Jestis Gonzilez Requena
LA METAFORA DEL ESPEJO ,
El cine de Douglas Sirk
Instituto de Cine y Radio-Televisién
Institute for the Study of Ideologies & Literature
Valencia/Minneapolis, 1986
cartrozo wxo
‘BL SISTEMA DE REPRESENTACION’ CLASICO
Y LAS ESCRITURAS MANIFRISTAS
2. Eb SISTEMA DE aepREserTAcitN CLiSI0
nut. El universo grerrenscentista
“Le pinrora ent as destinada 2 materiazar las
Gimessiones de t= eipado cuyas culidades todas
EOORDEMOS el Conjunto del dbside de Sant Clment de Teull, uno
de nuestros mis bellos frescos roménicos.* Un inmenso Panto-
erator ~su estatura, aun seatdo, equivale 2 Ia mitad del mural en su
conjunto—, seria, bieritico, totalmente frontal, ocupa el centro de Ia
parte superior. .Nos ve, pero n0 10s mira, sus Brandes ojos megros
-
ecto a del stems espacl sobre el que se satentark Ja represet
La.ventans, abjert de dia y de noche (s6lo una vez send
pero por medio de unas cortinas que actmarin x modo de telén: en
odo caso el deseo de mim del personaje obliged 2 su apertura inme
at), ectuart como ta explicta plammaciéa de la pantalla cinemato-
gsifica, A un lado, el espectador, privdegiado por su cfmods-posicién-
de eoyeu, pero a la vex paraliticn, incaper de despegarse de su butact.
Al otro lado, wna erie de imfgcnes frogmentarias, como son siempre
Jas cinematogrificas, Ast, el protigonista, desde su centro’ de obser
ibn, secd et véntice desde el que se otorgzxd el sentido 2 las miiples
imdgenes proyectadas.
‘Busta aqul, el cation disico —y la eaafigurictin espacial que Jo
soporta— eaunciado:con absoluta Precis. Pero, como ya aivertimas,
4,cl fin de su mutismo soberano seri el comfenzo de su desarticaaciéa,
Por ello la cimare, ali donde no se pliegs totalmente a fa mirada del
personaje, tender trazar, con su eje de visiéo, una linea perpen
lar sobre la que ¢s definida por la mireda de equel. Una Iinea, por elo,
que atravesar’, en su desplazamiento, Ia que sustenta el dispasiivo
lisico de la visién (de la represeatacién), -
Pero 20 es sélo esto. Una serie de microdispositivos distanciadores
inperceptan puntualmence la identificacién con el protgonista: se trata
de inzoducis, en Jos momentos apropiados, la distancia suficiente que
obligne al espectidor 2 constatar su incipiente locurs, Ia pasién desme~
dida de su mirada devoradora. Una locura que, por lo demis, resale
ccontagiosa: poco'a poco cada uso de los personajes resultard impreg-
ado par cliz Cexcepte uno, sin duda, pero la mirada de ese policla
‘limentard su focare en la Wisin de las huellas de la entrega —a otro—
ela maujes),
Por otra parts, nuestro personae, en su parilisis, se nos descubee
incapaz de introducirse plesamente en el universo de lz ficcién! la
pantalla se dobia ex dos veameas entre las que media siempre el foso
el patio, un espacio vaclo pero infranqueable, El deseo que anima su
mizada no puede pues materializarse. Queda as! suprimida la inmediatex
del universo fceional que ¢5 tna de las manifestaciones de la tranepa-
rencia de la represeatacién clisica, Ademés, mu pelicula, ese relate
construido con, fragmentos a los que tata desesperadamente de dar un
seatido unitario, s¢ deseubre ext Ia smaterilidad de su frogmentacién,
es decis, como uns seiie de imigenes discontinuas, careates de saccord,
‘catre Ios que median ls mis impertinenteselipsis. Los primeros planes,
aun cuando son posibles, se evidencian atin més en su discontinnidad
precisan, para sa realizacién, de um pesado 7 grucso teleobjetivo,
Distase que asl Hitchcock nos ofzeciers Ia mis meditote y ster
mitics deconstrucciéa de ese sistema de Ia representiciés clésiea que
encontrare su primers cristlizacién ejemplar en Grifith y que luego
rrolongara su reinadio durcots nafs de tes dicadas, El que i: mismo
sistema de repres:ntaciin sea empleado por Hitchcock p: icsen-
masearamiento no debe Hacsanhos a equtvoco; tal es Ja regla wnanerisa
perverti, evidenciar el ani 1 clisieo desde su mismo ioterior.
