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Giencias sociales Jean-Jacques Rousseau | Del Contrato social Discurso sobre las ciencias ylas artes Discurso sobre el origen y los fundamentos dela desigualdad entre los hombres Prélogo, traducciéa ynotas de Mauro Armifio Ellibro de bolsillo Sociologia ‘Alianza Editorial iii TinuLo onscmtats De enpunae social - Decors sur ler sconces et lee arts Disconrs so Pongine ot les fondements de Tindgaité paroles bovine Primera edciin en a iro debotsilas: 1980 Décima reimpresién: 1996 Primers edictéa en «Ares de conocimiento: Ciencias scien: 1998 ‘Cuara teimpresiar 2005, Divefio decubierta: Alina Retrial Reservadotodstos derechos. 1 canteno dee oben protegio pola Lee esatiece pens ein youl aes delncorpondntes inernzacianespor don psc par genes epee, apaten, ciety cemonisoe psbicnncie er wc pre an abe Te fate aria oem osu uustemactn inepetacin 9 dpeusn ais te ada en easguee po de spore ormntade strane de euler meio in precept aunt © al prdlogo, racucciéa y nota: Mauro Armito (© Bd cast. :Alianza Baitrial S.A, acid, 1980, 1982, 985, 1986, 1986 1989, 1996, 1991, 1992, 1994, 1996, 1898, 2000, 2002, 2003, 2005, Calle juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madd; ele 91393 88 88 worwalianzaeditoril es ISBN: 84-206.3858-3 Deposit legal: M. 47489-2005, Impreso en Clasas-Orcoyen, SL Peligono Igarsa Paracuelos de Jaana (Madvid) Printed in Spain Prélogo En varios lugares de su obra Rousseau se refiri6, como hecho sustancial y determinante de su biografia, ala iluminacién de Vincenmes, ocurrida en agosto de 1749: «Fui a ver a Diderot, entonces prisionero de Vincennes [por un delito de prensa): tenia en mi olsllo un Mercure de France que me puse a hojear durante el camino. Cai sobre el temra dela Academia de Dijon que dio gar a mi primer escrito, Sialguna vez algo se ha pare- cido a una inspiracién sibita, fue el movimiento que en mi se produjo ante aquella lectura; de golpe siento mi espiritu des- Iumbrado por mil luminarias; multitud de ideas vivas se pre~ sentaron ala ver con una fuerza y una confusién que me arto- j6 en un desorden inexpresable; siento mi cabeza tomada por ‘in aturdimiento semejante ala embriaguez. Una violenta pal: pitacién me oprime, agita mi pechos al no poder respirar rnientras camino, me dejo caer bajo uno de los arboles dela avenida, y paso media hora en tal agitacién que al levantarme percibo toda la parte delantera de mi traje mojada por mis lé- grimas sin haber sentido que las derramaba. ;Ob, seiior, si al: guna vez hubiera podido escribir a cuarta parte delo que viy senti bajo aquel érbol, con qué claridad habria hecho ver todas las contradicciones del sistema social, con qué fuerza habria expuesto todos fos abusos de nuestras instituciones, con qué OO En re 8 anne anne sencillez habria demostrado que el hombre es naturalmente bueno y que s6lo por las instituciones se vuelven malvados los, hombres! Todo cuanto puderetener de aquellas multitudes de grandes verdades que en un cuarto de hora me iluminaron ‘bajo aquel arbot ha sido bien débilmente esparcido en mis tres escritos principales, a saber, ese primer Discurso, el que versa sobre la Desigualdad y el Tratado de la educacién [Emilio], obras las tres que son inseparables y que forman un mismo conjunto»' Sin embargo, esas lurminarias que le deslumbraron tenfan poco que ver con las eluces», porqueen ese textoinmediatoala ituminacién de Vincennes va adesarrollar contra el mundo de los filsofos, contra las corrientes intelectuales dela época, un Discurso sobre las cienciasy las artes que tiene tanto de retori cismo como de predicaci6n y cuyo blanco de erftica es precisa ‘ent la idea de progreso tal como la pensaban y urgian los ilustrados inmediatamente anteriores ala Enciclopedia, cuyo ‘primer tomo apareceria slo escasos meses después de este pri- ‘mer Discurso, Frente ala afirmacidn de que la felicidad de laes- pecie humana slo vendria con el progreso y desarrollo de los conocimientos las ciencias ylastécnicas, Rousseau trata de de- mostrar paraddjicamente que la decadencia de las grandes ci- vilizaciones del pasado se produjo precisamente por esos eavancese que separaron al hombre de su estado primigenio y natural. Y de este punto de partida va a deducir secuelas que afectan a otros campos: sin adentrarse todavia en el andlisis de Jas estructurasque soportan esos males, Rousseau va aanalizar con rigor de sermén, con una ret6rica de puilpito, considera- ciones morales sobre el hombre y a sociedad que le permiten el rechazo, Su objetivo, resolver una contradiccién evidente que Hobbes habia enunciado como el estado de guerra perpe- 1. En Cartas a Malesherbes (12 de enero de 1762), recogida en Las en- sofaciones del pasate soltaro, pags, 182-183. Para los libros citados sumariamente en las notas, véase la bibliograiia que remata el texto (pgs. 367-370). ¥ para lo referentea la vida escritos de Rousseau, en las péginas 371-381, una cronologiasehala los momentos, hechos yt tus principales. pacioce ° tuo entre los hombres (homo homini lupus), va a estancar @ Rousseat en una red inextricable de contradicciones que no afectatan aeste Discurso solamente, sino aesa «cuatta parte de loque viy sentibajo aquel drbol» y que constituye el conjunto de su obra: ast, el Discurso siguiente, Sobre el origen de la desi- gualdad entre los hombres, no ser4. mas que otro intento, pro fandizando ya en la trama social, deadentrarse en los enuncia dos propios mantenidos en Sobre as ciencias y las artes. En el segundo discurso arranca de una visién idilica del hombre natural, poco a poco maleado porla formacién delas sociedades de las que derivan todos los vicios, odios, guerras. Del Contrato social no tiene otro punto de partida, aunque las rmiras sean distintas,y el Emilio y La Nueva Elofsa no son sino ejemplificaciones de esas teorias. La tela de arafia en que esa iluminacin de Vincennes envolvié a Rousseau para toda su vida y pata toda su obra, fue la simplificacién que le llevs a «concluir inmediatamente en una relacién de causa a efecto contra el refinamiento material dela sociedad moderna y la degradacién moral de sus contemporineas»?, Ta clave que enlaza exe bien (hombre natural) y ese mal (hombre social) seré en este primer discurso el interés par- ticular, motor de egoismo, de odio entre los individuos, que podria dat lugar ana jungla. Perola sociedad noloes porque el hombre moderno es la mascara por excelencia; leitmotiy rousseauniano constante; «EI hombre del mundo esté todoen su méscaran dir en el Emaiio, LV; carece de vida propia, vive ena opiniény de la que de él tienen los demas saca «el senti- miento de su propia substancia». Apariencias, ajo, ostenta- cin, fuentes de una vida externalizada quellevaa Rousseau a cnunciarel primero, antes que el joven Marx, elfenémeno de- nominado luego alienation (= alienaci6n). Esta prédica moral que constituye el primer Discurso no traspasa los limites globales del hombre: es decir, no se con vierte en una reflexidn politica, Pero a raiz del premio que le otorga la Academia de Dijon, y la posterior publicacisn (1750) 2, JL. Lecencre: Rousseau eee ano anes que causaria «une gran revolucién en Paris», seguin frase de Grimm, las objeciones, las puntualizaciones, los ataques des- de diversos puntos y con todas las baterias no se harian espe- rar: cartas y folletos extenderfan una polémicaa la que