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Sigmund Freud "El Yo y el Ello” Si el Y6 no fuera sino tina parte del Ello, imodificada por la influencia del sistema de percepciones, 0 sea, el representante del mundo exterior, real en lo janimico, nos encontrariamos ante un estado de cosas harto sencillo. Pero hay adn algo mas. Los motives que nos han Ievado a suponer la existencia de una fase especial del Yo, o sea, una diferenciacién dentro del mismo Yo, a la que damos el nombre de Saiperyevodeal(deYG, han quedado ya expuestos en otros lugares'®®, Estos motivos contintian en pie!®’, La novedad que precisa una aclaracién es la de que esta parte del Yo presenta una-conexién-menos tirme con _Taconciencia. Para legar a tal aclaracién hemes de volver antes sobre nuestros pasos. Explicamos el doloroso sufrimiento deslamnelancoliajestableciendo la hipstesis de una reconstruccién en el Yo del objeto perdido; esto es, la sustitucién de una cargardevobjetorporunaridentificacién!*. Pero no legamos a darnos cuenta de toda la importancia de este proceso ni de lo frecuente y tipico que era. Ulteriormente hemos comprendido que tal sustitucién participa considerablemente en la estructuracién del Yo y contribuye, sobre todo, a la formacién de aquello que dcnominamos su carécter, Originariamente, en la fase primitiva oral del individuo, no es posible ‘diferenciar la carga de objeto de la identiticacién. Mis tarde sélo podemos ‘suponer que el cual siente como necesidades las aspiraciones ex al principio, ecibemnoticiatdemas 1896 CF. “Paicologia de las masasy andlisis det Yo" 2497 Unicamente habremos de sectficar la afirmacién de que el examen de la realidad era una funcién del SuperYo. Las relaciones del Yo con el mundo de la percepcién parecen mas bien indicar que dicho examen es ¢jercido por el Yo. También ciertas manifestaciones indeterminadas, que en otros Iigares hemos consignado, sobre la existencia de un nédulo del Yo, deben scr coneretadae ahor en ef centide de quo dicho nédulo es gnicamente del sistema preconsciente (Strachei recuerda que en “Mas eld del principio dol placer” (1920) Freud pensaba que el ndicleo del Yo es su porcién inconsciente. Posteriormente en “El ummor”, (1927), ibica a dicho nicleo en el SuperYo) 288 CE. “Duelo y melancolia” (1917). 46 Ta ereencia de los primitives de que las cualidades del animal ingerido como alimento se fransmiten al individuo y las prohibiciones basadas en esta cieencia constituyen un inleresantisimo paralelo de la sustitucién de la eleccion del objeto por la identificacion. Esta creencia se halla tambien integrada, seguramente, entre los fundamentos del canibalismo, actiia en toda In serie de costumbres que va desde la comida totémica a la comunién, Las consecuencias que aqui se atribuyen al apoderamiento oral del objeto surgen luego, realmente, cen la eleccion sexual del objeto ulterior. Pagina 12 de 33 Clinica Baumgarten-Santamari Sigmund Freud "El Yo y el Ello” Cuando tal objetoisexual hade'serabancionado, surge frecuentemente en su lugar aqueliasmoditicaciénedels¥o que hemos hallado en 1a melancolia y “descrito como una reconstruccién del objeto en el Yo. Ignoramos atin las circunstancias detalladas de esta sustitucion. BSGniaiyiposiblelquclel VOUAGhtSIGN Taga’ PORibley Por MedSTAMeStAREREVECCIOA que es na especie de regresi6n al mecanismo de la fase oral- eltabandonomdelsobjets, Oquizs constituya esta -identificacién la condicién precisa para que el Ello abandone sus_objetos. De todos modos, es éste un proceso muy frecuente en las primeras fases del desarrollo, y puede Ievarnos a la concepcion de que BINCEREctemael OTE esiduoide lastcargasidetobjetorabandonadas y contiene la historia de tales elecciones de objeto. Desde Inego, habremos de reconocer que lareapaciaadids \resistenciaalasinfluencias emanadas de la historia de las