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PC era Ue em tele lm eT emo Tere ne Ls (elm i UN NUEVO ORDEN POLITICO Provincias y Estado Nacional 1852-1880 Beatriz Bragoni / Eduardo Miguez {coordinadores] UN NUEVO ORDEN POLITICO Provincias y Estado Nacional, 1852-1880 Beatriz Bragoni « Pablo Buchbinder + Ariel de la Fuente Raul 0. Fradkin * Jorge Gelman * Claudia Herrera Alicia Megias * Eduardo Miguez » Gustavo L. Paz Dario Raldan « Hilda Sabate * José A, Sanchez Roman Roberto Schmit » Eduardo Zimmermann Editoriai Riblos HISTORIA Un nuevo orden politica: provincias y Estado nacional, 1852-1880 / coordinado por Beatriz Bragoni y Eduardo Miguez - 1° ed. - Buenos Aires: Biblos, 2610 819 pp; 23 x 18 em, ISBN 978.950-786.796-5 1. Historia Argentina. I. Beatriz Bragoni, coord. Il. Miguez, Eduardo, evord. CDD 982 Disefo de tapa: Luciano Tirabassi U. Armado: Ana Souza © Los autores, 2010 © Editorial Biblos, 2010 Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires infoBeditorialbibios.com / wuw.editorialbiblos.com Hecho el depésito que dispone la Ley 11.723 Impreso en la Argentina No se permite ja reproduccién parcial 0 total, cl almacenamiento, el alquiler, la trans- mision o la transformacion de este libro, en cualquier forma 6 por cualquier medio, sea clectrdnico 9 mocdnico, mediante fotocopias, digitalizacién u otros métodos, sin el per- miso previo y escrito del editor, Su infraccién estd penada por las Jeyee 11.723 y 25.446. Esta primera edicién se lerminé de imprimir en Pri:nera Clase, California 1231, Buenos Aires, Republica Argentina, 5 en junio de 2010. Indice Introduccién 1 b De la periferia al centro: 1a formacién de un sistema politico nacional, 1852-1580 Beatriz Bragoni y Eduardo Miguez Cuyo después de Pavin: consenso, rebelién y orden politico, 1861-1874 Beatriz Brogoni Resistencias a la formacién de] Estado nacional e identidad partidaria en Ja provincia de La Rioja: los nuevos significades del federalismo en la década de 1860 Ariel de la Fuente. La frontera sur de Buenos Aires y Ja consolidacién del Estado liberal, 1852-1880 Eduardo Miguez... 79 Departamentos, municipios y Iuchas politicas on Corrientes a mediados del siglo sax, Pavio Buckbinder ... El poder politico entrerriano en Ja encrucijada del cambio, 1861-1870 Roberto Schmit... 124 Santa Fe entre Caseros y Pavan: cuestiones provinciales y problemas nacionales i Alicia Megtas .. Afios turbulentos I i Politica provincial e instituciones nacicnales, Jujuy 1878-1880 Gustave L, Paz... ~ 159 Fiscalidad y poder: las relaciones entre ¢! estado tucumano y el Estado central en la formacisn del sistema politico nacional, 1852-1869 181 Cleudia Herrera. Integracién territorial y especiatizac econémica Tucumén y el Estado nacional, 1850-1880 José Antonio Sénchez Roman... Miticias, ciudadania y revolucién: el ocaso de una tradicién politica (Argentina, 1880) Hilda Sebato .. En tiompos de rebeliéa La justicia federal frente a los levantamientos provinciales, 1860-1880 Eduardo Zimmermann wa La cuestién liberal en la Argentina en el siglo XIX Politica, sociedad, representacién Darto Roldan... COMENTARIOS Notas para 22 historia larga: comandantes militares y gob: en tiempos de guerra Rau! O. Fradkin... Una mirada descentvada De los estades proviaciales a la nacién: algunas r: la primera mitad és! siglo «ax Jorge Geimarn lexionos cesdz Los autores... INTRODUCCION De la periferia al centro: la formacion de un sistema politico nacional, 1852-1880 Beatriz Bragoni y Eduardo Miguez ¥ dijo el Gobierno Nacional: sea hecho el orden, y el orden fue hecho. ¥ dijo también e! Gobierno Necional sean restablecides los poderes legales en mediode le provincis. ¥ dividié época de época. ¥ restableci6 et Gobierne Nacional vf orden consti- tucional y dividis la époce de revolucicn de la época det orden. “Gsnesis", El Constitucional, Mendoza, 1870 1. En 1880, en medio del debate parlamentario sobre las leyes de unifica- cién, y mientras Julio A, Roca proponia edificar tedos los atributos de la nacién, el senador bonaerense Aristé'sulo del Valle sefialaba con agudeza que, como la mayeria de sus colegas, se alineaba claramente “con ios que querian llevar la fuerza de la periferia al cantro”.’ Era ésta una expresién de época que ilumina con nitidez el peregrinar de las formas politicas que habian regido las complejas dirceciones entre Nacién y pravincias al menos desde 1852. Hasta hace poco tiempo, el proceso de unificacién polf- tica argentino ha sido visualizado preferentemente a partir de los instru- mentos montados por una elite dirigente, que fue capaz de utilizar el Esta- do nacional para someter o eliminar cualquier insurreccién territorial o facciosa que atentara contra el orden politico y que demoraba la moderni- zacién del pais, Ese proceso iba a ser acompafiado por el reemplazo de los 1.A. del Valle, Discurso sobre ejércitos provineiales, en Camara de Senadores, Diario de sesio- nes, Buenos Aires, 16 de octubre de 1830, citado por N. Botana y B. Gallo, De la Republica posible a la Repiiblica verdadera, Buenos Aires, Ariel, 1997, pp. 198-198, (9J 10 Beatriz Bragoni y Eduardo Miguez perfiles politicos que habjan fracasado en el intento de asentar un princi- pio de autoridad estable que se remontaba a Ia caida de Juan Manuel de Rosas. Ni la propuesta confederal liderada por Justo José de Urquiza, que atraje al propio Juan Bautista Alberdi, ni Ja f6rmula liberal por la que Bartolomé Mitre pretendfa pintar todo ef pats de un color, ni tampoco la de Domingo Faustino Sarmiento —condensada en aquella frase “portefio en el interior y provinciano en Buenos Aires’— habjan resultado efectivas para el logro de ese objetivo. La solucisn, en cambio, vendria de Ja mano de un nuevo tipo de liderazgo politico de aleance nacional que apareceria representado en una coalicidn de gobernadores de provincias que instalé a Nicolds Avellaneda en la primera magistratura del pais en 1874. Aunque esta suerte de imagen unidireccional que impregna buena parte de las versiones ofrecidas por los historiadores del proceso de institucionaliza- cin argentino que cristaliza haria 1880 no carece de fundamentos, al des- plazar el foco de atencién del centro a la periferia y al modificar Ia escala de observacién de la dinamica del poder que dio origen a ese resultado, emergen imagenes mucho mas complejas de las formas, si se quiere nego. ciadas, que rigieron los vinculos entre poderes locales y poder central en In edificacién del orden politico. Aquella etapa de la experiencia politica argentina ha merecido la aten- cién de no pocos historiadores, y quizd la imagen que de eila brindara Tulio Halperin Donghi en Una nacidn para el desierto argentino sen un buen punto de partida para presentar las colaboraciones reunidag en este volumen.* Cabe recordar que los “treinta afies de discordia” que separan la derrota de Rosas y la unidad politica definitiva fueron abordados pcr cl historiador argentino a través de la historia politica de las elitas letradas y de las ideas que scompaharon la edificacion del consenso liberal que clausuré el drama abierto con la crisis posindependiente. Ese ajustado, rico y complejo cuadro de situacién en Ia esfere de las concepciones y los estilos politicos vigentes en eSe tramo de la vida argentina que abandoné el perfil diseiado en la primera mitad del siglo, remplazandolo por e] de una nacién con aspiraciones a ocupar un lugar distinto en el concierto internacional, se convierte en referencia obligada de los trabajos que pone- mos a disposicién de los lectores por mas de un motivo, De todcs ellos, existen dos que amcritan ser explicitados antes de dar curso a las paginas destinadas a esta introduceién: el ensayo helperiniano en la mayoria de Jos casos ha operado no sélo como una variante de lectura distintiva de un nuevo momento historiografico, sino también como disparador en la for- mulacion de hipétesis que han permitido verificar, precisar yo refutar no Pocas de sus interpretaciones. Desde Inego que discutir aquel Halperin 2. 