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HUAI historia 16 Los Omeyas J. Vallve, M. J. Viguera, M. J. Rubiera y M.V. Villuendas CUADERNOS historia 16 4: Los Feni nada « 5: Fi Reforma protestant ides contra Felipe Il « May: Alemania « 20: Los celtas en Espafia « 21: El na * 2: La Guerra Civil espafiola » Micenas 3 y la OTAN « 11: Los ori tra Cartago * 13: La Espafia de Alfonso X + 14: Esparta « 1 ‘17; La peste negra » 18: El nacimiento del castellano 19: Prusia y los origenes de La Enciclopedia + 4: El reino naz le Catalufia » 12: Roma con- ‘La Revolucion rusa » 16: Los nto del Islam * 22: La Il Repablica Espa- fiola * 23: Los Sumerios + 24: Los comuneros + 25: Los Omeyas » 26: Numancia contra Roma * 27: Los Azt Abbasi = 28: Economia y sociedad en la Espana del * 30: EI desastre del 98 + 31: Alejandro Mi lo XVI = 29: Los no * 32: La conquista de México 33: El Islam, siglos XI-XIll 34: El boom econémico espafiol » 35: La | Guerra Mundial (1) « 36: La 1 Guerra Mun reparto de Africa » 40: Tartesos » 41: La disgregaci6n del Islam » miento de Italia » 44: Arte y cultura de la llustracion espafiola « 45: Los Asi | nacimiento del Estado de Israel » 48: Las Germ: espaiiola del Siglo de Oro * 57: Hitl mén Bolivar » 64: La regencia de Maria Cris I (2) » 37: El Mercado Comin » 38: Los judios en la Espafia met al poder » 68: Las guerras cntabré del monacato * 60: Antonio Pérez » 61: Los Hititas » 1a » 65: La Segunda Guerra Mun fal « 39: El 08 Iberos » 43: El naci- "= 46: La Coro- a8: Los origenes jon Juan Manuel y su época » 63: Si- (1) » 66: La ‘Segunda Guerra Mundial (2) » 67: La Segunda Guerra Mundial {y 3) + 68 Las herejias medie- vales + 69: Economia y sociedad en la Espafia del siglo XVIII 70: El reinado de Alfonso XII « 71: El nacimiento de Andalucia » 72: Los Olmecas « 73: La caida del Imperio Romano » 74: Las Internacionales Obreras * 75: Esplendor del Imperio Antiguo de Egipto medievales « 77: Arte y cultura de la llustracion en Espai conquista de Canarias + 80: La religién romana » 81: El Estado 29 + 83: La conquista de Toledo » 84: La sociedad colonial en América Latina + 85: EI Camino de Santiago * 86: La Guerra di 82; El acrack» 78: Los concilios ‘Apocalipsis nuclear » 79: La afiol en el Siglo de Oro » los Treinta Afios » 87: El nacionalismo catalan » 63: Las conferencias de paz y la creacién de la ONU + 89: El Tricnio Liberal » 90: EL despertar de Africa + 91: El nacionalismo vasco « 92: La Espafia del Greco » 93: Los payeses de remensa * $4: La Independencia del mundo érabe smo e imperialismo * 97: La Espafia de Carlos V « 98: El Tercer Mundo y el problema del 100: Las crisis del afio 68. petroleo » 99: La Espafia de Alfonso Xil 95: La Espaia de Recaredo « 96: Colo- historia INFORMACION Y REVISTAS, S. 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Villuendas Del Instituto de Historia de la Ciencia, Real Academia de Buenas Letras de Barcelona iografia Indice 19 6 31 a El esplendor omeya ARCADOS desde un principio por sus posiciones heterodoxas con respecto a los postulados basicos mantenidos por los cuatro califas anteriores, los miembros de la dinastia Omeya se verian en todo mo- mento marcados por un cierto rasgo de fo- raneidad en los lugares en los que llegaron a alcanzar el poder. Tanto en los centros basicos del Islam como en los que fueron objeto de su expansion, sobre todo en Al- Andalus, los omeyas se verian apoyados por grupos sociales no situados directamen- te en los Ambitos tradicionales del mando politico. Apoyados desde un princi- pio por tribus y clanes de su lugar original de proce- dencia, Siria, los califas ome- yas alcanzarian unas dimen- siones de control territorial especialmente destacadas, desde el Indo, al este, hasta la Peninsula Ibérica, al veste. En la parte oriental, se en- contraria el poderio omeya |i- mitado por el Imperio Bizan- tino, mientras que en la occi dental, lo seria por el reino de los francos. La irrupcién de las facciones abbasies aca- baria con el poder omeya, y lo sustituiria en el poder estatal, siguiendo la permanente ténica ci- clica que determinaria toda la evolucién del islamismo en sus periodos de mayor es- plendor. La Espafia musulmana se convertiria en- tonces, a través de la obra de los omeyas que habian sobrevivido al exterminio de su dinastia, en un califato independiente, y al- canzaria con ello uno de sus momentos cul- minantes en todos los ambitos. Las vertien tes cultural y religiosa habrian de servir para basar a partir de entonces un cierto es de particularismo nacionalista, dentro de la relatividad que este concepto podia tener en estas circunstancias histricas. Lo cierto es que la Espafia islamizada alcanzaria bajo 4 10s omevas Al, pmo y yemo de Mahoma Ipintura ‘do! Santuaro de Que, In la dinastia omeya altos grados de lo que ha sido denominado esplendor de Al-Andalus. Gran parte de la configuracién particular de la Espafia musulmana vendria definido por la imposicién sobre ella del poderio omeya; durante el cual habria de situarse en planos de significada superioridad con respecto a los reinos cristianos del norte El reinado de Abderraman Ill primero, y la dictadura de Almanzor mas tarde, no se- rian sin embargo capaces de estabilizar de forma perdurable esta forma de organiza- cién estatal. Tanto uno como otro, cada uno desde un ambito de actuacién diferente, pero complementarios entre si, habian sido capaces de mar- car en sus respectivos mo- mentos una superioridad que ya nunca mas poseeria el Islam en Espafia sobre sus antagonistas. Debido a ello, resulta ne- cesario establecer de forma clara el hecho de que la caida de la dinastia omeya de Al-Andalus no vendria determinada por la accién de aquéllos, sino por la pro- pia dinamica antes citada del islamismo en expansion. La penetracion almordvide so- bre la Peninsula, decidida a sustituir a un po- der que ya manifestaba rasgos de descompo- sicién y decadencia, constituiria el elemento que serviria para provocar el derrumbamiento de la dinastia califal hispana. Era, de hecho, uno mas dentro del conjunto de