You are on page 1of 58
LA CELOSIA ALAIN ROBBE-CRILLET VR BARRAL EDITORES 1970 "tao de be ean ong LA JALOUSIE Tratuciin de Jan Antonin Reso ° a odin orginal: LES EDITIONS Di MINUTT, Paria, 1957 © dete derechos en eden do blo 4 trode putea a DARRAL EDITORES, 8. A.-Paroton, 1970 Depo Legale B. 14751-1970 Pritt 5 | Atora, la sombra de Ia pilastea —Ia pilasten que agua ta qh Angulo. sudoeste del teiado —parte en dos porciones | “Woehticas et dnguto correspondiente a Ia terraza. Esta terra- aoe Campa galeria cubierta, que envuelve Ia asa pot aa es sergus Tados. Como su anchura es ta misma en Ta see~ ee in que las laterals, a linea de sombra proyecteda Sor in pilstra llega exactamente hasia ta esquins de te Pert bro allt se detiene, ya que sélo las baldosas de seen dea go bafan pot 10s rayos det sol, que esté todavia j Yreeslvamente alto en el cielo, Las paredes de madera te Sree ame dect, Ia fachada y e) lado oeste— estén atin 1e Stardadas de aquél por el tejado (tcjado que es comin resgustsa propiamente dicha ya la terraza). As{ que, en a eenentor ia sombra del borde extremo del tejado coin- Side de modo exacto con Ta linea, en dngulo recto, que de- femminan entre ellas Ia terraza y las dos caras verticales del Angulo de la mansién. "Ahora, A-. ha penetrado en el cuario, por Ia puerta imetoe que comuniea con el pasillo central. A. no mira acta ta ventana, abierta de pr en par. por Ia que —des- Terie puerta podria ver ese dngulo de la terraza. Ahora oe Whetve hacia le puerta para cetrarla de nuevo, Continia Hoeado el mismo traje claro, muy ajustado y de cuello seenmage lucfa durante el almuerzo, Christiane, otra vez wee fea indicado que ropas menos cefidas consiguen watts Soportar mejor el calor. Pero A...se ha limitado a _, tonreir: el calor no Ia molesaba, pues habia conocido cli ‘us mucho ms clidos —en Alice, por ejemplo— ¥ sem- 1 301665 her pre se habia encontrado perfectamente en ellos. Por lo de= zis, tampoco le asustaba el fri. En todos los lugares con- servaba la misma naturalidad. Los rizos negros de su cabs- Mo se mecen delicados sobre sus hombros y su expalda, ‘cuando gira la cabeza, ‘A la recia barandilla de la balaustrada casi no Te que 4a pintura por la parte superior. El tono grisieso de la ‘madera puede percibirse en ellg estriado por ligeras grietas Jongitudinales. Al otro lado de esta barandllla, a més de dos metros por debajo del nivel de la terraza, Se inicia el hnuert. ‘Mas la mirada que, desde el contro de la habitacién, pasa sobre Ia balaustrada, no alcanza la tierra basta mucho ids lejos, en la ladera contraria del valle, entre los plétanos de la plantacién. A través de los penachos de étos, reple- tos de anchas hojas verdes, no se logra ver el suelo. No cobstante, como la roturacién de esta parte es bastante ro- ciomte, todavia puede pereibirse claramente en ella el teji- do regular de las hileras de plantas. Igual pasa en la ma- yyoria de Ja parte visible de Ia concesién, ya que las parce- las més viejas —en las que el abandon priva actualmen- te— estin mas altas, en Ia vertionte do act del valle, 0 sea del otro lado de Ia casa, ‘También del otro lado pasa la carretera, casi a la al turn de la cresia de la meseta. Esta carretera, Unica que Teva a Ta concesién, mazea el limite norte de ésta. Desde la carretera hay una pista que conduce a Tos cobersizos y, més adclante, a Ta casa, delante de a cual un ancho espacio Iibre, de ligerisimo’ desnivel, permite la maniobra de Ios vehiculos. La casa estd edificada al mismo nivel que la explana a, de Ja que no la separa ningtin pretil ni galeria. Por los ‘otros dos Iados, sin embargo, esté veteada por la carretera. La pendiente del terreno, mayor a partirde Ia explanada, ‘motiva que el sector medio de Ta terraza (que bordea la fa: hada por esr) se ake por lo menor & os mets dl eto Kodeando ey hasta Ios tines de plamacin, se extiende In masa verde de fo plataneres Igual haca deecha que hacia a iguirda, au excesiva cere ute tamente con in fla de slvacirelaiva de observodor Situndo en i teraza, no pemite disngut on elardad ra Ainposicién cial fondo dst valler en cambio, bits una mirada para dar cuenta de que esa planadee at tesbolilo. En algunas paces de plantacién seetonte ca las ue It tera Tojza comicnen apenas a cede cl pase al folla— es incluso posible segue la ieponicion ease a as cuatro dieclones entrccrzadas,sopda las Seale Se disponen los troncos jovenes Este control no es mis dill. a pear de que eer ‘mien estd mds adelantado, en las prceas Hue sepen Ja veriente do enfrentes cate ey, desde lego, el sector pee $0 ofrece mis cémodamente la mirada, aquel cage oe Janein platen menen problemas (a pss dee cleans bara egar acts ya lang) aquel via done uo mira Ronmalmente sin pensar en ely dee toa ita de ee dos ventana, abietae, de a habitacin. -Apoyadao i put ineror que acaba de volver ermar, Av sin pemarlo observa la made devpinade a ta baad tego, mis pésimo, ef mao dap io de ia ventana, y Tucgo, mde cer an, la mets er gada del suclo, =n Pasea por la habitaciém y se acorea a a gran moda, yo ea superior abe. Rebus ene Tos papel ety arte derecha del ea, se aacha . para wer tclee fondo tra un poco mds hacia ella la cabeta Trt nuceee bisgucdss, se endctezay se suedainmdvl con los coda adoiados al cuerpo y los dos aniebrazon replogadesy Seah {os por el pecho —sosteniendo indudablements estes mans una hoja de papel fim it ee mene anes, Sl cd Fa gn, oo Coe ee ee aoe eee tg vor emus ymesrada, ue da Pa gk en mn cae areata ee 10 | 4e todas pares, de fos millones de saltamotes que haban naaraeet era ems Saat u Para evitar el riesgo de derramar su contenido al errar ‘un movimiento en medio de la oscuridad completa, A... se hha acercado cuanto ha podido al sillin donde esti sentado Fianck. sosteniendo con euidado en su mano derecha el ‘vaso a él destinado, Con la otra mano, se apoya en el brazo {cl sill, inclinandose hacia Franck, tan préxima que sus Cabevas se encuentran una junto a otra. 1 musita unas palabras: sin duda le da las gracias. ‘A. se ineorpora con un movimiento Agi, toma el ter- ‘eer vaso —que no teme derramar, porque esti mucho me- hos lleno— y va a sentarse al lado de Franck, mientras &ste sigue narrando la historia de Ja averia del camién aque inicid on cuanto legs. ‘Ella misma decidié Ia colocacién do los sillones, esta tarde, cuando los mands traer a la terraza. El que ha ofse- ido a Franck y el suyo se hallan uno al Tado de otto con- tra la pared de la casa —de espaldas a esa pared, eviden~ temenie— bajo la ventana del despacho. A... tiene por con- siguionte a su izquierda el sll6n de Franck, y a su derecha “Apero mis hacia adclante— Ja mesita donde estén las botellas. Los otros dos sillones estin ubicados al otro lado de ln mesa, més hacia Ia derecha, de modo que no obstacu- fizan la vista entre los dos primeros y la balaustrada de 1a terraza. Por esa misma raza do evista>, esos dos ttimos Sillones no estén orientados hacia el resto del grupo: han Sido colocadas al sesgo, situados oblicuamente, hacia I talausteada y valle arriba, Esta disposicién oblige a las per- sones que estn en ellos a volver mucho Ia cabeza hacia la jaquierda, si quieren mirar a A... sobre todo por lo que respeeta al cuarto sill6n, que es el mas slejado. TE tereero, que ex una silla plegable hecha de tela mon- tada sobre vatillas metélicas, ocupa wna posicién claramen- ‘te mds hacia atrds, entre el cusrto y Ia mesa. Pero preci mente éste, menos edmodo, os el que ha quedalo vacio. ‘La vor de Franck sigus comtando los quehaceres del dia 2 cen su propia plantacién, A... parece interesarse por ello, De vez en cuando, Je anima con algunas palabras que pruc- ‘ban su atencién. En ua silencio se deja ofr el ruido de ua vaso al dejarlo encima de la mesita Al otro lado de la balaustrada, valle arriba, no hay sas que la musica de los saltamontes y el negror sit esire- as de Ia noche. En el comedor fulgen las Mmparas de beneina. Una de ellas esté en el borde del largo sparador. hacia el extre- ‘mo izquierdo, y la otra encima de la mesa, en el sitio que hha dejado vacante el cuarto comensa [La mesa es cuadrada, ya que el sistema de suplementos (Gnitil para tan pocas personas) no se ha empleado. Los tes cubierios ocupan tres de los lados y la Mmpara el ‘cuanto, A... esth on su sitio habitual y Franck se sicata a su derecha —por consiguiente, delanté del aparador. Sobre éste y a Ia izquierda de la segunda Idmpara (es deci, del lado de la puerta, abierta, del eoffices), se amon- tonan los platos limpios que habran de servir durante la co- ‘ida, A la derecha de la limpara y tras ella —contra la ‘pared una jarra indigena de tierra cocida indica el centro ‘dol nyueble. Mas a Ia derecha se dibuja, sobre Ia pintura aris de la pared, la sombra ampliada y borrosa de una ca- bbeza de hombre —la de Franck. No lleva chaqueta ni cor- bata, ye] cuelo de su camisa est muy desabrochado; mas cs una camisa blanea, impecable, de fina tela de bella cai- ad, cuyos pues, vueltes, estén abotonados con gemelos de mari. ‘Aw. leva el mismo vestido que durante el almuerzo, Franck se ha casi peleado con su mujer, cuando ha criti ccado el excesivo calor de este pais. A... se ha contentado ‘con sonreir: —Ademds, no me parece que el lima de aqui sea tan insoportable —ha dicho para acabar con ese tema— 1Si hubierais visto el terrible bechorno que hacia, di B ses al alfo, en Kanda!.. —La conversacisn, entonces, ha girado durante algin tiempo alrededor de Attica El eboy» entra por la puerta abierta del eolfices sos- teniendo con las dos manos Ia sopera Hlena. En cuanta la hha dejado sobre Ia mesa, A... le ruega que separe un poco la Limpara, euya luz demasiado viva —dice— hace dao [a vista. El eboy» levanta el asa de la limpara y se lleva éta al otro extremo de la habitacién, encima del mucble que A...Je indica con su mano izquierda. ‘La mesa queda asf sumida en la penumbra. Su princi- ppal fuente de luz es ahora la Iimpara que ha quedado en- cima del aparador, pues la otra —en la diteccién opuesta— cesté mucho mds Tejos. En Ia pared, del lado del cottices, 1a cabeza de Franck hha desaparecido. Su camisa blanca ya no brilla como hace lun instante, bajo la iluminacién directa. Sslo su manga de- recha recibe los rayos, de tres cuartos por detr4s: el hom- bro y el brazo quedan bordeados por wna linea clara, igual ‘que, mis arriba, Ia oreja y ef cuelo. El rostro, en cambio, ‘queda 2 contraluz —ZNo le parece que asf esté mejor? —pregunta A... volvigadose hacia él. Mis fatimo, no eabe duda —contesta Franck. Franck toma la sopa muy répido. Aunque no hace nin- fain gosto exagerado, aunque sostiene su cuchara de un ‘modo conveniente y traga el liquido sin hacer ningiin ruido, parece despiegar, en tan modesto menester, una encrgia tun empuje desmesurados. Serfa difel precisar exactames te dénde se olvida de una regla esencial, en qué punto particular le falta discrecién. ‘Aunque carezea de defectos notables su comportamien- to no deja de lamar la atencién. Y, por oposicién, obliga 8 darse cuenta de que A.... contrariamente a €l, acaba de ‘concivir Ia misma operacin sin que parezca haberse movi- ‘do —pero sin llamar Ta atencién, tampoco, por una ané- 4 ‘mala inmovilidad. Es necesaria una mirada a su plato vacio, pero ya no limpio, para darse cuenta de que no olvidé ser ‘La memoria, por lo demés, logra reconstmuir algunos ‘movimientos de su mano derecha y de sus labios y algunas fdas y venidas de Ja euchara entre el plato y la bees, que pueden considerarse como significativos, Para mayor seguridad todavia, basta preguntatle si no Je parece que el eocinero echa demasiada sal a la sopa, —De ningiin modo —costesta—, hay que tomar sal para no sudar. Lo cual, si bien se mira, no demuestra de un modo ab- soluto que, hoy, haya probado la sope. Alora el xboys se leva los platos. Por lo tanto, resulta {imposible observar de nuevo os restos que manchan el de ‘A... —o su ausencia, en caso de que no se hubiera servido, ‘La eouversacién ha vuelto a Ja historia del eamién ave- riado: Franck no volver a comprar, de ahora en adelante, Viejo material militar; sus tltimas adquisiciones le han cos, tado demasiados quebradcros de cabeza; cuando cambie uno de sus vehfeulos, lo hard por otro nuevo. Pero es una (onteria querer eonfiar camiones modernos 8 los chéferes negros,"que los dejardn anutiles tan de prisa ‘como a los viejs, si no més aun, Asi 7 todo —dice Franck—, si el motor es nuevo, ef ccondnetor no tendré por qué tocarlo, Peto deberd saber que ocurte todo lo contratio: el motor nuevo sera un juguete tanto més atractivo, y el ex- feeso de velocidad por malas carreteras, y Ins acrobacias fen el volante Muy orgulloso por sus tres afios de experiencia, Franck piensa que existen conductores serios, incluso entre los ne= ‘bros. A..., naturalmente, es también de esta opinién. Durante la discusién sobre la resistencia comparada de los motores, se lis abstenido de hablar, pero el tema de los Is chéferes da lugar a usa itervenci6n bastante larga y cate- otice por su parte. ‘Ademés, es posible que tenga razén. Ea este caso, Franck también deboria eneda Uno y ol habian ahora de-ia novela que A... esté leyendo ¥ Guy aecign se desarsol en Africa. La heroina 0 aguanta cl clima tropieal (oo Christiane). Inluso el calor paroco provocar eh lla verdaderas er Estas conas —dice Franck— son sobre todo psf ics. TLuogo hace una alusién, vaga para quien ni siquiera lua hojeado elitr ala conducta del mando. Su frase con- cluye por «saberse manejars, sin que sea posible detormina® con seguridad respecto a qué oa quién. Franck mira a A. aque a'su vez mira a Franck, y le dirige una sonrisa des ‘aida, inmediatamente absocbida por la penumbra. Ella st Te un eateadido, desde cf momento que covece Ia historia 'No, sus rasgos no se han movido. Su estatismo no estan reciente: sus labios siguen quietos desde sus siimas pa- labras. La soarisa fupitiva no debié ds ser mis que un refljo dela limps, © ia combra de una mariposa Por o demi, ya no estaba de at @ Franck, en oquel momento. Acababa de volver de mucvo la cabeza hacia el cje de la’ mesa y miraba frente a sf, en divecei6n de In pared desnuda, en la que una mancha negra sefiaa cl lugar onde fue aplastado el ciempies ta semana pasada, a: P= ‘meros de mes, quizd el mes pasado, o alin ates. FE rostro de Franck, cas a media fiz, ao relleja la me- nor express TEl