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El Edipo después del Edipo. Recorridos actuales del psicoanalisis « Daniel Waisbrot ** Peat le Cofgrcso Hales, Tome XXXIL, N° 1, 2009, p 105-128 (©) Trabajo original correspondiente a Ia versién reducida que fuera presentada y publicada en el II Congreso de Psicoandlisis de las Contiguraciones Vinculares, Perspestivas Vinculares en Psicoandlisis, ‘Tomo 1, pag. 107, en mayo de 2008, Bs. As. (*) Licenciado en Psicologta. Miembro Titular de AAPPG. Bulnes 1654, 5° «B», Ciudad Auténoma de Buenos Aires “Tel. 4822-9349 - E-mail: dwaisbrot@yahoo.com.at cons des Cannes ves, Tone XR, N° 2009, p 105128, 107 La frase soné apropiada para un analista que pretende tra- bajar desde una perspectiva vincular en psicoanalisis. La fra- se soné casi como propia, acertada, autorizante, fuertemente comprometida por las implicancias que tiene, incluso, para desbordar su potencia de pensamiento y ser utilizada en la politica del psicoanalisis «El psicoandlisis mismo —sostiene la frase~ deberta co- rresponder a lo que considera su misién primera: ocuparse ante todo de aquello que directamente o no concierne al mo- delo familiar y a sus normas, El psicoandllisis siempre quis ser un psicoandlisis de las familias».® Que halla sido enunciada por Derrida, le otorga a priori una legitimidad que obliga a dar cuenta de aquellas implicancias. «Siempre habré —continta Derrida— no LA familia, sino algo que se lama familia, lazos, diferencias sexuales, rela- cidn sexual (incluso alli donde no la hay como diria Lacan), un lazo social alrededor del alumbramiento en todas sus for- mas, efectos de proximidad, de organizacién de la sobrevida, y del derecho». Quizas es desde aqui desde donde intentaria aproximarme al Edipo. Me gustaria empezar Iamando Edipo a ese «algo» que siempre existiré, Me propuse leer qué se fue diciendo sobre el Edipo en los ‘iltimos diez o quince afios. Intenté un recorrido por fuera de Freud, Klein y Lacan. Y encontré alguna légica que me per- mite organizar mi pensamiento. Hay una tension entre dos modos de pensar el Edipo: estan aquellos que lo piensan des de una /égica del deseubrimiento y aquellos otros que lo pien- san desde una légica de la invencién. En esa tension entre descubrimiento ¢ invencién, se ul can gran parte de los desarrollos que producen y las conclu- * Derrida, J. y Roudineseo, F. (2001) ¥ mafiana que... Buenos Aires, Fondo de Cultura Econémica, 2003, LOS acon dela Cygwin Hare, Tero XI, N, 2009, pp 105-128 siones a las que arriban. Si el Edipo est, para un autor, del lado del descubrimiento, se torna verdad, a veces demasiada verdad. Si en cambio el Edipo se sitiia, para otro autor, del lado de la invencién, adquiere més telieve el aspecto conjetu- ral. Pot momentos, demasiado conjetural. En lo personal ~y con esto pretendo ir tomando una posi, cién-, entiendo que en los extremos de dicha polémica, habi- ta el mayor obstaculo. La potencia revolucionaria, paradig- matica, la cualidad de ruptura, de estallido que el Edipo trajo como agua fresca al pensamiento de finales del siglo XIX y comienzos del XX, esa potencia—decia— habita en poder pen- sar el Edipo «entren descubrimiento ¢ invencién, donde lo esencial se observa en la categoria de «entren. Entre descubrimiento e invencién, podria ser también, en- tre ciencia y arte, mAs alld de las cuestiones que sitéan cada descubrimiento cientifico, en tltima instancia, como ereacién. En el ambito de la ciencia, este tipo de cuestiones se deno- minan contextos del conocimiento cientifico y tradicionalmen- te se dividian en dos: contexto de descubrimiento y contexto de justificacién. Ambos fueron descriptos por Reichenbach en 1937. Fue Gregorio Klimovsky quien propuso un tercer contexto, el de aplicacién, ya en 1994.7 Hace algin tiempo, me contaron un cuento, algo asi como un chiste de esos medio intelectuales que no causan demasia- da gracia pero que me sirve para empezar a decir algo de como manejamos las teorias. Dice que en una oportunidad, tres estadisticos van a cazar patos. Al ratito aparece