Rous- seau puso fin por aburrimiento, dejando de contestar; pero determinadas exigencias de sus conteincantes, la precision que requerian algunos entinciados mal esdozados y diversos conceptos, tuvieron tn mérito: obligara Rousseau a puntuali- zaciones que, sin abandonarel terreno moral en que se inseri- bbe el primer Discurso, le hacen recorrer por etapas graduales ‘caminos que le llevan a otro descubrimiento:l dela opresién ‘como nueva fuente del malestar social: «L.a primera fuente del mal esla desigualdad», contestard al rey Estanislao I de Polo- nia, que se habia inmiscuido en la polémica con un articulo andnimo. Y en el prologe a su pieza Narcisse (fines de 1752) «aun salto cualitativo: sin olvidarla prédica moral, se obliga a bbuscary atacar as raices poiticas del mal; wellos [Ios declama~ dores] han visto el mal; y yo descubro sus causas|...] todos e508 vicios no pertenecen tanto al hombre cuanto al hombre mal gobernado». Ese mismo parrafo habia comenzade con una visién amplia del problema: «Extrafa y funesta constitu- ciénen quella riquezas acumuladas faciitan siempre los me- dios de acumularlas mayores, y dondea quien nada tiene lees imposible adquirir algo; donde.el hombre de bien ningin me- dio tiene de salir dela miseria, y donde necesariamente hay que renuinciar ala virtud para volverse un hombre honradom. Prescindiendo ahora de esa derivacién moralizante con que rematala frase, en la nota que pone al pérrafo Rousseau subra~ yauna palabra clave que ha de desarrallar en el Origen de la esigualdad: propiedad. Porque afinanda sobre estos concep- tos pasard de la pregunta afirmativa: «{No son las ventajas de la sociedad para los poderosos y os ricos?» (Discurso sobre la economta politica) al hallaago tajante del Contrato: «De hecho, Jas leyes son siempre itiles alos que poseen y perjudiciales a losqueno tienen nadan’, 3. Notas, pagina 318de esta edi prc a Noes, portanto, el concepto moral de walienaciény lo que cimenta esa sociedad contra la que arremete, sino la desigual- dad y sus secuelas, la acumulacida, la explotacién, que pro- ducirén en Rousseau como secuela inexcusable una visién apocaliptica dela sociedad: «Veo pueblos desventurados gi rmiendo bajo un yugo de hierro, al género humano aplastado por un puiiadode opresores, una multitud hambrienta, abru: mada de trabajos y hambre, de la que el rico bebe en paz la sangre y las ligrimas, y por doquiera al fuerte armado contra eldébil con el temible poder de las leyese* EL Discurso sobre las ciencias ylas artesabre un camino nue vyoala filosofiaintentando resolver una contradiccién eviden: tesla critica dela sociedad, que nace en el siglo de lasluces, pa radgjicamente, de unacritica dela cultura, Porvez primera se produce un malestar de la cultura que arremete conta la fil: sofia sus estériles disputas, contra laciencia ysusacademias, contra la literatura y los libros (cuando los preceptores de Emilio y de Sofia, igual que el vieario saboyano, se deciden a buscar la verdad, lo primero que hacen es cerrar todos los li- bros), contra el arte y sus sofismas. Porque ninguna de esas raterias es libre para Rousseau, Sabios y artistas westdn paga- dos, no para descubrirla verdad o para embellecer la vida de Jas pueblos, sino para justifiear el poder de quienes les em- plean,y para servira sus vicios»’, EL Discurso sobre el origen y os fundamentos de la desigual- dad entre los hombre, escrito cuatro afios més tarde con oca- sién de otro concurso dela Academia de Dijon ~que esta vez rechaz6 el trabajo-, arranca de la frase ya citada: «La primera fuente del mal es la desigualdad. Si en Las cienciasyy las artes habia llegado a la conclusién de una sociedad como perver~ sion del hombre natural, ahora retrocediendo va a buscarlo su primigenio estado para examinar las causas y el paso de una situacién a otra en un andlisis que tiene més de teoria an- 4, eL'Btat de guerres, en Berit sur Vabbé de Saint-Pierre, Cures completes, I, 608. 5. [rL, Lecencte: Rousseau, pig. 77 es 2 amo anna tropoligics que de rigor hist6rico. Segiin las Confesiones*, «parameditar agusto sobre ese gran tema [le desigualdad en- tre os hombres, propuesio por la Academia de Dijon] hice a Saint-Germain un viaje de sie a ocho dias con Thérése, con nuestra casera, que era una buens mujeryy con una de susami- 36 (..).Elresto del dia, sumergido-cn el bosque, buscaba y en~ Contraba la imagen de los primeros tiempos cuya historia tra- zaba con orgullo; atacaba las miserables mentiras de los hombres, osaba poner al desnudo su naturaleza, seguir los progresos de los tiempos y las cosas que la han desfigurado y, comparando el hombre del hombre con el hombre natural, mostrarles en su pretendida perfeccién Ia verdadera fuente de ‘sus miserias. Exaltaba poraquellas contemplaciones sublines, si alma se alzaba hasta divinidad y, viendo desde alia mis semejantes seguit el ciego sendero de sus prejuicios, de sus cerrores, de sus desdichas y de sus crimenes, les gritaba con una vox débil que ellos no alcanzeban a ofr: “Insensatos que os ‘quejdis sin cesar de la naturaleza, sabed que todos vuestros ales proceden de vosotros mismos”.» Este segundo discurso, que pone al servicio de la reflexion ‘una materialibresca abundante, en especial libros de viajes, va & buscar su tono en una retorica de alios vuelos, plenamente intelectual esta vez, de acuerdo con sus fuentes, quela mani- pulacidn delos conceptos convierte en datos simples utiliza- dos ahora como arma arrojadiza al servicio de un «pensa- miento armado», segiin Starobinski. En la biisqueda de ese estado primigenio y sin desigualdades ~puesto que atin n0 existe sociedad~ Rousseau configura un mundo a-hist6rico, al margen del tiempo, al margen «del hombre del hombre», ues lo ve como un animal como los dems hasta el punto de calificar de animal depravado al hombre que medita, Un hom- brenatural,instintivo, sin ratio todavia, sin sociedad y sin ma- les, Pero ese hombre naturales ideal. Rousseau lo sabe, yasilo admiteen su Letire a Christophe de Beasimonty en el Prefacio de este Discurso: «Porque no es liviana empresa separarlo que 6. Lasconfsiones, pigs, 582-53, xovoce B hay de originario y de artificial en la naturaleza actual del hombre, niconocer bien un estado que ya noexiste, que quiz ro haya existido, que probablemente no existird jamés, y del ‘que sin embargo es necesario tener nociones precisas para juz~ garbien nuestro estado presente»”, Suponiendo casi a inexistencia del hombre natural, Rous- seau va aconfigurerlo de forma distintaa a filosofiacoeténea, aportando novedades que més tarde aprovecharé la etnogra- fia: contra Hobbes afirma la inexistencia de conciencia de derechos y deberes, lafalta de un lenguaje como tal -su forma cin necesita un pensamiento previo-, en resumen, su faltade razén formada, De ahila frase: «E] hombre que medita es un animal depravado»,tantas veces tergiversada por citarse fue- rade contexto. En lo natural hay, sia embargo, dos caracteris- ticas que si pertenecen a todos los animales, en cambio van a dlferenciar al hombre del animal posteriormente: l amor de siyla piedad: el primero es equivalente al instinto de conser vvacidn, y la piedad la tienen y la ejercen los demés animales con sus Semejantes. Sade aprovechar4 ambos supuestos rous- seaunianos en La flosofia en el tocador, aunque acontrario’, y otro utopista como Fourier, hard de esas caracteristicas