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José María Arguedas nos engañó: Las ficciones de la etnografía

Author(s): Ladislao Landa Vásquez


Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 36, No. 72 (2010), pp. 129-154
Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/41407191
Accessed: 21-04-2019 20:36 UTC

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Revista de Crítica Literaria Latinoamericana

Año XXXVI, № 72. Lima-Boston, 2do semestre de 2010, pp. 129-154

José María Arguedas nos engañó:


Las ficciones de la etnografía

Ladislao Landa Vasquez1


Universidad Nacional Mayor de San Marco

a Alvaro Mayu, meu filho

Resumen

Este trabajo plantea algunas ideas sobre la experiencia etnográfica de José


María Arguedas. La narración, que es un tema preferentemente explotado en la
literatura, en este caso puede trasladarse hacia la escritura antropológica, supe-
rando la dicotomía entre literatura y etnografía, que a veces induce a ciertos en-
gaños entre sus analistas. El autor considera los escritos de José María Ar-
guedas muy sugerentes para seguir explorando los distintos planos de su obra
más allá de las fronteras disciplinarias.
Palabras clave : Arguedas, etnografía, literatura, estrategias narrativas, fronteras
disciplinarias.

Abstract

This article puts forth some ideas on José María Arguedas ethnographic expe-
rience. Narration, a theme much explored in literature, can in this case transfer
to anthropological writing, and move beyond the dichotomy between literature
and ethnography, which has sometimes deceived analysts from both disciplines.
This author suggests that Arguedas' writings suggest the need to further ex-
plore the different levels of his work beyond disciplinary boundaries.
Keywords : Arguedas, ethnography, literature, narrative strategies, boundaries be-
tween disciplines.

La vida y obra de José María Arguedas ha sido analizada inten-


samente, pues existe una voluminosa producción que ha trasvasado

1 Debo agradecer al Dr. Luis Millones, profesor y amigo con quien dialo-
gamos desde los difíciles años 80, quien me invitó a escribir este texto y recupe-
rar algunas ideas que había esbozado hace más de diez años.

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las fronteras del Perú; se han realizado coloquios


redondas, homenajes, estudios completos y un si
tos en su nombre; no obstante, en estas diferentes
sociológica o antropológica), incurrimos en cier
me gustaría discutir bajo la expresión de engaño
que Arguedas tuvo un proyecto que los investiga
descifrar cabalmente. Entonces de lo que se trata e
propósitos para seguir explorando la figura de este
culo, sin pretender abordar el universo arguediano
buir básicamente a la discusión sobre la producc
Arguedas, partiendo desde la temática de la textual
plorar la construcción del discurso desde el plan
otro lado, trazar algunas ideas sobre la imagen de e
contexto de su época y su impacto en la sociedad
mente mencionar algunas hipótesis sobre las posibl
nes de su obra.

¿Un buen escritor pero un mal antropólogo o un buen an-


tropólogo y mal escritor?2

La Mesa Redonda del 23 de junio de 1965, donde se discutió la


novela Todas las sangres , ahondó la disyuntiva "¿es Arguedas un lite-
rato o un científico social?"; pregunta que además suponía la enga-
ñosa afirmación de si las novelas de Arguedas son análisis sobre la
situación social peruana. Estos cuestionamientos siguieron mani-
festándose en uno u otro campo, como el expresado por uno de los
novelistas más destacados del siglo XX, don Mario Vargas Llosa,
quien manifestó sus reparos a la obra del escritor andahuaylino,
considerándolo no apto para entrar en el panteón de sus escritores

2 La formación académica de Arguedas es conocida. Tenemos a un joven


provinciano que ingresa a la Universidad de San Marcos en 1931 a estudiar Le-
tras, concluyendo en 1937. Luego, cuando se creó la especialidad de Etnología
en 1946, se matricula para concluir en 1950. Según estas formalidades académi-
cas, tiene dos grados (bachillerato y doctorado) en Etnología y no exactamente
en Antropología. Es pertinente señalar que la disciplina fundada por Luis E.
Valcárcel fue Etnología al crear el Instituto de Etnología en 1946 en San Mar-
cos y en el Museo de la Cultura. La denominación Antropología, fruto de la
influencia de la escuela norteamericana, sólo se consolidará durante la década
de 1970.

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preferidos. En una especie de declaración de principios, a modo


advertencia en su célebre La utopía arcaica, , Vargas Llosa señala:

Entre mis autores favoritos, esos que uno lee y relee y llegan a constitui
familia espiritual, casi no figuran peruanos, ni siquiera los más grand
como el Inca Garcilaso de la Vega o el poeta César Vallejo. Con una exc
ción: José María Arguedas. Entre los escritores nacidos en el Perú es e
único con el que llegado a tener una relación entrañable, como la tengo
Flaubert o Faulkner o la tuve de joven con Sartre. No creo que Argued
fuera tan importante como ellos, sino un buen escritor que escribió p
lo menos una hermosa novela, Los ríos profundos , y cuyas otras obras, aun
éxitos parciales o fracasos, son siempre interesantes y a veces turbado
(Vargas Llosa 9, énfasis mío).

Esta negación puede interpretarse de varias maneras, pero lo qu


interesa resaltar es la distancia que asume Vargas Llosa frente a
escritor a quien no acepta digno de construir una obra representa
va en la tradición literaria.
De manera parecida, aunque en otro tono, en la antropología pe-
ruana existen voces que tienen sus observaciones a la producción
arguediana. Esta vez un antropólogo representativo del Perú, Ro-
drigo Montoya, también afirma sobre su

endeblez teórica, fruto de los límites de la antropología cultural norteameri-


cana de su tiempo. Lo que aprendió de la antropología venía de los Estados
Unidos, y lo que hay de insatisfactorio, de insuficiente, es atribuible a esa
corriente antropológica antes que a una elaboración propia de José María.
Cada uno de nosotros trabaja con los límites de las concepciones teóricas
de nuestro tiempo. Treinta años después, otros juzgarán, y a la luz de lectu-
ras e intereses diversos. Ese es el inevitable proceso de la historia, duro, frío
y pétreo. Las dificultades del concepto de cultura, propio de la antropología
norteamericana, aparecen en el manejo teórico, no en el manejo práctico.
Porque en la práctica, la vida era mucho más importante en Arguedas que
en el conocimiento que él tenía de la vida, que la teoría que él podía elabo-
rar de la vida (Montoya, "Antropología y política" 27).

