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Cumpleafios de quince S onaron los acordes del vals que Martina habia elegido y su papa, por una vez de saco y corbata, se acercé sonriendo, un poco timido. Mar- tina estaba radiante. Su papa le tomé la mano y caminaron hasta el centro del parque. La gente aplaudia y, al segundo giro, a Martina, emocionada, le parecio que la luna habia salido de pronto, y que en plena tarde de festejo la iluminaba solo a ella, como si hubiera bajado a saludarla. Hegar, como solia decir, “vivit Porque sos muy vieja", y enton asd Dofia Martina conecté el mévil que llevaba atado a la mufe reloj. Acered el apara despues, en la pequera p — £Qué pasa, abu? Jar sin la fie sonrisa, por mas enojada que estuvie: Si, pero les falta mucho para curnplir los quince —A Nicole sélo le faltan tres afios, abuela = ‘Abu, prefiero que me digas abu; “abuela” me ver vieja, ~ Lucia sonrié, pero se mantuvo firme: >» —Dije que no quiero fiesta, y no la quiero —2¥ un viaje? No. —{Ni siquiera conmigo, uno especial, uno que + vengo sofiando desde hace tiempo? Lucfa se quedo callada, Esper6. La abuela Ma sa podfa salir con cualquier cosa ‘ —Por ejemplo, podria sacar dos pasajes a la 7 ; Luna, vos sabés (ue no conozco, y siempre me hizo ilusion Lucfa meneé la cabeza. Su papa ya le habia ofre- cido uno de esos tours de grupos de quinceanera 4 desde la estacion espacial, en Jujuy, hasta la Luna, dos semanas incluido el viaje. Las publicidades decfan Z que el despegue era muy emocionante, que se veian JiLtnunmwnmennnaneeeeeeeaaaet Paisajes majestuosos, que se wealizaban inolvidables excursiones en la su: erficie junar... Pero no le interesaba, —2Y sien ver dea Luna ‘vera Atlantis. — Lucfa dud6. Sus padres no podian pagarie una estsdia en la ciudad subacustica de Atiantis, porque era bastante mas caro que él tour ; lunar. Era muy interesante y Lucfa lo —Y sifuera, Lucia se quedé callada, A la abuela le habian brillade los ojos. A ella también le brillaban. Ese viaje si, ese podia ser, Y se olvidaria de Nacho, ese ingrato. Qué le importaba, si Podia hacer ese viaje. 0 quizés si, igual le importaba, Vero odia tratar de olvidar 36, pero velvi6 a negar. 5: ese viaje si que valia la pena. Después de unos cuantos giros, yun beso, su padrela dej6 en brazos del abuelo Manuel. i sbuelo tenia un taje blanco, impecable.Y estaba tan lindo con el bigote bien recortade que ‘Martina se le hizo un nudo en la garganta. Levant6 la cabeza. Entre os flashes de las fotos, en el cielo, a luna que pare bajado para ella, brill6 un poco més. Dofia Martina y Lucia subieron ala piataforma de despegue, de la ‘Abuela y nieta, igual de emocionadas, saludaron a los familiares y entraron enel vehiculo que las transporteria: un globo metélico, plateado, de unos tres metros de didémetro, Se sentaron en las dos cSmodas butacas y las corn- puertas se cerraron sin ruido. Ala altura de sus cabezas se abria una gran ventana circular, de vidrios perfectamente transparentes. La voz del control, que manejaba el aparato desde el puerto, se oy6 por os altavoces internos: —En unos instantes zarparemos. Es posible que percib como de brusca caida, como en una montafia rusa. Lucia hizo un gesto de fastidio, y miré a su abuela, Habfa ofdo el mismo dis- curso tres veces, cada vez que concurrieron al simulador de vuelo, y seo sabia de memoria. Sin embargo, su abuela parecia igual de interesada que el primer

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