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oa eerie ert, 132571 BIBLIOTECA FEMINISTA | PUBLICADA POR LA UNION FEMINISTA NACIONAL, eR Sg Dra. ALICIA MOREAU Ss oy LA = EMANCIPACION CIVIL DE LA MUJER BUENOS AIRES 3919 ok M4 ‘J 1935 Sayywr e ¥e Fwos ws yrs ‘Talferes Graficos “PROGRESO” Calle La Madrid 360 af 370 t 132571 La emancipacién civil de fa mujer” La emancipacién de la mujer no es obra de las leyes; 11 es del trabajo, de la educacién, es uno de los aspectos, © un producto de la civilizacién. La ley que, como formula ue las costumbres, no siempre puede seguir la evolucién de a | éstas, interviene a menudo como elemento perturbador en ese proceso; ella ha fijado el espiritu de épocas pasadas, nos puede corresponder con Ia presente: de ahi un malestar mas 0 menos intensamente sentido, mas o menos conscientemen- te interpretado. Cuando el desnivel entre lo que fija la ley y lo que marca el medio social! es demasiado pronunciado nace la tendencia a la reforma y en los espiritus amantes del progreso., capaces de comprender las necesidades de! momento, suficientemente independientes para suprimir ta traba consagrada, en su respeta por el libre desenvolvi- miento de la vida, en esos es piritus surje el esfuerzo. que tende a suprimir el desnivel, que moderniza la ley y la ransforma de opresora en reguladora. A este dobie movimiento asistimos en nuestro pais. La situaciéa de la mujer argentina se ha modificado siguiendo en todd las transformaciones del medio social. Vivimos intimamente unidos a los pueblos europeos ; ellos ~ nos penetran no sdlo por las corrientes inmigratorias que ~hacen dé nuestro pais un crisol donde se funden las razas. sino por las primordiales necesidades de la vida nacional; sin cesar Ta = accién de la situacién econémica, financiera, politica de aquellos pat y cuanto tenemos de vida intelectual, cienti- . fica o artistica, depende de la europea, como el organismo embrionario depende del materno. Si tomais un argentino nuestro comercio .nuestra industria, sufren (8) Gonferencia pronunciada en la sociedad Cientifica Argentina, bajo les auspicics de fa Unién Feminista Nacional. 4 ALICIA MOREAU adulto criado y educado sdlo en su pais, no podréis decir con exactitud lo que hay ‘en él de propiamente, exclusiva- mente argentino, y lo que es en realidad europeo, desde su traje hasta sus ideas. No ha de moléstarnos esta observa~ cién, puesto que en el hecho reside la condicién de nuestro progreso y el esfuerzo mejor de inteligente y sano patrio- tismo no estara en callarlo, sino en comprenderlo e inten- sificarlo cambiandolo de inconsciente y azaroso, en cons- ciente y orientado. La situacién de la mujer en las sociedades europeas se ha modificado profundamente en el tiltimo cuarto de siglo en especial en los ultimos diez afios. En el amplio campo del trabajo industrial y agricola. en el comercio, en la ciencia, en la literatura, en el arte, haciase cada vez mayor su participacién y la situacion creada por la guerra la ha acentuado en tal forma. que se han rendido a Ja evidencia los mas obcecados espiritus. Para el que estudia esta ascensién gradual de la mujer ha- cia una intervencién, reconocida y aceptada en la direc- cién de los paises europeos mas civilizados, el movimiento tiene ese cardcter de seguridad, casi diria de fatalidad, que tienen todos los que estin orgdnicamente ligados a lt evolucién de los pueblos. Unidos como Io estamos a las naciones europeas, pe- netrados por ellas, no podemos escapar a la transforma- cién social que se opera en ellas. No han de legarnos slo *us maquinas y sus telas; nos alcanzan también sus ideas, sus costumbres, sus aspiraciones, y aun cuando entre ellos ¥ nosotros puedan existir marcados desniveles no tarda en producirse la adaptacién que puede en lo moral ser tan inesperado y curioso como lo es el ver un pueblito perdido en la pampa y viejo de cincuenta afios, con iluminacién eléctrica y cinematégrafo, como puede no tenerlos una po- hlacién europea con un pasado secular. Dificil nos seria determinar el tipo mental de la actual “mujer argentina. Existen no sélo marcadas dife- rencias creadas por.las coridiciones