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Cuando entre 1909 y 1910 legoron a América Latina los primeras testigs del pentecosiolsmo, lejos e:tabon de suponer aquellos improviso- dos misioneros lo mogniud que olanzaria en pocas décadas e! movimiento al que dobon oxigen. No exsten cifas confables sobre la “poblacién pente- costal” del continent, pero basta dir qu la Iglesia Evangélico sera hoy una minora imperceptible sino fuera por Ia presencia pentecosa, No es posible entender o! pentecstlism latinoamericono sin taner en doro ls craceristas de su origer. Donald Dayton se ocupa de esto torea, y lo hace con meticulosided admirable. Por razones investigacién no estén presentes Latinoamérica ni lo historia actual del movimiento penecstl. Dayton traboja en lo que sera la p pentecostlismo ltinoameriano. Sia embargo, el leor descubiré que mucho de lo oarido en el pentecotlismo de América Latina sélo es omprensible a por de oquelas races teol6gicas que aqui se analizon y que pueden sintaizrse en cuatro airmaciones crstolgicas: Jesuaso salva, sana, bautiza con el Espirit Sonto y viene ora vez. El aporte de Doyton en esta obra nos permite cempletar el evodro que hasta ahora habian pintado a medias los historindores socdlogos del pentecstalismo, DONALD W. DAYTON, reconocdo a nivel mundial como uno de los estudiosos més destacodos del penecosialismo, es autor de varios bros y ensefia en el Northern Boptist Theological Seminary de Chicago, Estados Unidos. NORBERTO SARACCO, pastor pentecostal argentina, es Direc tor para América Latina dela Facitad Letinoomeriona de Estudios Teo- Vgios(FLET). Ambos son miembros de la Froternidad Teol6gica Latinoamericano. ISBN 0-8028-092)-4 "780802809216 a —_ | =a ——S RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO por Donald W. Dayton Prefacio de Norberto Saracco 1991 NUEVA CREACION BUENOS AIRES — GRAND RAPIDS Y WILLIAM B. EERDMANS PUBLISHING COMPANY Copyright © 1991 Nueva Creacin {iil de We, B, Eerdmans Publishing Co. 255 Jefferson Ave, SIE, Grand Rapids, Mich. 49503 ‘Nueva Creaci, José Mérmol 1734 (1602)Florda ‘Buenos Aires, Argentina ‘Thule dela obra en ingles: Theological Roots of Pentecsialsm. Copyright © 1987 The Searectow Press, ne. 52 Likeny St, Box 4167, Metuchen, NJ, 08840 “raduccin de Elsa R, de Powell ‘Todos los derechos reservados All ight reserved Impreso en los Estados Unidos Printed ia the United States of America Reprinted 1996 Library of Congress Cataloging-n-Publication Data Dayton, Donald W. [Theological roots of Pentecostalism. Spanish Refeestcoligicas del pentecostalismo / por Denald W. Dayton; prefaco de Norberto Seraco; [tadaccién de Ela R. de Powell. P. en, ‘Translation of: Theological roots of Pentecosalism. Includes bibliographical references snd indexes ISBN 0-8028.0921.9 1. Pentecosalsm — History of doesines. 1. Tie BRIGH.D3918 1991 27082—4e20 s1.9415 op Contenido Prologo a laedici6n castellana .... Prologo ... “ 1. Hacia un andlisis teologico del pentecostalismo 8 IL Las rafces metodistas del pentecostalismo coll TIL El avivamiento noteamericano dela perfeccién cristiana TV. El triunfo de la doctrina del bautismo Pentecostal del Espiritu Santo . 5S V. El surgimiento del movimiento de sanidad divina n VI. El surgimiento del premilenarismo “ ” EPILOGO. El surgimicnto del pentecostalismo . 123 NOwS ...seeeseee 2 129 Indice de personas. -157 Indice de temas ... Indice biblico .. -163 Himnos de Gloria 1 El Aposento Alto NR — = t 1. En un t-po-sen-to al-to, Com u-ni- ni-me fer-vor, 2. Com estrues-do de los ce -los Des-cen-dié la gran vir-tud; 3. Hs. te gran po-der am-ti- guo Ee del Gel ce-les-te domi 4. Dios esti res-ti- tu-yen-do Hs - te gran Pen-te-cos- tés, na as === te] ee (SSS Gien-to vein-te et = pera ban ‘Le pro-me- ea del Se-or, ‘To dos fue-ron bau-ti-za-dor Com el San toRs-pi- i - tu De bu-mil-de co-ra-26n. Pro- me - Yel Bs. -dos los cre-yen-tes vii tu sus do- nes Nor re- par-te aoe Dios man-da tu gran poder, Dios man-da tu gran po-der, Dios manda tu gran poder, A ea-da Prélogo a la edicién castellana tuando entre 1909 y 1910 legaron a América Latina los primeros tes- ‘timonios del pentecostalismo, lejos estaban de suponer aquellos im- provisados misioneros la magnitud que alcanzarfa en pocas décadas el ‘movimiento al que daban origen. No contamos con cifras confiables so- bre la «poblacién pentecostal» del continente, pero basta decir que la Iglesia Evangélica serfa hoy una minorfa imperceptible si no fuera por la presencia pentecostal. Qué decir del futuro inmediato, cuando es eviden- te una creciente pentecostalizacion en la fe y practica de los otros secto- tes del protestantismo. He aqut el ricsgo y desafio de los cuales los mismos pentecostales no son conscientes. Los origenes del pentecostalismo en América Latina se remontan a la actividad de misioneros independientes que llegaron a estas tierras para ‘compartir la «experiencia» del bautismo con el Espiritu Santo. No vinie- ron enviados como parte de una estrategia misionera denominacional, sino respondiendo a una inquietud personal o llamado divino (segtin sus propias explicaciones) originado en el momento de haber recibido el ‘bautismo del Espiritu Santo, Esta experiencia carismética era tan impor- tante para ellos que formaba parte del mensaje salvifico. Por ello, su ac- tividad inicial estuvo dirigida tanto a no creyentes (entiéndase cat6licos), ‘como a miembros de las distintas denominaciones protestantes. En otros casos, como en Chile, la iglesia pentecostal no nacié por la prédica de algén misionero, sino por la basqueda, de parte de ciertos Ideres, de la vivencia pentecostal que irrumpfa en otras latitudes. Mis alld de las peculiaridades que podemos encontrar en la historia de cada pafs, hubo un denominador comin: la experiencia del bautismo ‘con Espiritu Santo como algo separado de toda otra obra de gracia y per- fectamente identificable a través de sefiales externas como la glosolalia. Este fenémeno con antecedentes cercanos en el siglo XIX, como bien nos ‘muestra Dayton, se esparcié como reguero de pélvora por Estados Uni- dos yel centro y norte de Europa en a primera década de este siglo. Des- de alli lleg6 a América Latina, Es imposible entender al pentecostalismo latinoamericano sin tener cen claro las caracteristicas de su origen. Entre ellas se destacan dos: RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO 1 El valor de lo personal e individual por encima de lo estructural 0 denominacional. 2. El valor de la experiencia espiritual por encima de la articulaci6n teol6gica. Ambos factores se hallan tan intimamente relacionados entre si que se podria hablar de una relacién de tipo circular. Es decir, uno es ala vez causa y efecto del otro. La experiencia legitima el rol de quien la vive, mientras que por ello se constituye en el receptor de nuevas expe- riencias. La autoridad deviene de algo quo esta més alld de toda estruc- tura y por lo tanto la fidelidad esté dirigida a la fuente de autoridad y no a las mediaciones humanas de ella. Los pioneros pentecostales que lle~ sgaron a América Latina respondfan a una misi6n personal arraigada on tuna experiencia espiritual, Por ello no plantaron una denominaci6n, si- no grupos aislados unos de los otros, identificados con sus fundadores, contrasfondos denominacionales, gobiernos eclesifsticosy teologfas dis- tintas, que tenfan en coméin una misma experiencia spiritual. En realidad, en los patses de origen el pentecostalismo nacieate com- partia la misma confusa variedad. Pero en ellos el proceso de estructu- raci6n fue més répido. Surgieron entonces las grandes denominaciones ppentecostales, con las cuales las peque‘ias iglesias de América Latina tra- taron de vincularse. En algunos casos la iniciativa partio desde Estados Unidos o Europa; en otros, desde las iglesias Iatinoamericanas. A las unas las movia su pretensiGn hegeménica, a las otras la bsqueda de re~ conocimiento y estabitidad. No fue sino hasta fines de la década de los cincuenta que el pentecos- talismo latinoamericano comenz6 a tener una presencia significativa © inici6 su etapa de crecimiento permanente. Ciertamente no fue casual ‘que esto coincidicra con Ia crisis de los gobiernos populistas Ia forma- ‘ién del proletariado urbano. Quiz4s por haber nacido entre negros y ‘mujeres, o por haber Hegado de la mano de inmigrantes, el pentecosta- lismo echo rafces en medio de los desesperanzados y desposeidos. No fue una opci6n misionera artificial sino una simple realidad existencial. No optaron por ser pobres: eran pobres. Desde esta condicion de vida millones encontraron un camino para articular su fe y sus esperanzas. @Por qué en y a través del pentecostalismo? La respuesta es compleja, No desconocemos los intentos de explicaciOn que se han esbozado, la mayorfa de ellos desde una perspectiva sociolégica o de la fenomeno- logia de la experiencia religiosa. Sin embargo, tales acercamicntos no son suficientes yla mayoria de ellos no logra entender la euestién fundamen- {al ni responder la pregunta del porque se ha dado este fenémeno mas vo en el pentecostalismo. Las causas que comtinmente se esgrimen vit PROLOGOALA EDICION CASTELLANA, (iturgia, portenencia de clase, capacidad movilizadora, mensaje escapis- ta, comunidad de refugio, etc.), podrian aplicarse a otros grupos religio- 505 y s6lo revelan ciertas fecetas de la realidad. Donald Dayton nos propone aqui un acercamiento distinto al fendme- xno pentecostal: discernir las raices teolégicas que le dieron origen. Por razones obvias, en su investigacién no estn presentes Latinoamérica ni la historia contempordnea del movimicato pentecostal. Dayton trabaja cen lo que serfa la pre-histoia del pentecostalismo latinoamericano. Una aproximaci6n superficial asu investigaci6n podria llevarnos a preguntar: Qué tiene que ver esto coa nosotros? LNo es, acaso, diferente el pente- costalismo norteamericano y europeo que el latinoamericano? 