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El realismo literario: marco histórico y cultural.

Características. Autores y obras más significativas.

Índice:

1. Introducción.
2. Marco histórico y cultural.

2.1.- Aspectos políticos, económicos y


sociales.
2.2.- Aspectos ideológicos y culturales.
2.3.- El Realismo, imagen de la vida.
3. El Realismo.

3.1.- Orígenes y evolución.


3.2.- El Naturalismo en la novela.
3.3.- La novela realista europea.
4. Características de la narrativa realista.
5. La obra narrativa de Benito Pérez Galdós.

5.2.- Galdós, un novelista burgués.


5.2.- “Los Episodios Nacionales”.
5.3.- Novelas de la primera época.
5.4.- Las novelas contemporáneas.
5.5.- Las novelas espiritualistas.
5.6.- Las últimas novelas.

6. La novela realista. La Generación del 68.

6.1.- José María de Pereda.


6.2.- Juan Valera.
6.3.- Leopoldo Alas “Clarín”.
6.4.- Emilia Pardo Bazán.
6.5.- Armando Palacio Valdés.
6.6.- Vicente Blasco Ibáñez.

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1. INTRODUCCIÓN.

El Realismo es un movimiento literario que triunfó en


Europa hacia 1850 y que trató de reflejar la realidad social de la
época. Frente al idealismo romántico, propugnó la observación
directa de la realidad y la novela como género que mejor
puede reflejarla.

Sus características fundamentales son:

 El tema esencial es la realidad que rodea al escritor, quien


debe dar testimonio de la misma y actuar como un cronista.
La clase media se convirtió en el foco de atención preferente
del escritor. En esa plasmación de la realidad observada
puede verse, en ocasiones, cierta actitud de crítica social.
 El narrador es objetivo y suele ser omnisciente, es decir,
conoce a sus personajes a fondo. Para mostrar los
sentimientos y pensamientos de los personajes se utilizan el
monólogo interior y el estilo indirecto libre. El retrato puede
ser un completo análisis psicológico y la descripción de
ambientes suele realizarse también con minuciosidad.
 El estilo es sencillo y sobrio. Con el lenguaje se pretende
reproducir la forma de hablar de los personajes y su
condición social, por lo que aparecen varios registros.

2. MARCO HISTÓRICO Y CULTURAL.

2.1.- Aspectos políticos, económicos y sociales.

Los gobiernos progresistas surgidos al hilo de la


Revolución de 1868 consagraron derechos democráticos e
impulsaron reformas laborales y fiscales que crearon gran
descontento. La crisis económica, el desempleo, las guerras y los
conflictos regionales contribuyeron al fracaso de la I República
y a la Restauración de la monarquía, que puso fin a un largo
período de guerras.

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Durante la Restauración, los cambios gubernamentales se
efectuaron por medio de las Cortes y se estableció el
bipartidismo de liberales y conservadores. El Gobierno,
centralista y oligárquico, se apoyaba en el medio provinciano y
rural, dominado por caciques, con quienes se controlaban y
simulaban unas elecciones fraudulentas.

El desarrollo económico (minería, siderurgia vasca,


industria textil catalana y actividades comerciales) impulsó el
crecimiento de las ciudades, comunicadas por el ferrocarril. A
este período corresponde la consolidación del Estado liberal y
el triunfo de la burguesía. Las familias burguesas gustaban del
lujo y de la ostentación, mientras que las masas populares
permanecían al margen de la política, la modernización y la
cultura. En estos años se desarrollaron las organizaciones
obreras, en sus vertientes socialista y anarquista.

2.2.- Aspectos ideológicos y culturales.

La corriente de pensamiento más destacada fue el


krausismo. Uno de sus frutos más importantes fue la
Institución Libre de Enseñanza (1876), fundada por
Francisco Giner de los Ríos. En su primera etapa se centró
en la enseñanza universitaria y, a partir de 1881, en la reforma
de la pedagogía tradicional.

Con la Restauración se inició una etapa positivista,


aunque seguían vigentes las ideas krausistas en pedagogía y
derecho, y valores como la ética individual, la tolerancia y el
rigor científico.