'T. Halperin Donght, Proyecto y construcciin de wna nacién: Argentina, 1846-1880, Caracas, Biblioteca Avacucho, 1984 4 Introduccion, vn Donghi suponfa poner en marcha una empresa colectiva que brindara ante todo contribuciones originales de los problemas medulares de aquel momento argentino privilegiando la observacién y la restitucién empirica en espacios locales sobre la base de un repertorio de investigaciones que ya estaban en marcha, y que era necesario agrupar para hacer de ellas una agenda de trabajo comin, oP i El libro que el lector tiene en sus manos representa el iiltimo eslabén de un recorrido que comenzé con la erganizacién de dos reuniones de tra- bajo realizadas en Tandil y en Mendoza, y congrega un conjunto de cola- boraciones que fueron presentadas y discutidas por un grupo de especia: listas, quienes han contribuido de manera significativa ale renovacion de los estudios sobre Ja historia politica argentina del siglo xix. Ral Fradkin y Jorge Gelman tuvieron la gentileze de concurrir ambos encuentros y de comentar algunos trabajos. La participacién de dos especialistas en un periodo anterior al que aqui se discute nos pareci6 una forma practica de ir derribande el muro que tradicionalmente separa Ja historiografia argen- tina de Ia primera y la segunda mitad del siglo xx. Sus articulos contie- nen algunas de sus reaeciones posteriores a esta participacin. 2, Aunque la formacién del Estado argentino no es ¢] eje de la tematica del presente libro, puede ser util revisar algunos aspectos del problema en cuanto constituye el trasfondo o sustrato de) debate que proponemos en Jos trabajos aqui reunidos. Existe nna muy amplia bibliografia sobre el tema que, sin embargo. en general ha atendide poco algunos de sus aspectos esenciales. Uno de Jos mas descuidadas es Ja caracterizacién de las formas institucionales previas a la formacién del Estado nacional. No es que este tema no haya sido considerado por Jos historiadores. En una vision preocupada por retrotraer la existencia de la nacién al momento de Ja disoluci6n del vineulo colonial y darle continuidad histérica con el presente, Ja naturaleza de un protoestado nacional constituyé un tema regularmente visitado por los cultores de Ja historia institucional quie~ nes, munidos de instrumentos jurfdico-politicos, sedimentaron potentes imagenes sobre le fisonomia del Estado federal argentino.’ En disidencia, una rica discasiOn sobre la naturaleza de los estados provinciales en la primera mitad del siglo xx ha destacado cémo Ja concentracion de atri- butos soberanos en ellos hacia del Estado central mas una hipotesis que una realidad. En ambas vertientes, se trata por cierto de una bibliogra- fia copiosa y rica que sin embargo mantuvo ese tradicional divorcio his- toriogréfico entre la primera y la segunda mitad del siglo XIX. Asf, quie- nes han intentado reconstruir el proceso formativo de la nacién a partir 3, Véase V. Tau Anzodtegui, Formacién det Estado federal argentine 1820-1552. El gobierno de Buenos Aires y las asuntos nacionales (1985), Buenos Aires, Perrot, 1996. 2 Boatriz Bragoni y Ed-arde Miguez de 1852 pocas veces han prestado suficiente atencién sl sistema politico e institucional preexistente. Se trata, en resumidas cuentas, de la super- vivencia de una perdurable periodizacién —un artificio necesario aunque generalmente incompleto— tributaria la mayoria de jas veces de la histo- ria constitucional que ponia de manifiesto la ruptura en ese orden, y que posterga dindmicas y procesos politicos de largo plazo en funcién de yisualizar la definitiva consolidacién de la unidad politica costosamente conseguida en los “treinta afios de discordia” que clausuran el drama abierto con la independencia. Para abordario creemos que atin vale la pena volver sobre una de las preguntas mas basicas y visitadas de las ciencias sociales: {qué es el Esta- do? Una respuesta obvia proviene de los cldsicos, especialmente dentro de la tradicion