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JESVS | SEL JVDIO fot BoA dh GEZA VERMES JESUS EL JUDIO. Los Evangelios letdos por un historiador Traduccién del inglés de José Manuet ALVAREZ FLOREZ y ANGELA PEREZ “MOMinHEditores 2AMHAV ASSO Ogu) Ja 20a], rwwbairoitid mu toq roblal reilegwact rol Primera edicién: noviembre de 1977 Segunda edicién: mayo de 1979 a 4 aot, Titulo original: : JESUS THE JEW © 1973 William Collins Sons & Co. Ltd., London © 1977 de la traducci6n castellana para Espafia y América: Muchnik Editores S.A., Balmes 357, Barcelona, 6 Cubierta: CARLO WIELAND Depésito Legal: B.43.887-1977 ISBN: 84 7264005 1 segunda edicion Impreso en Espafia - Printed in Spain Imprime Graficas del Congost - Avda. Sgn tniiinas/n. - Granolters Estas paginas van dedicadas a la memoria de un amigo, estudioso judio del Nuevo Testamento, el mas destacado de su generacién, cuyos sobresa- lientes hallazgos en el campo de la investigacién evangélica son justamente célebres, y cuya muerte (el 9 de octubre de 1969) cred un inmenso vacio en el mundo de la erudicién y dejé un hueco per- ceptible en las vidas de los pocos que le amaron. PAUL WINTER 1904-1969 IN PIAM MEMORIAM aiden a PREFACIO .--nosotros los judfos conocemos (a Jestis) de un modo —en los impulsos y emociones de su judei- dad esencial— que permanece inaccesible a los gen- tiles sometidos a é1.* Durante estos tltimos afios, me han preguntado a menudo si esctibia mi libro sobre Jestis desde un punto de vista judio. La respuesta es si... y no. No est4 inspirado por actitudes judias tradicionales hacia «el fundador del cristianismo», y decididamente no pretende pintar un Jestis «judio» como contrapartida nominal del Jestis de las diversas iglesias, sectas y partidos que se proclaman fie- les a él. De otra parte, en la medida en que insiste en que un estu- dio convincente de Jestis de Nazaret debe tener en cuenta que los Evangelios contienen la historia y la doctrina de este galileo del siglo 1, exige un conocimiento especializado del tiempo en que vivid, de la historia, instituciones, lenguas, cultura y lite- ratura de Israel, tanto de Palestina como de Ja Didspora; y en este sentido es sin duda un libro muy judio. Este conocimiento, ademds, no procede de las dos guias * Martin Buber, Werke, vol. III, Kosel and Lambert Schneider, Munich Heidelberg, 1963, p. 957. 10 Jestis el Judto més notorias que suelen emplear los eruditos del Nuevo Testa- mento, el Drcctonarto Teoldgico de Kittel y el Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch de Strack y Bi- Ilerbeck. Procede, por el contrario, de una investigacidn perso- nal de Jas viejas fuentes concretas palestinas. Me he dirigido a un amplio publico: cristianos, judfos, per- sonas no afiliadas a ningiin credo, eruditos y legos cultos. Los eruditos hallardn referencias a literatura antigua y moderna en Jas notas, pero los no especialistas habrén de tener en cuenta que no son indispensables para comprender el texto; se incluye ademés una guia bibliogrdfica para la generalidad de los lecto- res. Por lo que respecta a las obras contempordneas, menciono s6lo las que bien me han ensefiado realmente algo importante 0, empujdndome a reaccionar negativamente, me ayudaron a poner en orden mis propios pensamientos. Amigos y discipulos de Oxford y de la Brown University de los Estados Unidos, donde fui profesor visitante en el se- mestre de primavera de 1971, me han ayudado a aclarar mis ideas. Philip Alexander, que fue discipulo mio, hoy profesor Nathan Lanski de estudios judios postbiblicos en la Universidad de Manchester, ha lefdo los capitulos dos y tres, y varias de sus observaciones se incorporaron en mi manuscrito final, Mi esposa, ha repasado minuciosamente el manusctito y ha mejo- rado sustancialmente mi inglés; pero contribuyé también con su critica constructiva casi siempre, aunque destructiva a ve- ces, del propio contenido. Ademds, doy las gracias a la sefio- rita Judith Todd, por su notable trabajo editorial en nombre de los editores, y a mi alumno Robert Hayward, del Worthes- ter College, Oxford, por la laboriosa tarea de preparar los in- dices. Por ultimo, en vista del actual interés por Jestis, con «Jesus freaks» y «Jesus kids» que proclaman que «Jestis vive hoy», y miles de personas que acuden a disfrutar del famoso espectdculo musical «Jesucristo Superstar», debo indicar que Jests el Judio no puede compararse con nada de esto. Es el fruto de veinticinco afios de investigacién ininterrumpida en religién y literatura rabinica e intertestamental, incluyendo los «Manuscritos del Mar Muerto», la ahtigua interpretacién bibli- ca judia y la modernizacién (actualmente en curso) del monu- mental