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ENSAYOS SOBRE LA LEY NATURAL ISABEL RUIZ-GALLARDON GARCIA DE LA RASILLA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE FACULTAD DE DERECHO SERVICIO DE PUBLICACIONES ‘ae RAMON CARANDE . JOHN LOCKE Py ri YD.))2 ENSAYOS SOBRE LA LEY NATURAL Edicién critica a cargo de Isabel Ruiz-Gallard6n Garcia de la Rasilla Doctora en Derecho y profesora de Derecho Natural en el Centro de Estudios Juridicos y Sociales Ramén Carande UNIVERSIDAD COMPLUTENSE ce FACULTAD DE DERECHO Sofitel 201 ALES SERVICIO DE PUBLICACIONES ane ray ISBN: 84-89764-96-4 Depésito legal: M. 5.923.—1998 ) Printed in Spain. Impreso en Espaiia 28500 ARGANDA DEL Rey (MADRID). ~ Laxgs, S. L. Ediciones. Castafio, 11. Polig. Ind. «El Guijar». PROLOGO .. Datos CRONOLOGICOS: INGLATERRA EN EL SIGLO XVI... RELACION DE AUTORES DE LA EPOCA QUE INFLUYEN EN EL PEN- SAMIENTO DE LOCKE DE SU PRIMERA ETAPA LITERARIA ... CUADRO SINCRONICO DE ALGUNOS DE LOS PENSADORES ETICO- JURIDICOS MAS RELEVANTES DESDE LOS OR{GENES HASTA EL. SIGLO XVII ... BREVE BIOGRAFIA DE LOCKE .... BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA ..... 1. Ediciones originales de las obras de Locke aan 1. Algunas recopilaciones de las obras de Locke .. 31 2. Seleccién de ediciones importantes de diversas obras de Locke .. 31 Il. Seleccién de porn de obras traducidas de Locke IIL. Seleccién de ediciones sobre Locke y su filosofia ......... ' IV. Seleccién de articulos ...... INTRODUCCION CRITICA ENSAYOS SOBRE LA LEY NATURAL + 1. Primer ensayo: ;Nos vienen dadas las reglas de moral o ib natural? Si 81 2. Segundo ensayo: ;Puede conocerse la ley natural por medio de la luz natural? St ... 91 3. Tercer ensayo: jEstd la ley natural inscrita en la mente de fos hombres? No .. 101 4. Cuarto ensayo: ; Puede la razon aleanzar el conocimiento de la ley natural? Si . Quinto ensayo: ;Puede conocerse la ley natural a partir del consenso undnime entre los hombres? No 6. some ensayo: ;Estin los hombres obligados por la ley natu- ral? Si : ese od 7. Séptimo ensayo: ;Es perpetua y universal la fuerza obligato- ria de la ley natural? Si 8. Octavo ensayo: ;Son los intereses particulares de cada hom- bre la base de la ley natural? No NOTAS CRITICAS A LOS ENSAYOS 119 133 141 153 163 PROLOGO Los ensayos sobre la ley natural, escritos por Locke en la- tin entre 1660 y 1664, constituyen, pese a que nunca los lle- gara a publicar en vida, la base filos6fica sobre la que se fun- damentan las obras mds importantes de su madurez: el «Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil» y el «Ensayo sobre el Entendimiento Humano», ambas de 1690. En el tercero de los ensayos sobre la ley natural, frente a Renée Descartes, se apunta la critica a las «ideas innatas», cuestibn que desarro- Il6 in extensu en el celebrado Libro I del Ensayo de 1690 y del que se ofrece elocuente testimonio en el Libro II, Capitulo II, pardgrafo 2.° de la misma obra; constituye asi el primer in- tento de Locke dirigido a definir el método cientifico en el que se precisa la aplicacién de la raz6n (la lumen naturale del hombre), para el conocimiento de los datos sensibles y para identificar las caracteristicas del conocimiento cientifico con una modalidad de saber seguro, cierto, que se justifica por si mismo y construye autonomamente su tematica de estudio. En 1954, Wolfgang Von Leyden realiza la primera traduc- cién al inglés de los ensayos y los publica en el sello editorial de la Clarendon Press, de Oxford. Considerando la importan- cia que estos primeros ensayos de Locke tienen para la com- prensién de toda su obra posterior, que le convertiria indiscu- tiblemente en el filésofo por excelencia de la Revolucién inglesa, he realizado su traducci6n al castellano a partir de la rigurosa traduccién inglesa del ya citado W. Von Leyden. No he querido, sin embargo, realizar una simple traduc- cién de la obra de Leyden, la cual para el lector inexperto de Locke, pudiera resultar algo complicada. Por ello, con el fin de g aclarar aspectos dudosos tanto de la versién original en latin como de la iraducida al inglés, incluyo notas criticas en la presente edicién. Ademés, la introduccién que expongo le ser- vird al lector para comprender mejor los ensayos y las fuentes filoséficas en las que se inspiran. Dada la amplisima bibliografia que sobre el fildsofo de Wrington existe, y con el fin de no hacer excesivamente ex- tensa esta obra, antes de la introduccién y los ensayos incluyo tan sdlo unas breves alusiones a las circunstancias histéricas | del autor, a diversos personajes que influyen decisivamente en el pensamiento de su primera época literaria, asi como a sus datos biogrdficos mds importantes. No obstante, y por si fuera de interés para el lector, me remito a una bibliografia se- lecta que le podré ayudar en su estudio. Quiero, por tiltimo, mostrar mi agradecimiento al profe- | sor doctor Iturmendi Morales por su apoyo y ayuda en la rea- | lizacion de este trabajo. Nota aclaratoria 1: A fin de diferenciar las notas del pro- pio Leyden de las notas criticas introducidas en la traduccion al castellano, las primeras se enuncian a pie de pagina, mien- tras que las segundas aparecen al final de los ensayos. | Nota aclaratoria 2: En la traduccion de los ensayos al cas- | tellano, no incluyo todas las notas a pie de pagina que Leyden | ariade al texto original de Locke, sino sélo aquellas que he con- siderado mas significativas. | 10 1625-1766 1628 1642-1649 1649 1647-1650 1651 INGLATERRA EN EL SIGLO XVII DATOS CRONOLOGICOS: Carlos I de Inglaterra (de la dinastia de los Estuardos) sube al trono. «Peticién de Derecho». Primera de las revoluciones de la burguesia que enfrenta al Parlamento y Ia Corona acerca de la titularidad de la soberania y a cuya conclusién se romperé con el anterior predominio de la aristocracia terrateniente, facilitando el acceso de las nuevas clases as al poder del Estado. Cai 's ejecutado y se instaura la Rept- blica con Oliver Cronwell (1635-1658) como presidente. Guerras continuas entre el rey y el Parla- mento, que culminaraén con la ejecucién (1649) del monarca y la proclamacién de la Republica o Commonwealth, que represen- tara cuatro afios después la forma de Pro- tectorado de Oliver Cronwell. Floreci- miento de grupos radicales como los Niveladores (con John Lilburne a la cabeza), y los Cavadores (con Gerrard Winstanlay como principal representante). Se edita en Londres la famosa_obra de To- mas Hobbes (1588-1679), el ( (Leviatan.) Esta obra la escribid Hobbes en 1649, cuando pensaba volver a Inglaterra desde su exilio de once afios en Paris (1640-1651) (versién latina, Paris 1656). 11 1671 1688 1689 Restauraci6n, por el nuevo Parlamento, de la_Casa Estuardo en las personas de Carlos I)yJacobo I) sucesivamente «Ley de Habeas Corpus». Segunda revolucién de la burguesia, la Ia- mada «Revolucién Gloriosa» que deter- mina el abandono del trono por parte de Ja- cobo II y la coronacién de Guillermo d’Orange y Maria, la hija protestante del rey desterrado. Comienza asi su reinado la dinastia de los Orange. «Arreglo revolucionario». «Declaracién de Derechos» (Bill of Rights) y cambio de di- nastia: los Orange comienzan su reinado con Guillermo III. RELACION DE AUTORES DE LA EPOCA QUE INFLUYEN EN EL PENSAMIENTO DE LOCKE DE SU PRIMERA ETAPA LITERARIA 1554-1600 Richard Hooker, tedlogo de la iglesia reformada in- glesa, nace en Heavetree (Exeter). Frente al volunta- rismo y absolutismo teorético de los puritanos y de la primera Reforma, expresa un racionalismo ético-juri- dico mas que explicito. Supo asegurar, asi, una conti- nuidad doctrinal entre el pensamiento moderno y el tra- dicional, acogiendo especialmente la influencia de la doctrina de la Ley de Santo Tomas de Aquino, como mandato y regla racional. De su gran obra sobre las le- yes de la politica eclesidstica, On the Laws of Ecclesiastical Polity, cuya edici6n se inicié en Londres el afio 1594, los libros I al TV se publicaron péstumamente de forma in- acabada. Inicialmente, la obra se dirige contra los disi- dentes que negaban obediencia a la Iglesia de Inglaterra. Sin embargo, trasciende Hooker la ocasién del debate y ofrece una sintesis de teoria juridica y politica que in- fluira decisivamente en el pensamiento y obra de Locke. En este trabajo, se recogen también su concepcidn sobre la ley natural, como fundamento de la teoria contrac- tualista de la sociedad y del Estado, y su teoria acerca de la atribucién a la sociedad, en su conjunto, de los pode- res legislativos en virtud de la ley natural. 1583-1645 Hugo Grocio (Huig de Groot) jurista, historiador y tedlogo, nacido en Delft (Holanda del Sur). En 1625, se publica en Paris la obra que le convertira en uno de los ag més importantes autores de su época: De Iure Belli ac Pa- cis. Puede considerarse como el primer autor que des- arrolla un Derecho natural moderno, fundado en la na- turaleza y la razén e independiente de la religién. Sostiene que la ley de la naturaleza se genera a partir de principios internos al hombre, dotados de una certeza tal, que no precisan de ningun respaldo adicional; ni si- quiera la Revelacién divina podria aumentar su fuerza argumental. 1588-1653 Sir Robert Filmer, natural de East Sutton, Kent, miembro de la nobleza. Locke dedicara su «Primer Tra- tado sobre el Gobierno Civil» a refutar la obra mds ca- racteristica de este escritor politico, cuya fuente de ins- piracién es, basicamente, la Biblia, completada con la Filosofia y la Historia de la Antigitedad Clasica griega y romana. El Patriarca o del Poder Natural de los Reyes (Pa- triarcha, or the Natural Power of Kings), es un texto que ofrece argumentos que legitiman la restauracion de los Estuardo. Postula la obediencia politica incondicionada de los stibditos, en raz6n a que el poder real es natural y absoluto al transmitirse patriarcalmente. El Patriarca no se publicaria hasta casi treinta afios después de su muerte (Londres, 1680, 2." edicién muy mejorada, 1685), aun cuando en vida de su autor se distribuy6 y circulé el texto entre los préximos y notables del condado. Fil- mer representa el mejor exponente de su tiempo acerca de la teoria del derecho divino de los reyes; en ella sittia al monarca por encima de todas las leyes, justificando la supremacia del rey frente al Parlamento. Fue al mismo tiempo el mas caracterizado exponente de la critica a la libertad natural de los hombres y de la negacién de la igualdad politica. En 1648, en plena segunda guerra ci- vil, redact6 el optisculo, «La necesidad del poder abso- luto de los reyes», refiriéndose expresamente al caso de Inglaterra. Tras la ejecuci6n de Carlos I, promovida por 14 Oliver Cronwell, redactara un texto, atin mas polémico, si cabe, con el titulo Observaciones sobre el origen del go- bierno. 1588-1679 Tomds Hobbes, nacido en Halmesbury, representa una de las figuras filoséficas mds importantes de este si- glo. Mantuvo trato personal con Galileo Galilei y mos- tré gran interés por las tesis de Renée Descartes. Estu- dia al hombre intentando aplicar, en el Ambito de la psicologia y la politica, los métodos que habian hecho fortuna en el estudio de la fisica y la matematica. Su obra principal de teorfa politica es el Leviatdn o la mate- ria, forma y poder de una Reptiblica Eclesiéstica y Civil (1651). 1608-1674 John Milton, republicano, Sus escritos se refieren con cardcter polémico a la experiencia politica acumu- lada en el servicio a la Commonwealth de Cronwell. 1611-1677 James Harrington. Su filosofia politica se encuentra condensada en su obra Repiiblica de Oceana (The Com- monwealth of Oceana, Londres, 1656). Por su forma, per- tenece al género de la utopia politica. Sin embargo, en ella se acredita un profundo conocimiento de la teoria politica de Aristételes y Maquiavelo, respaldado por conocimientos histéricos muy amplios. No faltan obser- vaciones criticas sobre las condiciones de vida de la In- glaterra de su tiempo, anticipando una lectura e inter- pretacién histérica de la guerra civil bajo bases eminentemente econémicas. La Oceana, de Harrington, obra en la que se propone reconstruir el Estado y redis- tribuir la propiedad de la tierra, apenas si tuvo repercu- sién alguna en la Inglaterra del siglo xvm. Sin embargo, 15 en las colonias inglesas de Norteamérica, tanto su obra como la de Milton, ejercieron notable influencia en la teoria y prdctica constitucionales, abriendo el camino a un liberalismo que alcanza, con la obra de Locke, su jus- tificaci6n tedrica final, sobre todo en lo que tiene de afir- macion de la supremacia de la ley como fundamento de la libertad en el Estado. 