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Derecho al Deporte. Los derechos fundamentales en el deporte José BeRMEIo VERA NOTA PREVIA Escribo estas lineas atendiendo a la amable invitacién de Sadara Montenegro, alumna en el Master de Derecho Deportivo organieade onjuntamente por la Universidad de Lleida (Espafa) y In Avociacion Espatiola de Derecho Deportivo (AEDED), de la que soy Presidents de Honor por decisién undnime de sus asociados, muchos de ellos mace, {10s ya del Derecho deportivo y otros que, sin duda lo sern pronte: An tes, y muy especialmente, quiero expresar satsfacciGn y mi gratieud pos Ja posibilidad que me brindan los patracinadores de la obra de colehey ar en ella, junto a tan excelentes juristas del deporte. Por otza parte, Bshado a ello mi singular delete por esta segunda ecasién que te me Proporciona para cooperar, desde un punto de vista exclusivamente octrinal, en In tarea de exégesis de las normas que disciplinan le nett ddad deportiva, Digo esto porque, ailos atrés y precisamente cumdo ce debatia politicamente el proyecto de nueva ley del deporte en Monee twve Ia oportunidad —que recuerdo con mucho agrade-- de participer gn los encuentros que tuvieron lugar en Madrid (en la sede del Consejo Superior de Deportes) con representantes de todos los partidos polit 05 mexicanos. Su presencia en Espafa, como ellos mismos markets Fon, aparte de otros motivos que desconorco, obedecia wn beets Iedida al deseo compartido por las representaciones de la cludadania le México de clevar al méximo rango notmativo reglas especifcas sora Ht actividad deportiva, Fruto de aquellos lustrativos y amistosos debotes fue precisamente la primigenia Ley General del Deporte, del alo 2000, ya derogada por la vigente Ley de la Cultura Fisica y del Deporte, de 2003, que ha sido puntualmente modificada en varias ocasiores desde 1. EL OBJETIVO DEL TRABAJO. Este comentario acerca del “derecho al deporte" no va a trata sobre tn hipotético “derecho fundamental al deporte” —que, expresado at, seria sin duda una hipérboe, por lo que hicge dire aun considerando aue el deporte es fundamental para la vida de los chidadanos singular. zadlos y tambien para la convivencia en general, dentro y fuera de las fronteras esatales. Tanto es asi que, entre los principios de la impor‘an tsima “Carta Olimpia” (exto vigente de 7 de julio de 2007). figura la Siguiente declaracion (punto 4 La préctca deportva s un derecho humano. Toda persona debe tener la nia prea depriving ti dr Shisha ney, repels untae Paci te deen ser contoladas por orgenizaconesdeportvas independienss Mis ben, mi propésito gira en tomo a la reflerin que puede hacerse respecto de la inidencia de los derechos fondonentaes en cl deporte Por otro lado, esta exégenis sin peruicio de algunas alusiones al orde: nnamiento juidico mexicano (oa otras sistemas juridicos)-—» se ircune cribe preerentomente al sista jurdico exparl, que, come ya se ha Feconocide generosa, pero también jistamentc, sha alcansado una es pecincular madres desde Ia aprobacion dela Constitution espanl de 1978. Un texto peltico yjurdic, por cleo, fundamental para ci deseado ¥ espera cambio de régimen de organizacion y hncionamieno de los Poder pablicos, tras cuya entrada en vigor se deci, eon préctca ts nimidad y aqulescencia de representantes politicos y jurists reordenat el sistema deporivo en Espa. Poco despts, en ceco, de estoblecer los fundamentos bésicos de la nueva orgaizacion politica espatla, sere sul la actividad deportva desde originales perspectivaso, cuando me tos hament ere le qe ena acter a deporte éspafol, Sin pretender un relato exhaustivo de la evolucin,valeam por ahora, nas simples referencia os hits mds destacadon, cons pce forma de entendimiento del mleo central demi sportacio. , como deporisa —y como juris mi firme eonviccién en los impagables benefiios del deporte, cualquiera que sea el panto