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LA «PAZ PERPETUA» A TRAVES DEL DERECHO -PENAL, INTERNACIONAL: UN DERECHO, GLOBAL PARA «ENEMIGOS» I. Introduccién fen su gran may Estado en part ru : | El autor Bogoti, 15 de febrero de 2006 fe Pensa dad arbitraria; ella est plenamente j aporte del pensador de Kénigsberg a los desarre del derecho internacional en general, desde los cuales, podemos analizar la reciente creacién de la jurisdic- cién penal internacional. Como se ver, no son pocos los interrogantes actuales que se pueden plantear y hasta responder desde los trabajos de Kanr, al fin de cuentas su anhelo de paz a través del derecho es también el nuestro, Ademis, el efecto de sus escritos, especialmente €l optisculo «Sobre la paz perpetuar®?, sobrepasa cl anhelo académico; él se tiene como uno de los presti- puestos tedricos de la Organizacién de las Naciones Unidas y, como afirma Vitiar Borba, «hoy aparece fes que han conocido a lo largo del siglo que termi- nap), Procederemos de la siguiente forma: en el se- gundo apartado (II) expondremos los presup Kantianos de la superacién del Estado de guerra entre embargo, la exposicién de Kanr es una de 2 Sobre este texto Vi del Derecho de Kant. S N. 3, Segunda Ibidem, p. 17. ak Bora, La paz en la Doctrina y filosofia del derecho n Estados, para lo cual haremos algunas referencias la filosofia hobbesiana. Luego (III) pondremos de lieve algunas supuestas _inconsistencias metodoldgicas de esta superacién. En el cuarto (IV) ipartado responderemos la cuestién central de si la reacién de la jurisdiccidn penal internacional puede explicarse hoy desde los planteamientos tedricos de Kant. Enel quinto apartado (v) explicaremos por qué ‘l derecho penal internacional puede considerarse, y ‘esto de acuerdo con la moderna doctrina penal, como derecho penal del enemigo. Terminaremos (VI) con tun resumen de las principales conclusiones aleanzadas en esta contribucién. IL. La idea del estado de guerra y de paz en Hoses y Kant La paz social es, sin duda alguna, una necesidad de la modernidad. Thomas Hones es visto como pio- nero de los variados intentos modernos de asegurar cha paz. El logré demostrar la necesidad del esta- lecimiento de estructuras gener 10 ¢s, por fuera s necesidades de! individuo, para este fin. Para stado cn cl que no hay una diferencia objetiva entre quello que es justo ¢ injusto, también conocido, un a entonces la ne- esidad de establecer un ordenamiento juridico esta I de coaccién, como mandato de Ja razén para la iedad de individuos libres e iguales. Asi Hosnes el Leviatan: 13 la libertad y el dominio sobre if esta restriccidn sobre si it formando Es 1 propia conserv Jogro de una vida mas armén 5 el deseo de abandonar esa miserabl n de guerra que, tal como hemos man ’$ consecuencia necesaria de las pasiones de los hombres, cuando no existe poder Visible que los tenga a raya y los sujete (...)". « iin, capaz de defenderlos contra los extranjeros y contra las injurias gurindoles de tal suerte que por su propia act vidad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a si mismos y vivir satisfechos, es confe: su poder y fortaleza a un hombre oa de hombres, todos los cuales, por pluralidad de votos, puedan reducir sus voluntades a Tuntad (...)® En este tiltimo caso blarse de Estado po- tico, o Estado por institucin (...)! Elestado de naturaleza » Hommes, Leviatdn, 0 repiiblica a, México, 1994, p. 137. bide, p. 140. biden, p. 141 forma y poder de 4 , como se ve, una cons- truccién que busca demostrar la contradiccidn de una lesistica y civil, XVII, Fondo de Cultira Econdmi- Juntad, que para su mantenimiento, decide acerca de lo que es justo ¢ injusto ¢ insiste en mantener esa sibilidad. La disolucién de esa contradiccién solo se Jogra a través del establecimiento del orden estatal. Sélo habri orden y progreso, entonces paz, en la organiza- cidn estatal. 