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La Ilegada del juego de ajedrez aOccidente Historia de una aculturaci6n dificil Eltexto occidental més antiguo que menciona el juego de ajedrez es cata- liny data de comienzos del siglo x1: en un acta de 1008, el conde de Urge, Armengol , lega las piezas del juego que posee a la “iglesia de Saint-Gilles”! Algunas décadas después, en 1061, el gran tedlogo Pedro Damiin, enton- ces cardenal de Ostia, denuncia ante el papa al obispo de Florencia, al que habria visto jugando al ajedrez. De ese modo, inaugura la larga sucesién de diatribas a través de las cuales la Iglesia conden6 ese juego casi hasta fines de la Edad Media. Fue en vano. A partir de la segunda mitad del siglo x1, se multiplican los testimonios textuales, arqueolégicos icono- srificos que destacan la manera en que, pese a la hostilidad de la Iglesia, el juego se difunde rapidamente. Los principes y los prelados ya no son los tinicos que se dedican a él: a partir de entonces también se lo juega en toda la clase noble y en todos los paises de la Cristiandad romana, de Sici- liaa Islandia, de Portugal a Polonia. UN JUEGO VENIDO DE ORIENTE de ajedrez a los Fueron los musulmanes quienes transmitieron el juego talvez : aaa Occidentales. La penetracién se produjo por una doble vias Prt Murray, A history jos por H.J.R ‘games 1 Sobre esta datacion, véanse los documentos citade of a. Of chess, Oxford, 1913, pp. 405-407 por R. Eales, Chess biter t Londres, 1985, pp. 42-43, Estos dos libros ~el segundo 6S 82% can actualizacién del primero constituyen las mejores histo Jamas escritas, 2TLJ.R. Murrray, op. city pp. 408-415. de ajedrez Lovaiicauy CON C 298 | UNA HISTORIA SIMBOLICA DE LA EDAD MEDIA OCCIDENTAL desde mediados del siglo x, por una via mediterranea: Espafia (y por eso era menciOn aparece en. un texto catalin), Sicilia, sur de décadas mas tarde, a comienzos del siglo xt, por una via septentrional: los escandinavos, que comercian en el imperio bizan- tino, en Ucrania y en las orillas del mar Negro, Hevan hacia el norte el uso de ese juego practicado desde hacia casi tres siglos en las tierras del Islam. Los hallazgos arqueol6gicos atestiguan ese dobleitinerario y la progresiva occidentalizacién de las piezas y el juego. rientales son mas dificiles de desentrafar. es que su pri Italia luego, algunas Los origenes propiamente 0} Si bien es cierto que el juego nacié en la India, que de la India pas6 a Irén y que luego de alli se difundié en la totalidad det mundo musulmén (los 4rabes conquistan Irdn a partir del afio 651), no es facil determinar hacia qué época realmente se instauré un juego mas proximo de nuestro juego de ajedrez actual que de los numerosos y lejanos juegos “de damero” que Jas sociedades antiguas, tanto en Asia como en Europa, ya conocian. Hasta el siglo xvi, momento en que el juego se estabiliza en Europa en susaspec- tos y reglas “modernos’, las mutaciones fueron muchas y a veces profun- das. En la actualidad, se est de acuerdo en que fue en el momento en que pasé de la India septentrional a Persia, a comienzos del siglo v1 de nues- tra era, cuando el juego adquiri6 una estructura bastante similar a la que mantuvo a continuacién para calificarlo de “juego de ajedre2”. Mas que la India —cuna innegable del juego-, sin duda Iran y la cultura persa consti- tuyeron su laboratorio decisivo. Un juego similar de origen indio-el cha- turangao juego de los cuatro reyes-;> transmitido a China sin transitar por Ja cultura persa, dio origen en Asia oriental, en efecto, a varios juegos muy diferentes de nuestro juego de ajedrez. En la Edad Media, en Occidente, no se conocen esas transformaciones ni esas peregrinaciones. Sin embargo, los autores que hablan del juego de ajedrez saben que viene de Oriente, No sélo lo saben, sino que sobre todo lo creen, cosa que para ellos es casi més importante: un juego tan rico en simbolos no puede venir sino de Oriente, tierra de los signos ¥ de los suefios y fuente inagotable de todas las “maravillas”. Por eso mismo los origenes del juego suscitan innumerables relatos legendarios. Para muchos autores medievales, sus origenes se pierden en tiempos remotos. Algunos, no obstante, observan con pertinencia que la Biblia no habla del juego de ajedrez (sin embargo, qué gran jugador de ajedrez habria