Compostela: pedir por un ser querido, expiar una culpa y, especialmente, buscando la
salvacién del alma. Se decia: "Quien llega a Compostela tiene el alma salvada”.
Al tercer dia, encontrandose cerca de Pamplona, se encontraron con el séquito del
conde de L’Aube, Endrina quedé maravillada por tanta riqueza en vestides y joyas. A
éste le seguian servidores, esclavos, capellanes, médicas, travadores, ete. Guillaume y
Henri intentaron acultarse y pasar desapercibidos entre el resto de los peregrinos
{también conocidos como rameros). La muchedumbre se abarrotaba y peleaba por
conseguir los primeros puestos y ver mas de cerca la procesién protaganizada por el
conde. Entre tanto alborote, Guillaume cayé al suelo y una mujer grité para calmar el
alboroto e intentar que no pisasen al recién caido. En este momento, todas las miradas
se centraran en Guillaume y el conde se acerc6 y lo interrogé. El conde le dijo que sus
ojos le eran muy familiares y que crefa haberlo visto en otro lugar, lo que Guillaume
negaba con la cabeza baja. Guillaume, cada vez mds nervioso, no sabia qué hacer. Henri
se mantenia en la distancia totalmente pdlido. Endrina no entendia la situacién. Pronto
fray Roderick empezé a cantar y bailar camo loco para llamar la atencién, haciendo que
el conde dejase de preguntar a Guillaume y se marchase junte a su séquito. Marchado
ste, todos (Endrina, Juan sin cuitas, Henri, Guillaume y fray Roderick) se juntaron de
nueva y prosiguieron su viaje. Endrina pregunté por la actitud de los dos peregrinos, a
lo que fray Roderick le dijo amablemente que na preguntase. A pesar de ello, Endrina
no dejé de hacerse preguntas.
Al anochecer Ilegaron a Pamplona. Endrina, después de tres jornadas de camino y de
dormir en suelos de humildes iglesias, queria disfrutar de lo que le ofrecia esta ciudad,
ver-cosas nuevas y conocer'a multitud de gente. Guillaume y fray Roderick querian partir
de nuevo a la primera luz del alba, por lo que el segundo intenté disuadir a Endrina y
distraerla contandole algunas historias, como la de! Puente de la Reina.
5. ZAdénde iré aquel romeiro?
‘Al dia siguiente, como estaba previsto, marcharon de Pamplona. Era un dia gris y
Iluvioso, por lo que Endrina decidié tocar la flauta para amenizar un poco la travesia y
mejorar los dnimas. Mas tarde, fray Roderick le pidié que cantase algunas canciones de
su tierra. Tras pedirle a Endrina que descansase la vor, fray Roderick decidié contar él
alguna historia para seguir amenizando el viaje, la de un buen romero que ayudaba a
quien necesitaba y se vio bendicido por el apéstol Santiago ( Saint Yago).
El fraile se cayé al aleanzar lo alto de la sierra, lugar desde el que pudo comprobar que
el séquito del conde no se encontraba cerca. Tras las palabras de tranquilidad de fray
Roderick hacia Guillaume, Endrina comprendié que huian del conde que habian visto el
dia anterior, quizés porque éste quisiera rabarle la bolsa que Guillaume llevaba colgada
del cuello. Tras respirar tranquilo, Guillaume permitié parar y descansar a los viajeros.
Después de comer un poco, reanudaron la marcha. Tras caminar un poco, pronto se
toparon con cantos de peregrinos. Endrina se extrafid, ya que no tenian peregrinos ni
por delante ni por detrds, alo que fray Roderick le dijo que existian varios caminos para
llegar hasta Santiago de Compostela. Varios de ellos se reunian en un Gnico camino, en