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Julio Schvartzman Levas y arriadas del lenguaje. El mecanismo proverbial del Martin Fierro En su Historia de la literatura argentina, Ricardo Rojas quiere ver en José Hernandez no un hombre de letras sino «el ultimo payador». Su monumental propuesta sobre la «evolucién de la cultura en el Plata» necesita considerar al Martin Fierro wna especie de emanacidn natural de la tierra, la raza, la lengua y el folclore pampeanos. Como parte de la misma construccidn, la presencia de proverbios en el texto, junto con otros muchos factores, es interpretada como un testimonio de su «veracidad folcléricas, «Hernandez no es un retérico que remeda, sino un payador que canta»! Vale la pena cotejar el voluntarioso telurismo de Rojas con la distancia que Leopoldo Lugones, igualmente entusiasta a la hora de postular la ejemplaridad nacional del poema, pone en relacién con este aspecto de la obra de Hernandez. «Porque es espontaneo esté Ileno de defectos. Su propésito morali- zador vuélvele, a ratos, cargoso. El poema no es muchas veces, sino una abun- dante paremiologia [...]» Y mas adelante fustiga: «La moraleja es la debilidad de la fabula; y cuando nuestro poeta hace moral con palabras, no con actos, renuncia a la eficacia practica del ejemplo que constituye todo el sistema docen- te en la materia, ast como al don mas caracteristico de su estética»? Siguiendo la huella de Lugones, Borges sostiene que los proverbios, en el poema, son «mecénicos dicharachos hereditarios que estorban su decurso» y condena «las moralidades forineas que lo epilogans, a la vez que plantea con sagacidad: «Prefiero ver en esas prédicas, meras verosimilitudes 0 marcas del estilo directo» Marcas del estilo directo: en efecto, cuando alguien, en el poema -el gaucho cantor, el narrador que lo nombra, los otros personajes que toman la palabra~ dice un refrin o una frase sentenciosa, desencadena una secuencia discursiva © R. Rojas, Historia de la literatura argentina. Ensayo filosifico sobre la evolucién de la cultura en et Plata {1917-1922}, Los gauchesras, Il, Buenos Aires, Krafi, 1957, p. 512. +L. Lugones. £/ payador [1916], Buenos Aires, Huemul, 1972, pp. 187 y 240. + JL Borges. «La poesia gauchesca», en Discusion [1932], Buenos Aires, Emecé, 1964, p. 34, Lecuras del tern, que exhibe, oculta o remeda una cita, un acto de referencia. A través de oxy Jerencia, el texto establece una relacion compleja Slee univeso ver pone v iduria proverbial». AJ ¢ dog Yyelta nombra como «sabi Alena bal que el prologo de la Vuelta 1 haere ee miar la perfeecin y armonia con que «el gaucho» expresa Sus ref dichos y proverbios, Heméndez elabora esta justifieacion previas «Eso mo hace muy dificil, si no de todo punto imposible, distinguir y separar cules son os pes mientos originales del autor, y cuales los que son recogidos de las fuentes populares». : i i En la dificultad, corregida en el curso lineal del sintagma por la impos. i a li roverbi ia dad, de fundar la diferencia entre la autoria literaria y Ia fuente prove al, radi ca una clave poética fundamental del proceso de elaboracién del Martin Fierro, La forma como instrumento de verdad Refranes, proverbios y dichos se entraman de maneras diversas en el Marti Fierro. Una variante consiste en convocar esas piezas de la tradicién oral como citas explicitas. Las encontramos en el comienzo de la historia del Hijo Segun- do («Con razén dice el refrén / Que lo bueno dura poco», Il, 2113-2114) y no mucho después, en una intervencién del narrador («Dice el refrin que en la tropa / Nunca falta un gitey corneta», Il, 2451-2452). Se trata del remedo litera- rio de la cita popular, de un saber sin