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Biblioteca de Obras Maestras del Pensamiento Los escépticos griegos < afl <—N a ° EDITORIAL LOSADA a BUENOS AIRES ] Libro I El antiguo escepticismo Captruto I Division de la historia del escepticismo Los historiadores dividen de ordinario la historia del escepticismo en dos partes: distinguen el antiguo escepti- cismo y el nuevo; entre los dos se coloca, naturalmente la ‘Academia nueva. Entre los antiguos escépticos, Pirrén y Timén son los tinicos sobre los cuales tenemos informes precisos; el nuevo escepticismo comienza con Eneside- mo; Agripa y Sexto Empirico son sus principales repre- sentantes, Esta division tiene un gran defecto: esté en desacuer- do con la que indican los escépticos mismos. Un texto de Sexto distingue bien los antiguos y los nuevos escépticos; pero Enesidemo esta colocado entre los antiguos. “Los antiguos escépticos, dice Sexto,! nos han transmitido dis tropos que terminan en la suspensién del juicio.” Ahora bien; en otro pasaje, los diez. tropos son formalmente atri- buidos a Enesidemo Haas, el primero en sefalar esta di- ficultad, hace notar, ademas, que en todas partes en que Sexto cita a Enesidemo, le pone en compaiiia de Pirrén y de Timén.* Didgenes' y Aristocles¢ citan también a Ene- sidemo al mismo tiempo que a los dos fundadores del es- [49] cepticismo. Se debe, pues, comenzar el nuevo escepticis. mo, no con Enesidemo, sino con el autor de los cinco topos, el cual sabemos que es Agripa. Sin embargo, en favor de la divisién ordinariamente adoptada se pueden invocar muchas buenas razones. Pri. meramente, segtin un testimonio formal, el de Aristocles, Enesidemo renové el escepticismo que habia suftido wn eclipse durante un tiempo bastante largo. Ademés, si se considera el contenido mismo de las doctrinas, es impo- sible no reconocer una gran diferencia entre Enesidemo y sus antecesores. En Pirrén y Timén se encuentran quizd ya (es un punto controvertido) los diez tropos; sin embar- 80, no parecen haberlos clasificado y enumerado metédi- camente. Pero, sobre todo, no encontramos en ellos nada semejante a la critica de la idea de causa y de la demostra- cién que ha intentado Enesidemo. Hay abi, si no nos equivocamos, un elemento completamente nuevo, de tuna importancia capital, y que ha ¢jercido una gran in. fuencia sobre el desarrollo ulterior del escepticisino, Los Sucesores de Enesidemo, entre ellos Sexto, reproducen las tazones de Enesidemo; y a pesar de que traen nuevos ar. gumentos, ¢s facil ver que le toman su método y aplican os mismos procedimientos de discusién a otras nociones que Enesidemo no habia pensado quiz discutiz, Haas! Nos parece muy injusto con Enesidemo cuando le rehisa toda originalidad; declara que es un filésofo mediocre y Sin genio; que no ha tenido discipulos y no ha hecho épo- caen la historia del escepticismo, La manera como los dh. timos escépticos hablan de él; el hecho de que le pongan en el mismo rango que Pittén y Timén testifican que no veian en él un hombre ordinario. Pero, sobre todo, el es. tudio de sus argumentos tan vigorosos y tan profundos, animados de un espiritu cientifico tan raro en la Antgiie. dad, nos muestran en él un filésofo de primer orden. [50] ontramos muchas més analogias entre Enesidemo Ei idnioa #xcepiticor que entire él milano fgeok y; los 7 los Stn fuera necesaio conserva a toda costa la di- Lear ete los antignosy los nucros exctplicos, a;pesan, i aia te Bowery eas argumentos recordados ae atvariatlamios en adhecitnat.a la‘ opitiéa, comin a vcen Enesidemo el primero de los nuevos escépticos. a des necesario conservar esta divisién? Ella no tie- an valor hist6rico,y slo es indicada dos veces de pa- repos Sexto, que no parece darle mucha importancia. Si Teed a Enesilemo\eatre, 158 antiaiios eseepricos, como treemos que hay que concedérselo a Ha, sin du, por una raz cronolgie o porque ha so impresions do por las diferencias, muy reales por =e — = tngsen su propia docina de lade Ensiero, Pero dha toma sfeentement en cera ladifrencia que sepa 1a a Enesidemo de Pirrén y de Timén? A la —_— 3 que se encontraba de estos fildsofos, éno era mas * Sexto medirla exactamente? Quizd no se eS : llo. En fin, Pirrén no habia escrito nada; es probal le 7 Sexto no conociera a los antiguos escépticos ae por “d escritos de Enesidemo; no debia, pues, hacer distincién Cree el lalallala aque no puede aban- donarse sin inconvenientes la vieja division mtd a gus y los nuevos eseépicos, atenerse a una disincién ‘nueva entre ellos, fundada en los caracteres a las doctrinas. Esta division comprenderfa tres patio op los cuales corresponden a tres aspectos bien separados de la doctrina escéptica. : “pl primero exe de Pixon y de msn. Tiene por ex victer distintivo el desdén por la dialéetica: hay la preoc Pacién ante todo de escapar a las suti lezas de los sofistas. Veremos mis adelante que Pitrén