You are on page 1of 14
Proyecto BIBLIOTECA DIDACTICA - Ediciones Novedades Educativas is de qué valores? La sensacién de que en la actualidad estamos atravesando por una profunda cri- sis de valores —acaso la mas profunda de la historia es tan fuerte que parece innecesario caracterizarla. Todos sabemos de qué hablamos cuando decimos “crisis de valores”. Realmente? Si nos tomamos el trabajo de preguntar a quienes adrriten la evidencia irrefu- table de la crisis cuales son los valores que la padecen, desde cuando y por qué causas, probablemente nos demos cuenta muy pronto de que bajo ese rétulo se esconde una multiplicidad cadtica de posiciones. Hay unanimidad en cuanto a los alcances y peligros de la crisis; al mismo tiempo, la hay en cuanto al papel de la escuela para afrontarla. Pero, sobre la crisis misma y sobre los valores que la atraviesan seré dificil hallar un consenso siquiera minimo. A lo sumo se construi- 4 un acuerdo en relacién con otras etiquetas (por ejemplo, “est en crisis el res- peto por la vida"), pero, al despegarlas y ver qué contienen, nuevamente estalla- rd la polémica (qué es la vida?, zdénde comienza?, zhasta donde es duefio cada uno de decidir sobre su propia vida?, etc). Ahora bien, esto no significa que reflexionar acerca de los valores y de su cri- sis carezca de sentido. Detras de la vaguedad e indefinicién hay una preo- cupacion real. Asi como es real el hecho de que la escuela tiene mucho que hacer en relacién con la cuestién. {Qué expresa la insistencia en la “crisis de valores"? Probablemente, un cierto disgusto por el estado actual del mundo, al que se suma una carga de preocu- pacién por el mundo futuro. Hay cosas que querriamos que fueran mas valora- das de lo que lo son hoy. Aun con la vaguedad que encierra, la cuestién de la “crisis de los valores” tiene algo auténtico: la preocupacién por fa marcha del mundo. Por ello, a la hora de pensar en hallarle alguna solucién, todas las mira- das giran hacia la escuela. Para hacer un mundo mejor que el actual se necesi- 10 Gustavo Santiago tan sujetos con valores diferentes de los que rigen en este momento. Y esos su- jetos del futuro estan ahora en nuestras aulas. Hay un imperativo para la escue- la de hoy: realizar un trabajo especifico en relacién con los valores. Y ese traba- jo, se sostiene, debe ser realizado de modo urgente. No hay tiempo para demo- rarse ni para esperar soluciones, tienen que llegar ya. La expresion “crisis de valores” habla, entonces, del presente (en crisis) y del futuro (preocupante). Pero, ademas, habla del pasado. Porque quien dice que hoy estamos atravesando una crisis parece sugerir que dicha crisis es novedo- sa. En un sentido ligero, incluso, la expresion podria considerarse como una va- tiante de aquella que dice “todo tiempo pasado fue mejor". Alo largo del trabajo sostendremos la necesidad de tomar distancia de es- ta “lectura desde la crisis”. En principio, porque consideramos que es muy di- ficil hallarle un sustento firme. En cuanto se intenta ser preciso en relacién con ella, se diluye. Pero, ademas, porque pensamos que el discurso desde la crisis promueve la busqueda de soluciones urgentes aunque superficiales y que, por tanto, obstaculiza todo trabajo profundo al respecto, trabajo que no puede ser sino a largo plazo y lento. 1, La infructuosa busqueda de una definicién Para avanzar en nuestro trabajo parece imprescindible definir en qué consisten los valores. Hacerlo nos permitiria discernir interpretaciones acertadas 0 errd- neas en los planteos que se realizan en la escuela. Pero, al recurrir a textos de especialistas para buscar esas definiciones basicas, nos encontramos con que la variedad es tal que la confusién lejos de disminuir se acrecienta. Aun cuando cada linea de trabajo sea definida con precision y desde un discurso enfatico en el que no se advierta ninguna vacilacién, al considerarlas en conjunto la impre- sion es la de estar ante un verdadero caos y las posibilidades de llegar a una de- finicién que arrojara luz sobre el problema se tornan minimas. En realidad, no se trata sdlo de una diversidad de perspectivas en relacién con un mismo objeto, sino que muchas de ellas crean su propio objeto, de manera que aquello que se entiende por “valor” desde un enfoque tiene muy poco que ver -0 nada, salvo el nombre- con lo que se da por sentado en otra. En un tex- to ya clasico, Risieri Frondizi daba cuenta de esta variedad, aun cuando estuvie- ra lejos de poder terminar con ella: “Se intento, en