un pato y uno de ellos dispara y ta bala pasa medio metro a la izquierda del pato. El otro dispara y la bala esta vez, pasa a medio me- ‘zo a la derecha del pato. El tercero dice «le dimos, le dimos». Fin del chiste. Yo necesité explicacién. Sucede que a los esta- disticos les interesan sobre todo las variables promedio. Lo 2 Femandez, HL. «La naturaleza de la ciencia y el método cientifico», Pu- blicacién virtual de ia Facultad de Psicologia y Psicopedagogia de la USAL. Affo Il, Nro.V, Marzo de 2001 scons ds Coyotes Hina Tomo XXX, N" 3, 2008, pp 105128 109 que queda por fuera de esas variables es desechable. De ma- nera que entre medio metro a la derecha y medio metro a la izquierda, tenemos el centro. La lectura desde ese paradigma, dice que le dieron al blanco. El problema vendria si esa noche ellos pensaban cenar pato, no sé bien como harian. Las teorias, no siempre dicen acerea de una verdad sino que permiten leer lo que ese paradigma dice que es la verdad. Hay cuestiones que provienen de un contexto de descubri- miento, que son especulaciones pero que tienen un cardcter demostrable en Ia practica, Por ejemplo, todos sabemos que Pluton existe, Se descubrié Plutén. Nadie lo tocé pero se lo ha visto de diferentes maneras por las ciencias que lo estu- dian, Abora bien, tltimamente, la ciencia se pone a disoutir si Plutén es un planeta o no lo es, los astrénomos se estén ma- tando por dirimir esa cuestiOn, y eso ha llevado incluso, aque se produjera alguna escisiOn institucional entre ellos. Cual- quier parecido con nuestra realidad es pura coincidencia Inconeiente, sexualidad infantil, por ejemplo, forman par- te, ami gusto, del contexto de descubrimiento. Son especula- ciones que nosotros creemos que estan suficientemente de- mostradas por nuestras practicas. Dirfamos que rozamos bas- tante algin trozo de verdad. Hay consenso entre los analistas aunque conservemos enormes diferencias en torno a su con- ceptualizacién. Ahora bien, gy qué del Edipo? {Qué de su papel central, estructurante, qué de su univer- salidad? Una teoria se crea, se inventa, a partir de algo que se cree descubrir, mientras se intenta desentrafiar las condiciones his- toricas que contribuyeron a su formulacién, Habré luego que justificar, saber si lo supuestamente descubierto puede consi- ‘derarse como conocimiento cientifico «objetivo y fundado» acerca del mundo, y aceptarlo como corpus de la ciencia y si es asi, aplicarlo, indagar en la potencia del nuevo pensamien- to para transformar la realidad. 110 print das Container nce, Tome XXXIL, NI, 2008 p 105.128 ‘Vale preguntarnos cuanto de cémo han cambiado fas cosas. en el mundo suponen una transformacién de algunos nicleos duros de nuestra teorfa, cuanto arrastran como un lastre del que cuesta desprénderse. ‘Veamos un ejemplo. Cuando Freud escribié sobre el Edi po, se encargé de recordarnos aquello de que una madre es absolutamente cierta y un padre absolutamente incierto. Jus- tificd incluso a traves de esa teoria, la cuestién de que «la madre» forma parte de la percepcién, de lo sensible. Se pue~ de ver, como verdad irenunciable, que el nifio sale de esa madre, Certeza. El padre, en cambio, debe set supuesto, y el alcance de esa conclusién, supone para Freud un salto de e3- piritualidad. Un acto inducido por un juicio. Allf entonces, la madre y la mujer del lado de lo sensible y el padre y el hombre del lado de la raz6n. Efectos de semejante conclusién levan a decir a Freud que el hijo, como modo de ostentar ese triunfo del pensar por sobre el sentir, llevard orgu- oso el apellido paterno. Se declara hijo de ese padre, Pero hoy, resulta que las cosas son de otro modo que Freud jams lleg6 siquiera a imaginar. El padre ha devenido posi- blemente cierto, y al mismo tiempo, un nifio puede nacer de por lo menos trés madres, {Cudl es la verdadera? ¢La que doné los ovocitos? zLa que presté el vientre para portarlo durante la gestacién? gLa que la adopta y lo erfa? «Se distinguen asi -diré B, Roudinesco- una madre gené- tica, una portadora (0 sustituta) y una llamada socialy.