y Timén, obsesos con {51} esas discusiones sin fin, han tomado la decision de no res. Ponder més a nadie. De ahi las fErmulas: yo no sé nada; yo no defino nada. Toda su ambicién se limita a encon’ trar un medio de vivir felices y tranquilos. La moral, o s esta palabra es demasiado precisa para designar una filo. sofia que no admite la distincién natural entre el bien y cl mal, la vida préctica es esencial a sus ojos. En eso son atin socriticos; pero Sécrates fundaba la moral en la ciem, cia; ellos han intentado fundarla en la negacién de la ciencia o, més bien, fuera de la ciencia, Podria designarse este periodo con el nombre de escepticismo moral o, s este nombre es equivoco, con el de esceptcismo pricticn Ll segundo periodo, separado del primero, sea lo que de al dijere Haas, por un intervalo bastante largo, come, Prende a Enesidemo y sus sucesores inmediatos. Este pe. Hodo presenta un caricter completamente optesto al del precedente: el escepticismo llega a ser, sobre todo, dialée- tico. Pizrén y Timén ya habfan opuesto los sentidos a le azn; pero insistian especialmente en las contradicciones de las opiniones y del testimonio de los sentidos. Eneside: mo conserva estos argumentos; clasifca los diez tropos, pero se dedica principalmente a mostrar dialécticamente {a impotencia de la razén. Prosigue, renovindolo, el mé, todo de los eleatas y se propone poner la razén en todas Partes en contradiccién consigo misma, Puede designarse este periodo con el nombre de escepticismo dialéeticn El tercer periodo presenta atin un carécter completa- mente nuevo y al cual no nos parece que los historiadores hayan atribuido siempre la necesatia importancia, La ce, cucla escéptica, que contintia aprovechandose de los tra. bajos de sus antecesores, recusa el testimonio de los sent. dos, se sirve de la dialéctica, y hasta abusa de ella, para ‘mostrar la impotencia de la razén. Pero, en el fondo, des. Precia Ia dialéctica;? por hibito, por una especie de di. [52] ara darse el placer de mostrar a sus adversa- lee mndtichar su Sarna 7, volver con els ee i stiles; pero sabe lo que hay ats er a cletca: no se engai, El crite pro- Ue Perios escépticos de esta época es que son al n smo Bio edi empticoss conoeen o,misbie, entevén a in; han advertido que, sede cr: en io oa do seri aste es el método que desean substituir ala dialéc- Sa Agu noes ceca se gle; una 9 una ferible a la vat rutin Peal ce han contentado todos hasta entonces: es con Me soe de positivism, Como los primeros escépti SS a ae tare amiento puro y la dialéctica pero no er slo la vit pr an fuera del carkts, la iniferencia del saio lo que descan substituira a clencia: esa experiencia y cia. Este es el periodo del escepticismo ee a Aeris de estos tres parodon, hay gue acer gaca la Academia nueva, La cuestin tan discutida ya por los antiguo, de saber sla doctrina de Ia Academia Se eis hie ie meee ree ada cuando las doctrinas a logis exteriores son suficientes para parents ei hace Ia historia del exceptcsmo sin hablar de I nueva Academia. Esta se coloca naturalmente, por ¢ ail de mero y el segundo perfodo del e las fechas, entre el primero y el segu epticismo. : ; “Pvidinemos, pues, el presente cro en cut brs, euamiaremos sucesvament: ol esceptcimo Peco (én y Timén, lprbabiisme (Acer nueva), el scepticism dito Ene el escepticismo empirico (Sexto Empirico). [53] Notas 1 es TapabiSovra ouviiBcos Tapa tao es Space Tan ET ram cel © Ap. Bus., Prag eu, XIV, xv wes tater te — bam » TI, 236) opone el método de los dialécticos al de lex Spxaiorpos oxen ct fos Bs ov pn 3500 spovous tis iy 345:nabep WBdGou roby hap oy 29.. Aivnouluds wis évatcomnpsiy Capiruto IL Los origenes del antiguo escepticismo De todas las escuelas filoséficas de la Antigiiedad, la escuela pittonica es ciertamente aquella cuyas doctrinas nos son mejor conocidas. Mas favorecido que sus rivales, el estoicismo y el epicureismo, por un libro auténtico, obra de uno de sus principales representantes, Sexto Em- pirico, el pirronismo ha Ilegado hasta nosotros, y ese libro zo es s6lo un resumen o manual, como los Kupiat BO5at de Epicuro. Plat6n mismo y Aristoteles no han tenido la feliz fortuna de dejar tras s{ una exposicién clara, sistemd- tica y completa de su doctrina. Pero si no hay ninguna du- da sobre lo que han pensado los filsofos que dudaban de todo, no ocurre lo mismo con sus personas y sus biogra- fias. Ni sobre Pirrén, ni sobre Enesidemo, ni sobre Sexto Empirico poseemos informes suficientes. fodos estos fild- sofos se han desvanecido en cierto modo detras de su obra: el olvido profundo en que han caido es como el res- cate del renombre que se ha dado a su doctrina. Apenas la fisonomfa de uno de ellos, del que ha dado su nombre ala secta, puede discemnirse mas o menos. Pero los orige- nes, la historia intima de su pensamiento se nos escapan (351 casi enteramente: se les puede alcanzar sélo por