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| OBRAS. de HENRI LEFEBVRE *(Posteriores a 1958) I ’ Critica de la vida cotidiana La suma y la resta Introduccién a la modernidad La proclamacién de la Comuna / é A. PENA LILLO, EDITOR @ BUENOS AIRES Escaneado con CamScanner —-l— TRABAJO Y ESPARCIMIENTO EN LA VIDA COTIDIANA La erftica de la vida cotidiana fue hecha de miltiples ma- neras en el curso de la historia: por la filosofia y la contem- placién, el suefio y el arte, la accién violenta guerrera o poli-” tica. Por la hufda y la evasién. ~ ~—-Efelemento comtin a esas criticas es que fueron obras de in- dividuos (el filésofo, el poeta, etc.) particularmente dotados, “Tiicidos, activos. No obstante, esa lucidez y actividad individua- “Jes-recelaban una apariencia y una ilusién, por lo tanto una realidad oculta y mds profunda. En verdad, las obras fueron de una época y una clase, y entonces esas ideas se elevaron de lo cotidiano para transformarse en excepcionales y dominantes. La critica de la vida cotidiana era asi critica de las otras clases y se-traducia especialmente por el desprecio del trabajo pro- ductivo; en el mejor de los casos, criticaba la vida de la clase dominante en nombre de una filosofia o un dogma trascenden- tales, que pertenecfan, no obstante, a esa clase. ‘Aqui hay que comprender Ja critica del “mundo” y de lo “mundano”, de la edad media hasta la época (el siglo XVIII burgués) en que el elemento “mundano” hace irrupcién en la filosofia y el arte. "Una de las tiltimas formas de la crftica de la vida cotidiana, de nuestros dfas, fue la critica de lo real por lo surreal. El surrea- lismo, saliendo de Jo cotidiano para reencontrar la maravilla y ‘la sorpresa (inmanentes y trascendentales a la vez, a lo real), volvié insoportable la chatura *. 1 Autoeritica: el lector encontraré aqui (texto publicado en 1946) una apreciacién parcialmente injusta del surrealismo. La polémica Mevé al autor hacia una actitud unilateral. El error del surrealismo como doc- trina (pseudo filosofia, pseudo dialéctien de lo real y del ensuefio, de la sensacion y de la imagen, de lo cotidiano y de lo marayilloso), no indica que no exprese ciertas aspiraciones de una época. Doctrinariamente, el surrealismo conclufa en formas particulares de aliena : por la Imagen- cosa, la magia y el ocultismo, los estados mentales semimérbidos, No obs- tante su desprecio por la prosa de] mundo burgués, su revolucién radical, Escaneado con CamScanner 212 HENRI LEFEBVRE Fue un mérito, con un lado negativo: el desprecio trascen- dental por lo real, por ejemplo, por el trabajo (la ruptura entre j surrealistas y marxistas, inevitable después de tanto tiempo, so- \ previno en una memorable sesién de A.E.A.R. —Asociacin de eseritores y artistas revolucionarios— a propésito del film so- { viético El camino de la vida). | hi No obstante, el hombre de nuestros dias, autor 0 no, per- sigue, a su manera, espontaneamente, la critica de sw vida co- tidiana. Y esta critica es parte integrante de lo cotidiano; se “cumple en y por el esparcimiento. La relacion entre distraccién y cotidianeidad no es simple: hay entre ambas unidad y contradiccién a la vez (por lo tanto relacién dialéctica). No puede reducirsela a la simple relacién en el tiempo entre “domingo” y “todos los dias”, representados como exteriores y solamente diferentes. E] ocio —admitamos sin “examen el concepto— no se separa del trabajo. El mismo hom- bre reposa o se distiende o se ocupa a su modo después del tra- bajo. Cada dia, a la misma hora, el obrero sale de la fabrica, el empleado de la oficina, Cada semana, el sibado, el domingo, pertenecen a las distracciones con la regularidad del trabajo co- tidiano. Hay que concebir, entonces, una unidad “trabajo-es- parcimiento”, ya que ella existe, y cada uno intenta programar su tiempo disponible en funcién de lo que es su trabajo —y de i lo que no es—. La sociologia debe estudiar