2No de- viene esa diferencia dc los modos de inserci6n en contextos distintos? Si rmiramos atentamente descubriremos que mucho de lo ocurrido en el pentecostalismo de América Latina s6lo es comprensible a partir de aquellas raices teol6gicas. Eltrabajo de Dayton tiene Ia virtud de sintetizar en cuatro afirmacio- nes cristolégicas las rafces teologicas comunes a toda Iglesia que se lla- rma pentecostal: Jesucristo como salvador, bautizador con el Espiritu Santo, sanador yrey que veadr otra vez. Mas alld de los matices propios de cada contexto 0 de los énfasis peculiares, siempre subyacen estos te- mas como un denominador comin. Los pentecostales los llaman «el cvangelio cuadrangular» 0 «el evangelio completo», Como bien muestra Dayton, no son patrimonio exclusivo de los pentecostales ni han sido in- -ventados por ellos, pero la manera de interrelacionarlos en su fey précti ca, sf les pertenece. No son meras proctamaciones doctrinales sino ‘experiencias de vida. La mayoria de los pentecostales no sabria siquicra ‘cémo explicarlos articuladamente pero s{ darian testimonio de su vera- ‘idad a partir de sus vivencias personales. He aqui la clave hermenéi ‘cadel pentecostalismo: Jests salva, bautiza ysana porque me ha salvado, bautizado y sanado a ml. Puestas a funcionar en el contexto de las masas desposcidas y necesi- tadas de América Latina, estas doctrinas adquieren un valor particular. El evangelio ¢s vivido en la radicalidad de su poder liberador y humani- zador. Los abordajes psicol6gicos y sociol6gicos al pentecostalismo han dcsestimado o mal entendido tal dimensi6n, Por lo general se lo des bbe como una «religi6n de escapismo» donde sus integrantes piensan més en el cielo que en los problemas concretos de la tierra. Hace algo més de veinte afios Christian Lalive d’Epinay lo llam6 el «refugio 0 ciclo (en su vversiOn inglesa) de las masas». El error de tales interpretaciones radica en que no han sabido discemir el papel de protesta que tiene cierta him- [RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO nologia y liturgia pentecostal. Una forma de subversiGn es negatles po- der y autoridad a los dioses de este siglo. De igual manera carece de importancia cuestionar la doctrina pente- costal de la sanidad divina a partir de negar la posibilidad del miagro, ‘como lo hace cierta critica liberal, ode aducir que tales manifestaciones sobrenaturales quedaron confinadas a los primeros atios del cristianis- ‘mo, como lo hace cicita teologfa conservadora. La negacién de lo suce- ido no lo anula; s6lo lo deja sin explicar. Al igual que el ciego del evangelio, la respuesta de un pentecostal seré: «s6lo sé que antes era cie- {20 y ahora veo>. Para un te6logo tal explicacién no es suficiente; para millones de latinoamericanos la sanidad divina ha sido y es la Gnica po- sibilidad de acceso a la salud. ‘Vemos, entonces, que las doctrinas cardinales del pentecostalismo se cencarnaron en las situaciones particulares del continente, confluyendo ‘en esa sintesis tinica que es €l movimiento pentecostal latinoamericano, El aporte de Dayton, en este trabajo, nos permite completar el cuadro que hasta ahora habyan pintado a medias los historiadores y sociélogos. Cabe preguntarnos si el pentecostalismo contempordneo refleja las rafces teol6gicas y sociol6gicas que le dieron origen y han contribuido a su crecimiento, En un aspecto dirfamos que si, pues lo que hemos des- cripto hasta auf continta vigente. Al mismo tiempo, han emergido otras facetas que nada tienen que ver con su historia pero que determinan su imagen actual. Contiruando con el vocabulario boténico, no serian «rai- ees» sino «injertos, pero la savia de ambos ha producido un nuevo fru- to. Quizss la de mayor efecto sea aquella teologia que ha vinculado las bendiciones al progreso econ6mico, identificando los valores dela socie~ dad de consumo con ls del reino de Dios. Su punto de partida tiene que ver con la fe en un poder de Dios capaz de transformar cualquier situa- cidn adversa, incluso la econ6mica. La creencia en un Dios de poder al servicio del hombre no es nueva entre los pentecostales. Pero la manera cen que esto se ha desarrollado a partir de la década de los sctenta on Es tados Unidos ha introducido elementos nuevos que entran en conflicto con la tradicién pentecostal, aunque son aceptados acriticamente. Day- ton nos recuerda que la vertiente mAs importante del pentecostalismo esté en los movimientos de santidad que se remontan al siglo xvut y le- gan a su méxima expresi6n en el XIX. Una de las manifestaciones exter- nas de la teologia de la santidad era el estilo de vida austero. No obstante «llo, el pentecostalismo norteamericano, movido por las ensefianzas de algunos de sus evangelistas mas famosos, ha revertido esta tendencia y aceptado una relacién causa-efecto entre bendicién y riqueza. Tal pen- PROLOGO ALA EDICION CASTELLANA samiento cabe perfectamente en una sociedad de opulencia y religiosi- dad que necesita un justficativo teol6gico su carrera desenfrenada por la posesién de bienes materiales. Esto nos plantea, desde América Lati- 1a, un doble problema. Por un lado, las iglesias ysus miembros tratan de reflejar un estilo de opulencia para demostrar que cuentan con la bendi- in divina, Por otro lado, se avepta ingenuaments el eorrelato politico ideolbgico que sirve de sustento a este tipo de sociedad. El pentecostalismo latinoamericano esté asumiendo, en su mayorta, esta manera de ser. Ciertamente, como ya lo hemos dicho, no responde ‘una mera cuestiOn de imagen, sino a una radicalmente nueva concep- ci6n dela fe ysu cficacia. Plantca una forma de paraiso terrenal que apa- rece como un espefismo para millones que se debaten diariamente entre el hambre y la miseria. Las implicaciones son eclesiol6gicas, teol6gicas y misionolégicas. Estamos asistiondo a la constitucién de un pentecosta- lismo de clase media que deja la periferia de los pueblos y ocupa para sus templos los mejores lugares de la ciudad. A diferencia de lo ocurri- do en Estados Unidos 0 Europa, este movimiento no acompafia al ‘movimiento dela sociedad, Eneste caso, el nuevo pentecostalismo repre- senta un modelo de sociedad que esté més allé de las posibilidades de su contesto, ¢Hasta dénde podré distanciarse? La predicacién y el énfasis sobre la teologia de la prosperidad, que acabamos de mencionar, han relegado a un segundo plano una de las. rafces fundamentales del pentecostalismo, el bautismo con el Espiritu Santo. Investigaciones recientes en iglesias peatecostales demuestran ‘que menos de un 40% de sus miembros dice haber recibido el bautismo con el Espiritu Santo con la evidencia de hablar en lenguas. A simple vis- ta podria suponerse que no tiene por qué una cosa haber afectado a la otra, Podria aducirse también, desde una perspectiva no pentecostal, que estamos asistiendo al desmoronamiento de una creencia equivocada. No eseste el lugar para un debate teolgico al respecto, pero muestra hipste- sis es que se ha producido un cambio cualitativo que va de una espiritua- lidad individualista a una historicidad materialista de la experiencia religiosa. ‘También han sido afectadas, y por las mismas razones, las consecuen- cas précticas de la escatologia pentecostal. Dayton demuestra o6mo la creencia en la pronta venida premilenaria de Jestsera parte de las raices teoligicas del pentecostalismo. Otros, como Anderson y Faupel, a quie- nes el mismo Dayton cita, diran que tal doctrina es parte integral del men- saje pentecostal. El sentido de urgencia que tal escatologia supone ha sido aceptado como una de las causas del crecimiento de la Iglesia Pen- RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO tecastal Sin embargo, esto ha variado en las iltimas décadas. No ha ha- bido un cambio en el contenido de la doctrina, pero sien su énfasis. Ya zo aparece como tema permanente ni es usada para presionar hacia la {ea los inconversos. Hoy el argumento pasa por lo que Dios hace aqui y ahora por el er humano. No se apela al parafo futuro como alternativa centendida como una experiencia posterior, y un posterior bautismo en el Espiritu Santo que capacita al reyente para testificar y servir, hecho evi- denciado por el hablar en lengua). 2. Los que reducen este patron a «dos obras de la gracia», al unir las dos primeras en una y el bautismo del Espiritu Santo, El término «evangelio completo» se usa frecuentemente dentro del pentecostalismo y describe una constelacién de temas parcialmente la- tentes en el enunciado de fe desarrollado més ampliamente por la PENA. Los temas de 0 «pleno» se hicieron explicitos dela si- ‘guiente manera en una declaracién anterior: ‘Durante la Reforma Dios uli a Martin Luteroyactrospara restau {ola doctrina del jusiiescin porla fe. Ro. 51. Mas tare el Sefiorus6a los her- ‘manos Wesley ya otros que petenesieron al gran movimiento de santiSad, para restaurar el evangelio de a santificain pola fe, Hechos 2618. Después de esto, s6 a diversas pemonas para restaurar el evangeliode la sanidaddivina por medio 4e a fe (Sig 5.141), y la doctrina de la segunda venide de Cristo, Heehos 111. ‘Ahora lSehor est utilizando muchos tesigos dentro de gran movimiento pente- ‘costal para restaurar el evagelio del bautismo con el Espiritu Santo y con fuego (Lucas 3.16; Hechos 1.) ylossignos que le suirian. Manos 16.17, 18; Hechos2.4; 1044-46; 19.6; 11-2831. Gracias a Dios, hora tenemos predcadores del evange- lio competo.