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Capitulo 2 Igualdad y libertad: socios, no rivales PREGUNTAS DESAFIANTES ¢ Sila ley es igual para todos, ¢por qué la Iglesia se la salta cuando le conviene, y busca excepciones que le favorez- can? cPor qué la Iglesia promueve la desobediencia a las leyes democrdaticamente aprobadas? Por qué el Estado tiene que pagar los sueldos de los pro- fesores de religion, que elige la Iglesia y trabajan para ella? ¢Por qué hay que reconocer al propietario de un negocio el derecho de admision basdndose en creencias intole- rantes? cPor qué la Iglesia sostiene que es perseguida, cuando en los paises occidentales puede ir a misa quien le dé la ga- na? Si preguntas a la gente qué entiende por «libertad reli- giosa», la mayorfa te diré que significa poder creer en Dios, elegir libremente su fe y rendir culto de acuerdo con esa fe sin ser coaccionado o acosado. Algunos iran mas alla y hablaran de la libertad de manifestar las creencias: organizar y dirigir instituciones (colegios, organizaciones benéficas, hospitales y fundaciones) de acuerdo con los Principios de esas creencias. ° 73 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA voz Enseguida resulta evidente que Ia libertad religioga es solo la libertad de un grupo social (los creyentes), oe una libertad fundamental, que —junto al derecho a la yj. da— es la base misma de cualquier sociedad civilizada. Ey junio de 2014, el papa Francisco lo explicé del siguiente modo: La raz6n reconoce en la libertad religiosa un derecho fun- damental del hombre, que refleja su mas alta dignidad: la capacidad de poder buscar la verdad y adherirse a ella. Reconoce en ella una condicién indispensable para poder desplegar la propia potencialidad. La libertad religiosa no es solo la de pensamiento 0 de culto privado. Es la liber- tad de vivir seguin los principios éticos consiguientes a la verdad encontrada, sea privada o ptblicamente. Este es un gran reto en el mundo globalizado, donde el pensa- miento débil -que es como una enfermedad- rebaja el ni- vel ético general, y en nombre de un falso concepto de to- lerancia se termina persiguiendo a los que defienden la verdad sobre el hombre y sus consecuencias éticas. La libertad religiosa aparece en las noticias y en los debates contempordneos de dos maneras. La primera es la plaga de la persecuci6n y la supresion de las creencias y la practica religiosa en el mundo, dirigida especialmente contra la Iglesia: como afirma la Sociedad Internacional para los Derechos Humanos, un organismo laico con sede en Frankfurt, el 80 por ciento de los ataques de intoleran- cia religiosa se comete contra los cristianos. «La noticia mas dramitica sobre los cristianos de nuestro tiempo», apunta el periodista estadounidense John Allen, «es que se ha desencadenado una auténtica guerra contra la reli- gién y contra el cristianismo en un numero creciente de lugares en el mundo». Esas noticias, sin embargo, no tienen en el debate pu- blico la relevancia que merecerian. La raz6n es sencilla: 74 Igualdad y libertad: socios, no rivales como el marco liberal atribuye a la Iglesia un papel hege- ménico, los episodios de Persecucién violenta son com- pletamente ignorados o reducidos a su minima expresién por los medios occidentales, que se resisten a ver a los cristianos como una minorfa perseguida. Como el Papa coment6 tras una masacre de catélicos y anglicanos en Lahore, Pakistan, en marzo de 2015, esta es una persecu- cién «que el mundo trata de ocultar», La libertad religiosa es también noticia por otras vio- laciones no cruentas que tienen lugar en Occidente. Pero estos hechos son ignorados por una razén diferente: se- gin la ética de la autonomfa, la libertad religiosa se reduce a la libertad de culto, un asunto privado sin relevancia en la esfera publica, y gquién no tiene esa libertad en Occi- dente? Cuando los obispos catélicos demandan libertad, es porque algunos gobiernos, inspirdndose en la ética de la autonomfia, tratan de legislar y condicionar los comporta- mientos sociales como si la religién fuera un asunto pri- vado, poniendo muy dificil a los creyentes que puedan manifestar sus creencias en la esfera publica. Estos cho- ques se multiplican porque el Estado, enarbolando la bandera de la igualdad y de los derechos civiles, ha asu- mido las tesis de las ideologias de género, y exige a las instituciones de la sociedad civil que se sometan a sus Postulados. En Estados Unidos, por ejemplo, la reforma de la