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Cariruto II LA ACTITUD Y LA ORIENTACIGN DEL CONSEJERO* En toda psicoterapia, el terapenta mismo es una parte enormemente importante de la ecuacién humana. Lo que hace, la actitud que acume, su concepto hisico de su rol, todo esto influye en la terapia en un alte grado. Diferentes orientaciones terapéuticas sostienen distintas opiniones acerca de estos puntos. Por lo tanto, desde el comienzo mismo de nuestra discusién parece apropiado considerar al terapeuta tal como funciona en el consejo centrado en el cliente. Una consideracién general Es comin oir hablar de la terapia centrada en el cliente como de un ‘simple método o una técnica que debe utilizar el consejero. Indudable- mente, esta connotacién se debe, en parte, al hecho de que las primeras exposiciones tendian a acentuar excesivamente Ia técnica, Mas precisa- mente, puede decirse que el consejero que opera en la terapia centrada en el cliente asume un conjunto coherente y cambiante de actitudes pro- fundamente asimiladas.en su organizacién personal, un sistema de actitudes que instrumentaliza mediante técnicas y métodos coherentes. En nuestra experiencia, el consejero que trata de emplear un “método” esta destinado # fracasar, a menos que este método concuerde genuinamente con 5 Propias actitudes: Por otra parte, el consejero cuyas actitudes facilitan terapia puede tener éxito s6lo parcialmente, si sus actitudes no estén ade- cuadamente mediatizadas por métodos y técnicas apropiados. Consideremos entonces las actitudes que parecen facilitar la terapia -centrada en el cliente. El consejero debe poseerlas necesariamente para ‘Poder serlo? ;Pueden lograrse estas actitudes a través de una formacin? 1 Este capitulo es una revisiin y ampliacién de un artieulo que apareeié ea ¢l svurnal of Consulting. Psyc! ‘hology (abril 1949), 13, 82.94. PSICOTERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE. 33 La orientacién filoséfiea del consejero Algunos profesionales rechazan la consideracién de la relacion de las opiniones filoséficas con el trabajo cientifico profesional. Aun en la empresa terapéutica esta relacién parece ser uno de los hechos siznitica. tivos y cientificamente observables que no se pueden ignorar. Nuestra experiencia en la formacién de consejeros, indicaria que la filosofia ope! ional basica del individuo (que puede 0 no asemejarse a su filosofia verbalizada) determina, en una medida considerable, el tiempo que le demandaré convertirse en un consejero habil. ‘ El primer punto de importancia aqui es la aetitud que tiene consejero hacia la dignidad y la significacién del individuo, ;Cémo con: deramos a los otros? zVemos a cada persona como digna y meritoria por su propio derecho? Si sostenemos este punto de vista en el nivel verbal, den qué medida se hace evidente operacionalmente en el nivel conductal? cTendemos a tratar al- cliente como persona de mérito, o- imperceptible mente lo desvalorizamos a través-de nuestras actitudes y de-nuestra con- ducta? Nuestra filosofia es una de aquellas en las que es maximo eb respeto por el individuo?gRespetamos su capacidad y su derecho a la auto-direceién, 0 creemos basicamente que nosotros guiariamos mejor su» vida? gEn qué medida tenemos la necesidad y el deseo de dominar a” los otros? Deseamos que el. individuo seleccione y elija sus _propios, valores, 0 nuestras acciones estén guiadas por la conviecién (usualmente no enunciada) de que seria més feliz si nos permitiera seleccionar sus valores, normas y metas por él? © Las respuestas a preguntas de esta clase parecen ser importantes como determinantes bisicos del enfoque del terapeuta. Nuestra experiencia indica que los individuos que ya se estén esforzando hacia una orientacién que acentia 1a significacién y mérito de cada persona pueden aprender bas- tante répidamente las técnicas centradas en el cliente que instrumentalizan este punto de vista. Esto