conjetu- i. Sin embargo, hay que tratar de indicar, en la medida due lo podamos, las causas de la apaticién del excepticis mo y los vinculos que lo unen a las doctrinas anteriores Entre las causas que provocaron la aparicién del escepticismo hay que sefialar, ciertamente en primer lu- gar, la diversidad y la oposicién de los sistemas en los cus, les se habfan detenido los fildsofos anteriores. Aqui ee ne, cesario defenderse de una especie de ilusién dptica, Nos figuramos ficilmente que, entre tantos sistemas, los de Platén y Aristteles, tan diferentes por ciertos detalles, tan femejantes en el fondo, eran los tinicos con los cuales lar. bo que contar A la distancia en que nos encontramos, va mos esos grandes sistemas elevarse por encima de lex de. mis, mds © menos como a medida que nos alejamos de uns cadena de montafias vemos destacarse con mayor cla. tidad la imponente majestad de las mas altas cimas, No era asf en el tiempo en que surgieron: parecieron tados nis © menos al mismo nivel. Cuando los mas antiguos historiadores, Socién e Hipéboto, intentan clasificarlos, Pombran simulténeamente, en una confusiéa y con ung falta de consideracién que nos ofenden, el megatismo, el cirenaismo, el platonismo, el peripatetismo, el cinisro Didgenes Laercio, en su gran obra, consagia un libro on tero a Platén, pero no hace a Atistételes igual honor, Ci. cern mismo enumera una multitud de sistemas: los de Demécrito, de Empédocles, de Platén, de Atistoteles sin gue parezca hacer entre ellos una diferencia muy profun. da. La diversidad y la oposicion de sistemas eran, pues, en el tiempo de Pirrén, mucho més sorprendentes de lo que hora estamos inclinados a suponer, y se comprende que los espiritusilustrados y abiertos, acosados en todas las de recciones, ensordecicos, como lo ditd Timén, por los ari [56] tos dicordantes de as excels que puta os aden 050 en Ia al ea ag de orden intelectual, hay que nao un gas sin dud Js influencias exteriors y pox tas. La poca en que aarei el esceptiismo ant dear gor sigaé a lr musrte de Alejandro. Loe horabres Sue vivian entonees hablan sido testigos de los aconteci- ajentos més extraordinarios ans propor pas ano nar todas sus ideas. Algunos de ellos, sobre ue, ee eea hans acompafado Aen, no habian i a través de tantos verbs def dientda de costars de rons, de instituciones. Como se ha sefialado a menudo, no bay nad como el contacto con pueblos extranjeros pare ins pir las alias mis vigorosas duds sobre os eens aun sobre las mis invetradas sas como nusstro Des cates, por haber rodado a través del mundo, “se dese bara de muchos enores que pueden ofc vest uz natural y hacernos menos capaces de avenimo: nes! Los vgs son una ecu de scepticism, Pero eran as conqistas de Alejandro, sobre odo la que proporionaban un amplio motivo a ls reflexions de os sof, El imparo del gran rey, qu, a pesar de todas us dbiidades,asombraba todavia os rigos po: su poder ys iqueza se habia desplomao en algunos meses bso los glpes de um joven conquistalor, Cosa mis extraorinaria an para fos epi greos, xo ven conquistaor hab querdo acerseadra yl abla conseguido Se sabe cunt essenciaopusiron los gre 405s flsofos especialmente (aly Aaa le jandro cuando tuvo el capricho us hip de 3s Eso costé la vida a Calistenes. Los sobrevivient Sane resignarse a guardar para si sus reflexiones. Pero habian visto como se hace un dios. 57] tiunfa é {flunfs por todas pares. Después de una tentative desoee as para reconquistar la libertad, Ia pesedg ra Tamla sti ate ime hic puso fin a a mar eprzay dec , hay que obedecer a un Polisy. ‘un Caan, ercont doa un Demetio Poioretes Eee e habia visto ya sucumb ir muchas vec i el derecho justo, pero estaba reservadon cee de Pen ma; in Ti’ molemte triunfo de la fuerea brutal. Demesten pipétides han muertos Ledstenes ha sucumbide, Foote: mei pitta: Peto, después de Demetro de Falero, De rmancila oats instala tciunflmente en Avenes i mplo de Atenea con sus [i 7 | sus libe nombre ¢ introduce abiertamente en Grecia In Wega Se vos y sin eseripulos; por todas partes fa tas Gute el asesinato,crueldadesvergonzosas, descon Gat fasta entonces en el Occidente. Y no es able Croca Aig cl univero entero, entregado alos lugartententes dy Teague da este espectiulo lamentable. ese podido siqui : ¥ sper tempos mejores! Per a acre oma probibia. El porvenic estan sombil dpe: Ges chlo de Atenas esté tan profundamente conor ay ya nada que esperar de él el drbol ests pode \oci- [58] do en su raiz. En ese tiempo, en efecto, los atenienses se eshonraron por indignas adulaciones a Demetrio Polior- etes; cambian Ia ley, cosa inaudita, para permitirle ini- Garse antes de la edad en los misterios de Eleusis; cantan én su honor el Itifalo y le colocan por encima de los dio- ses: “Lo que ordena Demetrio es santo con respecto a los dioses; justo con respecto a los hombres"? Se elevan tem- plos a sus concubinas y a sus favoritas. Las cosas llegan a fal punto, que Demetrio mismo declara que no hay ya en, ‘Atenas una sola alma noble y generosa,? y se ve rehusar el derecho de ciudad en Atenas a filésofos tales como Jend- crates. ‘Los mismos filésofos no estan exentos de reproche. ‘Ademés de que la filosofia ha legado a ser muy a menu- do una especie de diversién accesible aun a los cortesa- nos,’ se ha visto a algunos fildsofos convertirse en tiranos* y sefialarse por sus crueldades. Teofrasto es amigo de De- metrio de Falero, y Arist6n’ se convierte en adulador de Antigono Gonatas. 