sa- nidad publica impulsada en la administracién de Barack Obama (2008-2016) obligaba a toda empresa —incluidas las organizaciones benéficas, escuelas, hospitales y otras organizaciones religiosas sin Animo de lucro- a propor- cionar a sus empleados un seguro médico que incluyera el aborto, farmacos anticonceptivos y la esterilizacién fe- menina. Con otras palabras: que instituciones como las Hermanitas de los Pobres -es un caso real, discutido en la 75 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR Lay Oz Corte Suprema- pagaran el aborto a su perso; do. Casos parecidos han sucedido en Canad: obligar a los hospitales catélicos a practicar la eutanag: en el Reino Unido o la India, con las agencias ‘anasia: adopci6n; en Holanda, para el suicidio asistido; ie a / Por oponerse a normas de ese estilo, los obispos caté. licos son acusados de permanecer atrapados en el pasado, querer limitar los derechos civiles y de estar en pie de guerra contra las mujeres. El marco es tragicamente en- gafioso. La Iglesia lidera la defensa de los.marginados y vulnerables, lucha contra la discriminacién injusta y es pionera en la asistencia sanitaria y en la educacién en muchos paises, donde los catélicos son una minorfa (los EE.UU., por ejemplo); y lo hace gracias primordialmente a tantas mujeres catdlicas que se dedican a los mas po- bres de la sociedad. Atiza el fuego del debate la aceptacion acritica de que igualdad y libertad religiosa son rivales; y, por tanto, si los catélicos defienden su fe, son acusados de estar «en con- tra de la igualdad», de «querer tener derecho a discrim!- nar» y de no entender un principio basico de Ja democra- cia liberal: la igualdad de todas las personas ante la ley. nal contrata, “, que Wiere la Intencién positiva Los defensores de la igualdad parten de = consagrada hoy en los derechos humanos: todas las weia sonas tienen igual dignidad y valor. En una cara y plural moderna, todos deberian ser iguales ante la ye tener los mismos derechos, independientementé de oe za, religién, género, orientacién sexual 0 capacida’ que hist6rico encargo del Evangelio de emancipar 4 lo ‘den han sido marginados y excluidos de la sociedad es ar te hoy en muchas de nuestras leyes: una persona + fci08 de ruedas deberia tener el mismo acceso 4 los edi una posicion 76 Iualdad y libertad: socios, no rivales que una persona sin discapacidad; una mujer no despedida de su trabajo por el simple hecho de zada; un candidato blanco no deberfa tener ente a un candidato negro en una entrevista iblicos ede ser estar embara preferencia fre 1 de trabajo por motivos raciales. En cuatro palabras: igualdad es no discriminar. Igualdad y uniformidad E] ideal de igualdad tiene su origen en un principio cristiano basico: todos somos iguales en valor y dignidad ante Dios. Pero la igualdad no es un valor absoluto, sino que ha de armonizarse con otros valores fundamentales. Si se absolutiza la igualdad, la libertad desaparece. Como dijo Aristételes: «La peor forma de igualdad es tratar de hacer iguales las cosas desiguales». La ley puede diferen- ciar, y de hecho lo hace muy a menudo, siempre que exis- te una buena razon; la igualdad no deberia echar abajo distinciones validas. El equivoco se produce cuando se confunde diferen- ciar con discriminar. Diferenciar es tratar de manera des- igual lo desigual. Discriminar es diferenciar de manera injusta: tratar desigual lo igual, o tratar igual lo desigual. Una diferencia es justa o legitima cuando la ley aduce una buena raz6n para no reconocer un derecho igualita- tio. Por ejemplo, la ley prohibe que haya bafios puiblicos segregados racialmente, pero no que estén segregados por sexo. En el primer caso, la motivacién de la exclusién es un prejuicio irracional; en el segundo, el motivo es el re- conocimiento de necesidades y derechos legitimamente diferenciados. El primero es discriminatorio, el segundo no. La Iglesia esta en contra de toda discriminacién por- que esté en contra de toda diferenciaci6n injusta. éPor qué se dice que todos somos iguales ante la ley? No para hacer igual a todos y a todo, sino para eliminar 77 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA VOZ barreras injustas que impiden el acceso a la participaci6n en la vida social, polftica o econdmica, cuando esas barre. ras se basan en prejuicios irracionales 0 criterios injustos, El Estado diferencia cuando ofrece determinados be- neficios a las personas mayores, 0 a los que estén casados; si esos mismos beneficios