eboy» entra para levarse Tos platos. A. somo de costumbre, que sirva el café en a terraza, ‘Ali, Ja. oscuidad es total. Todos allan. El ruido de los sallamontes hz eesado, Sélo se eye, acd y acull, el fino grito de algin earicero nocturne, o el zumbido sUbito 16 te pide, do un escarabajo, 0 el chocar de una tacita de porcelana ‘que alguien deja encima de la mesa baja Franek y A... se han sentado en tos dos mismos sillo- nes que anies, adosados a la pared de madera de a casa Una ver mis ha quedado vacia Ia silla de armazén meté- fico. La posicién del cuarto ssionto queda todavia menos justificada, ahora, desde ef momento en que ha desapare- ido la viste hacia el valle. (Ya antes de la cena, durante el breve exepiscule, el calado demasiado espeso de Ia balaus- ‘ada no permitia divisar claramente el paisajes y la vista, ppor encima de la barandilla, sélo aleanzaba el cielo) ‘La madera de la balaustrada es lisa al tacto, cuando los dedios siguen el sentido do las votas y de las pequedas hen- diduras longitudinates. Luego viene una zona excamosa: y de nuevo una superficie iss, pero esta vez sin lineas ¥ punteada a veces por ligeras rugosidades ‘A plena luz, el contraste entre 10s dos colores arises —#l de la madera desnuda y el algo mis claro de ta pintura que aun resia— dibuia figuras complicadas de angulosos ontornos, casi en forma de dientes de sietra. En Ia parte de encima de Ia barandilla slo quedan algunos islotes di persos, que sobresalen, formados por los tltimos restos de piniura. En Jos balaustres, contrariamente, on las regio- nes dospintadas, mucho més reducidas y geueralmente 4 tuadas a media altura, las que eonstitayen las manchas, en Inueco, en las que los dedos reconocen las fisuras vertcales dde Ja madera, En cl limite de las manchas hay escamas de pintura faciles de hacer saltar; basta con colocar 1a lula bajo el borde que se despega y hacer un poco de fuer- za, doblando Ia falange; Ja resistencia es miaima. Al otto lado, la mirada, que se habitia a In oscuridad, percibe anora una forma més clara que se destaca sobre Ja pared de la casa: Ja camisa blanca de Franck. Sus dos 7 antebrazos reposan extondidos sobre os brazos del sila, Su torso esté reclinado hacia atris, contra el respaldo. ‘A... canturrea In misica de un baile, cuyas palabras permsnecen ininteligibles, Pero Franck las comprende qui- ZA, siya las conoce, por haherlas ofdo a menudo, quiz con ella. Quizé se trata de no de sus discos favorites. ‘Los brazos de A..., menos conspicues que los de st veeino a causa del color —pilido, sin embargo— del teji- dda, reporan igualmente sobre los brazos de su sillén. Las feuatto manos estén alineadas, inméviles. El expacio entre Ia mano i2quierda do A... y la mano derecha de Franck fs de unos diez centimettos. EI menudo grito de un earni- ero noctuma, agudo y breve, se deja ofr de nuevo, hacia cl fondo del valle, a una distancia imposible de precisar. Me parece que voy a marcharme —dice Franck. Todavia no —contesta A... inmediatamente—. No es nada tarde, Hs (an agradable seguic as ‘i Franck tuviera ganas de marcharse, tendria una bue- nna razén que aducir: su mujer y su hijo que estén solos en casa, Pero sélo linbla de la hora temprana a que tiene ‘gue Tevantarse al dia siguiente, sin hacer la menor alusién ‘8 Christiane. El mismo grito apedo y breve. que se ha aaproximado, parece ahora venir del huerto, muy cerca de Ja base de Ta terraza, por el lado este. ‘Como un 960, le stcede un gyito idéntico, que provede de sentido opuesio. Otros le contestan, més arriba, hacia Ia carretera, y luego otros, en Ja hondonada, “A vooes Ta nota es un poco més grave, o ms alargads, Probablemente hay varias clases de animales. Pero todos es0s gritos se parecen; no porque tengan un caricter co- Imiin facil de precisar, sino mas bien se dixia que por una Comin carencia de cardcter: no pargcen ser ni gritos de ‘miedo, ni de dolor, ni de amenaza, ni de amor. Son como gritos maquinales, emitidos sia razén visible, que no expre- san nada y que sinicamente sefialan a existencia, Ia posi- 18 cid y Ios respectivos cambios de sitio de cada animal, cuyo trayeeto en la noche jalonan. —Sea como sea —dice Franck—, ereo que me voy a marchar. ‘An- no contesta nada, Ni uno ni oto se ban movido, Estin sentados uno al lado de otro con el busto inelinado hhacia atrds, contra el respaldo del siléa, y los brazos ex tendidos hacia adelante, y las cuatro manos se hallan en tuna posicién idéntica, a una misma altura, alineadas para- Telamente a ta pared de la casa, Ahora, Ia sombra de la pilastra sudoeste en el dogu- Jo de la terraza del lado de la habitacién— se. proyecta sobre el huerto, El sol, atin bajo en el cielo, hacia el este, ifumiza casi et valle con sus rayos. Las hileras de planta- ners, oblicuas respesto al eje de] valle, se distinguen todas bien bajo esta luz Desde el fondo hasta el limite superior de Jos campos: mas altos, en el flanco opuesto a aquel en que se eleva la casa, es bastante fécil coatar las plantas, sobre todo delante de Ia casa, gracias a Jo jévenes que son étas en las parcelas| allt situadas. La depresiéa ha sido roturada, ai, en Ia mayor parte de sw anchura: ya no queda, actuaimente més que un fes- Gn de maleza de unos tzeinta metros, al borde de la mese- ‘a, la cual enlaza con e! flanco del valle por medio de una teminencia redondeada, sin cresta ni fallas rocosas. ‘La linea de separacién entre la 2ona énculta y el plata- sar no es del todo recta, Es una linea quebrada, de Angulos altermativamente entrantes y salientes, cada uno de cuyos vértices pertenece a una parcela diferente, de distinta edad, ‘pero de orientacion casi siempre idéatica 19 Exactamente frente a Ja casa, un macizo grupo de érbo~ Jes marea el punto més elevado que ha alcanzado el cul- tivo en ese sector, El sector que acaba ahi es un reetin- iulo. Su suelo, entre los penachos de fllaje. no es ya visible, © apenas. Sin embargo, el alineamieato impecable de Tos ar- boles demuestra que su plantacidn es reciente y que todavia rho se ha realizado ninguna cosecha. ‘A pair de ese bosquecillo, ol lado superior del sector vva bajando y desvidadose débilmente (hacia la izquierda) fen relacida con la pendiente mayor. Ea la lines hay treinta ¥ dos plataneros, hasta el limite inferior de la parcels. Prolongando éta hacia abajo, en la misma disposiciéa de as hiloras, otro sector ocupa todo el espacio comprendido fentze cl primero y el riachuelo que corre por el fondo. S610 fcomprene veintites plantas en la linea de su altura. S6l0 10 mds adelantado de la vegetacién 10 distingue del ante- ‘Hor: le altura algo mayor de los troncos, lo entrecruzado Gel follaje y To mumeroso de los racimos bien formados. Por fo demés, aleunos de éstor han sido ye cortados. Pero el hhueeo del érbol talado, en semejante caso, es tan fécil de istinguir como lo seria la planta misma, con su penacho de anchas hojas de color verde claro, de donde sale el igrueso tailo curvado del que penden los frutos. “Ademds, en lugar de ser rectangular como ia de arriba, esta parcels tiene forma de trapecio; pues la orilla del ria- thuelo, que canstituye su borde inferior, no es perpendicular f sus dos lados paralelos entre sf, hacia lo alto y hacia to bajo del valle, El lado derecho (es decir, el de abajo) no feomprende mis que trece plataneros, en lugar de veintitré. TEI borde inferior, finalmente, n0 5 rectlineo, ya que tampoco lo es el riachuelo. Un saliente poco matcado es- fecha la pieva facia Ia mitad de su anchura. La hilera me- Gia. que deberia tener dieciocho plantas si se tratase de un trapecio regular, s6lo tiene diecisis. ‘En la segunda linea, a partir del extrem sguierdo, ha- 20 bia vents plantas (a causa de Ta diaposicién al tresboe Tiloy sila pieea (vers rectangular. Tambien habia vein Alsi se tttara de una pieza exactamente tapenoidal. ya {veel acoreaminio apenas sera pereeptble a tan poca thi de ats en end a lasing Bay 508 ‘Masia teeta hier tampoco cuenta, a au ve, ms de vintilés planta, en lugar de las veins que exiia do Iucvo el fectngulo. A'ese nivel, la cura del bor no implica ninguna diferencia suplementaia, Pero no. puode ‘otis To ais de cunts nea, gue pose veltisn pies, (se uso mee qu aoa hem par lel rtp ‘rua de in margen cia au vee on ego a pat dl a qunta nee: stay en efoto, alo ene vet nd dion endo at que le cortespondeianvoindSe para ln trapesio verdadero y weit para un setGogulo (leva inpas). tas cites, por su pars, son teicas, ya quo algunos platneros han so cortados a ros del socio ertar mado El rocimo, En realidad. a euria ina eiétomada po de- iueve ponachos de hojesy dos espaciosvacos,y la quits, por vente penachos yun espacio ~o sen, de abajo a ariba cho penados Jo hojas, on espacio vata y dace penachos de hos Prescingiendo dsl crden en que se encuentran los plata eros realmente visiblesy los cortada, la sexta Mea da Ios siguenes nimeror: vend, veinio, vein, disk reve —-que repesenan, respetivaments el zeetingulo trapeco verdadero, el tapecio de Bordo curving, ¥ al tents este mismo trapecio una Yex dessontados Tos deboes Gortados para Ia cost Pra les linsossiguientcs tenemos: vente, veintuno, veintuno y eintono, Veintid,veintdés vine weit Veintises veins, vente, disinieve, et Ba el pente de tres, que franguca el achuelo en el a Limite del sector valle abajo, hay un hombre agachado. Es tun indigena, vestido con um pantalén azul y una especie de jersey descolorido que le deja desnudes los hombros. Esti inclinado hacia la superficie del agus, como si intentara ver algo en el fondo, cosa dificil ya que la transparencia munca es sufleente, a pesar de ia poca profundidad del En Ia vertiente de acé del valle, una sola parcela se ex- tiende desde el rfo hasta cl huerto. Pese a lo débil del dngue Jo bajo el cual se divisa la pendiemte, os plataneros son todavia {dciles de contar, desde lo alto de la terraza. En efecto, en esta zona son muy jévenes, pues ha sido replan- tada recientemente, No sélo la disposicidn es perfecta, sino {que los troncos ao tienen més alla de cincuenta centimetros do altura, ¥ Ios ramilletes de hojas que los terminan perma- ‘necea bien aislados unos de otros. Ademés, Ja inclinaciéa de las hileras con respecto al eje del valle (cuatenta y cinco ‘grads aproximadamente) facilita su recuento. Una linea cblicua arranea desde el puente, a Ta derecha, ppara terminar en el éngulo izquierdo del huerto. Poses trein- tay ceis plantas en toda su Tongitud. La disposicisn al tes- bolillo permite verlas como alineadas segin otras tres deja la fuente sobre el mantel Blan- co, Hay en ella un puré amarillo, probablemente de fiames, dl cusl se cleva tna tenue linea de vapor. que de golpe se curva, se extiends y se desvanece sin dejar rastro para reaparecer inmediatamente, larga, fina y vertical, por enti- ma de Ta mesa. En medio de ésta, figura ya otra fuente intacta, en Ia que, sobre un fondo de salsa oscura, se alinean una junto 4 ofra tres aves asadas de pequetio tamafo. El eboy» se ha retirado, sllencfoso como de costumbre. ‘Av de pronto, deja de observar Ja pared desnuda y con- Sidera una tras otra Tas dos fuentes, a sw derecha ¥ ante ella. Después de tomar la euchara apropiada, se sirve con estos mesurados y precisos: 1a menor de las tres aves y Juego un poco de puré. A continuacién, toma Ia fuente que se halla a su derecha y ta deja a su iquierda; Ia cuchara srande ha quedado en ella A... empieza, en su plato, un meticuloso ejercicio de tsinchado. A pesar de la pequetiez del objeto, ni més ni menos que si se tratase de una demostracién de anatomia, ‘A... separa los miembtos, seceiona el enerpo por Its cayun- furas y aparta la carne det esqueleto con la punta del cu- 40 chill mientras mantiene Jos tro2os con el tenedor, sia apretar, sin tener jams que repetir nada, sin mi siguiera dae Ia impresién de estar efeetuando un trabajo dil 0 esacostumbrado. Estas aves, es cierto, aparecen con fre- ccuoncia en Ja minut. Cuando ha terminado, A... levanta Ta cabeza segin ln direccién del eje de Ia mesa y se queda de nuevo inmé- vil, mientras ef boys retira los plats repleios de pequetios huesos parduseos. y luego las dos fuentes, una de Tas cuales ccontiene todavia la tercera ave asada, la que estaba desti- nada. a Franck. El cubierto de éste continia en su primer estado hasta 1 final de ta comida. Sin duda Te habri retrasado, como acontece con cierta frecuencia, algin incidente ocurrido fen su plantacién, ya que no hubiera dejado de venir a al- ‘morzar por eventuales achaques de su mujer o de su hijo Por més que es poco probable que el invitado vengs ‘shora, quizi A... sigue acechando el ruido de un coche que viniera pendiente abajo desde Ia carretera principal Pero pot las Ventanas del comedor, una de las cuales por 1o ‘menos est abierta a medias, no liega ningtin ronquido de motor, ni ningtin otro ruido, esta hora del dia en que todo trabajo esté interrumpido e incluso los animales, bajo el calor, enmudecen. ‘La Ventana del angulo tiene separados sus dos batien- tes —aungue slo en parte. El de la derecha no esté: mis que entornado, de tal modo que oculta todavia sensible- ‘mente Ja mitad de la abertura. El igquietdo, por el contra- flo, estd echado hacia atrés, en diteceién a Ia pared, pero tampoco totalmente: de hecho, apenas se aleja de la perpen- dicular al plano del quicio. La ventana oftece, de este modo, ‘nes paneles de igual altura y de anchura parecida: en me- dio, la abertura y, a cada lado, una puerta acristalada con tues seociones. Lo mismo en la una que en las otras se cenmarcan fragmentos de un mismo paisaje: cl patio pedre- 4a ‘gox0 y la masa verde de Ia plantacién. Los cristales estén ppeefectamente limpios y, en el parel de la derecha, Ia dis- pPosicién de las lineas s6lo esta alterada apenas por los ‘efectos del vidio, que simplemente confieren algunos ma- tices méviles a las superticies demasiado uniformes. Pero en el panel de la izquierda, més sombrio aunque més bri- ante, Ja imagen Jeflejada esté francamente deformada, ppucs manchas de verdor circulares o en forma de media una, del color de Tos plataneros, se pasean por en) medio Gel patio delante de Ios cobertizos <<" Et gran turismo azul de Franck, que acaba de detencise alli, se halla su vez marcado por uno de es0s anillos mé- viles de follae, igualmente, abora, que of traje blanco de ‘A... que ha sido la primera en bajar del