los sucesivos relevos de poder que configuraron todo el desarrollo del hecho historico que supuso la presencia musulmana sobre el mundo. Dentro de toda esta evolucién, que habia de marcar de manera definitiva la historia de los paises riberefios del Mar Mediterraneo, el periodo Omeya puede ser considerado con to- da justicia como uno de los mas plenos en todos los sentidos, tanto en el politico como en el econdmico y, sobre todo, en el cultural. é ? INO de los fenémenos més sorprendentes de la Historia es la rapiaisima expansiGn def Islam, que, en menos de un siglo, consiguié imponer su dominio y luego su religion en la extensa zona comprendida desde ef Indo hasta el Atléntico y desde e! Sahara a los Pirineos, el Taurus y el Asia Central. Después continud su avance —atin hoy en dia hace nuevos prosélitos—, pero de ‘modo mucho mas lento: a su influjo cultural se debe la incorporacién de Malaya e Indonesia a la religion predicada por Mahoma. Esta segunda fase de expansién obedecié a la gran capacidad in- telectual de sus sabios, que en ef breve transcurso de dos 0 tres siglos supieron apropiarse de todos Jos conocimientos cientificos de la Antigtiedad y, partiendo de ellos, llegar a nuevos descubrimien- tos que impresionaron favorablemente a los pueblos vecinos, tanto en el campo de las. mateméticas y fisica, como en el de fa astronomia y medicina. Este es ef contenido del presente Cuaderno que ha coordinado el catedrético de Arabe de la Universidad Central de Barcelona, Juan Vernet. Los Omeyas en Oriente Por Joaquin Vallvé Catedratico de Arabe. Universidad Complutense de Madrid LA, ainastia omeya empieza oficiaimente en el afio 661 con la prociamacién, en Je rusalén, de Muawiya, tras el asesinato de Ali, b yerno de Mahoma, aunque de hecho aquél ya habia sido reconocido como califa por sus par tidarios tres afos antes. Cae la dinastia con la Z derrota y muerte de Marwan Il en Abusir de Egipto en el 750. Le sucede la dinastia abbasi Con los omeyas cambia por completo el rumbo politico y religioso del Imperio islamico surgido de las primeras conquistas. En primer lugar, el califato se convierte en un regimen mondrquico y hereditario, suprimiendo de hecho el érgano consultivo. que tanta impor tancia habia tenido en la eleccién de los cuatro primeros califas. En segundo lugar, la capital del Estado se desplaza a Damasco, y con ello Arabia perderd toda su intluencia politica. Las ciudades santas del Islam, La Meca y Medina, seguiran siendo los centros de la peregrinacion y Tesidencias de algunas ilustres familias em Parentadas con el Profeta, y que no duraran en declararse, a veces, en abierta rebeldia contra los omeyas. Por otra parte, la influencia de los arabes establecidos en Siria sera decisiva en los des- tinos del Imperio y se impondra a la influencia de los arabes de Iraq. En realidad esta si- tuacién representa un claro enfrentamiento en tre Siria, de honda tradicién bizantina, y el Iraq, de tradicién persa. Al mismo tiempo, las ancestrales rivalidades de las tribus arabes condicionarén decisivamente el nombramiento de algunos califas omeyas y muchas veces las, luchas entre los arabes del norte y los drabes del sur se trasladaran a provincias tan lejanas como al-Andalus. La unidad religiosa también se rompe de- finitivamente con la dinastia omeya por la con- sagracién de tres tendencias cada vez mas radicalizadas: la sunn/ u ortodoxa, patrocinada y ofientada por los omeyas, se impone en Siria, Egipto y en las provincias mas occiden- tales del Imperio: la sii, 0 de los partidarios de Ali, predominaria en las provincias orientales, como Iraq y Persia. que sern siempre an: tiomeyas, y la de los jarichies 0 disidentes, protagonistas de violentas revueltas. tanto en el norte de Africa como en Oriente, ahogadas siempre en sangre La conversion en masa de las poblaciones autéctonas planted graves problemas a la ad: ministracién omeya. Estos conversos reciben el nombre genérico de maulas 0 mawal, clientes de los sefiores arabes. Constituyen una autén: tica clase social con claro predominio en las provincias del antiguo Imperio persa. Incapaz la oligarquia arabe de cubrir todos los puestos de la administracién civil y religiosa, tiene que recurrir cada vez mas a estos mawall. La politica fiscal de la dinastia omeya estara con- dicionada por la presencia abrumadora de es: tas poblaciones conversas. Por otra parte, los mawali persas participaran decisivamente en la caida de la dinastia Las guerras de expansion Los ejércitos arabes asentados en las an: tiguas provincias bizantinas de Siria, Palestina y Egipto heredaron la organizacién y régimen militar del ejército bizantino. El territorio se dividio en circunscripciones militares 0 coras, y en las zonas fronterizas se asentaron también poblaciones guerreras no islamizadas que es- taban exentas del pago de impuestos, lo mis- ‘mo que los soldados musulmanes. Se practice el antiguo régimen de la hospitalitas, reguiado por los emperadores Arcadio y Honorio en el 398. Los sirios establecidos en la Peninsula Ibérica recibiran en el 743 dos tercios de los Vista de 61 Cairo ‘con b mezquita (de Kag en primer plano bienes de los habiantes del pais, tanto en tiovras como en Bienes musoles a Cambio do! erica millar” Al pattipar en una exped fon, estos miltares Ge of recibiran sesmas tina doble solsada. al igual que ccurria ene fereta romano 0 bizanting. una en metalica y ofa en especie. Las. oficinas de reget ‘ita (wan a chays) se encargaban oe regs {rar el numare de mitares acroodores a estas Solsadas y Ia cuanta de las meas. La spor tacign putamente siamica se reduce al repario fel both. Sera mucho despues, en Ta epoca fboatl, ‘cuanco ‘os. juristas musulmanes. ta faran de jar y-establecer unas normas Ce Geracto que regulon las soldadas de los com: pucdles sometidos. y muchas veces. como bv. no se cumiplen, porque 1a vida Yea prdctica, va por ottos dereteros. {La poltice exterior ce ta dastia omeya se covientarafurcamentaimente a ia evenca ‘mediterranea, y su principal alan, aungue es poradico, serd debiitar el