ocurre frecuentemente en el caso de educadores que tienen una filosofia de la educacién marcadamente centrada en el nifio, Con no poca frecuencia ocurre en el caso de trabajadores reliziosos ue tienen un enfoque humanistico. Entre los psicdlogos y psiquiatras hav algunos con opiniones similares, pero también hay muchos cuya concep: cién del individuo es Ia de un objeto que debe ser disecado, diaznosticads manipulado, Para tales profesionales puede ser muy dificil aprender ov @ Practicar una forma de terapia centrada en el cliente. En cual) las diferencias al respecto parecen determinar su rapidez 0 lentitud en | aprendizaje y el ejercicio de una terapia de ese tipo. Pero este modo de enunciar Ja situacién da una impresién est. 20 es correcta. La filosofiaoperacional de un individuo, su conjunto e Djetivos, no es una cosa fija © inmutable, sino una organizacién {isila. 34 CARL R. ROGERS ‘en evolucién, Tal vez sea més exacto decir que la persona cuya orienta. cién filoséfica avanza en direccidn a un mayor respeto por el individuo encuentra en el enfoque centrado en el cliente un desafio y una mediati cién de sus opiniones. Encuentra que éste es un punto de vis relaciones humanas que tiende a Hlevarlo filoséficamente més alla de donde hasta entonces se ha aventurado, y a darle la posibilidad de una técnica operacional para hacer efectivo este respeto hacia las personas, hasta el grado méximo en que existe en sus propias actitudes. El terapeuta que se propone utilizar este enfoque pronto aprende que el desenvolvimiento de la manera de considerar a la gente que subyace a esta terapia es un proceso continuo, estrechamente relacionado con la propia Iucha del tera peut por au eximiento e integracion pertonaes. Puede ser solameate “no-directivo” en Ta medida en que el respeto hacia los otros hunde sus raices en la propia organizacién de su personalidad. Tal ver, podriamos resumir el punto enunciado diciendo que, mediante las técnicas centradas en el.cliente, una persona. puede instrumentalizar su respeto hacia los otros solamente en la medida en que ese respeto es una parte integrante de la estructura de su, personalidad; en consecuencia la persona cuya filosofia operacional. ya tiende a un profundo respeto por la significacion.y mérito de cada individuo es capaz de asimilar més répidamente las técnicas entradas en el cliente que le ayuden a expresat ese sentimiento *. sobre las La hipdtesis del terapeuta Cabria preguntarse entonces si la terapia centrada en el cliente es tun culto, o una filosofia especulativa, en la que determinado tipo de fe 0 creencia alcanza determinados resultados, y en la cual la carencia de tal fe impide que esos resultados puedan producirse. En otras palabras, se trata simplemente de una ilusion que produce nuevas ilusiones? : Este interrogante merece una consideracién cuidadosa, Las observacio- nes zealizadas hasta ahora parecen inelinarnos por la negativa, como lo in- died de la manera mas llamativa la experiencia de diferentes consejeros cuya orientacién filoséfica inicial distaba bastante de la descrita como favorable ee ee ee Saath eee Senate nae See oma | 1 Tous Pca mle penkae ue tl fos “ Tea‘sostenida por la persona que tiene un respeto bisico por el mérito y signifi we romtas Hee Gees, oa Gs aeibdel Severs 2 e's toms celina ems, Me pede ne i Sr S otena pe See, Mee ne tle a cre et er ae ce ete Te era Be SAME pen acne hes Fendemene ratieuancn, Dante StU a eke i eo sealer ie pat ean do Wear pperdurable y PSICOTERAPIA CENTRADA EN BL CLIENTE 35 para la aplicacién éptima de las téenicas centradas en el cliente. La Piperiencia de In formacién de tales individuos parecié seguir cierta ee Inieialmente hay una confianza relativamente escasa on la capa- Pedad del*eliente para lograr invisién (insight) 0 auto-direccién construc: fiva, aunque el consojero esté intelectualmente preocupado por las posibi Iidades de la terapia no-directiva y haya