7 Pero para Honnes existe tin estado de nacuraleza que no puede ser superado; éste no es otro que el de F: relaciones entre los Estados soberanos. Para el fild- fo inglés los Estados se encuentran relacionados en- al que los hombres particu situacién de guert a, celosos de sur independenc ntinua enemistad, en ny postura de los gladiadores, con las mas asestadas y los ojos fijos uno en otro. Es de- cir, con sus fuertes guarni guardia en las fronteras de sus reinos, con espfas entre sus vecinos, todo lo cual implica una acti- tud de guerra (...). Respecto de los oficios de un soberano con pecto a otro, comprendidos en la ley que comtin- mente se denomina ley de las naciones, no necesito decir nada en este lugar, porque la ley de las nacio- nes y fa ley de la naturaleza son la misma cosa, y cada sobcrano tiene el mismo derecho, al velar por Ja seguridad de su pucblo, que puede tener cual Entonces, entre los Estados no existe una instan- cia superior que ordene sus relaciones reciprocas. Cada Estado mantiene su poder de decisién, de manera que los tratados internacionales dependerian de la arbitra- ricdad de cada Estado participante, en res tas un estado donde no hay derecho alguno imperante. Algo muy distinto se aprecia en los trabajos de Rousseau y de Kant tedricos por excelencia de la superacién del estado de naturaleza inherente a las relaciones entre Estados"). Y ces que si se echa un vistazo a las condiciones sociales y politicas de le época, no extrafia en absoluto que sean precisamente estos fildsofos quienes en su obra zan las condiciones de subsistencia reciproca de los Estados. La formacién de los Estados nacionales, de Estados hegemsnicos y las constantes guerras fueron, sin duda, el trabajo de campo que inspiré sus escri- tos", La cuestidn que se discute en la literatura cienti- fica es si sus obras dieron una respuesta clara y cohe- °\Ihidem, pp. 290 y s © Getsmann, «Kant Rousseau», en: Der Stat 21, 1982, pp. 161 y ss. ® Cf: Asnacty, «lint Die Begriindung nd Kane», ING, Dieter y Burkhard Staat und Volkereche bei Immanuel ys. I ite a esta superacién, Por lo menos en lo que se re- re a Kanr encontramos claramente argumentos de srecho internacional, los cusles no solo tienen un alto ntenido politico, sino que también, y esto es lo ver leramente importante en su obra, forman parte in- gral de su doctrina del derecho, esto es, parte de un istema filosdfico concreto'"”), Por esta razén nos dedi- nuacién a su an, , Kant parte de la idea d Jeza» entre los Estados, un estado c! mpera el derecho, sino solo aquel de la gue- mo desarrollo de lo expuesto en st escrito de paz de 1795, argo, las die wn de entrada: en la doctrina dk ja, mientras que en su traba- te un escrito de gran o «Das Volkerrecht», , Immanuel, ‘Metaphysische Anfangugriinde der 1999, pp. 235 y ss jén con la concepeién de Rousseav, AsmAcH, Internationaler Naturzustand und Ewiger Friede>, yss.; eft: también Carraceno, Rousseau en Kant, Serie de fa juridica y filosofia del derecho No. 10, Bogoté, 1998, 149 ys. 7 se Fanwanno Pr Kav, Sobre laps perpetua, 1795, Joaquin Al ductor), Reimpr p10. as pretensiones. Pero Kanes consciente de la nece- de instaurar un estado de paz entre los Estados, impere el derecho, pues _Salir de ese estado de naturaleza es un impera- y asi como e ia Estado «puede y debe Constit a que se pueda garan- ta por el ¢ para. lela a la superacién del estado de naturaleza en el Esta- doen concreto". Sin embargo, como lo pone de pre- podria apreciarse una divergencia con- siderable: la instauracién del estado de juridicidad en- te Estados no estaria respaldado, como sien el Est do concreto, por una autoridad capaz de ¢) cluso coaccidn. La «federa habla Kayr se regirfa sim Jos pueblos sin aseguramiento coactivo, idea que rom- peria de plano con el para consecttencia, no superaria el estado de gu Estados, A esta cuestién dedica tes Iineas. Ill. La federacién de pueblos y su «cardcter estatal» Como se dijo, cobra especial relevancia en la dis- cusién cientifica si la idea de la «federacién de paz» Theoretiker dk Recht, § Immanuel Kant, Dieter HUNING y istir con el de otros Estade 136), 0 Cfic Asnacts, «ln et Ni Friede>, cit. pp. 228'y ss. 20 I lexpuesta por Kanr en su trabajo «Sobre la paz perpe- con la metodologia utilizada ra fundamentar la superaci6n del estado de guerra tre los individuos del Estado. Evidentemente, el fo no cuencias del contrato rantizar su seguu los se sometan a un coactivo general, como tad sino mantener y ga libertad de un Estado para y a de otros Estados federados, stos deban por esta razén (como los hom- su validez, se verfa ame- dependiera de un poder de cuentas el que resultaria de ) Kant, Sobre la paz perpetua, p. 25, Fravavno Pe ar la idea de la superacién del estado de naturaleza a las relaciones entre Estados®. Lo que subyace en esta antinomia no es otra cosa que él deseo del filésofo de defender la soberania del Estado frente a cualqui j forma de organizacién supraestatal o global; es la cons- | ciencia del filésofo acerca de los peligros que acarrea- ria una organizaci6n tal: despotismo 0 ausencia total | de libertad. Entonces, si