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1, El discurso social: problematica de conjunto Hay cosas que todos dicen porque fueron dichas alguna vez, MONTESQUIEU, Consideracones sobre las causas de ta grandeza de ls romanssy desu decadencia Al pensar en lo que se decia en su pueblo, y que habia hasta en las antipodas otros Coulon, otros Marescot, otros Foureau, sentian pesar sobre PLauBERT, Bouvard y Pécuchet Una conducta le parece familiar: descubra cestablecida, descubra lo absurdo. BRECHT, La excepeién y la rgla EL DISCURSO SOCIAL ice y se escribe en un Jo que se habla amente o se representa hoy en los medios electrénicos, fodo lo que se narra y argumenta, sige considera que narrary ar — gumentar son los dos grandes modos de Snico y redundante, sino a los sistemas genéri repertorios t6picos, las reglas de encadenat ces de hacer aparecer un sistema regulador global cuya nacuraleza ; 22. EI. DISCURSO SOCIAL no se oftece inmediatamente a la observaci6n, reglas de produc- cién y circulaci6n, asf como un euadro de productos [Lo que yo propongo es tomar en su fotalidad la prod cial del sentido y de la representacién del mundo, produccién {que presupone el sistema completo de ls intereses de los cuales tina sociedad est cargada” (Fossaert,1988a: 881). A a operacién radical de desclausuramiento que sumerjales cam- pos dscursivos tradicionalmente investigados como si existeran Aislados y fueran auténomos (Ia literatura, la losis, los escritos Ciemtificos) en la totalidad de lo que se imprime yse emuncia jas titucionalmente. Tengo la intencién de tatar de leno, si puedo decirlo asi, la enorme masa de los discursos que hablan, que he- cen hablar al soci yHegan al ofdo del hombre en sociedad. Me propongo recorrer y balizar la totalidad de este vasto rumor onde se encuentran Tos lugares comunes de la conversacin y jas bromas de café, los espacios trviales de la prensa, del perio- dlismo, de los dexdgrafs de “Ia opiniGn piiblica’, asf como las for mas etéreas de la busqueda estética, a especulacin filos6fcay la formalizacin cientifica; donde existen tanto los esléganes y las doctrina politicas que se enfrentan estruendosamente como los mento dado, todos esos discursos estin provistos de aceptabili- dad y encanto: tienen eficacia social y piblicos cautivos, cayo ha- bitus déxico conlleya una permeabilidad particular a esas influencias, una capacidad de apreciatlas y de renovar su neces dad de ella. "Tomo como objeto concreto, afin de ilustrary validar esta refle- xi6n sobre el discurso social, la totalidad de la “cosa impresa” en francés (0, al menos, un muestreo muy extenso de ella) produ cida en el curso de tn afio: 1889. Se trata de establecer tn corte sincr6nico arbitrario para describir y dar cuenta de lo escribible de esa época. Mas adelante explicaré los motivos de esta eleccin “En todo caso, esta empresa no apunta solamente 2 producir una deseripcién, un cuadro de los temas, los géneros y las docts- nas de una época (aunque tal deseripeién presentarfa en sf misma certo interés). Supone la construeci6n de tun marco tebrico y de enfoques interpreiativos que la organizacién del material reeolec- 0 SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 23, presuntamente ha de ilustrar y justiicar ¥ supone en espe- cial el hecho de llegar a dar una comsistencia teGriea ala nocion discurso social” ya mencionada, Me parece pertinene, antes de comenzar con el andlsis del curso social en 1889, exponer primero la problemética de c ito, tarea que se anticipa, por cierto, al reso del texto, ya que s nociones y ls teis que van a formolarse se construyen a partir de fa reflexion sobre el corpus estudiado, asf como sobre los obs culos y las difcultades encontradas. Hablar de discurto sociales y,a partir de all, como hechos histricos. También es ve, aquello que se esribe yse dice en tna sociedad, hechos que “funcionan independientemente” de los usos que cada individuo que existen “fuera de las concioncias individuals? y aque tienen tna “potencia” en virtud de Ia cual se imponen. En consecuencia, mi perspectiva retoma lo que se narra y se argu- ment aislado de sus “manifestaciones individuals", y que sin ‘embargo, no es reducible alo colectvo, alo estadsticamente dF fundido: se trata de extrapolar de ess “‘manifestacionesiniviiua Jes” aqueilo que puiede ser funcional en las “relaciones sociales", en lo que se pone en juego en la sociedad y es vector de “fuerzas sociales” y que, en el plano de I observacin, se identifica por la aricién de regularidades, de prevsibilidades, En ese proyecto dle un andisis de los discursos como productos sociales el lector habrd reconocido un eco de los principios de Durkheim ([1895], 1968). El discurso social -si acaso iene alguna relacin con la lengua normative, la “lengua teraria” de una sciedad~ no tiene relacion 1 a“lengua de Ios lingistas, Si bien el discurso socal es la me= diacion necesaria para que el e6digo lingtistico se concrete en emunciados aceptablese inteigiles, la perspectiva sociodiscursiva permanece heuristicamente alejada del ambito de la lingistca. ‘Ambas perspectivas parecen irreconciliabes, y el andisis de los lenguajes sociales es antagonista (como, segiin mi parecer, de- muestra toda Ia investigacion contemporsnea) de la descripeién de “Ia engua” como un sistema cuyas funciones sociales deben ser, en cierto modo, neutralizadas, escolomizadas Sin embargo, e ial es abordar los discursos como hechos ‘24 EL DISCURSO SOCIAL, discurso social, al igual que el “c6digo” lingistico, es aquello que ‘ya esté alli, aquello que in-forma el enunciado particular y le con- fiere un estatus Porque todo discurso conereto (enunciado) descubre siempre el objeto de su orientacién como algo ya especi- ficado, cuestionado, evaluado, envuelto, si asi pudiera decitse, por una bruma ligera que lo oscurece o, al con- trario, como algo esclarecido por palabras ajenas a su propésito, Esta envuelto, penetrado por las ideas genera- les, las perspectivas, las apreciaciones y las definiciones de otros. (Bajtin, 1978: 100) LUNA INTERAGCION GENERALIZADA, ‘A primera vista, el yasto rumor de los discursos sociales da la im- presion de barullo, de cacofonia, de una extrema diversidad de temas, opiniones, lenguajs, jergas y