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(empresas de comunicacién, periodistas) y el cindadano-electon. Pero esta interaccién es un proceso complejo y multidimensional, que adopta varian- tes significativas cuando se observa desde la perspectiva de cada actor-co- ‘municador, y se considera que, en la realidad, el tercer actor, el ciudadano, es més bien un destinatario, ef «objetivo» de la comunicacién procedente del sistema politico y del sistema de los medios, En el capitulo 1, intrxductori, se definen los limites epistemolégicos del campo de la comunicacién politica, se identifican los formatos comuni- cativos entre fos tres actoresy se dibuja un mapa sumatio de la investiga- cin internacional. Los capitulos 2 y 3 estan dedicados al andisis de los dos emisores-acto- res principales, el sistema politico y el sistema de fos medios en su espec ficidad, asi como al andlisis de las earacterstcas sistémicas de la interac- cin entre ambos actores. En el capitulo 4, introduciendo la parte que idealmente corresponde al samensaje, se analizan las dimensiones discursivas, simbdlicas y riusles de la actuaci6n politica dentro y fuera del contexto medidtico de la palestra politica moderna En los capitalos 5 y 6 se ilustan las caracteristiens y se profindiza en Jos problemas inherentes 2 la comunicacién que producen los politicos (mensajes de indote propagandista)y ala comunicacién periodistica (con tenidos de indole informativa), especialmente en el contexto de las campa- fia electoraes El capitulo 7 abre el tratado dedicado al setor-destinatario dela comuni- cacién politica y eborda et espinoso problema de la inilueneia y los efectos que producen las fuentes de comunicacion, es deci, los medios, las redes sociales y la comunicecidn de los politicos, en los ciudadanos-electores. En el capitulo 8 se discute con detalle fa tradicidn analitica y los datos ‘empiricos mas recientes sobre a elaboracin de las orientaciones politicas, Ae la formacion de la decsin del voto y de le problemética actual del par pel que deserpefian la opinién pblicay los sondeos en el proceso politic, Como se comprueba ya por el indie, la obra sigue una linea expositiva bestae tradicional, que hard mas cil In Teerua y el estudio incluso para los no especialstas, Las numetosas referencias bibliogrificas ayudarin alos «que deseen profundizaren ls temas tratados o en atros de tipo colatral En la preparacién de los imprescindibles materiales bibliogrficos y de investigacin italianos o internacionales para una nueva edicién amplia- mente puesta al dia de la obra aparecida en 1998, he contado con la valiosa colaboracién de Federico Boni, Lorenzo Domaneschi, Sergio Splendore Cristian Vaccari, a quienes expreso mi agradecimiento més sincero, 16 1. El campo de la comunicaci6n politica 1. Un sector de limites poco definidos Hoy, en la era de los medios de comunicacisn y dela videopolitica global, «i llamado abombre de a alley, el «ciudadano corricnten, es cap de cap. tarel sentido del concepio de «eomunicacién politien». La propia expresin, que combina dos vocablos conosidos para la mayo= ria, ayuda establecer un nexo de reviprocidad entre los dos mundos, el de la comunicscin(teevisién, prensa, informacién) y el de a politica (pari- dos, dere, eandidatos, Parlamento) Su aparente secillez, no obstante,coule una realidad dificil de defini, porque la comunicacién politica limita con muchos terttorios en ls que conviven la politlogia, ls sociologa, la antropologa, las ciencas de a co- tmonicacién y de la opinion pibliea, la psicalogie, la retricay la public dad. Se trata de un tema «politico», que encierra en si o revoge bajo su Sombra otros fendmenos o determinados aspectos de éstos, Asi, por ejem- plo, el periodismo politic, ta propaganda electoral, os debates entre candi- dsios, los simbotos y tos rituales entran por derecho propio en el domiio «dea comunicacién politica, aunque cada cual posea sus propias caractris tas. Estas breves consideraciones subrayan una de las pecularidades de a comunicacién politica, es decir, su eardeterinterdiseiplina, yo slo en la acepeién de disciplina cientfica. De la lista que acabarnos de verse des- 7 prende con toda claridad que nos hallamos en un terreno complejo, que ‘omprende la esfera de a actuacisn politica, las insituciones de