* De manera que el imperio de los sentidos, de lo natural, hoy parece haber muerto y lo que vive es la desmesura de lo diverso, To que no logra ser encasillado, universalizado, ga- rantizado, abriendo a un abanico de posibilidades simbélicas, con lazos més o menos estables, aunque nunca seguros. El Edipo, en suma, ya no viene como antes. 9 Roudineseo, B. (2003) «La familia en desorden», Buenos Aires, Fondo de Cultura Econémica, 2003. wood le Conpetns Vos, Tomo XX, N° 1, 2009, pp 105128 1 Invencién, descubrimiento Ubicarse del lado del puro descubrimiento, le permite a J. D, Nasio decir cosas como éstas: «El Edipo es la piedra an- gular del psicoandlisis. Es el concepto soberano (el subraya~ do es del autor) que genera y ordena todos los demds con- ceptos psicoanaliticos y justifiea la practica del psicoaneli- sis». ¥ continta: «{Qué es el psicoandlisis sino una préctica sostenida por una teorfa que concibe al hombre de hoy si- guiendo el modelo de Ia prueba edipica que atraviesan todos Jos nifios cuando deben aprender a refrenar su deseo y atem- perar su placer». Su conviccién absoluta, es a mi gusto, tan sorprendente como estremecedora. Nada para dudar. ‘Otr08, en cambio, intentan un proceso deconstructivo acerca del Edipo. Me resulté interesante, c6mo E, Roudinesco cita a Freud. BI fundador habla del Edipo como su «descubrimiento» Sin embargo la autora lo nomina como «invencion». Dice la autora: «Freud siempre reivindicé esa invencidn». Y ahora viene la cita de Freud: «ET descubrimiento del cor plejo de Edipo bastaria por si solo para incluir al psicoané. lisis entre las preciosas adquisiciones del género humano», Contintia Roudinesco: «Ast Freud inventaba el modelo del hombre edipico en el momento mismo que pasaba de una con: cepcién traumética del conflicto neurético a una teorfa del psiquismo inconciente, Una concepcién de familia fundada ‘sobre el asesinato del padre por el hijo, la rivalidad de éste ‘con él, el cuestionamiento de la omnipotencia patriarcal y por iiltimo la necesidad de que las hijas se emanciparan ‘sexualmente de la opresion maternan. « Nasio, J. D. 2005) EI Edipo, Buenos Aires, Editorial Paidés, 2007, + Roudineseo, E. (2000) Por qué el psicoandtisis?, Buenos Aires, Edi- torial Paid6s, 2000. 112 coms dst Conroe Maras, Tao XO N° |, 2009, pp 105-128 Asi, la temética del padre como funcién de corte, portador de la cultura y del saber, fuente del pasaje de fo sensible a lo spiritual, y la madre, més del lado de la naturaleza y de los sentidos, fueron los grandes componentes de la representacin de la familia retomada como herencia por el psicoandlisis. La autora sostiene que en ese proceso de invencidn, Freud sometié al texto de Edipo a una torsién: en la tragedia de Séfocles el asesinato del padre es previo al incesto y no est motivado en absoluto por un deseo de Edipo ligado a una rivalidad con el padre. Por supuesto que Freud se defiende atribuyendo inconcien- cia a ese acto y condenando al sujeto freudiano a un destino inexorable. «La ignorancia de Edipo no es més que una pintura exac- ta de la inconciencia en la cual se hunde en el adulto, la totalidad del acontecimiento. La sentencia apremiante del ord- culo que debe absolver al héroe, es un reconocimiento del cardcter implacable del destino que condena a todos los hi- Jos a sufrir el complejo de Edipo».* El trabajo de Freud para pasar de Edipo a Hamlet, le per- mite construir mejor el complejo. «Hamlet se transformé para Freud en la prueba clinica de la existencia de un com- plejo. Al asociar la tragedia de un destino (Edipo) a una tragedia del carécter (Hamlet), Freud reunio los polos in- dispensables para la fundacién misma del psicoandilisis: Ia doctrina y la clinica, la teoria y la préctica, la metapsicolo- gia y la psicologia, el estudio de la civilizacién y el estudio de ia euray.? Con una escritura clara y contundente, también Ricardo Rodulfo se ubica cercano en este plano de [a invencién, y ataca con dureza la hipétesis del descubrimiento. © Freud, §, (1918) «De la historia de una neurosis infantil», Buenos Ai- res, Amorrortu Bdiciones, V. XVI, 1976. » Idem 3. 