* Este pasaje sugiere los cinco temas incluidos en «el evangelio comple- to», es decir, «lastres obras de la gracia» que caracterizaban a una de las corrientes, mas otras dos: la sanidad divina por la fe» y ela segunda ve~ rida de Jesucristo». Estos dos temas adicionales pueden agregarse alas censefianzas de cualquiera de las dos ramasdel pentecostalismo y normal- ‘mente aparecen en pasajes que detallan una lista de temas distintivos del pentecostalismo. Esta constelaci6n de temas se repite a lo largo de toda latradicin pentecostal. RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO El patr6n aparece muy al comicnzo, por ejemplo, cuando los alumnos del Bethel Bible College se esforzaban por alcanzar el itimo eslabén en lacadena de ensefianzas pentecostales. Como lo describe uno de sus pto- fesores, Charles F. Parham: _Endlembre de 1900 twimos examen sobre el tema delarrepeatimiento,lacon- ‘versin, la consagracién, a saniicacio, la sanidad, la pronta venida del efor. Hablamos aribedo aun problema en nussresestdios. {Qué del segundo capitu- Jo.de Hechos? . Puse alos alumnosa trabajar diligentemente acerca decudleseran las evideneasbiblcas sobre ef bautismo del Espace Santo. Esta tarea provocé unos dias después el incidente que dio origen a la tcologia pentecostal, cuando la alumna Agnes N. Ozman «recibié el Espiritu Santo» y supuestamente habl6 en el idioma chino.” Un patrén similar aparece en la denominaci6n de raza negra, llama- 4a First Baptized Holiness Church of God of the Americas (Primera Igle- sia de Dios de las Américas Bautizada en la Santidad), que se fund6 en 1926 por la fusin de varias otras cuyas rafces se remontan al ao 1898. La base de la unin contenia los siguientes temas doctrinales entre sus compromisos denominacionales: el arrepentimiento, la regeneraci6n, la justificacion, la santificaciOn, el bautismo pentecostal, el hablar en otras Jenguas segtin la operacion det Espiritu, la sanidad divina det cuerpo, y lasegunda venida premilenaria de Cristo." Es posible encontrar este mis- ‘mo patrén en a Apostolic Faith Mission (MisiGn de Fe Apostétiea), uno de os cuerpos més antigues del pentecostalismo, que remonta sus orige- nes directamente al Avivamiento de la calle Azusa que hizo que el pen- tecostalismo se conociera en todo el mundo. staiglesia. coloca un gran éofais sobre la necesidad de tener tres experiencias espntualesdistintasyseparadas, que obran ene corazin yen a vida (a jasifica- in, la santificacin, yelbautisma del Espiritu Santo. Estas dctrnas que con- ‘emena la experiencia expritual junto con las ence az sobre la sania divi lainminentecepunda veida de Jeni (premilenara).. proporcionan el sido fon amento excritaral vbr el que se basa a iglesia? Este patrén es quizas més claro en la otra rama principal del pente- costalismo, en donde el segundo tema de la santificacién se aparta para dar mayor énfasis al «evangelio completo» como el Este patron, sin em- ‘argo, halla su expresi6n més clara todavia en el trabajo de Aimee Sem- ple McPherson, la controvertida fundadora de la International Church of the Foursquare Gospel (La Iglesia del Evangelio cuadrangular), cuyo ‘mensaje bésico es resumido por ella de la siguiente manera: Jest nos sara de averdocon Juan 3.16 Nosbautiza conelExpituSantodeacur- ‘docon Fechos 24 Cura nuestros cuerpos de aeverdo con Santiago S.14-15, Jess volverd de nuewo a recibimas con él de acuerdo coa 1 Teeslonicenses 416-172 EI patrén comin de los cuatro puntos ‘Tomaremos este tiltimo patrén de cuatro puntos como base de nucs- tro andlisis teol6gico ¢ histGrico. Aunque el patron de cinco puntos es histéricamente anterior ypor lotanto merece nuestra atenci6n, el patrén de los cuatro puntos expresa con més claridad y de manera més transpa- rentelalégica de latcologia pentecostal. Masain, al estar contenida den- tuo del patron més complejo, posee el derecho de ser considerada, sino hist6ricamente, al menos|l6gicamente anterior al patr6n de los cinco pun- tos, Estos cuatro puntos son précticamente universales dentro del movi- miento, y aparecen, como hemos tratado de demostrar, en todas las amas y Variedades del pentecostalismo,” mientras que el tema de lasan- tificacién total es en éitima instancia earacteristico tan s6lo de la rama «de a santidad». Optar por el patrén més imple de los cuatro puntos 20 significa ignorar la rama del pentecostalismo vinculada con cl Movimien- to de la Santidad. Las razones teolgicas e hist6ricas para su existencia se irdn revelando a medida que trabajemos con el patrén més universal. Debemos admitir de inmediato que todos los elementos del patron de Jos cuatro puntos aparecen por separado on diversas combinaciones en ‘otras tradiciones cristianas. Aun el patrén completo de los cuatro pun- {os est4 de alguna manera anticipado, por ejemplo, en el «evangelio de Jos cuatro puntos» de A. B. Simpson, fundador de la Alianza Cristiana y Misionera de fines del siglo xrx, quien hablaba de Cristo como el «Sal- vador, Santificador, Sanador, y Rey esperado».® Pero el surgimicnto de este patrén es, de hecho, el tltimo paso en el complejo proceso de desa- rrollo que culmina en el pentecostalismo. Su significado se aclararé més adelante en la historia. De todos modos es posible afirmar que este patrén de cuatro puntos nos proporciona un andlisis del pentecostalis- RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO ‘mo lo suficientemente caracteristico de todo el movimiento como para poder usarlo como base de un andlisis histrico y teol6gico. ‘se podrfan ofrecer otros modos de analizar las cosas, pero el valor de este andlsis se demuestra 1) empiticamente, como hemos dicho, al apa recer tan extendidamente en la literatura del pentecostalismo; 2) teolog ‘camente, como sefalaremos de paso, pot la manera en que permite explicar la logica del pensamiento pentecostal; ¢ 3) histéricamente, co- smo lo demostraré este trabajo en su conjunto, al mostrar, quizés por pri ‘mera vez con claridad, las rafces de la teologfa pentecostal. El significado més completo de cada uno de los elementos del evan- gelio «cuadrangular se iré aclarando a medida que se rastree el surgi- mmiento hist6rico de cada uno de ellos. Aqui nos preocupa demostrar ‘como estos elementos, unidos en una inequivoca coastelacién, expresan Ta l6gica fntima del movimiento. Aunque estén presentes por separado ‘en otras partes, estos cuatro temas s¢ incorporan dentro del pentecosta Tismo de tal mancra que se refuerzan unos a otros. La logica caracteristi cadeeste vinculo puede verse més fécilmente al analizarlos res primeros ‘nombres dados al movimiento: «Movimiento Pentecostale, «La Fe Apos- tlica» y «Movimiento de la Lluvia Tardfa. Las tres expresiones apare- ‘cen en el titulo que Charles F. Parham usa en su primer informe acerca de este muevo fen6meno: «La lluvia tardia: historia de los origenes del ‘movimiento apostélico original, o movimiento pentecostal»™ ‘La hermenéutica pentecostal Al analizar el primero de estos titulos, el «Movimiento Pentecostal», -evela como s¢ unen entre s{los dos primeros elementos del evange- Tio de los euatro puntos, salvaciOn/jusificacion y bautismo del Espiritu Santo, Este patrén esté basado en tna hermenéutica propia: una mane- ra claramente pentecostal de apropiarse de las Escrituras. En contraste con el protestantismo magisterial, que tiende a leer el Nuevo Testamen- to segiin el apéstol Pablo, el pentecostalismo lee el resto del Nuevo Tes- tamento por medio de la 6ptica de Lucas, especialmente con la visi6n del libro de los Hieckos. Comenta W. J. Hollenweger: «..los pentecostales y sus predecesores se apoyaron casi Gnicamente en cl Evangelio de Lucas yen los Hechos de los Apéstoles.»" ero cambiar de los textos paulinos a los de Lucas es cambiar de un .género literario s otro, de un material didéctico a un material narrativo.% [Los textos narrativos son notablemente dificiles de interpretar teolégi- 10 HACIA UN ANALISISTEOLOGICO ‘camente.” Los pentecostales leen los relatos de Pentecostés en Hechos insistem en que el modelo general de recepci6n del Espiritu Santo por parte de la iglesia primitiva, especialmente como en algtin sentido esta que choca con el protestantismo clasico y su tendencia a ar- gumentar que los carismata y los dones sobrenaturales del Espiritu» cesaron al cerrarse la era apostélica. Un ejemplo de este modo de ma- ncjar el clemento sobrenatural del Nuevo Testamento ¢s Benjamin B, Warfield, un defensor de la vieja tcologia de Princeton, quien us6 este argumento para refutar los movimientos de sanidad prepentecostales de fines del siglo pasado. Aunque Warficld admite, junto con los pentecos- tales, que «la iglesia apostolica era una iglesia t/picamente forjadora de milagros», Warfield insistfa en que este estado de cosas era lacaraterstica peculiar yespecica dn iglesia apostic,y pertencfa por lo tan- to exclusivamente ala era apostéica estos dones. eran parte de las eredenca- R HACIA UN ANALISISTEOLOGICO Jes de los epistles en tanto agentes de Dios otadoe de autorded para fundar ta iglesia. Su funcion se limitaba claramente aa gesia spotlic,y necesariamentc tveron que terminarse junto con ell,” ‘Los pentecostales, sin embargo, afirman que si Dios es un Dios que ‘no cambia,™ entonces la naturaleza de la iglesia apostolica debe ser, en este punto, normativa para todas las edades. Al afirmar que ellos esta- bbam restaurando los elementos sobrenaturales de la era apostolica, el ‘movimiento afirmaba ser, en efecto, «la fe apost6lica», un nombre fre~ ‘cuentemente usado por adherentes de los primeros tiempos y utilizado en gran mémero de instituciones y revistas. Uno de sus defensores lo ex- presaba asf en ua libro publicado con el titulo de Tae Apostolic Faith Res- ‘ored (La fe apostblica restaurada): [Encl mundo religioso de nuestros cas hay una gran actividad por parte del Espiri- ‘tw el Sefor, actividad conocida bajo el nombre de Movimiento Pentecostal 6 de «la fe apostliea» Los hombres y mujeres de corazn sincero que forman este ‘movimiento han tomado como mea retomar ala fey ala préctica de