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La Teoria Critica de Jiirgen Habermas Thomas McCarthy CAPITULO 2 CONOCIMIENTO E INTERES 2A De las obras de Habermas tal vez sea Conocimiento e Interés la ‘que més dificil resulte de entender a fos lectores anglo-americanos. La mayor parte de los autores discutidos, as{ como la estructura de Ya argumentacidn en su conjunto, estan profundamente enraizados en las tradiciones de la filosofia alemana y de la teoria social alemana Ademés, el libro representa ta primera tentativa que hace Habermas de exponer sistematicamente su position; con pocas excepciones, las principales tesis que aqui presenta han sido reformuladas o revisadas desputs. [acluso esta caracterizacién como primer intento de sistema- tizacién, puede conducit a error; el libro, como Habermas subraya en el prefacio, es un prolegémeno hist6rico, una tentativa de enten- der el proceso de «disolucién de la teoria dei conocimiento, cuyo Iu- gat ha sido ocupado por la teoria de la ciencia», wy de remontarse a través de etapas abandonadas de la reflexidn. Tiene, pues, que ser lefdo como un esfuerzo pat abrir —o mejor por reabrir— ciertas ave- hidas a la reflexién que quedaron bloqueadas debido al ascendiente adquirido por el positivismo durante los iiltimos cien aftos. Los «estadios abandonados de la reflexion», a los que Habermas se refiere, quedan histéricamente situados en el movimiento del pen- samiento’aleman desde Kant a Marx. Lo que preocupa a Habermas es la transformacién experimentada por la relacidn entre «autorrefle- xién epistemoldgica» ¥ «ciencia empirico-analitican, discutida en el capitulo 1. En la filosofia critica de Kant, la ciencia era concebida ‘como una categoria de conocimiento posibie; la razén tedrica queda- ba situada en un extenso marco de referencia que comprendia la ra- 26n practica, el juicio reflexivo y la reflexion critica misma. Pero esta construccién no fue capaz de resistir las criticas de Hegel @ los presu- uestos récitos de la filosofia transcendental. La intencién de «filo Sofia primera» que informa la critica de Kant es ilusoria; la reflexién. transcendental no es un comienzo absoluto sino que depende de algo anterior y dado. En particular, el sujeto cognoscente no puede ser cons- teuido como un origen absoluto, como una unidad que se contiene a si misma fuera y por encima del movimiento de la historia. Antes bien, 1a conciencia eritica es ella misma resultado de procesos de auto- 16 LA TEORIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS formacion tanto dela especie humana comp del individu humano, En consecuencia, a reflexion fenomenoldgica tiene que reconstruit I propia genesis empezando por la certeza sensible, pasando por ls, * elapas de la experiencia dela concienca, hasta llegar al e- tadio dela erica se trata dela raz6n misma eflexionando sobre las diferentes formas que a ido asumiendo ene transcurso de su propia ori isabermas esta de acuerdo con la critica de Hegel de que el sujeto cognoscente tiene que ser concebido en su propio desarrollo hist Gos pero se opone ala forma en que Hegel desarolla esta idea, esto 8 domo una tilosofia del Espiritu Absoluto en la que laepistemolo- fla no es objeto de radcalizaciOn, sino que queda abolida, Més tarde folveré sobre eto. Por el momento baste subrayar que la filosofia. de la identidad de Hegel no conduce a una comprensi6n critica de la tiencia empiric como una categoria de conocimiento posible, sino {'sudsolucign en una ciencia del conocimiento absoluo. Esta cons- truceién result incapaz de hacer frente tarto ala marcha dela cien- tia como al ascenso de su autocomprensin positivist ‘Cuande la flosoia se afirma a simismacomo auténtica ciencia,desa ece completamente de la diseusin la relacon def ilosofia con Ia ciencia Con Hege! se produce el fatal malentendigo de pretender que la exigencia formulada pot la reflexion racional frente al pensar abstrato del entend Iniento equivatea Ta usurpacin dela legimidad de las cencias indepen- Jientes por parte deuna Filosofia que se presenta alora igual que antes como tina ciecia de carter universal. La simpleevidencia del progses cientfieo, independieate dela filosofia, tenia que desenmascarar como pura fiecibn tuna pretensin de esta naturaleza Marx representa para Habermas una segunda oportunidad perdi- da de radicalizar el proyecto epistemolégco. En su metacritica de Hegel, Marx argumenta que las formas de conciencia surgen y se trans- forman no idealisticamente, a través del auromovimiento del Espiritu ‘Absoluto, sino en términos materialistas, a través del desarrollo de las fuerzas productivas y de la lucha de clases sociales. Esas formas son, por asi decirlo, representaciones cifradas de la autorreproduc- cién de la especie, un proceso que tiene lugar bajo condiciones mate- riales contingentes. El sujeto del conocimiento no es ni el yo trans cendental ni tn Espiritu Absoluto, sino un sujeto encarnado, un sujeto que trabaja, cuyas capacidades se desarrollan historicamente en las formas cambiantes de confrontacién con lanaturaleza, confrontacién que constituye «la necesidad natural perpetua de la vida humana». La actividad sintética del sujeto cognoscente, que Kant revel6, es s6lo 7 Brkennunis und Inieresse, Frankfurt, 1968, 1975? (versin casellana Conocimien- toe Interés, Madsid, 1982), p. 38. CONOCIMIENTO E INTERES n el palido reflejo de la «actividad humana sensible» mediante la cual los sujetos que trabajan regulan su proceso de intercambio material con la naturaleza, constituyendo, al actuar asi, un mundo. Asi pues, Marx desligé la reconstruccién del proceso de autoformacion de la especie de sus supuestos idealistas, abriendo con ello un camino para uuna reflexion sobre el sujeto del conocimiento que evitaba tanto las limitaciones individualistas y ahistéricas de la critica transcendental de Kant como los excesos idealistas de la filosofia de la identidad de Hegel. Pero tampoco Marx se percaté del potencial que su metacrit ca habia creado para una radicalizaci6n de la epistemologia. En lugar de entender la ciencia epistemol6gicamente, reclamé para su propia obra el manto de ciencia rigurosa; esta obra revelaba las «leyes eco- némicas del movimiento de la sociedad moderna» como «leyes natu- rales». Con tal autocomprensin, tampoco la obra de Marx seria capaz de sostener la reflexi6n radical contra la embestida del positivismo a fines del siglo XIX. Estas son, pues, las «etapas abandonadas de la reflexién» que Ha- bermas se promete revivificar. Su teoria de los intereses cognitivos es ‘una tentativa de radicalizar la epistemologia, desenterrando las raices due el conocimiento tiene en la Vida. Su tesis central es que «los pun- tos de vista especificos desde los que aprehendemos la realidad, las «cestrategias cognoscitivas generales» que guian la investigacién siste- mética, tienen su «base en la historia natural de la especie humana». Estin ligados a «los imperativos de la forma sociocultural de vida». La reproduccién de la vida humana esta irrevocablemente vinculada ala reproduecién de la base material dela vida. Desde las formas mas elementales de supervivencia frente ala naturaleza hasta el desarrollo de una industria de base tecnol6gica, pasando por los oficios organi- zados y las profesiones técnicas, el «proceso de intercambio material» con la naturaleza ha tenido lugar en estructuras del trabajo social dependientes de un conocimiento al que es inherente una pretensién de verdad. La historia de esta confrontacién con la naturaleza tiene, desde un punto de vista epistemolégico, la forma de un «proceso de aprendizajen. La tesis de Habermas es que la «orientacién general» que guia a las ciencias de la naturaleza esta basada en un «interés de raices antropolégicas profundas» por la prediccién y el control de los sucesos que acaecen en el entorno natural, al que él llama interés tecnico. La reproduccién de la vida humana esta también basada, de for- ma asimismo irrevocable, en una intersubjetividad de la que uno pue- de fiarse, que se establece en la comunicacién lingiistica cotidiana. La transformacién del recién nacido en un individuo social capaz de participar en la vida de la comunidad marca su entrada en una red de relaciones comunicativas de la que no puede soltarse hasta su ‘muerte, Las perturbaciones que se producen en la comunicacién en 18 LA TEORIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS forma de no concordancia de las expectativas reciprocas no represen- tan una amenaza menor para la reproduccién de la vida social que el fracaso de la accién racional con respecto a fines en la confronta- cién con Ia naturaleza. El desarrollo de las ciencias culturales ¢ hist6- ricas a partir de las profesiones en las que se organizaba, se transmi- tia y se aplicaba el conocimiento practico, trajo consigo un refina- miento y extensién sistematicos de las formas de entendimiento a tra- ‘vés de las cuales se mantiene la intersubjetividad. La tesis de Haber- mas es que la orientacién general que guia a las ciencias hist6rico- hermenuticas» se basa en un interés de raices antropologicas profun- das por el aseguramiento y expansién de las posibllidades de entendi miento mutuo y de autoentendimiento en la organizacién de la pro- pia vida. Habermas llama a este interés, interés prdctico. El tercer modo de investigacién que Habermas considera —Ia re- flexién critica— y el interés en que ésta se basa —el interés por la eman- cipacién respecto a las coacciones pseudonaturales cuyo poder reside en su no-transparencia—, ¢s obvio que no cuenta inicialmente a su favor con la plausibilidad con que cuentan los antes mentcionados. Ha- bermas trata de dar acomodo bajo esta nibrica tanto a la tradicion de reflexién filos6fica (a que pertenece su propia obra) como a la auto- rreflexién critica al estilo de Marx y de Freud. Y de hecho la argu- mentacién del libro descansa en buena parte en la reconst:uccidn de Ia tltima como una adecuada