Otro fenómeno destacable, sobre todo a partir de la


década de 1880, fue el extraordinario desarrollo de la
prensa, que difundió obras por entregas y artículos de los
escritores más importantes de la época (Clarín, Galdós, Valera,
Pardo Bazán), y sirvió de soporte a la polémica sobre el
naturalismo.

Corrientes de pensamiento.

En la segunda mitad del siglo XIX, dos corrientes


filosóficas dominan el pensamiento español:

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A) Krausismo. Julián Sanz del Río impulsó la difusión del
pensamiento del filósofo alemán Karl C.F. Krause. El
krausismo, que llegó hasta la Segunda República, tuvo
una gran repercusión en sectores de la burguesía
ilustrada de España. Influyó en la cultura (ciencia,
pedagogía, literatura) y, especialmente, en el derecho.
La versión española de esta corriente propugnó una
“filosofía práctica”, racionalista, que hace hincapié
en el carácter ético de la conducta individual, en la
creencia en la perfección del hombre y en la evolución
de la sociedad. El período de máxima vigencia del
krausismo corresponde a su primera etapa, entre 1854
y 1875.
B) Positivismo. Este sistema filosófico sólo admite los
conocimientos que se fundamentan en la
experimentación. Se basa en la aportación de las
ciencias físicas y naturales. Los positivistas españoles
defendieron el evolucionismo y el determinismo, y
difundieron las obras de científicos europeos como
Darwin o Spencer.

2.3.- El Realismo, imagen de la vida.

Frente al idealismo romántico, triunfa ahora el positivismo, la


moral utilitaria, el espíritu práctico. Como movimiento cultural, el
Realismo será un reflejo de la realidad contemporánea y un
espejo de las costumbres, influido por las nuevas aspiraciones
de la sociedad burguesa y por el espíritu racionalista y
experimental de las nuevas ideas científico – filosóficas:
positivismo, método experimental, teoría de la evolución de las
especies.
El Realismo es, pues, una actitud ante la vida, y sus
presupuestos se manifiestan en todas las modalidades de la
cultura, el arte y la literatura: visión objetiva de la realidad,
espíritu práctico y valoración de lo concreto frente al subjetivismo
y la fantasía romántica.

3. EL REALISMO.

El Realismo fue una corriente artística que se propuso


representar la realidad lo más fielmente posible y con el
máximo grado de verosimilitud.
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3.1.- Orígenes y evolución.

El realismo surgió en la Francia de la primera mitad del


siglo XIX, inmersa aún en el romanticismo. Se inició con autores
como Balzac y Stendhal, y se desarrolló ya como movimiento
independiente con Flaubert, en el contexto de una sociedad
urbana e industrial, con una clase burguesa asentada.

En España, el inicio del movimiento realista coincidió con


acontecimientos históricos centrales. Surgió hacia 1870, después
de “La Gloriosa”, y tuvo su apogeo en la década de 1880, época
del acceso al poder de la burguesía y en contexto cultural
complejo y variado. En la aparición del realismo influyeron
géneros del romanticismo como la novela histórica y, sobre
todo, los artículos de costumbres, junto con las obras y las
reflexiones estéticas de novelistas extranjeros como Balzac,
Flaubert, Dickens y Tolstoi.

3.2.- El Naturalismo en la novela.

El naturalismo es el intento de llevar a sus últimas


consecuencias los postulados realistas: se aplican a las novelas los
principios científicos de moda en la época, como el método
experimental, al considerar el novelista a sus personajes como
seres cuyos comportamientos, casi siempre patológicos, ha de
analizar y diseccionar en su relato.

En las novelas naturalistas se plasman las ideas


deterministas, al considerar que el comportamiento no depende
de la voluntad del individuo, sino que está condicionado por la
herencia biológica y por el medio social en que vive: abundan en
estas novelas los ambientes sórdidos y los personajes con
comportamientos patológicos o con taras psíquicas (alcohólicos,
psicópatas, prostitutas, marginados).