bien Kan parte del deber de los Es- tados de superar el estado de naturaleza en que se en- cuentran en sus relaciones reciprocas, no lleva esta idea hasta las tiltimas consecuencias como si lo hace en di- cha superaciéna nivel estatal. Propugna por la bilidad de la soberania estatal, en especial, por la ga- rantfa de la libertad de los ciudadanos ef su com dad. A pesar de los tratados internacionales, el Esta- do sigue siendo auténomo y decide, de igual manera como lo hace el individuo en estado de naturaleza, por su propio interés. Lo quie se alcanza en las relaciones ional no entre Estados es una situaci6n ju ca prov 2) Asma Friede>, pp. 228 Sin embargo, MULLER J. B («Das Weltbiirgerecht § 62 und BeschhuB», en: Kant, Metaphysische Anfangugriinde der Rechtslebre, Otftied Horre [editor], Be sobre el hecho de que Kav’ de tor, el rechazo del fildsofo de una monarqui estuvo motivado mis por el miedo ante el dominio global que por estatal (p, 272), urzustan 2 fundarse en una féderacién de Estados li- lun paso a la juridicidad internacional. Algo debe lars: se est ante el intento kantiano de obligar a Estados en sus relaciones a través de principios de xistencia generales. Se trata de la proteccién de los fados a través del aseguramiento de su derecho in- 9, de su pretensién mor: i se mira en detalle este segundo culo definitivo encontramos que Kant «coquetea» on cl ideal estatal para las yes, que conduce de consentir leyes publ manera que los Al final insiste, sin embargo, en la idea de la «fe- racidn de pueblos», resultando de todo esto lo que JOrre definirfa magistralmente como «una comuni- © Horre, «Kant als Theoretiker der internationalen echtsgemeinschafi», p. 236. 9 Kan, Sobre la pas perpetua, pp. 25 y ss. dad juridica alguna de sus miembros. Formulado paraddjicamente, la federacion de pueblos es idea de lo estatal sin caricter de Esta- do», ésta tiene cari de Estado, cia en Lo que se apr claboracién kantiana es la determinacién de competencias entre la que hoy co- nocemos como comunidad juridica internacional y cada Estado soberano en particular. Las funciones y tareas s, esto es, las que tradicionalmente han formado parte del concepto de legitimacién esta- tal (fiente a sus stibditos), como las cuestiones del de , las referidas al idioma, religion, etc,, siguen siendo comperencias de los Esta- dos primarios, quedando un margen de actuacién mas bien estrecho a lo que'seria una «Reptiblica mundial», Pues, darle mgs competencias a una organizacién glo- bal serfa, en clave kantiana, lesionar el derecho funda- mental de los Estados a la autodeterminacién politica y cultural Este temor de Kant es el mismo que en la actua- lidad experimentan los Estados, aunque ya no funda mentado por la amenaza a los elementos esenciales de |a estatalidad, sino, por el contrario, ditigido por mantenimiento de los inter cos propios; piénsese en las dificultades para la entra- ‘da en vigencia de la Corte Penal Internacional’ en lo’ tals fo», p. 237, heoretiker der inter as para la ratificacién del protocolo de Kyoto. ntemente, en la medida en que los Estados se My mucvan en direccién de una «Reptiblica mun- , Fenuncian a algunos elementos de su soberani embargo, pensar que la soberanfa se tiene 0 no, es demasiado simple, pues perfectamente pueden pre- de renuncia de sobera- . Lo que de todas formas ¢s claro, es que la «federa- de pueblos» del filésofo aleman se caracteriza por gir un nivel minimo de renuncia de soberanfa esta- sfederacién de paz» de Kayr vela por la seguri- y el derecho de autodeterminacién de los Estados particular, por nada ma Hoy en dia, y esto podemos decirlo también des- los argumentos del filésofo de Kénigsberg ante- Mente expuestos, es impensable la no renuncia de berania por parte de los Estados y esto, en verdad, 10 presupuesto del aseguramiento de su tranguili- juridica. La cuestién a debatir es determinar qué ta soberania debe ceder un Estado para, por un lado, ar la coexistencia pacifica con los demas Estados y Tespeto internacional de su juridicidad y, por otro jo, seguir garantizando la libertad e igualdad de sus litos. Si bien Kan dio respuesta a este interrogan- abogando solamente por una «federacién de pue- » (de todos modos una renuncia de soberanfa), tiltimo pirrafo del articulo segundo definitivo al ya hemos hecho alusién se puede colegir un de- Ibidem, Al respecto ef seo, més concretamente un sentimiento de «melanco »», por la instauracién de la «

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