de vista desde el que se considere. Noes extrano, por elo, que, sn lepar incon ipl et gn Mit Ones Cane inl imaginar el deporte como (i) “la forma superior de la exstenci ho mana’, algunos desean proyctarenre lo derechos fundamental o gsrantasbésicas de los cdadanos un “derecho al deporte’ eleanor 4o como auténicodetecho subjetivoindfinido y exighe ante ls pores piblicos. EI problema es, sin embargo, el de su indeterminacion, pues, 4ue yo sepa, nadie ha ido més alld en cl andisis detallado del prewanio Contenido del derecho de los chudadanos a las préeties deportivas Pero, contando con las difcultades, voy a tatar de delimitar slguno de los posibles contenidos sustantivos del derecho al deporte, climineclo ealquler ret6rica init e neficaz, Porque, a una gran parte de la pabla cién mundial le parece que nos hallamos ante un fenémeno de ioe sionante vtalidad, tan “viejo como el mundo" (como acerté a sehelas & \Vimard), aunque sobredimensionado —a veces, sacado de conterton cy fuestra época, que ha aleanzado realmente altos niveles de particiacion, ena préctica activa y ain més en la simple contemplacign como expect culo, Las frontcras estatales no suelen ser obstdculo al deporle s ve cea Pooos los que piensa, adem, que la contribucin del deporte la mo, rm de las relaciones entre los pueblos y sus individuos ha sido ines chang {que cualquier otra actividad. Tampoco son escasos quienes, como ye nic ‘mo, entienden el deporte como una actividad personal que benctcla ol ser humano, en su dimensién individual y social, través de su lomento protecciGn. Como y por que se ha forjado en la legislactn —inclues oo algunos textos de rango constitucional-— el “derecho al deporte 2e¥ cack les serfan los més importantes rasgos delimitadores en su contenido? I EL PROCESO DE ASUNCION DE RESPONSABILIDADES. DEPORTIVAS POR LOS PODERES PUBLICOS En Europa —al menos, en una buena parte de los Estados euro- eos se venia detectando una tendencia a la intervenciGn de los Pade: es pblicos en el deporte. Es verdad que los diversos Estador y Espatia sin ninguna duda—, a través de sus brazos cjecutivos, Ine Adm, nistraciones publicas, siempre habtan intervenido de alguna mane on el desarrollo y ordenacién de las actividades deportivas. Lo rare ena, desde luego, que tales formulas de intervencién —o, mejor dicho. de "ta tromisién’, como se calificaban desde los sectores deportivos tuvie el minimo soporte legislativo, es decir, de la voluntad parlamncntaria, ‘depositaria de a soberania popular. Las leyes emanadas de los Poders, legislativos en el sector del deporte eran mas bien muy escasas, sencile mente porque la inquietud del poder piblico por las practiens deport 88s, como sintoma de buena salud individual y social, era deseontcrda, Sélo por motivos de control del orden paiblico en los espectaculos de Portivos —y, a veces, como simbolo de “patriotismos” atévicos se fre. Fon promulgando normas de exclusivo objeto deportive En lo que ahora interesa, la nueva Constitucién espafiola sent las bases del regimen democratic y, por supuesto, de un sistema devortve {incional y eficaz, bastante ajustado por cierto a las preocupacioncs ddeseos de los sectores interesados, aunque éstos no supieran, al prine’ Plo, valorar adecuadamente los planteamientos de la novedosa Ieeele ion reguladora de las actividades deportivas, La primera Ley ordenadora del deporte se habia promulgado ya en el affo 1961, en plena dictadura franquista, pretendiendo zeneralizar el cjercicio de la educacién fisica y del deporte en la escuela y en la 50: ciedad, con fines politicos y de control social. Esa norma legal recogis {érmulas respetuosas con [a tradicién juridiea del sistema deportivo pri vado en el plano supraestatal 6, si se prefiere, en los diversos niveles i ternacionales, con las oportunas reserva, desde luego. Eran’ los planteamientos identificados en el conocido como *Movimiemto