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GRAMSC1Y EL SENTIDO COMUN GUNA NUEVA REFORMA UNIVERSITARIA? SEPARATA: PERFIL POLITICO Y FILOSOFICO DE JURGEN HABERMAS EN LOS MEJORES KIOSCOS -=POESIA= eee ceoerece Aito IX, N° 27, agosto de 1985 Consejo de direccion: Y LIBRERIAS cx Alani aT EE EEE Bees an Carlos Portantier sa Gramug! Hilda Sabat. Hugo Veacetti puede adquirise en: Beatriz Sarlo Librerias del interior: Dingramacion Rio Guarto: Librer’a Lema, Sobremonte aston eat 617. pen Rio Negro: Quimuhé Libros. Espaia 1414, General Roca Rayuela, Colén 678, Libreria Rau! Achdval. Re: pobtiea 8 BEE EB ee eee San Luis: Librer‘a Mediterréneo. Pringles Suscripeiones: 1018. se a Areata an sho 10 . Uruguay Quiosco Salvador. Michelini y 18 de Ju- lio - Paraguay y 18 de Julio Pan 1434, os Litedar, Viel sito Ta ley. Repistre Libreria América Latina: 18 de Julio 2089 (M i EEE Beatriz Sarlo Defensa UNA MIRADA gS we del partidismo en el arte “La tradicién de lo nuevo” Ube permet tre ol te y 2a ctu de stew larse en torno a la tradicion y la continuidad: otra, sobre 1a ruptura y la voluntad de proyectacion. Pero, in- cluso las vanmuardias, esos programas de lo nucvo, sue- len encarar el reordenamiento del pasado, fund: por supuesto, en opciones gobernadas por eco exclu sidn. De cualquier modo, las ideologias culturale petmanentemente ¢! balance, reordenan, vuelven a adjudi- car lugares, organizan la antologia y se colocan respesto Lo que en las potticas es productivo y puede funcionar Jomo material en una miquina de transformacién, no ne- ymente tiene el mismo 8. No todo lo que es legitimo en la ope: es para estos discursos, porque la je puede decir, de gico +s improductivo, sscabellado afirmar que es‘ Asi, el arte es futuro absoluto, aun cuando trabaje sobre ‘el pasado. El retro, el tevivalismo populista o el revivalismo camp pueden’ ser programas estéticos (de hecho lo han sido mas de una vez en el altimo cuarto Puntode Visa /1 EEE de siglo), de cuya validez sélo puede juzgarse por el repertorio de respuedtas a log problemas formal-semin- ficos que plantean, los nterrogantes que dejan abiertos y la forms en que se relacionan con otras preguntas an feriores, que cierran o con las que dialogan mas eficaz: mente. El arte tiene a su disposicion todos los placeres de la arbitrariedad, puede practicar la intransigencia, ser antibistorico e histoncista al mismo tiempo, abommar de la moda y trabajar sobre ella: Baudelaire queria “lo poi io histSrice, To stern en lo transitorio”. ¥ e& {a contradiceion no se resvelve, porque precisamente su poder de susciter formas y topices se fanda en la conser tracion de los terminos en conflicto, En este sentido, Ia intervencién del arte en la vida so- cial puede estar marcada por la radicalidad, estilo de lat Vanguardias clasicas de este siglo: 1a intransigencia que exhibid Borges en cada una de sus intervenciones, esa ne gativa permanente a leer desde un punto previsible del sistema, significa al mismo tiempo reivindicacion del pur: fata y exclusion de todo relativiemo. El sentido de presente trabaja en la perspectiva estéti- a tanto como el sentido de futuro, aun cuando en los Succsivos reordenamientos se incluyen materiales de a tradicién historica: por eso, el acto de fundacional, originado en la conviecidn de que no Se agrega, como acumulacion, a un proceso, sino que aspira a. inaugurarlo, Las vanguardias convirticron este aspect de la modernidad en un punto central de su pro- grama: el presente como tiempo absoluto, forma actual fel futuro, deste donde puede releere el pasado: Law tréamont contemporineo de los surrealistas; 0, si se quie- re, Kafka y sus precusores, el presente como daior de Sentido al pasado. "Lo nuevo no niegs lo anterior, sino ia tradicién en cuanto tal”, te lee en la Teoria estétie y, precisamente por este poder ejercido sobre lo anterior, Io nuevo adquiere 10 que también Adorno designa como ss cualidad ineluctable: “lo modemno es irresistible”. Por ‘ademis, el arte modemo y, en especial, las vanguar- dias, nos acostumbrazon a pensar el cambio bajo la mo- dalidad de la ruptura Tanto en el plano estético como en las dimensiones in- telectual y social, la modernidad esta asaltada por Ia deses- peracion y Ia posibililad del cambio, Esta tension, repre- fentada notablemente por Marshall Berman en All (hae & : ir, afecta el régimen sobre el que se fun daban y pticticas tradicionales y, al volatilizar el elenco de valores estables, desacraliza, introduce el prin tipio de lo contradictorio, extiende el debate a todas las esferas, destruye las dusiones de organicidad, propone, en fin, un mundo en deslizamiento sobre el que el arte arroja luna mirada ironica. Se abre el espacio de las diferencias y fs multiplican Jos puntos de conflicto. No hay razones si no ‘regionales’ que fundamenten las opciones estéticas y gue den algiin sentido al sentido. Crisis institucional del af fe y crisis de los discursos estéticos se potencian en los pro yectos surrealistas, en la apuesta a la negatividad y 'a locura de Artaud, en el erotismo de Bataille y también en la extre~ ma ironia intelectual de Borges, su partidismo “stético, la productividad literaria de su arbitrariedad El lugar del discurso {De qué modo articular un discurso del arte y sobre cl arte en un mundo que, por lo demas, le opone su resis rencia ta problemitica, que dernidad ha vuelto x poner en primer plano (en un gesto Uipicamente moderno), nos enfrenta inmedistameate con la tension que atraviesa los procesos constituidos a partir de rupturas y la desesperada fugacidad que afecta la sensibilidad de las vanguardias, exe clima de conflicto esté tica e ideoldgica, habitado, en ocasiones, porel espiritu de actual debate sobre postmo- 2/Punto ée Vista absoluto junto a la reivindicacion del fragmento 0 el ¢s- tallido del Sentido. Sin embargo, pese a esta tension por momentos extrema, el arte no solo exhibe, adomianamente, la funcion de no te- nner funcion en la sociedad capitalista, esto es la expresion uutopica de una “enigmatica imagen de! hundimiento absolu- to”, sino que también aparece como “el deseo de uns felici dad’ on una experiencia comunieativa libre de los imperati vos de la racionalidad de acuerdo a fmes" (Jiirgen Haber mas, Legitimation Crisis). Esta felicidad de 1a experiencia comunicativa tiene que ver no con los contenidos semanti- {e05 (0 mejor dicho, no slo con los contenidos seminticos), sino con una relacion libre, desplegada respecto de lor me- canismos formales de la produccion significativa. En el arte, diria Habermas, la abundancia de sentidos propone un modelo opuesto al de sociedades donde la libre cireulacion de esos sentidos esti trabada por las institucio- nes, las costumbres 0 la fuerza. Desde este punto de vista, elarte subvierte, por su misma forma, las leyes del autorita rismo al trabajar con “necesidades convertidas en ilegales ¢ intervenit, por lo tanto, del lado de las “victimas de la ra- cionalizacion burguest” Estamos agui no solo frente a una teoris del lugar d arte en la sociedad (aunque ese lugar sea ningin lugar: Adorno), sino también frente a un discurso de flexion © {ética e, incluso, programética? Diria que es posible y qui zis, de algin modo, inevitable. EI discurso sobre el arte, también orientado de acuerdo con valores, se eseribe y se moviliza por el filo positivumente peligroso del anilisis y el proyecto, entre la explicacion y el deber ser, entre la pers pectiva descriptiva y la elecc ca. Quizas sean estas teasiones las que le otorguen un sentido y un interés que desbordan el mundo especializado de la academia {Qué hacemos, entonces, los intelectuales, oscilando en. tre la argumentacion regida por reglas formales ¢ inst nales y programas estéticos 0 estéticoideoligicos que nos vinculen con mayor fuerza y perdistencia a la sociedad? Una iluminacién benjaminiana Una ¢s la vision del historiador, el tedrice o el socidio- g0 de la cultura frente al repositorio de discursos.y practi. cas simbdlicas; pero otra seria la “mirada politica’ sobre el presente y, desde el presente, sobre el pasado. (La iluming- cién profana, escribe Benjamin a propdsito de los surrealis- tas, “corsiste en permutar la mirada historica sobre lo que yaha sido por la mirada politica”.) Es probable que embas miradas puedan coexistir en un mismo individuo: lo que parece mas diffeil es que ambas puedan operar al mismo tiempo. Ello no significa, sin em batpo, que la ‘mirada histarica’ ola ‘mirada teoriea“no pus~ dan proporcionar materiales y perspectivas a la “mirada po. litica’ del intelectual. La misada politica no excluye, me apresuro a decit porque son previsibles las objeciones que cl terror de la palabra politica siembra, y con razén, en es. te campo, sino que se relaciona en su origen con ladimen- sion estética, colocindola (agregaria) en su mismo centro Por esta causa, no practica reivindicaciones piadosas: es ine transigente frente a la mala conciencia con que los intelec. tuales pueden tomar posicin respects de las propuestas culturales no intelectuales, por ejemplo. Al mismo tiempo, la mirada politica practica la moral de no pasarse por alto a si misma: muestra y recuerde la histo. ria de su composiciin, de las desigualdades y clivajes socia- les que fieuran entre sus condiciones de posibilidad. Miro desde mis gustos estéticos. Ellos mismos son una construc cién personal biogritfica, emergente de los topics y las es trategias socioculturales ‘que estuvieron a mi disposicion y Siguen estindolo, EI gusto y sus marcas sociales: el gusto, las teorias, Ia moda: la opinién estética circula por estan ror has ¥ sus limites. No reivindica, come mirada politica, nin. guna perspectiva unificadora, ni deberia pensarse delegada de otros sectores soviales. Queda en pie, de todos modos, el problema de su regu: lacion, y de las garantizs formales para un discurso de ine terés colectivo que intervenga o suscite el debate. A las opi= niones/posiciones de los intelectuales se les exige alguros recaudos en la exhibicion de sus razones por medio de for. mulaciones discursivas articuladas; se juzga oi grado de co- herencia interna. se las compars con juicios anteriores, a¢ las hace funcionar en marcos generales, se examinan los pre- ‘supuestos y'las consecuencias (asi slo sean discursivas).. Habria que resolver, entonces, 1s modalidades de co- existencia y cruce de las definiciones del gusto, sus condi- Clones sociointelectualee y sus reglas formales, en cl inves fior de la mirada politica. Aun asi, pueden avanzarse algu- nas ideas. Un intelectual (quizas deberia arezarse: de iz- quierda) preste sus ojos y sus ofdos alo nuevo y se empe a en escuchar los rumores diferenciados de la sociedad, en el espacio del arte. Sus gustor, ese producto de su pasa do, entran activamente a trabajar, a favor o en contra, de estos rumores, de los esbozos que pueden ser la forma pre~ sente del futuro. Se trataria de atender a aquello menos vic sible, menos audible, discursos y pricticas que. por las fisu- ras. excapan yaa las determinaciones del mercado, ya a los sitcuitos habituales. Pero también se trata de diferenciar lo que, en el mercado, trabaja contra sus reglas, plantea las Preguntas imprevisibles, imagina nuevos modelos de res: irada politica atiende a las figuras de lo nuevo (en el sentido emergente, para usar un término de Raymond Williams) que se apresta a disputar Ia hezemonia de las eran- des lineas culturales, a cuestionar la legitimidad de s impo sicién, aunque quizas no llegue nunca a completar esa ba- tala simbélica. Esta atencion sobre lo nuevo se vineula a esa tradicion del siglo XX en la cual el cuestionamiento de Jas costumbres estéticas puede desemboear en pactos cultu- rales ubicados lateralmente, marginalmente, en el subsuelo © én los limites de los pactos legitimados. La fuerza del meteado (teatral, cinematografico, literario, aungue en me- nor medida) tiende a proponer pactos que uniforman el g5I0, porque es el éxito Ia prueba de la viabilidad de una estética. La mirada politica se fifaria, precisamente, en aquellos discursos, pricticas, actores, acontecimicntos que afirmen el derecho a intervenir en contra de la unificacion, exhibiendo, frente @ ella, el escandalo de otras perspectivas Asi, mirar politicamente es poner en el centro del foco las disidencias, el rasgo oposicional del arte frente a los cursos (Ia ideologia, Ie moral, la estética) establecidos, Una mirada politica sgudiza a percepcion de lus diferencias co ‘mo cualidades alternativas frente a las lineas respaldadas or la tradicién estética o por la inercia (vinculada con e! xito y la facilidad) del mercado. Porque, de algin modo, mirar politicamente el arte supone descubrir las grietas en lo consolidaco, las rupturas que pueden indicar d cam. bio tanto en las estéticas como en el sistema de relaciones entre el arte, la cultura en sus formas institucionales y pric ticas, y la sociedad, , Descubrir cuales son las formas y los itinerarios mediante Jos cuales el discurso del arte cuestiona el mismo lugar que se le adjudica, el orden en e! que se lo integra, desbordan- do los limites de lo hasta ahora posible y esborando, figura damente, quizis utopicamente, las fornias futuras de un sis tema de relaciones. Al defraudar la expectativa y subvertir 4a paute de lo previsible, fragmentos de discurso reclaman ser escuchados de manera diferente, anticipan lo que en una sociedad todavia permanece oscuro, o iluminan con otra luz lun pasado que parecia definitivamente omanizado. Una mic rada politica tambien trabajaria con lo aparentemente in motirado, en la medida en que lo mmotivado 20 responde a las interropaciones consideradas legitimas. ‘Sensible a fas diferencias va lo nuevo, una mirada politi- ca no se dedica « organizar un canon, sino que se mantiene Pum de Viste /3 fn suspenso en la trama de las excepciones, de las propues {as estozadas apenas, dc las iniciativas que rechazan el peso, de la costumbre. Una mirads politica sabe descubr las tendencias que cuestionan o subyierten el orden estético- ideologico, ebriendo vias en las formulas del arte realmen- te existente. ‘La mirada politica atiende a la alternativa y esbora re- corridos entre las formas dispersas y, en ocasiones, casi inaudibles, de lo nuevo. Descubre y pone en relacion. Co- mo refutacion de las costumbres estéticas en el publico y como intervenciéa para el cambio en el espacio de los dis fursos y las practicas, lo nuevo se ve obligado también = producir su lugar (las polémicas, la ironia, las parodias van- guardistas son une estrategia de esa produccion; el escinda- Jo puede sersu modalidad), Una mirada politica descubriria también los espacios vituales, én disputa, de lo nuevo. Y deade alli, puede enunciarse un discurso donde se recono7~ can lineas, quizis fragmentarias, puntos de contacto, estra tegias formales y semanticas en las voces dispersas de la al- temnativa y la disidencia, ‘La mirada politica no se rige por la perspectiva de un sentido comin Pero, a la vez, este discurso de afirmacin de la salud re- sae sobre sus destinatarios en una apelacioa de identifica cion reciproca, La salud e constituiria, a la vez, en el fun- damento de una afirmaciin de sf —ligada a las banalidades Psicologicas que recomiendan “tener una personalidad” que no puede separarse del afi postulado positivista de la “hucha por la vida". ¥ la perspectiva anticipads —fanta- seada~ del trivnfo basado en la salud (vigor, afirmacion de si, adaptacion activa, educaciOn para la vida) es correlativa a la constitucidn de una clase de hombres dotados de atri- butos superiores: una “‘aristocracia inobjetable” que a las aristocracias de la sangre y la posici6n, del dinero y delta lento, agrega “la aristocracia de la salud Esas figuras de felicidad vital son, a fin de cuentas, expresién fantaseade del triunfo sobre la enfermedad y la muerte (;qué es la misma expresidn “viva cien aos”, sino tuna representacion de la inmortalidad?) y la ecuai 5 VAAL. ‘Aprendamos a vivie bien © intelgentement 676.1935, ‘Una aristocracia inobjetable™ (editorial). VI. 4, p, 208, 1939, vids-naturaleza, anuncla_un camino de felicidad que coin- cide con una promesa casi religiosa de salvacion individual 2. El retomo a la naturalera. Lo “natural” aparece afir- mado primariamente como valor y reitera el viejo estereoti po que opone la attificiosdad y nocividad de la vida urbana a la imagen primariamente acogedara y caludable de Ia cam- y la vida al aire libre. Pero, a la vez, la promocion de la (sol, mar, campos, bosques y sierras) coin. cide con numerosos art{culos destinados a las vacaciones. Por otra parte, Is revista misma subordina su temitics tuna petiodicidad lisada con Ia sicesion de las estaciones y destina articulcs y materiales especiales para el verano 0 in: vierno, casi como una prolongacion de los ciclos de 1a naturaieza, 3. La ciencia y la tecnologia modernas. Un sesgo peculiar x afirma en la conviccién de ser expresion de ios “tiempos Auevos" y dirigirse a los “hombres y mujeres de hoy sarantia de “los mis recientes nostulados Y no deja de ser destacable que las expresiones de la ‘modernidad” sean mas patentes justamente alli donde los temas ye alejan del discurso médico tradicional. Por ejem: “conciencia moderna” en Ia const do el “breviario™ de Le Cor cidn de viviendas, transeribie busier. Por otra parts, una seecion fija se ocupa de los temas dad y la vivienda proclamando las ventajas de la nodeina incorporada al hogar. La “aplicacién de los inventos cientificos al hogar” (13 lluminacidn eléctrica 22s, calentadores eléctricos, tostadoras, refrigeradores, ctoétera), “representan el triunfo de la clencia en e hogar ya la vez se destaca— “determinan, cn gran magnitud el bienestar fisico y mental del pueblo’ En todo caso, esta promocidn del confor! y el bienestar fo obvismente a un sector social que podia aspirar a preseatacion de la vida co- Feciso correlate en tas ilustra torial), Mio mio | que VC Pasa los hownbies mujeres de hoy 1p. 7. 