los medios y la prctica profesional Esa naturaleza poliédrica no significa en absoluto un caricter subalterno respecto a otras disciplinas tal vez mis consolidadas; muy al contrario, hace del campo de la comunicacién politica un terreno privilegiado para comprender la realidad politica més amplia, y es también el campo «en el «que se reflexiona sobre la competicién entre los principales paradigmas de la teoria politica y de las ciencias sociales. Las teorias rivalizan en razén de ‘su modo de coneebir Ia politica, la comunicaciéa y la relacién entre am- bas» (Gerstlé 1992, 21} A lo largo de su historia han abundado los intentos de anular 0 relativizar esta disciplina de incierio estatus epistemologico, pese alo cual cl campo «se ha resistido a los intentos de contenerlo dentro de unos limites demasiado estrechos» (Nitumo y Swanson 1990, 8) y ha conguistado una identidad cientfica propia, que en los iltimos decenios se hha definido mejor gracias al crecimiento exponencial de las contribuciones internacionales, tanio de cardeter analitico como empiric. 2. Una mirada a la historia: de la retérica a la videopolitica La historia dela comunicasin politica comienza en el instante en que laf losofia griega empieza a eflexionar sobre el pode, la autoridad y la demo- ‘ravi. Por primera vez en el mundo occidental se plantea y se discue el problema de las relaciones politicas entre los miembros de una comunidad, lo que significa que por primera vez se aborda el problema de la comuni- cacin entre los propios miembros y los distintos estratos sociales que componer la polis. Obvigmente Platén y Aristétles no exmplean jams el te¢mino ccomunicacin, pero en sus observaciones y en el andiss de Ia realidad politica de su tiempo se hallaba presente un tema que veinticineo siglos més tarde ain es un problema aber: el efecto del discus persua- sivo en el piblico de los ciudadanos. Es decir, entre los fildsofos griezos «ra argumento de debate el poder de la retériea. Platin rematiza claramen- (eel problema cuando Gorgias responde a SScrates, que le pregunta qué es Ia rebrea (Cuando se tata de esos argumenos alos que ti, Scrat, audi (La deisin de Peri- cles de comsrur un muro en Atenas) el oradorguienaconsja;agul que sabe habla ¥ que, cause do esa habilda, ten en sus manos la cos polite; en sua lar, ¥ es dcr quien impone su opinion sobre tales temas (itado en Reboul 199), 18 snk aug La retorica era ef arte de la persasiin por excelencia (y como tal se ense {85 con éxito en las escuclas desde la antigtiedad grecorromiana hasta la épo- ea moderna), pero sus téenicas se apliceron con naturatidad a la politi, ta actividad ms importante de la vida de la pois, como se deduce de diseurso de Gorgias. Aun no negando el valor de la violencia (que condenan), los pensadores griegos atrbuyen a la retérica, ala sofstca, una func esencial cen la determinaci6m sla calidad y a dievcidn de las relaciones de fuerza y de la lucha por el poder en ln sociedad, A través de esas artes comunictivas, tos ciudadanos se enfrentan, discute, imponen esta 0 aquella posicion, cola- boran, deciden, es decir, hacen politica. Cabe, pues, afirmar que la comuni- cacidn politica, como forma civil de interacciGn politica, precede a la propia reflexion sobre su uso y su abuso alli donde existe un embridm de organiza cién social de caricter urbano y naturaleza democritica, como ocurrié en el ‘igora de las cidades-Estado de la antigua Grecia, En el mundo romano hallamos otros ejemplos de «proto» comunicacién politica durante el period de la repiblica, cuando gobernaban los mayis- trados elegidos por la ciudadania. Aunque fue también un periodo de gue~ rras cviles: ‘Lana por et poder no se wadujo slo en encuentos amados ent ls dss fe cones, sino también y sobre fodo en una extraondinataintensfieacin dela actividad politica. Ba aquellos aos, las tenicas de sduccion y manipulacon del elestorado 52 esarllaon de un modo considerable hasta converse en nsrumentos indispnsables pat a congue del poder (Chesnais 1995, 120-121), El testimonio de los documentos conservados hasta el presente n0s obi ga pensar que las numerosas elecciones que se celebraban tanto en Roma como en las provincias periféicas produjeron sofisticadas wéenicas de c ‘municacién para las campaias electoral, mezclando las reglas de lar