You are on page 1of 33
MHISTORIAS SECRETS Beatriz Urias Horcasitas Introduccién (ayo A ) oro) ¥ VA —<_ 3 Politica de masas y «revolucién antropoldgica» £ 2 en México (1920-1950) “2 YE ) _ =H ee provects de ater > 3 armada de la co Ee eel AS cate Tos postulados acerca de las razas que aparecieron a lo largo del. ~~ Siglo xix y aquellos que articularon la ideologia posrevolucionaria. La 3 = di que cl progreso y la modernizacién del pais dependian 3 zacion ra e la «degeneracién socials podiz ser | 3 atajada en el terreno de Ia herencia estuvo presente en el amplio pro- _ 2 gama modernizador iniciado en el ultimo tercio del siglo XIX. Duran-_ > Y te el Porfiriato, tanto las ix _ gubernament 5 2gmupaciones cientificas independientes sentaron las bases de este pro- 28 gama de modemnizacién.,Asi se Ilevé a cabo el inventario completo” = delos recursos naturales del pais, la exploracién geogrifica del teri >” torio, el anilisis de las fluctuaciones climdticas, la evaluacién demo- ~ 3 & fica de la poblacion mediante la eles de calculos estadisticos; of te, el registro antropométrico de los grupos indigenas.__ as Al termi 7a revaluain. el supe cur. quedd al fete del auero, 4 ) retomé las grandes Iineas de este proyecto. Vinculd la moderni- ziion y el progreso nacional a la «unidad de la raza», creyendo que se _ aicanzaria a través de la aplicacién de abanico de medidas que fa-_ Forecieran el mestizaje y la depuracidn racial. {Cémo explicar que _ "Ta revolucién resurgieran ideas y propuestas que habian qrculado anteriormente, cuando al mismo tiempo se proclamaba la < aecesidad de establecer una ruptura radical con el pasado? Una res- essta tentativa es que, ademés de reactivar temores y fobias, la irrup- “Gén en el escenario nacional de grandes masas de poblacién que habian Participado en la revuelta hizo patente la urgencia de integrarlas den- _ GS un nuevo marco ideolégico, politico € institucional. Esto explicaria, e OOS AN \au ‘uPesgo Vay yg & como lo ha seftalado Alan Knight, que, a pesar de que las elites por- finianas hayan estado confrontadas con la cuestidn indigena en el pro- ceso de formacién del Estado y de la nacién moderna, los regimenes ionarios intervinieran de manera mucho més directa que las primeras en la reconfiguracion de las relaciones étnicas. Este fue el sentido del indigenismo, una propuesta « no indigena» que el nuevo Estado, investido del papel de «arbitro», utilizé como un mecanismo ideolégico clave para disminuir las desigualdades y reformular el equi- librio entre los actores sociales.! Fue el mismo criterio de las politicas migratorias que alentaban el mestizaje con la raza blanca y descarta- ban a algunas razas asidticas, a la china en particular, en contra de la que se desataron verdaderas campajias.” A pesar de que antes y después de la revolucion las elites politicas temieron la proliferacién de «vicios» como el alcoholismo, la prostitu- cién y el aumento de enfermedades venéreas y mentales por conside- rar que «corrojam la esencia misma de la sociedad, existen diferencias sustanciales entre ambos momentos. Es decir, la revolucién hizo que las ideas de la regeneracién social y racial fueran objeto de un rea- juste tedrico y de un replanteamiento politico. Asi, mientras en el Por- firiato apuntalaron el desarrollo de una sociedad burguesa en donde las manifestaciones de marginalidad mds peligrosa quedaron circunscri- tas a un espacio especifico, la «revolucién antropolégica» iniciada en el periodo posrevolucionario buscé mis bien « En este contexto, las nuevas concepciones sobre el mestizaje y la depuracién de una herencia degenerativa fungieron como mecanismos ideoldgicos que permitieron, a la vez, expresar y contener la violencia que la guerra civil habia desatado. En un libro que explora la natura- leza de la sociedad burguesa en Europa, Peter Gay propuso que las teorias sobre las razas que proliferaron en la ultima parte del siglo XIX fueron una de las vias por las que la burguesia en ascenso expresé la agresividad que subyacia en las relaciones sociales, encubierta por «buenos modales» y formas de sublimacién artistica.