1936, Publicads por fa misma reduce VCA.1,2. pp. 79-80. 1934, a estétiea y Ia salud ganan con moderna”, PCA, 1,11. p. 681, 1935 auminacin Punto de Visto /7 ciones, con fotografias en las que suelen aparecer jovenes en movimiento, sonrientes y frecuentemente al aire libre; lus ilustraciones de Ia maternidad ola crianza, por su parte, insisten mas bien en la visiOn enternecedora de Ia madre contenta y sauisfecha junto a un Deb de apariencia seluda- ble. La presentacion fisica, sino es en ropa deportiva, sem pre presents adultos formales y con traies acordes con una condicion avomodada, y el agregado de detalles mas 0 me- nos “distinguidos”: pip libros, flores, etcétera. De cualquier modo, esa renovacion “técnica” produce Innovaciones temiticas alli donde, justamente, los usos fa miliaree se ven alterades. Por ejemplo, la aparicibn y difu- sion del cinematografo motiva que la revista Mfi/o mio Te destine una seccidn fja: “Vaya al cine con sus chicos”. En ella insiste en Ia importancia del cine “como factor educate ipando que algin dia se aplicaré al sistema exolar. Pera, comoel cine comercial puede provocar efectos desven- tajosos en el espectador infantil, “provocando desviaciones en su moral en formacion™, la revista aconseja puntualmen: te las peliculas mas convenientes para el pablico mis peque- fo y, de paso, también orienta a los adultos a través de su “Gufs cinematogrifica para la vamilia’ 4. La autoeducacién y la afirmacion de la personalidad. Fl tema de la salud como una empresa de luchay disciplina individual aparece casi siempre referido, a Ia vez, a valores de éxito social, Una expresion de ello es la atencion ala be- Meza, Si, por un lado, la estética corporal aparece como el signo mismo de un orpanismo sano y activo, Ia belleza, co- mo cualidad propiamente femenina, se constituye propia mente en la condicion del éxito, ante todo matrimonial En “EI derecho de toda mujer: una figara hermosa" lee: “hombres célebres, Vinculados, colocados en expecta bles posiciones no titubearon en unir sus destinos a los de jOvenes provenientes de medios sociales inferiores. ,La ex plicacion? Atraccidn. Belleza. Encanto”. La propuesta del articulo —dirigido obviamente al piblico femenino~ es el curso de la educacton fisica que aparece como la expre- cidn misma de su formacion integral, del cuerpo y el caric- ter, y combina lz obediencia a la naturaleza con las virtue des de la autoeducacion. Y no es lo menos destacable que un discurso que construye, alrededor de la salud, diversas mitologias de salvacion, tome a la mujer como ef objeto y casi el simbolo de su propuesta, que figura el trinsito hacia tuna existencia afirmada individualmente. En ese sentido, en una perspectiva que deshorda al na- turalismo médico a la ver que “naturaliza” el fundamento de toda psicologia personal, lx “personalidad” como pro piedad del individuo (nico ¢ irrepetible, se insiste todavia) comienza sendo la extensidn de un cuerpo activo y atrac- in fisico atrayente crea personalidad”, es otro tex: to ditigido a las mujeres para promover un modelo de belle- za que no tiene nads de exnibicion pasva-contemplativa. “En nuestras manos esti el que nos coloquemos en und posicion tal que todas y cada una de las influencias del me- dio ambiente sirvan para acrecentar y desarrollar todo lo que hay de bueno y admirable en nuestra individualidad.” Y nuevamente aparece el papel de la gimnasia, ala vercomo modeladora del cuerpo y formadora de} caricter. “La mu: jer tiene muchos motivas para estar interecada en decarro- ar paralelamente su personalidad y su apariencia fisica. La fuerza que sustenta ambas es la vitalidad” y “la mayor parte de los puntos de belleza y de atraccion de la mujer sobre el hombre le son proporcionados por la salud, que os vitalidad.” ‘Como una contrafigura de esta exaltada profesion de fe vie tal, la seccion “Conshltenos” difunde sus consejos frente a ssintomas psiquicos que son siempre del orden de la timi- ez, las inhibiciones, los miedos y la depresion: y st bien Heine Pfoude, CA, Il, 11. p. 714. 1936, Obviamente, + trata de una traduccion, Dostor C. Fernandes Riera, VCA, I, 1, p. $4, 193%. 8 /Punto de Vista ‘no descuida, alguna indicacibn fisica, en todos los casos. insiste en la propuesta de educar y fortalecer el cardcter. Una matriz peicomoral funda a Ia ver la promocion de Ja actividad fisica y la “autoeducacion” psiquica: se trata de un movimiento homogénco de conquista ge si que me las formas del empuje, Ia disciplina y la afirmacion indwidual ‘Algo que se refuerza en Ia reiterada atencidn al tema de 4a educacion infantil iqualmente concentrada sobre el tema de 2 formaciin det cardcter. En ese sentido, x insiste en la nccesidad de seleccionar los “modelos” que servirin en la formacion del caricter. “2A quién admiran sus hijos?” (con retratos de San Martin y Pasteur)'? invita a los pax res a examinar “los arquetipos morales de sus hijos” y destaca la “infencia que ios héros 0 modelos tienen en la formacion del cardcter det nino”. Familia y matrimonio Pero, zen qué medida esa exhortacibn a la renovacion ¥ ex modelo de decision y afirmacién individual son co- rrelativos de una efectiva transformacibn de normas y re- laciones en Ia familia? Brevemente, abordaremos la cues tion en toro de los asuntos de la maternidad, de los vineulos familiares y del amor y el matrimonio. 1, La maternidad. Una primera incursion sobre el tema cen la revista, permite advertir la persistencia del vielo dis curso, a la vez naturalista y moralizante, de 12 funcion ma terna como “sagrado deber” y sumision a las necesidades del niho, En todo caso, la renovacibn pasa menos por los valores en juego que por ciertos cambios en cl modo de ia. cerianza, en un todo de acuerdo con los patrones general ya desarrollados. Por ejemplo “Moverse, saltar, corres” ste en la necesidad de dejar 1a mayor libertad de mov mientos y no “reprimir en los nifos impulsos naturales". Pero, en todo caso, es mas que nada un ajuste en la modali- dad del “cuidado” —funcion materna por excelencia— que deberd estar ahora tan atenta y preocupada por la libertad de movimientos de si vasiago como antes lo estaba por abrigarlo y cefitlo, La reivindicecion de la nitce es, ento ees, el centro organizador de la funcion materna a través de una apelaciin que combina diversos recursos. Ante to- do, el Hamado de actualidad: vivimos “el siglo de los nix fos”, en el que éstos ya no permanecen como antano “de- salojados de Ia mesa, del trato habitual y de las inquietudes de los mayores” No interesa, por el momento, analizar mas detenidamen- te lo que asi se inaugura cn tériino de una reconstitucién del nifio como sujeto a la ver natural y social sino, en todo case, 10 que implica para cl diseno de un lugar de madre que debe ser construido —se dice explicitamente— con pau- tas diferentes de las recibidas, De ellas, se desiaca la afirma- ion del valor del fuego: y la importancia asignada 8 la ac Vidad fisica y el contacto con la naturateza, en los términos generales ya consignados. Pero no basta 1a puericultura, y se agrega la exigencia de atender a los deberes que imponen —fambien— “las fltimas luces de la psicoloria™. 2 saber: que en la infancia se sitia “la fijacion de la individualidad En general, el resto es conocido. 1a matemidad no sblo es una obligacion ligada al “cutdado” y ta crianza —“pueri- cultura” y “psicologia"” mediantes— sino que también “de- bbe ser, para toda mujer el periods mas feliz y alegre de m1 vide” Y sin embargo, al mismo tiempo, un mensaje dirigido a las madres “modernat” msinia algunas cualiéades que pro- curan cambiar esa imagen de sacrificio: “El euidado de sus } Profesor Manuel Montes, HM. 1, 3,7, 150, 1936, ® Doctor Maurice Boigey. VA, 1,2, p. 105, 1934, antonio F. Ardissono, ““La seivindicaciin de ix nifiez", VCA, 1, 3.p. 137, 1938 * Maternidad y pucricaltura”. VCA, 1.3, p. 141, 1934. hijos no debe imponerle sacrificios inatiles”,"* no solo acentiia la distancia con el pasado (“nuestros bisabuclos. ¥ nosotras”) sino pregunténdose: “Sera posible criar a los hijos pequefios y no descuidar las inclinaciones estéticas (masica, poesia, etcetera) 9 dedicar algunas horas a past- tiempos y distracciones?”. admitira —casi timidamente y sin ninguna estridencia— 1a legitimidad de un “sano egoiy- mo” de los padres, sobre todo, de Ia madre. 2. Las relaciones familiares. También en este tema, la r- lacion con el nifio concentra en general la: mayor aténcion y retraduce casi todos los problemas en términos de erias- za, educacién 0 formacion de habites. El empleo de casti- os, el recurso a la mentirao al disimulo, y la costumbre de asustar alos chicos, se sancionan subrayando la importancia de relaciones cordiales y de camanideria. Alguaos textos introducen la problemitica de los abue- Jos como un tema bien novedoso en relacién con la tradi- sin anterio La cusstiOn aparece, por uns parte, en ef marco de una “higiene de la vejez" que, ante todo, denuncia —en el re- ¥és de ia trama- que los viejos van convirtiendose en un es torbo para cl modelo familiar organicado alrededor dst tiingulo padremadre-hijo. Y no deja de sct significativo ‘que se asimile is posiciOn det viejo en la familia a la del n= fo, cuando precisamente es sa “reivindicacion de la nifiez", ‘en parte, la que parece motificar la dinamica familiar en cl sentido de una progresiva marginacion del viejo. “Hay que tratar al viejo, en parte, como a un nifo... y respetarlo y queretlo, escucharlo, proteterlo y recrearlo con el sobran- te de nuestra alegria. No hay que instruirlo, ni enmendarlo, ni contradecirlo. Hay que reconocer su autoridad y pedirls consejos, aunque después mo los sigamox Precisamente, e3 desde 1a posicién del itv que se abor- a zlobaimente ‘el rol de los abuelos, en la medida en que 4a actitud de los abuelos afecta virtualmente las reacciones de los nietos. Y, en algin sentido, se intenta “educarlos” Para que acepten una nueva posicibn’ explicitamente, el scomodamiento a la “vida moderna” Tambin resulta novedosa alguna aparicién ‘wor, por sietto, al espacio destinado a la “duetia de casa" t-t'tema del padre. Por una parte, la idea de que existe también un “buen padre” es bastante mas tardia que 4 apelaciones 3 las “buenas madres”. De cualquier mo- Jo, Ia progresiva construccidn de las pautas del discurso de divuigacion, y el seguimiento de sus formas y trans cones, exapa alas posbilidades de este articulo. Sin’ embargo, es bien notario que una primera via de aproximacion al problema pasa por los ajustes en torno de la funcidn de Is auoridad. La paternidad también puede ser “una sagrada mision”. “A, pesar de sus ocupaciones, ue ted puede ser un buen padre","® presenta una primera ver- ston de una historia bien conocida: el “padre muy atarea tipico de esa “vida moderna” ~exhibida como una ‘existencia complicada y febril, llena de ocupaciones y ne- nocios~ que no dedica el tiempo necesario a sus hijos. Co- mo sea, no deja de ser significativo cierto énfasis en Ia ex- hortacibn a una mayor presencia paterna: se trata de evitar el error de confiar toda la tarea a ia madre, sobre todo para al padre “la manifestacion de’ su ascendencia muy infe- 3. Amor y matrimonio, E] dogma cugenésico es, en este tema, de una contistencia y una perduracién bien srraiga- das: en ese sentido la cuestion de Ia eleccién matrimonial % seo Maria dot Carmen J de Rds, M1, 1p. 24, 1936 " Owaldo Loudet, jos", VEA,1, 3, p, 174, i subreyo yo. ™ rofesor Alfio M. River, “Abuelito, no te enojs", HA. 1.3.0. 162. 1936 ® Doctor Alfredo Mosquera, HM, 1.2, Los nifos y tos 76,1936 es planteada en términos en los que los fines de la especie son inicialmente predominantes respecto de las posibilida- des de “afirmacion” o realwzacion individual, En todo cas, como se vera, el ideal cugenésico tiende a completarse, y combinarse con Ia vertiente del matrimonio como via —fe- menina siempre de éxito social ‘La eleceion matrimonial” debe fundarse en “una higic- ne racional de la reproduccion” y Ia primera prevencion apunta a evitar las enfermedades potencialmente transmisi- bles a la descendencia. Ei consejo no deja lugar @ dudas y recomienda ~sintéticamente— “matrimonio temprano € higiénico para que puedan tenet hijos fuertes y de mente sama, capaces de luchar contra ls enfermedades y de con- tribuir eficazmente al engrandecimiento de 1a patria”. De cualquier modo, no cs solo 1a enfermedad fisica a que debe prevenirse a través de una adecuada elecci6n, “EI certificado prenupcial”*? justra el aporte de cada es- pov a le obra comin del matrimonio y coloca de! lado de Ja mujer los componentes “armonia intima”, “criterio”, y del del hombre “optimismo™, “sacrificio”. de lo que pare ce resultar un modelo matrimonial bien existente y restrictivo, En este abordaje predominantemente médico-higiénico e] matrimonio es, ante todo, un estado de obligacion hacia 4a especie ~y los hiies que representan su continuidad— an- tes que un vinculo entre los esposos. Y estu funciom tras- cendente —verdadere pastoral laica~ captura toda nocién “moderna”. Por ejemplo, una lectora (;0 lector?) con el ilustrativo seudénimo “Ignorancia™. pregunta: “qué quic~ re decir ‘zonas erotogénicas’?”, y se Te responde: ™... quie~ re decir aquellas regiones del organismo cuya excitacion pro- voca sensaciones y reflejos de orden sensual, y que la sabi- duria de la naturaleza ha dispuesto de forma tal que sirvan a los sagrados fines de ta reproduccion de ta especie”? En ‘ese sentide, las versiones mis consisteates de la cugenesia de} matrimonio vienen a coincidit con la mas rancia tradi- ida catglica en la condene al “amor apasionado” de los esposos. Otra cuestién repetida sw refiere a la edad matrimoni: particularmente en Ia mujer, Admitida la riz5n médico- hhigiénica que recomienda ¢! matrimonio relativamente tem- pruno, llama ln atencion la imsistencia en que nunca Ia mujer debe ser mayor que ei hombr Una lectora de 29 altos pregunta si puede casarse y ser feliz con su ni y recibe una respuesta con tundente: *. igerirle los serios problemas de indole psicologica que se le plantearin con el correr de los anos. Su problema no es fundamentalmente de orden fi- sico (?) sino de orden sentimental, moral y social”.** ;Por qué esa reiterada cxhortacion a la afirmacion de la persona lidad y a enfrentar los obstaculos de la vida con optimismo (para reproducir ¢! marco de valores propio de cierto discur- 30 moral de VCA) no alcanca para admitir que la diferencia de edad puede ser, en todo caso, encarada y enfrentada? Finalmente, ta inconsistencia de la respuesta ~en relacién con ese marco globslmente optimista del “querer es po- der”— revela una zona apenas abordada explicitamente y ® Doctor Medardo Medina, 1,10, p. 637, 1938, 2 W. Beathin, CA, 1V.1, * VCA.IV. 3, p.230, 1937 ®-Con quién me he de cxar?™ (cuestionario) Responden el doctor Carlos B, de Quirés, et doctor José Belbey y la doctora Mercedes R. de Ginocehio, No todot coineiden en ia condena de 4a pasion en el matrimonio: véase, por ejemplo, ls respuestas de 4a doctora Ginocchio. VCA, X., 312, 1940, 7 W. Benthin, "ZA qué odad debermos casrnos?”, 198, 1937; doctor Nanuet Gonzikr Copolludo, debe casarse la majer?", VEA, VI, 4,9. 