rica y de la dialéctica de origen grieyo con las artes persuasivas del clente- lism, mas propio de la tradicién romana. Ain se ven en las paredes de las casas de Pompeya las pintadas electore- les, primera forma de carteles y de esliganes, que invitan a votar por este © por aquel candidato, En una de ellas encontramos incluso una caso de «publi ‘iad negativan, en el que un canidato manifesta su inritacion por una pin- tada a su favor de los presuntos clientes de un burdel, escrita sin duda por mandato de un adversario conc! fin de desacreditarlo, Pero més que la coms- nicacién escrita 0 visual, se practicaba la propaganda oral: calles y plazas ‘eran los lugares preferidos para el contacto directo de fos candldatos, proba- blemente versados en el arte de a ortora, con el pueblo de los electores El ejemplo romano se convirté en paradiama para las campafa elect rales de muchos siglos después. Algunos términos empleados en la épace 49 ‘moderna proceden de entonces, por ejemplo, candidato, nombre que se daba al pretendiente a un cargo piblico que durante la campafa electoral vestia una toga blanca para que se le reconociera; comicio, reunién del pue- blo en torno a un orador que expone sus posiciones y trata de convencer al aucitorio. La carta que recibi6 de su hermano Cicerén, que se presentaba a candidato, ofrece una pequeiia eantdad de consejos y sugerencias para convencer alos clectores, que antcipa junto con las pricticas propagandis- ticas que acabamos de citar, las t€enicas del marketing politica de los ex- perios en comunicacion del siglo xx. ‘Coucluida la época de fa repiblica romana, desde el nacimiento del im- perio hasta el final de las monarguiasabsolutisis, la democracia electoral sonocié un paréntesis de dieciocho siglos solo interrumpido por breves pe- riodos en las ciudades libres del norte de Europa y en los com de Italia, Desde tna perspectiva historogrifica de la comunicacién piblica, junto al despotismo y a la asfixia de las voces libres tanto por parte de los reyes ‘como de las iglesias, el inico tipo de comunicacién que puede considerarse pariente lejano de la comunicacién politica es el control sistematico y la ‘manipulacién sistenitica de la cultura y de la informacion que Maquiavelo aconsejaba a su Principe. Hasta la Revolucin Americana, con la promul- fecn de fa Constitucién, y la Revolucion Francesa, es dit, hasta el naci- tiento de las ideas liberales y demoericas, no volvemos a encontrar el ejercicio de formas de comunicacion politica durante las elecciones 0 fuera de ells, Se difundid también un periodisma libre dela censura de los regi- rmenes absolutns —a fa que estuvieron sometidas las primeras «Gacetas»—, cada vez mus situado del lado de los partidos y de las facciones en lucha durante los tumuitosos decenios que van desde ef comienzo de la Revol cid Francesa hasta la constnucién de ls estados nacionales. El xix fu el siglo de las revueltasy de las grandes pasiones politicas, de la revolucién industrial, del urbanismo y de la escolarizacién masiva. La democracia se consolid6 a costa de luchar contra el retomno de los antiguos privilegios y de tos nuevos absolutismos ideoldgicos, y na consiguié desa- rmollarse de igual modo ni con la misma intensdad en los distinos estados ¥ regimenes, ya constitucionsles. A pesar de esas limitaciones, las eleccio ines libres (todavia sin suftagio universal se convirteran poco poco en el Fundamento de las democracias de masas de los nuevos estados. Las eam patias electorates, con sus tipicos ritmales eomunicatives, herederos de una amplia anecdetiea (recuérdense los debates Lincoln-Douglas, los enlenta ‘mientos entre los partidos en los pastamentos europeos, la apariciin de los grandes lideres politicos y de prestigiosas cabeceras peciodisticas son he- chos que marcan el racimienta de fa eomunicacién politica moderna, que 8 un producto evoluivo del doble proceso de democratizacion y de comu- nicacién que 20 traslad lea! poco democritico del siglo xu un espacio piblicoampiado, don de los ditngas componentes felon un estas leytimo, El gran problems a partir de ‘quel moment no solo ha sido la implanacién de! modelo demoerteo, sino tambien su adopiacidn a una sociedad radiolmente dstina de agulla para la que se pens. Ese ‘modelo, angus vincdado al vota yat derecho de