se extendieran a todo el mun- do, el Estado ya no estaria otorgando una atencion espe- cial a los ancianos ni apoyando el matrimonio. Si se reco- noce la pensién a personas menores de 65 aiios, deja de ser una pensi6n; si se exige que un conductor de autobts escolar no sea tuerto, no se le discrimina: hay diferencias objetivas entre tener uno y dos ojos por lo que se refiere a la conduccién (y no para otras cosas). Otro ambito discutido es el de la aplicacién de las le- yes de igualdad, también llamada «discriminaci6n positi- va». Garantizar la igualdad a un grupo social puede perju- dicar seriamente los derechos e intereses de otro. El principio general de combatir la discriminacién —por ejemplo: ninguna ley puede autorizar que alguien pueda negar el empleo o proporcionar un bien o servicio por motivos de raza, género o discapacidad- es compartido por la Iglesia. La discrepancia se da sobre cémo imple- mentar esas leyes de igualdad. Por ejemplo, a través de incentivos, nunca de coacciones; y siempre con margenes para una solucién justa en ese caso concreto. Nuestras sociedades son cada vez mas pluriculturales y multiétnicas, y una actitud verdaderamente democratica intenta gobernar de acuerdo con el sentir de la mayoria, pero respetando a las minorias. Es mas, el respeto a las mi- norifas es la piedra de toque de la democracia. Por tanto, es razonable que proliferen normas que protegen a las mino- rias de decisiones tomadas para el bien comun, cuya eX cepcion no dafia a nadie. Los ejemplos son muy variados, como la excepcién a la obligacién de llevar el cabello corto de los policfas, de la que se exceptiia a los Sijs, que no pue- 78 Igualdad y libertad: socios, no rivales den cortarse el pelo y lo llevan recogido bajo el turbante, que sustituye la gorra; los mentis especiales por motivos religiosos, culturales, ideolégicos o de salud (la comida ve- getariana, el Halal de los musulmanes, los alimentos kos- her de los judios, los memis para celfacos, etc.), que tiene que ofrecer quien tiene caracter de servicio ptblico, etc. Ley general y discriminaci6n positiva tienen que arti- cularse con un objetivo: buscar la justicia para cada situa- cién, que ni son iguales en todos los lugares ni permane- cen inalteradas en el tiempo. Por ejemplo, la discriminaci6n positiva implantada en el sistema universitario norteame- ricano a finales del siglo pasado, para facilitar el acceso a la universidad de ms mujeres y de mas grupos deprimi- dos (principalmente, afroamericanos), se pone en Ja ac- tualidad en cuestién porque otras minorfas (en este caso, asiamericanos) se ven excluidos de universidades de pres- tigio a pesar de tener mejores calificaciones que la media. La clave, por tanto, es entender que la aplicacion de las normas generales ha de ser con sentido comun y valorando los efectos colaterales, porque de lo contrario no se conse- guirfa la unidad, sino la uniformidad, que supone forzar la libertad y la adecuacién a las necesidades concretas de cada situacién. Del mismo modo que las leyes generales de segu- ridad de los nuevos edificios (escaleras de incendios, salidas de emergencia, etc.) no se aplican del mismo modo a un edificio recién construido que a un monasterio del siglo XII, también -o, mejor dicho, con mayor motivo- las normas que afectan directamente a las personas se han de aplicar con epiqueya. Las excepciones a la ley, por motivos razona- bles, no son injustas, sino profundamente democraticas. Objecién de conciencia El reconocimiento de la objeci6n de conciencia ha si- do uno de los logros sociales y jurfdicos mas importantes 79 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA VOZ de la ultima mitad del siglo XX. Para ser mas exactos, lo reciente es que se haya regulado. Siempre ha habido per- sonas que, por motivos de conciencia, se negaron a cum- plir la ley. Su lista es interminable, e incluye cristianos, personas de otras confesiones religiosas y también ateos, Vienen a la memoria los hermanos Macabeos; tantos mér- tires de los primeros siglos, que se negaron a ofrecer sa- crificios a los dioses romanos; ejemplos del pasado como santo Tomas Moro, y héroes recientes como el rebelde desconocido de la plaza de Tiananmen, que en 1989 par6é él solo una columna de tanques. Recordemos al austriaco Franz Jagerstatter, denomi- nado «méartir de la conciencia» y beatificado por la Iglesia el 26 de octubre de 2007, en presencia de su esposa, de 94 afios de edad. Una historia que merece recordarse, como