263, 1939. % VA, I. p 298, 1937. “La Weceién matsimoniat”. VCH, 1937 VcA. tM, 12, A qué edad Ponto de Visto /9 ‘que se refiere a imagos familiares y sexuales no ficiles de definir en cuanto se abandona Is obvedad de su funcién procreadora Por otra parte, una aproximacion distinta pero conver- gente aborda el matrimonio desde la optica de las conve- ‘iencias sociales. En esa direccion se insiste en la importan- cia del conocimiento mutuo antes del matrimonio, la eon cordancia de rasgos de caricter, afinidades y estatus social El valor predominante es el “éxito” matrimonial en térmi- nos de convivencia y figuracion social Junto a esa figura pprimaria y natural de la pareja procreadora, aparece aqui la Constmucsion del matrimonio como institucion social, seta fa deberes y tarcas propias de una socializacién que impone roles, pautas y obligaciones, tanto mutuas como respecto de los demas. En exe sentido, es notorio cémo un tema francamente novedosa —para la literatura médica de divalgacion— como es el de la infidelidad —siempre masculina~ sparece encart- do por el lado de una psicologia “de salon” que contrasta Su Mundanidad con la apelacion a los fines sigrados que inauguran Ia consideracion det tema matrimonial. “El ma- Fido infiel”™” esta dirigido explieitamente a lz mujer. Luego de introducirla brevemente en el terreno de as “tentacto~ sechan a la monogamia a través de la figura ge- la aventura’, sporta la sigtiente aproximacion “psicoldgica™ al problema: “los maridos ‘calaveras’ som eo- mo los jovenes adolescentes, y a menudo hay que tratarlos como tales”. Acontinuacion pregunta. su imagmaria in- tetlocutora: “*;no sera suya la culpa?™”, y recomienda el uso de algunas artes de seduccién que zenaltan la importancia de “Ia variedad™. Hasta aqui parece una aproximacibn no muy diferente al repertorio de justificaciones que el pro- pio “ealavera” podria esgrimir si fuera descubierto. Pero lo tivo viene en el agregado de un apéndice que propone tun “examen de la duena de casa” (recuérdese que el articu- to versa sobre “el marido infiel”) con preguntas destinadas 4 una auloevaluacion de sus habilidades para poner la mesa, ‘mantener en orden el ropero, cocinar, clavar un clavo, hacer un vendsie, impiar alfombras, coser, hacer adornos florales, anotar los gastos, quitar manchas, ctedtera. Si la referencia 2 la “variedad” y la capacidad de mantenerse atractiva para elesposo hacia pensar en alguna promocion de recursos erd- lucos, cl examen que 1a acompana revela bien una zona de fracturas en li definicion misma del rat de esposa, que en agin sentido va cambiando (es evidente que algunas sopor- tas imenos pasivamente los deslices amorosos de sus cén- Yyuges) pero sin que sea capa7 de sefalar siquiera los verda- ‘etos problemas. Por ejemplo, jpor qué una publicacion co- mo Ta comentada es incapaz de hacer la menor referencia a la institucion del amantazgo. bien arraigada y, todavia di fundida, y que no tiene nada que ver con una “aventura”? La ya citada Lucia Daniells se ocupa también del te- ma™ y hay que decir que, al menos, incorpora agin cle- mento mis actualizado en el diagnostico del hombre, a través de una version libre de Freud, En et hombre coexie ten dos amores distintos: “amor de madre” y “amor de compaaera”, y es la “‘fjacion’” y cl apego ala madre lo que tata detis de la busqueda de “h otta". El marido “e ra" se ha colocado los ropajes de Edipo. Pero persste en su posicidn de objeto de cuidado, ya que ~en elcaso que ilus- Ira el articulo~ es la mujer la que debe proponerse cambiar. Finalmente, frente a la cuestion de las separaciones ma- trimonisles (que es el verdadero problema). la esposa debe garantizar la estabilidad y continuidad matrimonial y, en lineas generale, lo que viene a decirsele es que no se apre- * Lucia Daniels, jimorio?™, VCA, XII, yp. 46, 1941 ® Doctor Rubin Erekine, VCA, VILLA. p. 218, 1939, ® Lucia Danielle, “;Por qué ellos se buscan otra?” 2.p. 131, 1941 10/Punta de Vista YEA, XL ‘sure a romper un matrimonio y enfrente el problema de “Ia infidelidad” viendo s2 propia culpa en él. No es facil anticipar opinion sobre la eficacia del con- sejo, pero en todo caso revela bien Ia estrategia de una “di- valgacion” que si s¢ atreve a sacar a Is lu? una prablemati- a tradicionalmente escondida en el secreto de fos consi torios y los confesionarios es para reforzar el tipo de “so- luciones” tradicionaies. No hay mayores referencias a la dimension amoross, propiamente erbtica, salve come s¢ vio para condenar los excesos. Fn todo caso, en un marco de inspiracion cris- tana, el amor vale si se funda en una “intima comu: piritual”, y para eludir los peligros de la carne hasta se puc- de recurmir a Lenin.” Para no abundar, el amor y la sexvalidad, alli donde no, son directamente obediencia a los fines de la reproduccion, acentiian las cualidades propias del amor cristiano 0 bien reproducen les de una vision social y mundgna. La temati- particularmente ausente salvo en las referencias @ una “educacidn sexual”, basicamente médica Podria esperarse, en el contexto de los valores generales de afirmacion de la “personalidad” individual, alguna referen- a al deseo y algin reconocimiento det crotismo como ca nal de expresion y realizacion individual. Podria, incluso ¥y en los términos propios de su “divulgacion™— admitirse que hay también una “personalidad” sexual, singular y di- ferenciada, y en el marco de la concepeion “psicologica™ propia de ta revista esperarse algiin ubordgje de las relacio- fhes sexuales en términos de una criziea especitica. Pero alli, precisamente, en el limite de ess propuests de“ vacion” y afirmacion personal, se marca como un vacio, la silueta de lo reprimido en el discurso, Perseguir los signos de una renovacion sobre las repr sentaciones familiares en las paginas de VCA implica un re- corrido a través de un conjunto de cuestiones que van des- de la cugenesia matrimonial y los deberes mundanos de los esposos, a la higienc de la maternidad y la crianza, pasando por una incipiente psicologia de las edades evolutivas. Todo: ello no afecta mayormente la representacion general de la familia, ante todo, como un sittema de obligaciones, fu temente naturalizado, Finalmente, si un impacto tenovador es palpable en 1a transformacion “técnica” del hogar y cn algunos cambios de usos y costumbres;si, incluso, la introduccion de nociones mis o menos elementales de Una psicologia fuertemente prescriptiva (una psicologia moral, propiamente) aplicada a ls comprensién de las conductes familiares constituye una relativa actualizacion de nociones y referencias, es, sobre todo, en el terreno del amor y el matrimonio donde el pre~ dominio de valores tradicionales impone la perspectiva mas detenida en el tiempo. En todo caso, diez afos antes y desde otra tradicin cri- tica el socialisino~ José Ingenieros anticip6 los lineamien- tos de un enfogue bien diferente, a partir de una considera- ion critica de los conflictos entre amor y “domesticidad”. Y no esti de mis recordar alguna afirmacion suya que guar da considerable actualidad: “... Is transformacion de los de- eres familiares en funciones sociales permitiré asentar la ‘unidn conyueal sobre normas de simpatia, de justicia y de solidaridad. Emancipados el hombre y la mujer de las cargas de la domesticidad, el matrimonio clectivo y disoluble podré ser una asociacion favorable a la dicha de quienes lo celebren mediante un contrato civil que no humille ni sacri fique a ninguna de las partes”. Doctor Hernin Mandolini, “Amor y matrimonio”, ¥CA, Th, 1, p. 12 1936. En ww cxtemso articulo ol autor incluye in immionte ta de Lenin: “La qusencia de freno en la vida sexual es burgues y ‘ona sefal de dageneracion” (carta a Clara Zetkin). » Tratado det amor (1919-1925), Buenos Aires, Eimer Editor, 19565 9130. BEHH Pancho Liernur LA FABRICA COMO TEXTO Punto de Viste /11 Am de su presencia dominante en el paisaje formal ycontemporanco, los restos materiales de Ia industrializa- ‘cin ocupan en la historiografia apenas un lugar secunda- rio. Casi insignificante si se lo compara con Ia importancia otorgada a otro tipo de documentos, 0 con el rol asumido por las arquitecturas de iglesias, palacios y fortificaciones come testimonivs del pesado, ‘Aun asi, ese pequefio espacio es disputado por varias disciplinas. Fabricas, minas, pucntes, cableados, alteracio- nes geograficas, vias, caminos, carteles, depésitos, casas, artefactos, instrumentos y demas medios de los procesos de produccién, son objeto de estudio para la historia de la industria, de la ingenieria o la arquitectura, para la historia soe ta eae, sobre todo, para Ia arqueologia industrial Designacin surgida en Inglaterra, es con la forma de esta ltima como los objetos que hemos nombrado co: mezaron a ser tematizados en la segunda posguerra. Y son sus métodos y tradiciones —como veremos enseguida~ los que han caracterizado la mayoria de los estudios sobre el Producto de una historia poco atraida por los procesos dela vida material, de una no demasiado desarroliada sensib- lidad piblica por el propio patrimonio, o de la necesidad de atenuar la importancia del proceso de industrializacion de las iiltimes décadas del siglo XIX para sostener determina: dos esquemas politicos, lo cierto es que en nuestro pais co- sino existe un interés por similares objetos. A tal punto que parafraseando a Buddensieg podriamos decir que propor- cionalmente sabemos mucho més de cerimica indigena que de estos tastros industriales que se deslizan hasta nuestro propio presente. Sin embargo, debe notarse que ¢s proba blemente en estos rastros donde se acumula la mayor cam tidad de indicios de “aquella suma de sacrificios humano<” que desde finales del uglo XIX constituyen el corazbn de nuestra historia e identidad modernas, Resulta alarmante entoncrs esa falta Ge sersibilidad pie blica en la medida en que, abonada por una defensa sin at ruantes de ta propiedsd privada, permite la éestruccién y Sispersion de documentos, y con ello una irremediable dam: nati. memorize. Mucho mis por cuanto pareciera que s© trata de una insensibiidad selectiva y no de una ausencis, Es que, gauchismes aparte, resulta evidente que no son po- cos los esfuerz0s(y los fondos) destinades a fines de restay- racién o rescate de preexistencias o documentos que, ala larga, terminan valorvando barrios centrales, consolidando ghetios sd, 0 estimulande negocios tristicos; mientras ‘Que en relacion a estos restos menos memorables se admite fin alarmas ni estridencias el aniquilamiento y ta bastard: zacion del pasads, Por 1o cual, si hacerse cargo del tema resulta dificil por su relative novedad ¥ por la superposicion de campos tebr- {205 que supone, lo es més ain si st tiene en cuenta que ade- mas habra que hacer frente a la resistencia privada y publica 2 considerar estas fuentes y rastros materiales como patri- monio de Ia sociedad; resistencia tanto mayor cuanto mas eterminante en Ia produccion o la especilacion es el rol que estos documentosaiin conservan Factor de transformacion de esta insensibilidad y resis- tencia, y pese a la debilidad de sus condiciones empiricas y tebricas, los estadios que puedan ir realizindose adquieren por eso una importancia especial. Por su parte, la desrentaja de partir de muy pocosantece- dentes puede incluso trancformante en ventaja, consideran- do que de tal modo se podrin abordar en modo mis amplio y desprejuiciade teorias y formas de operar que, habiendo Edo sancionadas como vilidas en ciertos ambitos, encuen- tran en olfos objeciones que merecen ser atendidas, Princ: pal campo de referencia, conviens en principio abordar de este modo la Industrial Archaeolozy. No puede dudarse que los estudios y trabsjos realizados Siguiendo los presupuestos de esta disciplina han sido de 12 /Punto de Vista grin utilidad, sobre todo en tanto han permitido elrescate y Ja puesta en valor de un enorme patrimonio. Pero no ¢s menos evidente que esto ha supuesto simulti- neamente la desvalorizacién de otros restos, y por afadidu- ra la subestimacién de conflictos y contradicciones que una aproximacion de otto tipo hubiera podido traer a la luz ha- cigndose eargo de los mismos documentos. Y se trata de inconvenientes que no deben ser entendi- dos como simples ““defectos” 0 carencias, sino como aspec- 105 sustantivos de la propia disciplina Debe recordarse que la arqueologia industrial = origin cen Inglaterra no solo como consecuencia “natural” de la fuerte presencia del pasado y de una tradicion dickensiana de denuncia. Lo hizo, y en la inmediata pouerrs, precisa niente en el momento en que una industria desvastada por los bombardeos se proponia una transformacion profunda de sus anteriores modos de organizacion bajo el estimulo de una cuforia de vencedores que permitia imaginar un mundo nuevo. En estas citcunstancias, la puesta ea valor de ciertos ras: tros “significativos” de lo que habia sido una “primera” revolucion industrial: Ia reclusion de las formas “*maldita de la industrializacion salvaje, de sus desastres ecologicos, de sus atentados a la vida cotidiana de los hombres, al esp cio de lo “otro permitta proponer mediante una operacion doble -edulvorants vente condenatoria de ete pasado ~ los abalorios de una “nueva”, esta vez si “huma a”, “segunda” revolucion industrial Probabiemente por este motivo, las iniciativas de revalo- racion, estudio y conservacion no surgieron desde el polé- mico ‘campo ascadémico de Ia historiografia briténica, sino que fueron manifestandose lentamente, desde la perife- ria, mediante la accién de periodistas, voces individuales grupos de defensa local. De este modo, la forma “popular”, casi espontnea con que comienza la Industrial Archéeology fue otorgindole el perfil caracteriztico de un saber amateur Podria objetarse que esto no constituye un problema sino lun mérito. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que de este modo el criterio de seleccion de los documentos ha side predominantemente de un pintoresquismo esteticists, la vez que el método de estudio no ha transcendido las formas del coleccionismo, De esta manera, se ha alentado un museismo genético, la puesta en valor de cas0s, o 4 lo sumo Ia consideracion de se ries tipologicas separando casi siempre a los documentos de las historias © determinaciones gencrales de los que forma, arte. Es advirtiendo estas limitaciones coma frente a esta tra dicion se han ido manifestando otras formas de abordaie Ucl tema. Las més sustanciales parecen: las surgidas en el Ambit de Ia historiografia del arte alemana contemporinea, las estimuladas por algunas experiencias de gestion territo- rial en Italia, y las que devienen de los estudios de cultura Popular desde las ciencias sociales. En el primer caso se ha introducido el concepto de cultu- 13 industrial Undusiriekulrur). Esto supone encarar los ras tos de la industria como “resultado de los incuestionables atributes del poder economico —Ia perfeccion técnica y Ia ‘organizacion industrial~, pero también de los “impulsoses- pirituales', de los modelos sociales y de las ideas culture les”! De este modo, en trabajor como el estudio sobre la produccidn de la AEG al que pertenece ¢] texto citado, se logran superponer con gran eficacia materiales de distinto fi origen, permitiendo a las trazas materiales asumir un rol Protagonico en la comprension del conjunto del proyecto cultural al que pertenecen. En realidad, e# trata también de considerar el nuevo Iugar que puede ocupar la historia de la arquitectura en los estudios de Ia sociedad, En efecto, especialmente a partir de las experiencias realizadas en c] Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia, la obser. vacion de objetos, construcciones y otras trazas materiales mediante un instrumental complejo, que se remite a las mis rigurosas tradiciones filologicas de la historiografia del arte, ha demostrado ser de gran utilidad para “iluminar -o mejor, estimular a ihuminar con anilisis especfficos— secto- res dejados mexpiorados por otros émbitos.historio- srificos En la misma linea de analisis —en estrecho contacto con los historiadores venceianox—, también para Carlo Guinz burg, “es de primordial importancis Ia observacion de aquellos elementos menos centrules de Ia tormenta social. ues alli donde la pugna se distiende y donde los sistemas lingiisticos no son llamados a desempenar un rol especial- mente principal, ex alli donde pueden detectarse signos 10 contaminados 0 manipuladas por el sistema global de do- ‘minio con mas facilidad’ En el segundo ceso resultan especialmente estimulantes los trabajos de Caputo y Negri en el Politecnico de Milin, particularmente en tanto proponen el anilisis de rastros en elmarco de lo que denominan Area Industria Esta nocidn, al tiempo que se hace cargo de los ya seit lados limites de la Industral Archaeology, tavorece el estu- dio de Ia totahidad integrada de productos y acontecimien- tos en una porcion restringida del tertorio, teniendo en cuenta, como advierte Borsi, que “la fabrica no puede ser tomada en consideracion por si misma como tipalogia ar- quiteetoaica, en sus aspectos historico-tecnologicos, sino que debe ser vista como el baricentro de un sistema De esta manera es posible incorporar en una misma te- "a no solo los documentos y factores vinculados a poli ticas expresamente formuladas, sino también las consecuen- cas en 1 modo de vida de Ia poblacin de la zona, as trans formaciones de los espacios y elementos de la vida cotidiana de los habitants, 1a instalacion de servicios o la incorpora- cidn de nuevos habitos y comportamientos, En el tercer ca s0, frente a la valorizacion de la fibrica como mero “recuer 40 pintoresco”, han podido iniciarse en los dltimos afios ‘nuevas aproximaciones que buscan comprenderla como @- tefacto de control y disciplinamiento, formando parte de la construction de los dispositivos del poder modern, Me re- fiero a los trabajos sobre el espacio del trabajo a los que han dado impulso las reflexiones del iftimo Foucault, uddensicg, Rose, Industriekuttur. Peter Behrens und die AEG, Berlin, 1979. 