un eje claro de su «nuevo mundo amoroso». En ese primer estadio, ese animal hombre, sin moral, sin necesidades de ningtin tipo (ni siquiera médicas: Rousseau aprovecha para satirizar a la medicina), es, al margen de la bondad y de la maldad, a-moral porque éste es un concepto social, sin odios, porque no hay razn que engendre el amor ‘propia (derivado del amor de si), fuente de las desigualdades; 7. Pigna 21, Y nota sored steniminto que Levi Stanepresta= Sept paride 5 La piedady el amor des miso gure obssiramente cn Rousseau Enis Extnactones Origen dela Tone Sede provechardlste Sroieunna en sine sei ono cazeinenio alge tern slo impuls dele artes qe nov acon prefer los dems Stove yo decade omar paso elma Le oa en cao p17, 980) ses concisin = ‘lane lnc del ruled ip. 105y psn) Seba SS... “4 seaono anus sin guerras porque no fo son las escasas disputas que el ai mento puede, ocasionalmente, suscitarentreellos. Pero, jemo se produce el paso del hombre natural al hom- bre social? Aqui la explicacién de Rousseau resulta vaga ein- suficiente: se escapa en une frase que habla de circunstancias fortuitas, diferentes azares que habrian dado lugar al motivo del cambio. Lecercle observa que Rousseau deja el mismo va- cidnt Por si mismo el pueblo siempre quiere el bien, pero - por si mismo no siempre lo ve, La voluntad general es siem: | pre recta, pero el juicio que la guia no siempre es esclarecido. Hay que hacerle ver los objetos tal cual son, a veces tal cual deben parecerle, mostrarle el buen camino que busca, ga: rantizarle de la seduccin de Jas voluntades particulares, acercar 45us ojos hugares y tiempos, equilibrar el atractivo de las ventajas presentes y sensibles con el peligro de los males lejados y ocultos. Los particulares ven el bien que re- ‘chazan: lo puiblico quiere e! bien que no ve. ‘Todos tienen igualmente necesidad de guias: hay que obligar « unos a conformar sus voluntades a su raz6n; hay que ensefiar al ‘tro a conocer lo que quiere. De las uces piblicas resultaen- tonces la unién del entendimiento y de la voluntad en el ceuerposocial;deahi el exacto concurso delas partes, y final- mente la fuerza mayor del todo, He aquidedondenacela ne- cesidad de un legislador. Capitulo VIL Dellegislador Para descubrit las mejores reglas de sociedad que convienen ales naciones, harfa falta una inteligencia superior que viese todas la pasiones de los hombres y que no sintiese ninguna, ie no tuviera ninguna relacién con nuestra naturaleza y ‘que la conociese a fondo, que su felicidad fuera indepen- diente de nosotros y que, sin embargo, taviera a bien oct parse de la nuestra; finalmente, que procursndose en el co- rer de los tiempos una gloria lejana, pudiera trabajar en un siglo y disfrutar en otro, Harian falta dioses para dar leyes aloshombres. 7 El mismo razonamiento que hacia Caligula en cuanto al hecho, lo hacia Platén en cuanto al derecho para definie al hombre civil o real que busca en su libro sobre el reino * pero sies cierto que un gran principe eshombre raro, ;euin- tonoloserd un gran legislador? El primero no tiene més que seguir el modelo que el otro debe proponer. Este es el mecé- » Serefierea La Politica de Plat6n, también conocidaen aguella epoca poreltitule Deregna or 2 f 7 pr conrmmarascctat uinott 6 nico que inventa la maquina, aquel no es mas que el obrero - que la monta y la hace andar. En el nacimiento de las socie~ dades, dice Montesquieu, son los jefes de las reptblicas lo {que hacen la institacidn y luego es a institucién la que for maalos jefesde lastepublicas” Quien se atreve con la empresa de instituir un pueblo” debe sentirse en condiciones de cambiar, por asf decir, lana. | turaleza humans; de transformar cada individuo, que port mismo es un todo perfecto y solitario, en parte de un todo | mayor, del que ese individuo recibe en cierta forma su vida su ser; dealterarla constitucién del hombre para reforzarla,- desustituir por una existencia parcial y moral la existenc fisicae independiente que todos hemos recibido de la natu. raleza, En una palabra, tiene que quitar al hombre sus pro- pias fuerzas para darlelasquele son extrafas y de as que no | puede hacer uso sin la ayuda de los demés. Cuanto més rmuertasy aniquiladas estan esas fuerzas, més grandes y dus - raderas son las adquiridas, y mas sdlida y perfecta es tam- bien la institucion, De suerte que si cada ciudadano no es nada, ni puede nade sino gracias a todos los demés, y sila» fuerza adquirida porel todo es igual o superior ala suma ae) las fuerzas naturales de todaslos individuos, se puede decir ‘quela legislacién esté en el mas alto grado de perfeccién : puedeadquirir. Bllegisladores, en todos los aspectos, un hombre extraor- dinario en el Estado. Si debe serlo por su genio, noloes me znos porsu empleo. Este no ¢s magistratura, no es soberania, Ese empleo, que constituye la Repitblica, no entra tampoco ‘en su constitucién; es una funcién particular y superior ‘que nada tiene en comin con el impetio humano; porque siquien manda alos hombres no debe mandar en las Leyes quien manda.en las leyes tampoco debe mandar alos hom * Considerations sur lescauses dela grandeur des Remains ete leur dé: cadence, cap. abadidodela edicign de 1748). bressde lo contratio, sus leyes, ministros de sus pasiones, no hariena menudo sino perpetuar sus injusticias, y jamés po- dia evitar que miras particulares alterasen la santidad dest obra. ‘Cuando Licurgo dio leyes a su patria, comenzé por abdi- car de la realeza, Era costumbre de la mayoria de las ciuda- s griegas confiar a extranjeros el establecimiento de las Las Reptblicas modernas de Italia imitaron con frecuencia este uso; la de Ginebra hizo otro tanto y le fue bien’ En su mejor edad Roma vio renacer en su seno todos loscrimenes dela tirana, y se vio a punto de perecer por ha: ber reunido sobre las mismnas cabeza la autorkad leyislt vyayel poder soberano, Sin embargo, los mismos decenviros nunca se arrogaron elderecho de hacer aprobar una ley s6lo por su autoridad. Nada de lo que os proponemos, decfan al pueblo, puede pasar ‘ley sin vuestro consentimiento, Romanos, sed vosotras mis- ‘mas los autores de las leyes que deben hacer yuestra felicidad. ‘Quien redacta las leyes no tiene, pues, ni debe tener, nin- tin derccho legislativo, ycl pueblo mismo no puede, aun- que quiera, despojarse de este derecho intransferible; por- que segtin el pacto fundamental s6lo la voluntad general obliga alos particulares, y nunca se puede asegurar que ana vohuntad particular es conforme ala voluntad general hasta después de haberla sometido a los sufragios libres del pue- blo; ya dije esto, pero no es imitil repetirlo, Deeste modo, en la obra de la legislacién se encuentran a la vez dos cosas que parecen incompatibles: una empresa por encima de la fuerza humana y, para llevarla a cabo, una auforidad que no es nada, tra dificultad que merece atencién: los sabios que qui ren hablar al vulgo su propio lenguaje en vez del de éste, no podrian ser entendidos. Ahora bien, hay mil clases de ideas {que es imposible traducir a la lengua del pueblo. Las miras demasiado generales ylos objetos demasiado alejados estén 66 EL CONTRATOSOCIAL ‘gualmente fuera de sualcance; al noplacera cada individua } mis plan de gobierno que aquel que se refiere a su interés 5 particular, dificilmente percibe las ventajas que debe sacar de las privaciones continuas que imponen