sido el rey Salomén, nos dice, muy a su pesar, un autor anénimo del si- : ee reyes y el paso de ese juego de la India a Persia, véase f OP. cit, n. 6, Pp. 47-77. Lovaireauy con C TAIUIOADA DLL MILGD BE ANDRE A OCCBFHEE | 299) jean tty por ota le uscan on faventoren el mundo prego payne, seks Alena. sos personas te por diverse nots han ech para os hombres de Ii Hadad Media, son tos ¢ sen Per dleben compartirese papel con un tercer héroe prego, en este vase mi errero de bt Mada, primo ir rey Menelto, quien, entre los nies de Troya, mientias el sitio se eter ados con mayor fre went Palamedes. Se trata de tn oldgic thay los griegos se aburrian, habria inventado el ajedrez para enteete 0 netlo friggos atribuian a Palamedes, gran rival de Ulises, aumerosos inventos: 2 leyenda no es del todo medieval, Ya en la Antigiedad, los his letras del allabeto, el calendaio, ef eileulo de los eclipses, ef uso de la noneda ef juego de aladlos y, sobre todo, el juego de damas. 1a Faladl Media prefirid este tiltimo al ajedrez.' Pero también desdoblé y cred al luo del héroe griego, a un caballero vo Pakamedes del eunealacorte al personaje de Pakamedes dela Mesa Redonda que Itevaba el mismo nombre. Fse nu ocupa un lugar importante en los textos literarios en pros hijo del"sultin de Babilonia’ se convierte al cristianismo y del rey Arturo; alli, hace traer el juego de ajedrer de Ori ihiselo a sus compaiieros de kt Mesa Redonda a punto de partir a la con- qquista lel Grial, Hlacia 1230, pues, ya se considera al juego de ajedrez.como unyerdadero recorriclo iniciitico. De alli en mvs, nuestro Pakamedes artii- ricose vuelve su ver cl amigo y et rival desdichado de'‘Tristin, héroe pre~ ferido del puiblico aristocrético: él también ama a la bella [sotda la Rubia, | pero no es correspondido, El amor desdichado, no concretado, es uno de los valores fuertes de la cultura cortés. Es posible que ese amor haya valido a Palamedes una reputacién tan grande como la que habia obtenido Por la invencién del ajedrez. No abstante, para conservarle el mérito de haber presentado ese juego extraordinario a la sociedad cabatleresca, la imaginacién medieval le dio un escudo de armas que conserva visual- Mente el recuerdo: jaquelado de plata y sable, es decir, un escudo cuyo ae ¢sté compuesto por cuiadros alternados blancos y Negros. Esos a armas en forma de damero aparecen por primera vez en los albo ee 1230 y estén presentes en rmuchas miniaturas que represen ‘Palamedes hasta fines de la Edad Media.* Asimismo, algunos grandes te a fin de ense- 1175 fol. (seleccién de partes y problemas de aed, tl vee de. origen pic : ' . 5 oe aati cla a un tal Nicholes, copiada e iluminada entee soy 0) tury, historia del juego de damas y ste decacleneia en ln époea medieval H+ A history of board cess, Oxfords 1952 Ph board games other than ess Oxford 952 moire Heéraldique arthurienne et civilisation mesial nots surles ies de Bohort et de ade” » Frangaise d Héraldiqne ot d logy geo Paamdeen Reve rani Mere 50,1980, pp. 29-41. ‘ Lovancauyu con C yoo | NA MUsTORIA STHRALICS DE LA EDAD MEDIA OCCIDENTAL ambekin del duque de Borgona a fines como Regnier Pot, cha ¢ desconocemos, el sobrenombre ~ reciben, por razones qu ido de armas con motivo de un torneo o personaie del siglo XIV; de Palamedes y adoptan st esctt 4 adopcién de nombres o escudos de armas de una campaha militar Es . héroes literarios por parte de personajes reales es una prictica habitual en es de la corte de fines de la Edad Media. Yasea el companero del rey Menelao 0 el del rey Arturo, para los hom- bres del siglo x11 no cabe duda de que Palamedes es el inventor del juego de ajedrer y que ese juego viene de Oriente. No sélo el juego, sino tam- bién las lujosas piezas con las que se juega en el ambito real y principesco: por lo general, se trata de grandes piezas de marfil que s6lo pueden haber pertenecido a un rey prestigioso y que sélo pueden haber sido fabricadas por un artesano oriental, que conocies¢ las virtudes magicas de ese noble material asi como el arte de trabajarlo. Eso es lo que cuentan las tradicio- nes medievales acerca de la mayoria de las piezas de ajedrez presentes en Jos ricos tesoros de iglesia o de abadia. Las mas conocidas, sin duda, son Jas pesadas piezas de marfil de elefante conservadas desde los afios 1270 (incluso, quizé, desde