1632-1677 Benito Espinosa (Baruch —lat. Benedictus de, origi- nario— Spinoza), nacido en Amsterdam de una familia sefardi que habia huido a Holanda procedente de Por- tugal. Ofrece un sistema de pensamiento radicalmente teista, en el que no estan ausentes argumentos de inspi- racion estoica. Figura intermedia entre Hobbes y Locke. Su objetivo literario es poner fin a las luchas religioso- politicas mediante la imposicién de un gobierno fuerte. Su primera aportacién bibliografica que ha Ilegado hasta nosotros es neherlandesa, el Breve tratado sobre Dios, el hombre y su beatitud, en el que se ofrece la for- mulacién originaria y atin inmadura de su sistema de pensamiento. La tinica obra que con el tiempo publicéd sin menci6n de autor, fue el Tractatus Theologico-Politicus (redactado entre 1665 y 1670 y editado este tiltimo afio en Amsterdam). Posteriormente, salieron a la luz su in- concluso Tractatus Politicus y su Ethica ordine geometrico demonstrata (redactado en Rijnsburg y La Haya, con- cluido en 1665 y publicado en Amsterdam, el afio 1677). 1632-1694 Samuel Pufendorf, natural de Dorfchenmitz, Sajo- nia. Primer titular de una cdtedra universitaria de «Fi- losofia, Derecho Natural y de Gentes», en la Universi- dad de Heidelberg, el afio 1670. Pensador de escasa originalidad, pero de notables condiciones para la siste- matizacion y exposicién de la doctrina iusnaturalista de 16 sus contempordneos. Uno de los aspectos principales de su pensamiento es la defensa de la universalidad del derecho natural. En 1660, publica en La Haya, y con ocasién de su es- tancia en Holanda, su Elementa iurisprudentiae universalis (3.2 edic., 1680). Su obra principal es De iure naturae et gentium libri octo, redactada con ocasién de su estancia en la Universidad sueca de Lund en 1672 (2.° edic., Francfort del Main, 1684). 1633-1695 George Savile, primer marqués de Halifax. Una de sus mayores aportaciones al pensamiento politico es su defensa del caracter ideolégico de los principios o fun- damentos que se invocan en politica, los cuales sirven muchas veces para satisfacer intereses particulares. Frente al republicanismo propone Halifax la idea de una «monarquia mixta» que divida el gobierno entre el rey y el parlamento. Su empirismo, con rasgos escepti- cistas, prepara el camino al utilitarismo inglés del siglo Xv. 1632-1718 Richard Cumberland, filésofo, historiador y mora- lista inglés, nacido en Londres. Enlaza con la tradicién platénica de Cambridge rechaza que la ley necesite de un legislador, ya sea éste natural o divino, para su vali- dez. Con ésto, no viene a considerar las leyes naturales como innatas, sino que las entiende susceptibles de ser conocidas a través de la experiencia, en cuanto proposi- ciones practicas inmutables y verdaderas acerca de la felicidad, 0 sea, del bien de todos los seres racionales en su conjunto. Su obra, De Legibus Naturae Disquisitio Phi- losophica vio la luz en Londres, en 1672, sin que encon- trara, de inmediato, apenas acogida. Con el tiempo seria objeto de traducciones y de reimpresiones, cono- 17 ciendo una versién inglesa a cargo del intimo de John. Locke, Jacobo Tyrell (1642-1748), y llegando a ser consi- derada por algun intérprete como remoto precedente del utilitarismo inglés del Ultimo tercio del siglo xvm y primer tercio del siglo xix, muy especialmente, de su version en la obra de Jeremy Bentham. Se le suele ca- racterizar como el contrapunto y la impugnacién mas radical a las doctrinas politico-morales de Hobbes, so- bre la base del principio de la benevolentia universalis. 1675-1729 Samuel Clarke, fisico newtoniano y pastor angli- cano. Conocido por dos series de «Conferencias Bogle» acerca del papel de la razén en la religién, que fueron pronunciadas entre 1704-1705 y publicadas un afio des- pués con el titulo Discurso sobre el uso y la utilidad de Dios, las obligaciones con Ia religion natural y la verdad. En este texto se argumenta a favor del objetivismo moral absoluto, defendiendo la existencia de relaciones nece- sarias entre las cosas de las que dimanan obligaciones, en principio, independientes de toda voluntad, incluso de la voluntad divina. 1670-1733 Bernard Mandeville es autor de la notoria Fabula de las abejas (1705), en la que se expone una defensa de la realidad del egoismo como fendmeno beneficioso socie- tariamente. Al texto inicial, afiadira un apéndice en las sucesivas ediciones con el titulo Una integracién sobre la naturaleza de la sociedad. CUADRO SINCRONICO DE ALGUNOS DE LOS PENSADORES ETICO-JURIDICOS MAS RELEVANTES DESDE LOS ORIGENES HASTA EL SIGLO XVIII Grecia * Presocraticos * Sofistas * Sdécrates (469-399 a.C.) * Platén (427-347 aC) * Aristoteles (384-322 a.C.) * Corrientes Helenisticas: — epicireos - estoicos — escépticos Roma * MT. Cicerén (106-43 a.C.) * Jurisconsultos romanos: * Gayo (120-190) * Ulpiano (170-228) Edad Media Patristica preagustiniana * San Agustin * San Isidoro de Sevilla (556-636) * La escoldstica pretomista * Santo Tom4s de Aquino (1225-1277) + Duns Scoto (1265-1308) Ockham (1295-1350) Renacimiento (siglos xv-xv1) * Esc. Espafiola de Derecho Natural: Francisco de Vitoria (1492-1546) Domingo de Soto (1495-1560) Domingo Bafiez (1528-1604) Luis de Molina (1535-1600) Belarmino (1542-1621) G. Vazquez de Menchaca (1549-1604) Francisco Suarez (1548-1617) * Voluntaristas: Francisco Vazquez de Menchana (1512-1564) Covarrubias (1512-1577) ¢ Humanismo renacentista: D. Erasmo de Rotterdam (1466-1536) T. Moro (1480-1535) M. Montaigne (1533-1592) * Reforma: M. Lutero (1473-1546) U. Zwinglio (1484-1531) J. Calvino (1509-1564) * Maquiavelo (1469-1527) Racionalismo (siglos xvu-xvim) Bodino (1529-1596) Espinosa (1632-1677) Coker (1552-1634) Cumberland (1632-1718) Hooker (1554-1600) Halifax (Savile) (1633-1718) Altusio (1557-1688) Penn (1644-1718) Francis Bacon (1561-1626) » Leibniz (1646-1716) Campanella (1568-1639) Bayle (1647-1706) Grocio (1583-1645) Tomasio (1655-1728) Selden (1584-1654) Vico (1668-1744) Hobbes (1588-1679) Wolff (1679-1754) Filmer (1588-1653) Montesquieu (1689-1755) Milton (1608-1674) Rousseau (1712-1778) * Harrington (1611-1677) * Vattel (1714-1767) * Sidney (1622-1683) * Kant (1724-1804) * Pufendorf (1632-1694) BREVE BIOGRAFIA DE LOCKE Nace en 1632, el mismo afio en que naciera Baruch Spinoza y Samuel Pufendorf, en Wrington, en Somerset Somerseshire, cerca de Bristol. Era el hijo mayor de una familia acomodada de comerciantes y pequenios propie- tarios agricolas, cuyo padre habia tomado parte en la Guerra Civil, militando en el ejército del Parlamento. Su abuelo habia sido curtidor y pafiero y su padre notario y propietario de tierras que mas tarde heredaria. De sa- lud fragil y temperamento pacifico, tenia las cualidades clasicas de un buen britanico: fortuna suficiente para poder vivir de la renta sin agotarlas, aun cuando tam- bién sin lujos, urbanidad y claridad. Locke conservé las relaciones con su familia y sus amigos, en su mayoria vinculados al grupo de los whigs (liberales), en tiempo del tltimo de los Estuardo. Después de vivir durante muchos afios en Oxford y en el Continente, se establecié en Essex, en 1691, con su amiga Lady Masham. En este mismo lugar muri6 en 1704; su tumba se encuentra en el pueblo de High Laver. Locke inicié sus estudios en el Colegio de Westmins- ter, prosiguiéndolos (1652) en el Christ Church College de Oxford, donde encuentra una atmésfera que no ter- mina de satisfacerle pero a cuyo claustro terminara in- corporandose como profesor de griego y de retérica su- cesivamente, y ejerciendo funciones de censor. Mas tarde, ensefara filosofia moral hasta que, en 1684, es ex- pulsado de la ensefnanza a instancias de Carlos II. Las li- mitaciones de la ensefianza universitaria de la época, 23 determiné que completara su formacién por su cuenta, especializandose en el conocimiento de la fisiologia, la fisica, la matematica y la quimica, especialmente, en el laboratorio de Robert Boyle, el filésofo de la naturaleza que mas contribuy6é en su época para convertir a la ciencia en parte del componente intelectual de los hom- bres cultos. Sus deberes académicos siempre fueron lle- vaderos, aunque intenté reducirlos al minimo, sobre todo después de 1666, tras su encuentro con el desta- cado dirigente de los whigs, Lord Ashley (mas tarde pri- mer Lord Shaftesbury), junto a quien desarrolla, a par- tir de entonces, su vocacién politica. Desde ese momento, pasaria mas tiempo en Londres que en Ox- ford, participando en la lucha politica de los whigs con- tra los tories, que culminaré con el Bill of Rights inglés de 1689. La evolucién intelectual de Locke estuvo presidida por la pretensién de independencia y el autodidac- tismo. Desarroll6 una teoria atémica de la materia des- pués de sus estudios en el laboratorio de Boyle. Su inte- rés por la biologfa se extiende a un interés general por las cosas, mas que por sus nombres, y a su intento de aproximacion experimental a las disciplinas cientificas y sociales. En el campo de la medicina, trata de des- arrollar un empirismo médico frente al desconoci- ) miento y al probabilismo que hasta entonces informa- ban la practica médica; mas tarde, Locke intentara aplicar los mismos métodos a su epistemologia. Durante su exilio en Holanda (1683-1688) Locke en- tr6 en contacto con pensadores afines, amén de con exi- liados ingleses por las mismas causas que le Hevaron a él mismo fuera de Gran Bretafia; con ellos encontré sin- tonia de concepciones e intereses. Es presiso destacar, a este respecto, su didlogo con los tedlogos de la iglesia arminiana, todos ellos teéricos de la tolerancia; 0 su sin- tonia con médicos interesados en la experimentacién y formados en una tradicién intelectual muy diferente a 24 la suya, que, en ultima instancia, se identificaba con la medicina cartesiana; o con distintos publicistas dedica- dos a la difusién de conocimientos e informacién sobre los descubrimientos y las tensiones de la modernidad. A su regreso a Inglaterra, en 1689, con Guillermo de Orange, Locke habia ya adquirido cierto prestigio. A partir de entonces, dedic6é la mayor parte de su tiempo al estudio y a la publicaci6n. Al mismo tiempo, desem- pefié algunos cargos gubernamentales secundarios, manteniéndose, asi, siempre en contacto con los lideres politicos del momento. En cuanto a la elaboracién de su obra, ya en la dé- cada de los sesenta, en la que participara en una misi6n diplomatica, Locke habia escrito algunos ensayos bre- ves, destinados, sobre todo, a su propia clarificacién del Derecho natural, la magistratura civil y la critica de la tolerancia religiosa; se trata de los Dos optisculos sobre el gobierno (1660-1662) y los Ensayos sobre la ley natural (1660-1664), obras que sélo conocerfan la luz de la edi- cion tras la muerte de su autor. En 1669, estas preocu- paciones las plasmaria en las Fundamental Constitutions of Carolina, que son debidas, en realidad, en su mayor parte, al primer conde de Shaftesbury, pero en las que se adivina la inestimable ayuda del propio Locke. La re- laccién de los Two Treatises (1690), se inicié en 1679 y tuvo que ser continuada durante su exilio en Holanda (1683) con ocasién del complot de Rye House, cuando Shaftesbury intent6, sin éxito, excluir al duque de York de la sucesi6n al trono por profesar la fe catélica. En Holanda, Locke escribié en la revista quincenal Bibliotheque Universelle et Historique, algunas criticas de libros y trabajos originales, destacando el resumen de su obra, entonces inédita, Essay Concerning Human Un- derstanding (1690). A partir de 1689, Locke comenzé a publicar regular- mente: A letter concerning toleration, being the translation of the Epistola of tolerantia (Carta sobre la tolerancia), con 25 gran probabilidad redactada en Amsterdam en 1685 y publicada a finales de afio. En ella se ofrece un alegato a favor de la neutralidad del Estado en lo concerniente a la libertad de conciencia, para la eleccién de una de- terminada confesién religiosa. Se trata de una sintesis entre su propia concepcién de la materia y la afirmacién de la no interferencia en el ejercicio de los derechos ci- viles. Sus Two Treatises of Government, a pesar de encon- trarse redactados antes de la Revolucién, solo vieron la luz en 1690, el mismo afo en el que si firm6 el texto al editar su An Essay Concerning Human Understantding, revisado y publicado varias veces. En esta obra donde mejor se exponen los principios epistemoldgicos de Locke y su idea de que todo conocimiento ha de ser re- frendado en la experiencia. En él se distinguen tres mo- dalidades de leyes para juzgar si los actos son rectos 0 torcidos: la ley divina, la ley civil y la ley de la opinién o de la reputaci6n: «Por la relaci6n que guardan las ac- ciones con la primera, los hombres juzgan si son...» (Li- bro IL, capitulo XXVIII, nim. 7). Entre 1691 y 1704 escri- bio tres cartas mas sobre la tolerancia; en 1693 publicd su controvertida Some Thoughts on Education (Algunos pensamientos sobre la educacién). Con posterioridad, en 1695, redacté su Essay on The reasonableness of Christia- nity (La racionalidad del cristianismo), texto en el que se manifiesta indisimuladamente conservador y trata de inscribir a la divinidad en el sistema de la razon po- sitiva, doctrina que encaja en el naturalismo como vi- sién del mundo. Finalmente, redacté varias defensas del Ensayo, folletos econdémicos y parafrasis de las Epis- tolas de San Pablo. Muchos de los estimulos inmediatos para su obra fueron de caracter practico: su estudio de la educacién surgié de su correspondencia con su amigo Edward Clarke. Las publicaciones econémicas derivan en su to- talidad de problemas fiscales y comerciales del go- bierno. Los ultimos escritos sobre la tolerancia son el 26 producto de reiterados ataques a sus ideas y de los es- fuerzos de Guillermo por solucionar el problema de los disidentes en Inglaterra. No obstante, hasta sus escritos més practicos contienen elementos de filosofia, genera- lizaciones que surgen debido al propésito polémico de la gran mayoria de sus obras. El estudio de los escritos de Locke permite hallar un hilo conductor que unifica sus ideas, aparentemente dispersas. La primera de sus obras estuvo consagrada al Derecho natural y le condujo, en tltima instancia, a la reflexion de dos ramas importantes de este tema: la teo- ria politica y el entendimiento humano. Sus primeros ensayos sobre el derecho natural (1660 y 1664) tratan tanto del problema epistemoldgico del conocimiento de la ley natural, como de su dimensién de moral vincu- lante y de fuerza social. Locke consideraba, segtin algu- nos criticos de forma un tanto rudimentaria, que la ley moral natural es un don que procede de Dios y se im- pone a la razén humana. 