estlos; es en esa multipice dad, en esa “heteroglosia” o *heterologia” donde se ha detenido fandamentalmente el pensamiento de Bajtin. Este autor acenctia uunilateralmente la flue, la desviacin creativa hacia una repre- sentacién de lo social como tn lugar donde las conciencias ("res- pondientes" y dialogizadas) estan en constante interacci6n, un lugar en el que las legitimidades, las jerarqutas, las resticciones y 12s dominantes s6lo se consideran en la medida en que propor- cionan material a la heteroglosiay, en el orden estético, al texto polif6nico. Nosotros no podemos seguir a Bajtin en este “mito Gemocritico” (Bessiére): lo que trataremos de hacer es exponer las contradicciones y las funciones, no para describir un sistema ‘estitico, sino aquello que llamaremos una hegrmonia, entendicia como un conjunto complejo de reglas prescriptivas de diversifica- Gibn de lo decible y de cohesiGn, de coalescencia, de integracién: El discurso social no es ni_un espacio indeterminado donde las, diversas tematizaciones se producen de manera aleatoria, ni una yustaposicién de sociolectos, géneros y estilos encerrados en sus N, DISCURSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 25, iciones, que evolucionan segtin sus propias pautas in- ablar del discurso social ser describir un objeto mado por una serie de subconjuntos interactives, de clementos metaféricos, donde operan tendencias he- 8 yleyes tacitas. go, Fetendremos la tesis de Bajtin que sostiene una generalizada, Los géneros y Ios discursos no forman jos reciprocamente impermeables. Los enunciados no de- ¥e como “cosas”, como ménadas, sino como “eslabones” s dial6gicas; no se bastan a sf mismos, son reflejos unos 05, estin “enos de ecos y de recuerdos", penetrados por sdlel mundo, tendencias, teorfas" de una época. Aqui se es as nociones de intertextualidad (como circulaci6n y trans acién de ideologemas, es decir, de pequefias unidades intes dotadas de aceptabilidad difusa en una dexa dada) y lonlscursividad (como interaccién e influencia mutua de las eas del discurso). Estas nociones convocan a la investiga- n dle reglas o de tendencias, en absoluto universales, pero eapa- lefinir e identificar un estado determinado del discurso so- las invitan a ver de qué manera, por ejemplo, ciertos ogemas deben su aceptal y reactivaci6n, al pasar de la prensa de actw al discurso médico y cientifico, 0 al ensayo de ete Mi proyecto busca sacar a la luz esta interdiscursividad genera \la de fines del siglo XIX, y volver a poner en comunicacién 16- fica y tematica los espacios sublimes de la reflexién floséfica y la ratura audaz ¢ innovadora con el campo trivial del eslogan po- tico, la canci6n de café concert, y la comicidad de las revistas sa- as, de las bromas sobre los militares y de las “gacetillas” de la prensa popular Lo que se enuncia en la vida snunciado “reconoce” su posicionamiento en la econ cursiva y opera segtin este reconocimiento; ef discurso social, como unidad global, es la resultante de esas estrategias miiltiples, aunque no aleatorias, 26 ELDISCURSO SOCIAL ALEGORESIS, INTERLEGIRILIDAD El efecto de “masa sincrénica” del discurso social sobredeter- mina la legibilidad de los textos particulares que forman esa masa. A la lectura de un texto dado se superponen vagamente otros textos que ocupan la memoria, por un fendéme: logo al de la remanencia retiniana, Esta sobreimpos lama, en los discursos sociales antiguos y clasicos, alegoresis: proyeccién centripeta de los textos de toda la red sobre un texto-tutor o un corpus fetichizado (Zumthor; Survin). Fen6. menos andlogos se producen en los discursos modernos, por una necesidad estructural que resulta de Ia onganizaci6n topo- l6gica de los eampos discursivos | La imterlegibiidad asegura una entropia hermenéutica que XU . hace ieer los textos de tna época (y los de la memoria cultue F val) con cierta estrechez monosémica, que escotomiza la natu- raleza heterol6gica de ciertos escritos, anula lo inesperado y re- duce lo nuevo a To prevsible. Las “nuevas ideas” corren el riesgo de pasar inadvertidas porque se abordan en un marco (_._ preconstruide que descibuja aquello que se presta a una ec. ~~ tura “diferente”. io de la campaiia electoral deenero de 1880: El martes pasado entré padre! (Utuivaci, IRSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 27 MAS ¥ CONTENIDOS a consecuencia de nuestro enfoque es no disociar ja- ‘ontenido" de la “forma’, lo que se dice y la manera ade- c decitlo, El diseurso social une “ideas” y “formas de ha- manera que a menudo basta con abandonarse a una para dejarse absorber por la ideologga que le es inma- Si cualquier enunciado, oral o escrito, comunica un “men a forma del enunciado es medio o realizacién parcial de sje. Se puede pensar en las frascologias de los lenguajes ’icos, en los clichés eufSricos (“Todos los franceses que se por ka dignidad y el honor del pafs estardn de en...").2 Los rasgos especificos de un enunciado son de una condieién de produccién, de un efecto y de una El uso para el cual un texto fue elaborado puede ser ro- jo en su organizaci6n y en sus clecciones linguisticas (Gri- 173: 7). ropo Es WEOLOGIA cn todas partes, en todo lugar, y la palabra misma “ideo de ser pertinente en el sentido de que, al seguir el guiaba la reflexién hacia una semidtica sociohistérica, mu cos investigadores han legado a hacer suya la proposicién inau- rural de Marxismo y filosfia del lenguaje (1929): todo lenguaje es 16gico, todo lo que significa hace signo en la ideologia, Cito a Bajtin/Voléshinov: 2 Quinaaine rie poi, 828. 