aprendido su téenica. Comienza aconsejando a los clientes con una hipétesis muy limitada de respeto, que podria enunciarse de alguna manera en estos términos: “Formulo la hipé- Peis de que el individuo tiene una capacidad limitada para comprenderse y reorganizarse a si mismo, en alguna medida, en ciertos tipos de situe- Jiones, En muchas situaciones y con muchos pacientes, yo, como obser- Sador externo mas objetivo, puedo conocer mejor Iaesituacién y puedo guiarla mejor”. Es sobre esta base limitada y areelada que comienza su trabajo. A menudo no obtiene mucho éxito,’ Pero a medida que observa los resultados de su consejo encuentra que los clientes aceptan y hacen ‘un uso constructive de la responsabilidad cuando él desea genuinamente que lo hagan. Otras veces se sorprende ante su efectividad para manejar Geta responsabilidad. No puede dejar de compacar la cualidad de la expe Hiencia en aquellas situaciones en las que el cliente ha aprendido signifi cativamente por si mismo, con la cualidad menos vital de la experiencia de las situaciones en que él, consejero, ha intentado interpretar, evaluar y guiar. Entonces encuentra que la primera parte de su hipétesis tiende a yefificarse mas all de sus expectativas, en tanto que la segunda parte lo desilusiona. Asi, poco a poco, la hipdtesis sobre la cual basa toda su tarea a fundamentacién cada vez mas centrada en terapéutica se convierte en un el cliente. Fate tipo de proceso, que hemos visto repetirse muchas veces, par ceria significar simplemente esto: que la orientacién actitudinal, la filosofia de las selaciones humanas, que parece ser una base necesaria del consejo centrado en el cliente, no es alzo que debe aceptarse por un acto “de fe”, 0 Tourarse de una vez por todas. Es un punto de vista que puede adoptarse a inode de ensayo, parcialmente, y ponerse a prueba. Es realmente una hipdtesis sobre las relaciones humanas, y siempre lo seré. Aun para el consejero experimentado, que ha observaco en muchos casos las pruebas que confirman la hipdtesis, rige que, con respecto al nuevo cliente que llega a la consulta, la posibilidad de auto-comprensién y auto-direccién inteligente es todavia una hipotesis no probada en absoluto. __ Pareceria justificable decir que la fe o ereencia en Ia capacidad del individuo para’ manejar su siluacién psicolégica y para manejarse a si mismo es del mismo orden que cualquier hipétesis cieritifica. Es una base positiva para la accién, pero esté abierta a la verificacién o a la refutacion. Si, por ejemplo, creyéramos que toda persona podria deter- minar por si misma si tiene un edncer incipiente, nuestra experiencia con esta hipétesis pronto nos obligarfa a revisarla profundamente. Por otro lado, si ereemos que el célido afecto maternal probablemente 36 CARL R. ROGERS produciré en el bebe reacciones personales y un crecimiento de la, perso- Priidad deceables, tenemos probabilidades de encontrar pruebas de esta hipétesis,al menos a modo de ensayo, a través de nuestra experienc Por lo tanto, para expresar de una manera més resumida o definitive la orientacién actitudinal que parece ser dptima para el consejero cen~ trado en el cliente, podemos decir que el gonssiero shige actuar coherep: od “dl individuo tiene una_capacida rente en base a la hipétesis de que el i [Sieferis para inaiigjaren forma constructiva todos los aspectos de su vida i pe ee pen FeeoRScIdos en la conciencia. Esto implica Jaéstructuracion dé clon interpersonal en la que el material puede Tegar a Ia conciencia del cliente, y una demostracién significativa de ls aceptacin, por parte del consejero, del cliente como persona competente para dirigirse a sf misma, El consejero acta en base a esta hipétesis de Rha manera especifica y operacional, estando siempre alerta para notar tanto las experiencias (clinicas o de investigacién) que contradicen esta hipstesis como las que la sostienen. ‘Aunque esta alerta a todas las pruebas, esto