clasico de Emil Schiirer, La historia del Pueblo Judio Prefacio 11 en Tiempos de Jesucristo. En un futuro, que no espero dema- siado lejano, seguird a esto una investigacién sobre la auténti- ca doctrina del Maestro de Galilea: El Evangelio de Jess el Judio. Instituto Oriental, Universidad de Oxford. . ‘Gera Vermes ad DOS PALABRAS ACERCA DE LA BIBLIOGRAFIA La Biblia y la Apécrifa La mayor parte de las citas de las escrituras provienen, en la versién inglesa original de esta obra, de la New English Bible with the Apocrypha (Oxford y Cambridge University Presses, 1970). Cuando la NEB no logra comunicar el matiz de si cacién que pide mi razonamiento, prefiero la American Revised Standard Version (Nelson, London, New York, 1952) 0 mi pro- pia versién. Las citas que provienen de estas uiltimas dos fuen- tes han sido indicadas con RSV o con TA (traduccién del autor).* Las versiones «standard» de las Biblias Hebrea y Griega son: Biblia Hebraica (ed. R. Kittel y P. Kahle); Septuaginta id est Vetus Testamentum Graece (ed. A. Rahlfs) y Novum Tes- tamentum Graece (ed. E. Nestle y K. Aland). Estas tres obras fueron publicadas por la Wiirttembergische Bibelanstalt, Stutt- gart. Los mismos editores han publicado los mejores Evange- lios comparados en griego, Synopsis Quattuor Evangeliorum por K. Aland (1965). Las obras correspondientes en inglés son: Gospel Parallels: A Synopsis of the First Three Gospels por B. H. Throckmorton (Nelson, London, New York, 1949) y A Synopsis of the Gospels por H. F. D. Sparks (A. & C. Black, * La versién castellana de todas las citas es traduccién directa de la versién inglesa que da el autor. (N. del T.) 14 Jestis el Judio London, 1970). La primera de éstas se basa en la American Revised Standard Version, y la segunda en la English Revised Version. E] comentario mds difundido de ambos Testamentos, en un tomo, es Peake’s Commentary on the Bible, por M. Black y H. H. Rowley (Nelson, London, New York, 1962). También es Util la obra de A. E. Harvey Companion to the New Tes- tament (Oxford y Cambridge University Presses, 1970), que sigue la versién de la New English Bible. | La mejor introduccién a la Biblia Hebrea, a la Apécrifa ya la Pseudoepigrafa es The Old Testament: An I ntroduction; por O. Eissfeldt (Blackwell, Oxford, y Abingdon, Nashville y New York, 1966). The New Testament: An Introduction for the General Reader, de O. Cullmann (SCM Press, London, 1968) puede servir como primera guia al Nuevo Testamento. Aun nivel superior, el libro més util es Introduction to the New Testament de W. G. Kiimmel (SCM Press, London, y Abingdon, Nashville y New York, 1966). Véase también The New Testa- ment: The History of the Investigation of its Problems por el mismo autor y el mismo editor (1973). Pseudoepigrafa La tnica edicién completa en inglés de las escrituras reli- giosas no canénicas, llamadas Pseudoepigrafa, es The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament II por R. H. Char- les (Clarendon Press, Oxford, 1913). Manuscritos del Mar Muerto Los textos no biblicos son accesibles en mi propia versién, The Dead Sea Scrolls in English (Penguin Books, Harmonds- worth and Baltimore, Md., 1968). Die Texte aus Qumran (Késsel, Munich, 1971) ofrece cémodamente el original en he- breo con Ia traduccién alemana de E. Lohse. Una bibliografia selecta puede hallarse en The History of the Jewish People in the Age of Jesus Christ por E. Schiirer, G. Vermes y F. Mi- lar (T. & T. Clark, Edinburgh, 1973), pp. 118-122. Dos palabras acerca de la bibliografia 15 Josefo Hay en Ja Loeb Classical Library una edicién greco-inglesa de las obras completas de Flavio Josefo preparada por H. St. J. Thackeray, R. Marcus y L. H. Feldman (Heinemann, London, y Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1926-65). Véa- se History I de Schiirer, Vermes y Millar, pp. 43-63, en donde hay una introduccién y una bibliografia atinente. Filén La Loeb Classical Library ha publicado también una versién gteco-inglesa de Filén, a cargo de F. H. Colson y G. H. Whi- taker (1929-62). Ver también An Introduction to Philo Ju- daeus (Blackwell, Oxford, 1962). Literatura rabinica La lista siguiente contiene solamente introducciones genera- les y traducciones inglesas (y a veces francesas o alemanas) de las fuentes. Introducciones: Schiirer, Vermes, Millar, History I, pp. 68-118; H. L. Strack, Introduction to the Talmud and Midrash (Jewish Publication Society, Philadelphia, 1931); J. Bowker, The Targums and Rabbinic Literature (Cambridge University Press, Cambridge, 1969). Traducciones: La version standard de la Mishnah es la de H. Danby, The Mishnah (Ox- ford University Press, London, 1933). No existe