La novela es el reflejo de una filosofía materialista,


que reduce los comportamientos humanos a mera fisiología, al
considerar que lo espiritual no es más que consecuencia de las
leyes biológicas.

El novelista francés Emile Zola es el teorizador y el


máximo exponente de esta nueva vertiente de la novela realista,
que fue discutida y puesta en práctica en España, aunque de una
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manera menos radical, en algunas obras de Galdós, Clarín y la
Pardo Bazán.

En España, el contexto era diferente: no había un verdadero


capitalismo ni una ciencia floreciente. Los escritores rechazaron el
determinismo biológico y reivindicaron el libre albedrío y el
humor; sin embargo, incorporaron temas y procedimientos
narrativos del naturalismo que favorecieron una nueva forma de
novelar en la década de 1880.

3.3.- La novela realista europea.

Aunque el realismo se extiende a todas las manifestaciones


literarias, su verdadera creación es la novela, como género
más adecuado para reflejar de forma objetiva y con exhaustividad
la realidad contemporánea: la novela es imagen de la vida.

La novela realista decimonónica significa la consolidación y


el triunfo definitivo del género novelesco, que tiene su origen en el
Quijote de Cervantes; fuente de inspiración de los novelistas
europeos posteriores.

En todos los países europeos surgen ahora grandes


novelistas que se esfuerzan por reproducir en sus obras la
realidad contemporánea:

A) En Francia, Balzac es autor de una extensa colección de


novelas, titulada La Comedia Humana, con la que
aspiraba a reproducir con fidelidad y exactitud las
costumbres y los conflictos de la sociedad francesa
contemporánea. Stendhal escribió dos grandes novelas:
El rojo y el negro, en donde cuenta la vida del joven Julien
Sorel; y La Cartuja de Parma, cuyo argumento arranca de
la batalla de Waterloo y continúa con las peripecias que le
suceden en Italia a Mario del Dongo, su protagonista. De
Gustave Flaubert es Madame Bovary, acabadísimo
análisis psicológico de una mujer provinciana que
pretende mejorar su vida, lo que le lleva a despreciar a su
marido y a caer en turbios amoríos, que concluyen en el
suicidio, minuciosamente descrito por el autor.
B) En Rusia surge una extraordinaria generación de
novelistas: de Dostoievski son Crimen y castigo, cuyo
protagonista, el joven Roskolnikoff, comete un crimen
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absurdo, siendo toda la novela un detallado análisis del
proceso de la conciencia del personaje, hasta confesión
de su crimen; y Los hermanos Karamazov. León Tolstoi
escribió Guerra y paz y Anna Karenina, mientras que
Antón Chejov es un inimitable autor de relatos realistas,
además de gran dramaturgo.
C) En Inglaterra, destaca Dickens, autor de numerosas
novelas en las que se mezcla la pintura de ambientes
sórdidos y un cierto sentimentalismo: David Copperfield,
Oliver Twist…

4. CARACTERÍSTICAS DE LA NARRATIVA REALISTA.

Es posible determinar rasgos propios de la novela realista


tanto temáticos como formales.

