98 RENE WELLEK
de si Pope era 0 no un poeta o el de si era un poeta de gran ca
goria, suscitado por primera vez en el Essay on Pope ( 1756), de
seph Warton, se debatio en términos de un ontraste entre k
poesia «natural» y «artificial» o de una distincién entre poesia el
vada, imaginativa, «pura» y poesia ética o didactica, Pero no
términos de un contraste entre «clasicismo» y romanticismo,
Hubo de pasar largo tiempo antes que el termino «clasicismo,
fuese aplicado al estilo de Dryden y Pope. ¢Por qué ocurrig est
asi? Podemos explicarlo? éTiene alguna significacion la ausene,
del término? Si creemos, con Croce, que una idea no existe hasta
que no se expresa, hemos de conceder gran importancia a |a cues.
tion de la terminologia, Yo estaria de acuerdo en que términos
como Renacimiento, romanticismo, barroco y realismo cristalizan
ideas, formulan el problema de la periodizacion y de la difusion
del estilo, por muy incierta y discutible que pueda ser la exten
sién, valoracién y contenido preciso de cada término. Estos han
legado a ser herramientas indispensables de la historiografia, y su
ausencia muestra una falta de interés por la abstraccién, por el
problema del estilo del periodo en su totalidad, y por la caracteri-
zacion ¥ las generalizaciones implicadas en tales términos. Un caso
a propésito es la Inglaterra del siglo xix.
Parece significativo que durante el siglo x1x se emplease espo-
radicamente un juego completo de términos alternativos a «clasi-
cismo»: se sentia la necesidad de un término y se ensayaron y
desecharon diferentes palabras. «Classicalism» esta ahora comple-
tamente en desuso, pero aparece algunas veces, por ejemplo, en
una carta de Elizabeth Barrett de 1839. Ella pone por las nubes a
Landor en tanto «el mas clasico, el mas libre del mero clasicalis-
mop.’ Ruskin, en el primer volumen de Modern Painters (1846), se
refiere al «hibrido clasicalismo» del pintor paisajista Richard Wil-
son;* Arnold, en su Prefacio a Merope (1857), se queja de que la
gente ha sido «ensefiada a considerar el clasicalismo como insepa-
rable de la frialdad».* Leslie Stephen, en su History of English
Thought in the Eighteenth Century (1876), habla del «clasicalismo
de la época... a medio camino entre el gusto por el Renacimiento y
el de los tiempos modernos».° W.J, Courthope, en su Life of Alexan-
der Pope (1889), se refiere al «clasicalismo que alcanz6 su cima en
el «Botanical Garden» de Erasmus Darwin»,’ Existia el término al-
ternativo «clasicalidad», empleado por Ruskin cuando alude des-
‘la edicién de Bell y la edicién de Scott de Dryden, refi-
al término habitualmente.
‘S. Landor, 2, 2 vols. Londres, 1869, p. 298, de John
s I, Works, ed. Cook-Wedderburn, 3, 39 vols. Lon-
, P. 230.
as al Tradition, vol. 1. 28 ed. RH. Super, Ann Arbor,
1876, p. 355,HISTORIA LITERARIA. PROBLEMAS Y CONCEPTOS 99
cativamente a la «clasicalidad vil de Canova».* Lentamente, en
reciativaerntidieciochesca de los estudios literarios victoria-
Ja atmosters fos terminos «pseudoclisico», «pseudoclasicismor,
nos, urge or calismo». Ruskin se refirié a Claude Lorrain en tan.
y sPreudo-clasico» en 1856,’ y James Russell Lowell, en su ensayo
oe Pope (1871), habla de un «pseudo-clasicismo, el clasicismo
= tacones TO}OS Y peluquines».'° En 1885 la palabra aparece por
primera vez en la portada de un libro inglés, mejor dicho america-
no. Thomas Sergeant Perry, un amigo de juventud de Henry Ja-
mes, escribid From Opitz to Lessing: A Study of Pseudo-Classicism in
Literature.'' Pero Leslie Stephen empleé el nuevo término «pseu-
do-clasicalismo» en 1876 para referirse a la poesia posterior a
Pope.' F
El término mas neutral «neoclasico» aparecié un poco antes.
