Professional Documents
Culture Documents
A través del análisis de las acciones humanas es imprescindible pensar en las distintas
facetas que el hombre puede y tiene capacidad para realizar; a través de un análisis que
tenga en cuenta el famoso justo medio. Este poder de elección ha sido analizado a través de
la historia y ha permitido ser encasillado en materias como la moral y la ética que han dado
lineamientos precisos para poder desencadenar una serie de teorías donde el centro de todo
ello es el hombre. Así, elegir de X o Y manera equivale a reaccionar de una manera
evaluativa y calculativa βουλεΰεται que tiene incidencia en toda actividad humana, y digo
toda, ya que desde el momento en que nos despertamos hasta que nos acostamos en la
noche a descansar, cada una de las acciones que se han realizado a lo largo del día
implicaron una serie de evaluaciones que permitieron escoger lo que dentro de la capacidad
de razón pareció bueno.
Las acciones diarias que realiza el hombre necesariamente tienen que tener un fin u
objetivo que permita entender las razones por las cuales obra de una manera determinada.
La ética propuesta por Aristóteles gira dentro de la esfera del τέλος, hacia una finalidad que
en un sentido singular aristotélico tiende hacia la perfección; este τέλος “incluye también
un proceso en sí mismo, y no en algo distinto”.1 La exactitud en las ciencias teóricas no se
le puede pedir de igual manera a una ciencia práctica como la ética, así se puede llegar a
analizar las distintas acciones sin caer en un positivismo o en una determinación del sujeto
de acuerdo a una posibilidad platónica de la virtud. El tratado de la ética es importante
entonces para todo ser, pero lo que he querido inquirir es un punto central de la praxis del
hombre, y son, sus decisiones; se dice que una acción llega a ser realmente ética si se
presenta una situación electiva y cuando la acción proviene de una decisión.
1
Cfr. During, Ingemar. Aristóteles. Universidad Autónoma Nacional de México. Ciudad de México: 2005. p.
673ss.
Es importante entonces determinar detenidamente el libro III de la Ética a NIcómaco,
particularmente el capítulo 1, donde se muestran dos términos primordiales para la
“arquitectura” de la propuesta aristotélica de ética. Estos dos términos son: εκούσιον y
ακούσιον, significando de una forma aproximativa lo voluntario e involuntario de las
acciones del ser humano, pero a esto se le suma la necesidad de conocer las circunstancias
concretas de dicha acción, pues tanto lo uno como lo otro infieren posibilidades de aserción
en una elección cualquiera. Lógicamente se necesita de la elección para comprender la
extensión de lo voluntario e involuntario de las acciones y las posibilidades de efectos que
saldrán de tal resultado. Luego, la evaluación de los posibles efectos que se pueden obtener
de las acciones a realizar tendrá que tener un presupuesto que tenga como peso una escala
axiológica que podrá hacer entender la necesidad de la dimensión ética en la persona.
Aristóteles al igual que Hare van a determinar que el secreto consiste en inclinarse siempre
hacia el extremo que es menos distante del justo medio, determinado por la razón.
Justamente esta última permite llegar a las virtudes más elevadas, llamadas también
dianoéticas. Dentro de este tipo de virtudes se encuentra la phronesis o usualmente
traducida por prudencia en Aristóteles, que consiste en saber dirigir correctamente la vida,
2
Cfr. R H Hare. El lenguaje de la moral. Universidad Autónoma Nacional de México. Ciudad de México:
1975. p. 63ss.
es decir, elegir lo que es bueno o malo para el hombre, y que en Hare, se exponen como el
buen hombre que realiza sus acciones regidas por principios transformados en un hábito,
llevados al bien, es decir al mejoramiento de mis actuaciones como ser humano.
No se trata entonces de una evaluación logicista de los actos humanos, sino de encontrar el
fin de la acciones para cada persona, que no esté movida por el solo actuar por actuar, sino
por la buena decisión buscando siempre el bien que indiscutiblemente lleve a la felicidad,
entronizando este último valor a toda la existencia humana y de una forma paralela a toda la
sociedad.
Aquí podría haber un parangón ético a Hare, quien permite el análisis de X o Y situación y
a través de ella considerar que podría ser mejor, o en mejores términos realizar una
evaluación de los efectos de actuar de una o de otra forma. Si no existen principios
formados por parte del hombre4, a través de la experiencia soportará la creación o
formación de principios por sí mismo, ya que elegir efectos porque son tales y cuales es
comenzar a actuar con base en un principio que establece que han de ser elegidos tales y
cuales efectos.5
3
Cfr. GUTHRIE, W K C. Historia de la Filosofía griega. T. VI. Gredos. Madrid: 1999. P. 363-364
4
Esto a través de la costumbre o tradición, ya que por medio de la enseñanza y de la ubicación de una escala
axiológica es posible identificar y conceptualizar una respuesta ética, tal vez indagando o buscando el bien de
cada una de ellas, sin llegar a caer en positivismos extremos de acuerdo a una maquina que actúa sin
necesidad de entender qué carga moral va a tener una acción determinada. Se caería en condiciones arbitrarias
y hasta positivas que no caben dentro del buen ejercicio de la evaluación y de la justicia, luego, las
modificaciones que llegase a haber de una acción X dependerá de la correcta evaluación, y más aún, de la
postulación de principios que a medida de la vivencia se conviertan en hábitos.
5
Cfr. Op. Cit. El lenguaje de la moral. P. 63-64
6
Cfr. Ibíd.. p. 64
evaluativo y práxico en la vida, y también, puesto que no se tiene un conocimiento perfecto
de futuro es indispensable que las acciones sean puestas en el crisol para determinar qué tan
convenientes son para la realización de la vida, aunque más allá de esto, se elige porque
tenemos tal capacidad que en algunas ocasiones no es clara, pero que en nuestro interior se
encuentra diagnosticada, por ello se puede explicar un poco aquello de la Ética como
ciencia de la costumbre.
Quisiese terminar “por ahora” este escrito denotando las afirmaciones que da Aristóteles en
su obra y que pueden ser tomadas como primicias de una teoría contemporánea del lenguaje
moral cuando expone: “La operación del prudente consiste sobre todo en deliberar bie, y
nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera, ni sobre lo que no tiene un fin, y
éste consistente en un bien práctico. El que delibera bien absolutamente hablando es el que
se propone como blanco de sus cálculos la consecución del mayor bien práctico para el
hombre”8. Por tanto la consideración de actuar bien es considerada por parte del hombre
prudente que se hace y no nace9, que permite la evaluación de los efectos sin maquinizar su
vida y existencia sino, dándole herramientas precisas para aprender a actuar y perfeccionar
los actos10en cuanto los sustente desde los principios, de mano con la conversión de la ley
universal que será lógicamente buena.
7
Cfr. Op. Cit. VI, 2, 1139b. p. 90
8
Cfr. Ibíd. VI, 7, 1141b. p. 94
9
En divergencia con Platón quien consideraba a la virtud como innata, este tema puede ser mayormente
expuesto a partir de la obra del Menón o de la Virtud donde utiliza una serie de razones que pueden llegar a
explicar la virtud desde este filósofo, pero que va a encontrar su diferencia radical en la filosofía práctica de
Aristóteles quien desde el conocimiento y las bases de prudencia objetará por el fin de la vida moral en el
hombre, que es la felicidad.
10
En el telos denominándolo como Felicidad.