Impetio beantro Para elo se desarrala e incrementa la Hota y los. batcos. omeyas surcaran Tos. aguas. del Medtertaneo Tacitando la ocupeeon de 1000 etnorte de Atnca y de Espana, al mmo tiem Bo que pelgresas Ineu'sones asolaran Sicilia, Gordon y tras Islas. A pesar cel enfrena mignio. el ealfato omeya con Bizanco, los largos periodos de tregua contribuyeron a un fenfonesmianto mutuo e incluso a una trcttera olaboracion entre las "dos. potencies en los campos de la clencia, ce Ie inoustia ye ane Choque con Bizancio (Conta dinasta omeya termina practcamente la expansin arabe, Etta se digo esencia mente hacia el este y el caste. Por 0) norte choca can la resistencia bizarting. Va el tur dado" do Ta diastia, Muawiya, ganiz6 varios forpecwrareKecesorey ona gia: uiSE agit yas rmynacdt oe Tour Timealop ra + me ym alesis secrrepirenemngrir manip i pe REINO DE. ser hy OB FRANCOS | ae esLavos staques, por mar y por vera, contra Constan tinogla. Ua primera expadelén, dgida por el one fer ak Yazid. tivo lugar en el Teva a cabo durante los aos 673 0 677 mados y buena parte de sus baroos desde Cuando’ oe buantinos emplearon por primera sez lamato weg Ge. Pot tes fn contagse Ceastones. la barrera natural de ‘os monies Tauro y Ant-Tauro Una serie forueaciones[alonaban toda la omera y és no var sustanelalmente a 1 larga oe toda Ginastia omeya. Uno de as factores que cetr minaron ettacaso de los omeyas en 805 femios de peretracion an Anatoi0 Asia Menor eentados en fevitorio sia, per aliados oe fo "buaninos."Nuawiya "26 vo” obigado a pagar un Werte. tnbuto. anual al emperador Breanino Constant I (842-668), para Que Po Syudase a estos teoeldes erstanos © neluso ino en pagar a esios mismos Un elevaco Smpueste para comorar una reg (Con e| calle Abd al-Malik (685-705) se reanuga la querra con Bizarcio. a resusar ‘mperador de Constantinople la nueva mores 60 oo acuraga por e calla de Damaseo. Con @ ayuda Ge lor cratianos mardaltas. los bisan 1 raconguistaron Anjoguia. Poco despues, ya causa de la grave stuacin inlera, Ab al Mali se. wo oblgado a soleitar una tegua mediante el pago de unas elevadas arias: tay 7 ome 6 os omeyes on 661 TR conqueas er 1 seers anna 7 rere seo anes rose manta A$ veonara oes Bo Nu 12718) evs an are tro Arent mint ai on La ofensiva musulmana del aflo 717 contr. Bizancio tampoco dio resultado y la victoria naval bizantina aseguré durante casi un sigio el predominio cristiano sobre el Mediterraneo oriental Por el Oriente, los ejércitos musulmanes, al mando de Qutayba y Muhammad ibn Qasim, conquistarcn a principios de! siglo Vili Bojara Samarcanda, Kabul y tod uenca inferior del Indo Por tierras de Occidente Por Occidente. la expansion con la tenaz resistencia beréher Fn la lucha de Uaba. fundador de al-Oayrawan, y de otros jeles arabes contra Kusayla y la famosa Kahina (© maga, heroes de la resistencia beréber, la Historia y la leyenda se mezclan continuamen: te. Fue, sin duda, Musa ibn Nusayr, con la conquista detinitiva de Cartag 698. el que dio un impulso decisive rioso a expansion islamica por tierras de Occidente Desde Cartaga, la escuadra musulmana cruza sin cesar el Mediterraneo occidental depredan: do las costas de Sicilia. Cerdena, Bale: misma Peninsula Ibérica. Contando colaboracién del conde don Julian. principe visigodo y goberador de Cadiz, las tropas arabes y bereberes, al mando de Tariq, de embarcaron en el verano del 711 en la bahia de Algeciras. y en un encuentro decisive per dié la vida don Rodrigo, el Ultimo rey godo. En los aflos siguientes, los ejércitos arabes atraviesan los Pirineos y ocupan importantes judades de la cuenca del Rodano. a pesar del reves de Poitiers (732). Cuando cae la dinas arabe chocd todavia los f musulmanes conservan la Ciudad de Narbona. en el sur de Francia Hacia el afo 740. los arabes no han con idado alin en el norte de Africa el poder y tienen que hacer frente a la insu: fp constante de los autéctonos hasta que, finaimente, estalla la general, que determina la practica expulsion de los arabes de todo el Magrio, desde Libia hasta el Atlan tico. Los cronistas justifican esta rebelién por fa politica financiera de los emires que concul caron las normas de los impuestos y diezmos legales y quisieron tijar y repani® el quinto de todos los bienes y personas de los beréberes. pretendiendo que constituian el botin de | Conquistadores musulmanes. Para sofocar esta sublevacion general, el califa de Damasco Hisam (724-743) envid un ejército con sus mejores tropas de Siria, Palestina y Egipto, al mando de Kultum. En un encuentro decisive que tal vez tuvo lugar a orilas del rio Sebu. en la region de Fez, el general sirio fue derrotado y muerto Los supervivientes, unos diez mil sitios, se relugiaron en Ceuta y mas tarde pasaron a Es pafia. Participaron en las luchas civiles hasta que, en el allo 743, el goberador arabe de Cordoba, asesorado por el conde Artobas, hijo de Witiza, los asenté en las provincias’ me Tidionales de la Peninsula con el conocido es tatuto de la hospitalitas. Esta organizacién militar de los sirios se mantendra en al-Andalus hasta finales del siglo X El tundador de la dinastia omeya, Muawiya, supo pacificar el Imperio gracias a su habilidad politica. Con una tenacidad extraordinaria tue arrebatando a los partidarios de Ali importantes provincias como Egipto. Consiguid que al Hasan, nieto del Profeta, renunciara a sus derechos al califato a cambio de una pension extraordinaria que ascendia a cinco millon de dirhemes del Tesoro de Kuta, ademas de las rentas de un distrito de Persia. El hijo de Ali vivid retirado en Medina, donde murio, tal vez envenenado. Los siies acusarian a Muawiya de su muerte e hicieron de al-Hasan un martir. Su hermano al-Husayn no intervino en politica hasta la muerte de Muawiya ni tam poco otro aspirante al califato, Abd Allah ibn al-Zubayr, sobrino de Aisa, viuda del Profeta Las fuentes arabes subrayan como virtud prin: cipal del primer califa omeya el hilm, 0 tacto politico en el que no falta la astucia, la di plomacia, el don de palabra y el empleo de la fuerza