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Crear la democracia La Revista Argentina de Ciencias Politicas Seon on Creme MeN e Uses m Vere er) DARIO ROLDAN (comp.) Ueno ele ettre ene ay ee ee C SET ON eee eee TORO Ty Marcela Ternavasio - Eduardo Zimmermann DARIO ROLDAN (comp.) CREAR LA DEMOCRACIA. La Revista Argentina de Ciencias Politicas y e\ debate en torno de la Reptiblica Verdadera Paula Alonso Pablo Buchbinder Jorge Myers Fernando Rocchi Darfo Roldan Marcela Ternavasio Eduardo Zimmermann Fonpo pe Cuttura ECONOMICA ‘Moco - Anetta ~ BRat. - Cite - Coxon - Estas Estabos UNIDOS DE AMERICA - GUATEMALA - PERO = Vit7UELA 024336 Primera edicisn, 2006 (Crear la democracia: La Revita Argentina de Ciencias Politics ye debae en ‘tomo dela Repiblica Verdadera/compilado por Dario Roldén-I* ed. Buenos Aires: Fondo de Cultura Beonémica, 2006 336 pp. ; 21x13,5 em. (Cole. Hisora) ISBN 950-557-667-6 1, Historia Politica Argentina 1, Roldén, Ds cop 320.982 comp, D. R.© 2006, Foo nv Cuuruna EconoNNca nF ARGENTINA S.A. El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires fondo@fee.comar! wwufeecomar ‘As, Picacho Ajuseo 227; 14200 Mérico DE ISBN: 950-557-667-6 Fococopar libros esd penado por I ey. Probibida su reproduccién otal o parcial por cuelquier medio de impressn 0 Aligital, en forma idéntica extractada 0 modificada, en castellano o en culquiee coo idioma, sin I auorizacin express dela editorial oo ¥ Hecho ep ur erly 11905 FoaHe cw INDICE La Revina Argentina de Ciencias Politica. Dario Roldén La Repiiblica Verdadera impugnada Dario Roldén La ciencia politica argentina y la cuestién de los partidos politicos: discusiones en la Revista Argentina de Ciencias Politica (1904-1916) wursnreremnnnnnrnres OB Jorge Myers Politica municipal o municipios apoliticos? Un debate en la Revista Argentina de Ciencias Politicas 137 Marcela Ternavasio Reflexiones y tetimonios en torno de la reforma electoral, 1910-1916... Paula Alonso De la impugnacién al profesionalismo se 187 ‘la critica de la Reforma: perspectivas de la Universidad ..n...-237 Pablo Buchbinder José Nicolés Matienzo en la Revista Argentina cde Ciencias Politicas los limites del reformismo liberal de comienzos de siglo 269 Eduardo Zimmermann La Argentina frente a un mundo en transicin la Revista Argentina de Ciencias Politicas yllas cuestiones econémicas, 1912-1929... 299 Fernando Rocchi Primera edicin, 2006 (Crea la democraca: La Revit Argentina de Ciencias Policas ye debate en tomo de a Republica Verdadera/ complado por Dario Roldin - 1 ed Buenos Aires: Fondo de Culeura Econémica, 2006. 336 pp. :21313,5 em. (Colec. Historia) ISBN 950-557-667-6 1. Historia Politica Argentina. I. Roldsn, Dario, comp. cpp 320.982 1D. R. © 2006, Forno be CuLIURA EcoNoMICA DE ARGENTINA, S.A El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires fondo@fee.comar / www fee.com.at ‘As: Picacho Ajusco 227; 14200 México D.E ISBN: 950-557-667-6 Forocopiat libros est penado po ay Prohibid su reproduccién coal o parcial por cualquier medio de impresin 0 digital, en forma idéntca, extractada 0 modifiada, en castellano o en cualquier ‘orto idioma, sin In auoriacin expresa dela editorial. Inurtso a5 LA ARGENTINA - PunTeD w Ancenrint Hecho el depésivo que marca la ley 11.723, LA REVISTA ARGENTINA. DE CIENCIAS POLITICAS Dario Roldan’ La Revista Argentina de Ciencias Politcas’ fue fundada en 1910 por Rodolfo Rivarola. Aparecié ininterrumpidamente durante diecinue- ve afios, entre 1910 y 1928. A lo largo de ese extenso periodo, publi- ©6 casi 1.200 articulos de derecho politico, politica internacional, derecho civil, politica, derecho comercial, penal, legislacién indus- trial, legislacién procesal, economia y finanzas, sociologia, historia y ‘educacién, centenas de comentarios bibliogréficos y un sinnimero de documentos y papeles oficiales relacionados con la politica del perfodo, Sin embargo, el impresionance ciimulo de informacion y debates que se despliegan en sus casi vente mil péginas palidece si se lo confronta con la originalidad de sus miras, el perfil de sus princi- pales colaboradores y la variedad de temas abordados. En su habitual Crémica mensual de febrero de 1911, Rivarola ha- bia condensado la propuesta que la 2c? exploraria como respuesta a Ia crisis politica del Centenario en los siguientes términos, cl remedio debe buscarseen la reforma institucional que limite la omnipo- tencia presidencial,igualmente ape para el mal y para el bien: [que] aban * Universidad Toreuato Di Tell/Conicet.Agradenco al Conieet, 4 la Agencia [Nacional dePromocién Cienficay Tecnoligica ya la Fundacién Ancorcha el apo- yo brindado par financiar una pare de la invertigaciin requerida para est trabajo, ‘Quiero también agradecer muy especialmente alos colegas y amigos que aceptaron Puticipar en exarecoplacion "En adelante, cic, La referencia ala asc no debe entenderse come sla revista ‘expresra siempre un punto de visa homogenco. Con es expres, quiero adie al ‘esplrcu de a revista yal desu Fundadory principales colaboradores. 5 (CREAR LA DEMOCRACIA done el fetiche del suftagio universal como le lamé Miguel Cané, [que] suprima a puralidad de gobierno, que dficltany eardan el “dl pueblo de a naci” y [que] permita la organizacién de partidos nacional, ini- cos posbls,y se legue as al Gobirna Represematva, de régimen parl- ‘entaio, ue supone necesariamente a exstencia bien defini de aqué- los y sin los cuales es también imposible el mismo régimen.* Reforma institucional, revisign de la legislacién electoral, reforma del cégimen presidencialista, etc., constituyen un conjunto de re- formas que la 24cP propone y cuyo contenido explora y debate a lo largo de sus paginas. Ese conjunto recibié el nombre de Gobierno resentative. La Race condensa en esa expresién una respuesta al- ternativa ala del Perfeccionamiento Obligatorio, segin la célebre for- mula que habia utilizado Séenz Pena.’ En ella, yen su despliegue y analisis, la revista da testimonio de una notable originalidad y de tuna particularidad del liberalismo en la Argentina, a saber, ls am- bigticdades y las dificultades de integrar una reflexién democritica al universo liberal. Sila originalidad de la nace se expresa en la pro- puesta de un Gobierno Representativo como forma de responder a la ctisis politica del Centenario, el interés de la revista reside en el testimonio que brinda de las dificultades que la tradicién liberal enfrent6 cuando se trat6 de sintetizar y de integrar la aspiracién democritica. Pero en la exposicién de esas dificultades también da testimonio de una particular lucides en el andlisis de los tan anti- guos como profundos impulsos igualitarios. Este libro explora desde diferentes perspectivas esas ambigiedades y la forma en que la a4cr abords la cuestion del Gobierno Representa- tivo, la cuestin electoral, el problema universtario, la comprensién de los partidos politicos, el disposi municipios o aun los problemas econémicos. Concebidas como una 0 institucional, el rol de los * Rodolfo Rivarola, “Crénica de febrero", en wacr, dm. 6, 1911, p. 821. * Sobre esta oposicién y el sentido que la aacratribuye a la nocién de Gobierno Represemativ, vase mis adelante mi aniulo "La Republica Vedadera impugnada” LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICAS ° presentacién general a esas contribuciones, las péginas que siguen ofiecen una visién global de la a4cr. Los afios en que se publica la Revista Argentina de Ciencias Politica ‘conocen una proliferacién de publicaciones periddicas. Baste como cjemplo scfialar tres casos emblematicos: la Revista de Derecho, Histo- ria y Letras (1898-1923), dirigida por E. Zeballos: la Revista de Filo- softa, Ciencias, Educacin y Cultura, disigida por J. Ingcnicros (1915- 1929); 0 aun la Revista de Economia Argentina, dirigida por Alejan- ddro Bunge (1918-1952). A través de ellas, la politica, el derecho, la filosofia y la economia se dotaron de medios de expresién para dar ‘cuenta de los avances de la investigacién académica, de ambitos de difusidn de corrientes de pensamiento antes que de dmbitos de deba- te, de instrumentos de comunicacién social y de vehiculos de afirma- cin de disciplinas que desde fines del siglo x1x habjan conocido una ‘extraordinaria vitalidad. Esta notable coleccién permanece, sin em: bargo, inexplicablemente inexplorada a pesar de que ofrece valiosi ‘ma informacién sobre la vida politica y culeural de esos afos.* Este * Los trabajos exensivos sobre tevstas son mas habituale en otros pases que en ‘nuestro medio. Debido ala importancia que la revista tuvo como mode inspicador tanto de Groussac como de Bianchi y de Gust -animadoresrespectivamente de La Biblioteca y de Nosorrs-vale le pena ciat 4G. De Broglie, Hitwire politique de la Rewue des Deux Mondes, Paris, Pertin, 1979, Dos ejemplos mis a desacar sn: J). Goblor, La jeune France libéale Le Globe etn groupe linéaire, Pats, Ploa, 1995, B. Foncana, Rehinking the polis ofcommerial sce: the Edimburgh Review 1802- 1832, Cambridge, Cambridge University Press, 1985. Ene ato argentino, aquella afirmacién requiere, sn embargo, de tes precisiones. En primer gar, ecientemen- ‘chan aparecido una serie de absjs sobre publicaconesperiica y diarios. Ene ellos, cabedestacar ely elisico de Ricard Sidicato, La poltce mirada dede arriba, Buenos Airs, Sudamericana, 1993: y los mds recientes de Sylvia Sita, Reguern de tint El diario Cetiea en le decada de 1920, Buenos Airs, Sudamericana, 1998; ‘Noemi Gibal-Blacha y Diana Quattochi-Wolsson, Cuando apinar es acter. Revise tas argentina del siglo 1%, Buenos Aites, Aeademia Nacional dela Histova, 1999, y ‘A. Ejaniin, Hioria de revitas argentinas. 1900-1950. La conguita del public, 10 (CREAR LA DEMOCRACIA libro pretende subsanar esta carencia slo parcialmente, contentindose con llamar la atencién sobre la riqueza y la potencialidad que estos ‘corpora ofrecen para la comprensién del debate politico en tiempos de la cfimera Republica Verdadera. Pese a que conté con las contribuciones de més de 200 autores, los colaboradores principales que animaron la asc? consticuyen un gru- po relativamente homogéneo, Rodolfo Rivarola habia explicitado la Faenr Aes ssn, 1999. Tambien de Noe Gila y Diana Quack noes rvs de bac combne ec ain ply empre cl Iafven Cla nm, 4 197 lumen geo ear presmaos en 0 Jornada nat porl Com Arent de Ciencias Hines conspadas 2 ana ay eco spa io an ee cepa deus ponecia al coped evan Mise try en cin con vera publica rs de Buon Ae. Vide “La fr cmt oni dra el Csr, Liga lil epeenacién Selva e Tl ol 7, 20, 2003. Pare mayor normacion ‘Mes publcacones cents see evar aun cuando ta en geal Ge public casa eva cll el comentaria de Sa Sit Pod Ci Bahay Cnc Woo cadmas riba-nen Pim tim 10000 pp. 264-266 npc de pales periianenl prxc Seformaten dele exadosnaconalesen Aria Ln ala Alonso (comp) Comarcins impr, Pf diy rita lean de Eads Ne Soaeen dnc Eating 1820-1920, Bacon Kit onde de Cara Econéni- eTt000 Ndrepecticamene bcp coma Gada Bex Bosh, “Gonftomacioncs dics en leva Argentina de Ciencia Poles craoname efrmiamo en Agta, Ges dl io 3 pcp del Pia ice Fred Latent de nc Scien 9001 Ea funds igus pec record, dene Ambiode sso dela erature Si y wisi abajo de H. Tale S.Poverzanoy F. Aono, La vies Tes wens (18381360 Boers Airs, Eline Calas Arenas 1962, Ree, Le pnt ler retin, 1890-1974 Buenos Ate ibe ts Calon, 1995 Sl ova) Lec dea igh: Americ Linc 5 rat Bove Ai Alana 1999, Hiri deri aetinsBucos ‘Kren 19719 ns ecentment, A Eu, Lt ev dager func dela rt enna propaga No Ji, Mier cic de Teer arntn, Becnos ies, Ect 200, Ea ect ge pio bax tora ust menos bush ben pare de or ean han ped lox Iipewon cul des rise ques por lo nto rien lo moda Iemealandis ea eva como" dew ete eigen LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICAS cuestién desde el primer ntimero, asociando la posibilidad de escribir y editar la revista no s6lo con la capacidad que se auroatribuia de oftecer una visién de los principales problemas que aquejaban a la Republica, sino también porque esa reflexién lo habia "vinculado a hombres distinguidos en la ciencia, en la ensefianza y en la politica, de quienes puedo esperar el apoyo que este esfuerzo merece”.