2Qué de sorprendente si en presencia de tal especté- culo, algunos hayan Ilegado a desesperar de la virtud y de la verdad, a declarar que la justicia es solo una con- vencién? Era necesario una virtud mas que humana pa- ra resistira tales conmociones. Y serd el eterno honor del estoicismo haber dado al mundo el ejemplo de esa vir- tud. Peto nadie debe sorprenderse de que otros, menos enérgicos y menos orgullosos, se hayan desanimado, re- nunciado ala lucha y dicho, como lo hard Bruto més tar- de, que la virtud no es sino un nombre. Habitualmente se representa a los escépticos como habiendo contribuido a producis, por sus sutilezas y sus negaciones, ese debilitamiento de la filosofia y de las cos- tumbres piblicas. De creer a muchos historiadores, ellos, serian los autores de las desgracias de su tiempo. Pero [59] son, més bien, sus victimas. En el momento en que apa- rece el escepticismo Atenas no tiene ninguna virtud que perder, No se trata ya en aquel momento, como en tiem: pos de la sofistica, de zapar sordamente las antiguas creencias: ya estin en ruina. El escéptico, lo mostraremos is lejos, no es en esa época un burlén que sdlo piensa en destruir, en enriquecerse o en asombrar a sus contem- porineos: es un desengaitado que no sabe ya dénde asir- se. Se encuentra més cerca del estoicismo que del epicu- reismo: pot eso vemos que Cicerén nombra siempre a Pi- rr6n con los estoicos. Como los estoicos, en efecto, se aisla del mundo, del cual nada puede esperar: s6lo cuen- ta consigo mismo; remuncia a toda esperanza como a to- da ambicidn. Replegarse sobre s{ mismo, a fin de ofrecer a Ja desgracia el menor asidero posible; vivir con simpli- cidad y modestia, como los humildes, sin pretensién de ninguna clase; desinteresarse del mundo, y tomar su par- te en los males que nadie tiene poder para impedir: ése es el ideal del escéptico. iFilosofia egoista y limitada, sin duda! Habfa cosas mejores que hacer aun en esos tiem- os agitados. Pero, bien pensado, hay que convenir en que, comparados con sus contemporineos, los pirréni- cos deben al menos colocarse entre los mejores. Hay en su actitud cierta dignidad y verdadera fuerza. No poseye- ron virtudes; pero, a lo menos, no tuvieron vicios. Son més 0 menos como aquel personaje moderno a quien se le preguntaba qué habia hecho durante el Terror y que respondié: “He vivido”. Los ejemplos de esta resignacién y de esta renuncia que son los caracteres distintivos del escepticismo primi- tivo los habia encontrado Pirrén en las riberas del Indo: éste es un punto por donde la expedicién de Alejandro gjercié sobre los destinos del escepticismo una influen- cia que creemos capital. Se nos ha testificado expresa- [60] xe que Pinrén conocié a fos gimnosofistas, asetas ivian extras al mundo, indiferents al sufimien- ala muerte, Nadie duda de que ve haya impresiona oy amente ante especticulo tan extraiios ¥ se acuerda 2 Silos cuando, vuelto a su patria, vio a qué miserables nitados habian conducido tantosesferz0s intentados Tort os fil6sofos, tantas, victorias ganadas por el mis glo Pore los conquistadores. La dialéctica le habia ense- voto quizé la vanidad de la ciencia tal como existia en pao mipor aprendid de los gimnosofistas la vanidad de Tide, erey6, con otro sabio del Oriente, que todo es vanidad. ment que vi TL, &Bastan estas influenciasexteriores para xplicar he aparici6n de Ptton, o hay que buscar un vinculo més es trecho entre su doctrna y os fildsofos anteriores? A pri mera vista, podemos inclinarnos a creer que existe un Pa: rentesco intimo entre la sfistcay el excepticismos que, pesar de los esfueraos de Sécratesy de Platina sof no desaparecié jams completamente, no dej6 de vivi relegada al segundo plano; en una palabra, que Pinn es al verdadero continuador de Gorgias y de Protigora, Pe ro ya hemos indicado! ls diferencias profundas que separ ran a los sofistas y los pirrénicos: por una verdadera injus- ticia de la historia se ha perseguido durante mucho tiem Po con las mismas burlasy las mismas invectivas a esas dos sects filosbficas. Pirén, se ver ms lejos, ea el ene migo declarado de los sofistas, y todo lo que sabemos de su cardctery de su vida confirma sobse este punto ese fet timonio formal de aquel que lo conocié mejor: su disct ulo Timén. in os sofstas amaban los honores -y el dinero: levaban