manifestatin det pensamiento, jue cancebido ee contest ce sa sociedad mo liberal y poco mumernss, my diferente de ts sociedad de masas det siglo x, dominada por el peso de los grandes niimero, por ios medios y, patlarinamente, por un opin pli converida en fren autcoma (Wolton 1989, 29; la cusiva es ms, No obstante, hay que esperar al siglo xx para hablar de comunicacion politica en sentido pleno. Sélo con la aparicién de los medios de comun- cacién el cine, la radio y més tarde la television, se erearon las condiciones para el desarrollo y la maduracién de todas tas fuerzas y de todos os gran- {es instrumentos de comunicacién aplicables a la esfera politica. Enel periodo de entrogucrras y en los aos de la guerra fra el desarrollo de la comunicacién politica conocié un dramético compas de espera. La propaganda y la manipulacién se impusieron a la diakética democritica y a Ia informacion libre, sobre todo en tos paises sometidos a los regimenes fascists y comunistas, En cambio, no fue asi en los palses que conservaron o reconquistaron la democracia después de la Segunda Guerra Mundial. Pero el mayor labora torio de la comunicacin politica, tal como la conocemos en la actualidad, fue Estados Unidos: la estabilidad de las instituciones, democriticas y la mplia libertad del sistema de informacién y comunicacién son sin dua el motive del desarrollo interno y de la posterior exportacién de modelos complejos y avanzados de comunicacién politica. La diaéctica entre ef po- ler politico y el poder de fos medias, que cuimind con el Watergate, si bien nitifiada, represents un ideal a imitar por muchos paises con democracias jvenes. E] markering poirco, aunque en rigor y como ya se ha dicho nacié con la democracia, se experimentd en época moderna sobre todo en Esta- dos Unidos y en un siglo, ef xix, en que la competicion politica en Europa cra ain enffentamiento ideoligica y eon frecuencia fisico. Mientras que en l viejo continente prosperaba el fascismo y se consolidaba el estalinisnio, an los Estados Unidos se producia una alianza de publicidad, marketing, formacidn y sondéos de opinidn dentro del gran juego de la politica y de las campafias electoral, Finalmente, la difusiin del nuevo medio televisivo durante los aos cin- cuenta y sesenta del siglo pasado proxujo una fuerte aceleracién en el desa- rrollo de la comunicacién politica, cuyainfluencia en los modelos de rela cin entre los sistemas de los medios y los sistemas de la politica en los paises democriticns occidentales resulta evidente. an El esto es historia actual: de Los grandes debates Kennody-Nixon a 103 ands cereanos para los italianos de Prodi-Berluscon; de las pintoeseas con ventions americonas ala refinada elaboracién de la imagen de Mitterrand por Jacques Ségusla; de los grandes reportajes del Vieinam de Walter Cronkite a la censura de la guerra del Golf, y de las «plazas eleetrinicas» dde Sanoro a las crnica tlevsivas de la campatia clestoral de Schwarze- negger, ‘No cabe duda de que la comunicacidn politica cumple una funcion esen- cial en el agora contemporinea, Hos, como se expicaré mis adelante, la pola difieitmente puede prescncir de los medios, sobre todo de la tele- Vision, Lideres, partidos, gobierno, relacones internacionales y politics Se mueven y se contrastan en el nuevo cespacio piblico mediarizadon, es- pacio que contribuye a defini su identidad-visibilidad pablia y su peso es- pecifico en el juego del poder. La videopolitea se ha comvertido en e ros- ito mis conocido y tambign mas popular dela politica 3. Esfera piiblica y comunicacién politica Es fundamental observar la evolucién histérica de la comunicacién politica para definir sus rasgos constitutivos, que en gran medida evolucionaron si- fuiendo el surco trazado por la historia de las ideas y por los acontecimien- tos de los ds iltimos siglo. ara el desarrollo del concepto de comunicacién politica es esencial et ‘otigen y la transformacion del modelo del espacio publica (public realm), como Io lama Hannah Arendt (1958), y del modelo liberal de ta esfera piiblica burguesa, como prefiere llamarlo Jirgen Habermas (1962), mo- {sios que ven en el piblico de los ciudadanos el depositario de las estru turas y de los procesos de la democracia, es decir, del control y de la ge tion del poder, de la representacion de