traduccién completa de la Tosefta en ningdn idioma europeo. El Talmud de Jerusalén esté en francés, Le Talmud de Jérusalem por M. Schwab (Maisonneuve, Paris, 1871-89, reeditado en 1969); el Talmud de Babilonia existe en Jos treinta y cinco volime- nes en inglés de I. Epstein, The Babylonian Talmud translated into English (Soncino, London, 1935-52). Entre las interpreta- ciones biblicas u obras de la Midrash, figuran los diez volime- nes de Midrash Rabbah a cargo de H. Friedman y M. Simon (Songino, London, 1951); Mekilta deRabbi Ishmael...with an English translation por J. Z. Lauterbach (Jewish Publication Society, Philadelphia, 1933); The Fathers according to Rabbi 16 Jesés el Judio *. Nathan por J. Goldin (Yale University Press, New Haven, Conn., 1955); W. G. Braude, Pesikta Rabbati...translated from the Hebrew (Yale University Press, New Haven, 1968); Sipbre zu Numeri en la traduccién alemana de K. G. Kuhn (Kohlham- mer, Stuttgart, 1959), etc. Targums La tinica traduccién completa de los Targums es en latin y se encuentra en la Biblia Poliglota de Londres, de Brian Wal- ton (1657). Hay una versién inglesa algo arcaica de los Tar- gums al Pentateuco por J. W. Etheridge, The Targums of On- kelos and Jonathan ben Uxziel on the Pentateuch with the Fragments of the Jerusalem Targum from the Chaldee (1862-5, reeditada por Ktav, New York, 1968). La edicién de un cédice recientemente hallado, Neophyti I, por A. Diez Macho, trae una traduccién inglesa. Hasta ahora el Consejo Superior de Inves- tigaciones Cientificas, Madrid y Barcelona, ha publicado Géne- sis (1968), Exodo (1970) y Levitico (1971). Enciclopedias Las dos obras més importantes en inglés son: Jewish Ency- clopaedia, 12 tomos (Funk and Wagnalls, New York - Lon- don, 1901-5), y Encyclopaedia Judaica, 16 tomos (Keter, Jeru- salem, y Macmillan, New York, 1972). Nota acerca de los paréntesis En las citas de esctitos antiguos lo que va entre corchetes son reconstrucciones hipotéticas; entre paréntesis van palabras del autor destinadas a facilitar la comprensién del texto. : an” INTRODUCCION: DEL CRISTIANISMO A JESUS Creo... en un Sefior Jesucristo, unigénito Hijo de Dios, engendrado por su Padre antes de todos los mundos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdade- to de Dios verdadero, engendrado, no creado, de Ja t misma sustancia que el Padre, que hizo todas Jas : cosas, ; Que por nosotros los hombres, y por nuestra sal- vacién, bajé del cielo y encarné por el Espiritu Santo en la Virgen Maria, y se hizo hombre, y fue crucificado también por nosotros bajo Poncio Pila- tos. Padecié y fue enterrado y al tercer dia resucité, segtin las Escrituras, y ascendié al cielo, y se senté a la diestra del Padre. Y volverd de nuevo con gloria a juzgar a vivos y muertos. Y su reino no tendré fin. , EI Credo, especialmente la versién nicena, de la que se de- tiva la cita, es considerado por creyentes y no creyentes expre- sién auténtica, consagrada y sucinta de la quintaesencia de la fe cristiana. Légicamente, tres quintas partes del documento se centran en el foco de esta fe: Jestis el Mesias, la persona con- siderada lazo entre cielo y tierra, entre tiempo y eternidad. Pero Jo notable del retrato que resulta del Jestis del Cristianismo es la desproporcién absoluta entre historia y teologia, hecho e in- terpretacién. Al formular su profesidn de fe, la Iglesia muestra 18 — Jesus el Judio apasionado interés en la preexistencia y vida posterior gloriosa de Cristo, pero casi nada dice a los fieles de su existencia te- trestre, salvo que nacié y murid. El Credo fija un ancla histé- rica no en el propio Jestis de Nazaret, sino en Poncio Pilatos, aquel funcionario romano de segunda fila y de notoria crueldad. Sin embargo, segin Ja doctrina basica de la Iglesia, el Cris- tianismo es una religién histérica, en la que el conocimiento del Cristo divino y de los misterios del cielo, nace de las palabras y hechos de un judio galileo del siglo primero de la Era Cris- tiana, de un hombre firmemente emplazado en el tiempo y en el espacio. Todo lo relativo a él procede, no del Credo, sino de Jos Evangelios, y concretamente (desde el punto de vista histd- tico) de los primeros Evangelios Sindpticos de Marcos, Mateo y Lucas. Desde luego, ni siquiera éstos se concibieron como registro objetivo de hechos, ni aun como crénicas populares. Pero se hallan en general més cerca del Jess de la historia en tiempo y estilo de exposicién, que el ultimo de los cuatro, el Evangelio spiritual de Juan el Divino! Para el cristiano creyente el Jestis de Ja historia y el Cristo de Ja fe son uno y el mismo. Para él, hay coherencia (identidad incluso) entre la imagen del Evangelio y