olimpi 0". Yera curiosamente un érgano del ‘Movimiento Nacional” —enton ‘es partido politico ‘nico en Espafia— el encargado de controlar por completo ta actividad deportiva y, muy especialmente, de cjercer las funciones disciplinarias en el deporte. Se asumia asi, poiticamente, la resoluein, en dltima y definitiva instancia, de todas las controversies y diferencias que surgieran entre los deportistas y las asociaciones 0 enti dades deportivas o entre cualquiera de ellas y tereeras persones, cuando afectasen a la educacidn lsica y al deporte Corolario de aquel sistema era la terminante prohibicién de acudir a los Tribunales de Justicia, bajo la coaccién de pérdida de la licencia fe derativay todos los dems fragiles derechos de los deportistas diseolos Por cierto, esta regla prohibitiva, nuclear —aunque con efectos atenua dos— de la Carta Olimpica (norma fundamental de “Movimiento Oli pico"), figura también en los extatutos de Ine Federaciones Deportivas Internacionales. Pero, a comienzos de los afios setenta, se puso en cues tion Ia eficacia y validez de esa prohibieién, primero en sede de ltigios laborales (Sentencia del Tribunal Supremo, de 3 de noviembre de 1972, ' propésito de una reclamacién de retribuciones del futbolista brasileno Mendoza) y més tarde en la propia jurisdiccién contencioso-administra, tiva (Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, de 17 de septiembre de 1975, sobre tun deportsta hipico eli ‘minado del Campeonato de Espatia). Ambos casos pusieron en cuestin la eldusula que prohibia a los de Portstas acudir a los jucces y tribunales de justicia, introdiiciendo la efectiva tutela judicial ahora ya garantia constitucional-— de los dere- hos e intereses de los deportisas Vigente ya la nueva Constitucion democrética espafiola del afto 1978, la primera Ley General de la Cultura Fisica y del Deporte, de 31 dde marzo de 1980, derogé la de 1961, y establecié bases de la interven: cidn de los poderes piblicos sobre las actividades deportivas. En par- ticular, cred un Comité Superior de Diseiplina Deportiva (antecedente del actual Comité Espanol de Disciplina Deportiva y semejante a la mexicana Comisién de Apelacién y Arbitraje del Deporte) para dirimit Jos confictos disciplinarios en el deporte. Estos érganos de la Adminis. tracién —como sus homélogos de las 17 Comunidades AutGnomas espa folas— son competentes para resolver las cuestiones de disciplina deportiva, pero no cierran la posibilidad de recurso posterior ante a ju. risdiccion. ¥ ello, porque, como luego expondré, el art. 24 de la Const tucién de 1978, como los demds textos constitucionales de los Estados de Derecho, garantiza el derecho fundamental a modo de “garantia individual", como los denomina la Constitucién mexicana en su primer precepto (y desarrolla en los siguientes) de todos lon ciudadasos, in fluidos los deportisas, @ una tutela judicial efectiva La vigente Ley estatal de 15 de octubre de 1990 (actualmente en trance de reforma) refrend6 este sistema, dando carta de naturaleza a la intervencién condicionada de los poderes piblicos en el deporte, por medio de una original férmula de “corresponsabilidad’ —las Pedetacie. nes Nacionales son agentes colaboradores de la Administracién publi ¢2— cuyo modelo, por cierto, sigue la ley mexicana de 2003 (el articulo 52 atribuye a las Asociaciones Deportivas Nacionales elejercieio de funy jones priblicas de caracter administrativo, actuando en este caso como agentes colaboradores del Gobierno Federal). Asi se constata la inten ‘dn del Legislador de reconocer el papel del sector privado, sin abdicar de las obligaciones propias del sector pablico en el deporte En cualquier caso, lo cierto es que la intervencién de los poderes podblicos en el émbito'del deporte ha consolidado un sistema furidico que eumnbina perfectamente, sin perjuicto de patologias a las que mis farde haré especial alusién, el