la voluntad popular, de la diseusi6n y la opinisn piblica y de la publicidad. Seen Hannah Arendt es en Ia po- lis griega donde hallamios un espacio compartido por ciudadanos libres, que utilizan un lenguaje comin ¢ intentan convencerse-con actos persuasi- ‘os. También la descripeién que hace Habermas de la esfera piblica mo- derma alude al concepto de vida pibica dela Grecia clisica los salones os creulosy os eafés de “Londres y de Paris con el epuivalent de las asambeasy de las plazas del mercado dela sntigua Grecia. Como en Grecia, en la Europa de a primera modermiad, la eters p> bilica estaba formada ante todo por ia dscusion, el contrast de distniasargumentacio~ ‘es, opiniones y puntos de vst , lo que es igual, pore! intreambio ideale de pa Taba en un espacio comparido (Thompson 1995) 22 Los conceptos de espacio piblico y esfera pablica de Arendt y Haber- sas svelen utilizarse en la reflexién tedrica sobre la comunicacién politica smoderna porque permiten definir mejor la ascendencia histica del Fend= meno, con especial referencia 2 los principios ilustrados que formnan Ia base de la concepcién democritica del debate piblico entre el Estado y los ciuéadanos. [Aparece aqui un rasgo fimdamental de la comunicacién politica, es de cir, st vinculo com el contexto y fas reglas de la democracia: el inercarnbio de recursos simbélicos para la conguista del poder y la dialéctica etre las partes solo son posibles en un contexto de libertad y de ausencia de coer cin, Asi, la distincién no sélo epistemol6gica sino también empirica entre propaganda (en su acepciéa mas comin de manipulacién de grandes masas por parte de grupos pequeiios) y comunicacién politica encuentra excelen- tes argumentos en las posiciones de Arendt y especialmente en las de Ha- bermas a propésito de la funcién de la opinion piblics informada y critic, funcién que el fil6sofo alemén asocia a la democracia y sobre txdo a la par ticipacién consciente dela ciudedania. De donde se desprende que ts rela- cones (la comunicacién) entre os grupos de interés y de poder que encon- tramos en la vida y la historia de Tos imperias, ls reinos y las dictaduras antiguas y modermus nv pueden con titi. Para definir el concepto de comunicacién politica, nos interesa recoger aqui um aspecto importante del amplio debate que ha provocado la reflexion de Habermas en la comunidad cientfiea internacional de los (limos deve nios. Aunque la wesfeva pilicay es un ideal-tipo normative, muy criticado por no corresponderse con la reatidad en la medida en que presupane la cexistencia de un pablico bien infarmado, critco y activo participants de la vida politica, que ni existia a finales del siglo xvi ni existe hoy, continia valiendo como instrumento heuristico. En efecto, «da valor a las institu ciones de los medios y a otros foros de informaciéin y opinign y a ls ac- tuaciones sociales que los rodean, todos ellos Factores significativos de la vida politica. El hecho de que esas insttuciones y esas actuaciones sufran {hoy] de anemia no quiere decir que hayan perdido importancia» (Dahlgren 1995,9). Dahlgren divide oportunamente la nocién de esfera piblica de Haber- ‘mas en esfera piblica cultural y esfera piblica politica, La primera es aguella en la que circulon las ideas y las discusiones a propésito de la lite- ratura y las artes, no necesaciamente en relacién con la democraciay Ta po- lita, lerarse en rigor eomunicacién po La estes pblica opoitica consiuye el espacio diseusivo, institucional ytopogrsfico evel cul la poblaign, en su papel de ciudadania, accede alo que mtafricaente po- 23 daros lamar el didlogo solal que abordaeuestones de inerés comin: dicho & oto ‘modo, ls politica. Ese espacio, y las condiciones dela comunieabin en él son evencia- Jes para la dernacrocia (Dahlgren 1995, 91a cursiva es mi). El concepto ideal de Habermas recuerda otro concepto anlogo, el an- ¢gloamericano de mercado de las ideas, de sello liberal clasico e igualmen~ te normativo, segin el cual el ciudadano, gracias al acceso a uns pluralidad dle fuentes informativas y a la exposicion a opiniones diferentes sobre cues tiones piblicas, puede formarse ideas y conceplos sobre los issues mas im- Portantes, hecho que le dota de un bagaje con el que participar en ta vida politica, ‘Ambas nocfones han sido muy discutidas