solo cuando sea absolutamente ne: cesaria. Se cuenta que dijo una vez: No em pleo mi espada donde basta mi latigo, ni mi latigo donde basta mi lengua: y si estuviese unido a mi pueblo por un cabello, no lo rom peria; si ellos estiran, yo aflojo, y si ellos afiojan, yo estiro. Conté con la colaboracién de_prestigiosos gobemadores que contribuyeron eficazmente a ia paciticacién del Imperio, como Amr ibn al As, gobemador de Egipto: al-Mugira, gober: nador de Kufa, y, sobre todo, su hermano adoptivo Ziyad’ ibn Abi-hi, goberador de Basora. Hijo de padre desconocido, lo re conocié el califa como hermano legitimo y Ziyad ibn Abi-hi, @ partir de entonces, mos: traria una absoluta lealtad al califa y gober naria el Iraq con mano firme sin permitir nin. guna veleidad de los sifes. También contd Muawiya con el apoyo y colaboracién de ilus: tres familias cristianas que habian ocupado cargos importantes en la administracién bizan: tina y que siguieron distrutando de la misma situacién con los omeyas. Enire estos cris: tianos destacan San Juan Damasceno, el poeta al-Ajtal, que mostraba ostensiblemente una cruz colgada al cuello, y Maysun, la favorita del califa y madre del principe heredero y sucesor, Yazid La crisis del 680 La situacién politica del Islam cambia ra dicalmente con la muerte del primer califa omeya en el afio 680. Un afio antes de su muerte, Muawiya consiguié que las tribus rabes prestasen juramento de fidelidad a favor de su hijo Yazid. De esta manera se introdujo en el Islam el principio hereditario y de hecho se convirtié en una Monarquia. Pero ni Husayn, hijo de Alf, ni Abd Allah ibn al-Zubayr le reconocieron. Llamado por sus partidarios, el nieto del Profeta, se dirige desde La Meca al 9 de Bibi Janyn, en Samarcanda Iraq. En un encuentro con las tropas leales del gobernador de Kufa fue derrotado y muerto en Karbala y su cabeza enviada al califa de Damasco. La tragedia de Karbala tuvo, y sigue teniendo, una gran trascendencia en el Islam Mas grave aun fue la revuelta de Abd Allah ibn al-Zubayr en La Meca. Los ejércitos omeyas no vacilaron en sitiar la ciudad santa de! Islam Durante el asedio, un incendio destruyé el san tuario de la Kaba, siendo éste un motivo mas ue alenté el movimiento antiomeya. La muerte de Yazid |, en el afto 683, y de su hijo Muawiya Il, cuarenta dias después provocé una grave crisis dindstica y politica gue alcanz6 incluso a Siria, donde parte de las tribus arabes (los qaysies) reconocieron a lbn al-Zubayr y lucharon contra los kalbies, par tidarios de los omeyas. En la batalla decisiva de March Rahit (684), cerca de Damasco, se decidié la continuidad de la dinastia en favor del califa Marwan Su hijo Abd al-Malik (685-705) fue, sin duda, el mejor administrador y politico de la dinastia omeya. Tuvo que hacer frente a la rebelidn de Ibn al-Zubayr, que habia extendido su influen cia por toda Arabia y parte del Iraq y, sobre todo, a la revuelta jarichy, dirigida por al-Mujtar en nombre de Muhammad ibn al-Hanafiyya, hijo de Ali, pero no de Fatima. Por su acen tuado mesianismo y su igualitarismo social, el movimiento jarichi de al-Mujtar se atrajo a las masas de mawalis y puso en jaque a los ejér citos de al-Zubayr y del califa de Damasco Finalmente, este movimiento revolucionario, cuyo lema era la eficacia y la venganza, fue aplastado por el gobernador zubayri de Basora en el afio 687 Fue entonces cuando el califa Abd al-Malik se decidié a acabar con los zubayries, Para ello cont6 con el enérgico general al-Hayyay, quien en poco tiempo pacificé toda la penin sula arabiga. Poco después {ue encargado del Gobierno del Iraq, donde llevo a cabo una serie de reformas pollticas y consiguid también dominar cualquier intento de rebeldia hacién dose famoso por sus métodos dictatoriales. Fin de la dinastia Con Ia muerte del calita Hisam (724-743), se inicia la Ultima crisis que terminaria siete anos mas tarde con la dinastia. Sus tres sucesores, disolutos y degenerados, rompieron el dificil equilitrio que existia entre las distintas tribus drabes y la anarquia se extendid por doquier, Precariamente el gobernador de Armenia, el sexagenario Marwan, sobrino del califa Abd al: Malik, se hizo con el poder proclamandose califa en Damasco en el aio 744, pero ya era demasiado tarde. Un vasto movimiento de rebeldia se extiende por todas las provincias orientales del Imperio islamico acogiendo a todos los grupos antiomeyas: los siles, los jarichies, \os mawali. Aprovechando el descon tenfo general, surgen los abbasies, descen- dientes de al-Abbas, tio del Profeta. Preten dian restaurar la ortodoxia primitiva y aniquilar a los malditos omeyas. El 9 de junio del 747. ‘Abu Muslim, tal vez un mawla, levanta la ban dera negra, estandarte de los abbasies, contra los omeyas en la lejana Marw del Jurasan. Después de una serie de sensacionales vic torias, los abbasies ocupan Kuta, donde Abul: Abbas se hizo proclamar califa. Vencido y hos tigado Marwan II, se vio obligado a refugiarse en Egipto, donde perecio asesinado. Con él termina la dinastia omeya y se inicia la persecucién y muerte de los miembros de la familia real. Un principe consigue huir a al: Andalus y alli conseguiria restaurar la dinastia: se trata de Abd al-Rahman | La Administracion Los omeyas, como antes el califa Umar. respetaron el sistema fiscal heredado de los persas y bizantinos. Un impuesto doble —en metalico y en especie— aplicado a la pro piedad territorial seguira vigente en las provin Clas musulmanas que habian pertenecido al Imperio romano. Las tierras seguian clasiti cadas en categorias diferentes, pero la unidad fiscal seguia recibiendo ei nombre de yugada. Los comerciantes del Imperio omeya pagaban Un impuesto en oro 0 plata segiin sus transac: Ciones comerciales, como ocurrfa en el Im perio bizantino. Para evitar la emigracion de los campesinos, cada comunidad agricola fue considerada como una unidad fiscal, obligada al pago de una cantidad determinada: si entre Entrontamionto entre irabes y bieantinos (de Cronica bizamtina, de Skylit, los miembros de esa comunidad 0 