2 Tafari, M., La sfre oil labirinto, Torino, 1980. Guinzbure, C. ET queso y lorgusanos, Madrid, 1982. 4 bors, F 1978 Introdusione ata Archeologs Industrale, Roma, Punto de Vista /13 ‘Como ya he dicho, en nuestro pais se han investigado muy poco estos temas. En el campo de la “historia de las costs" a las que arriba hacia alusion, fueron realizados hi Yeinte afios los tinicos estudios, meritorios por sy propia ‘existencia, pero asistemiticos y demasiado influidos por la vision estético-técnica de origen briténico. Tal que el ani lisis estaba puesto en el valor “funcional espontineo™ de los ejemplos presentados, escoridos dejando de lado otras fas y_ menos pintoreecar, de le industializacion. ‘De ahi aue, como sucede en otras ireas, quienes hoy s¢ interesan por estos objetos tienen ante si ur inexplorado ¥ extenso territorio, debiendo afrontar como principal obs theulo ta incentidumbre y la perplejidad habituales én las decisiones iniciales. Por lo que he dicho creo que seria auspicioso que pur Gieran comenzar a encarane cas9s tratando de uni las dis: tintas historias —téenicas, sociales, economicas, politicas— fe la produccion industrial, al unpacto de ésta sobre ef temitoria inmediato y, més en general, su rol en las onstrucciones culturales con las que no pudo menos que hacer sus cuentas. Pero simultaneamente deberian ir buseindase modos coneretos de accionar que permitan evitar la destruccion del pattimonio documental, siendo evidente que, dado cl abourde de un panconservaconismo a ultranza, resulta Jmprescindible una estrecha relacion aecibrrestudios como forma de determinacion de los crterios de vslor. ‘De la niqueca de contenidos, de la importancia documen- tal y de iz necesidad de una atencion mis cuidadosa de Eston “estos materiales” pareceria de todos modos no ‘eaber dudes. Como propone Borst, “no se trata solo de Jos testimonios del progreso, det ‘magnifico y progresivo esting’ en sentido positvista, sino de aquella dialctica {ocial, de aquella lucha de clases, de aquella suma de sueri- ficios humanos que on 1a fSbrica, en la construceion de las instalaciones extractivas, en las redes de comunicacion, han ‘isto su realizacion mas completa. [...] Dado que el concep fo de monumento en sentido celebrativo ha sido sustituido por el de ‘bien cultural’, no hay dudas de que los tesiimo- fis de la arqueologia industrial pueden asvmir tal signifi- ado mis alli Je cualquier retorica populista 0 de cualquier voluntad celebrativa, o mis aun, de mala conciencia, justa- Inente en tanto pertenecen a los testimonios de un mundo que no © puede condenar al olvido y que no se puede ahandonar a a natural destruceion del tiemp. 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A iniciativas escritas de Adriana Pui ggrés y Beatriz Sarlo, se sumaron las observaciones, criticas y modificaciones de Alicia Azubel, Gregorio Kaminsky, Jorge Kors, Ricardo Nudelman, Hilda Sabato y Hugo Vezzetti. rtimos, en la reflexion colectiva, de Ia situacién actual de la Universidad de Buenos Aires, que se origina hace Ya varios aflos y es compartida por otros centros acauémi- cos de Améric Latina: explosion de la matricula, pero tam bién altas tasas de deserci6a, irrepularidad cn los tiempos y modalidades del cursido, prolongadas permanencias en el Ambito de la universidad que no se traducen en ningin re conocimiento simbdlico para ios estudiantes, ni tampoco en una mayor eficiencia de la ensefianra y cl aprendizajc, dificaltades preupucstarias, edilicias y de recursos hums hos que afectan a la mayoria de las carreras, ctcétera. Nuc tra preocupacion y los ‘juegos de soluciones’ que se ofreeen censeguids, reconocen algunos presupuestos 4, que la universidad debe jugar una funcion central en la ree istribuown social de saberes, discursos y practicas b. que es, en este sentido, un espacio de nivelacion, cuya funcién democtatiea es necesario defender y profundizar; 6 que e también un escenario piblico donde diferentes Sectores sociales realizan experiensias comunes, tanto des de el punto de vista cientifico y tecnoldgico como desde el institucional-politico d. que, en consecuencia, la universidad prove a la forma cién de cuadros cieatifices y_profesionales en un medio atravesado positivamente por tas tensiones, problematicas ¥ conflictos que afectan a la sociedad argentina: €. que, al mismo tiempo, la universidad debe ser una insti tucion del mis alto nivel posible cientifico y tecnoldgico, esto és: no s6lo un ambito de transmision y redistribucién sino también de produccion de conocimiento. No es dificil percibir que entre estos obietivos pueden rezistrarie contradicciones que, en nuestra opinion, no de- berian ser liquidadas en uno u otra sentido (por ejemplo: lexcelencia versus restricciones al ingreso; 0 execleneia ver~ us politizacién del espacio universitario), sino que deberian ser discutidas por los actores participantes. Nuestra expe- riencia como universitarios nos indica que fa fommacion ideoldgico-politica implicada en las pricticas de cogobie- no, de las distintas formas de manifestacion del movimien to estudiantil dentro y fuera de los centros de estudiantes, son rasgos que, en el proceso historico de fos iltimos se senta afios, han contribuido a la formacion de cuadros poli- ticos y de actores sociales importantes en todo el espectro de tendencias de la Argentina. Pero esta experiencia tam= bién nos advierte sobre las dificultades actuales para com patibilizar los reclamos contradictorios de un ingreso masi- vo con los obyetivos de excelencia cientifica que dan senti- do a la institucion académica. Partimos de registrar dentro del cuadro de situacin a los factores que hacen previsible que las dimensiones del pro- blema universitario, en Io que se refiere a la expansion de su matricula, permanezcan de aqui en mis como rasgos tables. Para sectores muy amplios de las capas medias y me dias bajas, que aportan el grueso de los 80,000 inscriptos anuales 2 1a UBA, cinco aflos de escolaridad secundaria son pereibidos como insuficientes por diversas razones: por un lado, modalidades de entrada parcial, temporaria o infor- mal de los jOvenes al mercado de trabajo, que, precisamen- te por eso, permiten imaginar la posibilidad de seguir inclui- dos en un sistema formal de enwedanzs: por el otro, Ia a sencia o reduccidn de oportunidades atractivas en ese mer- ado de trabaio para quieres han terminado el ciclo medio; Ja existencia de una cultura juvenil postadolescente que 1 fluye en que tanto los jovenes como sus familias experimer tan que las cesponsabilidades de Ia edad adulta pueden ser diferidas algunos afos: el deterioro de la escuela media que refuerza la conviceion de que lo poco adquinido en ese am- bito deberia completarse con otro ciclo de aprendizwe. El tipo diferenciado de razones no se agota en las enumeradas (baste pensar en sectores no juveniles, presentes en el alum- nado de a UBA, por ejemplo, mcluyendo 2 profesionales universitarios que retornan a la universidad en busca de ac- tualizacion cientifico-tecnologica y para los cuales la UBA no ha diseftado aiin ofertas formales), En nuestra opinion, la actual explosion de la matricula ‘x origina en factores que no pueden ser considerados glo- balmente como negatives. Sin embargo, no enfrentar esta situacion con politicas planificadas puee desencadenar consecuencias graves, tanto en elcorto comoen el mediano ¥ largo plazo. ‘Como se veri, estos rasgos de la situacion actual afectan tanto por su caricter masivo como por la heterogeneidad Ue objetivos supuestos, al trazedo de politicas que tiendan a convertir a la UBA en un centro de excelencia, Por esta rardn, creemos necesario responder a este conjunto de de- mandas complejas y dificiles de compatibilizar, con un ‘juego de soluciones’ que, explicitamente, atienda a este elenco éiferenciado de expectativas sociales sin perder de vista, al mismo tiempo, el objetivo valioso para la sociedad o indispensable para su transformacion, de que la UBA sea un centro de iniciativas y propuestas culturales y cientilt eas de primer nivel, original y creativo, Las presiones y demandas de distinto origen que la UBA debe encarar podrian ser desglosadas en los tipos siguientes 2. de formacion de profesionales cientificas y téenicos: b. de produccion de condiciones para un nivel de excelen- cia, centrado sobre la investigaci6n y la innovacién; 6 de actualizasion de profesionales clentificos y tecnicos; d. de formacién terciaria de sectores sociales muy amplios, ‘cuyo desemboque no neceseriamente sea la carrera profesio nal, o la investigacion cientifies. Panto de Vista /18 ‘Atentos @ esta diferenciacion de demandas sectoriales que, de ser reconocidas como vilidas por la sociedad, se convierten en objetives, nuestro primer ‘juego de solucio- nes’ consiste en la propuesta y disefto de un primer ciclo universieario Junto con algunas otzas hipotesis sobre nuevac modalidades de ingres> a In UBA. Subrayamos el caricter provisorio y de documento de discusiin que tiene lo que se expondré ensegiida y, en consecuencia, no descartamos presentar soluciones contradietoris entre si, Nuestto tra bajo de imaginacion aspira no a cerrar sino a abrir posibil- dades, aunque, obviamente, algunas se desarrollen mas que otras, En este sentido, elegimos ubicarnos en el limite entre las condiciones presentes (politicas, econdmicas, sociales, ideoldgico-culturales) y Ia ereacién de nuevas alterativas posibles y deseables. Por lo tanto, abrimos a la ditcusién lun conjunto de ‘maquetas’ imaginarias, pero en nuestra opinion factibles, para la UBA. Cémo convertizse en alumno dela UBA? Preferimos, en este punto, referirnos a la tematica det ‘ingreso’ mediante la pregunta del subtitulo. Se trata, efec- tivamente, de las diversas modalidades por las que puede ‘optar alguieu, poseedor del titulo de enseianza media, para ser considerado estudiante universitario: «@, inscripcion directa en la unive: sad de primer ciclo, cum- plido el cual y mediante un examen de habilitacion, podria pasirse ala universidad de segundo ciclo (o ciclo profesio- nal, véase mis abajo); >, tealizacion de un curso preuniversitario a desarrollarse paralelamente al ultimo aflo de la escuela media y el trimey tre de verano inmediato posterior; aprobacion de un ext- men global final para la inscripcién en la umiversidad del se- gundo ciclo. A este curso podré asistirse s6lo una vez y el examen rendirse Gnicamente en una oportunidad. La UBA ‘no implementara un sistema de cupos pero si puntales mi- rnimos exigibles y diferenciados por carreras y por ireas. El purtaje de admision de cada eetudiante se compondra de acuerdo con los siguientes y, eventualmente, otros factores: evaluacion del curso; evaluacion del examen global final: evaluacion, en Una escala a determinar, del estudiante por parte del instituto de ensefanza media de donde proviene, atribuida en relacion con sue pares: evaluacion, en una ew ceala a determinar, del estudiante en relacion con su medio socio-econdmico, experiencia educacional de st familia, me- dio cultural y oportunidades, con cl sentido de componer la ‘nueva matricula universitaria segim una redistribucion de- niocritica de Ins posibilidsdes; un puntaje diferencial por facultad o por carrera que permita disear desde Ia perspec- tiva de la universidad areas de estudio promocionales y {reas donde la masividad de estudiantes puede ser menor; otros criterios de evaluacibn, que pueden ser propuestos teniendo como objetivo el disefio de 1a matricula en lo que respecta a las necesidades profesionales nacionales, por un lado, ¥, por el otro, a redistribuir el ingreso contemplando a los sectores menos favorecides durante el periodo de la ensefanza media y por su origen social . inscripcion directa a carreras técnico-profesionales de corta duracion (en la medida que un discho mas global del ciclo de grado decida mantenerlas dentro dei ambito dc la universidad), 1 Ademis. cada escuela media det smbito de influencia de la UBA podri prentar un nimero, que deberd determinarse por zona, ti po de exeuela, cicttera, de estudiantes que se convertirin autoinie fHeamente en universitaros y que, segin sus recursos socioecondmi- 0s pasatin 2 set becarios durante el ciclo universtaio profesional. Pan ‘acceler a esta opcidn, los estudiantes podrin presentarse a un examen global que ls misma escuela media, junto con d Jegados de Ia UBA, evaluara. sta opcion presupone. a no dudar- 10, una relorma profunda de la escuela media que hoy no ha co- ‘menzado ain, 16 /Punte de Vista Como puede apreciarse en las opciones enumeradas, el ‘Sjuzgo de soluciones’ podria incorporar muchas otras ya que, en este estado de la maqueta imaginaria, se trata de pensar alternativas no sujetas al modelo binario ingreso restringida / ingreso irrestricto, Existen entonces “trans tos répidos” y “transitos mas lentos” que, en nuestra opi ign, contemplan la hetereogencidad de Ia demanda y bus- can compensat la desigualdad de oportunidades producita por el aspecto social de ese heterogencidad, atendiendo también a la problemitica del estudiante ‘aventajado’. Universidad de primer ciclo Este aspecto de la ‘maqueta’ propuesta supone, logica- ‘mente, Is division de lu UBA en tres niveles: universidad de primer ciclo (organizada por ireas u orientaciones desde el punto de vista de las disciplinas cientificas y por modulos desde el punto de vista espacial, institucional y de conteni- des de la ensehanza); universidad de segundo ciclo o ciclo profesional (omanizada por profesiones 0 carreras de dura- ibn variable y con une perspectiva abierta a la departamen- talizacion); y universidad de tercer ciclo o ciclo de poser do. Cada ciclo universitario otorga un diploma a quienes hayan completado lox requerimientos del curriculum co- rrespondiente. La organizacién del primer ciclo que proponemos® tiene como presupuesto una evaluacion critica de los resultados perceptibles del actual Ciclo Bésico Comin, al mismo tem- po que reconoce su caricter renovador en el Ambito de la UBA. También presupone algunos principios gencrales (des- ceatralizacion, movilidad de Ia matricula, flexibilidad cu- tricular y democratizacion del proceso de ensefianza-apren- dizaje) junto con Ia marcada tendenciaa idear formas de en- setanza ligadas a propucstas de circulacion y consumo del saber de nuevo tipo y de modalidades de evaluacibn que tengan en cuenta una mogernizacion en sentido democriti- co de técnicas y politicas. La universidad de primer ciclo, cuya duracion es cuatro smestres, forma parte de un curriculum universitario carac- terizado por tres ciclos, con !a posibilidad abierta de que, tanto del primero como del segundo, se acceda al siguiente a través de mecanismos de habilitacion, La universidad de primer ciclo se propone, en primer lugar, como solucién a las demandas que hemos caracteri- zado y u su diferenciacion. Tiene como objetivo transfor- ‘mar una situacion que afecta a miles de estudiantes quienes, después de haber cursado algunos aflos de ensefianza supe- rior, ebandonan la universidad sin que ese pasaje haya sido tun perfodo de aprendizaje y formacion planificada; y, por otra parte, no reciben un diploma que acredite frente a la so- iedad ¢sa permanencia en el afnbito universitario. Téenica- mente, hoy, esos estudiantes son desertores, cuya forma- cibn universitaria ha sido, ademés, deficitaria ya que no fue planificada como etapa especifica. La universidad de primer ciclo posibilitaria ademas la formacion de técnicos universi- tarios de diversas especialidades (personal paramédico, tée~ nicos superiores en electronica, informatica, peritos mercan- tiles superiores, maestros especializados en ciencias, letras, historia, geograffa, (raductoree ¢ intérpretes). Proporciona- fi, al mismo tiempo, una formacion general superior y per- mitird abrir y experimentar opciones curriculares sensibles ala diversidad de la demanda y a las necesidades regionales ¥ nacionales. Finalizado este primer ciclo universitario, fe podré continuar los estudio: en el ciclo profesional (0 segundo ciclo), mediante formas de habilitacion a estable- ccerse y que tomarin en consideracion el rendimiento de los estudiantes en la universidad de primer ciclo, La universidad de primer ciclo funcionari de manera des centralizada, con un sistema de niicleos que abarearan toda ® Nos ha sido de gran uillidad . offeceria a una masa creciente de jovenes una etapa de fermacién sistemitica y Io posbilidad de realizar opciones vocacionales mis racionalmente