la que ofrece el Credo; aunque pueda admitir que el primero es un esboz0 inicial que precede a la obra maestra definitiva del artista, un retrato imr perfecto que conduce al perfecto por desarrollo interno, directo y legitimo. En contraste con estos imperativos de Ja fe, los temas que autor y lector explorarén juntos se relacionan con Ja significa- cién primitiva, genuina, histérica de palabras y hechos recogi- dos en los Evangelios. Lo que se cree que pueden significar es cosa de tedlogos; 1a tarea del historiador es descubrir el signi- ficado original de su mensaje. Con este fin, se utilizard profu- samente el legado literario de los judios palestinos y de la Dids- pora desde los ultimos doscientos afios del periodo precristiano a los primeros siglos de Ja Era Cristiana: los Apécrifos y la Pseudoepigrafa; Filén, Josefo y las inscripciones judias; los manusctitos descubiertos en el desierto de Judea y los viejos textos rabinicos. Y estas fuentes no se tratarén sélo como telén de fondo, sino como testimonio. No serén simples auxiliares para resolver los dilemas que plantea el Nuevo Testamento, inn portayoces independientes capaces, de vez en cuando al Introduccion: del cristianismo a Jess 19 menos, de guiar la investigacién, de sugerir el 4ngulo de enfo- que correcto e incluso los interrogantes que deban plantearse. Hemos de subrayar que esta investigacién histérica de los Evangelios no la motiva impulso alguno de critica destructiva. Nace, por el contrario, de una busqueda dedicada y constante del hecho y la realidad, sin ningtin compromiso sentimental con Ja tragedia de Jestis de Nazaret. Si, tras leer este libro, el lector reconoce que este hombre, al que distorsionan por igual el mito cristiano y el mito judio, no fue, en realidad, ni el Cristo de la Iglesia ni el apéstata y espantajo de la tradicién popular judia, quials se haya iniciado la tarea de pagarle una muy antigua PRIMERA PARTE: EL ESCENARIO ah, I. JESUS EL JUDIO Casi todos, admitanlo o no, abordan los Evangelios con ideas preconcebidas. Los cristianos los leen a la luz de su fe; los judfos, con la carga de viejas suspicacias; los agnésticos, por sentirse escandalizados; y los especialistas profesionales del Nuevo Testamento con las anteojeras de su oficio. Pero un hombre culto deberia poder sentarse y leer, vacia Ja mente de prejuicios, los relatos de Marcos, Mateo y Lucas, como por primera vez. El Evangelio bdsico se presenta como crénica de la vida de Jestis desde su aparicién en piblico con Juan el Bautista al des- cubrimiento de su tumba vacia, estructura biogrdfica a la que se incorporan extractos de dichos a él atribuidos. Esta estruc- tura primaria ha sobrevivido en Marcos. Los otros dos evange- listas la preceden con relatos prefaciales sobre el nacimiento y juventud de Jestis, de motivacién exclusivamente teoldgica; son distintos del principal cuerpo evangélico, que en ningin punto les presta atencién. También tienen los tres Evangelios un epilogo sobre Jas apariciones de Jestis a sus discipulos tras su resurreccién, afiadido que no logré introducirse en la pri- mera tradicién manuscrita de Marcos,’ peto que se inserté sin dificultad en las de Mateo y Lucas. Como Ja tarea de establecer el valor histérico del relato Si- néptico, es siempre 4rdua y a menudo casi improba, no preten- do reconstruir el auténtico retrato de Jestis, sino, con més modestia, determinar cémo los autores de los Evangelios, ha- 24 = Jestis el Judio ciéndose eco de la tradicién primitiva, deseaban que se le cono- ciese. ¢Qué juzgaban ellos importante en ély qué secundario? gEn qué abundaron y en qué recortaron y pulieron? ¢Quién fue, en suma, el Jess de los Evangelistas? Datos personales El Evangelio principal, el de Marcos, sporta la siguiente informacién personal: Nombre: Jestis Nombre del Padre: José Nombre de la Madre: Maria ; Lugar de nacimiento: No se menciona a Fecha de nacimiento: No se menciona Domicilio: Nazaret de Galilea ivil: No se menciona : t ee Carpintero (?); también exor"’ 7 cista y predicador itinerante , a . El certificado de defuncién podria cumplimentarse cot mayor detalle: 4 : Lugar de defuncidn: Jerusalén defuncién: «Bajo Poncio Pilatos», entre ef =e 26 y el 36 de la Era Cristiana Causa de fallecimiento: Crucifixién por orden del pre- fecto romano Lugar de enterramiento: Jerusalén Antecedentes familiares Aparte de los relatos de infancia? que en todos los casos introducen un elemento de duda en la cuestin de Ja paterni- dad, sdlo aparece el nombre del padre de Jestis en Lucas y de forma imprecisa en Mateo. no «gNo es éste el hijo de José?» ? , ‘ «éNo es el hijo de [José] el carpintero?» Jess el Judio 25 El mismo pasaje incluye también la forma griega del nom- bre de su madre, Maria o Mariam, y (a menos que afecte al juicio del lector la posterior creencia en la virginidad perpe- tua de Marfa) los nombres de sus cuatro hermanos, Jacob, José, Juda y Simén, y mencién de sus varias hermanas.