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Cada vez que decimos adios
Para Tamara y Tilda y Derek J
El cine se inventé hace cien aios. D
te ha viajado en todo el mundo a una escala sin precedentes
desde el asentamiento de los primeros poblados, cuando los
nomadas se volvieron sedentarios. Podria pensarse de inme-
ato en el turismo, también en los viajes de negocios, ya que
ado mundial depende del intercambio continuo de
ctos y trabajo. Pero en su mayor parte los viajes se han
bajo coercién. Desplazamientos de poblaciones ente-
ados de la hambruna y la guerra. Oleada tras oleada
ntes, que emigran por razones politicas 0 econémi-
€ emigran, en fin, para sobrevivir. El nuestro es el
-obligado. Yendo mis lejos, diria que el nuestro
desapariciones. Un siglo de gente que mira,
‘ren el horizonte a quienes eran sus
vex que decimos adiés”, en la version que in-
x Tal vez no es sorprendente que el ar-
ite siglo sea el cine.
urante ese tiempo la gen-ado, como aquellos de |,.
tay un gran metteur en
tras otra, estan Ilenas de
los de Ia vida real, p. E
2 setecientos afios, me pa.
otra cosa anterior al s}
dia alguien debe:
se nombra la capilla,portados fuera de la capilla, a algtin campo, de noche, donde
hay pastores que yacen en la hierba, Debido a que sus imagenes
se mueven, el cine nos aleja de donde estamos, hacia el lugar
de la accién. (jAccién!, murmura o grita el director para poner
la escena en movimiento.) La pintura lleva a casa. El cine trans-
porta a otro lugar.
Compare ahora el cine con el teatro. Ambos son artes dra-
miticas. El teatro lleva a los actores ante el ptiblico y cada no-
che de la temporada éstos yuelven a representar cl mismo
drama. En lo profundo de la naturaleza del teatro hay un sen-
tido de retorno ritual.
El cine, en cambio, transporta a su ptiblico, individual y
fuera del teatro, hacia lo desconocido. Pue-
den rodarse veinte tomas de la misma escena, pero la que se
emplee seri elegida porque tiene el aspecto y el sonido mas
de la Primera Vez.
tienen lugar estas Primeras Veces? No en
. En la pantalla? Tan pronto como las luces
a ya no es una superficie sino un espacio.
murs de la capilla de los Scrovegni si-
1 . Un cielo Ileno de sucesos y de
jens las estrellas cinematogra-na respuesta al yi.
los aviones.
. Las cubiertas
Lo que habr4
tro paredes de
ser capaz
“esta yendo y
solo cuestiénsino porque una pelicula es un servicio de ida y vuelta a dife-
rentes tiempos y lugares
En las primeras peliculas del oeste hay esas clisicas escenas de
persecuciones en las que yemos un tren y hombres a caballo
galopando a su lado, Algunas veces un jinete logra abandonar
su caballo e izarse a bordo del tren. Esa acci6n, tan amada por
los directores, es la accién emblematica del cine. Todas las his-
torias cinematograficas emplean cross-overs. Generalmente no
se dan como un suceso en la pantalla sino como resultado de
la edicién. Y mediante esos cross-overs se nos hace sentir el des-
tino de las vidas que estamos mirando.
Cuando leemos, la voz narrativa es la que transmite la sen-
sacién de destino. Las peliculas estén mucho mas cerca de los
accidentes de la vida y en ellas el destino se revela en la frac-
cién de segundo de un corte o en los escasos segundos de una
disolvencia. Esos cortes, desde luego, no son accidentales: sabe-
mos que son parte deliberada de la pelicula; muestran c6mo
la pelicula va de la mano del destino que obra en la historia.
El resto del tiempo ese destino esta agazapado en otra parte,
en el cielo detras.
Puede parecer que, ochenta aiios después de Griffith y
Eisenstein, simplemente estoy diciendo que el secreto del sép-
timo arte es la edicién. Mi argumento, sin embargo, concierne
no a la hechura de las peliculas sino a cémo repercuten éstas,
una vez hechas, en la imaginacion del espectador.
Walt Whitman, quien nacié al final de la era napolednica y
muri6 dos aiios antes de que se rodaran los primeros carretes
de pelicula, previé nuestra visién cinematografica. Su sentido
intensamente democratico del destino humano hizo de él el
poeta del cine antes de que se fabricaran las primeras céma-
ras, Escuchemos:
La criatura duerme en su cuna,
alzo el velo y miro un largo rato, y silenciosamente
- aparto las moscas con la mano.
21una toma
idad, y dea
Paraddjicamente, entre mas familiar es un hecho mas puede
sorprendernos. La sorpresa consiste en redescubrir el mundo
(un nifto dormido, un hombre, una escalera) después de estar
ausentes, en otro lugar. La ausencia puede haber sido breve,
pero en el cielo perdemos el sentido del tiempo. Nadie ha
usado esa sorpresa en sus peliculas de manera més significati-
ya que Tarkovsky. Con él, volvemos al mundo con el amor y el
cuidado de fantasmas que regresan.