marxista. E] surgimiento del Estado esta directamente asocia- do a la divisién social del trabajo, al surgimiento de una clase “ociosa” que establece una dominacién material e ideolégica sobre el conjunto social, se especializa en la produccién de ideologia y del control social, y que vive gracias a su capacidad de extraer “excedentes” mediante algin sistema triputariv. Este sector ocupa un lugar preferencial en las normas que regulan al orden social, controlando los sistemas de administracién de derechos econémicos y de la Justicia. Para asegurar su dominacién (su lugar preferencial), este sector debe tener control ~se suele decir “monope- lio” de los medios de coercign, lo que también requiere bases organizacio- nales e ideolégicas para hacer efectivo su dominio o hegemenia. Mucho se podra discutir sobre diversos aspectos de esta caracterizacion pero, mas alld de cémo se los interpreta, creemos que resulta eficaz para distinguir algunos de los rasges caracteristicos de las comunidades politi- cas que poseen estructuras estatales.‘ Esto se hace especialmente eviden- te si miramos sociedades tribales carentes de elias. ¥ en nuestro caso, la poblacién araucana, apenas una centena de kilémetros al sur de Ja fronte- ra hispano-criolla, nos ofrece un ejemplo. Si bien existe alli alguna dife- renciacién social entre linajes y jerarquias politicas entre grandes caci- ques, caciques menores, capitanejos y simples conas, no hay una divisién social del trabajo, ni un sistema tributario, ni una burocracia o una clase guerrera diferenciada, ni un sistema de justicia’ ni una estructura ideol6- gica que refuerce las identidades sociales y que facilite un orden en que ciertos actores posean un amplio conjunto de potestades funcionales. En 4. Ademas, desde Thomas Hobbes a Douglass North, ja tradicién liberal coincide en mas aspectoa de esta czracterizacion de lo que puede suponerse. Véase, por ejemplo, D. North, Estructura y cambio en la historia econdmica, Madrid, Alianza, 1985, especialmente cap. 3, “Una teona neoclasica del Estado 5, Los caciques sueten actuar coma mediadores en conflictos interpersonales, pero su rat ¢3 informai, el acatamiento de sus fallos es voluntario y no tienen poder de poli¢ia en estas cues- tones Introduccién 13 definitiva, las caracteristicas generalmente atribuidas a sociedades con capacidad de darse una organizacién’ institucional estable y duradera estan ausentes. En pocas palabras, no hay Estado. Esto podria ser irrelevante para nuestro tema si no fuera por tres argumentaciones historiogréfieas que tienen gran relevancia para esta discusién. Una de ellas tiene un vinculo directo: al prestar poca atencion a las formas institucionales previas a la organizacién del Estado nacio- nal, alguna literatura pareciera suponer que la construccién del Estado se hace a partir basicamente de la sociedad civil, descuidando el hecho de que e] Estado nacional es una forma.de organizacién politica que se edi- fica sobre otras formas de autoridad y de gobierno preexistentes.® Por lo tanto, no se abora a la caracterizacién de estos poderes estatales, lo que dificulta la interpretacién del proceso formativo de la expresién més moderna de la nacién” Una segunda se vincula de manera mas indirecta: analisis muy ricos y fecundos sobre el funcionamiento de la sociedad colonial han mostrado la debilidad de los limites entre lo publico y lo privedo, y la importancia de tas configuraciones de relaciones interpersonales como base operativa del orden social. Estas formulaciones historiograficas han conducido a los his- toriadores a restar importancia a las instituciones estatales en la regula- cidn social. Aunque esta es bien justificado en su argumento, es menester yetener qué se trata de la caracterizacién de una forma de socizdad y de Estado bien diferentes de la expresiones burocraticas de los modernes Estado-nacién, que sin embargo no deja de ser una forma estatal, lo que se hace evidente al confrontaria con sociedades que realmente