las buenas leyes. Para que un pueblo naciente pueda gustar las sanas maxi mas de la politica y seguir las reglas fundamentales dela ra. zon de Estado, seria menester que el efecto pudiera volverse causa, queel espiritu social, que debe ser la obra de a insti tuci6n, presidala institucién misma, y que los hombres fue sen antes de fas leyes lo que deben Hegar a ser por elas. Asl ‘pues, el legislador, al no poder emplear nila fuerza nielra- zonamiento, tiene necesidad de recurrir a una autoridad de otro orden que puedaarrastrar sin violencia y persuadir six, convencer, He ahi lo que forzs desde siempre a los padres de las na- ciones a recurrir a la intervencién del cielo ya honrar alos | cin que no puede existir en a prctica. Pero siel abuso es inevitable, ise sigue de ello que al menos.no haya que regu- Jarlo? Precisamente porque la fuerza de las cosas tiende siempre adestruir a igualdad es por lo quela fuerza delale-- agislacién debe tender siemprea mantenezla, Pero estos objetos generalesde toda buena institucién de- * Enellibrol.cap. VIL tuen ser modificados en cada pafs porlas elaciones que na- ‘entanto de lasituaci6n local como del carécter delos habi- fantes, ya partir de tales relacioneses como hay que asignar jqcada pueblo un sistema particular de institucién, que sea ‘a mejos, quizéno en si mismo, sino para el Estado aque esté Jestinado. Por ejemplo, es el suelo ingrato yestéril, ol pais demasiado estrecho para loshabitantes? Volveos hacia lain dusteia ylas artes, cuyos productos cambiaréis por los géne- fos que 0s faltan. Que por el contrario ocupais ricas Hana- ‘as y fertiles laderas? ;Que en un buen terreno 0s faltan habitantes? Dad todos vuestros cuidados a la agricultura, que multiplicalos hombres, y expulsad las artes que a0 ha- fan sino acabar de despoblat el pafs, agrupando en algunos puntos de territorio alos pocos habitantes que tiene'®, ;Que ‘acupais riberas extensas y cémodas? Cubrid el mar de baje- les, cultivad el comercio y la navegacién; tendréis una exis ‘encia brillante y breve, Que el mar no bafa en vuestras ‘ostas sino rocas casi inaccesibles? Seguid siendo bérbarose ictidfagos; viviréis més tranquilos, quizé mejores, ycon toda seguridad més felices. En una palabra, ademés de las maxi- mas comunes a todos, cada pueblo encierraen si alguna cau- saque las ordena de una manera particular y hace su legisla- «ign idénea sélo para él, As{ es como antaiio los hebreos y recientemente los érabes han tenido por principal objeto la religién, los atenienses las letras, Cartago y Tiro el comercio, Rodasla marina, Espartala guerray Roma la virtus*, El au- torde [Esprit des Lois** ha mostrado en multitud de ejem- * Roussestescribe:lavertt, Perouina radccinliteralconlasconno- tacionesreligiosas que en castellano tiene el término vrtud, no podria treducie lo que er la virtus romans: conjunto de cualidades que dan al. ombre o alos dems seres su valor fisico 0 moral; cualidades virile, ‘ones: vigor, moral, energi, valor, efuerzo, fortaleza de anime, ‘Montesquieu. Alde Rousseauallibro XI, cap. VxAunque todos los Estados tengan en gencral un mismo objeto, que es elde mantenerse, ‘ada Estado tiene, sin embargo, uno quele es particular Elengrandesi 78 EL cowraarason plos por medio de qué arte el legislador dirige la institucig acadaunode estos objetos, ‘Lo que hace la constitucién de un estado verdaderame sélida y duradera es que las conveniencias sean observad de tal modo que las circunstancias naturales y las leyes. gin siempre concertadas sobrelos mismos puntos, y que tas no hagan, por as{ decir, més que asegurar, acompaiay rectificar alas otras. Pero si el Legislador, equivocindose, su objeto, adopta un principio diferente del que nace de| naturaleza de las cosas, si uno tiende a la servidumnbre y otro alla libertad, uno alas riquezas y otro a la poblacié unoalapazy otro alas conquistas, se verd debilitarse insen siblemente las leyes, alterarse a constitucién, y el Estado ng cesar de ser perturbado hasta que sea destruido 0 cambig do, y hasta que la invencible naturaleza haya recuperado, imperio, Capitulo XII, Divisiénde las leyes Para ordenar el todo o dar la mejor forma posible ala piiblica, hay diversas relaciones que considerar. Primer mente la accién del cuerpo entero actuando sobre si misme cs decir, la relacién del todo al todo, o del soberano con & Estado, y esta relacidn estd compuesta por la delos términ intermediarios, como enseguida veremos. | Las leyes que regulan esta relacién llevan el nombre dele: “yes politicas,y se laman también leyes fundamentales, 7 rmiento eal objeto de Romar guerra,elde Lacedemonis:la reign, ‘de las leyesjudaicasel comercn, el de Marsellas a tanguaida ps Dlica, el de las leyes ce China; a navegacidn,el de las eyes de los Rodis lalibertad natura, el objeto dela poica de los satajes; en general ik Alicia del prncipecl delos Estados despstcos; sy gloria ya dl Est do el dels monareslaindependencia de cada particular eel obje elas eyes de Polonia, delo que esltala opresion de todos.» aot 79 ga cierta raz6n si tales leyes son sabias. Porque si en cada fstado no hay mnds que una buena manera de ordenarlo, el eblo que Ia ha encontrado debe atenerse a ella: pero si Fionden establecido es malo, por qué tomar por fundamen- fates leyes que le impiden ser bueno? Por otra parte, y en ‘aalquiersituacion, un puebloessiempredueao de cambiar fsleyes: incluso las mejores; porque sile place hacerse mal asimismo, ;quién tiene derechoa impedirselo? Tasegunda relaci6n sia de os miembros entre sfo conel ~Zyerpo entero, y esta zelacién debe ser en el primer aspecto tan pequefia yen el segundo tan grande como sea posible: de suerte que cada ciudadano esté en perfecta independencia de todos los demas, y en excesiva dependencia de la ciudad; [ocual siempre se hace por los mismos medios; porque sélo Ip fuerza del Estado hace la libertad de sus miembros, De cesta segunda relacion es de donde nacen las eyes civiles, Puede considerarse tna tercera clase de relaciGn entre el hombre y a ley, a saber, la de la desobediencia a la pena, y Giada lugar al establecimiento de leyes criminales que en él fondo son menos una especie particular de leyes que la san- cign detodaslas demas. ‘Aeestas tres clases de leyes se une una cuarta, la mds im- portante de todas; que no se graba ni sobre el maemol ni sobre el bronce, sino en los corazones de los ciudadanos; ‘que forma la verdadera constitucién del Estado; que ad- {guiere todos los dias nuevas fuerzas; que cuando las demas eyes envejecen o se extinguen, lasreanimao las suple, con serva un pueblo en el espiritu de su institucion y sustituye insensiblemente la fuerza del habito por la de la autoridad, Hablo delas costumbres, delos usos, y sobre todo de la opi- nin; parte desconocida de nuestros politicos, pero de la ‘que depend el éxito de todas las demas: parte de la que el ‘gran Legislador se ocupa en secreto, mientras que parece limitarse a los reglamentos particulares que no son mas ‘que la cimbra de la béveda, de la cual las costumbres, mas 20 lentas en nacer, forman en tiltima instancialla inquebrant bleclave, 4 : Entre estas clases diversas, las leyes politicas, que consti. tuyen la forma del gobierno, son la nica referida a mi tema, 4 [Antes de hablar de las diversas formas de gobierno, tratemos defijar el sentido preciso deesta palabra, que atin no ha sido uy bien explicado. Capitulo