Aún así, estudios recientes reconocen a Arguedas como una fi-


gura transicional en la historia de la antropología peruana (Degrego-
ri y Sandoval; De la Cadena); los historiadores y sociólogos también
lo consideran una fuente de reflexión (Flores Galindo; Portocarre-
ro); de manera que sus textos y su vida parecen mostrar situaciones

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que van más allá del anuncio desesperado de u


pide afirmando "conmigo se cierra una época" 3

Arguedas como paradigma en la antropolo

En este debate antropológico, tomaremo


artículo de Marisol De la Cadena ("La producc
mientos..."), quien nos propone una problem
los 60, pues nos presenta la interpretación ne
de la Mesa Redonda de 1965 plantearon a la p
Arguedas. En este caso, De la Cadena se refie
trio Rendón Willka de Todas las sangres , que,
en Lima, al volver a Puquio nuevamente se h
el mundo comunal. Arguedas habría intentado c
en nombre de los indígenas y los científicos so
interpretaciones. En efecto, De la Cadena so
fue incomprendido por su condición de particip
to mágico4.

3 Por cierto, Degregori y Sandoval señalan que "José María Arguedas es la


figura emblemática de una de las posibilidades de tránsito, y de su frustración.
De manera intuitiva, desgarrada, tanto en sus trabajos antropológicos como
literarios, él avizora la posibilidad de un 'nosotros diverso' mas allá de los des-
garramientos coloniales y del mestizaje homogenizante. A partir de su expe-
riencia vital y recogiendo lo mejor del culturalismo y de la Teología de la Libe-
ración, Arguedas logra intuiciones que lo convierten en precursor de una inter-
culturaüdad sustentada teóricamente y popularizada recién diez o quince años
después de su muerte" ("Dilemas y tendencias. . 39).
4 "Los científicos sociales ortodoxos no hubieran tolerado la afirmación de
Arguedas, salvo, según señalaron algunos de ellos, como objeto de estudio an-
tropológico. Limitadas epistemológicamente al plano puramente literario -al
menos hasta Todas las sangres- las descripciones del autor pueden considerarse
'real maravillosas', como parte del género literario donde lo 'extraordinario' deja
de ser tal, para convertirse en cotidiano, no sólo un objeto de estudio sino parte
de su subjetividad. Poco antes de su muerte, y refiriéndose a la controversia de
Todas las sangres , explica sus razones para escribir esta novela: 'Conozco el Perú
a través de la vida y entonces intenté escribir una novela que mostrara todas
estas jerarquías con todo lo que tienen de promesa y todo lo que tienen de las-
tre'. Con la vida como fuente de conocimiento, la literatura le permitía borrar
las distinciones entre 'realidad' y 'ficción', y así describe su trabajo como: 'Ab-
solutamente imaginado. Carne y hueso y pura ilusión'" (De la Cadena 129).

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¿Será que la antropología fue y es una disciplina intolerante, po-


sitivista, e incapaz de entender lógicas diferentes a la ciencia oc
dental? Aunque De la Cadena comienza distinguiendo entre científi-
cos sociales ortodoxos y (posiblemente) otros tolerantes o flexibl
concluye señalando que "La antropología estaría en desacuerdo:
paisaje animado y los insectos 'mágicos' pertenecían al dominio
las creencias indígenas y como tales eran sólo distantes objetos
estudio, que además se desvanecían. La disciplina era políticamen
inconsistente con la versión de Arguedas" (De la Cadena 129-130
Como se puede ver, no se trata de las ciencias sociales en gener
sino específicamente de la Antropología, que no habría sido com
tible con la sensibilidad de Arguedas. No se trata de sociólogos "i
sensibles" como Quijano, sino de antropólogos. Aunque en realid
no nos muestra cuáles serían otras expresiones de la ortodoxia posi-
tivista de los científicos sociales que no admitieron la sensibilid
arguediana, suponemos que se refiere básicamente a la famosa M
Redonda del IEP donde se criticó Todas las sangres.
Tratándose de incomprensiones o falsas representaciones ent
los antropólogos, habría que preguntarse si más bien no se trata
ventriloquias múltiples cuando hablamos de este personaje, Rend
Willka, puesto que Arguedas, diríamos, intenta "hacer hablar" a
cholo y los críticos cuestionan la pretensión de Arguedas de "hac
hablar" a este cholo . A mi modo de ver, la interpretación arguedia
es igualmente trunca e inconmesurable; pues Arguedas, aún cuan
se presente como el intérprete ideal del mundo andino -siguiend
Ranajit Guha-, diríamos que la voz de Willka (si es que un person
je de ficción "existe") es difícil de representarse, pues se trata, a pe
sar de todo, de otros intérpretes y no de él mismo.
Volviendo al debate disciplinario, no pretendo defender la an
tropología, pero creo que no debemos ser tan injustos con este t
de generalizaciones. Aunque hija del imperialismo (Paz) y de la il
tración (Lévi-Strauss), la antropología creo tiene también un rostro
tolerante; de otro modo no podríamos entender cómo pudo habe
se ganado el lugar de una disciplina que trata prìnrìpalmente con lo
otros . Precisamente Lévi-Strauss nos aclaraba que

en vez de oponer magia y ciencia, sería mejor colocarlas paralelamente,


como dos modos de conocimiento, desiguales en cuanto resultados teórico
y prácticos (pues, desde este punto de vista, es verdad que la ciencia tien

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más éxito que la magia, aunque la magia prefigure a la


de que también ella acierta algunas veces), pero no p
ciones mentales que ambas suponen, y que difieren m
naturaleza que en función de las clases de fenóme
(Lévi-Strauss 30).

Entonces habría que preguntarse por qué este


masiado sensible, por cierto, pudo haber elegid
etnología ya en plena madurez. Pensemos a Ar
logo o economista tratando de discutir con Qu
famosa Mesa Redonda: otro hubiera sido el dese
bable un Arguedas economista o sociólogo. Arg
logía porque posiblemente pensaba en una discip
sible. En este sentido, es posible que nuestro a
orientado por otras perspectivas más propias d
trabajo consistía en transitar entre actividades
que no estaban parametradas en disciplinas fija
imagen de intelectual me parece más propicia.

¿Pensar como intelectual?