113 «El Edipo se da por un hecho descubierto y descontado, de manera tal que un ponerlo en entredicho ha tendido a visualizarse como un “desvio” antes que como una posicién de un psicoanalista.(...) Los psicoanalistas creen en la pure- za de los conceptos psicoanaliticos, los conciben dependien- do por entero y solamente del psicoandlisis, depurados de toda infiltracién. (EI Edipo es...) algo que “esté ahi”, en la realidad empirica, presente asi, sobre todo desde que su “des- cubrimiento” desenmascarara sus multiples disfraces. Esto “capacita” hoy a cualquier psicoanalista para ya “saber” que, por efemplo, “el jefe” es el padre, ete., sin resto de duday.® Se trata de interrogar el «oficialismo psicoanalitico» que nos habita, Rodulfo cuestiona, no sélo la universalidad, sino la pre- tensién de colocarlo como «complejo nuclear», centro tinico, ombligo del futuro psiquico. «Ya ningtin astrénomo diria que el centro del universo es la tierra y no sélo eso, sino que ningtin astrénomo dice que el centro del universo esté en parte alguna, el universo estd en expansién, hay agujeros negros, hay miltiples galaxias, fendmenos que ahora recién se estén descubriendo, en ninguna parte existe la idea de un centro. La teoria psicoanalitica sigue girando entorno aun ceniro, el padre, la castracién, el Edipo, eso es epistemoldgicamente muy envejecido, pero tampoco es cuestién de sacar de aki lo edipico para poner otra cosa, no se trata de eso, de lo que se trata es de que no tiene que haber centro. La teoria psicoa- nalitica deberia descenirarse y entonces, el mito de Edipo seria un elemento més en un conjunto descentralizado».? En esa Iinea, entre nosotros, desde una perspectiva vincu- lar en psicoandlisis, también han surgido muchos cuestiona- mientos a la teorfa del Edipo como articulador central y abso- luto de los malestares del sujeto. Quizds este fragmento de Cristina Rojas refleje algo de lo mucho que se ha dicho en esa direccién: * Rodulfo, R. (2004) Psicoandlisis de muevo, Eudeba, 2004 Idem, 114 cad dias Coenen Pos, Teo XO, N 1,200, pp 105-128 «A nivel del psiquismo del sujeto una perspectiva comple- Ja lo figura como psiquismo multidimensional, donde junto al eje del deseo articulado en el Edipo y la sexualidad, se juegan otros, como los ligados al narcisismo y agresién y ala ‘autoconservacién. No hay pues un centro tinico del cual se desprenderian como ramas de un tronco todos Ios otros, sino diversidad de ejes: descentramiento que no elimina la sexua- Tidad sino que complejiza el psiquismo. Este deviene hetero- géneo, constituido por miltiples sistemas a su vez complejos, y sus interjuegos». Quizis es en Silvia Bleichmar donde encuentro uno de los pensamientos mas lticidos respectos del Edipo, levando al li- ‘mite la tensidn entre descubrimiento e invencién, con un des- pliegue de ideas verdaderamente nuevas que ~estimo- serén materia de trabajo para el psicoandlisis durante mucho tiempo. Silvia Bleichmar piensa al Edipo como un acierto pero tam- bién como impasse, ya que més allé de constituirse como un eje ordenador de las relaciones de amor con el semejante, debe ser desligado de las forthas que la subjetividad fire to- mando a finales del siglo XIX y comienzos del XX. «El modelo de familia que conocemos esté en mutacién; nos vemos enfreniados a nuevas formas de engendramiento y procreacién, desconocidas hasta la actuatidad. Rota la reta- cidn entre procreacién y sexualidad, no hay ninguna razén para que la gente tenga hijos, saivo porque quieren, por an- ‘gustia de muerte, por el deseo de trascendencia o por la ne- cesidad de amar a otro. Edipo...da cuenta de un modo de constitucién de la subjetividad histéricamente determinado que debe ser desprendido de los elementos de universalidad que guarda: asimetria sexual y simbéliea del nifio y del adul- fo, prematuracién de la erfa humana como efecto de la pre- sencia de la sexualidad inconciente det adulio, ligazén amo- rosa al aduito como forma de rengarzamiento y sublimacién del deseo pulsionaly."