autor, pero que autoriza: son citas, como diria Hernandez en las «Cuatro palabras de conversacién con los lectores, del gan libro de la naturaleza, y constituyen el polo opuesto de las citas letradas que jalonan el Facundo de Sarmiento, ellas también, a su vez, afectadas en muchos casos por diferencias de version, de traduccién e incluso de atribucion. como si las modalidades propias de la transmi erudito libresco, Pero es mucho mas frecuente que las formas bre en las hablas del poema sin ninguna marca, aviso On oral erosionaran el sistema rves sentenciosas se infiltren Y menudiando los tragos Aquel viejo, como cerro- «No olvides, me decia, Fierro, Que el hombre no debe crer, En lagrimas de mujer Nien la renguera del perro.» (Ii, 2343-2348), i Julio Schyartzman 825, El Hijo Segundo refiere aqui uno de los consejos que, «en pedo», le dirigia el Viejo Vizcacha. La misoginia coincide demasiado con la que habia aparecido en la ida en la voz del sargento Cruz («Mujer y perra parida, / No se me atraca nin- gunal», I, 1883-1884), pero en este caso proviene directamente de una antigua copla popular,’ reelaborada e integrada en la sintaxis del poema, en forma de una redondilla interna a la sextina heandiana en la que el Unico elemento exte- rior es la indicacién del régimen de referencia «me decia», que precede a la reproduccién de las palabras del consejero en estilo directo (recordemos a Borges) y al vocativo para el receptor. El procedimiento es muy distinto del con- sistente en cortar y pegar. En el camino, se ha alterado la naturaleza de lo referi- do y su misma estructura. Separado de su fuente folclérica, el refran es captura- do para otros usos: ahora, el contacto ofensivo mujer-perro como objeto de la desconfianza recomendada indicia el cardcter de Vizcacha (como en la /da el de Cruz), integrandose a su propia historia; y a la vez, puede ser reinterpretado a la luz de las relaciones problemdticas de Vizcacha con su mujer y con los perros. Una vez mas, estamos muy lejos de la «veracidad folclérica» alegada por Rojas. EI sesgo principal que asume el trabajo de Hernindez con las tradiciones orales es el hallazgo de un mecanismo sentencioso que articula el decir del poema con los ritmos y tonos de las formulas proverbiales, sin poder identifi- carse con tal o cual realizacién particular (la dificultad o imposibilidad que mentaba el autor). Para llegar a poner en marcha tal mecanismo, es preciso acumular un trabajo previo de frecuentacién del refranero popular, de captacién de sus modos pecu- liares de aprehender y generalizar la experiencia, de compenetracién con sus ritmos y figuras, hasta desarrollar una competencia capaz de desplegarse en miltiples, oportunas y en apariencia inagotables realizaciones. Estamos, como plantea Greimas,’ en presencia de un modelo de caracteristicas formales muy fuertes, o en palabras de Barthes,‘ de «una sumisién del sentido a ciertas formas preestablecidas, como si la regla formal fuera un instrumento de verdad». Para decirlo con una expresion de T. A. Perry,’ estaria operando «la sabiduria de la estructuray. + Horacio Jonge Becco recuerda la copla recogida por J. E. Machado en su Cancionero popular venezolana, Caracas, 1922; «Dos cosas hay en el mundo / que no he podido creer: / en la cojera del perro / ni en légrimas de mujer» (J. Hernandez, Martin Fierro, Introduccién, notas, bibliografia y vocabulario de H. J. Becco, Buenos Aires, Huemul, 1974, p. 392. 5 A. J. Greimas, «Los proverbios y los dichos» [1960], En torno al sentido, Ensayas semistico, Madrid, Pragma (col. Lingiiistica, epistemologia y semidtica), 1973, pp. 355-363. © R. Barthes, «La Rochefoucauld, Réflexions ou Sentences et Maximes [1961], Nouveaux escais critiques, Exeures complétes, Paris, du Seuil, 1994, IL, pp. 1335-1347. 