® Vistas en esta perspectiva de anilisis, las teorfas sobre las razas derivadas de la con- cepcién darwinista de la inferioridad biolégica representaron una via socialmente aceptada y cientificamente validada para definir codigos 17 de exclusion hacia aquellos grupos o individuos que representaban una diferencia irreductible e inaceptable. Corporativismo y nacionalismo El grupo de revolucionarios en el poder cuestioné los principios liberales ligados a la nocién de individuo, poniendo en su lugar un modelo de organizacién social de tipo corporativo, base del estatismo nacionalista y de una politica de masas. La construccién de la pirami- de corporativa durante las primeras décadas del siglo xXx entraié la creacién de una extensa red institucional de partidos, sindicatos, or ganizaciones campesinas y ligas. A partir de los afios treinta esta red se consolidé, conformando una estructura vertical de poder que nego cualquier posibilidad de movilizacion auténoma a otras organizacio- nes. Existen diferencias entre el corporativismo de Estado que se con- solidé durante el cardenismo y el corporativismo que en esos mismos afios era alentado por la derecha catélica.” Mientras el Estado posrevo- lucionario buscé organizar a la sociedad en forma vertical y coercitiva, los catdlicos apelaron al modelo medieval de un orden jerarquico na- tural ¢ instituido por Dios, que surgiria desde abajo y naceria en forma espontanea.* Desde la perspectiva de las «doctrinas pluralistas», el Es- tado deberia compartir su soberania con otras organizaciones sociales.” El modelo del corporativismo estatal posrevolucionario nego, en cambio, toda forma de autonomia a las organizaciones populares, que fueron supeditadas al poder estatal a través de la retérica colectivista y de las pricticas clientelares. En concreto, se otorgaron privilegios a los lideres y prebendas a las clases trabajadoras que estaban siendo encua- dradas. Este esquema fue funcional para la estabilidad del nuevo grupo en el poder que, ademas de garantizar asi su base electoral, abrid espa- cios para la reproducci6n de una nueva cultura politica. Gon esta misma racionalidad, a fines de los afios veinte Calles creé el Partido Nacional Revolucionario (PNR) para conciliar las di- versas facciones politicas en conflicto después del asesinato del ex presidente Alvaro Obreg6n, asi como para favorecer la institucién de tun orden legal emanado de la revolucin. El PNR fue el instrumento utilizado durante el callismo junto con la represién, el clientelismo y la propaganda en el extranjero- para establecer férreos mecanismos de control sobre la sociedad y modemnizar a la vez el sistema politico.'° 18 i ee En 1934, el Plan Sexenal del PNR contemplé la aplicacién de una po- litica sanitaria que ademés de atajar enfermedades y epidemias, con- trolara fendmenos considerados antisociales como el alcoholismo, la drogadiccién, la prostitucion y la mendicidad.'! Una idea central de la nueva clase dirigente fue mejorar la salud del cuerpo y «del alma» de la poblacién. Para ello, consideraron medidas que abarcaron desde favorecer la procreacién de nifios sanos, frenar la criminalidad, alentar un nuevo tipo de educacién para las masas y censurar las peliculas in- morales o antipatridticas, hasta condenar toda manifestacion de fana- tismo religioso."? De modo que la clase gobernante pudo consolidarse gracias a la elaboracién de una nueva forma de nacionalismo dentro de la que cobraron sentido las medidas de uniformidad y de depuracién racial. A partir del régimen obregonista comenz6 a realizarse un trabajo sis- temitico de ideologizacién y de institucionalizacién de los mitos fun- dadores de lo que deberia entenderse por revolucionario avtravés de la educacién y la cultura. La versién del nacionalismo en los afios treinta fue mas cosmopo- lita y menos xendfoba que en la década anterior: «Elimina de su lis- ta de odios a los chinos; recluye en los discursos del 16 de septiembre las injurias contra Espafia y casi unicamente respeta la yanquifobia popular». ‘ En este contexto fue configurandose lo que Guillermo Palacios ca- racterizé como el programa de «reconstruccién de las conciencias»." Es decir, la puesta en marcha de una «revolucion cultural» para modernizar la mentalidad, los habitos y el modo de vida de amplios sectores de la poblacién. A