los aftos 1190) en el tesoro de la iglesia abacial de Saint-Denis (Figura 11): habrian pertenecido a Carlomagno y habrian sido un regalo del califa abasi Harun-el-Rachid (que reiné en Bagdad de 789 a 809), personaje de leyenda y héroe de varios cuentos de Las mil y una noches. Carlomagno, por supuesto, jamas jugé al ajedrez —naci6 demasiado antes y demasiado al oeste para hacerlo~ ni poseyé tales piezas, que probable- mente se tallaron en Salerno, en Italia meridional, hacia fines del siglo xt. Pero atribuirle su posesi6n significaba conferir a esos objetos un valor poli- tico y simbélico incalculable, comparable al de regalia o de reliquias y, de ese modo, contribuir a celebrar el prestigio de Saint-Denis, sus abades y sus frailes.* Por otra parte, otras iglesias de Occidente se jactan de contar Jos ambient 7 JB. Vaivre, “Les armoiries de Régnier Pot et de Palamede’, en Cahiers F ‘Heraldique du crs, t. 2,1975, pp. 177-212. Observemos que, a lo largo del 'empo, el nombre Palamedes ha quedado ligado a la tradicion ajedrecistica: la aes as completamente dedicada al juego de ajedrez, fundada en. 1836" = vo ru Boa donnai se titulaba Le Palamede; ésta se publicé de 1836 2 1839 ¥ ee eee como epigono a Le Palameéde Frangais entre 1864 1865. mmedalas doe pnd “de Carlomagno’, que hoy se conserva en el Gabinete de a ioteca Nacional de Francia: D. Gaborit-Chopin, Ivoires du esa 1978; pp. 119-126 y resefia 185; A. Goldschmidt, Die ee tae der Zeit der Karolingischen und Saschischen Kaiser Berlin» Chopin, Le nésor de yr ¥ 170-174; B. de Montesquiou-Fézensac y D. Gaborit- ace ae de ‘aint-Denis, Paris, 977, t. 1, pp. 73-74; M. Pastoureat "magne. Un jeu pour ne pas jouer, Paris, 1990- — Lovancauy con C LA UITGADA DLL TULGO DE AMOR A DECIDLATE | 30 jor as similar sor eon pice 1 nnarfil, que pertenecieron a persona Salomon, la reina de Saba, Alejandro Magno, Julio César, el jel preste [nan y hasta talo cual rey o santo particular en sul jes lusts rey mag Ball mente yenerado." 1A Y BL ATEDREY, rat ta nocidn de“tesoro” es una nocidn clave del poder feudal. Bajo esa pal bra se distingue al conjunto de Je un poder importante, se trate de wn soberano, un gr so imaginario”, cuya hienes muebles preciosos poseidos por n todo detentor ¢ senonun prelado ona abadia, ‘sua suerte demu sn puibolica constituye ea parte esen- eghibicidn, conservacidn 0 exposic fanto un gean rey como un simple abad deben liturgia del poer.t oes karga. lista de los elementos que pueden integr 1 otto, de un siglo a otro, cialde poscer un tesoro. 1 No obstante, si bien ésta difiere de un poder skin casi siemmpre preseutes. Primero las reliquias algunos component ales preciosos y las monedas (con frecuen- coranicas), la orfe~ oro! les, los mel ylos abjetos culturs cia monedas musulmanas, que contienen inscripeiones breria y la vajilla, las joyas y kas piedras. Luego, sobre todo en los t prineipescos, las armas y los equipos militares, los arneses pare caballos las monturas, los euecos de animales, las pieles, las telas y las ropa de sorios indumentatios ligadas a la aparienci jad de abjetos que ineluyen desde libros manus: ¢ instrumentos musicales, obje- animales, muertos © alcones, caballos lyjo asi como todos los a Finalmente, una multiplic ctitos y cartas, instruments cientificos 10s exdticos, juegos, crriosa de todo tipo © incluso vivos, sal s) o domésticos (hi (osos, leones, panteri = sit fay la elementos cumplen un papel eseneial en Et snooty : : 7 jos , i6n del poder, Se los exhibe ritualmente, as A ‘ ; 5 ai alls, a los visitantes importantes, incluso los SMP ‘ eece : acct : Paso. A veces se los regala o se los intereambias Con mayor rlos, Gada uno de ios, sus vil ge los muestta a es hudspedes de se Jr frecuertcl, esos abjetos Prefiere adaui Preliere adquititlos, acumularlos, ateso tiene su his : tudes mar nesu historia, su mitologta, sus origenes legen : 9 Llesele ue el caso, sobre todo, de var oso R: Mucray, A story of hess a cite m bre esta nocd de “esoro”, vase el bell libro de PF De / ukmale der deutschen Konige unl Kaiser, Muaichs 1962 Lovaiicaud CON C 302 | UNA HISTORIA SIMROLICA DL LA EDAD MEDIA OCCIDENTAL Villosas,o hasta milagrosas, terapéuticas o profilicticas. En efe que los rodean y la naturaleza de sus materiales son lo estos objetos toda su eficacia, En cambio, el