vehiculo. ‘A... est inclinads hacia la portezuela. Si el cristal est bbajado —que es lo més verosimil— A... puede haber me- tido la cara por la abertura, encima de los cojines. Al en- derezarse, corre cl peligro do deshacerse ef peinado contra los bordes del marco y ver edmo sus cabellos se sueltan, tanto més répidamente cuanto que estén recién lavados, en direoeién al conductor, que no ha dejado el volant. Pero se aparta sin incidentes del coche azul, cuyo me- tor, que ha seguido en marcha, llena ahora el patio con wn rrunruneo cada vez mas intenso, y, después de una ultima ‘mirada bacia atrds, se dirige sola, a paso decidido, hacia | puerta central de la casa que da directamente a la sala principal Frente a esa puerta desemboca el pusillo, sin separacton alguna respecto a la sala-comedor. En él se suceden, a uno y otto lado, puertas Jaterales; la wiltima a Ia izquierda, 1a el despacho, no esti totalmente cerrada. El batiente gira sin rechinar sobre los goznes bien accitados; inmediata- ‘mente recobra su posicién iniial, con Ja misma diserecisa, ‘Al otro exttemo de Ja casa, la puerta de entrada, trata~ dda con menos mirimientos, se ha abjerto y vuelto a éerzar: 2 lego el ruido tigero, pero potente, de Jos altos tacones sobre las baldosas atraviess’ Ia habitaci6n principal y se aproxima a lo lsrgo del pasilla Los pasos s= paran delante de la puerta del despacho. Pero la que se abre y luego vuelve a cerrarse es la de en- frente, que da acceso at dormitori. Simétricas a las de éste, las tres ventanas ti hora las celosfas bajadas hasta més de la mitad. El des- pacho queda asi sumido en una luz difusa que deja a los cosas sin ningin relieve. Las lineas sin embargo, som igual- mente claras, pero Ja sucesién de los planos deja de dar Ia impresidn de profundidad, de modo que las manos se tien- don instintivamente hacia adelante, para reconocer las dis- tancias con mayor seguridad. El aposento, por fortuna, no esté muy lleno: ficheros y estanietlas contra las paredes, algunos asientos y final- mente el voluminoso eseritorio con cajones que ecupa toda Ja tegién comprendida entre las dos ventanas que dan al sur, una de las cuales —Ia de la derecha, la mis préxima al pasilo— permite observar, por las rendijas oblicuas entre Jas ldminas de madera, una proyescién recortada en rayas iminosas patalelas de Ia mesa y de los sillones sobre la tesraza, En el ngulo del eseritorio hay un pequeio marco in- crustado de near, con una fotogratia tomada por un ope- rador ambulante con ecasiéa de las primeras vacaciones en Europa, después de la estancia en Alsia, ‘Ant la fachada de un gran eaté decorado en estilo mo- dernista, A... esté sentada on una silla complicada, me- tilica, cuyos brazos y cuyo respaldo, de espirales unidas. parecen mis vistosos que eémedos. Pero A..., en su forma dde ocupar ese asiento, muestra, segin su costumbre, mu- ‘cha naturalidad aunque desde luego sin el menor abandono. Esti ligeramente vuelta para sonteie al fotdgrafo, como con objeto de autocizarle a tomar eve improvisado cls Su 4 braze desmudo, al mismo tiempo, no ha modifeado el ade: ‘man quo habs comenzado para volver a dejar el vaso en cima de la mesa, junto a ella. Pero no lo habla hecho para poner hielo en él, ya que no toca el cubo de metal centelleante, que no tarda en estar “nad, Ouicta, A... observa ol valle, delante de ellos. Guarda silencio. Franck, invisible a la izquierda, se calla asimismo. Es posible que A... haya oido un mido anémalo, detrés de su espalda, y que se prepare para algin movimiento sin premeditacién discernible, que le permitiria mirar por szar fen direccién a la esiosia, La ventana que da al este, al otro lado de! escritorio, xno es una ventana simple ccmo la abertura correspondiente que hay en el dormitorio, sino una puerta-ventana, que per- rite salir directamente a Ia terraza sin pasar por el corre- dor. ‘Bata seocidn de In terraza esté expuesta al sol de la ma- fana, dnico del que nadic quiere protegorse. En el aire casi fresco que sigue al amanecer, el canto de los pajaros reem- plaza el de los saltamontes nacturnos, al que recuerda, aun- ‘Gus es mds desigual y esti adormado de ver en cuando por dlgunas notas algo més musicales. En cuanto a los propios Ppliaros, , Otay tfucacones poses Se presentaa, 2m curso del camino, que conducen todas 46 | a finales dstinos, Las vasaiones som muy mumeroeasy | fas veviaiones. de las varaiones todavia mts, Tnexo voten mulpicras a placer, ntereambiando sontisas y Ehumdndowe en el juego sin dida ua poco enbriagidos por esa misma. prolifera : ero, lamentablemens;precisainenteaqul dia vv sis jemprano, cosa que nadie pola prever ‘Franek tae ast Ge golpe ln scones que an estado magutuandy juntos. De nada sive her suposcines, 3 {cll cos Son To que som: ose puede cambiar nada deta realidad Machen poquefios sobs. En Js tres vaso, los pedazos de hilo ahora, haa desapareido. por compet. ransk Seamina To que queda de liguido dorado, en el fondo del Stye. Lo inclina hacia uo ado yIugo al oo, dviindose in'scpera as burbulas que caaban pegadas alas paredes “ris embargo dice a cova habla empezado may bien cle havin A... pare apsar a su tstimonio S ffabiamos aldo ala hors sefalada y no habiamos tenido ningin inidente por el camino. Apenas eran las diey cuando llegamos als cidad. Tanck se ba detenido. A. contin, como para a murs a protege me FY ned no observ6 mada anonna, verdad, durante todo ot ia? 5 © Rouen absolute, Hasta certo punto, mejor hubiera sido que la avera se produlera en sepia, antes del al- Shier. No durante ef vay sino en ia cludd, antes de omer Me babrla inpedido realizar algunos recados que Soin hacer jos del conto, pero al menes hubiera tnido {euibalde envontsar un gaaje donde me hubesen rep fiuo el coche agua misma tade ° Porque depuls Je todo, no era gran cosa —preisa Aeon aie interogaive. a No, nada en absolute. Franck mira a su vaso. Al eabo de un sileacio bastante largo, y a pesar de que esta vez nadie le ha preguntado nada, continga sus expliceeiones Eo el instante de arrancar, después de 1a comida, el ‘motor se ha negado a obedecer. Era demasiado tarde, evi- dentemente, para probar nada: todos los garajes estaban cerrados. No quedaba otra salida que esperar al dia si- cuiente ‘Las frases se suceden, cada una en su sitio, eneadenén- dose de un modo légico, La alocucién mesurada, uniforme, fe parece cada vez més a la de Ia declaracién de um teti= 0 ane Ia justicia, o a un poema. Sin embargo —dice A...—, al principio ereyé usted que podria arreglario solo. Ba todo caso, lo probé. Pero como mecanico no es usted ninguna maravilla, gverdad? A... sonrie al pronunciar estas tltimas palabras. A... ¥ Franck se miran, BI sonrie a su vez. Luego, despacio, 1a sonrisa se transforma en una especie de mueca, Ella, en ‘cambio, conserva su expresién de serenidad divertida De todos modos, lo que puede faltarle a Franck no es precisamente el hibito de reparar averias de improviso, ya ‘que su camién esté siempre averiado, —Si —dieo—, ese motor, ya empiezo a conocerlo, Pero cl coche, en cambio, no suele darme diseustos. En clecto, jamds debe haberse hablado de ningin otro incidente relativo a ese gran turismo azul, que ademés esta —Todo empieza un dia u otro —contesta Franck, Y¥ tuego, después de una pausa—! Ya es mala suerte, pre- cisamente ese dia Un ligero ademan con Ia mano detecha —una subida seguida de una caida més lenta— viene a (erminar en si punto de partida, sobre la tira de cuero que constituye el bbrazo del sillén. Franck tiene eara de eansado: su sonrisa, 8 después de 1s mueca de hace un momento, no ha vuelto a reaparecer. Diriase que su cuerpo se ha apoltronado en el fonda del asiento. —Mala suerte, quiza pero no es ninguna tragedia —pro- sigue A... en un fono despreocupado, que eontrasta con ef de su compaliero—. Si hubiéramas tenido forma de avisas, el retraso no tenfa Ia menor importancia: pero, can esas pplantaciones perdidas en medio de In selva, qué se podlia hnaver? De todos modos, es mejor que haber tenido Ia averfa fen medio de la carretera, cerrada la noche, Es mejor, también, que un accidents. Sélo se trata de un azar sin consecuencias, de una aventura sin gravedad, de uno de los I6gicos inconveniences de In vida en las colo- “—Me parece que voy a marvharme —dioe Franck. No ha hecho sino detenerse al pasar, para dejar a A. No quiere retrasarse mis. Caristiane debe de estarse pre- guntando qué se ha hecho do él y Franck tiene mucha prisa en tranguilizarla, En efecto, se Levanta del sillén, con Tepentino fmpetu, y deja sobre ia mesa baja el vaso’ que ‘acaba de yaciar de un trago. —Hasta Ta vista —diee A... sin moverse de su asien- tom y gracias Franck esboza un movimiento del brazo, en preparado signo de protesta, A... insite —Si, si, son ya dos dias que le estoy dando Ia lata, Ai contrario, siento muchisimo haberia obligado pasar una noche en aquel lamentable hotel. Ha dado dos pasos y se detiene antes de adentrarse por el pasillo que atraviesa Ia casa: —Perdéneme —afiade, volviéadose a medias—, por ser tan mal mecinico. 1La misma mucea, pero més répida, pasa por sus labios, Luego Franck desaparece en el interior Sus pasos resuenan sobre las baldosas del corredor, 0 “Hoy llevaba zapatos con las suelas de cuero y traje blanco, destucido por el viaje ‘Cuando In puerta de entrada, en el otro extremo de Ia casa, se ha abierto y yuelto a cerrar, A... se Jevanta a st vea y abandona Ia terraza por el mismo camino. Pero al ‘momento penetra ea la habitacién, a cuya puerta echa el pestillo detrés de s{ haciendo chasquear el cierre. En cl patio, delante de la fachada norte, el ruido de un motor {que se pone en marcha es seguida muy pronto por el que- jido agudo de un acranque demasiado répido. Franck no hs hablado del género de reparacién que su coche hat aecesitado. ‘A... cietra las ventanas del dormitorio que han estado abiertas de par en par toda Ja maana y baja una tras ‘tra las eelesfas. Va a cambiarse y a tomar una ducha, sin duda, después del largo viaje que acaba de efectuar. El cuarto de bao comunica directamente con Ia habi- tacién, Una segunda puerta da al pasillo: desde el interior fecha el pestillo, con un gesto vive que hace chasquear el TEL aposento siguiente, en ese mismo lado del pasillo, cs una habitaci6n, mucho més pequefa que contiene una ‘cama para una sola persona. Dos metros més alld, el pax sillo desemboea en el comedor. La mesa esti puesta para tuna sola persona, Habra que aiid el cubierto de A... ‘En la pared destiuda, la huella del ciempiés aplastado es todavia perfectamente visible. Nada debe de haberse inten- tado para limpiar Ia mancha, por miedo a estropear 1a bella pintura mate, probablemente no lavable Lamesa esté puesta para tees personas, segtin 1a dis posicidn acostumbrads... Franck y A... soniados cada uno fen su sitio, hablan del viaje a Ja ciudad que tienen inten tiga de hacer juntos, en el curso de la préxima semane, ella para diversos recados y 41 para informarse sobre el ‘nuevo camién que ha proyectado comprar. 0 Han deciido ya ls hora de Ia marcha, 6 mismo que 4a dot regreso, han sleulad la duracin aproximada de fos ttayectonyeaculndo el empo de que dispondran para sus auntos,descotando ol dl alien la comida. No han ‘chado comer dy uno por ad oe eco Han para hacerlo juton, Peo problema 20 exis. to hay mis que tn restaurante que olteca comida ap. tables alos elntes do paso. Ess pes, natural que sch uentsen allt sobre iodo por la noche, Ja que deben a pronder el camino inmedltament despute Ts natura, asim, que A quiet aprovechar esta cation para ie in cadad, que petera ete slusin la et cals cargado de pions cst inlzable para‘un amino tan largo, y que prefers, adem a compania de Franck ala den ehifer indigena cualquier, por grandes aque sean las hablidades de mcdnico que ella misma Atebuido a este limo, fn evanto las dem cecunt, tancias qu fe permiten hacer viaje on condiciones ne tables ot lnsctible que son bastante ara, y aun excep sionals, in inexistents, a menos que haya rtzons seis auc jostiquen por su parte uns exgenca caeptrica 1 Gual perturba sempre miso menos la buena match planacisn “Ac 0 a perdido nada, est vez ni indica la natura lees exacta. de Tas compras que originaban su desplaza. meno. No habia ninguna raza especial que dar, dss a momento que ae presentaba un coche amigo que fa ecoge- ‘Hou demieo para volvela a dejar en casa aguella misma noche, Lo mis extao, at bien se mira, es que semejonte Sieunstania no haya sucedido yo aneronmente, un dia Franck come en silencio desde hice un rio. A... cayo blo es vac, son cl tenor y leno ein mo Indo del oto, seamda i sonvesacén,pregunando por Christiane, a quien ol cassaacio (Scbido'af calor, sept si lla cree) ha impedido varias veces venir con su marido, fen ets ultimos tiempos. —Siempre Jo mismo —contests Franck—, Le propuse bajar al puerto con nosotros, para distraerse. Pero no ha ‘guerida, por el nif, —Sin contar —dice A. en la costa, Mis bochomo, s{—asiente Franck, Se intercambian entonces cinco o seis frases aceren de Jas dosis respectivas de. quinina necesatias absjo y aqui Luego Franck vuelve a hablar de los molestos efectos que produce Ia quinina a la protagonista de la novela africans {que ambos estén Jeyendo. La conversacién se encamina asi hacia Tas peripecias centrales de Ja historia en cuestin ‘Al otro lado de la ventana cerrada, en el patio polvo: siento cuyo empedrado irregular deja allorar zonas de ki- jarros, la camioneta tiene el «capot» dirigido Iacia la casa ‘Aparte de este detalle, est estacionada exactamente en el sitio preserito: es decir, viene enmarcarse en los cristales inferior y medio del batiente derecho, contra el montante inferior, y el madero menor de la vidriera costa horizontal- mente su silucta en dos vollmenes de igual impoctanci. or la puerta abieria del «offices, A... penetra en el ccomedor, dirigiéndose hacia la mesa servida, Ha dsdo la ‘voolta por Ia terraza a fin de hablar, al pasar, con el co~ Cinero, cuya voz cantarina y voluble acaba de oirse hace s6lo vn instante, ‘Avs 6 ha cambiado totalmente después de ducharse. S° hha puesto el traje claro muy ajustado, que Christiane con- Sidera poco propio para el clima tropical. Va a sentarse en su sito, de expaldas a Ia ventana, ante un cubierto intacto, fque ef sboye ha afadide para ella. Desdobla Ia servlleta Sobre sus rodillas y empieza