primer término, reducir los valores a los estados psicol6gicos. El valor equivale a lo que nos agrada, dijeron unos; se identifica con lo desea do, agregaron otros; es el objeto de nuestro interés, insistieron unos terceros. El agrado, el deseo, el interés, son estados psicolégicos; el valor, para estos fildsofos, se reduce a meras vivencias. En abierta oposicién con esta interpre- tacién psicologista, se constituy6 una doctrina que adquirié pronto gran signi- El desaffo de los valores seansonpa S9pepOAoN SouOHIpS - VOULDYaIC Voatonag oer Proyecto BIBLIOTECA DIDACTICA - Ediciones Novedades Educativas {De qué valores hablamos? ficacién y prestigio, y que termind por sostener, con Nicolai Hartmann, que los valores son esencias, ideas platénicas. El error de esta asimilacién de los va lores a las esencias se debié en algunos pensadores a la confusi6n de la irrea- lidad con la idealidad. (...) Para evitar confusiones en el futuro, conviene distin- guir, desde ya, entre los valores y los bienes. Los bienes equivalen a las cosas valiosas, esto es, a las cosas mas el valor que se les ha incorporado. (...). Los valores no son, por consiguiente, ni cosas, ni vivencias, ni esencias; son valo- res"1 Pero a estas cuatro aproximaciones -si consideramos como una mas la del propio Frondizi- a una concepcidn de los valores, se suman muchas mas. Como ejemplo, veamos un extracto de la entrada “Teoria de los valores” de un diccio- nario de filosofia: [El iniciador de la axiologia o “teoria de los valores’] es H. Lotze, que concibe el valor como algo irreal, pero presente, cosa que inculca con su conocida fra- se los valores no son, sino que valen»; pero quienes desarrollan una verdade- ra filosofia del valor son los representantes de la escuela de Baden, Windel- band y Rickert (...). Junto a esta filosofia que da al valor una entidad trascen- dental, esto es, fundada en la estructura de la conciencia, por la misma épo- ca surge en Austria la denominada corriente subjetivista de los valores, patro- cinada por Alexius von Meinong (1853-1920) ...). Meinong sostiene que la va- loracion es un hecho meramente psiquico y subjetivo, y que el valor depende del agrado, opinion a la que contrapone Ehrenfels que el fundamento del valor es el deseo, y no el agrado, puesto que también son valiosas cosas que no existen (el bien perfecto). La crisis del psicologismo (y la aceptacién del obje- tivismo, finalmente, por parte de Meinong) y la critica de que lo hace objeto Husserl, origina una corriente fenomenoldgica, defensora del objetivismo axio- l6gico, cuyo exponente principal es Max Scheler, que, en directa oposicion al formalismo kantiano, trata los valores como cualidades a priori de las cosas, independientes por tanto de la experiencia humana, y verdadero contenido ma- terial de la ética. Para Scheler, los valores son objetivos y universales, y son los fundamentos del aprecio 0 de la desaprobacidn que producen en nosotros. Estan ordenados jerarquicamente: desde lo agradable-desagradable, lo noble- vulgar, y los valores espirituales (bello-feo, justo‘injusto, verdadero-falso), has- ta lo sagrado-profano. Otro defensor del caracter objetivo de los valores es Ni- colai Hartmann. En las corrientes existencialistas, en cambio, se consideran los valores mas bien como fruto de la libre creacién del individuo, que manifies- ta asi su capacidad de proyectarse fuera de si. Las teorias sobre el valor sos- tenidas por el empirismo ldgico pueden considerarse como la antitesis y nega- cidn de la filosofia de los valores. Para Carnap, los juicios de valor son formas de lenguaje prescriptive que expresan deseos en forma de mandatos (...). Do- nald Davidson considera los valores como actitudes positivas del agente (las denomina actitudes pro), y entre ellos incluye no sdlo los valores clasicos, si- ii sauo]¥A So} ap oNvsap Jy 12 El desaffo de los valores Gustavo Santiago no también los principios estéticos, las ideas morales, los deseos, los fines y toda clase de preferencias (...). Desde esta perspectiva, se habla de valores siempre que se manifiesten tendencias polares de atraccidn o repulsidn, lo que en la actividad humana se expresa como aprobacién o, desaprobacién’.2 A esta multiplicidad de aproximaciones debemos sumar los “aportes” de los discursos mediaticos y del “sentido comtin”, que en algunos casos derivan de al. guna postura tedrica (en general, de tradicion religiosa aunque diluida), pero que ha sufrido innumerables modificaciones —al estilo del juego “el teléfono descom. puesto"~ hasta convertirse en protagonista del discurso cotidiano. Este panorama nos lleva, también a nosotros, a tener que decidir una perspec. tiva de trabajo y un recorte en cuanto a nuestro objeto; tarea que sélo se vera realizada al concluir el libro, pero que debe ser iniciada aqui mismo. Para hacer- lo, vamos a introducir una distincién que nos ayude a ordenar el planteo. 