trabajo artistic Sto, las creen. : © 0 intelectual mediante el cual se crearon importa poco. Tienen, para aquellos que los poseen o los codician, una fuerte dimensién econémica, politica Yonitica, Dero no realmente estética, ol menos no en el sentido en el que hoy ean prendemosesa palabra, Esti alli cuestan caro, garantizan prstigioy pode, hacen sonar. La presencia de piezas de ajedrez.en el tesoro de una iglesia 0 una aba- dia no es, pues, nada extrafio en la Edad Media y el caso de Saint-Denis no esen absoluto aislado. La abadia Saint-Maurice d’Agaune, en el Valais, conserva asi en su tesoro -uno de los més ricos de la Cristiandad- Piezas de ajedrez musulmanas, mientras que la catedral de Colonia alberga tres juegos completos, hoy perdidos, uno proveniente de Europa septen- trional y los otros dos de la Peninsula Ibérica. " Hay motivos para que la actitud de la Iglesia resulte sorprendente: por un lado, condéna la pric- tica del juego de ajedrez, pero por el otro parece dedicat a algunas piezas tun culto similar al de las reliquias. Decreta que el juego es diabolico, pero atesora, y a veces venera, las piezas que sirven para jugarlo. Para com- Prender esa aparente contradiccién, hay que tener en cuenta la cronolo- sia. Las denuncias contra el juego de ajedrez por parte de prelados 0 auto- Tidades eclesidsticas (sinodos, concilios) son particularmente numerosas en los siglos xt y xu. De alli en mas, se vuelven menos frecuentes y tien- den a desaparecer a fines de la Edad Media, Existen distintas razones de ello. Primero, la ineficiencia de tales denuncias, pues con el paso del tiempo |a practica del juego no cesé de multiplicarse en el conjunto de la socie- dad. Luego, varias enel siglo x111 mismo, una revaloracién de los juegos en gene- ral, que a partir de entonces formardn plenamente parte de la educacién cortés y caballeresca." Finalmente, y sobre todo, la progresiva desapari- cidn de la causa principal de la hostilidad de la Iglesia hacia el ajedrez: el empleo de dados, es decir, el hecho de recurrir al azar. La antigua variante india del juego de ajedrez ordinario, que consistia en librar alos dados el movimiento de las piezas (eleccién de la pieza que va a jugar y/o cantidad de casilleros que avanzaré sobre el tablero), no habia desaparecido,en efecto cuando el juego se difundié en el mundo musulman; e incluso habia rect- Perado cierta aceptacién en el momento de su llegada a Occidente. Para 1H. JR Murray, A history of ch it h ry Of chess, op. cit, n, 6, pp. 420-42. 12. J.-M. Mch}, “Jeu : rae eu 'échecs et Education aus xi sigcle, Recherches sur le Liber moribus de Jacques de Cessoles tess, Universidad de EstrasDUgO, 1975 cman OO PA vreaana DEE MIE OE ALE MREZ A OLLTOENT Loy J tyne ol batt express con i pala ale) ev ana alga I Jury fase preyed a jes pts te 86 HUET Jo, en crtlquier ocadion, ante en vb castillo come ‘al dav sour altabvaticass, Lor dacs, ant quae jaamnabereat les rity te weve tre jul vay euaalquet Ki iy hy tabernat cone ct “res topayeaballero casa, Adonis se trate CTauatio. y piety que se stele apor jue jana toe jatatos toe regen poliptos sesh Jo quese tie Lunsr de une cubilete, has tranny wo, A postr de Ta uitilicavion cle chaddoss (roca de tos que a jai cnentes 80 Toe fol ptt ras teat Teva ens fos halos rompers ewe ed fae tepte coves abl ‘i wove lene 1 rata presale vor “ale ples fs fg’ far amauta, Esto expliea fas frecuentes jan ett auiteriticas uetrs privaddts!” eae avers Ae rin Prioneno, pues, facta fos alos que perinudis aron al ajedres, Elobispo de Horencia al qe Pealto: Paani Babi teatst hea, respondin en deter sv ele to, Lab jugatelo, pero" Fernie iar jadas, of juego de aiedrer ~ honorable y luego valorado, A partir de vi bien a fines alel sigh sit los Jaen toon de jugar all aie 0 a) propia ques ¢ dados’, De hecho al Fempleo ded aguiere pace a pace ur eSEIT legion reenplasa alazar ¥ celerigos porque jupares ant in atolerarlo en ef ease de tos bai oamtonces, la rel tin to prohiben alos actividad varia, pretalos aqestiscita pelea y DL cos, A mediados del sight sip atuatos ele alytinas fa Jos ni-con el fin de ganar diners la Virgen, Dios a los Lasteniias COHMeH ys Ia practic aol juego ys est previst as, con bi condi> " ruiente, selaciones paces incluso por los sive no jugar ni con dad como Gautier de cin expr