por los erticos, que las consi deran demasiado vinculadas a un concepto tomintico y premoderno de las relaciones politicas dentro de una sociedad, cuando lo cierto es que la cir- ‘culacion de las ideas y 1a discusion racional eran actos tipicamente elitistas de las poquisimas personas que leian los escasos diarios existentes. {Es posible que hoy, en la era de la sociedad de masas, de los medios de comunicacids y de la informacion en tiempo real, exista esa ciudsdania critica e informada conceptualizada por dos tipos ideales? Se trata de una pregunta que han intentado responder varias escuelas de pensamiento opuestas A decir verdad, el propio Habermas reconace que los salones, los cafés y la prenss han dejado de ser espacios e instrumentos del debate pablico y que la comercializacion ha suprimido la funeién democritica de tos me: dios: afi pbtica burguosa se degrada en el falso mundo de Ia ereacion de imigenes y el control de as opiniones [.] Al wansfomnar la resspei6n de productos medica en tuna forma de apropacinprivad, fos medios de comonieasién han creado una stun ‘i comuaicativa absoltamente contra a otercambiodildgico que se producia en- tne Is personas reunidas en los sircuos y los cafés de los primes tiempos de la mo- exnidad (Thomnpsec ( Este pesimismo propio dela Escuela de Frankfurt esti ain muy extendi- do entre los criticos de la sociedad de masas, que ven en Ta actuncisn de fos comercializados medios madernos un impedimento pera la informacién de Jos ciudedanos, para su concieneia critica y, por tanto, para su partcipaeién en el debate pblicoy en la constrccin de la democracia, Por ejemplo, ia cexcasa sensibilidad que manifiestan ls cludadanos estadounidenses en las clecciones suele presentare como prusba de que una sociedad muy media- tizada no es necesariamente la realizacion del ideal de espacio bli o de reread de las ideas. Por el contario,otos, entre los que destaca Joshua 26 4 Meyrowitz (1985), sostienen que con fos medios modernos se consigue fectivamente un espacio piiblico ensanchado, que supera Tos estreckos li rites de la interaceian de unos cuantas elegidos, propia de ta época de la prensa, y que incorpora incluso a fos que no saben leer a a construccién de la identidad social , por tanto, a fa participacién en la vida politica Para Meyrowitz, gracias ala difusin de los medios electronicos (la televi- sin y ahora cabria afiadir también Internet) tenemos una cultura piblica més democratica y accesible, los limites tradicionales entre esfera pibica y esfera privada practicamente se han volatilizado y e! espacio fisico se dis- tingne del espacio social. John Thompson, criticando el pesimismo de Ha- bbermas, aeonsej En vex de compararlapalestra mediada (la de muestra época) con unos tempos ya le 0s, deberiamos refleiona sobre lo que se puede entender por eesier publica» hoy en ia, en un mundo impeegoado de nuevas formas de comnicaciin y de difsion 2 os datos, en el qu fos indviduos pueden interactuar con otros que se halla muy ej y chservar personas o hechos sin encontarse munca con ellos o sin verlos em el mismo hi ar espacio-emsoral (Thompson 1995). Sin entrar en el nicleo del debate, sismpre actusl, que repropone le dia- ‘Ketica entre apocalipticas & integrados, ao podemos dejar de resaltar un punto clave: ,qué fimcién cumplen los medios en el espacio piblico actual? El concepto de espacio pablico, aunque revisado y corregido conforme a las relecturas eriticas de su evolucién histérca, sive de sustrato al concep- to mas contempordngo de espacio piblico mediatizado, en el que los me- ios son el fundamento de la comunicacién ascendente y descendente entre el pliblico de los ciudadanos y el sistema de la politica, Como observan Lance Bennett y Robert Entman: {La eomunisscibn mediada (desde (os tledieros hasta ls programas de entetenimion- to) desempeiafanciones importantes para la ese publica costempornea. Propoctio= 1m informacién buena y mala, dirige amplis y a menudo srprendcntes miradas alos problemas soises, estima Ia converscion entre amigos snemigos y banda datos politicos y cemifics unas veces aucorizades yotos doses, que el publica de los me~ ts puede hacer suyos o recazar durante el proceso de formacién def opin. Sitar la comunicaciém politica dentro de una definici ampli de efera publica fcilita la