Del gobiernoen general Advierto al lector queeste capitulo debeser leido despacio, y que yo no conozco el arte de ser claro para quien no quiere estar atento, ‘Todaaccién libre tiene dos causas que concurren a produ- dirla: tna moral a saber: Ia voluntad que determina el acto; otra fisica, a saber: el poder que lo gjecuta. Cuando camino taciaun objeto, primero es menester que yo quiera sen se- sgundo lugar, que mis pies me leven, Que un paralitico quie- Fa correr, que un hombre égil no quieza: los dos se quedarin ced sitio. El cuerpo politico tiene los mismos moviles: se distingue tambien en él la fuerza y la voluntad. Esta con el nombre de poder legislaivo, la otra con el nombre de poder secutive. Nada se hace o nada debe hacerse sin suconcurso. Hemos visto que el poder legislativo pertenece al pueblo, a we Den cotmarn sod y no puede pertenecer més que @ él. Es ficil ver, por el con {rario, por los principios anteriormente establecidos, qued poder cjecutivo no puede pertenecer a la generalidad comg legisladora o soberana; porque este poder no consiste mig queen actos particulares que no son de la incumbencia del | ley ni, por consiguiente, dela del soberano, cayos actos to, | dos no pueden ser mas que leyes. 4 Necesita, por tanto, la fuerza publica un agente propia que la una y la ponga en accién segiin las direcciones del voluntad general, que sirvaa la comunicacién del Estado y| del soberano, que, en cierto sentido, haga en la persona pi Dlicalo que hacen en el hombre a unién delalmay del cuer- po. He abi lo que es en el Estado la razén del gobierno, con- fandido erréneamente con el soberano, del que no es mig qued ministro. 2Quées, pues, el gobierno? Un cuerpo intermediario esta blecido entre los sibditos y el soberano para su mutua co- rrespondencia, encargado de la ejecucidn de las leyes, y del mantenimiento delalibertad, tanto civil como politica. Los miembros de este cuerpo se aman Magistrados 0 Re- ‘yes, €3 decir, gobernantes, y el cuerpo entero lleva el nombre de Principe". Ast, quienes pretenden que el acto por el que un pueblo se somete alos jefesno es un contrato, tienen mux cha raz6n, No es més que una comisién, un empleo en € cual, simples oficiales del soberano, ejercen en su nombre elpoder de que los ha hecho depositarios, y que él puede li- mitar, modificar y recuperar cuando le plazca, por ser compatible la enajenacién de tal derecho con la naturaleza > del cuerpo social ycontraria al fin dela asociacién. Llamo pues gobierno o suprema administracién al jer cicio legitimo del poder ejecutivo y principe o magistradoal | hombre oelcuerpo encargado deesta administracion, Esen el gobierno donde se encuentran las fuerzas inter > ‘mediarias, cuyas relaciones componen Ia del todo con et todo ola del soberano con el Estado. Se puede representar ammo 83 esta tltima relacién por la delos extremos de una propor- ‘én continua, cuya media proporcional es el gobierno. El jerno recibe del soberano las 6rdenes que da al pueblo, y para que el Estado esté en buen equilibro es preciso que, Jompensado todo, haya jgualdad entre el producto 0 el po- der del gobierno en s{mismo considerado y el producto ol poster de los ciudadanos, que son soberanos por un lado y Subdites por otro. ‘Ademés, no podria alterarse ninguno de os tres términos sin romper al instante la proporcidn. Si el soberano quiere bernar 0 siel magistrado quiere darleyes, o silos stibdi- osrehtisan obedecer, el desorden sucede la regla, la fuerza ja voluntad no obran ya de concierto, ye Estado, disuelto, cae as{ en el despotismo o en la anarquia, Finalmente ast como no hay més que un medio proporcional entre cada re- lacidn, tampoco hay mas de un gobierno bueno posible en un Estado, Pero como mil acontecimientos pueden cambiar las relaciones de un pueblo, no sélo diferentes gobiernos pueden ser buenos para diversos pueblos, sino para el mis- ‘mo pueblo en diferentes épocas. Para tratar de dar una idea de las diversas relaciones que pueden reinar entre estos dos extremos, tomaré como ejem- plo el ntimero de la poblacién como una relacién mas facil deexpresar. ‘Supongamos que el Estado esté compuesto de diez mil siudadanos. El soberano no puede ser considerado sino co- lectivamente y como cuerpo; pero cada particular en cali- dad de stibdito es considerado como individuo: asi el sobe- ano esal stibdito como diez mil esa uno; es decir, que cada iniembro del Estado no tiene, por lo que a él se refiere, mas quela diezmilésima parte de la autoridad soberana, aunque ‘té sometido a ella por entero. Si el pueblo esté compuesto por cien mil hombres, el estado de los subditos no cambia, y ‘ada cual leva igualmente todo el imperio de las leyes, mientras que su sufragio, reducido a una cienmilésima, tie 8 percontaarosoca§ ne diez vez menos influencia en su redaccién. Entonces, ‘permanecer siempre uno el stibdito, la relaci6n del sobera, no aumenta en razén del mimero de los ciudadanos. De donde se sigue que cuanto més se agranda el Estado, disminuyela libertad, Cuando digo que la relacién aumenta, entiendo que aleja de la igualdad. Cuanto mayor es la relacién en la acep.| cin de los gedmetras, menos relacién hay en laacepciéne ‘mains en la primera, la relacién considerada segtin la cant, dad se mide por el exponente*, y en la otra, considerads| segiin la identidad, se estima por la simifitud. 4 ‘Ahora biea, cuanto menos relacién tengan las voluntads, con la voluntad general, es decir, las costumbres con las le yes, mas debe aumentar la fuerza represiva, Por tanto, pan ser bueno, el gobierno debe ser relativamente més fuertea ‘medida que el pueblo es més numeroso. Por otrolado, al dar elagrandamiento del Estado més ten: taciones y medios de abusar de su poder a los depositarios | de la autoridad publica, cuanta ms fuerza deba tener el go bierno para contener al pueblo, mas deberd tener a su vez d soberano para contener al gobierno. No hablo aqué de una, fuerza absolata, sino de una fuerza relativa de las diversas | partesdel Estado, Deesta doble relacién se sigue que la proporcién contin entre el soberano, e principe yel pueblo no es una idea ari traria, sino una consecuencia necesaria de la naturaleza del * Enla Enciclopedia, D’Alembert firma el art dlfine asi: «El exponeiede una razén (hay que entender la geométrica, porqueen aitmétic lo que podria denominarse con ese nombre adap | taymds particularmente el de diferencia}: el exponente, pues, de una ri. _26n geomética eselcocients dela divisién de consecuenite por el ant ‘cedente, sien arazén de 208, el exponcnte es 8/2~ dsen lade 82d ‘exponente es 2181/4, ctc.Eslaigualdad de exporentesdedos razones | Ta goelashaceiguales,rlo que establece entre elas lo quese llama uaa proporcidn. Cada consecaente es entoncesel producto de su anteceden {eporelexponente comin». anon 85 cuerpo polltico. Se sigue también que por ser fijoyrepresen- {ado por le unidad, uno de Jos extremos, a saber el pueblo fomo sibdito, cada vez que la rezén doblada* aumenta 0 isminuye, la razén simple aumenta o disoinuye andloge- eate, yque,en consecuencia, el témino medio cambia. Lo hal demuestra que no hay una constitucién de gobierno Gaica yabsoluta, sino que puede haber tantos gobiernos di- frentes en naturaleza como Estados diferentes en exten- bn. ‘i, queriendo ridiculizar este sistema, dijeran que para encontrar esa media proporcional y formar el cuerpo del go- bierno no