sentado. Investigaciones recientes 5 eld reorganization in Europe 1 Hans-Jargen Nira, ¢The temporal and spatial pattern of fell reorg (GBth snd! igihcersuries) eomparmve srerviey®, em Antoon Jelier Adrianus Johannes Vimionve, Veawuoer (eds), The Tanfamatin of he Eunpean rl lenape: athe ues td grin charg 1770-1914, NFWO-FINRS, Brusls, 1992, pp. 146-158 2. PIIJES HROPAOSCONTIUIDADY AANSFORHACIONES mn en el paisaje de bocage han reescrito Ia historia de estos aparentemente eternos paisajes. Fuentes de Ia temprana Edad Media nos proporcionan, pocas evideneias de la existencia de setos y ofrecen la impresién de unos paisajes con pequeiios asentamientos rodeados por algunos campos, pero principalmente por amplios bosques y pastos comunales. A lo largo de los iltimos mil aftos, estos paisajes se han ido ocupando con tierras recién incorporadas, rodeadas de setos. Este proceso continud en el siglo XIX e incluso en el XX, y a principios del siglo Xx probable- mente la situacién ofrecia la mayor longitud de setos y de muros de piedra seea de Ia historia. Las tierras que se ineorporaron posterior mente en el siglo x son visualmente mas abiertas debido al empleo extendido del alambre de espino y de las cereas electrifieadas, En Fran cia, la historiadora Annie Antoine” puso en claro que grandes partes, del paisaje de bocage son mucho més recientes de lo que normalmente pensamos. En el suroeste inglés, el equipo del Landseape Characterisa~ tion Project, en el condado de Devon, descubrieron también que una parte bastante sustancial del paisaje de mosaico es postmedieval™. casi cualquier paisaje. En los Paises Bajos, los pantanos se desecaron durante los siglos x al Las mismas historias pueden mantenerse pa x1V, los pantanos de Anglia Oriental, en su mayor parte, en el siglo XVII. Ambos paisajes pantanosos se han visto afectados desde el prinei~ pio por el hundimiento del nivel del terreno, lo que ha hecho necesa~ rrios continuos ajustes en el drenaje. Mas compleja atin es la historia de lag marismas costeras en el Mediterréneo, donde estos paisajes son incluso mas vulnerables. Cuando su sistema de drenaje no funciona correctamente, se ven envueltas en la malaria y en otras afecciones y se ‘vuelven inhabitables. Durante los tltimos dos mil afios muchas maris~ ‘mas costeras se han desecado y abandonado en miiltiples oeasiones. En algunos casos, como en Italia Central, en Cerdefiay alrededor de Tesa- lonica, la iltima desecacién tuvo lugar ya en el siglo XX. Una serie de mapas de un pueblo en Meckenburg-Vorpommern (Alemania nororiental, fig. 11) muestra las complejidades de la evolu- ci6n histériea local. En este caso, un pueblo medieval se transformé en. un latifundio y en una explotacion agricola colectiva. La primera trans 15 Annie Anronee, Le ge ie Marin ahi debe de owe defame poet mse Preses Universities de Rennes, Rennes, 2003 16. Sam TURNER (ed), Med! Denon and Come epingan ect oul, Windgather Lands ‘ape of Brita), Bollington, 2006, n PusAJEE msrORA Stresov (Vorpommern) cen 1694, 1909, 1946 y 1960-1961 11, gUn ejemplo de «dependencia del camino»? Tuenes Maye, 1973, pp 296-197 Gegia Benthin). formacién cambié el paisa. Pero desde entonces, aunque los patrones de propiedad y los sistemas politicos y eeonomicos mucstran cambios radieales, se puede observar un alto grado de continuidad en Ia estruc- tura del paisaje, En este caso, el paisaje visible puede aparentar conti nuidad, pero la relacién entre la poblacién loeal y el paisaje cambié drésticamente. Esto me leva ala tercera tess, Tesis 3: La velacién entre la gente y los paisajes es compleja y puede, incluso, ser traumitica. En la mayor parte de esta ponencia, he hecho hincapié en los paisajes fisicos, pero tal como sefialamos en las secciones introductorias, el pai~ saje es también algo que tiene que ver con la gente y su relacién con el entorno. Un paisaje aparentemente inocente puede estar cargado de historias positivas y negativas. De hecho, muchos de los denominados paisajes tradicionales llevan las huellas de historias trauméticas que, a yeees, se han olvidado, pero que, en muchos casos, siguen siendo rele- vantes para la poblacién actual. 