Centro de ce Mariano Ferreyra
Estudiantes , |
‘ M4 ¢
de Psicologia it eseviles
DAD DE
i BUENOS AIRES
Facultad de Psicologia
Materia: Hetodologia de la investigacion
psicoldgica
Catedra: Ynoub
Apunte: El lado oscuro te fa Raz
Cap. 4y2 (Seleccidn de a Cétedra)
Autor: Samaija.J
Cédigo; 62-10
| NI CIERRE, NI VACIAMIENTO
Hojas: 28 | DEL HOSPITAL BORDAJUAN SAMAJA
gl LADO OSCURO
DELARAZON
CAPITULO!
TRES VERSIONES DEL PRINCIPIO DE LA EXPERIENCIA
+ LA CONTRADICCION INTERNA DE LA CIENCIA
16n e inquietud.
jones funciona
ion que organiza
pectos del fenémeno y.
principal”.
Aplicando estas ni voy a presentar con el titulo de
«La contradjccién interna de la ciencia» lo que considero que
ce ia principal contradiceion —y paradoja— que presenta el
tonocimiento cientifico, Si, en efecto, ella taviese ol puesto que
Te estoy asignando, se comprende, entonces, la importancia que
tondra su adecuado tratamiento.
Fists, en efecto, una contradiccién entre dos requisites
esenciales del conocimiento cientifico: la exigencia de la uni-
verealidad (0 necesariedad,) de un lado, y la exigencia de la
srobabilidad, de otro lado?
“Por qué es posible sostoner que hay una relacién de con-
tradiccién entre estos dos atributos de la Ciencia? Ambos son,
sin duda, constitutivos del eonocimiento cientffico: si falta al-JUAN SAMAJA
uno de ellos no hay conocimiento cientifico, sin embargo, si
ae puisieva tomar cualquiera de los dos, de modo r suresh Et
cae eapetando todas las consecuencias que de ellos s¢ deri-
van, nos verfamos obligados a negar ct otro término. Esto sig-
viiea que si quisiéramos afirmar que el conocimiento cientifi-
vives wn conoeimiento universal y necesario nos ver"annos obli-
frados 2 rechazar que sea comprobsble. Y ei, Pov el contrario,
ee etferramnos ala comprobabifidad como atributo inherent 8
ee afiemaciones cientsficas nos veremos obligados a rechazat la
posibilidad de sostener de manera valida su aleanee universal.
‘Desde un punto de vista seméntico esta situacién es fécil-
mente justificable y eomprensible: Io universal eso contrario
Te Jo particular, pero elo lo particular es decidible, 26 decir,
constatable mediante una secvencia finita de pasos de com-
probacién. Bn cambio, los eonjuntos universales, puesto que
prtan integrados por un némero infinite de elementos, 59°
decidibles: no hay ninguna secuencia de pasos due puedan ser
flados realmente para decidir sabre su valor de verdad? Por
tjemplo, es posible comprobar el enunciado: “St caliento esta
coer de metal, se va a dilatar”; pero, no es posible verificar
ite enunciado; “Todas las muestras de metales se dilatan si
son calentadat:
i ponemos los términos anteriores en los lugares de un
quadvado semejante al caadtado logicot que represento la logi-
cormal_—y que A.J. Greimas aplicé a sus estudios en Semié-
tica— tendriamos Jo siguiente:
si
universal particular
| |
| \
No-decidible pecidible
(no-particulax) -s1 (no-universal)
‘Ala lun de esta estructura légico-seméntica, queda claro
quehay aes una eontradiesn:ne puede haber un.conesinient?
16
2
EL LADO OSCURO DE LA RAZON
‘in la historia de la teorfa de la ciencia ha habido ciertas
tradiciones que se caracterizaron por sus diferentes modos
de intentar una solucién a esta A
ci sta paradoja. Las mas reconoci-
coe reconoci
a. Li
que también vamos a lamar
Apriorista, Innatista, o “Burekaista’® cu ;
ta, i 1yo representante mé
célebre fue R. Descartes (1596-1650), y eee
be
~
Ta tesis kantiana no se refiere a los contenidos de las expe-
Flenciag, sino alas formas de las experiencias. So trata de ae
lag preticaciones que on "traseentent ale” en un sentido my
prézimo ala acepeion clisen del termino: nosotros no pads
mos prever que tipo de cualidades tendr4 el nesrimo objeto
que observe, pero st puedo iri, de manera absolatamente
necesaria, que tend alguna cualidad. Yo ne puedo saber qué
fora espacial tends, oro sf fonda “alguna forma expat!
tridimensional”. No puedo saber en que cantidades se da
pore au on algu catia e dar. No puedo saber cu
a, pero af que alguna cause tndré.. Beeétera, Bi
decison eels abolutamente nnpresindbles de I expe
riencia human ol que euleuier fenomeno que se presente se
presenta en el espacio yen el temper con euoldades cant
ja jones y modalidades,
“ates gp puedo cst que esto ae porte tala os she
tos del mundo gon espacio-Lemporales, 0 eualitativos, ete? Bs
seria dar un salto en eb abismo. Me levaria a afirmar que yo
puedo conocer mas alla de lo que es accesible por me os emp
Fits, Decir que ‘el mda 8 especio-temporal” queria dese
aue,tndependionterente de que yo le experimenta @ no, 6s
espacio-enporal. Pero eso no Jo puedo decir Lo nico que yo
puedo dovr esque! ise me da un fendmeno,¢l vase espa
cio-temporal. Yo percibo a condieién de espacializar y de tem
poralizar mis experiencias.”