una existencia brillante, y puede decirse, por lo menos de algunos de ellos, que su escepticismo animaba su con- [61] ciencia y los aligeraba de cierto ntimero de escrtipulos, sr6n, por lo contrario, permanecié pobre: no sacé patti. do de su duda; su vida es simple, austera, irreprochabl tiene toda la seriedad y la gravedad que faltaron a los sofistas, Ademas, la sofistica es ante todo una doctrina de ac. cién. Si declara imposible la ciencia, cultiva con una con. fianza a menudo excesiva todas las ciencias o, més bien, todas las artes: pertenece a Ia juventud del genio gricgo. Pirrén es ante todo indiferente o apitico; no toma interés en nada; se deja vivir. Es ésta una doctrina de viejo. En fin, los sofistas son una casta esencialmente dispu- tadora: sobresalen todos en la dialéctica. Pirrén renuncia a todas las discusiones, que encuentra igualmente vanas Si puede decirse que hay escepticismo en la sofistica, no hay nada de la sofistica en el escepticismo, por lo menos en el de Pitrén: es lo que se verd més claramente en el de- sarrollo de este estudio. A falta de la sofistica, ées con otra escuela con quien hay que relacionar el pirronismo? Logicamente, puede encontrarse un vinculo entre él y todas las escuelas anteriores. En efecto, es cosa digna de advertencia que casi todas, por caminos diferentes, van a dar al escepticismo: el eleatismo, sin hablar de Gorgias, por Eubdlides, Diodoro y los eristicos; el heraclitismo, por Cratilo y Protégoras; el cirenaismo, desde la época de Aristipo; el cinismo, en vida de Antistenes; el platonismo mismo, por la Academia nueva. Histéricamente, hay un doble vinculo de filiacién di- recta entre Pinrdn y la escuela de Mégara, por una parte, y la escuela de Deméctito, por la otra. Nacido en Elis, Pi- rr6n conocié ciertamente la dialéctica de la escuela de Elis-Eretria, que continuaba la de Mégara. Se cuenta en= tue sus maestros a Brisén, que fue quiz discipulo de Eu- [82] mpre_ ae des, Sin embargo, si esta escuela pudo ejercer alguna in- clides. Mvsobre los origenes del pirronismo, no creemos fluc te deriva directamente de aquélla. Sin hablar de las que ntades que presenta la cuestion de saber quién ha si- es Brison," maestro de Pirrén, se vera mas tarde que = én fue el enemigo de los sofistas mas bien que su imi- Pion qimon tiene a menudo palabras duras para los me- ae gu doctrina fue una reaccién contra el abuso del Barmmamiento, y si se sirvid de la dialéctica, es probable- it alos dialécticos. ee eae y la filosofia de Demécrito, los yinculos son mucho més estrechos." Es cierto que _ habia Ido a Demeéerito y que conserv siempre por ese filésofo una predileccién muy viva. Timén no hal a Demécrito sino con elogios. Ademés, Pirrén fue amig« i compaiiero de Anaxarco, que se incluye a veces ent los Sekpuicos y Anararco er dtipul de Mettodoro de Quio, discipuilo de Demécrito, y que decta! pode: mos saver nada, ni sguiera si sabemos algo o nada”. Por fin, Didgenes Laercio, que probablemente = = opinién del alejandrino Socién,* incluye a Pirrén a : los filésofos de la escuela itdlica, y le coloca a continua- cién de Anaxarco, de Protigos, fe Demécio a quien ién con la escuela de Elea. ron ee cos tanto ands inlinado a hacer desivar el pitonismo de Demet, cuanto que Deméerito mismo cmpleé a menudo formulas eacépticas. Pro hemes visto ini ribo que hay que pensar dl supuesto excep cismo de Demécrito. Es posible que a Pirrén Ie ayan impresionado especialmente los argumentos con los cua- les Demécrito recusaba el testimonio de los sentido: Ke To como ya se encontraban ideas andlogas en mucl = otros fildsofos, no hay en eso razon suficiente para afir- mar un vinculd de parentesco més estrecho entre el pirro- [63] nismo y Ia escuela de Demécrito. Todos los fildsofos de esta escuela han podido expresar dudas, como Metrodo. 10, y gastar humoradas escépticas: no se est por eso en el derecho de incluirlos ni entre los escépticos ni entre log antepasados del escepticismo, De otro modo, habria que hacer otro tanto con Sécrates, que dijo mas © menos las mismas cosas, En cuanto al testimonio de Socién, la clasificacién ex- trafia en que se complacia este historiador quita toda au toridad a sus palabras: no hemos de tenerlas en cuenta, En fin, las relaciones de Pierdn con Anaxarco no im- plican en modo alguno que el segundo haya compartido las ideas del primero. Entre el austero Pirrén y aquel que fue uno de los més viles aduladores de Alejandro hay di ferencias de cardcter bastante notables para que se esté au- torizado a pensar que no habia entre ellos una comunién de ideas muy intima. Hay un tema, sin embargo, en el cual Demécrito y Pirron se tocan més de cerca: es la moral. Vemos, en efecto, que para Demécrito el bien supremo es el buen humor (ei6ujtia), Ia ausencia de temor (48aupia), La tranquilidad, la ataraxia."