debatidas: ¢. ofteceria una formacion de nivel terciario cientifica ylo cultural, para aquellos que opten por el ingreso al ciclo de grado, mis general y universalista que la brindada por este segundo ciclo: d. descomprimiria a las carreras nuevas y tradicionales de ta UBA que, en este momento, no solo tienen problemas de gar 0 presupuesto, sino que impartes ensehanca de nivel terciario, con graves incontementes de todo tipo: pedagdei- cos, dacentes y de contenidos, a masis estudiantiles que, cerecientemente, no estin en condiciones intelectuales ade: ‘cuadas para ese nivel Base y condicidn de nuestro ‘juego de soluciones’ son la posibilidad y la necesidad del cambio, No ignoramos, embargo, que "maquetas’ como la propuesta encontrarian, de convertirse en proyectos, innumerables dificultades de distinto registro. Esti, en priiner lugar, la resistencia del vie~ jo aparato buroeratico de la UBA que, si bien confinado (en el “juego” deseripto) al ciclo de grado. offecera, incluso desde alli, resistencias al proyecto. No podemos olvidar tampoco la necesidad de una reforma presupuestaria, esenciaimente en lo que hace a la distribucibn de recursos y a los criterios de inversion, dicha reforma sensibiliza y encona los intereses comorativos de profesionales y fa cultades. Por otra parte, y desde un punto de vista mas ge neral, la realizacién de un proyecto como el de la ‘maque- ta’ supone una politica universtaria comprometida en el mediano plazo y libre de las presiones inherentes x cambios gubernamentales (o que suscite el suficiente consenso como ‘Para que esas presiones no la afecten). No quisiramos terminar esta zona de nuestro juego de solucioncs’ sin subroyar algunas de sis posibles virtudes. Nos parece que se inscribe en un intento de abrir brechas democriticas y modemnizadoras, de alto contenido igualita- rio, que pueden convertise en canales para una reforma mis general del sistema educativo, en el sentido de que mul- tiples alteraciones de Toe Srdenes oxistentes formarian parte de procesos mis amplios y profundos de cambio social. Sa- bbemos, al mismo tiempo, que es muy dificil transformar radicalmente la universidad argentina sin que se produzcan cortelativos cambios econdmico-sociales que abran posibili- dades diferentes, mis ricas y creativas, de insercion profe- sonal, participacion y nexo entre la universidad y Ia socie- Jad. Pero pensamos al mismo tiempo que es necesario inci it en la demanda y In proyectacion de esas transformacio- nes a través de la formacion de jovenes que al requerislas extén, también, politica intelectualmente preparados para debatir, proponer y acordar soluciones. BEE BEBE Biexos BRR Ee eee Sergio Chejfec SENOS ORIGINARIOS (fragmento de una novela) sas tardes de domingo, en el comedor de mi ca sa, cuando una afabtlidad concentrada y espon. ténea se materializaba en palabras, miradas y gestos reducidos, eran —pienso hoy— una manera sutil de imaginar. Los familiares y amigos de mi padre nun. ca tuvieron suficientes razones para ausentarse del comedor de mi casa algiin domingo; nunca olvida- ron regresar para escuchar y pars hablar; nunc garon 2 los limites del agotamiento merced a ese fe Clega que depositaban en la imaginacién y en las palabras. Esas reuniones eran también congratul ciones y pésames tan secretos como implicitos, ¥ Por otra parte quiz desconocidos para todos ellos; congratulaciones por haber sobrevivido a la matan- za, y condolencias por haberla vivido tan cercana: mente. Esa especie de furia metélica que signifieé el nazismo, esa mezcla de paciencia e incompren- sin que tuvieron los judios que les impidié ver, actuar y no hacer otra cosa que esperar con ilusion que aquella depravacion natural del nacionalismo aleman y demas retomara a sus cauces habituales de ataques verbales cotidianos, execracién semipt blica y esporadica violencia fisiea para con los ju- dios como conjunto de personas, esis dos coss, entonces, conformaron las predisposiciones y sen- timientos de los contertulios. El pasado, para ellos, Por Jo tanto, era propio y ajeno; propia por haber- lo vivido y padecido, y ajeno en tanto también h bian sido victimay de agentes exteriores a ellos, en este caso el nazismo alemén. Ese sentimiento, de percibir el pasado —tanto individual como gru- pal— como propio y ajeno al mismo tiempo, era por supuesto también implicitamente compartido por mi padre. No otra cosa —pienso ahora, que es tan hiimedo el aire y denso— fueron siempre sus, silencios, ambigiiedades y ocultamientos; él carga- ba —carga~ con una historia suya que le pertene- cia pero que desde cierto momento habia tornado a estar sobredeterminada. Dolor, miedo y pena fue seguramente lo que sintié a io largo de su pasado europeo mi padre, y el recuerdo de algo tan propio y fundamental como aquél, le desnudaba sin em- bargo que su totalidad estuvo regida por factores no precisamente volitivos ni individuales. No es que mi padre se acercara a sus recuerdos como si fuesen de otro, sino que recordarlos era un cotidiano reco: nocimiento de separacién y de cesura individual, El sentimiento de extranjeria imprescindible que supongo que tuvo que haberse forjado para asi po- der soportar las catastrofes que le habian sobreve- nido.. De ahi, entonces, que sus gestos fuesen profun- dos y sus silencios sugestivos. Cuando salian de sus labios carnosos palabras graves, guturales y lentas, a veces podiamos notar cémo —literalmente— de sus ojos y de su boca emanaba ese pasado oculto imaginario que mi padre traia tras de si. Eran emanaciones virtuales, evanescentes, y, por supues- to, quizd enteramente imaginarias, a pesar de lo Punta de Viste /19 cual buscdbamos febrilmente indicios, rastros y su- pUestos con Ia obstinacién de quien investiga algo del todo material. Siempre fue ésta una confronta- cidn silenciosa que tuvimos mi padre y yo: y todos los episodios de mi vida quizi no hayan sido otra cosa que diferentes estadios y aspectos de ella. Queriendo saber mas acerea de mi, de mi origen y pasado, tuve que preocuparme desde un principio por tratar de esclarecer el suyo: su pasado era el mio, y la virtualidad e incertidumbre que mi pa- dre ostentaba eran mi ignorancia. Mi padre repro: dujo, creo ahora —cuando ya quizi sirva de muy poco creer en algo—, en mi (en mi cabeza y en mi cuerpo) la fractura que se le habia gestado en re- lacion con su pasado solo que lanzada y extendida hacia el futuro. Con mi engendramiento decidio inevitable y quizd tambign involuntariamente que luna parte suya se preocupara por sus recuerdos y otra intentara doblegarlos, al ignorarlos y desaten- derlos. Mi padre siempre se comporté como si ig norara sus recuerdos y su pasado europeo, y yo siempre me preocupé por descubrirlos de su ocul- tamiento pertinaz, y acaso comprensible. A pe- sar de la cotidiana desatencién que él prodigaba a los recuerdos, desatencién que se materializaba en sus silencios y ocultamientos, en la empecinada deckion de no referir nada definitive acerca suyo que se relacionara con su vida anterior a la Tlegada a la Argentina, nosotros sabiamos certeramente que todo aque! pasado le preocupaba y que de al- giin modo continuaba presente en su conciencia y pensamiento: mi madre nos decia que todas las Roches él sofaba pesadillas relacionadas con las circunstancias que habia padecido en Europa. Sofiaba con sus hermanos y padres, con amigos © acontecimientos en general, con casas, paisajes, Arboles y caminos, con fuego, humo y explosio nes, como asi también con {trenes abarrotados de personas delgadas y silencioss}. con personas su- biendo ininterrumpidamente a esos trenes, con drios rotos y saqueos, supusimos siempre. Nunca tuve oportunidad de confirmarlo de saber la ver dad: siempre result imposible hablar con mi pa: dre acerca de sus suefios, mis alli de que él un dia determinado tuvo que reconocer que en general ellos estaban “ocupados” por su pasado europeo. Fue un momento particular, en el que aparente- mente mi padre no podia eludir nuestra requisito: ria —ya no infantil, sino adolescente— acerea de! caricter de sus suenios y, por ende, de sus prinei- pales recuerdos. Nada podiamos decimos mi pa- dre y yo en ese momento, excepeién hecha de lo que él debia revelar; no nos mirabamos, a pesar de estar uno frente al otro, y el silencio que siguio a mi pregunta comenzaba a extenderse hacia nues- tras conciencias y sentimientos: mi padre intuyé con raz6n— que si no hablaba en aquel momento. si no me respondia de un modo verdadero, ya nun ca volveriamos a hablar y que nuestra distancia se consolidaria de un mode irremediable. Fue enton- 20 /Punto de Viste ces cuando hizo su particular confesién, reducida y ambigua, aunque sin duda le result costosa: fue- ron pocas palabras graves y sentenciosas, como é acostumbraba —acostumbra— « articular, las que utiliz6 para responderme. De ellas, no obstante su escasa cantidad, sdlo recuerdo la palabra “ocupa- dos”; mi padre dijo, con otras palabras, como an- tes puse, que sus suefios —de los que salia todas las ‘mafianas sugestionado y sombrio~ estaban “ocupa- dos” por episodios de su pasado europeo, de su in- fancia, adolescencia y joven adultez europeas. Nada mis dijo, que yo sepa, nunca acerca de sus suefios. Ess pocas palabras me conformaron —a pesar de que no agregaban nada a mis conocimientos— qui- 24 en parte porque pereibi en aquel momento que a mi exigencia y amenaza implicita de no hablar con él ya nunca sino me respondia, mi padre solo podia contestarme si su respuesta era al mismo tiempo una concesion a mi interés y ami persona De este modo, varios aos después de la época cuando yo imaginaba las cosas con las que softaba mi padre tuve de su boca una aclaracion totalmen- te general y por demas ambigua, que tio me agrega- ba informacion y que era para mi ya una especie de sobreentendido. Por supuesto, mi padre no po dia imaginarse que para mi lo fuera, como varios ales antes tampoco habia podido saber que yo imaginaba con qué y con quiénes sofiaba todas tas noches. Cuando yo imaginaba con qué y con quiénes sofaba cotidianamente mi padre, lo hacia instiga- do —como queda ya claro— por el profundo y per- manente ocultamiento que realizaba él de su pasi- do originario. Aunque yo carecia de conocimientos de su vida europea, por diversas razones podia creer como probable que los acontecimientos y episodios con los que yo —en mi imaginacion— ‘ocupaba’ sus suefos le correspondiesen de alguna manera. Es que asi. tal como a veces utilizaba au cara redonda para imaginarme las de mis tios y abuelos, diversas cosas y circunstaneias de las que yo era testigo —de las cuales las conversaciones de los domingos a la tarde constituyen sélo un ejem- plo— me servian también “para construir el teji- do de sus suehos”. Nunca posei otra cosa que re- medos de historias, suposiciones. precarias, infe- rencias inciertas y episodios fragmentarios para ‘ocupar [el hueco que signifies siempre dentro de mi conciencia y pensamiento el pasado de mi pa- dre]; de este modo, ya desde un principio me acos- tumbré a convivir —no s6lo a convivir, sino tam- bién a erecer junto a ellas— con aquelias hilachas y acabados jirones de historias y recuerdos. A pe- sar de serlo —pienso hoy, desde un principio, nunca me di cuenta —y, tiempo después, cuando Jo hice tardé mucho en aceptario—, de que bien Podia yo encarnar tinicamente —toda mi perso- na~ fun reducido espectro de fragmentos}: toda esa cantidad excesiva e incompleta de episodios truncos, volitiles, ambiguos y virtuales. Jurgen Habermas PERFIL POLITICO Y FILOSOFICO SINAN, PUNTO DE NISTA municacién de masas, socializacion politica, sociologia politica. Justa- mente entonces entré, por primera vez, en contacto con Weber, Durk- heim y, muy cautelosamente, con Parsons. Pero fueron fundamentales las conferencias sobre Freud, evades a cabo en 1956, en las que particip6 una lite internacional que inclu‘a a Alexander, Spitz, Erikson y Binswan- ger. A pesar de todas las predicciones, me parecié que el psicoandlisis era algo que habia que tomarseriamente. Entre 1956 y 1959, como asisten- te de Adorno, comenzaron a desarro- arse las ideas que cristalizaron luego en las investigaciones empiricas de Student und Politik y mis dos prime- 10s libros (Strukturwandel der Offen- dichkeit y Teoria y praxis): intentos de continuar el marxismo hegeliano y weberiano de los aos veinte, por otros medios. Todo esto dentro del contexto de una tradicién muy ale- mana, o por lo menos muy arraigada en Alemania, aunque en ese entonces, a través de mis contactos con Ador- no y Horkheimer, y los posteriores con Abendroth y Mitscherlich, co- mencé a tener la sensacién de que es- taba creciendo dentro de nuevos ho- rizontes de experiencias, de que habia comenzado a liberarme de la estrechez provinciana de un mundo ingenuamente idealista. Desde 1961, en Heidelberg, Ver- dad y método de Gadamer me ayudé @ Teencontrar un camino que me re- condujera a la filosofia académica. La hermenéutica me interesaba, por una parte, en relacién con proguntas sobre la légiea de las ciencias sociales, y por la otra, en relacion con la dlti- ma filosofia de Wittgenstein. En con- secuencia, este periodo fue el de mi ‘compromiso mis intenso con la filo- sofia del lenguaje y la filosofia anali- tica de la ciencia. Apel me indujo a estudiar a Peirce, a Mead y a Dewey. Desde el comienzo, me parecid que el pragmatismo americano era la ter- cera respuesta productiva a Hegel, des- pués de la de Marx y Kierkegaard, una rama radical-democratica de los Jovenes hegelianos, por asi decir. Desde entonces, vuelvo a esta version norteamericana de Ia filosofia de la praxis cuando enfrento problemas re- lacionados con las debilidades marxia- nas respecto de la teoria de la demo- cracia, Esta inclinacién fue la base de mi posterior “amistad con Richard Bernstein. Sea como fuere, cuando volvi a Frankfurt en 1964 para ha- cerme cargo de la catedra de Horkhei- mer, ya me sentia lo suficientemente solido en las polémicas de origen an- glosajén como para poder distanciar- me de una nocién de teoria excesiva- mente marcada por Hegel. A mediados de la década del sesen- ta, Cicourel y la etnometodologia me recondujeron a Schiitz. Por aque! en- tonces, consideraba a la fenomenolo- gia social como una protosociologia, que realizaba anilisis del mundo de la vida, Esta idea se conecté con in- fluencias que venian de otra parte: quedé, al mismo tiempo, fascinado por el programa chomskiano de una teoria general de Ia gramatica, y por la teoria de Austin sobre los actos de habla, tal como fuera sistematizada por Searle, Ambas me sugerian la idea de una pragmatica universal, me- diante la que ambicionaba enfrentar- me con el hecho, ciertamente incé- modo, de que las bases normativas de la teoria critica de la sociedad per- manecian a oseuras. Rechazada la or- todoxia de una filosofia de la histo- ria, no queria recaer ni en un socia- lismo ético ni en el cientificismo, y mucho menos en su combinacion. Esto explica la raz6n por la cual casi no lef a Althusser. En la segunda mi- tad de la década del sesenta, merced 2 la colaboracién de Offe y Oever- ‘mann, que estimo mucho, me interné en zonas especifieas de la sociologia: Panto de Vista /1M 1V /Punto de Visto socializacién primaria e investigacion sobre familia, por un lado; sociologia politica, por el otro. En este proceso, conoei mejora Parsons. Ya estaba le- yendo, también, a Piaget y Kohlberg, aunque adheri al estructuralismo ge- nético recién después de 1971, en el Instituto de Starnberg. Por esa épo- ca, comencé una lectura més atenta de Weber. De este modo, puede verse que mis intereses tedricos han sido firme- mente determinados desde el comien- 20 por los problemas filoséficos y socio-teéricos que surgen del movi- miento que va de Kant a Marx, Mis intenciones y convicciones funda- mentales fueron marcadas por el marxismo occidental de mediados de la década del cincuenta, y por una toma de posicion frente a Lukaes, Korsch y Bloch, Sartre ¥ Merleau-Ponty, y por supuesto Hork- heimer, Adomo y Marcuse. Las dis- tintas sugerencias de las que me he apropiado adquirieron su significado en relacion con el proyecto de reno- var una teoria de la sociedad fundada en esta tradicion. En los veinticineo aiios siguientes a Strukturwandel der Offentlichkeit, usted produjo una vesta obra, de complejidad creciente y fuerte conti- nuidad. Al mismo tiempo, es eviden- te que su pensamiento sufrid cam- bios significativos en ese periodo. gCudles son a su juicio los mas im- ortantes? Le libros que publiqué a comien- izos de los anos sesenta implici- tamente expresan la conviecién de que lo que querfa lograr podia ubi- carse dentro de la tradicién teérica heredada, y especialmente en la zona respecto de la cual sentia mas afini- dad, esto es la versién existencialista, marcuseana, de la teoria critica. Y Marcuse, de quien me hice amigo en los sesenta, lo pereibia més 0 menos del mismo modo. Todavia recuerdo el dia en que me dedicd un ejemplar de El hombre unidimensional con una cita halagadora de Benjamin: “A Ja esperanza de aquellos sin esperan- za”. Sin embargo, el estudio de la fi- losofia analitica y la polémica pos- tivista, acentuaron mis dudas sobre si conceptos como totalidad, verdad y teoria, tomados de Hegel, no signifi- aban una hipoteca demasiado pesi- da para una teoria de la sociedad que aspirara a satistacer reclamos empiri- cos, Por entonces, primero en Heidel- berg y luego nuevamente en Frank- furt, crei que este problema era epis- temologico. Quise resolverlo a través de una clarificacion metodologica de estatuto de una teoria doblemente reflexiva (reflexiva respecto de su contexto de emergencia y de aplica- cién), El resultado fue Conocimiento @ interés, escrito entre 1964 y 1968. Todavia pienso que el disefio general de Ia argumentacion es correcto. Pe- ro ya no creo que la epistemologia sea una via regia, La teoria critica de la sociedad no necesita probar sus credenciales, en primera instancia, en términos metodolégicos; necesita en cambio, fundamentos sustantivos que permitan atravesar los cuellos de botella producidos por el esquema conceptual de la filosofia de la con- ciencia, y superar el paradigma pro- duetivista, sin dejar de lado, en este proceso, las intenciones del marxis- mo occidental, El resultado es la Teo- ria de la accién comunicativa. En un brillante articulo,' Bernstein se ex- playa sobre los problemas que me obligaron, de manera inmanente, a repetidos cambios de posicién, desde el ‘conocimiento y los intereses hu- manos” hasta la ‘sociedad y la racio- nalidad comunicativa’, * Véase: Richard Bernstein, comp., Ha- bermas and Modernity, Cambridge, Mas- sachussets, MIT Press, 1985. sCémo ve la actual coyuntura in- telectual de Occidente? En “Does Philosophy still hove « purpose”, us- ted sugirié que Ia intensidad y origi- nalidad filosoficas alemanas estaban emigrando hacia los Estados Unidos, mientras que Europa recaia, plécida- mente, en una ‘helvetificacion’.