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' staat _ = 0 4 La distineién entre lo privado y lo publico. bibs bao pk Profesor Carlos Pefia Gonzalez. La distineién entre lo privado y Io piblico —una distincién que entrecruza casi toda la literatura legal y que, ademés, sale al paso cada vez que uno examina algtin problema de filosofia politica o moral- es quizé la més relevante a la hora de determinar el Ambito en el que puede ejercerse, de manera legitima, la libertad de expresién, esa facultad que asiste a usted y a mi de extravertir y comunicar el modo en que somos capaces de ver el mundo. @Tiene usted derecho a indagar en una vida que no es la suya, a inmiscufrse en actos ajenos 7/,Cuanto de lo que le acontece a usted debe estar al alcance de los ojos y de los ofdos de los demés? ;Cual es en suma el alcance de la libertad de expresién? A la hora de responder esas preguntas, la distincién entre la esfera privada y la esfera piiblica de una persona, resulta, como digo, imprescindible/ Haciendo pie en esa puede sostenerse que usted tiene derecho a indagar y diftmdir todo lo que atinge Ja esfera publica y, en cambio, inhibirse de indagar y difundir lo relative a 5 de expresién, no es una linea fija o quiescente, no es una linea que pueda ser trazada ex anf, por referencia a criterios estrictamente espaciales. Cosa distinta, la lined que divide lo ee Pregunta relativa a qué émbito de su vida no merece ser divulgado (po?uetaCo seria ilegal, antijuridico) s6lo puede ser respondida afirmando que no merece ser divulgado aquello que no es de interés piblico; pero siel asunto de que se trata es de interés piblico, entonces, en la medida de ese interés, debe ser conocido de todos los demés, puesto a su disposicion mediante los ojos y los ofdos de la prensa. ;Constituyen un evento privado esos Pequefios olvidos, ese carécter irascible que el médico le confié era un signo inequivoco de demencia senil? Por supuesto si usted es un ciudadano de a pie, un hombre o una mujer comiin y corriente, ese doloroso asunto es una cuestién privada, que le atinge a usted y a sus hijos; pero si usted es candidato presidencial se trata de una obvia cuestién publica que no solo le interesa a usted. ¢Son privadas esas pequefias obsesiones que usted practica con su pareja en Ja soledad de su habitacién?, por supuesto que si a condicién que medie consentimiento, Si usted es un agresor sexual que compromete a otros en sus précticas mediante coaccién 0 engaiio, entone: jéhe der@sho a un coto vedado en lo que respecta indole del interés cbmprometido 1o que permita trazar esa a esas précticas. En suma, ¢s | linea, siempre sinuosa, como digo, que ivIde10 frivado de lo piblico, Io opaco, de lo que puede ser transparente, La cuestién clave, entonces, como ustedes comprenden, es la de dilucidar en qué consiste lo } Ptiblico y en qué lo privado 0, en otras palabras, la cuestién decisiva ~desde el punto def L | vista de la libertad de expresién y desde el punto de vista del oficio periodistico- consiste en! dilucidar los criterios en base a los cuales un interés es piblico (y permite levantar el velo) © privado (que permite, en cambio, ponerlo). 3 Ta distincién entre lo paiblico y lo privado posee, si uno revisa Ia litedatura, al ments tres versiones. Como cada una de esas versiones posee amplia relevancia desde el-punto de vista legal, conviene revisarlas siquiera de manera superficial. En ocasiones ~y'esta €s Lae primera gee deseo revisar- lo privado aparece como una extensién de Ia propiedad, como un espacio cereado que inmuniza al propietario contra la injerencia no consentida. “La casa de un hombre es su castillo” es una conocida formula ue, elaborada al amparo de la constitucién americana pone de manifiesto esta concepeién de Io privado como un coto fisicamente vedado a la injerencia de los dems, como un privado y lo péblico, debiera llegar a la conclusién que todo lo que acontece en la calle es iblico y todo lo que se verifica en su dormitorio o en el living de su casa es privado. Si usted consume drogas en la plaza, entonces los demés tendrian derecho a intervenir; si usted lo hace en su casa, los demas no tendrian ningiin derecho a hacerlo. A esa concepcién, diriamos, espacial, de la diferencia entre lo piblico y lo privado, se ‘opone otra ~también de fuerte arraigo liberal- que define lo privado en base a la nocién de autodeterminacién y cuya més famosa formulacién es el conocido principio de Milt conforme al cual sélo las acciones que causan un daiio no consentido a terceros, son piiblicas. Todas las demés, pertenecen a la esfera de privacidad del sujeto que las realiza. Lo publico en este caso queda definido como el ambito de deberes para con los demés: si ao usted fuma en su hogar y el bumo causa un dafio no consentido a ten’ ; Ehitonces su aceién es piblica y autoriza al estado o a otras personas a intervenir; si, en cambio, usted gusta consumir drogas en Ia plaza con la misma intensidad que