> EI principal Evangelio, frente a los relatos sobre el naci- miento que aparecen en Mateo y Lucas, no dice dénde nacié Jestis. En realidad, parece dar por supuesto que su lugar de nacimiento fuese Nazaret, el insignificante pueblecito galileo donde vivian él y sus padres. La tnica alusién indirecta a su fecha de nacimiento dice que su edad es de unos treinta afios cuando le bautiza Juan, en el afio quince del reinado de Tiberio, probablemente entre el 28 y el 29 de la Era Cristiana’ Aunque hubiese en su grupo durante su ministerio varias mujeres, jamds se le menciona esposa. No parece que dejase una en casa, como aconseja hacer a sus posibles discfpulos,”? 0 como hacfan ciertos ascetas judios de edad madura, los terapeutas, segin Filén de Alejandria® Tampoco le describen los Evange- Jios como viudo, asi que hemos de suponerle soltero, algo poco usual pero no insdélito entre los judios de su época, como se verd en un capitulo posterior” Jesas el carpintero Su profesién seglar no es segura. Segtin la tradicién era car- pintero y aprendié el oficio de su padre, pero basase esto en Ja frdgil prueba de que tras su primero y Ultimo sermén en la sinagoga de Nazaret, los aldeanos no podian comprender cémo podia haber adquirido tan gran sabiduria «el carpintero»,” o «el hijo del carpintero»."' ¢Era é1 mismo carpintero, 0 sélo hijo de un carpintero? Las expresiones confusas en el texto gtiego de los Evangelios indican normalmente, bien una dificultad doctrinal que segin algunos exige reformulacién, o bien un problema lingiiistico para expresar en términos helenisticos algo tipicamente judfo. Aplicase aqui lo segundo. Los congre- gados en la sinagoga dicen asombrados: «¢De dénde lo saca?» «¢Qué sabiduria es ésta?» «éNo es éste el carpintero/el hijo del carpintero? »” 26 ~— Jestis el Judio Ahora bien, los familiarizados con el lenguaje que hablaba Jestis, saben del uso metaférico de «carpintero» e «hijo de or pintero» en las antiguas escrituras judias. En Jos textos tal- mitidicos el nombre atameo que significa carpintero 0 artesano (naggar) equivale a «sabio» o «erudito». Esto es algo que ningdn carpintero, hijo de car- pintero, puede explicar.* 7 ; No hay ningtin carpintero, ni hijo de carpintero, para explicarlo.’* Asi, aunque nadie pueda estat absolutamente seguro de que las expresiones citadas en el Talmud se usasen ya en la pene del siglo 1 de la Era Cristiana, es probable que esta clase ie proverbios fuesen muy antiguos. Si asi fuera, es posible que la bella imagen de «Jestis el carpintero», haya de enterrarse y olvidarse.’® Jesas el exorcista Hiciese lo que hiciese para ganarse la vida antes de entrar en Ja vida publica, el Nuevo Testamento establece apn que durante su ministerio Jestis no practicd profesién aryl sino que se dedicé exclusivamente a actividades religiosas. Los autores de los Sinépticos nos lo presentan undnimemente como exorcista, curador y maestro. Subrayan también que la profun- disima impresién que Jesds causé entre sus contemporaneos de- rivaba de su control sobre demonios y enfermedades, y del poder magnético de su predicacién. Se afirmaba de él que habia definido una vez su misién en los siguientes términos: «Hoy y majfiana arrojaré demonios y haré curacio- i 17 nes; al tercer dia alcanzaré mi meta». En Galilea, ésta fue claramente su principal ocupacién. Le llevaron cuantos estaban enfermos 0 endemonia- dos... Curd a muchos de diversas enfermedades y expulsé demonios.”* Jestis el Judio 27 Y asi recorrié Galilea... arrojando demonios.” Ademés de estas referencias sumatias, los Evangelios Sinép- ticos enumeran seis episodios concretos relacionados con el exor- cismo. Cuatro de ellos, los tinicos que aparecen en Marcos, des- ctiben como posesién diabédlica lo que parece enfermedad men- tal o nerviosa. El endemoniado de Gerasena era un loco peli- groso que andaba desnudo, se heria repetidamente a si mismo, y al que tenfan que encadenar.” El muchacho cuyo demonio no pudieron expulsar los discipulos era un epiléptico, posiblemen- te sordomudo.” El exorcizado de la Sinagoga de Cafarnatin, temblaba y era victima de convulsiones.” Mds vagamente, la hija de la mujer de Tiro era atormentada mientras estaba po- seida pero permanecia pacificamente tendida en la cama des- pués de expulsar a su espiritu impuro. En otros casos, ausentes en Marcos y posible versién doble de la misma historia, se considera la posesién causa de sordera, o de sordera y ceguera combinadas.