marco de actuacién de aquellos y el cua. dro de garantias que corresponden al sector privado. Podiia decirse que el moderno "Derecho deportivo",sintesis de esta estructura, se iutegraria por reglas o normas procedentes de las organizaciones privadas, nacio. nales ¢ internacionales, del deporte —es decir, los Estatutos y’ Regla. Imentos deportivos: de las Federaciones internacionales, nacionales autondmicas, asf como de los Clubes y dems asociaciones deportivas— Y, en segundo lugar, por normas del sector pilblico, es decir, fos princl Pics constitucionales, as{ como las leyes y reglamentos estatales —-y de Jas Comunidades Auténomas espafiolas (o de los Estados lederados, en el caso mexicano)—, incluidas las normas de las Organizaciones inter Racionales que son vinculantes para los Estados firmantes de Acuerdos © Tratados y, en el caso espariol, muy destacadamente como veremos, 4 la Union Europea de la que Espatia es miembro de pleno derecho. IIL. MANDATOS ¥ PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES: EL FOMENTO DEL DEPORT! Es ya habitual en os modernos textos consttucionales (los de Expasia ¥ México son buena prucha de ello) ncorporar clausulas especificas rela. as al deporte. En el caso de Espaia, la nueva Constitucion recogié un listado, por supuesto no exhaustivo, de “principios rectores dela politica social y econdmica’. Entre ellos, figura la obligacién de "fomentar” el deporte (articulo 43) impuesta a todos los poderes pblicos. En tna linea diferente, la Constitucién mexicana, en su articule 73, apartado XXIXF, se limita a asignar al Congreso federal, esto es, la autoridad que re presenta la soberanfa estatal, la facultad de “legislar en materia de de Porte, estableciendo las bases generales de coordinacién de la facultad concurrente entre la Federacién, los Estados, el Distrito federal y Munich Pios: asimismo, de la participacidn de los sectores social y privado (7 ‘Sin embargo, en ambos casos, creo que se trata de un mandato —y no de una simple recomendacién simbdlica— que aleanza a todos lon Poderes piblicos y que es absolutamente vinculante. Obviamente, la fectividad del mandato constitucional en Espatia es doble, por cuanto, xno solamente habilita al Legislador para actuar, sino que le “obliga”, Por sur condicién de poder piblico. Por otro lado, empere, el texto cons. titucional mexicano es mucho mas claro desde el punto de vista vompe, tencial, puesto que, mientras que en Espatia el Estado central earece de hhabilitacion expresa para legislar en materia de deporte, siendo las Co ‘muunidades Auténomas quienes asumen la competencia en México —un Estado federal— se atribuyen expresamente las lacultades legislativas de “coordinacién” al Congreso de la Federaci6n. Ello supone, nada mde ni nada menos, que la habilitacin pr Ia ardonacién de los fundamen, tos y directrices bisieas del sistema deportivo, ademds de Ia competen cia para establecer los criterias de aplicacién y la reserva de la potestad lecisién definitiva. La circunstancia de que las Comunidades, Auto nnomas de Espatia, amén del deber de fomentar el deporte, hayan asumt do poderes legislativos propios para regular las actividades deportives, ‘no impide que el Estado, sobre las bases de otros titulos eompetenciales, conserve constitucionalmente facultades de ordenacién del deporte Una indagacién superficial sobre disefios constitucionales ajenos a los casos espatiol y mexicano no demuestra, desde luego, muchas cosas, Porque sélo en los textos constitucionales promulgados recientemen aparte de las Constitucfones de influencia sovictiea de lov ats cin ‘cuenta, que no hacen al caso— se han hecho alusiones divectas al de porte, y, ademés, de un modo marginal. Sin analizar ahora los diferentes ‘modelos, una descripeién de la situacion en varios pases de nuestra ‘érbita cultural”, europea y americana, pone de relieve que la ordena. cig de las