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1. UNA VISION PANORAMICA Es casa admitida en ol mundo académico que no se puede en tender la economia sin eopocimiento de su historia. ¥ sin embar 20, por razones nada dificiles de averiguar. la historia de las Ideas ‘conbicas nunca ha sido un campo popular de estudio ni en todo ‘aso ventajoro, Existen al respecto muchos Hbros de no poco mé- ‘ito acaddmnicey todos los economistas tienen contraida una cons- erable deuda con sus autores. Pero hasta los meJores, on Su es. ferzo por aleanzar la excelencia scadémica o a fin de protegerse ‘dela critica profesional. han prodigado su atencign no sélo los temas importants, sino también alos secundarios. No han queri= fo correrel riesgo de que se les imputara haber pasado por alto tal o cual observacién formulada por Adam Smith, David Ricardo ‘o Karl Marx, y a rair de elo, la ideas realmente decisvas, acer {adas o errneas, con frecuencia se han perdido en el montén: de tse modo, ha legado a quedar oscurecide lo que hoy contin sien: {do de interés ode importancia, Y hay todavia otro problema ain més sero: gran parte de estas cobras, quiza la mayoria, han supuerto que las ideas econdmicas festin dotadas de una vida y de un desarrollo propios. Los prosre- fos en la disciplina sc dan en un Ambito absiracto: mientras un Estudioso revela un talento indiscuible para Ia innovacién, ottos [Ee dedican a corregir y prolongar sus trabajos, sin que ninguno ‘haga reteroncia divecta al marco general y conereto de la eco- inom. De hecho, las ideas econémicas siempre son producto de su hepoca y lugar; no se las puede ver al margen del mundo que inter pretan. Y ese mundo evoluciona, hallandose por certo en cont ‘noo proceso de transformacién, lo cual exige que dichas ideas, para [conserva su pertinencia, se modifiquen consiguentemente. En los ‘itimes clen anos, la vida econémica se ha visto radicalmente al+ trade. y haste revolucionada, por todo un gran eonjunto de facto- EHO 2 own KENNETH GALARART res, a saber, ol surgimiento de las grandes sociedades anénimas, lsindicalismo, Ia depresién y la guerra, el incremento y difusion e la prosperidad, la naturaleza cambiante del dinero, el papel nuevo ¥ poderoso dal banco central, Ia pérdida de protagonisme e la agricultra paralelaa la urbanizacion y el incremento dela pobreza en ls ciudades, a aparicion del estado de bienestar, Ins ‘nuevas responsabilidades de los goblernos en lo referent al fun Cionamiento general de la economia, y finelmente, la implantacion fd Tos estados socalstas. Ast como ha ido transformandose el ‘mundo econémico, debe también fr eambiando necesariaimente la sconomia en tanto que materia de estudio. Pero en el mejor de los casos las transformaciones de Ia eco- romia han sido de dificil gertacién y lo se han aceptado con Fenuencia. Ouienes se beneficlan del status quo se oponen al cam bio, y también aquellos economistas que tenen intereses ereados fen algo que siempre han ensenado y ceido, A estas cuestiones me relerieéInepo auevamente ebe reconocerse edemés que mucho de cuanto se ha exctito sobre historia de las ideas econdmicas es soberanamente aburr 4o. Un nimero considerable de estudiones, sn distinion de sexos, fpinan que cualquier esfuerzoafortunade por hacer las ideas ant ‘madas, ineligible ¢ interesanes es sintomn de deficente prepars- ion. Y éste es un baluarte en el que normalmente se refugian que res s6lo mantienen un misimo de coherencia. De los pérrafos precedentes se desprende mi propésito al empren der esta historia, Procuro concobir la economia como un rellejo el mundo en el que se han desarrollado eas econdmicas especk ficas: las de Adam Smith en el eontexto del primer trauma de la Revolueiin industrial, las de David Ricardo en las etapas poste. ‘ores y mis maduras de la misma, las de Karl Marx en a era del poderio capitalista desenfrenado, las de John Maynard Keynes om respuesta al implacable desastre de la Gran Depresion. Con especto a aquellas épocas o sectores en los cuales hay poco de Interés a a vista y menos ain sveceptible de ser descubicto en la vida econémica, como en los Uempos anteriores al surgimlento del ‘apitalismo 0 en las econamias de eubsistenca actuales, me be fesignado a esa circunstancia. En efecto, las ideas econdmicas 10 Son muy importantes al donde no hay economia, HIsrOMIA DE LA EeONOMA B No soy contrario, ocasionalmente, a abordar detalles perife- cos en ef desarrollo del pensamiento econémico si éstos ataden falgo de interés a la historia. Pero mi principal preocupacién es sislary destacar Ia idea ideas centrales de cada autor, escuela 9 ‘oes, 9 jar la atencin, sobre todo, en aquelas que tienen con Stcvencies draderas y vigencia actual. En cambio, rato escrupu: losamente de ignorar todo lo wansitro, al igual que cualquier cuer fo de conocimientos integrante de la corriente principal que no flere ni deste significauvamente el curso de la misma.