cémo se refleja en : las diversiones, la vida de los trabajadores como tales, su lugar en la divisin del trabajo y en el conjunto social; o al menos cémo lo hacen en las exigencias concernientes a sus distrac- ciones. i _ Histéricamente la relacién “trabajo-esparcimiento”, en la individualidad real, y en su desarrollo, se ha presentado siem- pre contradictoriamente, . | Hasta la sociedad burguesa, la individualidad, o mejor di- 1 cho, la personalidad * no podia desarrollarse sino al margen del trabajo productivo. En la Antigiiedad, en la Edad Media y hasta el momento en que las relaciones sociales burguesas se mez- slaron con las relaciones sociales de la época feudal —el siglo XVII del “ ”. ime del ane honesto”—, el hombre que puede desarro- ___No obstante, este ar: lismo, 0 este burgués wistéerata © este clérigo ligado al feuda- honesto”, no estén fuera de la divisién 2 Res a de eonciencia 32, el tétmino ‘individualidad (strictu sensu) a las formas do coneien ividad que se dieron hasta el siglo XVIII. tuvieron sentido, Y hi s6lo la imagen osersieey tue tomar en cuenta la hipétesk Ia cual Berets Hest la Petula dove gee quo ste » , ‘zara como a André Breton. i Escaneado con CamScanner EL MARXISMO SIN MITOS 213 social del trabajo y de la practica social sino en apariencia. En realidad, son prisioneros de la separacién del trabajo ma- nual e intelectual. Ademas, directamente 0 no, concientemente o no, tienen una funcién social, aunque ésta se dé en el plano ideo- logico, Leonardo de Vinei era ingeniero y artista; Rabelais, mé- dico y escritor, a la vez cerebro enciclopédico y novelista épico. Montaigne, administrador, y Descartes, oficial y sabio... En la medida en que el hombre de csas épocas estuvo verdaderamente separado de las préeticas sociales y eonsagrado al esparcimien- to —a la pereza— no pudo sino arruinarse como persona y como clase. Otro elemento complica la cuestién: En esas épocas, en esos modos de produccién, el trabajo productivo se mezclaba con la vida cotidiana: por ejemplo en los labradores, en los artesanos. Lo que distingue todavia hoy tan profundamente la vida cam- pesina de la del trabajador industrial, es precisamente esa inhe- rencia de la actividad productiva a la vida entera. El lugar de trabajo se dispone alrededor de Ja casa, el tra- bajo no se separa de la cotidianeidad familiar. Los imperativos de la comunidad campesina (el pueblo) regian antes tanto las fiestas Ja organizacién de la labor y la vida doméstica. Asi pod! sta cierto punto, expandirse una vida que no era, propiamente hablando, individual, sino de homibres inmersos en los lazos —y los lfmites— de la comunidad 0 la corporacion. Con la sociedad burguesa, esos diversos elementos y sus re- laciones fueron subvertidas: en un sentido, diferenciados, se- parados; en otro reunidos en un todo. La sociedad burguesa revaloriz6 el trabajo, sobre todo en su periodo ascendente; pero, en el momento histérico en que surgié la relacidn entre el tra- bajo y el desarrollo concreto de la individualidad, tomé un cardcter cada vez més parcelario. Al mismo tiempo, el indivi- duo, cada vez mas sumergido en relaciones sociales complejas, se aislaba y se replegaba en sf. La conciencia individual se es- cindia (en conciencia privada y conciencia social o piblica), se pulverizaba (individualismo, especializacién, separacién de los dominios de actividad, etc.). Al mismo tiempo, entonces, el hom- bre “en tanto hombre”, se distingufa del trabajador (mis neta- mente, por cierto, en la burguesia que en el proletariado). La vida familiar se separaba de la vida productiva; y también el esparcimiento. Del concepto de vida cotidiana se desprende una cierta o curidad. ;Dénde se encuentra? , En el trabajo, o en cl espare miento, en la vida familiar o en los momentos “vividos” fuera ‘de la cultura? Una primera respuesta se impone. La vida co- tidiana implica estos tres elementos, estos tres aspectos. Es su Escaneado con CamScanner i 214 HENRI LEFEVRE unidad y su totalidad, la que determina al individuo concreto. Esta respuesta no puede, sin embargo, satisfacernos. ; Donde se \ opera el contacto vivo del hombre individual concreto con los } otros seres humanos? ,En el trabajo parcelario, en la vida fa- miliar, en el descanso? ;Dénde se realiza de la manera mas con- creta? Hay diferentes formas de contacto? ,Convergen en es- quemas representados en modelos 0 bien en comportamientos . | fijos? ¢Son complementarios 0 contradictorios? 