tavés la «revolucion cultural» se buscé rescatar a las mayorias del atraso liberindolas del apego irracional a la religion y a las tradi- ciones comunitarias, lo que reactivé la vieja conviccién —desarrollada a lo largo del siglo xIx- de que en el origen de las actitudes conside- radas retrégradas se encontraba una herencia racial negativa. El obje- tivo puntual de la revolucin antropolégica que transformaria la esencia de las razas mexicanas fue formar un «hombre nuevo», un «tipo ideal» al que deberian asemejarse todos los integrantes de la sociedad. Ra- cialmente seria un mestizo'’ y socialmente combinaria rasgos del pro- letariado obrero-campesino y de la clase media, ya que la Revolucién Mexicana aparecia como el resultado de la participaci6n de ambos grupos. En materia de costumbres, estaria libre de adicciones como el alcoholismo, seria un trabajador honesto y buen padre de familia, ha- bria superado el fanatismo religioso y gracias a ello seria un elemento 19 activo para asimilar y difundir la nueva religion civica inspirada en la doctrina nacionalista y laica promovida desde el Estado. Ademas de funcionar como arquetipo del nuevo ciudadano en la sociedad pos- revolucionaria, en el contexto del nacionalismo oficial el «hombre nuevo» encamné también al ente social colectivo, concebido como re- sultado de la organizacion del proletariado en corporaciones obrero- campesinas. La figura del mo par- hombres nateriales — | dolor y ; anhelos 3s en las *s mayo- onsabili- u patrid- le Rafael naria era da de un ctadores, ste mun- rada que dades, la ién para es adhe- Universi- ‘vo hom- io de su -onstruc- una edu- 10 ni del sided; en ro, hon- udadano — acién de 1a indus- il regula- En efecto, una de las ideas reiteradas en Futuro era que el cambio de la sociedad mexicana estaba supeditado a una modificacién radi- cal del modelo econémico, en el sentido del cooperativismo.” Vicente Lombardo Toledano declaraba, en este sentido, que el régimen cardenis- ta estaba impulsando un replanteamiento de fondo para «evantar un pais nuevo, construir una nueva economia, para poder construir una nueva mentalidad».° En oposicidn a la propuesta de Lombardo, José Vasconcelos argu- mentaba que «los teorizantes del igualitarismo, los apéstoles de la re- dencién econémica (eran) maestros del arte de vivir sin trabajar, en detrimento de los verdaderos trabajadores. El razonamiento de Vas- concelos en un articulo publicado en 1938 por la revista Hoy, era el siguiente: «La miseria general, que hoy mas que nunca agobia al pais mexi- cano, es una consecuencia obligada de esta nivelacién falsa que quita toda proteccién al que trabaja y ahorra, y pretende otorgar ventajas a la masa, como concepto abstracto, y, en realidad, sdlo fa- vorece a los que se constituyen en apéstoles falsos de una opinién ciega e inerte. Nuestro desastre se agrava, porque siendo nosotros, en realidad, colonia, que no da a sus hijos las garantias que se dan a si mismos, a través de sus gobiernos, los extranjeros, resulta que la victima de todo este caos doctrinatio y politico lo ha sido y lo si- gue siendo la capa superior del mexicano. Y no me refiero a ningu- ha casta, a ninguna clase, sino a esa minoria inteligente y creadora que acttia en todas las capas y en todas las clases sociales: el carpin- tero que hace bien su tarea y se ve obligado a contribuir para el sindicato semioficial, en que los zdnganos de la politica se enri- quecen sin trabajar. El peén del campo, que ve sus esfuerzos con- sumidos por el banco del gobierno, que sostiene un personal de agentes, que asi se vistan de overol, en realidad nunca han empu- fiado un arado, nunca han abierto un surco. La aristocracia de la que hablo es, pues, la de los aptos en el sentido legitimo del esfuer- zo. Probablemente ella constituye la verdadera mayoria de toda la nacién porque de otro modo no podria sostenerse la produccién ni en su minimo».*! Desde las paginas de Futuro se vislumbraba el surgimiento de una nueva comunidad nacional integrada por jvenes libres de la «lecaden- cia biolégica» que habia afectado a las generaciones anteriores. Se con- sideraba que la sociedad del pasado era «corrompida y caduca, criminal 31 ak c y egoista, desordenada y absurda, que abandona a fa inmensa mayo- tia de sus mejores hijos y fos condena a fos horrores de la miseria y el desamparo».