comprnsion dels mecanisrs a través de los cuales la comnicackin indy en apo lca yen la vida pailica (Benner y Entman 2001, 5) Pero ef espacio de los medios no agota el espacio piblico, ya que existe un tertitorio, el de la «sociedad civil» —que el Habermas mas reciente {1992) considera «periférico» del centro politico—, en cuyo contexto sur 25, gen sensibilidades hacia los issues (por ejemplo, la paz, lo muclear, el Tercer ‘Mundo, el feminismo y las cuestiones étnicas), se produce un debate entre intelectuales y entre pequetios grupos, que se difunde gracias a las asocia- ciones y a la prensa especializada, se transforma lentamente en movimien- tos y nuevas subculturas, llega a través de los medios hasta una opinién pi- blica mis extensa y acaba afectando al espacio pliblico general (Bardoel 1996, 293) Se plantea entonces la necesidad de definir con precision la posicién y el papel que adoptan 1 distintos elementos que componen el espacio pi- blico modern. En la democracia de masas el concepto de espacio piblico sobrepasa tambign, necesariament, el perimetro dela discusion entre los ciudadanos ye de Ia propia sociedad civil, c incluye por derecho propio al actor politi- ‘0 (insttuciones, gobiernos, partidos), lo cual, en la concepeién original de Habermas, se consideraba un «otro, por no decit un antagonista, puesto «que en los primeros momentos de la democracia el Estado» era ain de na- turaleza autritaria. All donde el debate pblic se orientaba a la conquista de expacios de accidn y de influencia negados por um poder no liberal, en Ix poca moderna el poder se conguista, se gestiona y se contesta através de proceso3 ¥ de instinuciones que besan su legitimidad y su funcfonaniento en-el consenso obtenido gracias a formas de debate pablico, tales como las campafias electorales, pero también através de la dialéctica entre represen taciones de intereses (partidos y anupos de presin) y naturalmente a través ela cireulacién de datos. 4, Modelos de comunicacién politica 4.1. El modelo «propagandistico-dialogicon Las observaciones y las precisiones sobre la naturaleza del espacio pblico moderno nos permiten encuadrar la definicin de comunicacién politica en ‘un contexto dindmico, es decir, en un esquema relacional entre las actores, ddl escenario politic moderno; instituciones politica, medios de comuni- cacién y ciudadanos, Asi pues, los medios no son el espacio piblico; contribuyen a crearlo, son uno de sus principales motores, pero su actuacion viene a sumarse a la actuacién dialégica de los otros dos actores (ciudadanos y politica), que conservan la capacidad de comunicacién auténoma que pose‘an ya en la polis griega, La figura 1.1 ilustra la dinémica relacional entre los tres actoresprinc! pales del espacio paiblico, 26 Figura 1.1. Modelo «propagandistico-dialdgico» de ta comunicaci politica Las insttucionespoliticas, ya sean el gobierno, ls partides, los lideres 0 los canidatos en las elecciones(P),nteractian con los eiudadanos (C) y ésts con las intituciones politicas: de la comunicacion «inmediatay PC surge un espacio compartido (a) Los actores politicos también estableven relaciones de comunicaciéa con el sistema de los medios (I) y viceversa lo que da origen al espacio comunicativ (5) ‘Los medios, a su vez, se rlacfonan también con C, predominantemente con una comunicacin en sentido tnio, debido a su naturaleza «masivan, aque se matrializaen un espacio comunicativo de tipo informatvo Los tes expacios comuniatives u, § y © consitayen uns red de inte- cambios de indole politica, es decir, son comunicacién politica. En cambio, el espacio (d) que a, 6 y e erean superponiéndose, es decir, cuando el intercambio corunicativo implica al mismo tiempo a los tes acto- ses de la plesra politica, constiuye la comunicacién politica mediatizada. Poiamos considerario el modelo propagandistico-dialigic de Ia co- ‘municacin politica, puesto que lastén en un proceso més amplio de ice- racciones disoursivas entre todos los componentes del espacio pilco poli- tivo, del espacio pilico medisico y de la sociedad civil En este modelo los tres actores son, por asi decir, primi inter pares: sit ccomunicacin (politica) se produce en la interaccién que establecen cada ‘vez con uno u oto actor. El papel de los medios es de naturaleza vacciden- 27 tal» comparada con la presencia esencial de los otros dos actores. Es como decir que los medios son, en efecto, determinantes, pero silo hoy: Su cen tralidad en la comunicacion politica es so el fruto de un proceso evolutivo en cuyo curso se han sumadbo a los otros dos actores, pero, desde tm punto dc vista abstracto, podria no existi, como no existia en los comienzos de la ddemocracia y como, en una improbable proyeceién hacia un mundo digital, podrian no exist en el futuro, cuando los medios de comuunicacién de ma- sas se vean reemplazados por ls llamados personal media. 