4 Cuales son sus relaciones? {Cuil es su elemento decisivo? ;Cémo se sitéan la riqueza y la pobreza de esa vida cotidiana que sabemos a la vez infinitamente rica (al menos virtualmente) e infinitamente po- bre, despojada, alienada; y que debemos revelarla ante si mis- ma, y transformarla para que su riqueza se actualice y desarro- Neen una cultura nueva’... _ La exterioridad de los elementos de lo cotidiano (trabajo - vida familiar y “privada” - distracciones) implica una aliena- I cién. Y, al mismo tiempo, probablemente diferenciacién, con- | tradicciones fecundas. De todas formas, es necesario estudiar un conjunto (una totalidad) en las relaciones de sus elementos. La historia social del esparcimiento, muestra las transforma- ciones de hecho como de la nocién* y el nacimiento de nuevas necesidades en el curso de un desarrollo en el cual las etapas pueden entremezclarse o contrariarse. En un principio, los esparcimientos daban lugar a una acti- vidad global e indiferenciada, que no se distingue bien de otros f aspectos de lo cotidiano (el paseo en familia del domingo, la caminata). En un grado més elevado, el esparcimiento implica actitu- _des pasivas. E] espectador ante la pantalla de cine, es un ejem- plo y un modelo corriente de esa pasividad cuyo cardcter vir- tualmente “alienante” salta a la vista. La explotacién comercial f de esas actitudes es también particularmente facil *. En el gra- do mAs elevado, el esparcimiento suscita actitudes activas, ocu- t Paciones personales muy especializadas, ligadas a las técnicas e } implicando, Por ello, un elemento téenico, con la condicién de if: exterior a la especializacién profesional (por ejemplo: la fotografia). Es el esparcimiento cultivado o cultural ° 1 Definicién de esparcimi la lier: “ . sea pnt ron toy lt ey tce Doma: Ocng Eelajarse, divertires o cultvarad™ (coloqute dal VO ody ee eek ed | Centre de Batudion Secolonieos sobre el esparcimiento). Cfr. también el Te Cheihieaclo gator en el volumen de la Bnelopedia Francesa, sobre Py) de oe emendiada sort ree ge tina semana de estudios en Marly, del popular de Marly ‘mimeograticage vlcaciones del Centro de Educacién Escaneado con CamScanner EL MARXISMO SIN MITOS 215 Este breve examen pone en evidencia el caracter contradic- torio del esparcimiento en si mismo y en relacién con lo coti- diano. Engloba posibilidades y lineas tendenciales opuestas: unas hacia el empobrecimiento, por la pasividad, otras hacia el enriquecimiento; unas indiferenciadas (aunque valederas a un cierto nivel), otras muy diferenciadas, unas implican la evasién en el vacio, otras reencuentran la “naturaleza”, la vida inme- diata y sensible, a veces a través de una experiencia técnica muy perfeccionada (el deporte calificado el cine aficionado, por ejemplo). __ La civilizacién industrial moderna, con el trabajo parcela- rio que trae aparejado, suscita una necesidad general de espar- cimiento, y, por otra parte, en e] marco de esta necesidad, otras necesidades coneretas especificas. Es un ejemplo notable de necesidad social nueva y espontd- nea, que la organizacién social oriente, precise, modifique las satisfacciones que ofrece. Esta civilizacién crea técnicas que responden a las nuevas necesidades que tienen; no obstante tienen un cardcter “extra-técnico”. Produce “méquinas de di- versién” (radio, television, etc.). Suscita formas de juego