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asl OW ie @ Yu Lan sintié de pronto et ronroneo del motor RE Re era ee aoe Rae Be ee a ea ee {a cabina descendia un hombre blanco y rubio! ce ee a aed Rene ae na CM a ae nee nn cumplirse el suefo de su vide. Pearl 8. Buck, Premio Nobel de Literatura, es Peer teen aera ecm entee cee tee cee ee Especialmente por su trilogia La buena tierra, Hijos y Un hogar dividido. La que no se ha divulgado es esta conmovedora historia de Yu Lan, que muestra que todos los seres humanos, Peecurenet cn anata teas ett erento Led Yu Lan, el nifio aviador de China Pearl S. Buck Premio Nonet. pe Lrreratura 1938 @ scion de Cone Delfin de Color 1SBN2936-120702, ‘eit se e207 ‘otras Hscoidor LS.BN: 95612-13583, ‘edi: bi de 207, Copii © 1985 hy Pent. Buck ‘Conyight © reseed 197, Dench r dem snor Enprest Eto Zp Zag, 8 "indo por Empresa tra Zig Zag S.A Los Gongatstare 700 an 10 Provide “Teno 107400 Fan 8107455, Erma rigzas@rigravel ‘Sua de Cle preset libro no poe sr repro wen odo en peared ns transte poring aio meio elec, de grab, CD-Rom, foro "neoniackn wi oom de repr, “elasiorincin ei de oe Imps por RR Donny. Asoo cbt Wiliams $50 Cex, ‘Suge de Chie H. bia una vez en China un nifto llama- do Yu Lan, a quien lo tinico que le gustaba eran Jos aviones. Cada momento de recreo lo emplea- bu en hacerlos de papel y madera; de cafias de bambi y pedacitos de seda, de trozos de metal y uerda, En sus libros de estudio, al lado de las letras, dibujaba cuanta clase de aviones podia imaginar, > Perono pareefan reales. Larazén deesto era que Yu Lan no habia visto jamds un avion de {rea S6lo los habfa visto volando en el cielo, a mucha altura, Eran aparatos enemigos, y, siendo lin chinito patriota, no le gustaba copiar s6lo a éstos. Pero {qué podia hacer? El vivfa en una ‘aldefta tan pequefta que nadie se preocupaba de lla, aun en tiempo de guerra. Los aviones vola- ban sobre la aldea, y silos pilotos miraban hacia ‘abajo, todo lo que vefan era un grupito de casas de color café, con techos de paja oscura, que ‘ereefan como hongos de la tierra, y se dirigian a lugares més importantes. Ciertamente no po- dian vera Yu Lan con su chaqueta y pantalones de algod6n azul, ni menos su cara tostada, levan- tuda al cielo. =Quisiera que uno de esos aviones cayera on nuestros campos —dijo Yu Lan un dfa a su padre, El padre se lamaba Kung y era el maestro de-escuela de la aldea, Cuando oy6 decir esto a Yu Lan, le parecié muy mal. Jr>__SU AV ELNNOAVIAZORDECHINA x —{ Qué harfamos con é1, sobre todo si tu- un enemigo dentro? —pregunté, —Ten cuidado con lo que dices —exclamé Ja madre. En ese momento ella barria el umbral. Al hablar miré hacia afuera, porque tres aparatos cruzaban el azul delcielo. YuLan salié corriendo a observarlos. Volaban més bajo que de costum- bre; el nifio pudo apreciar el ancho de sus alas y Ja forma de sus colas. Desaparecieron casi inme- diatamente, pero él volvi6 rapido a su cuarto, dibujé en un pedazo de papel todo lo que podia recordar de Jos aviones y lo guard6 en su caja. Esto era necesario, porque tenia dos hermanos menores: Yu Ren y Yu Fang, y una hermanita: Mei, todos los cuales eran muy intrusos y usaban sus cosas. En su caja guardaba un pequefto modelo de avién hecho de pedacitos de bambi, revestido con papel. Sacé el modelo para mirar- lo, pensando que no habia nadie cerca, pero, al sacarlo, Yu Ren y Yu Fang aparecieron de repen- te, extendiendo las manos, vie YU LAN ELNINO AVIADOR DECHINA ONT a. Déjame verlo! —grité Yu Fang. {Déjame tomarlo un poquito! —suplies Wo Ren. Hasta Mei apareciéextendiendo las manitos pegajosas, porque habia estado chupando un ‘posdazo de azticar. “=|No, no! —dijo Yu Lan, y lo guardé muevamente. Entonces salié a buscar a sus padres para ‘quejarse ante ellos. Padre, quisiera que les dijera a los nifios ‘lle No toquen mis cosas. No creo que debieran fetrur en mi cuarto sin pedir permiso. ;Y, ade- ‘Wids, Mei siempre tiene las manos pegajosas! exclams. " 2jQué familia mas fastidiosa tienes! ilijo el sefior Kung, sonriéndose. Levanté la ‘Vista del libro que lefa—: Veamos, hay algo aqui te interesara Y ley6 en alta vou "El Maestro dijo: ;Qué abundante pobla- ‘lén hay aqui! ¢ Qué haremos con ellos?, pregun- u 16 Jan Yu, Ensefiarles, replicé el Maestro.” El sefior Kung, como era profesor, siempre lefa libros, y Yu Lan sabja que el Maestro a que el