William Rushton, sobre el que no sé nada en absoluto, dio una
conferencia, The Classical and Romantic Schools of English Litera-
fure (1863), en la que se pone de manifiesto su conciencia de in-
troducir una innovacion. «Cuando hablamos de la escuela clasica
en la literatura inglesa», dice, «nos referimos a aquellos escritores
que han formado su estilo en los modelos antiguos, y a efectos de
distinguirlos, podriamos Ilamarlos los clasicos resucitados o bien
la escuela neo-clasica.» Mas adelante se refiere de nuevo a «el de-
sarrollo de la escuela neo-clasica en las obras de Dryden y de
Pope.»'? Pero, en lo que se me alcanza, el término es extremada-
mente raro en las décadas siguientes. Saintsbury, en su History of
Criticism (1902), tiene un capitulo: El credo neo-clasico, pero la pa-
labra no se vuelve corriente sino al llegar la década de 1920."
Después de todo, el término «clasicismo» se impuso. Al princi-
pio, era sin ninguna duda una importacion de la Europa continen-
tal y quedaba limitado a acontecimientos ocurridos en la Europa
continental. Carlyle, en el ensayo sobre Schiller (1831), parece ser
que empleo la palabra por primera vez en inglés, reflejando de
modo complaciente y prematuro que «no estamos ocupados en
controversias sobre el romanticismo y el clasicismo».'° Con mucha
gracia Carlyle enumera, en The French Revolution (1837), «catoli-
Londres, 1889, p. 374. Empleado también en la p. 61.
Modern Painters, 1, Works, ed. Cook-Wedderburn, 3, p. 230.
Modern Painters, IU, ibid, 5, p.224.
Literary Essays, 4, Boston, 1891, p. 8.
Boston, 1885.
History of the English Thought in the English Century, 2, p. 357.
The Classical and Romantic Schools of English Literature, en «The
Afternoon Lectures on English Literature», Londres, 1863, pp. 44,
BRSSemn
14. The Crystallising of the Neo-Classic Creed, en A History of Criticism,
2,3 vols,, Edinburgo, 1902, pp. 240 y ss.
15. Critical and Miscellaneous Essays, ed. Centenary, 2, 5 vols. Londres,
1899, p. 172.RENE WELLEK
zs batalla de Agincourt en 1415 en lugar de 4),
como referidt 2 iporough sobre los ejércitos de Luis XIV, oc
ictorias de Marl i a
picronasics debio tener en mente. De Quincey, llevado por a
desdén de lo francés, va tan lejos que niega que «tanto neue
i incluso ligeramente influenciados
aed eee aiguctelolaucihicieron lo habrian heck
hunque Francia hubiera estado detras de China».”” Poco desn?
Hippolyte Taine, en su Histoire de la littérature anglaise (1864), de.
dicé algunas paginas elocuentes al contraste del gentil, sabio y
cortesano Moliére con el brutal, grosero y vulgar Wycherley, yel
refinado y elegante Racine con el ampuloso y obsceno Otway. Los
personajes de las tragedias de la restauracién inglesa, concluyg
Taine, son tan parecidos a los de Racine como «la cocinera de Ma.
