You are on page 1of 50
ia de Harriet y reci- amiga sentada jun- n la mano. » 0 riet—. Estaba leyendo ana carta de mi hermana. Su rostro frégil de solte , aunque ligeramente , una camarera rub ‘ a decidido afecto po una expresién bur- gordeta, de terca mira- urriet, ¢ iba a su cabafia re. Rara vez hablaba en chaba con atencidn. ente y metiendo las m de los pantalones bomba‘ ente llevaba cuando no estab sempre te lo pases bien. Esta es la quinta semana que estjg aoe Supongo que habras ido detrds de las cataratas Y que ve divers mucho como todos los turistas, segtin me dices, Creo que dijiste que sélo quienes no Pernoctan tienen que pagar por pasar detrds de la cascada. Quédate diez semanas. y diviértete mucho, carifio. Aqui todo sigue exactamente igual que cuando td te marchaste. El piso no cambia. Tengo que decirte algo, pero primero déjame aconsejarte que si te pones nerviosa, por qué no vienes a casa en vez de esperar hasta que no puedas hacer el viaje en tren? Esas cosas ocu- rren. Claro que me pregunto qué te parece lo del piso, ahora que estés en las cataratas. También quiero decirte lo siguien- te: al saber que tienes un piso y una familia encantadora, Camp Cataract debe resultarte un sitio muy diferente de lo que seria si fuese el tinico hogar y cl tinico afecto que tuvie- ras. Por alli debe haber infelices de esa clase. Si los ves, no dejes de darles amor, porque son las almas perdidas de la tie- tra, Temo a los némadas. Me dan miedo pero también te- mo por ellos. No sé lo que harfa si alguna persona querida sintiera el impulso de viajar. Tenemos que amar a aquellos que la voluntad de Dios ha puesto en nuestras manos, En primer lugar, estn los miembros de la familia, y por es0 es mejor vivir tan unidos como sea posible. Tal vez digas: “Sa- dic esté anticuada; no quiere que la gente viva a su aire.” No ¢stoy anticuada, pero no quiero que ninguno de nosotros se convierta en némada. Tu espiritu no se enriquecerd am- pliando tu circulo, sino cuidéndolo. Cuando te vas, tengo Sapte Me Parece que podrias sentir el impulso de ae ae ee te acordarias mucho del piso. Particularmen- ate es eee $ pero luego sé que no puede ser cierto, Mitac si nervios lo que me hace pensar tales a Resuerdayel Sapre ere susenals CO as ¢! piso no es slo una serie de habitaciones. Es la 330 F : : q yrucba material de que nuestros espiritus estén tan unidos P que tenemos un techo bendiro sobre nuestras cab Fie slo examos tres parentes de sangre, pro Bee fof Pipa incorporado a nosotras tres por los canals normals del matrimonio, que también es sagrado. Sé que ti también was 10 mismo y que sélo los nervios me han hecho pen- Camp Cataract pueda cambiar alguna cosa. Tam- permito recordarte que sila familia es una guienal- la flor central; cuando menos, para mi. Ahora, el a ids se dirija mds a Bert Hoffer porque es su is, cost muy natural. Ojald no hubieran pensido que ‘has ir a Camp Cataract a causa de rus ataques. ZEs dado siempre que los has tenido? Bert siem- de sus padres y podriamos quedarnos juerta bien cerrada para que en del vecino a cualquier hora eT “A Bay le gusta ira casa de los Hoffer por- ile pee den polo con pa © Bn cn lombarda. Fe serena eps por la cabal ech de que slo rm sleona renga que ine a. cual $07 pe te UN pic lo soy, recuérdalo. Debo despedirme va carta porque fengo que pien' sar que pién me da, 16 eres la flor de Evy que necesita : te he cul Evy a casa dos solas, con la pi in no coftieras a casa sur so ra peo no estoy satisfecha CO rc pa cosas ms. Sé que adores el pisO ¥ que PCS te sienres la emocién de un ‘sslo mismo que yo. Simplemeni mismo que J cabafia, igual que todo el mundo. turisca al estar en una ‘ Cann Jos dias que faltan hasta tu ansiado regreso. Tu her- mana que te quiere, Sadie.» Harriet doblé la carta. ; | -Mi hermana Sadie —le dijo a Beryl- es muy partida- "adel seguridad. 