* Pirrén dird mas 0 menos la misma cosa. Es posible que los libros de Demécrito que lefa con més agrado fuesen tratados como el Tep sOunins” o el Tepi toxns'* Sin embargo, no parece que Demécrito haya erigido la adiaforia y la apatfa? en sistema, y no se encuentra en Pirrén nada andlogo a la teorfa de Demécrito sobre el placer y él dolor considera dos como criterio de lo titil y de lo nocivo En fin, si existen semejanzas entre los dos filésofos, hay que recor- dar que la ética de Demécrito se enlaza bastante mal con el resto de su sistema.?! Podrian encontrarse también analogias muy sorpren- dentes entre Pirrén y Sécrates. Es cierto que los pitréni- [64] hacian pasar por socraticos.2 Y veremos que 5 cos $e no Sécrates, se propuso ante todo encontrar ¢ 6 ia dicha, Como él, renuncia a la ciencia tebr- secteto (gir todas sus preocupaciones hacia la vida pric- Cane al, también, predica con el ejemplo y produ- ca. Como 1 c0 ; a ia jimpresion sobre sus discipulos por su conduct ee or aus dscursos, Pero aqui todavia ls diferencias ex que a as, Socrates cree siempre en cn or fda la invesigacion del saan bien, sila confunde con la moral, por lo menos oraespern de aleanzar una verdad nivel y absolute $6 nd dor y de confianza; Pirsér Se Ae resort Lacata eX UDA pe Ge de rutina, fundada en la costumbre y la wadicion, don de eneventa I dca, Bsn avo quiz vides pessons les ue permite compart con Seats; pero ett fuerza de alma tl como la concibe Socrates y I nde sia ini, hay un ampli interval en lead jaton y la del gr : see vamca aue separa una fe eslarecia y valerosa jrismo vulgar, : ; Soo een Is Elosofia de Finén no dea vende ramente de ninguna filosfia anterior: es uma dosing of gin. La educacon de Pirén, sus vies, sobre todo sus telaciones en Asia con los gmosoftas Hb prepa rado ano interesare en nada. El especticulo de di coris dels soos y les acontecimientos plicos de que fue testigo acabaron por apartar ren Entonces pudo coincidir en algunos puntos coi decesoress es exto una simple coincidencia, Su doctinas un primer comienzo: trae una idea nueva, una neta de resolver los problemas filos6ficos. (651 5 Roeper, Piolens, Lari, Bourdeaux, Counc se omnes fere Socraticos dicebant Captruto IIT Pirrén Los escépticos antiguos reconocfan expresamente @ Pitrén por su maestro, y st doctrina ha conservado en- tre los modernos el nombre de pirronismo, Parece que los esctitores escépticos hayan adoptado como deber 0 co- mo habito inscribir su nombre en el titulo de sus obras. Enesidemo intitula una de sus obras Tuppcsverot Réyor, y cuatro siglos después de la muerte de Pirrén, Sexto Empirico da atin a unos de sus libros el nombre de Hipétesis pirrénicas. in embargo, Pirrdn es uno de los fildsofos menos co- nocidos de la Antigiiedad. Tenemos pocos informes sobre yy todavia estos informes no concuerdan muy tre si. Hay, a decir verdad, dos zal dela t escéptica representada por Aristocles, Sexto Empitico y Didgenes; el de la tradicién académica conservada por Ci- cerén. Después de resumir los principales hechos de su biografla, examinaremos estas dos tradiciones ¢ intentare- mos, conciliéndolas, determinar el verdadero caricter de Pinrén y el alcance de su doctrina. (671 I. Pirrén, hijo de Pleistarcot o, segtin Pausanias,? de Pistécrates, nacié en Elis’ hacia 365 a. de J. C. Era pobre ¥ comenz6 por cultivar sin gran éxito la pintura; se con- servaban atin en su ciudad natal, en tiempos de Pausa nias, lampadéforos bastante mediocremente ejecutados, que eran obra suya. Sus maestros en filosoffa freron Bri. s6n,* discfpulo de Sécrates, 0, como parece mas proba- ble, de Euclides de Mégara, después Anaxatco,? a quien siguid por todas partes en la campaiia de Asia. Verosimil- mente, el primero le ensefié la dialéctica sutil que reci- bié tanto honor en la escuela de Mégara y que fire a ter- minar naturalmente en una especie de escepticismo sofistica. El otro le inicié en la doctrina de Demécrito, por la cual conservé siempre una predileccién muy viva Y que parece haber ejercido sobre su pensamiento una gran influencia.§ En compaiia de Anaxarco, Pirrdn siguié a Alejandro en el Asia. Compuso una pieza en verso dedicada al con- guistador y le valié un presente de diez mil piezas de or0,? Conocié a los gimnosofistas, magos indos, y probable- mente a Calano,' que acompafié durante algiin tiempo a Alejandro y dio a los griegos asombrados el espectaculo de una muerte voluntaria tan orgullosamente y tan vale- rosamente soportada. Puede creerse que estos aconteci- mientos hicieron sobre el espfritu de Pitrén una profun- da impresion y determinaron, a lo menos en parte, el cur 50 que sus ideas debfan tomar més tarde. Después de la muerte de Alejandro, Pitrén volvié a su Patria; ahi llevé una vida simple y regular, rodeado de la estimacién y de la consideracién de sus conciudadanos, que le nombraron gran sacerdote y, después de su muer- te, le elevaron una estatua que se vefa atin en la época de Pausanias.? Murié