Más allá de estos desaciertos o errores disciplina


Arguedas como etnólogo sólo se perfiló en la se
glo XX, lo cual significa que gran parte de las a
esta etapa básicamente puede describirse como la
tual, y según esos tiempos también como una e
(hoy podría identificarse con un comunicador,
sentido), entendiendo esto último como un impul
publicaciones (revistas, libros)5. Con intelectua
una labor un poco más compleja que va más al
formales. Esto nos ayudará a pensar en Arguedas
vidades: traducción interlingual, novelista, poeta,
go y propulsor de políticas culturales. Aunque su

5 Es bueno recordar que el trajín publicista de Argued


cayo, publicando artículos en Antorcha. Como estudiante
cos y empleado de Correos, pudo conocer el arte de pu
cuani también escribió y publicó varios artículos y opúsc
revista, y fue miembro de diversos consejos editoriales.
bor como editor de revistas como Historia y Cultura y Folk

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to es dominante, posiblemente él y su generación consideraba


novela y la narrativa como otra forma de exposición de ideas
como se puede desprender de los argumentos que esgrime, s
todo en el famoso Encuentro de Narradores de Arequipa en 1965.
En cuanto a su trayectoria en planos disciplinarios o intereses
trabajos, si aceptamos las afirmaciones de John Murra, podría
decir que la trayectoria de intereses intelectuales de Arguedas
transitando desde la literatura-folclor-etnología-literatura, lo cua
implica que haya ocurrido un alejamiento de una u otra actividad,
decir un abandono. Arguedas expresó sus ideas en estos tres rubr
y habría que decir que sus énfasis fueron cambiando entre un
otra actividad. Para Murra, el periodo de bloqueo para la litera
fue cubierto por la "terapia etnológica", y es interesante notar qu
terapia de Arguedas consistió en su dedicación a la etnología ay
do por el psicoanálisis (sobre todo con Lola Hoffman)6. Si bien
cierto que su primera elección como profesión fue el estudio de L
tras en la década del 30, con el surgimiento de la carrera de etno
ía, lo vemos regresar a las aulas sanmarquinas para realizar est
en esta especialidad. Habría que discutir entonces las múltiple
zones por las que eligió esta segunda carrera y definitivamen
graduación en ella. Así, Murra señala que la etnología es la "seg
fase de su vida intelectual": "Tengo la impresión de que los literat
no han aprovechado esta segunda fase de su vida intelectual,
fase que niega la aparente esterilidad. Es un periodo creador;
por otros caminos, ya que la ficción quedaba vedada" (Murra, "
María Arguedas: dos imágenes" 271).
Es bueno recordar que, entre los que reivindican a un Argu
etnólogo, fue precisamente John Murra quien insinúa que hubo d
factores para su recuperación frente a la depresión y el bloqueo;

6 "Hay un periodo que empieza en los años 40 ó 42 y que dura alrededo


14 ó 15 años, en los cuales nuestro héroe no sé si no escribe, pero no pu
nada de carácter artístico. Este es el periodo de mayor actividad antropol
[...]. Lo he conversado con él. Hay una complementariedad: cuando escri
cosas de carácter antropológico esto coincide con periodos estériles en lo l
rio y viceversa. Cuando en el año 58 empieza otra vez a escribir obras liter
se reduce mucho su actividad antropológica, y aquella que sí hace se limit
yormente a cosas folklori s ticas, que encajan mucho más fácil con la act
literaria" (Murra, "Semblanza de Arguedas" 288).

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un lado, la terapia con Lola Hoffman y, lueg


etnología:

Al hablar de los "años estériles", habla Arguedas también de la importancia


de la etnología que estudió y ejerció en este periodo. No sé si alguno de los
que enseñan literatura hacen leer conjuntamente una novela como Yawar
fiesta con la monografía sobre Puquio, incluida en la colección que preparó
Ángel Rama. Me parece que se complementan para el lector; pero creo que
el beneficiado principal será el estudioso del arte de Arguedas. [. . .] Sugiero
que la etnología moderna ayudó a Arguedas porque le ofreció dos tácticas,
dos dimensiones positivas que le permitieron seguir trabajando, aprove-
chando cualidades y talentos que no fueron afectados por "la larga depre-
sión" (Murra, "José María Arguedas: dos imágenes" 271).

Tratando de abrir otros escenarios para comprender a nuestro


autor, y por razones sobre todo gremiales , quisiera explorar la figura
de Arguedas como etnólogo y más específicamente como un etnó-
grafo7, que correspondería a su última etapa. Como nos recuerda
Willian Rowe en 1995, Arguedas permanentemente estaba realizan-
do exploración y recopilación etnográfica8. Entonces muy bien
podría definirse también como un etnógrafo experimental. Y consi-
derando que desde los años 70 las fronteras disciplinarias entre et-
nografía y literatura han sido cuestionadas con la publicación de va-
rios trabajos, entre ellos del colectivo Writing Culture compilado por
Clifford y Marcus (1986), Arguedas podría ser un buen ejemplo para
estos encuentros transdisciplinarios.

7 Es pertinente remarcar que hablar de etnografía y plantear la obra de Ar-


guedas en este ámbito no es disminuir su aporte; al contrario, posiblemente la
etnografía sea una metonimia de antropología; y como sugiere Geertz (9) "el
término 'antropología' se emplea aquí de modo regular como equivalente de
'etnografía' u 'obras de base etnográfica'. Este uso, por común que resulte, has-
ta el punto de haberse hecho normal, no por ello deja de ser inexacto".
Algunos estudiosos incluso afirman que "la verdadera fuerza de la narrati-
va de Arguedas, en cualquier caso, no nace de sus conocimientos literarios sino
de la utilización que él hace de sus estudios etnológicos y antropológicos, así
como de la aplicación de éstos a su narrativa" (Alemany Bay 164).

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Etnografía arguediana9

En efecto hoy estamos más conscientes de que etnografía y lite-


ratura son viejos amigos I enemigos, tema, además, largamente discutido
desde el denominado boom postmoderno en antropología de los 80
Existen, pues, comparaciones interesantes, incluso análisis de auto-
res clásicos de la antropología, de los cuales podemos mencionar e
realizado por James Clifford (125-126) entre el novelista Joseph
Conrad y el antropólogo Bronislaw Maünowski (ambos polacos d
nacimiento y contemporáneos). Asimismo, pensar Tristes Trópicos de
Claude Lévi-Strauss como un relato antes que memorias de campo
evocativas, ha sido planteado por Clifford Geertz (El antropólogo como
autor) al analizar el trabajo de un grupo de antropólogos clásicos10
Es decir, hoy estamos más conscientes que los antropólogos no es
tuvimos muy alejados de la narrativa.
Ocurre también un proceso inverso. Por ejemplo, desde la litera-
tura puede decirse que Mario Vargas Llosa asume el papel de investi-
gador etnógrafo cuando en la década de 1960 acompañó a un grupo de
antropólogos a la selva peruana -cuya experiencia está plasmada en
una fotografía en los archivos de la Escuela de Antropología de San
Marcos-. Esta incursión posiblemente le permitió la elaboración de
su novela Pantaleon y las visitadoras , sin mencionar otras experiencias
etnográficas como la que le permitió la elaboración de su novela T
fiesta del chivo (2000) que no fue producida sólo en el "gabinete" del
escritor, pues requirió visitas de campo a Santo Domingo para co-
nocer de cerca la historia de Rafael Leónidas Trujillo.
A partir de esto podríamos repensar las intenciones de Arguedas
y comprender su creación etnográfica y preguntarnos en qué medi-
da puede considerarse singular su técnica narrativa, en este caso en
el plano de las etnografías experimentales. Si bien es cierto, la crítica

9 Hoy se admite abiertamente que lo que hacen los antropólogos es básica-


mente etnografía. Clifford Geertz fue quien insistió desde 1973 cuando afirmó
categóricamente "en antropología o, en todo caso, en antropología social, lo
que hacen los que la practican es etnografía. Y comprendiendo lo que es la et-
nografía o más exactamente lo que es hacer etnografía se puede comenzar a captar
a qué equivale el análisis antropológico como forma de conocimiento" ("L
interpretación de dos culturas" 20)
Melisa Moore ha rastreado hipótesis similares, aunque con otras conclu-
siones, en su libro E n la encrucijada : las áenáas sociales y la novela en el Perú (2003).