realizacién de la primera. Mas tarde trataré de demostrar que esa reconstruccién esta muy lejos de resul- tar convincente. Mi propésito al desarrollar este punto con cierta pro- lijidad no es solamente mostrar los problemas con que se enfrenta e3- ta primera exposicién sistematica, sino también clarificar las impor- tantisimas razones que llevaron después a Habermas a refundir sus puntos de vista, Sin esa clarificacién, su obra més reciente sobre teo- ria de la comunicacién y teoria de la evolucién social podria aparecer como un abandono y no como un desarrollo necesario de su proyecto original. ‘Aparte de la discusién del proceso de disolucién de la epistemolo- ‘gla dese Kant a Marx, el libro incluye prolijas consideraciones sobre tres pensadores de fines del siglo XIX y principios del Xx que, a jui cio de Habermas, iniciaron (cada uno en una esfera distinta de inves- tigacién) una autorreflexién radicalizada de las ciencias: Peirce, Dilt hey y Freud. Pero cada uno de ellos acabé malinterpretando «en tér- minos cientificistas» su propia obra. Al ser presas del «hechizo del positivismo», no lograron percatarse del potencial para transcenderlo que sus propias reflexiones habian creado. El objetivo de las discu- siones de Habermas es sacar a la luz ese potencial y desarrollarlo en el marco de referencia de su teoria de los intereses cognoscitivos. Esta seccidn introductoria concluira con una breve visién general de la teoria, En las secciones 2.2-2.4 bosquejaré las concepciones de CONOCIMIENTO E INTERES 9 los intereses téenico, préctico y emancipatorio de las «ciencias» cempirico-analiticas, histérico-hermenéuticas y critico-reflexivas, res- pectivamente. Finalmente, en la seccidn 2.5 haré un analisis critico de la argumentacién del libro en su conjunto. En su leccién inaugural de 1965 en la Universidad de Francfort, Habermas presentaba la nocién de intereses cognoscitivos (Erkennt- nisinteressen), 0 intereses rectores del conocimiento (erkenninisleitende Interessen), por via de contraposicién con una forma de entender la teoria, con que nos topamos tanto en la filosofia clasica como en el positivismo moderno. Estas dos orientaciones, aparentemente contra- dictorias, poseen ciertos rasgos esenciales en comiin, seftala Haber- mas. En primer lugar, la ceoria como contemplacién del cosmos com- parte con las ciencias, tal como éstas son entendidas por el positivis ‘mo, un compromiso con «la actitud tedrica que libera a aquellos que la adoptan, de los contextos dogmaticos y de la influencia perturba- dora que ejercen los intereses naturales de la vida» ?. En segundo lu- gar, ambas pretenden «describir tedricamente el universo en su orden legaliforme, tal como es» '. Aunque comparten la actitud tedrica —la separacién de conocimiento ¢ interés— y el supueste ontolégico basi- co de un mundo estructurado, autosuficiente, cuya descripcién seria tarea de la teoria, difieren en ia cuestién de la eficacia practica de la teoria. La conexién tradicional de teoria y cosmos, de mimesis y bios theoretikos, no tiene correspondencia en la teoria positivista del conocimiento. La concepcién de la teorfa como proceso de cultivo de la persona —ya sea en la forma cldsica de la influencia de la teoria sobre el comportamiento en la vida mediante la asimilacién del alma al orden y proporcién del cosmos, en su version moderna de la for- imacién, entre los tedricos, de un modo de vida reflexivo e ilustrado— se ha vuelto apécrifa. En su critica de las concepciones clisicas y positivistas de la teo- rfa, Habermas se concentra en su comin «objetivismo»; para ambas «el mundo aparece objetivamente como un universo de hechos cuyos ‘nexos legaliformes pueden ser aprehendidos descriptivamente» *. Esta «ilusién objetivista» oculta la constitucién de esos hechos, «suprime el marco transcendental dentro del cual se constituye el sentido deta- Jes enunciados»’. Tan pronto como esta ilusién se desvanece y los enunciados te6ricos son entendidos en su relacidn con marcos de re- Publicado bajo el titulo de «Conocimiento e tnterésy, en Technik und Wissen: ‘hafta «titeologin, Frankfurt, 1968 (wesion cascellana) Téenica y Ciencia como eldeo Togien, (Madrid, 1984), p, 148, Fold, pe 8 $ Told, p. ASL 5 Toi, p55. 80 LA TEORIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS ferencia previos radicados en el mundo de la vida, se torna patente ‘su conexidn con intereses rectores del conocimiento. ‘Habermas clasifica los procesos de investigacin (Forschungspro- zessen) en tres categorias: ciencias emptrico-analiticas, que compren- Gen las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales en la medida ‘en que su finalidad es producir un conocimiento nomologico; las cien- las histérico-hermenéuticas, que comprenden las humanidades (Geis- ‘eswissenschaften) ¥ las ciencias historias y sociales en la medida en {qui su objetivo es una comprensién interpretativa de las configura- imbélicas; y las ciencias de orientacién critica, que abarcan 'y la critica de la ideologia (teoria social critica), asi como la filosofia entendida como disciplina reflexiva y critica, Para ‘cada categoria de investigacién Habermas postula una conexién con tn interés cognoscitivo especifico: «En la orientacién de las ciencias empirico-analiticas interviene un interés cognoscitivo éenico; en la orientacion de las ciencias histérico-hermenéuticas interviene un inte- és cognoscitivo prdctico; y en la orientacién de las ciencias endereza- Gas a la critica interviene un interés cognoscitivo emancipatorio» *. Estas conexiones tienen que ser mostradas mediante un analisis de las categorias fundamentales y de los métodos de establecimiento, com- probacion y aplicacién de los sistemas de proposiciones caracteristi- as del tipo de investigacién en cuestin. Los intereses cognoscitivos fparecen —-como Habermas dir después— como «orientaciones ge- rales o «estrategias cognoscitivas generales» que guian los distin- tos tipos de investigacidn. Como tales tienen un status cuasi- transcendental Los intereses cognoscitivor no son relevantes ni desde el punto de vista clin pcologia del conocimiento, ni desde el de la sociologia del conoci- ‘hemo, ar tampoco desde el de la erica ideolgea en sentigoesticto; ya ai row invarianes_..No representanInfluencias en el proceso del con ‘Afsnto. que hubieran de eliminarse por mor de la objtwvidad del conoci- (niente: antes bien, determinan el aspecto bajo el que puede objetivarse la Tealldad, ), por tanto, el aepecto bajo el que la realidad puede resulta {euesibis a a apericncia. Consttayen para los sujetos capaces de lenguale 1 Gcavcion condiciones necesaria de la posbilidad de toda experiencia que pueda pretender ser objetiva™ ‘Aunque las ciencias tienen que mantener su objetividad frente a los intereses particulares, la condicién de posibilidad de esa misma objetividad que buscan mantener incluye intereses cognoscitivos que son fundamentales. «La actitud de control técnico, 1a actitud de mu- tuo entendimiento en la practica de la vida y la actitud emancipatoria frente a las coacciones aparentemente “naturales” fijan los puntos © Ibid p. SS. 5S fotroduccion a Theorie und Praxis, en Theorie und Praxis (1971), p. 16 CONOCIMIENTO E INTERES 81 de vista espeitios bajo los que podemos aprehender la realidad co- va (hati 0s intereses cogitives, considerados desde la perspecti- los diferentes procesos de investigacion, tienen un starus trans- endental, tienen su base en la historia natural de la especie humana sujet ‘dé Ia investigacion no es el Yo transcendental sino una comunidad deinvestgadores, un subsistema de un sistema social més amplio que es a su vez producto de la evolucién sociocultural de la especie humana, Los puntos de vist especie humana, Los ps le vista especificos desde los que es apre- a en l eructra de inerses de determinados medios de socializacion. al abajo, al engu ny aldomine (erachafp. La epee aoa segura su exis on pena ek bajo soca yd atonirmacin venta frente ala naturales; por medi a conveniaga aa rain acl earl navman acon en mio del lngue nario) fnanentg esate csc yo, queen cada apt dels wdvidusson vais tenet eens dvi eacion cons norma pap Aa Unies etre dl sonotiletgvan ands uso eon soaee ‘sana por meio epronnos se apenas cosas cue Scuttle por ma roofs cece fo comannsno dest undo soc ela i) tidad en medio de un conflicto entre eas de las pulones 9 a Sdn dn conf eelos movin dle rls as hos independientes del cognoscente, euyatarea seria desribirlos como ee aan los diferentes tipos de enunciados teéricos; una cla- oe sang on nc eosin oe Geen cacién preliminar, y euestionabe desde muchos puntos de visa, ra la relacién entte conocimiento e interés para pereatarnos de los ro- Seca te. {Qué son exactamente los intereses cognoscitivos? Technik und Wissenschaft als «ldeotogien, > Fag nd ft als eldeotogien, p. 160, 2 LA TEORIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS cebible que el trabajo, el lenguaje y la dominacién puedan jugar un papel tan fundamental en teoria del conocimiento? ;No equivale la conexién de ciencia empirica ¢ interés técnico a una subestimacién, conceptual e historicamente errénea, de su dimensién tedrica? ;No resulta ya cuestionable la propia clasificacién que se hace de los pro- ‘cesos de investigacin? ;Tenemos que tomar en serio la categoria de ‘aciencias de orientacion critica» y de «interés emancipatorio», qu? es el interés que guiaria a esas ciencias, para ponerlas en pie de igual- dad con las ciencias mejor establecidas? Podriamos proseguir indefi- nidamente. En lo que queda de este capitulo, examinaré con mas de- talle los elementos de la teorfa de Habermas con el propésito de dar respuesta a algunas de estas cuestiones y objeciones y también de me- ver al autor ala reformulacién de otras. Al proceder asi, no hemos de perder de vista el status programitico de la teoria: «Estas argu- mentaciones son ciertamente insatisfactorias en lo que respecta al grado de explicacién y de completud; siempre he sido consciente del carde- ter fragmentario y provisional de estas consideraciones» "*. Pero He- bermas si que parece pensar que sus reflexiones historicas y exploré- torias lo han Hevado suficientemente lejos como para dejar claro el programa de su teoria del conocimiento. Mi intencién en lo que sigue ¢s trazar las lineas generales de este programa con detalle suficiente para poder hacer una evaluacién provisional. 