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i AGilbert Hottois josofa Contempordnea en la rector del CRIB (Cont Universidad de Chile {3860 1008402130 5. OR - ae i a é NUEVA CIENCIA Gilbert Hottois Colecoi6n dirigida por Nicanor Ursis 8 EL PARADIGMA BIOETICO Una ética para la tecnociencia ; Ah elo. = Now 9S = i AAnmiropos JEDFTORIAL DEL HOMBRE Ele. Urews force BEES ete El paradigma bioético : Una ética para la teenociencia / Gilbert Hottois. — Barcelona : Anthropos ; Leioa Universidad del Pafs Vasco, 1991, — 208 p. ; 20cm. — (Nueva Ciencia ; 8) Tic ong: Le paradigme biotthique : Une éthique pour le technoscience [ibliografia p. 199-202 ISBN 84-7658-208.7 1. Universidad del Pas Vasco (Leloa) IL Titulo. HL Cosson 1, Biottica S101? | 178701 ibaanee ‘Titulo original: Le paradigme bioéthique, (Une éthique pour 1a technoscience) (1990) ‘Traduccion del francés: M. Carmen Monge Primera edicién en Editorial Anthropos: octubre 1991 (© Gilbert Hottois, 1991 © Editorial Anthropos, 1991 Edita; Editorial Anthropos. Promat, S. Coop. Lida. ‘Via Augusta, 64, 08006 Barcelona ‘dl Servicio Eaitorial de la Universided del Pats spen Zerbitzva Euskal Herriko Unibertsitatea Fotocomposici Impresién: Indugra Impreso en Espana - Printed in Spaint “Tedos los deechos reserved todo len parte ni regisrada ‘ecttnic, magnsico, ee prea por ert de is editorial PREFACIO ‘Qué importa si el amor del préjimo se da y Seclbe en forma de acrosol.. Siempre eS me Jor ser salvado por una maquina que no ser Etlvado.. Sin embargo, esta soluciin no me gusta J. BRONNER La técnica se ha convertido en parte de nuestra vida Lil. Vivimos enteramente inmersos en la moda técnica»! svando algo se hace omnipresente hasta el punto de confandirse con el aire mismo que se respira, es extrema Gamente peligroso ignorarlo, descuidarlo o, incluso, sim- flemente, banalizarlo no evaluéndolo correctamente, Esto reo que, a menudo, sucede, desgraciadamente, con la t6-- Sica, Este desprecio 0 esta incompresién por lo que consti Civeflexivas en el Occidente tecnocientifico, o Jo que es més, dejando que éste se desarrolle siguiendo una dinémi- ta propia que no se infenta pensar o, al menos, acomPa- fatla por el pensamiento reflexivo y critico. Este libro? querrfa ser una manera de empezar tal acompafiamiento. Invita a pensar. Pensar de Ja manera 7 (ver Indice de Textos). Estos textos, esparcidos por el libro, no necesariamente son un apoyo del argumento principal: pueden ilustrar una reserva, una objeci6n, una alternativa, tun titubeo importante y significativo, invitando al lector a pensar en otro sentido. La obra ha sido realizada de forma que pueda ser per- fectamente lefda y entendida ignorando los textos que la ilustran. La manera de integrarlos al cuerpo del libro nos ha parecido més rica que la yuxtaposiciOn, tal y como se hizo en la edicion anterior, del texto del autor seguido de una antologia de extractos no integrados en el contexto apropiado y siempre singular. Hemos querido que la obra fuera resueltamente con- ‘temporénea y prospectiva: la tecnociencia de hoy y de ma- fiana es lo que nos ha impulsado y las preguntas se han planteado siempre desde esta perspectiva. Aungue la preo- cupacién étiea sea dominante y «finalistas, de-alguna ma- nera, el libro, nuestra interrogaci6n, no es sélo interna a la perspectiva ética que propone. Pues la reflexién filoséfica sobre la tecnociencia, cuando es radical, no puede conten- tarse con preguntarse ‘nicamente sobre los valores que trata, en el seno de una determinada concepcién moral de tearse y replantearse la pregunta sobre el sentido, la natu- raleza y el valor de la propia ética, de la ética como tal de la eticidad—, y no sélo de una u otra moral particu- lar. Este es el tema central, el corazén de los tres tiltimos capftulos y, del cual, la bioética es una ilustracién privi- legiada. ‘Tras haber sefialado la primacfa de la técnica, contra- ‘riamente a la tradicién occidental dominante, e introduci- da la nocién de tecnociencia (capitulo 1), presentamos la evaluacion filosofica (que es también la del sentido co- amin) més corriente que sigue distinguiendo entre «ciencia puras y «técnicay, asimilando ésta a un conjunto de stilés © de medios al servicio del Hombre (capitulo 1). Seguida- mente mostramos algunos de los limites de esta evalua- cién comin, instrumentalista y antropocéntrica (capitulo TID y profundizamos el sentido de un punto de vista evolu- cionista defendido por muchos tecnocientfficos y que hace més justicia a algunos aspectos de las posibilidades tecno- cientificas (capitulos IV y V). Como ya hemos dicho, los tres iltimos capitulos (VI, VII y VIII) estén directamente consagrados a la pregunta (por la) ética, teniendo en cuen- ta lo que ha sido desarroliado en las secciones preceden- tes. ‘Si existe una pregunta tebrica que atraviesa todo el li- bro, es la cuarta pregunta kantiana: «Qué es el hombre?». Si hay una inuietud que subyace a la pregunta prictica , Claramente, Ja ciencia era un asunto mas ro presidente de la Royal plicaba orgullosamen: te que eel hombre de ciencia», no contento de lo que se puede encontrar en Ja superficie de la Tierra, cha penetrar Ho en su seno {..] para apaciguar la fiebre de sus deseos y para extender y acrecentar su poder». Y, retdricamen- te. preguntaba: «¢Quign no saciaria la ambicin de fami- arlzarse con los secretos més profundos de la Naturale- ‘za, de vetificar sus operaciones escondidas?». La ciencia “oroclamaba triunfante— ha dedo al filésofo natural “poderes. que podrian calificarse de creadores; éstos Je hhan permitido [J por la practica de la experi ion, intecrogar a la Naturaleza con autoridad y no como lo haria el erudito pasivo que no desea nada més que com- prender las operaciones de la Naturaleza, sino més bien, Como un maestro activo que se sirve de sus propios instru- mentos». He indicado ya que la voluntad de Iiberar a Ja humani- dad de las numerosas tiranfas de Ia naturaleza es una cosa Yel deseo de adquirir un poder total sobre la naturaleza 19 spor sf mismoe, otra cosa muy distinta, Pero, gse trataba realmente de esto? Parece mis bien que tras un largo desa- rrollo histérico ha aparecido en Europa occidental un tipo de hombres que estén deseosos de romper sus lazos con la | «Tierra Madre» para responder a un deseo compulsivo de probar su masculinidad y virilidad. Et medio que ellos de- i ‘fan emplear era la epropiacién tecnolégica, cada vez més ujante, de una Tierra pasiva, para permitir a los hombres, segiin las palabras maestras de Francis Bacon, «hacer todo Jo que es posible hacer» [B. Easlea, Science et philosophic, pp. 295-296]. 3. La tecnociencia contemporénea El ideal antiguo —logotebrico y filoséfico— de la cien- cia esté todavia muy arraigado en la consciencia (a despe- cho mutacin producida en el proyecto occidental de la ciencia y de su objeto ‘se concibe como la puesta en marcha de la posibilidad del pleno desarrollo téenico. La matematizacion es la repeticién general de la aproxima- cién a la totalidad de lo real bajo el Angulo de su manipu- laci6n ilimitada, del juego, sin limites, de la realizacion de todo lo posible. «La teorfa matemética potencializa [crea lo posible, GIL], por el hecho mismo de que ella inviste a priori una naturaleza vista de manera operativa. La técnica la segui- r4, més o menos bien, con més o menos répidez» (D. Jani- caud, La puissance du rationnel, p. 194). Hoy, los polos teérico y técnico de la actividad cientifi- ca estén indisolublemente trenzados. «Esta distincién [entre ciencia y técnica, G.H.], aparen- temente clara, esté puesta en tela de juicio por el crecien- te entrelazamiento de las ciencias natural ‘que se manifiesta tanto como una tecnifi cia como una cientifizaci6n de la técnica» (H. Stork, Ein- fuhrung in die Philosophie der Technik, p. 41). B. Gille ha- 20 interpenetracién de la ciencia y de la técnica» -119) y de «la dificultad de disociarlas» (His- des techniques, p. 1.453). (E. Dupreel, Deux essais sur le progrés, pp. 48-49). La vision del hombre «en conflicto con la naturaleza y dominéndola» constituye «el elemento clave del industria- Tismo, superideologia donde marxismo y antimarxismo si- ‘tian, uno y otro, sus postulados» (A. Toffler, La tercera ola, p. 132). Hemos'de advertir que esta superideologia esté hoy atacada