4 En sus tratados manuscritos sobre la magistratura civil y la tolerancia, concebidos durante los primeros anos de la Restauracién, Locke pasé de una posicién restrictiva, a otra més tolerante, insistiendo sobre el va- lor primario del orden publico y, a partir de este valor, sefialando las funciones del magistrado civil, sobre todo en la regulacién de las practicas religiosas. Ya en estas primeras publicaciones se vislumbran las investigacio- nes filos6ficas de Locke, aplicadas sobre todo a aspectos de las ciencias sociales como la teoria politica, las ideas religiosas, las ideas econémicas, su epistemologia, psi- cologia y teoria de la educaci6n. ; La filosofia politica de Locke aparecié como publi- cacién ocasional y estd contenida en sus dos Tratados publicados en 1690, con el propésito confesado de de- fender la Revolucién. Con todo, por mas que la concep- cién politica de Locke deba mucho al acontecimiento contempordaneo y no en vano su doctrina de la separa- 27 | } cin de poderes encontrara una primera formulacién en las cireunstancias de la guerra civil y de la Repablica, lo cierto es que se integra en una filosofia coherente yen el contexto de la perspectiva contractualista de la po- testad estatal que le sirve de base y fundamento a toda su teoria politica. El amplio temario de su investigacion muestra con claridad las preocupaciones centrales de Locke: su inte- rés por la relacién entre pensamiento y conducta, su pteocupacion por el equilibrio entre el derecho indivi- dual y la obligacién social, sus actitudes provisionales ante las soluciones, su disgusto por el dogmatismo, su interés por el equilibrio y Ia autoestabilizacién. En este Ultimo aspecto, su nocién de «poder» significard que, aunque un hombre esté limitado en su existencia, no deja de ser libre en el ejercicio de su inteligencia, e in- cluso de su voluntad. A mediados del siglo xvi, el sistema de derecho na- tural que habia aportado las bases de la filosofia politica de Locke, pierde importancia. Asi, Hume demostré que la teoria utilitarista del valor moral, politico y econé- mico, llevada légicamente a sus tiltimas consecuencias, permitiria prescindir por entero de la teoria del derecho natural. Se destruye de esta manera, la estructura in- terna de la filosofia politica de Locke; pero muchos de Sus propositos practicos y de su espiritu intimo pasaron al utilitarismo que, aunque no presenta una defensa tan explicita de la revolucién, continué el espiritu lockiano de reforma prudente pero radical. Se continta en el si- glo xvi con la idealizacién de los derecho individuales y con la misma creencia en la eficacia del liberalismo contra los males politicos. Contintia, también, la misma inclinaci6n a los derechos de la propiedad, asi como la conviccién de que los intereses ptiblicos, deben conce- birse en términos de bienestar privado. No es facil determinar la influencia de Locke puesto que gran parte de su éxito se produjo con el coste de la 28 desviacién en la interpretacién de su obra. George Ber- keley (1685-1753), tomé de él, aunque revisandolo en un sentido radicalmente opuesto, su idealismo y su de- fensa de la autonomia de la vida interior. David Hume (1711-1776), desarrollé su escepticismo hasta llegar ain- cluir en sus ensefianzas la negacién de la sustancia es- piritual. Su pensamiento deista influy6 considerable- mente tanto en Inglaterra como en Francia; sabido es que Voltaire (Frangois-Marie Arouet, 1694-1 778), fue un entusiasta de Locke y consiguié que su filosofia politica llegara a alcanzar una gran popularidad en la Francia prerrevolucionaria. Por lo que concierne a su pensa- miento juridico-politico, y en conexién con su concep- cién de un Derecho Natural derivado de la naturaleza humana, se desprende una oposicion a la ensefianza tradicional de una titularidad regia del poder por parte del soberano, o su formulaci6én de la doctrina del pacto social, entendido como acuerdo entre individuos a fin de constituir una sociedad civil sometida a la determi- nacién de la mayoria, que se manifiesta a través de per- sonas singulares que disponen de mandatos suscepti- bles de revocacién. Tampoco puede ponerse en duda la determinante incidencia que tuvo su obra en el des- arrollo de las nuevas ideas que se despliegan con oca- sion de las revoluciones francesa y americana. En cuanto a su epistemologia y su psicologia sera notable su reper- cusién en la elaboracién de las nuevas teorias sobre el conocimiento, desarrolladas en los siglos xix y xx. BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA I. EDICIONES ORIGINALES DE LAS OBRAS DE LOCKE 1. Algunas recopilaciones de las obras de Locke A Collection of Several Pieces of Mr. John Locke, never before Prin- ted, or not Extant in his works, P. Des Maizeaux (ed.), Lon- dres, 1720 (2.* edicién, Londres, 1739). The Works of John Locke (Londres, 10.* ed., editado por Thomas Tegg, W. Sharpe e hijo, G. Offor, G. y J. Robinson, J. Evans y Co, R. Griffin y Co Glasgow, J. Cumming, Dublin, 1823), ha sido objeto una reimpresi6n también en Aalen, Scientia Verlag, 1963, diez volumenes. The philosophical Works of John Locke, J.A. St. John (ed.), Lon- dres, 1877 (2.? ed. 1908), 2 vols. (reimpresién: Nueva York, Freeport, 1969). 2. Seleccién de ediciones importantes de diversas obras de Locke The Educational Writings of John Locke, John William Adamson (ed.), Cambridge, Cambridge University Press 1922 (2. edicién, Cambridge, 1932). Locke's Travels in France, as related in his Journals, Correspondece and Other Papers, John Lough (ed.), Cambridge, 1953. Of the Conduct of Understanding, W. F. Garforth (ed.), Nueva York, 1966 («Classics in Education», 31). An Essay concerning Human Understanding, dos volimenes, ~ edicién y notas de Alexander C Fraser, Nueva York, Do- ver, 1959. Essays on the Law of Nature, el texto latino con una traduccién, introduccién y notas junto con anotaciones manuscritas * por Locke en su diario hacia 1676. Wolfgang von Leyden 31 (ed.), Oxford, Oxford at Clarendon Press (1.* edicién, 1954; siguientes ediciones, 1970, 1988). Some Thoughts concerning Education, editado con introduccion y notas criticas por John William Adamson y Jean S. Yol- ton, Oxford, Clarendon Press, 1989. Two Treatises of Government, editado con introduccién y notas de Peter Laslett, Cambridge, Cambridge University Press, 1991 (reimpresion, Nueva York y Toronto, 1965 y 1991). The Reasonableness of Christianity, as Delivered in the Scriptures, editado e introducido por George W. Ewing, Washin- tong, Regnery Gateway, 1989. Several papers relating to Money, Interes and Trade, C. A. y J. Churchill, London, 1696 (reimpresién a cargo de | August M. Kelley, Nueva York, 1989). An Essay concerning Human Understanding, edicion y prdlogo a cargo de Peter H. Nidditch, 1.* ed., 8. reimpr., Oxford, Clarendon Press, 1991. Il. SELECCION DE ALGUNAS EDICIONES DE OBRAS TRADUCIDAS DE LOCKE Ensayo sobre el gobierno civil, Aguilar, Madrid, 1990 (traduc- cion, Amando Lazaro Ros; introduccién: L. Rodriguez Aranda). Ensayo sobre el entendimiento humano, Fondo de Cultura Eco- noémica, México, 1956. Primer libro sobre el gobierno civil, Instituto de Estudios Politi- cos, Madrid, 1966, edicion bilingiie (traduccién, Carmela Gutiérrez de Gambra Ciudad; introduccién y notas de Rafael Gambra en La polémica Filmer-Locke sobre la obedien- cia politica). La racionalidad del cristianismo, E. Paulinas, «Coleccién de Fi- losofia», Madrid, 1977 (traduccion de Leandro Gonzalez Puertos). Ensayo sobre el entendimiento humano, Editora Nacional Ma- drid (1980), 2 vols. (traduccién, M.* Esmeralda Garcia; in- troduccién y notas, Sergio Rabade Ronco). Ensayo sobre el gobierno civil, trad. cast., prélogo y notas de Luis Rodriguez Aranda, Aguilar, México, 1983. Assaig sobre el govern civil, Laia, Barcelona, 1983. 32 Ra RR TA Ensayo sobre el entendimiento humano, Orbis, Barcelona, 1985. Carta sobre la tolerancia, Tecnos, Madrid, 1985 (traducci6n, Pe- dro Bravo Gala) (3.* ed. de 1994). Pensamientos acerca de la educacién, Akal, Madrid, 1986. Ensayo sobre el entendimiento humano, Aguilar, Madrid, 1961, 2.2 ed., 1987 (traducci6n, L. Rodriguez Aranda). Ensayo sobre el gobierno civil, Alba, Madrid, 1987 («Segundo tratado»; traduccién, Angela Martinez Paraiso). i Nociones de filosofia natural, Thémata, 5 (1988), (traduccién e introduccién,, Angel M. Lorenzo). p i Dos Ensayos sobre el Gobierno Civil, trad. cast. de Francisco Ji- ménez, Espasa-Calpe, Madrid, 1991. La conducta del entendimiento y otros ensayos péstumos (trad. cast. de Angel M.* Lorenzo Rodriguez), Anthropos, Bar- celona, 1992. III. SELECCION DE EDICIONES SOBRE LOCKE Y SU FILOSOFIA The Life of John Locke, L. H. R. Fox-Bourne, Henry S. King, London, dos voltimenes 1876. La libertad politica, A. J. Carlyle, Fondo de Cultura Econémica, Madrid, 1942. John Locke's Political Philosophy. Eight Studies, J. W. Gough, Oxford, The Clarendon Press, Oxford, 1950 (2. ed., Ox- ford, 1953). John Locke, Richard Aaron, 2.? edic., The Clarendon Press, Ox- ford, 1955. Fundamental Law in english constitutional history, J. W. Gough, Oxford,1955. Historia del Derecho Privado de la Edad Moderna, Franz Wie- acker, Aguilar, Madrid, 1957. “ John Locke: a biography, Maurice William Cranston, Macmillan Press, Nueva York, 1957. : La politique morale de John Locke, Raimon Polin, Press Univer- sitaries de France, Paris, 1960. Locke e il diritto naturale, Norberto Bobbio y G. Giappichelli (eds.), Turin, 1963. 33 John Locke (1632-1704), physician and philosopher. A medical bio- graphy, Kennet Dewhurst, Londres, 1963. The library of John Locke, J. Harrison y P. Laslett, Oxford, 1965. What is political philosophy? and other studies, Leo Strauss, Collier- Macmillan, Canada Ltd., Toronto, Ontario; 2.2 ed., 1968. The political thought of John Locke, John Dunn, Cambridge, Cambridge University Press, 1969 (reimpresién, 1975; hay trad. francesa, PUF, Paris, 1991). La teoria politica del individualismo posesivo, de Hobbes a Locke, Crawford Brogh MacPherson (traduccién castellana, J. R. Capella Hernandez), Fontanella, Barcelona, 1970 The Locke reader, John W. Yolton, University Press, Cam- bridge, 1977. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Ed. Aguilar, Madrid, 1979. A discourse on property John Locke and his adversaries, James Tully, University Press, Cambridge, 1982. Historia de la teoria politica, George Sabine, Fondo de Cultura Econémica, Madrid, 1983. Philosophical writing: Locke, Berkeley, Hume, John H. Richetti, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts (etc.), 1983. Leibniz and Locke: a study of the «New essays on human unders-' * tanding», Nicholas Jolley, Oxford Clarendon Press, Ox- ford, 1986. Historia de las ideas politicas, Jean Touchard, Tecnos, Madrid, 1988. Historia de la Filosofia del Derecho y del Estado, del Renacimiento a Kant, Antonio Truyol y Serra, 3. ed., Alianza, Madrid, 1988. 