2.2, EL INTERES TECNICO DE LAS CIENCIAS EMPIRICO-ANALITICAS Conocimiento e Interés se publicé en 1968; sus tesis basicas fue- ron ya anticipadas en la leccién inaugural de 1965. La concepcién del tipo de investigacin propio de las ciencias de la naturaleza, que este libro desarrolla, proviene, como Habermas nos dice en el prefacio, de sus lecciones dadas en la Universidad de Heidelberg en el semestre de invierno de 1963-1964, Estos datos proporcionan claves importan- tes en relaci6n con el status quaestionis en que esa concepcién fue ela- borada, A principio de los afios 60 Ia filosofia de la ciencia estaba dominada todavia por los escritos de los empiristas I6gicos, que, a juicio de Habermas, ofrecen una «concepcién cientificista, errénee» de la ciencia. En ese momento ya existian ciertamente corrientes de oposicién que afluian a la discusién, pero, exceptuando algunas de ellas, no estaban ni tan bien desarrolladas ni gozaban de una configi~ racién tan robusta como la ortodoxia dominante (la cual, como sabe~ ‘mos ahora, se encontraba ya en un proceso que acabaria socavandola T Introduccion a Theorie und Praxis, p. 21 CONOCIMIENTO E INTERES 83 gravemente). La excepcién principal, el racionalismo critica Popper, presentaba una serie te desatfos al postismo 1ogicos peso Popper se detenia antes de sacar las consectencias radicales que su ‘obra implicaba para la teoria del conocimiento. A la postre, el racio- nalismo critico sirvi6 para reforzar la autocomprension cientificista de la ciencia en bastantes frentes importantes! En este marco los escrtos de Charles Sanders Peirce representa- ron, segin parece, para Habermas una concepcion bastante mas ade- cuada de los fundamentos de la investigacion cientifica y un adecua. do vehiculo para exponer sus propias ideas sobre la materia, Hasta la fecha, Habermas no ha revisado con detalle esa exposicion (como lo ha hecho con sus tratamientos de la investigacion ‘histSrieo. hermenéutica y de la investigacin ertico-reflexiva). Habermas, es0 ¢s verdad, ha sugerido cémo la «protofisica» de la Escuela de Erlan- zen (Paul Lorenzen y sus colegas)y la psicologia evolutiva-cognitiva de Piaget y de sus seguidores podrian ser uilizadas para desarrollar Ia idea de que el marco de referencia categorial basico en el que inter- pretamos la naturaleza est entaizado en las estructuras de a accién Instrumental?, Pero hasta el momento no ha puesto al dla su expo. sicion general a la luz de las mas recientes discusiones sobre el desa- rrollo del conocimiento cientifio (por Kuhn, Popper, Lakatos, Toul. Feyerabend y otros)?. Uno de los objetivos de la breve disc si6n que hicimos en laseecin 1.3 era ugerir que esta transformacion del estado de la cuestién podria suministrar una base igualmente fer. til para desarrollar la idea de Habermas de una aproximacion cuasi- transcendental ala filosofia dela ciencia, La ruptura con las concep. ciones inductvistas de la evaluacién de las teorias, el enfasis que se one en el desarrollo histérico, la importancia que se concede a la Aefinicion que la comunidad cientifica hace de los status quaestionis, y la tematizacin de normas, convenciones, valores y estandares, no Se oponen ciertamente a su punto de vista. Haberm: " las interpretaciones relativstas,y en apoyo de ello apelaria probable~ mente a la capacidad de predictidn y de control teenoldgico, la cual ese a los desplazamientos conceptuales a menudo discontinuos, ha oregano dra st {2a pie de pagina en EI (p. 165, nota 97), pero aqui, lo mismo que en otras artes, las observaciones son breves 9 exploratoras, . me 84 LA TEORIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS experimentado una continua expansién*. Las regularidades empiri as bien establecidas pueden ser objeto de sucesivos refinamientos y Feconceptualizaciones, pero no s¢ las tira simplemente por la borda; ho desmontamos los puentes o las bombas porque las teorias bien. cap ero sea como fuere, los términos en que se plantea la discusién en Conocimiento e Interés vienen definidos por la estrategia de ponet fen liza a Peirce contra el positivismo. Habermas sostiene que en casi todos los puntos cruciales el primero proporciona una coneepcién més, ‘adecuada de la investigacién cientifica que el segundo. Sin embargo, no siempre logra evitar formulaciones que derivan de las concepcio- nes del positivismo ldgico y que son inconsistentes con sus declaradas, preferencias pragmatistas ’, Mas es claro que estas formulaciones tie- ren que ser lefdas (y a menudo hay que darles la vuelta) a la luz. de la declaracién oficial de su posicién en los capitulos sobre Peirce. ‘Habermas introduce la idea de interés técnico en su discusién sobre ‘Marx. Compara el «concepto materialista de sintesis» —que, a su jui- cio, Marx sugitié programaticamente, pero no elabors con detalle— con la nocién kantiana de sintesis. El concepto materialista mantiene la distincién entre forma y contenido; s6lo que ahora las formas no son primariamente categorias del entendimiento, sino de «una activi dad objetivan. Mantiene la nocién kantiana de un marco fijo de refe- rencia dentro del cual el sujeto da forma al material con el que se en- cuentra. Sin embargo, en la versién materialista, este marco de refe- rencia no viene establecido por un equipamiento de la conciencia trans- cendental, sino que deriva de la relacién invariante de la especie humana con su entorno natural: los procesos de trabajo son la «per- manente necesidad natural de la vida humana». El sistema de com- portamientos que caracteriza a la accién instrumental, controlada por el éxito (Funktionskreis des instrumentellen erfolgskontrollierten Han- delns), se formé, contingentemente, en la evolucion natural de la especie humana, Se basa, contingentemente, en la organizacién cor- 7 Ch wContra un racionalismo menguado de modo positivistan, en Le dispute so- bre el posiivismo en ta Sociologia alemana; c. ambien las consideraciones sobre evo Icom socal en la section 3.6. "por ejemplo, en su restimen de las diferencias entre investigacion empirico- naltica ¢ investigacion hermencutica en El, p. 203, pp. 235 ss TET p49, Ena posicidn de Marx ce también bisico un segundo componente, ro kantiano, de la siness através del trabajo social; cf. ibid, pp. $2 ss. y ANred ‘thi, Der Beerff von Natur in Lehre von More, Frankfurt, 1962. Adem del marco Se referencia fijoenralzado en la estructura abstracta del trabajo la teoria materialist ‘delconocimiento toma tambien en cuenta as formas hxtrleamente cambiantes dese fess basadasen el nivel de desarrollo de las fwreas produtivasy de las relaciones de produced. El wabajo no es una wesercia fa, sino un mecanismo de desarrotlo hu fmano. Véase seccion 2.4, CONOCIMIENTO E INTERES 85 poral del hombre que esta orientada a la accién. Pero al mismo tiempo, este sistema de accién liga nuestro conocimiento de la naturaleza, con necesidad transcendental, al interés por un posible control técnico de los procesos naturales, Habermas reelabora este componente kantiano del concepto ma- terialista de sintesis y lo convierte en una teoria instrumentalista del conocimiento, que él desarrolla por via de una interpretacién del prag- matismo de Peirce. Peirce distinguia tres formas de inferencia nece- sarias para la légica de la investigacién —la deduccién, la induccién yla abduecién—, las cuales, cuando se las toma conjuntamente, cons- tituyen un procedimiento que genera, con més éxito que ningun otro de los métodos propuestos, creencias reconocidas intersubjetivamente, Si nuestro criterio del éxito de un método es su fiabilidad en la obten- cidn de creencias que se vean confirmadas y no problematizadas por los acontecimientos futuros, el método cientifico es el que ha resul- tado tener més éxito. Y es precisamente en relacién con este criterio como hay que explicar el sentido de la validez de los enunciados cien- tificos: las tres formas de inferencia son métodos para ajustar opi nes, eliminar incertidumbres y adquirir creencias no probleméticas, en suma, para «fijar creenciasy Esas formas de inferencia cumplen sus funciones en un contexto abjetivo especificable, en la esfera de la accién racional con respecto afines. Segtin Peirce, la definicién de una creencia es que orientamos nuestra conducta por ella. «a creencia consiste principalmente en estar deliberadamente dispuesto a adoptar la f6rmula en que se cree, como guia para la accidm; ala esencia de la creencia es el establecimiento de un habito; y las diferentes creencias se distinguen por los diferen- tes modos de accién a los que dan lugar» ’. Desde este punto de vista, la validez de las ereencias esta intrinsecamente conectada con la cer teza en e! comportamiento. Una creencia permanece aprablemitica ‘mientras los modos de conducta que la creencia guia no fracasen ante la realidad. Cuando lo hacen, y un habito comportamental dado se torne incierto, la validez de la creencia que guia esa conducta queda en tela de juico, Se produce una tentativa de descubrir nuevas creen- cias que reestabilicen el comportamiento perturbado. Por tanto, el sen- tido de la validez de las creencias tiene que ser considerado en el con- texto de la conducta racional con respecto a fines, controlada por el éxito, habitual, que esas creencias guian. La capacidad de control racional (con respecto a fines) sobre las condiciones de existencias se adquiere y ejercita en un proceso acu- ‘mulativo de conocimiento. Toda accién guiada por una creencia cons- 7 Gitado en El, p. 153; C. 8. Peirce, Collected Papers, ed. C. Hartshorne y P. Weiss, Cambridge, Mass. 1931-38, 5:27, 398 86 LA TEORIA CRITICA DE JORGEN HABERMAS tituye al mismo tiempo un test para esa creencia, y todo fracaso de ‘al accidn constituye una refutacién potencial que puede llegar a exi- ‘gir una reorientacién tanto de la creencia como de la condueta. La reorientacién de la conducta, reorientacién en la que queda absorbi- do el desengatio que las expectativas han experimentado frente a la realidad, es al mismo tiempo una extensién del poder de control ins- trumental que antes se ejercia, y resultado de un proceso de aprendi- ‘aaje. La investigaci6n cientifica es la forma reflexiva y sistematica de este proceso precientifico de aprendizaje, que viene ya inscrito en la propia estructura de la accién instrumental como tal. El refinamiento tiene lugar principalmente en tres dimensiones: 1) El proceso de investigacién fsa el proceso de aprendizaje del proceso vital, Por eso el ejetsieio de operaciones se reduce a controles de resulta- tor, seleccionabes. 