2 ives EUROPE CONTNROADYTRANGFORMACIONES 3 12, Frontera euatro-checa. La figura 12 muestra ls frontera austro-checa. En el lado austriaco, sobrevive un incretble paisaje de pequesia cecala que hace dificil la exis tencia de explotaciones agropecuarias a gran eseala y ésa debe ser una de las razones por las que Austria es uno de los patses mas importantes de Europa en el sector de la agricultura orgéniea. Al otro lado de la fron- tera, el paisaje checo se reorganiz6 completamente con la introduccién de granjas colectivas bajo cl régimen comunista. Después de 1989, la mayoria de los agricultores decidieron continuar con las explotaciones agropecuarias colectivas, ahora sobre una base voluntaria de cooperacién. El cambio econémico y funcional demuestra ser en parte indepen diente del cambio morfolégico. En este aspecto, un paisaje puede com- pararse con un edificio, que puede cambiar de ser una fabriea a conver- tirse en un supermercado ¢ incluso en apartamentos de lujo y seguir manteniendo su estructura interna y su apariencia externa, aunque vaya adquiriendo siempre nuevos significados. Lo que me lleva a otro aspecto: la relacién entre paisajes, cambio en el paisaje ylos habitantes de ese pai- saje. Parte de esa relacion la definen las preferencias de paisaje. Al igual que los propios paisajes, estas preferencias muestran una interesante combin: jon de continuidad y cambio. Parece ser que los te pate ews paisajes tipo sabana, como reservas naturales medievales (y probable- ‘mente también los montados) han gustado siempre. De hecho, las opi niones sobre las cualidades estéticas de estos paisajes datan ya de la Edad. Media, antes del denominado descubrimiento del paisaje durante el Renacimiento. Los paisajes sublimes, como las altas montafias y el mar, no se des- cubrieron hasta el siglo xviit. En la Edad Media, los Alpes se conside- raban inhéspitos y peligrosos, un lugar que, si era posible, habia que evitar. Incluso se consideraban como un lugar donde ain vivian drago- nes, En los siglos XVIII y XIX, estos mismos Alpes se transformaron en el principal destino turistico de la elite de Europa. Historias similares se pueden contar del Distrito de los Lagos, en Inglaterra, y de la costa maritima, ‘Ya que muchas definiciones del término paisaje> emplean Ia pala~ bra percepcidn, podemos decir que los diferentes significados que adquiere el paisaje cambian el paisaje. Asi pues, los paisajes pueden cambiar de significado y seguir teniendo la misma estructura, Pero existe otro aspecto de la relacién entre los paisajes y sus habi- tantes sobre el que me gustaria llamar su atencién. En antiguos escritos de historia y en la planificacion moderna, hay un gran mimero de ideas nostilgicas sobre la profunda conexién de la poblacion con el paisaje que la rodea y, por tanto, sobre la considerucin de que esta poblacién es la més apropiada para conformar el futuro de su paisaje. ‘Aunque estoy muy a favor de la participacién en la planificacién, Ia {idea de colaboracién de la poblacién local arraigada desde largo tiempo quimera romantica. No sélo se transmite atris es, en mi opinié: el paisaje a la generacién siguiente cada pocas décadas, sino que en él siempre ha habido movimientos de poblacién, La gente que vive en un paisaje y lo conforma ella misma es la excepeién, no la regla. Y¥ lo que es vilido para los individuos sirve también para las comuni- dades como conjunto. La figura 13 muestra el pequefio pucblo de Slavo- nice, en el sur dela Repibliea Checa. Durante muchos siglos, el pueble~ cito se lam6 Zlabings y estaba habitado principalmente por los germanos. En 1938, tras el Tratado de Mtinich, la regidn se entregs a la ‘Alemania nazi. Se expuls6 a la poblacién judia y de etnia checa, y a la ‘ 0 Plaza Inferior se le dio el nuevo nombre de «Adolf Hitler Platz>. En 1946, se expulsé a su ver a la poblacién germana y se repoblé la ciudad con checos, algunos de las cercanias, otros procedentes de mas lejos (una parte de los nuevos espacios vacios de las montaiias che- 2. ua unapeoscouTMUIOASYRANSFORMACIONES 05 13, Slwonice, Republica Cheea cas te repablaron con los llamados checos del Volga, los deseendientes de aquellos que habjan emigrado a Rusia en el siglo XIX). Los comunistas, que tomaron el poder en 1948, llamaron a la plaza 0 Plaza de la Paz. En 