elecciones ersticas de objeto VaH@MUEHS de unos individtos a otros, constituyendo una escala, dentro de la cual el carécter del sujeto admitira o rechazaré mas 0 menos tales iniluencias. En las mujeres de gran experiencia erética creemos poder indicar fécilmente los residuos que sus cargas de objeto han dejado en su carécter. También puede existir uma simultaneidad de la carga de objeto v la identificacién, 0 sea, una moditicacién del carécter antes del abandono del [Wbja¥S. En este caso, la modificacién del carécter puede sobrevivir a la relacién con el objeto y conservarla en cierto sentido. Desde otro punto de vista, observamos también que BST aRSMEEGSA costa de una mayor dociidad por au parte, ge ‘GSbIEHMSEGHAEE) por decirlo asi, 2 een a a etaidavesperimentada, dicéndole: «Pusdes-aunarne pus soy-paecido sea, tnalespecietdesublimacion, ¢ incluso nos plantea la cuestién, digna de un penetrante estudio, de si no seré acaso éste el camino general conducente a la sublimacion, realizandose siempre todo proceso de este género por la mediacién del Yo, que transforma primero la libido objetal sexual en libido narcisista, paraproponerle iuego un nuevo-fin!®, Mas adelante nos preguntaremos asimismo si esta modificacién no puede también tener por consecuencia otros diversos destinos de los instintos, por ejemplo, una disociaci6n de los diferentes instintos fundidos unos con otros. No podemos eludir una digresién, consistente en fijar nuestra atencién por algunos momentos en las identificaciones objelales del Yo. Cuando tales identificaciones egan.a ser muy-mumerosas, intensas-c-incompatibles- entre si _se_produce facilmente_un_resultado_patologico. [PHSASTSHEBE, en efecto, Mina 160 Una vez. establecida la diferenciacion del Yo y el Ello, hemos de reconocer a este ‘iltimo como el gran deposito de la Kbido senalado en mi trabajo sobre el narcisismo. La libide que fluye al Yo por medio de la identificaciones descritas representa su narcisismo secundario. Pagina 13 de 33 Sigmund Freud "El Yo y el Ello” “disociacién del Yo, excluyéndose las identificaciones unas a otras por medio de (fesisteneias! EI secreto de los casos llamados de personalidad miiltiple reside, quizé, en que cada una de tales identificaciones atrae a si alternativamente la conciencia, Pero atin sin legar a este extremo surgen entre las diversas identificaciones, en las que el Yo queda disociado, conflictos que no pueden ser siempre calificados de patolégicos. Cualquiera que sea la estructura de la ulterior resistencia del caracter contra las influencias de las cargas de objeto abandonadas, OST@FSCEOSTIEAS| (primerastidentificaciones, realizadas en la més temprana edad, SOMISieMipTe) \BefieralessyedurAdetos, Esto nos lleva a la genesisiclelidealidelivVo, pues detras de él se oculta la primera y mas importante identificacién del individuo, o sea, [SGASREREREIGHNCSHMEINPSEAE". Este identificacién no parece constituir el resultado o desenlace de una carga de objeto, pues esidirectarerinmediatany! anterior a toda carga de objeto. ‘Pero las elecciones de objeto pertenecientes al primer periodo sexual, y que recaen sobre el padre y 1a madre, panecenstenerscomondesenlace:normalstal iidentitieaeién e intensificar asi la identificacién primaria. De todos modos, son tan complicadas eslas relaciones, que se nos hace preciso describirlas més detalladamente. Esta complicacién depende de dos factores: de la disposicion’ triangular de la Yelacién de Edipo y de la bisextalidad constitucional del individvo. I caso més sencillo toma en el nifto la siguiente torma: @GOMEVaIaT cabo muy tempranamente una carga de objeto, que recae sobre la madre ¥ tiene su punto de partida en el seno mateo. Dal padiSisstapedeta lel ininTpOE \idlentifieacion. Ambas relaciones marchan paralelamente durante algin tiempo, hasta que, por la intensificacion de los deseos sexuales orientados hacia la “madre, v por la percepcién de que el padre es un obstéculo opuesto a la ‘realizacion de tales deseos, surge el complejo de Edipo!