2) Garantiza precision y flabilidadintersubjetiva. Por to ia sccinazume la forma abstrata de experimentacon mediada por pro esos de cuantificacén, 3) Sistematira el progreso del conocimiento. Por 50 se integra el mayor nimero posible de hipotesis universals en conexio hes tedricas lo mas simples posbles® Como continuacién sistemitica del proceso de aprendizaje acu- mulativo que en el nivel precientifico tiene lugar dentro del sistema comportamental de la accion instrumental, la investigacién em analitica tiene por objeto la produccién de saber técnicamente explo- table y revela la realidad desde el punto de vista del posible control técnico sobre procesos objetivados. Las hipétesis legaliformes carac- teristicas de este tipo de ciencia, pueden ser interpretadas como enun- ciados sobre la covarianza de eventos. Dado un conjunto de condi: ciones iniciales, éstas hacen posibles las predicciones. «El conocimiento empirico-analitico es, por tanto, conocimiento predictivo posible» ’. La conexién de las hipotesis con la experiencia es establecida por me- dio de la observacién controlada, tipicamente mediante el experimento. Generamos las condiciones iniciales y medimos el resultado de las ope- raciones Hlevadas a cabo bajo estas condiciones. En realidad, pues, los enunciados basicos no suministran evidencia inmediata sin mez- cla de subjetividad. «No son simplemente representaciones de hechos en si, sino que expresan el éxito o fracaso de nuestras operaciones de fan ®. Las operaciones basicas son operaciones de medida que permiten establecer una correlacién univoca entre eventos determina- dos operativamente y sigtos conectados sistematicamente: «Si al marco de la investigacién empirico-analitica hubiera que asignarle un sujeto transcendental, la medicidn seria la actividad sintética que genuina- mente lo caracterizaria, Solo una teoria de la medida puede esclare- “TEL, p. 159. 9 Technik und Wissenchaft als «ldeologien, p. 156. ‘6 Tod. CONOCIMIENTO E INTERES, 87 cer entonces las condiciones de objetividad de todo conocimiento posible en el sentido de las ciencias nomolégicas ". A juicio de Habermas, todo esto demuestra que el sistema com- portamental de la accién instrumental es el que determina en ultima instancia la estructura de la investigacién empirico-analitica. Los com- promisos metodolégicos constitutivos de cada tipo de investigacién surgen de las estructuras de la vida humana, de los imperativos de tuna especie que se reproduce a si misma (en parte) a través de la accién racional con respecto a fines, la cual esta intrinsecamente ligada a pro- cesos acumulativos de aprendizaje. Estos procesos tienen que ser man- tenidos en forma de investigacién metédica para que la autoforma- cidn de la especie no quede en peligro. La expresiOn interés cognosci- tivo téenico trata de significar la orientacién bdsica de investigacién, la estrategia cognoscitiva general, que deriva de esta condicion fun: damental de la reproduccién de ia vida humana. Esta visién de la ciencia empirico-analitica (como proceso de conocimiento regido por un interés «de raices antropolégicas profun- das» por asegurar y dilatar el control sobre procesos objetivados) sus- cita una serie de problemas, el mds obvio de los cuales es el de su adecuacién como explicacién de las ciencias de la naturaleza. Debe- ria quedar claro por la exposicién que precede, que Habermas no est pretendiendo hacer afirmaciones psicol6gicas Sobre las intenciones de los cientificos ni afirmaciones histdricas sobre las conexiones especi- ficas entre el desarrollo de la ciencia y el desarrollo de la industria Sus andlisis se refieren mas bien al sentido de cierta clase de enuncia~ dos cientificos y al tipo de validez que esos enunciados pueden pre- tender. Su tesis es que fos origenes, estructura y aplicacién de tales enunciados muestran que éstos guardan una inirinseca relacién con, posibilidades de accién de un cierto tipo: la aceién racional con res- pecto a fines. Por tanto, los contraargumentos tienen que provenir no de la psicologia y de’la historia de la ciencia sino de la ldgica y de la filosofia de la ciencia. No vamos a tratar aqui de decidir sobre la adecuacién de la explicacién que da Habermas de la ciencia de la naturaleza y tampoco pretendemos decir Ia tiltima palabra en el de- bate relativo a instrumentalismo cientifico versus realismo cientifico, ue tan vivo esté en la actualidad. Pero conviene hacer unas breves observaciones para destacar los rasgos fundamentales de su posicion Y evitar asi posibles malentendidos. Hans Albert ha hecho a Habermas las objeciones tipicas contra Jas concepciones instrumentalistas de las teorias cientificas, por ejem- plo, que las teorias no pueden ser consideradas como instrumentos, ‘ya que la légica de las operaciones por las que sometemos a prueba WEL, p. 237 88 LA TEORIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS tun instrumento y lo encontramos adecuado o inadecuado difiere de la ldgica de las operaciones por las que sometemos a comprobaciéon una teoria y la encontramos corroborada o falsada; los instrumentos no pueden ser falsados'. Pero este tipo de objeciones yerra el blanco. La interpretacidn pragmatica que hace Habermas de la cien- cia empirico-analitica no se basa en una concepcidn de las teorias como instrumentos. Las teorias son, segiin él, sistemas de enunciados que pueden ser correctos 0 incorrectos, que pueden quedar corroborados 0 falsados. No es esto lo que estd en cuestidn. La cuestion es més bien: {qué nos revelan esos enunciados, cuando son validos, acerca de la realidad? ;Guarda su sentido una relacién intrinseca con posibilida- des de accién de un cierto tipo? La respuesta de Habermas —que la investigacién empitico-analitica nos proporciona una informacién que es técnicamente utilizable— podria ser aceptada por todo el mundo si Habermas le diera un sen- tido realista, cosa que, por lo demas, le haria perder casi todo su inte- 1s, Sila ciencia pudiera ser concebida como una pintura exacta 0 apro- ximativa del orden regular de una naturaleza en si, se seguiria, sin nin- gin problema, que sus informaciones pueden ser utilizadas con fines practicos " La tesis del interés téenico como interés rector de la cies Cia s6lo conserva su filo si se la entiende en un sentido cua transcendental; si se la entiende como una tesis sobre las condiciones de posibilidad del conocimiento objetivamente valido de la naturaleza y, Por tanto, sobre el sentido mismo de los enunciados cientificas. ,Pe- ro cémo decidir entre las explicaciones realista y transcendental de la utilidad técnica de la informacion cieatifica? Supuesto que los enun- cciados sobre la covarianza regular de sucesos observables hace posi- ble la prediccién y el control de esos sucesos, ,por qué no considerar esto simplemente una consecuencia mas que una condicion de una in- vestigacién fecunda? Una linea de argumentacién en apoyo de la posicién de Haber- mas es la que se sigue de la discusién que hemos efectuado en el capi- tulo I sobre la obra de Popper y de Kuhn. La investigacién cientifica es una actividad humana. La accidn en que se embarcan los miem- bros de una comunidad cientifica —observacién y experimentacién, medida y formacién de conceptos, construccién y comprobacién de la teoria, etc.— esta sometida a ciertas reglas, norma, estandares, etc. Aunque los compromisos con tales estdndares pueden variar 210 largo del tiempo y ser distintos entre los distintos grupos en un deter- ‘minado momento, existen ciertos compromisos fundamentales que son constitutivos de la investigacién cientifica como tal —por ejemplo, “TAA, Alber, «Et mito de la razén total», en Le dspusa sobre el positvismo en 1 Sociologia alemano, Barcelona, 1973, "8 Este es mas o menos el punto de vista de Albert CONOCIMIENTO E INTERES 89 los compromisos relativos a ta comprobabilidad de las hip6tesis ne- diante observacién y/o experimentacién controladas y a la precision predictiva, particularmente cuantitativa, de las leyes y teorias propues- tas. Si tales compromisos son constitutivos de la investigacin cient fica, es claro que las virtudes predictivas y técnicas de la informacién que esa investigacién genera no son meramente una consecuencia ac- cidental. La propia naturaleza de los procedimientos mediante los que se construyen y comprueban las teorias cientificas, garantiza que las teorias comprobadas tendrdn un potencial predictivo y técnico, Ade- més, la explicacién realista de este potencial descansa a menudo en tuna concepcién de la verdad —la verdad como cortespondencia de Jos enunciados con la realidad— que resulta cada vez mas cuestiona- ble una vez que se abandona la idea de una evidencia sensorial inme- diata y se la reemplaza por la idea de que también los enunciados de observacién estan en cierto modo «impregnados de teoria». En el capitulo 4 tendremos oportunidad de considerar el concepto haber- masiano