* "© Rojas, M. C. 2007) «EI complejo de Edipo revisitado», Pensando lo vineular, Cundernillo N° 1, A.A.PP.G., 2007. Pecos des Coors 11s La potencia de Ia tensién entre descubrimiento ¢ inven- ign, radica en que para Silvia, el descubrimiento se sitda del lado de la parasitacion sexual y simbética del adulto sobre el nifio. Hace de la asimetria fundante y de las condiciones de crianza un eje crucial, me atreverfa a decir, allf si, universal. De esta forma, enuncia la hipétesis mds fuerte que se ha pro- ducido en los tltimos afios sobre el Edipo y con la brillantez de su pensamiento y de su pluma, afirma: «Siendo el nifio parasitado sexual y simbélicamente por el adulto en la medida que éste introduce formas de la sexualidad en todos los euidados precoces que le brinda, el complejo de Edipo debe ser reinventado haciendo girar la flecha con la que Freud lo habla pensado. Podemos reformular el Edipo como estructura fundante ~y més allé de las formas histéricas que ‘asume— como la prohibicién que toda cultura eferce respecto a Ia apropiacién del cuerpo del nifio como lugar de goce del adul- 10. Esta conceptualizacién sostiene lo central de la prohibicién en el interior de la asimetria sexual y simbélica inter-genera- cional, reubicando al mismo tiempo el cardcter fundante de la prohibicién como lugar generador del fantasma infantily.” Por supuesto, no es la misma hipétesis que la de Nasio, Para él, «Todos los nifios, independientemente de sus condi- ciones familiares y socioculturales, viven esa fantasia uni- versal del complejo de Edipo. Ya sea hijo de una familia clé- sica, de una monoparental, o de una reorganizada, ya sea que esté creciendo en el hogar de una pareja homosexual y hasta si se trata de un nifio abandonado, huérfano 0 adopta- do, ningtin nifio escapa al Edipo».” La torsién extraordinaria relanza el Edipo no ya del lado de aquello a lo que ningin nifio escapa, sino a aquello de lo que los adultos debemos acotar de goce para que la subjetivi- dad humana pueda advenir. " Bleichmar, S. (2006) Paradojas de ta sexuatidad masculina, Buenos Aires, Paidés, 2006, Idem, P idem 4. 116 ___racosins das Capac Sncnan, Tomo XOCKI,N 12008 pp 105-128 A Silvia Bleichmar le gusta la idea de la universalidad, aun cuando entiende la tensién entre ésta y los movimientos singulares de apropiaciGn y metabolizacién de lo vivido. «El Edipo nos homogeneiza, y el ingreso a la cultura no pasa ya por la técnica, por la creacién artistica, por la con- fianza en Dios, o por los modales de la mesa: basta con tener Ta prohibicién del incesto y con ello somos todos tan huma- nos como el mejor. Ello constituye su aporte pero tal vez también su mayor lastre, cuando el afin de universalidad hace perder de vista que el psicoandlisis se instituye sobre el horizonte de la bits- queda de determinacién de las legalidades psiquicas pero que al mismo tiempo, es imposible su implementacién en la de- terminacién de fenémenos si no es a partir del reconocimien- to de la singularidady." Lejos, irremediablemente lejos de la absolutizacién que por momentos tomaba el Edipo para el fundador, cuando sostenia que dlos prototipos filogenéticos que el nifo aporta al nacer son precipitados de la historia de la civilizacién humana. El complejo de Edipo es uno de ellosy."* Entre nosotros, en nuestra instituci6n, varios autores cues- tionaron {a universalidad del tabti del incesto desde la ley pa- terna, Algunos asignaron un valor estructurante al complejo fraterno. En un detallado estudio, Rubén Dimarco, Lucrecia Riopedre y Mariana Sonego dan cuenta de esos recorridos tedricos. Dicen: «Algunos autores se interrogan por la relevancia que ad- quirié en el psicoandtisis el estudio del mito de Edipo que daria cuenta de las relaciones de verticalidad, en compara- cidn con otros como el mito de Antigona que explicarian las de horizontalidad (Czernikovsky, E., 2003). El complejo fra- % Bleichmar, S. (2004) «Qué permanece de las teorias para la préctica ‘actualy, Seminario, Clase 1, del 12-4-04, En: wwwsilviableichmar.con Idem 6. 