* Presi- dido por Rivarola, el comicé editorial estaba incegrado por quienes en ‘el momento de a fundacién eran ya conocides y prestigiosos intclec- tuales. Abogados en su mayorfa, desenvolvieron su tarea en un con- texto cultural inédito y encarnaron un original vinculo entre intelec- tuales y politica, distante de las figuras habitualmence referidas en relacin con los publicistas del periodo, Este conjunto de publicistas~Rivarola (Rodolfo, Horacio y Enri- que), J. N. Matienzo, R. Wilmare, Gonzilez Calderén, J. Chiabra, L. Maupas, entre otros— actué en un contexto cultural recientemente transformado. La especializaci6n de funciones, la diferenciacién de disciplinas del conocimiento -en concomitancia con las importantes ‘modificaciones en la organizacién de los estudios superiores y con la creacién de distintas facultades en las nuevas universidades que se hhabfan registrado desde fines del siglo xrx-, la relativa auronomia de los escritores respecto de los poderes piblicos —muchas de las revistas creadas en cl periodo seguramente ya no estuvieron sujetas a los ava- fares que habian hecho sucumbir a La Biblioteca de P. Groussac-,*el ‘extraordinario aumento de la poblacién junto con un notable des- ‘censo del analfabetismo ~78% en el primer censo de 1869 y 34,19% $ Rodolfo Rivaol, “Propo dees publicise em rn, 1, 1910, p 8 * Como se sabe, La Biblia fue readapor Paul Grousac en 1896, Durant dos aos a evista fue impulsada yanimada por Grousac, asta que Luis Beluga Ia sazdn minis de Js, Cato eTstucién Public, decid suspend suf anciacin aide una dpi que Grouse habla mantenido con Norberto Piero auien se desempetabs como cviado en Chie ea momento de dificultades dio iia + propio dela publcacin de documentos sobre Moreno. Sobe et unc, cf Pauls Bruno, ea Grouaae Un erraup intlecual Buenos its, Fondo 4. Cleura Econdmica, 200. 2 (CREAR LA DEMOCRACIA segiin el de 1914- y la creacién de un mercado de bienes culcurales también socialmente diversificado, en el que cocxistian revistas y pe- riédicos de estructura tradicional con diario, flletines y publicacio- nes peridicas diversficadas, tanco social como ideoldgicamente, cons- tiruyen los trazos esenciales de aquel context. La novedad del marco acompafia las noras originales que destacan estos autores de otras “figuras” conocidas, Este grupo no remeda en nada a los intelectualesrecientemente “profesionalizados” ~como se hha observado en el caso de Lugones o de Rojas-,’ aunque actuaron en clespacio cultural radicalmente novedoso, cuyas notas principales se acaba de evocar y cuya transformacién formaba parte de aquélla més {general que atravesaba la sociedad. Tampoco pueden agruparse con los gentlemen escrtores ~como Vilas observara a propdsiro de Galvez, ri con los politicos escritores, como habia sido el modelo clasico de Mitre, Sarmiento o, més cercano en el tiempo, de Gonzalez. Estos autores se destacan también, aunque menos nitidamente, del conjunto de “liberales reformistas” que Zimmermann ha identifi- cado a principios del siglo xx. No piensan la reforma politica asocia- dda con las mismas “preocupaciones de regeneracién politico instiru- cional”, como Gonzalez o Indalecio Gémer, aunque acuerden con «ellos en la necesidad cle una reforma institucional. El moderado inte- és que la aac? manifesta por la “cucstién social ya sea las asociadas con la salud o con las condiciones laborales -al menos ral como pue- de colegirse del ntimero de articulos consagrados al eema-, los recor- ra de quienes habjan hecho de ella el aspecto central del reformismo finisecular. También aqut se impone el matiz. Tal como lo observa Zimmermann en el articulo que se incluye en esta seleccién, la dis- * Sobre el particular, sin embargo, creo que es justa I observacién de Fernando Devoto en cuanto a que la “profesionalizaién” de estos escritores era, en buena medida, la obtenci de ecursos de diferentes insiuciones publics debide a areas docentes, educativas yo inelectuales ~como los elebres Informes dela época- que les eran encargadas. Al respect, cf: Fernando Devoto, Nacional, fscisme yiadi- cionalismo en la Argentina moderna. Una hisria, Buenos Aites, Siglo x, 2002. pp. 54655, LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICAS B tancia es mucho menos flagrante en casos como el de Matienzo ~cuya _proximidad con este grupo es evidente~ que en el de otros publicistas dela 24c?, como Rivarola o Wilmart. “Tampoco pueden ser asimilados al grupo proveniente de los émbi- 10s académicos ligados con el desarrollo de la ciencias sociales, y en particular a aquellos vinculados con el desarrollo que experimenté la ssociologia, cuyo caso emblemético es, por supuesto, Quesada." Mas bien, si —como observa Zimmermann “las nuevas corrientes inte- Jectuales introducidas desde las ciencias sociales contribuyeron tanto una revolucidn en los enfoques metodoligicos, en los que una aproxi- ‘macién inductivista y particularista tendi6 desplazar al enfoque deductivista que presuponia la existencia de leyes y principios gene- rales inherentes a la conducta social”, es evidente que este grupo de abogados se contaba entre aquellos que debian haber suftido el em- bate de la sociologia més que entre aquellos que podian beneficiarse de su desenvolvimiento, Compartian, sin embargo, con este grupo lun mismo origen universitario y académico aunque, en buena medi- dda debido a su edad en el momento de lancar la nace, muchos habjan tenido ya una larga actuaci6n profesional en la justcia y en el dere- ‘cho penal y en contadas ocasiones también en el émbio publico. Por diltimo, tampoco pueden identificarse con la tercera vertiente del discurso reformista que se relaciona con la higiene publica, la _-medicina social y la criminologia, que tanta influencia