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Nota sobre las entrevistas preliminares en

psicoanálisis
13/10/2018- Por Fabián Yesid García Valenzuela

El tiempo es un factor determinante en este tipo de encuentros, una presión que me


fuerza a presentar un trabajo que más que intentar agotar el tema busca generar una
apertura, y precisamente de eso es lo que se tratan las entrevistas preliminares, de crear
una apertura ¿a qué? a lo inconsciente.

El psicoanálisis es una práctica clínica que se ubica allá de una mera teoría y/o técnica;
su praxis se enmarca en el campo de la ética. Esta defensa se encuentra claramente
desde Freud, sólo basta revisar su artículo “Sobre la iniciación del tratamiento”, para
percibir su interés en no ofrecer directrices ni reglas técnicas a los analistas jóvenes.
Invita a que la única regla fundamental del análisis sea la asociación libre, principio
rector de la terapia psicoanalítica.

Como se sabe, las entrevistas preliminares son una práctica propia de la enseñanza de
Lacan, nacen en el contexto de la separación de Lacan con el órgano rector del
psicoanálisis –la IPA–, en la época en la que se posiciona la Ego-psychology como
paradigma teórico dominante, lo que trajo paralelamente un afán de estandarización de
la técnica psicoanalítica.

Las entrevistas preliminares son entonces una práctica que permite convocar al
paciente para la entrada al análisis. A diferencia del encuadre, no se cuenta con un
número de sesiones determinadas, más bien se trata de presentar al paciente la
indeterminación que propone el enfoque, a decir, la variación –escansión– del tiempo,
la asociación libre y en últimas, a la falta control. Esto sirve de soporte para indicar que
el psicoanálisis es una práctica que trabaja con la falta –la castración–.

Voy a presentar tres funciones que tienen las entrevistas preliminares, tres elementos
que se desarrollan de manera paralela y simultánea; su clímax desemboca en el inicio
del análisis.

La primera es una función diagnóstica. Este tiempo le servirá al analista para localizar
las particularidades del goce y deseo del sujeto, de tal forma, que se logre situar en una
estructura y más específicamente en un tipo clínico. Este diagnóstico pondrá en
evidencia la forma de relación del sujeto con el Otro.

Para el ser humano el encuentro con la sexualidad es estructural, el Edipo será el


estadio donde este encuentro se consolidará, es el momento inaugural del sujeto. Allí el
sujeto tendrá que vérselas con los goces paternos, con la prohibición, la ley, la
castración.

El sujeto tendrá diferentes maneras de resolver este encuentro; tres indica Lacan. Es
posible que un sujeto pueda reprimir este encuentro, sin ningún tipo de garantía de su
éxito, pues esta represión falla y lo reprimido retorna a manera de síntoma; esto para
el caso de las neurosis.
Otro camino es la renegación de este encuentro con la diferencia sexual, apareciendo
el objeto fetiche como aquello que llena la ausencia fálica denegando la diferencia de los
sexos. Siendo este el mecanismo de la perversión.

Para el caso de las psicosis el sujeto rechaza –forcluye– el encuentro, así el psicótico
estaría inmerso en un mundo simbólico donde no tendrá los elementos que posee en
neurótico para responder, apareciendo el delirio como un intento de curación, un retorno
en lo real.

Cada estructura se caracteriza por tener unos tipos clínicos determinados, herederos,
en parte, de la nosografía de la psiquiatría clásica. Profundizaré un poco más en la
neurosis. Freud consideraba que existían tres neurosis básicas, la histeria, la obsesión y
la fobia.

Para Lacan, la fobia no cumple la condición de estructura, más bien, su mecanismo es


análogo al del objeto fetiche en la perversión, aparece para tapar algo que falta a nivel
de la función paterna. Así cada tipo clínico se caracteriza por tener una relación particular
con el goce y el deseo.

Por su parte la transferencia será el motor de la cura analítica, sin embargo, una
relación transferencial de alta intensidad podrá generar las más fuertes resistencias por
parte del paciente; así que es necesario maniobrar la transferencia en la justa medida
que requiera cada caso.

La instauración de la transferencia analítica será decisiva para el inicio del análisis. Es


necesario resaltar, que la transferencia se empieza a perfilar incluso desde antes de la
primera cita con el paciente, en la medida que lo que está a la base es el saber; el saber
que supone el analizante al analista sobre su padecer.