*, La identificacién con ‘elipadieliomia SnlOnces GA MAZE y se transforma en el deseo de suprimir al padre para sustituitle cerca de la madre. A partir de aquilsehaceambivalente (AGSISGIGHENNSISSHSEIpAM, como si la ambivalencia, existente desde un principio en la identificacién, se exteriorizara en este momento. aleondwetall 2681 Quiza fuera mas prudente decir “con los padres" pues el padre y la madre no son objeto de ‘una valoracion distinta antes del descubrimienio de la diferencia de los sexos, o sea, de la falta de pene en el femenino. Una joven casada a la que tuve hace poco en tratamiento me comunicé aque al descubrir tal referencia, no extendié la carencia de dicho Grgano a todas las mujeres, sino tan solo a aquellas “que nada valian”, ¥ atin creia que su madre poseia uno entonces. (Vease ‘una nota en el ensayo “La organizacion genital infantil”), Para simplificar nuestra exposicion trataremos exclusivamente aqui de la identificacicn con el padre 162 Cf. “Poicologia de las masa y andlisis del Yo" Pagina 14 de 33 Sigmund Freud Este fitimo resultado 6s" el qtie consideramos como normal y permite la conservacién de la relacién carinosa con la madre. El naufragio del complejo de Edipo fininatia asi la miaseulinidad en elcarscten Gel aiid. En forma totalmente i el eT © pe el establecimiento de tal identificaci6n), Estas identificaciones no corresponden a nuestras esperanzas, pues no introducen en el Yo al objeto abandonado; pero también este tiltimo desenlace es frecuente, y puede observarse con mayor facilidad en la nina que en el nino. El andlisis nos muestra muchas voces que [aGHiiaTAeSpHes Me ALASe NSE -obligada a renunciar al padre como objeto erdtico, exterioriza los componentes_ -masculinos de su bisexualidad constitucional v se identifica no ya con la madre, — Sintecontelpadienorsea;eon"elobjetorperddide, Esta identificacién depende, naturalmente, de la necesidad de sus disposiciones masculinas, cualquiera que sea la naturaleza de éstas. FI desenlace del complejo de Edipo en una identiticacion con el padre 0 con la madre parece, pues, depender en ambos sexos de la energia telativa de_ llaSHeIOSTdisposicionestsextales. Esta es una de las formas en las que la BiSMHALAAA intorviene on los destinos del complejo de Edipo. La otra forma es atin més importante. Experimentamos la impresion de que el complejo de Edipo simple no es, ni con mucho, el ms frecuente, y, en efecto, una investigacion mas penetrante nos descubre casi siempre el SOMPIGOMS EAPO. “completo, que es un complejo doble, dositive y negativo, dependiente de la \bisextalidadoriginarialdelsujetotinfantil. Quire esto decir que Bl niiG HO! ‘presenta tan slo ima actitnd ambivalente con respecto al padre v uma eleccién ‘tiemna de objeto con respecto a la made, sino que se condiuce al mismo tiempo como una nina, presentando Ia actitud carinosa femenina para con su padre y la Esta intervencién de la bisexualidad es la que hace tan dificil [legar al conocimiento de las elecciones de objeto e identificaciones primitivas y tan complicada su descripcién. PHGHGRa! ‘(Biceden tambien quella! ambialencia) comprobada en la relacion del sujeto infantil con los padres, depentiieramexclusivamentende"lawbisexualidads no siendo desarrollada de la identificacién, como antes expusimos, por la rivalidad’ A mi juicio, obraremos acertadamente aceptando, en general, y sobre lodo en los neurdticos, IANEXStenciamdelcomplejomdeEdiporcomplete, La investigacién psicoanalitica nos muesira que en un gran numero de casos desaparece uno de los componentes de dicho complejo, quedando sélo huellas apenas visibles. Queda asi establecida «una serie, en uno de cuyos extremos se Strachei