Algumnas autre inncy en sus Milagros de lgan a poner en eseena partis que el Diablo, Sin embargo, esistio un rey mais drstico que toa ‘ ‘ : ula st vidla detests los juegos y ef azar: Hm 1250, lva de aur por bab poner los envindos de sia san Luis, DUEate sobre el bareo que lo oka el tablero de la gl plow Tierra Santa, no duda eu Hs ssenneant, Warfel id uosiicne € Sobre los juey We Tos juegos ake atadtos cr ha Ealadd Medlin, ves Wiles inflpielimaltes Frankrvit, Hale, 0 M, Pastouarestt als le fa ‘abe roles Drs 97% ppt Ja labla Revtonda, Madrid jelreries dans ta Brantee jeivms clus sua’ sil att Pi Senex empress Vvion espa La vida cotidiana de los cuballeros de cia i dle Hoy, togofs Je ML. Mehl, "Tricheurs eh Ie historique ‘exemple dur jeu de des’ en Historical reflections / Bell ares typos fs ee ka vr st Dai Spa, ZN: + oy LHtistoite, N71 WAM. Meh," Teh" jew abe a a conte du monde’s i sep eae tity se a a ane de Brame 1, ootubee ator, Les Fe hb 50 aq speci ¥ rayne de Eranee aps io, PP WAM Lovancauy con C 304 | UNA HISTORIA SIMBOLICA DE LA EDAD MEDIA OCCIDENTAL ajedre7, las piczas y tos dados con los que estén jugando sus propios her. manos, episodio que impresioné vivamente a su bidgrafo Joinville, tes. Ligo de ln escena." Cuatro atts después, en diciembre de 1254, cuando pro. imuilga la gran ordenanza que reorganiza la administracién de su reino, ¢| rey hace que se condene con firmeza todos los juegos de tablas (ancestros del trictrac y del backgammon) y todos los juegos de dados. No obstante, entre los reyes y los principes, el caso de san Luis es un caso aislado. Variog soberanos contemporancos de él son jugadores fandticos de ajedrez: es el caso del emperador Federico II (muerto en 1250), que no vacila, en su corte de Palermo, en desafiar a los capeones musulmanes, 0 bien el rey de Cas- tilla Alfonso X el Sabio (1254-1284), que hace compilar un afio antes de su muerte un voluminoso tratado dedicado a tres juegos condenados treinta aiios antes por su primo el rey de Francia: el ajedrez, el juego de tablas y los dados.* Sin embargo, la cronologia no explica todo. Los tesoros de iglesia comen- zaron a incorporar piezas de ajedrez mucho antes de que los prelados se mostrasen tolerantes hacia el juego. Incluso, quizés algunos tesoros aba- ciales ya conservaban piezas musulmanas antes de que la préctica del juego se introdujese en Occidente, es decir, antes del afio mil. Una prueba de esto es el legado hecho por el conde de Urgel a la iglesia de Saint-Gilles a par- tir de 1008. La actitud hacia el juego es una cosa, la actitud hacia las piezas es otra. Hay distintas razones para ello, pero la principal reside probable- mente en que muchas piezas de ajedrez medievales, que se hallan entre las més grandes y las mAs bellas, no fueron hechas para jugar. Su destino es diferente, mas precioso y solemne: ser poseidas, mostradas, tocadas, ate- soradas. No pertenecen a un ajedrez, sino a un tesoro. Las supuestas pie- zas de Carlomagno conservadas en el tesoro de Saint-Denis responden a esas funciones: no son piezas para jugar, sino objetos simbilicos. No tie- nen nada de hidico. El ritual que las gobierna no es el del juego, sino el del culto, un culto que atin posee algo de pagano y que deposita lo sagrado primero en la materia misma de estos objetos: el marfil. 15 Jean de Joinville, Histoire de saint Louis, ed. por N. de Wally, Pari, 1881, 5 79: ¥ €4- or J. Monfrin, Paris, 1995, § 405. Sobre este episodio, también véase J. Le Goff, Saint Louis, Paris, 1996, p. 541. 16 Alfonso X el Sabio, Juegos de acedrex, dados y tablas, facsimil y comentarios de W- Hiersmann, Leipzig, 1913 (Libros del ajedrez, dados y tablas, Madrid, Ediciones Poniente, 987]. Lovancauv con C YESS AE MEE VACCIMENTE F yag [NA MATFREN NTO waste ambres de la Fad Media. el marfil es un material que no se Tos no otra. Fs tan fara y buseado como el oro y piedras. a ningun Piedra ° nero aun mas 1 josas. perme atable por suis propicdades fisicas v sus virtu- Peco talismannicas. Son muchos los fextos que cetebran st ‘ 2s medic : des ray su inalterabilidad. Tambien son muchos duracion, su pur a.cud ro pioe que poncn de relieve hasta qué punto se Io considera una post ria viva. Detras del 1a vst mitologia: el clefante, por supuesto, pero también anc marfil, siempre esta presente el animal, con su