2. Valores de hecho (VH) y valores de derecho (VD) Desde una mirada muy general podriamos decir que el término “valor” se en- plea en dos sentidos. Por un lado, para designar aquello que en una sociedad determinada se valora. Midiendo esa valoracién se obtendria una jerarquia de valores de hecho (VH), en cuya cumbre se encontraria eso que la mayor canti- dad de miembros de la sociedad considera valioso. Por otro lado, se llama “v- lor" a aquello que, desde algun marco filosofico, religioso o politico, se considera que debe ser tomado por valioso. Tenemos, entonces, dos tipos de valores: los de hecho (VH) y los de derecho (VD). Estos dos grupos no son excluyentes: pueden convivir “pacificamente” e, incluso -en algunos sectores- coincidir. Pero lo habitual es que se encuentren en conflicto. Los valores de hecho (VH) estan atados a un contexto espacio-temporal. Va rian de cultura en cultura y de época en época. Los cambios politicos, sociales, culturales, generan nuevos horizontes de sentido, nuevos modos de vida y, con ellos, nuevos habitos valorativos que relegan a un segundo plano valores que hasta entonces se consideraban muy firmes. En los Ultimos tres siglos, esos cambios se han acelerado, con lo cual los VH han pasado a modificarse de un modo vertiginoso. Transformaciones que antes requerian de varias generaciones para producirse ahora se consuman en pocos ajios. Pero que los VH estén en continuo cambio no significa que sean atravesados por crisis. Porque, por definicion, los VH nunca dejan de estar vigentes. En la me- dida en que el hombre no puede vivir sin valorar, VH hay siempre. Es que, preci samente, es la vigencia lo que los legitima: son valores en la medida en que efectivamente son considerados como tales. Proyecto BIBLIOTECA DIDACTICA - Ediciones Novedades Educativas {De qué valores hablamos? Los valores de derecho (VD), como hemos dicho, se apoyan en un marco mayor (religioso, filosdfico, politico) desde el que se pretende que se conviertan también en VH. Es decir, son impulsados por instituciones o individuos que aspi- ran a que un numero mayor de personas advierta, como ellos, que esos son los valores que deben valer. En este sentido, los VD se ven afectados por el contexto en una medida mu- cho menor que los VH. No importa cudles sean los cambios que se produzcan en el nivel socio historico 0 en el de habitos valorativos de hecho. Mientras el marco doctrinario no varie, los VD no variaran. Por ello se mantienen —al menos desde el discurso- durante un tiempo mucho mayor que los VH. En lo que si se ven afectados es en su pretension de convertirse en VH. Si en una determinada época o cultura, el marco doctrinario en que se sostienen en- Cuentra una mayor acogida, estardn mas cerca de convertirse en VH; cuando ese interés en el marco doctrinario decaiga, probablemente los valores sean arrastrados con ellos (mas adelante veremos que esto no es, sin embargo, tan simple). Por ejemplo, si el planteo politico que los contiene logra plasmarse en una practica politica concreta y exitosa, esos valores tendran una importante vigen- cia; si ese planteo politico fracasa, los valores asociados a él correran el riesgo de caer en el olvido. Lo mismo vale para planteos éticos 0 religiosos. Es que, a diferencia de lo que sucede con los VH, que se legitiman por su propia vigencia, los VD requieren de una fundamentacién. Si el funda- mento en que reposan entra en crisis, dificilmente lograran escapar los valores a ella. 0, al menos, se veran replegados en las practicas y, fundamentalmente, los discursos de un numero limitado de adherentes. Algo que conviene tener presente es el hecho de que en la historia de la huma- nidad parece no haber habido ningin periodo en el que ni los VH ni los VD. impe- Taran completamente. Individuos pertenecientes a diferentes estratos sociales, etarios, econémicos han valorado de hecho cosas diferentes. Al mismo tiempo, en el terreno de los VD, si bien hubo periodos y lugares acotados donde la pri- Macia de un conjunto de valores puede ser innegable, en general ha habido una férrea competencia entre sistemas