tuvieron en Ia creacién del Departamento Nacional de Higiene o del Instcuto de Criminologia aun cuando los vinculos con este grupo fueran més estrechos. Algunos de los mas destacados colaboradores de la race ‘stentaban una ya larga trayectoria como penalistas y como jueces en ‘el momento de fundar la revista. Matienzo y Rivarola habian forma- do parte de la Sociedad de Antropologia Jurfdica; Rivarola habia tegrado el consejo de redaccién de Criminologia Moderna pero sobre todo, segiin Bunge, habia sido el “principal sostenedor de la escucla * Sobre esta cuestiin vase entre otros, Osear Terén, Vide intlecrat ene Buenos Aires fin-de-sigl (1880-1910), Buenos Ares, Fondo de Cultura Econémica, 2000, ap. “ (CREAR LA DEMOCRACIA positiva”® de derecho penal, tanto por su conocido Exposicidn y ertica del Cédigo Penal (1899)," como por la docttina antropolégica que expone en Derecho Penal Argentino (1910). Por otto lado, Rivarols, junco con Matienzo, habian formado parte de la diferentes comisio- nes que debian revisar el Cédigo Penal, aprobado en 1886 sobre la base de un texto redactado por Tejedor. Fue el caso de la comisién integrada por Rivarola, Matienzo y Pifiero en 1891, y de la integrada en 1904 por los juristas Rivarola, Beazley, Saavedra, Moyano Gacivia, Pintero y el médico J. M. Ramos Mejia. Peto el conjunto de vinculos con el positvismo que se deriva de sus relaciones con el positivismo juridico y/o con la criminologia positvista consttuye un interrogan- te pendiente. ‘Aunque el posiivismo, segin Terén, proveyé propuestas para “pro- mover la modernizacién, explicar los males latinoamericanos, nor- ‘malizar Jos vinculos entre el aparato estatal y la sociedad [y] una ins- tancia interpretativa del entero pasado nacional” y a pesar de que algunos de estos aspectos fueron recuperados por la x4cr —como el intento clamorosamente frustrado de oftecer una coherente vision de los desvios que la historia habia provocado en la construccién de las instituciones de la Repiiblica-, ésta permanecié al margen de las cla- ves biologistas, darwinianas y/o spencerianas que habian nutrido al ensayo positivista. Esta distancia también se revela en la certeza optimista que la ha- ba secundado. La aac? no expresa un discurso pesimista, pero s{ una interpretacién melancélica de la historia reciente en la medida en aque ella se ofrece como un terreno en el que el rumbo clegido origi nnalmente no sélo habia ido diluyéndose conforme habian avanzado las décadas, sino que en su decurso algunos de los presupuestos ambi- sguos que ella habia legado ~en particular, el carécter presidencialista * Carlos Octavio Bunge, El Derecho Buenos Airs, 1927, p. 177. “El mas cid comentador del cigo de 1886", seg Zaffaron. Al especto f. Eugenio Zallaroni, Manual de Derecho Penal Buenos Aies, Edit, 1991, p. 163. " Oscar Trin, Prtvome y Nacién, Buenos Ais, Puntosut, 1987, p. 14 LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICAS 1 del régimen—habian encontrado una direccién que la a¢cPcrefa opues- taal espiritu de la Consticucién y contraria a sus convicciones. El anilisis del fenémeno multitudinario, tipico del ensayo positi- vista, oftece un buen ejemplo a la ver de este cambio de tono y del sustrato ideolégico que lo secunda. En efecto, la xacr no movilizé los “conceptos que, inspirado en Le Bon, Ramos Mejia habia utilizado ppara analizar aquel fenémeno. Ello, sin embargo, no la acercard a posiciones antagénicas con dichos conceptos, como la conceptuali- "zaci6n del “ruimero” bajo la forma de las “masas”, que se hard més clara algunos afios més tarde de la mano, entre otros, de Ortega y Gasset. Si para Ortega “ya no hay protagonistas; slo hay coro”, "ello se debe no slo a la irrupcién indebida de las masas en espacios ances vedados, sino, esencialmente, a la defeccién de ls elites europeas del siglo x1x, prisioneras del determinismo confiado inscripto en la filo- sofas de la historia de ese siglo. Politicamente, ello encuentra su ex- presién en una profunda modificacién: si en el siglo x1x el sufragio universal habfa permitido que las masas “adhirieran a la decisién de tuna u otra minoria’, encargada de presentar sus programas, en el ‘siguiente, el “poder piblico se halla en manos de un representante de imasas [...] que han aniquilado toda oposicién’”." La kacPno insistié ‘en a defeccidn de las clits, aunque uno de sus temas cencrales haya ‘sido el de la constiuci6n de una elite dirigence, y procesé el fenéme- ‘no bajo la forma de la “plebeyanizacién’ de la politica. Si el problema de la gobernabilidad de una sociedad en presencia de ‘multitudes que ya no la abandonarin habia sido enfrentado por el po- tivismo con la certeza de la posesién de saberes cienificos, la rac ‘partiré més bien de la conviecién de que el carécter cientifico de ese saber debja ser hallado en confines menos deterministas, materialistas 'ysen cierta medida, ingenuos de los que se habian servido quienes ha- bian sido sus maestros y, en algunos casos, continuaban siendo sus co- legas. Ese saber cientfico se esperaba enconces de otras disciplinas as "Jost Ortega y Gasset, La reli de las mass, Obras completas, Madi Aian- 3, 1983, «vp. 145. Bid, pp. 171-172. 16 (CREARLA DEMOCRACIA “ciencias politicas’. No obstance, el significado que se debe atribuir a ‘sas ciencias, en plural, es ambiguo, y la elacién entre los saberes que las ineegran lo es aun més, tal como lo revela la opaca relacién que Rivarola construye entre flosofia, historia y politic. “Siempre encontra- ra~afirma Rivarola~que un pensamiento filos6fico crea una politica y tuna politica crea la historia, mientras otros hallarian que la historia ha creado a la politica y ésta ha mandado confeccionar una filosofia a ‘medida. Confio por mi parte en que la creadora es la filosofia, que da los concepros para comprende la historia y para realizar la actividad de la politica.” " Es por ello, también, que la atencién que el positvismo presté a esa cuestién abandona el centro de la escena y es reemplazada porla reflexién en tomo de las condiciones de emergencia exitosa de una ‘nueva clite dirigente. Es en la oposicién plebeyos-patricios que la xacr encuentra uno de los prismas bajo los cuales observar el fendmeno de la irupeién de las “mass” en la politica, en particular luego de 1916. Por tiltimo, los trazos expuestos en la aac? adquieren nitidez tam- bign debido a que sus intereses se apartan del imperative de reflexio- nar sobre la cuestién “nacional” en los términos en que la temética habia emergido en la época y porque se insertan de modo complejo en el ambiguo momento de la “desestabilizacién del posiivismo”."