7D A. Perry, Wisdom Literature and the Structure of Proverbs, Pensilvania, The Pennsylvania State University Press, 1993. Lecturas del texto poet ti ncias a clases y no a indivi- . fonéticas meas ieee vei, anciesis; apeitud para 1a estabilizacién y la 6 attr eprier orcsion 2 °4 ole ecm Casey Eee areas bien una forma arcaizante s de los proverbios. En el , referen prosédica Simetrias fu duos; estructur memorizacién.* Greimas © mbién observa que ae ate ; Se i esa condicién voluntaria- a menudo Sees rasgos distintivo esta al servi ¢ Pifemo sentido, Crésillon y Mainguencau relacionan mente arcaizante con su estatuto ideoldgico, que se prete} i i do del tiempo. 1 una sabiduria que vendria del fons j Si bien la diferencia genérica entre las formas breves y sentenciosar puede Hegar a ser grande, hay observaciones que valen para unas ¥ rae eae Barthes, por ejemplo, apunta que Jas maximas de La Rochefoucauld tienden a ccublecer una identidad por sobre una transitividad, y que buscan mostrar una sostancia plena en su inmovilidad y no el progreso del pensamiento, Gcomo no ver en ese rasgo una caracteristica dominante de las verdades eternas (aunque tn un corpus heterogéneo y a menudo contradictorio) del saber proverbial? a eficacia de aquellas maximas reposa, casi siempre, en su «cierre>, y resulta dificil no vincular este cierre con una cerraz6n; criticamente, Barthes postula que su estructura reprime la sensibilidad, la expansién, la vacilacién, el escrupulo, el arrepentimiento; si bien el cardcter burgués y modemo de la mdxima resulta puesto al caracter popular del proverbio, la fuerza asertiva de éste permite verifi- car, en su funcionamiento, algunas de aquellas represiones estructurales. Jacques Pineaux habla, a este respecto, de una funcién reguladora del pro- verbio, de una puesta en orden de Ja experiencia,"® lo que podria relacionarse con lo que Lombardi Satriani considera la funcién narcotizante del foldlore.” Ezequiel Martinez Estrada nota que los dichos sentenciosos del Martin Fierro a Saeeaaeay eae dee hecho manera de breves digresiones filos6fi- erecaly Watanabe RAGATTae lal aruda entre el suceso individual y un orden superior sera, pues, parte di Este puente nde un habla inmemo- le la operacién © A.Grésillon y D, Main, \guencav, «Polyphonie, ieee nqneetn Polen Proverbe et détournement ou Un proverbe peut en Bilis Jolles, que diferencia la locucién proverbial del 2 una misma disposicién mental. Consi singe 1920) Parls, du Seuil, 1972, pp. 130-131). 8 apodictica, no discursiva (A. Jolles, Formes 1 EM Loner oc tin frangas, Pai, PUR, 1056, Aire Calera 175, MPH el nai de acu rbatera (1974. Bacon : lartinez Estrada, Muerte ae vida argentina [1" ed, 1948 Y @ransfiguracin de Martin En é 1983, vol. 2 Ra 48:2" ed, comregida, 1958}, Buenos oar ines eh Oe cor de América Latina Julio Schvartzman 827 reguladora y ordenadora: inscribir el sufrimi histérico provee de sentido, pero también d Sin embargo, cha de la cuestiés iento individual en un largo proceso le resignacion, en este y otros aspectos el poema desafia una vision estre- n. Lombardi Satriani clasifica, como manifestacién de la hostili. dad de las clases subalternas a la cultura intelectual, el tema proverbial ela igno- Tancia es preferible al saber», y releva, entre sus realizaciones, ésta de la rona del Veneto: Qui pit capisse, pit patisse («Quien més entiende, més suftes). Compartiendo un desprecio semejante por el saber letrado, el Martin Fierra clige otra linea de elaboracién en la relacion saber-suftir, la que se expresa, por ejemplo, en «Porque nada ensefia tanto / Como el suftir y el