municipio habia deudores ausentes, la carga fiscal recaia sobre los demas. En definitiva, esta legislacion fiscal de la época bizantina se mantiene en la famosa ordenanza del califa omeya Umar Il (717-720) EI impuesto 0 chizya es de tres clases: el propietario de fa tierra debe pagar con lo que produce la tierra; ef artesano, con sus be neficios 0 ganancias, y el mercader que trafica con dinero, que pague con éste. Y la norma respecto a todos estos sea una y la misma. Solamente los musulmanes estaban sujetos a los diezmos legales de honda raigambre musulmana, pero los sometidos, cristianos. iudios y zoroastras, estaban obligados a pagar un impuesto personal o capitacién, variable segin el pacto firmado con los conquistadores. Al aumentar el niimero de conversos, surgié la idea de no pagar impuestos por sus pro. piedades territoriales, pero los califas omeyas, y después los abbasies, no aceptaron esta in- terpretacién, pues consideraron as. tierras conquistadas como propiedades de toda la comunidad musulmana y administradas por el Estado. Por tanto, el propietario, aunque fuese musulmadn, tenia que pagar el impuesto corres: pondiente. Abd al-Malik llevé a cabo una serie de refor- mas administrativas, en un proceso claro de arabizacién e islamizacién de los servicios del Estado: ordens traducir al érabe la documen- tacién esencial, sobre todo la fiscal, y utilizar la lengua arabe en lo sucesivo. Entre otras reformas destacan la monopolizacién de la in- dustria textil de Iujo (tiraz) y del papiro, sin ol- vidar la trascendental reforma del sistema monetario ial XIV, Bibiteca Nacional, Madi) pieceuS\yarcdaayiskescupirimvkis’ Se rabermippe Nasa ome Lge meant eras iy wat la arto ualondg* aac, lusryeislsning, Cmestte Por Maria J. Viguera Profesora de Arabe. Universidad de Zaragoza LA caida en Oriente de fos omeyas (1), cal fas del Imperio isldmico entre el 661 y el 750, repercutié de leno en la Peninsula Ibérica, la provincia extrema al noroeste, in- corporada a aque! dominio desde el 711 con el nombre de al-Andalus y gobernada por emires subordinados al poder central. Un omeya, Abd al-Rahman, escapd a la persecucién de la nueva dinastia, la de los Abbasies (750-1258) y_ se independizd en al-Andalus del restante ambito musulmédn. Abd al-Rahman | (756-788), Hisam | (788: 796), y al-Hakam | (796-822) son los tres primeros emires omeyas del al-Andalus que forman el ciclo iniciador de la nueva entidad politica alli creada por su dinastia. Con ellos “tres generaciones—, el Estado capitalizado vas en Cérdoba se funda y se consolida para con tinuar dos siglos mas. La dinastia omeya (2) no se implanto en al-Andalus por invasién armada o revolucién interna: fue establecida por el genio de Abd al-Rahman el Inmigrado, que desembarcd en Almunecar. mediado agosto del 755, tras ase- gurarse la acogida de los clientes familiares en la Peninsula y de negociar el apoyo de ye- menies y beréberes, en contra del establecido gobierno qaysi. Asi aprovechd las rivalidades tribales existentes; pero instalado como emir en Cordoba (15 mayo 756), se mostro con: ciliador, pretendiendo agiutinar los muy diver sos elementos éinicos, sociales, religiosos y culturales de al-Andalus, que, con su tenden: cia permanente a la discordia, constituyeron el mas grave reto a la pervivencia de la Espana musuimana y a las directrices autocraticas y centralistas de los omeyas ‘Ocupado el poder, Abd al-Rahman | se titul6 s6lo emir, respetando la unidad de califato en el Islam, aunque corté politicamente con los abbasies, que intentaron al principio recuperar al-Andalus. Muy rdpida debi de ser, sin em: bargo, la consolidacién del Omeya, porque en seguida hizo frente con éxito a graves su blevaciones. No sabemos exactamente cémo lo logr6, por mas que las fuentes destacan su reorganizacién del ejército con mercenarios extranjeros, llegando a contar con cuarenta mil hombres. Este fue un recurso constante de sus sucesores, mal soportado por las gentes de al Andalus. pues repercutia en sus tributos. Tam bién procuré la coordinacién administrativa del territorio, afianzando Jo iniciado antes que ya llevaba el curio omeya Hisam |, sucesor de su padre, Abd al: Rahman, reforzd esas dos lineas de cohesi6n. la militar y la administrativa, adoptando la es cuela juridica maliki, que se hard exclusiva y cuya fuerza sera a la vez apoyo eficaz de la dinastia y pauta moral suya. Estos soberanos procuraron ademas proyectar alguna cualidad seductora que los cronistas cortesanos hacen axiomatica (magnificencia, valor, piedad, cul: tura... 0 energia implacable). y que {ue impor tante para su aura politica Las primeras noticias sobre rebeliones con: tra Abd al-Rahman indican cuales eran los elementos con fuerza suticiente para opo- nerse al Estado: por un lado, los qaysies desplazados de! poder; su reaccién acaba con la muerte del anterior gobernador de al-Andalus en el 759, pero rebrota en Toledo (762-4 y 785). para ser una de sus tltimas reivindicaciones como arabes septentrionales. Sus antagonis tas, los yemenies, se alzaron también por con siderar mal pagados sus apoyos al emir; aplas tados junto al Bembézar (74), uno de ellos Sulayman al-Arabi, todavia mantuvo su causa por la Marca Superior, provocando la campana de Carlomagno hasta Zaragoza (778), y una intervencién de Abd al-Rahman (781). En la generacién siguiente ya se nota promovida por Cordoba, la intervencién de per sonajes autéctonos. conversos al Islam y en él integrados como muladies, clientes a veces de los omeyas, que los utilizan contra la subver si6n arabe 'y beréber, y que, también forta: lecidos, protagonizaran su propia lucha contra el poder central hacia los tiempos de al Hakam | y durante todo el siglo IX. Por de pronto, hacia el 800, los muladies Banu Qasi se alzan en el valle del Ebro y otros muladies lo hacen en Toledo, siendo duramente re primidos por al-Hakam y su colaborador, el también muladi Amrus. La subversion beréder fue continua, con los hitos de la region con quense (768-777), Ronda (794) y Mérida (805: 813). Ademas, se registran