que se arrogaban la posesién de los “autén- ticos valores”. Esto ha dado lugar a multiples cruces conflictivos, entre los que podemos se- falar: a) Conflictos dentro de cada plano + Entre valores de hecho. Se producen cuando diferentes VH buscan apoderar- se de la totalidad del plano de hecho o acaparar toda la legitimidad que les pro- 13 S3UO]VA So] ap O4VSIP 13 14 El desafio de los valores Gustavo Santiago porciona su vigencia. Por ejemplo, cuando los jévenes pretenden que aquello que ellos valoran sea lo nico que tenga valor (lo mismo sucede desde los adul- tos hacia los jovenes). Es decir, se descalifica lo que otro sector valora, impu- tandole una “falsa vigencia’. Entre valores de derecho. Tienen lugar cuando distintas doctrinas (religiosas, filoséficas, politicas) aspiran a convertirse en la Unica fuente legitima de valo- res. En este caso, la disputa se orienta al cuestionamiento de los fundamentos en los que se sostienen los valores y no a su vigencia. También aqui podrian distinguirse diversos tipos de conflictos: los que se dan dentro de la misma ca- tegoria (es decir, diferentes posturas filosdficas pretendiendo definir la “ética legitima”; la disputa entre diversas religiones, etc.) y los que se producen por un cruce de categorias diferentes (por ejemplo, entre concepciones religiosas y éticas “laicas"). b) Conflictos entre planos Del plano de hecho al de derecho. Se descalifica al plano de derecho por con- siderarlo “mera retorica” (“versos", dicen los chicos) desde la que se intenta avasallar a los individuos al indicarles cémo deben vivir. Se insiste en que, por no tener plena vigencia (por no representar aquello que “la gente” valora), no tienen ninguna autoridad legitima para imponerse. Se asume una posicidn es- céptica en relacién con la legitimidad de los fundamentos en los que se sostie- nen los valores. Del plano de derecho al de hecho. Se cuestiona la falta de fundamentos, el es- tar a merced de modas y manipulaciones -particularmente mediaticas-. Tam- bién se hace hincapié en la falta de selectividad y de criterios que permitan dis- cernir qué merece valer y qué no. Por otro lado, se denuncia una suerte de conformismo y de complicidad con el statu quo, ya que si no se piensa la ex- periencia desde algun marco que la organice y la oriente no hay posibilidad de critica, de proyectos, de transformaciones. Sdlo queda ir corriendo detras de lo que cada dia se consagre como valioso. Il. De qué valores hablamos en la escuela? Cuando en la escuela nos referimos a los valores, normalmente no consideramos ni la distincién entre los diversos planos ni una perspectiva historica que pudiera dar cuenta de las transformaciones producidas por los conflictos mencionados. Pero, entonces, ide qué hablamos cuando hablamos de valores? En principio, de los valores de derecho (VD). Los valores de hecho (VH), es de- Cir, aquello que los chicos efectivamente consideran valioso, son pasados por alto 0, en los casos en los que afectan alguna postura institucional, son directamente 2 g i i e i i g 5 5 Proyecto BIBLIOTECA DIDACTICA - Ediciones Novedades Educativas De qué valores hablamos? descalificados. La escuela se coloca en el lugar de la emision de discursos a favor de lo que los chicos deben valorar, independientemente de lo que ellos valoren. No resultaria dificil hacer una lista de esos valores que suele considerarse que la escuela debe trabajar: libertad, solidaridad, tolerancia, respeto, no-violencia, fraternidad, amistad, igualdad, etcétera. Ahora bien, ;qué entendemos cuando enunciamos estos valores?, qué ponemos debajo de cada una de esas etique- tas? Salvo en los colegios confesionales o en aquellos fuertemente ligados a al- gun marco doctrinario politico o filoséfico, la pregunta es muy dificil de respon- der. Pero, al tratarse de valores de derecho es imprescindible que se cla- rifique cual es el marco teérico en el que se fundamentan y en el que re- posa su legitimidad. Si ese marco no esta bien definido en el perfil de la es- cuela, gc6mo van a estarlo los valores que alli se sostengan? 