28 EL DISCURSO SOCIAL, E] Ambito de la ideologia coincide con el de los signos: se corresponden mutuamente. Alli donde se encuentra el signo, se encuentra también Ia ideologfa. (Baj- tin/Vol6shinov [1929], 1977: 27) “Todo lo que se analiza como signo, lenguaje y discurso es ideol6- ggico” significa que todo lo que puede identificarse alli, como los tipos de enunciados, la verbal estructuracién o de composicién de los enunciados, la gnoseolo- «gia subyacente en una forma significante, todo eso leva la marca de maneras de conocer y de re-presentar lo conocido que no van de suyo, que no son neces iversales, y que coi apuestas [enjeus] sociales, manifiestan intereses sociales y ocupan ‘una posicién (dominante o dominada, digamos, aunque la topo- logia a describir sea mas compleja) en la economia de los disci 808 sociales. Todo lo que se dice en una sociedad realiza y altera modelos, preconstructos (todo un yaaallf que es un producto so- cial acumulado). Toda paradoja se inscribe en a esfera de fuencia de una daxa. Un debate s6lo se desarrolla apoyéindlose tuna tépica comtin a los argumentos opuestos. En toda sociedad, 7 la masa de discursos ~divergentes y antagénicos-engendra un do- cible global ms allé del cual s6lo es posible pescibir por anacr nismo el ‘noch-nicht Gesagtes", lo atin no-dicho (para citar aquia Ernst Bloch) HEGEMONIA El solo hecho de hablar del discurso social en singular (y no evocar simplemente el conjunto contingente de les discursos sociales) im- «qe, més alld de Ia dversidad de los lenguajs, de la variedad de las pricticas significantes, de los estilo de las opin vestigadar puede iden tmaneras de conocer y de sgiifiar To conocido que son To propio de una sociedad y que regulan y trascientien Ia dvsin de los die cursos sociales: aquello que, siguiendo a Antonio Gramsci, se lla- DISCURSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE C¢ INTO 29 nonia’ La hegemonfa completa, en el orden de la “ideo- sistemas dle dominacién politica y de explotacién econé- saracterizan una formacién social. En relacién dialéctica 1 discurso (segiin sus destinatarios, sus distincién, su posicin topolégica ligada a un determi- ato), es posible postular que las pricticas significantes ‘edad no estin yuxtapuestas, sino que for- yson cointeligibles, no solamente porque producen y se imponen temas recurrentes, ideas de moda, es comunes y efectos de evidencia, sino también porque, de mas disimulada, més alla de las tematicas aparentes (e in- nclolas), el investigador podr reconstituir reglas generales de le yde lo escribible, una t6pica, una gnoseologia, devermi- en conjunto, lo aceptable discursivo de una época, En cada {_-con el peso de su “memoria” discursiva, la acumulacién gnos y modelos producidos en el pasado para estados anterio- len social~ la interaccién de Ios discursos, los intereses los sostienen y la necesidad de pensar colectivamente la nove- ’st6rica producen la dominancia de ciertos hechos semi6t “de “forma” y de “contenido” que sobredeterminan glob: nte lo enunciable y privan de medios de enunciacién a lo pensable 0 lo “atin no dicho” (que no se corresponde de nin- ‘modo con Io inexistente 0 16 quimérico) La hegemonja que abordaremos aqui es la que se establece en 1 discurso social, es decis, en la manera en que una sociedad dada versificaciones se objetiva en textos, en escritos (y también en géneros orales). la consideraremos un mecanismo de dominio que abarcaria ala cultura, que abarcaria no sélo los discursos y los mitos, tuales" (en un sentido amplio), la semantiza- y las significaciones inmanentes a las diversas ssa las “creencias” que las movilizan, Sin duda, hegemonfa discursiva s6lo es un elemento de una hegemonia cultural mas abareadora, que establece la legitimidad y el sentido 8 Sobre et singular de “A al" ate Rosser, 19884: 111 ARS ga 30 FL-DIscuRso SociAL, de los diversos “estilos de vida", de tas costumbres, actitudes y mentalidacles’ que parecen manifesta. Mis adclante-exponyo Jas razones por las cuales me parece pertinente aislar el andlisis de Jos discursos sociales del resto de lo que en la cultura produce sentido y por lo que la sociedad se manifiesta organizada y axiolo- gizada 2 Hago una aclaracion: no llamo “hegemon‘a’ al conjunto de los _Desquemas discursivos, temas, ideas ¢ ideologias que prevalecen, Predominan, 0 tienen el mis alto grado de legitimidad en el di / curso social global 0 en alguno de sus actores. La hegemonia es, mis bien, ef conjumto de los “repertorios”y reglasy la topologia de los “estatus” que confieren a esas entidades discursivas posicion *)nes de influencia y prestigio, y les procuiran estilos, formas, micro- relatos yargumentos que contribuyen a su aceptabilidad, Puede suceder que, para abreviar, se diga que tal tematica, tl fraseolo- sfa, tal conjunto discursivo son “hegemsnicos?, Esto es mani en términos simplificados el hecho de que esas entdades aprove- chan la 6gica hegemsnica para imponerse y difundirse. La hege- ‘monfa designa entonces tn grado mis elevaio de abstracei6n que 1a descripcién de los discursos. Mutatis mutandis, ella es alas pro- ucciones discursivas y dxicas lo que los paradigmas (de Kulhn) © las epistemes (de Foucault) son a ls teorfas y las doctrinas cien- tifcas que prevalecen en una época dada: un sistema regulador que predetermina la produccién de formas discussvas concretas, Decir que tal entidad cognitiva o discussiva es dominante en una época dada no implica negar que esta inserta en un juego en el que existen muiltiples estrategias que la cuestionan y se oponen a ella, alterando sus elementos. En este sentido ~pongo un ejem- plo banal-, en 1889 hay una cierta censura sobre el sexo y sus re presentaeiones (aunque no puedo esbozar sus caracteristcas en Pocas lineas). No obstamte, esta misma censura permite que el li- bertinaje “bien escrito” de Catulle Mendes, Ia apologga de boule. vad de las cocottesy del Paris de los placeres, o las audacias oseura mente sublimadas de la innovadora novela naturdlista 0 modesnista se manifiesten, adquieran prestgio alos ojos de algu nos y tematicen, en cierto modo, sus transgresiones. La hegemo- fa es lo que engendra ala vez el sexo “victoriano" reprimido ysu HL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 31 “wansgresiones” y ‘audacias”, Porque a la hegemonfa lidad, e] interéseteetura, Catulle Mendes y Ra- mis audaces que fueran, son tan “ilegibles" hoy como ica”, Permeables a las ideas dominantes que su *perver- ;placia en transgredir, s6lo podian operar cierto icante y “significative” en el interior de su propia “de su tiempo”. En virtud de una ih asin duda agradable, un aficionado curioso puede en- todavia cierto encanto en Péladan, Rachilde o Jean Lo- quienes nos dan Ia intuicién fugaz del tipo “extraio” de so social que alimentaba la dinémica de sus audacias de jento y sus biisquedas estéticas. GEMONIA, LEGITIMACION ¥ ACEPTABILIDAD gemon‘a no es sélo aquello