2009, pp 15-128, 47 terno es un lazo que para ser instituido requiere organizarse a pesar del padre, o mas alld del padre, y no por preseripcién paterna. (Berlfein, E., 2003). Lo fraterno y lo paterno pensa- dos desde el Edipo, se relacionan con la iegalidad de la pro- hibiciOn, pero si se piensa lo fraterno como lo vincular por excelencia, la prohibicién del incesto serd slo una manera entre otras utilizada para velar imaginariamente el vacio vin- cular, (Matus, S., 2003)" La idea de un aparato psiquico abierto con la posibilidad de nuevas marcas obliga a la reformulacién de muchos concep- tos. El enamoramiento ya no es pensable solo como reedicién estereotipada de experiencias infantiles sino también como experiencia inédita que produce cambios en el posicionamien- to subjetivo. Desde esta concepcién, el Edipo seria «una mar- ca, un registro que hace corte en el flujo». La légica del Edipo seria imprescindible para la constitucién subjetiva y vincular, pero no alcanzaria a explicarla. «Ambas no son sin Edipo aun- que luego deban prescindir de él». (Makintach, A., 2002)" Falocentrismo y sexualidad femenina Si pensar al Edipo como centro iinico provoea polémicas; sila tension entre descubrimiento e invencién, mas aca o mas allé de la pretensién de universalidad genera fuertes contr versias, los aleances de Ia nocién de Edipo se encuentran con uno de Sus obstculos mas grandes cuando se trata de las con- secuencias que sus teorizaciones traen a la sexualidad feme- nina. En este punto y en la temdtica de la castracion se juegan las batallas més dificiles ya que se producen los cuestiona- mientos fundamentales a ia teorfa del Edipo. Es enorme el esfuerzo que deben hacer los diferentes auto- res para cuestionar los instituidos més brutales, los impensa~ wDimarco, Rs Riopedre, L.; Sonege, M. (2004) «El complejo de Edipo en los vineulos». Pensamiento vineular, un recorrido de medio siglo. Buenos Aires, A.APPG, 2004. "Ider, 18 bles mas disciplinarios, las maximas tan defendidas. Uno lee autores apasionados, con frases en las que se los ve enoja dos, ofuscados, rabiosos. «Edipo nos hace descubrir —dice Vicidamente R. Rodolfo~ no la prehistoria del nifio ni ningtin sujeto originario, sino una vetusta pero activa red mitica donde la imago de ta mu- Jer madre es asimilada a una Naturaleza devoradora y peli- ‘grosamente arcaica, tirando hacia st a los hijos con su deseo, destino de muerte y psicosis si no interviene un VII Regimiento paterno salvador. Esta red mitica, que justifica religiosamen- te ~es decir, en to politico la dominacién y la explotacién eercida sobre el género femenino, es del todo previa al (com- plejo de) Edipo, pero no es “pre”-edipica. Metastasia el con- ceptoy le impone sus modos de lectura de la diferencia sexual. Preso de esie esquema binario, el concepto del (complejo de) Edipo no puede procesar la diferencia sino haciéndose cém- plice del falocentrismo mas habitualy.® B, Roudinesco se suma en esta direccién, «Freud sostiene a tesis de un monismo sexual y una esencia masculina de la libido, En esta perspectiva de una libido tinica, apoyada en las teorlas sexuales inventadas por los niftos, mostraba que enel estadio infantil la nifta ignora la existencia de la vagina y considera el clitoris como un homblogo del pene. La sexua-~ Tidad de la nifta se organiza alrededor del falicismo. A partir de 1920 esta tesis frewdiana fue objeto de impugnaciones de los kieinianos, quienes criticaron y con justa razén, la extra~ vagante hipétesis de la ausencia en la nifia de la sensacién de la vagina y opusieron una concepeién dualista ala nocién de libido tinicay. La hipstesis freudiana, insisto, le resulta a la autora, extravagante. Pero no es lo tnico. «Segiin Freud, para aleanzar su plena madurez sexual, la mujer debe renun- ciar al placer clitoridiano en beneficio de su placer vaginal. ¢Por qué una tesis tan extravaganie? La mujer bajo la forma de madre es excluida por Freud de la escena original del asesinato del padre, cuyo motivo era ella. ¥ por esa razén ademés, puede convertirse en la esposa del hijo en la