* jEs- te juicio todavia le parece correcto? Desde un punto de vista més general, la mayoria de sus referencias en los anos recientes se ubican en un eje comparativo germano-norteamerica- no, como su reciente critica elas dife- rentes formes de neoconservaduris- ‘mo en ambos paises. :Se debe esto a razones biogréficas, 0 expresa un jui- cio acerca de la relevancia de esas dos culturas para Occidente en a tiltima etapa de nuestro siglo? sAcertaria- ‘mos al pensar que Francia ¢ Inglate- ra, que fueron centro de referencias ara su propio andlisis de la civiliza- cién burguesa de los siglos XVIII y XIX, perdieron importancia en sus obras posteriores? as razones de mi reoriontacion respecto del pensamiento norte- americano son sin duda triviales y ti- picas de la generacion de posguerra de filésofos y sociélogos alemanes. Por lo demés, es preciso pensar en politica: la Repablica Federal se esta pareciendo tanto al estado numero 51 de la Unin, que sdlo nos falta el derecho de yoto. Esta dependencia total se manifest6 desembozadamen- te en el otofo de 1983, cuando el emplazamiento de misiles tue acep- tado, bajo presion, por Alemania. Por otra parte, en realidad prefiero una cultura politica que, como la nortea- mericana, proviene del siglo XVIII. Me asombra la apertura intelectual y Ia disposici6n para el debate, la mez- cla de imparcialidad y compromiso 2 Philosophicel-Political Profiles, Londres, 1983, p. 8. que puede encontrarse en los estu- diantes norteamericanos mas que en los europeos. Para un aleman de mi edad, ademas, debe considerarse el hecho de que, en las universidades norteamericanas, seguiriamos los pa- so de los exiliados alemanes que lo- graron en ellas una reputacion consi- derable. Finalmente, el Institute for Social Research, en el que yo habia trabajado, retorné de Estados Unidos. Y los miembros del instituto que no regresaron, Marcuse, Liwenthal, Kir- chheimer, Neumann y otros, realiza- ron profundas contribuciones a la densa trama de relaciones personales y académicas entre este lado y aquél. En la actualidad, esa trama ya inclu- ye a.una tercera generacion de acadé- micos ms jovenes. Y, ya que mencionamos a los jove- nes, es evidente que la influencia fran- cesa se ha ido acrecentando ininte- rrumpidamente durante el iltimo de- cenio. En lo que se refiere a la teoria social, los impulsos mas imaginativos provienen de Paris: Bourdieu, Casto- riadis, Foucault, Gorz, Touraine, en- tre otros, En lo que concierne a Inglaterra, ustedes mismos han reconocido la influencia ejercida sobre mi por la filosofia analitica, Sin embargo, no puede negarse que existe cierta dife- rencia de clima entre Inglaterra y el resto de Europa, No hay afinidades electivas profundas entre el espiritu empirico, que domina todavia en In- glaterra, y el idealismo aleman, Falta un agente de fermentacion en el me- tabolismo filosdfico, que pudiera me- diar entre las dos mentalidades, co- mo lo hace el pragmatismo para el caso americano, Creo poder detectar esta lejania en convicciones filosott- cas basicas. Por ejemplo, se observa una cierta incomprensi6n en la mane- ra en que distinguidos eolegas como Quentin Skinner, W. G. Runciman, o incluso mi amigo Steven Lukes, eseri- Panto de Viste /V Vi /Punta de Viser ben sobre mis topieos. En su caso, la ontologia empirista se ha convertido en una segunda naturaleza, Existen, por supuesto, contraejemplos, como el de Anthony Giddens, Recientemente, usted ha sostenido que Horkheimer y Adorno sélo pue- den encontrar un punto de resisten- cia a la racionatidad que opera segiin fines en los poderes irracionales y mi- méticos del arte y el amor, o en la “Furia impotente de le naturaleza en revuelta”.” Aunque este juicio serala bien una cierta tendencia de la teoria critica clésica, no parece que pueda aplicarse sin mayor precision al pen- somiento de Adorno, quien siempre fue consciente del peligro de unaape- lacién a una naturaleze no mediada, gree usted posible que, en su deseo de distanciarse respecto de un negati- vismo sin salida, rehabititando, al mis mo tiempo, la concepcién constructi: va de Ie teoria critica, comiin en los afos treinta, usted haya exagerado polémicamente la argumentaciin, minimizando el hecho de que Ador- no siguié fundamentalmente compro- metido con los ideales de autonomia ¢ iluminismo, incluso en sus momen- tos més desesperados? ye acuerdo: en ningin momento de la critica de la razon, Ador- no y Horkheimer renuncian a la gran tradicién filosofica y, en varticular, a la del iluminismo, Como Nietzsche, ambos radicalizan la critica de la ra- zon hasta aleanzar el punto de auto- referencialidad 0, dicho de otro mo- do, hasta que la critica comienza a minar sus propios fundamentos. Pero Adorno se diferencia de los soguido- res de Nietzsche, de Heidegger por un lado y do Foueault por el otro, precisamente porque no quiere huir > Theorie des kommunikativen Handels, U1, Frankfurt, p. 391. de las paradojas de esta critica de la razbn, que parece ahora haber perdi- do su sujeto. Adomo quiere perma- necer en la contradiccién performat va de la dialéctica negativa, que rige el modo inevitable de identiticar y objetivizar propio del pensamiento contra si mismo. A través de este ejercicio de resistencia, Adomo cree permanecer en la cercania y leal a una perdida raz6n no instrumental. Esta razén olvidada, que pertenece a la prehistoria, encuentra su eco solo en la potencia de una mimesis sin pa- labras. Lo mimético puede ser rodea- do por la dialéctica negativa, pero no puede —como lo sugiere Heidegger— ser revelado. Lo mimético nos permi- te sentir aquello que lo mimético suplanta, pero no proporciona cono- cimiento segin una estructura que pudiera caracterizarse como racional. Por ello, Adomo no puede recurrir a una estructura heterogénea a la razon instrumental, contra la cual la fuerza de la racionalidad total que opera conforme a fines choca inevitable- mente. En el pasaje que usted men- ciona, estaba intentando aferrar la te- sistente estructura de la racionalidad inmanente a la préctica comunicativa cotidiana, que pone en escena la re- sistencia de las formas dela vida frente a las demandas funcionales de los sis- temas econémico y administrativo autonomizados. En sus evocaciones de la reconci liacion, spuede acusarse con justicia a Adorno de un empleo subrepticia de categorias tales como intersubjeti- vidad, de las que se abstiene desde un Punto de vista filoséfico? :Lo que él Hama “‘el amor a les cosas” podria formularse en términos de comunica- cién no distorsionada? Consideremos, por ejemplo, el siguiente pasaie de la Teoria estética, donde Adorno inten- ta imaginar una relacién reciproca entre naturaleza y tecnologia, sin su- ‘gerir que la naturaleza puede, legiti- ‘mamente, ser considerada como suje~ to: “Tras haber acabado con las ne cesidades inmediatas, las fuerzas de produccién podrian orientarse hacia otras metas distintas del mero aumen- to cuantitativo de la produccion. Hay ya indicios de este cambio en las ca- sas funcionales que adoptan sin em- bargo formas y lineas campestres, y también en la seleccién de los mate- riales con que se construyen tomén- dolos del entorno y adapténdose a él, como sucede en muchos castillos y Palacios. La llamada paisajistica pue- de ser un bello esquema de esta posi- bilidad, Una racionalidad que se apro- piase tales motivos serviria para ce- rar las heridas de la racionalidad”.* A la luz de pasajes de este tipo, sno podria pensarse una relacién de com- plementaridad —més que de substitu- cién~- entre las investigaciones ador- nianas sobre la relacién sujeto-objeto y su propia teoria de la comunica- cién? Lites de aue mi teoria de taco- municacion y la Teoria estética de Adomo puedan considerarse co- mo suplementos una de otra, me pa- rece inocua. Por el otro lado, ningu- na de las dos puede reemplazar a la otra, aunque mas no sea por lasimple razon de que he hablado muy poco sobre estética. Albrecht Wellmer, que conoce estas cuestiones en profundidad, ha de- mostrado, en su magnifica discusion de “Truth, Mlusion and Reconeil tion”,* de qué modo la utopia esté- tiea de Adorno no cuaja, por asi de- cirlo, cuando se disuelve su nexo eon la filosofia de la historia de Dialécti- ca del iluminismo, Realizada esta * Teodor W. Adomo, Teoria estética, Madrid, Taurus, 1971, p. 68. « LV. Friedeburg, J. Habermas (comps.), Adorno-Konferenz 1983, Frankfurt, 1983, . 138 y ss operacién, las perspectiras estéticas de Adorno se independizan de la te- sis metafisica de que, con cada avan- ce de la subjetivizacién, la humani- dad se hunde cada vez mas en la rei- fieaeion. A este enfoque negativo co- rresponde la perspectiva, convertida en positiva, de una reconciliacion de la productivided humana con la natu- raleza, aludida en el pasaje que usted cita. El recurso adomniano a “die Lie- be zu den Dingen” no carece de iro- nia, y sin embargo, es también, serio. Este amor es una contraimagen ut6- pica frente a la desesperada convic- cién de que le subjetividad “trabaj para su propia extincin, por la fuer- za de su propia logica”. Una teoria de la comunicacién que rompa con el marco conceptual de la filosofia de la subjetividad, afecta a esta ‘logics’, 4 esta relacion aparentemente indiso- luble entre emancipacién y subordi- nacién. Y mas especificamente, pone de manifiesto cl momento mimético presente en las pricticas cotidianas de comunicacion y no sélo en el arte, Permitame que lo diga con Wellmer: “Esto permanece inaccesible a una fi- losofia que, como la de Adorno, en- tiende la funcién de los conceptos en términos de polaridad de sujeto y ob- jeto; no puede reconocer, detras de las funciones objetivizantes del len- guaje, las performances comunicati- vas que son condicion de su propia posibilidad. Por esta razén, solo pue- de concebir a la mimesis como lo otro de la racionalidad . .. Se requie- re un cambio de paradigma, para per- cibir la unidad previa de los momen- tos mimético y racional en la funda- cién del lenguaje. Porque si la inter- subjetividad de la comprension y la aceién comunicativa son tan consti- tutivas de Ia esfera mental como la objetivizacion de le realidad en el contexto de la accidn instrumental, entonces, la perspectiva utdpica bus- cada por Adorno a través del concep- Punto de Vira / WN MIM / Ponta de Vista to de una sintesisno forzada, concep- to derivado de la filosofia de la con- ciencia, puede trasladarse a la esfera de la razén diseursiva misma: una subjetividad intacta, al no impuesto estar junto ade muchos, queharia po- sible una distancia y cercania simulta- neas, una identidad y diferencia en- tre los individuos, sefialan una pro- yeccion utépica cuyos elementos la raz6n discursiva extrae de las condi: ciones de su propia condicién lingilis- tica”.* En varios trabajos recientes usted ha emitido juicios ogudos sobre el postestructuralismo, indicando que sus adalides franceses pueden ser considerados como “jévenes conser- vadores” que, “sobre la base de acti- tudes modernas . .. justifican un an- timodernismo furioso™.” gPodria de- sarrollar més este juicio, diferencian- do, si es preciso, entre los diferentes pensadores postmodernos? jCémo se explica la discrepancia entre su condena del postestructuralismo y su recepeibn amistosa de ta obra de Ri- chard Rorty, euyos temas son a veces paralelos a los del postestructuralis- mo 0 han sido influidos por éstos? ‘omo usted vera en mis conferen- ccias sobre el discurso filos6fico de la modernidad, que aparecerdn en breve, creo que la palabra “condena’ no caracteriza adecuadamente mi ac- titud hacia el postestructuralismo, Hay, sin duda, muchos puntos de contacto entre la dialéetica negativa y los procedimientosdeconstructivos, por un lado, y entre la critica de la raz6n instrumental y el andlisis de las formaciones discursivas y de poder, por el otro. El rasgo de juego subver- sivo presente en una critica de la ra © Ibid, p. 150. 7 “Modernity versus Post-Modernity”, New German Critique 22, 1981. zon, consciente de la paradoja de su propia auto-referencialidad, y la ex- plotacion de las posibilidades expe- rienciales reveladas por primera vez por las vanguardias estéticas, son los rasgos que caracterizan al estilo niet- zschiano de pensamiento y presenta- cién, base de la relacion espiritual en- tre Adorno y Derrida por un lado, ¥ Foucault, por el otro. Lo que separa a Adorno de estas dos figuras y de Nietzsche mismo —y ello me parece politicamente decisivo—es losiguien- te: Adorno no se limita a separarse del conira-tiscurso que habita a la modernidad desde sus comienzos; si no que, en una adhesion desesperada al procedimiento de la negacién de- terminada, permanece fiel a la ide de que las heridas del iluminismo s6- lo se cerraran por la radicalizacion del iluminismo. A diferencia de Nietzsche y sus diseipulos, Adorno no se engaiia acerca de los origenes modernos de la experiencia estetica, en cuyo nombre la modernidad es vietima de una critica antidialéctica y ciega a las diferencias. En cuanto a Richard Rorty, obje- to sus posiciones contextualistas. Pe- ro hay que reconocer que él por lo menos no se trepa al vagon de la ban- da de misica ‘antihumanista’, cuyos rieles, en Alemania, conducen a figu- ras tan poco ambiguas desde un pun- to de vista politico como Heidegger y Geblon. Rorty conserva de la he- rencia pragmatista, de la que en mu- chos aspectos se reclama injustamen- te, una intuicion que nos vineula: el convencimiento de que la vida huma- na colectiva depende de las formas vulnerables de la comunicacion reci- proca, no impuestamente igualitaria, y de los procesos de innovacion-re- produccion. Este convencimiento es mucho mas ajeno a Derrida y a Fou- cault que a Adorno (quien, por su- puesto, siguid siendo un romantico y no sélo como compositor). La cuestion del postestructuralis- ‘mo es importante en la actualidad, dada la creciente influencia de su es- tilo de pensamiento en Alemania Fe- deral, ¢Cuéles son, a su juicio, las ro- zones de este éxito? sCémo se siente frente al hecho de (a repatriacion del pensamiento de Nietzsche y Heide- ‘ger bajo su forma postestructuralis- ta? a influencia del postestructura- lismo en las universidades ale- manas esta sin duda vinculada con la situacion del mercado de trabajo aca- démico. El horizonte de expectativas de los jovenes intelectuales es tan 0s- curo, que una impostacién negativis- ta encuentra condiciones para difun- dirse, de modo tal que parecen posi- bles anticipaciones apocalipticas de este revival. La realidad social esta colaborando 4 ello: no se muestra avara en la creacion de nuevos peli- gros que, aun considerados con toda la distancia necesaria, se revelan co- mo efectos colaterales de la accibn de la razon que opera conforme a fines, peligros a los cuales nos expo- memos nosotros mismos. Por este motivo, las teorias que consideran al todo como Io falso, y postulan la imposibilidad de la huida