Inevitable hermano
ala memoria del senior Eugéne Delacroix que
un dia dei
‘a de i853 encontré dos bellas plummas
de haicén en el camino de
los alerces.
De ninguna manera, de ninguna manera, no
para alla, Se mueve obediente de su cuerpo se muc-
ve, para donde brilla algo o para donde lo obliga la
voz con la que se habla, Se habla, asi mismo se habla.
No sabe lo que se dice pero se habla. Por ejemplo
aaaah, por ejemplo eech pendejo, por ejemplo esas
cosas que le salen de la garganta cuando abrelaboca
que se rie o cuando escupe o no ovayaa saber pero
no se crea que nada es lo que sabe. Sabe, sabe un
monton de cosas que los demas no saben, como olo-
res o caminos y No se vaya uno a pensar que es facil,
no, porque la ciudad, eso en donde vive que no es
en realidad la ciudad sino una parte de eso, la ciu-
dad, eso, es extensa y dificil y sobre todo es dura.
No dura de alma, dura, simplemente dura, que no
absorbe, que si se cae golpea, todo es duro y sirve
para golpear y para ser sorda como el agua, Aaaah,
como cuando lo dice, que es poco lo que dice.
También lo que se oye. Lo que se oye es mucho
y es duro, las palabras, eso que le dicen y que a veces
no le dicen pero oye. Oyé alguna vez lo de las plu-
mas de halcén que fue lo que quedé ahi adentro
inamovible y que a veces sucle oir otra vez como74 La camara oscura
sila voz estuviera a su lado que no puede ser por-
que se mueve, Va, siempre va. En eso no s¢ habla,
en eso de las plumas de halcon y tampoco le habla-
bana él pero sabe, vaya si no sabe, claro que sabe
porque plumas, eso es muy claro y se tocan. No se
sienten porque los dedos, vea lo que son esos dedos
que ni de él parecen de rapidos que son, con esos
dedos nise siente lo que se toca y ademas las plu-
mas son siempre blandas que filo parece que tie-
nen pero no, es enganhoso eso, enganioso, un enga-
fo es como cuando le dicen y no es cierto. Parecen
duras, puntas, canuto, peine, gilete, navaja, vidrio
y sin embargo no. Eso es todo porque haleén no
sabe lo que es:
__Encontré dos bellas plumas de halcon —dijo
alguien y él las guard, arriba, entre que termina la
chapa de la pared y empieza la chapa del techo que
es también adentro muy adentro de él mismo pero
tampoco es cierto porque no las tiene, hace como
que las tiene precisamente porque no sabe lo que
es halcén. Las guarda, esta seguro de eso porque
mira para arriba y se dice que guarda las dos bellas
plumas de halcon en el mismo jugar en el que se ve
algo que posiblemente sea la luz aunque quién sabe
porque nadie sabe y él menos que nadie porque
jams pregunta. Los giles preguntan, andan pre-
guntanda, ésos, los giles pero él nunca. Halcén
podria ser digamos como un hombre muy grande,
gigante dicen, con plumas en las manos, no en vez
de dedos sino por encima, dedos y toda, y ufas y
ademas plumas, entonces algunas se pierden por-
Angélica Gorodischer 75
que se mueve o porque viene tormenta y alguien va
y dice que encontré dos, nada mas que dos.
—Encontré dos bellas plumas de halen mien-
tras se mueve para alla mas que rapido se mueve
porque no le gusta que lo sigan y a veces lo siguen
pero nunca sabe de seguro si es a él o si buscan las
plumas o alguna otra cosa que tenga guardada en
algiin lugar que hasta él desconoce.
—Tiene que venir —decia toda rubia— porque
es un desperdicio que no nos podemos permitir,
solamente que venga y nos vamos a ocupar de que
despierte esa inteligencia dormida.
Lode dormida esta muy bien y si él duerme nadie
jo sigue pero por suerte nunca fue y eso que lo ras-
trearon, no me digan que no, inevitable hermano
de lo que mejor no buscar porque no esta, nunca va
aestar, siempre va a estar en otra parte, huyendo
propiamente, volando.con plumas de halcon. gQueée?
¢Acaso no vuelan? Todo lo que tiene alas vuela, has-
ta los gigantes, los halcones con plumas en las
manos como filos blandos. A él lo que mas le gusta
es correr. También cuando puede, comer.