dame de Sévigné se parece a Madame de Sévigné».* Katherine E,
Wheatley, en un libro reciente, Racine and English Classicism
(1956), exhibe, con cierto pedantesco regocijo, todas las malas in-
terpretaciones y malas traducciones de adaptadores y traductores
ingleses de Racine. Argumenta que hubo un profundo abismo en-
tre las dos literaturas y sugiere que la inglesa carece de una tradi-
cién psicolégica comparable a la de los moralistes franceses y el
raciniano andlisis de la pasion.” Henri Peyre, en su Quiest-ce que le
Classicisme? (1953), subraya la claridad y singularidad del clasicis-
mo francés y sostiene que «las relaciones entre la literatura fran-
cesa del siglo xvul y la de la antigiiedad» eran mucho mas libres de
lo que se suposo corrientemente.*” En cuanto a la literatura ingle-
sa, P.S. Wood habia sefialado «Native Elements in English Neo-
Classicism» (1926),! y desde entonces muchos eruditos han
demostrado la continuidad que existe entre la era isabelina yla
restauracién. En afio tan proximo como 1898 Felix Schelling pro-
clamo a Ben Jonson el padre de la «escuela clasica» inglesa.*
Seguramente que, en una historia de la critica internacional,
estos argumentos en favor del divorcio entre las literaturas inglesa
y francesa de aquella época no convenceran. Simplemente hacen
retroceder el asunto hacia el pasado, hacia las fuentes comunes de
la teoria neoclasica —por ejemplo aristotélicas y horacianas- que
fueron por primera vez formuladas en Italia a principios del siglo
XVI y un poco mas tarde por Escaligero, un italiano activo en Fran-
27. Collected Writings, ed. D. Masson, 11, 14 vols. Londres, 1896, p. 61.
28. Vol. 3, 2® ed. 5 vols. aris, 1866, p. 216: «la cuisiniére de Mme. de
Sévigné 4 Mme. de Sévigné.»
29. Austin, Texas, 1956.
30. Gitado de la ed. extensa, Le Classicisme francais, Nueva York, 1942,
P. 32: «Combien laches sonts les rapports entre la littérature fran-
saise du XVIle siécle et celle de l'antiquité.»
31. En «Modern Philology», 24 (1926), pp. 202-208.
32. Ben Johnson and the Classical School, «PMLA», 13 (1898), PP:
ee reimpreso en Shakespeare and «Demi-Science», Filadellia,104 RENE WELLEK
tudiaron, y se estudiaron en tanto modelos de esti
de ideas. Ernst Robert Curtius, en Europdische Liters antics
nisches Mittelalter (1948), ha promovido la cuestién de Ie gate.
cién de un canon de autores antiguos y de los grandes escrit
en las literaturas modernas. Valdria la pena examinay ec"!
en detalle para cada literatura. Pope en 1737 scribié que
last century can have no flaw: I hold that Wit a Clansict, 0
law,?® y George Sewell, en su introduccién a los Poems de Shak, a
peare (una parte del Shakespeare de Pope, 1725), clamé por nae”
nes cuidadosas de autores ingleses, las que «en justicia dehae
nuestros propios grandes escritores, tanto en prosa como en ae
sia. Ellos son en alguna medida nuestros clasicos: debemos cons.
truir sobre sus cimientos, puesto gue son los antecedentes y puri.
ficadores de nuestra lengua»? A Sewell le Parece que
Shakespeare es merecedor y ha de recibir semejante tratamiento,
Nos encontramos de vuelta al significado de «clasico» expresado
por Sébillet. Shakespeare es un autor modelo,
El mismo significado del término queda registrado también en
Francia, si bien sorprendentemente, un poco mas tarde que en In-
glaterra. Pierre Joseph Thoulier D’Olivet, en su Histoire de UAcadé-
mice (1729), se queja de que «Italia tenia autores Clasicos, y
Nosotros atin no teniamos ninguno».*? En una carta al mismo Abbé
D'Olivet, Voltaire en 1761 se proponia editar los autores clasicos
del francés, guardando para si a Corneille en tanto favorito espe-
cial.*’ Por cierto que Voltaire en su propio Siécle de Louis XIV
(1751) sitta la época y sus escritores proximos a otras edades de
oro: las de Leon X, Augusto, y Alejandro. De manera caracteristica,
la edad de Pericles esta atin ausente de la lista.*? En todas estas
discusiones la implicacion de «clasicidad> en tanto modelo y pa
tron es dominante. El mas remoto modelo, detras de los grandes
escritores modernos, se halla en la antigiiedad y se entiende como
cosa natural, pero no en mayor medida que cuando a Dante se le
considera un «clasico» en Italia o cuando los espafioles hablan de
su Siglo de Oro. El asunto del estilo no viene al caso.