** En palabras de Enrique Ramirez y Ramirez, «con- templamos todos los dias el espectéculo desastroso de generaciones y de hombres en decadencia bioldgica. Creemos en la juventud; en lo joven», En esta perspectiva, la transformacién de la estructura econd- mica y de la organizacidn politica del pais implicaba «liberarse de una serie de practicas, maneras y rutinas de “los mayores”».> En el marco general de estos planteamientos, tanto el indigenismo como la eugenesia y la higiene mental aparecieron como elementos clave para lograr e] cambio colectivo e individual de los habitantes del pais. Diversos articulos publicados en Futuro establecieron una rela- cién directa entre la formacién de una nueva sociedad regida por el cooperativismo e integrada por jévenes, y el mejoramiento racial de la poblacién a través de medidas inspiradas en la eugenesia. Estas medi- das fueron relacionadas tanto con la aplicacién de controles a la vida sexual y reproductiva de la ciudadania, como con la puesta en marcha de politicas migratorias que favorecerian cierto tipo de mestizaje. Moisés Poblete Troncoso argumentaba, por ejemplo, que habia que poner un «atajo a la degeneracién de la raza» y evitar el nacimiento de individuos degenerados «incapaces de Ilenar sus deberes sociales»; in- cluia dentro de esta tiltima categoria a fos alcohdlicos, los sifiliticos, los tuberculosos, fos epilépticos, los locos y criminales. Como muchos de sus contempordneos, consideré que esta propuesta tenfa dos vertien- tes: fa relacionada con [a eliminacidn de los indeseables;® y la llamada homicultura, con la conservacién y el perfeccionamiento de los ele~ mentos santos. En relacién con la migracién, este mismo autor adver- tia que la aplicacién de leyes estrictas habia permitido que en Estados Unidos se impidiera la entrada a «todos los individuos tarados y de generados». Desde premisas similares, el demdgrafo Gilberto Loyo re- comendaba seleccionar cuidadosamente a los inmigrantes para evitar que «por sus condiciones sanitarias, eugenésicas, morales, econdmicas, introdujeran males al pais». Concretamente, habria que cerrar las fron- teras a inmigrantes que «fueran enfermos graves 0 contagiosos, ancia- nos, dementes, criminales, vagabundos, etcétera».> A través de un enfoque socioantropoldégico, Lucio Mendieta y Ni- fez aftadia que la asimilacion del elemento indigena a la nueva socie- dad estaria sujeta a la educacién y el mestizaje. Aplicaba a este fend- meno la categoria de «aculturacién», entendida como un «proceso de| aceptaciones, adaptaciones y reacciones entre {as culturas de las razas contacto, del que surge necesariamente, una cultura unica int 32 por rasgos de todas ellas y en la que predomina generalmente, la mejor».** Proponia que esto se convirtiera en una «politica de Estado» mediante la cual se alcanzaria la unidad fisica y espiritual de la po- blacién, al mismo tiempo que la elevacién cultural de las razas indige- nas. La estadistica aparecid como un instrumento clave para evaluar el estado de una poblacién a la que urgia regenerar y transformar; y los censos fueron equiparados a anilisis médicos que permitian verificar las condiciones de la sociedad en donde se gestaba el «hombre nuevo» y valorar, en particular, problemas relacionados con el analfabetismo, la desnutricién y la insalubridad.*” En ultima instancia, Lombardo Toledano aparecié como la encar- nacién misma del «hombre nuevo», a la vez liberado del pasado e identificado con el nuevo proyecto de la clase obrera. Un articulo es- crito por Juan Jerénimo Beltran, publicado en Futuro en 1944, plan- teaba a Lombardo como el individuo que ademas de haber «surgido de la entrafia misma de la gran conmocién social de nuestro pais», poseia dotes especiales para conducir los destinos de la nacién revo- lucionaria. Entre estas cualidades o dotes, mencionaba su compren- sién de la tarea transformadora que era necesario emprender, su ansia de saber més «para mejor luchar en la transformacién del mundo» y su identificacidn tanto intelectual como afectiva con las causas popu- lares por las que luchaba. Ideolégicamente, Lombardo Toledano ha- bia, ademas, logrado integrar la herencia jacobina, la tradicién liberal revolucionaria, el obrerismo y el marxismo, lo cual permitia conside- rarlo «el hombre nuevo, representante de México». En suma, el pro- totipo del hombre politico surgido de la revolucién era Lombardo y «no el hombre todo instinto como Villa o Zapata; no el cerebral sor- do a las voces nuevas como Cabrera», sino «el hombre para el cual eran verdad las palabras de Demécrito: “la politica, siendo como es ley suprema, hay que aprenderla y tomarse esa pena, que, por ella, vie- nen a los hombres las cosas espléndidas y grandiosas”».