aquellos her- ‘manos que servian a Dios antes de la apostata,Han hecho del Nuevo Testamento Ja repla de su vida .. EL Movimiento Pentecosa da un salto por sobre esos aoe intermedios, con ei lamado de «Volvamos a Pntecostés esta Obra de Die se vincuagirectamente on la obra de Dio en leds del Nuovo Testamento. Eit- «ada porla misma mano, ysobre el mismo fundumento de los apdstolesyprfetas, ‘iguiendo el mismo patron, y de acverdo con el mismo pacto no reconocen tau {tordad de ninguna doctrina ocostumbre a menos que s la pueda remontar esa ‘ucnteoxiginaria de insiruccida del igesia, el Sedory oe epéstoles® Por lo tanto, esta afirmacién de un acceso directo a la experiencia de Pentecostés conduce naturalmente a la afirmacién de haber restituido la «fe apost6lica» y todos los elementos sobrenaturales mencionados en el Nuevo Testamento, Entre ellos est la sanidad divina, la cual no solo se convierte en un regalo de Dios para sus hijos que padecen dolor, sinoen uuna sefial de la presencia del Espiritu para el ereyente, y una forma de testimonio para el no creyente, en la obra de evangelizacién. El Movimiento de la «Lluvia Tardia» La pretensién de haber restaurado la fe apostolica plantea algunas ‘cuestiones apologéticas bastante scrias para los pentecostales. {Como es posible que algo tan infrecuente em la historia de la iglesia pretenda ser Ja manifestaci6n esencial de la fe y la practica cristianas? Los pentecos- tales tenian dos respuestas para esta pregunta. Algunos de sus adeptos ~forzando por lo general las evidencias hasta mas alla de sus limites ~ B RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO afirmaban que era posible «establecer una comunidad de fe y de préct cca» al descubrir en la mayorfa de los periodos de Ia iglesia a personas y grupos que tuvieron la experiencia de hablar en lenguas y de poscer btros dones del Espiritu, Pero también habia otra respuesta ala objeciOn, {que era mis fel ala logica del pentecostalismo, al menos en los eomien- 3s del movimiento. Esta respuesta estaba vinculada a la doctrina de In “aluvia tardia», uns enseiianza que ilustra cémo Ta expectativa del inmi- nente retorno de Cristo esté ligada a los otros elementos del evangelio de los cuatro puntos. En los primeros ios, el pentecostalismo solia conocerse con el nom- bre de «Movimiento de la Lluvia Tardfa».” La clésica expresion de esta doctrina aparece en The Latter Rain Covenant (El pacto de ta Ituvia tardia) de D. Wesley Myland.» En el relato de Pentecostés en Hechos 2 se cita la profecia del libro de Joel, que dice que «en los iltimos dias» el Espiritu seria derramado sobre toda la humanidad. Los pentecostales, naturalmente, se siticron inmediatamente atrafdos por el libro de Joc” {por las alusiones en Santiago 5:78 y en otras partes de las Escrituras a ‘una lluvia «temprana» y «tardia>. En Palestina la luvia cae en dos estaciones principales: en la prima~ vyera acompafiando la siembra, y en otoiio para madurar la cosecha an- tes de la siega. Este patron de liuvias proporciona la imagen por medio de la cual el pentecostalismo entiende su propia relacién con la iglesia postélica y el inminente fin de la era. El primer Pentecostés del Nuevo Testamento fue la , el derramamiento del Espiritu, ‘acompaiiado por la «siembra» de la iglesia. El moderno pentecostalismo ‘es «da lluvia tardfa», cl derramamiento especial del Espiritu que restau- ra los dones en las tiltimos dias, como parte de la preparacion para la ‘sioga», el retorno de Cristo en gloria. Myland insiste en que: ahora estamos ene! Featecsés de los gentle; el primer Pentcoréscomena6 a ign eleverp ce Caso,y Et, el segundo Pentceotés, ney perfecionalaighe- sia pra preparark para el regreso dl Seto? Myland Hleg6 a decir que las precipitaciones en Palestina habian aumentado su frecuencia durante el siglo XIX, como parte de suargumen- to para trazar el paralclo con el surgimiento espiritual del pentecostalis- ‘mo, confirmando asi su validez e indicando que el fin era inminente. “Aunque el paralelo especifico con las precipitaciones de Palestina perdi6 su vigencia, la doctrina mas amplia de la «lluvia tardia» propor- Cioné la premisa que faltaba para la l6gica del pentecostalismo. Brind6 almovimiento un sentido de protagonismo en el acercamiento del climax 4 HACIA UN ANALISIS TEOLOGICO de la historia, como el medio por el cual Dios estaba historia, co preparando a su aceasta is ee ees sra Mary B. iworth-Etter, una figura un tanto olvidada en el pentecostalismo, describe su «llamado especial para esta tarea» en una visin: dara fla oa te alien «emp are tee mato dines eles imo Lado snes Ge Sodas el Contes pores pe: Set po 6 enar eas rin opel lope que ne eps fea en ety sar gue potas aegis Sc ape Sa ‘toy con poder, y sellados con el correcto conocimiento de su venida _ Pero més allé de indicar el papel especial que el pentecostalismo na- ciente debta cjercer en los «tiimos dias, Ja oink cap causing también explicaba por qué los dones y las sefiales aparecian después de tanto tiempo de «sequia», La sefiora Woodworth-Eiter explicaba: «Dios dice que cuando venga Jess tendén lar ets mismas ‘seals mi- igF0s': los ciegos podrén ver, los demonios serén id nag hablarén en lenguas, justo antes de su ‘eoidan® Esta aces y rilagros» no sélo ligan los temas eseatol6gicos con el conjunto total del ‘evangelio de los cuatro puntos, sino que el marco de «la luvia tardia» transforma el gran problema apologético del pentecostalismo en un im- pportante logro apologético.L larga sequia, desde tiempos posapost6l ‘os hasta el presente, ¢s vista como parte del plan dispensacional para todas las edades. Lo que més parecfa hacer del movimiento algo ilegiti- ‘mo ~su discontinuidad con las formas clasicas del cristianismo— se ha convertido en su gran justificacién. Esto es, por lo tanto, parte de la logica interna por medio de la cual resulta coherente el evangelio de los cuatro puntos. El hecho de que la logica existe y que puede ser explicada de esta manera, confirma hasta cicrto punto lo correcto de un andlisis teolbgico que enfatice este patron distintivo de cuatro temas, es decir, su gestalt. Rastreando el desarrollo y cl entrecruzamiento de estos temas, podemos comprender la génesis historica y teol6gica del pentecostalismo, quizas por primera vez, al me~ ‘ngs en detalle, Esta complicada historia constituird el resto de la inves- tigacién. 1s ih, Amor que Excede a Todos! 339 CChanuts Wasuey, 1707-1788 Love Dicine (Beecher), $7.87 -D CAPITULO IL Tre. de Ballock “oun Zowoet, 1815-1882 Las raices metodistas od ely del pentecostalismo JOB, A mor que ex-ce de a to = dot, Wen, A* mor, a eas daw day Moe ve [Oh A- mor not see paseo De ls Gi damos por sentado, aunque sea provisoriamente, lo carrecto de ‘nuestro andlisis del pentecostalismo basado en cuatro temas teclégi- ‘605, podremos entonces tsarlos como claves para buscar las rafces de la tcologfa pentecostal, Naturalmente, una bisqueda de este tipo tien: sus riesgos ysus problemas. Un pentecostal consagrado hasta podria tomar- lo como blasfemia: si cl movimiento no es otra cosa que la restauracién providencial por parte de Dios dela «fe apostélica», no es necesariobus- car otras fuentes més allé del Nuevo Testamento. Esta perspectivatam- bign tiende a enfatizar la discontinuidad con lo que ha precedido al pentecostalismo, y asf sustraerlo de su contexto histérico inmediato, Noes necesario menospreciar enteramente tales objeciones. El surgi- ‘miento del pentecostalismo fue parte de una lucha permanente por en- tender y hacer vital el mensaje del Nuevo Testamento para nuestro tiempo. En ese sentido no deja de tener intuiciones de valor para c!res- to de la iglesia, Sin embargo, hasta el surgimiento del Movimiento Ca- rismético y su rearticulaci6n teolgica de temas pentecostales, estas intuiciones no han sido a menudo ni elaboradas, ni expresadas en térmi- ‘nos que pudieran hacerlas facitmente aceptables en otros lados. No de~ ja de ser lamativo, sin embargo, que micntras el movimiento estaba reafirmando los clementos apocalipticos y escatoligicos a nivel popular, figuras como Albert Schweitzer y Johannes Weiss estaban sefialando de manera similar, pero a nivel académico, el descuido de tales temas por parte de la erudici6n brblica del siglo XIX. Por otra parte, aquellas preocupaciones podrian servir para advertir- ‘ngs que no debe ponerse demasiado énfasis en la continuidad del pente~ ccostalismo con lo que estaba sucediendo antes. Una mirada retrospectiva hhace que las cosas se vean claras (quizés demasiado claras). La bsque- dda de «antecedentes» y de «rafces» podria desentrafar paralelos y con- tinuidades a costa del oscurecimiento de lo novedoso y de lo discont nuo. Lo «nuevo» en el pentecostalismo, especialmente cn relaci6n con sus an- ” RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO tecesores inmediatos, es innegable; pero esta cuestion no debe dejar de lado el esfuerzo por obtener una mejor comprensién historica del surgi- rmiento de las afirmaciones teologicas y doctrinales de! movimiento. Pero aun cuando se acentuara la validez de este tipo de investigaci6n, cl punto de partida de Ia historia no es inmediatamente obvio. Los dife- rentes temas pentecostales pueden rastrearse hasta que se vuelven me~ ‘nos y menos distintiamente pentecostales, y comienzan a tomar el aspecto de temas similares en las tradiciones cristianas més clisicas. Se hha propuesto una serie de puntos de partida en los iltimos afios. Esnues~ tro deber tomar notade ellos antes de clegir uno nuevo, que recoja estas otras propuestas. ‘Algunos intérpretes' han remontado las rafces del pentecostalismo a la doctrina catdlica y anglocat6lica de la confirmaci6n, donde hay una tendencia a hacer una separaci6n entre la recepcion del Espirituy el ba ticmo por agua. Se suele