* Este conjunto de abogados no picnsa la cuestién de la Nacién tal como lla emerge de la reflexién de Ingenieros 0 de Lugones, pero tampoco como habia sido elaborada por Mitre o por Gonadlez, Tam- poco tienen una visién de los “males de la sociedad” ~la expresién es de Terin— en una clave sociolégica o asociada con la necesidad de claborar la cuestién social. La visién de aquellos males se articulaba ‘mejor en una sineesis entre la filosofia y la historia constitucional, que privilegiaba un diagndstico institucionalista de las dificulrades politicas que la modernizacién provocaba en la sociedad, en el marco ddl cual la cuestién de la Nacién no encontraba un lugar confortable. "Rodolfo Rivarol, “La historia ane la filosofa y la pola’, Fool Poltic Hinoria, Buenos Ais, Rodin, 1917, p. 53. "La exptsin pertenece a Jorge Dost. LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICAS v7 __ Resulta complejo comprender el vinculo entre la critica filos6fica ppositivismo que Rivarola vehiculizaba en su ensefianza de la filoso- ¥y I adscripcidn al positivismo juridico que le adjudican los co- ntadores de sus trabajos referidos al Cdigo Penal, ya sea en el ppionero trabajo de Bunge o en el més reciente de Zaffaroni.' Los ‘vinculos ideolégicos y el ensamblado de ideas penales, filosdficas y ticas que resulta de la adscripcién de Rivarola al positivismo juri- -dico, junto con la critica al positivismo filosdfico que habria inci fen sus cursos de erica en la Facultad de Filosofia y Letras, con la ‘nfluencia notable de J. S. Millen sus concepciones politcas y con el impacto del “idealismo” en la década de 1910, y, globalmente, la ‘evolucin de Rivarola entre las décadas de 1880 y 1930 como pro- bablemente la de muchos otros intelectuales ain poco estudiados en el perfodo~ permanecen como incégnitas a develar Fste es un aspec- {t0 sobre el que la informacién disponible es, al menos, escueta y la falta de trabajos monograficos, rutilante. Se trata, entonces, de un grupo principalmente constituido por abogados de formacién con experiencia penal que producen textos ide clara “intervencién politica” en funcién de un “saber” que ereen pposeer y que los habla no “profesionalmente” pero sf intelectual- ‘mente para expresar una opinién que quieren “cientifica’. En el con- ‘texto de la descomposicién del positivismo, hacen un punto central ‘de su vinculacién con la cétedra universitaria y de la necesidad de en- ‘samblar la formacién de la opinién publica con la emergencia de nuevas clases dirigentes, através de una prédica que busca ofrecer la % Sin duda, éte es un punto que reclama atencién dbido 2 que los enfoques _provenients del derecho penal (Bunge, Zaffaron, ex.) no coincden con aquellos nienes de la filosofa (Doct, Terin) © con los que provienen dela historia Zimmermann). Es probable qu, precsamente, por tase de un momento de iilucgn dea foralcia del positivism, los popios autores que le dicron vida en los mos aos de siglo xx hayanencaberado la tevin des ideato ,tambign, que “In pervivencia del positivism jusiieo haya sido mis sgnificatva e el campo del “derecho que en otros saber", En cualquier caso, existe all una diicltad que re- “quetra de un della estudio que contemplara exe univeso en el que la filo Te istry el derecho conseruyen una interes dxiplnain, 8 (CREAR LA DEMOCRACIA recomposicin del conjunto de los mecanismos representativos de la politica. Ofrecen, ademés, un interesante ejemplo de concepcién ju- ridica de la politica, protagonizando un desplazamiento del interés penal por la politica en el que resulta aun complejo discernir el alcan- ‘ce que posee una imagen social forjada en la sombra de una filosofia del derecho que atribuye condiciones nacurales para la delincuenciaa ‘una parte de la poblacién. Si no se dedican a la historia propiamente dicha, poseen una concepcién histérico-juridica de la politica, como puede verse, por ejemplo, en la discusién acerca de las transformacio- nes que el régimen politico deberia implementar. La comprensién de la originalidad de la race no se agota, sin embar- 0, en el origen de sus colaboradores ni en las distancias que la sepa- ran del discurso positivista; se revela més clamorosamente en el ané- lisis politico que le da origen y en la percepcién del cardcter inédito de la situacién que la presidencia de Roque Séenz Pefa inauguraba. La eacrparecia tener concienciaanticipada de esta originalidad. Anun- jo la coincidencia entre la aparicién de su primer nimero y el inicio de la presidencia de Roque Saenz Pefia, R. Rivarola'” afirmaba: para el primer mimero la fecha del 12 de octubre, sin que esto signifique relacin alguna con el nuevo gobierno, ni vinculacin a cual- uiera politica partdaria Presiento s6lo que tal fecha puede tener una significacién histérica de la mayor trascendencia, por un conjunco de circunstancias cuyo andlisis cortesponderd a la earea ordinaria de esta publicacion.