Ningtin otro arte narrativo puede acercarse tanto como el
cine a la variedad, la textura, la piel de la vida diaria. Pero su
despliegue, su llegar a ser, su maridaje con Otro Lugar, nos re-
cuerda una afioranza 0 una plegaria.
ty
i 3
tista? Un provinciano que se encuentra en
o entre una realidad fisica y una realidad me-
s de esa realidad metafisica todos somos pro-
son los verdaderos ciudadanos de la
tos. Pero es ese punto intermedio
ia, ese pais fronterizo entre el mundoold Rush (La fiebre det.»
No obstante, quiero, Pope
ranza que €xpresa y, en 5...
O cual es la naturale,
tograficas nos colo.
onde no podemos sey.
que esta en casa
en la idea de un se.Aschenbach de Visconti muere de manera publica y teatral.
La diferencia no es resultado meramente de las decisiones de
Visconti, sino de la necesidad narrativa del medio. En la
sién escrita seguimos a Aschenbach, que, como un animal
retira a morir oculto, En la version cinematogralica Bogarde
ne hacia nosotros y muere en un close-up. En su muerte, se nos
acerca.
Al leer una novela a menudo nos identificamos con determi-
nado personaje. En la poesia nos identificamos con el propio
lenguaje. El cine funciona de una manera del todo diferente.
Su alquimia es tal que los personajes legan a identificarse con
nosotros. Es el tinico arte en el que eso puede ocurrir.
Considere al viejo pensionado Umberto D, de la obra maes-
tra de De Sica. La edad, la indiferencia, la pobreza y la falta de
hogar lo han vuelto anénimo. No tiene nada por qué vivir y
quiere matarse. Al final de la historia, slo la idea de lo que le
sucedera a su perro evita que lo haga. Pero para entonces ese
hombre sin nombre ha Ilegado a representar para nosotros la
vida. Por lo tanto, su perro se convierte en una oscura espe-
ranza para el mundo. Al desarrollarse la pelicula, Umberto D.
empieza a morar en nosotros. El término biblico define con
sorprendente precisién cémo tiene que funcionar la pelicula
de De Sica y cualquier pelicula narrativa de éxito. Héroes y he-
roinas, derrotados 0 victoriosos, salen del ciclo para establecer
su morada en nosotros En ese momento, Otro Lugar se con-
vierte en todos los lugares.
Umberto D. llega a habitarnos porque la pelicula nos re-
cuerda toda la realidad que potencialmente compartimos con
él y porque descarta aquella que lo hace diferente de noso-
tros, aquella que lo ha vuelto apartado y solitario. La pelicula
muestra lo que le sucedié al anciano en la vida y, al mostrar-
lo, se opone a ello. Por eso el cine, cuando llega a ser arte, se
convierte en una plegaria: a la vez una stiplica y un intento de
redimirse.
De modo paraddjico, también el sistema hollywoodense de-
pende del compartir. Sabemos muy bien que una estrella no
es solamente la actriz o el actor. Estos tan s6lo sirven a la es-
25fa siempre tiene Un
Z,
erentes. E] traslape
la estrella impone
licula.
etipos no debe Ile;
far
a pareja. Po,{Seras ti, hojarasca transhicida de mi mismo!
An ustedes, escalones y refugios a la sombra!
s tii, arado que penetra firme y masculino!
iSeras ti, lo que sea que procure mi cultivo!
iTG, rica sangre mia!, jtu caudal lechoso, palidos residuos
de mi vida!
jSer
‘s ti, pecho que se estrecha contra otros pechos!
An tus circunvoluciones ocultas, cerebro mio!
jSeran ustedes, limpida raiz del cdlamo aromatico, temerosa
ave del estanque, resguardado nido de huevos idénticos!
jSeras ti, maleza enmaraiiada, mezcla de cabeza, barba y
muisculo!
Sern ustedes, savia de arce que mana lenta, fibra del trigo
viril!
jSeran ustedes, vapores que iluminan y ensombrecen mi
cara!
(Canto a mi mismo, seccién 24)
Desde luego que la mayoria de las peliculas no alcanzan la
uniyersalidad. Tampoco lo universal puede perseguirse de
manera consciente, pues semejante ambicién sdlo conduce a
la pretension o la ret6rica. He estado tratando de entender los
mecanismos mediante los cuales a veces el cine confiere uni-
yersalidad a la obra de un cineasta. Generalmente es en res-
puesta al amor o la compasion. En tales momentos el cine
hace algo muy complejo de un modo més sencillo que cual-
quier otro arte. He aqui dos ejemplos.
En L/Atalante, de Jean Vigo, un marinero se casa con una jo-
yen campesina. Vemos a la pareja salir de la iglesia al término
de una ceremonia triste, casi siniestra, con todos los hombres
vestidos de negro, intimidados por el cura, y las viejas cuchi-
cheando habladurfas. Entonces el marinero lleva a su esposa
a casa, una gabarra en el rfo. Suspendida en un penol, la jo-
~ yen es subida a bordo por la tripulacion, que consiste en un
0 yun anciano. La Atalante leva anclas y emprende su lar-
aje hacia Paris. Tal vez esta anocheciendo. La novia, atin
aaa tS on.na solemne como «;
la ribera, una my.
refugios contra
"0 Mamas son las
r ‘ ee aekeys, re re-
compasion
en auto de