a) El Realismo es un movimiento literario burgués,


impregnado de espíritu práctico y de afanes de
renovación y progreso. Frente al creador romántico
arrebatado y movido por la inspiración, los autores de
la novela realista son burgueses, ciudadanos
corrientes comprometidos con la sociedad en que viven,
cuyos problemas y conflictos cotidianos pretender reflejar
en sus novelas.
b) El relato se centra en la realidad contemporánea,
intentando ofrecer un panorama completo de la vida
social, las costumbres y las ideas del momento. Existe un
gran interés por lo vulgar y cotidiano, por lo popular, por
la vida y costumbres contemporáneas. Frente a la lejanía
espacial y temporal del Romanticismo, la novela realista
se centra en la descripción de lo que ocurre en la calle, en
los mercados, en la fábrica, en las tertulias, en el café, en
los salones de la burguesía o en las algaradas
revolucionarias. Asimismo, los protagonistas de las
novelas no son héroes, personajes idealizados, sino seres
vulgares, individuos extraídos de la realidad cotidiana.
c) Existe un afán de objetividad: el novelista pretende ser
el cronista, el notario, el fotógrafo, el fiel observador de lo
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que ocurre en el momento y en el lugar de la acción de
sus novelas. La preocupación por la verosimilitud y el
realismo le lleva a documentarse y a informarse acerca
de los hechos que va a contar: acude a las bibliotecas, lee
libros históricos, consulta tratados científicos, está atento
a las informaciones de la prensa, recorre los escenarios
en que va a situar su relato, toma apuntes en la calle
sobre las personas y sus costumbres, observa la forma de
hablar de sus presuntos personajes, etc.
d) Detallismo y minuciosidad en las descripciones. Hay
un afán por dar cuenta del más mínimo pormenor: los
paisajes y ambientes que dan “color local” al relato, los
interiores, los gestos y actitudes de los personajes, los
vestidos, la “pintura de las costumbres” y las diversas
actividades sociales (ocupaciones, fiestas y celebraciones
de tipo familiar o social, manifestaciones revolucionarias,
etc.).
e) Propósito moral, social o político. Es frecuente que
las novelas sean un medio para defender unas ideas o dar
una visión crítica de la sociedad. Por eso proliferan las
novelas de tesis, en las que el autor defiende una idea
preconcebida, descalificando las tesis contrarias. Es el
caso de las novelas de la primera época de Galdós.
f) El narrador pretende la objetividad en el relato de los
acontecimientos: es como un testigo que narra los
hechos desde fuera, sin participar en ellos, desde una
perspectiva objetiva y distanciada. El deseo de dar una
visión totalizadora de la realidad hace que no se limite a
contar sólo lo externo y lo visible, sino que también es
capaz de conocer y describir el mundo interior, el ser y el
sentir de los personajes.
El narrador se convierte así en un pintor de los
cuerpos y de las almas. Es, por tanto, un narrador
omnisciente, sabelotodo, “suplantador de Dios”, un ser
casi divino, en cuanto que lo sabe todo acerca de la acción y
de los personajes.
Pero a pesar de su afán de objetividad y distanciamiento,
a veces el narrador es un “metomentodo” que se introduce
en la narración, orientando al lector sobre ciertos aspectos
del relato, indicándole que se fije en algún detalle,
resaltando la importancia o la emoción de algún pasaje
concreto.

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Esta exhaustividad en la caracterización de los
personajes, en la descripción de situaciones, en la narración
de los hechos, limita la participación del lector, que no tiene
la posibilidad de ir conociendo e imaginando por sí mismo los
caracteres de los personajes y el valor de las situaciones:
todo le viene explicado, incluso lo que les ocurrió a los
protagonistas años después de terminar la acción de la
novela, que a veces se ofrece en un epílogo.

g) Hay también un afán realista en el tratamiento del


lenguaje y el estilo literario: es sobrio y preciso, sin
demasiada retórica, cuando habla el narrador; cuando se
reproduce el habla de los personajes, el lenguaje se
adecua a los caracteres y la cultura de los que hablan; se
reflejan los registros populares o vulgares, formas
expresivas del lenguaje coloquial, dialectalismos,
extranjerismos, etc. En las novelas realistas hay una
verdadera galería de personajes, cada uno con su
lenguaje peculiar, siempre vivo y expresivo.

5. LA OBRA NARRATIVA DE BENITO PÉREZ GALDÓS.

5.1.- GALDÓS, un novelista burgués.

Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria,


en 1843, pero toda su vida transcurrió en Madrid, a donde había
llegado a los diecinueve años. Y en la capital murió, en 1920.

Se dedicó por entero a la literatura, en una labor


frenética e incesante, que no siempre le permitió vivir
holgadamente, y le sumió en la penuria en los últimos años de su
vida, ya ciego y enfermo.