* En el recordatorio por la publicacién del décimo volumen ~en 1915-, Rivarola repetia esta misma cita déndole a la experiencia un sentido " Sobre Rivaola, puede consultarse G. Ancarola, Las ides politics de Radolfo ‘Rivaroa, Buenos Ates, Marymat, 1975. "Rodolfo Rivarla, “Propdsio de eta publica’, at cit nuestro ensayo de Gobierno Reprerentatvo y sehala una era nueva Ja vide nacional”. El solo hecho de haber comentado y analizado el “ensayo de Go- jerno Representative” desde su inicio hasta prdcticamente el cierre ciclo de los gobiernos radicales y, por lo tanto, hasta su rutilante 0 convierte a la a4cP en un testigo singular. Esa singularidad bin se debe al “lugar” desde el que observa la politica argentina. precisamente ésa la clave de lectura que permite comprender el ritu que animé a la kacr. observar y analizar el ensayo de un Go- Representative. Esta preocupacién por los mecanismos que hacer que la sociedad se articule con el poder en un momen- fen el que ella esta en brusca transformacién constituye uno de los més originales de la revista. Ello se deseaca al comparar las iciones de la revista con aquellas expuestas por los grupos politi cn disputa en el periodo. Ciertamente, la e1cr comparte con la elite conservadora la ads- én a algunos rasgos liberales inscripros en la Constitucién, Se ia de ela, sin embargo, por lo menos en dos cucst en el diagndstico que propone acerca del desaffo politico que ra cl momento del Centenario, puesto que la cuestién electo- ‘ocupa sélo un lugar secundario en la paleta de dificultades de la ltica argentina, yen la comprensidn del funcionamiento y del sen- a atribuir a aquellas instituciones, puesto que la aacr mantuvo pre La conviccién de que el sistema politico creado por la Cons- ién deberia dar lugar, por la simple evolucién de las pricticas ticas, a un régimen parlamentario en teemplazo del presiden- Pero también la posicion de la nace se distingue de la del radicalis- Es cierto que algunos de sus colaboradores cjercieron responsa- Rodolfo Rivarols, “Dice tomos dela Revista Argentina de Ciencias Politica”, en aio V, nim. 60,1915, p. 549, 2» ‘CREAR LA DEMOCRACIA bilidades poliicas de relevancia en los gobiernos radicales. E. Rivarola “uno de sus coeditores- debié abandonar esa funcién para incorpo- rarse como secretario de Estado en el gobierno de Yrigoyen: P. Torello, tuno de los principales “especialistas” del tema municipal, fue minis- to de Yrigoyen; Matienzo, uno de los principales “constitucionalistas” de la revista -sobre todo en sus primeros afios y a pesar de las diferen- cias notorias que habia mantenido con Rivarola~ fue minisro del Interior de Alvear y habia sido interventor de la Universidad en Cér- doba en 1918. A pesar de estos contactos, la sac mantenia algunas diferencias profundas. Si bien se habia entusiasmado con la reivindi- ‘acién ética y moral que el radicalismo encarnaba ~como parte de un ‘entusiasmo mas general por las agrupaciones politcas que, como el partido socialista,parecfan expresar partidos de ideas en reemplazo de Jos partidos-méquinas electoral tipicos del “roquismo”— difiere con el modo en que el radicalismo, y especialmente Yrigoyen, entiende la “democracia". Rivarola soso siempre una concepcién “capacitaria’ de la expresién dela soberania popular y siempre pensé lacanalizacién de la participacién popular desde una perspectivainstitucionalsta. Distante de la elite conservadora y del radicalismo, la Race tampo- co cultivé lazos académicos o politicos ni compartié teméticas con Jas diversas variantes del nacionalismo que comenzaron a desarrollar- se.en el periodo.” Si a “lugar” que la sac ocupa en la vida politica ¢ intelectual dela Argentina del Centenario hace de ella un testimonio ‘excepcional, ello se debe a que expresa una alternativa politica eideo- légica original en el contexto del debare que caracterizaes0s afios. Dificilmente clasificable, debido a sus diferencias con la elite con- servadora, con el radicalismo y con los nacionalistas, sampoco es po- sible asociarla con ningiin partido politico existente. Ello se hace evi- dente con sélo recordar que Rivarola, desde principios de siglo, > Sob eta cuestin vase mis adelante en este arciculo y en los de Jorge Myers y Paula Alonso. 2! Sobre esta cuestin cf: Fernando Dewoto, Nacomalime,fasciomoy radiciona- ime en le Argentina moderna, op. cit, y David Rock, La Argentina antritaria, Bue- os Airs, Ase, 1993. LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICAS a en la necesidad de crear un nuevo partido -el Partido Unitario- y ue la nacPse posicioné en el rol de interpelador del “tercer part- 2", del partido independiente, del partido de la “opinién publica’, a Jque, por otra parce, aspiraba a formar y luego a expresat. La impo- jlidad de traspasar el Ambito académico-intelectual y de consti- jrse en una fuerza politica 0 en vocera o inspiradora de una fuerza ica cs otra nota distintiva de la revista y de quienes la animaban. La nacrse mantuvo siempre alejada “politicamente” del roquismo, ivarola interprets al raN y al régimen politico por él construido y trolado como una maquinaria destinada a consagear un régimen lar en sus apoyos sociales y despéticos en lo que respecta a sus icas politics. La diferencia ya evocada respecto de la centralidad {a reforma clectoral también la mantuvo alejada del grupo refor- Para la x4cr, el imperativo no podia definirse segiin la formula ‘Saenz Pefia -quiera el pueblo votar-, sino mas bien segiin la de la dad de “crear el elector” A pesar de la simpatia con que la xacr sbserv6 la experiencia de la Liga del Sur, nunca vio en ese intento {que un apasionado ensayo de trasponer una politica localista a escenario que debia excederla. Pese a su entusiasmo con el triunfo Partido Socialista en las elecciones de 1913 en la Capital Federal, vara siempre se sintéalejado de el por cuestiones “ideologicas”.* ‘Opuesca al radicalismo por los motivos que ya se evocaron, la RACP 2 Sobre a vous dela scr en especial de Rival en telaciin con grupo tefoisa lidrado or Sine Tea la reforma por impubuda, cf: Rodolo Riva, “EL presidente Sie Pea y Ia moraldad politica ageing’, en cn, nim. 49, 1914, y “El De R Sion Peta Presideme dela Nacibn Argentina alecid el 9 de goss en tc, nim. 36,1913. 2 A expecta cf, ene oto arcuos que la tcr consags al Lig E. They, “Indole y propos dea Liga del Su, en A4CF, nim. 4, 1910, pp. 7795. 