1953, cuando los rusos se retiraron de Austria, la ciu~ dad pas6 a formar parte de la zona fronteriza, justo detras del Telén de Acero, y quedé més menos aislada. Pocos afios después, el gobierno consideré que el patrimonio arquitecténico se veia amenazado por la eri- sisy la despoblacion y la ciudad se separé de la zona fronteriza. Sobrevi- ‘vid mas 0 menos durante el resto del periodo comunista. A partir de la caida del comunismo, la ciudad fue redescubierta por artistas, que se establecieron en ella. Actualmente, la ciudad es una atraecién turistica relativamente tranquila cereana a un paso fronterizo secundario, Historias como ésta las podemos encontrar en muchos lugares de la Europa Central y del Este. La ciudad de Gdansk fue reconstruida por una poblacién polaca recientemente asentada en ella y la antigua ciudad polaca de Lvov esti ahora habitada por gente procedente de Uerania Estos nuevos habitantes dan prueba de su capacidad para desarrollar fuertes vinculos con una ciudad que fue construida por otros grupos 6 PREMIER HISTOR 14, Ielands oriental, una vista del territori. €inieos o incluso por antiguos enemigos. Este ejemplo muestra que, a ‘veces, bajo un paisaje heredado yace una historia muy agitada. Noes éste el Gnico ejemplo. gLa figura 14 muestra un painaje tradi- cional? La parte oriental de Irlanda es un icono de los patrimonios paisajisticos de Europa, cargado de vestigios de todos los periodos de la historia y de la prehistoria e, incluso, habitado por algunas de las Gilti- ‘mas personas que hablan una lengua que nadie entiende (irlandés). tos Pero, de nuevo, es un paisaje con una historia agitada. Hace dost 108, este paisaje estaba Lleno de gente. Hacia 1840, Irlanda tenia unos 8 millones de habitantes, tantos como Inglaterra. Ahora Inlanda tiene ‘5 millones, una décima parte de la poblacién de Inglaterra. La crisis de la patata, pero también el fracaso, en el siglo XIX, en su industrializa- cién convirtieron este pobre y abarrotado paisaje en un pobre y vacfo paisaje, Su arruinada iglesia es un vestigio de su historia. INVESTIGACION SOBRE LA HISTORIA DEL PAISAJE A LARGO PLAZO Hay antecedentes en la investigaeién histériea de largo plazo del pai- saje. El Suedsh Vtad project es un estudio sobre los acontecimientos de 2 AIAJES WROPUOECONTPUDAD¥THANSFORMACIONES 7 sivos de un paisaje, ahora muy conocido por todos nosotros por ser el paisaje del inspector Kurt Wallader (protagonista de unos famosos libros y de una serie de televisién), euyo objeto es un proyecto multi~ disciplinar eon un aleance de 6.000 afios. Un reciente ejemplo de un proyecto de investigacién de largo plazo sun proyecto interdisciplinar sobre la zona sur de los Paises Bajos y de la parte colindante de Bélgiea”. Aqui, algunos de los momentos decisi- vos en la historia del paisaje fueron: —El final de la Edad de Bronce y principio de la Edad de Hierro, Jos asentamientos y las tierras de eultivo se concentraban en un area mas pequefia caracterizada por tener mejores suelos (francos) —Aproximadamente en el 225 d.C. toda la regién fue abandonada por razones desconocidas. = Durante los siglos X11 y XII1, los asentamientos se trasladaron desde los pastos més altos del paisaje hacia los margenes de los valles fluviales. —Poco después, crecié Ia influencia de las ciudades de Flandes y esta region se desarroll6 hasta ser una de las zonas més densamente pobladas de los Paises Bajos, con una agricultura muy intensiva El primer cambio, a principios de la Edad de Hierro, es el mas importante. Su modelo sobrevivié a la despoblacién y ala urbanizacion y sigue siendo reconocible en el paisaje actual. En este estudio, se emplea el denominado «concepto biografia>". La ‘expresion «biogratia del paisaje> la utilieé por primera vez el gedgrafo american Marwyn Samuels en su bien conocido libro The interpretation of| ordinary landseapes®. Pero Samuels a utilizaba para aplicarla a una investiga~ i6n mis profunda sobre la eapacidad de actuar, sobre los individuos que 17, Gorvander Hyon, Foe Geanirse Jon Katt; Nico Rovian Hans Rens; Koos Boss Inte van HELLEMONDT «Brabant en Bron it Belvedere bogrfe van ie Brabaoe anand, lH 38,2099, pp. 89-101 18 Jun Roum, Detefesenalindch de yor eds gn eo, PAD thes VU University, Amor, 2005, Nico Rovuns Rolle Gesatatny Gavan der Haiyoas oor Bohn, Jan KOLAN, sLandsstpe biography ar remerch strategy theese ofthe Souk Notherlande ojos, Late eel 3 8005; Ds 7-99. 