Movido por su ideología liberal, participó en la política


como diputado del Partido Liberal y, más tarde, del Republicano.
Sus ideas progresistas y anticlericales y el carácter
tendencioso de algunas de sus novelas, le granjearon la
enemistad de influyentes sectores del conservadurismo y la
reacción, que retrasaron su ingreso en la real Academia y
boicotearon su candidatura al Nobel, al tiempo que algunos
jóvenes miembros de la Generación del 98 menospreciaban su
obra.
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Galdós no es un romántico hombre de acción, sino un
burgués observador de la realidad contemporánea, que
conjuga la documentación exhaustiva sobre ambientes,
costumbres y acontecimientos históricos y la observación directa
de los escenarios y tipos que podían verse en las calles, en los
cafés, en las tertulias, en las oficinas, en las viviendas
comunales, en especial en Madrid, donde se ambientan sus
mejores novelas.

Autor de una extensa producción literaria (novelas,


cuentos, piezas teatrales, prólogos, artículos de crítica literaria),
la obra de Galdós fue evolucionando, enriqueciéndose con
diversos aportes. Como novelista destaca sobre todo, por la
creación de personajes y por su capacidad para integrar la
historia del país en la vida de esos seres. Su labor narrativa se
inicia con la publicación de La fontana de oro (1870), una novela
histórica con elementos costumbristas. A partir de 1873
comienza la serie de los Episodios nacionales.

5.2.- “Los Episodios Nacionales”.

Pretenden ser una historia novelada del siglo XIX,


desde la batalla de Trafalgar (1805) hasta la Restauración (1875),
con un total de 46 novelas, divididas en cinco series de diez,
aunque la última quedó incompleta: rememoran las gestas de la
Guerra de la Independencia, los atropellos del reinado de
Fernando VII, las revoluciones y pronunciamientos militares de
tiempos de Isabel II, las guerras carlistas, la revolución del 68 y la
Primera República.

La historia de España es el pretexto para reflejar el vivir,


el sentir y hasta el respirar de las gentes. En ellos encontramos
dos tipos de personajes:

a) Un protagonista colectivo, el pueblo español,


con sus diversas clases e ideologías, que
interviene en los distintos episodios de la
historia de España; y, aunque no decide la
suerte de los acontecimientos, da prueba de su
patriotismo y casi siempre resulta la víctima de
la intolerancia, el fanatismo y la guerra.
b) Protagonistas individuales, personajes de
ficción que tienen una intervención marginal en
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los sucesos históricos, pero son el soporte y el
principal atractivo de la trama novelesca, con
sus acciones heroicas o sus peripecias
sentimentales rayanas en lo folletinesco.

Los protagonistas son personajes sin importancia, que


funcionan como testigos o jueces de los hechos relevantes; el
narrador utiliza la primera y la tercera persona (en forma de
autobiografía, de memorias o de cartas).

Encuadrados en la novela histórica, los Episodios


constituyen crónicas del pasado inmediato; por esa razón sus
títulos aluden a sucesos históricos: Trafalgar, Bailén, La batalla
de Arapiles… En relación con estos grandes acontecimientos de la
historia, se narran episodios de la vida cotidiana de una serie
de personajes ficticios, cuyas vidas conforman la trama.

5.3.- Novelas de la primera época.

Pertenecen a este grupo, además de La fontana de oro, Doña


Perfecta (1876), Gloria (1877) o Marianela (1878).

Las novelas de la primera época corresponden a las


llamadas novelas de tesis, que exponen conflictos
ideológicos, de tema religioso y anticlerical. Los personajes y
la trama están sometidas a las ideas del autor y sirven para
ejemplificarlas: carecen de autonomía y complejidad psicológica y
caen en el maniqueísmo de “buenos” frente a “malos”. Los ideales
de libertad, tolerancia y progreso que defiende Galdós se
enfrentan al conservadurismo, la intolerancia y una religiosidad
que niega los valores auténticamente cristianos.

Los medios empleados por el autor para presentar su tesis son:

a) La conducta y las opiniones de los personajes,


portavoces de las ideas.
b) Los comentarios del narrador sobre la intención moral de
la obra.
c) El uso de la ironía, la hipérbole y el simbolismo, sobre
todo en nombres de lugares y de personas, como el de Doña
Perfecta.