wat pistoria. SU Jeyend. ioe a morse naval ¢ incluso el Ripopstame, Cada mo de areachalot. ee males tiene sus caracteisticas simbdlicas propias y produce wn at : satilespecifico. Fora la cultura medieval, el hipopdtamo, al que se conoce muy mab cs sn monstraofvial, brutal ¢ indestructible, que nada hacia atrés “lo que reresenta un gran pecado~ y que hace desbordar las aguas, Es una cria- tina diabica. Es por ese motivo que el marfil extraido de sus dientes, amreciado en el Antiguo Egipto y en el mundo romano, fue ignorado por Is Edad Media cristiana? Sin duda, se lo podria haber importado de Africa, aligual que el marfil de elefante, y probablemente habria costado mas tarato, Del mismo modo, el cachalote, al que los autores no diferencian dela ballena, se considera un monstruo marino que engulle hombres sir- viéndose de las astucias del Diablo (por ejemplo, hacerse pasar por una isla paraatraer alos navegantes o exhalar un perfume maravilloso para sedu- cislos); hasta el siglo xv, el marfil de sus dientes se utiliza poco. En cam- bio,el delos caninos de la morsa es muy buscado, quizs porque la morsa 4elos bestiarios no es un monstruo, sino un caballo de mar (equus mari- ns), grande como un elefante (a veces atin la designamos por medio de !expresion “elefante marino”), placido y gregario y cuya carne, tocino, huesos y cuero utilizan los pueblos del norte de Europa; por todos esos peas ¢s un regalo de Dios.” Pero, aun més que a la morsa se admira sy ag = baa enemigo del dragén, es decir, de Satan, segun los besti - nena rep na lopedias. Su piel, sus huesos y sobre todo sus colmillos 7 ee icién de espantar a las serpientes, de proteger de los pardsitos 4 polvo, de actuar como un contraveneno. Ademis, se consi- 1 Sobre, €s0s di vai iene animales, véanse los textos reunidos por Vincent de * Speculum naturale, Douai, 1624, col. 403-1412, asi como las preck *Portads Pp. 29040 or Olaus Magnus, Historia de gentibus septentrionatibus, Roma, 1555+ Lovancauv con C 306 | UNA HISTORIA SIMBOLICA DE LA EOAD MEDIA OCCIDENTAL dera que el elefante es el ms inteligente de todos los ani tia es prodigiosa, su castidad proverbial; es ici de dom comercio y, segiin varios autores, puede cargar sobre su © hasta una ciudad entera. El marfil extraido de los col conserva la mayor parte de sus virtudes: purifica de la tentacién, resiste los golpes y el tiempo, Ja memoria." En marfil de clefante no se talla se tallan objetos en forma de elefante ~com cisticos del supuesto juego de Carlomagno- del material se enriquecen mutuamente. En cuanto a esto, imales;su memo. esticar, es de fei lomo un castillo Imillos del elefante protege del veneno,alea sarantiza Ia transmision de ualquier objeto. Pero cuandg © los cuatro elefantes ajedre. + Ta simbologia del animal yi €s una pena que los arqueslogos y los historiadores del arte se interesen tan poco por identificara los animales quese eseon, den detrés de los marfiles que estudian. En las lecciones hechas por los artesanos del marfil medievales, parece evidente que junto con los inne. gables problemas de precio y disponibilidad -ligados al comercio y a seografia (se trabaja la morsa en el norte y el elefante en el sur)-,asi como junto con las propiedades fisicas y quimicas de la naturaleza de cada mar- fil (dimensiones, curvatura, porosidad 0 dureza de su grano, delicadeza del pulido, variedad de las patinas obtenidas, etc.), también intervienen consideraciones de orden simbélico, extraidas de los bestiarios y de la literatura zool6gica. El animal esté tan presente en la sensibilidad y en el imaginario de los hombres de la Edad Media que no podria ser de otra manera. El caso del narval prueba plenamente esa influencia de lo imaginario sobre lo econémico y lo material, El cetéceo en sf mismo no es cono- cido por los textos medievales, pero su largo colmillo, que se alarga en espiral, es identificado con el cuerno magico del legendario unicornio. Se cree que provee el marfill mAs fino, mas denso, més blanco y sobre todo mas puro. En efecto, el unicornio, que sélo puede ser capturado por una joven virgen, tiene una significacion fuertemente cristolégica. Su cuerno est dotado de virtudes curativas y santificadoras inigualables. Con frecuencia, no se lo trabaja, sino que se lo deposita intacto en el tesoro de alguna iglesia donde