de verdad. Por el momento s6lo es importante notar que su teoria de los intereses no implica una reduccién de la verdad cientifi- ca a utlizabilidad técnica, una nueva versién del «es verdadero si fun- ciona». Su posicién esta mucho més prdxima a la teorfa de la verdad como consenso ideal que Peirce sustenta. Otro tipo de objecién a la idea de interés técnico podria provenit del seno de la propia Escuela de Francfort. Parece que esta concep- cién limita nuestro conocimiento de la naturaleza a informaciones téc- nicamente utilizables y nuestro trato con la naturaleza al control ins- trumental de procesos objetivados. Horkheimer y Adorno, lo mismo que Marcuse, rechazaron implicitamente cualquier limitacién de este tipo'*. Sostenian, en efecto, que la orientacién exclusiva hacia la dominacién de la naturaleza era un factor basico en la deformacién de las capacidades subjetivas de las que habria de partir la emancipa- cin, Como vimos en la seccién 1.2, Habermas rechaza la concepcién, implicitamente compartida por toda la primera generacién de la Es- ccuela, de una nueva ciencia y de una nueva tecnologia, argumentando que las estructuras légicas de la ciencia y de la tecnologia, tal como las conocemos, representan una objetivacién de elementos estructu- rales esenciales del sistema comportamental de la accidn instrumental. Si se tlene esto presente, entonces no se ve eémo podtiamos renunciar fala tecnica, & decir, a nuesiratcenica, susttuyendola por una cuslitativa ‘mente distinta, mientras no cambie a organizacion de la naturaeza huma “ CE.T, Adorno y M. Horkheimer, Dialekrik der Aufklarung, Amsterdam, 1947: Horkncimer, The Eclipse of Reason, New York, 1947 y Marcuse, One Dimerisonal fan, Boston, 1968. CF. la discusion de William Leise en The Domination of Nature, New York, 1972 90 LA TEORIA CRITICA DE JORGEN HABERMAS ‘ney mientras hayamos de mantener nuestra vida por medio del trabajo so- Gal y valigndonos de los medios que sustitayen al trabajo ' No existe un sustituto «mas humano» para lo conseguido por el progreso cientifico-téenico. El problema real no es la razén técnica Como tal sino su expansidn «hasta constituir una forma de vida, una “totalidad hist6rica’" de un mundo de la vida» '*, Entendidas asf las cosas, argumenta Habermas, la respuesta adecuada a la deformacion el stjeto, deformacién que es resultado de la universalizacion de la racionalidad tecnolégica y de la ldgica dela dominacidn, no es la sus- titucidn de la ciencia y de la tecnologia por alguna versién de la «re surreccién de la naturaleza caida», sino un cultivo de la comprension reflexiva de la ciencia como una categoria de conocimiento, y del con- trol técnico como un modo de accién. A la racionalidad tecnoldgica se le ha de asignar su puesto legitimo, aunque sea limitado, en una teoria comprensiva de la racionalidad. Y es precisamente a esta tarea alo que responde la teoria de los intereses cognossitivos. “Pero basta con esto? ;No nos quedamos a la postre con una sola actitud legitima frente a la naturaleza: la de dominacion técnica? .Y ro resulta esto enteramente inadecuado como explicacién de nuestras ‘multifacéticas relaciones con la naturaleza. tanto con la «naturaleza externa» como con la «naturaleza interna» de nuestro propio cuerpo, Jas cuales no slo son posibles de hecho sino también necesarias para una plena realizacién de nuestra humanidad? Habermas no excluye la posibilidad de otras actitudes frente a la naturaleza —actitudes mi- méticas, potticas, hidicas, misticas, fraternales—. Ni tan siquiera ex- luye 2 prior la posibilidad de algtin tipo de relacién comunicativa con la naturaleza'". Sin embargo, su teoria si que parece excluir cual- Quier otro tipo de conocimiento de la naturaleza que no sea el emp Go analitico. Las objeciones a esta exclusién podrian provenir de po- Siciones distintas. ;Sobre que base podria negarse todo contenido cos- nitivo a esos modos de conciencia que més arriba hemos descrito como fctitudes? La historia de la humanidad, asi como nuestra propia experiencia en la vida diaria,estd lena de formas alternativas de con- cebir la naturaleza. ;Pueden todas ellas ser convincentemente clasifi- cadas como protocientificas 0 no cognoscitivas (por ejemplo, como emocionales, apetitivas o expresivas?) Mantener que esa es la clasifi- cacion correcta supondria una preconcepcidn altamente restrictiva de To que es la naturaleza del conocimiento, por lo menos en lo que ata- fie al conocimiento de la naturaleza, que necesitaria, cuando menos, de alguna explicacién y defensa “TGrenciay Téenica como “Ideology, en Technik und Wissenschaft als “Ideo- Logie", Frankfurt, 1968, 57 "6 Tid ps $9 Boi p. 51 CONOCIMIENTO E INTERES 1 Aunque pudieran existir algunas dudas sobre la respuesta que Ha- bermas pudiera dar a estas cuestiones, existen pocas dudas sobre cual seria su posicion frente a las objeciones que pudieran suscitarse desde el punto de vista de la metafisica. La idea de que allende la imagen cientifica de la naturaleza seria posible, e incluso necesario, buscar una comprensién «mds profunda», metafisica, parece excluida de la teoria de los intereses cognoscitivos de Habermas. Contra la ontolo- gia tradicional hace uso del «giro transcendental»: Ia separacién de Ser y Tiempo que subyace a Ia ontologia oculta una «ilusién objet vista, Ia supresién del papel constitutivo que juega el sujeto del conocimiento. Pero aun concediendo esto, queda la cuestién de si al- ‘in tipo de acercamiento alternativo a la naturaleza podria ser com- patible con, o incluso podria venir exigido por, la teorfa de los intere- ses cognoscitivos de Habermas. Volveré sobre esta cuestion en la sec- cidn final de este capitulo. 2.3, EL INTERES PRACTICO DE LAS CIENCIAS HISTORICO-HERMENEUTICAS Habermas encuentra una fundamental indecisién en los escritos dde Marx. En sus investigaciones materiales, Marx siempre tuvo en cuenta tanto la actividad productiva de los individuos socializados como la organizacién de sus interrelaciones. Consideraba las relacio- nes sociales como algo sujeto a normas que determinan, con la fuerza de instituciones, cémo se distribuyen las obligaciones y recompensas. Por otro lado, en sus observaciones tedricas, Marx parecia a menudo considerar el desarrollo dela especie humana como algo que solamente tiene lugar en la dimensién del trabajo social, de los procesos de pro- duccién. Esta tendencia a reducir el «acto’auto-generativon de la especie humana al trabajo, de eliminar en la teoria, si no en la préc- tica, la estructura de la interaccién simbdlica y del papel de la tradi- cién cultural constituye, segiin Habermas, la raz6n titima de la inca- pacidad del marxismo clsico para desarrollar una teoria reflexiva del conocimiento, ya que es ésa precisamente la dimensin en la que se rmueve la critica del conocimiento (y también la critica de la concien- ia ideoldgica).. Segiin la teoria de los intereses cognoscitivos, el punto de vista es- Pecifico desde el que captamos la realidad tiene su origen en la estruc- tura de intereses de una especie que esta ligada a medios definidos de organizacién social. Mientras que el interés técnico surge de los imperativos de una forma de vida vinculada al trabajo, el interés pric- tico esta anclado en un imperativo de la vida sociocultural, que tiene taices antropol6gicas tan profundas como el primero: la superviven- cia de los individuos socializados esta ligada a la existencia de una 2 LA TEORIA CRITICA DE SURGEN HABERMAS fiable intersubjetividad de la comprensién/entendimiento en nuestra comunicacién en el medio det lenguaje ordinario. La comprensién hermengutica se endereza por su misma estructura a sarantizar, dentro des (radciones culturales la auiocomprension posible ‘e's indviduos de os grupos, que oriente la acei6n, y una comprensién recipraca ene los indviduos 9 Tos supos con tradicionesculturales distin- tas. Hace posible ia forma de consenso sin coacciones ye po de intersub Jetividad flenibe, de lor que depende la accion comunicaiva, De ese modo se climina el peligro de una ruptura de la comunicaciOa en ambas dirccio- nes: tanto en ia vertical dela biograia individual y de la radicin coletiva ‘Ta que se pertenece, como en fa horizontal dela mediaciOn entre las radi- ones de los diferentes individuos, grupos y cuturas. i ests corientes de ‘comunicacion se coran ya intrsubjelividad dela comprension se hace gia ‘ose derrumba, queda destruida una condiion de supervivencia, que estan , ws potens»,wimperio maturusy), es un concepto cental en la filosofia c+ sica alemana. Fl ermino traducide por «tuela» en la anterior cta de Kant es, por ejem- plo, Unmundigkeit. Como resulara claro mas abajo, la Mundgkeit de un individu ‘0 de un grupo es concebida como el felos de un proceso evolutive © de un proceso de} formacién (Bilduneserozess. CONOCIMIENTO E INTERES 101 ra.a él como el placer practico que produce la motalidad, esto es, que producen las acciones que estén determinadas por los principios de Ia razén, un «interés puro» (en contraste con el interés «patoldgicon por el objeto de la accién). El concepto de un interés puro adscribe a la razén una causalidad opuesta a la de la facultad apetitiva. Para que unser ala ver raconaly sensible quieras6lo lo que le razén te presonbe es necesara una Talla dela razbn qu tense un sent miento de placer de satsaccin en el cumplimiento del dsver, con tha ausalidad Conia que determine aa sesbildad sepn Io priciios de Ge Peco ex abnolutmente imposible comprender, es det, expica’o prior, mo una simple dea que no ene eno nada sensible, puede product on Semacion de placer o de esplacer; es exe un genero particular de canal dad del que, como de tose causaldad, no podemos Geterinar abla ‘mente nada a prior! y Sobre to que no hay tds Teme ave Prononat a in experiencia’, Asi pues, para dar razén de la experiencia de la moralidad, Kant se ve forzado a introducir el concepto de un interés puro de la razon por la Miindigkeit: la razon misma lleva en su seno un interés por la consecucién de la autonomia y de la responsabilidad, Si la raz6n pura ha de ser causa de un efecto que se trasluce en la experiencia —el placer en el cumplimiento del deber—, entonces gueda introducido en la razén misma un momento de facticidad. Y. Por tanto, una respuesta ala cuestién de cémo puede la razén pura ser practica, exigiria el concepto de un interés que ni fuera empirico ni estuviera enteramente separado de la experiencia. Pero desde el unto de vista de Kant esto es inconcebible, como él mismo admite en la conclusin a las Iineas citadas mas arriba Pero como fa (la experiencia) no puede etableer ninguna relacion de ausaefecto entre ls objets de la experiencia, sino que en ee avo ft ¥6n pura, por medio de simples ideas (qe no sumimstran objec algo ‘in experiencia, debe ser la causa den recto el placer eneleomphisen {0 del deber) qu eda, sia embargo, en a experiencia entonces ears oo sotros los hombres) absattamente mpl a excason de come § or qué estamos intrsados en fa univeaidad de ls mati como ‘es decir, en la moralidad ’, a bie Sues, Sobre la base de la concepcién kantiana de la razén, si jen poulemos estar seguros de que la raz6n pura puede ser practica, Somos enteramente incapaces de entender cémo es eso posible. Fichte proporciona un marco de referencia en el cual puede ser entendido el empleo interesado de la razdn pura, pero sélo a costa de reducir la naturaleza a algo puesto por un yo absoluto. Fichte su- Pera la escisién kantiana de razon te6rica y razén préctica convirtiendo. Tan, rel Kan Werke whl, Sado ae EL bp Ibid., citado en El, p. 248. coal Grundlagen der Metaphysik der Stten, Wilhelm Weischedel (ed) mma- 102 LA TEORIA CRITICA DE JORGEN HABERMAS el primado de la raz6n practica en punto de partida. La forma funda~ mental del dogmatismo que la Ilustracién ha de superar, es la fija- cidn de la conciencia no libre funmtindige) a las cosas. Una concien- ‘que se comprenda a si misma como producto de las cosas que le rodean, como producto de la naturaleza, es esclava del dogmatismo: “EI principio de los dogmaticas es la fe en las cosas por mor de elas mismas, es decir, una fe solamente mediata en su propio yo, disperso y s6lo sostenido por los objeto», Sélo adoptando la posicién idea lista es posible transcender el dogmatismo de la conciencia natural ¥ alcanzar la mayoria de edad (Mundigkeit), Pero para clevarse a si mis- ‘mo hasta ese punto, el yo tiene que tener un interés por su propia auto- noma, una yoluntad de emanciparse a si mismo de su dependencia de las cosas. E! dogmatismo es tanto una falta moral como una inca- pacidad tedrica. Por tanto, la intuicién intelectual en la que el yo se aprehende a si mismo en el acto de ponerse a si mismo y a las cosas, e un acto originario de libertad motivado por el interés que la razén, tiene en la emancipacién. Como dice Habermas: En cl interés por la autonomia del yo la r2z6n se impone en la misma medida en que el acto de a razOn como tal produce la libertad, La autorre Flexion cs la vez intuicion y emancipacion, comprensin y liberacion de Ta dependencia dogmatic, El dogmatismo que la razin disueve tanto a lice como préstcamente, es una falsa conciencia: esa la vez error y exis- tencia no libre. Sobre la base de estas premisas fichteanas, el dogmatismo —como conciencia natural, no reflexiva— se toma omnipresente. No tiene que ‘empezar estableciéndose a si mismo (como pensaba Holbach) como prejuicio institucional o privado; esta presente siempre que no hay con- ciencia de la propia autonomia. En este marco, la ilustracién es idea- lismo, reduccién de la naturaleza a material indeterminado sobre el que operan los sujetos agentes. Desde el punto de vista de su idealis- mo, Fichte puede concebir la raz6n como intrinsecamente préctica, ‘como intrinsecamente ligada a la intencién practica de un sujeto que se afana por su propia autonomia. En este sentido, «el interés mas alto y el fundamento de todo otro interés es el interés por nosotros: ‘mismos» ®, Esta autonomia s6lo puede alcanzarse mediante un acto de autorreflexién en el que el sujeto se aprehende a si mismo como fuente de conciencia y como fuente del mundo. Por tanto, el interés de la razén es constitutive tanto para el conocimiento como para la razén. En términos de Habermas, «como acto de la libertad, el inte- T Fichte, «Erste Einleitung in die Wissenschaftslehre», Ausgewahlre Werke, Frit ‘Medicus (ed), Hamburg, 1962, 3: 17, ctado en El, p. 253 BL, 256. 10'Fichi, wErste Einletung», citado en El, p. 254 CONOCIMIENTO E INTERES 103 rés tanto precede a la reflexién como se realiza en la fuerza emanci- patoria de la autorreflexién» A diferencia del yo absoluto de Fichte, que se pone a si mismo, a autorreflexién fenomenolégica de Hegel supera el dogmatismo reconstruyendo reflexivamente el proceso de autoformacién del espi ritu (Bildungsprozess des Geistes)'®. La reflexién critica no es un ori- gen absoluto; depende de algo previo que toma como su objeto y de Jo que a la ver nace. Empezando por la conciencia natural de la vida diaria, en la que ya nos encontramos, la reflexién fenomenoldgica sigue la pista de su propia génesis a través de los sucesivos estadios de la manifestacién de la conciencia. En este movimiento se combinan ra- 26n ¢ interés, ya que en cada estadio ese movimiento supera una vision del mundo y simulténeamente una forma de vida Pes a refiesin destuye, ncso ene primer nie, el del mundo de la certeza sense faa vis de as cost,» ia ver que el dogmas dees formas de vida habitats.» En la falaconchensn, abery queer Svan rca a norm dela cna se ee omo sian ce entlicacone, como ruptrs de jaions, com Je truccién de proyecciones "3. " i ° “ La experiencia de la reflexién procede por via d i e 1 ia de una negacién determinada que protege del vacio escepticismo. El desenmascara- miento de una actitud dogmatica contiene un momento positive que queda incorporado a una nueva actitud reflexiva. Toda forma de vida que se ha convertio en absracin no puede ser nada sn dejar rsiro ms pude ser derrovada sn Consens prictics Emin oacén qua do vologonida emantene superata a anterior Situacion, ya que la vision defo nuevo consist prectamentsenla experi cia de la disolucion revolucionaria de la wile conciencia ane La conciencia critica que procede por via de negacién determinada, busca comprender el contexto de su propia génesis, el proceso de auto” formacién de que ella misma es resultado. A través de una recons- truccién sistematica de las manifestaciones de la conciencia que cons- tituyen la historia universal se eleva a su actual punto de vista a través, de estadios de la reflexion. En cada estadio una nueva visién de las cosas queda confirmada y traducida en una nueva actitud. La refle- xidn fenomenolégica es, por tanto, un modo de reflexién y de auto- "Bildung, gendricemente «formsacion», puede emplearseen un vento mas estrcto para denotar procesos de desarrollo espriual global o la terminacién de los mismos (como weduccionvo welts). Bldugsprozs sudo por Habermas ene tt 1 fbi... 27 “ Tbid, p. 28, 104 LA TEDRIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS conocimiento en el que la raz6n teérica y Ja razén practica son una sola. cosa. ‘AL final de la Fenomenologia del Espiritu Hegel afirma que esa conciencia critica es conocimiento absoluto. A juicio de Habermas, esto sélo puede significar que «desde el principio Hegel asume como dado un conocimiento de lo Absoluto» *. Pues sino, la fenomeno- Jogia, como apropiacién reflexiva del proceso de autoformacién de la especie humana, no podria otergar a la conciencia critica el status de un saber absoluto, no podria aventurar esa unidad absoluta de sujeto y objeto. Esto indica que Hegel tiene una comprension distinta de la fenomenologia: «Para él la experiencia fenomenoldgica se man- tiene y se ha mantenido siempre en el medio de un movimiento abso- luto del espiritu» . Desde este punto de vista, mas que una critica radicalizada del conocimiento que utifique razén tedrica y razén préic- tica, la fenomenologia se convierte en «una filosofia metafisica del espiritu y de la naturateza> En contraste con el yo absoluto de Fichte que se pone a si mismo y al mundo, y en contraste con el movimiento absolut del espiritu de Hegel, Marx concibe el proceso de autoformacion del espiritu hu- ‘mano como algo condicionado: depende de las condiciones contin- ‘gentes de la naturaleza; el espiritu no es el fundamento absoluto de Ta naturaleza; es la naturaleza la que es fundamento del espiritu en el sentido de un proceso natural del que son resultado tanto el ser na- tural humano como la naturaleza que le rodea. Al reproducir su vida bajo condiciones naturales, la especie humana regula su intercambio material con la naturaleza a través de procesos de trabajo social. El trabajo social, «la actividad humana sensible», no s6lo es condicién de la existencia humana, sino también una operacién transcendental. «EI sistema de actividades objetivas crea las condiciones facticas de la reproduccién posible de la vida social y simultaneamente las condi- ciones transcendentales de la objetividad posible de los objetos de la ‘experiencia... Regula el intercambio material con la naturaleza y cons tituye un mundo» "8. Los objetos de la experiencia comparten con la naturaleza la propiedad de cosas en si, pero tienen también el cardc- ter de una objetividad producida, resultante de la actividad del hom- bre. Por oposicién al idealismo, el sujeto de la constitucién del mun- do no es la conciencia transcendental en general, sino la especie h ‘mana conereta que reproduce su vida mediante procesos de trabajo social roi, p. 18. Tid». 