que transforman los antiguos y, a veces, se oponen a otras activida- des, otras se confunden con ellas (asi, en el camping, trabajo y esparcimiento no se distinguen bien, y la vida cotidiana entera es un juego). Las necesidades sociales concretas asi determi- nadas se diferencian cada vez més segtin edades, sexos, grupos. se distinguen espontdneamente en necesidades individuales y necesidades colectivas (distincién entre deportes individuales y en equipo, por ejemplo). La exigencia més notable hoy —en la sociedad burguesa ¥ capitalista que desvia a su manera las necesidades que re- Sultan de un cierto nivel de civilizacién— en lo que concierne a la necesidad de esparcimiento en las masas, es la de ruptura. Debe romper con Io cotidiano (al menos en apariencia), y no g6lo con el trabajo, sino con el ambiente familiar. El caracter de diversion de la jornada de descanso se acentiia asi: no debe vearrear preocupaciones, obligaciones ni necesidades, sino libe- rarse de ellas. Liberacién y placer son, segtin los interesados, Jos raagos esenciales del ocio. Una reunién de familia no tiene este verdadero sentido que podrfa encontrarse en una tarde de de jardinerfa 0 cualquier otro oficio. Los interesados tienden, sues, a rechazar las formas ambiguas de esparcimiento, las cer- tanas al trabajo, como aquellas que implican una obligacién ‘ualquiera, E] aspecto cultural les parece indiferente (lo cual to auiere decir que lo sea efectivamente). Se apartan de lo que “pueda tener visos pedagégicos y acentian el aspecto de distrac- Escaneado con CamScanner 216. HENRI LEFEBVRE cidn del esparcimiento, de relajamiento y de compensacién de “Jas dificultades de la vida cotidiana. Si creemos en los testimo- ios subjetivos de las encuestas, esto seria tan verdadero (o hasta mas) en los trabajadores (proletarios) que en las otras ciales, ase obra de arte inserta en la vida cotidiana (el cuadro 0 la reproduccién, colgados en la habitacién), no constituiria un ele- mento de distraccién. Tampoco el libro leido en el sillén, a me- nos que proporcione una emocién-choque (relato de viaje 0 ex- ploracién, novela policial) o bien la distensién (libros de image- nes, historietas, “digest” que semejan alimentos predigeridos) . Seria sobre todo la imagen, el film —tan distantes como se pue- da (al menos en apariencia) de lo vivido, El hombre “moderno” espera del esparcimiento el fin de una fatiga, de una tensién, el fin de la inquietud y de las preocu- paciones. Implora aquello que una terminologia extendida entre el gran piblico llama relajacién. Hay una verdadera ideologia y una técnica y una tecnocracia de la relajacién (que se obtiene Por procedimientos varios, unos pasivos, por eliminacién del con- tenido de la vida, por el vacio; otros activos, por el control so- bre los actos y los misculos). El] hombre “moderno” espera encontrar en el esparcimiento lo que no halla en su trabajo y en \ su vida familiar o “privada”. ; Donde se encuentra para él la fe~ \ licidad? No lo sabe y no se lo pregunta. Tiende a construirse un “mundo de esparcimiento”, pura facticidad cercana al ideal, enteramente fuera de lo cotidiano. ;Pero cémo crear esa pura facticidad sin referencia perpetua a la vida corriente, sin el re novado contraste que ella implica? } Podria encontrarse en el pasado mas de un ejemplo de arte destinado a embellecer la vida cotidiana por una sabia transpo- sicién: le presentaba una imagen alabadora dé sf misma, le im- Parent estilo, reconociendo lo realizado. Asi fue la pintura flamenea y holandesa. Lo nuevo hoy, en la sociedad burguesa, es la exigencia de ruptura (todo intento de realismo en ate on. Guentra este obstdculo dificil de superar). Es ast que el arte sea ose wuphura se transformé en una técnica comercial apropiada acrsamente explotada, Habiles productores for- dranardgenes “al dia” de lo cotidiano en las cuales lo feo se \ f Ie horrible perros Jo vacfo en lleno, lo