sonala acertadamente que la idea de la bisexualidad aparece ya en los primeros escritos de Freud en la que Wilhelm Fliess fue probablemente el promotor, Pagina 15 de 33 Clinica Baumgarten Santamari Sigmund Freud "El Yo y el Ello” halla el complejo de Edipo normal, positivo, y en el otro, el invertido, negativo, mientras que los miembros intermedios nos revelan la forma completa de dicho complejo, con distinta participacién de sus dos componentes. En el naufragio del complejo de ieee arin, etter se combinan de tal modo sus cuatro tendencias integrantes, que dan nacimiento a una identificacién con el padre v a una SS eeneneneeecseneties ee a mutatis mutandis, conlal GaeRHReRSSH SM IaMAaPE En lo distinta intensidad de tales identificaciones se reilejara la desigualdad de las dos disposiciones sexuales. De este modo podemos admitir como resultado general de la fase sexual, dominada por el complejo te Edipo, a preseacia en el «yoo de 1m residuo, consistente en 1 establecimiento de estas dos identificaciones enlazadas entre si. Esta modificacién del «yo» conserva su signifienciéu especial y se opone al contenido restanite del «yor ext calidad ideal del «yor 0 «superys» Pero el supery6 no es simplemente un residuo de las primeras elecciones ‘de objeto del Ello, sino también una enérgica formacion reactiva contra las ‘mismas. SWEIACISHIESHENYS no se limita a la advertencia: “Asi-comovel padie- _debes ser», sino que comprende también la prohibicién: «Asi -como el padre- no debestser: no debes hacer todo lo que él hace, pues hay algo que le esta exclusivamente reservado.» Esta doble faz del ideal del Yo depende de su anterior participacién en la represiGn del complejo de Edipo, ¢ incluso debe su génesis a tal represién. Este proceso represivo no fue nada sencillo. Habiendo reconocido en los padres, especialmente en el padre, el obstéculo opuesto a la realizacién de los deseos integrados en dicho complejo, tuvo que robustecerse el Yo para levar a cabo su represién, creando en si mismo tal obstéculo. La energia necesaria para ello hubo de tomarla prestada del padre, préstamo que trae consigo importantisimas consecuencias. del padre, ¥ cuanto mayores fneron Ia intensidad del complejo de Edipo y la ‘rapidezsde"suerepresion (bajo las influencias de la autoridad, la zeligién, la ensefianza y las lecturas), més"severamente-reinarérdespués'sobre"eh'Yorcomo conciencia moral, © quiz como sentimiento inconsciente de culpabilidad. Fx paginas ulteriores expondremos de dénde sospechamos que extrae el superyé Ja fuerza necesaria para ejercer tal dominio, 0 sea, el caracter coercitivo que se manifiesta como imperativo categérico. Esta constituye el resultado de dos importantisimos factores: y de la larga indetension ‘al que hemos relacionado ya con la interrupcién del desarrollo de la libido por el periodo de latencia, 0 sea, con la divisién en dos fases de la vida sexual humana. Esta tiltima particularidad, que creemos especificamente humana, ha sido definida por una hipétesis psicoanalitica como una Rerenciaworresponcliontenalal evolucionhaciallatctiltata impuesta porla época glacial. La génesis del superyé, por su diferenciacién del Yo, no es, ciertamente, nada casual, pues representa Jos rasgos mas importantes del desarrcllo individual y de la especie, Creando Pagina 16 de 33 Clinica Baumgarten-Santamari Sigmund Freud "El Yo y el Ello” ‘una expresién duradera de la influencia de los padres eterniza la existencia de aquellos momentos a los que la misma debe su origen. Se ha acusado infinitas veces al psicoanilisis de desatender la parte moral, elevada y suprapersonal del hombre. Pero este reproche es injusto, tanto desde el punto de vista historico como desde el punto de vista metodolégico. Lo primero, porque se olvida que nuestra disciplina adscribis desde el primer momento a las tendencias