0 si Harriet la be “Me parece estupenda dijo Beryl, com et Por primera vez, lo que no era ciertamente 331 ie A mi no me interesa para nada ~anuncié Harriet con vor firme, En absoluro, De hecho, soy gran admiradors da los némadas, os vagabundos, los gitanos y los matinos, Ang ellos me quito el sombrero; los profetas antiguos vagaron por el mundo entero, y la mayoria de los visionatios tam, bién, si vamos a eso. —Entrelazé las manos sobre el regang con aire de satisfaccién. Luego, aclarindose la garganta como si se dirigiera a un auditorio, continué~: Me importa un bledo el sentirme parte de una comunidad, te lo asegu- ro... No es por eso por lo que estoy en ese piso..., ni por un momento, pero para ella si es una buena razdn... Me refiero a Sadie; adora el espiritu de la comunidad y le encanta que todos estemos en el piso, porque el piso es parte de la co- munidad. Y le emociona el hecho de saberlo. Pero a mi no, por supuesto...; jamés, ni en mil afios. Eché la cabeza hacia atrds y entorné los ojos. Con el estilo verdadero de una persona entregada a monélogos interminables, apenas era consciente de su auditorio. =Y ahora llegamos ~continué— a si yo puedo, por otto lado, vibrar de emocién en Camp Cataract. —Hizo una bre- ve pausa, como considerando sus palabras, y prosiguié en tono sentencioso-: En realidad, no; pero si quieres, aclara- ré mi afirmacién diciendo que Camp Cataract es mi casa del drbol. ;Recuerdas la casa del Arbol de tu infancia...? De nifias trepdbamos a ella, y cuando estdbamos bien escondi- das entre las hojas pensabamos en fugarnos de casa. A los nifios les encanta. Supongo que debo decirte sin rodeos que soy una mujer sumamente original, pero también muy superficial...; en cierto sentido muy superficial. Tengo mie- do al escandalo, —Harriet adopté una postura més ergui- da. Desprecio todo lo que huela a impulso bohemio hacia la libertad; sé que esto no tiene nada que ver con las cosas més serias de la vida... Estoy segura de que hay centenares 332 as formales que borran sus huellas de una patada jan a la alcantarilla; pero yo soy demasiado super. ? ira hacer algo parecido..., lo sé y me alegro de saber- lo, Por otra parte, Sadic se pasa el dia guisando y limpian. do, y sin embargo se toma su vida tan en serio como una religidnes como a mf misma, al piso y a los Hoffer. Por los Hoffer me refiero a mi hermana Evy y al grandisimo cerdo de s-marido, Bert. ~Torcié el gesto-. Yo soy la tni- a que tiene buen gusto en la familia, pero nunca he suge- rido siquiera una limpara para el piso. Me rebajaria a mi misma si me inmiscuyera en esas cosas. Sin embargo, re- puncio a cualquier impulso impropio hacia la libertad. Me niego a que me conozcan como «Harriet, la alocada her- wana de Sadiey- Me parece sumamente repulsivo el que las solteras vivan solas..., lo que también es una actitud muy ficial. Tal vez te preguntes c6mo puede una mujer ser sPetfcial y saberlo al mismo tiempo, pero ésa es precisa- nla tagedia de cualquicr persona si deja que la atra- oe alld ‘durante un momento y miré a la oscuridad * un brillo fiero en los ojos. Prosiguié con nuevo vigor—: Pero volvamos a Camp Cataract. Los pinares, la pureza é te de los arroyos y de las cascadas..., las cabafia las golosinas, la respetable clientela. ’ , —;Has pensado alguna vez en trabajar en un garaje? | salté Beryl de repente, para volver a ruborizarse ante cl sonido de su propia voz. No -respondié Harriet con brusquedad-. deberfa pensarlo? Beryl cambié de postura en la sila. _ Pues me parece —dijo= que me gustarfa mds ese tipo trabajo que servir mesas. Sobre todo si fuera la jefa y ia del garaje. Aunque para una mujer es