actividades deportivas ha aleanzado tna importante y merect dda extensién. Con o sin mencién en los textos constitucionales (la hay en las Constituciones de Brasil, Colombia, Paraguay, Venezuela, Guatemala en ésta se reserva un minimo del 3% del Presupuesto para deporte tc.) el deporte es ya un fenémeno de profunda incideneia social que los poderes priblicos no pueden marginar. El derecho de los ciudadanos a la préctica deportiva —de “derecho al deporte", se habla incluso, en el art. 79 de la Constitucin portuguesa de 1976— se ha consagrade como iucvo paradigma de la contemporaneidad. El deber de fomento publice, impuesto expresamente 0 no por las Constituciones, se ha conselidac en los textos legales como correlato indispensable de aque derecho en 0. Por eso, sta cuestién no puede ser entendida como trascendente, sl bien tampoco cabe negar lo que significa para el desarrollo de las fw ciones normativas de los poderes legislativos, obligados a dar satisfac cin al designio de los poderes constituyentes, De hecho, y aun sin lo expresa formulacién de mandatos consttucionales, existen leyes abun dantes que ordenan el deporte desde la perspectiva nuclear de au tree fendencia individual y social Pero ain queda por resolver una euestién de suma importancia, como es la del significado y consecuencias jurdicas del deber de fore to 0 promocién de Ia actividad deportiva, fundamentalmente porque conviene despejar la confusién entre lo que implica un deber cbjetve publico y un derecho subjetivo privado. La actitud del sector privade del deporte, en contra de las injerencias de los poderes publicos, sobre la endeble base del “origen privatistco” de las organizactones deportivas'y Ja innecesariedad de la tutela pablica, ha sido persistentey, por Io aa diré,juridicamente reprochable. Porque si consideramos cualescuera ‘ottas actividades desarrolladas en la sociedad, es evidente ov elevets privada y son también notorias las inevitables y periédicamente varie bles intromisiones del poder piblico en aquéllas. Por ello, no deja de ser shora curiosa la supervivencia residual de manilestaciones frente a los sistemas de tutela y control publicos respecto del deporte, sobre todo Porque creo que conviven pacifieamente los sectones deportives privacle y piblico a través del précticamente universal “modelo de corresponsa bilidad” al que antes he hecho referencia. Las formulas de financiacién pablica, en cambio, se han aceptado siempre como principio bésico de la intervenciGn piibliea en el deporte, Uno de los principios declarados en la "Carta europea del deporte para todos” (Resolucién (76) 41, sobre los Prineipios de una politiea de deporte Para todos, definidos en el Consejo de Europa por la Conferencia de Mi Bistros europeos responsables del Deporte, en el aio 1975) fue el deto Ihante de esta convicei6n, pues en dicho instrumento internacional se éonsidcraba que ‘el deporte, en tanto que factor importante del desarre lo humano, debe ser estimulado y sostenido de manera apropiada me diante fondos pablicos". Al conectar estas actuaciones piblicas con la tendencia al “autonomismo del sector privado deportiva-, se cntienden Jos motivos de la posicion de ciertos sectores de la comunidad deportiva para demandar a los poderes pablicos que se limiten al suministro de fondos econémicos, sin interfer el supuesto movimiento soberano de Portivo. Estimular y sostener una actividad, sin embargo, puede y debe exigir alguna formula de control, puesto que resulta inaceptable reducir el papel del Estado (y demas entes pablicos) al de simple dispensador de subvenciones financieras a titulo de fondo perdido. En definitiva, ef tradicional “intervencionismo informal” de los politicos en el desarrollo de las actividades deportivas —o sea, la politizacién del deporte— ha ido dejando paso a la “intervencién formalizada” en textos normativos, es decir, ala plasmacién legal de