que, en medio del vasto rumor discursos sociales, se manifiesta con mis fuerza 0 se dice en os lugares. Tampoco es esa dominancia cuantitativa que haria audibles” las banalidades del café concert o la broma burda diarios populares frente a los sutiles debates de la Revue des Dews Mondes. La hegemonia es, fundamentalmente, un conjunto mecanismos unificadores y reguladores que aseguran a la vez / sign del trabajo discursivo y un grado de homogeneizacién ret6ricas, t6picas y doxas transdiscursivas. Sin embargo, esos / ‘anismos imponen aceptabilidad sobre lo que se dice ys es ,y estratifican grados y formas de legitimidad. Por lo tanto, la cemnia se Compone de reglas candnicas de los géneros y los iscursos (incluido el margen de variaciones y desviaciones acep- les), de las precedencias y estatus de los diferentes discursos, las normas del lenguaje correcto (incluyendo también el con- de los grados de distribucién de la lengua, desde el alto estilo srario hasta el vale todo de Ia escritura periodistica “popular” y 32 ELDISCURSO SoctAL de las formas aceptables de la narracién, de la argumentacién y de manera més general, de la cognicién discursiva,y un repertos Hlo de temas que se “imponen” a todos los espfritus, pero de tal suerte que su tratamiento abre el campo de debates y disensos re: ulados por convenciones de forma y de contenido. La hegemonia impone dogmas, ftichesy ables, hasta en una so: ciedad “liberal” que se considera a i misma emancipada de tales imposiciones arbitrarias (a tal punto que uno de los “dogmas” de las sociedades modernas es la pretensi6n de la falta de tas biies, la valorizacién del juicio eritico y la libre expresién de las > “individualidades” que los componen). Entendemos entonces S por hegemonfa el conjuunto complejo de las diversas normes e S imposiciones que operan contra lo aleatorio, 1o centrifugo y lo § marginal, indican los temas aceptablese, in 6 maneras tolerables de tratarlos, einstiuyen la jerarquia de las le- ( gitimidades (de valor, distincién y prestigio) sobre un fondo de relativa homogencidad. La hegemonta debe describirse formnal- < mente como un “canon de reglas" y de imposiciones legitimador ‘2s, socialmente, como un instrumento de control social, como luna vasta sinegia de poderes, restr sin ligados a arbirariosformales y temitieos Lo que llamamos hegemonfa es en un enguaje no idealist, el jones y medios de exclu ‘equivalente del Zeitgeist romantico-hegeliano; un Zeitgeist no con- cebido como el “fenémeno” de una causa expresiva o tna esencia hist6rica, ni como propio de una elite o un puiiado de mentes es- larecidas, de grandes pensadores. (Sin embargo, es cierto que la. hegemonia produce, impone y legitima ciertos pensamientos como “grandes pensamicntos”, y a ciertos pensadores como “la encaraciGn de su época’.) Si bien la hegemonfa esta formada Por regularidades que hacen aceptable y eficar lo que se dice y le confieren un estatus determinado, aparece como un sistema que se regula por sf mismo sin que haya detris un Geist, un director de Orquesta, un Deus in machina, ni siquiera una serie de relevos pro- vistos de una identidad, un rostro. En las sociedades ;primitivas”, la hegemonfa (si es que este término tiene all sentido) se identifica con la eohesién estru turada de los mitos cosmol6gicos y sociogénicos, de los lenguajes madas EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO $3 ygresivamente, de todo lenguaje asociado a las practi- De modo que, en efecto, para tratar esas sociedades, ¢s iniitil, asf como es intitil hablar uso en esta sociedad pris evoco, desde que hay mediacién (cuando el lenguaje de los traducirse a los lenguajes rituales) y disimilacién reservada), ell Jos chamanes usan una jerga que les es! € > de hegemonia puede intervenir, estableciendo qué lecir quéy en qué circunstancias, y c6mo se instauran ls 1 mnscodificacién entre mitos, rituales y otras practicas sig- a sociedad compleja, estratificada en clases y roles socta- las funciones estén diversificadias los antagonistas son la homogeneidad orgénica de los discursos ¢s menos nt. Esas sociedades no dejan de legitimar e imponer formas si6n, principios cognitivos, reglas de lenguaje, inscri= en ws axiomaemiemor Ia valvizael6n dea Ubertad de de la originalidad personal, yel rechazo de las autorida- ogamaticas, como decfamos anteriormente. sita en el tiempo, la hegemonia discursiva propia de una dada se compone de mecanismos reguladores que se Jenta elaboracién (alo de sus fraseologtas y ntos imperceptibles 0 sntinos de la divisi6n de los campos, géneros y discursos cané- aparicién y obsolescencia répida de temas ¢ ideas “de "y relatos de actualidad, intexpretados segin los signos de smpos. Esas diferencias de temporalidades son también rela- ente armonizadas y reguladas, de modo que el conjunto evo- 1a como umn todo. ie La hegemonia no es, entonces, ni yuxtaposicién ni coexisten- 1 pera de muchos“puntes de fe sonic orm njunto que apunta a la estabilidad ya la homeostasis, mien- el a as OST SUT TE ovacién. (La imagen que se imponc aqui es la de una especie 34 HL DISCURSO SOCIAL de “palacio” de la cultura, donde una multitud de artesanos y obreros se encargarfan de las reparaciones permanentes, bajo una coordinacién siempre problematica, para lograr un monumento grandioso, pero siempre inconcluso.) El equilibrio relativo de los temas impuestos, de las normas y divisiones de las tareas no es el resultado de una ausencia de contradicciones: es la resultante de las relaciones de fuerza y de los intereses de todos los interlocuto- res sociales. Los literatos “puros” estarfan satisfechos con tna so- ciedad en la que, como en Viaje al pais de las Articolas, de Marois, solamente la literatura tuviera derecho de ciucadanfa y en la que {a palabra literaria fuera el tinico lenguaje permitido. Los médicos “puros*, si es que existen, tal vez sueficn, como en Les Morticoles, de Léon Daudet, con una sociedad enteramente medicalizada donde el discurso médico tuviera toda la autoridad y ocupara el lugar de la religién, cl arte y la politica. Las utopias satiricas de Daudet y Maurois existen para recordarnos que todo gran sector discussivo (y no s6lo el religioso) tiene un potenci Y que s6lo las condiciones sociales le prohiben persistir en su ‘esencia hacia una extensién méxima.