1. La “vaguedad voluntaria” Hay, todavia, una pregunta mas incémoda de responder: en un colegio cuya co- munidad educativa esté compuesta por miembros de diferentes religiones, por otros agnésticos o ateos, simpatizantes de partidos politicos opuestos, repre- sentantes de sectores sociales enfrentados, jes conveniente definir los VD que se van a sostener? Veamos lo que sostiene Victoria Camps al respecto:3 “Ser buena persona hoy no es, unicamente, ser buen ciudadano o buen pol Co, como pensaron los griegos. Tampoco es ser un buen catélico o un buen judio. Es algo mas que cualquiera de esas identidades. La medida de la huma- nidad que se nos pide, o que deberiamos autoexigirnos, no puede especificar- se en unas cuantas notas que la definan. Ni es posible reducirla a una doctri- nna precisa, concreta y clara. Hay muchas maneras distintas de ser una buena madre o un buen padre de familia, una buena maestra o maestro, un buen abo- gado o una buena arquitecta, un buen o una buena sindicalista”. En este pasaje, la filésofa hace alusi6n a tres fuentes de VD: la filosofia platoni- ca, la religién catélica y la religion judia. Desde ellas pueden pensarse nociones de “bien” relativamente diferentes -aunque, en rigor, justamente las posturas que elige para ejemplificar son bastante cercanas en este sentido-. Pero el hecho de que alguien adhiera a una determinada concepcién no deberia impedirle abrirse a posturas que no son la suya. Para favorecer esa pluralidad, parece ser necesario mantener cierto grado de indefinicién en la enunciacion de los valores. Es decir, Camps parece sugerir la conveniencia de sostener que hay que ser “buena perso- na o buena maestra’, pero, a la vez, la necesidad de hacerlo sin aclarar en qué sentido estricto se esta hablando de “bien”. En esta linea, la autora prosigue: “En resumen, no tenemos un modelo de persona ideal, como no tenemos un modelo platénico de sociedad ni un solo modelo de escuela. No lo tenemos Porque nuestro mundo es plural y aplaudimos esa pluralidad que es enriquece- 15 sauo]vA So} ap ONvsap 13 El desafio de los valores 16 Gustavo Santiago dora, asi como la convivencia de las diferencias. Pero, aunque nos falte un mo- delo de persona, contamos con un conjunto de valores universalmente consen- suables, un sistema valorativo que sirve de marco y criterio para controlar has- ta donde llegan nuestras exigencias éticas individual y colectivamente. Son va- lores producto de la civilizacién -no sélo occidental, conviene repetirlo-, pro- ducto de mas de veinticinco siglos de pensamiento. La democracia griega y el origen de la filosofia, la tradicién judeocristiana, la llustracién, el pensamiento critico de Marx y Nietzsche, todo ello ha ido dejando un poso de valores, prin- cipios, ideales que se resumen en tos llamados derechos fundamentales’. Para poder hablar de valores universales en un “mundo plural” y “respetuoso de las diferencias” parece ser imprescindible vaciar a los valores de contenido. Sorprende el paso que Camps da cuando afirma que “contamos con un conjun- to de valores consensuables (...), son valores producto de la civilizacién”. Por- que, al enunciar a continuacién a algunos de los principales protagonistas de “veinticinco siglos de pensamiento”, se advierte claramente la imposibilidad de que entre las posturas que se representan se logre algun tipo de consenso. {Co- mo compatibilizar, por ejemplo, la nocién de “justicia” en Platén -representante de la “democracia griega’-, Tomas de Aquino y Maimdnides —por parte de la “tra- dicién judeocristiana"-, Kant -en nombre de la llustracién-, Marx y Nietzsche? Yo no veo, realmente, el modo. Asi como confieso que no termino de entender la utilidad de que todos estemos de acuerdo en la necesidad de defender “la justi cia”, si no nos tomamos el minimo trabajo de intentar esclarecer qué tenemos en mente cuando lo hacemos. Es claro que de este modo podemos construir una lista consensuada de “derechos fundamentales”. Pero, ¢de qué nos serviria esa lista si no tiene un contenido preciso? Esta “vaguedad voluntaria”, promovida de modo tal de que se puedan “trabajar” los valores sin ningun tipo de problema con los diversos miembros de la comuni- dad, no es, en realidad, demasiado frecuente en las aulas. Es posible que esté en la mente de algunos directivos, pero slo se manifiesta expresamente en los ca- Sos en los que resulta inevitablemente necesario, es decir, cuando esa vaguedad es abandonada de forma “peligrosa” por algun docente. Esto practicamente no su- cede, ya que esta “vaguedad voluntaria” es superada en sus logros de mantener el tema de los valores en un alto nivel de indefinicién por otro tipo de vaguedad. 