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literaria ha hecho gala del descubrimiento de


ras (que a veces son tan imperceptibles que sól
hacen descubrirlas), en el terreno antropoló
se ha avanzado. Entonces, la importancia de
fica arguediana podría evaluarse a partir de su
pues en ellos podríamos hallar algunos dato
prender su papel como etnólogo que lament
de Arguedas aún no han explorado suficientem
Así, por ejemplo, revisando su tesis doctoral
gunas diferencias entre el original presentado
logía de la UNMSM en 1963 y la publicación
yendo la versión original uno percibe un apre
sentación (como a veces sucede en la Acade
rrecciones a mano sobre el texto mecanogra
existen datos sobre el o los asesores de la tesis
jurado; e incluso el Sumario (índice) no est
existen algunos reacomodos de frases muy
edición mecanografiada y la publicación; la
el original consigna "a la doctora Lola Hoffma
y admiración", reducida en la publicación d
Lola Hoffman". Ha eliminado afirmaciones mu

He aquí una imagen trazada con una alta proporc


elementos objetivos, de dos comunidades castella
el recurso metafórico de Kluckhonhn, podemos
espejo. Los elementos subjetivos inevitables; yo m
que convenientemente empleados, infunden a esta
cesaria. Aunque en tales elementos puede estar lo
estas imágenes, declaramos que hemos aspirado a
faz de una piedra (Arguedas, Estudio de dos comunidad

Observar estas afirmaciones que fueron c


ciones publicadas puede ser muy significati
profundo del autor, tal como ya se ha realizad
para la edición de sus Obras completas (1983

11 He revisado las investigaciones de antropólogos


Fermín del Pino, Juan Javier Rivera Andía y Carm
ha recuperado aún los materiales originales de sus te
to presentadas por Arguedas. Utilizan solamente las
documentos se hallan en la Biblioteca de Ciencias Sociales de la UNMSM.

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cumentos etnográficos de Arguedas nos muestran también los posi-


bles recursos extra-académicos que intenta resaltar validando la sub-
jetividad (frente a la objetividad académica y formal), la condició
humana de una investigación etnográfica, e incluso la figura literari
de la metáfora utilizada por un influyente antropólogo norteamerica
no en ese tiempo como fue Clyde Kluckhonhn (que por cierto, n
incluye en su bibliografía, y cuyo libro se titula Anthropology, Mirro
for Man, de 1949, traducido al castellano simplemente como Antropo
logía), A esto debemos agregar que el título original de la tesis docto
ral de Arguedas es Estudio de dos comunidades de Castilla con referencia a
las comunidades indígenas del Perú (1963), que me parece muy signific
tivo (algo distinto a Las comunidades de España y el Perú que corres-
ponde a la edición de 1968), puesto que expresa de manera m
acertada el contenido de la misma: un amplio análisis de las socieda-
des de Sayago y La Muga, frente a escuetas referencias a las comu
nidades andinas peruanas.

¿Un estilo etnográfico de lo local? ¿La antropología en casa?

Se ha insistido suficientemente (Cornejo Polar; Flores Galindo


que el material para la creación ficcional de Arguedas es su prop
biografía12. A esto podríamos agregar una práctica etnográfica ar
guediana, un recurso frecuente que podemos definir como vivenda ,
esto es, el autor recurre con mucha reiteración a su experiencia d
vida, en particular a su socialización infantil y de adolescente, y a su
viajes por varios lugares del sur peruano. En este sentido, tanto
producción etnográfica y ficcional de Arguedas está alimentada por
esta vivencia13. Y sobre esto incluso podemos afirmar que un pes

12 En cuanto a su producción ficcional, en este caso definida como expe-


riencia biográfica, la cual habría ayudado a la construcción de sus textos, com
mencionamos, Antonio Cornejo Polar señaló que "su experiencia le servirá,
frecuentemente, de sustrato narrativo. Novelará, entonces, su propia vida. L
trágica incorporación de su muerte como capítulo final de su última novela co
rresponde, pues, a la misma constante que le condujo, en instancias anteriore
a incorporar a Ernesto, a Juan, a Santiago, personajes evidentemente autobio
gráficos, en Agua, Los ríos profundos, Amor Mundo" (Cornejo Polar 123).
Melisa Moore expresa de otra manera esta situación: "La memoria, o 'tes-
timonio', desempeña un papel fundamental en su propósito de describir expe
riencias que son tanto más 'reales' puesto que él las ha vivido" (23-24).

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importante en la "creación" etnográfica de Arg


peruano está sustentado en esta experiencia vivida
En otro texto (Landa, Visitando y etnografiand
ejemplo que en su tesis doctoral Las comunidades de
comparación entre estas dos experiencias etnog
las referencias hacia el Perú son mínimas y m
están sustentadas básicamente en estas vivenci
grueso de la exposición que se refiere principalme
cia etnográfica en Sayago de Bermillo y La Mug
sustento en su trabajo de campo (ver Millones
Cuando se refiere al Perú, son escuetas memor
que etnográficas ("cuando fui niño", "mis paisa
así por el estilo). Este recurso vivencial no requ
tración que la autoridad mencionada por el autor
Si una de las fórmulas clásicas de la antropolo
de otros lugares para el ejercicio etnográfico, esto
mente Arguedas elude o justifica en algunos tram
parapetándose en sus vivencias. De esta maner
retórica que los antropólogos acostumbramos
lectores, el haber ido allá (estar allí)14. En el cas
de antemano ya nos convenció con su experienda
debemos creer. La fórmula geertziana "estar allí",
ral, por ejemplo, sólo funciona para su etnogra
no para el Perú. Se trata, pues, de un recurso de autor
previamente adquirida . Este recurso, autobiográfic
da que sirve de fuente a Arguedas, tanto para sus
ha llevado también a los antropólogos a usufru
ficcional de manera que se formaliza una especie d
fica a partir de las novelas arguedianas y aprovec
de Rodrigo Montoya, Ricardo Melgar Bao y Hir
to Flores Galindo y Alejandro Ortiz Rescaniere,
en particular la novela Yawar fiesta como una fuen

