VARUA
PLACERES DE LA CULTURA & EL ARTE
Argentina, Primavera - Verano 2008 . Afo 2 - N°4
DANIEL MARTINO: ELIANA BORMIDA ADRIAN MUGLER
EL CINE DEOSSI OSWALDA = MENDOZAY SU ARQUITECTURA DEVINOS — NAVEGAR ES PRECISO
MIGUEL BRASCO: PATRICIA DELMAR
TRIBULACIONES DE UN GEOLOGO. JORGE MARA Y EL PULSO DEL ARTECINE
EL TOQUE
OSWALDA
Apasionado retrato de una actriz
alemana casi olvidada, pero que hoy,
tocada por Lubitsch, merece regresar
en todo su esplendor.
Por DANIEL MARTINO
Age. hoy a.una varian
tedel azoramiento que habri
embargado a los primetos clien-
tes de los talleres maguntinos.
Como entonces la imprenta,
perocon un alcance jamas ima-
ginado, las nuevas tecnologias
han convertido el mundo en un
desordenado museo de pe:
dades, inabareable por defini-
cidn, carente de los oficios anto-
légicos del tiempo, subvertido
cualquier criterio o preeminen-
cia. En un pasado no Iejano, fue
la accesible tecnologia del CD la
que alimenté el mercado-con
catélogos musicales de impre-
vista y sospechosa riqueza;
ahora la del DVD, secundada
porla ubicuidad instantinea de
Internet, trae esa falaz fertilidad
al cine, abrumando y sumiendo
al espectador en al fatal emba:
rrassment of richness, unido al
escepticismo creciente y por lo
general justificado ante tantos
presuntos tesoros redescubier
VARDA
tos por una industria poco dada
ala flantropia. Consciente de
estas miserias, las expongo al
lector para que sepa que acudi
debidamente prevenido, y aun
mal dispuesto, a mi primer
encuentro con Ossi Oswalda,
actriz largamente olvidada y hoy
revivida por impulso de la
industria que acabo de conde-
nar; las expongo, también, para
queel entusiasmo con que
escribiré no se confunda con el
mero fervor arqueoligico de la
exhumacién de una curiosidad.
Si no mienten mis prestados
registros, la historia de Ossi, née
Oswalda Staglich el 2 de febrero
26
de 1893, 0 acaso 1899, en un
worte de Berlin,
suburbio
repite una parabola que tiene el
aspecto familiarde un rito
muchas veces ejecutado,con
leves variantes segin el prota-
gonista de tumo:el comienzo
como bailarina en el varieé ber-
lings; el descubrimiento por un
guionista de cine; la incorpora-
cién al grupo de actrices fetiche
de Lubitsch, director con el que
rodd entre 1916 y 1919 una
docena de films: el intento Fugaz
de emanciparse ereando su pro:
pia productorael fracaso: la
vuelta a los grandes estudios,
resignada, ya sin Lubitsch, as medi
arasu
interpre pete
la abrupta declinacién ante ¢
sonoro;|a oscura muerte en la
pobreza de un exilio praguense,
fines de 194
En su decadencia, leo con
asombro,Ilegé a impersonar a
lanzadora de cuchillos y, en
yO 1933, em Ler
ome le
Estrella de V
ncia, La ultima de
las, a una bailari
sus pelic a
siel Destino se permitie-
al, deposi
as vacias, en el
se una ironia
n=
dola, con las m:
ide la habia encon
punto do
enla
to
Saber que, y
rau
| ruina, trabajé en el
0, Crencic
de un film wstahe,
dirigido en 1945
res Novy y Zelenka, poco agrega
dades. A
nsky no le
a esta suma de o:
radado, crew,
nis de sus Ba
n sus tiempos de esplendor
s¢ la presentaba come la "Mary
Pickford alemana”; hoy, en cam:
bio, su subsistencia es apenas
product de la fama de
ht
se
de ver provienen todos
ndida
i
editada entre
Puppe (191
su aprendiz [Gerhard Ritterband)
2006 y 2007 por Kino
International. Los tres la tienen
por protago
h
tai los tres, sugie
n que
a afiada-
mildemente
eree
la redescubr:
mos, que
mos al contado repertorio de
obj
os que justifican y redimen
irrupcién insolente con que
€Ds, DVDs Inn
net han des:
heck o viejo orden, limi
ido y feliz. Dos de ellos, Die
Puppe (La muiieca) y Die
west
ca admirade por Hilarius
Vietor Janson] y
te bein Mann sein (No g
ro ser
hombre), de 1918.
La moderna Olimpia
Inspirado 8
a lar cin,
neque empai
rechamente con la frum
ta
Villiers y con el ot
un
puede
sonar disparatada pero qui
mente convincente y eficaz. Es
te sefalar q
ro de un teatro ¢
ome.
sombrasrritd la fabula, como para recor-
ernprinzessin (1919: La pi
3 examina 9 un candid:
definitivamente en e
wonasterio,
rSmata
languidece desvin
enw
Hilarius, célebre fabricante de Cuando. ius,
utémiltas,cuyas creaciones hari- _ éste, que estd da
Vaucanson,a toques a una mufieca que re
‘Ossi, inte
ancelot, conviene en aceptarlo a dun:
ra atendera suc
ue. La verdaders
del muchac!
ser, resulta la.
elagr
reaccionar pila sitwacién, emprende viaje con
el casamentero, obligada a reem-
plazar a la mufeca. No hay deta
lle en este cuento infantil para
adultos que desmerezca la exce~
lencia del conjunto.