** Existen muchas similitudes entre los planteamientos y los temas abordados en Futuro en torno al tema de la formacién de un . En suma, los principios de higiene infantil prenatal, natal y posnatal no habian Ilegado al «pueblo pobre», a los obreros de los centros urbanos, debido a que la obra de la Sociedad Mexicana de Euge- nesia habia sido eminentemente elitista.® Esta critica permite suponer que el desarrollo de la eugenesia en México quizd tuvo mayor impacto sobre la consolidacién de una elite politica, cientifica ¢ intelectual, que sobre la sociedad misma. En un articulo publicado por la revista Hoy en 1937, Narciso Bassols se preguntaba, «éde qué servird cualquier esfuerzo civilizador, si no arranca de un mejoramiento biolégico de las grandes masas indigenas y mestizas, que son el nervio de la nacién?».*” Mas que una pregunta, esta afirmacién expresaba una de las convicciones que aglutinaron ideolégicamente a la elite politica, cientifica ¢ intelectual en el perio- do posrevolucionario. Sabemos que los planes de «regeneracién» social 35, y depuracién racial que fueron lanzados por esta elite a través del pro- yecto de la «revolucién antropoldgica» fracasaron como elementos de transformacién, siendo la irrealidad su rasgo caracteristico. Sabemos también que los laboratorios de la «revolucién antropolégica» -el indi- genismo, la eugenesia, la higiene mental, la biotipologia, la teoria de la defensa social- pasaron de moda y cayeron en el olvido algunos de ellos durante mas de medio siglo. éCual fue entonces el impacto de estos planteamientos? Una res- puesta tentativa a esta pregunta es que la aparicién de esta forma de ra- cismo fue funcional para plantear un nuevo proyecto de sociedad articulado en tomo al autoritarismo corporativo. Es decir, el discurso politico, literario ¢ iconografico construido en torno a la figura de un. «hombre nuevo», racialmente homogéneo, habria alentado Ja formacién del hombre de Ja masa: un ser indeterminado que podia ajustarse a las directrices impuestas por la piramide corporativa, en la ciispide de la cual se encontraba el Estado. A través de la misma ideologia, este Es- tado promoyié una moral laica y anticlerical construida a partir de va- lores tradicionales remitidos a {a patria y a [a familia. Al igual que en el fascismo y el nacionalsocialismo, la versién mexi- cana de la politica de transformacién racial articulada a través de fa fi- gura del «hombre nuevo» apelé a la educacién nacionalista, a la demos- tracion publica de la fuerza de las organizaciones de masas, a Ja reno- vacién de la cultura popular y de los simbolos patridticos, asi como a la resignificacion general del arte y de las expresiones estéticas.” Estos paralelismos no autorizan, sin embargo, a equiparar los totalita~ rismos europeos con el orden autoritario instaurado en México a tra- vés del partido oficial y la organizacién corporativa de las clases trabajadoras.” La circulacién de propuestas cercanas al fascismo se ex- plica como resultado de que la revolucién no hubiera generado un Ppensamiento politico original: para deslindarse del liberalismo los re- volucionarios se vieron obligados a articular uma ideologia hibrida. La conjunci6n hasta cierto punto improvisada de elementos extrafdos del cooperativismo, la socialdemocracia, el jacobinismo anticlerical, la propuesta mussoliniana y el bolchevismo soviético dio sentido a la nueva politica de masas y legitimé la institucionalizacién del proceso revolucionario, Esto provocé también una serie de situaciones equi- vocas y de contradicciones. Por ejemplo, la retérica