El acontecimiento decisivo para el desarrollo del concepto de
«clasicismo» fue, después de todo, el gran debate clasico-romanti-
co iniciado en Alemania por los hermanos Schlegel. He discutido
estos problemas por extenso en varios de mis escritos, en general
itores
Proceso
38. Véase mas arriba, num. 26. p. 199, lineas 55-56, Pope parafrasea el
verso de Horacio: Est vetus atque probus, centum qui perficit annos
39. Citado por JC. Maxwett en Notes and Queries, 10 (junio 1963) P
220. Del Prefacio al Shakespeare de Pope, 7, p. Vii. ee
40. Ed. Livet, 2,2 vols, Paris, 1858, p. 47: L'ltalie avait des auteurs class
ques, et nous n'en avons point encore de tels. . 959, P-
41. VottairE, Correspondence, ed. T. Bestermann 40, Ginebra, | fue-
ws Véase Bape Ja carta a C.P. Duclos, p. 274. Ambas cartas
‘scritas el 10 de abril, 1761.
42. Ed. René Groos, 2, Paris, 1947, p. 129.106 RENE WELLEK
do como cosa natural. Sospecho que debio existir ant,
cusiones sobre el renacimiento de la antigiiedad en nos." las ¢
iniciadas por Winckelmann y David. Pero sin ember grupo extremadamente heterogéneo, del que hoy Klopstock
podria pertenecer a lo que mas bien llamariamos pre-romanticis-
mo o sentimentalismo; Lessing, a pesar de su polémica contra las
doctrinas de la tragedia francesa, apareceria como un clasicista ra-
cionalista que rendia culto a Aristoteles; Wieland apareceria como
un hombre de la Ilustracién cuyo arte con frecuencia nos impre-
siona como rococ6; Herder nos pareceria un pre-romantico irra-
cionalista. pero en la divulgada Geschichte
deutschen Literatur (1883), de Wilhelm Scherer, el término «cla-
sicismo» aparece solamente en el indice, mientras que el texto ha-
bla de classische Mode. Solamente en una ocasion, me parece,
Scherer se refiere a «nuestro moderno periodo clasico».''* Es posi-
ble darse cuenta de cémo la insatisfaccion con el término «clasi-
cismo» cambié de direccién y de por qué el nuevo término Klassik
lo reemplazé. En la atmésfera de los ultimos ochenta anos los
Klassiker alemanes fueron crecientemente asimilados a lo teuton y
a lo romantico en tanto valores de caracter nacional, mientras que
el término «clasicos» se les adhirié en un sentido casi Pickwickia-
no.
Retrospectivamente, resulta obvio que el término «clasicismo»
es un término del siglo x1x. Aparece por primera vez en Italia en
1818, en Alemania en 1820, en Francia en 1822, en Rusia en 1830,
en Inglaterra en 1831. En Alemania en 1887 el nuevo término Klas-
sik (inventado en 1797 por Friedrich Schlegel) expulsé a Klassizis-
mus. Es claro que los términos tienen algo en comtn: la referencia
a lo excelente, a la autoridad, y a la relacién con la antigiiedad. Pero
en los paises que se han discutido, «clasicismo» se refiere a tres
gios que protegial
109. Véase Peter Frank, Chancen und Gefahren von Klassikerausgaber
«Merkur», 17 (1963), p. 1201.
110. En Leppmann hay falestaaio sociolégico y estadistico detallado
11. Berlin, 1863, p. 354: In der Zeit der Classizitit unserer Literatur,
112. Véase G. Braves, Die Emigrantenliteratur, Berlin, 1914, p- 22° °
Bee Reaktion in Frankreich, Charlottenburgo, 1900, p. 248
ferencias aparecieron en 1872 y 1874. : :
113. Geschichte der deutschen Literatur, 4, 5 vols. Berlin, 1890 De”
Bruch der Schlegel mit dem Classizismus, 1797.
114. Berlin, 1883, r Geis deren cl ia
, p. 576: Der Geist unserer mo
turperiode,
Jassischen Lit