* Los doce apéstoles de Je- stis,* asi como sus setenta (o setenta y dos) discfpulos, son considerados también exorcistas generalmente de éxito,” y para gran indignacién de Juan, hasta se vio una vez a un no discfpu- lo expulsar demonios en nombre de Jestis.” En contra de la medicina popular judfa,* los Evangelios nada dicen de un ritual de exorcismo. La expulsién concreta se describe cuatro veces y, con excepcidn de la efectuada in absen- tia por una mera declaracién,” siempre sigue a una orden di- recta: «jCéllate!» ' «;Fuera, espiritu impuro, sal de este hombre!» «jEspiritu mudo y sordo, yo te lo mando, sal de él y jamés vuelvas!» * El ultimo ejemplo es el tinico caso en el que se ordena al demonio irse permanentemente y no volver cuando su exilio en el desierto se haga demasiado insoportable.* :Implica esto que en otros casos, empleando la jerga psiquidtrica contempord- nea, habia unicamente una remisién temporal del mal? Hemos de decir a este respecto que el psiquiatra al que consulté sobre el asunto de si Ja mayorfa de las enfermedades exorcizadas 0 28 = Jestis el Judio curadas en el Nuevo Testamento podian identificarse como his- teria, tras darme una calificada respuesta afirmativa, me dijo que le gustaria saber la proporcién de curaciones del tratamien- to y el estado de salud de los pacientes seis meses después... La historia del demonio llamado «Legién» que quiso tratar con Jestis y obtuvo una sentencia comparativamente leve (trans- ferencia a la piara local) puede parecer extraordinaria, pero no es insélita en la antigua literatura judia, como luego veremos.* Hay otro curioso rasgo del Evangelio que merece citarse: la excelencia del servicio secreto demonfaco.* En el relato de la tentacidn, Satanés desafia a Jess a que pruebe que es «el hijo de Dios»;* sus segundos temen a Jestis, sabiendo que él es «el Santo de Dios»,” «el Hijo de Dios» ® y el «Hijo del Altisi- mo».” : i Jesus el curador No siempre resulta facil trazar una linea que diferencie exorcismo y curacién en los Evangelios, pero a efectos practicos el factor de diferenciacién més de fiar parece ser el tratamiento que aplicaba Jestis a sus pacientes. El exorcismo se practica siempre sélo con palabras, pero, con la excepcién de la cura verbal de un paralitico,® las curas fisicas entrafian Ja ejecucién. de un rito, rudimentario casi siempre y complejo a veces. Descontando las alusiones a la curacién masiva de Cafar- natin,” en las riberas del lago,” y las realizadas en Galilea, donde la gente «recorria todo aquel pats y Ilevaba a los enfer- mos en camillas a cualquier lugar donde se dijese que estaba», y en «caserios, pueblos y ciudades», donde «dejaban al enfermo en la plaza del mercado»,® prescindiendo también del intere- sante detalle de que pese a la incredulidad de Nazaret, aun rea- lizé algunas curas alli," los Evangelios incluyen doce relatos de curaciones concretas aunque algunas se tengan por repeticiones. Distribuidas segtin la enfermedad, tres aluden a curaciones de ceguera,*® dos de lepra,* una de fiebre,” otra de hemorra- gia," otra de brazo seco,” otra de sordomudez,” otra de pard- lisis" otra de cojera ® y otra de hidropesia.¥ En la mayorfa de los casos los Evangelios testimonian que hubo algtin tipo de contacto corporal entre curador y enfermo. Jestis el Judio 29 Jestis practicé la imposicién de manos en Nazaret;* hizo lo mismo con la mujer paralitica; cogié las manos de la suegra de Simén;* tocé a los leprosos ” y a lus ciegos ® y le tocaron muchos enfermos® y la mujer que padecia hemorragia.® En este Ultimo caso, se dice que Jestis percibié que «habia salido poder de él». En dos casos se realiza un ritual en privado. En el primero, Jestis pone su dedo en los ofdos del sordomudo, toca su lengua con saliva y da la orden: «jAbrios!» ® En el segundo, el ciego de Betsaida se cura después de que Jestis le escupe en los ojos y posa su mano en él dos veces.® No se dice cémo se curd el hombre que tenia somnolencia, o los diez leprosos * (si por contacto o sin él) pero se citan tres casos en que se realiza una cura sin ningtin intercambio téc- til entre Jestis y el paciente. En dos de estos casos se atribuye el milagro a fe, concretamente en Ia curacién del mendigo ciego de Jericé © y en la del siervo del centurién de Cafarnatin.* En el segundo caso, el contacto era fisicamente imposible porque el enfermo yacia paralitico en su casa. , El método de curar sélo por orden («jEstira tu brazo!») es digno de mencién por ser la tinica curacién emplazada por la tradicién sindptica undnime en dia s4bado.” El hablar no podia considerarse «trabajo» que infringiese la ley que gobernaba el dia judio de descanso.