19 Maryn 8, Saints, «The brogripy of landscape ous and calpalliy®, en Donald W. ‘into (ad), Tpit of ony nes papa eae, Oar Une Pres Nueva York / Onfond, 1979, pp 5-88, Jom Rout Bebogefccon et lndap dre eae? rnd pcs PD hee Univer Antena, sou 78 Putsisee wisromi8 hacen el paisaje. Aunque la auténtica inspiracién vino de la mano de los antropdlogos, como Kopytoff™. Kopytoff escribié sobre la biografia de las cosas y expuso claramente que los objetos tienen sus propias historias vitales. Los objetos pasan de una persona a otra y de una generacién ala siguiente. En este proceso se deterioran y se reparan, se pierden y se encuentran de nuevo y, por ello, adquieren continuamente significados diferentes. Un objeto puede empezar su vida siendo un simbolo reli- sioso, después convertirse en recuerdo de wnas vacaciones, después suce~ sivamente ser reconocide como abra de arte y, al eabo del tiempo, pasar ser un objeto del patrimonio cultural. Del mismo modo, los paisajes se transmiten de una generacion ala siguiente, transformandose y adquitiendo, tanto como perdiendo, sig- nifieados. Los investigadores que trabajan bajo el punto de vista de “, en Donald W, Meinig (ed, Theinrptatin of oa lander gesgihl gy, Oxford University Pres New York/Osford 1979, pp. 22-48 2: uIEAJES EumOPED5cONTHUIDAD TRANSPORNACINES 79 reinterpretados por las generaciones posteriores. Muchos monticulos fanerarios prehistoricos se reutilizaron para otros enterramientos, a veces, varios siglos después. Pero también hay ejemplos de esos timulos que se utilizaron como limites en la incorporacién de terrenos en la época medieval 0 como lugares donde se ejecutaba y, a veces, se ente~ rraba a los criminales. Es decir, que se los enterraba en tierras que se reconocian como remotas y paganas, lo que significaba que a estos cti- ‘minales se les negaba un lugar de deseanso en tierras cristianas™. PAISAJES EN ESTRATOS COMO PATRIMONIO CULTURAL, En la primera parte de esta ponencia he presentado varias fases en el desarrollo de los paisajes. En muchas regiones, la historia del paisaje puede escribirse en términos de periodos de crecimiento y desarrollo alternando con periodos de estancamiento. En los primeros periodos se originaron nuevos elementos del paisaje, al ir gandndose tierras, erecer Jos asentamientos, ete. Los periodos de estancamiento, por su parte, se caracterizaron por la reutilizacién. En lugar de invertir en nuevos edifi- ios, se mantuvieron los existentes de la mejor manera posible. Durante estos periodos, el paisaje se volvié literalmente mas viejo y se pudo reco- nocer, después de un tiempo, como paisaje cultural. Podemos utilizar este enfoque para dividir la descripeién de la his- toria del paisaje en un numero de capas hist6rieas. De esta manera, se pueden distinguir en el paisaje actual las huellas de los principales periodos formativos. Sin embargo, la idea completa de las eapas histo~ ricas es mas compleja que todo esto. Hidding™ distinguia entre cuatro tipos de eapas histéricas: vertical, horizontal, y El primer tipo puede encontrarse en lugares donde las eapas mas {jovenes estan sobre las mas viejas, por ejemplo, en paisajes de sedimen- tacién, pero también en muchas eiudades en las que durante siglos los, ‘22, Nico ROMANS, The cultural biography of urnfields and the long-term history of « mythical landzeape>, Auli Dalat 2, 1995, pp- 2-24. ‘ag, Marjan HiDbiNg, Jan Kouen; Theo Stex, «De bografic van het lndschap, ontwerp voor ten inter- en mliidiuciplinare benadering van delandachapagetchisenis en het elton Instorich eefgoed>, en Johan H. F BLOEMERS; Mies WHNEN (es), Bolan hie n onlin de consplcegrodegen, Ven Goseurn Aven, 2001, pp 12-5, Bo utsae estonia nuevos edificios se fueron construyendo sobre los restos de los mas antiguos. Para los arquedlogos, esto significa que su investigacién con- siste en ir despegando literalmente wna capa tras otra. En otros lugares, Ia evidencia arqueolégica es mucho ms confusa, al ser la superficie més o menos la misma que la de siglos © milenios atras En estos