4.2. El modeto «mediaticon 1 mouelo propagandistco representa una dinimica de espacio piblico de tipo tradicional en la que los medios son sélo uno de los actores dela in- teracci6n-comunicacion politica. No obstante, si articulamos mejor el con. cepto de comunicacién politica, reflexionando sabre los procesos vincula- dos a la actuacién de los medios en ta esfera politica contemporinea, no ppodemos sino constatar que el peso de los tres actores en las situaciones eoneretas de los distintos contextos politicos no es el mismo, y que los me- dios pesan mas. Por ea razdn, nos parces egitim auibuir ua valor anadt- dol actor-medios. Con la llegada dela televsidn, sobre todo desde el momento de su mari- Aaje con fa politica, queen los pases industiales avanzados puede fecharse en torno alos ais sesenta, estallé una auténtica revolucién en las respect ‘as palestas poiticas. La literatura, cientifics 0 no, abunda en andlisis y testimonios de los eambios oeurrdos en la vida institucional, en los mode. 4s de interaccién entre sujetos potiticos, en las dindmicas de formacign de la opinién piblica, en las formas de comunicacién y en el mapa de los al interlocutor politico que lo ha interpelado cuil es su eleccién, su orientacisn, 33 — El debate piblico, que recuerda el Agora dela pois griega y que para Faabermas es la caracterstica bisica de (a esfera pablica. Consiste en la participacidn en las discusiones relaivas a los asuntos y los pro- blemas de interés general, que se lleva a cabo con modalidades muy’ distinta segim la cultura y el contexto institucional y politica y suele producirse, aunque no siempre através de los eanales que proporcio- nan los medios. Entran en esta forma las manifestaciones (dle protesta © no, los envios de fax y ls llamadas a las emisoras de radio de determsinada tenden- cia politica), — La interacciom directa, forma especularrespecto ala del actor potiti- co, son Tos enteuentros con los candidatos que tienen lugar puerta a ‘puerta, en los mitines, en las plazas virtuales de los éalk-shows (cuan- do haya presencia de piblico), en los teatros, en los wbafos de mult tudes» de las conventions y en otras manifestaciones semmejantes; en suma, en todas aquellas ocasiones en que el ciudadano puede entrar «en contacto con el politico y manifestarle su sent, Habria una cuarta modalidad de eomunicacién ene ls politicos y los ciudadanos en el sondeo de opinién (0 sondeo electoral), que segiin ciertos autores (por cjemple, Manin, Wolton) es la forma moderna de expresién de la voluntad popular. Sin embargo, abundan las dudas y las erticas (Bourdieu y otros muchos) a est instramento, al que muchos consi- deran una forma impropia de comunicacién, Lo cierto es que parti- dos, gobiernos y lideres politicos emplean cada dia mis el sondeo ‘como fuente de informacién (aunque aproximativa indirecta} para tantear el humor del piilico de los ciudadanos y los electores + Del sistema de los medios al sistema politico. Et flujo de comunica- cidn que se dirige desde los medios hasta el sistema politico es considerable yy adopta distineas formas segin los contexios culturalese institucionales en {que se sitian los medios. En especial, la comunicacién politica medidtica se manifesta como: — Injormacién, cuando el sistema de los medias desempeta su tradicio- ral funcién eferencial, dando cauce a informaciones y datos de in: dole o interés politicos, — Vigilancia/critica, cuando los medios desempefian la funcion de por- tavoces o paladines del ciudadano y controlan y juzgan en sus pro- pis eanales de informacién la labor de las instfuciones y de los par- tidos. — Partidismo, cuando, por el contraro, el sistema de los medios, mi-

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