carecen de 4. Como veremos, en espacios donde la supervivencia de las estructuras estatales fue particularmente debil, la preexistencia de las formas del 6 Seguramente el ejemplo mas representative es el irfluyente Libro de Oscar Oszlak, La for macidn del Estado argentino, Buesos Aires, Ariel, 2004. Aun en su préiogo a la reedicién de 1997 (el original es de 1982) au argumento contrapone la construceién del Estado a la “socie- dad civil”, como si las funciones que asume el primero se vincularan exclusivamente a la segunda, sin tomar en cuenta las formas institucionales preexistentes «l Estado-nacién. E] texto es sin embargo ambiguo en este punto, ya que en ottus pasajes reconoce formaa de orga. nizacion previas a la nacién, como lo que denomina “Estado colonial”, y luego las provincias, a las que llega a calificar de “cuasiestados” (p. 273). Otro trabajo del autor, Formacién hist6- rica del Estado en América Latina: elementos tedrico-metodoldgicos pare su analisis, Buenos Aires, cEDES, 1978, on su relato de la pagina 26 y siguiente, muestra al Estado construyén- dose a partir de actores sociales, y del propio Estado central, pero no hay un protagonismo de las provincias, ni se torna en consideracién otras formas institucionales que confluyan ¢ el Estado nacional. Contrapone lo local y lo nacional en el plano de lo econdmico, social y poli- ‘co (p. 29, ultimo parrafo). 7. Algunas reflexiones tedricas de la formaciin del Estado en Ia experiencia mexicana pu- den verse en GM. Joseph v D. Nugent (comps.), Aspectos cotidianos de fa formacicin det Estado. La revotueién y fa negociacion del mando en 2! México moderno, México, Era, 2002. it Beatriz Bragoni y Eduardo Miguez Estado colonial es un antecedente que puede haber jugado un papel importante en la construccién institucional posterior. La tercera reside coneretamente en atender el proceso ce unificacion politica na sélo como producto de coaccién/cooptacién del poder central sobre los poderes Joca- les, sino en relacicn con dinémicas 0 procesos de negociacién y conflicto entre centros y periferias, En las iltimas ddcadas la literatura latinoame- Heana ha inside ¥ mejerade la comprensicn del enémeno pars los eases Con estas advertenciaa en mente, podemos mirar el panorama politico argentino previo 2 1852. Un uitil punto de partida pueden ser los trabajos de José Carlos Chiaramonte. quien ha subrayado que, ante la disohicién del poder central en 1820 (an antes on varias casos), el esquema de poder que le sigaié estuvo caracterizado por una confederacién de “estados” (soberanias} independientes sujetos a pactos interprovinciales que no con- siguieron hacer de ella un Estado-nacién.? Desde luego, cl uso que have aqui Chiaramonie del termino “Estado” es distinto del que hemos hecho en los parrafos anteriores. Pero su misma caracterizacién como tal impli- ca suponer la existencia de formas institucionales propias de una domina- cin social estatal. Sin duda, la evidencia sporteda por el mismo Chiarae monte pare Corrientes,"° coms las afrecidas para Jas provineias de Buenos Aires, Santa Fe y de Cérdoba, sumada a les eristentes sobre otros espa. cios provinciales," ponen de manifiesto la corformacion de ensayos insti- tucionales con un cierto aire de familia, pero con serias dificultadles para institucionalizar érdenes politicos acorder 2 los ideales repubticanos que inspiran sus propios discursos. Los estudios sobre Buenos Aires justamente revelan algunas caracte- risticas de esas limitaciones; el tejido institucional disefiado durante cl momento rivadaviano no entré en contradiceiones sino que fue utitizado 8. Véase F. Safford y M. Palacio, Colombia: pais fragmentad: ie vied ic , Co fo, sociedad! dividicda, Su histo- "ia, Bogota, Norma, 2007; R. Graham, Patronage and Polite in Nineteanth-Centiry Bri Stanford University Press, 1990; J.L. Love, Rio Grande do Sut and Brazilian Regionaliem. Stanford University Press, 1971. 