Entre las técnicas narrativas sobresalen el diálogo y las


cartas. Predomina el narrador omnisciente, que cuente desde
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fuera y, a la vez, interviene con sus comentarios, apela al receptor,
lo guía en la lectura y moraliza.

5.4.- Las novelas contemporáneas.

Estas novelas, publicadas a partir de 1881, constituyen un


rico y complejo mosaico en el que se retrata la sociedad
madrileña y española, sobre todo la clase medio – burguesa, en
toda su grandeza y miseria, con sus utopías y bajezas, su lujo y su
pobreza, sus comportamientos quijotescos y sus pasiones
egoístas. Se trata de una sociedad plural cuya inabarcable fauna
de personajes variopintos pueblan los ambientes más diversos,
desde el palacio burgués al tugurio miserable, desde el café a las
covachuelas de la administración, del teatro a las tertulias de los
conspiradores. Se trata, en todo caso, de personalidades
complejas y bien definidas, con un aspecto externo,
caracterización psicológica y lenguaje muy bien diferenciados.
Muchos de estos personajes aparecen en varias novelas,
componiendo así un complejo entramado de relaciones familiares
y sociales, que es una de las notas distintivas del mundo novelesco
de Galdós.

Su realismo se enriquece con la creación de personajes más


complejos que, en un momento histórico y en una situación social
determinados, expresan sus sueños, sus fantasías, sus recuerdos y
deciden según sus conciencias. Incorpora, además, elementos
naturalistas: las causas biológicas y, especialmente,
sociohistóricas de la conducta de los personajes; pero,
finalmente, estos actúan movidos por sus valores.

En estas novelas, Galdós desarrolla diversas técnicas


narrativas:

a) Predominio del narrador omnisciente o cronista de los


hechos.
b) Diálogos, que permiten ofrecer perspectivas diversas sobre la
realidad, y caracterizar a los personajes según sus usos
lingüísticos.
c) Monólogo interior, estilo indirecto libre y modo teatral,
una forma dialogística totalmente novedosa en la que los
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parlamentos de los personajes son presentados sin intervención
de un narrador y con acotaciones.
d) También emplea en estas obras el humor, la ironía y la
parodia.

A esta época pertenecen La desheredada, Lo prohibido o


Fortunata y Jacinta, entre otras novelas. Fortunata y Jacinta, quizá
su obra maestra, es un inmenso fresco de la sociedad madrileña.

En ellas, el autor desarrolla su “segunda manera” de novelar y


llega al dominio del arte narrativo.

5.5.- Las novelas espiritualistas.

Las obras galdosianas de marcado espiritualismo son Nazarín


(1895), Misericordia (1897) o El abuelo (1897).

En las novelas espiritualistas de Galdós predominan los


valores evangélicos: el amor y la caridad cristiana.

Por una parte, manifiestan la desilusión ideológica del autor


al ser testigo del fracaso de la burguesía para transformar la
sociedad. Perdidos los ideales puestos en la evolución de la
sociedad burguesa, acude a la trascendencia, a los principios
más auténticos del cristianismo. Las nuevas condiciones sociales
y la crisis de valores de finales de siglo entrañan también la
transformación y el acercamiento al fin del movimiento realista.

Estas obras se relacionan con la corriente espiritualista de


escritores rusos como Tolstoi y con un nuevo idealismo que
desarrolla conflictos éticos. Aparecen personajes humildes
imbuidos de altos valores morales y de un gran sentido del
deber. El espacio preferido ya no es el Madrid de la burguesía,
sino el de los barrios más miserables de la época.

En Misericordia, la bondad y la caridad de la protagonista


destacan en un medio de extrema pobreza y mezquindad. La
criada Benina, que ha mantenido a la familia de doña paca
pidiendo limosna, es expulsada de la casa cuando reciben una
herencia. Benina vuelve a la mendicidad y vive con Mordejai, otro
mendigo ciego y enfermo.
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5.6.- Las últimas novelas.

Las últimas novelas de Galdós – Casandra (1905), El caballero


encantado (1909)…-- mezclan el realismo con elementos de
carácter maravilloso y fantástico.