duro. | Harriet la miré fijamente en silencio. cI Por qué 333 _ Crees que Camp Cataract huele a aleantarila gunté un momento después. eal “No, sefior... -Beryl meneé la cabeza con aire aig cio, eeronees, abi lo tienes. Desde luego, ex a nds alejado de 1a alcancarila al que puede llegase ~Prew tos, pero los suficientes para echar races... Para imitat sees familiares que de manera natural se echan en lai Ga... el tiempo suficiente para que yo misma sienta: Cacaract es tun Adbito, Camp Cataract es la vida, Camp OH taract no es urta evasin.» La escapada no ¢ propia de una” dama; el habito sf. Si poco a poco voy alejandome de mi circulo familiar e instalindome cada ver de modo més firme _ cn Camp Cataract, mis adelante podré iniciar desde aqut mis salidas hacia el mundo exterior pasando casi inadverti- : da. Nada de esto parecerd a un espectador una huida vulgar ¢ imperuosa. Pretendo alquilar todos los afios la misma ex bafia y quedarme un poco més de tiempo cada vez. Mien- tras, aprenderé un montén de cosas sobre Arboles, flores y arbustos... Me interesa Ja naturaleza. —Callé durante un mo- 7 vnento y afadié-: También ba sido una suet al médi- 2 le haya parecido bien mi separacién de la familia durante varios meses al afio. Es un zoquetes y no sospecha ni remo- tamente el alcance de mi plan, nila perfeccién con que en caja en su diagndstico...5 €n realidad ha aprobado incluso mi peticidn de que nadie venga @ visitarme al campamen= — to. Temo que si viniera Sadie, que es la tinica que P en hacerlo, yo no seria capaz de evitar un alrercado que go me produjera un ataque- Los ataques son bless umbre y suff me pongo mucho ‘mas nerviosa que de cost momentos de inconsciencia. 334 NO tranquilo ¥ completa. beg § earosamente, ne la misma clase soci: Hi rnObey =ludé apense a cube : aan lo— més ele; Harriet miré por la ventana, Durante el ee su monélogo habia caido la noche, ons dan la cabafia de al lado. i ~4Ctees que soy cobarde? ~pregunté a Beryl, | La camarera salié de su adormecimiento con un so- | bresilto. Afortunadamente, su cerebro capté la pregunta de Harriet. -No, sefior —contesté-. Si lo fueras, no irfas sola a re- mar en eanoa, con los tremendos répidos que hay por esos tos. Harriet se removié impaciente. Sintié un sibito ¢ in- controlable deseo de estar sola. ~Adiés —dijo groseramente-. No voy a cenar. Beryl se levanté de la silla. =Te guardaré algo por si tienes hambre después de ‘qe cieren el comedor. Estaré en el pabellén hasta la hora de acostarme, como de costumbre. “Harriet asintié con la cabeza y la camatera salié de la cerrando la puerta con cuidado para no hacer rui- inte el transcurso de y vio una luz encendi- hermana de Harriet, era una mujer morena, indefinidas y ojos tristes. De edad mediana, 335 tenfa una ligera tendencia a engordar, y en modo algy te parecia a Harriet, que slo era unos afos mayor ng Si Desde que habia escrito a Harriet la lima ol Srpéeio de Camp Cataract y de los némadas, Sadi a propia sensacion de inquictud firme y creciente, formadg por una curiosa mezcla de aprensién y emocién antic Hor Cada dia tenfa menos apetito y le resultaba mds dif realizar sus tareas domésticas. Estaba de pie en el saldn, mirando con los ojos en bl sus muebles nuevos, dos sillones eniormes con brazos prom nentes y un sofa del mismo estilo, cuando dijo en voz alta: —Se lo puedo decir de palabra mejor que por escrito, _ Se vor soné maquinalmente y al ofr sus propias pala- byras una alegrfa sin freno le inundé el corazén. Asi com- prendid que ba a acer un viajecivo a Camp Cataract A me: nudo tomaba decisiones importantes de aquel modo, como sise le revelara stibitamente algun plan previamente estable- cido, una trama que habia que ocultar inmediatamente a fos ojos de los dems, porque