como tiniea afirmacion posible, no sélo coinciden ‘on posiciones criticas hacia la eiviliza- ion, sino que adquieren un creciente contenido de realidad, Después de todo, cémo puede responderse al es pectaculo de la iltima eleccién nor teamericana, en la cual todos los nt veles de la realidad se mezclaron triunfalmente: un actor-presidente muestra ante un piblico fascinado que, pese a todas sus aseveraciones de liderazgo y masculinidad, solo es ta representando el papel de presi- dente. Y a este actor se lo premia con un segundo periodo de gobiemo. A sucesos de este estilo solo puede responderse con las cinicas reliquias de la deconstruccion. La situacién es un poco diferente si se piensa en Heidegger, que toda- via sigue inspirando un terror santo en Inglaterra. El regreso de un Heide- gger felizmente desnazificado se ba- ‘a, por su puesto, en una recepeién a-historica de Heidegger en Francia y los Estados Unidos, cuyos eseenarios piso, despues de la guerra, como un fénix surgido de sus cenizas, bajo la figura del autor de “Carta sobre el humanismo”. La desconfianza ante los sistemas filosoficos es una caracteristica de muchas de las corrientes de pensa- miento en el siglo XX. Wittgens- tein, Merleau-Ponty y Adorno fueron escépticos frente a la posibilidad de una filosofia pensada como cuerpo ordenado de verdades. Cudiles serian ‘sus razones para defender una filoso- fia sistematica frente c estas objecio- nos profundamente arraigadas, y eud- les serian sus posibilidades? esde la muerte de Hegel, no se lenarbolan sistemas _filoséficos con buena conciencia. Cualquier pen- sador del siglo XX que haya afirma- do y practicado la muerte, la sustitu- cién, el fin o el decbande de la filoso- fia, obedece a un decreto emitido por la primera generacién de jovenes hegelianos. Desde entonces, el pensa- miento filoséfico ha tratado de dar un paso hacia otros medios. En este aspecto, todos somos contempori- neos de los jovenes hegelianos, no importa cudn postmodernas sean las ambiciones, Después de la filosofia, €l titulo de una coleccién de ensayos organizada por Thomas McCarthy, caracteriza una situacion ya tan evi- dente que torna superfluos los gran- des gestos de los antisistematicos. Si desea contribuir en algo al problema de los rasgos presuntamente universa- Punto de Vista /1X /Punte de Vita les del conocimiento, el lenguaje y la accion, cualquier obra filos6fiea re- nuncia, implicitamente, a pensar en términos de sistema, para ubiearse en la trama ramificada de las ciencias so- ciales y humanas, sin reclamos funda- mentalistas y con conciencia de su falibilidad. Uno de los desarrolios més eviden- tes de su obra se apoya en la impor- tancia creciente de argumentos ypro- cedimientos cuyo origen esté en la fi- losofia analitica, ¢Podria explicar la razén de estas transformaciones? Qué ofrece la filosofia analitica que no pueda encontrarse en otras tradi- ciones, incluso en las grandes tradi- ciones alemanas? n terminos generales, el ejemplo ‘de la filosof ia anal itica se ha cons- tituido en una fuerza saludable ejer- cida sobre la filosofia alemana de posguerra, por el solo motivo de que exige un nivel mayor deexplicitacion, He aprendido mucho de Wittgenstein, ‘Austin y Searle y en sus obras en- cuentro instrumentos para investigar las presuposiciones pragmaticas gene- rales del empleo de proposiciones en los actos de habla, Uno de los desarrollos més impor- tantes de la filosofia en lengua ingle- so en los tiltimos diez atios fue el sur- gimiento de investigaciones nuevas y sustantivas en filosofia politica (Ra- wis, Nozick, Dworkin, Walzer) que originaron amplies debates. sQué im- portancia le atribuye a estos desarro- Mos? No deberia usted realizar i tervenciones més directas en ese de- bate, en Ia medida en que les preocu- paciones de estos pensadores coinei- den con las suyas en muchos aspec- tos? unto con la teoria de los actos de habla, podria también mon- cionarse la filosofia moral, 0 por lo menos la linea de pensimiento (de Baier y Singor a Rawls) en la cual la sustancia de la étiea kantiana es reto- mada, de algin modo, en términos de filosofia del lenguaje. Mas recien- temente, yo mismo expuse la pers- pectiva’ de una ética discursiva, que tanto Apel como yo afirmamos, de manera mas completa." Se trata de un intento de reconstruir la ética kan- tiana con el auxilio de la teoria de la comunicacion. En este proceso retra- bajé sugerencias provenientes en lo fundamental de Rawls y Kohlberg, El aio pasado, al iniciar una discu- sion sobre la desobediencia civil, co- mo respuesta a algunos hechos pre- sentes, las obras de Rawis y Dworkin constituyeron puntos importantes de referencia. Su impresion de que no estoy suficientemente comprometido en este frente puede surgir de mi concepeion algo restrictiva de las ta- reas de la ética filosofica. En mi opinion, el filosofo debe ex- plicar el punto de vista moral y, en lo posible, justificar la pretension de universalidad de esaexplicacion, mos- trando de qué modo no refleja mera- mente las intuiciones morales de un ciudadano estandar, masculino de las capas medias en las sociedades occi- dentales. Avanzar mas alla de esto corresponde al discurso moral entre participantes. Cuando el filosofo de- see justificar principios especificos de una teoria normativa de la moral y la politica, debera considerar su propuesta como discurso entre ciuda- danos. Dicho de otro modo: el filéso- fo moral debe dejar las cuestiones sus- tantivas que van mas alla de una cri- tica fundamental del escepticismo va- lorativo y del relativismo valorativo, a los participantes en el discurso mo- ral y ubicar las pretensiones cogniti- ® Moraltewusstsein und kommunicatives Handeln, Frankfurt, 1983, pp. 53, 125. vas de una teoria normativa también ‘en este espacio. De este modo, am- pliamos el alcance de la contribucion de la teoria social a la diagnosis del presente. Las consideraciones éticas, no hay duda, tienen con frecuencia gran valor metodol6gico en la cons- truccion de tales teorias. He aborda- do este tapico en Crisis de la logiti- ‘macién, relacionandolo con el pro- blema de distinguir intereses particu- lares y universales, En. sus tiltimos escritos, el estilo parece haber cedido terreno aun mo- do més funcional de expresion, cam- bio que podria vincularse con la cre- ciente importancia de la filosofia analitica en su obre. Dado su comen- tario, en “Does Philosophy still ha- ve a Purpose”, sobre el fin de la ‘gran filosofia’ y lo transformacién de Ia fi- losofia en una rama de la ‘investiga- cién’, ademés del rechazo del “estilo de pensamiento filosdfico vinculado al saber individual y le representa- cién personal”, gconsidera usted que la preocupacién por el estilo es en un filésofo contemporineo una distraccién o una regresion? gLo va- lioso de una posicion filosofica pue- de ser siempre susceptible de expre- sarse directamente? E! tipo de texto cambia segin el objetivo, el destinatario, el lugar y el momento, segin esté abordando el tema del Berufsverbot o de la des- obediencia civil en la esfera polit publica, dando una conferencia en homenaje a Gadamer, polemizando con Gehlen, escribiendo un recorda- torio de Scholem, tratando de justi- ficar un principio moral o clasifiean- do actos de habla. Los constituyen- tes retéricos varian segin estos obje- tivos diferentes. Hoy somos conscien- tes, como lo ha demostrado Mary * Philosophical Political Profiles, p. 122 Hesse, que incluso el lenguaje de las ciencias esta atravesado de metaforas; y esto esuna verdad patente respecto del lenguaje de la filosofia, que, por supuesto, nunea podra absorberse del todo en un rol de doble o reempla- zante de teorias cientificas con pre- tension de universilidad. Pero lo que no se puede es coneluir, como Derri- da, que el rasgo ineliminablemente tetérico de todo tipo de lenguaje, incluido el filos6tico, iguale a las ca- tegorias de vida y literatura, de cien- cia y ficeién, de poesia y filosofia, confundiéndose unas en otras. Para Derrida, todos los gatos son pardos en la noche de la eseritura. Y yo no attire aceptar tal conclusion. El uso del lenguaje en las pricticas de la vi- da cotidiana tiene restricciones dife- rentes del utilizado en la teoria o el arte, porque se especializan en Ia re- solucion de problemas o en la revela- innovadora del mundo. {Como sintetizaria usted su con- cepcién actuel de la verdad? Si toda aproximacién adecuada a la verdad incluye una teoria de a evidencic y de ta argumentacién, sestaria usted de acuerdo en que su obra, hasta el momento, ha prestado més otencion a-esta tiltima que ala primera? ;Men- tiene usted hoy la divisién categorial entre ‘objetividad’ y ‘verdad’,'° lo experiencial y lo veridico del post- seriptum de Conocimiento e interés? I nacleo de la teoria discursiva sobre la verdad puede formular- se por medio de tres conceptos bisi- cos: condiciones de validez (que se cumplen cuando un enunciado es consistente), pretensiones de validez (que los hablantes proponen en sus enunciados, para validarlos), y reden- cién de una pretensién de validez (en "Knowledge end Human Interest, Lon- dres, 1978, pp. 360-86. Punto de Vista /Xi XII /Punto de Vista el marco de un discurso que esté su- ficientemente cerca de las condicio- nes de una situacion discursiva ideal, en lo que hace al logro del consenso deseado por los participantes s6lo a través de la fuerza de un argumento mejor, y, en este sentido, ‘tacional- mente motivado’). Esta es, simple- mente, la intuicion basica. Las pre- tensiones de validez se tematizan de manera explicita solo en casos no tri- viales, pero es precisamente en estos casos donde no existen reglas de veri- ficacién que hagan posible decidir directamente si se han cumplido 0 no determinadas condiciones de validez. Cuando los reclamos de verdad o jus- ticia son real y obstinadamente pro- bleméticos, no existen limpies dedue- ciones ni evidencias decisivas que im- pongan una decision inmediata en pro 0 en contra. Lo que se necesita més bien es un juego de argumenta- cién, en el cual razones motivantes reemplacen los inexistentes argumen- tos definitivos. Si se acepta esta descripeién, surge muy clara la dificultad para explicar qué se quiere decir cuando se dice que un enunciado es valido: un enun- ciado ¢s valido cuando sus condicio- nes de validez se han cumplido. De acuerdo con nuestra deseripeion, el cumplimiento 0 no cumplimiento de las condiciones de validez, en casos problematicos, solo puede ser diseer- nido por medio de la redenci6n argu- mentativa de las pretensiones de vali- dex. correspondientes. La teoria dis- cursiva sobre la verdad, expone lo que significa redimir una pretension de validez. a través del anélisis de las prosuposiciones pragméticas gonora- les para el logro de un consenso ra- cionalmente motivado. Esta teoria de la verdad proporeiona solo una explicacion del significado, no un eri- terio; pero, en iltima instancia, le quita fuerza a la distinci6n clara en- tre significado y criterio. Bn qué medida la nocién de situa cién lingiiistica ideal, como principio regulador de la verdad, tiende a ser circular? Si se define la verdad como el consenso logrado por hablantes en una situacion lingitistica ideal, geo ‘mo podrie definirse verdederamente esa misma situacién? Dicho de otro modo: gno es susceptible al mismo tipo de critica que Hegel hizo de la teoria kantiane del conocimiento y usted mismo, de Hegel: la “sporia del conocimiento antes del conoci- miento”?"” Quizés podria frosearse una critica de este tipo de otro mo- do: {Como puede ser ideal una situa- cién lingiiistiea, salvo en términos de simetria y sinceridad de los hablan- tes? Pero incluso logradas, estas con- diciones aseguran un acuerdo, y no la verdad, haciendo abstraccién de le evidencia, cuyas oportunidades no son nunca ideales ya que dependen siempre de técnicas historicamente cambiantes. La comunidad més per- fecta ¢ igualitaria de los griegos clasi- cos no pudo heber descubierto las le- yes de la termodinamica sin conocer la optica moderna, {No legamos aqui @ uno de los limites de la teoria con- sensual de la verdad? a teoria discursiva de la verdad solo aspix reconstruir un co- notimiento intuitivo del significado de las pretensiones de verdad univer- sales, que cada hablante competente tiene a su disposicion. “Situacion lin- gilistica ideal” es una expresion de- masiado conereta para designar el conjunto de presuposiciones comuni- cativas generales e inevitables que un sujeto eapaz de lenguaje y accion de- be realizar si desea participar seriz- mente on una argumentacién. Al contestar a su pregunta anterior, qui- se recordar el hecho de que este co- nocimiento intuitive de las presupo- * foid., p.21. siciones universales de la argumenta- cidn se vincula con la pre-compren- sién de una verdad proposicional y una verdad moral (o rectitud). Sabe- mos, sin duda, a partir de la filosoria y de la historia de l2 ciencia, que es- tas ideas pueden ser instrumentadas de maneras diferentes; lo que en un momento determinado puede consi- derarse una buena raz6n, prueba o explicacién, depende obviamente de convicciones profundas y cambiantes a lo largo de la historia y también, como usted insinua, de las téenicas asociadas al control y la observacién de la naturaleza, es decir, de paradig- mas cambiantes. Pero, justamente, el hecho de que las teorias dependan de paradigmes puede conciliarse mas fa- cilmente con una teoria discursiva de la verdad que con una teoria realista. La teoria discursiva sélo es incompa- tible con un relativismo de paradig- mas al estilo Feyerabend, porque ella sostiene la conviccion de que ideas de verdad y rectitud dependientes de paradigmas apuntan, sin embargo, a un niicleo universal de significado. gComo concibe usted la relacion entre pretensiones de verdad filosofi- cas y cientificas? Las pretensiones de verdad filos6ficas son cognitivas? éPodria un consenso racional garan- tizar en tiltima instancia la verdad de [a teoria consensual de la verdad? 3Cudl es su actitud respecto del psicoanélisis hoy? En Conocimiento e interés se lo presentaba, convin- centemente, como paradigma de una ciencia critica, en el contextode una 5 una pregunta interesante sobre la que he estado trabajando bas- tante tiempo, aunque no haya alean- zado hasta el momento una respuesta definitiva. discusin sobre el caricter ideolégico © no del psicoanilisis, euya teoria de fos instintos no produjo “ninguna afirmacion que hubiera sido compro- bada empincamente"!