constituye una “reliquia” mas preciada que 18 Sobre la simbologia medieval del elefante véase R. Delort, Les éléphants, pies dts monde, Essai de zoohistoire, Paris, 1990; G. Druce, “The elephant in medieval legend and art’ en The Archaeological Journal, vol. 76, 19195 pp. 1-73: ae Malaxechevarria, “Léléphant’, en Circé, Cahiers de Recherches sur er ae 12-43, 1982 (Le bestiaire), pp. 61-73; H. H. Scullard, The elephant in the Grek ad Roman world, Londres, 1974; M. Thibout, “Liéléphant dans la sculpture £0" francaise’, en Bulletin Monumental, 105, 1947, pp: 183-195 TT Or 0 VA VECGAMA DEL TEGO DE AIEOREZ A occiDENtE 1 3 07 secuaier ote ses PORTE el cuerno del unicornio es de natura. ae - ativan” ».cLmar no es la tinica materia animal en la que se tallan sin ott ' ; rer medievales asde aiedt i se reserva a las piezas de gran valor, en ppero con las que no se juega, o muy raras veces, aera 3 wilizan para fs juegos de jer ordnaras, vias no estan any aeiados del macfil ya veces también son tra- sine ‘ : vajos por los artesanios del marfils htesos de ceticeos o de mamiferos ese exhib wi gates tas ele los cervidos, cuernos de toro. Se trata de materiales que algo del mundo salvaje y que introducen en el ajedrez cierta idea : cuando se juega con dichas piezas, no siempre imbolicamente al alfil o al carro del adversario. Algunas mplean materias animales menos“indo- eonservat “ fogosilad y de tner3 ail someter sbre todo entel siglo xv, w smables”: kt cera el armbar, ef coral. Fn cambio, para los it ino geometricas o estilizadas, se recurre, a partir del .gos mis ordinarios, mas cotidianos, cuyas piezas, no son figurative siglo sina otra materia viva, vegetal y no animal, y por eso mismo mas para yapacible (la cultura medieval, al igual que la cultura biblica, con frecuencia opone el vegetal que es puro,al animal, que no lo es): 1a madera reno esas piezas de madera no tienen el vigor salvaje de las piezas de hueso, de-cuerno o de marfil, Son de uso generalizado a fines de la Edad Media, cuando el tego de ajedrez ya se ha calmado y los jugadores dejan de ser los eternos buscadores de signos que eran en la época feudal para conver- tineen los impasibles*pousseurs de bois” (la expresion data del siglo xv), = que siguen siendo en la actualidad. El jugador del siglo x11 era un impul- sivo, como fo destacan los fragmentos de varias canciones de gesta donde lapartida de ajedrez termina con la muerte de un hombre;® el de fines dela Edad Media y la Spoca moderna es un flematico. Dos temperamentos opues- tos que dicen mucho sobre las transformaciones del juego entre la época feudal el Renacimiento,’ 9 Sobre ea ¢lunicornio, véase el compendio de J. W. Einhorn, Spiritualis Unicorms. Das aoe als Bedewtungstrager in Literatur und Kunst des Mittelalters Munichy 1976 is fe véanse RR Beer, Einhorn, Eabetwelt und Wirklichkeit, Munich 19775 IP Joss, La licorne, Images d'un couple, Paris, 985; O. Shepard, The lore of the ‘oc rh ne ort Londres, 930 [trad esp. Leyenda del unicornio, Arganda del Rey, Edimat 5, 2000]. on tilizada para designar a los jugadores de ajedrez Literalmente significa ogee de made [Node aT] 1 Da a Schachype im Alfranzbsschen en Abang Her Mee med Halls 895 pp 81-43: Joni "La Paste aéchees iévale’, en Melanges Jean Frapier, Paris, 19701 PP: 483-497- Lovancaud con C JOR TF UNAAINTORIA SIHROLICA DE UA TOAD BENIA OCCIOF TAL Pese al empleo, desde fines de Lt Edad Media y alo largo de todalaépnca moderna, dle materias muertas pertenecientes al minded tos mine crales los metales (oro, platy Hite mucho tiempa fie ¢ » Por su material misma, y sea animal o vegetal, Atgunos principes (Carlos el Temerario, Federico [y algu. ajedrer ba La antigua dimen. (cristales, piedras semipreciosas, rocas diversas) ode siendo dui bronce), el juego de ajedrey sega Ia idea de que as piezas viven sobre ef table dle Prusia) hicieron incluso que seres humanos desempeniaran, en has partidas que se volvieron célebres, ka fu icidén de las piezas de Aunque excepcional, semejante practica prolong sién mitolégic dlel juego: ésta pretendia que las pi 48 No obedecen por completo a aquel que kas manipula, sino que tienen cierta cltablero. El tema de kas piezas deajedrez humanas sedujo a mas de un lite: rato, como a Chrétien de'Troyes en su Cuento del Grial, que pone en eseena un tablero