2. La “vaguedad involuntaria” En el punto anterior nos hemos planteado la pregunta acerca de la conveniencia de que desde la institucién se defina con precision nuestra postura valorativa; €° éste, las cuestiones que nos interesan son las siguientes: jes posible, en la es Cuela, precisar de qué valores se habla?; gestamos, los docentes, en condicio” nes de definir “nuestros valores”? Proyecto BIBLIOTECA DIDACTICA - Ediciones Novedades Educativas {De qué valores hablamos? Permitaseme partir de una imagen. Supongamos una sociedad situada al bor- de del océano, en una zona en la que las aguas son especialmente turbulentas. Los naufragios se suceden, los nativos recogen aquello que las olas les acercan sin saber de d6nde proviene. Algunos objetos son semejantes a los que ellos mismos producen, otros son completamente desconocidos; a los que se les en- cuentra una utilidad se los conserva, alos que no, se los arroja al fuego o al mar. Con el paso del tiempo, los habitantes del lugar poseen una gran cantidad de ob- jetos que utilizan sin saber de dénde provienen, sin preocuparse porque entre ellos exista algun tipo de relacién. Esto es lo que, en cierta medida, nos sucede con los VD. “Nos llegan.” Y lo ha- cen como restos de sucesivos naufragios de los grandes sistemas que los con- tenian. Una buena parte proviene de un marco religioso, fundamentalmente ju- deo-cristiano; otra, de la llustracién moderna. Alguna porcidn es, incluso, de creacidn relativamente reciente. Cuando dos personas conversan sobre los valores (particularmente si lo hacen desde el planteo de la “crisis de valores”), habitualmente es posible detectar en el didlogo una multitud de concepciones heterogéneas -o, incluso, histéricamen- te incompatibles- que se utilizan inadvertidamente, como si se tratara de lo mis- mo. Se habla, por ejemplo, de “la libertad”, sin especificar cual de los multiples sentidos del término se esta teniendo en cuenta. Simplemente, se da por supues- to que "todos entendemos de qué estamos hablando” y con ello se evita entrar en profundizaciones (que, por otra parte, la mayoria de los que participan en es- tas “discusiones" no esta en condiciones de realizar). Esta “vaguedad de sentido comun" esta plenamente vigente en nuestras au- las. Porque los docentes tomamos esos’ restos de diferentes barcos, esos “va- lores” que nos llegan flotando, sin tener ninguna noticia -o teniendo una vaga ver- sién de ello- de cual es el marco en el que esos valores se apoyaban. El sent do comtn se sostiene en sobreentendidos que en realidad encubren una mezcla amorfa de fragmentos de concepciones que en muchos casos son antagonicas. Es decir, en este caso, la vaguedad a la que nos referimos es introducida involuntariamente en la escuela y no hace mas que prolongar aquella con que el sentido comin aborda el tema de los valores. Muy pocos do- centes estarian en condiciones de explicitar los “fundamentos morales” desde los cuales sostienen que dos alumnos no pueden besarse en el aula. Simplemen- te, afirmarian que “es obvio” que se trata de algo inmoral. Mas adelante veremos como, en realidad, tanto la vaguedad involuntaria como la voluntaria son plenamente funcionales para un cierto “trabajo” sobre los valo- Tes que, desde nuestra perspectiva, es, en el mejor de los casos, inutil, y, en el peor, altamente nocivo para los chicos. También vamos a ver que nuestra pro- Puesta no apunta —contrariamente a lo que a primera vista nuestra critica a la va- guedad pueda erréneamente sugerir- a que desde la escuela deba Proponerse 17 S3UO]VA SO] ap OLvsap 19 | desafio de los valores Gustavo Santi una serie de valores determinados. Vamos a insistir, en cambio, en la impor. tancia de que los chicos tengan posibilidades ciertas de clarificar y construir su propia nocion de valores, asi como de analizar criticamen. te aquellas que se les ofrecen desde diferentes lugares. En este sentido, coincidimos con Lipman, Sharp y Oscanyan, que sostienen que:4 “En una sociedad democratica, comprometida con el pluralismo y la divers: dad, ningtin conjunto de valores se puede ensefiar a costa de otro conjunto de valores sin atentar contra alguno de los derechos constitucionales. Por otra parte, la diversidad de fines caracteristica de una sociedad pluralsta puede apoyarse en una uniformidad de medios y es precisamente el acuerdo respec: to a los procedimientos el que puede servir como contexto comuinmente acep- tado en la educacién en valores. (...) El objetivo no es presentar a los nifios un Conjunto de teorias éticas elaboradas entre las que hay que elegir una confor: me a la cual vivir, sino més bien dotar a los nifios con los instrumentos dela reflexién, dentro de un contexto de investigacién, esto es, en un contexto ch ya metodologia es la de una permanente autocritica y autocorreccion Como vemos, apostar por el pluralismo no implica, necesariamente, avalar una indefinicion supuestamente -pero falazmente- consensuada ni ingresar enun er foque relativista.5 Hay otras alternativas que esperamos exponer con claridad en la Segunda Parte. Ill. gCrisis 0 conflictos? Este capitulo comenz6 con el reconocimiento de la fuerza de ul nos alarma con una inusitada “crisis de valores”. Veamos qué podemos acerca de ella tras el recorrido realizado. 