sérdido en grande, F eign Gane”. La explotacién de las exigencias Gue todo hombre “moderno” lleva en sf, icilmente pueda escaparse sas imagenes. Salvo ence- zando con lo “sensacional” “|. rréndose en e] Puritanism dose e 5 rec] Ja vida misma y lo “actual ee Escaneado con CamScanner EL MARXISMO, SIN MITOS 217. La irrupeién de la sexualidad en el dominio de las image- nes —y mas generalmente en las distracciones— reclama por si mismo un estudio. Nuestra época asistié a la desaparicién de una serie de tabiies ridiculos —vueltos ridiculos después de ha- ber sido muy serios—, que prohibian las cuestiones sexuales, las vestimentas como signos exteriores a cada sexo, el cuer- po y la desnudez. Y no obstante, como si estas prohibiciones se prolongaran, su violacién todavia produce impacto. Una imagen con significado erético (mas 0 menos precisa) o sim- plemente la vista de un cuerpo femenino atraen violentamente. Los abusos publicitarios no han disminuido adn esta eficacia, y podemos deducir que ella corresponde a algo profundo, La sexualidad exhibida y la desnudez rompen Ja vida cotidiana, y dan ese efecto de ruptura que se: busca en el esparcimiento: lectura, espectaculo, etc. La mujer semivestida lena los af ches, las tapas de las revistas, los films. Esta evasién se asemeja no obstante en ciertos aspectos a una neurosis generalizada; esta sexualidad es triste, este erotismo es fatigado y fatigante, mecdnico. Nada verdaderamente sensual hay en este desenca- denamiento de sexualidad, y es probablemente éste su cardeter més profundo. Desde este punto de vista no eriticaremos al ero- tismo por inmoral 0 impiidico, corruptor de la infancia, ete, dejaremos a otros esta tarea. Critiearemos en él la ausencia de sensualidad verdadera, que supone belleza o gracia, ardor y pu- dor, poder sobre el objeto deseado y realizacién. En el erotismo “moderno”, se sale de lo cotidiano sin hacerlo en realidad: por tin choque y un efecto brutal, pero superficial y puramente aparente, que lleva por el contrario hacia el secreto de lo coti- diano: la insatisfaccién. Chaplin nos ha dado una imagen-inversa verdadera de los tiempos modernos: 2 través de un hombre vivo, a través de sus sufrimientos, sus pruebas, sus victorias. Entramos aqui en el vasto dominio de la imagen-inversa ilusoria. Descubrimos un mundo falso: y en primer lugar porque no es un mundo, porque se da como verdadero y sigue de cerca a la realidad, substituyén- dola por su contrario,, Por ejemplo, reemplazando la desdicha real por fieciones de felicidad, que no responden por una fic- cién a la necesidad real de felicidad. O bien reemplazando Ja 2 Psico-fisiolégicamente, Ia imagen sexual “reanima” bruseamente el exeitante incondicionado, ya unido a numerosos estimulos condicionales ¢ inserto en “estereotipos”. Lo une a una nueva sefial (por ejemplo, el nombre de un producto en un afiche), La eficacin de esas imigenes pre- supone el condicionamiento (la banalidad) y su insuficiencia, la auseneia de fijacién social y de determinacién humana del “instinto”. Presupone la exigencia oscura de un pasaje del condicionamiento habitual pero in- estable y no dominado, a otro nuevo; resumiendo: Ia insatisfacclén, Escaneado con CamScanner 2. 218 HENRI LEFEBVRE : Bech: desdicha s6rdida por la desdicha dramitica, y asi tantos otros, [ { Es el “mundo” de la mayor parte de los films, de la prensa, del t F teatro, del music-hall, de un gran sector de los esparcimientos, Extrafia escisién la del mundo real y su imagen inversa, ya que concluye no en Jo extrafio, sino en la falsa extrafieza, en el misterio de pacotilla considerado como omnipresente *, En verdad, el “mundo” ficticio y mistificador del esparci- miento no se reduce a la explotacién del sexo, de la sensibleria © del crimen. También debemos examinar el deporte. El deporte se desarrollé como cultura del cuerpo, de la ener- gia individual y del espfritu de equipo: como escuela de