lorar» (I, 125-126) y «Yo nunca tuve otra escuela / Que una vida desgraciada-» (II, 4601-4602). Al proponer, entonces, otra ecuacién, que podria enunciarse como «Quien mas sufre, mas entiendes, el texto de Hernandez apuesta, de algiin modo, a la cons- truccidn de un saber alternativo a partir de la adversidad. Caer, regular, ordenar Un solo ejemplo podra bastar para verificar cémo el comportamiento sentencio- so del Martin Fierro aiina la pottica del proverbio popular, sus rasgos formales y su funcionalidad dadora de sentido y de orden en el mundo. El hombre, hasta el més soberbio, Con més espinas que un tala, Aflueja andando en la mala Y es blando como manteca; Hasta la hacienda baguala Cai al jagiiel en la seca (II, 2331-2336). Una vez més, Vizeacha, La sextina recopila tres piezas que recurren en las compilaciones de dichos y refranes, con diferente forma: los dichos comparati- vos «tener mas espinas que un tala>, «ser blando como manteca> y el prorerbio popular sobre la sumision a que obligan las privaciones (a la manera de ‘ necesidad tiene cara de herejes, como recuerda W. Escobar), en la metéfora de la hacienda baguala y el jagiel (un refranero de Tacuarembé recoge la variante eel bicho m&s matrero»).!? 18 W. Escobar, Refranero uruguayo. Dichos, maximas y sentencias del habla popular colecadas oral- mente en Tacuarembé. La Biblia gaucha {1962}, Tacuarembd, s. n. 1974. | Lecturas del texto ee Jo cual habla de 1 sado por e! ar y H Dan erite Pro cambién de cémo juegs esa | pers’ 5 hha compuesto ¢! 1 poema. Habria aqui una e valores del : ee en universo oe Tigados a la sociedad tradicional, to de valores jedad en la ‘cual, como dice el viejo Fierro aha es donde las relaciones sociales estan Podria decirse que Vizcact cémo Hernandez asta fuente proverbial referencia a un conjum prutalmente conmovidos por und $* 2 aus hijos, «es preciso alquirim mediadas por el dinero. ; . De todos modos, podria conjeturarse que las a corporacion de Jas tres piezas ‘son distintas. naturalizandose en los dos pri inc jacion idi i integrada en la sinta- n idiolectal casi neutra, nteg nla $ casos como una apropiacio! pele rede la frase, y enfatizandose el valor ejemplar del proverbio d al aie aon su contraste prosédico y por su colocacion estratégica en é ai modalidades tonales de la estrofa."* i ae {Que la soberbia termina «aflojando», es decir, que la resistencia cede, forma modaticia de Vizcacha, Pero es notable que, parte de la ética oportunista y aco ac ‘ en este caso, como en otros, el cinismo de Ja observacién, a tono con el resto de sus consejos «inmorales», coincida con la orientacién fundamental de los conse- jos emorales» de Fierro a sus hijos, en el cierre no menos estratégico del poema, Y con el espiritu general de la Vuelta: «Me he decidido a venir / A ver si puedo vivir / ¥ me dejan trabajar» (II, 136-138). Las observaciones de Vizcacha sobre «el hombre» ya habian tenido el grado suficiente de generalidad propio del discurso proverbial: una experiencia mode- Jo, no esta o aquella situacién particular. El presente absoluto norma la vida. Pero la imagen fulgurante de Ia hacienda baguala (forma, podria decirse, «natu- nals de la rebeldia, de Ia resistencia a la domesticacion) «cayendo» al jagiiel impelida por la sed pone un plus a la composicién. Mas alld de la economia ae i cum causal, no dice por qué ocurren las cosas, como producto de Ss disci See es ee razona; no explica; muestra, sefiala, pone 5 iento del mundo, que incluso excede Ja dimensién jumana, y al que responden por igual la hacienda baguala 4 soberbio. Es ast «Caer», por tiltimo, agrega a s pe Cuare) Yael nombre ma quial de llegars, una densidad en la que se supens en peer