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Von Leyden, asi como otras cuestiones dudosas que el pro- pio Locke plantea a lo largo de sus ensayos. El pequeno tratado que constituyen los Essays on the Law of Nature, fechados hacia 1664 y editados por Wolf- gang Von Leyden (tanto el original en latin como una tra- duccisn a la lengua inglesa y una serie de notas del pro- pio John Locke, correspondientes al afio 1676), estd compuesto de ocho ensayos que entendemos razonable agrupar en cuatro partes. El primer ensayo tiene por ob- jeto dilucidar la existencia 0 no de la ley natural; los cua- tro siguientes tratan de los modos en que se adquiere el conocimiento de dicha ley natural y de si realmente es posible conocerla. Los ensayos sexto y séptimo analizan la posible obligatoriedad de la ley natural asf como el al- cance de la misma; el iltimo considera si los intereses prit vados de cada uno pueden Ilegar a constituir la base de la Jey natural. La tesis central de los ensayos puede sinte- tizarse en la siguiente formula: existe una ley natural que debe su obligatoriedad al hecho, conocido por «la luz na- tural» (llamada por los platénicos de Cambridge candle of the Lord), de que esa ley es la voluntad de Dios; el conte- nido de esta ley se conoce por la luz natural que nos in- dica lo que es conforme con la naturaleza racional y cons- titutiva del hombre, lo que es, por tanto, bueno. Como ser racional, el hombre esta hecho para contemplar la sabi- duria y el poder de Dios a través de sus obras, y para 37 darle honor y gloria. Como ser con una cierta inclinacién natural a vivir en sociedad, tiene determinados deberes para con los demas hombres, pues la ley de la naturaleza no permite que los hombres se dividan en sociedades hostiles unas con otras. Finalmente, como ser que tiene un instinto de autoconservacién, el hombre tiene unas obligaciones consigo mismo. La ley natural prescribe, pues, todas las virtudes. La obediencia a la ley natural lleva a los hombres a la cima de la virtud y la felicidad \ hacia las cuales llama Dios y tiende la naturaleza'. En todos estos puntos, Locke sigue mas 0 menos las ensefianzas tradicionales acerca de la ley natural y, par- ticularmente, las de Santo Tomas de Aquino, a quien in- cluso cité una vez?. En todos sus ensayos guarda silen- cio acerca de la diferencia entre los derechos naturales del hombre y sus obligaciones naturales, asi como acerca del estado de naturaleza. Se desvia de la tradi- cién cuando niega que la ley natural esté inscrita en la mente de los hombres y que pueda conocerse por la in- clinaci6n natural de los hombres 0 por el consenso uné- nime de todos. Para Locke, el tinico modo de conocer la ley natural es ascendiendo de las cosas sensibles al po- | der y la sabiduria de Dios y a las conclusiones necesa- rias de lo que es la voluntad Divina?>. Obviamente, la negaci6n de la posibilidad de conocer Ja ley natural a través de la inclinacién natural del hom- bre, es de mucha importancia. Dicha negacion se refleja en el pasaje en el cual Locke, siguiendo tacitamente a Santo Tomas, indica la conexién esencial entre la ley na- tural y la tridimensional inclinacién natural del hombre: 1 Wolfgang Von Leyden, Essays on the law of Nature, The Claren- don Press, Oxford (1954), pags. 110, 112, 140, 146, 156, 158, 162, 166. Con el fin de un mayor rigor, estas paginas y todas las citas referen- | tes a esta obra, se refieren a la versi6n original en latin. 2 Op. cit., pag. 116. 3 Op. cit, pags. 124-130, 136-144, 158, pags. 3 y 160-178 38 mientras que Santo Tomés habla de la inclinaci6n natural del hombre a conocer la verdad que envuelve a Dios, Locke habla de Ia inclinacién natural del hombre a cono- cer el poder y la sabiduria de Dios a través de sus obras; mientras que Santo Tomds habla de la inclinaci6n natural del hombre a vivir en sociedad (o mientras que Hooker habla de una inclinacién natural, por la que todos los hombres desean la vida en sociedad), Locke habla de una cierta propensién natural de los hombres a vivir en so- ciedad. Pero Locke no es excesivamente confiado res- pecto a la naturaleza humana y casi al final del ultimo ensayo, indica las razones que le llevan a negar la incli- naci6n natural del hombre a la virtud y a la justicia. Si se toman los principios morales de la inclinacién natural del hombre, puede observarse aquello a lo que todos los hombres realmente tienden. Y dado que hay gran variedad entre los hombres en este sentido, uno no puede llegar a ningtin principio general si no se parte de las inclinaciones naturales. La mayoria de los hom- bres se inclinan por naturaleza a su propio interés, in- cluso a su interés privado mas inmediato. Pero esta in- clinacion natural esta tan lejos de favorecer la virtud y la justicia que hace que el hombre se trastorne: «Aque- llos que no tienen ninguna otra via que la naturaleza misma, aquellos para los que los dictamenes de la na- turaleza no estan de ninguna manera corrompidos por las costumbres positivas, viven en tal ignorancia de cualquier ley, como si no debieran prestar ninguna atencidn a lo recto y honrado» *. Asimismo, en su En- sayo sobre el Entendimiento Humano afirma que los principios de la accién, estén contenidos en los apetitos del hombre; pero estan tan lejos de ser principios mora- les innatos que, si se les dejase a su libre albedrio, lleva- rian a los hombres a lo contrario de la moralidad®. 4 Ibid., pag. 140. 5 Ensayo sobre el Entendimiento Humano, Libro I, cap. 2, nam. 12. * 39 Las referencias que Locke hace a las ideas de cosas sensibles particulares °, muestran la ruptura que el au- tor de los ocho ensayos sobre la ley natural hace con la tradici6n para seguir los pasos de Descartes. Sin em- bargo, el joven Locke ya se habia cuestionado la afir- macién de Descartes de que existe una idea innata de Dios, y ya habia negado la existencia de cualquier idea innata’. Todos los principios, tedricos 0 practicos, se ad- quieren por la percepcion sensible ®. De aqui podria lle- garse a la conclusién de que los principios de la ley na- tural no son indemostrables, contrariamente a lo que opina Santo Tomas. En este aspecto Locke se ve in- fluenciado por Hobbes; su influencia aparece con ma- yor claridad en la negacién de un consenso universal como la fuente de conocimiento de la ley natural ®, asi como la clara distincién que establece entre ley natural y derecho natural °. Consideremos ahora algunos as- pectos de la edicién y produccién realizada por Von Leyden. El editor acusa a Locke de haber confundido los términos «cuestién de hecho» (el hombre racional), «un modo de conocimiento» (la razén del hombre le Neva a descubrir una ley natural), «un dogma» (la ley natural es un mandato de Dios), y «una verdad légica» (la validez de la ley natural se puede probar de la misma manera que un teorema de geometria). Es impo- sible llamar dogma a la afirmacién que hace Locke de la existencia de Dios o de aquellos atributos divinos, en virtud de los cuales la ley natural es necesariamente un mandato divino, a no ser que uno pruebe antes que Locke no ha tenido éxito en demostrar, como él cree, la ® Leyden, op. cit., pags. 146-148. ” Ibid., pag. 154; cfr. con Descartes, «Meditacion V» (The Philo- sophical Works of Descartes, ed. Haldane and Ross). ® Ibid., pags. 144, 146, 148, ° Cfr. De Cive, Il, I. ® Leyden, op. cit., pag. 110. 40 existencia y los atributos, en cuestién, sobre Dios. Pode- mos estimar, que el pensamiento de Locke trata de esta- plecer una identificacién entre estos cuatro 6rdenes: el descubrimiento de hechos sobre un orden pleno de los sentidos, la interpretacion de esos hechos por una razon que tan solo aclara el conocimiento de ese orden, la afir- macién de un Dios legislador que es la voluntad que puede crear ese orden, por lo que la existencia no es un dogma, sino la conclusion de una demostracién de la ra- zOn que parte de ese orden y esta de acuerdo con elk No obstante, hay que afirmar que el juicio de Ley- den tiene cierto caracter «ahistdrico», en el sentido de que no se puede criticar la vision de Locke sobre la cuestién, salvo que uno demuestre primero que, con- trariamente a lo que Locke dice, la existencia de un Dios sabio y poderoso es indemostrable y prescinda ademas, del pensamiento inglés del siglo xvu. En cuanto a la traduccién realizada por Leyden, en una nota en la segunda palabra del cuarto de los ensa- yos, «Deus», el editor dice: «Esta palabra en el manus- crito (a) y en el manuscrito (b), esta en muchos casos es- crita con mintscula; en esta edicién esté con ma- yuascula como si se refiriera a una concepcion teocratica verdadera» “, Parece que en el manuscrito (a), el cual est escrito de puso y letra de Locke, éste escribié inva- riablemente «deus» y «Deus». No esta claro si Locke co- rrigié la palabra «Deus», invariablemente 0 sdlo a ve- ces, en el manuscrito (b), que no est escrito de su pufio y letra. Lo mismo puede aplicarse al otro término («deus»). De todas maneras, Locke escribié «deus» con mindscula y el editor se permite concebirlo como «Deus» con maytiscula, lo cual expresa una concepcién verdadera de la divinidad. En su introduccién el editor dice: «“Deus” lo escribo siempre con maytiscula, menos 1 Jbid., pag. 108. n. 1. cuando la palabra se refiere a la divinidad en general o a un dios no cristiano» ”. Esto significaria que «Deus» lo escribe con maytscula cuando se refiere al Dios cris- tiano, al Dios concebido por los cristianos, a partir de la Revelacién biblica. Pero Locke explicitamente se abs- tiene de confiar en la Revelacién en sus ensayos ™ Lo correcto habria sido reproducir la palabra tal y como Locke la escribié, traduciéndola por «Dios» cuando es- cribié «Deus» y por un «dios» cuando «deus». Después de haber afirmado en la primera frase de sus ensayos la existencia de Dios, Locke pasa a decir que esta mal dudar que alguna divinidad rige sobre el mundo. Queria dejar bien claro que consideraba la duda en cuestién como una falta moral mas que un error especulativo. Esto se presenta en conformidad con la primera frase donde dice: «Dado que Dios se mues- tra ante los ojos de los hombres tanto en el curso estable de la naturaleza ahora, como en la frecuente evidencia de los milagros en el pasado, asumo que no hay nadie que niegue la existencia de Dios, con tal de que reco- nozca ya sea la necesidad de una consideracién racional de nuestra vida o que hay algo que merece ser Ilamado virtud 0 vicio.» Locke no dice que la existencia de Dios sea evidente para todos los hombres —sabia 0 creia sa- ber de naciones enteras de ateos— "4, sélo que es evi- dente para todos los hombres con inquietud moral. De este modo parece indicar que la categoria de una de- mostracion de la existencia de Dios, no es la misma que la de una demostracién geométrica. Si el reconoci- miento de la virtud y el vicio es equivalente al recono- cimiento de la ley natural, entonces, el reconocimiento de Ja ley natural no es sélo la consecuencia de una pre- ® Ibid, pag. 90. 0 Tbid., pag. 122. “4 Op. cit., pag. 174. 42, supuesta existencia de Dios, sino que el reconocimiento de la existencia de Dios también presupone el previo re- conocimiento de la ley natural. El editor observa en Locke un singular empefo en defender una ley natural que no presupone la existencia de Dios"8, Cerca del principio de los ensayos, Locke dice que el caracter met6dico de todas las cosas y acciones naturales justifica que uno se pregunte si entre todas las cosas naturales, sdlo el hombre carece de ley 0 es su tinico duefo: «Nadie creera esto facilmente, si ha refle- xionado sobre Dios Todopoderoso o sobre el consenso invariable de toda la Humanidad»; para pensar que el hombre esta sujeto a una ley como todos los demas se- res, no es necesario pensar en Dios. Podria decirse que la“ ley natural tiene su fuente en la naturaleza y no en Dios y que los principios especulativos, no afectan en ningun modo a las proposiciones morales", Con todo, unas pa- Aho ginas antes Locke dice que Dios y la inmortalidad de las ~ almas «deben presuponerse necesariamente si la ley na- tural existe en realidad», que «Dios y la inmortalidad de las almas son principios y no proposiciones morales». Segtin ésto, los principios especulativos afectan decisi- vamente a las proposiciones morales. No debemos sorprendernos de esta contradicci6n de Locke, sino simplemente limitarnos a sefalar que, se- gin las afirmaciones més frecuentes de Locke, sdlo el conocimiento de las cosas percibidas por los sentidos y no el conocimiento de la virtud y el vicio, llevan nece- sariamente al conocimiento de que un Dios es el autor de todas estas cosas: «Tan pronto como se establece el origen divino del universo sensible, la nocién de una ley universal de la naturaleza, por la que el hombre es concebido, se sigue necesariamente.» Los milagros son © [bid., pags. 52-198. 