La Grande bouffe
Si la versatilidad es un mérito,
debe decirse en elogiode
Lubitsch ~yde Oswalda~ que
dificilmente puedan imaginarse
dos films tan diversos entre si
como La mutieca y La princesa de
Jas ostras, De la serenidad casi
feérica del primero, pasamos en
cel segundo a una atmésfera
bombistica y desaforada,en que
s€ satiriza con ferocidad el capi~
talismo, parodiando con espe-
‘cial énfasis (previe al de René
Clair @ al de Chaplin) las
assembly lines del fordismo, paro-
dia que el espectador deseubrir’
incluso en la ceremania del
bbatio de la protagonista.
Alguien ha llamado a La prince-
sa... muy acertadamente “film-
Dada’ y “una respuesta anar-
‘quista a la restauracién burgue-
ssa", y basta recordar que fue
estrenado en 1919, ala sombra
del tratado de Versalles, para
sentiren él el espiritu de las
imagenes de Grosz y de Oro
Dix, el desaliento ante la inefi-
cacia de la Revolucion de
‘Noviembre, ranto como el des
precio por la prepotencia incle=
mente del capitalismo aliado.
Contra lo que podria suponer-
se, la trama pesadillesca es singu-
larmente nitida: como los mejo-
res relatos, puede referitse muy
brevemente y, una vez escuchada,
dificilmente se la olvide, Mr.
‘Quaker, magnate nomteamerica-
no de las ostras, es un moderno
‘Trimalcién atendido por un ejée-
-cito de criados; un cuareto de
regres, por ejempla, lo rodea,
atento al menor de sus gestos:
sano lo peina, otro le sirve café,
otro le da a furnar un enorme
puto, otro le limpia la boca con
tuna servilleta. Una mafiana,
mientras Quaker dicta su corres-
pondencia a un batallén de
secretatias, lo interrumpe la noti-
cia de que su hija, Ossi, ha esta-
lado eft un ataque-de Faria al
saber que la seRorita Blackpott,
hija del magnate del beta,
por casarse con un duque.
astras siempre han sido suiperio-
res al bettin y Ossi ex
secuencia una inmediata boda
con un noble de mayor erarg.
‘Aunque a lo largo de la historia
Quaker repita invariablemente
aque nada ko impresiona (dss
fimponiert mir gar nicht"), no menos
invariablemente se aviene a
todos los impulsos de su hijay
dispone lo necesario para cam-
prarle wn principe mediante una
agencia matrimoni
tigo digno de Beaumarchais, ese
mismo dia secelebra la boda con.
tun banquete extraordinario cuya
apoteosis es una Fix-frott
Epidemie de la cual el mismo
‘Quaker participa, para asistis
luego, siempre imperturbable, a
las consecuencias de los capri-
chos de Ossi, El banquete, como
el que narra Petronio, ¢3 una obra
dentro de la obra,y bastaria para
29Die Austernprinzessin (1919]: Mr. Quaker (Victor Janson! asistido por
sus valets
justificarla pelicula ent
hay en ésta tantas delicadezas
que al destacarlo sentimos la
injusticia de callar otras muchas
eseenas prodi
Fa, pero
citar sdlo una, el retorno del
principe con sus comparieros de
juergs, distribuyéndose, banco a
de una plaza.
Los falsos Adanes
na
personal, que
a explic
ensegu
anterior a las otrs
VARUA
ama, aqui también, es de una
sa y engafiosa linealidad
Ossi vive con su tio, disconfor-
me con las limitaciones
tas por sucondicién d
pokegitabaco, bebid:
noctiam:
do. La inesperada ausen
tio, convecado a un via
negocios, pare
ideal para gozar de Ia ansiada
pertad. Por el contrario, antes
w tio refuerza la cus
de par
todia de la institutriz con el Dr.
Kersten, preceptor que se insi
nia todavia mis severe, No
sobstante, decidida a todo, al dia
re Ossi compra frac,
galera y monéculo
se emancipa: acude aun salén de
baile de la noche berlinesa,
travestida,
donde, tras diversas siruaciones
propias de su atuendo, se
Die Puppe (1919), Lancelot
(Hermann Thimig! parte con su
mutieca.
30.
‘encuentra ~por caswalidad, di
Dider 1s que con
su preceptor. iste, que no la
reconoce ni advierte
ci
Jo hacia él, hasta que sellan
nada m«
u género,
va sintiéndose cada vez mis
at
su hermandad con excesivo
champagne y apasionados
besos, en apariencia homose
xuales, Resuelta la situacién,
da la verdader.
de Ossi, su preceptor
nueva
sus votos de amor y, mientras.
cella pronuncia el dictum que da
titulo a la obra, se estrechan en
squilizador.
rosexual.
abrazo ahora t
mente h
Quien interpreta al preceptor
y ésta es mi razén personal—no
es sino el actor y dramatu
Curt Goetz, autor, entre otros
dramas, de Dr. Med. Hiob
Praetorius, estrenado en 1934.
Para quien Io
bemos la existencia de Bustos
Domecq, ya que en 1935, en la
soledad de una estancia de
Pardo, Borges y Bioy Casares
escribieron, basados en esa
colabora-
cién literaria. El solo hecho-de
haber podid
mente, a este hombre
slabon
inveluntario pero indispensable
dde esta trama de intimas causali
cdades, habriajustificado para mi
revisitar a Ossi Oswalda. Ya de
su mano, sin embargo, y habien-
recibido el pase def testigo,
al lec
ora frecue
la por sus
propios encanto, tan silenciosos
como elocuentes.y a apreciar
eficacia de su roque.