afirmar esto a partir de Hechos 8.14-17, un tex- to clave para los pentecostales. La similitud con la posici6n pentecostal puede advertirse en un defensor reciente de esa posiciém, como L. S. ‘Thornton: En Gélatas (4.6) » hay] na frase que recuerda que Pentecosésestéconectado ‘eciidamente con unt segunda etapa de iniiacion «Y por cuanto sos ijs, Dios (vib a westrs corazanes et Expt desu Hijo»; a relaci6n fil con Dios que Conesponde auestre humanidad fe etablecida nuevamente por nvestaincor- [Poracbn al Hijo de Dios encarnado;y esto ocurri6 en nuestro autism». Gracias Sete aco de neva crac estamos ahora en condiciones de entre en una nueva Capa de restauraign coro indispensable del primera E1 Espiritu desu Hi Joceel complemento apropiado de aquelarelacia de hijos ala que ya hemos si- dodmitdos? Esdificillcer estey otros pasajes relacionados sin advertir algunos no- tables paralelos con a separacion pentecostal entre conversion y bautis- ‘mo del Espiritu Santo. El argumento para refrendar las rafces catolicas y anglocatélicas de la teologia pentecostal tal vez se fortalece en el he~ cho de que aquellas tradiciones también han tendido a mantener un sen- tido de lo «milagroso» hasta el presente, no s6lo dentro de su sistema sacramental, sino al afirmar ciertos milagros de sanidad (a menudo en relaci6n con su concepto de la naturaleza de la santidad [sainthood)), y preservar ritos antiguos de exorcismo ¢ imposicién de manos sobre los cenfermos. Otros intérpretes han creido ver las rafces del pentecostalismo en el puritanismo, y afirman que es posible trazar «una linea directa deinfluen- cia a partir de as easefianzas puritanas sobre el Espiritu Santo” Garth 18 LAS RAICES METODISTAS Wilson ha presentado esta posicién en su estudio «Puritan Doctrine of the Holy Spirit» (La doctrina puritana sobre el Espititu Santo), en el que afirma que hay anticipos de la doctrina pentecostal en Richard Sibbes, John Owen, Thomas Goodwin, Richard Baxter yotros puritanos que en- sefiaban «una obra del Espiritu» posterior ala regeneracién y ala santifi- caci6n4 Thomas Goodwin, por ejemplo, habla de un «cello del Espiritu» sobre la base de Efesios 1.13-14, ylo relaciona con Pentecostés, afirman- do que «primero deben recibirlo a él [cl Espiritu Santo] como Santifica- dor antes de que puedan recibirlo como Confortador». También afirma que «ustedes que son creyentes, esperen tuna nueva promesa del Espiri- tu Santo como Consolador... encontrarn que los apéstoles, Hechos 1.4, debfan esperar la promesa del Esp{ritu; hagan ustedes lo mismo».* ‘Tales temas a menudo se combinaban dentro del puritanismo con un renovado énfasis en la escatologia y en «la gloria del tiltimo diam de la iglesia, Estos temas se radicalizaban adoptando diversas formas de mi- lenarismo, sobre todo en la periferia del movimiznto,* Es posible encon- trar también en esta mezcla algunos anticipos de las enseitanzas bésicas, del pentecostalismo. tra fuente un tanto olvidada, pero posiblemente fructifera en rela- ci6n con las rafces del pentecostalismo, seria el pietismo. El pietismo alemén tendia a romper la dialécticaluterana de simul justus etpeecator al poner el Enfasis en el hecho de que al obtener la gracia de Cristo uno podia «vencer» el pecadoy el mundo, un tema comin y crucial, como ve- remos, en los afios inmediatamente anteriores al surgimiento del pente- costalismo.* De igual modo, cuando se trata de rastrear el origen de la doctrina de la sanidad, encontramos que el pictsmo juega un papel de suma importancia? Jargen Moltmann ha observado que yuen el siglo XVI, la era dela ortodonay el sbsolusmo, el pensamiento. “apie qulsatco pas por un notable ceurpmieatoen a tedogh prostate. onen gr Hedayen lege tore ego pose Worm Sejnia: Serefiere, naturalmente, al surgimiento del puritanismo y el pictismo. La conexién metodista ‘Sin embargo, estos clésicos anticipos del peatecostalismo son, hasta cierto punto, lineas paralelas antes que fuentes reales o directas, aunque no se pueden negar algunos casos de influencia directa." Nuestra histo- 19 RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO ria comenzard con el metodismo. Ea parte lo hacemos porque esté cla- +o que aqui podemos encontrar un hilo hist6rico que demuestra tener vinculos reales y desarrollos posteriores que culminan en el pentecosta- lismo. El metodismo, por otra parte, se ubica de manera notable en el punto de confluencia de los tres candidatos que acabamos de analizar. John Wesley estaba «vitalmente vinculado con el anglicanismo, con el puritanismo y el pietismo», segin el comentario de John'T. McNeill? ‘Sin embargo, aun este punto de partida les parecerd extrafio a quie- ines conoccn bien tanto al metodismo como al pentecostalismo, Es ver- dad que los seguidores posteriores de aquellos puntos que hemos tratado de aislar en el capitulo anterior intentar‘an reclamar a Wesley para su ‘causa: que enseii6 el «premilenarismo," que «era ortodoxo en cuanto altemade la sanidad divina»,o quedistingufa entre aquellos que habian sido bautizados con el Espiritu Santo y los cristianos comunes».'* Pero, como veremos, todas estas afirmaciones, o biem estén equivocadas, 0 son sumamente exageradas. Y aunque el metodismo y ese otro més amplio movimiento conocido como el «Avivamicnto evangélico» fueron fuentes fundamentales para una piedad orientada hacia la conversion que luego hallé expresi6n en el pentecostalismo, no es facil uni las doctrinas me~ todista y pentecostal acerca de la conversién. Wesley se inclinaba més por hablar de que se debfa hacia el cato- licismo dentro de la tradieién protestante;® como quien se ha acercado LAS RAICES METODISTAS demasiado al calvinismo?" el que es un verdadero heredero de la refor- ‘ma luterana;® se le atribuye haber anticipado la orientacién existen- cialistay ética de la teologfa liberal haber echado raices principalmente ena teologia de los padres oricntales;# se lo ve como una forma de tra- icin sinergista que se remonta a través de la reforma inglesa ala tradi- n del nominalismo, como un «protobarthiano», al menos en st cristologiay asf sucesivamente. En cuanto a eclesiologfa, tanto la alta ilesi” como ta bajo dentro del anglcnismo, lohan reclamad para La diversidad de opiniones nace en parte del cardcter asistemtico y ‘ad hoc del corpus wesleyano, y por el hecho de que su pensamiento se ‘desarrollo histOricamente en su esfuerzo por canalizar las energias del ‘metodismo entre los dos fuegos, el del moralismo, y el del antinomianis- ‘mo. Pero también surge del cardcter catdlico de las fuentes de Wesley, y del hecho de que mezel6 temas que eran aparentemente incompatibles en una frégil gestalt que en un momento parece brindarnos la evidencia «desu genio, yen otras, sostencrse apenas por poco més que la mera fuer- za de su personalidad y de sus convicciones. El resultado ha sido una suerte de inestabilidad constitutiva en la que el metodismo se ha desliza- do de un lado a otro, 0 se ha dividido en fragmentos, eada uno de ellos conservando s6lo ciertas partes y temas de la visién original de Wesley. Estas tendencias se intensificaron cuando se perdié el control, luego de Ja muerte de Wesley, lo que permitié que el metodismo se separara del anglicanismo. Estas tendencias se vuelven particularmente significativas cen la mayor libertad del escenario norteamericano. Este patrén de inestabilidad quizés sea ms notorio en la eclesiologta de Wesley. Al abreviar los «Treinta y nueve articulos» anglicanos y con- vertirlos en los «Veinticinco» del metodismo, Wesley conservé el referi- do la iglesia en forma intacta, pero lo interpret para indicar cosas ‘senciles al iglesia vsble. En primer lugar: afe vital sin lla, en efecto, no puc- 4c haber iglesia en bsoluto, a visible a fvisible. En segundo lugar la predica- ‘i, y en consecvenis, el escuchar la pura palabra de Dioe, sin la cual es fe languideceria hasta mors. Y en tercer lugar, una debida edministracn dels st. ‘ramentos, os medioshabituales por ls cuales Dios aumenta la fe En su preocupacién por rescatar el potencial ecuménico de la posicién ‘metodista, Colin Williams ha sugerido que al subrayar estos tres puntos Wesley ha tratado de mantener unidos les acentos propios de la «iglesia libre» y su tradici6n, del protestantismo elésico y del catolicismo, respec- ‘ivamente.® De modo similar, Donald Durmbaugh usa los ejes de la tra dicién, la Palabra y el Espiritu, para desarrollar un diagrama a [RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO sobre el cual ubicar las eclesiologias. Para él, de Wesley se transform6 en una suerte de ! Por otra parte, Wesley diseutia a capa y tespada contra Conyers Middleton, que se mostraba eseéptico con res- pecto a relatos patristicos de dones milagrosos y extraordinarios. Wesley insistfa, por el contrario, en que tales dones y milagros habian continua- do durante los tres primeros siglos:* ‘Wesley parece haber estado convencido, ademés, de que la «friaidad spiritual» era la causa de que después de Constantino hubieran decli- znadolos dones y milagros. Negaba quella causa fuera 0 «perfecci6n ctis- tiana» es dificil de interpretar y se la ha enfocado desde distintos éngu- Jos. Una perspectiva til es mirarla como tuna ® que expresa el «optimismo de la gracia» de Wesley que equilibra su «pe~ simismo de la naturaleza».© La salvacion para Wesley consiste, por lo tanto, en un reordenamiento de la humanidad caida, dentro de laesfera de esta vida. Wesley mismo se expresa asf «Y, en primer lugar, ademas de cualquiera cualidad que tenga, es una salvacion actual; es algo que se puede obtener y que de hecho adquieren en laticrra..».