1. La crisis y los valores de hecho ; A H erm Si acotamos nuestra consideracién a los VH, vemos que, 0 la crisis es Pl i nente (con lo cual no queda claro si conviene seguir hablando de crisis) © “e tente. Los VH siempre han estado en crisis, ya que a lo largo del tiempo b ct producido cambios continuos en los habitos valorativos y, en una misma ser en distintas culturas e incluso en una misma han competido distintos sis met de valores. El movimiento y la pluralidad han sido elementos que constant! te han atentado contra la vigencia de los valores. . . 5 VH Pero también podemos considerar que la crisis nunca ha afectad0 2 °° ve A “ hacel puede hacerlo. Porque mientras el hombre exista no va a poder evitar loraciones; raz6n por la cual siempre va a haber valores vigentes- i i} Proyecto BIBLIOTECA DIDACTICA - Ediciones Novedades Educativas 19 De qué valores hablamos? 2. La crisis y los valores de derecho Si nos atenemos a los VD, la situacién que observamos es semejante. Por un la- do, la crisis se presenta como muy antigua: cada sistema dominante ha puesto en crisis a algun otro y ha sido, al mismo tiempo, asediado por quienes le dispu- taban esa centralidad. Por ejemplo, en el pasaje del medioevo a la modernidad esta claro que los valores de origen religioso se ven puestos en crisis por los se- culares (lo que esta lejos de significar, como veremos en seguida, que sean “su- perados” por ellos). Por otro lado, podria considerarse que la crisis no existe en tanto que, mien- tras haya quienes adhieran a los fundamentos que los sostienen, aun cuando se tratara de un numero reducido, seguirian siendo postulados como los valores que deben regir. 3. Crisis entre planos El cruce de los planos de hecho y de derecho es el lugar predilecto por el dis- curso de la crisis. Son los partidarios de los VD quienes hablan de una “pérdida de valores”, al comparar sus VD con los VH vigentes. Algo curioso, en este sen- tido, es que por lo general esos VD que se supone que se han perdido nunca es- tuvieron plenamente vigentes. La “crisis” seria, asi, la expresién de insatisfaccion de quienes sostienen VD por no verlos plasmados en tos hechos. Lo que aqui parece no advertirse es que ese discurso tiene un objeto de cri- tica definido (los VH), pero no un emisor comin. Porque la impugnacién de los VH se hace desde una suerte de “coalicién de VD", en la que se incluyen postu- ras que en si mismas son diferentes y que pueden ser contradictorias (que abar- can desde fundamentalismos religiosos, politicos 0 éticos hasta el ligero “sen- tido comtn”, en el que se mezclan fragmentos provenientes de marcos muy di- ferentes). Ahora bien, como un efecto de rebote, lo que muestra el discurso de la critica dirigido desde los VD a los VH es la crisis (pero una crisis tan antigua como la propia distincién entre VH y VD) de los VD. O, por lo menos, su impotencia para transformarse en VH. En los tres casos considerados, vemos que, 0 la crisis es tan vieja que quiza no valga la pena categorizarla como tal, o no existe. Pero aun cuando ésta sea la situacién, lo que si es innegable que existe es el discurso sobre la crisis. iQué efectos produce ese discurso? En el capitulo 3 nos vamos a detener en esta cuestion. Simplemente digamos ahora que lo que fundamentalmente produ- ce es la sensacién de que hay algo urgente que realizar y que hay algunas insti- tuciones que cargan con la maxima responsabilidad para llevarlo a cabo (espe- cialmente la escuela). sauo|va so] 3p O1¥S3P 12 20 El desafio de los valores Gustavo Santiago Pero sino aceptamos ese discurso de la crisis, se podra preguntarnos como explicamos la dindmica de los valores, sus cambios, sus avatares. El concepto que preferimos es, el de conflicto. En principio, porque abordar el tema de los valores desde el conflicto permite dar cuenta de que se trata de algo pleno de dinamismo y de vitalidad, mientras que la “crisis" nos habla de una situacién de estancamiento y enfermedad. Un recorrido historico, necesario