ha hecho el cineasta Terence Malick en su pelicula Rade- gund, de 2019. Cuando Hitler ocupa Austria, es llamado a filas, pero logra esquivar la movilizacion. A partir de 1941, Franz se decide a no obedecer a una nueva llamada a servir en los ejércitos del Tercer Reich, porque esta convencido de que no puede colaborar directamente en una guerra injusta. En 1942 Franz escribe: «¢Acaso significa lo mismo hoy en dia hacer una guerra justa o injusta? ¢Hay algo peor que tener que asesinar y despojar de todo a hombres que de- fienden su patria, solo para ayudar a que un poder anti- cristiano triunfe para establecer un imperio sin Dios?». Prefiere arrostrar el peligro de muerte por sus conviccio- nes. El] 8 de agosto de 1943 le comunican la condena a muerte. En su carta de despedida, antes de ser decapita- do, escribe a los suyos: iMe habrfa gustado tanto ahorraros todo este sufrimiento que debéis soportar por mi causa!... Pero ya sabéis lo que dijo Cristo: «El que quiere a su padre, a su madre, a su es- 80 Igualdad y libertad: socios, no rivales posa 0 a sus hijos mas que a mi, no es digno de mi» ( Aunque escriba con las manos encadenadas, es preferible a tener la voluntad encadenada. A veces, Dios se manifies- ta dando fuerza a quienes le aman y no anteponen las co- sas terrenales a las realidades eternas. Ni el calabozo, ni las cadenas, ni siquiera la muerte pueden separar a al- guien del amor de Dios, ni arrebatarle la fe y el libre albe- drio. El poder de Dios es invencible. La objecion de conciencia podria describirse como la negativa u oposicién de una persona, amparada por razo- nes de conciencia, a someterse a una orden o mandato de la autoridad que en un principio le serfa juridicamente exigible. El objetor solicita que se le permita no actuar en contra de lo que le dicta su conciencia, por motivos reli- giosos, filos6ficos, humanitarios, etc. Por ejemplo, un anestesista de la sanidad publica que se niega a colaborar en la ejecucién de un reo de pena de muerte porque, de hacerlo, ofenderfa gravemente a su conciencia. Otro ejemplo elocuente de cémo la fe puede inspirar actos heroicos de servicio a los demas sin violar la propia conciencia lo cuenta la pelicula Hasta el ultimo hombre (2017): la historia del oficial médico Desmond Ross du- rante la batalla de Okinawa, en la Segunda Guerra Mun- dial, que salv6 a decenas de soldados heridos a pesar de no estar armado. En medio del tsunami de violencia que lleva consigo una batalla cuerpo a cuerpo, que saca lo peor de las personas, Ross supo mantener el equilibrio humano gracias a la fe (era cristiano adventista), y arries- gar su vida por sus compafieros. Como explicé su direc- tor, Mel Gibson, «es una historia de amor, no es una pelf- cula bélica». Por razones que serfa demasiado extenso enumerar, lo cierto es que lo que empezé como una gran victoria de las sociedades democrAticas (en el 4mbito militar, 81 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA Voz, a objecion al servicio militar obligator; Z an ‘i da vez mds como una iniciativa Teas o una manifestacién de una f, ‘io. : reli. rse a los demas. ¢Qué estg Li Pa- por ejemplo, ] se presenta ca} naria y subversiva, giosa que quiere impone! sando? a 4 jecid cia no es u La objecién de concien n derecho que Iog Estados conceden por las buenas: suelen llegar despuss de un periodo de lucha. Primero, los que la invocan sue. len sufrir duras sanciones; luego, su lucha por una causa justa moviliza a otros, que sensibilizan la opinion Publica: el tema llega a la justicia ordinaria, que normalmente da la raz6n al Estado; los defensores apelan al més alto tri- bunal en cuesti6n de derechos humanos (en Espaiia, al Tribunal Constitucional), que confirma 0 no ese derecho; por tltimo, los legisladores la reconocen, digamos que «a regafiadientes». Es una conquista, no un paseo por la pla- ya. Por ejemplo, en Espafia el Tribunal Constitucional ha respaldado dos supuestos de objecién de conciencia: la de los médicos al aborto (con una dura oposicién del partido en el poder, el PSOE) y la de los farmacéuticos a la «pildo- ra del dia después»; y ha rechazado otras dos: la de los magistrados a oficiar bodas de parejas homosexuales, y la objeci6n fiscal a pagar los impuestos destinados a arma- mento. Ciertamente, la objecién -como cualquier derecho- tiene limites: el orden ptiblico, la seguridad juridica y la igualdad; y por eso hay que evaluar cada caso, ponderan- do los bienes en juego. Pero con atencién: como el actual