a scrvirse, Ievantando con Ia ‘mano izquierda Ia tapa de la fuente avn caliente, decenta- que haco bastante mis calor 32 dg mientras ella estaba en el euarto de bas medio de Ia mesa. ‘Dice: Me ha dado apetito Ia carretera Lego se informa de los acontecimieatos eventuales ne ge han producido en Ia planiacién durante su ansen- ia. La férmula que emplea (Io que hay ede nuevo») es ppronunciada en un tono ligero, cuya animacién no denota laguna atenein paren. Por fo dems, no ay nada ‘Av sin embargo, parece tener unas ganas inusitadas de hablar, Tiene la impresigén —dice— de que deberian ‘98 haber ocurride muchas cosas durante ese 1apso de tem: Bo, que, por To que a ella respecta, ha estado tan lleno, “Tambien en Ia plantacién, ese tiempo ha sido bien em- pleado; pero s6lo se ha tratado do la sucesién previsible fe og trabajos en curso, que sen siempre idgnticas, poco mis 0 menos, Ella, a su vez, al preguntarle sobre qué noticias trae, se limita @ cuatro 0 cinco informaciones ya conocidas: Ie pista sigue en reparacién unos diez kilémetros después del primer poblado, el »Cap Saint-Jean» estaba amarrado a To largo del muelle en espera de Ia carga, los trabajos de In nueva casa de Correos apenas han progresado dosde hace tres meses, el servicio de limpieza municipal sigue dejando mucho que desear, etc, "A... s¢ sirve de mucyo. Seria mejor meter la camio- neta bajo el cobertio, a fa sombra, puesto que nadie tiene ‘que wiilzaria a primera hora de ia tarde. Fl vidrio bas- to de Ja ventana refloje sobre Ia carzocerfa, ent Ia base, ddtrés de Ia zueda delentera, oa una ancha escoiadura re- ‘dondeada. Mucho mas abajo, silado de In masa principal por una zona de tierra pedregosa, medio disco de plancha Dintada ce refracta a mds de cincucnta centimetros de su fmplazamiento seal. Ese fragmento abertante puede, por pero dejada en 3 Jo demés, cambiar de sitio @ voluntad, cambiando de for- ‘ma al mismo tiempo que de dimensiones: se acrecionta erecha a izguierda, disminuye ea sentido contrario, se convierte en media luna hacia abajo, en cfreulo eompieto cuando tome altura, o se rodea (pero ésta es una posicisn de extensidn muy escasa, casi iastanténea) de dos aurcolas cconcéntrieas, Finalmente, en easo de distancias mayores, se funde en ia superficie madre, o desaparece de una brusca contraccign, ‘A... quiere intentar decir algunas palabras més. Sin embargo, no describe Ia habitaciéa en que ha pasado Ia noche, tema poeo interesante, segin dico volviendo Ta ca- bbeza:’todo el mundo conoce de sobra ese hotel, su income didad y sus mosquiteros remendados En este momento se pereata de Ia escutigera, en el bique desnudo frente a ella. Con voz contenida, como para no asustar al animal, dice Un ciempiés! Franck levanta los ojes. Luego, orientindose en Ia die reccién indicada por los de su vecina —inméviles—, ira In cabeza hacia el otro lado, El bicho estd inmévil en medio del panel, muy visible sobre Ta pintura clara, a pesac de la suavidad de In tuz. Franck, que no ha dicho nada, mira nuevamente a A... Luego se levania, sin hacer ruido. A... permanece tan ine ‘movil como la escutigera, mientras Franck s> acerca a la pared con la servilleta hecha una bola en la mano, La mano de afilados dedos se ha crispado sobre el ‘mantel blanco. Franck separa la servlleta de la pated y, con el pie, acaba de aplastar algo sobre el suelo, contra el z6calo. Luego vuelve a seatarse en tu sitio. aia derecha de Ia Iimpara que brilla detrés de dl, sobre el aparador. Cuando pasé por delante de la Iimpara, su sombra ‘cubri6 la supectioie de Ia mesa barrigndola por un instante del todo. El aboys entra entonces, por la puerta abierta, 54 yy empieza a retrar In mesa en silencio. A. le ruega, como ie costumbre, que sirva el café en la tenraza. Ella y Franck, sentados en sus sillones, siguen chariando fanimadamente sobre el dia que les iria mejor para ese pe- queflo viaje a Ia ciudad que tienen proyeciado desde la vispera, El asunlo no tarda en agotarse. Su interés no decrece, pero no encuentran ningin elemento nuevo para alimen- farlo, Las frases se hacen mds breves y se contentan com repetir, en su mayorla, fagmentos de las ya pronunciadas| fen el curso de Tos dltimos dias, o qui2d asin antes. Después de unos ‘ltimos monosilabos, alejados por pausas cada vex. més largas, ¥ que aeaban siendo ininteli- aibles, se dejan ganar completamente por la noche Formas vagus, nicamente localizadas por Ia oscuridad ‘menos densa de un traje © de una camisa pilidos, estin sentadas juntas, con el busto inclinado hacia atrés contra fl respaldo de un sillén y los braz0s extendidos sobre los de éste, on cuyos alredodores efeciian de vez en cuando ‘vagos movimientos, de escasa amplitud, apenas exbozados y retirados ya, 0, quizd, imaginarios Los saltamontes se han callado también. Solo se oyen, acé y allé, el grito menudo de algin car~ nicero nocturno, el sibito zumbido de un escarabajo o el cchocar de una tacila de porcelana al dejala sobre Ia mesa baja. ‘Ahora, la voz det segundo ch6ter Hega hasta esta parte central de la terraza, procedente del lado de los cobertizos tanta ima canciéa indigena, de palabras incomprensibles, 0 incluso sin palabras. Los cobertizos estn siturdos al otro lado de 1a casa, 5 fla derecha del patio grande. La voz, por lo tanto, debe ‘dar Ia vuelta, por debajo det alero del tejado, a todo el ngulo ocupado por el despacho, fo cual Ia debitita no: lablemente, pese a que una parte del sonido puede atra- vyesar In habitacién por las celosias (en la fachada sur y en «l frontén oriental), Pero se trata de una vor sostenida, ena y fuerte, aunque de un registro bastante grave. Es, ademés, una voz fécil, que pata suavemente de una nota 2 otra y luego se detiene de pronto Dado el caricter especial de este tipo de metodias. es Aifcll determiner si el canto se ha interrumpido por una razén fortuita —en relacién, por ejemplo, con el trabajo manual que el eantor debe ejecutar bien si naturaimente acabeba ahi ‘Ademis. evando recomienza, Jo hace también de un ‘modo repentino y abrupto, con unas notas que apenas pa- recen coustituirni_un principio mi una repeticin En offos puntos, contrariamente, algo parece estar con- cluyendo; todo lo indica: un progresivo decrecer, el reco- bbramiento de la serenidad o el sentimiento de que ya no queda nada que decir; pero después de la nota que deberia set la Ultima, sigue otf, sin Ia menor solucign de continui- dad, con la misma soltura, y luego otra y otras a continua- cin, y ol oyente se cree iransportado al corazén del poe- ‘ma... cuando de pronto, sin aviso, todo cesa. ‘AW. en su cuarto, baja de mevo el rostro hacia ta caria que esté escribiendo, En Ia hoja de papel azul pili- do que tiene delante no hay atin mis que unas pocas tt A... aflade tres 0 cuatro palabras, bastante de pris, ¥y queda con Ta pluma en el aire. Al cabo de un minuto ‘vuelve a levantar la cabers, mientras el canto se reanuda, por el lado de los cobertzas. ‘Sin duga es e] mismo poema que continéa. Si de vez en ‘cuando los temas se apagan, es para volver algo mas tarde, 56 ims fires # idénticos. Sin embargo, esas repeticiones, esas {ntimas variaciones, esos cortes y esas vueltas hacia atrls pueden dar lugar a modificaciones que, aunque apenas sean sensibles, a la larga llevan muy lejos del punto de pasta, ‘Avis para oft mejor, ha vuelto la eabeza hacia la ven- tana abierta, a su lado. En ef fondo del valle, unis obseros estén arreglando el puente de troncos que eruiza el riachiue- Jo, Han sacado el revestimiento de tierra sproximadamente fen una cuarta parte de su anchura y se disponen a sustituie os maderos invadidos por las termitas por troncos mievos, sin descortezar, recto, de longitud conveniente, que yacen f través del camino de acceso, inmediatamente antes del Puente. En lugar de alinearios ordenadamente, los portea- ores Jos han arrojado al azar, en todas direcciones, Los dos primeros maderos se han situado el uno para Jelamente al otto {y al rio), dejando entre sf un espacio equivatente mis o menos al doble de su difmetro. Un ter- sro Tos corta al sesgo, hacia un tercio de st longitud. El siguiente, perpendicular a éste, choca conira su extremo y por el oifo se junta casi con el dtimo, que forma con é tuna V muy irregular, cuya punta queda ampliamente abier ta, El quinto tronco es nucvamente paralelo a los dos pri- :meros, lo mismo que a Ia direecin del atzoyo sobre el cua estd construido el puentecillo. {Cusnto tiempo ha transcurrido desde la thkima vez que hnubo que reparar el tableto? Los maderos, tratsdos en principio contra la accién de las termitas, habian dehido de ser objeto de una preparacién defectuosa. Taxde o tem pprano, sin duda, esos troncos secubiesios de tierra y some- tidos periédicamente a las pequefias crecidas del viachue- lo, estin destinados a ser presa do Tos insectos, Slo ex posi= ble proteger eficazmente, para largo tiempo, construccio- nes aéreas bien aisladas del suelo, como, por ejemplo, la “Accs ela abitac hha continuado su carta, con st 37 Jetra fina, apretada y regular. La pdgina, ahora, esti me- «dio lena. Pero 1a cabeza de Mlexibles rizos negros vuelve ‘a erguitse Ientamente y empieza a volverse, despacio pero sin detenerse, hacia Ja ventana abierta, [Los obreros del puente son cineo, como tos. troncos de recambio, En este momento estén todos agachados en 1a ‘misma posicién: con Ios antebrazos apoyados sobre los mmuslos J las dos manos pendiendo entre las rodillas sepa- radas. Eatin dispuestos cara a cara, dos en Ia margen dere: Cha y tres en la margen izguierda, Sin duda discuten so- bre edmo van a hacerlo para Hevar a cabo Ie operaci fa menos que feposen un poco antes del esfuerzo, eansedos por haber Ilevado los troncos hasta all En cualquier €380, estén totalmente inméviles. En el platanar, detrds de ells, una poreién de tierra en forma de trapecjo se extiende valle arriba, en Ta cual, como todavia no se ha cosechado ninain racimo desde que se plantaron los Arboles, la regularidad del tresbolillo se man- ene absoluta ‘Los cinco hombres, a ambos lados del puente, estén tambien tlineados de tna forma simétrica: en dos lineas pparaielas com separaciones iguales en uno y otto grupo. qos dos personajes de la margen derecha —de Tos que s6lo se ve la cspalda— estén situados en Tas mediatrioes de los Seementos determinados por sus tres compaiieros de la orilla iaquierda, que, por su parte, miran hacia la casa, donde A... se encuentra detris dea ventana abierta TEsti de pie y sostiene en In mano una hoja de color azul muy palido, del tamafo ordinario del papel de cartas, {ue lleva muy potente Ia marca de haber estado doblada. fen cuatro, Peto el bravo esté semiextendido y 1a hoja de papel soto Tega a la altura del talle; Ja mirada, que pasa muy por encima, vaga por la liaea del horizonte, en 10 nlto de la vertonte opuesta, A... eseucha el canto indigens, Tejano pero todavia claro, que lega hasta la terraza 58 Al otro lado de la puerta del pasillo, bajo la ventana simétrica, una de las del despacho, Franck esté sentado en su sillén “Avv que ha ido en porsona a buscar las bebidas, deja Ja bandeja encima de la mesa baja. Abre el cone y lo vierte en los tres vases alincados. Luego los lena de agua de seltz. Después de distribuir los dos primeros, va a sen: tarse a su vez en el sillén vacio, con el tercer vaso en la ‘mane. Entonces pregunta si serin necesarios eubitos de hi lo, so pretexto que las botells salen de la nevera, a pesar de que s6lo una de ellas se ha empaiiado al contacto con claire. ‘Av. lamasal eboys. Nadie coatesta —Seria mejor gue uno de nosotros fuera Pero ni ella ni Franck se muoven do su siti. En el soffices, ol eboys est sacando los exbitos de hie- 4, segiin Ias insteucciones recibidas de su sefora, aliema, YY ade que va a llevarles en sepuida, en lugar de precisar ‘1 momento en que se le ha dado esta orden, En a terraza, Franck y A... han permanecido en sus sillones. A... no se ha apresurado a servise el hielo: toda- ‘iano ha tocado el eubo de metal billante que el «boys ‘acaba de dejar junto a ella y cuya supertcie esta empaia- ‘da por un figero vaho. Como A..., Franck mira recto ante 61, hacia Ta linea del horizonte, en fo alto de la vertience opuesta. Una hoje de papel de un color azul muy pilido, varias veces doblada sobre s{ misma —probablemente en ocho— sobresale ahora del bolsillo derecho de su camisa. El bolslloizquierdo etd todavia cuidadosamente abrochado, mientras que Ta tapa el otro esta levantada por el papel, que xebasa en més de tun centimetro el borde de tela caqui. ‘A... ve el papel azul pélido que atrac Jas miradas. Em- picza a dar explicaciones respecto a una confusién que 8 ha producido entre ella y el «boy» a propésito del hielo 59 {Acero le hab dicho que no Jo trajera? Serfa 1a prime~ a vez, do todos modos, que no hubiera logrado hacerse compreades por uno de sus criados. “Todo tiene que empezar un dia u otro —contesta con una tranquila sonrisa, Sus ojos verdes, que no pesta- ean jamés, reflojan tnicamente una silueta recortada so- bre el cist. Abajo de todo, en el fondo del valle, Ia disposicién de los personajes no ¢3 Ja misma a uno y otto Indo del puente de troncos. No queda més que uno de los peones en la margen derecha, y fos otros cuatro se alinean frente a. Pera fa postura de cada uno de ellos no sigue igual. Detris {el que esté solo, uno de los maderos nuevos ha desapa- fecido: el que eabalgaba sabre otros dos. Un tronco de terrosa corteza, en cambio, ha apareeido en ka margen ize uierda, claramente mis aitis que Tos cuatro ebreros que ‘iran hacia la casa. ‘Franck se Ievanta del sillén, con repentino fmpetw, y deja sobre In mesa ef vato que acaba de vaciar de un trago. ‘Yarno queda rastra del cubito de hielo en el fondo. Franck ce adelanta, con paso decidido hasta la puerta del pasillo. ‘All( se derione. La cabeza y el busio se vuelven en dires- tiga a A..., que se ha quedado sentada. Una vez mas, periéneme que sea tan mal mecsinico, Pero A.» no tiene el rosteo hacia ese lado, y el rice tus que acompaflaba las palabras de Franck ha quedado muy lejos de su campo visual: rictus al punto absorbido, por lo demés, jumto con el taje blanco deslucido, por I penumbra del pasillo. 