30 1 bid, pp. 30-32 "8 Ibid, ps 39 CONOCIMIENTO E INTERES 105 Debido a la relacién invariante de la especie con su entorno natu- ral —que se expresa en estructuras de la actividad sensible humana enraizadas en la organizacién corporal del hombre—, la operacién transcendental de constitucién del mundo tiene lugar dentro de un marco de referencia fijo. Mas, por otro lado, las formas especificas en las que la naturaleza queda objetivada cambian histdricamente en funcién del sistema de trabajo social. Sélo tenemos acceso a la natu- raleza a través de un sfock histdricamente cambiante de categorias y de reglas que reflejan la organizacién de nuestras actividades mate- les. Los cambios en el sistema de trabajo social, generados por el desarrollo de las fuerzas de produccién, dan lugar a transformacio- nes de las categorias societarias a través de las cuales puede estarnos dado algo asi como un mundo. En otras palabras, aun cuando el pro- ceso de trabajo puede ser considerado con independencia de toda for- ‘ma social especifica, designa no una esencia humana fija, sino sélo un mecanismo fijo de evolucién de la especie. En el proceso de tra- bajo lo que cambia no es sélo la naturaleza sobre la que se trabaja, ino también la naturaleza de los propios sujetos que trabajan. «La storia es la verdadera historia natural del hombre» ". Desde este punto de vista, Marx puede separar la reconstruccién del proceso de autoformacién de la especie humana de sus presupues- tos idealistas. Los estadios de la manifestacién de la conciencia dependen de los estadios histéricos de desarrollo de las fuerzas y rela- ciones de produccién. «Como el sistema de trabajo social es siempre resultado del trabajo de las generaciones pasadas... el sujeto actual se comprende en su propio trabajo en la medida en que se sabe pr. ducido por la produccién de los sujetos pasados al igual que por mismo... por esta razén un sujeto social no llega a la autoconciencia, en sentido estricto, mas que cuando en su produccién entiende el tra. bajo como acto de autoproduccién de toda la especie humana y se sabe él mismo producido por el «trabajo de toda la historia universal anterior» ®, La raz6n humana y el partidismo de la razén contra el dogmatis- mmo se desarrolian hist6ricamente en el proceso de confrontacion de los sujetos que trabajan con la naturaleza. En contraste con la forma subjetiva en que Fichte clasifica a los hombres (en dogmaticos e idea- listas) y sus intereses (interés por las cosas e interés por uno mismo), Marx ancla la divisién de as clases e intereses en configuraciones his- oricamente especificas de trabajo alienado y de libertad suprimida. El dogmatismo, en forma de falsa conciencia y de relaciones sociales reificadas, no puede ser superado por un repliegue «a lo Fichte» sobre Giiado en ibid, p. 41, Marx y Engels, Gesarmouseabe, % El, p54 3, Berlin, 1932, 162. 106 LA TEORIA CRITICA DE JURGEN HABERMAS el sujeto auténomo. Enraizado como esté en intereses materiales, tie- re que que ser criticado practicamente en el plano del contexto obje- tivo mismo que da lugar a la ilusién, esto es, en el plano del propio sistema de trabajo social. El dogmatismo asume la forma de ideolo- gia, y la raz6n es razén activa como critica de la ideologia. El parti- dismo de la raz6n contra el dogmatismo tiene la misma objetividad que la ilusién que critica; el interés por una organizacién racional de la sociedad no est menos histéricamente determinado, no esté me- nos inserto en el contexto social objetivo. ‘A juicio de Habermas, la obra de Marx contiene los principales elementos que se precisan para una adecuada concepcién de la razén. y del interés de la razén por la emancipacién. Pero esta promesa, pro- sigue Habermas, nunca se convirtid en realidad. No obstamt, el fundamento filos6tico de este materilismo no es su . Las implicaciones que tal identificacién tiene para la teoria son también probleméticas; la iden- tificacion de la razén con la autorreflexibn critica pone en peligro su pretensidn de universalidad, En un marco de referencia idealista la convergencia de razén y libertad no implica necesariamente una par- ticularizacién de la razén. Sin embargo, en un marco de referencia rmaterialista la idenificacion de la razon con la reflexién sobre «aque- los determinantes del proceso de autoformacién que determinan ideo- logicamente la forma presente de ver la accion y de entender el mun- do» parecen implicar una especificacién de la razén en términos de un contenido particular y de metas particulares. En suma, la apropia- cién materalista por parte de Habermas dela identficacién idealista de la razén con la voluntad de razén no parece hacer justicia nia la teoria ni a la préctica, 7 Y esesto lo que han objetado bastantes crticos. Aunque comparte Ja lectura que Habermas hace de la intencién emancipatoria de la Tlus- 7 oid, p. 259 "9 Toi. p. 289, CONOCIMIENTO E INTERES 121 tracién, Karl-Otto Apel critica su llana identificacién de reflexién ¥ compromiso practico»'". De la reflexién, en el sentido de un im- placable examen discursive de los presupuestos y fundamentos de toda pretensién de validez cognitiva o normativa, puede decirse que persi- ‘gue un interés por la emancipacién respecto del dogmatismo en todas Sus formas, respecto de los dictados de las opiniones y normas injus- ficadas o injustificables, Este es un interés que se cumple en la refle- xidn tedrica en general, pero que no debe confundirse con el interés al que apelaba Marx cuando proclamaba contra la filosofia que el mun- do no tenia que ser interpretado sino cambiado. Este interés se cum- ple s6lo mediante el compromiso practico en el sentido de una «toma de partido arriesgada y politicamente efectivan. Identificar esos dos intereses es sucumbir a una «ilusidn idealistan™, De la misma forma, Dietrich Bahler critica a Habermas por con- fundir el «interés formal» por la libertad y por la autonomia, que es presupuesto por la Tlustracién te6rica, con el interés que se oculta tras «el compromiso politico ante una situacién concreta, nacido de la auto- rreflexion de una trama de motivos e intereses, vigentes hasta ese mo- mento de forma irreflexivan'. Esto equivaldria, arguye Bobler, a poner a todos los sujetos epistémicos como tales bajo la obligacion de comprometerse de forma practico-critica. Ello equivaldria a pre- tender que una «reflexién transcendental general sobre los intereses supremos del conocimiento desemboca en la obligacién de contraer ese compromiso frente a la situacién histérica concreta, que persiguen las ciencias criticas en el sentido de la “‘teoria critica”, es decir, en Ja obligacién a comprometerse en términos neomarxistas en un pro- eso de transformacién de la sociedad» *. Para Bohler esta «efusi- vidad» (Uberschwenglichkeit) de la construccién habermasiana deriva de un momento fichteano no bien digerido: el interés por nosotros mismos como fundamento de todo otro interés y como el interés que en tiltima instancia guia todo nuestro pensamiento. Enunciados tales como «el interés cognoscitivo emancipatorio tiene como meta la rea- lizacién de la reflexién como tal» sélo tienen sentido, argumenta Boh- 'S Wissenschaft als Emanzipation? Fine kritische Wardigung der Wissenschafts onzeption der ““kristschen Theorie", en Zosehrift fur allgemeine Wissenschaft. ‘thearie | (1970), 173-195, reimpzeso en Materilion cu Habermas «Erkenninis und In {eresse», ed, Dallmayt, Frankfurt, 1974, pp. 341-42. Cf. Dallmayr, «Critical Theory stitcized: Habermas Knowledge and Human Interests and lis Aftermath», en Philo sophy of Social Sciences, 2 (1873), 211-229, 3 Ibid. p. 341-382 21 «Zum Problem der emanzipatoischen Interesses und stinergesellshafiichen ‘Wahrnchmung», Mon and World 31970), reimpreso en forma revisada bajo el titulo de wZur Geltung des emanzipetorschen Interesses> en: Materalen 2u Habermas WE enninis und Inereston, p15 2 Tbid, po 351 12 LA TEORIA CRITICA DE JORGEN HABERMAS Jer, sila reflexi6n es entendida como examen critico de los presupues- tos y de los fundamentos de toda pretensivn de validez, y la emanci- pacidn es entendida como superacidn del dogmatismo, especialmente ‘en su forma de ceguera objetivista frente a las condiciones subjetivas de} conocimiento. Desde esta perspectiva, la «voluntad de razén» que ¢ inherente a la razén es el interés formal por la ilustracién tedrica, en una actitud de riguroso examen de las condiciones ultimas del conocimiento y de la accién. Pero no incluye, continia Bobler, una «orientacién concreta de vida social y privada-existencial, ni mucho ‘menos una toma de partido conducente af compromiso de garantizar el progreso de la humanidad practican”. Pero esto es, a su juicio, Jo que implica ese momento matxiano que caracteriza a fa compren- si6n habermasiana de la reflexin y de la emancipacién: «El interés de la raz6n por la emancipaci6n... tiene como meta fa realizacion de las condiciones (necesarias) de la interaccién simbdlica y de la accion instrumentaby. La impficacién es que el interés emanciparorio no solamente tiene por abjeto la realizacién del conocimiento y de la reflexion como tales, sino también el cambio practice de tas condi- ciones establecidas, una toma de partido guiada por una penetracién critica en estructuras especificas de poder e ideologia. La ausencia de al stincén ahora a Habermas cl desengano que debe san proce sus propos excesosexpeultivos La reflexion forme y Un ‘ersalment valida es unto dela oni transcendental un proceso com ttosive ques mrucneeml plano bstacto dele scanciencia eh generale La reflesign platen fa euestion de las condeiones de posbiiad del cone. Cimiento (por sfrplo, la uestion de os wantreses» copitivos). Pero la Teflexion soo puede have esto i abtrae de todos Tos contenidon (nel en tido de eva opeicign al mundo de los contenidor, Que Fichte describe) { aene exclsivamente ub pao. Coo elo ia Telexion posta Ta pentcionaldadencenrca «formal» del hombre, que permite a ee dita arse del mundo convert el mundo en je suyo. Tal ditanclamieno ide hecho también una condicon ge posbideode leeriicey de ema. ‘pacon prdcico, pero'no esa emancipacion misma. Pues una emanclpa ‘ibn prdcicapresupane siertamente un ditanclomien fei su 80 {tarado