Estado procura expandir su Ambito de poder y control, tiende a negar la objecién con la excusa de que, «si todos objetan, el orden ptblico sera alterado». Lo cual es una clara falacia: como dice el bioético José Lopez Guzman, «si se diera el caso de una negacion masiva a la obligaciO™ de realizar una determinada accion, se pondria en entre dicho el propio sistema democratico, ya que acabaria por 82 Igualdad y libertad: socios, no rivales demostrarse que la mayoria (0 la totalidad cién est en contra de esa norma». En si misma considerada, la objecion de conciencia no tiene una finalidad politica. No busca cambiar la ley que rechaza, sino solo defenderse ante lo que considera una agresi6n injusta a la propia conciencia, En ese senti- do, es diferente de otras opciones que si pretenden un ob- jetivo politico, como la desobediencia civil, o hasta la lu- cha pacifica. Ejemplos de estas conductas son Martin Luther King y Mahatma Gandhi, dos gigantes del siglo XX que lucharon contra una situacién injusta no solo ne- gandose a cumplir la ley, sino movilizando a la poblacién en contra de ella. Promueven una conducta ilegal, pero la consideran una acci6n legitima contra una ley injusta. Volviendo a nuestro tema, la involucién en el lenguaje actual sobre la objecion de conciencia es llamativo: de ser un simbolo de lucha por la libertad, tiltimamente algunos colectivos pretenden presentarla como reaccionaria y subversiva: una agresién a los derechos de quien solicita un servicio publico (el aborto), o contra el normal funcio- namiento del sistema sanitario asistencial. Sin embargo, la objecién de conciencia no hace ni lo uno ni lo otro. Na- da impide a quien solicita abortar con la «pildora del dia después», acudir a otra farmacia 0 a otro facultativo: sila norma es democrdtica, sera apoyada por la mayoria, y Por tanto solo una minorfa de farmacéuticos se opondré a despacharla, ¢no? La objecion mas relevante se refiere a las leyes relati- vas al aborto. Desde su legalizacion (0 despenalizacién, Seguin los ordenamientos juridicos de cada pats), el objeti- Vo reconocido de las normas es posibilitar que cualquier mujer que cumpla los requisitos legales pueda abortar; al mismo tiempo, no se obliga al personal médico a que in- tervengan en un aborto, si su conciencia se lo impide. La ley equilibra la posicién de la mujer que tiene derecho a ) de la pobla- 83 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA Vo; elegir un aborto, con el reconocimiento de la li quien en conciencia no puede Ilevarlo a cabo, ibertag de Por ejemplo, asi lo ha reafirmado la Cort ciones de Noruega, que protegié a la Dra, Kat de Dela. chimowicz. En el pafs escandinavo, una ley delet Ja. hibe a los facultativos objetar en casos relacionay el aborto. Al aprobarse la ley, el hospital donde ieee la despidié por rechazar recibir formacién nai ajaba der a colocar dispositivos intrauterinos (DIU), ee primera sentencia en contra, los magistrados de la ae superior, confirmada luego por el Supremo, senteneis ron que se habfa violado su libertad de conciencia y — al no ser imprescindible la actuaci6n de ella ~cualquier etre podia implantar el DIU-, no habfa razén para echar. a. Robert Clarke, director europeo de la Alliance Defen- ding Freedom (ADF), organizaci6n que presté su apoyo a la especialista, se alegr6 por la sentencia: «Nadie debe ser forzado a elegir entre obedecer a su conciencia o cumplir con su profesi6n. [El veredicto] establece nuevos estanda- res para la proteccién de los derechos fundamentales de conciencia en Noruega y mas alla». La nueva ideologia dominante parte del prejuicio de que la objecién por motivos religiosos es irracional. Pue- de que la mayoria de los ciudadanos no esté de acuerdo con los creyentes (catdélicos y de otras religiones), pero puede el Estado asumir acriticamente que oponerse aborto es un prejuicio irracional? La Iglesia y los gobiernos se enfrentan a veces sobre las leyes de igualdad, no porque discrepen sobre Ja neces dad de superar cualquier discriminacién injust@ an porque defienden modelos distintos de Estado y so“? ae. El modelo de la Iglesia es el de corte mas liberal, rele un pluralismo mas rico y profundo en contraposicion modelo individualista, mas restringido, que trata dem 84 Igualdad y libertad: socios, no rivales dar la fe al interior de los hogares, y reduce la libertad re- ligiosa a la libertad de culto. Por eso la Iglesia da especial valor a la objecién de conciencia, y no solo la reconoce como un