desde numerosos flancos. La tercera ola es un ‘ejemplo inteligente de una de esas criticas en Ja que se invita a ver a la naturaleza como un compafiero y no ‘como un esclavo y en la que se apuesta por el desarrollo de las tecnologias blandas, la descentralizacion y la diver- sificacién tecnolégicas. Toffler pone «el acento sobre la simbiosis 0 armonia entre el hombre y la tierra, En esta obra la nocién de hostilidad es sustituida por la de alian- za» (ibid, p. 360). Asi se ha desarrollado, bajo el efecto de la toma de con- ciencia ecologista, lo que puede parecer una descentraliza- cin. La planetarizacién misma de la técnica y de sus con- secuencias invita a tomar un punto de vista sistemdtico y global en el que el pernio es la biosfera o la «Tierra» (hi- pétesis Gaia, de J. Lovelock) y no el hombre. E. Morin indicaba, recientemente, la necesidad de un sje Na- turaleza-Hombre. Esta toma de concienci preocupacién por la preservaci6n de los equi i- versidades biol6gicas. En cualquier caso, lo mas frecuente ‘es que esta mueva actitud no constituya un abandono real del punto de vista antropocentrista. La preocupacién eco- logista esta dictada por Ia exigencia de supervivencia de la especie humana, El respeto a la naturaleza no es un respe- to absoluto a la naturaleza por ella misma, sino una nece- sidad que se impone con miras a asegurar la continuacién y el futuro bienestar de la humanidad sobre la Tierra. Ast, ebemos proteger a la naturaleza porque ésta es patrino- rnio comin de la humanidad y no debemos dilapidaria des- consideradamente porque nos Pertenece a todos. Resu- 35, miendo, todos los imperativos relatives a la naturaleza son imperativos condicionales o técnicos, nunca categ6ricos: la vida hay que pr la porque es el medio de superviven- cia y de progreso del hombre. Todo lo que se sigue de aqui no tiene sentido ni valor mas que en funcién del hombre y su futuro. En realidad, no se trata de una vuelta a una verdadera filosofia de la naturaleza o al sentido antiguo de Ja physis. El antropocentrismo se revela mds complejo y dificil de tratar de lo que parecia serlo en el siglo xix e incluso durante la primera mitad del xx. La naturaleza como patrimonio humano Ahora bien, geual es el status de Ia naturaleza en Jas diferentes podria deci ¢n primer lugar, que esa naturaleza ticne al hombre como centro y que, administrativamente, se en- ‘cuentra en una situacién precopemicana en la que se man- ‘tienen todas las aberraciones del geocentrismo-traspasadas al derecho. ne En segundo lugar, parece que esta naturaleza esta total- mente «humanizada> y, por tanto, totalmente politizada o, si se prefiere, juridizada si uno considera que el derecho es un progreso politico, Esto se deduce muy directamente de representa el género humano y, mejor atin, puesto que pre- tende revelar lo genuinamente humano. de cuentas, el tinico objef LA. Hermitte, homme, la nature et le droit, pp. 135-140), 2. Amplitud y diversidad de la evaluacién antropologista Una interpretacién corriente de Ia tecnociencia (que se puede remontar ficilmente a Descartes, y hasta a F. Ba- con) aproxima ciencia tedrica y técnica como dos formas solidarias de la misma voluntad de poder y dominio pro- pios de Occidente. La ciencia tedrica ofreceria un dominio simbélico que se realizarfa en la técnica, la cual procura un dominio efectivo, fisico, de lo real. 1a técnica, dominio hurmanista de la naturaleza Entender el mundo como un objeto de posesién y utili zacién humanos es un evento inaudito y enteramente nue- vo [...} El hombre es visto como un ingeniero racional que dirige las fuerzas del cosmos y las explota. Descartes ha sido, asf, el primero en concebir una relacién fumdamental- mente técnica del hombre con el universo [..