* :Hasta qué punto esta observacién critice se apli- ea al corpus de la teoria analitica misma? Aunque se pusiera entre pa- réntesis la muy comentada falencia del psicoanélisis en relacién con sus evidencias, no cree usted que pre- senta particulares dificultades @ una teoria consensual de la verdad, en la medida en que las trensacciones en- tre analista y analizando son, por de- finicién, confidenciales y, por ello, no comunicables a terceros? En la brecha entre la situacién clinica y las situaciones lingiiisticas ideales, sno coe usted en la tentacién de justificar de modo eminentemente pragméti¢o la teoria freudiana, cuya prueba resi- diria en el cambio de la conducta del paciente, en un “proceso continuo de auto-formacion”, de direccién y duracién indeterminables? Esta posi- cién pareceria cercana al instrumen- talismo deweyiano, que usted mismo rechaza en el posifacio. Pero, incluso (en estos términos, la tosa de éxito no es muy alte, Resumiendo: gno es mucho mas problematica, que lo que usted lo consideraba en los afios se- senta, la cientificidad de los reclamos freudianos, sobre la que existe fron- dosa literatura? i amigo Mitscherlich sintetiz6 en una oportunidad su experien- cia como psicoanalista en los siguien- tes términos: a menudo, “la terapia sélo logra transformar a la enferme- dad en sufrimiento, pero en un tipo de sufrimiento que reselta el estatuto de homo sapiens, porque no extingue su libertad”. Traigo esto a colacion, para expresar mi escepticismo sobre criterios basados en estadisticas de "Ibid, p. 253, Punto de Vista /XWM XIV /Punto de Visto algo llamado éxito. Asistimos a un momento en que la investigaci6n psicoanalitica se ha de- tenido, no sdlo en Alemania sino a escala internacional; y los jovenes ta- lentosos prefieren dedicarse a otras diseiplinas. No sabemos si esto tiene un cardeter definitivo. Muchas disci- plinas han sobrevivido a periodos de estagnacion similares. Incluso podria decirse lo mismo de la sociologia en la actualidad. No he vuelto a trabajar sobre la metapsicologia freudiana desde fines de la década del sesenta. Pero el programa de reunir a Piaget y a Freud, asumido en textos, me parece fructifero y esti- mulante. Mas alla de eso, tacién de Freud en términos de teo- ria de la comunicacién todavia me parece plausible. No puedo suscri- bir del todo sus objeciones. Nunea consideré al discurso terapéutico co- mo discurso o argumentacién en sen- tido estricto, a causa de las asimetrias que contiene entre paciente y analis- ta. Pero esta animado por el telos de trabajar para liquidar esas asimetrias. Por este motivo, el paciente logra, al final, por lo menos en los casos idea- les, una libertad para decir “si” y “no” que lo inmuniza frente a las su- gerencias obstructivas de las interpre- taciones funcionalistas que, en un sentido superficial, son ayudas para la vida. Lo que deberia estar implica- do es, naturalmente, la continuacién, posibilitada @ través de un insight re- flexivo, de un proceso de formacion del yo interrumpido e inhibido por la neurosis. La Teoria de Ia accién comunica- tiva ineluye una reconstruccion fosci- nante y una critica de la “racionali- zecién” planteada por Weber como proceso historia mundial, Usted ‘firma que Weber abandoné su pro- pio punto de partida —el advenimien- to de la razén sustantiva con las gran- jones— al concentrarse final. mente solo en la racionalidad formal como matriz necesaria del capitalis- mo moderno. Usted sefiala tambien lagunas significatives en su tcorie regional de los origenes del capitalis- ‘mo, como la omision del surgimiento de la ciencia moderna y sus actores durante el renacimiento, Son demos- traciones sugerentes. Pero no queda demasiado claro si usted acepta el movimiento general de las tesis we- berianas en lo que respecta ¢ la im- portancia de le ética protestante, co- ‘mo motor de un mundo racionaliza- do en el capitalismo temprano. Mu- chos historiadores son escépticos frente al lugar fundamental que We- ber asigna al calvinismo. Piénsese so- lamente en la exposicién critica de datos realizada por Kurt Samuelson en Religion and Economic Action, 0 en los ensayos de Trevor Roper so- bre el erasmianismo, Usted conside- ra que estas dudas y preeisiones ean fuera del campo de interés desde el cual ha abordado a Weber? Eg: cierto que pasé por alto la enorme discusién sobre si el ané- lisis weberiano del capitalismo es co- recto y hasta qué punto. Ante todo, existieron razones practieas para ope- rar de este modo, ya que hubiera re- querido sino un libro completo, por lo menos un capitulo entero. Tam- bién por esta razin, planifiqué la Teoria de la accién comunicativa co- mo entrecruzamiento de historia de la teoria e investigaciones sistemati- cas. En el caso de Weber, ello aporia- ba la ventaja adicional de ilustrar una de mis ideas preferidas. Weber perci- be agudamente la estrechez de la doctrina calvinista sobre la Gracia y los rasgos represives de formas de vi- da marcadas por esa doctrina. Pero, al mismo tiempo, Weber se resiste a considerar esia ética protestante co- mo una explotacién unilateral de un XIV /Punto de Visto algo lamado éxito. Asistimos a un momento en que la investigacion psicoanalitica se ha de- tenido, no sdlo en Alemania sino a eseala internacional; y los jovenes ta- lentosos prefieren dedicarse a otras disciplinas, No sabemos si esto tiene un caracter definitivo, Muchas disei- plinas han sobrevivido a periodos de estagnacion similares, Incluso podria decirse lo mismo de la sociologia en Ia actualidad, No he vuelto a trabajar sobre la metapsicologia freudiana desde fines de la década del sesenta. Pero el programa de reunir a Piaget y a Freud, asumido en diferentes eon- textos, me parece fructifero y esti- mulante, Mas alld de eso, mi interpre- tacion de Freud en términos de teo- ria de la comunicacién todavia me parece plausible. No puedo suscri- bir del todo sus objeciones. Nunca consideré al diseurso terapéutieo co- mo discurse o argumentacién en sen- tido estricto, a causa de las asimetrias que contiene entre paciente y analis- ta, Pero estd animado por el telos de trabajar para liquidar esas asimetrias. Por este motivo, el paciente logra, al final, por lo menos en los casos idea- les, una libertad para decir “si” y “no” que lo inmuniza frente a las su- gerencias obstructivas de las interpre- taciones funcionalistas que, en un sentido superficial, son ayudas para . Lo que deberia estar implica- aturalmente, la continuacion, posibilitada a través de un insight re- flexivo, de un proceso de formacian del yo interrumpido e inhibido por la neurosis. La Teoris de la accién comunica- tiva ineluye una reconstruccion fesci- nonte y una critica de la “racionali- zecién” planteada por Weber como proceso histérica mundial, Usted firma que Weber abandoné su pro- io punto de partida —el advenimien- to de la razén sustantiva con las gran- des religiones~ al concentrarse final. ‘mente sdlo en la racionalidad formal como matriz necesaria de! capitalis- mo moderno. Usted sefiala también lagunas significative en su teoria regional de los origenes del capitalis- mo, como la omision del surgimiento de la ciencia moderna y sus actores durante el renacimiento. Son demos- traciones sugerentes. Pero no queda demasiado claro si usted acepta el movimiento general de las tesis we- berianas en lo que respecta « la im- ortancia de la étiea protestante, co- mo motor de un mundo racionaliza- do en el capitalismo temprano. Mu- chos historiadores son escépticos frente al lugar fundamental que We- ber asigna al calvinismo. Piénsese so- lamente en la exposicién critica de datos realizede por Kurt Samuelson en Religion and Economic Action, 0 en los ensayos de Trevor Roper so- are el erasmianismo. ¢Usted conside- ra que estas dudas y precisiones caen fuera del campo de interés desde el cual ha abordado a Weber? s cierto que pasé por alto la enorme discusion sobre si el ana- lisis weberiano del capitalismo es co- rrecto y hasta qué punto. Ante todo, existieron razones pricticas para ope- rar de este modo, ya que hubiera re- querido sino un libro completo, por Jo menos un capitulo entero. Tam- bién por esta razon, planifiqué la Teoria de la accion comunicativa co- mo entrecruzamiento de historia de la teoria e investigaciones sistemati- cas. En el caso de Weber, ello aporta- ba la ventaja adicional de ilustrar una de mis ideas proferidas. Weber porei- be agudamente la estrechez de la doctrina calvinista sobre la Gracia y los rasgos represivos de formas de vi- da marcadas por esa doctrina. Pero, al mismo tiempo, Weber se resiste a considerar esta ética protestante co- mo una explotacién unilateral de un poteneial ineluido en la ética univer- salista de la hermandad. En verdad, la ética protestante refleja el modelo selectivo de la racionalizacién capita- lista como un todo. Por supuesto, intereses de este ti- po, relacionados con la forma de la presentacién, no deberian prevalecer, porque se corre ol riesgo de adoptar una perspeetiva cinica sobre la cues- tién de la verdad. Por lo gue conozco de la literatura al respecto, creo que las tesis de Weber deben ser desarro- lladas y revisadas en relacion con otros estratos sociales que también fueron portadores del capitalismo temprano. Sin embargo, no estoy convencido de que tal revisién nos fuerce a renunciar a la conelacién general entre una ética de la convie- i6n, el ascetismo mundano y el com- portamiento econémico. gCudl es su opinion general acerca de la posicion y los aportes de la his toria como disciplina, « las ciencias sociales? Usted ha repetido que “la historia en tanto tal es incapaz de teoria”, porque es siempre une narra- cién retrospectiva, mientras que “los enunciados tedricos permiten derivar predieciones condicionales de acon- tecimientos que ocurrirén en el fut 10”. Usted compara esta incapa dad para la prediccién y la teoria con las posibilidades al respecto de 1a so- ciologia 0 de los discursos sobre ta evolucion. Tal distincion esté proxi- ma a la dicotomia neokantiana entre ciencias ideogréfices y ciencias no- motéticas. 3Le parece confiable? Bs dificil afirmar que historiadores co- mo Taylor y Hobsbaum no pueden hacer prediceiones que sean por lo ‘menos tan confiables como las de los socidlogos Bell o Dahrendorf,a quie- nes usted cita en tanto diagndsticos ® Zur Rekonstruktion des _historisehen Materialismus, Frankfurt, 1976, p. 204 y 207. vdlidos de nuestra época. iLas adver- tencias acerca de los peligros crecien- tes de guerra nuclear, por ejemplo, Ro tienen un peso especial cuando son enunciadas por historiadores como E. P. Thompson? Trazade esta division profunda entre ‘historia’ y ‘teoria” gsus efectos sobre el materia- lismo histarico no se muestran nece- sariamente paradojicos, en el sentido de que para reconstruirlo como teo- ria, seria necesario purificarlo drasti- camente como historia, segtin le ver- sion evolutiva propuesta en Commu- nication and the Evolution of Socie- ty? Prima facie, pareceria més plau: ble imaginar que los historiadores marxistas (0 de otras tendencias) ha- cen contribuciones mas ricas a la re- construccion del materialismo histo- rico que los psicdlogos de ninos. Stru- kturwandel... podria citarse, en este caso, en contra suya, como ejemplo memorable de una obra indivisible- mente historiea y tedrica, diagnostica hasta en sus tiltimas consecuencias, L 2 tPasitad de prowess do Ins teorias sociales fue y es muy li- mitada y no podria ser de otro mo- do, dado el alto nivel de abstraccion de enunciados que se refieren a situa- ciones complejas. No dudo que un historiador audaz y politicamente maduro, con intuiciones profunda- mente arraigadas en la experiencia, juzga, a menudo, las tendencias con- temporaneas de desarrollo con una asombrosa seguridad. Insist{ sobre la distincién ontre historiografia y teo- ria social cientifiea por razones me- todologieas y no por motivos de je- rarquia. Si se introduce el punto de vista de la evolucién social sin media- ciones en la historia, se puede muy ficilmente ser vietima de estructuras de pensamiento cercanas a las de las filosotias de la historia; fundamental- mente, se corre el peligro de pensar en términos de teleologia historica, Punto de Viets (XV XVI /Punto de Vista peligro al que han sucumbido fre- cuentemente los marxistas. Las re- flestiones a las que usted co referia se inscriben dentro del marco de una critica del objetivismo histérico y sus desdichadas consecuencias para la practica politica de los Namados par- tidos de vanguardia. No me opongo en absoluto a la necesidad de investi- gaciones historicas guiadas por la teoria, Las teorias, y especialmente las de inspiracion marxista, en iltima instancia prueban su valor si propo- nen explicaciones de procesos hist6- ricos coneretos. Yo mismo siento que es desafortunado que, en las iti: mas décadas, si se hace abstraccion de cortos ensayos politicos, mi inte- rés se haya limitado exclusivamente a problemas que, en sentido amplio, son problemas de construccién tes: ca. En este aspecto, acepto la critica que, hace muy poco, me realizé Tho- mas Bottomore. gCudles son los fundamentos me- todologicos de la homologia postula- da por usted entre crecimiento indi- vidual y evolucién social? En Teoria de la accion comunicativa, senala que la mayoria de los adultos en todas las sociedades alcanzan los niveles mas altos de competencia moral y cogni- tiva, tal como han sido descriptos por Piaget y Kohlberg."* Si esto es asi, gla secuencia madurativa que ellos postulan puede ayudar a expli- car las enormes diferencias entre ta- les sociedades, cuando se las ordena segiin la racionalizacién en la vision del mundo que demuestran? as investigaciones empiricas re- futan decididamente la idea de que todos los miembros adultos de una sociedad, incluso de las oceiden- tales modernas, hayan adquirido la 8 Theory of Communicative Action 1, Londres, 1984, p. 44. capacidad para el pensamiento for- mal-operacional (en el sentido de Pia got) o para juicios post convenciona- les (en el sentido de la teoria de Kohl- borg sobre ol desarrollo moral). Sélo afirmo (por ejemplo, en referencia a las sociedades tribales) que los indivi- duos pueden desarrollar estructuras de conciencia que pertenecen a un estadio mas alto que aquellas que es- tan ineluidas en las instituciones de su propia sociedad. Son los sujetos, en primer lugar, los que aprenden, mientras que, en el proceso de apren- dizaje evolutivo, las sociedades solo dan pasos adelante en sentido meta- forico, Nuevas formas de integracion social y nuevas fuerzas productivas se originan en la institueionalizacion y el uso intensivo de formas de conoci- miento que se adquieren individual- mente, pero que se aeumulan cultu- ralmente y, en el largo plazo, son pa- sibles de trasmision y en consecuen- cia, de acceso colectivo. Sin embar- 0, el proceso de la implementacion social tiene lugar s6lo como conse- cuencia de luchas politicas y movi mientos sociales, y de la funcién de grupos innovadores marginales. De tal modo, parto de la presuncién tri- vial de que sujetos capaces de lengua- jey acci6n estén condenados a apren- der; en consecuencia, los procesos de aprendizaje ontogenéticos tienen la funcién de marcapasos. De todos modos, esta tesis es discutida por Klaus Eder en su Hobilitationssch- rift sobre el desarrollo del derecho constitucional aleman desde el siglo XVIII. El rastrea los impulsos inno- vadores directamente hasta los proce- sos de aprendizaje sociales, en el mar- co de nuevas formas de asociacion, nuevas experiencias de relaciones so- ciales igualitarias, que tienen lugar, en un principio, en logias masdnicas, sociedades secretas, asociaciones de lectores, y, Iuego, en las tempranas uniones de trabsjadores socialistas. Una teoria de la emancipacion esta en condiciones de evitar la idea de progreso? En Teoria de la accion comunicativa usted subraya que no podemos juzgar el valor de las socie- dades por el grado en el que sus mun- dos de la vide estén racionalizados, aun cuando se trate de una racionali- zacion abarcadora que no sea solo formal sino también sustantiva; se sugiere que, a lo sumo, podemos re- ferirnos a una relativa ‘salud’ o ‘en- fermedad’ del orden sociel.'* Sin em- argo, en Crisis de legitimacién, usted habia criticado el empleo de tales términos, originados en la biologia, porque los juzgaba inaplicables a la sociedad.’ sCambio usted de opi- nién al respecte o este tépico toda- via no le parece resuelto? La dificul- tad radicaria en poder resistir el triun- falismo historico (una complecencia iluminista que desvaloriza todas las formas sociales anteriores 0 ajenas) sin caer en el agnosticismo politico, Si todas las époces y sociedades estén igualmente cerca de Dios, en el sentido de Ranke, :qué razon hay po- ra luchar por una mejor? EI relativis- ‘mo cultural, cuando es coherente, debe ser conservador. En qué direc- cién puede buscarse la solucion de estos dilemas? © he revisado mis concepeiones al respecto. Sigo_pensando, sin ‘embargo, que los juicios sobre el ni- vel de desarrollo de las sociedades de- ben referitse s6lo a dimensiones si gulares y a estructuras universales: a la reflexividad y complejidad de los sistemas sociales, por un lado, y a las fuerzas sociales de produeci6n y las formas de integracién social, por el otro, Una sociedad puede ser supe- rior a otra en lo que respecta al nivel % pid. p78 © Legitimation Criss, Londtes, 1976, pp. 195.77 de diferenciacién de su sistema cco- némico o administrativo, 0 en lo re- ferente a las teenologias y las institu- ciones legales. Pero de ello no se in- fiere que podamos considerar mejor a esta sociedad como un todo, como totalidad conereta, como una forma de vida. Se sabe que, en lo que con- cierne al conocimiento objetivo y a la percepcion moral, mi posicién es de cauteloso universalismo. Se obser- van tendencias hacia una ‘progtesiva’ racionalizacion del mundo de la vida, aunque ello no pueda enunciarse co- mo ley sino como hecho histérico. Cada vez més, se consolidan tenden- cias que distinguen a las sociedades tradicionales de las modernas, por la creciente reflexividad de la tradicion cultural, la universalizaci6n de los ve- lores y las normas, la liberacion de la accién comunicativa respecto de con- textos normativos estrechamente cir- cunscriptos, la difusion de modelos de socializacin que promueven pro- cesos de individuacion y de forma- cion de identidades del ego abstrac- tas. Pero todos estos ‘avances’ con- ciernen a las estructuras universales de los mundos de la vida en general, y nada informan sobre el valor de un modo de vida en conereto. Este valor debe ser medido por otros pardme- tros, del tipo de los que se ponen en juego en los juicios clinicos: si la gen- te enun sistema de tal o tal otro tipo vive una vida ‘dura’, si estan aliena- dos de si mismos. Para intuir una vida no dafiada utilizamos parimetros que son validos, en primera instancia, en el contexto de nuestra cultura y plau- sibles en el marco de nuestra tradi cidn; que no son generalizables como los esténdares que utilizamos para juzgar procesos de aprendizaje o de conocimiento de ideas acerca de la naturaleza, la moral o Ia ley, las que, pese a depender de paradigmas, no parecen completamente incomensu- ables. Hasta el momento ignoro de Punto ée Vista / XVI

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