morales y estéticas del Yo el impulso a la represién. Lo segundo, porque no se quiere recorocer que la investigacién psicoanalitica no podia aparecer, desde el primer momento, como un sistema filosético provisto de una completa y acabada construccion teorica, sino que tenia que abrirse camino paso a paso por medic de la descomposicién analitica de los fenémenos, tanto normales como anormales, hacia la inteligencia de las complicaciones animicas. Mientras nos hallébamos entregados al estudio de lo reprimico en Ia vida psiquica, no necesitébamos compartir la preocupacién de conservar intacta la parte més elevada del hombre. Ahora que osamos aproximamos al andlisis del Yo, podemos volvernos a aquellos que sintiéndose heridos en su conciencia moral han propugnado la existencia de algo mas elevado en el hombre y responderles: «Ciertamente, y este elevado ser es el ideal del Yo © supery6, representacién de la relacién del sujeto con sus progenitores.» Cuando niftos hemos conocido, admirado y temido a tales seres elevadios, y luego los hemos acogido en nosotros mismos. IGGSAITABENGIES, por tanto, ello, la expresion de los impulsos mas poderosos del Ello y de los mas- iniportanitesMeStnGS MESHLbIAS, Por medio de su creacién se ha apoderado el Yo del complejo ce Edipo y se ha sometido simultaneamente al Ello. EISGPEAO! abogado del mundo interior, o sea, GaluBllomsetoponetaltyoriverdadero ‘representante ciel mundo exterior o de la realidad. Los conflictos entre el Yo y el idleabsretlejan; pues, en ciltimo término, IaaREEGSiSTARNS HAL VIO TPSGGIES del mundo exterior y el interior. _dejado en el Ello es tomado por el Yo en la formacién de su ideal y vivido de fuSeOTeNlsineividualmente. El ideal del Yo presenta, a consecuencia de la historia de su formaci6n, una amplia relaci6n con las adquisiciones filogenéticas del individuo, o sea, con su herencia arcaica, AquellotqueTenllalvida"psiquica individual ha pertenecido a lo mas bajo es convertido por la formacién del ideal SuISGRESTlevaaS ENGLER, conforme siempre a nuestra escala de valores. Peto seria un esfuerzo imitil querer localizar el ideal del Yo, aunque s6lo fuera de un modo andlogo a como hemos localizado el Yo, o adaptarlo a ‘una de las comparaciones por medio de las cuales hemos intentado reproducir la relacién entre el Yo y el Ello. No es dificil mostrar que a=ideal=delyo™satishce™todas™aquellas” exigencias que se plantean en la parte mas elevada del hombre. Contiene, en calidad de sustitucién de la aspiracién hacia el padre, el nédulo del que han partido todas las religiones. La conviccién de la comparacién del Yo con su Pagina 17 de 33 Clinica Baumgarten-Santamari Sigmund Freud "El Yo y el Ello” ideal da origen ala religiosa humildad de los creyentes. En el curso sucesivo del desarrollo queda transferido a los mazstros y a aquellas otras personas que ejercen autoridad sobre el sujeto el papel de padre, cuyos mandatos y prohibiciones conservan su eficiencia en el Yo ideal y ejercen ahora, en caliclad de conciencia, la censura moral. La tensién entre las aspiraciones de la conciencia y los rendimientos del (Wolesipeicibida icone! sentimicnteldelctiipabilidad. Los sentimientos sociales reposan en identificaciones con otros inslividuos basados en el, mismo ideal del Yo. ‘(Eaireligi6n/lamiorall wel Sentimisntosoeial -contenidos principales de la parte mas elevada de] hombre!™?