2 Ello no impedia que se abvicran spina del evista par algunos de os ms ‘onocidosdirgenes soci, como Mario Bravo, Al especo cf. de Maio Bravo, “EL unitarimo en el programa dl Partido Socata’ en nic, 1914, tx y"Apeten ‘ay elidades de nuesrademocaci, en 24cr, 1922, 20; de Nicola Repo, “Discurso dl programs del eandidato del Partido Socialis «la pesidencia de Repdblic”en ic, 1921 «sy “Sobre coopera gucoas, Necesidad. Con- 2 (CREAR LA DEMOCRACIA expresaba una alternativa politica basada en la necesidad de una mo- dificacién de la interpretacién del conjunto de las instituciones poli- La posicién politica y la originalidad de la scr se comprenden mejor si se observan con mas detalle las vias para superar el ocaso de la Repdblica Posible y la division que ello habia introducido en el seno dela elite dirigente. Mas allé de ls diferen variantes del conservadurismo, el reformismo y et radicalismo, todas acordaban en que la Argentina del Centenario padecia de un deficit de legitimidad que tequerfa una reforma politica dirigida a ampliar la ‘base de sustentacién del régimen. La propuesta de la reforma clecto- ral que debia conferisle una renovada legitimidad mediance la am- pliacién de la participacién abreva en este diagndstico. Visto desde cesta perspectiva, la interpretacién que la mayorfa de los actores ofte- ‘ia del principal conflicto politico del Centenario adquiere la forma de tun eripode: en primer lugar, quienes continuaban defendiendo las for- mas y las pricticas politicas que el roquismo habia consolidado —fun- dadas en la articulacién de grupos conservadores de las provincias,re- presentados, entre ottos, por Marcelino Ugarte-+ en segundo lugar, que separan a las ‘quienes se pensaban como su relevo natural, una vez que los mecanis- mos clectoralesfraudulentos utilizados por los primeros hubieran des- aparecido, encarnados por H. Yrigoyen y el radicalismo; en tercer lu- ‘gat, quienes promovian dentro del clenco conservador una reforma ecroral cuyo objetivo cra suprimir las pricticas venales del sufragio, favorecer la creacién de un régimen bipartidista, en el que se reserva- ban un lugar de privilegio y a que, progresivamente, se incorporarian las nuevas Fuerzas politicas que la historia y la diversficacién social producto del crecimiento habian creado y crearian en el futuro. Ahora bien, dentro del grupo conservador, los partidarios de la reforma electoral se dividen en dos grupos principales, cuyo desplie- cepto. Legislacion", en aan, 1922, 1. xv: de Mario Bunge, “El ideal socialist", en ‘C7, 1914, «x: y de Alfredo Palacios, “En defensa de los rabajadores. El Partido Socilista Argentino”, en Act, 1915, tx LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICAS 3 gue puede observarse alo largo de la primera década del siglo y que, _groso modo, ests protagonizada por los mismos actores. Ambas ver- siones se fundan en que la reforma debe propender a garantizar el sufragio a través de la creacién de mecanismos que lo “purifiquen’, ‘que resuelvan la cuestidn de los padrones y que hagan del derecho ‘ciudadano también un deber. Como es sabido, y asi quedé de mani- fiesto en los argumentos del debate de 1911,* Ia diferencia esencial ‘consistié en que J. V. Gonzalez. mantuvo su preferencia de 1902 por ‘un sistema de circunscripciones uninominales que, si bien no teniega del bipartidismo, es a la ver “mayoricario’, localsta y territorial, y “agrega una cierta nota de proporcionalidad en la representacién par- Jamentaria, mientras que Gémer se inclina por la lista incompleta, ‘mis partidario del bipartidismo y de un régimen electoral que con- tribuya a forcalecer los partidos ya existentes. A pesar de esas diferen- «ias, ambas posturas comparten un mismo diagnéstico: el aspecto ésencial que define la crisis politica de la Argentina del Centenario -remite a una suerte de dilucién de la legitimidad que debe ser corre- gida a ceavés de la “participacion’. Esta ripida y elemental clasificacién no debe hacer olvidar que la ‘teforma clectoral era también un instrumento de accién politica ‘que concitaba la adhesién del presidente con respecto a lo que su ppolitica remedaba de aquélla inspirada por Figueroa Alcorta y el Autonomismo pellegrinista, unidos en la voluntad de desmontar el Aparato roquista y de desplazar al clenco gobernante que habla ac- ‘edido al poder en los ochenta, En este contexto, es probable que la litica fundada en el impulso de la pureza del sufragio haya sido imbién inspirada en la conviccién segiin la cual la reforma electo- ‘al podia ser, ademas, un instrumento contundente en ese enfrenta- iento. La ley Séenz Pefia no sdlo seria una respuesta ala necesidad hacer frente a un creciente vacio de legitimidad del sistema poll- . impugnado por fuerzas de la oposicién que reclamaban la pu- 2 Sobre esta cuetin,véase el anlisisclisco de Natalio Bocan, El onden conier- r Buenos Aires, Sudamericana, 1984, u (CREAR LA DEMOCRACIA tera del sufragio.® convergiendo con un clima de fuerte malestar social, sino, ademés, y mas prosaicamente, también un instrumen- to utilizado en el marco del conflicto que oponia desde hacia déca- das a roquistas y modernistas, revitalizados por los pellegeinistas inscripros en la rendencia diseflada por su jefe luego de la famosa ruptura con Roca, uno de cuyos efectos, como se sabe, fue el redes- cubrimiento por parte de Pellegrini de las virtudes de la pureza elec- toral. Como lo ha sefialado recientemente M. Castro, Ja destruccién del control electoral del roquismo no significariasola- ‘mente el final de un régimen politico y el establecimiento [...] del su- fragio libre sino también el retorno a posiciones de poder de aquellos ‘miembros de una jerarquia politica y social para quienes la instaura- ‘cidn de la industria politica del roquismo habia significado en 1880 el ‘ostracismo politico.” Por su parte, el radicalismo habia hecho de la pureza electoral y de Ja participacién popular en las elecciones un punto esencial de su prédica. Ello