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Los cuadros de Prior* César Aira Los cuadros de Prior encuentran una historia en todas partes. Hay cuadros para que haya historia, y las historias son las respuestas alos “por que”: “por qué hay cuadro”, “por qué este cuadro y no otro”... En un segundo estadio la pintura se ofrece a una delecta- cin y un habito, pero el pintor permanece en el primer momento, ¢s un primitivo de la percepcidn pictdrica. “Nadie puede vivir sin una historia”, y un pintor abstracto me- nos que nadie. Pintor abstracto si los hay, Prior crea historias en la pintura, hace correr por la superficie resbalosa del espacio un huracén de tiempo. En los cuadros al tiempo suele representarlo el gest, por ejem- plo el gesto de pintar. Las escenas de los personajes de Prior crean pintura en su inmovilidad fija. Sus personajes difunden en la su- perficie pintada un espacio que es temporal porque tuvo que pasar algo para que llegaran alli. Por su mera presencia, el conejo, el mu- fieco de nieve, son pintores. Hacen bosques, pantanos, cavernas, mares, desiertos, mundos... Operan la transmutacién del plano en volumen de cuento, y lo siguen haciendo aun cuando se retiren del cuadro. Sugieren que en todos los cuadros abstractos del mundo podrian encontrar su casita acogedora. En ese transporte virtual de la figura hay algo de es- cultorico, de bibelot llevado de aqui para alld. Y de esa sugerencia de escultura proviene uno de los fetiches favoritos de Prior, el muiieco de nieve. (El gazapo atareado es otra version de lo mismo, quizas por su multiplicacién proverbial; * Articulo publicado en Vox virtual, n° 5, noviembre de 2001 Bahia Blanca, los conejos, veloces escultores de conejos clones... Salvo que el co- nejo de Prior es soltero). Otra alusién a la escultura esta en la relacién de tamafios. En realidad, siempre ha habido una equivalencia en los contrastes de abstraccidn y figuracidn por un lado, miniatura y desmesura por otro. Los personajes de Prior representan algo, como la hormiga de la formula representa la laboriosidad, ademas de ser represen- tados. Eso los vuelve “cosa mentale”, es decir miniatura, papel en ad pe se encuentran a gusto para contar sus fabulas dimensionales. ‘odo es cuestién de trabajo, de laboriosidad. Pero puesta sobre un fondo de don absoluto, como para que nunca, decte el princi- pio, se tratara de “pintar mejor”. La leccién del Oriente salvo a Prior de la trivialidad de la “pin- tura dentro de la pintura”. En di la pintura derivé siempre al relato, al exotismo perplejo de las preguntas; ala monotonia de ser un “colorista nato” prefinié la pregunta: ide qué color es el caballo blanco de Napoledn? Inte- rrogarse empieza con la mueca de levantar las cejas, poner redon- doclos ojos, entreabrir la boca... En Prior el gesto empezo a ma- nifestarse como una fisiogndmica, en diminutos retratos de 0s0s... Una pintura gestual, podria decirse. El gesto de un barco atra- vesando el mar, de un mono trepado a una palmera, de Napoledn con la mano en el pecho... El gesto de Napoledn es més bien el de creerse Napoleén, y con ese gesto crear espacio, Europa, Egipto: el gesto de escuchar musica. O, mas en general, la mueca de tener una historia que contar. Alucinacién artesanal, que vista en la perspectiva de una vida de artista es certeza. Certeza loca, certeza imposible, y ala vez muy real. Napoledn esconde una mano en el chaleco... “Esto es una mano”, dice la proposicién sobre la que Wittgens- tein levanta sus razones sobre E certeza: “Si sabes que aqui hay una mano, te concederemos todo lo demas”. Pero hoy sabemos que era una alusién a su hermano pianista, al que le faltaba una mano y sin embargo podia sentir cada uno de los dedos y calcular la mejor digitacién para los pasajes dificiles de esa mano ausente. Pues bien, sy ngamos un intor al que le falta una mano... Como a Candido lo Lopez... Si R tuviera;{a usaria para pintar. Y lo mas raro es que la tiene, y del fondo de la alucinaaién, de la simetria de los espejos, resulta que hay un pintor.

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