bolchevique faci- lité fa relacién clientelar durable establecida entre el Estado y las mayorias, dando estabilidad al Estado y posibilidades de ascenso eco- némico y social a las mayorias; y al mismo tiempo generé el malen- tendido de que en México se habia producido una transformacién 36 radical, que oculté los reclamos basicos de una gran parte de la po- blacion para la que el movimiento revolucionario no habia ofrecido respuesta a sus demandas. Para entender por qué a pesar de la presencia de elementos extrai- dos del bolchevismo y del fascismo en México no llegé a instaurarse un totalitarismo centralizado, sino una forma durable de autoritaris- mo, hay que considerar: 1) la alternancia presidencial tras la derrota del callismo no favorecié la permanencia en el poder de un lider sur- gido de los movimientos populares. 2) Las tensiones entre el centro y las regiones frenaron el desarrollo de una organizacién totalitaria articulada por un Estado central. 3) Tanto los planteamientos fascistas como la retérica bolchevique fueron objeto de una fuerte oposicién. por parte de diversos sectores de la sociedad mexicana. 4) Finalmente, y Pee es quiza el elemento mis importante, si bien después de la revo- lucién aparecid una nueva casta de administradores y de burdcratas que detenté privilegios y prebendas a través del partido, los sindicatos y las instituciones gubernamentales, no llegé a consumarse una verdadera fusién entre el Estado y dicha casta. Esto, a pesar de la amplitud y pro- fundidad de las redes de corrupcién en las que ambos participaron. Segtin Claude Lefort, la fusién entre el poder politico y la casta de administradores es un elemento necesario para la realizacién de un proyecto de dominacién totalitario, en la medida en que no puede desarrollarse sin que exista una complicidad entre el Estado y la so- ciedad.” Todos estos elementos impidieron que la sociedad Ilegara a pensarse unida al Estado bajo la imagen de un gran cuerpo colectivo donde la empresa totalitaria pudiera llegar a encarnarse. a7 que nos serian muy ttiles para matizar la recepcién y los alcances reales de la eugenesia y la higiene mental en la sociedad de la época. En relacién con los casos de Francia y de los Estados Unidos, véanse Jennifer M. Hetch, Acerca de la violencia posrevolucionaria, véanse Héctor Aguilar Camin, «Macbeth en Huatabampo, Alvaro Obregén Salido, 1880-1928», en Saldos de la revolucién, Océano, México, 1985; Alan Knight, “Habitus and Homicide: Po- litical Culture in Revolutionay Mexico», en Wil G. Pansters, ed., Citizens of the Pyramid. Essays on Mexican Political Culture, Thela Publishers, Amsterdam, 1997. ® Ademés de las teorias sobre las razas, Gay propone que la agresividad de la cultura burguesa se escondia detris de algunas pricticas deportivas que 207 litica; el monopolio estatal de la educacién; la organizacién «capilar de las masas; la persecucién de los antifascistas; la campatia demogrifica; la campa- fia antiburguesa; el racismo y el antisemitismo. En el segundo, los proyectos de expansi6n territorial y la construccién de una nueva civilizacién imperial. Emilio Gentile, «L’“homme nouveau” du fascisme. Réflexions sur une expé- rience totalitaire de révolution anthropologique», en Ou'est-ce que le fascisme. Histoire ct interprétation, Gallimard, Folio Histoire, Paris, 2002, pag. 364. 4 Alexandra Stem, «Unraveling the History of Eugenics in Mexico», en Bo- letin Mexicano de Historia y Filosofia de la Medicina, México, 2 época, vol. 3, nim. 1, 2000; Laura Sudrez y Lopez Guazo, «Medicina y mejoramiento racial: la eugenesia en México», idem; Laura Suarez y Lopez Guazo y Rosaura Ruiz > Gutierrez, «Bugenesia y medicina social en el México posrevolucionario- © Ciencias. Revista de Difsion dela Facultad de Ciencias, UNAM, México, nt ¥ Nancy L. Stephan, «he Hour of Eugenics». Race, Gender, and Nation in Latin America, Cornell University Press, Ithaca y Londres, 1991. © Véanse Carlos Lopez Beltrin, «Enfermedad hereditaria en el siglo xix: dis- cusiones francesas y mexicanas», en Laura Chazaro, ed., Medicina, ciencta y sociedad en México, siglo x1x, Colmich, Zamora, 2002, pags. 95-120, «De per- fecGonar el cuerpo a limpiar Ia raza: sobre la sangre y la herencia (c. 1750- 1870)>, ent Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, Colmich, Zamora, vol. XXIII, num. 91, 2002, pags. 235-278, y «Herencia y enfermedad, Ambitos tedricos y Anmibitos histéricos del concepto de herencia bio- légica, Coo! idades, UNAM, Estudios sobre la ciencia, ~ México; 2004, pags. 157-179; Marta Saade, «El cultivo racional del pueblo. La Sociedad Mexicana de Eugenesia, 1931-1935», tesis de maestria, ENAH, INAH, México, 2002, y «<{Quiénes deben procrear? Los médicos eugenistas bajo el signo social (México, 1931-1940)», en Cuicailco, México, vol. 11, nim. 31, mayo- agosto, 2004, pags. 49-84; Laura Sudrez y Lopez Guazo, Engenesia y racismo.en México, Division de Estudios de Posgrado, UNAM, México, 2006. 7 Alexandra Stern, «Buildings, Boundaries and Blood: Medicalization and Nation-Building on the US-Mexico Border, 1910-1930», en Hispanic American Historical Review, vol, 79, mim. 1, 1999, pags. 41-82, «Mestizofilia, biotipolo- gia y eugenesia en el México postevolucionario: hacia una historia de la ciencia y del Estado, 1920-1960», en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, Colmich, Zamora, vol. XXI, nim. 81, invierno 2000, pags. 57-59, y «Madres conscientes ¥ nifios normales: la eugenesia y el nacionalismo en el México posrevolucio- nario, 1920-1940», en Laura Chazaro, ed., Fragmenios de historias: medicina, ciencia y sociedad en el siglo XIX en México, Colmich, Zamora, 2002. ® En México no contamos con investigaciones de corrientes antirracistas opuestas al determinismo biolégico durante la primera mitad del siglo 0 206 entrafaban crueldad y formas descarnadas de competencia, asi como en el culto a la masculinidad presente por ejemplo en los duelos por ofensas de honor. Peter Gay, The Cultivation of Hatred. The Bourgeois Experience: Victoria to Freud, WW. Norton & Company, Nueva York y Londres, vol. III. 1993. 7 En relacién con este punto Jaime del Arenal escribié: «en el México de Cardenas, como en la Italia de Mussolini, se corporativizé a la sociedad a la fuerza y verticalmente, mientras que el corporativismo catélico se entiende al revés: el Estado surge de abajo, del conjunto de sus corporaciones natura- les. Tambi€n el autoritarismo nace en forma espontinea y no es el Estado el que lo impone o el que genera la corporativizacién de la sociedad. Habria, pues, diferencias claras que los hacen afines (a los catélicos) al pensamiento de Franco en Espaiia y de Salazar en Portugal, quienes reivindicaron este cor- porativismo natural (las sociedades intermedias que forman la sociedad po- litica) y después impusieron el autoritarismo». Jaime del Arenal, <“La otra historia”: la historiografia conservadora», en Conrado Hermandez, coord., Tendencias y corrientes de la bistoriografia mexicana del siglo XX, Colmich/ Instituto de Investigaciones Histéricas, UNAM, Zamora, 2003, pag. 70. ® H.R Trevor-Roper caracteriz6 la corriente del corporativismo catélico curopeo como una forma de fascismo, el llamado «conservadurismo clerical», en oposicién al «fascismo dindamico». Ambos comparticron una vision auto- ritaria del orden social, asi como el rechazo al parlamentarismo liberal. HR Trevor-Roper, «El fendmeno del fascismo», en SJ. Wolf, ed., El fascismo exro- peo, Grijalbo, México, 1970, pags. 25-43. 9 A fines de los aiios treinta, uno de los exponentes del modelo corpo- rativo catélico -el abogado Joaquin Marquez Montiel-, enumeraba entre los “objetivos de la nueva forma de organizacién a la armonizaci6n de intereses 2 través de la participacién conjunta de trabajadores y patrones en «comités mixtos»; la limitacién de los avances del individualismo liberal; y por encima: de todo, la disminucién del poder omnimodo de la potencia estatal cuyas manifestaciones extremas identificaba en el bolchevismo y el fascismo. Joa- quin Marquez Montiel, «Posibilidades de algunos sistemas sociales y politi- cos como regimenes de gobierno para México (en particular del corporatis- mo)», en Trabajos juridicos en homenaje a la Escuela Libre de Derecho en su XX¥ Aniversario, direcci6n y prélogo de las publicaciones por German Fernandez del Castillo, Polis, México, vol. III, 1938, pags. 4-134. 