magico que jue iu desarrollo de tres partid solo,'o bien como Rabelais que, en el Quinto bro de su Pantagriel, durante el baile-torneo de la Quinte, cuenta el por actores, inspiradas en escena similar descrita hacia mediados del siglo xv por Francesco cbre Suietio de Polifilo. RECONSIDERAR LAS PIEZA! Y LA PARTIDA cidentales hacia fines Cuando el Islam transmite el juego de del siglo x, estos tiltimos no saben jugar, No s6lo no saben jugar, sino que cuando intentan aprender, quedan desconcertados por los principios del juego, por la naturale: 24s, por la opost- cidn de los colores za y el movimiento de las pi ‘ y por la estructura del tablero. Como hemos visto, ° a‘ transformado en Persia ¥ a sco simbd- trata de un juego oriental, nacido en la Ind remodelado por la cultura érabe, Dejando de lado su parente’ } lico con el arte militar, tado 0 casi todo es ajeno a los cristianos de los alee dedores del aio mil, Por lo tanto, para asimilar ese nucvo juego bay AU reconsiderarlo profundamente, aduptarlo a las mentalidades oecident* les, darle una imagen mis conforme a las estructuras de la socie jad fe ssftea 21 Chrétien de “Troyes, Conte du Graal, ed. 1. Lecoy, Parts, 1975, vers0 5849 Y esp. El cuento del Crial, Barcelona, Clrculo de Lectores, 1996|- 22 Prangois Rabelais, Puntagruc libro quinto, caps. XXtV y XXV! présence de la Quinte faict un bal joyeux en forme de tournoys” trente-deux personages du bal combattent”, somment fut eh nscomment Ie5 Lovancauv con C Ls LLEGADA DEL IUEGO OE AIEDREZ A OCCIDENTE | 309 pstosin djuda, ews algunas décadas y explica por quélos textos narr pat xtos narra figs que hablan del juego de ajedrez en los sigos xt y x1 son jos lite : sos y tan contradictorios tan imprecis Fusos ¥ tan contradictorios en cuanto a las reglas y manera de jeer sia desconcierta primero alos occidentales es el desarrollo mismo gelapartida y sv objetivo final: buscar la victoria y lograr que el rey adverso ceencuentre cn posicion de “mate”, Semejante practica es totalmente con- trria alos habitos de las guerras feudales, donde los reyes no estin hechos parasercapturados 0 asesinados y donde los combates no tienen realmente pi esentace, ni en un sentido ni en otro, Estos se detienen cuando llega trnoche o cuando lega el invierno, pero no cuando se derrota al adversa- vices seria desleal y despreciable, Lo importante es combatir, no ganar. rn los torneos, esos simulacros de guerra donde, en la noche ecada jornada, se designa vencedor al caballero que demostré ser un srerrero y no aaquel que derroté a todos sus adversarios. De hecho, arece a la batalla y no a la guerra, dos cosas dis- de los siglos x1 y x11. Las verdaderas batallas son escasasy tienen una funcién similar ala de lafordalia} se desarrollan segin | um ritual casi litérgico y concluyen con una sancién divina. Por el contra- rio, la guerra esta formada por incesantes combates de pequefios grupos, por repetidos acometimientos, por escaramuzas infructuosas, por cabal- gatas inciertas, por bisquedas de botines. Fs un ritual de otra naturaleza, que constituye la vida cotidiana y la razén de ser del sefior y sus caballe- ros. Contrariamente a la batalla, no se asemeja en nada a una partida de ajedrez.** Entre los siglos x1 y x1 contra los infieles gener6 progresivamente en lo yel gusto por las batallas y en el mes de julio de mera verdadera batalla entre cristianos de Europ: - partir de entonces, la guerra feudal se transforma, aparecen las guetras ‘nacionales” y se vuelven mas estrechos los vinculos entre el juego de aie-” dree y las estrategias militares. a cae luge lo que desorienta a los occil es el juego de ajedrez oriental es la natu n hay que adaptar, sino que transformar. De las ‘os, tan con! Eso se ve bien e' mejor gt la partida de ajedrez se ps tintas para los cristianos no obstante, esta situaci n evolucic . La lucha \s cristianos la costumbre 214 se lleva a cabo la pri- a occidental: Bouvines. dentales cuando reciben raleza de las piezas- Aqut piezas ardbigopers® BJ 4 ie Mehl, Les jes au royaume de France, op. cits PP. 127-135 a Sobre diferencia entre a guerra yf batalla, vase G Duby Le dimanche de Poets era eds Paris 985 PP: 18-208 Head, exp: El domingo de Bouin: le julio de 1214, Madrid, Alianza, 1988). Lovaicauv CON C

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