no significa que continua: mente vaya transformando su hipétesis basica en las situaciones de consejo. Si el consejero siente, en la mitad de una entrevista, que este cliente puede ho tener la capacidad de reorganizarse, y se desvia hacia la hipétesis de fque su propia responsabilidad en dicha reorganizacién ha de ser_con- Gaerable, confunde al cliente, y se derrota a si mismo. Se ha quitado la posibilidad de probar o refutar cualquier hipétesis. Este confuso eclec~ tickmo, que ha prevalecido en la psicoterapia, ha bloqueado el progreso cientifico en este campo. En realidad, es sdlo actuando coherentemente én base a una hipétesis bien elegida que pueden llegar a conocerse sus elementos de verdad y de error. La instrumentalizacién especifica de la actitud del consejero Hasta ahora la exposicién ha sido de indole general, considerando la actitud basica del consejero hacia los otros. ¢Cémo se instrumentaliza esto en la situacién terapéutica? ZEs suficiente que el consejero sostenga la hipétesis basica que hemos descrito, y esta orientacién actitudinal llevard entonces adelante, inevitablemente, la terapia? Por cierto que no es suficiente. Es como si un médico del siglo pasado hubiera lezado a creer que las bacteries causan la infeccién. Esta opinién suya pro- bablemente harfa inevitable que obtuviera resultados algo mejores que los de us colegas, que consideraban esta hipétesis con desprecio. Pero sélo podria experimentar plenamente la significacién de su hipétesis en Ia medida en que instrumentalizara al maximo su opinién mediante las téc- nicas adecuadas. Sélo podria experimentar el pleno significado y la plens efectividad de esta hipétesis —que habia llegado a sostener de una manera PSICOTERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE 37 general— en la medida en que esterilizara el campo alrededor de la incisién, los instrumentos, los pafios, las vendas, y sus manos. Lo mismo sucede con el consejero. A medida que encuentra modos nuevos y Tas sutiles de instrumentalizar su hipétesis centrada en el cliente, nuevos significados se vierten en ella a través de la experiencia, y se per- cibe que es mas profunda de lo que se habia supuesto. Como lo expresé un consejero que iniciaba su formacién: “Sostengo las mismas opiniones que hace un afio, pero ahora tienen para mi mucho més significado.” Es posible que una de las contribuciones generales mas significativas del enfoque centrado en el cliente haya sido su insistencia en investigar la instrumentalizacién detallada del punto de vista del consejero en la entre- vista misma, Diferentes terapeutas, de variadas orientaciones, enuncian sus propésitos generales en téminos algo similares. Sélo mediante un estudio cuidadoso del registro de la entrevista —preferiblemente dispo- niendo tanto de la grabacién sonora como de la transcripcién mecano- gtafiada— es posible determinar qué propésito o propésitos son realmente instrumentalizados en la entrevista. “;Estoy haciendo realmente lo que creo estar haciendo? Estoy Ilevando a cabo los propésitos que enuncio?” Estas son preguntas que todo consejero continuamente debe plantearse. Hay abundantes pruebas, surgidas de nuestras investigaciones, de que no es suficiente un juicio subjetivo del consejero con respecto a estas cuestiones. Sélo un anilisis objetivo de las palabras, voz ¢ inflexiones puede deter- tninar adecuadamente el propésito real que'el terapeuta esta persiguiendo. Evidentemente, la reaccién de los terapeutas ante el registro desu material corrobora la investigacién de Blocksma (33) de que el consejéro frecuen- temente se sorprende al descubrir los objetivos que realmente estan impli- cados en Ia entrevista. Natese que al analizar este punto hemos reemplazado el término “técnica” por “instrumentalizacién”. El cliente puede discernir cuando el consejero est utilizando un “método”, un instrumento elegido intelec- tualmente, seleccionado con cierto propésito. Por