'En el fondo del vaso que ha dejado encima de la mesa sal marcharse, acaba de derrettse un pedacito de hielo, re- Sondeado por un lado y con una arsta en bisel por el otro. Un poco més lejos se fuceden Ja botela de agua de seltz, el cotae y Iuego el puente que atraviesa el riachuelo, en cl {que los cinco hombres agachados se hallan ahora situados o fn Ia forma siguiente: uno en la margen derecha, dos en Ja margen igquierda y otros dos en el tablero mismo, e=tea dol borde que mira rio abajo: todos estan oriontadas hacia el mismo punto central, que parecen considerar con Ia ma- yor atencién Ya no faltan mas que dos maderos por colocar Luego Franck y la duefia de Ia casa estén sentados en Jos mismos sillones, pero han cambiado de sitio: A... esté en ef sillén de Franck, y vieeversa. Es, pues, Pranek quien se halla mds cerca de la mesa hajo donde estin el cubo de hielo y las botelas ‘AL. lama al aboys Este aparece inmediatomente en Ja terraza, en el dn- squlo de Ia casa. Se aproxima con paso mecénico a Ia me- sita, Ia coge y, Jevanténdola del suelo sin verter nada de ceuanto hay en ella, lo deja todo algo mis lejos, cerca de st sefiora. Lucgo contimia sa camino, sin decit una palabra, en el mismo sentido, con el mismo paso de autémata, baci el otzo dngulo de la casa y hacia la parte este de la ter za, donde desaparece Franck y A... que siguen mudos e inméviles en el fon- {40 de sus sillones, eontinian mirando fijamente al hori- zonte. Franck narra su historia do Ia averia dol coche, rién- ‘dose y haciendo ademanes con una eneraia yun brfo des- ‘mesurados. Toma el vaso, que esta en Ia mesa junto a ¢l, ¥¥ To vacia de un trago, como si no fuera necesario deglutir para tragar el liguido todo ha ido de un golpe garganta abajo. Luego vuelve a dejar ef vaso encima de la mesa, tenre el plato y el tapetito que hay debajo de éste. Inmedia- tamente empieza de nuevo & comer. Su apetito considerable resulta ain mas espectacular debido a los movimientos m- rmerosos y muy prosunciados que hace: la mano derecha ‘que toma sucesivamente el euchillo, el tenedor y el pan: 6 el wenedor que pasa alterastivamente de la mano derecha & 1a izquierda; el euchillo que corta uno por uno los peda- z0s de carne y vuelve a la mesa después de cada interven- ida, para dejar el sitio al tenedor que cambia de mano; Tas idas y venidas del tenedor entre et plato y Ia boca: las deformaciones ritmadas de todos los miiscalos del rostro dlurante uns masticacién concienzuda, que, ya antes de ha- ber terminado, va acompadiada por una repeticiOn acelerads del conjunto La mano derecha coge el pan y se lo leva a ta boca, la mano derecha deja el pan sobre el mantel blanco y agarra cl exchillo, Is mano izquierda toma el tenedor, el tenedor se clava en Ja came, el euchillo corta un pedazo de came, mano derecha deja cl cuchillo sobre el mantel, la mano inquierda coloca el tenedor en la mano derecha, la cual ensarta el pedazo de came, que se aproxima a la boca, que empieza a masticar con movimientos de contraccién y de extension que se reflejan en todp el rostro, hasta los p6- mulos, Ios ojos y Tas orejas, mientras Ia mano derecta toms de muevo el tenedor para’ ponerlo en 1a mano izquierda, Juego toma el pan, luego el cuchill, luego el tenedor... El eboy® entra por la puerta abierta del «ollice» y se acerca a la mesa. Su paso es cada vez mas espasmédico, Jo mismo que sus gestos cuando retira los platos, uno @ ‘uno, pata dejarlos sobre el aparador y sustituitios por otros limpios. Inmediatamente después se va, moviendo caden- iosamente brazos y piemnas, como un mecenismo de fun- cionamiento poco afinado. En este momento se origina la escena del aplastemien- to del ciempiés en Ta pared desnuda; Franek que se levau- ta, toma la servilleta, se acerea a la pared, aplasta al ciem- pigs contra ella, aparta la servileta y aplasta al ciempiés ene suelo, La mano de aflladas falanges se ha erispado sobre la tela blanca, Los cinco dedos apartados se han vuelto & a cerrar sobre sf mismos, apretando con tanta fuerza que han arrasirado consigo la tela. Esta queda plegada por los cin- co haces de surcos convergentes, mucho més largos, a que Jos cinco dedos han dado lugar. Unicamente ta primera falange de éstos es todavia visi bie. En ef anviar brilla un anillo, una fina cinta de aro que ‘casi no Sobresale de la eae. Alrededor de In mano se ex- tienden radialmente Jos pliegues, cada vee més flojos a medida que se alejan del centro, cada vez més achatados, pero también cada vez més extensos, hasia converse fi- nalmente en una superficie blanca uniforme en Ia que viene a posarse a su vez la mano de Franck, morena, robusta y adomada con una sortija de oto ancha y plana, de un ‘modelo anélogo. Procisamente al lado, la hoja del euchillo ha dejado so- bbre el mantel una manchita oscura, alargads, serpenteada, rodeada de sefales més tensas. La mano morena, después de Thaber vagabundeado un momento por los alrededorss, ssube de pronto hasta el bolsillo de la camisa, donde intenta de nuevo, con un movimiento maquinal, hacer penetrar mas a fondo Ta carta de color szul pélido, doblada en ‘ocho, que sobresale més de un centimetzo. La camisa es de una tela recia, un algodén sargado, euyo color eaqui se he ligeramente deslefdo a eausa de nu ‘merosos lavados. Bajo el borde superior del bolsillo corre tun primer pespunte horizontal, dablado por otto, unido, euya punta se dirige hacia abajo. En ol exiremo de esta punta va cosido el botén destinado a cerzar el bolsillo en condicién normal. Es un botén de materia pléstica amari- Tenta; el hilo que lo fija dibuja en su centro una eruce- cita, La carta, mas arriba, esté cubierta por una letra fina y apreiada, perpendicular al bord del bolsillo. A la derecha se suceden, por orden, In manga corta de fa camisn engui, la jarra indigena panzuda, de tierra cocida, (que seflala el ezntro del uparador: luego, hacia el extremo a de éste, las dos Kimparas de benzos, apagadas, alineadas ‘una junto a otra contra la pared; més a la derecha atin, el Angulo de la habitaciéa, seguide de cerca por el batiente abierlo de Ia primera ventana. YY el coche de Franck entra en escena, trafdo con toda naturalidad por la conversaciéa. Es un gran automévil de lusismo, azul, de fabricacién americana, enya carroceria ‘aunque palvorienta— parece nueva. El motor, asimismo, Se halla en muy buen estado: jamais da el menor disgusto a su propietario. Este dltimo no ha dejado el volante. Solamente su pa- sajera se ha apeado en el suelo pedregoso del patio. Leva finos zapatos de tacén muy allo y debe andar con cuidado para no poner los pies més que en Tos Tugares menos desi guales, Pero este ejercicio, de cuya dificuliad no. parece Siquicra haberse dado cuenta, no 1a molesta en absoluto, ‘Se ha detenido en la portezuela delantera y se inclina hacia los cojines de falso euero aris, por encima del cristal ba- Jado asta ol maximo. El traje blanco de ancha falda desaparece casi hasta el talle. La eabeza, los brazos y la parte alia del busto, que se hiunden en Ia abertura, impiden al mismo tiempo ver Jo que ocurre en el interior. A... esti sin dda recogiendo Jas compras que acaba de hacer, para evarselas. Ya el codo laquierdo reaparece, seguido a poco por el antebrazo, Ja muiieca y In mano, que se deticne en el borde de la por. tezucla, Después de una nueva pausa, 1os hombros emergen a su vez a plena luz, y luego el culo, y Ia cabeza con su ‘densa eabellera negra euyo peinado demasiado mévil esté algo desnecho, y finalmente ta mano derecha, que s6lo sostiene, por el cordal que lo ats, un paquets verde muy ppequefo de forma cabica, ‘Defanido impresa en el polvo, sobre el esmalte del mon- tante, la huella de euatro dedos paralelos, la mano izquicr- 64 4a se apresura a poner en orden los cabellos, mientras A... se aleja del coche azul y, después de una tlima mirada hacia ateis, se dirige con paso decidido hacia le puerta de Incase. La superficie desigual del patio parece haberse alla- nado ante ella, pues A... 80 mira siquiera a sus pies Lego se endereza contra el batiente de la puerta de en- trada que acaba de cerrar detris de si. Desde alli divisa, de fefil6n, toda la casa: Ia habitacién principal (sal6n a la inquicsda y comedor a In derecha. donde la mesa est ya puesta para la cena), el pasillo central (al eval dan las cine fo puertas Iaterales, todas ellas cerradas, tres a la derecha y dos a la izquierds), la terraza y, més alld de Ia bataust a, Ia vertiente opuesta del valle ‘A partir de Ia crosta la pendionte se divide en tres 20- nas: separindose de la finca una franjs irregular de maleza Y dos parcelas plantadas, de edades diferentes, La maleza es ide color rojiro, meaclada con arbustos verdes. Un rami- Ilete de Arboles mas importante sefala el punto mas eleva- ddo que el cultivo ha alcanzado en ese sector; ocupa el fngulo de una parte rectangular, oblicuo con respecto a Jas curvas de nivel, en el que el suelo desnudo se distingue fedavia en algunos lugares por entre los jévenes penachos de follaje. Mas abajo, la segunda parcela, que tiene la for- ‘ma do un teapecio, se halla en plena cosécha: los tocones Blancos anches como platos, producto de los troncos.cor- tados, se hallan en mimero aproximadamente igual al de ls plataneros adultos todavia en pie. El limite de ese teapecio valle abajo ests subrayado por Ja presencia det camino de acceso que conduce al puente- eillo sobre el arroyo. Los cinco hombres estin ahora orde+ rnados al tresboillo, dos en cada margen y uno en medio, fagnchado, vuslto rio arriba, mirando el agua fangosa que viene hacia él entre dos paredes de tierra verticals, més ‘0 menos desmoronadas ac& y alla ‘En la margen derecha quedan todavia dos troncos mue- 6 Lacan, 3 vyos por colocar. Forman enire sf una especie de V muy inregular de punta abierta, colecados a través del camino quo subs hacia el fetta y la casa. ‘A... hi regresado hace un instante. Fue a hacer una visita a Ciuistiane, que no puede salir desde haco varios ‘dias por causa de la poca salud del nfo, tan delicado como su madre e igualmeite inadaptado a ta vida colonial. A... ‘quien Franck ha acompanado en coche hasta lx puerta, atraviesa 1a sola de estar y sigue el pasillo para dligirse 2 la habitacién que da a la terraza. Las veotanas de aquéila han permanecido abiertas de per en par toda 1a maiana. A... se acerca a la primera y-cierra el batiente derecho, mientras Ia mano posada en el juierdo interrumpe su gesto. El rostro se perfila on la ‘media abertura con el cuelo erguido y el ofdo a la escucha, [La voz grave det segundo chéfer llega hasta ella. EI hombre canta una cancién indjgena, una larguisima frase sin palabras que parece no tener que acabar jamés, aunque de pronto se interrumpe, sin razén légica. A... ferminado su ademén, cierra el segundo batiente ‘A continuaciéa cietra las olras dos ventanas. Pero no baja ninguna de las eelosin. sienla ante Ta mesa tocador y se contempla en el espejo oval, inmévil, ean los eodos apeyados en el méemol ¥ las dos manos pegadas a ambos lados del rostro. contra las sienes. Ni uno de sus rasgos se mueve, ni sus pérpados de largas pestafas, ni siquicra sus popilas, en el centro del iis verde. Asi, clavada’ por su mirada, atenta y serena, ‘A... parece no sentir pasar ef Uempo. Inclinada hacia un lado, eon el peine de concha en la ‘mano, s2 compone los eabellos antes de ir a Ia mesa, Una parte de sus densos rizes negros cuelga sobre la nuca, La ‘mano libre introduce en ellos sus aflades dedos. ‘A... estd echada en la cama, vestida. Una de sus pior- rnas reposa en la colcha de aso; Ta otra, doblada por Ia 66 rodilla, pende a medias en el bord, El brazo, por ese lado, se dobla hacia la cabeza, que se hunde en la almobada Extendido a través de Ja cama, muy ancha, el otro brazo se separa del cuerpo unos cuarenta y cinco grados. La cara esti vuelta hacia ol techo. Los ojos parecen todavia rmayores a causa de la penumbra ‘AI lado de la cama, contra ef mismo tabique, se halla Ja gran cémoda. A... esté de pic, delante del eajén supe- rior entreabierto, sobre el cual se inclina para buscar algo, © bien para ordenar su contenido. La operacisn es larsa ¥y no requiere ningtin desplazamiento del cuerpo. ‘A... estd sentada en el sillén, entre la pucria del pasillo ¥y Ia mesa escrtorio, Relee una carta que conserva 1a hue- Has muy claras do haber estado plegeda en ocho. Sus lar ‘gas piemas se cruzan una sobre otra. La mano derecha mmantiene Ja hoja de papel en el aise, delante de la cara, y Is inquierda agarea el extremo del brazo de sila, ‘A... esti escribiendo, sentada a la mesa junto a la pri- ‘mera ventana. Se dispone a escribir, es decir. a menos que ‘haya terminado ahora mismo su carta, La pluma ha gue- dado en suspenso unos centimetsos por encima del papel EL rosteo se evanta en diseccién al calendario colgado en la pared Enire esa primera ventana y la segunda, hay sitio justo para el gran armario. A..., que esté junto a él, no es pues Visible més que desde Ia tereera ventana, la que da al fron- {6m occidental, El armario es un armario de luna. A... de- dia su atencisn a mirarse el rostro muy de cerca “Ahora se ha colocado, todavia més hacia la derecha, en cl dngulo de Ia habitaeidn, que constituye también el dn- ggalo sudoeste de fa cast. Serfa fil verla por una de las ‘dos puertas, Ia del pasillo central 0 la del cuarto de bato pero las puertas son de madera maciza, sin sistema de ee- Tosfas que permita ver al través. En cuanto a las eclosias de las tes Ventanas, ninguna permite ya observar nada, a Ahora Ia casa est. vacta ‘A... ha bajado a la cindad con Franck, para realizar slgunas compras urgentes. No ha dicho cules. Han salido de maana, a fin d= disponer del tiempo recesario para sus quehaceres y poder, 2 pesar de todo, estar a la plantacién por In noche. Partiendo de casa alas seis y media de Ia mafana, cuen- ta con estar de regreso poco después de medianoche: en total dieciocho horas de ausencia, de las cusles ocho, por Jo menas, se pasarin en el camino, si todo va bien Pero con esas pistas tan malas, siempre hay que temer retrasos. Aun suponiendo que reemprendan viaje a la hora prevista, inmedistamente después de una ripida cena, pue- en periectamente no estar de regreso hasta la una de la ‘manana, 0 incluso bastante més tarde. Mientras, la casa ha quedado vacia. Todas las ventanas de Ia habitacién estén abiertas, 1o mismo que sus dos puer- tas, al pasllo y al cuarto de bafo, Entre el cvarto de bafio y-el pasillo, ls puerta ests también completamente abierta gual que ta que desde ef corredor da acceso a Ia parte ccontral de Ia terraza, [La terraza esté igualmente vacia; ninguno de los sillo- nes de reposo se han sacado fuera esta mafana. como tam- ppoco In mesa baja que sirve para el aperitivo y el café Pero junto a la ventana abierta del despacha, tas Tosas guardan la huella de las ocho patas de sillén: dos veces {cuatro puntos relucientes, mis lisos que el suelo a su alre- dedor. dispuestos en cuadros. Los dos dngulos izquierdos el cuadredo derecho distan apenas diez centimetros de los dos dngulos derechos del euadrado igquierdo, Estos puntos brillanes s6lo son claramente visibles des- de Ia halaustrada. Cuando el observador se aproxima, Se vaclven horrosos. Verticalmente, par I ventana que s© halla exactamente encima, es incluso imposible localizar su emplazamient. 