la legitima intervencién de los poderes ppablicos correspondientes en la regulacién de cualquier sector de la so- ciedad y, por tanto, del fenémeno deportivo. De este modo, la importantisima "Carta Europea del Deporte” adop tada por los Ministros europeos responsables del deporte, reunides en la séptima Conferencia, celebrada en Rodas (Grecia) en 1992 —que pode ‘mos considerar como uno de los primeros documentos oficiales legit madores de la intervencién piblica en el deporte— especificaba en su articulo 12 lo siguiente: Se aportar ayudas adecuadas,as{ como recursos procedentes de lo fon dos pablicos (de las administraciones central, seglonal y Toca, para hacer posible el loro de los Hines yobjetives dela presente Carta. Se foment la sud finanelera al deporte con wn earécter misto —publico y privado—> ssf como Ia capacidad del sector deportivo para generar por st mismo los ecursos financierosnecesarios para sn desarrollo Pues bien, la inclusién en la Constitucién espaola (cap. 3 del Titu lo 1) de Is obligacién constitucional de fomento del deporte entre los principios rectores de la politica social y econdmica (art. 43.3 del texto ‘constitucional) recomienda, en primer lugar, levar a cabo una breve reflexién sobre el significado general de estos principios, precisamente para explicar brevemente la diferencia de los efectos o consecuencias jurfdieas respecto del resto de otros derechos y deberes fundamentales ‘contenido en el mismo apartado constitucional. Estos principios recto res de la politica social y econémica deben ser reconocides, respetados ¥ protegidos por la legislacién positiva a la que, segda se dice en la Consttucién, “informarin’. También, desde luego, deben “informar” al resto de poderes pablicos, esto es, al poder judicial y a los poderes eje ccutives y'sus Administraciones, Pero, a diferencia de los derechos fundamentales, como veremos, estos principios rectores “s6lo podran ser alegados ante la jurisdiccién ordinaria de acuerdo con lo dispongan las leyes que los desarrollen (art. 53.3 de la Constitucién), Io que equivale a decir que pata exigir la efectividad de un “derecho ai deporte’, es absolutamente indispensable la ordenacin legal previa y el establecimiento de las condiciones o re ‘uisitos de dicha exigencia. No es dificil discernir que el condiciona- miento de la alegaci6n de esos principios ante la jurisdiccién ordinaria significa, en suma, que para reivindicarfacultades,itereses derechos ilcondos con a pratis depen proc ena preva rp Con todo, no es, por supuesto, sncillo descirar lo que los poderes toy la proteccion, Pero eabe sear que la ‘protecelén” de os panes Inenos establecerf6rmulas legals que soslayen vimpidan fa htrascen dencia, inocuidad e inatiidad de aquellos mandates consttectoaice prineipios ectores dela politica social y econémica han logrado pie hunciamientos favorable de lor érganos judilales, partido de va ble valor normativo de fos principiosretores de la politica socal y oe decsin del Tribunal Supremo de los USA, (ess0 Trop v= Dulle ex ln desde hcg las formulacionesnormativas contenidas en la lelelsclon de desarrollo de fos textos consttucionales. Ast por semplo\ en fa ep ‘mexicana del deporte de 2003 figuran declaraciones de principe quer a tn entender, resulta vinculantes para los poderes piblicor encarguos de sis aplicacién, tales como la de “fomentar el Optino, equalize denado desarrollo de la eulturafisica y el deporte” (art 21 at, 3), la srantia do “a igualded de oportunidades deni de los programy de desarrollo que en materia de cultura sca y del deporte sc implemen ten" (ar. 2X), la obligacén de la Administracién Publica Fara de “promover yTomentar la prctica de actividades isicaso deporiivas ex tke sus trabajadares” (art. 77), ola consideraciOn “de interés publica uadamente las demandas que requiera el desarvolo dela cura fe Yel deporte" (art. 79). No ex muy distinto el