hacia 275. Salvo la poesia dedicada a Alejandro, Pirrén no escti- [68] bié nada; su doctrina la conocieron los antiguos i Por ¢l testimonio de sus discipulos y particularmente de Ti- me ibgenes, del nal tommamos la mayor parte del sn sen que va. seguir no hace ninguna distincion entre Pi rn6n y TimOn. Segin su costumbre, es la doctrina genera de los pirrénicos la que expone bajo el nombre de Bins, sn distinguir lo que petenece al maestro de lo que los diselpulos pusierony agregaron en ela. Sueede lo mismo con Aristocles en el fragmento que nos ha conservado Eu- sebio.! Ul, Atistocles resumia en estos términos la doctrina de Pra: “Pirn de Bis no ha djado ning escrito, pe- 19 su discipulo Timen dice que aque que quire sr feliz debe considerar estos tres puntos: primero, équé son las cosas en s{ mismas?; después, den qué disposiciones debe- mos estar frente a ellas?; en fin, équé resultard para noso- tros de estas disposiciones? Las cosas no tienen diferen- cias entre si y son igualmente inciertas e indiscernibles. Por esto nuestras sensaciones y nuestros juicios no nos en- sefian lo verdadero ni lo falso. Por consiguiente, no debe- mos fiarnos ni de nuestros sentidos ni de la razén, sino permanecer sin opinién, sin inclinarnos ni de un lado ni del otro, impasibles. Sea cual fuere la cosa de que se tra- te, diremos que no es necesario afirmarla mis bien que negarla, o bien que hay que afirmarla y negarla a la vez, © bien que no hay que afirmarla ni negarla. Si nos encon- tranos en estas disposiciones, dice Timén, alcanzaremos primero la afasia, después la ataraxia’ Dudar de todo y ser indiferente a todo: he aqui todo el escepticismo, en la época de Pirrén como més tarde. Epoké, o suspension dal juicio, y adiaforia, 0 indiferencia completa: ésas son las dos palabras que toda la escuela repetira; eso lo que reem- [69] plaza a la ciencia y a la moral. Examinemos més de cere estos dos puntos, Pirrén no inventé la duda, pues hemos visto, mucho antes que él, a Anaxarco y a varios megéricos considerap imposible o incierta la ciencia. Pero Pirtén parece ser el primero que haya recomendado atenerse a la duda si ninguna mezcla de afirmacién, a la duda sistemdtica, si eg posible unir estas dos palabras. Es él quien, segin el testi- monio de Ascanio,"? encontré la formula escéptica: sus pender su juicio. Aristételes no emplea en ninguna parte la palabra enroxs}, La razén que él daba es que siempre pueden invocar- se razones de fuerza tanto en pro como en contra de ca- a opinién (GvToyic, icooBévaia). Lo mejor es, pues, no tomar partido, confesar que no se sabe (axar. Anyiar),}*—no inclinarse de ningtin lado (4ppayia), —no decir nada (&gaoia) ~, permanecer en suspenso (éréxetv Thy ouyKaréGeow), De ahi también diversas fSrmulas!s que tienen la misma significacién: yo no defino nada (0UBEv Spico); mada es inteligible (katadnwrdv): i sé ni no (OBtv UGAAov), Pero estas formulas son todavia de- masiado afirmativas; es necesario entender que al decit gue no afirma nada, el escéptico no afirma ni siquiera eso. Las palabras" “no mds esto que aquello” no tienen, en su lenguaje, ni un sentido afirmativo y que seftale la igual dad, como cuando se dice: el pirata mo es mds malo que el mentiroso; ni un sentido comparativo, como cuando se dice: la mie! no es més dulce que la uva; sino un sentido negativo, como cuando se dice: Escila no tiene mds existen- cia que la quimera. Algunos!” han reemplazado la férmu- la oBtv UGAAov por a interrogacién Ti UeAAov. En otros términos, en todas estas frmulas, la afirmacién es s6lo aparente; se destrufa a si misma, como el fitego se apaga con la lefia que ha consumido; como un purgante, (70) é rece sin. as de haber limpiado el extémago, desapar despues 7 elas." . i deja oe ptico vuelve con insistencia sobre este pnt 2 eee econ de ue se sve no teen de dog tots ies la apariencia, Designan, no una co mn simple estado del persona que als na sine SE aces de ser!? que no implica = met i = ra i a persona e independient a ad exterior a esa Pi re de ells relia tole fendneno, como diramos hoy, pur sun i é nt le zeté- ae discipalos de Pirrn se daban dl nom ee th |, de escé 5 , jempre la verdad; i ‘> porgue buscan siempre 1 i de, xis pore indagan siempre sin jamds encontrar: de gens pore suspenden su juicio; de apordicos, poraue sn: eeeutran siempre inciertos, ya que no han en F as se Ff nae seitalar que la duda escéptica no se refiere eviden- las apariencias 0 San Rpeeeatsae Ea sino unicamente a las u = (Bando), Ningtin escéptico duda de su propio Pe reno ye excétco econoce ue ede da, ave Pe gee we Pont Pascale Dero el objeto, és blanco, que la miel le parez« Ic an blanco? q miel, ées dulce? He aqui Jo ne = oir ' ra todo lo que no aparece a los sexo oa sg, eto 0 mez el quem Un tuema, pero ignora siesta lez el Un Hombre en movimiento aes el escepti 0 a mite, {Cémo sucede esto? No lo sabe. Si se hee