6 EI mobiliario de esta habitacién es muy sencilla: fiche- 0s y estanterias en las paredes, dos sillas y el compacto eseritorio con eajones. En el éngulo de éste se levanta un [Pequefio marco inerustado de ndcar, que contiene una foto ‘rafia tomada a orillas del mar, en Europa. A... est sen {ada en la terraza de un gran ca‘, Su silla estd situada de través en relacién con la mesa donde se dispone a volver 8 dejar el vaso, La mesa es un diseo de metal con ianumerables aguje- ros, los mayores de los cuales dibujan un complicado rose- Gn: unas $ que parten todas del centro, como los radios oblementeinclinados de una rueda, y se arrollan cada una sobre si misma en espizal en el otto extremo, en la perife- ria det dis. EI pie que To sostione esté constituldo por un triple tallo delgado cuyas ramas se abren para converger ego ‘muevamente, en virtud do un cambio de diseccién, arroén- dose a su vez (en los tes planos verticales que pasan por el feje del sistema) en tres volutas. semejantes. que reposan sobre el suelo por su espiral inferior y estin unidas por me- dio de un anillo, algo mis arsiba de esa curva. La silla estd construida, iguslmente, con placas perfo- radas y varillas de metal, Sus circunvoluciones son mss difcies de seguir, por raz6n de la persona que ests sentada en ella y que en gran parte Iss oculta, Sobre la mesa y cerca de un segundo vaso, junto al bborde derecho de la imagen, una mano de hombre va unida a Ia bocamanga de una chequeta, interrumpida in- mediatamente por la margen blanca vertical, "Todos los demés fragmentos do sillas que pueden distin- uirse en Ia fotogratin pareeen nertenecer a asientos deso- cupados. En esta terraza no hay nadie, como en el resto de Ia casa En ol comedor. s6lo un cubierto ha sido puesto sobre Ja mesa, para el simuerzo, en el lado que esté fremte a la ‘oo, ‘Puerta del «office» y al aparador, largo y bajo, que va des- dde esa puerta a Ia ventana, La ventana esté cerrada. Fl patio est vacio. El segun- do chisfer ha solictado colocar la camionets cerca de los cobertizos, para lavarla. Sélo queda, en el luear que aqué- Ma ocupa ordinariamente, una ampli mancha negra que contrasta con [a superficie polvorienta del patio. Es un aceite que, gota a gota, ha ido eayendo del motor, siempre cen el mismo Tugar. Es ffcil no ver esta mancha, gracias a los defectos del cristal, muy basto, que guarnece la ventana: a0 hay mis que llevar, por sucesivos tanteos, Ia superficie ennegrecida hasta un punto ciego del cristal. La mancha empieza ensanchindose: uno de los lados se amplia para formar una protuberancia redondeada, mae Yor por sf sola que el objeto inicial. Pero, algunos milime- ‘ras més lejos, ese vientre se transforma en una serie de delgadas medias Tunas concéntrcas, que van disminuyendo hasta no ser més que lineas, mientras que el otra borde de Ja mancha se encoge dejando detris de sf un apéndice pe- dunculado, Este, a su vez, se ensancha por un instante: Iuego todo se borra de reponte. Deirds del ctistal, en el dngulo delimitado por el mon- fante central y el bosquecillo, no queda mis gue el color «heiges grisiceo del empedrado polvoriento que constituye el suelo del patio. En la pared de entronte, el ciempigs esté en el sitio de- signado, exactamente en medio del panel, Se ha detenido, breve trazo oblicuo de diez centimetros| de longitud, en Ia pared, @ medio camino entre la arista del zécalo (en el umbral del pasillo) y el Angulo del techo. El animal esté inmévil. Solo sus antonas se bajan una tras fou y vuelven a Tevaniarse, en un movimiento alterno, Ien- 1, pero continue. En su parte posterior, el desarrollo considerable de las ” ppatas —sobre todo el del dltimo par, que rebasa en longi- fud las antenas— permite identiticar sin duda a Sa eseuti- dgera llamada sciempics-arana» o también xciompics-mi- fmutos a causa de una creeneia indigena relativa a la rapide de accién de su picadura, presuntamente mortal. Esta espe- je es en realidad poco venenosa; lo es mucho menos, en todo caso, que numerosas escolopendeas frecuentes en la regisa, ‘De pronto, la parte anterior de su cuerpo se pone en ‘marcha, ejecutando una rotucién sobre sf misma, que en- ‘corva el raze sombrio hacia fa parte baja de la pared. Y de Bolpe, sin tener tiempo para it més Tejas, el bichejo cae fn el embaldosado, retorciéndose todavia a medias y cris- ‘pindose gradualmente sus largas patas, mientras Jas man- Aibulas se abron y se ciercan a toda velocidad alrededor de la boca, en el vacio, en un movimiento de temblor re- Ajo. Diez segundos més tarde, todo ello no es mis que una pasta rojiza, en la que se mezclan restos de artejos, ineco- rocibles. ‘Mas sobre la pared desnuda, por el contrario, Ia imae igen de la escutigcra aplastada se distingue perfectamente, incompleta pero sin imprecisiones, reproducida con la fide- Jidad do una plancha snatémica en la que sélo estuvieran representados una parte de los elementos: una anten, dos ‘mandibulas curvas, 1a cabeza y el primer anillo, Ia mitad el segundo, algunas patas de gran tamafo, etc. EL dibujo parece indeleble. No conserva ningtin reli vv, mingiin grosor de mancha seca que pusda saltar bajo 4a ua, Més bien se presenta como una tinta parda que impregaase la capa supericial del revoque. ‘Un lavado de la pared, por otra parte, es apenas prac ticable. Esa pintura mate’ seguramente no To soportaria ‘pues es mucho mas frégil que la pintura barnizada ordina- a al aceite de Iinaza, que anteriormente habia en la ha- n Ditacién. La mejor solucién consiste por lo tanto en usar Jana goma, una goma muy dura de grano fino que poco a ‘poco fuera despastando la superficie ensucinda, una goma para maquina de escribic, por sjemplo, como la que hay cen el cajén superior izquierdo del escttorio. EL fino trazado de los fragmentos de patas o de antenas se va-en seguida, en cuanto se empioza a froiar con In oma, La mayor parte del cuerpo, muy desvaida, curvada fe punto interrogante cada yez més tenue hacia el extremo de Ia voluta, no tarda tampoco en borrarse a su ver, totale mente, Pero la cabeza y los primeros anillos requieren un trabajo mas insistente: después de haber perdido muy de prisa su color, la forma que persiste continia persistiendo ‘durante un tiempo bastante largo. Sélo sus contornos son falgo menos precisos. La goma dura que pasa una y otra ‘vez por el mismo punto apenas cambia nada, ahora. ‘Se impone una operucién complementaria: raspar, muy ligeramente, con el filo de una hoja de aleitar. Unos polvos Diancos saltan de la pared. La precision del instrumento permite delimitar con la mayor exacttud la regién someti- dda.a'su atague, Un nuevo frote con la goma completa luego ficilmente el trabajo, La huella ha desapareeido totalmente. En su Tugar no queda més que wna zona més clara, de bordes borrosos, sin Adepresién sensible, que puede pasar por ser un defecto Insignticante de la superticie. El papel, sin embargo, se ha sdeleazedo; ahora es més transparente, desigual y un poco menos Tso. La misma hoja de afeitar, arqueada entre dos dedos para que presen te el centro de su filo, sive para alisar as barbas levanta- das por Ja goma. Finalmente, la superficie de la usa lima Jas dhtimas asperezas. ‘A plena luz, una jnspeccién mis atenta de Ja hoja azul ppélido demuestra que dos breves fracciones de patas de letra han resistido a todo, sin duda porque corresponden n 1 trazos demasiado gruesos de Ia eseritura. Hasta que una nueva palabra, habilmente ubjcada de modo que recubsa aquellor dos trazos imitiles, no haya reemplazado a la antigua en la pigina, los vestigios de tinta negra seguirén siendo visible, A_menos que la goma entre nuevamente en juego. ‘Ahora desiaca sobre 1a madera pardo-oscura del eseri- torio, Jo mismo que la hoja de aleitar, al pie del marco inerustada de nécar en el que A... se dispone a dejar de ‘huevo su vaso encima do Ia mese redonda con matiples fagujeros. La goma es un fino disco rosa cuya parte central fest ccupada por una arandela de ojalata. La hoja de afeitar es un rectingulo pulimentado casi sin espesor, 1e- dondeado por sus dos lados menores y con tres agujeros fen linea recta. El do en medio es circular; los otros dos, uno y cuo lado, reproducen exactamente —a escala ‘muy reducida— In forma general de la hoja, es decir, un rectingulo con ios lads menores redondeados. En vez de mirar hacia el vaso que se dispone a dejar ‘encima de Ta mesa, A..., cuya sila esté colocada de través ‘en relaci6n con aquélls, ce vuelve en direceién opuesta para sonreir al fotégralo, como si quisiera animarle a tomar ese clisé improvisado, EL operador no baj6 su aparato para ponerlo al nivel de la modelo. Incluso se ditla que subié sobre algo: banco {de piedra, peldaio o poyo. A... debe levantar el rosto para fofrecerlo al objetivo, Su esbelto cuello esté erguido hacia Ja derecha, Por ese lado, 1a mano se apoya com naturalidad cen el borde del asiento, conta el musio; el brazo desmu- do esté ligeramente flexionado por el code. Las rodillas estén separadas, las pieraas semiextendidas y los tobillos ceruzados. EL talle, muy fino, est ajustado por un ancho einturén de ple hebilla. EI brazo izquietdo, tendido, sostiene el ‘vaso veinte centimetros por encima de la mesa agujereada. B La densa cabellera negra se vyuelea libre sobre los hom- ‘bros, La ola de hermosos bucles de reflejos rojizos se es- tremece a los menozes impulbos que la cabeza le comunica Esta debe de estar agitada por menudos movimientos, im- perceptibles en si mismos, pero amplificados por la mata de eabello que recorre de un hombro a otro, creando remolinos barillantes, pronto amortiguados, cuya inteasidad se vivi fica de sibito en convulsiones inesperadas, un poco mis abajo... més abajo ain... y en un postrer espasmo mucho mas abajo EL rostro, oculto por la posicién que A... ocupa, esti inclinado sobre a mesa en ln quo las manos, invisibles, se entregan a un trabajo minucioso y largo: coger los puntos de una media muy fina, pintarse las usias, dibujar 4 lapiz. algo muy pequeno o borrar con goma una man- cha 0 una palabra mal empleada. De vez en euando A, fendereza ef busto y toma distancia para juzgar mejor su obra. Con Jento ademén echa atrés un mechén rebelde, que se habia desprendide de este peinado demasiado inestable Y¥ que Ia molesta, ero el. mechén rebelde permanece sobre la seda blame cc, tensa por la presiéa del hombro, sobre la que traza tuna Tines ondulante acabada en un gnncho. Bajo la mévil cabellera, el tale, muy fino, esté cortado verticalmente, en tleje de ls espalda, por el estrecho cierre metilico del traje, ‘A... estd do pio en Ja terraza, en la esquina de Ia casa, cerca de la pilastra cuadrada que sostiene el Angulo sudoes- te del tejado, Con ambas maros se apoya en la balaustra- dda, de cara a mediodia, dominando el huerto y el valle entero, EI sol Je da de tleno. Los rayos la hleren fuerte de frente, Pero A... no Jos feme, ni siquiera durante el medio- dia, Su corta sombra se proyecta, perpendicular, sobre el tembaldosado del cal no ocupa, en longitud. mis alld de tun cuadro, Dos centimetsos més steds s2 inicid la sombra ™ el tejado, paralela a Ja balaustrada. El sol esté casi en al cenit, ‘Los dos brazos extendidos distan por igual de una y otra eadera. Las manos se sujstan a ta barra de madera, ‘ambas en idéntica forma. Como A... dstribuye exactamen te su peso, mitad y mited, sobre cada uno de sus altos tacones, Ia simeisa de todo su cuerpo es pertecta, ‘A... esté de pie contra una de las ventanas cerradas del sal6n, exactamente frente al camino que baja de Ia carte tera principal. A través del cristal, mica recto frente a ella, hhacia 1a entrada del camino, por encima del patio pedre- ‘g0s0, una franja del cual, de unos tres metros de anchura, queda oscurecida por Ia ‘sombra de la casa. El resto det patio es blanco, bajo el sol En comparacién, Ia sala grande parece oscura. El traje se matiza en ella con el azul iro de las profundidades. A. no hace ni un ademén. Continda contemplando el patio y Ia entrada del camino, en medio de los plataneros, frente alla ‘A... estd on el euarto de balto, cuya puerta ha dejado entreabierta hacia el pasillo. No esié arreglindose. sino de pie junto a la mesa esmaliada de blanco, ante Ia: ventana cuadrada que Ie lesa a la altura del pecho. Mis alli de la ventana abicria, por encima de la terraza, Ia balaustrada yy el huerto de’ abajo, su mirada s6lo puede alcanzar la masa verde de los plataneros, y més lejos. dominando Ia carreiera que baja hacia Ta Tanura, el espol6a rocoso de la meseta, detrds del cual acaba de desaparecer el ro. ‘La noche, Iuego, no tarda en caer, en esos paises sin crepilsculo, La mess esmaliada se vuelve répidamente do un color azul mds oscuro, igual que el trae, el suelo blanco ¥ los flancos de Ia bafiera. Todo el cuario queda sumido fn Ia oscuridad. Sélo el cuadro de la ventana aparece como una mancha ‘de un violeta mis elaro, sobre el que se recorta Ia silueta 15 negra de A...: Ia linea de los hombros y de Ios brazos y fl contorao de 1a cabellera. A esa luz, es imposible saber si la cabeza se halla de fremte 0 por detrs. En todo el despacho, de golpe, baja Ia luz. Et sol se hha puesto. A... ahora queda completamente borrada, La fotografia slo se identifica por los bordes nacarados del imarvo, que brillan en un rosto de claridad. Por delante brillan también el rectingulo que ta hoja de afeitar dibuja y In elipse metilica en el centro de Ia goma, Pero su brilio ura poco. El ojo ahora ya no distingue nada, a pesar de ue las