Su vida es eso, palabras. Palabras que flotan
como las plumas sean de lo que sean y que se le
entran, se le entran aunque él no quiera que si quie-
re en el cuerpo por todas partes. ¢Los oidos? Las
oye, claro que si pero se le van entrando sin que él
Jo sepa aunque lo siente pero saber, eso que se Ma-
ma saber, no conoce. Se le entran que es como si se
le pegaran babosas en los brazos, sopapas aunque
esa palabra él no la tiene, sanguijuelas que se fun-76 La camara oscura
den, eléctricas, como la luz que es eléctrica dicen,
por su sangre, se funden con él todo sin que él sepa
y sigue caminando paraalla para donde va su cuer-
po joven, como de perfil, aunado, todo uno con las
palabras y la ciudad dura en la que vive.
La ciudad lo castiga, lo golpea; alza una de sus
paredes como manos en las que viven personas y
con ella le pega, sin plumas, y le pega sdlo por eso,
porque es dura y él no tiene nada para defenderse.
Qué hace falta para defenderse de la ciudad? No
plumas ni palabras o por lo menos no solamente
eso, hacen falta otras cosas que é] nunca ha visto asi
como no ha visto alos gigantes nia los halcones ni
los ojos esos celestes, cinteligencia dormida? nia
Jas personas que viven detras de las paredes duras
pero si los huecos y no solo los huecos sino tam-
bién lo que los sefiala, eso que es redondo y gracias
alo cual él sabe que detras puede meterse, chiqui-
to, doblado, acongojado sin saberlo y sonando que
encuentra dos bellas plumas de halcén tiradas en el
camino de los alerces.
Peroa las palabras, aeso, a ésas las puede hablar,
hablar para si nada mas porque se le han pegado
como en un encuentro y después lo han recorrido
en lasangre y en elaliento y se han aduefiado de él.
Mejordicho, él se ha aduefiado de ellas, le pertene-
cen para siempre, son suyas y puede, halcon entre
los halcones, decirselas a si mismo para parar las
manos de la ciudad.
Digo todo esto porque su vida, que ahora ha ter-
minado, podria haberse medido con la cifra per-
Angélica Goredischer 7
fecta de las palabras aunque él no hubiera sabido
nunca nada de significados ni de cadencias. Sabia,
si, que si sonaban las aes no de aaah sino de jla-ca-
na! tenia que esconderse. Sabia que si lo Ilamaban
sonriendo tenia que huir. Sabia adénde alimentar-
se yadonde descargarse. Sabia como caminar, camo
meter la cabeza entre los hombros, como y hacia
dénde mirar. Sabia cosas que nadie antes que él ha
sabido y cosas que nadie después de él sabra. Como
viajan las palabras por la sangre, por ejemplo, como
se peganen el pellejo de los pulmones y se colorean
cuando él respira. Como anidan en los sabacos y
laten desesperadas porque quieren salir y él no las
deja, gpor qué las vaa dejar si le pertenecen? Como
le bajan por la cintura por las rodillas hasta las plan-
tas de los pies y van dejando la huella en los ado-
quines pero nadie las ve y él rampoco pero sabe.
Sabia como suenan y suben silbando por la gatganta
y parecen escaparse por la nariz pero signensiguen
siguen y golpean alld arriba contra los biombos del
crineo haciendo ruido, mucho ruido, muchisimo
ruido. Sabla cémo rodearse de sus palabras y saltar,
no diremos bailar pero si saltar, de noche cuando
suena alguna miisica.
Alléenla noche final, herido y acongojado pero
esta vez sabiéndolo de seguro, se metid enel hue-
co bajo la escalera del Donia Cata'sy esperd. Allien
esa noche se repitié a si mismo todas las palabras
que habia acumulado, las dificiles, las faciles, las
carnosas y las duras como los huesos de la ciudad,
las que tenian ojos colorados como las ojos de las78 La camara oseura
lauchas, las que salian solamente a las horas de la
siesta, las que pronunciaban los halcones en sus
casas de gigantes, las que podia esconder bajo las
nalgas cuando se metia en alguno de los huecos que
conocia, las finales, las que brillaban, las que le su-
bian negras y voraces como hormigas por la piel
hasta los ojos y lo enceguecian, noche sobre otra
noche.
Hace mucho, un dia del afio 1853, un pintor fran-
cés encontré en un camino dos bellas plumas de
halcén y no pudo dejar de anotar el suceso en su
diario. Admiraba a Rubens, eraamigo de Chopin y
de Géricault, y pintaba escenas de batallas y oda-
liscas y soldados turcos y feroces leones en hucha.
Que yo sepa, nunca pinté halcones pero como tam-
bién anoté en ese mismo diario que su imaginacién
nunca dejaba de viajar, es posible que alla donde el
aire colorea las palabras que duermen en el arbol de
la respiracién, haya visto las casas de los gigantesy
hayan estallado en él los colores de todas las plu-
mas del mundo.