cuadso presenta relieves, se expres la apavincis te OF ceque no tiene reve, nose atlene a8 aparinc: se bres ors cosa, Por consiguient, no hay que decir que et excéptico duda de todo en general no dud de los fend menos, sino solamente de las realidades en (71) tintas de las apariencias. Si se retiene bien este punto, s 14 Facil responder a todos los sofismas ditigidos contra e] escepticismo.3 No hay duda, como se ve, de que Pirrén no haya hes cho una distincién entre el fendmeno y la cosa, 0, como’ decimos, entre lo subjetivo y lo objetivo. De ahi este ver. so de Timén: La apariencia es reina en todas partes donde sp presenta. “Pirrén, dice Enesidemo,5 no afirmaba nadg dogméticamente, a causa de la equivalencia de las razones contrarias; seguia las apariencias (rois paivoutvors).” cEs necesario atribuir a Pirrén los diez tropos (tpéro1) o razones de duda (Ilamadas también tomo. 0 Aéyo), que tenian en las argumentaciones escépticas un lugar tan grande? Es probable que Pirtén, al mismo tiem. Po que oponta las razones contrarias y de igual fuerza, ha. ya sefialado algunas de las contradicciones de los senti- dos. Waddington**ha destacado ingeniosamente de los re- stimenes de Didgenes y de Sexto un rasgo que parece per tenecerle, y que es como un recuerdo de sus viajes: De- mofon, maestresala de Alejandro, sentia calor a la sombra y frio al sol.” Pero la cuestion es saber si estos diez tropos, bajo la forma y en el orden en que nos han llegado, eran ya argumentos familiares a Pirrén. No lo creemos. Los diez tropos son formalmente atribuidos a Enesidemo por Didgenes, por Aristocles, por Sexto;” ningiin texto Permite ponerlos en la cuenta de Pitrén. Concedamos, si se desea, que Enesidemo no ha hecho sino poner en or den argumentos conocidos antes de él, y se ha limitado a darles una forma més precisa; pero parece imposible ir mids lejos. éCudl fue la enseiianza moral de Pirrén? Sobre este Punto todavia poseemos pacos documentos. “El sostenia, dice Didgenes,* que nada es honesto ni vergonzoso, jus, ‘0 ni injusto, y de igual modo para todo el resto; que na- (72) sino que en todas las co- exnte realmente y en verdad sino queen ods as o- da tbs hombres se gobiemnan segin la ley yla.co 5 sas gna cosa no es mas bien esto que aquello”. i uera de esta formula completamente negativa, sabe solamente que Piaén considera la fsa y I tr viey, segin una expresi6n que parece haberle sido més a la adiaforiay la apatia, como cl viltimo término al tual deben tender todos nuestros esfuerzos. No tenet op Gién ni sobre el bien ni sobre el mal: ése es el mei io de tyitar todas las causas de inquietud, La mayor parte dels seces, los hombres se hacen desgraciados por su culpa; Jaffen porque estin privados de lo que ereen que es un bien, o porta, poseyéndolo, temen perdero, 0 porque cr un mal, Suprimid toda c! suffen lo que creen que ¢s - tia de este género, y todos los males desaparecen. La du da es el verdadero bien. d Pin zee aga haber profsado una doctina que é su discipulo inmediato, los escépticos ulteriores, y aun o, Timén, encontraron excesiva, y que ellos susviznron: El ie de Fin ca indiferenci sect a compet i 1a, el sabio, por lo menos apatia; sea lo que sucediera, el sabio, ve ha conseguilo, cosa dif, despojarse del hombre, no se deja conmover. Esta es una doctrina andloga ala de ris tees yaa de os extoicos. Pore contaro,vemov® que Tims y Enesdemo se contentan con la attain; prom- te intoduce um distinc, los males ae depen ion* i ,AgTOIs), es neces den de la opinién’* (bv Tois Bofag aro Permanecerimperturbable en Tos que no pueden evita se @v Tois kaTvayKacHévois), es necesario, por un es- fuerzo de voluntad y por la duda, disminuir el suftimien to sin que pueda conseguirse que desaparezcan (uetpr- owé8aa). i ' Brdcicamente el sbio debe vivir como fodo el mun a ihelis do, conformandose a las leyes, a las costumbres, pues (73) gin de su pais.” Atenerse al senti lo comin y obrar co, al sentid i ‘mo los demas: he aqui la regla que después de Pinnén, hi hay principales preocupaciones era, car con el sentido comtin, tumbre”, decia ya Timén.? do del todo: éel sentido cc se a las apariencias? __ Tal fue la ensefianza de Pirré céptica. Es necesario ahora dirigi s era, por el contratio, no cho. : ‘Nosotros ‘no salimos de la cos- Quizé no se habjan equivoca: -omiin hace otra cosa que atener. mn segiin la tradicién es- imos hacia otro lado. IIL Si s6lo conociéramos a Pi cond ; ‘amos a Pittén por los pasajes bas- {Gate umerosos en que Cicer habla de nies 7 Cheeses damés que fae un escéptico. Ni una vez hace rents usin. la dua piménica. Ain mis, es express cand a eeetls9 2 ain atibuye la docuina sein la Fale de eee feet ninguna opinign; y euanda Sin embargo, no lea faltado ocantonde Roba deeee ticismo pimrénico, Hay i fon pint yen los Académicos dos pasajes® en placencia a todos

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