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De trigo, transgénicos y herbicidas.

Un modelo de agricultura que


profundiza la inequidad y daña al ambiente
Nos encontramos a días de que una decisión tomada por un gobierno extranjero pueda marcar
irremediablemente el destino de la soberanía alimentaria de nuestro país. En octubre de 2020,
a través de una carta firmada por 1400 investigadores e investigadoras de distintas
formaciones y especialidades, pertenecientes a 35 universidades e institutos de investigación
de todo el país, hicimos pública nuestra preocupación por la aprobación del trigo transgénico
HB4. Dicha carta fue enviada a las autoridades de los ministerios correspondientes, solicitando
que se deje sin efecto esta aprobación y se convoque a un amplio debate social, con el objetivo
de democratizar la toma de este tipo de decisiones. En esa carta nos referimos a la inconsulta
decisión por parte del Estado Nacional de autorizar la producción del primer trigo transgénico
(único caso en el mundo), supeditada a la aprobación de Brasil, principal comprador del trigo
que exporta nuestro país. Identificamos esta decisión del Estado Nacional como una nueva
apuesta al agronegocio profundizando el modelo extractivista.

Son muchas las razones por las que consideramos que este trigo no debe aprobarse:

• Las consecuencias ambientales y sanitarias negativas derivadas de la agricultura


industrial basada en transgénicos y agrotóxicos pueden consultarse en numerosas
investigaciones publicadas en revistas científicas internacionales. Al mismo tiempo cuantiosos
testimonios y denuncias han sido impulsados de manera sostenida por comunidades,
trabajadores de la salud y movimientos sociales de nuestra región. Este modelo de agricultura
concentra capital, reprimariza la economía, incrementa la dependencia, profundiza la
desigualdad económica y social, destruye ecosistemas, amenaza la soberanía alimentaria y
deja a su paso territorios devastados ambiental y socialmente.

• El trigo transgénico HB4 es tolerante a la sequía y resistente al herbicida glufosinato de


amonio (según la FAO, 15 veces más tóxico que el glifosato). Todos los cultivos transgénicos
que tienen resistencia a herbicidas y se cultivan ampliamente en Argentina (soja, maíz,
algodón, etc.), se asocian finalmente con la aplicación de un exorbitante volumen de
agrotóxicos que se esparcen sobre nuestros territorios cada año. Desde que comenzó a
implementarse este paquete tecnológico en la década de 1990, el uso de agrotóxicos en
Argentina se ha incrementado exponencialmente, llegando actualmente a 525 millones de
kg/litro de formulados por año (12 litros por habitante, la tasa más alta del mundo).

• El trigo es la base de nuestra alimentación. Dado que en Argentina no hay ley de


etiquetado de alimentos, de aprobarse el trigo HB4 toda la población estaría aún más expuesta
a la ingesta diaria de herbicidas y en particular glufosinato de amonio, tanto en los alimentos
como en el agua de consumo.

• La siembra a campo del trigo transgénico en gran escala involucra un proceso


irreversible. No es posible la coexistencia de trigo transgénico y no transgénico debido al
proceso de “contaminación genética” que ocurre durante la polinización. A ello se suma la
imposibilidad de evitar la mezcla de semillas en los procesos de transporte y acopio de granos.
La contaminación genética no solo complicará la exportación de trigo no transgénico sino que
también impedirá el desarrollo de la producción de agricultores que están cultivando trigo
agroecológico.

• El costo ecológico, social y en la salud pública interpela una y otra vez el supuesto éxito
de este sistema de agricultura industrial que apuesta al extractivismo para producir
commodities y beneficiar a una minoría de la población argentina que acumula las ganancias.
Lejos de apuntar a una transformación paulatina de este sistema, la aprobación del trigo HB4 y
la “Iniciativa DOSCIENTOS MILLONES de toneladas de cereales, oleaginosas y legumbres” que
se propone incrementar en más de un 50% la producción de granos para 2030, refuerzan el
modelo sin ninguna consideración respecto a las consecuencias socio-ambientales de esta
meta.

El trigo HB4 todavía no está aprobado, porque los organismos regulatorios en Brasil aún están
evaluando su autorización. El 10 de junio, es probable que este tema se trate en la CNTBio
(Comisión Nacional Técnica de Bioseguridad), instancia que está gestionando su evaluación en
Brasil. Científicas y científicos de Brasil ya han advertido sobre la necesidad de evitar esta
aprobación y siguen brindando argumentos en las deliberaciones aún abiertas. Nos sumamos a
esta resistencia de los hermanos y hermanas de Brasil y volvemos a decir:

¡No al trigo transgénico! ¡No con nuestro Pan!

Quienes suscribimos esta carta, científicos y científicas, renovamos nuestra solicitud al Estado
Nacional para que deje sin efecto la aprobación del cultivo de trigo transgénico y que, al
mismo tiempo abra un amplio espacio de debate ciudadano informado, tal como lo prevé la
Ley que aprueba el Acuerdo de Escazú (Ley No. 27.566). Es imprescindible iniciar una transición
hacia otro modelo de agricultura como claramente lo viene planteando la FAO en sus últimos
documentos. En ese sentido, solicitamos que se promuevan y apoyen iniciativas de agricultura
sostenible que contribuyan a la transformación del actual modelo hegemónico de producción
agrícola hacia modalidades agroecológicas eficientes y sustentables que consideren el interés
común, el trabajo digno, la salud pública, la defensa de la vida y la casa común.

Colectivo Trigo Limpio

Junio 2021

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