otra parte, el consejero siempre instrumentaliza, sea consciente 0 inconscientemente, las actitudes que tiene hacia el cliente. Estas actitudes pueden inferirse y se las puede descubrit a partir del material de la entrevista, Asi, un consejero al que Te sea ajena la hipétesis de que la persona tiene una capacidad significativa para integrarse puede pensar que ha utilizado “métodos” y “ténicas” no directivas, y que ha probado, para su propia satisfaccidn, que estas técnicas no son eficaces. Una grabacién del material muestra, sin embargo, que en dl tono de la voz, en el manejo de lo inesperado, en las actividades cola- terales de la entrevista, instrumentaliza su propia hipétesis y no la hipdtesis centrada en el cliente, como podria creer. Es decir que es imprescindible comprobar continuamente los propé- sitos 0 la hipstesis con la técnica o instrumento que se utiliza. El consejero podria enunciar asi este anilisis de su teoria y su prictica: al desarrollar més clara y plenamente Ia actitud y la hipétesis segiin las cuales intento 38 CARL R. ROGERS tratar al cliente, debo verificar, en el material de la entrevista, Ia instrumen- talizacién de esa hipétesis. Pero al estudiar mis conductas especificas en la entrevista detecto propésitos implicitos de los cuales no habia tenido conciencia, descubro areas en las cuales no he aplicado la hipétesis, comprendo que lo que para mi era la instrumentalizacién de una actitud es percibido por el cliente como la instrumentalizacién de otra. Asi, el estudio profundo de mi conducta agudiza, altera y modifica la actitud y la hipétesis con las cuales me incluyo en la préxima entrevista. Una buena revision de la instrumentalizacién de una hipétesis es una experiencia continua y reciproca. Algunas descripeiones del papel del consejero Cuando volvemos a observar el desarrollo del punto de vista centrado en_el cliente encontramos intentos progresivos de formular lo que se halla implicito en la instrumentalizacién de la hipétesis basica en la situacién de entrevista, Algunas de ellas son formulaciones de algim consejero en particular, en tanto que otras han sido sostenidas mas generalmente. Toma- - remos algunos de estos conceptos y los examinaremos, para llegar a través de ellos a la formulacién que parece ser la mas comimmente sostenida en la actualidad por los terapeutas de esta orientacién. ‘Eneprimer: lugar, algunos. consejeros —generalmente’ aquellos con ‘escaso-entrenamiento- especifico— han supuesto que su papel al llevar a caborel consejo-no-directivo. era meramente el de ser pasivos y adoptar itica de laissez-faire. Un consejero semejante tiene cierto deseo de que el cliente se auto-dirija. Esti més inclinado a escuchar que a guiar. rata de no imponer al cliente sus propias valoraciones, Encuentra que una cantidad de sus clientes logran progresar por si mismos. Siente que st fe en la aptitud del cliente se manifiesta mejor mediante una pasividad que = un minimo de actividad y de reaccién emocional de su parte. Trata de “no entrometerse en el camino del cliente”. Esta concepcién errénea del enfoque ha Hevado a considerables fra- casos en el consejo, y por buenas razones. En primer lugar, la pasividad aparente falta de interés o de compromiso es experimentada por el cliente como un rechazo, dado que la indiferencia de ninguna manera puede ser igual que Ia aceptacién. En segundo lugar, una_actitud de issez-faii indica en absoluto al cliente que se lo considera como una rsona de mérito. Luego, el-consejero que desempefia un papel mera jente pasivo, un papel de oyente, puede ayudar a algunos clientes que ecesitan desesperadamente una catarsis emocional, pero a la larga sus dos serdn minimos, y muchos clientes abandonarén, tanto desilu- por su fracaso en recibir ayuda como disgustados con el con- no tiene nada que ofrecerles . P | del consejero es que su tarea consiste en

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