para Sadie, si se presentaba a guna dificultad implicita al tomar una decisién, el proble- ma no consistfa en elegir, sino en el ocultamiento de la elec- Gin. Para ella, el secreto era la verdadera absolucién de la culpa, y as{ protegia automdticamente sus sentimientos € impulsos més intimos a ojos de Evy, Bert Hoffer y los de- mds miembros de la familia, aunque ella no tuviera interés en entenderlos ni examinarlos por s{ misma. El suelo se estremecid; al reconocer los pasos de Bert Hoffer, hizo un violento esfuerzo para dominar el flujo sanguineo y lograr que la fuerza de la emocién no se refle- jara en sus mejillas. Un momento después entraba su cU- fiado en la habitacién y se sentaba en uno de los sillones. Se quedé mirdndola durante un rato con el cefio fruncido, sin pronunciar una palabra de saludo, pero hacfa tiempo — d ; ; 336 bc se habfa acostumbrado a sus mod, ni siquiera la habfan inquictado med rque era tan manidtica que los detall cupaban demasiado, =jPufietero terciopelo! —dijo Bert, al fin que més calor da cuando te sientas. —El verano que viene pondremos fundas 16 Sadie-, con un dibujo de flores, si quieres. Sélo para charlar de algo y evitar que siguiera mirén- gola a la cara, le pregunes: =,Cual es tu flor preferidaz | Bert Hoffer la miré fijamente como si hubiera perdido | pcalmente la raz6n. Era un hombre gordo, de cara roja y | fabello ondulado. En vez de contestar a esa pregunta, que dconsideraba idiota, se enjugé la frente con el pafuelo. -Te prepararé una ensalada de pifia en lata para cenar “Ie dijo Sadie con los ojos encendidos-. Te sabré: mejor que la carne, que resulta pesada en una noche como ésta. “Sivas a preparar una ensalada de pifia para la cena —re- plied Bert Hoffer con cefio sombrio-, puedes llamar por " ‘dléfono a otro tio para que venga a comérsela. Si me tie- “nes que dar algun recado, me encontrards en Martie’s Ta- , comiendo carne con patatas. Lo he pensado porque tenfas mucho calor —explicé lales poco ho al prin les externos . Es el tejido -le tranquili- da de la carne. mente era un hombre muy exasperante, sobre lo en un piso pequefio, pero Sadie nunca se detenia a tsar en ello. Le encantaba guisar y limpiar para él y para ‘a Evelyn, mientras consintieran en vivir bajo el techo con ella y con Harriet. aquel preciso momento entré Evelyn en el salén 337 con paso vivo. Era morena, como Sadie, pero ahf terminaba dl patecido, porque era de constitucién menuda y fuerte, de perl plano y cabells tan lisos como los de ‘una india Miré con disgusto las mangas de la camisa de su marido y el delantal de Sadie. Llevaba un vestido claro de verano, con mucho escote, eleccién desafortunada para una mujer tan huesuda e impetuosa. nVuestro aspecto es mds adecuado para el vertedero que para el comedor les dijo. Por qué nos molestamos cen tener un comedor..., estd slo de muestra? = Qué tal ha ido hoy la oficina? —pregunté Sadie a su hermana. Evelyn miré a Sadie con los ojos entornados para ob- servarla mejor. Los muisculos de su rostro se pusieron en tensién. Hubo un momento de silencio absoluto y Bert Hoffer, lanzando una mirada cauta hacia su mujer, reco- nocié el peligroso rubor de sus mejillas. Se sintié secreta- mente complacido. Le encantaba mirar cuando Evelyn se enfadaba con Sadie, pero traté de ocultar su alegrfa por- que no la consideraba muy masculina. {Qué te pasa? -pregunté Evelyn al fin, acercéndose més a Sadie-. Hay algo que anda mal, aparte de tu delan- tal sucio. Sadie se ruborizé ligeramente, pero no dijo nada. ~Tienes cara de loca —grité Evelyn—. {Qué te ocurte? Pareces tan anormal, que casi me da miedo decirte que va- yas a la tienda por alguna cosa. ;Dime qué ha pasado! Evelyn era una persona muy nerviosa; sin embargo, tenfa un cardcter sano y