16 Op. cit., pag. 178. suficientes 0 necesarios para establecer la existencia de ‘una ley divino-positiva; la ley natural s6lo se puede es- , tablecer ascendiendo desde el curso ordinario de las co- sas: «Cualquier cosa que ante los hombres pueda ser considerada como ley supone que Dios, la naturaleza o el hombre es su autor; ahora, aquélla que el hombre ha mandado o Dios ha mandado Por un oraculo (por una declaracién divina), es ley positiva» ”. La ley natural tiene su origen en la naturaleza y su conocimiento se *_abre al hombre por el hecho de ser hombre. La pregunta aqui se refiere al modo en que la ley universal de la na- \ turaleza obliga a la raza humana. En su examen de los diferentes nombres que se dan a la ley natural, Locke menciona la opinién de la mayoria segun la cual, la ley natural es aquella ley que cada uno puede conocer por Ja luz natural y a «la cual uno se muestra obediente en todos sus puntos» '. Aqui el editor anota «texto du- doso», pero no sugiere una traduccién alternativa. Su traduccién puede defenderse si uno da por hecho que Locke admite una ley natural, que el hombre nunca transgrediera, porque no puede. El consenso universal de todos los hombres de buena voluntad no prueba, como Locke sefial6 en su discurso temético sobre el consenso universal, la existencia de una ley natural que ningtin hombre pueda transgredir ®. Locke aduce cinco argumentos en orden a probar la existencia de una ley natural. Sdlo en el tercer y central argumento se refiere a Dios 0, mas concretamente, a la sabiduria del Primer Artifice”. El argumento utiliza una afirmacién de Santo Tomas y otra de Hipécrates que aparecen en. Este autor utiliza la afirmacién de Hipécra- tes al hablar de la ley representada en la ley natural, y se ” [bid,, pag. 132. ® Tbid,, pag. 110. » Tbid,, cfr. pag. 108. » Op. cit, pag. 116. 44 sirve de la afirmacién de Santo Tomas para hablar de la ley, que Dios a puesto eternamente en todas sus obras para que se cumpla. Las dos afirmaciones las recoge Ho- oker en contextos completamente diferentes y Locke las utiliza en un Gnico contexto en el cual, ni la cita tiene lu- gar en Hooker, ni ocurre en el contexto de una discusién sobre la ley natural. El aparente mal uso que Locke hace de la cita tiene sentido, si uno da por hecho que esta ha- blando de una ley natural que no puede transgredirse, del mismo modo que las leyes a las que se refieren Santo Tomas e Hipécrates no pueden ser transgredidas. Si en los ensayos Locke a veces no entendid por ley natural una de este tipo, apenas podria haber dicho que nadie ha negado la existencia de «cierta ley natural»”', ya que dice que Carneades y algunos otros negaban la exstencia de una ley natural en el sentido de la ley moral”. De las observaciones hechas hasta el momento, po- demos sacar dos conclusiones. En primer lugar, en su afirmacién dedicada exclusivamente a la ley natural, Locke se contradice de tal manera, en lo que se refiere a la ley natural, que seria raro pensar que le pasa desa- percibido. Afirma y niega al mismo tiempo que la exis- tencia de la ley natural puede probarse por la concien- cia del hombre *. Dedica todo un ensayo a refutar el argumento de que los hombres obedecen a la ley natu- ral por consenso undnime y afirma que Ice hombres obedecen a esta ley por consenso unénime -Dedica un ensayo entero a refutar que la ley natural esta cee ° impresa en la mente y en el corazén del hombre * y afirma que la ley natural esta implantada en nuestro co- raz6n 0 que es innata”®. 2 [bid., pag. 130; cfr. pags. 114 y 200. ™ Ibid., pag, 204; cfr. pag, 112. % Ibid., pags. 108, 116, cir. pags. 166, 168. % Ibid, pags. 160 y sigs., cfr. pags. 122, 108. % Ibid., pags. 136 y sigs. % Ibid., pags. 110, 116, 130. Seguin el editor, las dos tltimas contradicciones pue den interpretarse dando por hecho que Locke cambio de opinion respecto a sus dos primeros ensayos”’. Esto, en cualquier caso, no explica como un hombre superior, que consideraba el problema de la ley natural como de maxima importancia, pudiera repetir y afirmar conclu- siones que conciernen a la esencia de la ley natural y que posteriormente consideré6 como completamente equivocadas. Aparte de esto, la explicacién del editor no tiene en cuenta otras contradicciones que encontra- mos en los ensayos, como por ejemplo, aquélla que apa- rece en el mismo ensayo y tiene en cuenta la necesidad de premisas especulativas en los asuntos morales. Locke afirma y niega en la misma frase que la existen- cia de una divinidad que preside sobre este mundo, puede probarse por el testimonio de la conciencia y por la idea innata de Dios. El editor hace borrosa la dificul- tad al decir que Locke permite la légica de los otros dos argumentos, a saber, el de la conciencia y el de la idea innata de Dios; pero sefiala que su autoridad no se basa sdlo en la raz6n y en la sensacion y, de hecho, presu- pone nociones a priori, lo cual es dificil de admitir *. Aqui el editor reproduce las contradicciones de Locke sin darse cuenta: argumentos que presuponen nociones no pueden ser concretos. Mas atin, segtin Locke, los dos argumentos no sacan toda su fuerza de nuestras facul- tades innatas, a saber, la percepcién sensitiva y la razon. La cooperacién de estas dos facultades es la condicion necesaria para producir argumentos légicos ”. Locke primero dice que los dos argumentos, en cuestién, prueban con certeza la existencia de Dios, e inmediata- mente después dice «como se presentara a aquél que considere cuidadosamente el asunto, si los dos argu- ” Ibid., pags. 108-134, pag. 47, nota 1. %® Op. cit., pag. 49. ® Ibid,, cfr. pags. 156 con 146 y pag. 136, nota 2. 46 mentos probaran la existencia de Dios con certeza». Lockeno dice explicitamente, en la parte negativa de su afirmacién, que los dos argumentos no prueben la exis- ‘ tencia de Dios con certeza. Por otro lado, tampoco dice, de modo inequivoco en la parte afirmativa, que su afir- macién de que los dos argumentos prueben la existen- cia de Dios sea con certeza; lo que si enuncia es: «Si los dos argumentos probaran la existencia de Dios con cer- teza.» El editor y traductor se limita a decir que ese «si» es redundante*”. El «sid comunica dificultad a la frase en la que se incorpora. Puede también interpretarse que Locke consideraba las dos tesis muy débiles, pero que no deseaba mostrar la debilidad de ningun argumento que, segtn se afirma, probara la existencia de Dios «ya que posiblemente por ese argumento algunos hombres pudieran reafirmarse en la creencia de un Dios, lo que es suficiente para conservar en ellos sentimientos ver- daderos de la religién y la moral». ; El editor ha prestado atenci6n. ala gramatica y al la- tin de Locke, pero en escasas ocasiones ha hecho caso de la manera de escribir del autor. En su introduccion Tama la atencién sobre un pasaje, en el quinto ensayo, algo desconcertante, pero de clara importancia, en el cual ha buscado dar una version coherente sin tomarse libertades injustificadas con el texto”. El pasaje al que se refiere dice asi: «un consenso tal (unanime y univer- sal), confieso que podria indicar una ley natural, pero no podria probarla; conseguiria que creyera mas ar- dientemente, pero no que supiera con mayor certeza que la opinion (la cual se sostiene unanime y universal- mente), es una ley natural, ya que no se puede saber con certeza si esta opinion es el punto de vista de cada in- % Ibid., pag, 154, nota 2. 2 The Works of John Locke, vol. TH, reimpresién, Aalen Scientia Verlag, 1963. 2 Leyden, op. cit., pag. 91 dividuo aislado, por lo que es fe y no conocimiento» ®. Locke hace referencia aqui a un pensamiento que ex- pres6 mds claramente Descartes de la siguiente ma- nera*: «Me parece a mi... que para saber cudles serian realmente sus opiniones (la opinién de aquéllos con los que tendria que vivir), deberia prestar atencién a lo que hacen mas que a lo que dicen; no sdlo porque en la co- rrupcién de nuestra moralidad hay poca gente que di- ria realmente lo que piensa, sino también porque algu- nos ni siquiera saben lo que piensan.» En consideracién a esto, Locke escribe en sus ensayos: «Si la idolatria no fuera otra cosa que la terminacién de nuestra alabanza, pensar en algo que no es Dios, por ejemplo, no entiendo como pudiera haber una ley que castigara a los idéla- tras, teniendo en cuenta que sus pensamientos no se pueden saber» *. No se debe ser indiferente al discurso exagerado de Locke sobre la imposibilidad de conocer los pensamientos de otros hombres por sus palabras: un hombre puede deliberadamente contradecirse con el fin de indicar su pensamiento mas que para revelarlo. La segunda conclusién es que la prueba de la exis- tencia de un sabio artifice no es suficiente segtin Locke, para establecer la existencia de una ley natural propia- mente dicha, por ejemplo, de una ley natural que los hombres no puedan transgredir. En su discurso sobre como la raz6n puede Iegar a conocer la ley natural, ex- plicitamente diferencid dos presupuestos del conoci- miento de la ley natural. El primero es la existencia de un sabio y poderoso artifice de todas las cosas que se perciben por los sentidos, un artifice que nos puede crear, conservar 0 destruir como desee, y al cual esta- mos por tanto justamente sujetos. El segundo presu- % Ibid., pag. 176. 3 Discours de la méthode, III. *5 Leyden, op. cit., pag. 261. 48 puesto es que Dios tiene una voluntad que contempla lo que debemos hacer y que le importa como actue- mos*, Sin entrar a considerar si uno puede establecer la existencia del conocimiento de la ley natural, Locke pre- supone la existencia de la ley natural 37, El ascenso de las cosas sensibles lleva al conocimiento de alguna «di- vinidad superior», ala existencia de algtn Superior po- deroso que puede tratar al hombre como el alfarero trata el barro 0, mas concretamente, al conocimiento de «algin artifice de todas estas cosas a quien es necesario reconocer no sélo como poderoso, sino también como sabio», incluso como el mas sabio, pues es en realidad el autor més perfecto y sabio de todas las cosas. Obser- vamos que en su demostracion de la existencia de Dios en sus ensayos, Locke no habla de la omnipotencia y omnisciencia de Dios aunque si menciona estos atribu- tos en otras partes de sus ensayos. Los términos «amas sabio y omnisciente», no son idénticos y parecen venir de la expresién «omnisciente y mas sabio» 38. Uno en- tonces estarfa justificado al asumir una distincién co- rrespondiente entre «el més poderoso» y «omnipo- tente». Poder, como poder convincente, pertenece a lo justo y ambos son caracteristicas de Dios como creador; la sabiduria parece caracteristica de Dios como legisla- dor. Lo que debemos preguntar no es si la ley natural, que el hombre no puede transgredir pertenece a Dios ~ como creador, y la ley natura, que el hombre si puede transgredir, pertenece a Dios como legislador. Aun asi, es precisamente la infinita sabiduria de Dios la que se revela en su creacién, mientras que su infinito poder se extiende bajo lo que de hecho ha creado: «Dios pudo haber creado a los hombres, de tal forma que, atin fal- % Thid., pags. 150-158. ® Ibid, cfr. pag. 146 con pag. 136. %® Op. cit., pag. 182. tandoles los ojos, no los necesitaran»°. El traductor pa- rece haberse dado cuenta de esta dificultad. Cuando Locke habla de «aquél primer fiat por el cual Dios cred y sacé de la nada esta vistosa estructura» “, el traductor le hace hablar de «aquél fiat por el cual cred y decoré este mundo, sacando el orden del caos». Hace esto de- bido a que considera literal y correctamente otra refe- rencia de Locke a la creacién a partir de la nada a dife- rencia de la creacién a partir del caos *!. En esta conexién podemos mencionar que mientras que Locke — habla de «la mayoria de los mortales que quizd no ha- yan pensado ni una sola vez en el primer hombre y en su Caida», el traductor le hace hablar de «Adan y su Ca- ida» “, con lo que no considera que sea posible asumir «un primer hombre» sin saber nada de la Biblia. Seguin Locke, el conocimiento de la ley natural pre- supone el conocimiento de la voluntad de Dios sobre las acciones de los hombres. Dicho conocimiento de la voluntad Divina derivaba, en parte, del fin concreto de todas las cosas y, en parte, de la constitucién misma del hombre, dado que todas las cosas son «el trabajo del au- tor mas sabio y perfecto y no parecen estar destinadas por él a ningun otro fin que el de su propia gloria a la que uno debe dirigirse en todo». Para hablar con mas precision, el hombre deberia realizar todas sus acciones en orden y dar gloria a Dios. Dado que el hombre no es creado fortuitamente, su funcién parece consistir en el ejercicio correcto de sus facultades naturales y, por su- puesto, en actuar de acuerdo con sus inclinaciones na- turales. Estando el hombre dotado de la facultad de la raz6n por la naturaleza, su primer y mas importante obligacién es contemplar las obras de Dios, su sabidu- % Tbid., pag. 200. "© Tbid., pag, 160. 4 [bid., pag, 186. Ibid., pag. 138; cfr. Treatise of government, I, sect. 141. 