cao de las delarsclones Telatvas al deber de todos los poderespblicos de promover “el sdecua cultura fsiea y ala préctica del deporte” (art 6) y el derecho de los de portistas "a recibir atencién médi¢a" (art, 94), pero ambos preceptos, adems de formular un deber objetivo piblico, reconocen un derecho subjetivo privado, que reluerza su exigibilidad. Desde el momento, sin embargo, en que las obligaciones de fomento del deporte estén incluidas entre los “principios rectores” que contienen los textos constitucionales —o que se plasman en las normas legales de su desarrollo—, todos los poderes piblicos se encuentran vinculados a sitisfacer inquietudes o demandas de los ciudadanos. En el caso espect. ico del deporte, no puede haber otra interpretacién que la sefalada, desechando, por intl ¢ ineficaz la que conduce a la conliguracion de an derecho subjetivo de los ciudadanos al deporte cuyo contenido juridi- co serfa imposible de delimitar. “Informat® la legislacion o la préetica judicial o Ins politicas publicas a cargo de las Administraciones supone ‘que los legisladores —cuando existen en planos 0 niveles tervtoriales, en los Estados compuestos come el espaol y mexicano— deberin pro- mulgar las normas adeeuadas para fomentar las actividades deportivas Surgen, por ello, grandes interrogantes en cuanto a las férmulas de ccumplimiento de los mandatos constitucionales: éeémo ha de “infor marse’ Ia legislacion?; écémo se ‘informa’ la practica judicial?; y c6mo se deben definir polticas pablicas por parte de las Administzaciones piiblicas? ‘Camo ya se ha expuesto, los defensores de la esencia genuinamente privatistica del deporte para ellos, los deportes consti yen un fendmeno que tiene su origen, evolucién, desarrollo y sentido en Ia sociedad, donde ha de empezar y donde se desenvuelve, sin posibil dad ni conveniencia de intromisién pabliea—, la aceién de fomentar ef deporte consiste exclusivamente en sbastecer de fondos publicos a las ‘organizaciones y estructuras deportivas privadas (asociaciones deport vas), sin que admitan otras regulaciones que las dimanantes del émbito deporte, ni otras formulas de resolucién de conflictas deportivos que las establecidas por el propio “mundo del deporte”. De ahi las posicio: nes contra la intervencién incluso de los jueces y tibunales en las con: tiendas que se planteen en el seno o con ocasién del desarrollo de las actividades deportiv Pero la accidn de los poderes piblicas, segdn sabemos, est legit mada por los mandatos constituctonales —mas o menos precisos, mas 0 menos abiertos— y, derivadamente, por las decisiones legislativas. Cuando se configura un derecho de todos los mexicans y las mexicanas ala cultura fisica y ala préctica del deporte (art. 6 de la citada ley mexi- ccana) se debe entender que esta préctica es libre y voluntaria () se tutelada por los poderes piblicos (art. 1°.2 de la citada ley espanol). Dich de otro modo, no solamente no cabe establecer obsticulos o res tricciones injustficadas a esas practicas deportivas, sino que éstas hat de ser estimuladas a través de politicas pablicas adecuadas y suficientes, No otra consecuencia puede derivarse de estos planteamientos, In cluso cuando la Constitucién de Portugal reconoce que "todos tienen derecho a la cultura fisica y al deporte", matiza inmediatamente la de claracion seflalando que “corresponde al Estado, en colaboracién con fos establecimientos de enseftanza y las asociaciones y colectividades de portivas, promover, estimular, orientar y apoyar la préctica y la difusién fe In cultura fisica y del deporte, ast como prevenir la violencia en el dleparte” (art 79), Por ello, en suma, ha de ser el legislador quien conf igure especificamente los rasgos principales que delimitan el derecho al deporte, habilitanda a los demas paderes ejecutivos para establecer la medidas concretas, los instrumentos de apoyo, los cances de Financia