} El otto nombre que debe ser citado es el de Francis Bacon [..1. ‘ste proclamé como ideal cientifico de la modernidad la realizacién del afo de vida, suprimir la necesidad, la ‘una sugestiva férmula para el progreso de las ciencias y las artes que harfa de ellas el medio con el que extender Jas fronteras del dominio del hombre sobre la naturaleza, una ic inis [H.J. Meyer, Die Technisie- i ica se debe a que éstas no res- ponden a los mismos intereses humanos (te6rico y de co- 37 cialmente las manipulaciones genéticas en donde la mayor Parte de las justificaciones expuestas son, casi exclusiva- mente, de tipo socioeconémico o terapéutico. Un ejemplo de ello serfa la carrera alimenticia: «una vaca de 500 kg fabrica alrededor de medio kilo de protei- nas en 24h 100 kg de bacterias (reprogramadas y roducirfan de 5 a 50 toneladas de pro- y M. Allain-Regnault, Liavenir de la Otros ejemplos similares pueden ser la mejora de la agricultura gracias a la pecie humana: eugenesia, negativa y positiva,! m esa éptica de mejora de la humanidad gracias a ta tecno- ciencia, 1a manipulacién genética utilitaria Todavia nos separan decenas de afios del da en el que Jos padres se dirijan al supermercado genéti com prar allf genes a su eleccidn. La mayor parte de los raszos que a los padres les gustaria ver manifiestos —inteligencia, ones, color del pelo, talla del busto, personalidad, forma de la natiz, probabilidad de vivie mucho tiempo— no se encuentran en un solo gen. Son el resultado de la interac- ci6n de numerosos genes (sin contar la interacci ambiente después del nacimiento) ‘cas que produzean, por ejemplo, anticuerpos o antibidti- cos. De hecho, muchos investigadores ya han pedido la pa- tente comercial de algunos de sus descubrimientos, Una-de las posibilidades que patece interesarles particularmente es Ja de fabricar bacterias capaces de estimular el crecimiento de los cereales. Esto permitiria reducir el consumo de abo- nos raros y costosos, Uno de los investigadores de Ia Ge- neral Electric esperaba poder crear un organismo capaz de extraer metales preciosos de materiales de desecho [V. Packard, Lhomme remodelé, p. 226). Este utilitarismo lega a tomar las formas més materia- listas y brutales de la razén econémica y comercial. Tam- bign Jo vivo manipulado —elas nuevas formas de vidar— pueden llegar a patentarse como cualquier otra invencién 0 innovacién téenicas. El mercado —expresién del hombre y sus necesidades— se introduce en la tecnocienci: en sus avances mas audaces (cf. M.A. Hermitte [ed], Lhomme, la nature, le droit). 3. Ambivalencia de Ia evaluacién antropologista Sin embargo, Ja evaluaci6n antropologista no tiene por ‘qué ser necesariamente positiva: la ideologia del progreso hhumano por el progreso tecnocientffico no reina sin divi- siones. Desde el Siglo de las Luces existen pensadores —de forma ejemplar JJ. Rousseat— que proponen concepcio- nes del hombre en las que las ciencias y las técnicas apare- ‘cen como contrarias a la naturaleza y a los fines del hom bre, y debido a las cuales la humanidad padece més incon- venientes que beneficios. En algunos aspectos, los movi- mientos ecologistas y fundamentalistas contempordneos muestran también un naturalismo antitecnocienttfico. El antropologismo negative: la «Kulturkritik» alemana ‘La «Kulturkritik» alemana se opone a la téenica con un no insistente. Explotacién y pérdida de la libertad del hom- bre (F.G, Junger), despersonalizaci6n (HJ. Meyer) y atro- fia de la consciencia (G. Anders), apatridia y olvido de la tradicin (K. Jaspers), educacion de masas y pobreza (FG. Junger) desmesura (Z:B.R. Dvorak) y un, cada ver menor, respeto por lo establecido: esto es To que, junto a otros a males, se ve como el aspecto negative de la cera de la téc~ inica» y lo que la propia técnica trae. Esta se hace inhuma- ta y se Ia presiente como una amenaza. La «Kalturkritike tiene, sin duda alguna, una larga tradicién filosdfica; su forma actual esté determinada por el idealismo alemén y por la filosofia de la existencia, Esa es la razén por la cual tempordnea acerca de la cuestién tun lado, hay pensadores que como F.G. Junger, H.J. Meyer ( M. Heidegger’ ven en la técnica un extravio mayor de la humanidad, la marca de una profunda alienacién de la li- bertad y la dignidad humanas; por otra parte, los hay quie- nes como N. Wiener, G. Klaus 0 K. Steinbuch ven en. el progreso’tecnocientifico el incremento del dominio del hombre sobre la naturaleza y la condicién de su liberacién.

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