conflictos en la propia familia omeya, sobre todo los originados por dos hijos de Abd al-Rahman I que preten: dieron sucederle y suceder luego a su hermano Hisam I, y que buscaron apoyo en las Marcas agravando el cuadro de esas zonas. Contra al Hakam | se produjo también el primer motin ciudadano, en el arrabal cordobés de la orilla jizquierda (805, 806 y 818). que implacable- mente reprimié el emir, secundado por el mozarabe Rabi La conflictividad interna marcé las relaciones con el exterior. Favorecié primero la insubor dinacién de las zonas septentrionales some- tidas s6lo por tributo al Isiam, y luego propicié su expansion. Abd al-Rahman | halld conti gurada la resistencia cantabrica, vascona y pirenaica; contra las tres se envian. durante este periodo, campafias de castigo, conforme lo permitia la estabilidad interior. El oponente mas agresivo fueron entonces los trancos, contra ios que sdlo una aceifa importante al canzaba Narbona (793): pero al-Andalus perdié Gerona (785) y Barcelona (801); constituida la Marca Hispanica, los carolingios reforzaron | nucleos peninsulares y amenazaron las zona de ocupacién musulmana, desde Zaragoza a Tortosa. Pamplona se habia independizado en el 799 y el reino asturiano logré Santiago de Compostela en el 800. Frente al expansianismo tertitorial cristiano no existe contrapartida del Estado cordobés, que no logra alterar su con dicién de frontera en retraceso progresivo Remodelaci6n y crisis Superadas las agitaciones por la energia de al-Hakam, el emirato de su hijo y sucesor Abd al-Rahman Il abre una prudente distensién lograda por el emir, que antes, hacia el 820, habia sabido conciliarse a los muladies Banu Qasi, a Pamplona y a algin condado pirenaico La paz general, con la progresiva apertura de al-Andalus al resto del mundo musulman y la prosperidad que debié concurrir, posibilitaron una cierta modemizacién de las estructuras administrativas Cuando parecia enderezada la coordinacién sGlo inquietada por un contlicto de arabes sep: tentrionales contra los del ‘en Murci (823-830) _y por un estallido beréber en’ Mérida (828-834), los mozarabes, sobre todo en Cordoba, entran en crisis de identidad. rompen su estatuto de proteccién y buscan ei martirio voluntario (850-862). Mas grave es la insurreccién muladi, cuya amplitud y persistencia revelan la doble fuerza de estos musulmanes nuevos: por una parte, la fuerza local; por otra, la lograda por sus primeros servicios de lealtad a los omeyas frente a las sublevaciones de arabes y be. réberes, alzandose ahora, en muchos casos donde los otros lo hicieran. Los sintomas em: piezan durante el emirato de al-Hakam |, para agravarse durante todo el siglo IX, cuando suena la hora de los muladies, sobre todo en las Marcas, donde el poder central mas tran sige con ellos por ser mas eficaces, frente al exterior, en aquellas fronteras cuyas capitales coinciden con las antiguas grandes urbes visigodas de Mérida, Zaragoza y Toledo; en ésta se alza al-Darrab, que muere en el 831, y los toledanos resisten seis ahos mas. Con el emirato de Muhammad | vuelve la sedicién alli entre treguas y alzamientos, la ciudad escapa al control omeye en tiempos de Abd Allah. En la Marca Superior, encabezados por Musa, el tercer rey de Espana, los muladies Banu Qasi desafian a Cérdoba entre el 842 y el 862; luego la zona queda practicamente a su al bedrio (872-884), hasta que empieza el declive de aquella familia, consumado cuarenta afios después. En Mérida se alza Abd al-Rahman e! Gallego, en el 868, con intermitentes sum siones hasta que Muhammad | le concede el gobierno de sus dominios con amplia auto: nomia, heredada por sus descendientes. Y hay otros muladies tenaces contra e! poder central: los Tawil, en Huesca, o los Daysam, en Mur- cia-Lorca, y en castillos de Andalucia los Saliya, Mastana, Habil, Sakir, Hudayl..._y sobre todo, Umar ibn Hatsun. desde el 879. por los montes de Malaga. Al-Mundir llegé con fama guerrera al emirato y de é! pudo esperar. alguna reaccién, pero murié al cabo de dos afos ante Bobastro, y su hermano y sucesor. Abd Allah, transigié con Ibn Hafsun, hacién: dole gobernador de Malaga, lo que no impidio sus nuevas rebeldias y las de sus hijos, que llegaran hasta el calitato La reaccién antimuladi no tard6 en producir se: arabes y beréberes habian quedado en muchos sitios relegados por aquella avalancha, y empezaron @ hacer valer su fuerza, alentada ahora en general por los emires omeyas: asi en el valle del Ebro, Muhammad | procuré la ascension de los arabes Tuchibies contra los muladies dominantes. En Toledo hubo una reaccién beréber y los Zennun llegaron a dominar aquella ciudad un tiempo. Enfrentando a los musulmanes antiguos con ios nuevos, el emir Abd Allah consiguid salvar una agudisima crisis. Es representativo, entre otros, el caso de Sevilla, donde los linajes muladies de los Angeline y Sabarico fueron entrentados y ven cidos por los arabes Banu Hayyay y Banu Jal: dun; a continuacién, los primeros se impu: sieron y se alzaron independientes. Entre la anarquia general termina esta segunda época Los buenos tiempos del emir Abd al Rahman II permitieron iniciar una serie de relaciones con algunos sefiorios norteatricanos, para hacer trente también a la pujanza de los aglabies en Tunez (800-909), que eran proab: basies. Esos sefiorios reconocieron un cierto vasallaje a los omeyas de Cérdoba y enviaron personajes a la Corte y al ejército andaluz; con similares fines de contrapeso politico hubo relaciones con Bizancio, configurandose ya un juego diplomatico que la época califal desa rroliara al maximo Respecto a los reinos cristianos de la Penin- sula, sigue al-Andalus con sus campafias de castigo, que la paz interna durante buena parte del emirato de Abd al-Rahman II permitié llevar con frecuencia contra Galicia, Asturias y Cas- tilla la Vieja, sin evitarse las conquistas de Tuy, Leén y Astorga, en ei 854. Una decena de aceifas, entre el 855 y el 883, no contuvo el avance del reino asturleonés hasta Oporto (868), Burgos (884), Zamora (893), Osma (912). La