5 9. Vease en particular J.C. Chisramonte, “El federalisie argenti Vease « . ralisina argentino en la primera mitad del siglo xm”, en M. Carmagnani (comp.), Los federalismas lath i i Ardirehdo ts QHEa EOnsrae 1Sbir eed eee Mea eae 10, JC. Chiaramonte, Mercaderes del Litoral, Bi fe i . re it ‘conomta y socted pens Aires, Fondo de Cultura Econémica, 1997. cecaabe sai habe aa et: 22 Nance, en particala, &, Romano, “Finansas piblicas de 7a provindla de Caréeba 1830- Boletin def Instituto de Historia Argentina y Amcrieana ‘Dr Emilio Ravignani”, 6. serie, 2 semestre do 190%; J.C. Chiscamonte, G. Cussianovieh y 8, Tedeschi, “Finanzas publlensy politi iterprovieial: Santa Fe y su depenidencia de Buenos Airesen tempos de Estanislae Tepes", Doletin del Instituto de Historia Argentina y Americana ‘Dr. Emil lavignani", 8, 3* serie, 2° semestre de 1933, pp. 77-116. Introduecian 15 como mecanismo de legitimacion del régimen rosista que le siguié.” Sin embargo, la etapa que se inicia en 1629 tendié a mostrar la debilidad del gobierno provincial para hacer efectiva su presencia en el amplio territo- rio de su jurisdiccién y, en consecuencia, su dependencia de otras formas de poder, on especial de liderazgos locales. Esta debilidad provenfa funda- mentalmente de la escasez de recursos econémices y humanos, y de !a difi- cultad para construir formas simbéljcas impersonales de respeto a las ins- titaciones, en reemplazo de los sistemas de lealtades personales en el que descansaba el andamiaje politico de la Confederacién. Esta realidad se pro- longa Inego de la caida de Rosas, cuando el intento de restitucion de la misma sociabilidad y civilidad en 1a ciudad de Buenos Aires acusa recibo de 1a imposibilidad de hacer de ellos una experiencia politica de mayor aliento que traspasara la frontera de su propia jurisdiceién.* $i asf ocurria en Buenos Aires, que contaba con el mas amplio comercio externo de la region y Jos ingresos fiscales por 4l generados, y ademas con el centro urbano menos parroquia! del antiguo virreinato y los recursos humanos alli instalados, el problema para las demas provincias sin duda fue mayor. En Cérdaba, con su capital universitacia que mantuvo cl mono- polio de la educacién superior del interior, y por ello sede de formacidn de Jas elites provincianas, o en Corrientes, con una dilatada tradicién adminis- trativa, las estructuras estatales sobrevivian como podian con exigues recursos. En el extremo opuesto, provincias como La Rioja, Santiago del Estero, San Luis, Catamarca, parecen exhibir simplificadas estructuras estatales. Un total de sesenta y cuatro funcionarios pagados por el Estado para Ja primera de ellas en Ja década de 1850, abarcando toda la extense provincia e incluyendo desde el gobernador hasta tres tamborileros de Ja guardia, da una idea de Ja debilidad institucional de la provincia. Seis peli- clas rentados en toda su extensién (cuatro en la capital y dos en Chilecito) muestran que la capacidad de ejercer efectivamente el contro] social y el monopolio de la coercién es menos que limitada, a la vez que un ministerio de hacienda conformade por dos empleados exhibe la imposibilidad de una labor administrativa eficaz.’* Entre tanto, en Santiago del Estero para la misma époea se debié dejar de lado Ia obligacién de que ios jucees fucran 12. Véanse J. Myers, Orden y ulrtud, Bt discurso republicene durante ef rosismo, Buenos Aires, Universidad Nacienal de Quilmes, 1995: M. Ternavasio, Le revolucign del voto Politica y cecviones en Ruenos Atres, 1810-1852, Buenos Aires, Sigio Veintiune, 2001, 13. Véase P. Gonzdlez Bernaldo de Quirés, Civilidad y politica: en los origenes de la Nacisn Argentina: las cociabilidades en Buenos Aires, 1629-1862, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econémiea, 2001 14. Vease A. de la Fuente, Las hifos de Facundo, Caudillos v monioneras en le provincia de La Rioja durante el proceso de formacién del Bstado nacicnal argentino (1858-1870), Buenos Aires, Prometeo, 2007, pp. 33-37.

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