la sa- Jud. ;Qué resulté de esas grandes ambiciones?, una vasta or- ganizacién social (comercializada o no) y una gran acentua- cién, a veces magnificamente espectacular de la competicién. El vocabulario propio no carece de humor. La gente que asiste a las carreras de caballos, y que sigue a sus favoritos, es Ilamada “deportista”. Cada club de futbol tiene sus “hinchas” que posi- blemente no hayan tocado jamés una pelota. Habrén tomado su coche o el colectivo o el subte para asistir al partido. Participan de la accién y hacen deporte por medio de otra persona. Vi- bran, se entusiasman, pero no se mueven del lugar; se agitan frenéticamente. Curioso caso de “alienacién”: con el deporte, actividad aparentemente incompatible con la ilusién, nos encon- tramos de hecho ante una imagen inversa, compensacién de la vida cotidiana. El anflisis de las relaciones entre la necesidad de esparci- miento y los otros sectores que constituyen globalmente la vida cotidiana, plantea entonces multiples y dificiles problemas. La descripcién de los hechos no es suficiente; para obtener un and- lisis de contenido, hay que agregar un aparato conceptual. El concepto filoséfico de alienacién es indispensable para 2 La verdadera extrafieza (categoria valida de 1a estética) aparece en Melville, Gogol o Kafka. Pero hay que distinguirlos del tono extraiio (y mistificador) para hablar banalmente de cosas banales. La imagen inversa puede ser un procedimiento literario valido. (A Puerta Cerrada, Ja mejor pieza de Jean Paul Sartre, pequefio acto brillante y oscuro, definitive). El easo de la literatura infantil difiere del “caso” de Ia prensa pfontimental” o la polieial. Elemento comin: la ruptura, la desambientacién. lo obstante, esta prensa y esta literatura infantil tienen una temitica Propia. El mundo del nifio, menos y diversamente estructurado que el de! adulto, no reclama una imagen-inversa andloga. A decir verdad, no existe un mundo del nifio. El vive en la sociedad, y el mundo del adulto es.¥% para él jextrafio, lo maravilloso —o lo odioso—. Es a, en tanto mio, Critica de la vida eotidiana de los adultos, pero debe buscar en ella sv porvenir y desarrollar en ella sus posibilidades, En Ins mejores obras desde fe fe qista, un animal familiar (perro, canario) se transforma en el soporte de una imagen-inversa en que ‘ico, con una parte no disimulada de eric, 1 1° banal se hace fantéstic Escaneado con CamScanner — EL MARXISMO SIN MITOS 219 ello. Llegado a la sociologia desde fuera de ella, se hace cientifi- co y permite a la sociologia de la vida cotidiana, constituirse como ciencia y al mismo tiempo como critica. George Friedmann ha querido plantear el problema de las relaciones entre el espar- cimiento y el trabajo al término de un largo estudio particular mente rico en documentos sobre el trabajo humano. En sustancia, en su obra (Hacia dénde va el trabajo huma- no) el esparcimiento se identifica con la libertad y el trabajo con la necesidad. El conjunto de técnicas transforma dia a dia las condiciones de existencia. “Todos los instantes de la vida se encuentran cada vez mas invadidos por ella” y el medio tée- nico se espesa alrededor del hombre '. La nocién del medio técni- co generaliza y extiende a toda la vida cotidiana la relacién del hombre con la maquina. No obstante, las ciencias del hombre, cuyo derecho al anilisis del maquinismo y sus efectos no puede ser discutido *, modifican el medio téenico, por una revaloriza- cién intelectual, moral y social del trabajo, “estrechando el lazo de interés entre el trabajador y la sociedad, fortificando en él estimulantes que justifican su trabajo parcelario y lo integran a una colectividad”. El problema humano es, entonces, doble: por una parte organizacion racional del trabajo, por otra, orga- nizacién racional del esparcimiento, y ante todo, de las “distrac- ciones compensatorias” en que los trabajadores puedan expre- sar su