reconquista por el_nordeste es mucho mas lenta, entre otras cosas porque el enclave pamplonés esta aliado con los Banu Qasi, aunque por ello recibe ataques cordo- beses; sélo al final de este periodo, con una 18 Los omevas nueva dinastia, Pamplona se integra en el bloque cristiano decididamente, y ensancha sus dominios a costa de los Banu Qasi sobre todo, En la buena época de Abd al-Rahman Il tueron sitiadas Barcelona y Gerona (828): diez afios después se algared hasta Narbona; Cor- doba procurd apoyar ciertas rebeldias inte: Tiores de la Marca Hispanica. Pero en los dias criticos de Abd Allah no hubo ya aceifas oficiales y los enclaves fronterizos cuidaron a su aire la hostilidad externa. La culminacion del califato En su tercer periodo omeya, al-Andalus cul mina sus realizaciones politicas. Las dotes de Abd. al-Rahman lil, clarividentemente elegido sucesor por su abuelo Abd Allah, sacaron a al- ‘Andalus del marasmo interior y revitalizaron la maquina militar y la administrativa Primero fue imponerse a la anarquia. Antes de acabar el afio de su prociamacién, 912, el nuevo emir redujo a los Zenniin de la Marca Media; lego concentré sus actos en Anda- lucia: sometié Jaén, Elvira y Sevilla (913); des- pués Valencia, Murcia, Niebla, Mérida (916), Bobastro (928), siguiendo por Beja, Ocsonoba, Jativa, Sagunto (929), Badajoz (930) y Toledo (932). Su control alcanz6 luego a las grandes familias feudatarias, en teoria obedientes al poder central, obligéndoles a cumplir sus ser- vicios econémicos y militares: la reaccién con, tra esto en toda la cuenca del Ebro produjo un grave levantamiento (933-937) y alguna traicion que surgid en la batalla de Simancas (939). Pero se les impuso Abd al-Rahman, logrando un mejor engranaje de las Marcas en el Estado y de las poderosas familias hispanodrabes y beréberes en la Corte cordobesa, donde se las ve figurar, satisfactoriamente también, en la época de al-Hakam II, hijo y sucesor de Abd al-Rahman Ill y plenamente identificado con su actuacién. Esa coordinacién del funcionamiento politico de al-Andalus permitié asumir un papel exterior activo, entre los otros dos polos de poder musulman que son los abbasies de Bagdad y los fatimies de Tunez; frente a estos ultimos, que desde el 909 adoptaron el titulo califal, los ‘omeyas de al-Andalus lo usan también desde el 929. rodeandose de un protocolo ostentoso y un sentido de la dignidad soberana. Pero, sobre todo, despliegan sus influencias rela: cionandose con Bizancio y Alemania, buscando algun enclave en el continente europeo —como pudo ser Fraxinetum— y creando en el norte de Africa una linea de territorios vasallos y otros de ocupacién (Melilla, en el 926; Ceuta, en el 931; Tanger, en el 952; Tremecén, en el 956). Los fatimies no des: cuidan su ofensiva (ataque a Almeria, en el 955), a pesar del poder maritimo omeya impul: sado por Abd al-Rahman Ill, y desde el 958 Provocan un retroceso de los controles cor- seh Shes (Museo Arqueciegico Nac dobeses en el Magreb, recuperando en tiem pos de al-Hakam II, cuando el interés enemigo se centré en Egipto: pero la lucha por la supremacia dura todo el siglo X ‘Al asumir Abd al-Rahman Ill el poder, procura en seguida poner coto a los avances Cristianos, primero a los asturleoneses, que acaban de llegar al Duero. Hay inmediatas reacciones a los ataques de Ordofio Il por Evora (913), yéndose contra Leén (916) y San Esteban de Gormaz (917). La alianza_Ledn: Pamplona es conjurada en Mitonia (919) y Muez (920); nuevas ofensivas aliadas se cas: tigan con la aceifa de Pamplona (924), tras la que Abd al-lahman Ill retiré de la frontera a los Banu Qasi, incapaces de enfrentarse a la nueva hostilidad introducida por Sancho Gar- cés |. La ofensiva de Ramiro il culmina en la grave derrota de Simancas (939): tras ella, el Califa no vuelve a ponerse en cabeza de sus tropas y el rey leonés, acrecido, tarda dos afios en convenir tratos, mientras Cérdoba despliega gran actividad diplomatica que logra paces con Barcelona. La reaccién califal se impone y la capital de la Marca Media se lleva a Medinaceli (946) con mayor radio estraté- gico, iniciéndose al doblar el siglo cierta superioridad militar cordobesa, que tampoco logra conquistas territoriales y que debe ar: ticularse con los conflictos intemnos de las Cor- tes cristianas, que permiten al califato de al Hakam Il ejercer una hegemonia pacifica, con beneficios econémicos y territoriales proceden: tes de embajadas cristianas por ayudas 0 no beligerancias. Fin de los Omeyas Sucedié a al-Hakam II su Unico hijo, con sélo diez afos. En las luchas por la regencia vencid un cortesano, Muhammad ibn Abi Amir, que se titulé principescamente Almanzor, y desde el 981 acaparé todo el poder efectivo, mientras el califa, anulado, quedé relegado a_figurén decorativo. Esta lesion de la autoridad omeya bused compensarla Almanzor con una especial eficacia que le llev6 a dirigir en persona una cincuentena de campafias contra los reinos cristianos, exacerbando sus relaciones; grave result6 también que introdujera en el ejército y en la administracién elementos ya no. inte: grables de nuevos beréberes y eslavos, solo sometidos a él y a sus sucesores, sus hijos Abd al-Malik y Sanchuelo; éste logré que el califa le nombrara heredero y asi quebro el legitimismo, colmé la ruptura de la autoridad dindstica y provocé la reaccién omeya, que hizo abdicar a Hisam II en su pariente Muham mad ll. Incontrolada la pretensién del poder, sels omeyas y tes hammudies se suceden en Cordoba, mientras al-Andalus se fracciona en taitas. El califato fue abolido en 1031, y con él acaba la dinastia que forjé la identidad politica de al-Andalus; pero de los omeyas quedé su imagen, por encima de todo unificadora, que querra revivir, siglos después —segin Marmol Carvajal—, un caudillo morisco que adopts su nombre: Aben Humeya NOTAS (1) En sConsideraciones sobre el caltato omeya. de Orientes, Al-Andalus, 89 (1974) 407-30, G. Gabriel hizo lun balance general del tema, al que puede afadirse Analisis sobre el tial omeya de T. Nagel, Untersuchungen ur Enistenung der Abbasigischen Kalaies, Bonn. Orien falischa Seminars der Unworsita, 19 (2) "£1 Bloque principal de noticias sobre los omeyas e al-Andalus quedo tiiado con certeza desde P. de Ga yangos, en su traduccion y notas a al-Maggai. The History Of the Mohammedan Dynasties in Spain, 2 1., Nueva York Condes, 1840-29 (reimpr. Nueva York, 1964), contrastan dose errores anteriores, R, Dozy y E. Lévi-Provangal esta blecieron la elaboracién vigente. el primero en Histoire des musulmans d'Espagne, 711-1170, Leigen, 1861 (varias 1 Gucciones casiellanas), revisada por el segundo en 1932, que. publicé su propia obra, El Cairo, 1944 y 2* ed LLeiden-Paris, 1950-3, que con trad. introd, de. Garcia Gomez, forma el tomo 1V, Espana musulmana (717-1031 de J. C.). de ia Historia de sparta diigida por A. Menénde Pidal, Madrid. Espasa Calpe, 1950 (3.