* Conjunto de regias y de incitaciones, canon de I instrumento de control, la hegemonia que “apunta” ciertamente a la homogeneidad, a la homeostasis, no s6lo se presenta como un conjunto de contradicciones parciales, de tensiones entre fuer- zas centrifugas y centripetas, sino qu Jjustamente como resultado de todas esas tensiones y vectores de interaccién. La hegemonia no corresponde a una “ideologia do- minante” monolitica sino (este vocabulario es inadecuado) a una dominancia en el juego de las ideologias. En la hegemonta inter- ‘mas atin, logra imponerse vienen intereses estructurales, tradiciones (porque la hegemonia pre un momento de readaptacién de un estado hegemé- nico anterior), posiciones adquiridas y defendidas, "pereza” inte- 4 Coma se recorders, par Grama la hegemonta ideabigca dels sociedaces modernas reer ‘eligién en las fo pISCURSO SOCIAL: PRORLEMATICA DE CONJUNTO 35, idades de adaptacién ala doxa, Hasta aqui, nada mas, la hegemonga engendra hegemonta: de las nvergencias, se refuerza con el solo efecto de masa. que eso func! 0, 6s necesario reiter idad de ser homogéneo ni “totalitario”; el sis 1 todo tipo de fuerzas centrifugas, vectores de dis- esoterismos, de especializaciones, de disidencias, de An jccidn de la norma lingiistica, dela lengua legtima 9 arte de esta hegemonta, implica también mu escala de 9 su disimilacin en diverosidolectos, més o menos 9 que se refieren al "tipo ideal”, l tiempo que sefalan § es sociales. En busca dal tompeperide se consagra a ta | n de esos lenguajesdstinguidos: el sefior de Norpois hcomo se excrbe en la Revue ds Devt Mendes) no se ex- } Oriane de Guermantes, quien no comprende nada incién burguesa de Madame Verdurin, 0 del esi "del joven Bloch. de un movimiento constamte, donde de Ia daa se en- a paradoja, donde Ia oiginalidad se fabrea con lugares 3s, donde las querellas politics, cenufica y eséticas slo Tan con apuesias comunes y apoydndose en una tpica por la misma vivacidad de ls debates; através también de neiones “locales” ce eada ditcurso (funciones de interpela legitimacién, encantony pecagogias diversas), mediante esas tafleaciones y ese “movimiento” es que opera la rogulnién ménic, Todo esto esl que hace que, para nosotre, con la a “perspectiva del tiempo”, la psicopatologta de la histeria le Charcot, la literatura de boulevard y libertina de Catull as de Emile Zola y las de Paul Bourget, los fachums antisemi- ts de Edouard Dramonty as canciones del eafé concert de Pau- patezcan, tanto por su forma como por su contenido, pertene- ntes ala mismaépoca, mientras que, superfiialmente, todo los ie; esa época que los contemporinteos hubfan I matiz de angustia crepuscular “Fin de siécle” y que una gene- (6n ms tarde se identificaré, con involuntariaironta, como la 96 EL niscuxso sociat Balle Epoque, comienzo de esa Belle Epoguie que va, grosso modo, de ta presidencia de Sadi Carnot. la de Félix Faure HEGEMONIA, ESTADO, CLASE DOMINANTE. La hegemonsa discursiva no es algo que exista “en el aire”. Su base es el Estaco-nacién que ha Megado ya a la madurez, el espa- cio social unificado por la expansiGn de una “esfera pttblica” tendida, Hay una relacién directa entre la realidad “inmaterial” de tuna hegemonfa sociodiscursiva y los aparatos del Estado, las 's coordinadas de la sociedad civil, el comercio del li- bro y del periédico, y el mercado “nacional” que se crea. Sin em argo, las ineas que siguen no conducen a identificar la hegemo- nfa con una “ideologia dominante”, que seria la ideologfa de la clase dominante, La hegemonfa es aquello que produce lo social como discurso, es decir, establece entre las cases la dominacién de institucior ) un orden de lo decible que mantiene un estrecho contacto con la clase dominante. Es conocida la formula de Marx, en La ideologia alemana, que dice: Las ideas de Ia clase dominante son las ideas de la clase dominante de cada época; 0 dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la socie- dad ¢s, al mismo tiempo, su poder «spiritual dominante. (Marx y Engels [1932], 1971: 50) Que Ia burguesfa se “construya un mundo a su propia imagen" (frase que en el Manifiesto comunista no designa s6lo las ideologias, sino la estructura de un mundo material) puede comprenderse en el siguiente sentido, si se aplica a los discursos y los lenguajes canGnicos: con su norma lingiiistica “clevada” y su canon de géne- ros y discursos, la hegemonfa forma un dispositivo favorable a la clase dominante, a la imposicién de su dominacién, porque el costo de adquisicién de skills, de competencias de produccién y de recepcién, es elevado, y las formas de “der a. con los modos de vida y el ethas de las clases e allf que los discursos més legitimos encuentren 0s de la clase dominante sus destinatarios "natura- los a quienes su modo de vida les permite con mucha los como pertinentes y satisfactorios ¢ integrarlos 1e requieren de las otras clases una / ” siempre problematica (Bourdieu, 1979, | ‘mas, los discursos legitimos sirven menos para someter dos (que se dejan dominar, nos recuerda por la fides implicita de su habitus servil) que para reu- 1ry ocupar los espfritus de los dominadores, que necesi- wencidos para creer. nbargo, se puede comprender también que la vulgata sobre la ideologia dominante concluya en la tesis “de il- cia” segiin la cual, a través de todos los debates, de to- .géneros discursivos, a fin de cuentas, la clase dominante (a Jos antagonismos de sus fracciones) siempre termina por ién de las cosas ¢ ideologfas conformes a sus in- hist6ricos. Esta proposicién me parece indemostrable y sica; s6lo puede pasar por tautologia y razonamiento circu- | hegemonia es “social” porque produce discursivamente a iediad como totalidad. No es propiedad de una clase. Pero instituye preeminencias, legitimidades, intereses y valores, jente favorece a quienes estin mejor situados para reco en ella y sacar provecho. omrONENTES SS \O Pace wows lis conveniente ahora enumerar los elementos que componen el 10 hegem6nico, o mas bien (como esos elementos no son di- wociables), los diferentes puntos de vista desde los que este hecho iede ser abordado: ~ 38 EL DIscuRso sociaL SSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 