ventanas esti abiertas ‘Los cinco obreros siguen en su sitio, en ef fonda det valle, agachados al tesbolilo en el pusnte, El agua co- ttienie del arroyo ceniellea ain tajo los times rellejos de Ia penumbra. Luego, no queda nada, En Ia terraza, A... tiene muy pronto que cetrar el libro. ‘Ha proseguido su lectura hasta que la luz ha sido insutic ciente. Entonces Jevanta el rostro, deja el libro encima de Ja mesa bajo el alcance de su mano, y se queda inmév con los dos brazos desnudos extendidos sobre los brazos de sillén, el busto echado hacia atris contra el respalda Y Ios ojos abiertos hacia el cielo vacio, los plataneros invi- sibles, y la balaustrada, que Ja noche también se ha tra- ‘ano, Y¥ el ruido ensordecedor de los saltamontes Nena ya los fofdos, como si munca hubiese dojtdo de estar ahi. El chic rar continuo, sin progresiones ni matices. se percibe de rmucvo en Ta plenitud de su desarrollo, desde hace ya largos ‘minutos © quizas horas, puesto que en niagiin momento hha sido posible distinguir ninguna especie de comienzo, Ahora Ia escena esid totalmente a oscuras, Aunque Ia vista ha tenido tiempo de acostumbrarse, no se contrasta ningin objeto, ni siquiera entre los més prdximos, Pero, ahora, hay nucvamente balaustres hacia el én- agulo de ta case, 0 semibalaustres, para decirlo més exact 16 mente, y una baranda que corre sobre elles y el embaldox sado va emergienda poco a poco al pie, El émgulo de In pared precisa su linea vertical. Un vivo resplandor brota de aris, Es una Kimpara encendida, una de las grandes limpa- ras de benzoe, que ilumina dos piemas en marcha, a la faltura de las rodillas desnudas y de las pantorrillas. El sbay» se acerca, sosteniondo ol asa en el extremo Ge su largo brazo. En codas direceiones bailan sombras. El eboy> 10 ha Hlegado todavia a la mesita cuando la vor de A... se deja off, precisa y medida: le pide que defe la Kimpara en el comedar, despues de haborse ocupado de cerrar las venianas, como todas las noches. Va sabes que no hay que traer Ja Tuz aqui. Atrae mosquitos. El «boy» no ha contestado nada ni se ha detenido un solo instante. La regularidad de st paso no ha sido siquie~ ra alterada, Al llegar al nivel de la puerta, ha dado un ‘euarto de vuelta en direcciéa al corredor y hs dessparecido fn i, sin dejar tras de sf mis que un resplandor cada vez mds pélido: el hueco de la puerta, un rectingulo sobre el fmbaldosado de Ia terraza y seis balaustzes en el otro ex tremo. Luego, nada. "A-v. noha Wuelto la cabeza para hablar al «boy». Su rostro tecibfa los rayos de la Impata por el lado derecho, Ese perfil vivamente iluminado persiste luego en la retina En Ia noche negra, en la que nada queda de los objetos, ni siguiera los mds préximos, 1a mancha luminosa se des- plaza a voluntad, sin que su Tuerza disminuya, conservan- do el perfil recortado de la frente, la nariz, Ia barbilla, 1a boca, ‘La mancha esté en la pared de 1a casa, en las baldosas, en el ciclo vacio. Esté por doquier en el valle, desile el hhuerto hasta el rfo y en Ja otta vertiente. Esti también cen el despacho, en la habitacién, en el comedor, en el 1 sal ea el patio, en el camino que va hacia In crsetera principal ‘Av sin embargo, no se hi movido un spice. No ha abjerta ia boca para hablar, su vou noha turbado ef eee. pito de los salamontes noctaros; el sboys no ha Yenido 8 Ia teraza y, por lo tanto, no ha trade la lstpar, pues Sabe muy bien que au seers no la quer. La ho levado ln habitacién, donde so sera se aregla ahora para sale Ea tanpara ‘std encima de la mesa tocador. A... etd termina t dasto mage ee r9 x sbi aie s© contenta con reproduce st color natural, pero que Parece mds negro bajo esa luz cruda. le "Bt dia no aponta an Franck vendrdensegtida @ buscar a A... paca tevarta has el pucito A. sid statada Geant det expejo oval en el que sw rosto aparece do frente, tiuminado por un solo lado, repitendo a cort distancia el soso de per “Av 50 fina més an, hacin el eopefo: Las os caras se apoxinan. Ahora 600 dan tena cenmesos ana je otra. Pero conservan su forma y postion respectva un perfil y una ears‘ feat, ards ene sf Ta‘mano devecha y In mano del eppjo dlinan, sobre tos labios y sobre su refeo, In exata ingen de Tos labios tin poco mis viva, todavia mas precisa y algo made osc Dos golpes ligeros so oven en la puerta dsl covredor tna DTiaMs tk bos ya mein Does se mucin con pe ~iOuisn es? Es umn voz contenida, como en la habitacién do_un enferme, 0 como la vor do ut ladrén que habara con su cémplice. El sefor est agut —conteta In voz del eboys, a otro lado del tabigque. ene Sin embargo, ning ruido de motor ha turbado et si 8 Jeneio (que no era silencio, sing el continuo sitbido de 1a Himpara a presién). A. dice Woy en seguida, Y¥ termina sin prisas, con mano segura, el earto festén sinuoso més arriba de la barbilla ‘Se levanta, cruza la habitaeién rodeando Ta gran cama {y toma el bolso de encima de la cémoda y el fino sombrero ‘de paja de alas muy anchas, Abre Ia pueria sin hacer ruido {aungue sin precauciones excesivas), sale y cierra Ia pusrta tas def. ‘Los pasos so alejan a Jo largo del corredor. [La puerta de entrada se abre y se vuelve a cervar. Son as seis y media La casa entera esti vaca. Esti vaefa desde ta mafana, ‘Son ahora las seis y media. El sol ha desaparecido do- tds del espolén rocoso en el que concluye el saliente mss importante de la meseta. 'Es noche negra, encalmada; una noche que no da fa menor impresién de frescor, lena del ruido ensordecedor de los sallamontes, que parece durar desde siempre. ‘Ax. no debe rogresar para Ia cena, pues cenardé en la ciucad con Franck antes de emprender el camino de vuelta [No ha dicho que se le preparars nada para su regreso. Eso quiere decir que no novesitaré nada. Es initil aguardara En todo caso es instil aguardarla para cenar Sobre Ia mesa del comedor, el sboys ha colocado un cu bicrtotinico, frente al aparador largo y bajo que ocupa casi todo el tabique entc In puerta abierta del xoffices y la ventana cerrada que da al patio. Los vsillo. que no han ‘ido corridos, dejan al descubierto los seis ristales nerros fe Ia ventana ‘Una sola lémpara da luz a Ia gran habitacin. Pst si- | » BIBLIOTECA CPNTRAL UNAM, lunda encima de la mesa, en ef Angulo sudoeste (es decir, ol lado del softices), iluminando ef mantel blanco. A la cha de Ia limpara, una pequelia mancha de salsa se- fala el sitio de Franck: una huella alargada, sinuosa, 10- ‘dead de signos més tenues. Del otto lado, los rayos hieren Perpendicularmente ta. pared desnuda, muy proxima, hae iendo destacar a plena Juz la imagen del ciempigs aplasta- do por Franek, Si cada una’ de las patas de in escutigera tiene cuatro artejos de longitud parecida, ninguna de las que se hallan aplastadas aqui, sobre Ja pintara mate, esté intacta —salvo luna, quizé, Ia primera a la iaquicrda. Pero esté exiendida, casi rectilinea, de modo que sus articulaciones no son faci” les de localizar con cerieza. La pata original poulia ser sen siblemente més larga aun. La antens, a su ver, eguraments tampoco ha quedado impresa por completo en Ia pared. En el plato blanco, un cangrejo de tierra despliega sus cinco pares de patas do articulaciones muy marcadas, sé. lidas, bien reguladss y encajadas con precisién, Alrededor de Ia boca tos numerosos apéndices de menor tamano son igualmente parecidos entre si dos a dos. El animal se sisve de ellos para producir una especie de chirrido, perceptible slo de cerea, andlogo al que emite en ciestos casos Ta es. wigs Pero la mpara no permite oft nada, a causa de st eon finuo silbido. del que uno no se da cuenta mas que cuando intenta percibir otro sonido, En la terraza, a donde el «boy» ha acabado de trans- poriar Ia mesita y uno de Jos sillones bajos, el ruido de la mpara pasa a segundo término cada vez que un Brito dd animal viese a interrumpirl. ‘Los saltamontes se han cellado hace ya rato. La noche ext bastante adrentads, No bay ai estellas ni tuna. No sopla viento. Es una noche negra, serena y edlida, como todas las olras noches, unicamente cortada acd y alli por 0 las tlamadss agudas y breves de los pequetios cancers Aocturnos, el zmbigo repentino de un escarabajo oe ue fr dels las de mucilage, Lhego reina el slencio, Pero wn ruldo mis diseto, como un runrunc, hace aguor el oo.. Tmedatemente ssn, y de nuevo © impone el sibido dela impara. Tor lo dom, se parece ms aun arfida gus auido de tm motor de coche. Aso ha rgresado todavia Se an rcrasado wh poco, 1 coal es muy normal Con tan mie tas careteras 1a" limpara, indudablemente atras a los mosau x0 los leva hacia su propia Ive. Basia pes com colo E'S clea distancia pata no er incemoJado por ell a n ‘Todos giran alrededor del cristal, acompaftando con sus wuslos cleo sibidounlorme de la lampar, Sis mi- Iiseulas dimensiones, su aljamicnto consterable y's Welocidad ~~tanto mayor cuanto mis corea pasan de In Iie impiden meonocer Ja coniguacion eu cerpo ¥ ds sus alas, Ni siguiera es posible distinguirente elle las Gisinasespcis, y menos aun dales sombre. No son mat que mers perdcuiay en movimiento, que desea lipss mis 0 menos achtedas, en plano horizontaee ¢ de pees Snclineisn, que conan a ditntos nivel 6 foporte dla lampara. ero ls tayetoras pocts veces se centr en és cas todee se alsjan mde hatin un Indo, ln devecha 0 ia iaquirda y & vous tan empliamente que comisculo dssaparece en la noche. Pero inmediatarente velo a eh. trar en estena elu otto en a lugar y pronto reds 50 bits, de modo que evelicion con sit Songectes em Sia zona comin, volentamente ihimiada, aproximads- tment de un metro cincventa de logit ‘A menudo, algunas das clipes $9 adelgnzan hasta Iucersetangencs al glo, @ amber lado de te (por de- Jante y por ders), Entonces quedan reducidas a sus di- mensiones mis cortas, en los dos sentidos, y alcanzan su maxima velocidad. Pero no conservan largo tiempo este ritmo acelerado: en virtud de un brusco alejamiento, el clemento generador vuelve a una gravitacién més tran- quite. ‘Por Jo demés, ya en In amplitud, ya en Ia forma, ya en Ia situacién, més © menos excéntrca, las variantes son probablemente incesantes en el interior del Dando. Para Seguitlas, habrfa que poder diferenciar ls individuos. Como cello es imposible, acaba estableciéndose cierta permanen- «ia de conjunto, en cuyo seno las erisis Tocales, las Hegn- das, las partidas y las permutaciones, dejan de considerarse. ‘Agudo y breve, resuena el grito de un animal, muy ppeGximo, que parece venir del hucrto, exactamente al pie de Ia terraza, Lego ef mismo grito, a los tres segundos, indica la presencia de aquél al otro lado de Ia casa. ¥ otra vex el silencio, que no es tal silencio, sino una sucesién de gritos idénticas, ms menudos, mis lejanos, en Ia masa de los platancros, corca del rio, quizd on Ja vertionte ‘puesta, de uno a otro extremo del valle. ‘Ahora un ruide mis sordo, estitico, acapara Ia aten- eign: una especie de grufide, de ronquido 0 runruneo. Pero, antes de haberse delimitado del todo, el ruido ha cesado. El ofdo, que en vano se esfuerza por encontrarlo, en la noche, no pereibe mas que el jadeo de la Kimpara de presién. Su sonido es quejumbroso, alto y un poco nasal. Pero su complejidad le permite tener arménicos en todas las alturas. De una constancia absoluta, a la vez sofocado y penetrance, Tena la cabeza y Ia noche envera, como si no viniera de ninguna parte ‘Alrededor de la limpara, la ronda de os insectos si= ‘gue siendo exactamente igual. Sin embargo, a fuerza de contemplaria, el ojo acaba por descubrir en ella. corpls- 32 cculos algo mayores que Jos demas. Ello no basta, no obs- ante, para determinar su naturaleza. Sobre, el fondo ne- {gro s6lo forman, a su vez, manchas claras que son cada ‘vex més brillantes a medida que se averean a la Tuz, oscu recon de repente al paser por delants del globo, a contraluz. y luego recobran codo su brillo, euya intensidad va enton- ces disminuyendo hacia la punta de Ja érbita, En su brusco regreso hacia el cristal, Ia mancha viene 1 chocar vielentamente con éste, produciendo una nota seca, Una Yer caida sobro la mesa, se ha convertido en un pequeio coledpter9 rojizo, eon Ids dlitos eerrados, que ccamina dando vueltas lentamente sobre la madera oseura. ‘Otros. animalejos, parecidos @ éste, han ido a par ‘como él encima de la mesa; vagan inciertos, recorriendo con paso vacilamte trayectos Menos de numerosas curvas ¥y probleméticos objetives. Levantando de pronto sus éli ‘ys en una V de ramas curvadas, uno de les animales ex: tiende sus alas membranosas, emprende ef vuelo y se rein- corpora inmediatamente al enjambre de Ios corpuseulos. Pero constituye en él uno de los elementos mais pesados ¥y menos ripidos, y por lo mismo menos difiiles de seguir con Ia vista. Las espiras que describe Giguran sin duda en- ‘ue las mis caprichosas: comprenden bucles, festones, si bidas seguidas de caidas bruiales, inflexiones, puntos de EI ruido, més sordo ahora, dura desde hace ya varios sequndos, © quiz4 varios minutos: una especie de. gru- ‘ido 0 do ronquido o el runruneo de un motor, el motor de un automévil que subiera hacia la meseta por la earre- tera principal. Por un instante decrece, pero en soguida vuelve a empezar. Bsta vez no hay duda de que es el ruido de un coche en la carretera Progresivamente va tomando volumen. Su tepidacién regular, monétona, mucho més amplia de lo que parccia. de dia invade el valle entero. Su importancia rebasa inclu 8 s0 muy pronto lo que I6gicamente puede esperarse de un ‘imple eonduccién interior. El] mido ha Hegado ahora a Ta bifureacién de donde arranca el camino de la plantacién. En lugar de perder ve- locidad para torcer a 1a derecha, prosigue su uniforme ‘marcha hacia adelante y ahora llega a los ofdos después de haber rodeado la casa por su lado oriental. Esté ya més all de la iturcacion. ‘Tras haber alcanzado la parte lana de la carretera, jus- tamente debajo de} rebords rocoso que interrumpe Ia. me- seta, el camiéa cambia de velocidad y prosigue con un runruneo menos pesado. Después su ruido disminuye poco 1 poco, a medida que se aleja hacia el est, iluminado con ‘sus poderosos faros los grupos de drboles de folla eigido que dispersos se levantan en medio de Ia maleza, en sen- ido hacia Ia concesién siguiente, es decir, a de Franck. El coche de éste ha padido tener averfa, una vez més. Hace ya mucho rato que hubieran debido