-(eonSHiiVfexO Hist VATIGAS Eta SOLAICOSA Segi la hipétesis que expusimos en Totem y tabii, fueron desarrollados filogenéticamente del complejo paterno la religion y la moral, por el sojuzgamiento del complejo de Edipo propiamente dicho, y los sentimientos sociales, por el obligado vencimiento de la rivalidad ulterior entre los miembros de la joven generacién. En todas estas adquisiciones morales parece haberse adelantado el sexo masculino, siendo transmitido después, por herencia cruzada, al femenino. Todavia actualmente nacen en el individuo los sentimientos sociales por superposicién a los sentimientos de rivalidad del sujeto con sus hermanos. La imposibilidad de satisfacer estos sentimientos hostiles hace surgir una identificacién con los rivales. Observaciones realizadas en sujelos Inomosexiales justifican la sospecha de que también lestam “identificacién es un sustitutivo de la elecci6n cariftosa de objeto, que reemplaza ala disposicion agresiva hostil!®¥, Al hacer intervenir la filogénesis se nos plantean nuevos problemas, cuya solucién quisiéramos eludir; pero hemos de intentarla, aunque tememos que tal tentativa ha de revelar la insuficiencia de nuestros esfuerzos. {Fue el Yo o el Ello de los primitivos lo que adquirié la moral y la religién, derivandolas del complejo paterno? Si fue el Yo, gpor qué no hablamos sencillamente de una herencia dentro de él? Y si fuese el Ello, zc6mo conciliar tal hecho con su cardcter? (Ser, quizs, equivocado extender la diferenciacién antes realizada en yo, Ello y superyé a épocas tan tempranas? Por iiltimo, {no seria acaso mejor confesar honradamente que toda nuestra concepcién de los procesos del Yo no aclara en nada la inteligencia de la filogénesis ni puede ser aplicada a este fin? Daremos primero respuesta a Jo més fécil. No sélo en los hombres primitives, sino en organismos atin mAs sencillos nos es preciso reconocer la existencia de un WOU GT EMG, pues \estasditerenciacion=es=lasobligada» ‘manifestacién de la influencia del mundo exterior. Hemos derivado precisamente el supery6 de aquellos sucesos que dieron origen al totemismo. La interrogacién de si fue el Yo 0 el Ello lo que llegé a hacer las adquisiciones citadas queda, pues, resuelta en cuanto reflexionamos que iningtnysuceso! 268 Prescindimos aqui por el momento del arte y de laciencia. 244 CE. “Psicologia de las mases y anlisis del Yo" y “Algunos mecanismos neurétcos en los celos, la pranoia, y ta homoscexuatidad”. Pagina 18 de 33 Clinica Baumgarten Santamari Sigmund Freud "El Yo y el Ello” _ exterior puede Ilegar al Ello sino por mediaci6n del Yo, que representa en él al "mundo exterior. Pero no podemos hablar de una herencia directa dentro del Yo. Se abre aqui el abismo entre el individuo real y el concepto de la especie. ‘Tampoco debemos suponer demasiado rigida la diferencia entre el Yo y el Ello, olvidando que @l¥@ no 48 sino anarparteldel Ellosespecialmenteriferenciada: \os'sucesosieli6 parecen, al principio, no ser susceptibles de constituir ma herencia; pero cuando se repiten con irecuencia e intensidad sulicientes en individuos de generaciones sucesivas, se transtorman, por decitlo asi, en -sucesos del Ello, cuyas impresiones quedan conservadas hereditariamente, De este modo abriga el Ello en si innumerables existencias del Yo, y cuando el Yo. cextrae del Ello su supery6, no hace, quizi, sino resucitar antiguas formas del ve. La historia de la génesis del superyé nos muestra que los conflictos antiguos del Yo, con las cargas objeto del Ello, pueden continuar transformados en conficos con el supery®, herecero del Fl ag por completo el sojuzgamiento del complejo de Edipo, entra de nuevo en actividad su energia de carga, procedente del Ello, actividad que se manitestara (GIA TSTAGGHSACHAMEIAEANAANYS, La amplia comunicacion del ideal del ‘Yo con los sentimientos instintivos inconscientes nos explica el enigma de que el ideal pueda permanecer en gran perte inconsciente e inaccesible al yo. El combate que hubo de desarrollarse en los estratos mAs profundos del aparato animico -y al que la rapida sublimacion e identificacién impidieron llegar a su desenlace- se continia ahora en una region més elevada como en la batalla contra los Hunos pintada por Kaulbach. Pagina 19 de 33

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