enérgico. =No estoy loca —farfullé Sadie~. Voy a preparar la cena. Pasé despacio junto a Evelyn y salié del salén con st paso lento. sine 338 La mesa de caoba del comedor era demasiado grande la estrecha y alargada habitacién, y sélo en los dos ex. os quedaba espacio suficiente frente a la pared, Cuan- fabia muchos invitados, algunos debfan sentarse prime- ‘un lado de la estancia para’luego arrastrar la mesa ellos, hasta que el borde les apretaba dolorosamente 1 diafragma, antes de que los demas comensales pudie~ scomodarse en sus asientos en el extremo opuesto. Sadie sirvié la cena, pero sdlo Bert Hoffer comié con apetito. Evelyn pinché la carne una o dos veces, la y solté el enedor, que cayé con estruendo en el plato. Sila comida hubiese sido més sabrosa, no habria pro- ido su ataque a Sadie hasta mds tarde, o quizd lo ha- “Ividado por completo. Lamentablemente, sin em- wunque insistfa en cumplir el papel de ama de casa a permitfa que los demds se entregaran ni siquiera a se domésticas mas insignificantes, Sadie no era bue- vera ni se esmeraba cn la limpieza. Sus salsas gru- tran insipidas, y en un par de ocasiones habia pues- hervir un filete de buen corte por puro desinterés. A desu indiferencia, era derrochadora y tenfa las alace- tan repletas de comida, que todas las semanas se estro- a cierta cantidad y con frecuencia habfa un olor des- ble por toda la casa. En realidad, Harriet ignoraba completo el verdadero cardcter de Sadie y habia caido la rampa que su hermana le habfa tendido de modo in- mnsciente, porque aparte de Ievar un delantal y de darse de ama de casa, Sadie no poseia ningun espiritu de unidad, tal como Harriet habia manifestado a Beryl, “amarera. Desde luego, Sadie ansiaba vivir en el mundo his sus padres habfan establecido para ellas cuando ie ‘Rion a pesar de que deseaba vivir con Harriet ° por culpa de esta tiltima no Ilegaba a en- 339 tenderlo de forma adecuada. Segufa siendo un misterio pary alla, aunque hiciera todos los trabajos de la casa y llevase a piso enteramente ‘sola. Ni siquiera admitia ante si misma aque viviaen continuo miedo de que Harriet se marchan, pero pensaba mucho en los peligros del exterior, y de jar belo intentado no habria recordado una sola ocasién cp que ese miedo no hubiera sido su emocién més fuerte, A veces le afloraba alos ojos una expresion dvida y ey tasiada, como si Harti le devorara la existencia mismy por lo mucho que la queria. Tales momentos de afecry apasionado constiuan, quizd, su tinica recompense po, llevar una vida que, segiin sabfa en el fondo de su corazsy, era una perpetua huida de la realidad. Aunque Sadie ng era falsa ni maliciosa, sino por el contrario profundamene sincera eingenua, urdia maquinaciones inconscientes parg que los Hoffer se quedaran con ellasen el piso, porque no queria revelar sus verdaderas intenciones ni a Hartiet ni 4 si misma. Percibfa también que a Hartiet le resultarfa mde cil separarse de los tres (porque como grupo suponian tuna sociedad pequeifa, cosa que impresionaba a su herma. na), que escapar solamente de ella. Pese al miedo moral de que Harriet pudiera independizarse, nunca habfa pensa- do en la posibilidad de que su hermana se casara. En eso su instinto también era acertado: sabfa que no cortia pli gro y con frecuencia se referia a los «canales normales del matrimonio», consciente de que una relacién tan intima con un hombre tendrfa tan poco interés para Harriet como para ella misma. Desde el punto de vista econémico, la vida en comu- nidad daba un resultado mas que satisfactorio, Cada her- mana habfa heredado unas propiedades que rendian una Pequefia renta mensual; esos ingresos, junto con la contri- bucién del salario de los Hoffer, cubtian los gastos comt- 340

You might also like