derecho, sino que la reafirma como un deber. San Juan Pablo II, en la enciclica Evangelium vitae (1995), afirma que «el aborto y la eutanasia son crimenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar. Leyes de ese tipo no solo no crean ninguna obligacién de conciencia, sino que, por el contra- rio, establecen una grave y precisa obligacién de oponerse a ellas mediante la objecién de conciencia». Benedicto XVI dijo al congreso internacional de farmacéuticos caté- licos de 2007: «La objecién de conciencia es un derecho que debe ser reconocido a vuestra profesién, para que no tengdis que colaborar, directa o indirectamente, en el su- ministro de productos que tienen por objetivo opciones claramente inmorales como, por ejemplo, el aborto y la eutanasia». En términos muy parecidos, el papa Francis- co lo recuerda en la enciclica Amoris laetitia (La alegria del amor), de 2016: A quienes trabajan en las estructuras sanitarias se les re- cuerda la obligacién moral de la objecién de conciencia. Del mismo modo, la Iglesia no solo siente la urgencia de afirmar el derecho a la muerte natural, evitando el ensa- flamiento terapéutico y la eutanasia, sino también recha- za con firmeza la pena de muerte. Aunque sean quiza los casos mas frecuentes, la obje- cién de conciencia no se limita al 4mbito bioético, sino que los supuestos crecen, a medida que aumenta el apeti- to de poder del Estado. Por tanto, abarca también a la ac- tividad politica, como afirmé la CEE en su documento Testigos del Dios vivo, de 1985, donde tras recordar la obli- gacion de los catdlicos presentes en politica de promover 85 COmMo DEFENDER LA FR SIN Lev ANT, Wyo, law INspiraciones Y Criteriog o lidos, Sefiala: nas humanas, E] Estad la verdadera laicidad. Pueden dejar de lado los ar Sumentos de los catdli ici Tas». No, [esos derech, cristiano que Francia Afortunadamente en cuando. Por ej McCafferty Propu la objecién de co » también se cosechan éxitos de vez emplo, en 2010, el denominado Informe SO al Consejo de Europa poner sine nciencia de los médicos y los ee - ¥en la practica, establecia el aborto como un — Propuesta fue rechazada por los miembros del ( oo onl que ademas aprobaron una resolucién shew ane AUC Se reconoce la objeci6n de conciencia como 86 Igualdad y libertad: socios, no rivales cho en el tema del aborto y la eutanasia, y se insta a los gobiernos europeos a defender la libertad de los profesio- nales sanitarios y de las instituciones hospitalarias. Su punto primero dice textualmente: Ninguna persona, hospital o institucién sera coacciona- da, considerada civilmente responsable o discriminada debido a su rechazo a realizar, autorizar, participar o asis- tir en la practica de un aborto, la realizaci6n de un aborto involuntario o de emergencia, eutanasia 0 cualquier otro acto que cause la muerte de un feto humano o un em- bridn, por cualquier razén. Marta Albert, profesora de la Universidad Rey Juan Carlos, afirma que la tutela juridica de la libertad de con- ciencia significa «proteger la identidad misma de Europa. Intentar erradicarla del panorama juridico europeo, en nombre de la no discriminacién, del respeto a la autono- mia y a la autodeterminacién personal y de otros tantos t6picos del discurso dominante, seria tanto como renun- ciar a lo que somos». Tal como estan las cosas, no parece exagerado pronos- ticar que el futuro requeriré a los catélicos apelar con fre- cuencia a la objecién de conciencia como manifestacién de resistencia. As{ escribe el arzobispo de Filadelfia Mons. Charles Chaput: La tentacién de todas las épocas de la Iglesia es intentar llevarse bien con el César. Y es muy cierto. Las Escrituras nos dicen que hay que respetar a nuestros dirigentes y re- zar por ellos. Necesitamos sentir un amor sano por el pais al que Ilamamos patria. Pero no podemos nunca ceder al César lo que pertenece a Dios. Necesitamos obedecer a Dios primero; las obligaciones hacia la autoridad politica siempre van en segundo lugar. No podemos colaborar con el mal sin convertirnos poco a poco en malos. Esta es una 87 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR La yoy de las lecciones mas duras del siglo XX, Vivimos ca en la que la Iglesia esta llamada a ser ung : creyente de resistencia. 