Obeia y colo- aes ae tea teol6gico, met afisico, perponen distintas napas de sen- ordenadors del ponent 22% cuando se habla de la funcién reguladore y ' Martinez Estrada ha Heméndez; «Los dos observado con precisién } ten en un refrén o a ersos finales son de tal ‘eae ‘final en el armado de la estrofa de efrin 0 dicho» (op, cit, vol, 1p. 119) iad y estrictez, que no pocas vé Julio Schvartzman r 829 Cuerdas de lana El brillo de la imagen de la hacienda baguala y el jagiiel puede competir con aquel rasgo de agudeza que, segin Barthes, caracteriza la maxima, la corona y la consti- tuye en especticulo, y segiin Perry, diferencia los proverbios wsabios» de los popu- lares, dandoles un caricter critico y solicitando un discurso interpretativo, Es nota- ble que los consejos finales de Fierro, en este sentido, tengan mayor fuerza morali- zante pero menor impacto formal (y menos elementos empiricos y sensibles), obe- deciendo mas, podria suponerse, al dominio del tono proverbial que a los aspectos més productivos del mecanismo sentencioso, tanto en su originalidad como en su capacidad de reelaborar proverbios provenientes de fuentes tradicionales. En todo caso, la extrema competencia proverbial del poema hace pensar en las posibilidades de otro tipo de uso del mecanismo sentencioso: un uso desvia- do 0 parédico como el del Gargantia de Rabelais y el de Sam Weller en el Pickwick de Dickens, provocador como el de Paul Eluard y Benjamin Péret en 152 proverbes mis au gotit du jour} Si bien Hernandez nunca llega a tal uso, podemos considerar que su destreza transita por bordes riesgosos. En los consejos de Fierro, el aparato proverbial conserva toda su solemnidad; en los de Vizcacha, la malicia de la intencién soli- cita ya una lectura suspicaz; y en la payada entre Fierro y el Moreno, el empleo de frases sentenciosas remite a una concepcién agénica de lo proverbial, como un campo de tensiones (que por otra parte replica los conflictos del propio cor- pus general de los proverbios tradicionales) donde las ocurrencias estan al ser- vicio de un combate. No es un mérito menor de Herndndez el haber puesto el enfrentamiento de Ia payada no sélo en las preguntas con que ambos cantores se someten a prue- ba, sino en las observaciones laterales, incluso en los elogios a veces ambiguos que se dirigen. Asi, en la pregunta de Fierro y la respuesta del Moreno a propd- sito del canto del mar, se desliza una confrontacion secundaria. Elogia Fierro: Moreno, alvierto que trais Bien dispuesta la garganta Sos varén, y no me espanta Verte hacer esos primores~ En los p4jaros cantores Sélo el macho es el que canta (II, 4115-4120). it é adit ilitan . Grésillon y 15 El détournement es estudiado, en su régimen liidico y militante, por A. i implemente, de una modali- D. Maingueneau en el trabajo citado. Para Alain Montandon se trata, simpl ‘ dad areata ‘del uso literario de los proverbios (A. Montandon, Les formes bréves, Paris, Hachette, 1992, pp. 22-24). Lecturas del texto 830 e “avin - 4o cultural de los Hamados dones resta desde un cuestionamir ey eas eee nes EI Moreno conte én por la préctica mimecns 7 eemon un desde naturales, con Un cma sexista de su Fival esque ntores tiende- depende A los pajaros ca Ninguno imitar pret De un don que de otro Naides se debe alabar- Pues la urraca apriende Pero s6lo la hembra aprien' a hablar de (IL, 4127-4132). puede acudir en socorro de una u otra posi- convoca la locucin proverbial no es ateniéndonos al corpus heterogéneo Ahora bien, si el mundo natural cién, eso quiere decir que el orden que univoco ni estable. Y si eso ya lo sabiamos at la payada lo actualiza, dramatizindolo. Tos bordes riesgosos. Otro emerge en el principio