personalidad *. La libertad en y para el trabajo parece provenir principalmente de la intervencién del tedrico, psic6- téenico 0 socidlogo, mas brevemente, de la intervencién de las “ciencias del hombre” aplicadas al “trabajo industrial” ‘, que asegura la libertad “en la medida en que ella existe en ese domi- nio”. Esta medida segin Friedmann parece débil, ya que el ambiente téenico sigue su destino. £1 no caracteriza s6lo la so- ciedad capitalista, sino la civilizacién industrial. = Sélo el dominio del esparcimiento escapa al ambiente técnico, a la necesidad, es decir, a Ja despersonalizacién. En el descan- 80, estamos més all de la técnica. Cumplimos un salto de la ne- cesidad a la libertad, de lo que sojuzga al individuo a lo que lo desarrolla. Georges Friedmann tuvo el incontestable mérito de plan- tear estos problemas y de plantearlos con amplitud. Concreté, en lo concerniente a nuestra época, las tesis de Marx sobre la alienacién del trabajador por el trabajo, también alienado. (No obstante, en Marx, la alienacién del trabajador por el trabajo 3 Cfr. op. cit., p. 23. 242. Escaneado con CamScanner 220. HENRI LEFEBVRE parcelario y la mdquina no son sino un aspecto de una aliena- cién mds vasta —total—, y como tal inherente a la sociedad ca- pitalista y a la explotacién del hombre por el hombre) Es verdad que el desarrollo de las fuerzas productivas (es decir de las técnicas), tiene consecuencias en las reluciones so- ciales estructuralmente ligadas a esas técnicas. Muchos marxis- tas se han encerrado en un subjetivismo de clase; para ellos la nocién de lucha de clases cubre las relaciones de produccién (en el régimen capitalista) y las agota. Han despreciado, entonces, el estudio de las relaciones de produccién como ligadas al des- arrollo de las fuerzas productivas, y esto a pesar de las indica- ciones de Lenin. Analizando el capitalismo monopolista, Lenin mostraba que: “su base son los cambios en las relaciones socia- les de produccién. Es evidente que estamos en presencia de una socializacién de la produceién (...), que las relaciones de la economia privada y de la propiedad privada constituyen una ca- parazén que ya no corresponde a su contenido*. Partiendo de una conciencia abstracta de la lucha de clases se ha olvidado no s6lo el estudio de las modificaciones recientes del capitalismo como tal, sino la “socializacién de la produccién”, y el contenido nuevo de las relaciones especificamente capitalistas, estudio que habria modificado posiblemente la nocién de lucha de clases, Negando a descubrir nuevas formas de lucha. La “sociologia industrial” planteé estas cuestiones, pero asupo resolverlas correcta y completamente? Esto es otra cues. tién. El hecho cierto es que después de los andlisis de Marx, y luego los de Lenin, las fuerzas productivas se han desarrollado y este hecho econémico no puede dejar de tener consecuencias en el plano de los fenémenos sociales. Las declaraciones de Marx sobre el trabajo y su relacién con el ocio, abren un sector de estudio y no resuelven to- dos los problemas. F] anunciaba que el trabajo sera la primera necesidad del hombre, formula clara sélo aparentemente. Para la sociedad, para el hombre social, para el “trabajador colecti- vo”, el trabajo siempre fue, objetivamente, la primera de las necesidades, Quiso Marx decir que el hombre individual trans- formaré en necesidad subjetiva primordial esa necesidad obje- tiva, de manera que pondré fin asf a la alienacién por y en ese trabajo? Sin duda, pero esta formula es diffeil de aceptar cuan- do se trata del trabajo parcelario “moderno”, Ademiis, si nos colocamos en el punto extremo de la téenica y de Ins fuerens productivas, en la perspectiva de la automatizacién, vemos que reclama una interpretacién nueva, ya que la automatizacién y + Lenin, El imperiatismo, fase superior del capitatismo, Escaneado con CamScanner

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