En estas novelas hay puntos de contacto con la ideología de


algunos escritores de fin de siglo: el conocimiento y el retrato de la
geografía castellana y la llamada “intrahistoria”, es decir, la vida
cotidiana de los seres anónimos. En general, manifiestan confianza
en la educación como medio para transformar el país.

6. LA NOVELA REALISTA. LA GENERACIÓN DEL 68.

6.1.- José María de Pereda.

Su mérito fundamental estriba en reflejar en sus obras la vida y


el ambiente de la montaña santanderina, además de plasmar los
dialectalismos de la tierra.

Comenzó cercano al costumbrismo con escenas y cuadros


(Escenas montañesas), en los que destaca su lenguaje expresivo y
el detalle de las descripciones. En sus novelas, se aprecia la
exaltación de sus ideas católicas, como es el caso De tal palo tal
astilla. En su última etapa, abandonó la novela de tesis para tomar
el camino del realismo regionalista: Sutileza, Peñas arriba…

6.2.- Juan Valera.

Se interesó especialmente por los problemas estéticos y


teóricos de la novela. Pensaba que había que suprimir lo
desagradable de la realidad porque el principal objetivo de la obra
literaria era crear belleza. Rechazó también el Realismo, el
Naturalismo y las novelas de tesis.

Despreocupado por la descripción de los universos novelescos,


sí que indago en la psicología femenina y trató de representar los
estados de ánimo de los personajes.

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Sus dos novelas fundamentales son Doña Luz (1879) y Pepita
Jiménez (1874). Esta última trata del enamoramiento de don Luis,
un seminarista, de la joven prometida de su padre.

6.3.- Leopoldo Alas “Clarín”.

Clarín se educó en el krausismo y fue discípulo de Sanz del Río.


Su ideología era, por tanto, liberal, y fue enemigo del fanatismo y
del tradicionalismo reaccionario.

Ejerció una importante labor como crítico literario y publicó sus


opiniones en revistas, periódicos y libros. Además, publicó novelas
cortas y cuentos como Pipá, Doña Berta… Sus dos novelas largas
son La Regenta (1884) y Su único hijo (1891).

La Regenta es una de las mejores novelas escritas en


castellano. Su protagonista es Ana Ozores, joven casada con un
hombre mayor en una ciudad provinciana asfixiante, Vetusta. Su
insatisfacción vital será aprovechada por don Álvaro Mesía, el don
Juan provinciano, para seducirla. La fragilidad da Ana la hace
refugiarse en la religión de la mano del magistral don Fermín de
Pas, quien también se ha enamorada de ella. El final es trágico:
Ana cae en los brazos de Álvaro Mesía y éste mata al marido de
Ana Ozores en un duelo; la sociedad vetustense le da la espalda,
incluido su confesor, don Fermín de Pas.

6.4.- Emilia Pardo Bazán.

Pardo Bazán fue la principal valedora del Naturalismo en


España, si bien rechazó los extremos de Zola. Para defender su
postura escribió La cuestión palpitante (1883).

Sus dos novelas fundamentales son Los pazos de Ulloa y La


madre naturaleza. Se ambientan en el mundo rural gallego y en
ambas se da enorme importancia a la influencia de la herencia en
la conducta y también a la influencia del medio en el
comportamiento de los personajes, que llegan incluso a la
animalización.

6.5.- Armando Palacio Valdés.

Escribió obras costumbristas y de realismo regional. Defendió la


vida tradicional del campo frente a los mineros en La aldea

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perdida; sobre los marineros asturianos escribió José; La hermana
San Sulpicio se ambienta en Andalucía, etc.

6.6.- Vicente Blasco Ibáñez.

Refleja el determinismo social y biológico en sus novelas:


ambientes degradados, personajes de instintos primarios…
Algunas de sus novelas son Arroz y tartana, La barraca, Cañas y
barro… Sus últimas novelas presentan otros ambientes y aborda
otros temas, como es el caso de Los cuatro jinetes del Apocalipsis,
sobre la Primera Guerra Mundial.

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