a otras personas les gusta hacer caminat en ella, entonces su accién es privada. La linea que divide lo privado de lo piiblico es und linea trazada sobre el dati a teceros/y el dafio a terceros se mide por el consentimiento. Si usted practica el sadomasoquismo con su pareja la aceién es privada: si usted es, en cambio, un torturador (alguien que se solaza haciendo suftr a otto) entonces su accién es piiblica con prescindencia del lugar donde se realiza, El famoso caso Food Lion (onde unos periodistas mostraron a los televidentes, mediante cémaras ocultas, c6mo una empresa de alimentos recogia sobras de la basura para envasarlas y venderlas de-nuevo) cae en este caso Lo mismo ocurre con el caso de la red Paidos en Chile. ~ a war? {Aln Pero existe, todavia, una tercera forma de entender la distincién entre lo privado. y Piblico. Consiste en sostener que la esfera de lo piblico equivale al ambito donde se forma las decisiones que afectan la vida en comin. Bh esta caso, tanto los actores que ailoptan decisiones que afectan a a vida colectiva, como el proceso de toma de decisiones, ‘como, en fin, los antecedentes que se tuvieron en vistas al tiempo d= isiones comunes, son piblicos. Este criterio (que es distinto, como ustedes ven, al criterio espacial ——_ it cuando dijo que toda decisién comin y al criterio de autonomfa) es el que que no es susceptible de publicidkd es injusta. Fl famoso caso de los papeles del Pentégono que divulgé entre otros el Washin; (los papeles, como ustedes recuerdan, habian sido robados) encuentra su justificacién en este criterio. Este criterio kantiano es el que funda lo que se denomina el derecho a accedey a fuentes piblicas de informacién. Ahora bien, sobre la base de esas distinciones, me parece posit sugerir (gorfo lo sugeri, dicho sea de paso, en el proyecto de ley que ustedes conccen) que hay dos tipos de actos piiblicos, a saber, por una parte, como diria Santo Tomis, los actos iiblicos in se, 0 sea aavellos actos que son piblicos en razén de su indole o naturaleza,y, pOFottg parte, los actos publicos en razén de la voluntad; és decir, aquellos ac or su indole)no son piilicos, pero que llegan a serlo pok la voluntad de quien los ejecuta, {Los actos piblicos in se es deci, los actos que son pblicos por su propia indole- son todos aquellos que quedan cubiertos por el eriterio de Kant, es decir, los hechos de quienes Gjereen cargos piblices en todo lo que atinge al cumplimiento de los deberes del cargo, la competencia para ejecutarlos, las expectativas que se generalizaron en la ciudadania, el procedimiento ut interés piblico los actos de lo que suele lamarse personajes PUBTICOs, aquellos cuyos actos poseen externalidades o repercusiones que se buscan deliberadamente, ‘Los actos piblicos en razén de la voluntad ~es decir, los actos en principio privados, pero que se hacen puiblicos por disponerio asi quien los ejecuta- son, me parece, de dos clases, aquellos que se hacen piblicos por voluntad explicita y directa de quien los ejecuta 0 realiza (usted permite que tomen fotos en su matrimonio y luego se publiquen) 0 los actos que se hacen piblicos en razén de la conducta sostenida del agente que los ejecuta igdelagentoquelosjeeuta ction los actos propios). . ‘) 7. Nir nay | Sake ( als 7 oS Ahora bien, sobre la base de las anteriores distinciones, parece suficientemente claro qué actos son privados y cuéles piblicos, qué actos pueden ser divulgados y cudles no. En la Prictica, sin embargo, y quienes ejecutan el oficio periodistico lo saben mejor que yo, los casos suelen ser inciertos y no es posible saber con seguridad si el acto es privado 0 es de los periodistas? Este problema -que no es el mismo problema anterior, Puesto que se refiere al cuidado que debe tener_el periodista para detestar cnsindo-un-easo-es de THERES piblico y cudndo no, cuéndoles verosimil y cuando no- dio Iugar a otto problema y es el E129 de Marzo de 1960, desplegado en las paginas de The New York Times, aparecié un aviso a favor de los derechos civiles. En él un conjunto de personalidades denunciaba los abusos —“una ola de terror”, dijeron- que la policia cometia contra ciudadanos americanos de color. Uno de los pérrafos relataba cémo la policfa rodeé el campus de la Universidad Estatal de Alabama y encerré a algunos estudiantes en el comedor “para intentar rendirles por hambre”. El pétrafo siguiente denunciaba que las autoridades habfan atentado, usando bombas, contra la vida del Dr. Luther King. La informacién que contenia el aviso del prestigioso The New York Tims result6 ser falsa. Sullivan el concejal de quien dependia la policia- demandé al diario por difamacién, por ensuciarlo con mentiras. El caso acabé inicialmente en una condena para el diario; pero fue Inego revocado por la Suprema Corte por considerar que las leyes en las que se basaba iN Violnban la libertad de expresion a la que The New York Times tenth dergoht Fs un fallo ‘Me, para los espiritus nacionales, es, sin