easos, la mayoria de los restos de material del pasado estan dis~ ppersos en la superficie. Las huellas mas antiguas han sido borradas por desarrollos més modernos y, por ello, son dificiles de descubrir. La metifora del ««palimpsesto® originalmente se refiere a la reutilizacion de los pergaminos, borrando el texto antiguo, en la Edad Media, como en el siglo XX se hace con la pizarra en los eentros escolares.. Las capas cronolégicas horizontales son el resultado de la dispersion de las innovaciones. Son ejemplos Ia expansién de la agricultura a principios del Neolitico, la proliferacién medieval de las ciudades y, en el siglo xrx, el desarrollo de la red ferroviaria Por ultimo, las hacen referencia al modo como los periodos més antiguos fueron reutilizados en periodos posteriores. En este caso, se imitan o acentian las eapas més viejasy se les dan nuevos significados. Encontramos buenos ejemplos en la arquitectura de los siglos XVIII y XIX, cuando muchos edificios oficiales se construyeron en estilo (neo)elisico como alusién a los cimientos de la democracia en la Antigua Grecia o a los origenes romanos del actual sistema juridico. Las iglesias catdlicas romanas del noroeste de Europa se constrayeron en. estilo neogotico, que aludia al glorioso periodo de la Edad Media, cuando Ia mayoria de los europeos eran todavia catblicos romanos. Frente a esto, las iglesias protestantes se construyeron a menudo segun tuna arquitectura clisiea, Otro hermoso ejemplo es el Beemster, un pai- saje del siglo xv11 (actualmente Patrimonio de la Humanidad) en el noroeste de los Paises Bajos". Este paisaje era tierra ganada, un antiguo Jago, tenia una carretera y un campo estrueturado que, aunque no muy funcional, recordaba la manera romana de desarrollar el campo. Su tra- zado debe de tener su explicacion, al menos en parte, en las ambiciones de los inversores, que pertenecian # una nueva clase emergente de ricos comerciantes. Mostrando su dominio de la cultura elisica, esperaban ser aceptados como parte de la élite politica y cultural ‘244 Gerard Atpsns, Hane RENEs; Heloen Van LONDEN; Tom BLORWHHS, «DBeemsters » reclaimed lake with a clascal landscapes, en Lévique, Leute; Maria RUIZ Det Ann Pop, Liliana; Christoph BARTELS fd. Jourge tag Erpenandeaps, Azure, Ponfertada 2006, pp. 215-218 2: ISAJESEOROPES, CONTMUDADYTRANEFORMACIONES ar DESVENTAJAS DEL MODELO DE @PAISAJES TRADICIONALES> PARA EL PLANEAMIENTO Asi pues, la idea de paisajes tradicionales tiene desventajas para la inves- tigacién historiea. Condueen a historias demasiado simples, demasiado unidimensionales y con una falsa impresién de estabilidad. No consi- gue exponer las complejas historias y no consigue mostrar el lado ‘oscuro de las historias de los paisajes. Muchos paisajes tienen turbulen- tas, no digamos traumétieas, historias. El pintor y poeta holandés Armando empleo una vez la expresin «paisajes eulpables> para refe~ rirse a los lugares de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. @Pero qué significado tiene esto para la planificacion del paisaje y para la gestion del paisaje? De nuevo recurro a un ejemplo. Un reciente proyeeto pretende localizar lugares para un gran nimero de ‘nuevas casas en una region rural cerea de Amsterdam. Es parte de uno de los Paisajes Nacionales declarados por el gobierno holandés hace ‘unos afios. Actualmente, en muchos paises esto significaria que no estan permitidas aetividades de construccién a gran escala. En los Paises Bajos, sin embargo, todo es una cuestién politica y la presién es grande. Lo interesante es que esta parte de la regién pertenece, desde la década de 1920, al municipio de Amsterdam, la mayor ciudad de los. Paises Bajos. Desde entonces, el municipio de Amsterdam ha conside~ rado este paisaje rural como parte del espacio abierto recreativo. Asi ues, ahora es uno de los raros lugares en la conurbacién del Randstad sin ninguna extensién urbana reciente, Ultimamente, el gobierno provincial desarrollé unos planes pa construir 3.000 viviendas en este Paisaje Natural, Pero, al menos, quie- ren que se haga conservando lo mis posible el paisaje rural. El arquitecto paisajista encargado de disefar las posibilidades planted la construceién de casas dispersas de