del duelo le los cantores, cuando Fierro enuncia su desafio y de gran audacia formal, Su introduccién concluye del refranero, Este es uno de verbal, con la presentacién di su conminacién en términos con esta sextina: Y si alguno no se atreve A seguir la caravana, O si cantando no gana Se lo digo sin lisonja— Haga sonar una esponja O ponga cuerdas de lana (II, 3971-3976). Por primer chesca i j i rer bres ver en 12 gauchesea, el sonido mudo de la esponja y la decepcio- e vibracién seca de la lana vienen a frustrar la ceremonia consagrada del cant, al modo de esos objetos surrealistas destinados a burlar la percepcién 0 = expectativas de un consumo previsible. De ese modo irénico, Fierro invita al ntrin i a ‘i ante ee Si es que no esta a la altura del desafio 0 si pierde en el ee le la lucha. Pero la eleccién del mecanismo indirecto proverbial y la puesta en una suerte de pulsién i a ion iconocla: |a dda, téngase presente, habla roto la guit Fe en cumor ave on de la exhortation, ereande ur cnt oe ‘arra), refuerzan la funcién poética Reaper inquietante que lo que dice, desconcertando la del desafio, ia, que, buscando normalizar las figuras ‘onio de ese desconcierto: Julio Sehvarvaman 831 eee cere La expresién de Fierro, extrala en boca de un gaucho, es de jactancia y quiere dlecir que quien no tenga aptitud de cantor haga otra cosa: 0 se ponga a fregar (esponja), © se dedique a cardar (Jana), que son trabajos de menos arrestos.}° Vacas, levas, arriadas La experiencia particular que el proverbio o la locucién proverbial compactan, encapsulan y generalizan permanece latente en la memoria de la lengua, bajo la forma sentenciosa concisa y recordable, apta para ser aplicada a cualquier otra situacién con la que guarde alguna analogia que la intuicién capte répidamente. He el arte de la semejanza y la diferencia, y diriamos que la tiniea experiencia particular de st tipo que queda excluida de la aplicacién proverbial es la que ha Eapturado el proverbio mismo. «Zapatero a tu zapator puede posar su sabido- tie conservadora e inhibitoria sobre toda otra prictica humana, excepto sobre Ja marroquinerla, ambito en el cual resultarla de una obviedad inconducente. El saber proverbial de Herndndez pone en juego estos usos en la accién y en la omisién. ‘Cuando Vizcacha deja su legado de consejos al hijo segundo de Fierro, entre otras prevenciones le arrima ésta: «No andés cambiando de cueva, Hacé las que hace el rat6n— Conservate en el rinedn En que empez6 tu esistencia- Vaca que cambia querencia, Se atrasa en la paricién.» (Il, 2337-2342). Aunque Vizcacha ha acumulado su saber ganadero no en la produccién sino en el abigeato, no hay duda de que su consejo se articula sobre la base de las costumbres de un pais pecuario. Podriamos aventurar que la generalizacién que propone el refrén se vincula con el sedentarismo de] productor ganadero, ya definitivamente alejado del modelo trashumante del cazador-recolector. El uso que de él hace Vizcacha tiene una resonancia burlesca, rabelaisiana, como que cruza la imagen positiva, dadora de bienes, de la vaca con Ja estampa predadora y delictiva del ratén, la hogarefia qquerencia con la clandestinidad de la cueva Su sedentarismo se fundamenta en Ia indolencia, no en el trabajo. Y sin embargo. 