duda, somprendente. ;Acaso el petiédico no habja ‘mentido salpicando asi la honra de Sullivan? Por qué entonces dejarlo exento de toda responsabilidad? La Corte declaré que el debate de los asuntos puiblicos ~como los sucesos de Alabama- debia “ser robusto, abierto de par en par y sin inhibiciones, y bien puede inciuir ataques vehementes, catisticos, y a veces desagradablemente mordaces contra el gobiemo y los fincionarios pablicos”. A primera vista, entonees, el aviso que ofendié a Sullivan, podia estar amparado por Ja libertad de expresién, sobretodo, dijo la Corte, porque se refiere a una “de las principales cuestiones puiblicas de nuestros dias”. ;Podia, sin embargo, ampararse el New York Times en la libertad de expresién ya no para formular criticas, incluso vehementes, sino para difundir falsedades de la indole de las que publicé contra Sullivan?. cPesaba sobre la prensa el deber de verificar con cautela las informaciones que sus péginas difunden?. excesos, como los que tuvo que padecer el gffendido Sullivan; pero, dijo la Corte, el “pueblo de este pais ha dispuesto, a la luz de la »\ d) cometan excesos y abusos, estas libertades son, a largo plazo, esencia leropinion csclarecida y la conducta correcta de los ciudadanos de una democracia”. éSignificaba esto gue la prensa era irresponsable a todo evento por la difusién de informaciones falsas relativas a quienes ejercen cargos piblicos?. En ningtin caso, dijo la Corte, pero la cautela a ‘qe la prensa esté obligada cuando se trata de funcionarios publicos es menor que la que esa sobre ella en otras ocasiones, The New York Times debia responder si y sélo si difundié informacién falsa con| “real m: ia” © con “indiferencia temerarialf respecto de la verdad. El mero descuido no generaba responsabilidad alguna para la prensa. Esta ¢s, Sugirid la Corte, la tinica forma en que la informacién puede circular libremente y hacer el escrutinio de los fincionarios y del poder. _——— entonces, parece obvio que el deber de cuidado (y en consecuencia, el estindar de Proteccién de la privacidad) es distinto si el sujeto involucrado es 0 no un funcionario Piblico. Los funcionarios publicos (el Presidente de la Repiiblica, por ejemplo) tienen derecho @ menos y no a més proteccién que usted 0 yo que somos ciudadanos comunes y cortientes. Si usted, en fin, ejerce una funci arn Oana de los otros, entonces misma forma y con igual intensidad que los casos anteriores. Cuando usted desempefia un cargo publico, sus actos comprometen derechos de terceros, quienes deben, entonces, estar facultados para saber si su discurso y sus acciones son consistentes con el rostro que usted mostraba amablemente cuando solicitaba la confianza de los demés. La ciudadanfa tiene derecho a saber qué tan integros capaces son aquellos que pretenden guiarla y a quienes se ha confiado el manejo del Estado. Hs esta la Gnica mmers, como ustedes comprenden, de efter tét/os ilcitos, ineptitades graves o que, por ejemplo, el proceso politico sex capturado or grupos de interés. Bs verdad que en estos casos la privacidad como derecho persiste: sin embargo el ‘umbral de proteccién ha, inevitablemente, disminuido, pare dar ii al interés piblico. Quienes pretenden guiar a otros, 0 manejar los asuntos publicos, to “pueden aspirar a la «wietud de las sombras: para bien o para mal, su conducta en lo relativo a la funcién que dese ipetian- debe estar bajo los ojos de la ciudadanfa. Esta distincién -obvia en un estado democratico- debe ser recuperada para el caso de Chile: las autoridades piblicgs, en Particular, en vez de estar inmunizadas contra Ig zi como si fuers ss / a dignidades que nadie podria afectar, ¢; mirada inquisitiva de los ottos y a la{mirada de la prensa. Es cierto que eso salpica a ve injustamente el honor y la honra de la Sexte; pero ese es el costo inevitable de vivir sociedad abierta al escrutinio y al control del poder. Ahora bien, todas las precedentes distinciones permiten responder la pregunta respecto a qué informaciones pueden ser divulgadas. Una pregunta distinta es, sin embargo, la pregunta relativa a cudles s para obtener la informacién que se divulga. La pregunta respondido- es una pregunta relativa a la informacion fe se divulga. La pregunta que o Desde luego, cabe distinguir entre las formas de acceder ala infom SOIT Gue se va a usar en un juicio para incriminar a alguien (o sea, al modo de obtener pruebas ara condenar a alguien en un juicio) de las formas para acceder a informacién de interés petiodistico. El interés periodistico no siempre coincide con el interés penal y los criterios de lo Ucito y lo ilfeito en cada uno de esos casos no es, obviamente, el mismo. La interrogacién de un periodista a un detenid tribunal, no tiene valor en juicio, pero de ahi no Se sigue que spf ilfcita como forma del ejercicio periodistico. (Kant, el derecho.a'mentir, Papeles del Pentégono). Aristételes. ee

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