econémicas de la vida, LA EMANCIVACION CIVIL DE LA MUJER tor diferencias de educacién y de ambiente, que hace algo arriesgado el determinar los caracteres de un tipo medio, sino que debemos considerar la influencia que ejerce fa nacionalidad de los ascendientes, no .pudiéndose asi unir er. la misma descripcién la argentina descendiente de criviios y la hija de italianos, franceses o rusos, por ejem- jlo, fijados desde largo tiempo en el pais. Pero, aun considerando todas estas diferencias, po- demos sefialar dos tipos caracterizados no por determina- das condiciones mentales, sino porque representan a nues- tro modo de ver, dos etapas en la evolucién de Ia mujer argentina. Existe entre nosotros, en primer ‘ugar, el tipo que podriamos lamar hispano colonial. Es la heredera directa de aquellas mujeres nacidas en el hogar que han descripto nuestros historiadores, formado por Ja unién del espafiol y del aborigen, hogar dominado en absoluto por el padre. “La familia esté constituida en su provechy — dice el Dr. Juan Agustin Garcia (1). — Disponta casi en abso- mito de la persona de su hijo; podia empefarlo y venderlo en caso de necesidad. Le corresponden los bienes adqui- ridos por el hijo con su peculio o el de sus parientes, el usufructo de los adquiridos con la herencia materna 0 por su comercio 0 industria durante toda su vida, porque, sal- vo casos especiales, la emancipacién depende de la volun dé padre.” Si tal era la situacion que la ley creaba al hijo, al continuador de Ja familia, al heredero del nom- bre. facil mos es suponer cual seria la de la hija. “La madre octipaba una situacién inferior. De todas Jas prerrogativas enumeradas en la ley sélo le compete, en defecto del padre, de consentir en et matrimonio de sus hijos menores de veinte y cinco afios. Tiene una parte en las ganancias de ia sociedad conyugal. pero no es here- dera de! marido, salvo en la Hamada cuarta marital.” El mismo autor describe la situacién de esa familia () La ciwiad mdinna, pig. 8° y sige ALICIA constituida por elementos étnicamente tan diferentes; el padre considerébase algo superior, y a menudo “reinaba el odio entre la mujer y el marido, el padre y ios hijos.” En esas condiciones y sin otro horizonte desli la vida de la mujer, casi siempre hacendusa, pero intelec- tualmente nula por la accién atrofiante de una sociedad que juzgaba peligroso para la honestidad y reposo del ho- gar el que supiera escribir y leer; fué. sin embargo, la mu- jer capaz de comprender y asociarse a un gran movimien- ASE to colectivu, de compartir las aspiraciones de hombres no- les y elevarse hasta la abnegacién heroica, cuando Hegé Ja hora de luchar por la independencia de su suelo. Aquel hogar colonial, fuertemente dominado por las creencias religiosas, moldeado por prejuicios arcaicos, es- taba impregnado por ese espiritu tan espafiol que leva al hombre a tratar con galanteria a la mujer y al mismo tiempo a despreciarla, que alaba la gracia y la be- Meza, pero deprime la debilidad y la ignorancia, que le permite batirse en duelo por una sospecha que ofenda a una dama y lo autoriza al mismo a cubrir de piropos, mds © menos audaces o insolentes, a toda mujer con quien se eruce en la calle; ese espiritu que hace que en forma in- conscientemente despectiva el hombre del pueblo diga, al hablar de sus hijos: “he tenido dos hijos y una hembra”: estrecho concepto del valor de la mujer que hace que Es- pafia sea tal vez de todos los pueblos europeos, el ultime que resuelva el problema de la emancipacién femenina, a pesar de las brillantes personalidades que ha tenido y tiene. Pero no hay organismo social hermético y aquel ho- gar que hemos descripto se ha transformado por la obra lenta que acumula diariamente su esfuerzo en forma a ve- ces no perceptible para aquel que se siente llevado por él. Se ha transformado, decimos, pero no ha desaparecido. Para muchos argentinos la mujer sigue siendo una eterna menor, un ser incapaz y fragil que exige siempre el apoyo del brazo masculino. No tiene un. valor deter- minado como individuo, en virtud de especiales aptitu-

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