50 ria y su poder en ellas, y luego, darle a Diosila alabanza, el honor y la gloria que le son debidos *. El conoci- miento de Dios y su adoracion parecen ser la primer, la mas alta y la mas importante de las obligaciones pres- critas por la ley natural. Aun asi, existen naciones ente- ras politeistas, y el politeismo s6lo se diferencia del ate- ismo en el nombre, sin qué decir de otras naciones manifiestamente ateas“. Por ello, muchas naciones de- ben, considerarse como criminales en el nivel mas alto. Pero esta conclusion no esta en armonia con el espiritu de la ley natural, que no permite que los hombres estén divididos en sociedades hostiles®. Por ello, los griegos violan el espiritu de 1a ley natural cuando consideran a todas las demas naciones como barbaras, los judios ha- cen lo mismo cuando consideran a las demas naciones como paganas y sin santificar 46 Para resolver esta difi- cultad, Locke sugiere dos cosas. En primer lugar, dice que debe creerse que los hom- bres conocen la religién no tanto por la luz natural, sino por inspiracién divina ”. Aqui Locke sigue tacita y quizé inconscientemente a Santo Tomas, quién dice que no es la raz6n simple, sino la raz6n informada Por la fe la que dicta que Dios debe ser amado y alabado*; esta dificultad aqui considerada era, por tanto, tan conocida en la Edad Media como en los tiempos modernos. Dado que el conocimiento certero de la revelacion divina no ha legado a la mayoria de los hombres 0 dado que la revelacién puede conocerse con certer'a pero se aprende por la fe®, la mayoria de los hombres no pueden ser © [bid., pag. 156. 4 Op. cit., pag. 174. 5 Ihid., pag. 162 16 Ibid., pag. 174. 7 Ibid., pag. 166. *® Summa Theologica, I. 2 q. 104 a1 ad. 3. ® Leyden, op. cit., pag. 188. considerados como criminales por no observar las obli- gaciones de la religion. Pero, obviamente, no se supera completamente la dificultad causada por la prohibicién de la ley natural contra la adoracién de dioses, si uno plantea en lugar de la prohibicién de la ley natural, la prohibicion basada en la revelacién. Ademas, la suge- rencia de Locke implica que la religién no pertenece cla- ramente a las virtudes ordenadas por la ley natural. Su- giere por ello, en segundo lugar, que la religisn como virtud ordenada por la ley natural no es incompatible con la adoracién de dioses. Habla del saqueo de tem- plos de los dioses, cuando enumera los crimenes contra «todo derecho» ®, y habla de la ausencia de «templos de | los dioses», como prueba del descuido de un precepto de la ley natural *'. En la misma pagina en la que dice que la mayor parte de los hombres no tiene el conoci- miento de la revelacién divina, también dice que nadie ha negado el caracter obligatorio de la ley revelada. De hecho, contempla la admisién no contestada del carac- 7| ter obligatorio de la ley natural, como tan importante que constituye sobre ella su argumento central para probar el cardcter obligatorio de la ley natural *. Este suave procedimiento que consiste en negar la existencia de un resultado serio y que conscientemente genera to- lerancia junto con confusién, parece caracteristico de Locke. Pues por una parte dice que nadie ha negado la existencia y el poder de obligatoriedad de la ley natural, y en otras ocasiones se refiere a los hombres que nega- ron y niegan la existencia y consecuentemente, la obli- gatoriedad de la ley natural. Del mismo modo, dice en su Ensayo sobre el Entendimiento Humano que «que Dios haya dado una ley por la que los hombres deben go- 5 Ibid., pag. 160. 5 Ibid., pag. 190. = Op. cit., pag. 188. 52 bernarse a si mismos, creo que No hay nadie ie como para negarlo» 53; con anterioridad habia ae 0 ha este mismo trabajo que hay hombres «que han isfru- tado (los adelantos de las artes y las ciencias) en Eas medida y que atin asi quieren la idea y el So ee 2 de Dios», y en su obra La racionalidad del cristianis: dice que nadie neg6 nunca los milagros de ee) pea Locke dice primero que, una vez se haya establecido que hay un Dios y que es el autor de todas jas oe que se perciben por los sentidos, «la ley universal de la na- turaleza por la que se rige la raza humana, se sigue i cesariamente» , Después dice que el conocimiento de Ja ley natural se basa en dos presupuestos, la existencia de un autor sabio y poderoso de todas las cosas pees tibles por los sentidos, y su voluntad que contempla 'o que debemos hacer 55. Sin embargo, estos dos presu- puestos son insuficientes para establecer la ee del conocimiento de la ley natural. Habria que ana que ya que cualquier ley no sirve de nada = no iy uh castigo, y debemos afadir que, dado que los cas' ee posibles en esta vida no son suficientes como sane Se para la ley natural, e ley matical es imposible sin la in- idad de las almas”. : edad la sabia regla de lectura, segtin la cual lo que un escritor dice sélo una vez es menos uate que lo que dice con frecuencia, el editor dice que oe ensayos Locke «sefial6, pero nunca acentu6, la re! poole entre la ley de Dios y las sanciones que dlevan a lo hombres a obedecerla» ”. Pero no habla de la referencia imi . Ensayo 0 Es 53 Ensayo sobre el Entendimiento Humano (abtey. say ), iibroL, cap. 28, art. 8, Aguilar, Madrid, 1961, 2." ed., 1987, trad. de L. Rodriguez Arxanda. 4 Op. cit., Leyden, pag. 132 8 Op. cit., pags. 152, 156. 5° Op. cit., pags. 172, 174 7 Op. cit., pag. 71. que hace Locke al castigo después de la muerte. Es mas importante sefialar que Locke en los ensayos no intenta siquiera demostrar la inmortalidad de las almas, aun- que dicha inmortalidad sea un presupuesto necesario de la ley natural. No podemos evitar recordar aqui sus ensenanzas segiin las cuales, por un lado, la ley natural se cumple y se viola en virtud de premios y castigos después de la muerte, y por otro, la luz natural es inca- paz de establecer que hay vida después de la muerte. Este estado de cosas es evidentemente funesto para la ley natural. La falta de atencién del editor sobre el asunto de la inmortalidad es la responsable de ciertas insuficiencias de su traduccién. Locke dice: «Todo este conocimiento (el conocimiento accesible al hombre a través de sus facultades naturales), siendo como es de amplio (y realmente se ha progresado mucho), que atra- viesa toda la naturaleza de las cosas y, no quedandose dentro de los limites de este mundo, entra ipso facto en el cielo mismo, mientras que los espiritus y las mentes contemplan e investigan lo que son, lo que hacer y las leyes por las que se rigen (las cosas), de manera mas cuidadosa (a como se habia investigado antes); de este conocimiento, digo que es “uno sélo” (uno sdlo lo omite el editor) y que alcanza la mente (aqui el editor afiade “todo junto”) por esos tres modos de conocer» ®. Locke expresa aqui exactamente el mismo pensamiento que expresa en el tiltimo capitulo del Ensayo sobre el En- tendimiento Humano; una y la misma ciencia fisica, nos acerca al conocimiento de las, cosas como son en sus propias esencias, su constitucion, propiedades y opera- ciones; con ello me refiero no sdlo a la materia y el cuerpo, sino también a todos los espiritus, que tienen sus propias naturalezas, constituciones y operaciones, tanto como los cuerpos. El fin de esto es una verdad es- 5 Jbid., pags. 122, 124. 54 peculativa descubierta. Incluso Santo Tomas estaba DS parado para contemplar la metafisica como me) su is vision de la fisica®. Pero cuando dos hombres dicen la misma cosa, no quieren. necesariamente decir lo ne Fl traductor también encuentra algunas dificulta e para entender uno de los argumentos de Locke oe cual se prueba que la ley natural no esta inscrita en ee almas de los hombres. Locke dice: «Si esta ley mae estuviera inscrita en nuestros corazones, {por ee esttipidos y viciosos no la conocen? Dado suet se ice que esta grabada en las mentes mismas y no epee de ninguna manera de la constitucion y la aaa los organos del cuerpo siendo ésta, de forma admil ce por todos (aunque mentira), la tinica diferencia ov los sabios y los tontos» “. Locke se refiere aqui a dos puntos de vista generalmente aceptados, el primero afirma que el intelecto no es corporal yno ene chee corporales, y el otro que la diferencia entre los homl es , en virtud del intelecto, se debe a diferencias contempla das en el cuerpo”. La citada nota podria ser el Eee signo de la propuesta que mis tarde hace, sce i ee es «imposible para nosotros, por la contemplacion di nuestras ideas sin la Revelacion, descubrir si Le potencia no ha dado a algtin sistema de la materia, cis- puesto adecuadamente, un poder para percibir y pen- sar... gqué certeza de conocimiento puede tener aa para quién algunas percepciones como el ple y é ie lor, no pueden estar en algunos cuerpos:» n ee sayos dice que solo Dios puede llenar y Sea 8 a con penas y alegrias, y al cuerpo con dolor y p! aor tf Para ser una ley, la ley natural debe ser promulgaca 5 Comentario sobre la ética I, lectio I, Summa Theolog TI, Tiq48c. Leyden, op. cit., pag. 142. “ (Ganto Tomés, Summa I, q85a. 7,¢)- © Ensayo, Lib IV, cap. 3, art. 6. © Leyden, op. cit, pag, 154; cfr. pag, 230. debidamente o ser suficientemente cognoscible al hom- bre como hombre. Hemos indicado la dificultad provo- cada por los hechos de que, segtin Locke, la ley natural no puede conocerse por la raz6n si ésta no puede esta- blecer la inmortalidad de las almas, y que ni siquiera in- tenta demostrar que si puede. En el pentiltimo ensayo se enfrenta a la cuesti6n de la promulgacién correcta de la ley natural del siguiente modo: spuede la ley natural atar al hombre como hombre teniendo en cuenta que hay naciones enteras que son completamente ajenas a ella y que muchas naciones no estén al tanto de algunos de sus preceptos? Dadas estas condiciones, se sigue que, 0 bien no existe en absoluto la ley natural, 0 que su po- der de obligatoriedad no es universal“. En contraposi- cion a ésto, Locke afirma que el poder de obligatoriedad de la ley natural es universal, Continta explicando esta afirmaci6n. Pero en ninguna parte de esta cuestién en- cuentra el resultado que habia afirmado tan vigorosa- mente en su comienzo. Simplemente dice que la ley na- tural es tan cierta por si misma que es obligatoria «aunque quiza la mayoria de los hombres sea tan igno- rante y piense tan poco que por falta de atencién ignora la ley natural que es tan manifiesta» ©, La ignorancia de , la ley natural no sirve de excusa ya que esta ignorancia misma es consecuencia de una criminal negligencia. To- dos pueden conocer la ley natural si dirigen adecuada- mente su mente a su estudio. Nadie, salvo aquél que ame la ceguera y la oscuridad”, puede ignorar la ley na- tural. Pero ésto no supera la dificultad. En el pentiltimo ensayo Locke dice: «Resulta dificil creer que los dicté- menes de la raz6n, esto es, de la ley natural, sean tan os- curos que se oculten a naciones enteras» *. Por otra ‘4 Tbid., pags. 190, 192. % Op. cit, pags. 198, 200, 112, 128. © Thid., pag. 186. Ibid, pag. 188. * Ibid., pag. 90. parte, en la primera mitad de los ensayos ee ee Ilos que no tienen otra guia que la natural aa a ay aquellos en los que los dictamenes de la natural cee estan corrompidos por las costumbres peas en en tal ignorancia de toda ley como si us el Me : D Re tarse ninguna atencién a lo justo y lo honra a a cuanto a las naciones civilizadas, sus opuuenes n Dee tienen el caracter de prejuicios (que quiza aa i hasta cierto punto con el contenido dela ae nal ue ae Jo que no puede asumirse que expresen ¢ Sea : de la ley natural”; una ley que es SP oes Se conocida por tradicién no puede ser la ley na ere a «jDénde encontramos entonces el a Ba la ley natural? Algunos reconocen una ley de la via fe leza distinta, otros ninguna, otros una oscura». cea curidad de la ley natural no puede explicarse p¥ ae Caida”. Mucho menos se eater re aves ingtin otro tipo de pecado humano. Teenie entre los hombres sobre la ley. Use ee debe a que esa ley «no es facil de conocer» ™. La ey He tural pertenece a los secretos de la ee oad sate y recondita. No sdlo los hombres de corta inte! igenc et sino también aquellos que no ocupan su ene = el estudio de las cosas percibidas por los oe oe a el conocimiento Soe ae raping ese estudio, ig: cesariamente la ey natural’”. wae the natural por la que se dice que la ley Sieg es cognoscible «nos lleva a alcanzar Ja cima de a vi a y de la felicidad, a las cuales los dioses Ilaman y lan al leza tiende». Este estado parece implicar que, ol ® Thid., pags. 140, 142. ® Ibid., pag. 130. 