lo habia conducido ~y no sin cierta paradoja~ a plan- tearla abstencidn electoral y los levantamientos armados como for- 2 Alrespecto es interesante sefilar que E. Zeballos, por ejemplo, no consideraba ‘en modo alguno la posbilidad, ni siquicra remota, de que el benefcaro dela efor 1ma electoral pudiera sere radicalismo, Analizindo las vias posibles en que podsla serivar la politica argentina ante laevencualidad de wn gobieno de Victorino de Plara, Zeballos sefilaba: “releccidn de Figueroa Alcortao el nombramienco de ut thombe del interior, con certo volumen para atenuar resistencias, es deci a conti ‘nuda del régimen, yt ver, el advenimiento de Roca por medio de sus amigos mis ‘aracterizados’, carta de Zeballos José. Pa, citada en: M. Casto, "Faccionalismo politico yteforma electoral en la decadenca del rgimen roquists en I Argentina, 1906-1910", en Bicentenara, Revita de Historia de Chile y Amérce, ol. 2, nim. 1, 2003, p. 105. Tambidn Zeballos insite en otro pun clave de la critica a Sdera Pefa, pues consderaba un error grave el haber impulsado la reforma electoral sin antes haber creado cauces partidos politicos oxginicos~ la expresidn dela volun- tad popula. 'M, Castro, "Faccionalisme politico y reform electoral en la decadencia de régimen roquista en lx Argentina, 1906-1910", ibid, p. 102. LAREVISTA ARGENTINA DE CIENCIAS POLITICA as ma de resolver una patologia del funcionamiento electoral en la Argentina. Si Yrigoyen llevé adelante un proyecto de cransforma- cidn electoral, fue porque advirtié répidamente que ~como sefialé Halperin Donghi- la reforma electoral debia necesariamente pro- moverlo a la posicién de drbitro supremo del futuro politico en la medida en que la reincorporacién del radicalismo ala vida politica cera la condicién del éxito de la eforma. Ciertamente, el triunfo del radicalismo contrarié en mucho -casi podria decirse que exasperé—a la elite conservadora, sin distinciones; sin embargo, él pertenece de ‘plein droita la inspiracin de la reforma electoral que buses, precisa- ‘mente, lo que el arribo del radicalismo venia a ofrecer: la ampliacién de la participacién y, por lo tanto, la legitimacién participativa del égimen. En el contexto recin descripto, a 24cP oftece una lectura diferen- te de la naturaleza profunda del conflicto politico del Centenario, Para ella, el problema de la legitimidad del régimen enfocado desde la perspectiva de la participacién es, por asi decir, secundario, pues sostiene la necesidad de modificar el funcionamiento institucional del régimen politico. La xac# encarna una interpretacién original de Ja politica argentina del Centenario para la cual el verdadero proble- ima es la “representatividad” de la politica. El punto de partida lo onstituye la impostura que Rivarola advierte en el funcionamiento del sistema politico, impostura que abarca varios niveles: en primer lugar, el concraste entre lareoriay la realidad o entre la norma teérica su aplicacin, al que Rivarola ya habia hecho alusién para explicar {que el régimen federal de la Constitucién habia sido desvirtuado por [a realidad de un régimen que, de hecho, funcionaba bajo formas tunitarias, lo que requeria, por supuesto, de una adecuacién entre teo- ta y realidad en beneficio de esta dltima; en segundo lugar, también ‘en tomo de la distancia entre las formas en que la sociedad habia ido ‘evolucionando y la incapacidad de la politica para darle contenido. Dealli que una de las discusiones centrales que acraviesa la revista se ‘organiza alrededor de emo superar la desadecuacién politica de las ‘expresiones de la sociedad. 26 ‘CREAR LA DEMOCRACIA Para la. aac, el problema principal de la politica argentina en el momento del Centenario remite a un deficit creciente de dar forma politica alo social, de “organizar” la democracia.* “El problema con- siste ~afirma Rivarola— en crear la democracia.”® Asi, es el conjunto de los mecanismas representativos lo que esté bajo examen en la re- a, cuya prédica, por ello, se concentra en la propuesta de una serie de reformas: a reforma del régimen presidencialista en beneficio del parlamentarismo; la discusiOn sobre el régimen federal, vema sobre el {que varios de los més importantes colaboradores habian ya publicado remarcables libros antes de la creacién de la nace; la redefinicién del ‘espacio municipal a través dela expansién dela politica local, funda- da en municipios desprovistos de funciones “politicas”, alo que, con los afios, se agregaria larevisién de la ley electoral -tanto en el sentido de restringir el sufragio universal como en el de proponer la propor- eracones “politica” relativas a a cucstin del ufragio fermeninoy en racidn con el tratamiento de os aspetos “vl” que ofteci6 laa, cf. Enrique del Valle herlucea, “Los derechos cvs de la mujer’ en 2c. x¥, nim. 93, 1918, pp. 281-294: nim. 94, pp. 381-399; nim. 95, pp. 485-504; y nim. 96, pp. 638-647; y J. Figueroa, "Derechos cvs de la mujer", en mcr, im. 94,1918, pp. 400-416. * Las historias de cxta disipina en la Argentina son exass. Al especto, ofA. Fermdnder, “El desrolla dela cincia politica ena Argentina", Lacenca polities en la Argentina. Dos ils de bisoria, Buenos Aires, Bebe, 2002, en especial pp. 31-41 Puede consultarse con mis provecho, aunque consagrado a la historia de la sociolo- a. el libro de Horacio Gonales(comp.), Hora critica de la sciologia argentina, Buenos Aes, Colihue Universidad, 2000, pp. 13-274, Rodolfo Rivaola, “Propdsivo de ea publiaci, art. ci pe. m (CREAR LA DEMOCRACIA diferentes materiales que ella propondria contendrian una “observa- cién cientifica de los hechos que mis directamente pucdan interesar cen la formacién de la conciencia nacional”. Desde sus primeras pi- ginas, entonces, la £4? duplicaba el proposito, sugerido en el titulo, de constituitse en expresién de las ciencias politicas declinadas en plural -y una de las divergencias que justamente sefiala Myers es pre-

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