familia Idem 8. Yiesos,Toa0 X33 2008, pp 105.128, 119 eo de eC mondgama edipica. Pero con la condicién de renunciar a ese clitoris infernal, fuente de misticismo 0 delirio. Ese renun- ciamiento tiene su corolario en el destino masculino. Pues para ser civilizado y satisfacer a la mujer, el hombre freudia- ‘no debe controlar la sexualidad salvaje que ha heredado det padre de la horda y aceptar la declinacion de su antiguo po- dery.” ‘Tenemos entonces, el doble modelo de un Edipo hamleti- zado. Asi, el incesto y el crimen se repiten en el drama de un sujeto con inconciente y con conciencia de culpa. La familia edipica intenta revalorizar simbélicamente a un padre en de cadencia. Asi, el sujeto edipico, lejos de aferrarse al pasado, podra separarse y acceder a cierta aulonomfa. Ello construye luna teoria de la Sexualidad femenina, «extravagante» para E. Roudinesco, «euriosa» para J, Laplanche. En tn reportaje rea- lizado por Oscar Sotolano, dice: «Y% pienso que esta teoria de la sexualidad femenina es curiosa, en el sentido de que finalmente esté centrada sobre Ja sexualidad masculina, esté enteramente centrada sobre el problema de la castracién, y que, como dice Preud, final- ‘mente el pasaje a la vagina se hace por una vuelta muy com- plicada por el complejo de castracién, por el deseo del pene, ‘por el deseo infantil, una teoria absolutamente falocéntrica».” Castracién, diferencia, diversidad Laplanche remarca el uso de dos palabras en Freud para significar diferencia y diversidad. Unterschied, es decir dife- rencia, y Verschiedenheit, es decir, diversidad. Sefiala que Freud hablé de la diferencia de los sexos en el marco de una logica binaria en la cual Unterschied es falo 0 no falo. La idea de Verschiedenheit, en cambio, abre sobre la diversidad; es decir que la Verschiedenheit puede producirse entre dos "Idem 3. » Laplanche, J. (1992) «Reportaje a Jean Leplanche realizado por Oscar Sotolano», Revista A.EA.P.G, N° 18, 1992. 120 raed ta Conan dre, Tomo XXXI NL, 2008 pp 105-128 términos pero también entre tres o mas términos, Sefiala La- planche que si tomamos los colores, hay diversidad (blanco, verde, azul), Pero si utilizamos una clasificaci6n binaria, di- riamos que lo que existe en el mundo es, por ejemplo, verde 0 no verde, y esto seria entonces Unterschied. Se trata enton- ces de pensar en diferencia o diversidad sexual. El esquema clisico freudiano llevaria asi para Laplanche a una l6gica que anularta la posibilidad de pensar en diversidad sexual més allé del eje de la castracién. Nos dice: «Pienso que es en efecto muy curiosa, y usted sabe que de entrada en el movimiento psicoanalitico hubo muchas discusiones alrededor de este punto, junto con la dis- cusin acerca del conocimiento o el no conocimiento de la vagina en la nifia (13). Cuando digo que alli hay una hipote~ a de la oposicién fantasia/realidad, es que esta discusién esid centrada sobre un problema de percepcién real: si la nifia percibe o no el hecho de que tiene una vagina. Pienso que la categoria de agujero, es decir la categoria de la pene- tracién, es un significante en parte entero, y no simplemente el negativo del pene».® Abre asi, a uno de los debates més fuertes, de los problemas més complejos que existen para el psicoandlisis, sobre todo después de Lacan, y es el problema de la castracién. Quizés para Lacan, la castracién sea mas universal incluso que el pro- pio Edipo. Para acceder a un fin de andlisis, el sujeto debe «aleanzar y conocer el campo y el nivel de la experiencia del desasosiego absoluto, a nivel del cual la angustia ya es una proteccién» porque le permite «tocar qué es y qué no esr. Descubrir, en otras palabras, su ser para Ia muerte. Con este marco de referencia la funcién analitica sera precisamente, la de ir més allé del Edipo: llegar al Iimite de la experiencia del deseo. 2 Laplanche, J. (2000) Entre sediuceiin ¢ inspiracién: el hombre, Buenos ‘Aires, Amorrorta Editores, 2001 # Lacan, J.(1963) Seminario X La Angustia, Buenos Aires, Paidés,2006

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