para visualizar ciertos movimientos que se producen en los valores, puede transmitir la idea errdnea de que hay valores que son “superados” y que como tales son completamente abandonados. Lo que se produce, en realidad, es un movimiento en el cual lo mas importan- te no es tanto la desaparicion de algunos valores y la aparicion de otros, sino los desplazamientos en las jerarquias, los reacomodamientos en cuanto a ocu- par una posicidn central o una periférica. Los “valores secularizados” de la mo- dernidad, por ejemplo, no superaron a los “religiosos”: los desplazaron del cen- tro de la consideracién social a un lugar restringido y especifico. Pero no los hi- cieron desaparecer. A esto se suma el hecho, ya comentado, de que en muchos casos los valores correspondientes a un marco religioso, politico o filos6fico se “desprenden” de ély se instalan en el sentido comtn (aquello que ilustrébamos con la imagen de! naufragio). De modo que ya no se ven afectados, aunque el lugar de su marco se modifique. Lo que tenemos, entonces, es una disputa de diferentes valores por ocupar un lugar central en la vida social. Y uno de los modos de intentar imponerse en esa disputa consiste en apropiarse de los nombres “vacios”, de esas etiquetas que hemos mencionado al comienzo. Es decir, una vez aceptado que “la vida" es un valor, lo que se intentard es apropiarse de la definicin de “vida”. Esta lucha existe, en rigor, desde que existen los valores. {Hay algo nuevo, en relacidn con esta cuestidn, en la actualidad? Creemos que si. Algo inherente a nuestro tiempo es la apropiacién, por parte de los medios y del mercado, de los VH. Desde las publicidades, pero también desde las ficciones y los programas informativos, los medios muestran “qué sé valora hoy". Esa supuesta descripcién de la realidad opera como un mecanis- mo de instalacién de una perspectiva valorativa. El éxito del mensaje publ- citario en la instauraci6n de “estilos de vida” es perfectamente explicable desde la propia ldgica de los VH. Porque las publicidades no dan razones acerca de por qué hay que consumir esto 0 aquello; simplemente muestran como realizado !0 que proponen. Es decir, difunden la vigencia de aquello que pretenden que la tenga. El “estilo mediatico” es, sin dudas, el mas apropiado para los VH. Una vez que los medios se transforman en voceros/promotores de lo que !2 sociedad valora, el paso siguiente es el de administrar esos valores. Una nec | BIBLIOTECA DIDACTICA - Ediciones Novedades Educativas {De qué valores hablamos? ral sidad de la sociedad de consumo —maxime en la situacion actual en la que la ten- dencia muestra una marcada concentracion de las posibilidades econdmicas y, Por ende, de consumo; es decir, la tendencia a que cada vez haya menos con- sumidores potenciales, aunque su poder de consumo sea cada vez mayor- es la de agilizar las ofertas y las demandas de objetos de consumo. Esto ha hecho que en los Ultimos afios se produjera una notable aceleracion en las transforma- ciones de los VH. Pero los efectos de la motorizacién mediatica de los VH no se detienen aqui. En un punto anterior veiamos como los VH son atacados por una suerte de coa- licion de VD incoherentes entre si. La réplica desde los VH no es mucho mas su- til. No hay una oposicién analitica a los VD (ello requeriria ingresar en el juego de la fundamentacién, terreno en el que los VH no se adentran), sino una impug- nacidn masiva a todo VD. Se descalifica la idea misma de que puedan existir VD y esto se hace desde el poder autolegitimador de los medios. La propia acele- racién que mencionabamos recién actiia como un elemento que descalifica a los VD, ya que aparecen presentados como algo “tradicional”, “estatico", “an- quilosado”. Lo nuevo, entonces, es que en nuestro tiempo los VH han cobrado una fuerza mayor a la que han tenido en toda la historia, en la medida en que Por primera vez se han visto apoyados por un elemento tan poderoso como los medios de comunicacién. Para ahondar en nuestro andlisis de la situacién actual vamos a realizar, en el capitulo siguiente, un doble recorrido. Por un lado, vamos a presentar desde un enfoque diacrénico algunos movimientos importantes en las concepciones del mundo que se han dado en los ultimos siglos. Por otro, vamos a abordar nues- tro tiempo desde un enfoque sincrénico, y vamos a considerar los principales nombres que se disputan su correcta interpretacién, SBUO]VA SO] 3p O1VSIP |Z 22 El desafio de los valores Notas 1. Frond, R.,

You might also like