14 Geertz dice a este respecto: "La habilidad de lo


hacernos tomar en serio lo que dicen tiene menos que v
tual o su aire de elegancia conceptual, que con su capacid
de que lo que dicen es resultado de haber podido penet
haber sido penetrados por) otra forma de vida, de habe
realmente 'estado allí'. Y en la persuasión de que este mi
rrido, es donde interviene la escritura" (El antropólogo como

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José María Arguedas nos engañó 141

A partir de ello, pienso que los rescates etnográficos de la ficció


arguediana podrían interpretarse como complementarios de la p
ducción etnológica o antropológica propiamente dicha. Es decir,
novelas deben ser consideradas en la práctica como otros modos
interpretar realidades sin que necesariamente sustituyan la experie
cia etnográfica. Y volviendo a la creatividad escriturai de Argue
reconocemos que ambos se complementaron. Arguedas recreó f
cionalmente mucha información etnográfica. Y para decirlo de otr
modo, la información etnográfica y personal (su socialización infan
til, su vivencia) fue utilizada para ambos territorios (la novela y
etnología). Creo que nadie puede dudar hoy sobre la pertinencia
calificar a Arguedas como un autor con posibilidades diversas
escritura o, como diría Fermín del Pino, "Arguedas era un escri
doble, literato y etnógrafo, aun es lícito exigir a nuestra interpret
ciones una lógica adecuada a tal autor" (s. p.).
En términos de este tipo de discurso etnográfico, se podría deci
que Arguedas (Las comunidades... 25) tiene un estilo que apela f
cuentemente a su "experiencia de campo original", es decir, con
truye su argumento como un experto que muestra su conocimiento
vivido en aquellos espacios. No precisa como otros antropólogo
que deben revelar una retórica con expresiones, "cuando realicé
investigación" o "tal informante me sugirió". Arguedas, en cambio
se escuda en frases como "para un hijo de los Andes" y esto se e
presa con mayor evidencia cuando señala en su tesis de bachillerato

Nuestra experienda y conodmiento directo de la cultura andina actual del Perú h


que insistiéramos el mayor interés por encontrar una explicación a la dif
rencia muy grande que existe entre la evolución socio-económica del val
del Mantaro y la de los demás valles y provincias andinas del País (Ar-
guedas, El Valle del Mantaro y ha dudad de Huancayo 1, énfasis añadido).

Entonces, podemos hallar dos planos en la retórica etnográfi


de Arguedas: por un lado, su experiencia vivida o socialización
fantil y de adolescente y, por otro, su incursión etnográfica en Pu
quio, Huancayo, Huamanga y Chimbóte (sin mencionar su exp
riencia en España que corresponde a otro ámbito de análisis). A
cir verdad, Arguedas en ningún otro lugar del Perú (fuera de
mencionados) realizó propiamente investigación etnográfica. E
tonces, el grueso de su referencia etnográfica lo hace recurriendo
su experiencia vivida. Su permanencia, en otras épocas (princip

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mente en su infancia y adolescencia), en Puqui


Andahuaylas, Huancayo, lea, sirvió como refer
mento etnográfico. Podemos calificar este tipo de
catoti, mas no como investigación. Creo que no
que una etnografía profesional (según los parám
la ortodoxia antropológica desde Malinowski en
mente requiere de una programación y una form
propósitos que están diseñados desde criterios
ces, Arguedas apela a estas dos estrategias para co
so: una etapa pre-antropológica (su experiencia
plenamente antropológica que corresponde desd
estudios de etnología.
A partir de esto, es interesante discutir tambié
fica de Arguedas recurriendo a la representación
les, que en términos de la antropología contem
nocido en la versión inglesa como anthropology at
la perspectiva del movimiento de la Red de Ant
les se han señalado como antropologías periféricas y ce
pecto, se argumenta que han surgido desde hac
miradas interiores como un aporte interesante qu
siones alterizantes de la antropología clásica
búsqueda del otro); la aparición de los antropó
Mundo habría permitido otras miradas; sin em
Marilyn Strathern (The Umits of A.uto-A.nthropol
los antropólogos locales se convierten en interpre
res con los mismos valores que los de alguien q
que observará algunos ángulos que no son perc
Por otro lado, las limitaciones de estas perspec
por Degregori y Sandoval (21), planteando que
pedir ver el bosque" y evitar la comparación. ¿A
considerado como un ejemplo de auto-etnografía?
Para tratar de responder, es bueno recordar que
son (1987) nos ha mostrado las raíces folclorista
casera, pues nos recuerda que la antropología ta
trucción que tiene su origen en preocupacione
folclore local. Así sucedió en Europa del siglo X
entonces que José María Arguedas haya tenido
tividades, de manera que un capítulo decisivo en
su labor de funcionario público fue en terreno de

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José María Argued as nos engañó 143

ces debemos entender el folclore también como una etnogr


doméstica, como una investigación local que alimenta el dis
romántico de la identidad nacional.
Esta antropología local o casera puede ser expresada también co-
mo una exploración etnográfica interna, o para retomar el lenguaje
de la disciplina, "desde el punto de vista del nativo" maünowskiano,
que en la perspectiva de Clifford Geertz, más bien está expresado
críticamente como "con el punto de vista del nativo"15. A este res-
pecto, los críticos literarios han argumentado también la perspectiva
preferente "desde adentro"16 que Arguedas habría desarrollado en
sus novelas (Rowe, Mito e ideología, ; Del Llano; Aibar Ray). Martín
Lienhard incluso define a Arguedas como un "un documentalista"
en alusión a su papel de etnógrafo, insistiendo en la figura "desde el
interior del indio", es decir una auto-etnografía; y Alberto Escobar
plantea la idea de una etnoüteratura arguediana.
La etnología de Arguedas, entonces, podría reconocerse como
una variante etnográfica desde una mirada interna, ofreciendo análi-
sis de la realidad social de manera comparada (tanto al interior del
país, como con el caso de España), pues su experiencia de vida (vi-
vencia) y sus variados trabajos de campos como etnólogo, nos ofre-
cen un panorama particular de las sociedades que analiza. Ha logra-
do realizar pinceladas sobre la situación de algunas comunidades

15 Quizás vale la pena mencionar la corriente denominada Antropología


Cognitiva que estaba interesada en investigar las categorías nativas, lo que im-
plica explorar muy atentamente este punto de vista interno.
Podríamos tomar como ejemplo su literatura y según Rowe, "en Los ríos
profundos , la visión de la realidad está desarrollada desde adentro, en vez de la
observación externa. Naturalmente esta elaboración se desarrolla a través de la
sensibilidad del protagonista Ernesto. En cambio Ernesto-Juan de Agua es con-
siderablemente diferente: el protagonista vive entre los indios, pero su ardiente
deseo de verdadera identificación con ellos es impedido por el hecho de que él
se siente alienado. Por el contrario, el Ernesto de Los ríos profundos no vive entre
indios sino en un colegio para los hijos de los 'blancos'. Una de las experiencias
formativas de su niñez fue su residencia en un ayllu; después, en el colegio, se
preocupa por mantener vivos los lazos que lo unen al mundo indígena, preocu-
pación fundamentada en su propia afinidad con la cultura quechua. Se crea así
una situación en que dicha cultura debe reafirmarse y ponerse a prueba en un
medio hostil. Esto, a su vez, corresponde a la elección consciente de un Argue-
das maduro que busca en la cultura quechua la fuente principal de su visión de
la sierra peruana" (Rowe, Mito e ideología 68).