° O eneste otro ejemplo: La satvacia} noes una bend que ha de alcenarse dl oro lado ea tuba Wa loegeporweareewuna eu aca wo ena que ora mien {ratuita de Dies, ahora mismo poses. Es esta visi6n la que respalda la controvertida doctrina metodista de la perfecei6n cristiana. Wesley calificé radicalmente la Estas citas revelan hasta qué punto Wesley comenzaba a luchar con la meta de la «perfecciGn» como el climax de la vida eristiana. Fue el pen- samiento wesleyano posterior el que relacion6 tas fécilmente esta expe- riencia con el comienzo de la vida cristiana y la vincul6 estrechamente con la iniciacién de la experiencia cristiana. Habia también una ambigiiedad similar acerca de si debian ser sub- rayados los aspectos graduales 0 los instanténeas de la santificacion, ‘Wesley afirmaba que dentro delproceso de la santificaci6n habia un «mo- mento» de total santificacién: Siel pecado esa antes dela muerte, debe haber en la naturaleza de las cosas un ‘cambioinstanténeo; debe haber sl menos un limo momento cuando todavia exi- ‘yun primer momento evando ya no.” Pero durante gran parte de su vida Wesley permanecié profundamente ambivalente acerca de dar prioridad a la crisis» o al «proceso». Orville Walters ha estudiado esta cuesti6n y afirma que Wesley superé esa am- bivalencia en 1772, y que desde ese momento subray6 el caricter ins- tanténco de la segunda bendici6n, aunque siempre precedida y seguida por un proceso de santificacién gradual.” EI significado del «segundo momento» Por entonces comenz6 la cuestién crucial que nos permite compren- er emo el pentecostalismo puede estar relacionado con el metodismo, ‘un problema que causarfa desasosiego a partes de la tradicion wesleya- nna durante més de un siglo, Una vez que quedé claro que en el pensa- rmiento de Wesley se enfatizaba este «momento» dentro del proceso total de santificacién, se plante6 si era apropiado descrbir esta experiencia RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO- ‘como un bautismo del Espiritu Santo, entendido en términos de image- nes derivadas del relato de Pentecostés en cl Nuevo Testamento. ‘Wesley mismo, aparentemente, sc resistia a aceptar esta implicacién posterior en sus sucesores, especialmente en el sucesor oficial, John Flet- Cher, el piadoso vieario de Madeley, y Joseph Benson, el amigo de Flet- cher y posterior editor de sus obras completas. "Esta discusin se puede reconstruir desde escasas alusiones presen- tes en lalteratura de la 6poca; os documentos claves ya no estén a nus- to alcance:” Pareciera haber surgido en medio de otras cuestiones més absorbentes, como la cleccion o la perfecci6n, en la controversia con cal- vinistas de comienzos de la década de 1770. Esa controversia finalmen- te destruyé Ia afianza entre el ala més calvinista del metodismo (los. circulos que rodeaban a George Whitefield) y el ala més arminiana que rodeaba a Wesley y sus colaboradores. Estas luchas surgicron en cl Tro- vyecea College de Gales, una institucién costeada por la Condesa de Huntingdon, patrona de Whitefield. El director, Joseph Benson, fue ex- pulsado por la condesa por sostener ideas arminianas, una medida que Ilevé a que su presidente, John Fletcher, presentara prontamente su re- ‘En una carta a Benson, Fletcher Ie informs que el Rev. Walter Shir ley visit6 esa casa de estudios, y mientras estaba all «hizo pedazos lo que usted habia escrito sobre el ‘bautismo del Espiritu Santo’». Aparente- ‘mente en esta época Benson afirmaba que las personas debian experi- mentar la «perfecci6m» mediante un «bautismo pentecostal del Espiritu Santo», porque Shirley habia discutido en contra de esa posicion, argu- mentando que «la profecta de Joel (Hechos 2) se habia completado ya cen el dia de Pentecostés».”” “Wesley parece haber compartido al menos algunas de las conviccio~ nes de Shirley al especto, porque un par de semanas antes le habia pe- dido a Benson «que se abstuviera de enseitar la salvacién universal y predicar sobre el tltimo descubrimiento de Fletcher» * Benson clara- mente se sentia tentado de creer en una «salvaci6n final universal», pe- ro la dltima referencia permanece ambigua. John Telford, el editor de las cartas de Wesley, sugicre que se refiere a la doctrina de Fletcher so- bre «recibir el Espiritu Santo». Unos meses antes Wesley se habfa mos- trado preocupado por la manera de hablar de Fletcher sobre el hecho de Ja saniificaci6n total, Aunque estaba de acuerdo en que Fletcher acep- taba todo lo que él (Wesley) defendia — «una liberacion total del peca- do, una recuperacién total de la imagen de Dios, el amar a Dios con todo nuestro coraz6n, nuestra alma, y nuestra fuerza» —, Wesley objetaba el 30 LASRAICES METODISTAS. uso dela frase «recibir el Espiritu Santo», insistiendo en que «la expre- ‘i6n en ese sentido no es escritural ni tampoco totalmente correcta; por cuanto todos habian ‘recibido el Espiritu Santo’ al ser justificados» ‘Unos cuantos afios después, Fletcher y Wesley parecen haber aclara- 4o sus diferencias, y aparentemeate habian hecho un acuerdo para que- ‘arene neeS Sao aenete ter talc Pareciera que nvestros puntos de vista respect especto ala perfecin ristana son un cern engu to ops Ea ead ga bt en Crt cb cl Esptitu Santo, yet Espiritu da testimonio junto con sucepity, de que les un hijo de Dio. Pero no a obtenigo asa ia perfecignerstina.”” Fletcher también se volvié més sofisticado con respecto i asus diferencia con Wesley, yesrbe ala sefirita Mary Bosanquet,predeadora meio. dista con la que luego se casé: rote ena a Sc ea ae ee te er eee eee ree rl ela eve he ei ot em i et tentang ea Fentent marcha hacia pre ea pence. Aunque ests palabras pareceran una objeién epitaal punto de vis ta de Wesley, Fletcher deja en claro la diferencia: ees ae pote encontrar mit opinions epeca cnet ea bs tron ser Wesley sobre peti stanay br sano cat cmt Intrenet ur yo dling mas cromesc nel erent bse cel poder pentecostal del spit Sano, yelerejente que, comoloe apoles cespoce Sclanseenin GelSeho soesttatalescsccepeae™ _Weskyy Reicher compartian muchas coc, ero sus diferencias no ‘eran meramente seménticas y terminoldgicas, Estas alusiones al co to revelan divergencias fundamentals que subyacen a To que les es conn. Ea tro momento ybsjorascrcundancis eles pequtosma- ices se volverian a acentuar y revelarian com més claridad esa am- bigiedad heredada de la era del metodismo clésico, Intentaremos hacer ‘un esfuerzo para discernir mejor estos sutiles matices, antes de retomar Ia historia del conflicto que se desarroll6 en cl escenario norteamerica- 31 RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO Una linea divisoria crucial Fletcher sentta que la elave para comprender su propio pensamiento debia encontrarse en su doctrina de las dispensaciones, un punto clave deciferenia con Wesley. Aunque supsiién nose desaroialmen- te, Wesley parecerfa reflejar una postura més cldsicamente pr te, (Que ve ala historia difida fundamentalmenteca dos priodos, por Cris to, o quizas més precisamente por la redencién lograda por su muerte. Por esa razén, Wesley podia hablar del «pacto de las obras» y del «pac- to de la gracia» usando términos como «dispensaci6n judia» y , mientras que Fletcher, al usar este material, revela una intensificacién de Ia orienta- cién escatol6gica. Pero el estudio de redaccion de Conzelmann sigue ba- jodiscusi6n,® y algunos encontrarfan en Lucas patrones més acordes con Taectura que Fletcher da implicitamente a los textos.” ‘También surgen otros interrogantes de interés. J. E. Fison ha sugeri- do que «el Espiritu, en los Hechos, todavia es preeminentemente extti- o> y que «la contribucién mas grande de Pablo fue darle prioridad a lo Gtico sin disminuir un Spice el cardcter sobrenatural y escatol6gico de ‘aquél.»®*Se ha objetado esta afirmacién," pero sugiere, no obstante, que algunos de los matices que empezaban asurgir en Fletcher en contrapo- sicién con Wesley podrian haber tenido su ratz en el grupo de textos a Jos que cada eval dio prioridad. Esto ¢s claramente ast en algunos pun- tos, tales como el éxfasis de Fletcher en el tema del «poder», aun en las potas muestras ctadas arriba, Eduard Schweizer sugiere que Lucas ylos Hechos se centran en el Espiritu y tienden a usar dynamis [poder] ypneu- rma [espiritu] easi como sinénimos, y que: profeteucin profetizt] 2 para Lucas muy importante como a obra del Esp ‘Go marginsimente encontramoeexpresiones que desriben en forma més gené- Jalal Epi, come el que mora continuamente en el indviduo 0 en a contani- eas No estamos sugiriendo, por supuesto, que Fletcher se desplazara tan- to-en esa diteccién; estaba demasiado controlado por el pensamiento wesleyano. Pero estos temas tfpicos comicnzan de hecho @ aparecer en supensamiento, y bajo circunstancias diferentes aquellos que estaban ba jo suinfluencia podian adoptarlos ¢ intensficarlos, especialmente evan- do la influencia de los patrones wesleyanos se hubiera debilitado por diferentes razones, El estudio de ese desarrollo historico es el tema prioritario de este andlisi, y uno de los resultados mas importantes del proyecto es que en estos desplazamientos se manifiestan las rafces hist6ricas de la teologia LAS RAICES METODISTAS pentecostal. Estos pasos no se dieron en el inicio del metodismo, en par- te por la resistencia de Wesley, y también por el control que ejerefa su influencia en ese contexto. Norteamérica proporcion6 el contexto para esa transformaci6n, y es a esa historia que ahora debemos volvernos. 