* Ha de afiadirse que con sus poderes de exorcismo los doce apéstoles recibieron también el don de curacién. Su método de tratamiento era, sin embargo, el mds convencional de ungir a Jos enfermos con aceite,® aunque en los Hechos de los Apésto- Jes se haga referencia a curaciones por orden y por imposicién de manos.” Otros milagros Los relatos de la resurreccién de la hija de Jairo, y del hijo de la viuda de Nain, apenas difieren de cualquier curacién or- dinaria. Jestis toma la mano de la nifia que, en su opinién, no esta muerta, y le dice en arameo que se levante.” Asimismo, toca el féretro del joven y le ordena que se ponga en pie.” He. mos de subrayar, antes incluso de que el asunto se analice mds : RR TE TL 30 Jestis el Judio detenidamente,” que nunca se nos muestra a Jestis pteocupado por mancharse ritualmente por el contacto con un cadaver. Na- die puede ser curador y preservarse de la enfermedad y la muerte, ni exorcista y tener miedo del diablo. Comparados con la insistencia abrumadora de los Sindp- ticos en la curacién de enfermedades mentales y fisicas, los demés milagros atribuidos a Jests son numéricamente insigni- ficantes. El de aplacar la tormenta del Mar de Galilea,™ y el de alimentar a una gran muchedumbre con unos cuantos panes y peces,” debe situarse junto a otros relatos judios de milagros de similar naturaleza. Otros parecen ser afiadidos secundarios: por ejemplo, la historia de Jestis caminando sobre las aguas de noche,” la insdlita pesca de Pedro y sus colegas %® y el ha- Ilazgo oportuno que realiza el indigente Pedro de un pez con una moneda en Ia boca que tiene el valor justo para permitirle pagar su propio impuesto del templo y el de Jestis.” Jesas el maestro Los Evangelios retratan desde el principio a Jestis como un predicador popular e incluyen varios tipos de ensefianzas a él atribuidas. Algunas quizdés se nos hayan transmitido intactas, pero otras son reformulaciones de las originales hechas por la Iglesia primitiva, y otras auténticas interpolaciones destinadas a fundamentar en Ja autoridad derivada de «las palabras del Sefior» creencias en boga en una etapa posterior de desarrollo doctrinal. No pretendo siquiera, de momento, diferenciar lo auténtico de lo que no lo es, sino sdlo determinar qué clase de maestro era Jestis segdn los evangelistas. El andlisis no se ocuparé tanto del contenido como de la forma de su predica- cién, y de la impresién que causaba en oyentes predispuestos. En contra de la practica de Jos esenios que preservaban sus ensefianzas sdlo para iniciados,” e imitando a Juan el Bau- tista, Jestis dirigié en Galilea sus predicaciones a cuantos tenfan oidos para ofr; o més bien, a todos los judios con oidos para ofr, pues jamés proyecté una misién sistemdtica entre los gen- tiles. «Fui enviado a las ovejas perdidas de Ja casa de Istael, y sdlo a elas». Jestis el Judio 31 Pero incluso dentro de Israel, prefirid a los incultos, los pobres, los pecadores y Jos marginados sociales.” A todos Ilamé al arrepentimiento y dijo a todos que el advenimiento del reino de Dios al mundo era inminente. «Ha Ilegado la hora; el reino de Dios esta sobre vosotros; arrepentfos y creed Ja palabra de Dios».® Su mensaje ético dirigfase a todos y a cada uno, como sus pardbolas, forma de ensefianza homiliar usual entre los predi- cadores rabinicos. Decir que las empleaba para ocultar el con- tenido de su mensaje ™ es una explicacién falaz y tendenciosa. A los no judios, ajenos a los métodos de ensefjanza palestinos, debfa resultarles diffcil comprender algunas, y serian ellos, no los discipulos directos de Jestis, los que precisarian que todos los detalles del simil se les explicasen. El método judio, también tradicional, de predicacién a tra- vés de la interpretacidn biblica, se cita menos en los Evangelios, aunque quizds se trata de algo accidental. Sin embargo, si Je- stis fue primordialmente un maestro de moral, podria esperar- se que mostrase predileccién por el tipo de sentencias breves, piadosas y coloristas, el tipo de Jogias rabinicas que Ilenan las péginas de los Proverbios de los Padres de la Mishnah. Jess ensefié varias veces en sinagogas ® y pronuncié una vez el ser- mén litGrgico después de leer la leccién profética del dia en Nazaret.