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¿CÓMO HA DE SER NUESTRO SERVICIO

A LA EUCARISTÍA?
DEBERES PARA CON LA SAGRADA EUCARISTÍA. SERVIR (9)
San Pedro Julián Eymard, Apóstol de la Eucaristía

HORA SANTA
Iglesia del Salvador de Toledo (ESPAÑA)
Forma Extraordinaria del Rito Romano

 Se expone el Santísimo Sacramento como habitualmente.


 Se canta 3 de veces la oración del ángel de Fátima.
Mi Dios, yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran,
No esperan y no os aman.

LECTURA Del Evangelio según san Juan 6, 53-69

En aquel tiempo, Jesús les dijo:


-«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre,
y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi
carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi
carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre,
que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá
por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros
padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron:
-«Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?»
Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por
esto, les dijo:
-«¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde
estaba antes?... «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las
palabras que os he dicho son espíritu y son vida. «Pero hay entre vosotros
algunos que no creen.»
Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y
quién era el que lo iba a entregar.
Y decía:
-«Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el
Padre.»
Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no
andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce:
-«¿También vosotros queréis marcharos?»
Le respondió Simón Pedro:
-«Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y
nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»"

***

CAPÍTULO SEGUNDO
Del servicio y culto eucarísticos

§I
NATURALEZA Y CUALIDADES DEL SERVICIO EUCARÍSTICO

El servicio eucarístico de nuestro señor Jesucristo es el primer deber de la vida


del adorador.
Para ser perfecto, este servicio debe tener tres cualidades: debe ser servicio
soberano, servicio de amor y servicio litúrgico. Más adelante trataremos de esta
tercera condición; hablemos aquí de las dos primeras.
1.º Servicio soberano. –Debe anteponerse a cualquier otro servicio, porque es
el servicio del soberano Señor, es el cumplimiento de la ley de Dios y el fin de la
vida del hombre: “Adorarás al señor tu Dios y a Él sólo servirás” (Mt 4, 10).
Esta es la razón por que en el altar de la exposición se suspende cualquier otro
culto y se cubren las imágenes. Dios está en su trono de amor para ser único
centro de todas nuestras adoraciones y de todos nuestros corazones.
El servicio eucarístico demanda que el adorador sirva a su Señor como se sirve
a un rey, por puro deber, como se sirve a un padre, por puro amor. Servirle
debiera ser el mayor y más apetecido galardón del hombre, el que mayor placer
le procurara, porque no es admitido cualquiera para servir a la persona del
soberano.
Todo lo que el adorador es y posee, su entendimiento, su corazón, su voluntad
y sus sentidos, deben servir a Jesucristo, que es fin de todo el hombre y quiere
que se le rinda homenaje con todo el ser para en sí mismo glorificar a todo
hombre.
Cuando menos el cristiano debe a Jesucristo el servicio que se tributa a los
reyes de la tierra, a quienes se sirve sin más recompensa que la del deber y de la
gloria de servirles, a quienes como a más dignos se ofrece cuanto de precioso y
de más digno hay. Así que el cristiano debe prestar a Jesucristo un servicio regio,
debe rendirle homenaje con todas sus cualidades, con su ciencia, su arte, sus
facultades y con su mismo ser.
Los servidores empleados en el servicio de la persona del mismo rey son los
más honrados. Servir a la persona adorable de Jesucristo es compartir la felicidad
de la santísima Virgen, madre suya; de san José su fidelísimo custodio, es estar
asociado a la gloria de los ángeles. “Quién me sirva será honrado de mi Padre”,
tiene dicho el salvador. ¿Puede servirse a mejor amo que a Jesucristo, ni a mayor
rey que al rey de los cielos y de la tierra?

2.º Servicio de amor. –El servicio eucarístico de Jesucristo debe ser, en


segundo lugar, un servicio de amor. No puede ser de otro modo. La Eucaristía es
el sacramento del amor, y la gracia que a raudales fluye de Él es una gracia de
amor. El amor divino inspiró su institución; por eso, también el amor ha de
animar la vida del adorador. El amor tan generoso que realizó esta maravilla del
amor provoca el amor del hombre. Un amor inagotable la multiplica por todas
partes y la perpetúa hasta el fin de los siglos, para ofrecer al amor del cristiano un
alimento siempre nuevo y proporcionar a Jesús derechos siempre nuevos a
nuestra gratitud.
Por consiguiente, ha de ser intenso el amor del siervo de la Eucaristía; nunca
alcanzará la altura, la profundidad, la anchura y la largura del beneficio de la
Eucaristía.
Debe ser tierno su amor, tierno como el Corazón de Jesús que se le entrega.
Sea puro: debe el adorador servir a su bondadoso Señor por Él mismo, por su
gloria, por su beneplácito, como el hijo sirve a padres tiernamente amados, como
un piadoso caballero sirve a su rey queridísimo, como los santos sirven al Dios
del cielo.
II
Pero, desgraciadamente, ¿quién piensa en el servicio de Jesús?; ¿quién se
entrega a él? Un amo cuenta con servidores que le obedecen; un príncipe tiene
súbditos que le honran y obedecen; un padre tiene una familia que le rodea y
ama. No hay hombre en la tierra que no tenga algún servidor o amigo. ¿Y
dejaremos que sea Jesucristo el único que se vea abandonado en el palacio de su
gloria, en el trono de su amor en el santísimo Sacramento del altar? Sólo quedará
días y noches, mientras que la antecámara de los grandes del mundo se verá llena
de cortesanos y los reyes tendrán una corte brillante y una guardia de honor
escogida; o si llega a tener unos cuantos adoradores, serán gente sencilla y pobre,
porque los poderosos de la tierra casi no van al templo, ni los sabios le rinden
obsequio con su entendimiento, ni los ricos le honran con donativos.
¡Es el Dios desconocido! ¡A menudo está abandonado hasta de los suyos!
Y, sin embargo, no reside en la Eucaristía más que para el hombre: Su amor
infinito es la causa porque día y noche queda junto a las casas de los hombres
con todos sus dones y ganancias del cielo.
¡Oh!, ¿por qué son los hombres tan indiferentes? ¿Por qué no hacen los
cristianos para con su Dios lo que los mahometanos hacen con su profeta, los
paganos con sus divinidades y los esclavos del mundo con el ídolo de su corazón
y de su vida?
Si los cristianos siguen desamparando a Jesucristo en su templo, ¿cómo no les
quitará el Padre celestial su Hijo tan ultrajado?
¿No es, por ventura, lo que ha hecho ya con no pocos pueblos y reinos que
ahora gimen en las sombras de la muerte?
Despiértense y júntense las almas para evitar esta desgracia, la mayor de todas;
háganse adoradores en espíritu y en verdad de Jesús sacramentado, formen
guardia de honor al soberano de los reyes y una corte abnegada al Dios del amor.

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