Existe ex “itcheocl un plano ejemplar: aquel, eo Poi
inmenso ofo de Anthony Perkins que, itominado y fascinado por ls luz
que procede del agujero por el que espia, contempls 2 la bela —y
7% Paiconie (Psycho, 1g60), de Alfred Hitchcock.
“AG
también ella, pecadora— mujer que se desnuda en Ia habiteciém
‘contigna,
Hse ojo, que es sin duda el del espectador, se present: sin em
‘bargo, como lo hiciera la mirada dei protgonistz de La’ ventana in-
discrete, perpendicular a nuestra propia minds. Es diffe una mayor
¥ mis explicita enunciaci6n del desplzzamiento del sijeto: 05 vemos
Cee ak 28 vets ns vemos mirades pues, en otro nivel del ext
(or el aatsativo), nos encontrames todavia identifiades com esa mujer
Es de la posién y del riesgo de mirar de Jo que aquf se nos habla,
Por eso exe ojo recartado por el haz de Iuz procedente del agujero
‘que su mirada penetra es una de las imdgenes més pregnantes y abs-
tractas que el cine la conocido. El ojo como abstraccién, suspendido en
‘cl acto apasionado y viscoso de la mirada.
Kea. todo se eoctieon: Es necesario olvidar la anécdota tare
‘tive pera comprender que fa antoldgica secuencia de la ducha es, en stt
~ostidad, generada por em minda. Ee exe ojo, e5 esa misale quien
gora descuartizando —y fetichizando— el cuerpo de la mujer en mule
irud de Planos fragmentarios. Pues aqui la fragmentacin de Ia planif-
caeién se convierte en la axis expresiva sinonimia pléstica del descuart
amiento, Hl cuchill que a [a vez rasge 7 penetra el cuerpo de ls mujer
20 ¢s desputs de todo rts que ia metifora de exa mirada, Y el tempo,
en su flagrante distorsién, ya nadz debe al tiempo verosimil del relato.
¢ el dempo —onirico, fintasmitico— en el que se’ desenvuclye Ia
pasiéa devoradora de esa mirada,
424. Dougles Sirk
Pero ¢s sobre“todo Sirk quien, al poblar de jc ic
so eit Sat BS se orn
tania del cine skkano cswiba preciamente es Is spacag Gee
bilidac’ de sus cuuaciados decoustenctores. El artefacra Aarrativo man-
ene on pregnancia y los dispositives de identifcacién atrapen con
sre 1 eo Hen
cn un taj de Ia puetn en escent gt auibiges consumer
‘aparente evidencia del sentido artic’ uo por el relate, Asf, Ts ausencia
de distanciamients satre el espectador y Ia fieciéa tiene por coptra-
‘erida el surgimiento de otra distancia, sin duca mis bi, pero 2 la
vez densa ea su precisinmo, que se expande en el interior dels repre
sentacién, une ver que &ta se desdobla a través de los espejos y de
aquellos otros procedimientes de efecto similar, me
a7‘Maniesists es el cine de Sirk. En @ se encuentra la raismna distancie
de los pintores manictistas, también ellos amantts de los espejas, com
rempecto a la pinrura renacentiste, Distancia que consiste es wna forma
precise de desviaciém, en un determinado grado de desorden, en una
serie de pequetios desplazamientos transgrésorcs con respecto a Jes e
crituras clisicas. ¥ distancia que es la bella de ttna destonfianza con
respecto al sistema de valores clisicos cuys reconfortante evidencia ha
comeazado a resquebrajarse. Desconfianza ante el mundo —ante su.
racionalidad postulada por los elésicos— que condute inevitablemente
‘a um redescubrimiento del lenguaje (concebide 0 ya como transpe
rencia del rounda, sino como espesor imterpucsto y lugar de ambien”
dad), Dado que no hay nuevos valores con los que sustituir los anti-
‘gwes, tampoco hay unt nueva escrimr con la que enuncarlos, Las
formas clisicas siguen por ello presets, pero ya no es vigeaoe su Jey,
pues es objets de constentes —aungue no siempre evidentes-— cjer-
‘Scio’ tmansgresares, Que pueden eonsistiz, como sacede en Hltchcoek,
en tn juego malabarista de la narracién, o como ¢s el caso de Sirk, en
un determinado trabajo de la representacién a través de Ja metifors,
kaha y el eepejo. .
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SEGUNDA PARTE
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