+ La causalidad para Kant :
‘Vayamos al tema del ejemplo de Hume, del cual partimos:
65_AUAN SAMAIA
Hume dice “Yo veo el rayo y luego escucho el trueno”. Del es-
pectaculo reiterado de esta relacién me atrevo a desbordar los
limites de la experiencia y sostener que esta relacién de “suce-
sién” es en verdad una relacién de “eausacién.” (Tl “post-hoc”
se transforma en “propter-hoc”; es decir, el “después de...” se
transforma en “a causa de...") Esta relacion —va a decir
Hume— es una relacién que no puedo predicar validamente.
No ia pnedo predicar sencillamente porque nunea voy a poder
verificarla en ia experiencia. En consccuencia, la causalidad -e)
principio de causalidad-, es un principio invalido, Es una propo-
sicién sin sostén empfrico suficiente y que no se puede afirmar.
Sabemos que Descartes dice otra cosa. Para él, la nocién
de causa encierra un conocimiento verdadero: el hombre ha
sido dotado por Dios de esa nocién, expresada por el principio
de causalidad. De modo que cuando nosotros afirmamos que
“Todas las cosas del universo tienen una causa”, lo estamos
haciendo porque hemos “heredado” un saber divino. Kant va a
decir que ni la causalidad es falsa, ni In causalidad es verda-
dera... No es ni una cosa ni la otra, sencillamente porque ella
no es un conocimiento, No siendo un conocimiento no se puede
decir de ella que sen verdadera o sea false.
Veamos un ejemplo simple: si digo “la luz de esta habita-
cién esta encendida”, este es un enunciado que supone un co-
nocimiento que puede ser falso 0 puede ser verdadero; en este
‘aso —estando la laz prendida— el conocimiento es verdadero
porque segtin el testimonio de nuestros sentidos, y el didilogo
que podemos tener en torno del fendmeno, hay consenso fun-
dado en pruebas o evidencias, para afirmar que la luz esta
prendida. Pero si yo digo “el ultimo que sale de la pieza apaga
Ia luz”, esto, ges verdadero o es falso? No es ni verdadero ni
falso, Inclusive atin si no hubiese nadie para obedecerla o para
desobedecerla esta regla no se vuelve ni verdadera ni falsa.
Sencillamente porque no es un conocimiento; no esté descri-
biendo el mundo, Esta expresando una regla: esté diciendo “el
Ultimo que sale de la pieza apaga la luz”, pero no esté afir-
mando que haya alguien que vaya hacer o vaya a dejar de
hacer eso.
66
ELLADO OSCURO DE LA RAZON.
Pues bien, ld causalided para Kant no es un conocimiento:
es una regla. No dice “todo tiene una causa”, Dice: “si usted
presencia un fenémeno, bisquele una causa.” Ahora, la mente
fumana corriente (como el sujeto del juego anterior) intenta~
nf explicar esto, pensando que esta regla es una regia valida
porque los hombres saben que iodo tiene tuna causa, Pero
veto Kant contrapone su tesis critica, sosteniendo que esa con,
Glusién es un error: no se puede afirmar algo sobre Ta cosa en
sit adlo podemos afirmar la regia como regla de toda experien-
tia posible: regla que sirve para determinar al fenémeno (es
feeir, a Jo que es, pero en tanto se nos manifiesta), y no al
notimenos (es decir, a la cosa en si)
‘Vamos a tomar un ejemplo simple; hubo un tiempo en
que se ereyé que el paludismo —enfermedad que eonsiste en
ava fiebre muy elevada, intermitente, con cierta sintomatolo-
gia caracterfstica que en algin momento significaba la muer-
fe era causado por el ambiente malsano. La tesis era: “La
causa del paludismo es el aire malsano (el mal aire: de allf la
palabra «malaria>).” Pero luego se vio que podta haber palu-
dismo en zonas no hémedas, en zonas no pantanosas, en Z0-
ad con buen ambiente, y se advirtié que en el fondo lo que
importaba era la presencia de un insecto, de un mosquito que
picaba y producia 1a malaria. Se concluyé: “Bl zancudo
(anépheles) es causa del paludismo”. Posteriormente también
ge creyé averiguar que el mosquito no era 1a causa, sino que
era un vector, es decir, un intermediario, que levaba un proto-
goario de la sangre del enfermo a la sangre de un sano. “Bue-
no, hay acd un microorganismo que ¢s la causa de la malaria.