2 Edo. Omunidag Poder ptiblico y estatalismo Detrds del rechazo en algunos ambientes hacia la ob. jecion de conciencia e incluso de la desobediencia Civil se esconde una concepcién del Estado como poder sin limi. tes. El concepto tradicional de «soberanfa», ese poder que no acepta uno superior en el exterior ni uno igual en el interior, se aplica mucho mas alla de su 4mbito clasico, hasta regular la vida de personas e instituciones hasta un nivel infinitesimal. Cierto: el reconocimiento de la obligacién moral de obedecer a la autoridad polftica viene de lejos: las pala- bras de Jestis «dad al César lo que es del César» son bien elocuentes. Sin embargo, la limitacién del poder del Esta- do, o de la autoridad politica de que se trate, es igualmen- te cristiana, o mas. Asf lo explica Benedicto XVI: La Iglesia antigua, con naturalidad, oraba por los empe- radores y por los responsables politicos, considerando es- to como un deber suyo (cfr. J Tm 2, 2); pero, en cambio, a la vez que oraba por los emperadores, se negaba a adorar- los, y asf rechazaba claramente la religién del Estado. Los méartires de la Iglesia primitiva murieron por su fe en el Dios que se habfa revelado en Jesucristo, y precisamente asf murieron también por la libertad de conciencia y por la libertad de profesar la propia fe, una profesion que nin- gun Estado Puede imponer, sino que solo puede hacerse Propia con la gracia de Dios, en libertad de conciencia. Permitanme un recu : erdo personal, de un almuerzo con mi abuelo German f cuando yo tenfa 17 afios, en un 88 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA VOz ridad civil no puede ni debe imponer wee pes Teligiosas a las personas, como pasa en las teocracias. Pero tampogg deberian ser «teocracias laicas», y coaccionar a los ciyga. danos a que acttten contra su conciencia a través de la imposicién de ideologfas laicas contrarias a sus convic. ciones. : El Estado debe reflejar la variedad de creencias de la sociedad y tratar de legislar respetando las necesidades y derechos de esos grupos diversos. Esto es lo que el Papa Benedicto XVI calificé6 como un «laicismo POSitivo»: up Estado neutral desde el punto de vista ideolégico y reli- gioso, que respeta y entiende las necesidades y derechos de la fe. A lo que la Iglesia se opone por antidemocratico es a lo que el papa alemén llamé «laicismo agresivo», en el que el Estado no reconoce las libertades y derechos naturales de la Iglesia en la esfera publica y reduce la Te- ligion a un asunto exclusivamente privado, y donde la Iglesia es tratada como una asociacién de personas con ideas afines mds que como una «sociedad natural» con libertades y derechos intrinsecos, como deber‘a ser el ca- so. Encontramos un ejemplo en EE.UU. Desde 2012, los obispos convocan todos los afios la Quincena por la Li- bertad, una iniciativa en defensa de la libertad religiosa, para denunciar las medidas del gobierno federal (y otras de mbito estatal y local) que impiden a las personas y a las instituciones religiosas trabajar por el bien comtin de acuerdo con sus creencias. Bajo la presidencia de Barack Obama, el intervencio- nismo del Estado en cuestiones morales qued6 patente con el «mandato anticonceptivo», la norma del Departa- mento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. que obli- ga a los empleadores a incluir en los seguros médicos de sus empleadas la cobertura de anticonceptivos, pildoras abortivas y la esterilizacion, 90 Igualdad y libertad: socios, no rivales Pero Trump no es Obama. Por eso, el enfoque de la Quincena ha cambiado: si antes ponfa el acento en temas como el matrimonio, la educacién o la sanidad, ahora in- siste en la inmigraci6n. El lema del 2018 fue Libertad para la mision, un eslogan que recuerda al nuevo presidente la independencia que necesita la Iglesia catélica para llevar acabo sus actividades asistenciales. Los obispos recordaron el trabajo que despliega la Igle- sia catélica en ese pais para acoger a los refugiados e inmi- grantes, desde atenderles en sus necesidades basicas y ayudarles a establecerse hasta prestarles asistencia juridi- ca. Por eso, protestan contra las normas que penalizan su actividad asistencial «y restringen la capacidad de servicio de la Iglesia» a los desplazados. Asimismo, denuncian el empefio «del nuevo gobierno federal de reducir drastica- mente el ntimero de refugiados admitidos en EE.UU. y la suspension de la acogida a los refugiados procedentes de paises donde muchas personas sufren persecucién violen- ta». Los obispos han dado muestras de que no se casan con ninguna Administracién: para ellos, la salvaguarda de la libertad religiosa y de la independencia de la sociedad \ civil frente al control estatal es un asunto que trasciende los