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indígenas o campesinas del Perú y España, ha


cas de transformación, ha comparado region
una interpretación, la cual se debe leer de ac
parámetros. Se podría aprovechar su informa
haciéndolo antropólogos e historiadores), no
debe delimitar sus afirmaciones a sus propios p
intuidonales.

Competencia intelectual: ¿ wawatukuy o añañakai

Una vez observado el plano etnográfico, es necesario señalar al-


gunos retos que nuestro autor enfrentó y en ocasiones no pudo su-
perar. Por cierto, en casi todas las disciplinas, la competitividad en-
tre sus miembros es una rutina, y Arguedas tuvo que enfrentar este
problema, en unos momentos con cierto ímpetu, pero en otros con
mucha debilidad. Sin tratar de ser exhaustivo, podemos dar una mi-
rada a dos tipos de cartas: las enviadas a Moreno Jimeno (década del
30-40) y las que escribió a Murra (década del 60 principalmente). En
ellas se advierte una gran diferencia de actitud frente a las activida-
des académicas, políticas e intelectuales en general. Las de las déca-
das del 30-40 tienen el entusiasmo de un joven ávido de escribir y
comentar todo lo que lee; sin duda se puede admitir que Arguedas
tenía la calificación de cualquier intelectual culto de aquella época;
sin embargo, en la década del 60 se nota un retroceso y se advierte
una inseguridad. Esto se puede notar en sus innúmeras confesiones
a John Murra y Alejandro Ortiz. Podemos justificar de miles de ma-
neras este cambio: 1) no pudo absorber totalmente los nuevos co-
nocimientos que estaba ofreciendo la antropología (reciente aún en
esa época en el Perú); 2) su bloqueo psicológico y su depresión no
le permitían una rutina de lecturas y aprendizaje; 3) la diversificación
de fuentes en la antropología-etnología (francesa, inglesa, que se
sumaba a la norteamericana) desubicaba a nuestro autor.
No me gustaría transitar por la discusión sobre la biografía trági-
ca de Arguedas, aunque hoy es casi inevitable en los estudios sobre
este insigne personaje. En este caso trataré de mostrar solamente su
"debilidad" frente a las lides de autor, escritor e intelectual. En efec-
to, Arguedas se quejaba de su condición de waqchct1 en cuanto a su

17 Waqcha , del quechua, puede traducirse como orfandad o desvalimiento.

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José María Arguedas nos engañó 145

formación teórica -una de sus tantas "waqchitudes", además de


psicológica y de orfandad-. Pero sería fructífero hablar también d
una "waqchitud" sociológica en un contexto de cambio soci
económico, además de los cambios paradigmáticos en las discipl
académicas que testimonió Arguedas. Entonces, en un person
como él, que había absorbido un discurso formal del "culturalis
norteamericano en su fase aculturacionista", y que de pronto t
que enfrentar los balbuceos de la teoría de la dependencia, un a
nal dóxico diferente, obviamente esta asimilación pudo ser infr
tuosa. Con esto no quisiera justificar su "waqchitud" -que en le
guaje serrano o en quechua podríamos decir también waivatuku
añañaka (debilidad)- o su fácil derrotismo que impidió enfrentar lo
debates normales y naturales en toda disciplina.
Esta debilidad está expresada también, a manera de venganza, en
su famoso poema Huk Docturkunaman , donde plantea el contra-r
a los estudiosos sobre la imposibilidad o inconmensurabilidad d
comunicación. Arguedas parece decirnos "si tú dices que no e
tendí, tampoco tú alcanzaras a conocer lo que yo conozco, las m
flores de la papa, el nido de los cóndores, ven tú señor doctor, atr
vete a conocer, yo sé que no puedes". Esta sentencia se podría p
tear también en terrenos de la etnografía con la consabida imposib
lidad de ubicarse en los zapatos del nativo, mirar con los ojos
nativo, que la antropología ha explorado ampliamente a lo largo
su historia. Pero ¿qué pasaría si el nativo se convierte en docto
habla con el lenguaje de ese lugar? Arguedas, que intentó converti
se en un broker , intermediario o traductor, siente que fracasa cua
escribe Huk docturkunaman. La famosa Mesa Redonda de 1965 lo
sensibilizará, reaccionando bruscamente y retando a quienes lo criti-
can; a partir de esto podríamos decir, de acuerdo con Gayatri Spi-
vak, que la fórmula varía en la expresión de Arguedas, en vez de los
subalternos no pueden hablar ; cambiaría el sentido del discurso hacia los
áentíficos no pueden conocer ; Este reproche, cabe insistir, es básicamente
hacia los "doctores" de las ciencias sociales, la disciplina que quiso
dominar Arguedas para "hablar" desde ese "otro lugar", puesto que
desde la ficción (literatura) ya había conseguido su lugar y autoridad.
Por eso dirá:

Confesamos carecer de formación profesional suficiente, debido en parte a


que no es la etnología ni los trabajos de investigación nuestra vocación

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principal, y en segundo término, al hecho de haber in


sitarios de la especialidad un poco tarde. Estas defic
justificar, la seguramente débil sustentación de nuest
intento, de nuestra parte, de obtener un título ac
Valle del Man taro y La dudad de Huancayo 1).

Esta modestia abrumadora fue también resalt


Pino (s. p.), posiblemente porque fue en el p
donde más lo expresó Arguedas. Esta persist
de un Arguedas trágico induce a que algunos
necesidad de buscar los momentos alegres d
equilibrar frente a su lado trágico18. No podem
mentos felices de Arguedas, y para volver a su
perceptible la diferencia entre las cartas esc
Manuel Moreno Jiménez) y las hechas a Joh
las enviadas al primero se nota un gran entusia
dad, se muestra un joven con mucho ímpetu e
envía a Murra, en cambio, existen muchas qu
que no deja de percibirse la persistencia de sus

¿Por qué nos reta Arguedas?