1 [bid., pag. 138. ” Tbid., pag. 138. * Thid., pag. 134. ” Op. he ie 112, 114 con 122, 124 y 134. ciendo a la ley natural, el hombre Avent ral, su felicidad natural”, Locke ae : 5 la ley natural con «el camino que leva a la felicidad» 7, ore silencio sobre la felicidad sobrenatural del hom. ~/ Dre que se hace posible por la Revelacion aunque di que «debe creerse que la religion se daa canoe hi ad bre no tanto por la luz natural com i di vina» ’”. Pero también dice que «nai ae ee Percepcion sensible (en cual- ‘a mente, capaz d i pueda alcanzar por medio de i ee eae miento, si insiste en ello con la mente (la facultad dis J siva) y la percepcién sensitiva», Locke no dice meen! tiende por mente (animus, usado en el ontexta cans Seagal Ce ee parece sugerir que las faculta- aa Smee ae para entenderlo todo, Sea como ater de sila ley natural est suficientemente promul, sda i se aclara si el hombre es capaz de alcanzar la felicidad. i ee de probar la existencia de Dios sobre la base ‘ lel orden perfecto del mundo, del cual el hombre «no es ee baja», reste muestra a modo de explicacién que ¢ re no puede ser hech i inanimadas, ni por el hombre mina hae fie a Propio hacedor, se daria a si mismo, por ejemplo, vida ey pes a Cae que el hombre esté tan " ‘ad contra si mi Privarse de todos los encantos dela vida® De =. ia ceria sugerirse que la creacién del hombre como ae a tal, que conoce su mortalidad, no puede deberse a un 2 que ame al hombre. En cualquier caso, la condicién hu- mana que es fruto de su mortalidad, se presenta aqui 73 Ibid., pag. 146, cfr. pag. 214, @ Ibid, pie 74 ” Ibid, pag. 166. * Op. cit, pag, 152. como una condicién de extrema miseria, una condicién qu puede suprimirse por la obediencia a la ley natural y que s6lo un ser contrario al hombre podria haber infil- trado en él. Locke mismo aplica este pensamiento al pro- blema de la ley natural; «los hombres de buena voluntad estarian muy acomodados», si la ley natural estuviera inscrita en la mente de los hombres y por ello facil y c6- modamente cognoscible; pero la naturaleza —y parece- ria necesario anadir, el autor de la naturaleza— no ha sido tan bueno con ellos como para proveerles de un co- nocimiento innato de la ley natural”, sino que mas bien retiene el conocimiento de la ley natural como un se- creto®, Por ello, si se supusiera que la naturaleza ordena la obediencia a la ley natural del hombre como hombre, la naturaleza seria la mas cruel de las tiranas y no la ma- dre buena de todos. En otras palabras, si la naturaleza fuera la madre buena de todos, desearia que nuestras obligaciones fueran no sélo necesarias sino también agradables; no habria necesidad de virtud heroica®. La naturaleza no sélo no es capaz, sino que tampoco desea establecer una armonia entre el deber y el placer. La na- turaleza promete al hombre una gran felicidad, pero no le da ninguna. Nos trata como esclavos o presos, nos da muchas leyes y mandatos, pero ninguna tranquilidad. No es cierto que haya en nosotros una pequefia llama de origen divino, pero si la hay, se la debemos mis bien al la- dron de Prometeo que al don de Zeus®. La naturaleza ha establecido que «sea imposible cuidar de los intereses de todos al mismo tiempo», porque la herencia de la raza humana es una y siempre la misma y no aumenta en ® IIbid,, pags. 124, 126 %© Tid., pags. 114, 228 8 [bid,, pags. 190, 192 ® Tibid., pag. 208, cfr. pag. 226. ® Op. cit., 220, cfr., también, la puntualizacién de Locke en el sig- nificado concreto del Génesis 1.28 en el Tratado I, secci6n sec. 2526. 59 proporcién al ntimero de seres humanos que nacen. Los bienes que la naturaleza proporciona no aumentan con relacion a las necesidades de los hombres. La generosi- dad de la naturaleza es extremadamente limitada. Siendo este el caso, podemos aiiadir que, la mayorfa de los hom- bres no tiene el tiempo necesario para darse cuenta de la existencia de una ley natural, o simplemente que la igno- rancia de la ley natural no puede deberse a su culpa. Las anteriores observaciones nos obligan a buscar | en los ensayos sobre la ley natural sugerencias para una alternativa a esta ley o, en cualquier caso, a la ley natu- ral tradicionalmente ensefiada. Después de admitir que la mayoria de los hombres ignora la ley natural, Locke afirma que la sociedad hu- mana es imposible sin la obediencia a la ley natural. Sin embargo, las sociedades humanas existen y algunas in- cluso Ilegan a florecer. Alternativamente, uno deberia decir que la ley natural sin Ja cual la sociedad es impo- sible, es una ley natural que los hombres no pueden transgredir de ningtin modo 0 que no pueden transgre- dir sin sufrir por ello la consecuencia de la transgresion en esta vida. La sociedad, defiende Locke, no es posi- ble si los hombres no guardan el pacto social, y los hombres estan inducidos a cumplir dicho pacto, por- que la ley natural les obliga a ello. Pero afiade el autor de los ensayos la nota calificativa de que, salvo que haya una ley natural que esté obligando a los hombres a cumplir el pacto, no puede esperarse que lo cumplan «si se ofreciera una condicién més conveniente». Surge entonces la pregunta de si, hablando en general, la con- dicién de vida posible fuera de la sociedad, es tan poco conveniente que tanto el interés como el placer indu- cen al hombre a cumplir el pacto social y a hacer con anterioridad dicho pacto *, Como sefiala Locke en otra * Op. cit, pag. 210. © Ibid,, cfr. pag. 118. 60 parte ®, «las necesidades y conveniencias de los citi bres» dan lugar a pactos expresos en general y a pac! 3 tacitos en particular. Aquello en lo que se ponen = acuerdo a través del pacto tacito, no tiene el caracter cs ley natural ya que no lo manda una ley ni tienden Sea los hombres por algiin instinto mentee ae que vis sugerido por intereses comunes 0 por cAlculo. ee Nos preguntamos entonces, si Locke no Ce continuar lo que ya indicé6 Hobbes yy enrlae a 2 natural, que tradicionalmente se venia ensenando, pi una ensefianza moral que se fundamenta en el deseo 0 instinto de supervivencia. Cuando habla de lo que Santo Toméas habia presentado como las tres dobles in- clinaciones de los hombres, Locke encuentra un «ins- tinto interno» sélo en la inclinacién del hombre asu on toconservacion, a diferencia de Ja inclinacion = hombre a la religién y a la vida social, y dice que to a estan en realidad orientados a actuar de acuerdo con di- cho instinto. Pero ni siquiera la autoconservacion Ene est4 permitida por consenso universal y su re = puede ser anulado por la costumbre y la opinion hech; costumbre, como Hobbes ya habia claramente admi- tido 8”. No obstante, también Hobbes habia Oe ya que si se considera Ja autoconservacion Soe ear suficiente para la moralidad, uno no puede concel fe autoconservacién como un mandato de Ja ley natural. Si la autoconservacién es entonces un derecho funda- mental y no un deber, el suicidio no puede ser un cri-_ men. Por otro lado, cuando enumera una serie de oe que siempre estan prohibidas, Locke sefiala que «nadie puede mancharse con la sangre de otro sin incurrir me culpa» ®, Si la autoconservaci6n se entiende como la % Ibid., pags. 160, 162, 164. ® Cfr. Leviatén, cap. 14 con cap. 29. *® Leyden, op. cit, pag. 194. fuente y el principio de la ley natural mas que como un precepto de la ley natural, incluso la sumision a la misma ley natural no podria concebirse como la pleni- tud del cumplimiento de un deber, sino sdlo como un acto de conveniencia. Por tanto, realmente podemos re- chazar y violar la ley natural sin incurrir en crimen, aunque no sin perjuicio para nosotros; de esta manera, podremos abandonar nuestro derecho a la autoconser- vacion siempre que nos apetezca» *, __ Fl propésito del tltimo ensayo es refutar la afirma- cién de que los intereses privados de cada uno sean la base de la ley natural.-Este ensayo empieza con una cita de la afirmacién de Carneades, segun la cual no ha’ ningtn derecho natural sino que la naturaleza lleva 4 todos los hombres a buscar sus propios intereses. Con- tintia seflalando que el argumento de Carneades ha en- contrado seguidores en todas las generaciones siguien- tes. Carneades era un hombre de aguda inteligencia y de mucha elocuencia. Sus sucesores, pese a que adopta- ron su punto de vista con entusiasmo, carecieron de las virtudes y de los dones de inteligencia de su lider e in- tentaron, por otra Parte, preparar el terreno para alcan- zar ellos los honores y las riquezas; llevaron su falta de honor y de riqueza a la injusticia del gobierno; afirma- ron que se les excluia de los bienes que son por natura- leza comunes a todos los hombres, clamaron por la abo- licién del gobierno y por la afirmacion de la libertad natural; el derecho debia determinarse no por la ley.de otros hombres, sino por el interés propio de cada uno. Pareceria que los sucesores de Carneades, mientras que pretendian negar la ley natural, basaban sus razo- namientos en la ley natural o al menos en el derecho na- tural. Locke rechaza su opinién con desprecio y se pone ® Ibid., pag. 180. © Ibid., pag. 204. 62 de lado de «la parte mds juiciosa» a quién Iamaré en sus Tratados «la de los razonables y trabajadores». La parte mds juiciosa tiene poco respeto por lo que los pe- rezosos y pendencieros consideran como sus intereses privados o como su derecho natural. Locke no intenta siquiera refutar la afirmacién de Carneades de que la naturaleza lleva a los hombres a buscar sus propios in- tereses y a no actuar justamente. Simplemente intenta refutar la afirmacién de que los intereses privados de cada uno sean la base de la ley natural. Procede de la si- guiente manera. Primero identifica la base de la ley na- tural con la ley natural basica. Con ello, la tesis de que el interés privado de cada uno es la base de la ley natu- ral, viene a significar que, de acuerdo con la ley natural basica, el hombre esta obligado por encima de todo a ocuparse de sus intereses privados. Mas atin, ya que na- die puede ser juez justo de los intereses de otro hombre, debiera estarle permitido a todo el mundo ser el tinico juez de sus propios intereses; ademas, ya que la mayo- ria de los hombres entiende como sus intereses sus in- tereses inmediatos, esos hombres estarian, en cualquier caso, bajo una sagrada obligacién que invalida cual- quier otra consideracién: la obligacion de cuidar de sus intereses privados inmediatos. Les estara, por tanto, prohibido hacer nada que estuviera en contra de estos intereses privados inmediatos”!. Los hombres que hasta ahora han sido admirados como modelos de virtud, de- berian considerarse como los peores criminales a no ser que uno diga que sacrificaron sus vidas y sus fortunas en beneficio de su pais y de los hombres de buena vo- luntad con el fin de adquirir una fama inmortal”. Todo acto de generosidad se convierte asi en una violacién de * Op. cit, pags. 204, 206, 212; cfr. Tratados, II, sec. 87, y Hobbes, De Cive, I, 9. * Ibid., pags. 206, 208. la ley natural a no ser que uno diga que la generosidad se paga, e incluso que se paga inmediatamente . Pero concentrandonos en el argumento central de Locke, si todos estén por naturaleza obligados a ocuparse en sus intereses privados inmediatos por encima de cualquier otra cosa, necesariamente se sigue que todo el mundo esta por naturaleza en guerra con todos los dem4s hom- bres y que la sociedad es completamente imposible. Hobbes dedujo de ésto que los hombres deben dejar de pensar primeramente en sus intereses presentes o in- mediatos y que deben pensar en su futuro y en sus in- tereses a largo plazo; sélo asi comprenderén que se debe buscar la paz y subordinar los intereses privados inmediatos a las exigencias de la paz; la ley natural no es otra cosa que la condicién moral de la paz. De la misma manera, Locke reemplaza los intereses privados inmediatos de cada uno por sus intereses privados a largo plazo. Pero sostiene que si la primera obligacién —que anula las dem&s— de todo hombre es ocuparse de sus intereses a largo plazo, se sigue, no la demanda de paz, sino otra vez la lucha de todos contra todos. La razon es la natural escasez de las cosas que los hombres necesitan para lograr sus intereses privados a largo plazo, o para su autoconservacién; es mejor luchar con- tra otros hombres para conseguir las principales necesi- dades que perecer conservando la paz. Para ver como Locke ha superado esta dificultad, es suficiente recor- dar la conexién normal entre paz doméstica y paz ab- soluta. No deja duda de que existe una armonia funda- mental entre los intereses privados de cada uno y la le natural **, El hecho de que haya una armonia rane mental entre los intereses privados y la ley de la natu- % Op. cit,, oft. pags. 212, 214, 180. % Tbid., pags. 210, 212. ¢ % De Cive, Ill, pag. 31. % Leyden, op cit., pags. 206, 214. raleza (la ley que dicta la paz y consecuentemente la obediencia al gobierno), no significa que esa armonia sea absoluta. La consecuencia practica mas importante de esto es el hecho de que si «se manifiestan actos de ti- rania... no son més que casos privados de algunos hom- bres», pues «el conjunto de las personas no se cree in- volucrado por ellos» y por ello no crea ninguna dificultad para el gobierno”. Para todos los propésitos practicos, puede entonces resulta mejor decir que la base o el fin de la sociedad no es el interés privado de cada uno sino el interés ptblico, por ejemplo, el interés de una gran mayoria. Para respaldar esta idea, no hay més que citar el lema de los Tratados: salus populi su- prema lex est. Esto no sirve para negar que la