39 LA LENGUA LEGITIMA enguaje no es entendido aqui como eédigo universal y sistema de reglas abstractas. Lo que habremos de considerar es ese “iran- cés literario” que se designa también como “ srgencias y desacuerdos, a veces vi a todos los presupuestos colectivos de los dlis- y narrativos, Péguy, en Nuestra juventud, re- smente que esta t6pica es la condicin de la pro- idiométicas, fraseologias y tropos legitimadores (y de La lengua ofi varia, tan naturalmente adq) retofios de la clase dominant, esta hecha de esas fuerzas que tras- heteroglosia) de una sociedad de 105 [dreyfusianos y antidreyfusianos), hasta rdo, tenfamos un postulado comin, un fu- gico” (Bajtin). icial, que era evidente, sobre Ia ct faba de acuerdo, de la que ni siq era tan evidente que se sobreentendia en utes [...] era que no habia que traicionar, que la iar, era un crimen No consideramos la lengua como un sistema de catego- rias gramaticales abstractas, sino como un lenguaje ideo- mo una concepeién del mundo, como lo que garan- on sus “amigos”, la izquierda del Partido Socialista, recusan ese foposy Ia evidencia de ese “lugar ¢o- no es un e6digo ciones donde los efectos de reconocimiento se deben al menor de- talle. La Revue des Dews Mondes, que es la tinica que én 1889 man- tiene a pie juntillas la ortogralia “enfans” (por enfants, “ni “jugenens (por jugements, jicios”),ete., sabe hasta qué punto ese de- talle halaga la delicadeza de sus lectores. ‘a produce lo opinat ible, pero también esti esta en toda secuencia narrativa, constituyendo el orden ridicciGn consensual que es condiciGn de toda discursivi- I, y que sostiene la dindmica de encadenamiento de los enuncia- ugares” trans: ay que tratar de Ja misma manera icia), "el fin justifica los mé esta t6pica impli 2. TOPICA ¥ GNOSEOLOGIA, Hay que remontarse a Arist6teles y lamai los “lugares” (topoi) 0 presupuestos irreductibles del yerosimil so- |, los que todos los que intervienen en los debates se refieren speto, el amor maternal...) :nuicad entre todas las precons- vas, mis o menos censas seménticamente, forman el repertorio de lo probable y que Jlamaremos la efecto, no hay ruptura de co: 5 Véase también Bajuin/Voléshinow (1929) 40 ELDIScURSO SOCIAL, doxa. La dexaes lo que cae de maduro, lo que s6lo se predica a los conversos (pero a conversos ignorantes de los fundamentos de su creencia), lo que es impersonal y, sin embargo, necesario para po- der pensar lo que se piensa y decir lo que se tiene que decir. Esta doxa forma un sistema maleable en el cual un topos puede “escon- der ot10", de modo que los forjadores de paradojas quedan atra- pados en la doxologia de su tiempo. Se puedle hablar de una doxa como comiin denominador social y.como repentorio tSpico ondinario de. un_cstado de sociedad pero también se la puede abordar como algo estratificado, segtin los conocimientos y los implicitos propios de una determinada cantidad y composicién de capital cultural. Hay una doxa de alta distincién para los “aristécratas del espiritu”, como hay una dosa, subalterna para el periddico sensacionalista y, mis abajo wdavfa, tuna para los “pobres de espiritu’, entrevero de dichos y prover- bios que contiene, por lo demas, bastantes “alodoxias". También se puede (en oto orden de estratificaci6n) amar doxa a los pre- supuestos de los discussos exotéricos (de la opinién piiblica, del petiodismo) por oposicién a los fundamentos reflexivos de lo “probable” en los discursos esotéricos, que implican un costo ele- vado de especializacién (ciencias, filosofias). Doxa denotaria en- tonces el orden de lo implicito ptblico, del trivium, del lenguaje de las tribunas. Estas tres acepciones (daxa comiin, daxa estr ‘cada en distinciones y dasa versus presupuestos de los conocimien- tos) no deben conducir a la cleccién de una de ellas: se trata aqui (como para los grados de la lengua literaria) de percibir simulkd neamente las disimilaciones y los denominadores comunes. Si todo acto de discurso es también, necesariamente, un acto de conocimiento, hay que ir més alld de un repertorio tépico para abordar tna gnoseologia, es decir, un conjunto de reglas que determinan la funcién cognitiva de los discursos, que modelan EL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 43 como operaciones cognitivas. Esta gnoseologia co- Jas maneras en que el “mundo” puede ser esquema- un soporte de lenguaje (maneras cuyo fondo es la "), esquematizaciones que constituyen la precondi- psjuicios (de valor, de elecci6n). Esta gnoseologia, que como un hecho de discurso indisociable de la t6- esponde a Io que se ha llamado a veces “estructuras clase o de tal época 0, de manera mas vaga, os" (pensamiento salvaje, pensamiento animista, nto mitico-anal6gico, etc.). Podria hablarse también se”, con la salvedad de que ese término parece remi- \ediato a las ciencias, a los conocimientos instituidos, a as". Si del lado de las ciencias se puede identficar ¢ dominante en 1889 (positivista-experimentalana- lucionista), ésta podria no ser otra cosa que un avatar joseologia més general femos entonces de identificar una gnoscologia domi- n sus variaciones y sus esoterismos; las bases cognitivas ten comprender sinépticamente los discursos de Ta iertas pricticas 2s formas instinaidas de la cognici6n discursiva. Yo identi sta gnoseologia dominante, que sirve de “manual de uso" eas, como lo “novelesco general”. HES ¥ TABUES iguraci6n de los discursos sociales est marcada por la pre- ‘cularmente identificable (como la de una nova en me- ina galaxia) de objetos teméticos representados por las dos is del sacer, de lo intocable: los fetiches y los tabties. Estos “in- ‘on conocidos como tales: tientan a los transgresores y joclastas, pero los habita un mand del que son testimonio to- wraciones retSricas que los rodean. La Patria, el Ejército, incia estén del lado de los fetiches; el sexo, la locura, la per- in, del lado de Jos tabsies: un gran niimero de auudaces levan- el velo de Isisy atraen, con su innovador coraje, la aproba- los happy few. Hay que sefialar también que un taba puede 42 FL DISCURSO SOCIAL ocultar otro: en efecto, a veces uno tiene ganas de decir, en esp cial alos libertinos literarios, “hagan un esfuerzo mas si quieren set de verdad audaces”. Es