16 J, Hernandez, Martin Fierro, Introduccidn, notas y ¥! Aires, Losada, 16* ed. 1976, p: 272- ocabulario de E. F. Tiscornia, Buenos Lecturas del texto = -< como si el modelo ~al decir de se coliitara su propia parodia no i entanciera. En esa didctica de Teer, en el pardgrafo titula- cesta aplic . ranidas Lamborghinic!” nO 8° tern 142, Hernandez publica #0 0 "somo la Hama Pagés Larray No debe olvidarse que, cuando 18 acienda cambia de querencia, la paricién se rend eae sen, hacienda ents aquerencis em 8 meSen pry ious euidarla, porque cuando engorda se mes os sen aquerencia y trata de volver. Hasta después de la Eaters ee completamente sujeta, pues aunque las vacas quieran irse per oa 5 querencia en el campo en que han nacido. En este caso, CO otros, Vij sujeta a la made y la madre sujeta alos demas.” Desde afuera del Martin Fierre, Hernandez evidencia cual es el uso vedado del refran, En su didéctica de la estancia, es como si prosificara el proverbio, pero no tendria sentido traer su letra, vélida, en cambio, para cualquier otra ‘ocasién, aun cuando se trate de la dudosa ética de Vizcacha. El procedimiento tiene mucho que ver con las elecciones léxicas de Heméndez. El canto III de la /da narra el punto en que la intervencién del Estado tuerce el destino de Fierro, cuando el gaucho cae victima de la leva for- 2032, En 1855, en el Registro estadistico de Buenos Aires, se queja un cronista: Por levas se ha entendido vulgarmente esas partidas voladoras que Rosas lanzaba por doquier a cazar hombres, Hoy no se han suprimido éstas... Casi cada mes del aio se cita a todos los paisanos para enrolarlos en la Guardia N. ruido de la leva disparan al cielo y tierra Ee El gran problema es, pues, pclics ipa a la leva o el servicio de fronteras que agobia al aiias yno a los de la ciudad, E] Propio cronista no Julio ‘Schyartzman 833 | periodisticos. Pero el canto III de la /da, al narrar la leva que tiene un peso deci- sivo en el destino del protagonista, omite cuidadosamente toda mencién de la palabra. Leemos: Cantando estaba una vez En una gran diversion, Y aproveché la ocasion Como quiso el Juez de Paz... Se presentd, y ahi noms Hizo una arriada en montén (I, 307-312). No «leva», sino «arriada», metéfora ganadera que, de paso, recrimina el trato con que la autoridad animaliza a los paisanos. Como para demostrar que no estamos ante una ocurrencia casual, veinte versos mas adelante el cantor cierra la escena con esta conclusidn: «Ni los mirones salvaron / De esa arriada de mi flor» (1, 331-332). El desplazamiento hacia la animalizaci6n ya se habia dado en el canto If, cuando despuntaba la queja de Fierro: Pues si usté pisa su rancho Y si el alealde lo sabe Lo caza lo mesmo que ave (ey | Y al punto dese por muerto Si el alcalde lo bolea (1, 259-261 y 265-266). En la Vuelta, Picardia evoca una situacién semejante a la de la arreada: | Salié la partida armada, | Y trujo como perdices Unos cuantos infelices Que entraron en la yoltiada (IL, 3405-3408). | ¥ el oficial de partida, a quien Picardia llama el Nato, dice: «Yo los rodié a la sordina «No pudieron escapar, «¥ llevaba orden de arriar «Todito lo que camina» (IL, 3411-3414). ipé i ina», asi como tra ver el arreo, ahora con la hipérbole de «todito lo que canst, & le cenadad de la evolteadas, que es la accién de derribar a ganado para marcar- Lectaras del texto erifora, ya lexicalizada, por gai en su cuerpo la marca 834 a» resulta 1 _ recibe o caer en la voltiad: le «enti se EI paisano pobre: Jo, de dond user capturado” bra en el poe o3eF CP del Estado. ‘ va, Para encontrar Ta pala Ee infamance de Eee jc a La leva Pare yer lutamiento forZ0s0 y dese ac - an ° eet yo sem vipos que abandonar CaP ia sido. pre otro que habia s : 2 ot axa o capture de animales » con Cruz en los tol ia que padece con Cruz jsamente, la fuente original del proceso, - Ocurre en la Vuelta, cuando dos, 1o que los obliga tenen plazarnos hacia ¢ de metaforizacion: Fierro cuenta la hambram a ser omnivores: En semejante ejercicio Se hace diestro el cazador~ Cai el piche engordador, Cai el pajaro que wina- ‘Todo bicho que camina Vaa parar al asador- Pues