A los cien años de su nacimiento, y luego de


samente, José María Arguedas parece estar u
dos más inverosímiles de nuestra sociedad y ab
allá de nuestras fronteras. La pregunta que se h
común es ¿por qué interesa tanto Arguedas?
de varias maneras, pero esta vez me gustaría
concepto interpeladón que Louis Althusser (a
cuando se usa esta idea) ha resumido en un f
originalmente en 197019, con lo que nos permi

18 Rodrigo Montoya ("Arguedas en España" 165), p


gustaría señalarles que esta idea de Arguedas sufrien
luna, y que hay otro Arguedas: vital. Muy rico, muy
guel Gutiérrez en su Estructura e ideologa en Todas las s
foto de Arguedas carcajeándose.
Althusser (133) describe su fórmula de esta maner
ideologia 'age' ou 'funciona' de maneira tal que 'recrut
víduos (ela os recruta a todos), ou que 'transforma' o
(transforma-os a todos), por essa operação muito pr

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José María Arguedas nos engañó 147

en que un discurso nos llama la atención, nos sacude y tal vez


turba (como diría el mismísimo Vargas Llosa). En efecto, el discur
arguediano nos habla desde un lugar que nos permite conocer
sociedad, y en otros casos nos reconstruye la misma, pero a to
nosotros nos importa su pasado, su presente y su futuro. Al parec
quisiéramos ocupar el lugar de Juan (Agua) o Ernesto (Los ríos
fundos ), la "mejor" novela de Arguedas; otras descubrir ese mu
desconocido de la serranía; evocar la vida en aquellos parajes;
veces penetrar ese tórrido mundo de Chimbóte de los 60; es de
queremos sentirnos en los relatos de este autor o participar en
descripción. Para concretizar la idea interpelativa habría que menc
nar también por qué Alicia Maguiña compone unos años despué
su muerte una canción para este autor; por qué Edwin Monto
igualmente escribe otra; la primera sin duda es desde un mundo c
teño que desea conocer el mundo infantil de Arguedas; el segu
desde un lugar muy familiar a Arguedas (desde Puquio). A esto
bemos agregar que un pintor joven, de padres japoneses, como Jor
ge Miyagui, pretende una incursión plástica evocando a nuestro
tor. Estos tres ejemplos bastan, para ya no mencionar las decenas
críticos literarios, antropólogos y de otras disciplinas que se
acercado a Arguedas, la mayoría muy identificados con su obra. Es
to nos permite afirmar que existe una ideología (para seguir
Althusser) o un discurso que nos remite a un país complejo com
obra mostrada por Arguedas. Es una realidad ficcionada la que
muestra este autor, allí están las preguntas, las inquietudes, la int
ción sobre un país, sin que necesariamente haya respuestas. Pen
que Arguedas trazó un programa, una fórmula de país, al parecer
un deseo de identificación con el autor; por eso debemos enten
este proceso de mitificación de un héroe tanto en los planos d
literatura como de la antropología.
Tal vez sea impertinente, pero quiero considerar otro plano de
interpelación, esta vez desde los andinos quechuablantes del sur
ruano, aquellos que junto con Arguedas pretendemos etnogra
desde adentro. Podría ser el caso de otro joven surandino, sin m
cha experiencia en los trajines literarios (sofisticados o académicos
o que no haya pisado una Universidad, y al leer a Arguedas, no

interpelação , e que pode ser imaginada nos moldes da mais corriqueira interp
ção cotidiana da Policia (ou de outro) ťEi, você ai'!".

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se siente interpelado, sino sobre todo se sent


prosa arguediana (y no tendrá dificultades co
rre desde otras miradas). Si existe conflicto, en
críticos literarios frente a obras "mal escrita
vención de una sintaxis propia de un país biling
sufrimos drásticamente los propios serrano
leemos Yawar fiesta, , "Warma Kuyay" e incluso
%prro de abajo' nos parece fluir naturalmen
cuando leí por primera vez a Arguedas pensé
cribir, con esa sintaxis "complicada". No obst
mos en el mundo académico, allí se complica; de
nuestras sintaxis y escribir de otra manera.
dificultad lingüística es posible que sea de los
de Perú, Ecuador, Bolivia y parte de Argentin
las múltiples combinaciones lingüísticas en el
debo constatar que a los quechuahablantes tam
ravillosa la escritura pura de los monolingüe
por ejemplo, quedé muy complacido al observar
dez de las palabras bien puestas. Arguedas, al pa
sación, y lo expresa muy elocuentemente, co
en una carta:

Ayer y antier he estado embebido con la lectura de Poeta en Nueva Y


Muchos poemas los he leído más de cinco veces: los tres de "Los Ne
casi todos los de "Calles y sueños", "Cielo vivo", "El Nocturno
Hueco", "Paisaje con dos tumbas y un Perro Asirio", CťVuelta a la ciu
y esa oda maravillosa a Whitman. Todo el libro es de una infinita he
sura. Es un García Lorca completamente nuevo para mí, y acaso más
fundo y más poeta; estos deben ser "sus versos", me parecen más legí
los otros del "Romancero", de "Cante Jondo", de sus dramas, son la
sión de cuando su vida se funde con la del pueblo; pero estos de "Poe
New York", en cierto sentido tienen la universalidad de la poesía, la r
mundo, de lo bello infinito y de lo infinito humano ("Carta de Argu
Manuel Moreno Jimeno", en Forgues 98)

¿Claves en el discurso arguediano?

Arguedas posiblemente quiso decir muchas otras cosas m


lo que el mismo declarará. Incluso, tal vez (como es frecuent
arte), él mismo no pudo controlar todos sus mensajes. En est
tido, descifrar a Arguedas corre el riesgo de interpretaciones d

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José María Arguedas nos engañó 149

sas y divergentes, y hasta engaños. Luis Millones y Martín Lie


sospechan que Arguedas estaba hablando en clave cuando e
El %orro. ... En estas posibles claves, habría que mencionar la f
intuición arguediana20, que pudo abrir temas sobresalientes
antropología, como aquellos de la transformación de la socie
rural a urbana, claro que en expresiones de Arguedas serían
folclòrico a lo popular", de la ficción sobre lo rural (Los ríos p
dos , Yawar fiesta, , Todas las sangres) a la novela urbana (El %orro d
j el %?rro de abajó). En efecto, en contextos de la antropología
na pudieron haber ocurrido transformaciones que van desde
tudios de la comunidad (décadas del 50 y 60) a lo urbano (dé
los 80). Esta "anticipación" es desde una intuición, en este ca
cias a que Arguedas, como buen broker ; pudo trajinar en es
mundos", con campesinos migrantes y con intelectuales te
con su trajín en investigaciones en comunidades y su larga exp
cia urbana.