hace falta, en mi opinién, mds que extraer la raiz uadrada del ntimero de la poblacién, contestaria que no tomo aqui ese niimero sino como ejemplo, que las relaciones de que hablo no se miden sélo por el numero de hombres, sino en general por la cantidad de accién, que se combina pormultitudes dle causas, que, por lo dems, si para expre- ‘arme con menos palabras tomo prestado por un momento Jae términos de geometria, no ignoro sin embargo que la precisin geométrica no tiene cabida en las cantidades mo- tales. » En Lelangage mathématigue de}-1 Rousseau (pag, 343), Prangon ex- flicasraison doubléev: «También es ésa una expresion matematica {ive sentido se comprende mal hoy. Dadasdosrelaciones iguales A/B y iD, sellama "azn doblads” al producto de estas dos elaciones, una porlactra, osea(A.B)(C-D)-Eneleaso particular ue nos ocupa, te- ‘emos una proporciéa continua’ que no ofrece mis que los tres térmi- 106A, By C-La “raz dablads” es por tantolarelacin (AB) (B-C). [Alser joy estar epresentado porla unidad uno de los extremas, C. ce leproporcisn A/B = BIC, la“vazsin doblada’ es igual a(A »B)/B = A aando A varia, a relacidn A/Bvaria también asi comoel términome- Ao eatre Aylaunided, es decr,B, Rousseau deduce de ello que nohay. tina constitucién de gobierno dnicay absoluta, sino que puede haber tuntos gobiernos diferentes en naturaleza como Estados diferentes en ‘tension’. Como adems tenemos a relacign A-C= BP como femutague B= A» Elgobierno es en pequefto lo que el cuerpo politico quely ‘engloba es en grande, Es una persona moral dotada de cig tas facultades, activa como el soberano, pasiva como Estado, y que se puede descomponer en otras relaciones sg mejantes, de donde nace, por consiguiente, una nueva pr porcién, otramdsavinen ésta, sega el orden delos tribun les, hasta que se llega a un término medio indivisible, a4 decir, a un solo jefe o magistrado supremo que se puede re presentar, en medio de esta progresién, como la unidad eq, tse a serie delas fracciones y la delos muimeros. 2 Sin enredarnos en esta multiplicacién de términos, con. tentémonos con considerar el gobierno como un nu cuerpo en el Estado, distinto del pueblo ydel soberano, ¢ in. termediario entre uno y otro. 4 Entre estos dos cuerpos hay la siguiente diferencia esen cial: que el Estado existe por si mismo, y que el gobierno ng existe més que por el soberano. Asf,la voluntad dominai del Principe no es, o no debe ser, més quela voluntad genera olaley, su fuerza no es mids que la fuerza publica concentra: daen di, y tan pronto como quiere sacar de si mismo algig acto absoluto c independiente, la trabazén de todo comien: va a relajarse. Sifinalmente ocurriera que el Principe tiene tuna voluntad particular més activa que la del soberano, y ‘que para obedecer a esta Voluntad particular usa dela fuerza piiblica queesté en sus manos, de suerte que hay por asi de cirdos soberanos, uno de derecho y atzo de hecho, al instan- tela uniéa social se desvaneceria, y el cuerpo politico que daria disvelto. Sin embargo, para que el cuerpo del gobierno tenga unt existencia, una vida real que lo distinga del cuerpo del Esta: do, para que todos sus miembros puedan actuar de concierto. responder al fin para el que esté instituido, hace falta un ye} particular, una sensibilidad comun a sus miembros, una fuerza, una voluntad propia que tienda a su conservaciét, Esta existencia particular supone asambleas, consejos, poder a a a uno a lliberar, de resolver, derechos, titulos, privilegios que wrescn al Principe exclusivamente y que hacen la condi- eign del magistrado mas honorable en la proporcién en que Sr més penosa. Las dificultades estan en la manera de orde- paren eltodoeste todo subalterno, de suerte queno altereen jada a constituciOn general al afirmarla suya, que distinga ‘Sempre su fuerza particular destinada a su propia conserva- ‘ign de la fuerza pablica destinada ala conservacién del Es- ado, que, en tna palabra, esté siempre dispuesto a sacrifi- are gobiernoal pueblo, y noel pueblo al gobierno. "Ademds, aunque el cuerpo artificial del gobierno seaobra deotro cuerpo artifical, y aunque no tenga en cierto modo sds que una vida prestada y subordinada, esto no impide {que pueda actuar con més 0 menos vigor y celeridad, gozar, porasidecir, de una salud més omenos robusta. Por ultimo, sin alejarse directamente del objetivo de su institucién, pue- de apartarse mds 0 menos, segtin la forma en que esté cons- tiuide. De todas estas diferencias es de donde nacen las diversas relaciones que el gobierno debe tener en el cuerpo del Esta- do, segtin las relaciones accidentales y particulares por las que ese mismo Estado es modificado, Porque a menudo el rigjor gobierno en s{mismo llegaré a ser el mas vicioso si sus telaciones no se alteran segiin los defectos del cuerpo politi- soa que pertenece. Capitulo 1. Delprincipio que constituye las diversas formas de gobierno ara exponer la causa general de estas diferencias, hay que distinguir aqut el principe del gobierno, como he distingui- doantes el Estado del soberano. El cuerpo de magistrados puede estar compuesto por un ‘nimero mayor 0 menor de miembros. Hemos dicho que la a petconaarosocia. § relacién del soberano con los sibditos era tanto mayor § cuanto més numeroso era el pueblo, y poruna analogia evi. dente podemos decir otro tanto del gobierno respecto a log | magistrados Ahora bien, la fuerza total del gobierno, porser la de! Es] tado, no varia en absoluto: de dondese sigue que cuanto mis | usa de esta fuerza sobce sus propios miembros, menos le | «queda para actuar sobre todo el pueblo, Por tanto, cuanto mas numerosos sean los magistrados | nas débil es el gobierno. Como esta méxims es fundamen. tal, apliquémonos aesclarecetla mejor: Podemos distingnir en la persona del magistrado tres voluntades esencialmente diferentes. En primerlugat, la vow luntad propia del individuo, que no tiende més que asu ven- taja particular; en segundo lugar, la voluntad comtin de los ‘agistrados, que se refiere nicamente a la ventaja del prin- cipe, y que se puede denominar voluntad de cuerpo, la cual es general en relacidn al gobierno y particular en relacién al Estado, del que el gobierno forma parte; en tercer lugar, la voluntad del pueblo o voluntad soberana, que es general tanto en relacién al Estado considerado como el todo cuanto, en relacién al gobierno considerado como parte deltodo. | Enna legislacién perfecta, la voluntad particular o indi- vidual debe ser mula, la voluntad de cuerpo propia del go- bierno, muy subordinada, y, por consiguiente, la voluntad general o soberana siempre dominante y regla inica de to- daslas demas. Por el contrario, segiin el orden natural, estas diferentes voluntades se vuelven més activas a medida que se concen- tran. Asi la voluntad general es siempre la més débil, lavo- Juntad de cuerpo ocupa el segundo rango, y la voluntad par- ticular el primero de todos: de suerte que en el gobierno, ‘cada miembro es en primer lugar él mismo, y luego magis- trado, y luego ciudadano. Gradacién directamente opuesta alaque el ordea social exige. apse! 9 ‘Una vez sentado esto, que todo el gobierno esté entrelas ‘manos de un solo hombre: yatenemosa la voluntad particu. jery ala voluntad de cuerpo perfectamente reunides, y pot He piguiente se halla en el mésalto grado de intensidad que jede tener. Ahora bien, como el uso de la fuerza depende {Gel