modo que se adaptaran orginicamente al modelo de asentamiento existente. Por ello, realizé una tipologia de asentamientos asada en mapas del siglo XIX y disefié un esquema de ampliacién para cada uno de los tipos®. El problema es la falta total de perspectiva histérica y mas atin de Investigacion. Toda la planificacién impide completamente que se 25, Lassate, Brune sar Wand seni mr dealing sn bel rine! eringlomsrgrns wt coh ledehopg on clahitrc perp, Province Noord-Holland, Hassle, 2004, 82 ruswe emsroRA emennte 15, Ranslonp y sus alrededores. reconozcan las capas hist6rieas del paisaje. El modelo de asentamiento de una parte de este paisaje, en los alrededores de Ransdorp, consiste ‘en un pucblo nucleado y dos hileras de granjas (Big. 15)- Estas granjas se trasladaron recientemente del pueblo a los campos como parte de un, proyecto de consolidacién del terreno. De este modo, cualquiera que estudie un mapa del siglo x1x llegaré a la conclusién de que el modelo de asentamiento original eran los pueblos nucleados. Pero para los arquedlogos y los gedgrafos historiadores, un mapa del siglo x1x no es su Unica herramienta. En esta regién no de los prime- 05 proyectos arqueolégicos de paisaje a gran escala en los Paises Bajos tuyo lugar a finales de los aos 1970", B] resultado fue el descubsi- miento de un modelo de asentamiento completamente diferente. En la primera fase de terrenos ganados, en algan momento del siglo Xu X1, se trazé el modelo de franjas y cada agrieultor construyé wna casa sobre tun monticulo dentro de su terreno. Las granjas estaban colocadas més ‘o menos en una fila. La figura 16 muestra monticulos de viviendas 26 Jrjen Matthijs Bos, ¢Ranslorp in Waterland; de raimtlite onwitksling van een veen~ hnederveting® Hidnial-Crpefsh Teh 4. 9986, pp. 1-5. BOs, Jurjen Math, Lann~ ‘ing vragen ven Wend, ROB, Amersfoort, 1988. 2. RISIUES WROPEDSCONTIUIBAD¥HANSFORMACIONES 83 16. Posieion de las viviendas sbandonadas abandonadas cuando fueron descubiertos en el transcurso de una investigacién arqueolégica ‘Alo largo del tiempo, Ia agricultura se fue haciendo mas dificil al hun~ dirse las turberas debido a la oxidacin. La tierra se fue volviendo gradual- ‘mente demasiado hiimeda para ser cultivada e, incluso, la ganaderia resul- taba dificil. Durante los siglos XIV y XV existia una economia mixta, en la que los hombres trabajsban parte del aio como marineros 0 como pesca~ dores, Estas actividades se fueron eonvirtiendo en la fuente principal de ingeesos y cada vez mis gente abandoné los campos y se establecis cerea de la iglesia, a partir de la cual se desarrollé un pueblo nucleado. El cambio econdmico fe un éxito y el pueblo emper6 a constrir una gran ig Después, a finales del siglo xV1, la ciudad de Amsterdam insté a los mari sneros que trabajaban para los comerciantes de Amsterdam a vivir en la ciudad. Fl pueblo retrocedié y la iglesia quedé inacabada By PuEKEEMITORA Poco a poco se mejoré el drenaje y Ia agricultura volvi6 a recobrar importancia. En la segunda mitad del siglo XX, el proyecto de consoli- dacién del terreno posibilit6 que los granjeros construyeran nuevas granjas en los campos, alejados del concurrido pueblo. Al volver al campo, de hecho restituyeron el modelo de asentamiento medieval. En casos como éste, un mejor anilisis historic no supone automa~ ticamente una mejor planificacién. Pero conduce a diseusiones mas, sofisticadas y se pueden proponer soluciones originales que afiadan nuevas ¢ interesantes historias al ya rico paisaje, Conctws16n Los paisajes son dindmicos, pero también persistentes. Son cambiantes pero, al mismo tiempo, resilientes. La historia de los paisajes europeos se caracteriza por periodos de transformaciones y otros de relativa esta bilidad. El modelo que he presentado puede resumirse en la figura 17. Significa que especialmente los periodos de estancamiento econémico conducen a Ia estabilidad y producen «paisajes mis viejox>. Estos pai sajes pueden denominarse tradicionales y no es ninguna equivocacion protegerlos como reservas de la naturaleza o cualquier otra cosa. Pero, incluso en este caso, tenemos que ser consvientes de los origenes de estos paisajes. El verdadero cometido de los investigadores del paisaje y de los