35 sacyacion 8 INVITACION 84 Por Re Contemplo Redenci6n ~ aS 1. Por fe comtem =p 2.Mi vi-dacerre-poa 3 [Guan in -e = fa Ble £10, gacaerel aS] t t == = css on tn el Be bases STR Se Demy Jers ote 3 de lm, Corde“ 5 SSeS La fuerte sin i= guilha-l, De viday lex el manartis ee 108, slosiaaDion me limpiaai, Me liminami, me timcyin ail ‘CAPITULO IIT El avivamiento norteamericano de la perfeccién cristiana E/ metosismo habria de encontrar su verdadero destino en Nor- {eamérica, Ya a mediados del siglo XIX, Philip Schaff reconoceria que «en Norteamérica, cl movimiento metodista fue —quizés de entre todos los sectores del protestantismo, después del puritanismo— el de ‘mayor influencia en la vida religiosa en general>.! Esto ya es, por s{ solo, ‘un hecho singular, ya que por la época de la revolucién norteamericana el metodismo en Norteamérica cra todavia una secta marginal desorga- nizada, apenas con un pic en el Nuevo Mundo, Pero hacia 1820 los me- (odistas ya habian alcanzado en mtimero de miembros alos bautistas cuyo ‘iimero estaba ereciendo, y se estaban transformando répidamente enla denominaci6n protestante més grande de Norteamérica en el siglo XIX. En 1840 los metodistas superaban a los bautistas en una proporcién de 106, «en igual proporcién a la membresia combinada de presbiteria- ‘nos, congregacionalistas, episcopales, luteranos e iglesias reformadas»,? es decir, los grandes forjadores protestantes de Norteamérica colonial. La raz6n de este sorprendente crecimiento del metodismo es mélti- ple, El movimiento wesleyano lleg6 a Norteamérica en el momento de su mayor vigor. Sus evangelistas y obreros itinerantes que recorrfan las re~ giones a caballo, sumados a los laicos y nuevos conversos, aumentaron {écilmente sus fucrzas y se extendicron a lo largo del pais, mostrndose especialmente adaptables a la frontera que se expandia con la coloniza- entre los me- todistas. Un aniisis de a literatura de la 6poca confirma esta conclusién. 3B [EL AVIVAMIENTO NORTEAMERICANO Aunque siempre fue una cuesti6n de importancia para el metodismo ini: Gl hep on ceneldo eel tcc quote petacncatatcciee de-una «segunda bendiciOn» se adapt6 més a las condiciones espiritua- les de la segunda generaci6n de creyentes. El surgimiento del Movimiento de la Santidad No es necesario resolver esta cuestién para reconocer, - te-ena década de 1830, un ereciente énfasis en la perfeccién cian que produjo la «Cruzada de la Santidad», un factor descuidado pero im- portante en la vida religiosa norteamericana de mediados del siglo xix? Unamuncio de lo que iba a venir fue un breve libro publicado bajo el titu- lo de The Christian's Manual; a Treatise on Christian Perfection, with Di- veto or Obtaining ‘That State (Manual del cristiano; un tratado sobre perfeccién cristiana y la forma de lograrla), publ Iglesia Metodista Episcopal.” El wets eae messloenenel sein do pastor de Nueva Inglaterra, que vivia por entonces en Boston. «La doctrina de la perfeccién cristiana cra su tema favorito, y él mismo era un ejemplo vivo de ella" Esta preocupaciéa lo levé em 1839 a fundar la Guide to Christian Perfection (Guta para la perlecci6n cristiana), des- tinada a transformarse mas tarde, bajo otros editores, en el Grgano prin- cipal del avivamiento para la santidad, especialmente en la medida en que hall6 expresion dentro del campo del metodismo. yc nstemtaaten Nora ‘York, la esposade unmédico, llamada Phoc- ”almer, y su hermana Sarah Lankford llegaroa ala experiencia de la santificacion. Phoebe, para quien esta experiencia proporcioné la segu- ridad que otros encontraban en la conversi6n, se transformarfa en laf gura principal del Movimiento de la Santidad: inicialmente como lider de! las .* Esta pregunta lanz6 a ‘Mahan y a Finney, este ditimo profesor de teologia de Oberlin, a la basqueda de una santificaci6n total, que culmin6 en su hallazgo de Ja ‘cbendiciGn», y el surgimicnto del perfeccionismo en Oberlin, ensefianza {que se difundié de diversas maneras en el Oberlin Evangelist y por medio dela influyente exposici6n de Mahan, en The Scripture Doctrine of Chris- tian Perfection (La doctrina escritural de la perfecci6n cristiana).* El perfeccionismo de Oberlin cra bésicamente wesleyano en su for- ‘ma, aunque influido (implicita o explicitamente) por el contexto de la co- rrienteealvinista de «New Divinity», paradar mayor pesoala «ley moral» (lun reflejo dela filosofia moral de Mahan y su tendencia al kantismo), y al elibre albedrfo» (especialmente en Finney, quien ponfa el énfasis en aque el llamado a la perfeccién implica la capacidad para adquitirlo). George Peck, editor del Methodist Quarterly Review (Revista trimestral ‘metodista), autor unas afios después de un estudio similar, Scripture Doc- ‘rine of Christian Pefection (Doctrina biblica de la perfeccin cristiana),” conclufa con una resefia del libro de Mahan, que aclaraba: EL AVIVAMIENTO NORTEAMERICANO a no potsmos iar ge ep ome pode ts pen arene tey aecyrrerounear salar _fecclén erlsflana se exprezacabalmente en esta obra ® El libro de Mahan habfa sido publicado por H. V. Degen, el subeditor dle Guldeto stan Perfection (Gata ala perfeccion eestisna), de raices ‘maotodistas, la célida relaci6n c interacciéa cutie Oberlin y los Palmer durante la década siguiente son un testimonio de las afinidades que ‘xistfan. El grupo de autoridades en cl Movimiento de la Santidad es alu- ido en forma algo negativa en a expresi6n a menudo usada, que en esos cireulos vinculados con la revista «ni Wesley, ni Fletcher, ni Mahan, ni Upham, sino la Biblia, la Santa Biblia, es lo primero y lo ditimo, en todo ‘momento>. __ Lacultura ya habia legado a un clima propicio para la explosién libros yevstas que difundiroa a doctrin yla experiencia lo largo at ‘mundo protestante de Nortcamérica. El avivamiento de 1857-58, espe- cialmente, «extendi los ideales de los Movimientos de la Santidad y de la Perfeccién a otros paises»® y marcé la cumbre del amplio impacto cul- tural del movimiento, antes de que se desintegrara en una variedad de ‘expresiones diversas, mas tarde en ese mismo siglo. Durante la década de 1840, Horace Bushnell estuvo bajo la influencia de estas corrientes, particularmente de los escritos del congregacionalis- ta Thomas Upham, y su obra posterior muestra el impacto subyacente* ‘Al mismo tiempo, el presbiteriano W. E. Boardman se vefa atrafdo en _esadirecci6n, Suobra Higher Christan Life (Vidacristiana superior)” fue [publicada en el climax del avivamiento de 1858 y proporcion6 a éste una nueva terminologfa que le permitio convertirse en «el primer tratamien- topopular deeste tema que se abrié pasoen todaslas denominaciones» El metodista brtnico Mark Guy Pearse habria de comentar que gracias allibro de Boardman, «la despreciada doctrina de los primeros metodis- tas se habia convertido en la herencia gloriosa de todas las denomi- naciones». A. B. Earle y otros bautistas levaron la experiencia a esa ‘denominacién después de su experiencia de samtficacién en 18592 EL ‘médico Charles Cullis, de quien nos ocuparemos en el préximo capitu- [o, incorpors temas similares en la iglesia episcopal Nuevas corrientes en teologia Aunque estas corrientes posteriores muestran una creciente variedad , desde «el hom- bre pecador al hombre natural», y de «libre gracia a libre albedrio» ” EL reciente énfasis sobre «el agente morabe y «el libre albedrio» se acen- tu6 en alguna medida durante el periodo por interaccién con la doctr na de New Divinity mediada por las corrientes del avivamiento y del movimiento perfeccionista de Oberlin. La docirina de la santificaci6n total también tom6 muevos matices. El ims notable fue la tendencia a resolver Ia tensi6n entre ersis y proceso {que habia habido en Wesley, por medio de un creciente énfasis en el carécter instanténco de la segunda bendicién, en términos de una «se- ggunda obra concretade la gracia>. Hasta cierto punto este desarrollo ya se habia producido en Inglaterra, no solo en el Wesley de los éltimos aiios, sino particularmente en la obra de Adam Clarke, cuyo influyente comentario de la Biblia se publicé por primera vez en Norteamérica en- tre 1811 y 18252 Una colecci6n pstuma de ls escritos de Clarke se pu- blic6 en 1835 bajo el titulo Cristian Theology (Teologia cristiana). Alt ‘Clarke afirma que cen ninguna perte dels Escrituras debemos buscar la santidad gradatim. Debernos ‘venir Dios tanto para una instanténa y total purificaién de todo peeado como para un pera instatnco. No exsten el perdén seratim ala puriicsibn ra~ Tio en la Bilis. Es cuando el alma ze ve puifieada de todo pecado que puede trecer en gracia yen el conocimiento de nuestro Setior Sesverito Este énfasis no s6lo resuelve la tensi6n en cl pensamiento wesleyano a favor de una crisis, sino que debilita el cardcter teleoldgico de laenseftan- zade Wesley y traslada la total santificacién a un momento més tempra- zo en la experiencia cristiana. Se torna el presupuesto antes que la meta dde la existencia crisiana normal. H. Ray Dunning ha sugerido que estos desplazamientos en Clarke estén acompafiados por una tendencia a re- Formular «c! significado de la santificaci6n en términos de ‘salvacion del pecado’ antes que ée perfeccién en cl amor». Una tendencia similar se reflejaen el pensamiento de Phoebe Palmer, cconocida por su «teologia del altar» que subrayaba la disponibilidad in- mediata de la segunda bendici6n. En su propia lucha espiritual lego a ‘ver que «la santidad, en lugar de ser un logro més allé de su aleance, era 2 EL AVIVAMIENTO NORTEAMERICANO ‘un estado de gracia en el que cada uno de los redimidos del Seitor dcbia \ivin2}Apsando alvesculo que die que sl aar.santificala fea ,afirmaba que una vez que tiene lugar la «consagracién, el creyen- tedebfa «ejercer la fe» y afirmarla plena santificacion aunque: mike uunsentimicnto de seguridad que lo acompafiara.* Esta ensefianza tendia, 4 evaporar la lucha espiritual que caracterizé al metodismo del sigho Xvi estimulando una apropiacién inmediata dela experiencia. Después de todo, «por cuanto os ha sido obtenida [por Cristo}, yz es vuestra. Si no la recibis ahora, la demora no serd de parte de Dios, sino totalmente vwuestrae.