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incluso en las que no tienen un determinado credo religioso; la segunda (més restringida y, por tanto, perteneciente a la esfera espiritual) es el resultado de una relacién particular con un ser trascendente (Dios), relacién que tiene que ver tanto con la pre- gunta sobre el significado como con la escala de valores. En Ja relacién con el enfermo es importante descubrir la dimensi6n espiritual de nuestro interlocutor, pues ella determina la visién de la vida, de las realidades fundamentales y de las metas que se pretende alcanzar. Desde nuestro punto de vista, es importante conocer nuestra perspectiva espiritual para respetar la alteridad de nuestro interlocutor y no imponer nuestras propias concepciones. Ya dijimos que la identificacién de las diversas dimensiones tiene una funcién didéctica, En realidad, esas dimensiones actti- an entre sf estrechamente y se influyen reciprocamente. No se pueden separar. Hay que tener muy en cuenta dos consecuencias importantes: — Io que el individuo vive en el émbito de una dimension repercute en las dems: cada problematica (de naturaleza corpo- ral, por ejemplo) no se limita a «su» dimensién, sino que afecta a las dems y las modifica; — Ia ayuda a la persona en dificultad debe tendencialmente estar dirigida a todas las dimensiones de esa persona, para favo- recer su desarrollo armonioso. De curar a cuidar* La palabra «curar» se refiere a la eliminacién de la causa de una molestia o una enfermedad, a la interrupcién radical y al cambio del proceso natural de la enfermedad. Desde este punto de vista, curar da al paciente Ia oportunidad de recuperar el estado de salud de que gozaba antes de aparecer la enfermedad, ¢ incluso mejorarlo. La posibilidad de curar en este sentido esta garantiza- 2. Para esta secci6n, véase especialmente PeLteckino, E.D. - THomasma, C.D., Medicina per vocazione, Dehoniane, Roma 1995; React, W.Th., «Curare & prendersi cura. Nuovi orizzonti delletica infermieristica»: L'Arco di Giano 10 (1966) 11-24. da s6lo por la medicina cientifica, es decir, por las modalidades terapéuticas eficaces que permiten al trabajador sanitario curar desde el punto de vista exclusivamente técnico. El vocablo cuidar, en cambio, expresa la implicacién perso- nal del trabajador sanitario con la persona que sufre, implicacién que se expresa mediante la compasi6n, 1a premura, el estimulo animador y el apoyo emotivo. Estos dos conceptos han pasado por varias etapas en la histo- ria de la asistencia sanitaria. En la era precientifica de la medici- na, prevalecia el cuidar. La curaci6n, si se verificaba, era el resul- tado fundamental de la capacidad de recuperacién del organismo del enfermo y de la compasién, 1a premura, el estimulo y el apoyo del propio médico. Con la llegada de la medicina cientfi- ca, la atencién al enfermo, su curaci6n, se confia exclusivamen- te a la técnica, y se debilitan los cuidados en su totalidad. En estos iiltimos tiempos asistimos al fendmeno de la exi- gencia de integrar los dos aspectos de la asistencia, curar y cui- dar. En el concepto de cuidar estén comprendidas tanto la com- petencia profesional y la preparaciGn cientifica como la implica- ciGn personal, que lleva a centrarse en la persona del enfermo, cuyas experiencias, aunque no podemos penetrar en ellas perso- nalmente, s{ pueden afectarnos profundamente, porque compar- timos la misma humanidad. Parafraseando a Kant, podriamos decir que, si una competen- cia profesional sin calidad moral de la vida esté vacfa, un servi- cio sanitario incompetente est4, a su vez, ciego. Atender al paciente seré, por consiguiente, un acto sintético en el que la inteligencia tiene su cometido, del mismo modo que lo tiene el corazon’. La americana Carol Gilligan escribié en la pasada década un libro significativo, In a different voice’, en el que expresa de manera Thuy significativa la exigencia de esa sintesis. La voz diferente de la que habla esta autora est constituida en el mundo 3. La.carta de la Conferencia Episcopal Italiana sobre «La pastoral deta salud y Ja Iglesia italiana» afirma que los profesionales de la salud estin llamados a i rofesional, sabedores de que la honradez y la ificilmente pueden ser sustituidas por oto tipo 4. GiLLIGAN, C., In a diferent voice: Psychological theory of women's develop- ‘ment, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1982.

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