grado de la voluntad, y como la fuerza absoluta del go- ‘pierno no varia, se deduce que el mas activo delos gobiernos eseldeuno solo ‘Unamos por el contrario el gobierno a la autoridad legis Jativas hagamos el principe del soberano, y de todos los cia- dadanos otros tantos magistrados: entonces la voluntad de cuerpo, confundida con la voluntad general, no tendré mas actividad que ella, y dejaré ala voluntad particular en toda su fuerza, Asi, el gobierno, siempre con la misma fuerza ab- soluta, se hallaré en su minimum de fuerza relativa o de acti- vided. Estas relaciones son irrefutables, ¢ incluso otras conside- raciones sirven para confirmarlas. Se ve, por ejemplo, que cada magistrado es més activo en su cuerpo que cada ciu. dladano en el suyo, y que, por consiguiente, la voluntad par- ticular tiene mucha més influencia en losactos del gobierno ue en los del soberano; porque cada magistrado esta casi siempre encargado de alguna funcién del gobierno, mien- ‘ras que cada ciudadano considerado aparte no tiene ningu- na funcién dela soberanta, Por otra parte, cuanto més se ex- tiende el Estado, mas aumenta su fuerza real, aunque ésta no ‘gumente en razdn de la extensién de aquél: pero, al seguir siendo el mismo el Estado, por mas que los magistrados se rultipliquen, no adquiere el gobierno una Fuerza real ma- ‘Yor, porque esta fuerza es la del Estado, cuya medida es siempre igual. De este modo, la fuerza relativa ola actividad del gobicrno disminuye sin que su fuerza absoluta o real ‘pueda aumentar. Es seguro también que el despacho de os asuntos se hace mis lento a medida que se encargan més personas de ellos, « DELeostnare sot ‘que no por dar demasiado ala prudencia se da suficientegs Ja fortuna, que se deja escapar la ocasién y que, a fuera, de deliberar, se pierde con frecuencia el fruto de la delib racién. 3 ‘Acabo de probar que cl gobierno se relaja a medida que. los magistrados se multiplican, y he probado antes que) cvanto mas numeroso es el pueblo més debe aumentar iy fuerza cepresiva. De donde se sigue que ta relacién de lag ‘magistrados con el gobierno debe ser inversa dela relaci¢y de los siibditos con el soberano: es decir, que cuanto més sg agranda el Estado, mas debe reducirse el gobierno: de ta forma que el ntimero de jefes disminuya en razén del ax] mento dela poblacién. Por lo demas, no hablo aqu{ sino de la fuerza relativa dd gobierno, no de su rectitud. Porque al contrario, cuante mds numerosa es la magistratura, més se acerca la volun-| tad de cuerpo a la voluntad general; mientras que bajo un ‘magistrado tnico esa misma voluntad de cuerpo n0 65 ‘como ya he dicho, més que una voluntad particular. Dey ‘este modo se pierde por un lado lo que se puede ganar por otro, y elarte del legislador es saber fjar el puntoen quel fuerza y la voluntad del gobierno, siempre en proporciéa reefproca, se combinan en la relacién més ventajosa parad Estado. Capitulo I Divisién de los gobiernos En el capitulo anterior se ha visto por qué se distinguen las} diversas especies o formas de gobiernos, por el nimero de saiembros que los componen; queda por veren éste cmos realizaesta division, q El soberano puede, en primer lugar, delegar el depSsite del gobierno a todo el pueblo o ala mayor parte del pueblo, desuerte que haya més ciudadanos magistrados que simples sou %* udadanos particulares. A esta forma de gobierno se da el Fromibre de democracia. O bien puede encerrar el gobierno entre las manos de un que‘io nimero, de suerte que haya més ciudadanos sim- ples que magistrados,yesta forma levael nombre de aristo- aca. Finalmente, puede concentrar todo el gobierno en manos deun solo magistrado, del que todos los demas reciben su poder. Esta tercera forma es la mas comin, y se llama mo- pnarquia 0 gobierno real ‘Dobe observarse que todas estas formas o al menos las ‘dos primeras son susceptibles de més o de menos, y hasta tienen una latitud bastante mayor; porque la democracia wuede abarcar a todo el pueblo ollimitarse hasta la mitad. A uve aristocracia puede limitarse de la mitad del pueblo hasta el nimeto mas pequeno indeterminadamente. Larea- Je misma es susceptible de alguna particién. Esparta tuvo constantemente dos reyes para su constitucién, y en el lm- perio Romano se vieron hasta ocho emperadoresala vez, sin ‘que pudiera decirse que el imperio estaba dividido. Asi, hay tin punto en el que cada forma de gobierno se confunde con la siguiente y se ve que bajo tres tinicas denominaciones el gobierno es realmente susceptible de tantas formas diversas ‘como ciudadanos tiene el Estado. Hay mas: pudiendo en ciertos aspectos subdividirse ese mismo gobierno en otras partes, una administrada de un modo y otra de otro, puede resultar de estas tres formas combinadas una multitud de formas mixtas, cada una de las suales puede multiplicarse por todas las formas simples. En todo tiempo seha discutido mucho sobre la mejor for~ ima de gobierno, sin considerar que cada una de ellas es la mejor en ciertos casos, yla peor en otros. Sienilos diferentes Estados el mtimero de los magistrados, supremos debe estar en raz6n inversa al de los ciudadanos, sededuce que, en general, el gobierno democratico convie- 2 so conraatosocush ay E ne alos Estados pequefios el eristocratico alos medianos, 7 _g{a de su independencia; un pueblo que gobernara siempre Ja monarquia alos grandes. Esta regla se saca directementg jen no tendrfa necesidad de ser gobernado. del principio; pero jeémo contarla multitad de citcunstay- f _‘Tomando el término en su acepcién més rigurosa, jamais cias quee pueden dar lugara excepciones? spacexistido verdadera democracia, y no existiré jamas. Va contra el orden natural que el mayor niimero gobierne y el menor sea gobernado, No puede imaginarse que el pueblo Delademocracia* yanezca incesantemente reunido para vacat alos asun- | fos pilblicos, y ficilmente se ve que no podria establecer Quien hace a ley sabe mejor quenadie como debe serejecy.F _ para esto comisiones sin que cambie l forma de la adminis- tada e interpretada, Parece por tanto que no podria haber traci6n. mejor constitucién que aquella en que el poder ejecuting® En efecto, creo poder sentar en principio que cuando las esta unido al legislative, Pero es esto mismo lo que hace i fanciones del gobierno se reparten entre varios tribunales, suficiente a ese gobierno en ciertos aspectos, porque las cy} jos menos numerosos adquieren tarde o temprano la mayor sas que deben ser distinguidasnolo son, y porque nosiendg | autoridad;aunque no fuera mas que a causa dela facilidad de cl principe ye soberano mas que la misma persona, no fog: | despachar los asuntos, ue los lleva a ello de modo natural. man, porasi decir, més que un gobierno singobierno. | __-Ademés, jcudntas cosas dificiles de reunir no supone tal, No es bueno que quiet hace las leyes las ejecute, ni queg# gobierno? En primer lugar, un Estado muy pequefio en que cuerpo del pueblo desvie su atencién de las miras generals} pueblo see facil de congregar y en el que cada citudadano para volverla alos objetos particulares**. Nada hay més pe: pueda fécilmente conocer a todoslos demés;en segundo lu- figroso que la influencia de los intereses particulares en los | gar, una gran sencillez de costumbres que evite la multitud asuntos piiblicos, yelabuso delasleyes por el gobierno esug} de asuntos y las discusiones espinosas; luego, mucha igual- mal menor que la corrupcién del legislador, secuela infalible § daden los rangos yen las fortunas, sin lo cual la igualdad no delas miras particulares, Alhallatse entoncesalterado els | podria subsistir mucho tiempo en los derechos y en a auto~ tado en su sustancia, toda reforma se vuelve imposible. Yay tidad: finalmente poco o nada de lujo, porque o el lujo es sfecto de las riquezas, 0 las hace necesarias; corrompe ala ‘zal rcoyal pobre: al uno por posesién yal otro por ambi «én; ende la patria ala molicie, ala vanidad; priva al Esta- ode todos sus ciudadanos para hacerlos esclavos unos de ‘oft0s,y todos de la opinién. "He aqut por qué un autor célebre* ha dado la virtud por sca racpncnlehnin ution Soi agen cl RON 2 Republics porque todas esas condiciones no para conclarse el gobieno de Ginebra por lo que Rousseau adopif adrian subsistr sin la virtud; pero por culpa de no h, Epc ce cnnceep mcg gta oe +" Las dos primeras ediciones dicen svelverlos,eratacorregida ps todos los eitores medemos el Contate. * Montesquieu, en respite tas lees, UT, cap IL Capitulo prnconmurosoey | 4nn0!" 