cldn y las garantias para la exigibilidad de todo ello, a través de sus po- Itieas piblicas de corte deportivo (pero no sélo de este cardcte: tambien dad piblica, de educacién, ete). En defintiva, trans formar en facultades concretas y reales las disponibilidades de los ei 105 en cuanto a sus préeticas deportivas. Asi se entiende el caso eto del “derecho de los deportistas a recibir atencin médica” (art. 94), que el logislador mexicano ha queride expresamente reconocer y garantizar desde la ley, lo que supone sin duda una primera manifes {acién de la efieacia juridica del derecho abstracto al deporte, sin perjui- cio de as precisionea normativas que lo hagan realmente elective En este sentido, sefialo, a modo de guia orientadora sintetizada y ide minimos, algunos pstbles eontenidosdelinitadore dl derecho al 4) Establecer una 0 mas organizaciones pilblicas responsables del cumplimiento de las normas relativas a las prcticas deportivas, inlui das las de financiacion adecuada 6) garantizar a todos la posiblidad de heneficiarse de programas de ‘edueacidn fisiea para desarrollar aptitudes deportivas bésicas; ¢) asegurar la posibilidad de participar en actividades fisieas depor tivas, en un entorno artificial o natural, en condiciones sanitarias y de seguridad; 4) establecer instrumentos de equipamiento para desarrollar la post bilidad de mejorar los niveles de rendimiento departivo en Funcién de las eapacidades de cada deportstay de realizar sit potencial de desarro- lio personal, incluso propiciar los niveles de excelencia deportiva, si procede: estimular y desarvollar principios éicos del deporte, por medio de la proteccién de los deportstas contra cualquier explotacién efectuada con fines politicos, comerciales o financicros; garantizar cl acceso a las instalaciones y a las competiciones o actividades deportivas sin discriminaclones de aingin tipo; 2) adoptar toda clase de medidas, organizativas, financieras, mate viales, etc, para beneficiar a los ciudadanos con discapacidad que de. soen practicar el deporte 1h) asegurar que las asociaciones deportivas bajo tutela y control pi bilico respeten la normativa propia, asi como las normas piblicas, ) proporcionar cauces de solucién eficiente y eficaz de reelamacio. nes y contlictos deportivos A la vista de lo expussto, legamos al nicleo principal de nuestra re flexién. Enel fondo, cabe decir que son los “derechos fondamentates™ los que desempenan in importantiimo papel en el desarrollo de ta prietica del deporte asi como en la efectividad de las relas en que se rial Veamos por qué IV. EL PAPEL DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN EL DEPORTE En lineas generales, los derechos fundamentales, libertades piblicas © garantias individuales —sogsin las diferentes formulaciones consti cionales— asegurat # lus cfudadanos un espacio de actuacion carente de constriccién péblica. Respecto a —o incluso en confrontacién con los poderes publicos, los derechos fundamentales desemipefian un papel relevante para la libertad, lo cual supone sin duda una indispensable El Tribunal Constitucional espaol, siguiendo la estela de otros ér ganos homélogos, ha puesto de relive reiteradamente que los derechos fundamentales son “elementos esenciales de un Ordenamiento objetive de la comunidad nacional’, sin olvidar su naturaleza de “derechos sub. jetivos’ que contribuyen a garantizar un status juridico o de libertad em el Ambito de la existencia (Sentencia de 14 de julio de 1981 y otras mi chas). Siel impacto del elenco de los derechos fundamentales sobre el Ordenamiento juridico-positivo es ineuestionable, tanto en lo que se re fiere al pasado, como en lo que se refiere al futur, es porque aquellos constituyen auténticas piedras angulares en las que descansa todo el edificio constitucional y una especie de condensacién axiolégica del Or

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