® Estos temas aceleraron el cambio en el pensamiento de Clarke hacia ‘un debilitamiento del cardcter teleol6gico de la perfecci6n, haciendo de ella una experiencia més estrechamente vinculada con la conversi6n ¢ iniciacion cristianas. La cnscitanza de Oberlin fue mas compleja en este aspecto, hatin spo, dato el enscin del moverieto Nor recs y no debia confun- ddrse con «la influencia del Espiritu de Dios por la cual los pecadores se convierten a El>.” Estos dos ensayos también reflejan el permanente problema de inte~ grareltema de lasanificacin y dela perfeccién al relato de Pentecostés. El primer ensayo ilustra el tema de la santidad sin ningtin énfasis parti- cular en la obra del Espiritu Santo. En elensayo posterior sobre el Espiri- tu Santo, los temas sobre la perfeccién ya incorporan un énfasis en «cl ungimiento de lo alto». Perocl mas amplio impacto de estas disquisiciones en Oberlin no lleg6 uy ejos, especialmente en ese momento, aunque después dela Guerra Civil hubo una tendencia a volver atrés y apropiarse nuevamente de a Fi teratura de Oberlin. Timothy Smith ha seftaladoalgunos paralelismos ais lados, tal vez derivados de los andlisis de Oberlin, entre metodistas de comienzos de la década de 1840" Con a merma dellainfluencia de Ober- lin sobre el naciente Movimiento de la Santidad y con el surgimiento de Phoebe Palmer, quedaron relegados en el trasfondo. Ocasionalmente, sin embargo, aparezen en la iteratura metodista de la €poca y en Guide 10 Holiness las imgenes pentecostales y hasta la identificacion de la san- tidad total con Pentecostés. El impacto més amplio de la doctrina de la , tales como Timothy Merrit y Henry Degen, editores del Guide fo Christian Perfection, los furdadores de la abolicio- nista «Wesleyan Methodist Connection», y os primeros lideres y te6lo- gos del Oberlin College, estaban todos entregados a un conjunto de valores que inclufan el compromiso con el estilo de los avivamientos, la vida cristiana perfecta, la abolicién de la esclavitud, el pacifismo, la de- fensa de la mujer, ya menudo la ereencia en un milenio inminente como climax de este impulso perfeccionista. Las nubes amenazadoras que presagiaban la Guerra Civil ya estaban formndose en 1840 y forzaban a la gente a enfrentar cuestiones conlic- tivas y angustiantes, tales como si la resistencia pacifica era apropiada 0 no, em tanto que la legislacién federal y estatal adoptaba leyes contra la fuga de esclavos, que parecian defender la odiada institucién de la escla- vitud. El ereciente espectro de hechos violentos obligaba a optar entre el abolicionismo y el pacifismo. Al perderse el soporte cultural de la doc- trina de la perfecci6n cristiana, se vieron obligados a expresar de otras RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO maneras la doctrin y la expeencia que se habfan tornado tan impor- tantes para ellos, anak aa En segundo ,, Donald Scott ha rastreado una «tré formacién ado dat et 180. de 1640 por a cua > q de laresponssbilidac id para refugiarse en la devo- siassealejron de resPrina de Reforma cima de Refugion. Sunlere que alredecor de 180 «as iglesias se habfantrnsformado en rae gidsysiladas isa de edad». evident que algunos cambios ein octrna de la santidad emuestran estos cambios més amplics. El echo de que ya acomienzsde 1840 se cambiara el nombre de «Guide to Christian Perfection» (Gis la perfeecin cristiana) por «Guide 10 ‘Hotiness» (Gufa para la sutidad) para la revista indica un reorde- ‘hamientoexplite de poles y matices, que de alguna manera re- Tejan ats coins saints més generales, Se sums ells la reciente influencie de Jas eoniones cascras de Phoebe Palmer, quien evadia involucrarse en los agios debates y peleas sobre cuestiones socia- es comola esclavitud (aung® st labor dio un impulso a un estilo més fi- a) ; seercrs seni enlenees Pt ‘f cual el gto hacia una modalidad de santiced mde ntina y espctal»preparé el camino aun estilomés pea- ‘ezostal,y este dino bien pode verse en terminos de una extensiOn y weStealizacion de este despzamiento inicial, tal vez acentuado por lacx- periencia apocalipica deiGuerra Civ aa ‘También resulta tentadat¢specular acerca de la importancia de las cstructuras de clase yu imptoenel desarrollo de ls corrientes de san- fidad, pero es una cuestiesue no a sido investignda suficientemente. Un graico del tans eoniic socal de los defensores do la santidad ‘mostraria probablemente udescenso después de la Guerra Civil, entre Tos comienaos en a 6pocaserior ala guerra en ciudades como Boston y Nueva York (dott seia del médico, Phoebe Palmer, agasajaba a vrofesoresycbispsen sszuniones de ls martes, en una casa repleta de ayuda doméstica), y la mwilidad social ascendente del siglo XxX entre tems dedenominacescomo la esi del Nazareno, Aunque no vde peneraliza rigidaente un patron de est tipo, s bastante cla- a et Maced! Monto dela Santidad desde la Iesia Meto- dista Libre, fundada en 180, hasta la Iglesia del Nazareno, fundada a ‘comicnzos del sig, halla su ministerio especialmente entre los po- bres) la clase mediabaj,oteientemente en elcentrode as ciudades.® ‘Elinforme de los primerscatorce campamentos (1867-72) de la «Na- sional Camp Mecing Asstation for the Promotion of Holiness» (Aso- EL AVIVAMIENTO NORTEAMERICANO ciacién Nacional de Campamentos para la Promocién de a Santidad) in- que buscaban sus defensores. Y quizés seria posible detectar una radicalizacién de estos temas en forma paralela a la movilidad social des- cendente de los convertidos al Movimiento de la Santidad de las posti- merfas del siglo xIx. Estos factores también podrian ayudar a explicar la forma de expresi6n y moderacién de los temas de santidad por esos mo- ‘vimientos que se incorporaron ala biésqueda de santidad pero que no es- taban dispuestos a adoptar las ideas mds radicales de perfeccion y erradicacién del fo Hues ped sig Yo “tee pen aes ms Olas ten gues fidon UB Ha-pl- eta Con.sola-dor? la i) Dloseonvenceré STimun-do de mal Cuando ees. venga! Como - ledor. Bod _e to | Sa CAPITULO IV El triunfo de la doctrina del bautismo pentecostal del Espiritu Santo D)esputs de la Guerra Civil las tradiciones vinculadas con los aviva- ‘mientos fueron cada vez més marginalizadas de la cultura norteame- ricana, Hacia fines del siglo x1X hubo movimientos sectarios masivos, mayormente en la linea del Movimiento de la Santidad que se habia in- dependizado o haba sido expulsado del cuerpo mayoritario del metodis- ‘mo; aunque también hubo sectarismos parecidosque se manifestaron en tradiciones paralelas. Lo que es interesante para nuestra investigaciénes advertir hasta qué punto estas corrientes dentro de la tradicin de los a- vivamientos, ya sea de dentro o de fuera de las iglesias mayoritarias, es- taban dominadas durante este perfodo por una u otra variedad de la doctrina del bautismo pentecostal del Espiritu Santo, A esta altura, na- turalmente, todavia no se inclufa la practica de la glosolalia. Hasta ahora hemos visto el surgimiento de las imagenes pentecosta- les, tal como se present6 en cl ala perfeccionista de los avivamientos an- tes de la Guerra Civil, Ahora tendremos que rasirear la enunciacién de la doctrina explicita del bautismo del Espiritu Santo, y catalogar sus va- riaciones a medida que se dfundia por medio de los avivamientos de f- nes del siglo XIX. Los primeros libros que desarrollan una doctrina completa y auto- ‘onsciente de la santificacién pentecostal aparentemente aparecicron ‘como consecuencia del avivamiento de 1857-58. Phoebe Palmer, a fuer- zaimpulsora detrés del lorecicnte avivamiento de la santidad dentro del metodismo, parece haber ido en esa direccién poco antes de lairrupci6n del avivamiento, quizés bajo lainfluencia de William Arthur, quicn esta ’baviajando por los Estados Unidos y corrigiendo las pruebas de impren- ta de su libro The Tongue of Fire (La lengua de fuego), en el aio 1855. ‘Al menos ls informes de a sefiora de Palmer desde Nueva York duran- te el otofio de 1856 muestran este desarrollo? como también sus infor- ‘mes al Guide to Holiness durante los cuatro afios que evangelizaba en 55 RAICES TEOLOGICAS DEL PENTECOSTALISMO Gran Bretafia desde 1859 a 1863. Hacia fines de 1859 escribe, por ejem- plo: en meinen de are amas need lt par oe ot tex, culesjuiera que sean, de reibit ela santdad del Sor, en tras pa {nin lplenobautano del Est Santo, como fo ecbieron os eto vein (Gncpuls la de PenteoxtesClentor Ge penn de verses sectors y desde ‘las de istacia se waelen a estas reuniones:yevando el Dr. Palmer ds aay {ace a todoe aquellos que con firmeza de fe quieren hacer sua de iamediatoes- ta gra, el alta dela omni, que tiene capacdad para unas szenta personas, porlo generale lena ge gente? En 1859 Phocbe Palmer escribié The Promise of the Father, (La pro- mesa del Padre), con el subtitulo de «Una especialidad olvidada en los ‘ltimos dias», Usabael argumento de ls luvias tardias para defender el rministerio de la mujer. Al dar al término «profetizar» el significado de «epredicar», el libro tespaldaba el ministerio de la mujer (y obviamente su propio ministerio), apclando a la profecta de Joel, ctada en Hechos 2; «Derramaré mi Espiritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizardm, El versfeulo también aparece en la tapa. Todo el i ‘bro estaba impregnado de los temas vinculados con Pentecostés:afirma que «un reconocimiento del bautismo pleno del Espiritu Santo, como una gracia para ser disfrutada en esta vida, es una doctrina que distingue al metodismo»4 Y Ia Giltima mitad del libro es una descripei6n de su tra- bajo de evangelizacion de santidad ademés de su trabajo como directo- ra del Guide to Holiness, para terminar finalmente con un llamado a la experiencia mencionada, Estén presentes los viejos temas, naturalmen- te, pero hay un nuevo énfasis en el uso del lenguaje caracterfstico del re- lato de Pentecostés, una preocupacién por recibir «poder», la

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