* ed., 1967). Sobre ello ha habido diversos avances en ias fuentes, con las novedades 0 mejoras textuales en’ Ibn Hayyan, @1-Uar ton Bascam, Ibn al-Kardabus, Ibn al-Askar e ln al-Sabbat Arte y literatura Por M.* Jess Rubiera Mata Profesora de Literatura Arabiga. Universidad Complutense de Madrid OS omeyas de Oriente (661-751), a pesar de haber trasladado la capital del Islam desde la Peninsula Arabiga a Damasco, conservaron sus raices culturales arébigo-beduinas, incluso como talante vital, ya que se quejaban, al menos como topico literario, de padecer Ayma, es decir, sed de leche de camella. Esta actitud casi romantica respecto a la vida nomada de los drabes preislémicos determiné que los omeyas construyeran palacios en las zonas el desierto de dominio sirio-palestino, aunque estas residencias no fuesen ya precisament tiendas de pie! de camello de los arabes esquenitas, sino edificios cuya arquitectura era deudora del arte bizantino, con mosaicos, barios helenisticos y oasis-jardines, hechos a imitacién de los persas y romanos, como el palacio de Qusayr Amra, en el desierto de Jordania, recientemente reconstruido ‘Ademas de arabes, los califas omeyas se sentian jefes de la comunidad y fueron fieles a esta’ misién, aunque sus enemigos dijesen lo contrario, promoviendo la construccién de grandes y ricas mezquitas, tanto en la Peninsula Arabiga como en la zona sirio-palestina. Asi, la mez quita de Damasco, 0 en Jerusalén, la cupula de la Roca y la mezquita de al-Agsd, construidas {o mismo que Ios palacios, segun’ los modelos del arte bizantino, aunque con nuevas técnicas surgidas para solucionar los problemas especiticos que planteaba el culio musulman y que crea ban un nuevo tipo de arte: el propiamente arabe. Pero si los omeyas no poselan una tradicion artistica y hubieron de adaptar las formas arquitectonicas de otras culturas, no era lo mismo en ef terreno literario, ya que la cultura drabe-beduina habia desarroliado una poesia muy pe feccionada, cuya forma era la casida, largo poema de rima monotona y musicalidad solemne. que habia servido al arabe preislémico para expresar sus vivencias de hombre del desierto La poesia omeya seguira el viejo modelo, aunque éste comience a ser anacrénico para expresar las nuevas y mltiples experiencias del arabe-musulmén, conquistador de todo un mun do. Los poetas beduinos saldrén del desierto para recitar sus casidas a los califas omeyas, ape ~ scona de bafo on ls pinturas murales de Qusayr Arma, Jordana nas actualizadas para servir a la politica de sus sefiores, con sus diatribas contra los enemigos de la dinastia, como los siies, secta que nunca admitié la legitimidad omeya. Entre estos poetas beduinos-cortesanos, destacd un fa- moso trio: al-Aital, Charir y Farazdaq, cantores de los omeyas y enemigos entre ellos. También en la Corte omeya va a surgir una prosa li- teraria en manos de los escribas, que obli gados a dar flexibilidad a la lengua arabe al utilizarla en los documentos oficiales, crearon un estilo incluso formas literarias inéditas en la cultura de los arabes Por otro lado, la expansién militar del Islam de la época tuvo también consecuencias Ii terarias, al nacer la historia con el relato de las primeras conquistas islémicas, y desa- rrollarse la oratoria con los vigorosos ser- mones-arenga_de algunos conspicuos _ per sonajes del Imperio. Y en la Peninsula Arabiga, mientras se desarrollan profunda y_profusa mente los estudios religiosos, una sociedad opulenta gracias a las riquezas conseguidas por la conquista, crea nuevas formas poéticas, liberadas en parte de la solemne pesadez de la casida, gracias a la contribucién de la musica persa, y cuyo tema es el amor desde una doble perspectiva; como una pasién idealizada que nunca logra ‘su objeto, al amor Usri, y como un alegre pasatiempo frivolo, el amor libertine, protagonizado por galanes ricos y ociosos que osaban cortejar a las damas a los mismos pies de la Piedra Santa de la Meca Los languidos y castos poetas udries se con: vertiran en la literatura posterior en amantes arquetipicos del amor cortés, y la poesia bag dadi llevara el tema erdtico hasta sus ultimas consecuencias En Andalucia En el afo 750, Marwan II, ultimo califa omeya, es derrotado por Abu al-Abbas al: Saffah, que supo aglutinar bajo su mando a todos los enemigos de los omeyas y fundaré una nueva dinastia: Iss abbasies, cuya capital sera Bagdad. La familia omeya fue masacrada por el nuevo califa, y sdlo un joven principe, ‘Abd al-Rahman, logra escapar y llegar a la Peninsula Ibérica, al-Andalus, el mas occiden- tal de los dominios musulmanes. Alli su estirpe reinara hasta el primer cuarto del siglo XI (756- 1031) En tan largo transcurso de tiempo, los omeyas de Occidente tendrén unas coorde- nadas culturales distintas de las de sus an- tepasados orientales: en primer lugar, por el distinto substrato étnico cultural de su reino, y en segundo lugar, por la propia evolucién de'la civilizacién arabe, que abandona sus aires beduinos cuando su centro politico y cultural se trasiada a la mesopotamica Bagdad Pero cuando Abd al-Rahman | se instala en Cordoba, sigue el modelo de sus antepasados

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