estar de regreso. ‘Alrededor de la lémpara d= benzoe siguen evolucionan- do las elipses, prolongéndose,estrechéndose, alejindose ha- cia la derecha 0 2 te i2quierda, subiendo, bajando 0 balan- cceindose hacia un lado y Iuego hacia el otro, entremezcline dose en un ovillo cada ver més embrollada en el que ya na posible identfiear ninguna curva auténoma ‘A... deberia estar de regreso hace mucho rato. Sin embargo, las causas probables de retraso no faltan Dejando a un Indo el accidente —nunca excluido—, estén los dos reventones sucesivos, que obligan al conductor a reparar personalmente uno de los neuméticos: sacar In rueda, desmontar la cubierta, localizar el agujero en Ia eé- mara a Ta luz de Ios faros, et...; esti la ruptura de alguna conexién eléctrica, a consecuencia de un bache demasiado violento. que, por ejemplo, interrumpiria In alimentacién de Ios faros, obligando a una concienzuda revisién y a un remiendo provisional bajo Ja mediocre iluminaciéa de una cy pila de bolsillo, La pista se halla en tan mal estado que incluso piezas importantes pueden estropearse, si cl coche ya demasiado répido: amortiguadores rotos, efe contrahe- cho, efter partida... También hay que contar con la asis- fencia que jamas se niega a otto ch6ter en apuros. Estén Jos diversos incidentes que pueden retrasar la propia sa- lida: prolongacién imprevista de algin asunto, lenttud cexcesiva del servicio en el restaurante, iavitacién 9 cenar fceptada on el tkimo minuto en casa de un amigo casual- ‘mente encontrado, etc... Finalmente hay que coatar con el ‘cansancio del conductor, que le ha hecho aplazar su represo hasta el dia siguiente EI ruido de un eamién que sube por la carretera, en la vertiento do acd del valle, ocupa de nuevo el aire. Se mue- ve de cieste« este, de un extremo a otto del campo auditivo, y alcanza su mixima potencia al pasar detrés de la casa. Va tan de prisa como el anterior, 10 cual puede hacerle confundir por un instante con un coche de turismo: pero fs ua ruido demasiado fuerte. El camisn no lleva carga, 20 hay Ia menor duda. Son los transportistas de plétanos que regresan de vacfo, desde ef puerto. después de haber dejado sus racimos bajo los cobertizos, a [a entrada del muelle a lo Iaggo del cual esta amarrado ef «Cap Saint-Jean, Es el tema que campea en el calendatio de correcs, en In pared de Ie habitacisn, El navio blanco, flamante, esté aanclada junto al gran maleeéa que —partiendo del margen| inferior— se adclanta en punta mar adentto, La estruc- tra de és no se distingus bien: probablemente se trata de una armazén de madera (0 de hierro) que sostiene tuna calzada revestida de asfalto. Mientras el malecén se Inala casi a nivel de lagua los flareos det navio se levantan a gran altura por encima. Se presenta de cara, mostrando la Tinea vertical de le roda y las dos paredes lses, una sola de las cuales estd iluminads, EI barco y el malecén ocupan el centro de In imagen. 85 EL primero a ta izquierda, ef sepundo a Ja derecha, Alre- edor, el mar esté sembrado de piraguas: hay ocho que son perfectamente visibles y otras tes més inciertas, al fondo. Una embaccacién menos teégil, provista de una vela cuadrada que el viento hincha, esté a punto de doblar cl extremo del muclle. En éste se agolpa un gent{o multi ‘color, cerca de un montén de fardos que se amontonan de- lante'del barco ‘Algo alejado, pero en primer tétmino, volviendo a espalda a esa agitacién y al gran buque blanco que la pro- voca, un personaje vesiido a la europea abserva, hacia la parte derecha de la imagen, una espece de resto de amie ragio, cuya masa imprecisa flota a algunos metros de é) [La superficie del agua esté ondulada por un oleaje debi, corto y regular, que viene hacia el hambre. Fl objeto, vuel- to a medias por las olas, parece ser un vestido viejo 0 un sco vacio. La mayor de las piraguas esté situada en su inmediata cereania, pero se va alejando; toda la atencién de los dos indigenas que a tripulan est4 concentrada, a proa, en el ‘chogue de una pequefia ola contra el easco, encima del cual se clerne un penacho de espuma fijado en el aire por la Totogratia ‘A la izquierda del malecén, el mar esti més tranquilo ain, Adomas es de un verde més continuo. Extensas capas de aceite forman manchas glaucas al pie del atracadero, El «Cap Saint-Jean» acaba de atracar por este lado; hacia 41 converge el interés de todos los demés personajes que cconstituyen Ia escena. A causa de la posicién que ocupa el navio, sus partes altas quedan bastante confusas, excepto Ja cara delantera del castillo, a pasurela, lo alto de la chi- menea, y el primer méstil de carga con su brazo oblicuo, sus poleas, sus cables y sus cabos. En [o alto del mail se ha posado un ave, que no cs ‘marina, sino una especie de buitre de cuello desplumado, 86 tra planea en el cislo, més aniba y a In derecha: sus alas se prolongan una a otra, muy abiertas, y parece que= encioso de la proximidad de] bugue; el ave esté ejecu- tando un viraje. Ms arriba an, corre horizontalmente una rmargen blanca de tres milimetros y luego un borde encat= nado, Ia mitad més estrecho. Por eticima del calendario, que una chincheta retiene ‘gracias @ um hilo rojo en forma de acento circuntleo, el fabique de madera esté pintado de gris claro. Los agujeros {ejados por otras chinchetas son visibles alrededor. Uno menos disereto, ala izquierda, seta el emplszamiento de tuna armelia, o de un clavo grande. "Aparte de estas perforaciones, Ia pintura de ta habita~ ign eoté en buen estado, Las cuatro patedes, como las de toda la casa, estin revestidas de listones verticales de unos ‘diez centimettos de anchura, separados entre i por ws aca~ hnalamiento de doble surco. La profundidad de éstos se subraya con una sombra muy variable, bajo Ia iluminacisn cruda de la Kimpara de benzoe. {Ese rayado se reproduce del mismo modo en Tos cuatro costados del aposento cuadrado —o mejor dicho, cubico, Ja que es tan alto de techo como ancho o largo. Bl techo, por lo demds, esté asimismo recubierto por los mismos Tistones grises. En cuanto al suelo, ofrece tambiga una dis- posicin idéntica, puesta en evidencia por intersticios longi udinales muy mareades, muy limpios, ahondados por los fregados frecuentes que decoloran la madera de las tablas, y paralclos a los acanalamientos del techo. "Asi, las seis caras interiores del cubo se hallan divididas con exactitud en delgadas franjas de dimensiones constan- feo, verticales para los cuatro panos verlicales y orienta das de este a este para los dos planos horizontales. Cuan {do la Lempara se mece en el exttemo del brazo extendido, todas esas lineas de breves sombras méviles parecen anima- as por tn movimiento general de rotacién. a Extetiormente, las paredes do Ia casa muestran, por el contrario, tablas colocadas en sentido horizontal: més ane ‘chas —unos veintidés centimetros— y.cabslgando una sobre otta por su borde extremo, Su superficie, por Io tanto. no se inscribe en un plano vertieal nico, siao en miltc piles planos paralcios, inclinados algunos gradas y que dis- tan entre sf el espesor de una tabla, Las ventanas estin enmarcadas por una moldura y co: ronadas por un frontén en forma de tridagulo aplastado, [Los listones que componen estos ormamentos han sido la. vedos por encima de los tablones imbricados que const yen Ia pared, de tal modo que los dos sistemas s6lo estan fen contacto por una serie de aistas (et borde inferior do cada tabla) entre los cuales abundantes claras importantes, Sélo estin aplicadas en toda su superficie las dos mol. uras horizontales: Ia base del frotén ¥ la base del marco, debajo de ta ventana, En ef dngulo de ésta, un Liquide ‘oscuro se ha deslizado a Io largo de In madera atrave- sando fas Tatas, una tras otra, de arista en aris, y luego el z6calo de cemento, en un roguora cada ver més estrecho que acaba por no ser mas que una linea, y alcanza el slo de Ia terraza en mitad de una baldosa, én Ia que acaba en forma de manchita redonde EL embaldosado, en derredor. est completamente lim= pio. Se friega con frecuencia y una vez mis se ha fregado esta tarde, La tierra cocida, muy fina, presenta una super- ficie mate, grisea, de tacto suave. Las baldosas son de ‘grandes dimensiones; a partir de la mancha redonc, si iguiendo ta pared, no hay mas que cinco y media hasta el PPeldafio de entrada al pasillo La puerta estd enmarcada, asimismo, por una moldura de madera y coronada por un fromtén triangular tambien aplastado, Una vez franqueado el umbral empieza un nucyo ‘embaldosado, cuyos elementos son mucho més pequenos? educidos en una mitad en cada sentido, es decir, de tama- 38 fo corriente. En lugar do ser lisos, como los de Ta terraza, estén rayados, seein una de las ditecciones diagonales, por ranuras muy poco profundas; las partes deprimidas tienen Ja misma anchura que los Indos, es decir, algunos milime- ros. Su disposicién varia de una baldosa a otra, de modo ‘que dibuja unos dngulos sucesivos. Ese débil relieve, ape- nas visible a la Iuz del dia, se acentia a Ia Iuz articial, sobre todo a cierta distancia delante de la limpara, y més todavia si ésta se sostione a nivel del suelo. EL ligero balanceo de la Juz, que avanza a To largo del ppasilo, agita Ia serie inintercumpida de aquellos dngulos ‘con una ondulacién continua, parecida a la de las olas. TEI mismo embaldosado contina, sin Ia menor separa ‘ién, en ol salén-comedor, La zona donde se levanta Ia mesa y las silas esté recubieria por una estera do fra; Ia som= bra de las patas de aquellos muebles gira répidamente, en cl sentido contririo al de las manecillas de un reloj, Detrds de la mesa, en el centro del largo aparador, el jarro indigena parece aun més voluminoso: su gorda ppanza esférica, de tirra roja no hamnizada, proyecta sobre Ja pared una sombca espesa que aumenta medida que Ia uz se va acereando: es un disco negro, coronado por un trapecio isdsteles (cuya base se halla arriba) y por una dele sada curva muy arqueada, que une el flanco circular con uno de los véstices del trapecio. La puerta del woffices esti cerrada, Entre ella y in abertura del pasillo esté el ciempiés. Bs enorme: uno de Jos mayores que pueden encontraYse por estos climas. Con sus antenas alargadas y sus patas inmensas desplegndas alrededor del cuerpo, cubre easi la superficie de un plato ordinario. La sombra de los distintos apéndices duplica sobre Ia pintura mate su niimero, ya considerable. EL euerpo esté encorvado hacia ahajo: su parte ante- sor esti en inflexién hacia el 26calo, mientras que los ‘liimos anillos conservan su alineacién primitiva —Ia de ® un trayectoreciineo quo core a sesgo el panel desde el lmbral del pill, basta ch dngulo del teko, por encima Arta pootaceriada devices EL animal est nmévi. como a Ia espera, aun tran- aquilo, aunque quizi haya adivioado ya el peligro. Sélo fis anena san ta tras ovr yao velven a Teva, ft un movimiento de balance alter, lento pero continue. De pronto la parte deuntera de usrpo se pons en mar- cha, egcutando tna rotacign sia moverse de sie, que et- ov el tazo oblcuo hacia Ia parts baja do Te pared, © Samodatamenc sin enc empo def mds lejos animes iro cee sobre el embaldosed, retoriendose eispando fadunimente sus largas, plas, ifestas sus mandibles Shen yao cite todd yclcidad alrededor de a bea, x vacto, ep tn estemecimicntoseisjo.- Sera posTble Spronimandoo ido oir chiro iro que predic. TE ruido es parcido al del peine en la larga cabeller Las pias de conta pas ua y otra verde ariba a abajo fe ia densa masa negra de weil ros, eleczando fas Pntas yelecizandose a u vets ¥ haciendo erepitar Tos Eabellos suaves racgn lavadon,mntas va bajando Ta tutvo fina fa mano fina do afadosdedos, que vulven 8 cerrase progresivamente Tas dos larga aninas aclean su balanceo alterna animal se ha detnido en climimto cento dela pared, txectametie ala stun dea mirada. El gran desl de it pan en i parte postr da hep emi fesone ter bin peligro de err la sige 6 y del largo aparador, y el otro del lado de las vventanas. Este es el sitio donde se sienta A... de espaldas 4 Ia luz, Come poco, segin su norma. Duraste casi toda ls comida permanece inmévil, erecta en su silla, enmarcan- {do.con sits dos manos de afilados dedos un plaio tan Dlan- ‘eo como el mantel, y con Ia mirada fija en los restos par- dduscos del ciempiés aplastado, que resalta la pintura des- nuda delante de lla Sus ojos son muy grandes, brillamtes, de color verde y bordeados de pestafias iargas y curvas. Siempre parecen preseniatse de eara, incluso cuando el rosiro esti de perfil ‘A... los mantione constattemente abjertos cn toda su ane cues, sean cuales scan las circunstancias, sin pestatear jamais. Después del almuerzo, vuelve a su sillén, en el com two do la terraza, 2 Ja izquierda del sillén vacfo de Franek, Ho ‘Toma el libro, que el «boy» ha dejado sobre la mesa al re« tirar la bandeja, y busca el punto en que su lectura fue interrumpida por la Heguda de Franck, aproximadamente fen Ia primera cuarta parte de la historia. Pero, Iuego que hha encontrado Ja pina, dofael volumen abierto, cara aba- jo sobre sus rodilla, y se queda sin hacer nada, con la es paalda echada hacia atrés contra las tiras de eucro. ‘Al otro lado de la casa, se oye un camign cargado que baja por la carretera principal hacia la parte inferior del valle, la lanura y el puerto —donde el avo blanco esti atracado junto #1 muele. La terraza esti vacia, como toda Ta casa. La sombra ‘que proyecta el tejado coincide exactamente con fos li dde la terraza: el sol estd en el cenit. La casa no proyecta ya la mds misima franja negra sobre Ia terra recién labra- {da del huerto. El tronco de los raguiticos naranjos, asimis- mmo, est clavado en su sitio, EL mido que se oye no es el de un camiéa, sino el de tun turismo que baja por el camino desde la carretera prin- cipal en direccién a la casa En el batiente igquierdo, abierto, de la primera venta- nna del comedor, en el centro del cristal d= en medio, la jmagen reflejada del coche azul acaba de detenerse en me- ‘dio del patio, A... y Franck se apean al mismo tiempo, ppor un Jado y ella por ef otro, por las puertas delanteras. ‘A... lleva en Ja mano un pagquete muy pequefo, de forms Jmprecisa, que por instantes se borra totalmente, absorbido por un defecto del cristal ‘Los dos personajes se accrcan en seguida uno a otro dolante del

You might also like