especialistas en el patrimonio paisajistico es ayudar a determinar el futuro del paisaje cotidiano que nos roden: el paisaje dinamico que va cambiando todos los dias. Tenemos que intentar entender el cambio e, incluso més, Ia estabilidad de estos paisajes. La gestidm de los paisajes, heredados no es tanto fijar una determinada situacién como —para usar las palabras de una reeiente publicacién— la gestién del cambio”, El faruro de los paisajes europeos ser cada vez més el resultado de In planifieacién. La planificacion puede ser un instrumento para con— servar los paisajes Ilenos de historia, paisajes que pueden ser fuente de investigaciones y, también, de placer para futuras generaciones. Para este tipo de planifieacién es necesario un mayor conocimiento del 42), Graham FArRoLOUGH; Stephen REPFON (ed), Eure! Cultural Landeap:onbasogit and ie none of bans. Europac Acchaeologae Conlin, Bratls, 2002. 2s EUROPEDS,CnTMUIDAD TRANSFORMACINES 8 Economia y poblacion, | Economia | Crecimiento Enancamiento y Descento répide yy poblacion deseenso lento CConatrucio-| Nuevas Mantenimiento; tae Destruccign, resy paiyjes construceiones, _eonstrueriones los shandone, seneroclemes aleajer envejecen 17, Dinémien del pais ‘cambio a largo plazo de los paisajes. Una sencilla distincién entre pai- saje “tradicional> y sélo sirve pa proteger el primero y desarrollar el segundo. Pero no es suficiente con proteger, necesitamos ‘un mayor entendimiento de los procesos de cambio del paisaje y de la resiliencia de los diferentes elementos del paisaje. La gestion del patri- monio no significa conservar un momento de la histori, significa ges~ tionar el eambio. Como expertos en el paisaje tenemos el cometido de ayudar a desarrollar conceptos para llegar a una forma de moderniza~ cin que combine un paisaje vivo, una poblacién préspera, una alta biodiversidad y un patrimonio interesante. Bieuiocraria ABEL, Wilhelm, Agrarkrsen und Agrorkonjuktur in Mitteleuropo wom 13. bis um 19. Johchundert, Pavey, Berlin, 1935. ANTOINE, Annie, Le paysage de historien; archéolgie des boeqges de ues de la ance ‘al eoque modeme, Presses Universitaires de Rennes, Rennes, 2002. ANTROP, Mare, «The concept of traditional landseapes as a base for landscape evaluation and planning. 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EL PAISAJE HISTORICO: INSTRUMENTOS Y METODOS DE INVESTIGACION arto Tosco Historia ¥ Patsaje El estudio del paisaje hist6rico conoce hoy un creciente interés. En el contexto europeo es donde se verifican las investigaciones mis actuali- zadas, tanto en las éreas urbanas como en las rurales. Recientemente la ‘Unién Europea dispone de una referencia juridica de gran importan- cia, que representa la normativa més actualizada compartida a nivel internacional sobre el tema: Ia Convencin europea del paisgje, firmada en Florencia en 2000 por el Gomité de Ministros del Consejo de Europa’. La Conencién es una referencia preciosa, que ofrece a todos aquellos que trabajan con el paisaje (urbanistas, arquitectos, artistas, gedgrafos, planificadores, investigadores o agentes econémicos) un instrumento efieaz de aceién y de valorizacion. En este euadro de intereses y de investigaciones, tan abigarrado, es indispensable entenderse en primer lugar sobre el significado del con- 1 Sobre a convencin y sun potencialdades: Intron fgg. Conese Ep ime {unidimea, a euidao de A, Cemex, Roma, 2003; Canerne ee dog er thier al eutdado de C.F. CARTEL, Bolonia, 20075 E. MATALONI Lecommcon tues thi area. Un nos rent di qulfeasone urea el sla scenii dl etre, Mila, 120071 R-Paioe, ¢L'spplictione della Conventione curopen del pcoegio come ot Slone di vlorfratione conomiea delle visorserurli®, en Exlcont dps «plied slip runt (Ata del warp de Perugia, 2005), al cuidado de B, ToRgQars, A. Sit A. Pocus, Perugia, 2007, pp. 27-62 90 Paiste Miron cepto de paisaje”. La Gonvencién europea ofrece una definicion muy general (art. 1, A): El término paisaje designa una determinada parte del tersitorio, tal como es pereibida por las poblaciones, euyo earécter deriva de la accién de factores naturales y/o humanos y de sus interre~ laciones> (en la version ingless: «Landscape means an area, as percei~ ved by people, whose character is