1 Luis Javier Garrido, El partido de la revolucién instituctonalizada. La for macién del nuevo Estado en México (1928-1945), Siglo XXI Editores, México, 1982. " Gilberto Loyo, La politica demogrdfica en México, Instituto de Estudios Sociales, Politicos y Econémicos del PNR, Secretaria de Prensa y ag da, México, 1935. 208 2 Luis Gonzilez, Historia de la Revolucién Mexicana, 1934-1940. Los arti- fices del cardenismo, Colmex, México, vol. 14, 1979, pags. 174-175. 3 Ibid, pag, 181. Véase también Ricardo Pérez Monfort, Avatares del na- ~** Guillermo Palacios, «Int », en La pluma y el arado-Los intelec- twales pedagogos y la construccién sociocultural del Mass Movements in Germany from the Napoleonic Wars through the Third R Howard Ferting, Nueva York, 1975. 34 Limore Yagil, Lbomme nouvean et la révolution nationale de Vichy, 1940 44, Presses Universitaires du Septentrion, 1997. 35 José Enrique Covarrubias, En busca del hombre itil. Un estudio compar v0 del utilitarismo neomercantilista en México y Europa, 1748-1833, Instituto d Investigaciones Histéricas, Serie Historia General/21, UNAM, México, 2005 pag. 23. 210 * Jean-Pierre Bastian, Los disidentes. Sociedades protestantes y revolucién en México, 1872-1911, FCE/Colmex, México, pag. 239. * Francois-Xavier Guerra, México: del antiguo régimen a la revolucién, FCE, México, tomo I, 1988, pag. 180. ** En los afios veinte y treinta la Hamada Escucla Moderna tuvo mucha fuerza en las regiones més «radicalizadas» por la revolucién, como por ejem- plo en el Tabasco garridista. Véase Carlos Martinez Assad, El laboratorio de la revolucin. El Tabasco garridista, Siglo XX Editores, México, 1979; Antologia. En el pais de la autonomia. La escuela moderna, SEP, El Caballito, México, 1985, y Antologia. Los Lunes Rojos. La educacién racionalista en México, SEP, El] Caba- lito, México, 1986. ® Las teorias de la mexicanidad se originaron en la ultima parte del siglo XIX, pero alcanzaron su mayor desarrollo en un corriente significativa de filé- sofos y psicoanalistas mexicanos entre 1930 y 1960. Véanse Samuel Ramos, El perfil det hombre y la cultura en México, Espasa Calpe, Coleccién Austral, Madrid, 1934; Emilio Uranga, «El pensamiento filosofico», en México: cincuenta aitos de revolucién, FCE, México, 1962; Luis Villoro, «En tomo al nacionalismo cultural», en La cultura nacional, Coordinacién de Humanidades/FFyL, UNAM, México, 1984; Abelardo Villegas, «Fenomenologia ¢ historicismo», en La filosofia'de lo me- xicano, UNAM, México, 1979, y «Lo mexicano y lo universal», en El pensamtiento mexicano en el siglo XX, FCE, México, 1993; Roger Bartra, La jaula de la melanco- ia. Identiddd ¥ metamorfosis del mexicano, Enlace/Grijalbo, México, 1987, y Ana- ~tomia del mexicano, Plaza y Janés, México, 2002 (una investigacién sobre esta corriente del pensamiento mexicano estd siendo realizada por Ana Santos). ~~ Guillermo Palacios, La pluma y el arado, op. cit., México, 1999, pag. 78. John A. Britton, Revolution and Ideology. Images of the Mexican Revolution in the United States, The University Press of Kentucky, Kentuky, 1995. “' Henri Barbusse fue un escritor francés que sin formar parte del Partido Comunista apoyé abiertamente al régimen soviético; se opuso al mismo tiem- po a la guerra. Fue considerado un «compafiero de ruta». Ademas de Henri Barbusse, otros «compajieros de ruta» muy citados en Futuro fueron André Gide y Romain Rolland. A pesar de sus diferencias politicas, a partir de 1933 estos tres autores integraron el comité editorial de la revista Commune, junto con André Malraux y Louis Aragon. Acerca de la problematica que unié a estos escritores al finalizar la Primera Guerra Mundial, véase Jean-Pierre Morel, Le roman insupportable. L'lnternationale littéraire et la France (1920-1932), Gallimard, Paris, 1985. Acerca de su influencia sobre los escritores mexica- nos, véase Guillermo Sheridan, Poeta con paisaje. Ensayos sobre la vida de Octa- vio Paz, Era, México, 2004. * Beatriz Urias Horcasitas, «Retérica, ficcién y espejismo: tres imagenes de un México bolchevique (1920-1940)», en Relaciones. Estudios de Historia y 211 Secedad, Colmich, Zamora, vol. XXVI, ntim. 101, inviermo de 2005, pags. © Henri Barbusse, Futuro, México, mim. 3, tomo I, 1 enero 1934, pag. 10. *

You might also like