7 gelacxpetiencia. Deahilosnombres de prestes, de ancianos, : do con frecuencia de exactitud, a veces de claridad, y no visto que, siendo la autoridad soberana por doquiera la mig ‘ina, el mismo principio debe darse en todo Estado bieg! constituido, mas 0 menos, desde luego, segyi la forma dg gobierno. ‘Afiadamos que no hay gobierno tan sometido a las gue. sas civil y alas agitaciones intestinas como el democrat 00 popular, porque no hay ninguno que tienda tan fuertey| tan continuamente a cambiar de forma, ni que exija més ye gilancia yvalor para ser mantenido en la suya, En esa const {ucién sobre todo es en la que el ciudadano debe armarse de fuerza de constancia, y decir cada dia desu vida en el fondg desucorazén lo que decia un virtuoso palatino” en la Die dePolonia: Malo periculasam libertatem quam quietur se: vitium. 4 Sihubiera un pueblo de doses, se gobernarfa democriti mente, Un gobierno tan perfecto no conviene alos hombr Capitulo Vi Dela aristocracia Tenemos aqui dos personas morales muy distintas, a sabgg) el gobierno y el soberano; ¥ por consiguiente, dos volute) des generales, una por relacién a todos los ciudadanos, ot sélo por relacién a los miembros de la administracién. Aah aunque el gobierno pueda regular su politica interior co leplazca, no puede jams hablar al pueblo més que en nome, bre del soberano, es decir, en nombre del pueblo mismg) cosa que no hay que olvidar nunca Las primeras sociedades se gobernaron aristocrat mente. Los jefes de las familias deliberaban entre silos ast {os piiblicos; los j6venes cedian sin esfuerzo a la autorid » «Prefiero na libertadpeligrosa que un sosiego servi.» Al parece ‘gin Vaughan, la frase hay que atribuiela no al padre, sino al abvela rey Estanisao, desenado, de gerontes*. Los salvajes de la América septen. irional se gobiernan ain en nuestros dias asi, y estén muy bien gobernados, Pero.a medida que la desigualdad de institucién se impu- so sobre la desigualdad natural, fa riqueza o el poder"® fue- ronpreferidos alaedad, ya aristocracia se hizo electiva, Fi- sgalmente el poder, transmitido con los bienes del padrea los hijos, dando lugar alas familias patricias, hizo el gobierno hereditario, y se vieron senadares de veinte aft. Hay, por tanto, tres clases de aristocracia: natural, lect ‘gq hereditaria, La primera no conviene més que a pueblos sencillos;la tercera es el peor de todos los gobiernos. La se- ganda es la mejor: es la aristocracia propiamente dicha. ‘Ademas de la ventaja de la distincién de los dos poderes, tienela dela eleccidn de sus miembros; pues en el gobierno popular todos los ciudadanos nacen magistrados, pero éste {oslimitaa un pequeno mimero, y no se convierten en ello, sino por eleccién"®, medio por el cual la probidad, ls luces, Inexperiencia y todas las demas razones de preferenciay de tina poblica, son otras tantas nuevas garantias deque uno ‘esd sabiamente gobernado. * Gonprestestadunc el eancs rds, wsualment tradacto por si- cq, Lactimolopa del eaxtlano pete es preamentee! mtiguo Sack presredelquehs derivado a voz trancesa actualy aunque st sedenomine alossacerdotes, Rosseanemplenagu esta weno ors) trite isos, sino por sus connotacioneseimologieas peste pro. uel lin cles presbyter derivado asa ven del greg elena fens orepos comparativo de oPus aca: sien el Nuevo Testamento Tpcofur tptoy ‘significa consejo de ancianos. Traducida sericerdoteslaveson strbuyea estos miembros eligions sl pr stb sa utoridad dela experiencia que Rourens adja cx Ses ln mayne ovals tase una como el expt de Rossen, Sloqued anedirque en galoct. Ss exrbeancanos sero de sents conejo de ancanos,) tes (lla rae regs yo, yepoveos, cian), 7 DELCONTRATO SOC geo 7 ‘Adems, las asambleas se hacen con més comodidad, jetodosu tiempo, y n0, como pretende Aristételes*, porque seprefiera siempre alos ricos. Importa mucho, por el con- ligencia, el crédito del Estado se halla mejor sostenido eng ario, que una eleccién opuestaensefiea veces al pueblo que extranjero por venerables senadores que por una multi jpayenel mérito de los hombres razones de preferencia mis desconocida o despreciada. Jmportantes que la riqueza, Enuna palabra, es ef orden mejor y mds natural que log! mis sabios gobiernen ala multitud cuando se esté seguro quela gobernarén en provecho de llayno parael suyopash capitulo VI. Dela monarquia ticular; no hay que multiplicar vanamente las compet ias, ni hacer con veinte mil hombres lo que cien hombrgy} asta aqui hemos considerado al principe como una perso- escogidos pueden hacer atin mejor. Pero hay que advert? ya mioral y colectiva, unida por la fuerza de las leyes, y depo- que el interés de cuerpo comienza aquia dirigir menoslg] _sigariaen el Estado del poder ejecutivo. Ahora tenemos que ‘considerar este poder reunido en las manos de una persona patural, de un hombre real, el unico que tiene derecho a dis- ejecutivo. poner de élseguin las leyes, Es lo que se llama un monazca, 0 Respecto alas conveniencias particulares, noes meneste sey. niun Estado tan pequefioni un pueblo tan sencillo y tan: ‘Totalmente al contrario de las demis administraciones, to que la ejecucién de las leyes se siga inmediatamente d -enlas que-un ser colectivo representa a un individuo, en ésta voluntad péiblica, como en una buena democracia. Noe? gn individuo representa a un ser colectivo**; de suerte que menester tampoco tna nacidn tan grande que los jefes dig} jg unidad moral que constituye el principe es, al mismo petsos para gobernarla puedan romper y rasgar como sobe} tiempo, una unidad fisica en la que todas las facultades que ranos cada uno en su departamento, y empezar por hacetse} independientes para terminar finalmente como duefios. | + Sepia Assteles (Poti, cap. Vl} gobierno acinen interés Reto silaaristocracia exige algunas irtudes menos que ee ee eee ace pecans gobierno popular, exige también otras que le son propiagy Tagelien que la clase media es la mas numerosa, * como la moderacién en los ricos y el contento en los pep rath hace la siguiente observacién a esta frase: «...me parece bres*; porque parece que una igualdad rigurosa estarfa auf mayiificll de comprender si se quiere conservar paral verbo “repre ella fuera delugarsnisiquiera ue observada en Esparta, | | Mende

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