Esta es la propuesta de Lacan, situando el Sujeto supuesto Saber cómo eje pivote de
la transferencia. Por consiguiente, la transferencia es producto de esta demanda de
saber y lo que se encuentra tras esta demanda es una demanda de amor; el amor que
produce el saber, una demanda de amor que se dirige al analista.

Lacan va aún más allá, situando que lo que está en el fondo no es sólo el saber, sino
el objeto causa del deseo, es decir el objeto a, del cual el analista es responsable es
cuanto es el semblante de este. Este objeto a está en la misma posición, tal como lo
indica Lacan, que el agalma que se atribuye a Sócrates en el Banquete de Platón.

En tercer lugar, las entrevistas preliminares deben contribuir construcción de un


síntoma que se distinga claramente de la queja inicial que presenta el paciente, así se
develará la estructura de su padecer, la cual en el mejor de los casos tendrá que ser
dirigida al analista; implicando que el sujeto asuma una posición frente al mismo, que
se haga responsable de su sufrimiento. Procedimiento que podemos titular como
rectificación subjetiva.

Esta rectificación subjetiva varía del tipo clínico, para el caso de las neurosis se trata
de posicionar al sujeto en las coordenadas de su deseo imposible, del lado de la neurosis
obsesiva y del deseo insatisfecho del lado de la histeria.

En la teoría todo parece sencillo, pero los practicantes del psicoanálisis, sobre todo los
jóvenes, saben que no es así. Por ejemplo, Colombia es un país donde no hay una cultura
de la salud mental, quien asiste al consultorio de un analista muy pocas veces lo hace
bajo una demanda explícita de un psicoanálisis. Las personas no saben de la existencia
de lo inconsciente y precisamente la función del analista será dejarlo ser.

Para nada se trata de someter al paciente a un seminario sobre teoría lacaniana, pero
sí de demarcar el sentido que tienen los lapsus, los olvidos, los sueños; demarcar la
existencia del Otro, el goce, el deseo. Que allí está lo inconsciente, que habla y es un
saber no sabido, que nace de la mano con el equívoco y el malentendido.

Se debe ser muy cauteloso en este punto, pues existe el gran riesgo de pasar de un
discurso a otro. En el discurso del psicoanálisis el saber está del lado del sujeto, aun así
el analista también posee un saber y deberá encontrar la forma precisa de usarlo para
no generar una fascinación al saber.

Me atrevería a poner este último elemento como una cuarta función de las entrevistas
preliminares, precisamente, hacer existir lo inconsciente para el sujeto, una posición
epistémica contribuiría a una invención óntica, por medio de una apuesta ética.

Nota: Texto tomado de la ponencia titulada “Las entrevistas preliminares: la existencia


de lo inconsciente”. Dicho trabajo fue presentado en el “Primer Encuentro Nacional de los
Foros del Campo Lacaniano de Colombia”, organizado por el Foro de Psicoanálisis del
Campo Lacaniano de Pasto y la Corporación Universitaria Minuto de Dios, en San Juan de
Pasto, Colombia, el día 3 de noviembre de 2017.

Bibliografía Sugerida

Bekerman, J. (1986) “Estructuras Clínicas”. En Revista Espacio Analítico. Publicación del


Centro de Estudios Psicoanalíticos Sigmund Freud de Tucumán. 3-4 Año III. Pág. 195-
200.
Freud, S. (1913) “Sobre la iniciación del tratamiento” Obras completas. Tomo XII.
Amorrortu editores. Buenos Aires.
Quinet, A (1996) Las Cuatro Condiciones Del Análisis. Editorial Atuel, Buenos Aires.
Silvestre, M. (1986) “Al encuentro de lo Real en la clínica psicoanalítica”. Revista Espacio
Analítico. Publicación del Centro de Estudios Psicoanalíticos Sigmund Freud de Tucumán.
3-4 Año III 1986. Págs. 9-17
Sinatra, E (2004) “Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis”. Cuadernos del
instituto Clínico de Buenos Aires -9. 1° Ed. Buenos Aires.
Soler, C. et al. (1984). “Standars no Standars”. En ¿Cómo se analiza hoy? Buenos Aires:
Manantial; Pág. 100-123.

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