“UY en el fuluro, se podré seguir discutiendo y podrén apare-
Jar nuevas propuestas de causas; cadenas causales, redes cau-
sales, ete, Todo eso es materia discutible. Sin embargo; hay
algo que no se discute: no se diseute que el Paludismo tiene
alguna causa. Esto es lo que no se discute. Bs decir, yo puedo
discutir cudl es la causa de un fenémeno, y acd puede haber
cerrores de generalizacién; yo puedo ir a un congreso de Bpide-
miologia del paludismo y decir “Sefiores he descubierto que la
6JUAN SAMAIA
causa cs tal y tal”, y los congresistas me podrén aplaudir 0
abuchear. Eso es contingente. Pero hay algo seguro, necesario:
en ningtin congreso me van a aplaudir si yo Negara a decir:
“Settores he descubierto que el Paludismo no tiene cast-
sa,” (= El paludismo es un fenémeno ineausado).
Creo que si eso Hegara a suceder, el estupor seria seguido
por la furia de quienes se sienten burlacos y, posteriormente,
por la expulsion, Seria la reaccién l6gica, sencillamente por
que estoy rompiendo las reglas del juego de las comunidades
cientificas. Algo semejante a lo que sucederfa si un fatbolista
pretendiera hacer un gol tomando la pelota con-las manos.
‘Todas las personas que asisten a un congreso cientifico asu.
men, por asf decirlo, el “modo epistémico” de razonamiento. Y
si yo acepto incorporarme a ese evento cientifico, a esas comu-
nidades cientificas, entonces, estoy obligado a emplear, de
manera “militante”, las condiciones basicas de la raz6n cient{-
fica. ¢Cudles son esas condiciones basicas que Kant llama “tras-
cendentales”? Son: 1.- dos formas “puras” de la sensibilidad:
tiempo y espacio; y 2.- doce categorias “puras” del intelecto,
‘Tanto las formas como las eategorfas no proceden de la ex-
periencia, sino que son las condiciones bisicas para organizar
Ja experiencias. Son, entonces, a priori de la experiencia, por
eso Kant las denomina “puras”: formas puras y categorias pu-
ras. Debe leerse: “no empfricas”, porque no proceden de la ex-
periencia sino que la anteceden, como sus condiciones de posi-
bilidad.
Pero, podrfamos preguntarnos, estas condiciones ¢no rigen,
caso, todo tipo de conocimiento humano? En este punto debe-
mos ser cautelosos: Kant se est refiriendo particularmente al
conocimiento cientifico, Pero hay otras formas de conciencia
que no responden a los mandatos epistémicos, y Kant los cono-
cfa perfectamente bien, omen ustedes, por ejemplo, a los gran-
des misticos, A estar con sus expresiones, ellos parecieran po-
der “habitar” fuera del tiempo y del espacio que conoce la Cien-
cia Fisica o nuestra experiencia corriente en el Mercado. Ac-
68.
EL LADO OSCURO DE LA RAZ
fi rotagonizan experiencia que no tienen nada que ver
sian 0 protagonizan experiencis ver
vets Comporalidad y la espacialidad, tal como nos la repre
‘ntamos nosotros en nuestra vida ciudadana; ellos Hegan a
afrmar que experimentan en el corazén mismo de la eterni-
afi
dad, Cuando por ejemplo San Juan de la Cruz dice
“..¥ quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo”
esti afirmando que hay un saber que no se rige por las caLego-
aw del intelecto, (Me refiero al pocma que se llama: Coplas
un éxtasis de alta contemplaciony
aac una ocasién en que trabaj4bamos con los abori-
genes tobas en Formosa en el ao 71/72, un integrante del
aio, un estudianteavanzado de Sociologa,lcomenta aun
int 5 na gran novedad, que astronautas
Shard, como si faera una gran novedad, que s
hortenericanos hb tegadoe Ja Lana. BI Shamén nose
sorprendis en lo ms minim yTe coment a swe “Nuesto
hermanos “piogonal’s” hace mucho tiempo que estén yendo a
oe ar
* ‘Bu efecto, para ciertas culturas el tiempo que nosotros co-
noceinos como tiempo fisieooel espacio Bulideo como rocep-
tfcalo de tos euerpos fisios no tienen valor. Las religiones, de
manera universal, distinguen otra dimensign de le realidad
que cooxiste de manera misteriosa con esta realidad profamna:
la de lo Sagrado. En la religién, los entes sagrados ia tas un
espacio y un tiempo diferentes, aunque comunicados de varias
maneras con el tiempo y el espacio “profanos’, Bl propio espa
cio real, en la mentalidad migieo-eligiogs, no socomparta como
el espacio de la mevéniea newloniana. 11 que un echicore
queme un mufieco de cera, provisto de un mechén de i bello
de su «etima» sin quo tenga conciencia suficiente de la opis-
temologia que subyace en esa aecién, no implica que dich ae-
cion no tenga una epistemotogta de base, y que debamoo acw
dira ella para poder comprender el sentido profundo de lo que hace
“Lo que es importante pare comprender esta magn —ice M-
Eliade es saber que somejante acto sélo ha sido posible desde
0