colores politicos. Pongamos un ejemplo basado en algo que en Espafia casi alcanza el rango de credo religioso: el ftitbol (de he- cho, algunos le Ilaman «el dios bal6n»). El Estado recono- ce tanto el bien social, de salud y econdémico del deporte, y las preferencias de los ciudadanos, y protege a todos de los abusos a que puede dar lugar una aficion excesiva; no favorece a ningtin equipo en concreto; cuando se produce un gran triunfo, facilita y financia el recorrido de la selec- cién por las calles (para la desesperacién de los vecinos, que no pueden acceder a sus garajes...), y a veces incluso cambia el horario de trabajo en las empresas. Son aten- 91 COMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR [4 voz ciones que no deberfan ofender a nadie: nj g los afi dos del baloncesto o de la natacion sincroniza, da Ciona. que piensan que el deporte €s una gran pérdida a log po. Imparcialidad no es indiferencia. Es reg, onocer | tiem. lidad como es, sin manipularla. a Tea. En resumen, la Iglesia no se opone a un Estad giosamente neutral que trate a todas las creene; © reli. igual, o que las diferencie por el ntimero de cre 8S por precisamente eso es lo que pide la Iglesia en la fea cién del Concilio Vaticano II sobre libertad religiosa, ae nitatis humanae. Lo que rechaza es la imposici6n de ig- ideologfa atea que, partiendo del «dogma» de qlie Is “ gién es mala, restringe la libertad religiosa, y tolera 7 7 cho religioso solo si tiene lugar en privado, * Un principio clave de la libertad religiosa es que las organizaciones benéficas, escuelas y otros Organismos de la sociedad civil puedan «manifestar libremente su fer, a saber, crear organizaciones que estén inspiradas por y den testimonio de su espfritu religioso. Eso implica selec- cionar a determinadas personas para dirigirlas, y tener politicas y practicas que den testimonio de los valores so- bre los que se asientan. Las organizaciones religiosas de- ben tener libertad para ser consecuentes con sus creen- cias siempre y cuando no alteren el orden publico ni impidan el ejercicio de los derechos y libertades de los de- mas. Esta libertad es mds amplia que la «libertad de culto». También es vital para la sociedad civil, que se alimenta y apoya en ese tipo de organizaciones y personas basadas en valores. La libertad de manifestar las creencias 4 ye el derecho a expresarlas o practicarlas tanto fuera i” un lugar de culto como dentro de él. Brindar een médica y servicios educativos y realizar obras bene - son importantes maneras en las que los cristianos su fe. 92 Igualdad y libertad: socios, no rivales La libertad religiosa también incluye el derecho de las entidades religiosas a fijar sus propias reglas sobre los re- quisitos para funciones y cargos internos. Asi, reservar el sacerdocio a hombres solteros no supone una violacién de las leyes de contratacién que previenen la discrimina- cién de mujeres y hombres casados porque la ley respeta el derecho de la Iglesia a decidir quién esta preparado pa- ra el sacerdocio. Como apunta la Declaracién de las Na- ciones Unidas sobre discriminacion religiosa, la tolerancia religiosa incluye respetar las diferencias de opinion en es- tos asuntos y respetar la diferencia entre un Estado y una instituci6n religiosa. La libertad religiosa se basa en cuatro principios basi- cos: 1. La libertad religiosa no consiste solo en el derecho a rezar y creer, significa también ser libre para actuar en la esfera publica segtin tus convicciones, sin ser aco- sado o intimidado por leyes de igualdad o por al- guien que diga sentirse «ofendido». 2. La libertad religiosa implica ser libre de proporcionar servicios de forma coherente con los principios de di- cha religién. El gobierno no tiene derecho a decir a las instituciones religiosas: «Nos gusta vuestro tra- bajo con mujeres necesitadas, pero necesitamos que también les ofrezcdis abortar», 0 «vuestros colegios son buenos, pero no podemos permitir que ensefiéis que el matrimonio entre hombre y mujer es mejor que otras manifestaciones de amor y sexualidad». 3. Libertad religiosa significa poder contar en la planti- lla con una masa critica de empleados que apoyen el ethos de la religidn que respalda la institucion. Quien trabaja en una institucidén catélica (hospitales, es- cuelas, universidades y agencias de ayuda social a refugiados, discapacitados o sin techo, etc.) no tiene por qué compartir la fe, pero es necesario que se 93

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