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JOSE WATANABE LA PIEDRA ALADA LIMA LA PLEDRA DEL RIO Donde el rio se remansaba para los muchachos se elevaba una piedra. No le viste ninguna otra forma: sélo era piedra, grande y anodina. Cuando salfamos del agua turbia trepabamos en ella como lagartijas. Sucedia entonces algo extrafio: el barro seco en nuestra piel acercaba todo nuestro cuerpo al paisaje: el paisaje era de barro. En ese momento la piedra no era impermeable ni dura: era el lomo de una gran madre que acechaba camarones en el rio. Ay poeta, otra vez la tentacién de una intl metéfora. La piedra ra piedea y asi se bastaba. No era madre. Y sé que ahora asume su responsabilidad: nos guarda en su impenetrable intimidad. Mi madre, en cambio, ha muerto y estd desatendida de nosotros. LA PIEDRA ALAOA 13 LA BOCA En la encafiada habia piedras como huesos de un animal prehistérico que se desbaraté antes de alcanzar nuestro valle. Un gran erénco quedé detenido en la pendiente con la boca abierta y el resto del cuerpo se dispersé hacia el rio. Yo trepaba la pendiente y me detenia frente a esa boca, una oquedad donde el viento se huracanaba, y escuchaba murmullos, palabras que se formaban a medias y luego, sin decir nada, se dilufan. Nunca hubo una frase clara. La boca como un oriculo piadoso trababa sus propias frases ante el nifio: Jo sé ahora y le ageadezco la vida ciega 14 LA PIEDRA ALADA LA PIEDRA ALADA EL pelicano, herido, se alejé del mar y vino a morir sobre esta breve piedra del desierto, Buscd, durante algunos dias, una dignidad para su postura final: acabé como el bello movimiento congelado de una danza. Su carne todavia agénica ‘empezd a ser devorada por prolijas alimafas, y sus huesos blancos y leves resbalaron y se dispersaron en la arena. Extrafamente en el Lomo de la piedra persistié una de sus alas, sus gelatinosos tendones se secaron y se adhirieron ala piedra como si fuera un cuerpo. Durante varios dias el viento marino batié indtilmente el ala, batié sin entender que podemos imaginar un ave, la mis bella, pero no hacerla volar. 16 LA PLEDRA ALADA LOS BUEYES Estuvieron desde siempre aqui, emergidos de la tierra, Son el asomo de rocas mas profundas. Las moles dibujan, sin perfeccién escultérica, voscamente, dos bueyes de piedra, ‘no en yunta concordada sino frente a frente, los cuerpos dispuestos para el arranque agresivo: un aire de fiera enemistad os connubia, los une evernamente, Los bueyes dan nombre a este recodo del valle donde levantan sus lomos grises centre infinitos cafaverales Cuando la zafra, el fuego los pone en el centro del infierno. Ellos, inmutables, son anteriores al fuego. Desde eudndo no cejan sus volumades? an el principio del mundo volaron como dos rocas estelares, LA PIEDRA ALADA 17 JARDIN JAPONES La piedra cnure la blanca arena rastrillaca no fue traida por la violenta raturaleza. Fue escogida por el espiritu de un hombre callado y colocada, no en el centeo del jardin, sino desplazada hacia el Este también por su espiritu. No mis alta que tu rodilla, la piedra te pide silencio. Hay tanto ruido de palabras gesticulantes y arrogantes que pugnan por representar sin majestad las equivocaciones del mundo. ‘Ti mira la pieda y aprende: ella con humildad y disere en ta luz flotante de la tarde, representa una montafa LA PIEDRA ALADA 19 FREE RUN En medio de la limpia Hlanura, el cerro. Sus enormes volutas de piedras encimadas parecen hervores del infierno. Lego hasta él por una senda de cabras. Vengo a ver sus petroglifos, esa persistencia del hombre en la piedra De pronto, precediendo una estela de polvo, Hega una camioneta plicable en estas lugares desolados. ‘Todo empieza a ser insdlito: dos muchachos, como apariciones, bajan en pantalonetas y comienzan a trepar agilmente el cerro. Al parecer sélo los mueve Ia alegria de sus misculos. Saltan de una saliente de piedra a otra, a las sucesivas otras, la escala de su alegria. Pienso en la dificil armonia entre el obstéculo y el cuerpo, tal el diestro frente al toro o el poeta frente al poema: se muere por la disonancia de un pie en falso. 