Esto se complica más cuando tenemos que hablar del propio


lenguaje. No es sorprendente que varios críticos literarios (Rowe,
Aibar Rai) coincidan en señalar que Arguedas estuvo afrontando
una gran batalla en terrenos lingüísticos que consistía en una forma
de traducción en todo el sentido de la palabra, se trata de una tra-
ducción -en palabras de Roman Jakobson- intralingual e interlin-
gual; por decir de alguna forma, estaba construyendo un castellano
al interior del castellano pero con incrustaciones del quechua. Ar-
guedas denomina a todo esto "mistura" -como bien lo recuerda
Rowe (Mito e ideologia 46)-. Se trata, pues, de una hermenéutica inter-
textual en la que nos movemos los bilingües quechua-castellano, por
tanto podríamos interpretar como mixtos a Guarnan Poma, Santa
Cruz Pachacuti y Arguedas. ¿Qué produjeron y siguen produciendo
estos intelectuales en estas fronteras idiomáticas porosas? Queda un
camino aún por descifrar.

20 Cario Ginzburg, el historiador italiano, ha rastreado la historia de la intui-


ción y la ha señalado como paradigma conjetural: "La tela es el paradigma que
hemos reunido desde atrás, a partir de varios contextos, cazar, adivinar, conje-
turar, o hacer semiótica. Estos no son obviamente sinónimos, sino descripcio-
nes alternativas que, sin embargo, se refieren originalmente a un modelo epis-
temológico común, elaborado para un número de disciplinas, ellas mismas a
menudo enlazadas a métodos prestados o palabras clave" (Ginzburg 44).

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1 50 Ladislao Landa Vásquez

Conclusion: ¿por qué Arguedas?

Mi acercamiento a Arguedas ha intentado se


verdad que nos interpela de varias maneras, c
como provinciano, como quechuahablante; no
nos reta en el sentido de los vacíos que no llenó c
momentos decisivos. Me he acercado a Argued
crítico, como lo hizo Cesar Lévano (11), porque
ayüno se fue "cometiendo el menos ejemplar, el m
de los actos"; pero además quise opinar como
hablar desde su lugar de enunciación y no tant
vista. En realidad, quise entender a Arguedas ev
su mitificación, y más exactamente contribuir a s
esto, si es posible, observando su condición de etn
sariamente su lugar como literato y menos como
Un buen trecho de la escritura arguediana e
modelo evocativo donde la experiencia etnográf
so puesto que la presentación del estar allí -tal cu
ción antropológica- es prácticamente ínfima. A
un discurso como si estuviese diciendo constantemente "estuve allí"
y "no requiero demostrar porque viví allí". Sèi bien los materiales et-
nográficos son mostrados en su producción etnológica, no obstante,
su autoridad etnográfica está trazada a partir de su primera expe-
riencia.

No existen fronteras entre un Arguedas escritor y antropólogo.


Nuestro autor recurre frecuentemente a los dos planos21. Posible-
mente, su tesis doctoral, Las comunidades de España y el Perú , sea la
muestra más elocuente de este intercambio de planos; en ellos sus
informantes prácticamente se convierten en personajes (Landa, Visi-

21 Esta convergencia entre antropología y literatura pudo ser comprendida


por el antropólogo Rodrigo Montoya ya en 1994, cuando afirma que "la obra
antropológica está hecha por un escritor y por eso las fronteras entre la literatu-
ra y la antropología -en el caso preciso de Arguedas- no son nítidas. Puede ser-
lo con toda claridad si uno compara a dos personas diferentes: un escritor, de
un lado, y un antropólogo de otro. Pero cuando una persona es un escritor y un
antropólogo, al mismo tiempo, no puede dejar de ser antropólogo cuando es-
cribe literatura y no puede dejar de ser literato cuando hace antropología. Toda
separación en este aspecto no tendría sentido" (Montoya, "Arguedas en Espa-
ña" 166)

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José María Argued as nos engañó 151

tando y etnografiando). La forma de evitar esta dicotomía y prop


unidad en su obra, tal vez sea definir a nuestro escritor como un
telectual. Con ello lo describimos como a una persona que int
conocer, explicar, exponer y preguntarse sobre una sociedad
pleja como es el Perú, para lo cual recurrirá indistintamente a la
tropología y a la literatura como disciplinas que sirven para form
sus argumentos.
Esto nos lleva a plantearnos una experiencia singular reali
por Arguedas en el plano etnográfico. En efecto, la etnogra
literatura de Arguedas puede calificarse como densa, pues e
están expresados varios planos del conocimiento del país, per
este caso, siguiendo a Clifford Geertz, diremos que en la diversi
de interpretación, la de nuestro autor es una más, como pu
existir otras similares. No obstante, las obras arguedianas y
todo la misma vida del autor crece y nos interpela como sociedad
En este sentido, Arguedas nos engañó tanto en el plano de
teratura como en la etnografía, puesto que recurrió a ambos
nos sin necesidad de distinguir cuál plano es mejor, y el engaño
siste en que nosotros, en la interpretación de sus obras, tratamo
construir planos diferentes. Esto podemos entenderlo hoy po
mente debido a la distensión entre ciencias sociales y literatura,
tre ficción e interpretación. Y, en todo caso, en los recursos
construir un texto o discurso que podría atreverse a proponer id
sobre algo como la sociedad peruana, utilizando la ficción com
descripción densa.
Para terminar, trataré de explicar sucintamente lo que metaf
camente considero los engaños de Arguedas; aunque algunas
tas propuestas no han sido desarrolladas en este texto, las menci
como hipótesis. En efecto, habría que explorar este engaño e
mismos territorios de la literatura y al parecer no es tan mal
figura si la asimilamos a la ficción. Carlos Reis nos recuerda que
rard Genette señalaba que "el enunciado de ficción no es verd
ni falso (sino solamente, habría dicho Aristóteles, 'posible'), o
mismo tiempo verdadero y falso: se encuentra más allá o más ac
lo verdadero y de lo falso, y el paradójico contrato de irresponsa
lidad recíproca que establece con su receptor es un perfecto e
ma de la famosa independencia estética" (Genette, en Reis 12-13)
1) es frecuente leer la tragedia de la escritura de El %orro de
ba . . . como un corpus que distingue al verdadero autor (Argued

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los Diarios ) y la novela como ficción; falso,


nos engañó. Combinar el falso autor con el
con la autobiografía, ésa es la clave de una nuev
experimental que se puede recuperar de JMA.
2) los antropólogos hemos creído que Argue
lista y pésimo etnólogo; los literatos creen al
pésimo novelista. ¿Nos engañó? ¿Qué es Argu
3) Los novelistas creen que Arguedas fue un
narrador que no tenía idea sobre las formas van
rración. Tal vez nos engañó, y el engaño es u
narrador.
4) Si el arte de la narración es el engaño, JMA
ñador. Tal vez no es el dominio de la técnica
revoluáones científicas en la narración, sino la ex
te, la posibilidad de mirar desde la otra orilla; l
engañar en los términos de la ficción local. A
en este grupo.
5) Si Arguedas engañó a los antropólogos y
no lo haga con los hermeneutas. El %orro... e
seguir leyéndose como un material aun indescif
terpretable.

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