raiz del in- terés publico sea el interés privado de cada uno. Igual que Maquiavelo hizo antes que él, Locke habla en una ocasién del «interés comtin de cada uno» **. Locke se acerca a Maquiavelo mas de lo que se piensa y se dice. Los ensayos muestran claramente cudn dudoso es- taba Locke, desde el principio de su carrera, de la ley natural que tradicionalmente se venia ensefiando. Esa ensefianza hace derivar las obligaciones del hombre de su constitucion natural o de sus inclinaciones naturales; asume que el hombre est4 por naturaleza inclinado a la virtud; también presupone que cada hombre y cada na- cién estan regidos por la divina providencia, que las al- mas de éstos son inmortales, y que la ley natural esta suficientemente promulgada en y para las conciencias de todos los hombres. Locke nunca elaboré su alterna- tiva a las ensefanzas tradicionales de la ley natural. Tanto en los Tratados como en el Ensayo, se limito a combinar una especie de versién modificada de los principios tradicionales, aludiendo a sus objeciones a %7 Tratado II, sec. 208. % Cfr. Maquiavelo, «Discurso I», cerca del principio. los principios tradicionales. En un pasaje del Ensayo, casi contrasta los dos modos diferentes en los que la ley natural puede conocerse o ensefarse. El primer modo parte de las ideas de un «ser supremo, de poder, bon- dad y sabiduria infinitos» y de «nosotros mismos como seres que entendemos y somos racionales»; estas dos «ideas... proporcionarian, supongo, si se consideraran y se siguieran detenidamente, tales descubrimientos de nuestro deber y tales reglas de accién, que podrian si- tuar a la moralidad entre las ciencias capaces de de- mostracién». El segundo modo de conocimiento de la ley natural comienza desde las ideas de justicia, propie- dad y gobierno; Ileva a proposiciones como «donde no hay propiedad, no hay injusticia» y «ningtin gobierno permite una libertad total» ®. La razén por la que la ex- posicién que hace Locke del primer modo de conoci- miento es defectuosa se ha demostrado ampliamente antes. Su exposicion del segundo modo en que conoce- mos es defectuosa, porque también guarda silencio acerca de las sanciones de la moral; 0 mas en concreto, guarda silencio acerca de la razén convincente por la que la propiedad y el gobierno son necesarios y, por tanto, buenos. El argumento que emplea es el derecho 0 la necesidad fundamental de autoconservacién. Mencionemos ahora algunas otras peculiaridades de la edicién y la traduccién. El propio autor especi- fica el objeto de su estudio cuando dice: «No investi- gamos aqui lo que un hombre puede experimentar es- tando inspirado en Dios» 1”. Cuando se usa en este contexto «experiencia» no necesariamente significa lo que hoy entendemos por conocimiento, pues «(la ma- yoria de los hombres), se guia por la opinién y la ala- banza (por credibilidad y aprobacién), no por la ley ® Leyden, op. cit,, octavo ensayo, pag. 212. ™ Ibid, pag, 122. 66 natural», Es peligroso identificar opinién con credibi- lidad, como se puede observar en alguna afirmacién que ya realiz6 Santo Tomas’. «Ninguna tierra puede ser di- rigida por un solo hombre (el traductor anade «de la ge- neracion més antigua») y el que mantuviera lo contrario deberé estar respaldado por la autoridad de la tradicion de los ancestros (el traductor omite «los ancestros»)» ™; «aquellas naciones barbaras tienen costumbres morales que estan lejos de la virtud»™; «... Si revisasemos las cla- ses de virtudes y vicios —y nadie duda de que las virtu- des son la misma ley natural»— ... Aqui el editor intenta traducir la versién original de Locke, que el mismo Locke corrigid, confundiendo entonces la frase; pero no parece posible que el deber del hombre consista en cla- sificar los vicios y las virtudes, mientras que si tiene sentido decir con Locke y con el traductor que las vir- tudes son «preceptos de la ley natural» y que la «justi- cia es una destacada ley de Ja naturaleza.» En la pa- gina 166 el editor utiliza sabiamente en su traduccion inglesa una lectura variante que Locke relega a una nota de su texto en latin; oscurece asi el modo en el cual Locke ha enumerado sus argumentos. En otras ocasio- nes, el editor se toma libertades, a veces injustificadas a la hora de traducir e interpretar al autor. Por ejemplo cuando dice «habitos» Locke no sugiere como el tra- ductor le hace sugerir, que «dependen de nuestra habi- lidad» sino que «se apoyan en nuestro poder» (por ejemplo, si nos casamos © no). y ‘ - Es dificil de creer que Locke hubiera querido escri- bir que la ley natural obliga a los hombres sdlo hasta el Ibid., pag. 128. Sintins F eologicn, 11.2q.1.a.5. y Locke, ensayo cuarto. Leyden, op. cit., pags. 128, 130. Ibid., pags. 138, 140. 5 Tbid,, pag. 194 109 Thid., pag. 194. punto en que sea «agradable» para ellos. Es mas verosi- mil que la ley natural obliga a los hombres en la exten- sién en que se propuso o fue dada a ellos. En este sen- tido, sin ninguna razon el traductor recoge en una sola frase virtudes, primero como «virtudes morales» y luego como «acciones virtuosas» "”; «Porque ;qué justicia hay donde no hay propiedad o pertenencia? 0 :qué propie- dad hay donde cada uno puede poseer no sélo lo que es suyo y posee, sino también donde lo que posee es lo suyo porque es titil o conveniente? Pero uno puede aqui observar brevemente que los que mantienen este punto de vista hacen derivar los principios morales y la ley de vida, de la obligacién legal mds que de los deseos del hombre y de sus inclinaciones (instintos naturales)» ™, Volvamos ahora sobre algunas cuestiones poco cla- ras que Locke introduce en sus ensayos. Es importante volver a sefalar que la publicaci6n de los ensayos sobre la ley natural terminada en 1664, no slo nos aporta una doctrina sistematica de la ley natural, sino que nos per- mite también comparar dos momentos distintos del pensamiento politico de Locke, que corresponden a dos épocas de su vida. En 1664, el joven profesor de Oxford que atin no esté metido en la vida politica de su pais, afronta directamente las grandes obras de Hobbes re- cientemente publicadas: Leviathan (1651), De Corpore (1655) y De Homine (1658). Locke se enfrenta a Hobbes demostrando la existencia de la ley natural, A esta tarea_ se dedica Locke en su primer ensayo en el cual nos da una regla del bien y del mal, es decir, una ley natural. Aun antes de saber cuél es esa ley, el hecho de que exista constituye, a su juicio, una experiencia de todo hombre. Ademés, su existencia puede probarse en base a sus principios y a sus consecuencias; por su principio original que es Dios, el cual manifiesta su voluntad so- W Op. cit., pag. 212. 108 Tbid., pag. 212. 68 bre los hombres a través de la ley divina. La existencia pues de la ley natural es tan evidente como la ee cia del mismo Dios. Para demostrar que la volunta i Dios tnicamente puede aplicarse al hombre bajo | 2 forma de una ley, Locke retoma la vieja ek de Santo Tomés? y de Hooker ™: el orden del mundc es un orden dirigido por leyes y cada especie oe a guiendo la ley especifica apropiada a su natur eae es hombre, como anteriormente hemos dicho, taml uae encuentra sometido a una ley conforme a su natura’ re Con la publicacién de los ensayos, se hace ee frente a las criticas que acusaban a Locke de Lae A formado profundamente la doctrina tradicional < A ley natural, por no haber hecho (en su pene sobre a Gobierno Civil») mencién a la eine de Dios y a teleolégica del mundo. ae es lo See el Ensayo sobre el See humano de 1690, presenta la ley natural como ua oR recibido. Incluso encontramos que llega a identi ae al una forma més bien simple, la ley natural con la ley iF vina, considerada como regla y medida del bien gen énero humano. # yea de la existencia de la ley natural por sus consecuencias, también se enmarca en Ja tradicion. Hh) Ademés, gracias a esta ley natural, el hombre Jeet en su conciencia juicios de inocencia 0 de culpal q a sobre sus actos. Por ello, sin una ley natural, no habria ni vicio ni virtud, ni recompensa ni castigo. Locke, a se- mejanza de Hooker ™ y Cicer6n aay en conleabosiaon a Hobbes", piensa que las leyes humanas sdlo se pu i 93, art. 4. ay to Tomas, Summa Theologica, I a ae, 9.98, tne: eae Hooker, Eclesiastical Polity, lib. 1.*, cap. IL ee Tl. 11 R, Hooker, Eclesiastical Polity, ee cap. VIL, art. 4. 112 Cicerén, De Legibus, lib. 1.°, cap. XV. ; : We Hobbes, Teviathaty cap. XII, pag. 115 (English works, ed. Men: desworth, t. III). 69 den definir como buenas o malas si se juzgan en virtud de la ley natural. La existencia de esta ley es la condi- cién para la existencia del reconocimiento del bien y del mal que hay en todo hombre, y esto a su vez vuelve a demostrar aquella ley natural. Locke va mas alld en su demostracién y, en contra de Hobbes, llega a atribuir a la ley natural la existencia de toda sociedad humana. Presenta la sociabilidad como un elemento esencial de la naturaleza humana, pero admite que no hay socie- dad humana sin la institucién de un Estado y de un ré- gimen de gobierno, y sin el cumplimiento y él respeto a un contrato. Esta concepcién del Estado sufre una divi- sién interna puesto que se le atribuye dos origenes que se conjugan mal: la sociabilidad dirigida por la ley na- tural y la constituci6n artificial del Estado por la elabo- racion de un contrato. Esta disparidad que aparece en 1664, la intenta corregir Locke con la publicacion de su. Segundo Tratado sobre el Gobierno civil, en el cual dedica todo un capitulo a describir el estado de naturaleza de- mostrando insistentemente ™4 que, en este estado de li- bertad perfecta, los hombres deciden sobre sus actos y disponen de sus personas y posesiones dentro del li- mite de la ley natural. Con esto, Locke parece creer en la sociabilidad natural de los hombres quienes podrian vivir juntos pacfficamente y conforme a la raz6n. Por ello, Locke afirma que este estado de naturaleza, siem- pre sera preferible a una monarquia absoluta. Otro pensamiento importante de Locke que aparece en 1664, es la contraposicién que hace, casi de manera aparentemente inocente, entre el derecho y la ley natu- ral. El primero se funda en el derecho que nosotros te- nemos para la libre utilizacién de una cosa; la segunda, nos ordena o prohibe hacer una cosa". Pero cuando se contraponen derecho y ley, se ve uno en la necesidad de "4 Second Treatise, cap. II, art. 2 y 4. 5 Leyden, op. cit., ensayo primero, pag. 110. 70 subordinar el derecho a la ley, a fundar el pra la ley y a limitar, a restringir, el derecho poe y Cuando Locke cae en la cuenta de esto, ya cod = ae de 1690, no vuelve a retomar esta distincion, eon nee que tan sdlo en contadas ocasiones vuelve a i il al fe término «ley natura a el cual se ee o pe ie un poder libre y la vo! unter sesunly ee i . La ley natural, tal y como la presenta Locke, ee una naturaleza humana, es deena poder perfectamente libre que no marca, me aus fe pués y por via de las consecuencias, ee esi Pee piados para su autoconservacion. Para Locke ee s fecta libertad se expresa =p la seynael que oblig: i ente, por responder a esa ‘ Pe eae del modo en que se conor a ie. nee tural, algunos han querido ver en la afirmacion fe ae ley natural es innata al hombre y en el SpE ere conocimiento especulativo, una oposicion y con! Agee que —como ya hemos dicho antes— se le ha ep 8 Locke. No obstante, pienso que se trata de una int ae a cién simplista y erronea. Para intentar revocar esto Mos mostrar la coherencia de su doctrina, es Pewee Sen é der la teoria de la ley natural en torno a la cu = fo a y se desarrolla el pensamiento de Locke. Tanto en los e es yos de 1664 como en su Ensayo de 1690, Locke Pome i mismo fin, aunque en los primeros Suaaeael ip prdcticos antes de tratar los principios especulativo: is in La cuestién acerca de los principios alee . od suelve teniendo en cuenta la distincion que hace ess en el texto en latin de 1664, en el cual diferencia ee mente entre un conocimiento innato (innata), y a se nocimiento inscrito o grabado en nuestros pia aes igual que en una «tabula rasa» (inscripta). : nte, a Locke afirma: «lex non est inscripta, sed innata» ¥°. 116 - acs. 1 Op. cit., ensayo primero, pag. 116; ensayo segun do, pags. 122 y 130. 7 in: i i si innlataren iene aqui simplemente una ley que nace oa sy por soe ligada a nuestra naturaleza iento, ya que hemos i nacido homb: dee , mbres mundo organizado por un orden natural, pero que a pesar de ello, esta ley no es inmediatamente le- ib s ‘ sib Palamroee como si estuviese grabada en nues |. LOcKe se expresa clarame dl nte cuando di que hay una ley no inscri i upeel t crita pero innata |. viene de la constitucié i cod cién misma de este di cual todas las cos: lee as observan en s i = punta é us Operaciones una odo de existencia ad eee CaTEN adecuados a su natura- i ley natural puede ser «i Za r «

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