libro se referfa, era Confueio, un gran hombre, muerto hacfa mucho tiempo. —Talvez tus hermanosy tuhermana quieren saber algo de tu avién —dijo el sefior Kung—. Quizés, como dice Confucio, ti debieras ense- fiarles, en vez de quejarte de ellos. —Nada puedo enseftarles —replicé amar- gamente Yu Lan—. No sé mucho de aviones. Sélo sé que los veo volar muy alto en el cielo, sobre nuestra casa. —Y espero que jamas se acerquen —excla- m6 la sefiora Kung. La madre estaba en la cocina preparando la comida, que consistiria en embutidos y un plato de repollo y cebollas picadas. Pero el sefior Kung no habia concluido de hablar. Como maestro de escuela, no podia dejar de ensefiar. —Antafio vivi6 en China un hombre que 12 Tie taney UN FEN toa invent6 una maquina para volar —comenz6—. Elemperador oy6 hablardeél y 1o mand6 llamar. “—Me han dicho que has inventado una maquina voladora deseo verla —Ie dijo. “Elinventor, que estaba muy orgulloso de su obra, contesté: “—No sélo se la mostraré, seftor, sino que volaré en ella, “De manera que, en su vanidad, mont en la méquina y se elev6 en el aire. Después de varias vueltas sobre el palacio, descendio y se presents al emperador, esperando una recompensa. “Pero el emperador, que era un hombre muy sabio y pensaba de otra manera, *“—No veoel bien que puede hacerala gente cl volar por los aires; y sf veo el mucho mal que puede resultar de ello. ;Supongamos que nues- tros enemigos llegaran en maquinas voladoras y dejaran caer rocas en nuestras casas, o explosi- Vos en jarros! "Y ordend que el hombre fuera desterrado y ‘quemada su maquina voladora," 4 YU LAN; ELNINO AVIADOR DECHINA SSO NUOORDECINA ag Qué emperador més sabio! —grité la woflora Kung, desde la cocina, donde la comida ‘eomenzaba a despedir olor delicioso—. Si hu- bjesen sido asf, tan sabios, en otros paises, no ‘esturlamos ahora en peligro de ser bombardea- dow, be we 15 eg tn NINO AVIADOR DE CHINA IN ccuchibacseseasanrascon Wescontento, pero como era un nifio bien ‘pilieado no dijo nada. Salié y se senté cerca dela ‘yontana de la cocina, desde donde salfan tan buenos olores, y pensé cudn extrafio era que los ‘lites nunca entendieran a sus hijos. ;Qué im- # tun viejo emperador muerto, cuando to- tos los demas, hoy dia, tenfan aviones? ~ Contemplé a su pichén pavonearse en el en busca de semilla y migajas y, cogiéndo- @xtendié sus alas suavemente. jAh, si slo fa comprender cémo estin hechos los hue- 'Y qué forma tienen las alas! ,Cémo puede pich6n gordo levantar su peso por sobre los s? Por qué, por qué no puedo yo también ‘alas? —Ie pregunt6 al pich6n; pero éste no 16 y Slo lo mir6 con sus ojos negros y Yu Lan solt6 al pich6n y prosiguié con sus ‘{wistos pensamientos. Creo que no veré jamasunavién verdadero 17 NINO AVIADOR DE CHINA ee —pens6—. Vivimos tan lejos de los otros paises. Sin duda que toda mi vida tendré que quedarme en la tierra, mirando al cielo. Nunca sabré lo que ¢s sentirse en las nubes.” Enese momento el delicioso olor de la carne cocida y del repollo era demasiado tentador. Su estémago se encogié de hambre. Se levants y entré en la casa, —Lévate las manos antes de comer—dijo la sefiora Kung, como acostumbraba en esas oca- siones, —Algtin dia lo hardin nuestros hijos sin que se les diga —exclamé el sefior Kung, como siempre. Los nifios no contestaron nada. Obedecie- ron y se sentaron. La seflora Kung puso el plato grande de embutidos en medio de la mesa; el repollo y la sopa, en otras dos fuentes. Yu Lan tenfa tanta hambre que realmente se olvidé de todo lo demas cuando vio la buena comida. Alarg6 la mano sin pensar y tomé un embutido, —Yu Lan, no debes servirte primero — dijo 18 YU LAN, ELNINO AVIADOR DE CHINA ro Aus madre—. Todos los dias te repito lo mismo. Seri muy agradable cuando no necesite ‘decir todos los dias a nuestro hijo Yu Lan que no setvirse primero —exclams el sefior Kung. fino piensa mas queen aviones—dijo Yu ‘en aviones —repitié Yu Fang. —balbuce6 la pequefia Mei. fa verdaderamente cansado de su Silencio! —dijo la sefiora Kung. ‘comprendié lo que su hijo sentia yen su ‘no lo reprendi6. En vez de eso, ella iso en el plato de Yu Lan el embutido y més caliente. personas suelen olvidarse de sus mo- ‘euando tienen hambre —agreg6, dirigién- los otros nifios. Yu Lan mordio el embutido e inmediata- ‘Menie se sintid mejor. 19

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