por la releion yen cuyo poder Se encuentra Uno prisoner. Pera para ie tal dtancamieniolegue a tener com consesuenca el echar® Gi iperactny concevo de determina siuaviones ¥ formas de vide ce Sinificado ha de eaidriar todavia el pensamicntopesqusando las pos ies rpeteusione de las mins, hay qUe aad todavia una toma de par~ {ido una Hen/eacin con algo ancipado en 10 que uno ereconocs, Para inancipacion se précisan, pues, ds condiciones complementatas que se resuponen muciamente: cl Uivanamiom reltveexcnco 9 ie sas sence compromean, Etre dos pols a an ion practic se reaiza como una oufrrflevian hte. sta o Gene ome meta la obtencién de un conacimiento universal oe etic de une Feflexin universaimente valida. Sino que lo ue pretend €s la puesta 2 id, p. 358. CONOCIMIENTO E INTERES 123 Drictca del conocimiento situacional que determinados hombres y deter. ‘minadas grupos pueden adquiri mediante un examen desu propia vida pet sonal o de su stuacion socal. La autoreflexion hisorica no es, pues. un suber forma-emancipatorio relscionado cota cimensisa de comocimicns, sino un saber Tactico-emancipatoti relasonada con la dimension de la accion en una situaci vital concreta.. Este sel interés cognoscitivo emancipa \orio das ciencias critins» del tipo de aquellawcttea de as ideologies» faue Marx inaugurd y que ha sido prosepuida por la escuela de Franefor {eoeay coo te presi pric de reoretarraconalmente i atin La critica que hace Habermas de {a comunicacién sistemdticamente distorsionada, concluye Bohler, no puede pretender guiar una praxis tendente a la ¢ransformacién de tas condiciones sociales. La generali- dad en que se mueve evita ese «momento de decision y toma de parti do» que es inhetente ai «compromise politica en ia proyeccién de ne- vas formaciones sociales » de estrategias de accin para la realizacién de las mismasy ®. La tentativa de fuadamentar la practica en las con- diciones transcendentales de la teoria no hace justicia ni a la teoria ni a la préctica, Estas criticas, que, como es obvio, afectan al meollo mismo de los estuerzos de Habermas por reestructurar los fundamentos de la teoria critica, no pueden despacharse a la ligera, Las distinciones cru- ciales a las que se refieren, no quedan nada claras en Conocimiento ¢ Interés. Habermas negatia, sin duda, haber pretendido nunca equi- arar reflexi6n critica con compromiso practico o penetracion critica on emancipacién practica. Sin embargo, a menudo parece estar ha- Ciendo exaciamente eso. La concepcién fichteana del interés emanci- atorio —segiin la cual ese interés tiene como meta el ejercicio de la Teflexién como tal— se convierte con extrema Facilidad en Ja concep- cién materialista —segin la cual el objeto de ese interés ¢s la realiza- cidn de determinadas condiciones de la interaccién simbélica y de la accién instrumental— sin que se preste suficiente atencién a las cru- ciales diferencias que existen entre ellas. Pero aun admitiendo que esta distincién no queda suficientemente elaborada en Conocimiento e Interés y que su ausencia perjudica la formulacién de una serie de tesis centrales, resta todavia la cuestion sistemética de si esa distincidn no es intrinsecamente incompatible con 2 Tod, 9.359, 23 Tid. 361 2 sca sme caren se evidencia on su dscusisn de set tnico ejemplo tangible de una Gencia que incorpora la autorreflexion metédica», es decir del pskoanaiss de Freud (E1, caps. 10,11). Lainterpretacion que Habermas hace dei proseso terapeu ‘ico tiende a sobreacentuar su lado cognitive (comprension y penetracion critica) ¥ & Subestimar su lado emocional-afectivo-nteractivo. Aunaue menciona la transferenci, 1 abirse paso a raves de, etc, 2 veces tscribe como 3 peberaciee erties equvaliese 8 emancipacion. 124 LA TEORIA CRITICA DE JORGEN HABERMAS la reconceptualizacién que hace Habermas de los fundamentos de la teoria critica. Pues esa distincidn diluye la relacidn existente entre teorfa y practica; aun cuando se la entienda como autorreflexién critica, la teoria no equivale por si misma a emancipacién practica. Pero cabria todavia argumentar que este tipo de teoria es un momento necesario en una practica genuinamente emancipatoria, que una préctica que tenga por objeto la superacidn de las relaciones de dominacién y la realizacién de las condiciones de la autonomia tiene que estar infor- mada por este tipo de «comprension orientadora de la accidn». Esto no lo negarian, pienso yo, los crticos que hemos citado mas arriba. Ya que la mayor parte de sus criticas se refieren, mas bien, a otra distincién: a la distincién entre autorreflexién critica y refle- xién transcendental sobre las condiciones generales del conocimiento y.de la accién. También esta distincién queda demasiado borrosa en Conocimiento e Interés y en este caso tal oscuridad afecta de lleno a la argumentaci6n del libro, ya que el hecho de que esa distincién no quede clara es Jo que permite salvar la sima existente entre Kant y Marx, Incluso si se admite la relacign (que no identidad) entre la autorreflexi6n critica y la emancipacion practica, el pretendido inte- rés de la razdn por la emancipacién requiere ademas que esos dos sen- tidos de autorreflexién queden unificados de alguna manera. Y el meo- Ilo de las criticas citadas més arriba es, precisamente, que la «ilustra- cidn tedricam obtenida mediante una reflexién transcendental sobre condiciones universales no es en absoluto lo mismo que la «ilustra- cidn situacional y politicamente comprometidan obtenida mediante una reflexién critica sobre un proceso particular de formacién. Esta objecién hay que admitirla en términos generales. Sin embargo, Ha- bbermas podria intentar todavia defender su linea original de argumen- tacién especificando un determinado proceso de formacién al que podria considerarse crucial para la teoria del conocimiento: el proce so de autoformacién de la especie humana. Es decir, podria distin guir entre reflexin sobre los determinantes especificos del proceso de formacién de los sujetos particulares y reflexién sobre el proceso de autoformacién de la especie en st conjunto, ¥ pretender que es, Por supuesto, este tiltimo el que constituye el marco de referencia ade- cuado para la teoria del conocimiento. De hecho, no obstante la falta de claridad sobre este punto, esto parece ser precisamente lo que Ha- bermas pretendia con la idea de una transformacién materialista de la Fenomenologia. Por supuesto, que esta interpretacién nos deja todavia con los problemas de hacer plausible la nocién de la especie como sujeto de la historia (en singular)” y de articular con precision Habermas reconoce mas tarde este problema: ef. «Weber das Subjekt der Ges- chichten, en Kultur und Kriik, Frankfurt, 1973 (vers casellana en Pefilesflosfico- ‘politicos, Madrid, 1988). Vaiveré brevemente sobre ten la seccon 3 CONOCIMIENTO E INTERES 12s la conexién que existe entre su desarrollo y las condiciones de posibi- lidad del conocimiento valido. Pero ni aun esto bastaria para salvar la sima existente entre la reflexiOn universal y la situacional, ya que la reconstruccién de la historia de la especie es un asunto bien dife- rente de fa autorreflexién guiada por el interés en clarificat situacio- nes coneretas y elucidar posibilidades practicas. (Comparese esto con la distincién entre materialismo historico y critica de la economia politica.) Esto no es negar que la reflexién universal, ya sea transcen- dental o fenomenolégica, tenga una relacién con la préctica; pero cual- 4quiera que ésta sea, no puede ser tan directa como la argumentacién de Conocimiento ¢ Interés parece sugerit. No voy a detenerme mas en este punto, pues el propio Habermas ha tendido a responder a los etiticos sometiendo su posicién a ulte- riotes desarrollos. La insistencia en adaptar temas del pensamien- to clasico aleman, que caracteriza sus primeras obras, da paso a la construccién de teorlas generales de la comunicacién y de la evolu- cién social que a veces implican bastante més que una simple refor- mulacién de sus posiciones anteriores. Para concluir ‘a presente dis- cusién, baste solamente con subrayar que estos desarrolios posterio- res incluyen un reconocimiento de la importancia de la distincién entre reflexidn critica y reflexidn transcendental (0, como él la llama, «re- construccién racional»): Misinvetigaciones en Conocimionto¢ Intrés no slo adolecen de a fal: ta de una distineidn precisa entre objetividad y verdad, sino también dela ‘ausencia de diferenciacion ent reconstrucciny wautorreflexin en ls tido esta lima de critica. Ha sido despues cuando me he dado cuenta de ‘que el uso del termina urcMetionn que pare det idealsmo aleman inciuye Aambas cosas (y las confunde): de un lado, la reflexion acerca de las cond Cones de posiildad de las competencas del sujeto que conoce, habla y acta, y, de otc, la eflexin en toro a angostamientor,inconscientemente prodicidos, ae a si mismo se somete un determinada sujeto (oun grupo Aeterminado de sujetos oun sujeto genérico dado) en un proceso de auto ormacidn, El primer tipo de reflexion adopts en Kant y en ss seguidores la forma de una fundamentacion transcendental de saber teorico posible (7 dela accion mora)... mienras tanto esta reflexin ha adoptada también Ta forma de una reconstruccin raclonal de replasgenerativaso de esque ‘mas cogaitivos. Ha sido sobre todo el paradigma del lenguaje cl que ha con- dducido-a dicha transformacion del planteamiento transcendental, Mientras que la critica se refiere a algo particular, las reconstruc- ciones versan sobre sistemas andnimos de reglas que cualquier sujeto puede seguir en la medida en que haya adquirido la competencia re- querida. Mientras que la autorreflexién critica hace conscientes los factores inconscientes de un modo que tiene consecuencias pricticas, Cf. por ejemplo, la introduccién a Theorie und Praxis y et epilogo a El. 2 Bpilogo, p. 411; Theorie und Pravs, pp. 29 3

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