importante analizar esos fetiches y tabties su grado de intangibilidad, porque no s6lo estan representados en) el discurso social, sino que son esencialmente producidas por él. 4, EGOCENTRISMO/ETNOCENTRISMO La hegemonia puede abordarse también como una norma pragind- tica que define en su centro a un enunciador legitimo, quien arroga el derecho de hablar sobre “alteridades”, determinadas en, lacién con él -francés, adulto, masculino, culto, urbanizado, en’ completa armonia con el juego de las tematicas dor énicos del discurso social hablan a un destinatario im: que darle “derecho de fiscalizaci ticnen derecho a la palabra: los locos, los criminales, los nifios, mujeres, la plebe campesina y urbana, los salvajes y otros primitivos, Desde el punto de vista de esta pragmdtica, puede verse céma Ja hegemonfa se presenta a la vez. como discurso universal, de omni ‘re scibili, y como alocucién distintiva, identitaria, selectiva, que p duce los medios de discriminacién y de distincién, de legitimidac y de ilegitimidad. La hegemonia es entonces un “ego-centrismo” y un emocen: trismo. Es decir que engendra ese Yoy ese Nosotros que se atribu- yen el “derecho de ciudadanfa”, desarrollando ipso facto una vast ‘empresa “xen6foba” (clasista, sexista, chauvinista, racista) alrede- dor de la confirmacién permanente de un sujeto-norma que szga, clasifica y asume sus derechos. Toda doxa sefiala y rechaz ‘como extrafios, a-normales e inferiores a ciertos seres y grupos. El tratamiento reservado a estas entidades forcluidas del doxocen: trismo, los racismos, chauvinismos, xenofobias, sexismos, y es cosa sin nombre, por lo muy extendida, que es el desprecio y el rechazo hacia los dominados, s6lo son casos sectoriales de un m ‘canismo fundamental. Se percibe aqui que la hegemonia resultal de una presién Iégica que lleva a armonizar, a hacer co-pensables diversos ideologemas provenientes de lugares diferentes y que no} RORLEMATICA DECONJENTO. 43 inciones: si para una doxa determinada lo que ales, de los alcohdlicos, de las mujeres, de los, eros y de otros salvajes termina por adoptar un 1¢ debe a que tales enunciados se vuelven més efi- validacién por analogia. spocentrismo/etnocentrismo hay que agregar, \cia, un pariscentrisme que hace que nos pregun- *gc6mo se puede no ser parisino?” y que lleva a la Foix, Pamiers o Saint-Girons a ocuparse sola- aquello que sucede en Paris. MAICAS ¥ VISION DEL MUNDO ‘een un sector determinado, por més dsperos que sean uuerdos, supone un acuerdo anterior sobre cl hecho de tema que se trata “existe”, merece ser debatido y hay un co- lenominador que sirve de base a la polémica. Lo que habi- ante se llama “cultura” se compone de contrasefias y temas iados, temas que permiten disertar, sobre los que hay que arse, y que se ofrecen a la literatura y a las ciencias como 1os de meditacisn y anslisis. hegemonia se presenta entonces como una temstica, con co- imientos de aparatos, “problemas” parcialmente preconstrui- os, intereses ligados a objetos cuya existencia y consistencia no cen ofrecer dudas, ya que el mundo entero habla de ellos. legamos aqui a lo que es més perceptible en una coyuntura, alo ue sorprende o irvita mas al lector de otra época: de todos eos jetos” que se nombran, que se valorizan, se describen y comen- , muchos ya no aparecen como objetos conocibles y determi- jos sino que, con la distancia del tiempo, se reducen al estatus bolidos ornamentos de inanidad sonora’.* 44 EL DISCURSO SOCIAL Estas teméticas no sélo forman un repertorio de temas obliga- dos, sino que se organizan paradigindticamente; a pesar de las compartimentaciones, los géneros y las escuelas, de la multiple dad de los discursos autorizados se desprende una Waltans- chawung wna visi6n del mundo, un ciiadrorelato de fa coyuntura con un sistema de valores ad hor, prevsiones para el futuro e im- perativos inmanentes de accién (y reaccién). Se tratard entonces dle mostrar Ia génesis y los lincamientos de un paradigma socio- hermenéutico general, Veremos emerger asi, una serie de predi- cados que suptestamente caracterizan todos los aspectos de la vida social, y que se difunden con insistencia, tanto en los “higares, comunes” del periodismo como en las éreas dstinguidas de la pa- Jabra artistic, filosdfica o erudita, y que ocupan wna posicién do- ininante, rechazan los enunciados incompatibles y se construyen Jos unos en relacién con los otros como cointeligibles sépicos;es decir, constituyen una ples, e308 axiomas explicativos que permiten disertar sobre todos los temas y que dominan, como “un bajo continuo’, el rumor socal ste paradigma no se manifiesta bajo la forma de une filosoffa © wna doctrina identifica; con ciertas capacidades de mutacin, est, a ln-vez, en todas partes y en ninguna; las ideologias de! mo. ‘mento suministran versiones sucesivas 0 vaflantes, Para la época que me ocupa, creo distinguir esta visién del mundo difusa bajo la forma minima de una doble correlacin isot6pica que identificaré como paradigma de la destenitrializacion y vision erepuscular del mundo, Este paradigma reagrupa en isotopfas sistemas de predic cados anxiégenos: disolucién del yo, fin de tna raza, fin de un ‘mundo, fin de un sexo (femenino), invasion de los basbaros, y también, fin del sentido, fin de lo verdadero, fin de lo estable.. 6. DoMINANTES DE PATHOS 1La historia de las ideas tradicional tiende a transformar el pathos dominante de los discursos de una época en “temperamentos” y “estados de dnimo” sibitamente advenidos al conjunto de los grandes pensadores y artistas de una “generacién”, Volvamos a A\o' HL DISCURSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 45 y su teoria del pathos en la Retérica. “Phobos” ~el te- mo ese feto de discurso que engendra “un sen= 80 diftso, suscitado por la figuracion de un peli we que causaria destruccién o desgracia”. Hemos ‘predicados anxidgenos’ omnipresentes en 1889, 30 nos inclinamos alas psicologias profundas. Segui- istotéicos (y también veberianos) al ver en la angus- ceto patético de la vsién del mundo finisecular, un ue ha tenido su funcionalidad y que se relaciona con » weberiano (de alcance hist6rico més amplio) de Ent. sencamto. La angustia puede ser propedéutica, un mente adecuado de adaptacién