22 LA PIEDRA ALADA Los muchachos desaparecen en la alturas Yo permanezco feliz cen mi lenta esfera donde respirar es una accién tan ince como el impulso ‘asa de cualquier bella mquina en movimiento, tA PIEDRA ALAA 23 EL FOstr {a Vida en ti fue un pez de 20 centimetros. ‘Tu remota latido, hoy petrifieado, Vive ahora en mi cuerpo tan inverosimil como el tuyo. TY ya no pucdes mirarte ni mirarme, no sabes lo extraio que es ser pez u hombre, Somos, te digo, inverosimiles, caprichos de una madre deliramte ‘We cuaja infinitas ¢ insensatas formas en el mar y la tierra Pl euido alegre de los nifios en el musco We se empinan a mirar otros fésiles iterrumpe mi habitual pesimismo, ¥ me enternece: después de todo, pescadito, tal vez alguna razén existe LA PIEDRA ALADA 25, CUESTION DE FE ¢Cémo seria la luz de la madrugada en que Abraham, el hombre de la cerrada fe, subié al monte Moriah Ilevando de la mano a su unigénito Isaac? ‘Tiene que haber sido una luz hondamente azul como la de este amanecer: en aquel azul Abraham imaginaba {a vibrante sangre de su hijo en el cuchillo. La sangre vibra més en el azul. Lo sé porque mi piel, de tan sola ahora, segrega sangre en la palma de mi mano: el primer milagro de mi dia, 0 castigo, por haber querido subie la cuesta de la montaia con una muchacha (més hija que esposa). Ella, al primer sol, huy6 asustada, me nego ‘su joven cuerpo para el sacrificio y yo no pude demostrarle mi fe neurdtica a Dios. TRES CANCIONES OE AMOR 35 LA QUIETUD Para Micaela He llegado a la tortuga Estoy frente a ella como ante wna orilla un lugar limite donde uno se sienta a pensar. Sobre la tortuga, la inacabable ¢ instil agilidad de los monos que derrochan sus euerpos centre las ramas de un érbol, como ellos, enjaulado, Las tortugas viven impasibles y aparentemente sin sonar wuelos ni arranques clisticos del cuerpo o del espiritu, Y entonces prejuiciamos quea las pobres no les esté permitida la pasién y sus euforias. Sin embargo, Hegado su tiempo de celo, {que no tiene cantos ni danzas, Jas siete carnes miticas que guarda su caparazén se encienden en silencio. Y cuando macho y hembra se encuentran, uno ya precipitado en el otro, TRES CANCIONES DE AMON 37 un ansia extrema los inmoviliza, y gozan sin meneo. ‘Teniamos igual fijeza, amor mio, en el momento de nuestra pasin mas alta: cl pez dorado en el rio inmévil, la quietud que avanza, el estado de gracia cn la caida del suicida, cillate porque no habia palabras. 38 TIRES CANCIONES DE AMOR EN ESA CASAsw. En esa casa, a puerta cerrada, mataban chanchos. Ver muertes y destripes nos hubiera sido més benigno: ya habrfamos olvidado. Pero no: sentados en la vereda rota sélo ofamos gritos desesperados, largos vagidos de agonfa. Nuestra imaginacin cre6 un animal casi humano. Los ruidos de la muerte venian por el aire. No respires, dijo alguien. @Fui yo el que habl6? No lo sé, pero todos intuimos que esa agonia centraba en nosotros como un oscuro veneno que algsin dia tenemos que devolver. 48 ARAEGLO OF CUENTAS El burro hace girar la rueda del molino y acada vuelta cierra ese circulo vicioso que durante aiios ha hollado en la tierra. El polvillo blanco de la molienda flota en el ambiente. Se asienta en todo, pero en las pestafias del burro es toda la tristeza y la condena. Me alejo silbando del molino, silbando para disimulac cl temor de poner el pie en una huella sin esperanza, ANREGLO OE CUENTAS SI LA JOVENCITA El algarrobo se inclina como una nube verde sobre la Gnica bodega del pueblo. Detris del mostrador humilde tuna grécil jovencita lleva nuestra mirada aun tiempo sin malicia. “Ticne el cabello recortado como in muchachito travieso. El préximo aio tendra la cabellera larga. El cuerpo sobrecoge de tan puntual y prolijo: cumplira con el crecimiento de cada uno de sus cabellos y hard sonar una misica ‘menos inocente Mientras tanto, ella guarda sus negros mechones cen un frasco de vidrio junto a los caramelos y gomas de menta Eso es siniestro, pequefia. Ta, tan vivar, hija del solcito que venimos a buscar, no deber‘as guardar nada muerto. No es justo para los que ahora te miramos de yerba para el desasosiego. 52 AMREGLO DE CUENTAS

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