the result of the action and interac tion of natural and/or human factors>). Como se ve, en esta lectura se asigna un papel importante a las poblaciones locales, que habitan en el paisaje y lo disfrutan cotidianamente. En la investigacion cientifica es también sitil recordar otra definicién, mas especifica y més profunda, propuesta por Emilio Sereni en un libro que, atin hoy, ¢s un punto de referencia esencial para los estudios, no solo en Italia: “El paisaje es a forma que el hombre, en el curso y 4 los fines de sus actividades pro- ductivas agricolas, consciente y sistemdticamente imprime al paisaje natural? Partiendo de esta base, podemos preguntarnos qué ¢s el paisaje hit rico!. El concepto semeja, a primera vista, casi contradictorio: el paisaje jata, actual, de nuestra pareceria el fruto de una percepeién inme mirada sobre el territorio y sus formas earacteristicas. En realidad, todos pueden comprender que el medio ambiente que tenemos ante 4 Larestenteproduecin clemifsnlre lot del ping muy tn diferent: an trace genera lmtade el eonento nacional staf pore Blsgaeperdodpor- {Rp tlom 1980-2005, a uid de LTowoionG! Towa yL. Eancattn, Foren Bayes wna cect del plsclones mis resents: Bs Gausino, Gere toe Frgs nbn, oto, arn, 997, 6, S000, en met no an ac Stunt etn, Tin 19981 8. BEL ane Pater Poon nd res ones, t5por G. GNOUGUER, Le dspemps Ee arlene, Parts, 20004 um jong (Acne del emsinati neroncional de Tarn 1998) al eudado de P. Casra.xow Fer 2000 iLan, add jung, Bolan, 2001; A. CONaIn, Llomme deep sa, Pore, 200%; A. 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Cuando observamos un paisaje mareado por el trabajo del hombre, observamos solamente el estadio final de un largo proceso de transformacién. Por tanto, la investigacién historica se plantea el objetivo de reconsruirlos pias del pasado partienda del stuacin pre~ sente. La finalidad de esta investigacién no es s6lo cientifica, sino oper tiva: es preciso reconocer que los paisajes del pasado siguen aluando sobre el presente, es decir, siguen condicionando nuestras elecciones como mar- cas “fuertes®, impresas sobre el territorio. Para ilustrar esta situacidn los ejemplos podrian ser miliples, pero pensemos en un caso muy difundido: en un area rural reconocemos la presencia de una iglesia roménica, de una aldes limitrofe y de una trama de campos cultivados. La iglesia medieval es la manufactura més antigua conservada en este contexto, la marca primitiva de la presencia humana, yelhistoriador debe partir necesariamente de alli, La aldea aparece luego como el fruto de largas estratificaciones, y una indagacién sistemstica de fichaje sobre las estructuras actuales podria poner en evidencia las fases de edificacion y de expansion. Por ultimo, los eampos eultivados: su dis- posicion, el disefio de las parcelas, la orientacién, las técnicas agrarias y Jos sistemas de irrigacién son elementos que nos ayudan a comprender ‘emo el paisaje rural se ha desarrollado en el eurso del tiempo, desde el siglo 1X hasta hoy. Si consideramos s6lo la iglesia, 0 s6lo las viviendas de a aldea o las formas de los campos, de manera aislada y separada, no rea~ lizamos una verdadera investigacién sobre el paisaje hist6rico. Al contra- rio, la eficacia de In investigacién se basa precisamente en el hecho de que todos estos elementos antrépieos, eonsiderados en sus reciprocas relacio- nes con el medio ambiente natural, forman el paisaje Fl objetivo de estas indagaciones lo podsiamos definir como una hs~ toria focal global. Es decir, una historia que utiliza todas las fuentes dispo- nibles para reconstruir un mareo general y lo mas completo posible del terrilorio examinado, Este tipo de historia es obviamente imposible de trazar con los grandes espacios (de dimensién regional o incluso nacio- nal), porque las fuentes a nuestra disposicién y los elementos ambienta- les que considerar serian demasiados, con una masa ingobernable de documentacién. En cambio, a una escala mas reducida, correspon- diente a unidades geogréfieas como municipios rurales, provincias 0 reas de asentamiento, es posible intentar sintesis histéricas globales, donde el paisaje esté en el centro del interés.

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