* ¢Diferia la predicacién de Jestis de la de sus contemporé- neos? Si, afirman los evangelistas, en tanto que, a diferencia de los doctores de la ley, él hablaba con autoridad.” Los comen- taristas del Nuevo Testamento ven normalmente en esto un con- traste entre el método de ensefianza de Jestis y la costumbre de los rabinos, que acudian a una doctrina legalmente vincu- lante en nombre del maestro del que Ja habian aprendido, que teéricamente la recibia de una cadena de tradicién rastreable hasta Moisés. Pero Jestis, sin embargo, distaba mucho de ser especialista en la ley judia, y es en consecuencia impropio com- parar su estilo de instruccién con el de las academias rabinicas posteriores. Lo més probable es que la gente viese los exorcis- mos y curas como confirmacién de la ensefianza de Jestis. Por 32 Jestis el Judio cjemplo, fue cuando se sintieron conmovidos y sobrecogidos al verle expulsar el demonio, cuando los que le ofan exclamaron: «eQué es esto? {Un nuevo tipo de ensefianza! El habla con autoridad. Cuando da érdenes, hasta los espiritus impuros se someten».* Esta interpretacién parece claramente preferible a la gue opone la autoridad de «escribas» de los rabinos a la autoridad profética de Jestis.” Si adoptaba un estilo personal de ensefianza, ¢era su doc- trina una novedad en si misma? ¢Rechazaba él o contradecia alguna creencia basica del judaismo? Descontando pasajes que Je muestran hablando superficialmente de ciertas costumbres no incluidas en las escrituras alas que otros maestros atribuian gran importancia, o interpretando un versiculo biblico en un sentido distinto del que habitualmente se le adscribia, tenemos atin un texto crucial que parece mostrarle «en contradiccién con su judaismo heredado»,” es decir, el que se tefiere a los alimentos puros e impuros.” : La polémica nace de las quejas de los fariseos contra los discipulos de Jests porque no respetaban la tradicién del lava- do de manos ritual antes de las comidas, con el riesgo de que Jas manos sucias hiciesen impura la comida y causaran asi im- pureza. A juzgar por Ja respuesta que da en Mateo, Jestis con- sideraba trivial toda la cuestién de Ja limpieza externa frente a Ja impureza moral. «Cuanto entra en la boca pasa al vientre y se expele en la letrina. Pero lo que sale de la boca procede del corazén; y eso es lo que hace impuro al hom- bre. Malos pensamientos, homicidios, adultetios... falso testimonio, blasfemia...» ” Pero en Marcos, el texto est4 tan alterado que casi es obli- gado concluir que Jestis rechazaba la ley dietética judia basica. «No veis que nada de lo que viene de fuera puede hacer imputo al hombre, porque no entra en su co- razén sino en su vientre y luego es expelido a Ja letrina?» Ast declaré limpios todos los alimentos.” Jestis el Judio 33 Pero si los discipulos entendieron en este sentido las pala- bras de Jestis, gpor qué reaccionaron ellos, y sobre todo Pedro, que planteé la cuestién a Jests y recibié la respuesta de éste, con tanta firmeza contra la posibilidad de comer alimentos pro- hibidos, no kosher? Pensemos que cuando el jefe de los apés- toles recibe el mandato en una visién, a través de una voz celes- tial, de comer toda clase de carne, en vez de exclamar, «jClaro, ahora recuerdo las palabras del Sefior!» muestra sorpresa e in- dignacién.* Hubiese sido de esperar, ademds, que Pablo acu- diese a la recomendacién de su Sefior cuando decidié apartarse de las leyes ceremoniales judias.® Dadas las circunstancias es razonable preguntarse si puede discernirse una frase significativa en arameo bajo la glosa grie- ga de Marcos, «asi declaré limpios todos los alimentos» (lite- ralmente, «putificd todo alimento»). Se ha indicado ya que la palabra «alimento» se empleaba metafdricamente por «excre- mento»,” peto a esto ha de afiadirse que un eufemismo posible para indicar letrina, «el sitio» (duja), podria invitar a un juego con el verbo «estar limpio» (deja): «... no entra en su corazén sino en su vientre, y pasa asi al sitio” donde todo excremento ”se expurga”...» Esta hipotética exégesis tiene el apoyo indi- recto de la versién semita mds vieja de Marcos de que dispo- nemos, la Ilamada recensién sinaftica del Evangelio siriaco. Per- cibiendo, digamos, el juego de palabras subyacente al texto grie- go, el traductor sustituye «sumidero» por el eufemismo «ex- pulsa» y resulta la frase: «...entra en su vientre y es arrojado en la purga que expurga todo alimento».” Si se acepta esta interpretacidn, el vinico conflicto doctrinal manifiesto entre Jesis y el judafsmo se debe a la alteracién deliberada de una frase probablemente auténtica de Jestis por parte del redactor del Marcos griego. Por aquel entonces la ctistiandad gentil necesitaba y aceptaba de buen grado una rati- ficacién formal en la ensefianza evangélica del abandono de las leyes y costumbres de Israel por parte de la Iglesia.* Actitudes y reacciones ante Jesiis Exorcista, curador y predicador itinerante, Jestis aparece retratado por los Sinépticos como una persona hacia la que sus

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