alli a los cuatro vientos La persecucién se leva, Naide escapa de la leva (II, 445-453). El cruce en los usos lexicales se pone en evidencia con la similitud de con- “Todo bicho que camina» y, poco mis nina» en el texto, ain en distinto campo semintivo. abajo, etodo lo que se mueve» estan muy cerca del atodito lo que ¢ exagerado celo reclutador del Nato. Ademds, estos cuatro vientos permiten leer en falsete los cuatro vientos de la dispersion de Fierro y sus hijos, uno de los momentos mas solemnes del pocma, hacia el final. ‘ Hay en eo como un pudor ante el término correcto, pero demasiado écnico, arg odria de i pur argentino, p pdria decir Borges, reponiendo por ef lado de un rasgo menor lo que el énfasis nacionalista o tradicionalista cargaria en alguna irtud mis contundente. Una reticencia fecunda, porque genera permanente- met ones para ree i ie aes pes para reemplazar la palabra esténdar y mantiene al texto en un ee ie ia eae En cambio, cuando las expectativas son otras, cuando cjemplo- ya en Jos taldos, la privacié of ; 8, Aacion ‘ie 5 do de necesidad extrema, la coat primiti ie ee ea primitiva de la caza para sobrevivir libera la abra antes contenida, ¥ [a Teva aparece, en curiosa inversion, ¢ leva ap, etdfora Adecuada para esa persecucién brutal : nt También aqui el Marth Proverbios, Carlos Albe critica del pocma a Comenzé a comprender ese paren como mecanismo productor de qu ici Sree q ig 120 un gran aporte con su edicién 30 con los cuadernos manuscritos de la Puella funcion ‘amicnto, pero Jo mistificé en una clave Julio Schvartzman_ 835 semejante a la de Rojas. «Hernandez creé proverbios, palabras, giros de sabor nuevo, con tanta autoridad como el pueblo mismo» propuso y también que los proverbios nacian «durante la narracién», La disposicion de los cuadernos origi- nales de la Vuelta, sus correcciones y tachaduras, permite «asistir a la formacién de proverbios y refraness. De pronto, anota con comprensible fascinacién: eAquello es un caos [...]. ¥ abajo quiere nacer un proverbio», Estudiar desde la paremiologia el Martin Fierro es, para él, como «oir proverbios de inmemorial origen en la ocasion misma que les dio vida»2” Insensiblemente, Hernandez se transforma en pueblo y su obra pasa a formar parte de! folclore. En cambio, Martinez Estrada no se confunde; ve que los artefactos sentencio- sos del poema «son equivalentes a los proverbios y refranes, y se expresan en forma de dichos ingeniosos, esponténeos, que llevan siempre el sello de la per- sonalidad del creador», para concluir: «Hernandez definié como proverbios y refranes esos dichos, y en verdad pueden derivar de ellos, pues de las dos formas de perpetuarse el concepto que cualquier refrdn contiene -repetirlo 0 asimilarlo-, en el poema los personajes poseen el secreto de crearlo mas que la memoria de reproducirlo»2? Esto explica, desde un Angulo parcial, junto con otras razones de mayor peso, Ia folclorizacién del poema, o de algunos de sus fragmentos. Ironia de la histo- ria de las lecturas, que colocé en la posteridad del Martin Fierro, y con signo diferente, lo que Rojas y Leumann, con intencién edificante y apologética, ha- ian puesto en sus mismas bases. 21. A. Leumann, El poeta creador. Cémo hizo Hernéindex «La vuelta de Martin Fierro, Buenos Aires, Sudamericana, 1943, pp. 183-163. 22 E, Martinez Estrada, op. cit, vol. 2, p. 421 2 Montandon distingue la creacién de locuciones proverbiales en las obras literarias y su poste- rior transformacién, como citas extendidas, en proverbios, como ha ocurrido en versos de las fibu- las de La Fontaine (op. city p. 19). Véase también Jolles, op. at, pp. 134-135.

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