* ‘Dado que ésta es tna historia de Is economia, ¥ no meremente de los cconomistas y de su pensamieno, voy ms al de ls er ditosy de su erudicin para referirme a los acontecimientos que ‘onformaron la materia. Y en caso necesaro, aludo a sucesos que plasmaron Ia historia de Is economia cuando no habla eeonamis: fas. EI siglo pasado, como veremos, fue en Estados Unidos una pees de mtenso debate ccondmico sobre la banea, Ia politica bas catia, el dinero y la politica monetara, el comercio ‘a politica arancelaria, Pero slo de manera muy tarda, en las vimas déeadas, aparecié un nimero apreciable de eeonomistas cx paces de drigit et debate o por lo menos de parucipar en él. Si en Sta historia'me limitara a la expresion formal. del pensaminto ‘conémico,ignorsra con ello una corlenterauda y caudalosa en flujo de las ideas econémicas, ‘Ya he dicho que las obras, o muchas do lla, han sido abursi- das y a veces ostensiblemente orcuras. No ere que esto sea ne ‘etario. Tanto las ideas cuntrales como su marco de referencia Febosan de interés; han retenido el mio durante mas de medio si ilo, desde mi primer eontacto on la Universidad de California en Berkeley, allé en 1931, bajo In orentacin de dos persuasivos pro- Fesores, Leo Rogin y sb imponente Carl C. Plenkt? Me inelio @ pensar que pueden resultar del mismo grado de interés para otras 4 vow weer catawarnn personas. ¥ no se trata de asuntos que pongan a prucba la coi: prensién del lector. Como ya he sostenido en ocasiones anteriores, fo hay en materia de economia proposiciones stiles que no pueda formularse con exacttud en el lenguaje corrent, sin florturas 7 sin necesdad de srificios, Debo ahora referieme brevemente a la utlidad prctica de la his: toria,y concretamente, de una historia como ésta. Mi teis al res ecto debe formalarse con culdado, “Todos estarin de acuerdo en que la economia, tal como hoy se 1a teoriza,alienta una obsesiva pregcupacién por el futuro. En Es: tados Unidos, cada mes, supvestas autoridades en teria econdmn ‘2 se desplazan por la nacton para exponer sus opiniones acerca fe la perspectva ceonémies, y tambien sabre las previsiones so slalesy politics. Miles de personas los excuchan, Los ejectivos ‘0 sus empresas pagan levadas sumas por el placer de oirlos, lo ual no impide que, sila prudencia los asst, interpret los‘co nocimientos asi adquirdos con un inteligenteescepicismo. En eee to, a caracteriatien mas comin del futurdlogo econdmice no e9 la 4e saber, sino la de no saber que no sabe. Su minima ventaja cs ‘gue todas las predcciones, aeertadas o inexactas, ee olvidan con rapidez. Hay demasiadas. y si pasa un lapso de tiempo razonable no sélo se habra perdido ia memoria de lo dicho, sino que habré Aesaparecide tambien un aprociable nimero de quienes as formu Jaron o escucharon. Como dijo Keynes, wa largo pazo todos ests Si el conccimiento econémico fuera impecable, el sstema eco ‘nbmico vigente en el mundo no socalista no podria sobrevivir i alguien pudiera saber con precision y certeza qué habia de suce- der con los salarios, los tipos de interés, los precios de los bienes, l desempeno de diferentes empresas e industria y los precios de valores titlos, se trataria de una persona privilegiads que no tendria ningin interés en tansmitie 0 vender su informacion al pdjimo, sino que Is ulzaria’en su propo benefci, Eun mundo de incetidumbre. su monopelio de Ia certeza seria supremamente rentable. Pronto estarla en posesion de todos lon bienes inteream- Diables, mientras que cuantos se vieran enfrentados a semejante ‘conocimiento tendrian que sueumbir. Dis nos aguarde que alguien tan bien dotado fuera socialiste. En realidad, ol sistema econsmi lIsrORA DE LA BeoKOMlA 5 9 modemo sobrevive, no a causa de la excelencia de la labor de ‘Guienes pronostican su futuro, sino gracias a su inguebrantable tendenci al error. Sin embargo, hay una posibilided de redencién: vale la pena tratar de entender e presente, pues el futuro inevitablemente con ‘trvaré clementos importantes de lo que hay existe. Vel presente, ‘su ver, es un producto directo del pasado. Como se vera en las pginas siguientes, lo que setualmente creemes en materia econ Inca tiene ralces profundas en Ia historia. Sdlo en la medida en {que dichas rales Soa objeto de la camprension, slo si se diige Ta visa al pasado en materia de precios y preduccion, empleo y desempleo,distribucion dela rentay de la riquezs, ahorro, banca inversion, y la naturaleza y promesas del capitalism y el soca Tismo, s6lo entonces podra entenderse el presente, y por tanto, con muchas limitaciones, se ausbaré con alga tino el futuro. Tal ee la comprension a la que se dedican estas paginas. Pero no de forma exclusiva. No todo ha de medirse con sna vara rgida y ulitarsta. Hay en estas euestiones,o por lo menos deberia haber, margen para un delete puramente desinteresado La historia a la cual me refiero aqui es, segin quisiera creer, ine resante por si misma. Ofvece miiiples aspectas, tanto en los he: hos intrinsecos como en el cardcter absurdo que éstos a veces presenta, aptos para inctar y deleitar 4 una mente curlosa. Mucho sentria, por cierto, que estas paginas no legaran a provocar reac ‘ones de esa indole. ‘Ahora, ba legado el momento de abordar brevemente Ia nat raleza y ol contenido de Ia economia propiamente dicks ‘La economia politica —dijo Allted Marshall el gran macstro de I Universidad de Cambridge cuyo libro de texto fue al faro orien- tador y-a veces la desesperacion de muchas generaciones de est

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