al cambio, y ofrece 1908 "beneficios secundarios”. J suwnna ToPoL6erco de esos aspectos 1 nalmente, por dis 1a discursioas, es decir, wn con os, subgéncros, estilos e “ideologias” (en un sentido secto- se definird més adelante), reagrupados en “regiones” 0 0s, entre los cuales los dispositivos interdiscursivos aseguran 6n de ideologemas variados y las adaptaciones de las ' del lenguaje y t6picas comunes. to, es necesario pensar la hegemonia como convergen- yecanismos unificadores ya a vez como diferenciacién re- 10 anérquica; otra forma de armonfa cultural que puede ararse, por st ligica, con la division econémica del trabajo y Jor otro lado, resulta de ella. adores, Ja hegemonfa se apre~ lacidn, como un sistema de division de into de discursos especfficos, LA HECEMONIA COMO DENECACION DE Si MisatA Jos discursos modernos hay un axioma metadi siste en que todo puede decirse (y termina por decirse) y que, on su variedad, los diseursos individuales cubren la totaidad de la iva que: WwW 46 EL Discurso sociat vida humana tida por todos los par existe Ia idea de que el discurso social no es mas que de opiniones personales, de referencias a experiencias, de est y formas idiosincrasicasy, sin embargo, que todo lo que tiene int rés para la sociedad termina por recibir el tratamiento que corre ponde, es decir, que se habla de todo y de todas las maneras posi- bles. Podriamos agregar a esto la ideologta “flaubertiana” d palabra justa: como la vida humana es conocida en toda su varie= dad, todo gira en torno al estilo pertinente para construir, a pron de ella, la fo! én mas expresiva, n esti perdido en el discurso de su época, los arboles le tapan el bosque. La presidn de la hegemonfa queda oculta por los. debates encarnizados en el campo de la pi taciones de estéticas recfprocamente hostiles, por las especi cciones y las especificidades, los talentos y las opiniones diversas. sistema subyacente permanece oculto, y es necesario que ese ‘tema sea acallado para que los discursos desplieguen sus encantos y su potencial cred Piritu de los tiempos, y muy raras son, en este aspecto, las ruptur: radicales donde la légica hegeménica se encuentra objetivada y deconstruida. EL DISCURSO SOCIAL ¥ EL “RESTO” DE LA SIGNIFICACION CULTURAL Estudiar un estado del discurso social es aislas, de los hechos soci les globales, un conjumto de pricticas mediante las cuales la soci dad se objetiva en textos y en lenguajes; bargo, permanecen ligadas a otras pricticas e institucione ‘También es distinguir de entrada Ja manera en que una sociedad se conoce de la manera en que funciona, y no suponer liscursivo transpone fielmente los accidentes del as que, sin e! CURSO SOCIAL: FROBLEMATICA DE CONJUNTO 47 entre las précticas sexuales y los discussos de ror médico, yemas de “fin de siglo”, de la “decaden 1708 sostenemos, por el contrario, q) {al no es vilido como un anilisis de Ia coyuntura glo- 180 social es un dispos ox optado por Identificaria con el hecho de lengua y oe impress {y con lo que puede transribi clas retéricas de la interac, verba como hace, por ejemplo ober al” a a toalidad de ia agalfcacién eu os discursos, tos plistce, ls expecticulos (desis ales, kermete)y, sobre todo, la semantizacién de 1s wot as en tu aspecto aocialmente dferenciado (hintsico, cante, En la me. mrque ls prictcasy ls cortambres no vom hSmogéacas varias maneras de vests, de sentarse de beber, de deambur han formulado el programa de un abordaje de la totalidad del 180, de la gestualidad, de la vestimenta y de todos los “inter- lecerse entre la significaci6n objetivada en los textos y la signi- scrita sobre el cuerpo de hombre social, en sus gestos, sus aneras de ser”, su habitus corporis, su vestimenta, es una de las quese-dice-delasmujeres y la produccién de la mujer como 48 EL DISCURSO SOCIAL ‘cuerpo vest y de las interacciones social ;, hay una relacién evidente y all mismo tiempo un abismo. A la vez, constatamos ritmos de evolu- cidn de los discursos, por una parte, y modas vestimentarias y cam- ue hay dos grandes modos de significaneia social: Ia Jos cuerpos sociales, ce los comportamientos, de los ha- (Bourdieu), y la semiosis de los textos de los simulacros obje- tivados. Fs verdad que los diseursos resulian especialmente man). Esto no impide que me parezca prematuro querer pensar la economia de esos dos modos de la significancia, histisisy semiosis, me limitaré a decir que lo que aqui se propone es un trabajo rico-critico complejo, cuya problemstica habria que plantear nando las apariencias de la evidencia y la ¢ lad diata. La semantizacién de los usos ~més alla de los discursos, inseparable de las practicas, restringida por el medio que enmarea laacci6n det 10, formada en series que determinan el “rol”, ‘el modus operandi, Ia identidad del agente s . por cierto, parte constitutiva de la hegemonia cultural en un sentido global. Los roles sociales (y sociosexuales), inseparables de las disposicio- nes y de los gustos, sitiian automdticamente a cada uno en el mundo de las pricticas significantes, y manifiestan su clase y su esta- tus, Un lector del Petit Parisien, un aficionado al café cone: ‘suburbios, es a menudo también un obrero que lleva ote y usa chaqueta y cintur6n de lana roja, tiene gestos modela- ‘dad con los espacios acompafian ese habitus, cas sin pasar por la conciencia ver- balizada y discursiva. En la hegen trieas y visiones del mundo, un horario regulado los relojes Ja difusion na ur- \dome a la semiasis discursiva, admito no bana femenina. Lit JRSO SOCIAL: PROBLEMATICA DE CONJUNTO 49 cias (que son objeto de una historia de ncentrarme, en cambio, en un objeto mas stematizado. Sabemos que la manera en que una ‘ey se habla determina parcialmente las acciones o con las catdstrofes reales o con wna crisis general. Para toriadores como Guy Thi ajar contra las sugerencias provenientes del inmenso 1 discursos: 9 que no se dice, no se escribe, no se expresa, tiene ymente tanta 0 més importancia que ibe y se manifiesta. (Thuillier, 1977: 342) ‘a perspectiva inversa a la suya, reconozco la legitimidad, portancia de una historia méyallé-del-discurso, que una his- los discursos como tales puede contribuir, sin paradojas,

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